Este documento presenta un resumen de un proyecto de investigación doctoral sobre el sexo como verdad en la educación y la sexualidad prescrita en Colombia. El proyecto examinó diferentes fuentes como la medicina, la religión y la pedagogía que han definido lo que constituye un cuerpo humano válido y han establecido expectativas sobre la sexualidad. El trabajo cuestiona la clasificación e injuriosa calificación de los cuerpos, especialmente los cuerpos intersexuales, y problematiza las interpretaciones que deciden qué cuerpos son antropológic
El sexo como verdad. Morfología corporal ambigua y expectativas culturales en torno al cuerpo
1. EoucncróN, EUGENESIA Y PRocRESo:
BIopooBR Y GUBERNAMENTALIDAD BN COTOMBIA
Dreco Are¡aNono Muñoz Gar,T rr¡
Jarn HemaNoo Arvan¡z
ANonEs Kr¿us RuNce PEñA [coMP.]
JuaN Davn PrñBnss Sus
Ar,sx¡NosR HrNc,q.plÉ G¡ncÍ¡.
Juan Feuee GARcÉs Gó¡¡az
Br¡m¡a EscosAR GancÍa [Cor,m.]
Srr.v¡l.¡¡ Arsonr,r Me[a
i!fi$flfil,f,
2. 306.43
E'24
Educaclón, eugenesia y progreso: biopoder y gubernamentalidad en Colombia /
Alcjancl«r Muñoz ¿/ ¿/. Andrés Klaus Runge y Bibiana Escobar [Comp.] -- Medelün: Edición
Unaula,2012
240 p.: (Cultura de la investigación)
ISBN: 978-958-8366-55-s
lncluye bibliografía
I. 1. EVOLUCION SOCIAL, 2. CAMBIO SOCIAL, 3. EDUCACION - COLOMBIA
SIGLO XX,4. SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN, 5. FILOSOFÍA - EDUCACIÓN,
6. PROGRESO SOCIAI
ll. 1. Muñoz Gaviria, Diego Alejandro. 2. llvatez,JzirHernando. 3. Runge Peña, Andrés
Kfaus. 4. Piñeres Sus, Juan Davis. 5. Hincapié García, Alexande¡. 6. Garcés 6mez,
Juan Ftlipe. 7. Escobar Gxcfo',Bibian¡.8. Mejía, Silvana.
Scric Cultura de la investigación
I,ltlicioncs UNAULA
Mnrca rcgisrada del Fondo Editotial "Rmón Emilio Atcila"
liclucación, eugenesia y progreso: biopoder y gubernmentalidad en Colombia
@ Unive¡sidad Autónoma Latinomericana
@ Alejandro Muñoz et al. Andrés Klaus Runge y Bibiana Escobar [Comp.]
Primera edición: septiembre 2012
ISBN:978-958-8366 55 5
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Secretario General rilvaro Velásqu ez Ortiz
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S¿la de Fundado¡es Omat del Valle I'amayo
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Editodal de Arboleda & Valencia.
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año pdmero. Bogotá.
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1949). En: El sembradof,
N" 34 y 35.La Estella. Esta revista, ñrndada en 1946, perteneció a los Tcp
ciarios Capuchinos y circuló por todos los departamentos de Colombia.
igual modo se la podía ericontrar en Perú, Ecuadot, Argentina, Españo
Italta.
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1949). En: El
N" 36 y 37.La. Estrella.
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ta ilustrada de Ia obra de teeducación de menotes. Año I. N" 10. Medelün.
PADRES TERCIARIOS CAPUCHINOS (1952). En: Albotada, No
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r52
CmÍruro 6
El sexo como verdad. Morfología corporal
ambigua y expectativas culturales en torno al cuerpor
Alexánder Hincapié Garcn
"Y ya que de psicología se trata, ¿qué nos dice la pecuüar de los homoserua.les?
Ellos la tienen, y muy rica y muy diferente, ya que resulta de los dos sexos y
de estados conflictivos biológicos y sociales, que en mucho la independrzan
y difermcian. Constituven una frmcmasonería en tod<.¡ el mdo, que los
capaciur pm el feliz éxito social, para la entrada en las c¿rreras esquivs, el arte,
por §emplo, r que son muy adictos, y en el oul descuellan debido, tal vez, ala,
capacidad de obserr'¿r el detalle, que riene la mujer, combin¿da con el don de
genctalización y de síntesis, que el hombre posee"
Lüs López dc Mesa, 7926,p.84.
"¿en qüén puedo convertirme en tn mtmdo donde los significados y los límites
del sujeto están definidos para mí de mtemo? (. ..) ¿Y qué pasa omdo
empiezo a convertirme m alguim pra el que no hay especio dmtro de m
régimen de verdad dado?"2
Judiü Buder, 2006, p. 90
P¿ra una revisión del tema aquí desarrollado, a ptopósito de la intetsexualidad y
los cuerpos designados como ambiguos o confusos, se recomiendan los ttabafos
de Estrella de Diego (1992), Francisco Vásquez y Andrés N{oreno (1,995), Richatd
Cleminson y Rosa N{edinr Q004), Rosa lfedina y Alftedo Menéndez (2004), N{a-
ría Fernanda Vásquez e Hildetman Cardona (2006), Anne Fausto-SterlingQ006),
Nuria Gregori Flor (2006) ¡ obüamente, Ios ttabajos de Judith Buder (2000 y
2006) y Mchel Foucault (1996,2000 y 2002a). Agradecemos la generosidad con
la que Richard fangas leyó el texto inicial y las inteligentes correcciones que nos
sugirió.
t53
4. I ;,1
¡t lr..tt :¡r'¡¡, t1t t( ;l1Nt,.stA ' l,trp( ;lrtl.s( r
El present e úabajo constituye la inicial puesta en marcha de un
yecto de investigación doctoral que se preguntó por el sexo como
dad,b educación, la sexualidad prescrita y la subletividad esperada,
partir de coordefladas establecidas enüe discursos e institucionesr2('.
asume que Ia formación, en un sentido amplio, no sólo ci¡cula en
aulas sino que también se manifiesta efl discursos que funcionan
instancias de producción de la rcahdad; entre ellos se podda n
los discutsos de las teligiones, la medicina, eI derecho y la peda
(I-lamas, 1998). Pero, a su vez, estos discursos ci¡culan a través de
pilabra de sujetos autotizados a pontificaf y postular lo verdade
debido a que ocupan lugares estratégicos dentro de las prácticas
cursivas y en las instituciones sociales que nos rigen.
Por consiguientg las fuentes que se podían indagar y que
servir para establecer los trazos y los apuntes para un cuesti
de Ia educación sexual en Colombia (fuentes médicas, relig'iosas,legales
litetadas, por ejemplQ, tienen que sei fuentes diversas, talvez atípicas,
muestren las dispersiones del problema de la educación sexu¿l en regr
diferentes; fuentes que no se deducen de un único núcleo rcferido a
solo discLúso o a una sola institución y que no tienen las mismas
mitaciones de objeto pero que se encuentran en el ejercicio de formar
cuerpo, inducir efectos y coaccionar las posibiJiüdes de la üda
Pot ende, la unidad de esas dispetsiones no está en la coherencia de
enturciados ni en cómo rma a otra se complementan, sino más bien en
positividad y en los efectos que producen. Dígase entonces que esos
tos producidos son efectos de verdad en tanto que dependen de di
(imbricados en instituciones sociales altamente valoradas), que estratégi
mente se presentan a sí mismos como verdadetos.
120
El trabajo doctotal fue relaborado de manera que el problema de la
sexual se trasformó ell una preguota abierta por la fotmación y sus efectos,
el marco de las aspiraciones anttopológicas que el Estado h¿ soñado para ñrnda
r¡na Nación.
154
l,lt. stitr I f:t1At( , ,tr0il'lAt1, [l itri', rt¡ x.¡1, r:i ilrl{ llr,1. illI( ¡1.1, ' l,:l'l(:l'11',s
Lo que queremos prol>lcnrrttizitr cs l¿t injuriosa voluntad de clasifi-
cación (y calificación) dc krs cucrpos. Voluntad que establece la impo-
sibilidad de reconocer los cuerpos que no se aiustan a los deseos y alas
cxpectativas cultutales. Estamos hablando, según el caso que se abot-
dará en este trabajo, de los cuerpos intetsexuales diagnosticados por
las tecnologías médicas cofltemporáneas (N{edina y Menénde2,2004 y
[rausto-Steding,2006). Sin embargo, no es sólo la medicina, a pesat de
la progresiva meücahzación de la vida social (Foucault, 1,996 y 2002)
la Úrtica que se ha ocupado de clasificar y cahfrcar la ambigüedad y la
morfología corporal confusa; distintos discursos e instituciones socia-
les han negociado sus temores, fantasías e incapacidades de recoflocer
plenamente Io que se posftrla como üferente, meüante la elaboración
de técnicas motales correctivas o técnicas pedagógicas121.
Este ttabajo no pretende dfuimir entre las petspectivas esencia-
listas o construcdvistas con tespecto al sexo verdadeto (que es 1o que
preocupa, en principio, con resPecto a los casos diagnosdcados como
cuelpos intetsexuales). Más bien, nuestro üabajo cuesdona la detetmi-
nación y la voluntad que se autoriza a decidir cuáles cuerPos son an-
tropológicamente posibles y qué órganos les cottesponde a esos cuet-
pos: rro afumamos un esencialismo biológico ni un consttuccionismo
cultual porque ambas perspecdvas pueden ototgatse Ia facultad de
decidrr. En oüas palabras, el tabajo también plantea el problema de las
interpretaciofl es'univetsalizadotas' y las interptetaciones'minorizado-
ras', como expone Sedgwick (1998), y atticula estas interpretaciones
corno eI enfrentamiento desigual entre los lugares de sujeto autoiza'-
dos culturalmente pata decidir lo que ha de contar como ufla correcta
t21
La feichlzación de los cue¡pos intersexuales guarda una relación de proxirnidad
con el'otrora'hermafroditismo, tropo empuiado en la actualidad al ámbito de la
literatura en un esfuezo de pudficar el lenguaie de l¿s tecnologías méücas del
'atavismo' (im)propio del habla literaria y social. A maneta de eiemplos literados:
Marguerite lulakure, macbacha fahammte reputada hermafrodita de Frangois Ga¡ de
Pitaval (73 y El hernliodita dormido (1933) de Fe¡nando Go¡zilez.
155
5. I i,llt tr tnr :tt'rl, t1t t( ;tiNtrstA Y I'Ro(;tU,is( )
rnorfología y un verdadero cuefpo humano (interpretaciones .univcr-
saüzadotas) y los lugares de sujeto que intentan producir una críticg
sobre la política sexual que impone notmativamente lo que es válitlo
para los cuerpos que se reclaman como humanos (interpretacioner,
'minorizadoras)12.
De entrada estamos señalando que algunas interpretaciones ,uni.
versali-adoras', querrán ver err el esfuerzo de este tabaio el capricho
interesado de los lugates de sujeto 'afectados' pot interpretacione¡
'minorizadoras'. No obstante, fluestro propósito no es ahondar en l¿
brecha entre ambos tipos de interptetaciones, sino plantear que los
postulados sobre qué es ufla coffecta morfología corporal y un vetda-
deto cuerpo humano, son posnrlados que valiéndose del duro fuego de
la verdad que los attonza (Foucault, lgg6),inducen efectos que minan
la seguddad y las posibilidades ütales de aquellos que sorl üagnostica-
dos con cuefpos "anormales" o cuerpos insatisfactorio, con tespecto
al juego al que son obligados a someterse123.
Pata acltrrt nuestro propósitq valga decirse que asumifnos que
el problema planteado es de capital importancia porque no sólo pio-
12 Nuesfto üabqo, en buena medida, sigue los planteamientos nietzscheanos. De
este oodo, asr¡mimos que la interprctacióo ao es algo que se rerüce sobre algo
dado, sino gue lo plopio de la interpretación es format, en el acto interpreativ,q
lo que se interpreta, No hay una 'cose "' sí' o u¡r- tealided por fueta del acto
inteqpretativo. Al contrario, la ioterpretación es la coadicióo de posibilidad con l¡
quc el hombre y el muado son formados
t3r
Aquí hablamos de los cuelpos diagnosticados como intersexuales pero, por eiem-
plo, Ios cuerpos calificados como 'obesos', independientemente a las razones mé-
dicas que se expongan, estáo so-etidos al juego de la verdad que los devalua y
los convierte en insatisfactotios cultutal¡nente. Sin pretender alargar mucho m¿íg
el apunte, los discrusos y las iastitucioaes sociales p«rmeteo las posibiüdades del
amor, el éxito v la aceptación para los cuerpos 'delgados' o cincelados conforme a
los deseos culturales. La Escuela, si se pide un ejemplo más específico además de
la institución méüca, es el espacio donde los niños iuegan a desttuir la diferencia
con el beneplácito o Ia observación desinteresada de los maestros.
756
l,ll,S¡,,oiilAIrvlr,ltl)^l r,N|l'Il,r|l,rr¡l roltl'oltl Nlltl(ill,'lll'l(:l ,ll',S
l>lematsza la necesidacl tlc asignar rln sc.() vctdadcro allí donde el sexo
ofusca su propia definición, sino porque también postula que el ejer-
cicio de format lo humano a partst de expectativas y refetentes que
informan lo que lo humano tiene que ser por ¡aixa.leza o lo que de-
beÁa lTegat ser, para decfulo con Kant (2003), es un ejercicio exacer-
bado de violencia. Allí donde el cuerpo es cotregido, en nombte de la
formación de 1o humano correcto en términos de sexo-géneto, se está
afi.rmando, entonces, que el cuerpo debe soportar la destrucción de su
fwerza intempestiva (Foucault,2002b) o, como lo sugerfuía Nietz sche
(2001), se teafuma que tomarce el cuetpo como objeto de la forma-
ción significa debilitarlo. Si nuesüa intetpretación es 'minoizadort',b
cuestión clave a señalar en nuestro favot es que la oegativa, por parte
de las interpretaciones 'utivetzaltzadoras', a discutir fluestros plantea-
mientos sobte la urgencia de una política sexual y cotpotal menos in-
vasiva y violenta, es una negativa que se teitera en la ignotatcia para
conservar los privilegios (Sedgwick, 1998).
Génesis de una inquietud
El 12 de mayo de 1999 La Corte Constitucional de la República
de Colombia emite la siguiente sentencia referida ala Acció¡ de Tutela
instaurada pot la señota Y, madte de NN:
Proteger el detecho a la identid¿d sexuaf aI libre desartollo de
la personalidady ala igualdad de la menor NN (CP atts 1o,
5",13 y 16). En consecuencia, en los términos señalados en el
fund¿mento juddico No 91 de esta sentencia, deberá consti-
tuirse un equipo intetdisciplinatio que atienda su caso y brinde
el apoyo psicológico y social necesario a la menor y ala. mtdte
Los servicios méücos especíEcos deberán ser brindados pot
el ISS y comesponde al ICBF (Instituto Colombiano de Bien-
estat Familiar) coordinar el equipo interdisciplinadq que debe
incluir no sólo prcfesionales de la medicina sino también un
sicoterapeuta y un trabafador social, que deberi acompaiar a
157
6. I,ll rt rr :nr.tt'rN, tit,( iINtlstA , tr[( )( ;Rtis( )
la menor NN y a su madre en todo este proceso. A este eqüpo
coffesponderá entonces establecer cuando la menor goz^ de
Ia autonomía suficiente para prcstar un consendmiento infor-
mado para. que se adelanten las cirugías y los tratamientos hor_
monales, obviamente si la paciente toma esa opción (Sentencia
SU-337 /99, en el documento de la Corte Constitucional de
la Republica de Colombia).
NN es una 'niña' asegura su madrg nació el 14 de octubre de 1990
atendida por una p*ten,- quien en el momento del nacimiento .pro6tió,
la ftase 'rnágjca': 'es una nii,a'lza. A partir de ese momento NN fue soci¡.
lizada como se espera normativamente que sea inscrito un cuelpo baio
el reglamento delgénero @utler, 2oo6).Todo este proceso de formación
e inscripción social sigüó su curso hasta que ra riña,en una revisión pe.
üátÁca cuando tenía ftes años, fue diagnosticada como un caso de..seu-
dohermafroditismo masculino". Sus genitares fueron encontrad.os como
'ambiguos'y en la descdpción corporal de NN se detalla un falo de fte¡
centímeüos, "semejante a un pene" (sentencia su-337 /gg);.semejante,
pues parece que no puede asegurarse que 1o sea, o hacerlo puede resul.
tar impropio con respecto a las expectativas sociale, qrr. ,. denen con
respecto al cue¡po de NN. Máxime, cuando la voluntad de la madre y el
diagnóstico de los profesionales médicos del desaparecido ISS (Instituto
de Seguros sociales) to uttoizartque ese faro sea ,n pene. A partir de
"' ifo.. mágica o perfotmativa? Bt¡tler (2000) afumr que e[ género es uox cor'.
pleiidad que pospooe su totalidad p¡r¡a ur tiempo que nr¡nca se alcanza" por lo
tanto Ia totalidad ta¡npoco es alcaszable. Er geoero, pues, n,nce está por fucn
del tiempo histórico y los refereotes curturares que lo invocan. Adem:is, ,igl,*ao
¿ la misoa Butler (2002) y a Amícola (2003), .i géo"ro es petformativo (crea to
que nombra a fuerza de reiteración), y responde a uoa estructura imitativa que rc
soporta eo las marcas que el mismo género quiete imponer y etr las
.exageracio.
oes' que luchan por hacer de los sigoos el registro de evidencias claras, tr,rnsitivrt
y coherente* Por ende, decir "es .na niñc' es r¡n esfue¡zo por toroar los signor
como absoluta¡neote inteligibles y teactualiztr r¡ria mat,iz heteroserual.
158
l,ll,stisrlr:oito't,,H),t,, Mrliltrrtrxrl r{rIt,ulrt tilrh;r t,.xt,t,.r:t'uI's
allí se explicó que el problcma cr¿r clcl¡iclr> a una falla en la síntesis de la
testosterona, por lo cual sc recr¡mcndaba una operación quirutgica de
readecuación genital "por medio de la extirpación de las gónadas" y "h
temodelación del falo" (clitoroplasti a), y la adecuación (constucción) de
los labios y de la vrgjnalzs. Está opetación le devolveda a NN el estado
que la patter^ le descubdó / xrgnó en el momento del parto y que la
madre 'aceptó sin mayotes compücaciones' porque, t¡lvez, se ajustaba
a su deseo126.
Petttechada con el üagnósticq la madre se puso enla txea de ges-
d.onar la operación y el tatamiento hormonal que se le ptescribió a su
hija, pero que flo eta posible darle ponque el Estado pata üchos casos
requiere la aptobación de la persona sobre l¿ cual se va a tealizarla operu-
ción. As[ los médicos del ISS se negaron a intervenir 1o que ellos mismos
r2s CabÁa esperar de parte de.las tecnologías médicas que su lenguaie proceüera
otorgando la cla¡idad que remplaza por Ia opacidad, no tanto porque se afirme
que "el sexo" de NN no es determinable, sino porque las "gónadas" y el "falo
de tres centímettos" en una persona de tres años no petmiten automáticamen-
te, por lo menos en el registro del lenguaie, aceptar que se esté hablando de un
"seudohermaftoditismo". Habría que indagar por la voluntad, no sólo médica, de
inscribit ese cuerpo como ur] cuerpo de niña, no porque no sea posible que Io sea
sino porque no es clato pot qué lo es.
126
I{auro Cabral (2003), en un tono que se acerc¿ tímida.mente a la autodescripción,
señala que es mucho más fácil tecomendar las bondades de las cirugías correc-
tivas y seguir los protocolos médicos pata asignar el sexo que naturalmente le
corresponde a rur cuerpo ambiguo, que hacerse cargo de los efectos de dichas
intervenciones cortectivas. El mismo Cabtal (2003) señala que las tecnologías mé-
dicas, preocupadas en las supuestas teribles consecuencias psicológicas y soci'ales
que se derivan de un cuerpo ambiguo, poco se preocuparr de explicar los daños
y las mutilaciofles que se realizan en los cuerpos intervenidos, daños que no sólo
incluyen el cercenamiento de los genitales, sino que también extitpan el placer y
producen alteraciones fi:ncionales permanentes, las cuales vuelve a estos cuelpos
cotregidos pacientes crónicos de las instituciones médicas. El interés básico de las
tecnologías médicas parece ser el delanzar un mensaje claro: los cuetpos que no
se ajustan normativamente a lo que se esperan de ellos deben ser corregidos.
159
7. lilt >t.lr :,lr ;lr)t, f
.,r.r( i I.tN l.tst ¡ ' I't{( )( j Rlis( )
diagnosticaron, aduciendo que lo establecido por la jurisprudencia de
cotte constitucional no les permite rca)tzar la intervención a petici
de la madrg aunque no les prohibía citar las normas del géneto
señalar la insatisfacción antopológica con Ia que cuerpo de NN
ser petcibido.
La Corte Constitucional, entonces, torna ambigua la patria potes
efl tanto afirma que se debe espetar hasta la pubetad para que 'eI paci
te'tome librementeladecisión asesorada sobre su cuerpo y el cuerpo que
corresponde, pero la ambigüedad se supone funciona corno
de las invasiones corporales correcdvas con las que pueden set
rnuchos niños. No obstante, cabna cuesdonar si'eI paciente'
dene autonomía hetmenéutica sobre los significados de su cuerpo,
do detrás del 'paciente' esún todos los asistentes sociales velando
la a,loptaaín y señalando que desafiar las expectadvas sociales ftente
cuerpo es, prácticamente, una destrucción del estatuto antropológico.
parecer eso sería algo no lo suficientemente debatido toda vez que
ciertos suietos autodzados por los discursos y las instituciones los
pueden decidir, en muchos casos, ctráles son los cuerpos viables para
reconocidos como cuelpos humanos; sabemos, pues, los cuerpos
invadidos pot las normas del género, normas que son las que
merite garutúzanpata el suieto on log^r antropológico viable dentro
la sociedad. El cr¡rso que tomó este caso vuelve explícita la i
de la autonomía corporal cuando se trata de los cuerpos de niños
'pot su bien', deben ser intervenidos y asistidos por los 'saberes expertos,
En todo casq la autonomía no es rul absoluto sino l¿ producción social
de un derecho limitado por eI mismo poder cultural que nombra y estir-i
blece ese detecho de manera diferenciada.
La madte de NN'consternad t pot las imposibilidades tegales
opusieron los médicos y los fi.rncionados del ISS, se decide a formula¡l
r¡na Acción de Tutela, pues consideró que a su hiia se Ie estaban r.-ulne-
rando diversos derechos, incluidq el 'incomprendido' derecho al libre
desarrollo de Ia personalidad que fimciona al límite de Ia incoherencia.
En este caso, en particulat, pareciera que el derecho al übre desartollo
160
lil¡,sl,xor:(lht()'l!|il)^lJ,Ñllltttir.lt,rx,il^rlrlrl'ttll,1, lllll(;lr'lrl'lf:l'A'lIvts
clc la petsonalidad depcndicr:a clcl critcric¡ dc l¿r madre conflicdvamente
negociado con la verdad c<¡nstrr.úcla por los méclicos 'expertos'. En otras
palabras, Ia madte es informada culturalmente e inundada por un'sabet
experto' que insiste en la incompatibilidad corpotal de NN con las as-
pitaciones o expectadvas sociales que no pueden toletar que un cuerPo
no devenga, clatamente, masculino o femenino. Asi el übte desatrollo
de la personalidad de NN, derecho que la madre cita patódicamente, es
transfotmado en Ia petición de asignar un sexo vetdadeto pata que a NN
se Ie pueda recooocet su derecho al übre desarollo de Ia personabüdy
de la sexuaüdad y pata que NN pueda tesponder a las expectativas de un
ser anttopológicamente posible. Como nos enseñó a pensarlo Foucault
Q007): son las ptácticas socio-culturales y las Posturas morales, políticas
y científicas las que postulan la inviabilidad de un cuetpo que no respon-
de ala exigencia de un sexo verdadeto y que se expres4 obstinado contra
/a rnisma natura/eqa, a través de una 'rrrezcla,' t¡atómica confusa. Si un
cue{po no se ajusta a las e4rectativas que intentan inscribfulo en ufi sexo
único (que después setá reclamado por el teglamento y las norm¿s del
género), es potclue Occidente no es cLPLz de imaginatse rrrás allá de una
dualidad excluyente, que sepata a Io "trrro" de Io "otro", ] {ue se supone
es la conüción de posibüdad de toda vetdad (Fischer, 2003).
Su hiia, üríi l^ madte del caso en cuestión, dene detecho "a que
sea definida su sexualidad a tiempo para su notmal desarrollo petsonal
y sociali' (Sentencia SU-337 /99). Y ella, en condición de madte, pues el
padre de la niña falleció, es la única que al lado de los 'expettos' del ISS
puede definir esa sexualidad, si eI Estado fala a su favot en defensa de
los derechos de NN. Lama.dre se enftentó d sistema a través del sistema
mismo (con el tecurso de Ia Acción de Tütela), didgiendo su ataque al
ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiat) y
^
l^ Defensoda
del Pueblo, pues son estas instituciones las que pueden otdenar que los
detechos de NN y de los niños sean reconocidos (sostendtá l¿ señora en
su empeño pot encoritrat culpables, no se sabe muy bien de qué, peto al
froy
^lcabo,
culpables de algo). Cudosamente, la madre desafia la insti-
tucionalid¿d pot entorpecer los derechos de NN, pero al tiempo rca)iza
161
8. IiDUr:rrr;ttit t, tit ,(;tr,NItslA Y ptt( )cRf.s( )
un acto de fe en Ias insti¡¡ciones al esperar que el ICBF y Ia De
del Pueblo actLien, de manera sustantiva y no meramente formal
nociendo y restableciendo derechos.
Dutante el primer trimestre del mes de Abril de 1997, se
que la Ti¡tela pueda efectuarse como acción sobre el ICBF o sobre
Defensoda del Pueblq pues se determina que no son estas instituci
qulenes se niegan a opera;t a NN, sino el ISS. EI Instinrto de
Sociales, quien previamente había sugerido la inevitabilid¿d de la i
vención quirurgica, por razones que se consideran váüdas
ahota se niega a reahzat el procedimiento quirurgico. Sin embargq
caso entra a ser discutido mediáticamente involucrando otofesi
de todo el país y del exterior. Las pregr.rntas que se debaten d.enen
ver con: ¿qué es un hermafiodita? (Se precisa que, en realidad, el'
médico se denomina intersexualidad). ¿Por qué operat úr cuerpo
anatómtcamente no responde a 1o esperado y cuáles son los
personales y sociales? ¿A qué edad se debe reaüzat la práctica quiru
¿Qué consecuencias nefastas trae el hecho de no asignar un sexo en
rnfancia? ¿Quiénes deben decidir el sexo verdadero de un infante?
Estas y otras preguntas enftan en üscusión, Aunque no hay
guntas por 1a voluntad cuitural que ha querido ver una relación i
yable entre eI sexo y la vetdad o por qué la verdad del sexo es vari
histódcamente. Como es de espetar, los criterios sobre las
urgentes provienen de todas partes, en el documento de la Corte
dtucional, que es eI que se viene citando, se encuentran afurrrac:t
donde los 'expettos' refieren las imposibilidades de determinar el
vetdadeto pues la ambigüedad del caso NN es evidente: "(. . .) en a
aspectos se comporta como hombre y en otros como muiet" (
los 'expefios'y queda como regristro de la sentencia). El sujeto del
segutamente sin comptendedq se consdtuye a símismo como un
culo en la voluntad de verdad que moviliza a los 'expertos'y en
a las formas culturales de Occidente. El caso NN es un obstáculo pata
mismo, la opacidzd de su naturaleza y el insidioso comportarse a
como hombre aveces como mujeq es el escollo que debe superarse
162
l,lt, strXr.l (tttÑ() ,t(n){1, Mtjfitr'rl¡:xilA rl(¡tilr('r|L1, ltltl(¡tr, ' l,ll'l(Il','l1V¡S
que Ia vetdad pueda scr, p()r fin, tcvclada, expuesta en su luminosidad y
reimplantada en ese cucrpo 'ca¡lrich«rso'qtre se exPresa con un "seudo-
hermaftoditismo masculino". Si Ia morfología corporal de NN es leída
como un cuerpo
^Í^tófiicarnente
confuso que genera dudas y Pregun-
tas, problemiicamente,la obstinada persistencia efl ufl modelo de sexo
único que se obliga a coincidir en eI cuerpo no es cuesdonada ni genera
incertidumbrc: ¡a cada cuerpo su sexo, el único sexo que pot nat.xaleza
le corresponde! El cuerpo de NN es url error Porque no responde a los
impetativos cultutales, peto el modelo de sexo único es vetdadero por-
que, arurque citándolo copiosamente porque se teme sea 'olvidado', no
descubre vetdad alg,na en los cueÍpos sino que Ia induce, ficticiamente,
para condnuar produciendo y de-ptoduciendo Io humano a través de
categorías sexuales.
Las clasificaciones son importantes (se dirá), pot ello se precisa
Io siguiente:
En general estos casos se suelen clasificat en tres grandes gru-
pos, a sabeq el "hetmaftoditismo verdadero", que se presefl-
ta en individuos "con ambos tipos de gónadas, es decir con
testículos y ovarios al mismo tiempo". En estos eventos los
cromosomas suelen ser masculinos (46, X! o femeninos (46,
)OQ, aunque existe un grupo de baia ftecuencia que puede
mostrat a¡omalias de los cÍomosomas sexuales, pero que
dene en todo caso ambos tipos de gónadas. Pot su patte, el
"seudohermaftoditismo femenino" tiene lugar cuando indivi-
duo posee cariotipo femenino (46, )Oq y gónadas femeninas
(ovatio) peto "ha sufddo algún gado deviiltzaitín antes del
nacimiento, es decit una hembra virilizada. En cambiq el "seu-
dohetmaftoditismo masculino" hace teferencia a un individuo
que presenta gónadas masculinas (testículos) y tiene "uri calio-
tipo masculino notmal 46, XY la mayorra de las veces, o con
alguna altemción en los cromosomas sexuales (X o ), no se
ha vtttltzo.do notmalmente. Es decit un macho mal vnltztdo
(su-337 /ee).
163
9. 1.,)t tt rr :rtr tlr'¡H, tir r( ;lr.Nt§t^ ' t,Io( ;Rt1sr )
De lo anterior podrá inferi¡se que el Caso NN, clasificado como
un "seudohermafroditismo rnasculino", corresponde al cuerpo confu-
so de un macho "mal v'lrihzado"; es decir, el sexo patece ser, siempre
y en todo lugar, 1o 'visible'; en la situación particular, lo visible es que
hay un fallo, el cuerpo de NN es un equívoco q,e, mediante recrüsoEr
legales y criterios médicos, debe tecuperar su naturaleza.rJnapregunta;
"ontológica": ¿de qué naturaleza rrablaban estos discursos e institu-
ciones? No hay ufla respuesta o, al menos, no se informa ni se aclafa¡..
aspecto curioso porque si la naturaleza fil7a (o no), también esto debe-
tía ser visibilizado pot los discursos y las instituciones que Ia invocan.
con fines normativos. Ahora, ¿necesita la natmleza deLamano exper-
tr para cottegir las fallas que ella produce, cuando desde los mismos,
discursos normadvos se supone que la ¡atutaleza provee los modelos
ideales que deben conservarse? ¿Se empeñatantolanztvrzleza en pro-
ducit machos y hembras que, sofocada por momentos, se confunde y
hace inestable el dimorfi.smo sexual del que depende todo Io que nos
permitimos reconocer antropológicamente?
Los discursos en torno al dimo¡fismo sexual afrtman como causa
(a división del sexo en dos),Io que en realidad es un efecto performa-
tivo que obtiene su estabiüdad a parúr de Ia iteración de las normas
culturales que estabiliztrt el efecto en el lugar de la causa. si nos acer-
camos a Nietzsche (2005), hablamos de la obstinación por poner los
efectos en el lugar de un 'origen'incontarninado, cuando lo que encon-
tramos a nuestro paso es la violencia de los discursos y las instituciones
postulando el sexo como el dato primero (el'origen), negando que
el sexo, en tealidad, es el efecto discursivo con el que se invade nor-
mativamente el cuerpo pata extgyle se corresponda con la verdad del
'origen' (discursivamente establecido).
En todo casq el sexo es un efecto que se rciten y que establece
como necesidad la repeticiófl p^ta asegurar su lugat como causa on-
tológica de las clasificaciones, inaugurando el orden del sexo (y del
géneto) en el cual son inscritos los cuerpos. En síntesis, eI dimorfismo
sexual establecido por el modelo de sexo único (que divide los sexos
-164
l,ll, slrxo r:r rAtr.t vlrlll rAli. lvl ¡lilr rl ¡ x il¡ I I rltr rt(.t, lilI( it r, ' t!t,t( t r.'tr'.s
cn dos y que afirma p«lsiblc srilr» un úrnic«i scxr¡ en cada cuerpo), es la
verdad sobre Ia quc se insistc para actuat notmativamente contra to-
dos aquellos cuerpos que no puedcn ser'traducidos' con los términos
disponibles. Una verdad producida en el marco de acciones ',.iolentas
qru.elanzan ala esfen de 1o fureconocible antropológicamente los cuer-
pos que no pueden ser designados como masculinos o femeninos127.
Ya 1o sabemos: Ia cultura tiene modos de verdad que se conducen con
la fuetza que no pregunta y que decide, sin mucha contradicción, lo
que es real y verdadeto y lo que no puede sedo porque no se le petmi-
titá que lo sea.
El documento en cuestión dejaú entrever un hecho: las cate-
gorías naturales son inestables, requieren ser releídas históricamente
considerando su contexto de emergencia. Butler (2008) sostiene que
la, ¡atwr¡leza siempre se pfesenta como el 'antes' y Ia cultura como el
'después'. No obstante, el'afltes' siempte es expuesto en los términos
del'después'. Pot 1o tanto, el'antes'y el'después' están perdidos como
momentos fundacionales puesto que nufrca son claros los límites entre
Io 'uno' y Io 'otro'. Radicalizando nuestra posición: nuflca tenemos
acceso a 'otigen' alguno de las cosas; de hecho, sólo hay efectos pro-
ducidos histódcamente que se postulan en el lugat limpio e incontami-
nado de un 'origen' celeste y üvino. Por eso nos es lícito preguntarnos
127
Designat, como se desprende de los instrumentos teóricos aportados por Butler
(2008), significa fijar frontetas e inculcar y repetir normas que definen lo que será
reconocido como real y lo que no puede llegar a sedo. Para el caso en cuestión,
un cuelpo no es teal sino puede ser designado como masculino o femenino. NN
es insoportable e inaceptable, el orden del sexo y las normas del género insisten
subrepticiamente en que r¡n cuerpo que no satisface las expectativas sociales, es
rm cuerpo que rro puede ni debe ser amado @utler,2006), por eso debe ser co-
rregido para que recupere la ¡rtu¡aleza que le corresponde y que funciona como
base del reconocimiento, incluso para que sea posible el amor. N en los tétmi-
nos de Goffman (2010), puede entenderse como ufl caso que soporta un estigma
coqpotal que es denunciado como una abominación. EI mismo Goffman (2010)
acertadamente pl¿ntea: r¡n cuerpo abominable, por definición, no es un cuerpo
totalmente humano.
165
10. Eour:Ar:tr)N, Iil r(;ttNt,stA v pR(x;Rti,s()
cofl respecto a las categodas que se producen siguiendo el orden del
sexo, si esas categorías que se suponen naturales realmente argunavez
lo fueron, y si, a lo meior, siempre han sido categorías sociales que
adquieren su fuerza, justamente, por decretadas como hechos de Ia
naltaleza. Nótese en la sentencia matices que se decantan hacia una
tespuesta afrrmadva con respecto a las pregufltas planteadas:
La asignación de sexo debe hacerse lo más tempranamente
posible, ojalá en la primera semana o a más tardar elprimer
mes y los tratamientos quirurgicos y endocdnológicos deben
hacerse antes de los tres años de edad potque la identidad
de género se encuentra configurada a esta edad. Después
de esta edad es prácticamente imposible modificada, o si se
hace, se pueden producir trastornos emocionales de dificil
manejo. Además pam que las conductas de los padres sean
consistentes parala consftucción del sexo de cnanzay se evi-
te en ellos la confusión que origina también compücaciones
emocionales (Sentencia SIJ -337 / 99).
De lo anterior se pueden deducir varias cosas: el sexo tiene que ver
con el género (o viceversa); si eI sexo es citado en aquello de la identid¿d
de género como ptoblema Iigado ala edad conológica, y si después de
los ües años dichaidentidad no puede "modificarse", entoflces, el sexo se
consttuye tanto como el género. AI no poder disociar la ecuación: sexo-
géneto, y al no poder establecer el género como 'flat.ttal'y desligado de
los condicionamientos sociales, no habúapor qué aceptat,sin discusión,
]a'naturalidad'del sexo y su separación de los deseos culturales, cuando
bien ha demosftado el trabajo de Foucault Q002) que el sexo es puesto
en eI lugar de la naturaleza colo,-,o una estrategia previa ala autoizaaó¡
parainvadt el cuerpo en nombre de dicha nairaleza. Asimismo, Butler
(2000, 2006y 2008) hainsistido en que la ambigüedad enlas definiciones
del sexo teitera, precisamente, que éste responde a las norrnas del géne-
ro. En oftas palabras, nunca se t¡ata del sexo siernpre se trata del género.
En este mismo sentido, alafrtmat que la identidad de génerq des-
pués de ctuzado un umbraf no puede "modificarse", y por ello el sexo
166
l,lt, stlxrl (:r )tlo vltlil1l), Mr ulq ll¡ x¡lA r:otrt,otr,tl lllil( it,, ' t/.xt,l|(:t"'t1v,s
debe intervenitse quirugicamente "l«> más ptonto posible", también se
esti afumando que dicha identidad, Iigada al sexo que es Io que ia inter-
vención quirurgica quiere asegurar, no es un efecto de naturaleza (como
tampoco el sexo), sino un efecto discursivo que se ptoduce a través de
'recursos natutalistas' pata decretar como condición estable y tranquila la
ecuación sexo/ géneto/ sexualidad/ deseo128.
Por otro lado,y tetomando las aseveraciones consignadas en el do-
cumento de Ia Cotte Constitucional, quedan pendientes otras preguntas:
si Ia naturalez es lo que se defiende y Io que se preserva, al punto que
hay que 'aywdarle' porvta quirurgica (artificial) para que se exprese 'co-
rrectamente' rratwtal, es necesado preguntarnos ¿qué es lo que podría
pasar después de los tres años, que es casi irteversible y que no se deja
"moüfrcaf" y por 1o cual hay que invadir el cuerpo de NN para que
'recupere' su naturaleza? Repitamos una pregr.mta: ¿por qué habría que
aytdatalanaíttaleza,moüfrcando lo que ella produce, cuando en otros
r28
Se habla de ecuación sexo/géneto-sexualidad,/deseo, porque una indagación más
a fondo podtía mostrar que la construcción del sexo que se hace pasar pot 'natu-
ra.lezz.', necesadameflte, debe ügarse al género, a la sexualidad y al deseo, para po-
der reinsctibir el l¡inadsmo (sexo ,/ género), dentto de lrz^wtarnúiz hetetosexual
que los hace coincidir con la sexualid¿d y el deseo. Si el sexo (entendido como
r,at.:r:ileza) y si el género (concebido como cultura) oo se üsocian, en tanto el
sexo debe estat asegutado antes de los tres años pot medio de la performatividad
del género, efltonces, necesariame¡te, la sexualidad / deseo (si no falla lo que no
se deia "modificat" después de esos ftes años), debe ser u¡ra sexu¿lidad / deseo,
naturalmente, heterosexual. Para decido en otras palabtas, la preocupación real
por hacet corresponder el sexo con el género (señalando los mütiples daños psi-
cológicos y sociales que se desprenden de ufl cueipo que no puede intetptetarse,
de maneta excente, como masculino o como femenino), estriba en el gtan con-
flicto petsonal, social y cultural que supone que la heterosexualidad no pueda set
asegurada desde la infancia. La petsistencia pot hacer enttar el cuelpo de NN en
rúr cuerpo que pueda designatse como masculino o femenino , r:;:ás allá del interés
por el bienestar de NN, señala el angustioso temor cultutal pot no poder asegurar
la heterosexualidad desde antes que los sujetos la puedan 'elegit' (si es que se elige
ser heterosexual).
16'
11. l,'lDt tr :nr:lri¡.¡, tr,t ¡(;tiNtlstA Y t)R( )(;tilis( )
arguncnt()s estratégicamente situados, es la nanualeza el orden más sa-
bio que no debería alterarse? Si 1o que se intenta corregir es Ia ambi-
güedad motfológica, pero esa ambigüedad debe corregfuse hasta los tres
nños, entonces, ¿se podría peflsar que Ia morfología co¡poral a corregir
n«r necesita corrección por sí misma, sino que Io que se teqüere corregit
rrrgcntcmente es la ambigüedad que se afumaÉa en algo que rio se deja,
tntrcü6cat pasados los tres años?¿Tal vez 1o que se quiere corregir, más
qr.rc la moúoIogla, es la afi¡mación de algo que no se desea o que no
cstá crnforme con las convicciones facultadvas de los médicos, de los
rullcgirdos del caso y conforme con las expectadvas sociales?
A las preguntas antedotes, necesariamente, le sucederán las valota-
cioncs dc los 'expertos'. Al respectq el documento, preüendo la polémi-
crr, infr>rma que la operación de asignación de sexo es compleja, por lo
cr.ul la decisión no debe ser tornada por un médico en particular sino por
"trn cquipo multidisciplinario integtado pot peüatla, utólogq endocri-
nrilogo pediatta, genedsta, ginecólogo y psiquiatra". Es decir, la decisión
no dcbe ser tomada por ufr solo 'experto' pero debe reinscribirse en el
campo de la medicina, un profesional no es sufiriente pero vados talvez
sí, pures entre ellos se puede llegat a consensos facultativos pata 'decidir'
lo más conveniente.Pandójícanente,la nattxalezade NN se puede de-
cidir por conserrso. Léase con detalle lo siguiente;
[...] s. obf eta que en nutnerosos casos no hay criterios médi-
cos claros para asignar el sexo, por lo cual en el fondo todo
se reduce al tamaño mismo del pene o del clíto¡is, órganos
que se odginan a partir de una misma estructura anatómica
originada. Eso explica que a veces se presenten fuertes di-
vetgencias sobre cuál es el sexo idóneo pata-lna,persona en
los propios comités interdisciplinarios encargados de decidir
estos asuntos, por lo cual incluso ha habido casos efl los cua-
les la decisión se ha tomado por votación entre los distintos
especialistas. Es más, según el informe, Ia propia literatura
médica reconoce que las decisiones sobre estos aspectos son
muy empídcas y con un susterito científico relativamente dé-
bil (Sentencia SU -337 / 99).
168
lil. sl"lo r:(l¡til 'l(Il:rll'r. Mliu;t rl,t xil, r1rlil{ rll,1, Nllrl(;l-). ' tr.xl,tttf 't1,^s
Es decü, el informc ltccpta que cxistiendo poca frecuencia
de este 'trastotno' (como si el ptoblema fuera estadístico), fro se
generan muchos estudios empíricos que se puedan usar como ar-
gumento para este caso. Además, se teconoce que los ptoblemas
que más inquietan a Ia comunidad científica son las consecuencias
psicológicas detivadas del trastotno, aunque patticulatmente, no
se citaron estudios y se reconoció que no hay investigaciones de
seguimiento sobre estos casos, donde se evalúe la'adaptactón' de
las personas intervenidas cotpotalmente a sus contextos farniliates
y sociales, o que estudien y demuestren las dificultades psicológicas
que se esperan y que se usan como argumerito para que las modifi-
caciones quirurgicas se teaücen. Ahota bien, si Io que se esPera pte-
venir son las altetaciones psicológicas, pata el caso NN era irnposi-
ble obviarse el criterio de los expertos en psicología, de manera que
se solicitó el criterio de ptofesionales de Ia Univetsidad Nacional
y de la Univetsidad Javeiana (ambas de Ia ciudad de Bogotá). Sot-
presivamente los ctiterios fueton divergentes, algunos se rnanifes-
turofl a favor de la no intervención, subtayando que la identidad no
es merameflte un dato biológico, muy por eI contrario, la identidad
se forja en Ia interacción social pattada por Ias fotmas cultutales,
además de los aspectos simbólicos e imaginarios en los que reposa
la formación del sujeto. Por otro lado, otros llamados a presentar
su criterio soücitaton que la opetación se realizase, argumentando
razones natutales y culturales (al mismo tiempo). Como ilusttativo
de estos criterios eI documento recoge que:
[...] l^ cultuta actual se basa en la idea de que Ios recién na-
cidos son niños o niñas, por lo cual los padres desean que
este asunto se encuentre clatamente de6nidq incluso antes
del nacimiento. Por ello, la llegada de un infante con am-
bigüedad sexual tiene un impacto "vigoroso y emocional-
mente negativo" sobre los padtes, "aunque estemos en una
sociedad caüvez más cambiante y abierta a la flexibilidad de
los toles de género". Por tal razón, "pedir a los padtes que
769
12. lt,lt>t rr:A< ;r r'¡r.¡, tl,( ;liNt.lstA y pt{( x ;Rlis( )
pospongan cualquiet intervención que defina las cosas no es
fácil e¡ nuestro medio". Además, en un contexto machista
como el colombianq
^grega,
el intetviniente, "donde la au-
toestima se tiende a ligar tanto al pene y su tamaño", un niño
que tenga un falo pequeño debido a la ambigüedad sexual,
setá marginado y "necesita muchísimo apoyo p^r^ rto suftir".
Igualmente los padecimientos de una niña son también gtan-
des ya que al "percibirse tan diferente y tata puede también
disparar la depresión, sentimientos de anom a7ta,'rnadecua-
ción, tendencia al aislamieflto y la introversión, y en algunos
casos a la introyección del rechazo social que puede llevar a
la ideación suicidz" (Sentencia SU-337 /99).
En conclusión, al caso NN se le debe reasigriar, con rrgencia y
mediante procedimiento quirurgico, el sexo que se supofle que 'trae'
ilna niña, pues si el caso NN fueta 'identificado' como varífi, 1o que
le esperaría sería una vida misetable, llena de humillación y exclusión,
pues culturalmente no se puede deseatse "ufl pefle pequeño", un ót-
gaflo sexual masculino pequeño es 'inaceptable: no hace patte de los
deseos de la cultuta. El'experto' consultado desliza sin muchos rodeos
la imposibilidad de ser plenameflte reconocido, aceptado y amado sino
se satisfacen las expectativas cultutales que se tienen con respecto al
q.rerpo. Así, más que intervenir culturalmeflte sobre esas expectativas,
se propone como imperioso satisfacetlas pot medio de la cortección e
invasión quirugica. No se plantea la wgente necesidad de cuestionat
nuestro desdén y rcchazo por la diferencia, al punto que ésta tiene
que intervenirse pata sef trarisformada en la 'mismidad' que la cultuta
espera, sino que se pontifica sobre los beneficios de desttuir Io que se
muestra ambiguo o no discetnible dentro de los términos disponibles
en el orden del sexo y las notmas del géneto. Itónicamente, el sujeto
del caso NN es usado contra sí mismo al teitetarse la necesidad de
intetvenfu, correctivamente, la difetencia para desttuit 1o que flo se
aiusta a las expectativas sociales y cultutales. El bienestar del sujeto del
caso NN depende de la capacidad facr,itativa de las distintas esferas
discursivas e institucionales para corregit la difetencia.
1,70
l,l¡,slrxorr)tlovlr,ltlr,tlr,Motil,ul,rx¡l trtllil,r)t(,t, 1Ailt(;t.r'l|Xt,tr.(lt''nvts
En vista a esas considcmcioncs que alettan acetca de cómo es el
pueblo Colombiano (suponiendo que a eso se refiere eI'expetto' con
aquello de "la cultura actual'), el ptocedimiento debe tealtzzrse. Ya
no sólo es urgente reafrtmar lo que la natttaleza "quiso decit pero no
pudo" o que simplemente ptefirió que los 'saberes expertos'perfec-
ciortaratT, sino de anticipatse a eso que la cultura no desea y que por
Io tanto no hay potque a,ceptat y reconocer si se puede cotregir. De
hecho, se citaron argumentos que interptetan qué es lo que quiete la
naturaleza de los hombres y las mujeres: la consetvación de la especie
(se dfuá). No es suficiente que la ciencia, mediante procedimientos alta-
meflte especializados, pueda ganrttzar "la permanencia de la especie",
sino que es necesario reafrrma¡ que la teptoducción es el fin de los
sexos, en eso se basa su 'angusdante' complementadedad. Al tespecto:
Las leyes de Ia natutalezz garantizan la supervivencia del
género humano mediante la existencia de dos sexos que se
complementan. Flombres y mujetes están dotados física, psí-
quica y emocionalmente para logtatlo. Pata los individuos
que nacen o adquieren alguna limitación que les impide cum-
plir con esta tarea de la naturaleza, el desarrollo científico y
tecnológico oftece cadavez mayores recursos para incorpo-
tatlos a la sociedad y evitades en lo posible cualquiet tipo de
estigmatización dentto de ella, siguiendo un otdenamiento
que puede exptesarse así:
1- El sexo asignado o reasignado a una de estas personas,
debe tener el mejor ptonóstico posible para: a) la reproduc-
ción; b) la actividad sexual; c) la configuación de los genita-
les externos, en atmonía física con su cuelpo; d) el desarrollo
de una identidad genédca estable.
2- La asignación o teasignación debe hacerse tan temptana-
merite en la vida como sea posible, ojala en el recién nacido,
ya que eI pedodo cdtico, el de Ia identificación sexual, ocurre
en Ios pdmetos 1.8 meses de la vida.
3- La decisión tomada por elpersonal de salud conjuntamen-
te con los padres debe hacetse con Ia seguridad de que es la
771
13. E»trr:¡t:rr)t, rr r(;liNusrA y pttax;Rtis()
meior posible, eliminando cualquiet sentimiento de duda o
incetidumbre (Sentencia SIJ -337 / 99).
Sería extenuante retomar e impugnar paso a paso los 'argumen-
tos' expuestos por el'expetto' del anterior pasaje, sin embargo, queda
la imptesión global de un espíritu instaurador, con palabre¡ta reaccio-
naria, que abandona estratégicamente los usos del lenguaje reügioso,
eflmascarafrdo las mismas ptetensiones con un üscurso de dudoso
valot científico. Halperin Q004) bien ha denunciado el lenguaje hete-
ronormativo como un discurso que Io es todo mefros coherente, pues
su fuetza no estuiba en las posibiJidades de Ia demosttación l6g1ca,
sino en plasticidad estratégica con la que puede distribuitse y ptolifetat
desde distintos lugares sin ser esos lugates compatibles excepto efl su
voluntad de prescribit la hetetosexu altdadl2e .
Disquisiciones
Convendria detenerse un poco sobte las exigencias de entrar en
eI modelo de sexo único que instala un dimotfismo sexual, definido
pof una oposición excluyente. Es decir, se obüga
^
ertÍa;r en una de las
categodas abandonando la otta. Hillman ha sostenido que "[,..] una
vez que las experiencias han sido etiquetadas y declatadas anormales,
ya no podemos aprendet de ellas o dejar que flos lleven más all¡ dela
realidad inmediata" (Ilillman, 2000 769). Más adelante va a. precisar
que los fenómenos "[...] libetados de sus etiquetas, son simplemente
modos de experiencias inusuales. Lo inusitado se convierte en anormal
r2e
Nosotros reinvertimos el argumento, no es que la ¡afualeza quiera la conserva-
ción de la especie manteniendo inalterable h relació¡ entre el hombre y la mujer,
sino que el hombre y la mujeq tomados por Ia heterosexua-lidad como institución
obligatoda, son usados como los garantes de las instituciones sociales. Asimismq
no es que sin heterosexualidad no hay especie ni cultura, sino que sin discursos e
instituciones que hablen en nombre de la especie y Ia cultuta no se entiende por
qué la institución hetetosexual debe ser uria obligación.
772
l,ll,st,,xorIl()'l{tl)411, Motil,rrl¡x¡lArl()lu(,tr,t, tnl(ilrAvtr:..t)f'.(:r,'n1s
sólo desde eI punto de vista "normal" (Flillman, 2000: 1,69). Gregori
(2006), a propósito de la intetsexualidad, sosd.ene que cuestionff su pa-
tologSzacióu- puede implicat ampliar las posibilidades vitales del sujeto y
resignificat las expectativas y los teferentes normativos que destruyen el
cuerpo. Ahota bien,la "ambigüedad sexuall'- la "interce>rualidad" - la
"ambigüedad genital' o el "sexo indefinido", como también se suele lla-
mar en eI texto de I¿ Corte Constitucional al hetmafroditismq creando
precisamente más ambigüedad, rriene a set decretado como 'attotmalf-
dad' (con mucha más fuerza socio.normativa que biológica) en tanto
se hace ptoliferar distintas denominaciones que pueden, efl otros cofl-
textos, corinotar cosas disdntas, pero que repetidos de manera insisten
e inüsctiminada consiguen generar un ambiente de alatma soci.al con
respecto al caso de NN. Esta dispetsión en los conceptos, subrepd.cia-
merrte, pasa del sexo (la preocupación inicial) a fomentar la duda por la
sexualidad y eI deseo de NN que, siendo un(a) menor, es la preocupa-
ción angustiosa de la sociedad.
El aspecto anteriormente señalado es más difícil de exponer por-
que, en tal caso, Ia preocupación por los niños siempre se ha interpre-
tado como ingenua y desinteresada. Sin embargo, Ia ptoüferación de
cofrceptos parl :uta'hecho' supuestamente establecido: la naturalidad
del sexo y los temores que subtepticiameflte se petciben por ufl cuerpo
que normadvamente no se ajuste a lo que se le exige como géneto, nos
sirven pata sostenet que dettás de las bien intencionadas intervencio-
nes por el bisne¡tar de los niños se esconden los conflictos no resueltos
por los adultos y por la cultura (Schérer, 1983).
Volvamos sobte la ptoüferación de conceptos confusos para en-
tender lo que afitmamos. Si eI hetmafroditismo puede ser nombrado
como "intersexualidad", "sexo indefinido" o "ambigüedad sexual", lo
que se puede recoger es que la preocupación no es sólo el'dato'que
la nat.xaleza 'confundió', pues ese dato, al ligarlo a varios coflceptos,
no puede set cetrado sobre sí mismo ni en los problemas que sobre
sí carga, puesto que la proliferación de los conceptos que lo riombran
parten de una inconfirndible determinación por la heterosexuahdad.
Es la heterosexualidad Ia grar;. preocupación que se desliza detrás del
intetés pot el biene¡tarde los niños. Por eso hay que reasegurar la iden-
173
14. llit>t rr :rtt :tr )1, It,( ;t iNI.:st A y lrt(( x ;tu is( )
tidad antes de los tres años y por eso los cuerpos deben afustatse not-
madvamente a Io que se espera de ellos en términos de sexo-géneto.
Si después de Io expuesto la voluntad que ptescribe la heteto-
sexualidad como norfivl no ptecír evidente en Ia discusión del caso
NN, aunque evidente es el lenguaie heteronotmativo con el que se
exponen los argumentos aI respecto del casq después de los multiples
dilemas sobre el problema de la intetsexualidad, apatecieron propues-
tas 'conciliadoras' que manifestarori un interés por unir la 'compleji-
dad' de los casos de intersexualidad con las distintas dimensiones del
set humano (dentro de las que se incluye Ia "diversidad" sexual). Así,
se apresuran a resumit que:
En general, [a mayor pate de las teorías admiten que las di-
mensiones sociales y sicológicas de la sexualidad son varia-
bles, pues se encuefltran condicionadas por la evolución de
los valotes sociales e individuales. Un ejemplo puede ser la
valoración que en el pasado se daba a los compottamientos
homosexuales, los cuales estuvieton sujetos a fotmas muy
intensas de marg'inación, que son hoy inaceptables en las
sociedades pluralistas contemporáneas, pues no sóIo desco-
nocen los avances de las teorías sicológicas en este campo,
que han mostrado que la homosexuaüdad es una vatiación
en la preferencia sexual, y no una enfetmedad, sino además
potque la exclusión social y políúca de esas personas vulnera,
tal y como esta Corte lo ha señalado en anteriores ocasiones,
valotes esenciales del constitucionalismo contemporáneq
como son el pluralismo y el teconocimiento de la autonomía
y la igual dignidad de las personas y de los distintos proyectos
de vida (Sentencia SU-337 /99)130.
Vayamos por partes sobre (contra) el antedor eflunciado. No es
suficiente que se diga que hay "toletancit" hac)a la homosexuahfud
174
t3o
El subrayado es nuestro.
l,ll. slLxtr rt()ñt(t 'lr,lilt^|,, Mr llil,r ll.r Iil, rlr )u r|Lt AllI( irr; tixt,td:t,'tI'.s
y que ese "comportamicltt«)" ya sc rcconoce como una vadante en la
orientación sexual, pues si l¿r homosexualidad es 'tolerada' es porque
se Ie ha hecho errtrar en discurso a fircrza de definir y prescribir qué
es, qué Lr ca¡acteiza y en qué se diferencia de Ia heterosexualidad. Si
la homosexualidad requiere tolerancia es porque previamente se la ha
establecido como opositora de la cultua (Ilincapié & Quintero, 2012).
Nótese que se le define como una variante frente a Ia heterosexuaüdad
que es lo plenamente aatoizado culturalmente. La homosexualidad es,
pues, lo opuesto que hay que tolerar mientras se previene su irrupción
^z^ros^;
es lo opuesto definido a púit del lugar neutro-heterosexual
(desde donde se habla y se define qué es 1o que se debe hacer, a quién
se debe inte¡venir y bajo qué condiciones se debe administrar correc-
ciones). Si blanco es un poder que no requiere pronunciar su nom-
bre (Butler, 2008), la heterosexualidad, por su parte, es urra institución
'obügatoria' que no necesita presentarse ni ser nombrada. En el caso
de NN no sóIo se solicita operar para 'perfeccionar' lo que la nahxa-
leza hizo, sino t¿mbién para que se teflga cl¿ro cómo debe llamarse,
vestirse y considerarse al sujeto de la inte¡vención (el documento de
la Corte Constitucional lo registra de este modo); debe intervenirse
quirurgicamefite pam que NN pueda ocupar un lugar dentro de una
sociedad regida por valores heterosexuales que 'tolera' la diferencia.
Se podda oponer a lo que se viene desarollando que situar una
firatÁz heterosexual, como condición epistemológica simulrá¡ea. a" la
'opemción social'puesta en marcha con respecto al caso de N§ es im-
pteciso, irrelevante, mistificadot y activista. No obstante, ¿no son los
criterios de neutralidad, que nunca son neutros pues son determinados
por un'pensamiento mayoritario'@dbon, 2001. y 2004), criterios de
descalificación epistémicapura todo aquel argumento que se situe por
fueta de la neutralidad impuesta? ¿Suponet que la heterosexualid¿d es
el ctiterio'objetivo'flo es, automáticarnerite, catalogat todo 1o que de-
safra h heterosexuaüdad como erróneo, interesado y contra-cultural?
Si se desconfia. dela heteronormatividad es precisamente por la. crpt-
cidad de los discursos que la soportan de aparecet donde, en teoría, no
1?5
15. Eou<:,t«:tr'rt t, t,:t,(; tiN tislA Y pR( )( ;R¡^s()
lo hacen. ¿Dónde aparece la heteronotmatividad? Allí donde se puede
hablat despreuenidamente y a rrratrer^ de 'ejemplo'
^cerca
de la homose-
xuaüdad y sus "comportamientos".
Preguntémonos algo más: ¿con qué propósito apatece corno
'ejemplo' la homosexualidad en una discusión acerc de un caso de
"seudohermafroditismo masculino"? ¿Qué es lo que vuelve y se instala
como florma y teferente allí donde la "toletarcia" es iflvocada? ¿Seríl
exagetado suponer que la homosexualidad se toma como 'ejemplo'en
una discusión sobre el hetmafroditismo pues Ia homosexualidad aun
no deia de ser, en los imaginarios sociales, 'un hermaftoditismo del
alma'? Si el hetmaftoditismo se define como un ptoblema, ufi trastot-
no, ufla enfermedad, un fallo y si a la homosexualidad se sitúa como
ilustración de un fenómeflo que está sometido a divetsas valoraciones,
y que tratado en el mismo espacio se torna colindante con el het-
mafroditismo, ¿no se está, nuevamente, tesituando la homosexualidad
dentro del campo de los problemas, trastorflos, enfetmedades y fallos
que las valoraciones han venido 'despenalizando'? ¿Ingenuamente l¿
homosexualidad no es relanzada como un ptoblema a coregq pata
satisfacer las expectativas cultutales, así como por el bien de la infa¡cti
el cuetpo del sujeto del caso NN debería ser comegido para que pueda
ser culturalmente aceptado y amado?
La'apancí6n' de la homosexualidad, en un contexto en eI cual no
se tiene claro cuáL es el propósito de su'inclusión', es ptoblemáica,
Se plantea que Ia experiencia de la sexualidad es "diversa" y que a la
contemporaneidad le compete la asunción del plutalismo, pero se con-
tinúa conservando el zfán de interveni¡ la homosexua,ltdad mediante
su permaflente obsetvación. Asi Ia "diversid^d" y Ia pluraüdad son
teinscdtas y usadas pata los fines que aquí se persiguen: emprendet
una inclusión de las sexualidades perifédcas mediante su clasificación
y eventual cortección (Foucault, 2002).lJna cosa más: si Ia homose-
xualidad 'apaÍece' como ejemplo es porque la voz cultutal autoizada,,
que todo el tiempo se ha expresado con respecto al caso NN, es lavoz
que confirma l¿ heterosexualidad normativamerlte como institución.
1,76
lit,sl,-trlrx)¡Í)'l(lil.l^l),Mom,¡lt,rx¡l,trtlllt,otr,t,,fil1(;r.JAltLpt(i'1.u,¡s
Foucault y Flillman pnrccen coincidi¡ en aquello del problema
de las categorías, pues el primero argumenta que "El pensamiento
clasificadot se concede un espacio esencial que no obstante borra a
cada momento. La enfermedad no existe más que en é1, porque élla
constituye como natualeza" (Foucault, 1997: 25). EI pensador frat-
cés ha reiterado, de manera que interpela cortante y lapidariamente
a las 'ciencias humanas y sociales' (en las que se tendría que incluir
para beneficio de 1o que se está trattndo a la medicina social )¿, por su
puesto, al derecho), que no hay un modo ingenuo y traflsparente de
'fiitar', no hay una objetividad que reine de m^rtetz- inmanente sobre
las cosas, sin que su mirada no las modifique o incluso, las pueda crear.
De acuetdo con esto, Foucault dirá que "[...] entre las palabras y las
cosas, se ha trabado :u¡a. ahanza que hace ver y decir" (Foucault, 1997:
5). Posteriormente habrá de proponer que "[...] la mirada no es fiel a
1o vetdadero, y no se sujeta alavetdad, sin set al mismo tiempo sujeto
de esta vetdad; pero por ello soberana: la mtada que ve es ufla mttda
que domina" (F'oucault,7997: 64).
EI recorrido por el fallo de Ia Cotte Constitucional de Colombia,
efl torno al caso N es un recorrido por la aspitaciónaLa verdad y
los iuegos que induce. Si algo parece el'destino' de Occidente es su
detetminación y su férrca voluntad de verdad. Nada sería tomado por
más extraño que Ia pregunta que se le opusiera a cualqüer deseo de
verdad. De hecho, los presupu.s¡65 ¡sligiosos se han ocupado de ins-
cribir sus ideas en el registro de Io verdadero, anexionándose para sí un
campo que les es propio y en el que pueden figurar en Ia posición de
'expertos'. Nótese por ejemplo, Ia auto-atribuida veracidad con la que,
supuestamente, el discurso religioso puede ertcutar. los problemas de la
moral, como si la moral fuera su propiedad o como si la moral hubiese
inventado la yida §ietzsche, 2006). Es decir, la moral de los üscursos
se aptopia de la verdad y se afuma a sí misma como verdadera. Pero ¿y
si se pudiese escapar de la verdad? ¿si se pudiese establecer los lírnites
que hacen tecotdar a 'nuestra verdad' la violencia de su arbitrariedad?
¿O si pensando con Nietzsche (2006) pudiéramos recoflocer que la
777
16. l',)1.¡r rr :nr.rr'¡¡, t,:1.,4;tiNt,,srA Y I'R( )( ;Rtrs( )
vetdad es ufl estilo que se elige, que rro es opuesto a la falsedad y quc
eI ettor está en el cotazón de nuestras más preciadas verdades? L,¿l§
pteguntas que fungen aquí desde un comienzo flo son preguntas üri'
gidas a las instituciones teligiosas, aunque ellas estarían ocupando un4
plaza. en las instancias de producción de Ia. tethdad plamas, 1998). La
función de dichas preguntas tendría más relaciófl corl la necesidad dé
debiütat toda posición ontológica con respecto al saber.
Tómese un ejemplo. Laqueut (1,994) ha sostenido que la biologío
bien puede establecer la diferencia'real' de los cuerPos. El cuerpo se
cxprcsa en unas diferencias que no son solamente visibles sino quc
también está compuesto por diferencias que escapan a lo evidente ¡
tal vez, sólo Ia indagación científica puede accedet a ellas. Con esto,
tendÁa que reconocerse que Ia difetencia puede ser un hecho extta-
lingiiístico, o por lo menos, Laqueur se apresura a aclarar que no tiené-'
intetés en tefutar ese hecho, aufrque reconoce que no hay nada que no
se reivindique en nombre de la rrtfr:rtaleza del sexo que no sea parte'
de Ia consttucción del género. Sin embatgo, Laqueur se aseguta de,
desltzar que las luchas contemporáneas que se instalan en la ecuaciót¡
sexo/géneto, ampatátdose en las condiciones del lenguaje, parecen
haber olüdado que el cuetpo es cue{po vivo y que indepenüente a las
'tealidades' que el lenguaje instituya e independiente a la inestabilidad
de los conceptos hombre y mujer, hay cuerpos que deben soportar
cierto tipo de opresiones, sanciones y coacciones derivadas de la dife'
rencia. Si Ia biología en tanto ciencia puede 'demost¡ar' que los cuet-
pos se expresan, prefetentemente (aunque no de marreta absoluta), a
través del dimoffismo sexual, flo es la biología la que puede expücan
cómo se teoiza ese dimotfismo ni cómo se construye la diferencia y
sus significados a partir de é1. La biologla tampoco puede eludit que
el dimotfismo es una elección cultutal que hacemos P^r^ pensarnos a
nosotros mismos y p^n^ datnos un estatuto antropológico.
Se señaló lo antetj.ot para poner en evidencia el caticter intete'
sado que denen las afrrmaciones que se dictan como científicas. Ga-
damet (2001) desmantela esta situación sosteniendo que la ciencia ha
inventado un lenguaie altamente coüficado (al que se le puede discutir
1?8
lil.slxorl-ilr,t¡t(t:'At1,Nlr ¡til,'t rt rx.il
^rl)lll!1tr,t,
iilil(;1.1,'t(t'tr:'t'¡'lt's
inclrrso su estaturs de lengutjc), c,ln cl currl se intcnta
^presat
el mundo
de la vida. Sin embargo, Antc la pcticirin de hacer de la ciencia un asun-
to público y comunicable a todos, ese lenguaie codificado, indiscutible-
mente, pasa pot el lenguaje del mundo de la vida. Por tanto, Io que se
usa invocando cientificidad está cargado con las aspiraciones sociales
y culturales que muchas veces no están en relación con los hallazgos
de la ciencia. Es decit, no se puede pretender que lo que circula como
ciencia en la sociedad se sustraiga al hecho de que no hay palabra neu-
úa, ni objetividad que puedan representar una ciencia sin compromiso
y sin interés o una ciencia que, sin conflicto, se ttaduce dentro de los
discutsos y las instituciones sociales que tienen comptomisos cofl las
aspiraciones y las expectativas culturales. Suponer que se pueda definir
a los hombtes y a las mujetes por la biología y la genética, por ejemplo,
impüca desartollat argumentos de supetficie, conctetos y planos, que
se tocafl en distintos puntos, pero que no declaran cuál es el fin que
se espeÍa alcanzt¡ ttrt.xiltzmdo las determinaciones culturales que se
tienen ptestáblecidas en térrninos de sexo y género.
Cuando el determinismo naturalista hizo del sexo la categona
universal para designar el destino de Ia anatomía, cifró en esa designa-
ción las condiciones de posibilidad de Io humanamente reconocible.
La medicina, el derecho, Ia pedag"g y Ia religión se encargaron de
administrar ese capital obtenido después de hacer hablar a las cosas y
de hacetles decir, de mataera perenfle, lo que se espera que ellas digan.
h F-oucault Q002) advirtió que poner el sexo como algo del otden de
lo rcal es obviar un iuego encaminado a legitimar cualquiet asignación
que se hagz cort respecto a é1, mexándole propiedades específicas y
caracteres absolutos. El sexo se construyó como un orden natural que
debe preservarla" xmonia entre la biología y la ditecciófl que a ésta se
le exige cultutalmente.
El caso NN, que por momentos sonroja y übuia una tímida son-
risa en el rosüo de qüén lee suspicazmente Ia sentencia SLI-337 /99
de la Corte Constitucional, es un acontecimiento discursivo uti.liza-
do como pretexto pata imbricat confusos valotes sociales, refetentes
lW
17. l-iDrrr :nr :¡r)1, til,( ;t.tNtistA Y I'R(,( ;til,:s( )
antropológicos y deseos culturales, en nombÍe de un caso que debe,
resolverse científicamente en honor alaverdad del sexo. La voluntad y
Ia determinación pot eúgir que Ia verdad corresponda a :utta decisión,
tomada de antemano es clara, no ameritaría discutfulo demasiado pueu
el mismo texto siempte está expresando la 'urgencia' de tomat un&.,
decisión, pues el tiempo transcurte y NN necesita que su sexo sea,,
detetminado (aunque no aparece si a NN se Ie preguntó cuál es su"
sexo o córno se ha experimentado a sí misrno después de la iniuriosg
invasión que permanentemente evalúa la vetdad de su sexo). Por mo-,,
mentos, pareciese flo estar muy leios de los casos de hermafroütismo.
que Foucault Q002) retoma para sus análisis en l-.os anormale¡. Especíñ-,
camente, el autor rnenciona que en el siglo XVII, cuando de hermafro.
ditas se ttataba,los atgumentos esgrimían que la natstaleza había divi-
dido a los humanos en dos, vatón y hembra (esto mismo ditá uno de
los 'expertos'citados en el documento de la Corte Constitucional), así:
Si alguien tiene los dos sexos alavez, hay que tenedo y repu-
tatlo como monsttuo. Pot otra parte, como el hetmafrodita
es un monstruq si hay que hacer un examen, es (según Rio-
lán),para detetminar qué topas debe llevar y si, efectivamen-
te, tiene que casaf,se y con qüén. Así pues, aquí tenemos, pot
un lado, la exigencia claramente formulada de un discurso
médico sobte la sexualidad y sus ótganos y, por el otro, la
concepción a:úrr tradicional del hermaftodita como mons-
ttuosidad (Foucault, 2002: 77 -7 8).
Lo que eI fi.lósofo francés alcanza a deshzx finamente es la te-
unión entre el conocimiento, los discursos y las instituciones sociales,
y cómo los enunciados de esa reunión dependen de quién los enuncia
y cómo lo hace, y no tanto por una difetencia en el contenido. Lo que
comie¡za a hacetse preciso es que cada vez más eI discurso médico
actuatá como intétprete en los casos de 'anormalidad' desplazandq
incluso, el criterio reügioso: mientras Ia Iglesia, pot ejemplo, es em-
pr,lada ala esfera privada (hasta donde la misma Iglesia lo permite),la
180
I,lt,slixo,,,,¡¡'¡ ¡,¡1¡¡rN'r, Nl ,tilqrt,rrll r:r )Ít,r)t,t, utt(;r 't,:t,ti(:t'y|.I's
medicina reorclena valores morirlcs como principios sociales públicos.
De hechq la medicina sc encarg^rá de constituirlos y de administrar 1o
que se sabe de los 'anormales'y cómo deben ser tratados. AI tespecto,
Sienz,Saldariagay Ospina (1997),a propósito de Ia pedagog¡aacivaen
Colombia, van a deci¡ que a comienzos del siglo )O( y por un periodo
de vadas décadas, la ñgxa del maestto en la educación estaba supeditada
a la prescripción que el médico hiciera ace:.ca de distintos problemas. EI
discutso médico era eI encargado de establecer los grados de notmali-
dad y anormalidad que podían 'azot^r' ala'tnfar,cía colombiana, pero su
papel no eta solamente Ia vigilancia de los males del cuerpq el médico
t¿mbién estaba instalado en el lugar de quien podía decidit las ptácticas
que consetvarían la higiene mental y la salud del alma. Con esto no sólo
el maestro sino también eI médico debían tegir como guatdianes del cur-
so de los afectos, de los estados emocionales y de los comportamientos
aceptables en matedal moral por parte de los alumnos. Incluso:
En el conjunto de ptácticas de la higiene mental, el maesfto
quedó subordinado al médicq y ocupó una función instru-
mental. Idealmente debía ser el médicq en tanto pottador
del saber teórico sobre la enfermedad mental, quien detet-
rrinaú las teglas que debían guiat las prácticas de higiene
mental, mientras que el maestro se limitaría a la ditección
cotidiana de la vida intelectual del alumno. Pot otta parte, el
maestro, a parit de sus observaciones en el medio escolar,
debía referfule al médico los alumnos que consideraba casos
de anotmaüdad,para que éste realizari el diagnostico cien-
ttfico. Era el médico quien tomaba la decisión frnal acerca
de la causa, el tipo y los alcances de la enfermedad, sobre la
institución o el grupo segregado en el cual debía ubicarse el
alumno, así como de las formas de tratamiento otgánicq in-
telectual, motal y social que se debían prestar en estos casos"
(Sáenz, Saldariaga y Ospina, 1997:231-232).
Medicina, ¡sligión, derecho y pedagog¡a, al menos en el ámbito
educativo, quedan ligados en una relación donde, por ejemplo, Ia edu-
181
18. I l,t)r r( ;A( :l()N, ll /( ;¡,:Nt ist^ ' pn( x ;Rt'^s( )
cación se sometía al saber médico / científico quien no sólo dirimf¡
sobte qué funcionaba mal en los organismos, si no también cómo cl
alma podía eüar y extraviarse sin una intervención desde una políticr
de la higiene y Ia salud. Dicho Io anteriot,la interrogación que ten&h
que hacerse, sería aquella que va tras los modos de subietivación pto-
ducida alrededot de esa detetminación y voluntad de vetdad en torno
a la sexualidad, y que se manifiesta en Colombia desde finales del siglo
XIX y comienzos del siglo )C( en la incorporactí¡ a Ia pedagogía y o
la educación de los conocimientos fabdcados por lapeüalúa,la pueri-
cultura, la medicina, la psiquiatría y la psicolofu d. corte experimental,
además del papel mod¿sto que ha cumplido eI psicoanálisis al anuncia¡
la scxualidad infantil.
En otras palabras, todo un cotrillo de 'saberes expertos', sujetor
autorizados y expectativas culturales, insistiendo en el sexo como vef-
dad, a propósito de lo que le es permitido al cuerpo en términos antro-
pológicos para ser reconocido como un ser humano viable. El caso de
NN revela la voluntad médica de erigilse en la institución encargada de
establecet el sexo vetdadero y la educación sexual que se debe recibir
(Gregori,2006).
182
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