2. La fertilidad del suelo es vital para la vida en el planeta a largo plazo. El aumento en las
últimas décadas de la productividad agrícola se ha conseguido a cambio de la reducción
gradual del contenido de materia orgánica (M.O.) en las tierras bajo cultivo intensivo y el
deterioro de la estructura del suelo, lo cual lo ha vuelto más propenso a la compactación y
a la erosión; a esto debe incorporarse el proceso de desertificacíón, salinización,
alcalinización y contaminación de napas subterraneas con plaguicidas y fertilizantes. Si a
esto se le añade la disminución de la superficie agrícola por el avance indiscriminado del
urbanismo, tenemos un cuadro muy preocupante para las generaciones futuras.
Paralelamente a la disminución de la fertilidad, ha decrecido la actividad biótico edáfica,
que depende de la disponibilidad de nutrientes y de la energía aportada por la MO del
suelo y de los residuos de los cultivos y de los animales. La diversidad de microorganismos
del suelo es un indicador muy sensible de la contaminación y degradación de los
ecosistemas. Dado que la mayor parte de la alteración química que se produce en el suelo
se debe a la actividad de sus microorganismos, la capacidad del suelo para proporcionar
nutrientes al cultivo en desarrollo a partir de sus propias reservas, es cada vez menor. Se
puede decir que la productividad actual sólo se mantiene por la aplicación de abonos
químicos en cantidades cada vez mayores. Un suelo sano es aquel que es capaz, a través
de su actividad biótica y su propia fertilidad, de hacer fructificar cultivos y permanecer
productivo durante largos periodos sin necesitar de grandes aportaciones exteriores. Hoy
no funciona el slogan de que el suelo es sólo un medio de cultivo para las plantas, y verlo
como un ecosistema o ente vivo con constantes interacciones entre sus componentes
bióticos y abióticos. Una solución a estos problemas de la agricultura, teniendo en cuenta
las capacidades de los microorganismos y su importancia, es potenciar y favorecer los
PGPRs en el suelo.
3. En la naturaleza existe un número indeterminado de asociaciones entre poblaciones
microbianas así como individuos, éstas son reguladas por factores del ambiente:
físicos y químicos, en el suelo, en las raíces de las plantas, en los tallos y sus hojas las
relaciones interespecies microbianas determinan cual es la comunidad dominante, las
reprimidas o inhibidas e incluso aquellas que coexisten sin afectar positiva o
negativamente otras poblaciones microbianas. La dinámica de las interacciones entre
especies de microorganismos con las plantas es más compleja, aquí como en el suelo
tienden al equilibrio e influyen en la productividad agrícola, el objetivo de esta revisión
es analizar este tipo de asociaciones y su impacto sobre la producción agrícola.
En suelos vírgenes la ausencia del disturbio humano permite una diversidad de
comunidades microbianas en delicado equilibrio , son activas o latentes con base a las
propiedades físicas y químicas de ese sitio, en especial si existen plantas , en función
de la concentración de materia orgánica vegetal de fácil mineralización, del tipo de
compuestos nitrogenados, de la disponibilidad de minerales limitantes su crecimiento :
fosfatos, hierro, azufre y otros elementos que son de base del desarrollo de las
poblaciones microbianas, que afectan el patrón de absorción nutricional radical, de
plantas, las que a la vez seleccionan la microbiota que domina ese ambiente