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Alejandro JODOROWSKY
LA DANZA DE LA REALIDAD
1.- Pantalla verde: imagen de monedas. Cada moneda ocupa
toda la pantalla. Se van disolviendo las unas en las otras.
Dólar, peso chileno, peso mexicano, euro, yen, rublo, etc.
Delante de estas monedas Jodo-viejo recita un poema.
JODO-VIEJO.- El dinero es como la sangre, da la vida si
circula.
El dinero es como el Cristo, te bendice si lo
compartes.
El dinero es como el Buda, si no trabajas no lo
obtienes.
2.- EXTERIOR. CIRCO POBRE.
Acercamiento a un circo pobre. Un letrero, con la imagen de un
payaso anuncia: “Hoy, Piripipí y sus monedas musicales”. La voz de
Jodo-viejo continúa recitando el poema.
VOZ DE JODO-VIEJO.- El dinero es como la mujer, se entrega
si lo amas.
El dinero da la luz a quien lo emplea
para abrir la flor del mundo...
3.- INTERIOR DEL CIRCO POBRE.
La cámara penetra en el circo, lleno de un público modesto, hasta
llegar frente al payaso Piripipí que se prepara a lanzar sobre una
alfombra de madera a sus monedas.
VOZ DE JODO -VIEJO.- ...y aniquila a quien se endiosa
confundiendo la riqueza con el alma,
porque el alma esencialmente es la
pobreza.
El payaso Piripipí toca un vals lanzando sus monedas sobre una
alfombra de madera.
4.- PROYECCIONES.
Mientras se escucha el vals de las monedas musicales, vemos una
rápida sucesión de imágenes de noticieros antiguos mostrando la
caída de la bolsa en Nueva York, la subida al poder del dictador
Carlos Ibañez e imágenes de miseria.
VOZ DE JODO -VIEJO.- No hay diferencia entre el dinero y la
conciencia.
No hay diferencia entre la conciencia
y la muerte.
5.- DESIERTO. UN CAMINO VISTO DESDE UN HELICOPTERO
Sigue el vals de las monedas de Piripipí. Un grupo de 300 mineros
,con sus mujeres e hijos camina bajo el agobiante sol, todos
cubriéndose con viejos paraguas cubiertos de polvo. Encabezan la
marcha algunos voluntarios cargando una plataforma con una
estatua de la Virgen del Carmen.
VOZ DE JODO -VIEJO.- No hay diferencia entre la muerte y la
riqueza.
Mientras el grupo avanza y se aleja de ella, cae una mujer, muerta
de agotamiento. Junto a su cadáver se sientan a observarla tres
niños raquíticos, sin saber qué hacer. Lloran desesperados.
Termina de escucharse el vals de las monedas musicales
6.- INTERIOR DEL CIRCO.
Ahora están en la pista el payaso Zanahoria y el payaso Lechuga.
LECHUGA.- Dígame qué es usted, señor Zanahoria.
ZANAHORIA.- Soy extranjero, señor Lechuga.
LECHUGA.- ¿Es extranjero? ¿Y de qué país es usted?
ZANAHORIA.- ¡De Extranja!
7.- ATRÁS DEL CIRCO POBRE. EXTERIOR.
Jaime y Alejandrito visitan los carromatos del circo. Jaime tiene el
pelo largo atado en trenza en la nuca. El niño tiene una melena
rubia. Jaime tiene que empujar a Alejandrito para que este salude a
los artistas que descansan o se maquillan y visten en los
carromatos..
VOZ DE JODO-VIEJO.- Sentir arder al niño encerrado en
nuestro pecho,
con los ojos llenos de una eterna ausencia
sintiéndonos extranjeros para siempre.
JAIME.- ¡Ven, ven, carajo! ¿Por qué diablos eres tan tímido?
Se escuchan aplausos. Salen de la carpa Zanahoria y Lechuga.
Hacen gestos de alegre sorpresa al ver a Jaime.
ZANAHORIA.- ¡Hola Jaime, tantos años sin verte!
LECHUGA.- ¿Te va bien en tu tienda? ¡Ja, já, la Gran Casa
Ukrania! ¿Nos hechas de menos?
ZANAHORIA.- Seguro que sí, aún conservas la trenza.
LECHUGA.-¿Sabe tu hijo que en este circo te colgabas del pelo?
ZANAHORIA.-¿Aun puedes.?
JAIME.- ¡Seguro que puedo!
LECHUGA.- Veamos, dijo el ciego...
8.- INTERIOR DEL CIRCO POBRE.
Los espectadores se han ido. Sentados en las sillas y graderías hay
artistas del circo, observando cómo Lechuga y Zanahoria amarran
una cuerda a la trenza de Jaime y comienzan a tirarla. Jaime es
elevado hasta varios metros de altura. Alejandrito se asusta y grita
hacia su padre.
ALEJANDRITO.- ¡Papá! ¡Papá!
JAIME.- ¡Calla, mocoso, no me va a pasar nada!
Los dos payasos bajan a Jaime. La gente del circo lo aplaude.
Cuando éste pone sus pies en el suelo, Alejandrito se abraza a sus
piernas. Jaime, que no se puede mover porque le están
desamarrando la cuerda de su trenza, empuja con una pierna, con
cierta brutalidad a su hijo, murmurando con disimulo.
JAIME.- ¡Suéltame, idiota!
Alejandrito cae sentado.
Los dos payasos felicitan a Jaime.
LECHUGA.- Bravo, bravo, aún conservas ese poderoso pelo,
¿pero, y tus brazos y tus puños? Lo dudamos...
ZANAHORIA.- ¿Recuerdas que retabas al publico para que
boxeara contigo?
Los dos payasos le hablan al niño.
LECHUGA.- ¡Tu padre ofrecía cien pesos al que le ganara!
ZANAHORIA.- Con dos puñetazos los noqueaba...
Los dos payasos vuelven hacia Jaime.
LECHUGA.- Ahora que eres un vendedor de calzones, ¿aún
puedes?
JAIME.- Seguro que puedo...
Zanahoria y Lechuga sacan dos pares de abultados guante de box
de una caja. Un par es verde, el otro naranja. Le pasan a Jaime un
par de guantes cafés.
ZANAHORIA.- ¡La palabra no es la cosa, pongámonos los
guantes!
Jaime tira lejos los guantes cafés.
JAIME.-¿Qué guantes ni que guantes! ¡Como hombres, a mano
limpia!
LECHUGA.- ¡Tú como los hombres! ¡Nosotros como payasos!
Lechuga se coloca los guantes verdes y Zanahoria los guantes
naranja. Ambos hacen exagerados gestos de ataque, remolineando
los brazos. Alejandrito se aterra. Se levanta y corre hacia su padre.
ALEJANDRITO.- No pelees con ellos, papá. Te pueden matar.
Jaime toma con fuerza por la nuca a su hijo y lo sienta en el borde
de la pìsta mientras con gran desprecio le susurra.
JAIME.- Cállate, cobarde. Van a decir que tengo un hijo maricón.
Jaime llama desafiante a los payasos.
JAIME.- ¡Vengan, payasos!
Jaime y los dos payasos, hacen fintas, amenazándose.
Alejandrito, asustado, tapándose la cara con las manos, escapa
corriendo del circo.
9.- ATRAS DEL CIRCO POBRE . EXTERIOR .
Alejandrito sale corriendo de la gran carpa-circo. Se sienta en una
silla plegadiza, de madera. Sale disparado del circo, retrocediendo,
el payaso Zanahoria. Le sangra la nariz. Cae sentado sobre el niño.
Lechuga sale igual, retrocediendo con más sangre en la nariz y cae
sentado sobre Zanahoria. La silla no puede soportar el peso de los
tres y se quiebra. Los payasos y el niño se revuelcan en el suelo.
Alejandrito, dando un chillido, escapa corriendo hacia el pueblo. Los
dos payasos ríen a carcajadas burlonas.
10.- PASEO POR EL PUEBLO HASTA LLEGAR AL MAR.
Alejandrito corre desesperado desde el circo, que está pegado a los
cerros, desciende por unas calles, atraviesa la plaza.
VOZ DE JODO-VIEJO.- Tocopilla, este temblor, este perfume
de piedras,
esta queja de aldea despellejada por el
sol,
estas pacientes calles esperando siglos
una gota de agua.
Alejandrito se detiene delante de la “Casa Ukrania” en cuya
puerta hay un enano propagandista vestido de mujer, con gran culo
y grandes senos. Tiene un cochecito de bebé de donde saca un par
de calzones enormes.
ENANO.- ¡Casa Ukrania! ¡Calzones baratos para señoras de
todos los tamaños!
Sale del interior, Sara. Llama cantando a Alejandrito. El niño la mira
sin acercarse a ella.
SARA.- ¿Por qué corres así, padre mío?
ALEJANDRITO.- ¡No soy tu padre, soy tu hijo!
El niño vuelve a correr, cruza el Cuartel de Bomberos, dobla una
esquina, y baja por otra calle hasta que llega a la playa, mientras
sigue escuchándose la voz de Jodo-viejo. ​
VOZ DE JODO-VIEJO.- No saber lo que es una nube, no conocer
el canto de los grillos,
ni el murmullo de un árbol, ni la caricia
de un río.
Sólo navajas de aire caliente bajando de
los cerros estériles
para cortar nuestros sueños en trozos.
11.- PLAYA ARIDA.
Alejandrito llega a una playa entre rocas. Cerca de ahí hay una aldea
de cesantes, con chabolas construidas con sacos para papas,
cartones, calaminas oxidadas. Y más cerca de la playa, el cajón semi-
carcomido donde duerme La Reina de Copas, una vieja alcohólica,
que lleva en la cabeza una corona fabricada con un tarro.
El niño recoge piedras que comienza a lanzar con furia hacia las
pequeñas olas.
ALEJANDRITO.- ¡No soy cobarde! ¡No soy marica!
Sin cesar, el niño arroja piedras hacia las olas. Las olas comienzan a
crecer.
ALEJANDRITO.- ¡No me asustas! ¡Crece cuanto quieras!
Las olas van aumentando de volumen. El mar se enfurece.
ALEJANDRITO.- ¡Enójate! ¡Enójate!
Las oleadas, violentas, ya son tan enormes como altos muros.
Una mano detiene el brazo del niño impidiéndole lanzar su piedra.
Es La Reina de Copas, borracha.
REINA DE COPAS.- ¡Basta, niño imprudente! ¡Una pequeña
llama incendia un bosque, una sola pedrada puede matar a todos los
peces!
El niño, furibundo, lucha por liberarse de la vieja.
ALEJANDRITO.- ¡Suéltame, vieja hedionda! ¡No te metas
conmigo o te apedreo también!
La vieja lo suelta y retrocede espantada. El niño la amenaza con
lanzarle una piedra a la cabeza.
ALEJANDRITO.- ¡Ve a dormir en tu cajón o te rompo la cabeza!
De pronto la vieja lanza un chillido indicando hacia el mar.
Flotando en el mar, una mancha plateada enorme se acerca a la
playa. Millares de sardinas vienen a vararse. Las olas las arrojan
moribundas sobre la arena, que poco a poco se cubre del plateado de
sus escamas. Brillo que de pronto desaparece porque el cielo,
cubierto por voraces gaviotas, se torna negro. La mendiga, mientras
se mete en su cajón, acusa al niño.
REINA DE COPAS.- ¡Niño asesino, por martirizar al océano
mataste a todas las sardinas!
El niño se pone a recoger las sardinas.
ALEJANDRITO.- ¡No mueran!
El niño corre hacia el mar con los brazos llenos de sardinas y las
arroja hacia las aguas. El océano le responde arrojando otro enorme
montón de sardinas a la playa. El niño vuelve a recoger sardinas.
Las gaviotas , con graznidos ensordecedores se las arrebatan,
mientas otras devoran las que yacen en la arena. El niño cae
sentado en la arena, junto a Jodo Viejo. Ambos quedan sentados en
la misma posición. El niño está desconcertado.
JODO-VIEJO.- Me sentí desconcertado: o sufría por la angustia
de las sardinas o me alegraba por la euforia de las gaviotas.
Una multitud de hombres y mujeres pobres con sus niños, agitando
palos, con frenético entusiasmo espantan a los pájaros, recogen las
sardinas y se las llevan.
JODO-VIEJO.- La balanza se inclinó hacia la angustia cuando vi a
las gaviotas privadas de su banquete...
Las gaviotas picotean decepcionadas en la arena una que otra
escama.
JODO-VIEJO.- En esa realidad, en la que yo me sentía
extranjero, todo estaba comunicado con todo por una trama de
sufrimiento y placer. No habían causas pequeñas, cualquier acto
producía efectos que se extendían hasta los confines del espacio y
del tiempo...
12.- LA ALDEA DE LOS CESANTES.-
Alejandrito, tomado de la mano de Jodo Viejo, se pasea lentamente
por entre las chabolas de la aldea de los cesantes viendo a esos
miserables, sucios, cubiertos con harapos... Mujeres encinta,
hombres amargados, todos devorando las sardinas, peleándose por
ellas, arrebatándoselas a niños desnutridos que lloran de hambre.
JODO-VIEJO.- La multitud de cesantes eran sardinas varadas, y
nosotros, la clase acomodada, gaviotas ávidas.
13.- RETRETE DE LA CASA UKRANIA. INTERIOR.
En la taza del water hay un radio.
RADIO.- El desplome de la bolsa norteamericana ha dejado en la
miseria al setenta por ciento de los chilenos.
Jaime, vestido como de costumbre de Stalin, está de espaldas, de
pie, mirando a la radio.
RADIO.- Pero hay esperanza: Nuestro presidente, Coronel Carlos
Ibañez del Campo, afirma que la Hacienda Pública jamás ha estado
en mejor pie que en este momento. Pronto habrá trabajo para todos.
Jaime, mientras el locutor habla, se abre la bragueta, saca su sexo y
comienza a orinar sobre la radio.
JAIME.- ¡Milico mentiroso!
14.- CASA UKRANIA. EXTERIOR.
En la vitrina de la tienda hay una autómata del tamaño de
Alejandrito. Es como Al Jolson, cantante americano disfrazado de
negro. Tiene zapatos de charol rojos y una varilla terminada en una
bola, con la que da leves golpes en el vidrio para llamar la atención
de los posibles clientes... En un rincón de la puerta está Alejandrito
lamiendo un helado. Llega el Moscardón, un mendigo con los brazos
cortados, sólo le quedan dos cortos muñones.
MOSCARDON.- Con su permiso señorito, voy a rascarme la
espalda.
Sin esperar respuesta, el Moscardón apoya su espalda en el corto eje
donde se incrusta la manivela para subir o bajar la cortina, y
comienza, dando suspiros de alivio, a frotar con ella su espalda. Al
niño, ver esto le da mucha pena.
ALEJANDRITO.- ¿Quieres que yo te rasque?
El Moscardón lo mira con ojos de ángel apaleado.
MOSCARDON.- Bueno... si no le doy asco.
El niño se le acerca y le ofrece su barquillo de helado.
ALEJANDRITO.- Termina mi helado, si yo no te da asco...
MOSCARDON.- Qué está diciendo, señorito, será un placer.
El Moscardón, con un impulso se deshace de uno de sus zapatos y
con el pie, delicadamente toma el barquillo y comienza a lamerlo,
mientras el niño, a dos manos le rasca la espalda.
El Moscardón lanza suspiros roncos semejantes al ronroneo de un
gato y en su rostro lacerado por el sol se dibuja una sonrisa de placer
y gratitud. Al cabo de un momento se pone a gemir, vertiendo
abundantes lágrimas...
ALEJANDRITO.- ¿Qué te pasa? ¿Te hago daño?
MOSCARDON.- Todo lo contrario... Desde que en la mina perdí
los brazos y los gringos me expulsaron sin un quinto, nadie me ha
tocado... Sus rasquidos, señorito, son caricias divinas.
Alejandrito abraza al manco, que conmovido, llora
convulsivamente...
ALEJANDRITO.- Pobrecito...
Jaime surge bruscamente de la tienda y separando al manco del
niño lo corre a patadas.
JAIME.- ¡Roto degenerado, no vuelvas por acá o hago que te
metan preso!
ALEJANDRITO.-Pero papá, yo le propuse rascarle la espalda... Él
no puede hacerlo...
Jaime le da una bofetada al niño.
JAIME.- ¡Cállate! ¡No dejes que se acerquen ti estos asquerosos!
¡Están llenos de piojos!
El Moscardón, ofendido hasta la médula, se enfurece, y
alejándose unos cuantos metros, comienza a insultar a Jaime
gritándole con odio.
MOSCARDON.- ¡De qué te sirve disfrazarte de Stalin! ¡Dices que
eres comunista, pero sólo respetas a los burgueses! ¡Si yo tuviera
dinero, me besarías los muñones! ¡Judío de mierda, hijo de puta,
concha tu madre!
Jaime, furioso, se lanza hacia el manco decido a patearlo otra vez. El
Moscardón se escapa a todo lo que dan sus piernas. Jaime comienza
a seguirlo.
Sale Sara de la tienda. El niño se abraza a sus piernas. Sara,
cantando, le grita a Jaime...
SARA.- ¡Jaime! ¡No lo sigas! ¡Déjalo que se vaya!
Jaime se detiene.
JAIME.- ¡Manco desgraciado, si vuelves a aparecer por aquí te
corto las piernas!
Jaime regresa al negocio, toma a Alejandrito y lo sacude con cierta
brutalidad.
JAIME.- ¿Cómo pudiste abrazar a ese asqueroso? ¡Quizás te
gustan los hombres! ¡Con esa melena de niña, qué otra cosa se
puede esperar de ti!
El niño se escapa hacia su madre.
ALEJANDRITO.- ¡Mamáaaa!
Sara protege al niño y juntos entran en la tienda
15.- CASA UKRANIA. INTERIOR.
Alejandrito, perseguido por Jaime, se lanza hacia Sara. Ella lo
estrecha junto a sus abundantes senos.
SARA.- ¡ No le faltes el respeto, Alejandro es sagrado,!
JAIME.- ¡Sagradas mis bolas!.. ¡Cuéntale por qué lo llamas padre,
y no hijo!
Sara saca un peine de su bolsillo y peina amorosamente la cabellera
de Alejandrito.
SARA.- En Rusia, mi madre se enamoró de mi padre, un
hermoso bailarín ruso. Ambos, huyendo de los cosacos antisemitas,
emigraron a Argentina, donde cultivaron con mucho trabajo un
pequeño terreno.
16.- CUALQUIER LUGAR, NIEBLA.
Un hombre hercúleo, de larga melena rubia, pantalón ajustado,
pies y tronco desnudos, se sube sobre un gran barril , llevando una
pequeña antorcha. Trata de encender una lámpara que cuelga.
VOZ DE SARA.- Mi padre, para encender una lámpara se trepó
sobre un barril de alcohol. La tapa se quebró bajo su pies.
El hombre se hunde en el barril lleno de alcohol, con la antorcha
encendida en una mano. El alcohol estalla en una gran llamarada.
17.- CASA UKRANIA. INTERIOR.
Sara termina de contar su historia
SARA.- Pereció quemado. Cuando me puse encinta supe que
serías mi padre reencarnado. Y así fue: naciste con su misma
cabellera rubia.
Jaime, furioso, arrebata al niño de los brazos de Sara.
JAIME.- ¡Basta!! ¡Cuentos de hadas! ¡Tu hijo es tu hijo! ¡Con esas
patrañas lo vas a volver loco!
Sara trata de recuperar al niño.
SARA.- ¡No te lo lleves! ¡Es mío!
Jaime, con furia asesina acerca amenazante su puño al rostro de
Sara.
JAIME.- ¡Atrévete!
Sara, asustada, se protege cruzando los brazos sobre su pecho e
inclinándose, como una niña.
JAIME.-¡Pídeme perdón!
SARA.- Perdón...
JAIME.- Así está bien... Vete a meter detrás del mostrador, seduce
a la clientela. Volveremos pronto.
Jaime toma de una mano y se lleva al niño, casi arrastrándolo.
JAIME.- Sígueme, enano.
CASA UKRANIA. EXTERIOR.
Jaime surge del interior, casi arrastrando a Alejandrito. Frente a la
puerta el enano propagandista, ahora disfrazado de El Zorro, patea
a un enorme signo $ que yace en el suelo.
ENANO.- ¡No le tema a la crisis! ¡La Casa Ukrania impide que
suban los precios!
18.- CALLE CENTRAL. ESQUINA CON HOJALATERÍA.
En la entrada de la hojalatería “El Porvenir” un grupo de 20
mutilados beben, de tarros de latón, alcohol de quemar. Hay
mancos, cojos, deformes, hombres-tronco, etc. Todos idiotizados,
en el último grado del alcoholismo. Entre ellos está el Moscardón.
Cantan en coro a voz en cuello, con gran ferocidad:
CORO DE LOS MUTILADOS.- ¡Cucaracuca! ¡Cucaracay!
¡Tumba tumbita! ¡Tumba tumbay!
¡La dinamita! ¡Puta culiá!
¡Nos despedaza! ¡No nos da ná!
Jaime pasa por la calle llevando de la mano a Alejandrito. El
Moscardón los ve y corriendo se planta frente a ellos dos. Al
Moscardón lo siguen los otros mutilados. El Moscardón canta a voz
en cuello dando fuertes patadas en el asfalto. Los mutilados que
tienen piernas, también se ponen a zapatear. Los otros hacen el
ruido rítmico que pueden mientras aúllan el canto.
CORO DE LOS MUTILADOS.- ¡Cucaracuca! ¡Cucaracay!
¡Tumba tumbita! ¡Tumba tumbay!
¡La dinamita! ¡Puta culiá!
¡Nos despedaza! ¡No nos da ná!
Alejandrito se pega a su padre, temblando de miedo. Jaime, sin el
menor temor, despreciativo, avanza entre esos mutilados que
zapatean y aúllan.
JAIME.- ¡Pero que cobarde eres! ¡Estos borrachos no hacen nada!
La parafina los pone idiotas.
Los mutilados, enardecidos por el Moscardón se lanzan sobre
Jaime. Jaime, protegiendo al niño, con energía salvaje, golpea y
empuja al Moscardón y a los otros mutilados, que caen al suelo y se
revuelcan sin parar de cantar.
Jaime y Alejandro avanzan entre los caídos y se alejan de ellos.
19.- PELUQUERÍA “MUSASHI”. EXTERIOR.
Una pequeña peluquería con media cortina de tela y dibujos
japoneses. Frente a ella pasa un hombre vestido como emir árabe
conduciendo a un burro que arrastra un carrito que carga helados.
El carrito tiene columnas y techo con motivos de mezquita. El
hombre canta:
HELADERO.- ¡Los buenos helados
de canela y de bocado!
19.- INTERIOR DE LA PELUQUERÍA.
Un peluquero japonés trata de cortarle el pelo a Alejandrito. Este
se retuerce esquivando sus tijeras. Jaime inmoviliza al niño.
JAIME.- Si te quedas quieto te compraré un helado.
ALEJANDRITO.- Mi madre se va a enojar.
JAIME.- Así nunca serás un hombre, pareces una puta. ¡Nada de
helados! Cálmate o te arranco los pelos a tirones...
El niño, aterrorizado, se queda quieto.
JAIME.- Proceda, Osamu.
El japonés toma un mechón de pelos rubios y comienza a cortarlo
con la tijera. No puede porque el niño grita con dolor.
ALEJANDRITO.- ¡Aaayyy!
El japonés trata de cortar otro mechón de pelos.
ALEJANDRITO.- ¡Aaaayyy!
JAIME.- ¿Qué te pasa, enano?
ALEJANDRITO.- Me duele mucho...
Jaime le toma las tijeras al peluquero y se corta la trenza.
JAIME.- ¿Ves? Los pelos no duelen...
Jaime le corta un mechón al niño.
JAIME.- No sufras por lo que no es tuyo. Estos cabellos son de tu
abuelo. ¡Osamu, quítele al niño esta ilusión!
Osamu, como haciendo una operación quirúrgica, le va despegando
la peluca rubia a Alejandrito, mientras recita unos hai-ku..
OSAMU.- Mayoi-go-no naku naku tsukamu hotaru kana... Rak-
ka eda ni kaeru to miraba koshô kana.
Alejandrito, conmovido, llora, no de dolor, sino de pena. De manera
inconsciente sabe que está perdiendo a su madre. El japonés
termina de quitarle la peluca. La peluca se esfuma en su mano. El
niño se toca su cabellera muy corta de un color castaño oscuro.
JAIME.- ¡Se acabó el delirio de tu madre!
Alejandrito se pone a llorar convulsivamente. Jaime lo mira con
desprecio y se lo lleva tirándolo de un brazo.
JAIME.- ¡Tendrás que aprender a ser un hombre!
21.- CALLE 21 DE MAYO, CERCA DE LA CASA JUNTO AL
CUARTEL DE BOMBEROS.
Jaime avanza tirando del brazo a Alejandrito, que lo sigue haciendo
pucheros, frotándose la cabeza, muy triste.
ALEJANDRITO.- Tengo frío en la cabeza.
JAIME.- ¡Me alegro, así se congelarán las arañas que tienes ahí
dentro !
22.- INTERIOR DE LA CASA UKRANIA.
Sara ve entrar a Jaime y Alejandrito y se horroriza.
SARA.- ¡Noooo! ¡Noooo! ¿Dónde están tus rizos de oro?
Sara llora convulsivamente. El niño quiere abrazar a su madre. Ella
lo rechaza.
ALEJANDRITO.-Mamá...
SARA.-¿Quien eres tú? No te conozco.
El niño insiste, desesperado. Ella lo rechaza con más fuerza.
ALEJANDRITO.-Mamáa...
SARA.- Traidor, no me toques nunca más. Te has pasado al
partido de tu padre.
El niño vuelve a tratar de abrazarse a su madre. Ella lo empuja
hacia Jaime.
SARA.- Te digo que te vayas. Entre tú y Jaime asesinaron a mi
padre. Me han dejado huérfana.
Sara retrocediendo lentamente se pone a dar desgarradores suspiros
musicales hasta desaparecer en la trastienda.
El niño padece una profunda tristeza. Jaime, por primera vez con un
poco de dulzura, hace que se monte en su espalda.
JAIME.- Ven, enano. Tu madre está loca. No le hagas caso.
Comienzan a salir de la tienda. Frente a la puerta el enano
propagandista, ahora disfrazado de charro mexicano, le da
puñaladas a una mujer de trapo que tiene dibujado un gran signo $.
De cada herida salta sangre. El enano grita.
ENANO.- ¡Estamos asesinando a los precios altos! ¡Compre en la
casa Ukrania!
23.- INTERIOR DE LA CASA FAMILIAR. DORMITORIO.
Jaime lanza en la cama a Alejandrito.
JAIME.- ¡Quédate quieto! Los hombres dominan sus emociones.
Te haré cosquillas. ¡Si eres capaz de no reír, mereces ser mi hijo!
Jaime le quita la camisa al niño, dejándolo con el torso desnudo,
luego le quita los zapatos. Empieza a hacerle cosquillas con una
pluma en la planta de los pies. El niño hace enormes esfuerzos para
no reír.
JAIME.- Veamos... la planta de los pies... bien... Las axilas...
bien... en los hoyos de la nariz... muy bien... Has dominado la risa...
Comienzo a estar orgulloso de ti.
Alejandrito sonríe y hace con orgullo un gesto de triunfo.
JAIME.-¡Espera, digo que comienzo, no que lo estoy! Para ganarte
mi admiración tienes que demostrar que sabes resistir el dolor. Te
voy a dar de bofetadas. Te golpearé muy suavemente. Si me pides
que aumente la intensidad del golpe, así lo haré, más y más, a
medida que me lo pidas. Quiero ver hasta dónde llegas...
El niño, sin decir nada, se para frente a su padre. Jaime le da una
cachetada suave.
ALEJANDRITO.- Más fuerte.
Jaime le da una cachetada un poco más fuerte.
ALEJANDRITO.- Más fuerte.
Jaime aumenta la intensidad de su golpe.
ALEJANDRITO.- Más fuerte.
Jaime va aumentando la intensidad de sus cachetadas a medida que
el niño, decidido a hacerse admirar por su padre, solicita que le
peguen más fuerte... Al cabo de muchas cachetadas, la última es tan
recia que lanza al niño al suelo. Sangra de la boca. Escupe un pedazo
de diente. Jaime lanza una exclamación de sorpresa admirativa.
JAIME.- Resististe. Mereces ser mi hijo.
Alejandro pone un dedo en lo queda en su encía del diente
quebrado. Dice, con calma, dominando su dolor.
ALEJANDRITO.- Me duele mucho, pero si me quieres, no
importa.
JAIME.- ¡Cómo que no importa! Te llevaré donde don Julio.
Jaime hace que el niño se monte en su espalda.
24.- INTERIOR CLINICA DENTAL.
Las manos de don Julio, el dentista, preparando una inyección
calmante.
VOZ DE DON JULIO.- El nervio, en contacto con la saliva y el aire
le debe hacer sufrir mucho. Es raro que no se queje.
Mientras don Julio, un hombre con cara de borrachín, prepara su
inyección e instrumentos, Jaime enciende un cigarrillo. Alejandrito
permanece quieto en el sillón del dentista, con la cara impasible,
tratando de no mostrar su dolor. Jaime, con una extraña sonrisa, le
habla delicadamente al oído, mientras de su boca sale el humo del
cigarrillo.
JAIME.- Un hombre debe ser valiente. Si haces lo que te voy a
pedir, merecerás mi admiración: deja que te curen sin anestesia.
Jaime extiende su mano izquierda y sin expresar dolor apaga el
cigarrillo en su palma.
JAIME.- Domina el dolor con tu voluntad. ¡Si puedes, eres como
yo!
Don Julio intenta ponerle la inyección al niño. Jaime, con gran
orgullo lo detiene.
JAIME.- Sin inyección, don Julio.
DON JULIO.- Pero...
JAIME.- Si usted accede a mi pedido, le enviaré de regalo media
docena de botellas de pisco...
DON JULIO.- ¿Y el niño está de acuerdo?
ALEJANDRITO.- No necesito inyecciones, señor.
DON JULIO.- Bueno, si es así...
El dentista aplica su torturadora máquina al diente careado. Las
manos del niño se crispan, pero no se queja. Don Julio escarba,
introduce una amalgama a base de mercurio y por fin tapona el
agujero. Con gran sonrisa exclama:
DON JULIO.- ¡Listo, muchachito, eres un héroe!
Jaime, orgulloso, triunfante, celebra a su hijo.
JULIO.- ¡Bravo, soportaste el dolor sin un gemido, sin un temblor,
sin una lágrima, eres un Jodorowsky! ¡Ven a mis brazos!
El niño se levanta con dificultad del sillón, avanza hacia su padre y
cae en sus brazos desmayado.
Jaime, avergonzado, lo sacude.
JAIME.- ¿Qué es esto? ¡No puedes desmayarte como una
mujercita! ¡Despierta, eres mi hijo! ¡Despierta, carajo!
El niño hace un esfuerzo supremo, sacude su cabeza, se desprende
de los brazos de jaime, lucha por conservar el equilibrio.
ALEJANDRITO.- Me tropecé, papá. Estoy bien.
JAIME.- Eso es muchacho, La voluntad lo puede todos. Vamos...
Jaime y Alejandrito, a quien su padre lleva sosteniéndolo con
disimulo para que ande derecho, comienzan a irse.
JAIME.- Hasta la próxima, Don Julio. Gracias. Ahí le mando las
botellas.
Jaime y el niño salen. El dentista se asoma a la puerta y exclama
hacia el exterior.
DON JULIO.- ¡Que sea pisco peruano, don Jaime!
25.- CALLE DEL PUERTO.
Jaime, marchando con una mano con un brazo en los hombros de
Alejandrito, como protegiéndolo, desciende hacia la costa donde se
ve el viejo muelle. El niño va lamiendo un helado. Detrás de ellos
vemos la carreta de helados tirada por el burro, y su heladero que
canta su pregón.
JAIME.- Haz hecho un esfuerzo muy grande, hijo mío. Necesitas
respirar aire marino. Te sentirás mejor. Yo debo atender a mis
clientes. Tú ve a las rocas y quédate ahí un rato mirando a las olas.
Pero no se te ocurra ir al muelle.
ALEJANDRITO.- ¿Por qué papá?
JAIME.- Ahí acampa el Teósofo, un gringo loco. Puede ser
peligroso.
ALEJANDRITO.- No iré al muelle. Te lo prometo.
26.- EL VIEJO MUELLE.
En el viejo muelle, el Teósofo, mendigo harapiento, está sentado
sobre un sucio colchón, en posición de meditación, con los ojos
cerrados. Alejandrito , en la punta de los pies pasa cerca de él. Las
viejas tablas del muelle crujen. El Teósofo abre los ojos, mira al
niño. Este se detiene, temblando y mirándolo como hipnotizado. El
Teosófo se pone a reir. Saca de un saco de papel una espléndida
manzana. La parte en dos, comienza golosamente a comer una
mitad, mientras que la otra se la ofrece al niño.
TEOSOFO.- ¿Eres valiente?
ALEJANDRITO.- Si.
TEOSOFO.- Entonces ven junto a mí y come.
Haciendo un enorme esfuerzo de voluntad, el niño se acerca al
teósofo, toma su mitad de manzana y la muerde.
ALEJANDRITO.- Gracias, Teósofo.
TEOSOFO.- Ah, sabes mi nombre. El que te lo dijo, también te
dijo que yo estaba loco, que era peligroso. ¿Cierto?
ALEJANDRITO.- Cierto.
TEOSOFO.- Se equivocan, no estoy loco. Mis creencias me
impiden matar hasta a una mosca. Los adultos me temen porque
pienso. Cuando los digo “¿Cual es el tamaño del tiempo?” o “¿Cómo
es el mundo sin ti?”, se aterran o se enojan o se burlan. ¿Y tú, te
atreverías a pensar?
ALEJANDRITO.- ¡No tengo miedo, soy un hombre!
TEOSOFO.- Pensemos entonces. Fuimos algo antes de morir y
seremos algo después de morir, ¿me puedes decir qué?
El niño se frota las manos, duda, balbucea, se calla. El Teósofo se
pone a reir.
TEOSOFO.- Ven conmigo.
El Teósofo sale del muelle y le muestra a Alejandrito unas torrecillas
unidas por cables por donde, en lo alto, se deslizan carros de acero,
al parecer llenos. Vienen de los cerros, atraviesan la playa a lo largo
y se pierden entre otros cerros.De un carro cae una piedra con
incrustaciones de metal dorado. El niño se apresura a recogerla y
guardarla.
TEOSOFO.-¿De dónde vienen estos carros? ¿Adonde van?
ALEJANDRITO.- No lo sé, Teósofo.
TEOSOFO.- Vaya, no sabes de dónde vienen ni adonde van, pero
eres capaz de recoger una de sus piedras y guardarla como un
tesoro... Mira, muchachito, yo si sé que qué mina vienen y a qué
molino van ¿pero qué logro con decírtelo?. Los nombres de aquellos
sitios nada te dirían porque nunca los has visto. Así es el alma que
transporta nuestro cuerpo: no sabemos de dónde viene ni adonde
va, pero ahora, aquí, la queremos y no deseamos perderla, el alma es
un tesoro. Conciencia misteriosa, más amplia que la nuestra, conoce
el origen y el fin, pero no nos lo puede revelar porque no tenemos un
cerebro lo bastante desarrollado para comprenderlo.
El Teósofo mete su mano en un bolsillo y extrae tres medallas. En
una hay un Cristo crucificado, en la segunda una media luna
conteniendo una estrella y en la tercera dos triángulos
entrecruzados.
TEOSOFO.- Te las regalo. Las tres creen ser diferentes, pero si las
metes en un hornillo y las fundes, formarán una sola gota de metal.
Hazte un collar con ellas. Llévalo siempre para que recuerdes que un
mismo Dios las une a todas.
Alejandro, con una sonrisa feliz, apoya en su pecho la mano
empuñada donde tiene las tres medallas.
ALEJANDRITO.- Gracias, Teósofo.
27.- INTERIOR DE LA CASA UKRANIA.
Sara en el fondo del negocio toma mate con bombilla. Jaime está
abriendo un paquete, con sellos del correo. .
Saca un par de medias de malla, muy eróticas que prueba en dos
hormas de vidrio planas. Luego saca un sostén senos de seda y por
unos calzones, que lleva a su nariz y huele. Se siente que se excita
sexualmente.
JAIME.- Que suaves son estos calzones... perfumados…
Jaime se acerca a Sara.
JAIME.- Deja de chupar esa bombilla. Ven.
SARA.- No tengo ganas.
JAIME.- Las ganas las tengo yo. ¿Quién manda aquí?
¡Arrodíllate !
Jaime tiene tal poder sobre Sara, que esta, como hipnotizada, se
arrodilla ante Jaime y le abre la bragueta. Jaime le empuña los
cabellos y los tira hacia él, con sadismo.
Sara comienza la felación. Alejandrito, feliz, entra corriendo en el
negocio, con el puño cerrado conteniendo las tres medallas.. .
ALEJANDRITO.- ¡Papá, papá, mira lo que me han dado!
Jaime y Sara se separan con precipitación, Sara arreglándose el pelo
desordenado, Jaime cerrando su bragueta. Mientras Jaime habla
con Alejandrito, Sara regresa a su sitio y continua a tomar su mate
chupando la bombilla, esta vez con contenida sensualidad.
JAIME.- ¡Cálmate, niño! ¿Qué me quieres mostrar?
ALEJANDRITO.- ¡Tres medallas!
JAIME.- ¿Quién te las dio?
ALEJANDRITO.- El Teósofo.
JAIME.- ¡Te prohibí verlo!
Jaime le da una cachetada al niño. Este retiene sus lágrimas.
JAIME.- Muéstrame esas porquerías.
El niño le da, una por una , las tres medallas. Jaime las mira con
asco.
JAIME.-¡Loco cretino, mitigando su miedo de morir con
ilusiones! ¡Ven conmigo!
28.- RETRETE.
Jaime levanta la tapa de la taza. Hace que el niño se arrodille junto
a ella. Una por una va lanzando al agua las tres medallas.
JAIME.- ¡Dios no existe! ¡Dios no existe! ¡Dios no existe! ¡Te
mueres y te pudres! ¡Después no hay nada!
Jaime tira la cadena.
JAIME.- ¡Papá nunca miente! ¿A quién le crees, a mí o a ese
tarado?
VOZ DE JODO-VIEJO.- ¿A quién de los dos iba a elegir, yo ?
ALEJANDRITO.- Te creo a ti, papá. Ese mendigo está loco. Dios
no existe. Me moriré y me pudriré. Después no hay nada...
Jaime suspira satisfecho y sonríe.
JAIME.- ¡Bravo, un guerrero vence a sus ilusiones!
29.- CASA DE JAIME, EXTERIOR. NOCHE.
Con mucho disimulos, Jaime sale de la casa y se aleja. Desde el
balcón, con pijama, Alejandrito lo mira alejarse.
VOZ DE JODO VIEJO.- Cada miércoles, tarde en la noche, me
despertaba para ver con angustia como se alejaba mi padre. ¿A
dónde iba?
30.- CALLE DE LAS PUTAS.- EXTERIOR E INTERIOR. NOCHE.
Jaime camina por una calle llena de hoteles-cabarets. En cada
puerta, ventana, rincón, hay prostitutas que hacen signos lascivos a
sus futuros clientes. Entra en el cabaret “LOS SIETE ESPEJOS”. En
la pista de baile, marineros, carabineros, y civiles al son de un bolero
tocado al piano por un ciego, frotan su pubis contra prostitutas.
Muchachos con camisas de lunares, maquillados como mujeres,
sirven las cervezas. Cerca del bar, hay una mesa donde están
sentados, mezclando las cartas y preparando las fichas, el profesor
Toro, el dentista don Julio, y el peluquero Osamu. Jaime se sienta
en la silla que le tienen preparada. Reparten las cartas y comienzan
a jugar al poker. En las rodillas de cada uno de ellos se sienta una
puta.
Entre los danzantes, dos marineros se demuelen a golpes. Nadie los
mira.
Jaime ve sus cartas, tiene tres reyes y dos ases. Con la intensión de
perder, se desprende de los tres reyes y un as. Piede cuatro nuevas
cartas. Con una gran sonrisa de satisfacción, Osamu gana. Los otros
muestran sus cartas. Jaime tiene el peor juego.
TORO.- A usted le toca pagar las señoras y los cuartos, don Jaime.
JAIME.- Así sea.
Toro, Julio y Osamu se levantan y manoseando a sus putas suben
por una escalera hacia los cuartos. Jaime se deja acariciar por la
suya, pero pronto la detiene.
JAIME.- Rosita, esta noche tengo una cita importante. Para otra
vez será, toma...
Le da unos billetes a Rosita
ROSITA.- Ya sabes que me gustas. A ti nunca te cobro.
Rosita le mete los billetes en un bolsillo.
Jaime sale del Cabaret. Sube por la calle y entra en otro cabaret, “EL
LORO MUDO”, más lóbrego, lleno de viejos homosexuales y
travestis. La Toña, travesti, con falda muy corta, delantal y cofia de
sirvienta coqueta, abraza a Jaime y le dice al oído.
TOÑA.- Te estábamos esperando. Ven.
31.- DORMITORIO DEL CABARET. INTERIOR.
Conducido por la Toña, Jaime entra en un dormitorio adornado
como lo sería un cuarto para fornicar. Hay un grupo de siete
travestis, con trajes algo extravagantes. Alrededor de una pequeña
mesa hay cinco hombres. Son, el guatón Gonzalez ( un enorme
gordo), el tuerto Valdivia (un hombre bajo, tuerto), el viejo Fierro (
un viejo asmático), el flaco Jara (un hombre casi esquelético), y el
anarquista Adan.. Jaime levanta su brazo izquierdo con la mano
empuñada.
JAIME.- ¡Salud, compañeros!
Travestis y hombres levantan el brazo izquierdo con la mano
empuñada.
TRAVESTIS Y HOMBRES.- ¡Salud!
JAIME.- ¡Viva el glorioso partido comunista!
TRAVESTIS Y HOMBRES.- ¡Viva!
Jaime se sienta junto a los hombres. Los travestis se acercan a ellos
y los rodean muy de cerca.
Fierro, respirando con dificultad a causa del asma le habla a Jaime.
FIERRO.- Las noticias no son buenas, compañero, estamos en
peligro.
GONZALEZ.- Ibañez va que vuela hacia una dictadura fascista.
VALDIVIA.- No le han bastado sus matanzas de obreros y
estudiantes...
JARA.- ... ni sus especulaciones con los banqueros gringos...
ADAN .- Ahora quiere meter en campos de concentración a todos
los comunistas...
La Toña abre una carta rosada, saca un papel rosado.
LA TOÑA.- Mi amiga Ambrosía, me ha mandado esta carta:
“Amada Toña, te voy a contar algo horroroso: los carabineros, por
órden de Ibañez, están fondeando a los homosexuales. Mi amante,
un paco maricón que me hace pasar por mujer, amarró a diez de
ellos a una pesada cadena. Los subieron a un avión y los lanzaron al
mar. Tú y nuestras hermanas están amenazadas”...
ADAN.- Primero los comunistas, luego los homosexuales, después
los estudiantes, los marineros en huelga, los mineros, ¿hasta cuándo
aguantamos, compañeros?
FIERRO.- ¿Qué podemos hacer? ¿Atacar con picos y palas a
tanques y aviones?
ADAN.- ¡Podemos provocar una huelga general mediante
volantes, cartas, y conferencias clandestinas!
GONZALEZ.- ¿Y cómo costear todo eso? Ni siquiera tenemos un
par de pesos para pagarnos un trago.
Jaime saca el dinero que Rosita le metió en el bolsillo..
JAIME.- Compañera Toña: traiga vino.
Toña sale.
JARA.-¡Bravo, compañero Jodorowsky!
Jaime saca de un bolsillo su carnet de comunista.
JAIME.- ¡Cállase , flaco! Mi nombre verdadero lo puede leer en mi
carnet de comunista: Juan Araucano.
JARA.- Disculpe, compañero Juan.
JAIME.- A partir de ahora, debemos navegar con bandera de
castrados, quemar los papeles comprometedores y cerrar el hocico
hasta que lleguen tiempos mejores. Ustedes, niñas, cambien su
manera de vestir, trabajen como empleadas domésticas o vayan a
esconderse en Bolivia.
Jaime prende un encendedor y lo acerca a su carnet.
JAIME.- ¡Del dicho al hecho no debe haber ningún trecho!
El carnet arde. Los cinco hombres agregan su carnet a la pequeña
hoguera.
Entra la Toña trayendo seis botellas de vino, ya abiertas.
Cada uno de los seis hombres toma una botella.
JAIME.- ¡Última vez que nos ven juntos, salud compañeros!
LOS OTROS CINCO.- ¡Salud!
Comienzan a beber de las botellas. Los siete trasvestis se sientan en
sus rodillas. Dos en las rodillas de Jaime. Comparten el vino.
32.- CASA UKRANIA. EXTERIOR. DIA.
El enano propagandista, ahora disfrazado de payaso, ofrece narices
rojas a los paseantes. Lo observa Alejandrito, sentado a un costado
de la puerta, con una nariz de payaso en la cara.
ENANO.- Jaa, jaa, compre aquí. Precios ridículos de tan baratos.
Si se pone una nariz, diez por ciento de descuento...
Algunos paseantes se ponen la nariz y entran en el negocio.
Sale Jaime de la Casa Ukrania, vestido con el traje de gala de su
compañía de bomberos. Pone un brazo sobre los hombros, del niño.
JAIME.- Quítate esa nariz.
El niño se quita la nariz.
JAIME.- Tengo una sorpresa para ti.
ALEJANDRITO.- ¿Qué, papá?
JAIME.- Ya lo verás.
Jaime y Alejandro entran en el cuartel de bomberos
33.- INTERIOR DEL CUARTEL DE BOMBEROS.-
Jaime y Alejandro, avanzan entre los carros de bomberos. Llegan
a un gran salón. Hay un velorio. Un grupo de bomberos, con sus
trajes de parada está sentado alrededor de una mesa rodeada de
velas. En la mesa yace muerto un gran perro blanco. Los bomberos
se llevan una mano a su casco, haciendo un saludo militar a Jaime.
Jaime prende un incienso y lo coloca en una gran copa de premio
llena de arena. Hace que el niño haga lo mismo.
JAIME.- (Al perro) Descansa en paz, compañero Kazán. Nunca te
olvidaremos. (a Alejandrito) Nuestra mascota murió justo ahora,
cuando en tres días más tenemos los ejercicios públicos anuales.
Pero le hemos encontrado un reemplazante... Tengo el orgullo de
anunciarte que todos te han aceptado. ¡Eres la mascota de la
Primera Compañía de Bomberos de Tocopilla!
Los bomberos aplauden. Uno de ellos comienza a abrir una caja. Es
el capitán Pedraza.
CAPITAN PEDRAZA.- Don Alejandro, desde este momento soy su
capitán, Augusto Pedraza, para servirle en lo civil y darle órdenes en
la Compañía.
El capitán saca de la caja un casco y un pequeño uniforme de
bombero igual al de los adultos.
CAPITAN PEDRAZA.- Esperemos que le quede justo.
JAIME.- Le quedará justo, mi capitán.. Yo mismo le tomé las
medidas. (Al niño) ¿Qué se dice?
El niño, muy tímido, avergonzado, toma la caja.
ALEJANDRITO.- Gracias..
JAIME.-¿A quien?
ALEJANDRITO.- Gracias, a todos.
JAIME.-¿Y en especial?
ALEJANDRITO.- Gracias, capitán Pedraza.
JAIME.-¡Mi!
ALEJANDRITO.- Gracias, mi capitán Pedraza.
Todos los bomberos comienzan a cantar el Himno de la Primera
Compañía de Bomberos.
BOMBEROS.- La Primera Compañía
de los bomberos valientes
dará al fuego muerte fría.
Nuestro corazón vibrante
si tiene a Dios como guía
ningún incendio lo vence.
Por los ojos del niño, casi enfermo de vergüenza, surgen lágrimas.
34.- CASA UKRANIA. INTERIOR.
Sara, como viviendo en otro mundo, está detrás del mostrador
tejiendo una bufanda muy larga, sin mirar ni a Jaime ni a
Alejandrito.
ALEJANDRITO.- No quiero ser mascota. No soy un perro.
JAIME.- Es un honor, compañerito. Todos los niños te
envidiarán.
ALEJANDRITO.- Se van a burlar de mí.
JAIME.- Pura envidia. Anda, ponte ese uniforme. Te verás como
un héroe.
ALEJANDRITO.- Sólo me lo pondré si me regalas los zapatos del
negro.
JAIME.- ¿Qué negro? ¿Qué zapatos?
ALEJANDRITO.- Los rojos del muñeco que tienes en la vitrina.
JAIME.- ¿Por qué?
ALEJANDRITO.- Porque me gustan. Parecen de sangre. Brillan.
JAIME.- Ese autómata me ha costado muchos pesos. Tiene que
estar elegante. ¿Qué van a decir los clientes al verlo a pata pelada?
ALEJANDRITO.- Ponle estos zapatos míos...
JAIME.- Son muy feos...
ALEJANDRITO.- Tú me los compraste.
JAIME.- Yo no te regalo cosas feas. Tus zapatos son muy lindos.
ALEJANDRITO.-¿Entonces?
JAIME.- Me convenciste. Llévate esos zapatos rojos...
Jaime va a la vitrina, toma al autómata y comienza a quitarle los
zapatos rojos... Gruñe.
JAIME.- Todo sea por mi Primera Compañía.
35.-EXTERIOR CASA UKRANIA,
Alejandrito, con los zapatos rojos puestos, sale de la tienda y feliz
salta, baila, zapatea, corre hacia la plaza pública.
36.- PLAZA PUBLICA.
Carlitos, un niño pobre, con los pies desnudos, sentado en un
rincón de la plaza, frente a su pequeño cajón, ofrece lustrar zapatos.
Alejandrito llega hasta él.
ALEJANDRITO.- Carlitos... Mira... Tengo zapatos nuevos...
Lústramelos...
Alejandrito pone un pie sobre el cajoncito. Carlitos se maravilla.
CARLITOS.- ¡Oh, qué lindos! Por suerte tengo tinta roja y betún
incoloro. ¡Son de charol, pero yo te los dejaré más brillantes aún!
Carlitos saca un frasco de tinta roja. Con una escobilla de dientes le
pone tinta al zapato. Con un paño la seca. Abre la caja de betún.
Unta el zapato y engrasándolo lo acaricia, lentamente,
profundamente.
El viento remece los cabellos de Alejandrito.
ALEJANDRITO.- Carlitos, termina. El viento comienza a bajar de
la cordillera. Ya llevas una hora sacándoles brillo.
Los zapatos de Alejandrito relumbran. Alejandrito saca del bolsillo
unas monedas y se las ofrece al pequeño lustrabotas.
ALEJANDRITO.- Toma, por tu trabajo.
Carlitos rechaza las monedas.
CARLITOS.- No fue un trabajo. Son los zapatos más bonitos que
he visto en toda mi vida. Te los dejé tan luminosos que podrás andar
en la noche sin necesidad de linterna.
ALEJANDRITO. Es verdad. Parecen espejos.
Alejandrito, entusiasmado con sus esplendorosos zapatos corre
alrededor del kiosko circular. Cuando da la vuelta entera y llega
cerca de Carlitos, lo ve muy triste, reteniéndose de llorar.
CARLITOS.- Tienes suerte... Yo nunca podré correr como tú, con
un par así...
Alejandrito no puede dar un paso más. Se frota el pecho, como si le
doliera. Se quita los zapatos y se lo ofrece a Carlitos.
ALEJANDRITO.- Toma... Te los regalo.
CARLITOS.- Oh, para mí...
Carlitos apresurado se calza los zapatos y parte, feliz, corriendo.
CARLITOS.- Me voy a la playa...
Alejandrito, ve el cajón del lustrabotas. Lo recoge y grita hacia
donde partió Carlitos.
ALEJANDRITO.- ¡Carlitooos!
Viendo que Carlitos ha desaparecido. Alejandrito da media vuelta y
se va con el cajón.
37.- CASA UKRANIA. INTERIOR.
Jaime, escandalizado, ve entrar a su hijo marchando con los pies
desnudos. Alejandro trae el cajón del lustrabotas.
JAIME.- ¿Qué es esto? ¿Qué hiciste con tus zapatos?
ALEJANDRITO.- Se los regalé a Carlitos...
JAIME.- ¿Carlitos?
ALEJANDRITO.- Es mi compañero de banco, en la escuela. En la
tarde lustra zapatos en la Plaza.
JAIME.- ¡Le regalaste los zapatos rojos! ¡Estás loco!
ALEJANDRITO.- Es que Carlitos me dio mucha pena ,papá. Es
tan pobre...
JAIME.- ¡Debes aprender a proteger los intereses de tu padre! ¡Ve
a quitárselos!
ALEJANDRITO.- No puedo. Se fue a la playa...
JAIME.- Ese mocoso va a regresar en busca de su cajón. Espéralo
en la plaza el tiempo que sea necesario. Cuando regrese le quitarás,
a golpes si es preciso, tus zapatos...
Alejandro asiente, aterrado.
ALEJANDRITO.- Sí, papá.
38.- PLAZA PUBLICA.
Alejandro se instala en un banco, en la entrada de la plaza, frente a
la tienda de su padre. Suena cuatro veces la campana de una iglesia
dando las horas.Pasa delante de él mucha gente. Alejandrito se
duerme. Suenan siete campanadas de la iglesia. A la primera
campanada el niño se despierta. Ya es la luz del atardecer. Por la
calle avanza un grupo de mirones corriendo alrededor de un ciclista.
El hombre, pedaleando lentamente, trae en el manubrio, doblado en
dos, semejante a una marioneta con los hilos cortados, el pálido
cadáver de Carlitos. A cada pedaleo, esas piernitas se balancean
dibujando arcos con los zapatos rojos. Una mujer detiene a un
mirón, mientras la bicicleta se aleja.
MUJER.- ¿Qué le pasó a ese niño, vecino?
MIRON.- Fue a jugar entre las rocas mojadas. Las suelas de goma
lo hicieron resbalar. Cayó al mar y el imprudente se ahogó...
La mujer y el mirón se alejan corriendo en la dirección en que se fue
el ciclista y el grupo de mirones.
Alejandrito se queda sentado, inmóvil, como una figura de cera.
VOZ DE JODO VIEJO.- Su imprudencia, sí, pero antes que nada
mi bondad lo había matado.
La noche comienza a llegar. Se alumbra un farol. Jodo Viejo ha
desaparecido. Alejandrito sigue sentado sin moverse.
39.- ROCAS EN LA PLAYA. DIA.
Treinta niños de la edad de Alejandrito, cada uno con un pequeño
ramo de flores, caminan hacia una roca donde hay una capilla de
cemento, diminuta. A la cabeza del grupo va el profesor Toro,
seguido por Alejandrito que lleva una corona de flores.Todos trepan
la roca escarpada y colocan los ramitos de flores junto a la capilla.
Alejandrito coloca su corona. Dentro de la capilla se ve una
fotografía de Carlitos y los zapatos rojos. Cada niño saca del bolsillo
una vela y la enciende. Juntan las manos y rezan en silencio.
VOZ DE JODO-VIEJO.- Nuestro compañero de curso se había
convertido en animita. Preso para siempre en esa capilla, dedicado a
otorgar milagros. Muchas velas se encenderían ante los zapatos
mágicos, ayer dadores de muerte, hoy dispensadores de salud y
prosperidad... Sufrimiento, consuelo...Consuelo, sufrimiento... La
cadena no tiene fin...
Mientras los niños rezan, el señor Toro, que ha bajado de la roca,
abre un gran paraguas multicolor, lo clava en la playa, se sienta
debajo, abre un periódico, con el titular: “Salitre sintético provoca
crisis. Miles de mineros cesantes”... Le grita a los niños.
SEÑOR TORO.- Basta de rezos. El muerto al hoyo y el vivo al
boyo. Tienen una hora de recreo.
Los niños lanzan un grito de júbilo y descienden rápido la roca. Un
grito del profesor los paraliza.
SEÑOR TORO.- ¡Alto! El que se meta a nadar en el mar, si no se
ahoga será expulsado de la escuela.
Los niños vuelven a gritar de júbilo y corren por la playa.
Alejandrito avanza hacia unas rocas. Llega un grupo de siete niños
con aire sospechoso.
NIÑO JEFE.- Eh, Pinocho, ¿quieres venir con nosotros?
ALEJANDRITO.- ¿A dónde?
NIÑO JEFE.- Ahí no más, entre estas rocas. Vamos a corrernos la
paja.
ALEJANDRITO.-¿Qué es eso?
NIÑO JEFE.- Ven y lo sabrás.
Alejandro sigue al grupo, Se meten entre las rocas y desembocan en
un pequeño terreno. Los niños se sientan en círculo, Alejandrito
entre ellos. El jefe del grupo se arrodilla y con una piedra filosa que
recoge comienza a cavar rayas en la tierra arenosa dibujando un
cuerpo de mujer desnuda. Cuando termina, se sienta entre los
otros. Todos, menos Alejandrito, sacan de un bolsillo del pantalón
un tubo de color oscuro terminado en punta y, mirando con
fascinación el dibujo en tierra, con la mano derecha se ponen a
agitar el tubo, frente a su pubis.
NIÑO JEFE.- Vamos, Pinocho, hazte la paja, como nosotros. Te va
a gustar.
Alejandrito se mete la mano en el bolsillo y saca un tubo de color
blanco con la forma de un hongo. Hace como los otros niños
agitándolo en el aire frente a su pubis. Ellos se ponen a reír,
burlones.
NIÑO 1.- ¡Jaa, tiene un pichula diferente!
NIÑO 2.- ¡La nuestra es como un plátano, la suya es como un
hongo!
NIÑO 3.- ¡Le falta el cuero, está mocho!
NIÑO JEFE.- Tu diferencia nos distrae, Pinocho. Lárgate .
Alejandrito, humillado, triste, mete su hongo en un bolsillo y se va,
mientras los siete niños comienzan a agitar otra vez sus tubos.
Alejandrito, se acerca al borde de un acantilado y mira hacia el mar
con ganas de saltar para suicidarse. Va a hacerlo, pero una voz lo
detiene.
VOZ DE JODO VIEJO.- ¡Alto! ¡No saltes!
El niño sigue al borde la roca, dudando si lanzarse o no.
JODO VIEJO.- No estás solo. Estás conmigo. Te he acompañado
desde que naciste. Todo lo que vas a ser ya lo eres. Lo que buscas, ya
está en ti. Alégrate de tus sufrimientos, gracias a ellos llegarás a mí.
¿Y yo quien seré en 20 años más? ¿En cien? ¿En diez mil? ¿Todavía
mi conciencia necesitará un cuerpo? Para ti no existo aún, para mí
ya no existes. Al fin del tiempo, cuando la materia emprenda el
camino de regreso al punto de origen, tú y yo sólo habremos sido
recuerdos, nunca realidad. Algo nos está soñando. Entrégate a la
ilusión. ¡Vive !
Se oye el sonido de la bocina de los bomberos. Alejandrito gira. Jodo
Viejo ha desaparecido. El niño se aleja corriendo.
40.- CUARTEL DE BOMBEROS. EXTERIOR.
La bocina del cuartel suena estrepitosamente. Hombres, viniendo
de diversas direcciones, entran corriendo en el cuartel, son los
bomberos.
41.- CASA UKRANIA. INTERIOR.
Al escuchar la atronadora bocina, Jaime da un atlético salto por
sobre el mostrador y sale corriendo. Se cruza con alejandrito que
entra corriendo. El niño abre precipitadamente una caja de cartón,
entre las muchas que hay en la tienda, saca de ahí su casaca y su
casco de bombero.
42.- CUARTEL DE BOMBEROS. EXTERIOR.
La gran puerta del edificio está abierta. El carro de los bomberos
(con sus mangueras, sus escaleras y sus hachas) sale del edificio. El
grupo de los bomberos, unos 35, está acomodado en la parte trasera
del carro como un racimo humano. Todos tienen casacas largas de
hule negro y un casco. Detrás de ese carro viene un camión cisterna
trayendo el agua... En el momento en que el carro sale, Alejandrito
llega corriendo y se trepa entre los bomberos, junto a su padre.
43.- CARRO DE BOMBEROS EN MOVIMIENTO.
Alejandrito viaja en el carro, agarrado a una pierna de Jaime.
JAIME.- Niño tonto, ¿qué vienes a hacer aquí?
ALEJANDRITO.- No soy tonto, soy bombero. Vengo a apagar el
incendio...
Jaime está furioso. Grita hacia el chofer.
JAIME.- ¡José, para el carro!
CAPITAN PEDRAZA.- No, compañero. El barrio de los cesantes
está ardiendo. Si no llegamos a tiempo morirán todos.
Jaime se da cuenta que no podrá detener al carro.
JAIME.- ¡Carajo y recarajo! (Al niño) ¡Baboso, agárrate bien!
44.- BARRIO DE LOS CESANTES.
Un violento incendio está destruyendo un grupo de casas precarias
Los cesantes están desesperados. El camión de bomberos con el
vehículo cisterna llega al sitio. Los bomberos se afanan conectando
la mangueras, preparando las hachas. Jaime sienta a Alejandrito
sobre las escaleras que trae el camión.
JAIME.- Aquí te quedas. Toma este silbato. Estos cesantes son
ladrones. Cuidarás que no se roben las hachas, ni las escaleras, ni las
mangueras, ni las ruedas, ni los tornillos, ni las tuercas, nada. Si
alguien se acerca más de lo debido, haz sonar el silbato. Y yo vendré
a romperles el culo a patadas. ¿Entendiste?
ALEJANDRITO.- Sí, papá, entendí. Por favor, cuídate.
JAIME.- ¿Qué? ¿Tienes miedo? ¿Eres un hombre o no?
ALEJANDRITO.- Soy un hombre. No tengo miedo.
JAIME.- Bien. Si te roban aunque sea un clavo, te partiré otro
diente.
Jaime se va corriendo hacia el incendio, donde los otros bomberos
lanzan chorros de agua con sus mangeras. Jaime, como poseído,
comienza a dar hachazos en las frágiles paredes.
Un círculo de cesantes, hombres, mujeres y niños rodea al carro de
bomberos.
ALEJANDRITO.- Si se acercan vendrá mi padre a romperles el
culo a patadas.
Un cesante se trepa al camión y agarra un hacha. Alejandrito
tocando el pito se lanza sobre el ladrón. Se agarra del mango del
hacha. El cesante lo sacude como si fuera un trapo. El niño no se
suelta.
Los otros cesantes corren hacia el carro dispuestos a despojarlo de
lo que puedan. Llega Jaime hecho una furia. Ataca al ladrón y de un
golpe lo lanza fuera del carro. Luego comienza a alejar a los cesantes
dándole patadas en el culo, a hombres, mujeres y niños.
Alejandrito, orgulloso le entrega el hacha.
ALEJANDRITO.- Toma papa. No dejé que la robara.
JAIME.- No te voy a felicitar. Cumpliste con tu deber, eso es todo.
El incendio ha sido apagado. Los restos de las casas humean. Los
bomberos regresan al carro. El carro va a partir. Jaime grita.
JAIME.- ¡Alto! Falta el capitán Pedraza.
Los bomberos van hacia los restos y comienzan a escarbarlos.
UN BOMBERO.- ¡Aquí está!
Las bomberos extraen de los restos humeantes el cadáver del
Capitán Pedraza convertido en una sola llaga negra, horroroso.
Alejandrito se tapa el rostro con las dos manos.
45.- CALLE CENTRAL DE TOCOPILLA. NOCHE.
La sirena del cuartel de bomberos no cesa de ulular. Centenares de
personas ven pasar el desfile funerario del bombero muerto.
Primero avanza la orquesta de bomberos tocando una desgarradora
marcha fúnebre. Luego viene el carro de bomberos llevando un
féretro blanco. El ostentoso vehículo está casi cubierto de coronas.
Detrás del carro avanza Alejandrito, vestido como los otros
bomberos, con su traje de gala, tratando de ocultar su
inconmensurable angustia. Detrás de él vienen las compañías de
bomberos, son tres.En total 75 bomberos. Cada uno lleva un
antorcha. (Justo detrás de Alejandrito marcha Jaime). Como todas
las luces de Tocopilla están apagadas, las llamas de las teas, crean
grandes sombras que se agitan. El niño, aterrado, ve las sombras
como inmensos buitres. Luego ve a la gente que mira el desfile con
sus cabezas convertidas en calaveras. Le parece que la estrella
blanca que lleva en el pecho de su casaca, cobra vida y trepa como
una especie de araña blanca, hasta llegar a su cara para asfixiarlo.
46.- INTERIOR DEL FERETRO.
Alejandrito está dentro del ataúd, pegado al cadáver calcinado del
bombero. El monstruoso ser le dice, con siseos de culebra:

CADAVER.- ¡Dios no existe! ¡Te mueres y te pudres! ¡Después no
hay nada!
El niño se ve cubierto de gusanos. Comienza a chillar de terror y
asco.
47.- CALLE CENTRAL DE TOCOPILLA. NOCHE.
El desfile continúa. Alejandrito retrocede hacia su padre y se aferra
a él, temblando de miedo, en pleno delirio.
ALEJANDRITO.- ¡Me morí, papá!
JAIME.- Cálmate, ladilla. No me dejes en vergüenza. Eres la
mascota.
Alejandro cae desmayado. Jaime lo levanta e imitando una gran
calma comienza a salir del desfile. Le sonríe a los bomberos que
marchan cerca de él.
JAIME.- No es nada. Un malestar ligero. Esta mañana se despertó
con fiebre. Lo llevo a casa y luego vuelvo.
Jaime, con su hijo desmayado en brazos, corre y se hunde en las
sombras.
48.- PATIO DE LA CASA DE JAIME.
Jaime, en cuclillas, está en un pequeño patio de su casa, muy serio,
quizás triste, poniendo en la tierra pedazos de madera para hacer
una fogata. Junto a el tiene una caja de cartón.
Alejandrito, vestido con un pijama, con cara de recién haberse
despertado, se acerca a su padre.
ALEJANDRITO.- ¿Por qué no me despertaron? Ya es muy tarde.
No fui al colegio.
JAIME.- Te desmayaste en el entierro. El doctor dijo que te
dejáramos dormir. Dormiste dos días seguidos. ¿Ahora te sientes
bien?
ALEJANDRITO.- Sí papá, me siento muy bien
JAIME.- ¡Pues yo me siento muy mal! Todos se dieron cuenta de
tu cobardía. Y ahora no cesan de burlarse de mí.
Un grupo de bomberos, frente a la fogata, indican hacia Jaime y se
burlan, cuchicheando entre ellos.
BOMBEROS.- Jaa, jaa... De tal padre, tal hijo... Si el hijo es
cobarde, el padre también... Aunque los judíos se vistan de
bombero, judíos se quedan...
Los bomberos se esfuman.
JAIME.- Tengo vergüenza.
ALEJANDRITO.- Lo siento mucho, papá.
JAIME.- Cállate.
Jaime saca de la caja su uniforme de bombero y el uniforme de su
hijo, también los dos cascos. Los pone sobre los maderos, rocía el
todo con una botella de alcohol y enciende la fogata.
49.- EL CERRO CON SU CAMINO FORMANDO ANGULOS.
Desde arriba, por el camino que desciende del cerro baja un grupo
de 300 personas. Son los mineros cesantes, con sus mujeres e hijos,
que vimos al comienzo del filme en la toma 5. SE escucha la música
de las monedas del toni Piripipí.
VOZ DE JODO VIEJO.- El dinero es de todos pero se pertenece a sí
mismo.
Sólo es tuyo cuando está entre tus manos,
Pero esas manos no son tuyas. El dinero es
la luz del mundo,
Cuando las nubes ocultan al sol, no cesa el
brillo del oro.
50.- OFICINA DEL ALCALDE.
Un empleado municipal entra corriendo. Lo recibe el Alcalde. En
la pared, detrás de su escritorio, hay una gran fotografía del dictador
Ibañez.
EMPLEADO.- ¡Ya están bajando el cerro, señor Alcalde!
ALCALDE.- ¿Cuántos?
EMPLEADO.-¡Unos trescientos!
ALCALDE.-¡Madre mía!
El Alcalde descuelga el teléfono.
ALCALDE.- ¡Teniente Cuevas, rápido, dé la alarma! ¡Ejecuten el
plan “Ratonera”!
51.- CALLE VERTICAL QUE BAJA DEL CERRO HASTA LA PLAYA.
Suena ininterrumpidamente una estruendosa sirena de alarma. (El
ulular continuará en 49 y 50). Carabineros con máscaras anti gases
ponen barreras al borde de la calle vertical y en las esquinas donde
se cruza con las calles horizontales. En estas últimas barreras se
colocan soldados con ametralladoras.
52.- CALLES HORIZONTALES.
Apresuradamente los vecinos cierran puertas y ventanas. Los
comerciantes, con gran estruendo, bajan sus cortinas de fierro. Una
madre persigue a un niño que sale corriendo. Lo atrapa, le da un
palmetazo. Se lo lleva de regreso a la casa y cierra con fuerza la
puerta. Por todos lados gente corre a guarecerse.
53.- CALLE VERTICAL QUE BAJA DEL CERRO.
El gran grupo de cesantes comienza a bajar por la calle, pasando
por delante de la Casa Ukrania. Jaime. Sara y Alejandro, de pie,
encerrados en la vitrina, protegidos por su vidrio, los miran pasar.
Detrás de los mineros se coloca un camión de limpieza que avanza
regando la calle todo a lo ancho para desinfectarla. Los soldados con
gestos amenazantes les indican que deben bajar hasta la playa. Un
minero cae al suelo y dando unos estertores, muere. Lo mismo le
sucede a otros dos mineros. El gran grupo sigue bajando. Unos
carabineros, con máscaras y guantes de hule, meten los restos de
esos mineros apestados en la caja delantera de un camión cavador.
54.- REDUCTO FRENTE AL MAR.
El grupo desemboca en la playa, frente al mar. Como hormigas, un
batallón de carabineros, con muros portátiles, encierra a esa masa
de gente en una espacio reducido. El Teniente Cuevas les habla por
medio de una bocina.
TENIENTE CUEVAS.- ¡Aquí se quedan! ¡Prohibido salir! ¡Al que
dé un solo paso afuera se le fusilará! ¡Han puesto en peligro a todo
Tocopilla! ¡Son portadores de la peste! ¡Si quieren comer, pónganse
a pescar!
UN MINERO.- ¿Y el agua? ¡Aquí no hay agua!
TENIENTE CUEVAS.- ¡Pidan a su Virgen que haga llover!
55.- CASA UKRANIA. EXTERIOR.
Frente al negocio hay una carreta aguadora tirada por cuatro
burros. Jaime sale del negocio acompañado por Sara y Alejandrito.
Abraza a su mujer.
SARA.- Es una locura. No vayas.
JAIME.- ¡Silencio, mujer, les demostraré a esos bomberos de
mierda que soy más valiente que ellos!
Jaime se sube a la carreta y empuña las riendas. Grita.
JAIME.- ¡Arré!
Los burros con gran esfuerzo comienzan a caminar. Llega corriendo
como puede el Alcalde, porque es cojo, acompañado por sus
secretarios lambiscones, y se para frente a la carreta con los brazos
abiertos.
ALCALDE.- ¡Detenga el carro, don Jaime!
Jaime detiene el carro.
JAIME.- ¡Soooo!
ALCALDE.- Usted quiere distribuir agua entre los apestados. Es
muy loable su generosidad. Pero eso se puede prestar al acarreo de
piojos que como todos sabemos tienen un hocico venenoso. Usted
mismo puede ser mordido y caer fulminado por el tifus. Pondría en
peligro a su mujer, su hijo, sus vecinos y a toda Tocopilla. ¡Déjelos
beber agua salada, don Jaime!
JAIME.- Compañero, somos un rebaño. Si ellos tienen sed, usted
y yo tenemos sed. Como hombres, debemos asumir esa
responsabilidad. ¡Si ustedes son cobardes, yo no! ¡Arréee!
Los burros tiran al coche. El alcalde , enjugándose el sudor de la
frente, esquiva al carro. Sara y Alejandrito, uno junto a la otra, sin
tocarse, ven alejarse el carro.
56.- REDUCTO FRENTE AL MAR.
Jaime entra al reducto con su carro. La multitud de cesantes se
lanza hacia el cucharón distribuidor, prensando a los burros, dando
codazos en la cabeza a los niños, estirando las manos con cualquier
cosa que sirva de recipiente.
MINEROS.- ¡A mí! ¡A mí! ¡A mí!
JAIME.- ¡Calma! ¡Calma! ¡Habrá agua para todos!
Un minero saca un cuchillo y da una puñalada en el cuello a un
burro. Bebe su sangre. Otros liberan a los burros de las carretas y se
los llevan.
JAIME.- ¿Qué hacen con mis burros?
UN MINERO.- Los vamos a comer.
JAIME.- ¿Pero cómo les traigo agua mañana?
UN MINERO.- ¡No hay mañana cuando hay hambre hoy!
57.- CALLE QUE SUBE DE LA PLAYA HACIA LA CIUDAD.
ATARDECER.
Jaime. como ebrio, con una fiebre muy alta, marcha por la calle
rumbo a su casa. Tiene el rostro enrojecido por erupciones
parecidas al sarampión. Balbucea palabras incoherentes... La gente
lo ve pasar encerradas en sus casas. Cuando Jaime se ha alejado
unos diez metros, salen y vierten líquidos desinfectantes por donde
pasó y barren la calle.
58.- CASA UKRANIA. EXTERIOR.
Jaime, zigzagueando, llega ante la tienda. Ahí están Sara y
Alejandrito exactamente igual a como estuvieron cuando se fue
Jaime. Este, debilitado por la fiebre, cae de rodillas. Sara lanza un
agudo grito musical. Ayudada por Alejandrito, lo levanta, lo
introduce en la tienda, lo deja tirado en el suelo e inmediatamente
baja la cortina de hierro. Apenas la cortina llega al suelo, aparece el
Alcalde seguido por un grupo de carabineros. El cojo, con su zapato
ortopédico, patea la cortina.
ALCALDE.- ¡Basta, señora, no sacan nada con encerrarse así!
¡Esta peste no perdona! ¡Si no se entregan morirán ahí dentro
convirtiendo a la Casa Ukrania en un foco de infección, lo que nos
obligará a quemar todo el edificio! ¡Mejor mueran en el hospital!
El alcalde vuelve a patear la cortina.
59.- CASA UKRANIA. INTERIOR.
La cortina se remece por las patadas que afuera le da el Alcalde.
Alejandrito, de pie en un rincón oscuro, se tapa los oídos. (Será
testigo de toda esta escena).
Sara acuesta a Jaime sobre un mostrador y lo desviste. Jaime tiene
convulsiones. Sara trepa sobre el mostrador, se sienta sobre Jaime.
Mira hacia el techo.
SARA.- Dios, yo te siento en mí. Soy parte tuya. No soy nada, no
sé nada, no puedo nada.Tú eres todo, lo sabes todo, lo puedes todo.
Soy las orillas de ese gran río que tú eres. Atraviésame y lanza sobre
él tu caudal sanador.
Sara se sube la falda, no tiene calzones. De rodillas, avanza hasta
tener el rostro de Jaime cerca de su pubis. Lanza un potente chorro
amarillo. A medida que su rostro es bañado por la orina, Jaime se va
calmando. Cuando cesa el chorro, Jaime suspira, recuperando la
conciencia. Las ronchas han desaparecido. Sara llora de felicidad,
abrazándose a él.
JAIME.- No puedo ayudar al pueblo. No tengo raíces. Este país no
es mío. Fracasé.
SARA.- Tu no puedes fracasar. Eres tan fuerte como Stalin.
JAIME.- No.
SARA.- Sí. Más fuerte aún. Tan fuerte como Dios.
JAIME.- Dios no existe.
SARA.- Sí existe, él te ha sanado. Siente su presencia, en tu
corazón.
Jaime respira profundamente.
JAIME.- En mi corazón sólo estás tú. Sara, Sara, Sara, mi Sara, mi
fiel Sara, mi sufrida Sara, perdóname. No es Dios quien me ha
sanado, sino tú. Te lo agradeceré siempre. Me has devuelto la fuerza.
¡Ya sé como salvar a todos los pobres! ¡Chile no puede continuar
viviendo en la mentira de un tirano! ¡Tengo que ir a Santiago para
matarlo! ¡Le daré un tiro en la cabeza!
60.- CASA UKRANIA. EXTERIOR.
Se comienza a alzar la cortina de hierro. El Alcalde, que estaba
dormitando en un sillón, se levanta apresurado dando ordenes al
grupo de carabineros.
ALCALDE.- ¡Aleluya! ¡Se rinden! ¡Pero si intentan huir, plomo
con ellos!
Los carabineros apuntan hacia la tienda. Aparecen Jaime, Sara y
Alejandrito saludando contentos.
Ni el Alcalde ni los carabineros paralizados por la sorpresa saben
qué hacer.
JAIME.- ¡Estamos vivos, compañeros!
SARA.- ¡Gracias a Dios, vencimos a la peste!
Los carabineros se ponen a aplaudir. El Alcalde, obligación le dice a
su secretario :
ALCALDE.- ¿Gracias a Dios ? ¡Hum ! Los judíos lo crucificaron. El
diablo los ayudó. En fin, aplaudamos,.
El Alcalde y el secretario unen sus aplausos a los de los carabineros.
Llega el enano propagandista en zancos. Ahora es un Cristo que
mide tres metros.
ENANO.- ¡Casa Ukrania, nuestros precios son un milagro!
61.- BIBLIOTECA DE LOS MASONES. EXTERIOR.
Acercamiento gradual al edificio de la biblioteca.
62.- BIBLIOTECA DE LOS MASONES. INTERIOR.
Jaime está sentado ante una mesa, leyendo un libro. Hay muchos
otros libros. Todos tratan de Ibañez. Delante de él hay una
fotografía enmarcada de Ibañez. Cerca de él, observándolo con
intensidad, vemos a Adán. Jaime, entusiasmado, cierra el libro y se
lo lanza hacia el pecho. Adán, impasible, recibe el golpe y abraza al
libro.
JAIME.- ¡Ya lo tengo, compañero!
ADAN.- ¡Aleluya!
63.- CASA DE JAIME. INTERIOR.
Jaime, con el retrato de Ibañez bajo el brazo, entra corriendo. Lanza
lejos el retrato. Saca de una mesita de noche, junto a su cama, un
revólver. Grita.
JAIME.- ¡Sara!
Entra corriendo Sara. Detrás de ella viene Alejandrito. Miran como
hipnotizados a Jaime sin decir nada.
JAIME.- ¡Encontré su debilidad! ¡Por sobre todas las cosas ama a
su caballo!
Toma la pistola y la mete en su calzoncillo junto al sexo.
JAIME.- Ningún milico me va a palpar aquí.
64.- MUELLE.
Junto al muelle hay una lancha. En el mar, a unos 500 metros, hay
un barco.
Jaime llega al muelle cargando una bolsa de marinero. La acompaña
Sara y Alejandrito. Antes de bajar por la escala que lo lleva a la
lancha, Jaime toma las manos de Sara. Él y ella se miran con gran
intensidad.
JAIME.- Si fracaso, esta separación puede ser para siempre o
durar muchos años...
SARA.- Tu eres la flecha, Dios te ha lanzado. No puedo desviar tu
trayectoria. Nos une un lazo invisible, que nada ni nadie puede
cortar. Te volveré a ver, en este mundo o en el otro.
Los tres se abrazan.
ALEJANDRITO.- Te esperaré papá, el tiempo que sea, sin crecer.
Jaime entra en la lancha que parte llevándolo hacia el barco. El
niño, inmóvil, reteniendo su dolor, mira hacia el barco. Lo
acompaña Jodo Viejo.
JODO VIEJO.- El mar del infinito se lo va tragando todo, menos
este instante. Una parte de nosotros aquí se va a quedar, como una
fotografía clavada en la eternidad.
Sara saca unas tijeras y mientras la lancha se aleja, se va cortando
los cabellos, al mismo tiempo que canta. ​
SARA.- Mientras viva te amaré,
pero este amor solitario,
en mi pecho por santuario.
sólo yo conoceré.
Sara, con el pelo cortado, parece ver por primera vez a Alejandrito.
Lo toma entre sus brazos.
SARA.- Eres mi hijo. Perdóname.
Alejandrito abraza con intensidad a su madre, como un naúfrago
que se prende de una tabla de salvación.
65.-BARCO EN EL MAR.
Mientras el barco que lleva a Jaime avanza por el océano, se
escucha recitar a su voz.
VOZ DE JAIME.- Gracias por este navegar hacia el fin de la
miseria.
Gracias por esta cadena de mártires con el
pecho abierto.
66.- CAMAROTE DEL BARCO. INTERIOR.
Las manos de Jaime limpiando cuidadosamente su pequeño
revólver.
VOZ DE JAIME.- Gracias por este odio que danza en la médula
de mis huesos.
Gracias Dios por llevarme a donde me estás
esperando.
Se abre el armario y sale sigilosamente Adán, apuntando con un
revólver a Jaime que está de espaldas sentado ante una mesita,
concentrado en limpiar su pistola.
Adán apoya su revólver en la nuca de Jaime.
JAIME.- ¿Qué diablos… ?
ADAN.- Compañero, siento molestarlo.
Jaime gira con cuidado y enfrenta a Adán.
JAIME.- ¿Pero, qué haces aquí? ¿Por qué me amenazas?
ADAN.- En la biblioteca de los masones, viéndolo estudiar el
carácter del dictador, comprendí su plan. Usted viaja para asesinar a
Ibañez.
JAIME.- ¿Eres de la policía secreta? ¿Me estás arrestando?
ADAN.- Nada de eso. Voy a impedir que usted lo mate porque,
debo matarlo yo. Por tres motivos: usted es judío y es un chileno
quien debe hacerlo. Yo soy joven y usted es un viejo. El asesino
pasará a la historia, y yo quiero pasar a la historia.
JAIME.- ¿Qué clase de comunista eres? ¡Sólo piensas en ti mismo,
no en nuestro pueblo!
ADAN.- Ese pueblo no es suyo, es mío. Y si no se calla, le abriré
en la cabeza un agujero del tamaño de un puño. Como viajo de
contrabando permaneceremos aquí encerrados los tres días que
dura el viaje. El agua del lavatorio será nuestro alimento. Al llegar a
Valparaíso lo dejaré maniatado y amordazado… Yo iré a cumplir la
histórica ejecución.
JAIME.- ¡Idiota !
Jaime dando un repentino salto lo toma del brazo, le patea la
entrepierna, le machuca los dedos contra la pared, le hace soltar el
arma y lo envia por los aires hacia la taza del váter. Allí cae sentado
Adan, quejándose como un niño… Jaime recoge el revólver y se lo
pone delante de las narices.
JAIME.- ¿De dónde sacaste este revólver ?
ADAN.- Era de mi padre. Un periodista que por citar a Bakunin,
«Derrocamiento del Estado tutelar y del monopolio financiero »,
Ibañez lo metió en una cárcel donde, según ellos, murió de muerte
natural.
JAIME.- Ahora entiendo. En verdad no quieres matar al tirano
para pasar a la historia, sino porque asesinó a tu padre…
ADAN.- Así es … Quiero descerrajarle una lluvia de tiros
sacrificando mi propia vida para arrancarle la suya.
JAIME.- Bien, tú lo borrarás de este mundo. Y yo te ayudaré. ¿De
acuerdo?
ADAN.- De acuerdo, compañero.
Jaime le devuelve el revólver a Adan.
JAIME.- ¿Tienes algún plan? Ibañez está rodeado de
guardaespaldas. Y para llegar a él tendremos que atravesar
incontables barreras…
ADAN.- No iremos a la montaña, la montaña vendrá a nosotros…
Adan saca de un bolsillo un periódico que despliega.
ADAN.- En dos meses más, el presidente, sus carabineros, sus
policias civiles y sus matones personales, irán a visitar un concurso
de perros disfrazados…
67.- VISTA AEREA DE SANTIAGO.
La toma termina en la Quinta Normal.
VOZ DE JODO VIEJO.- Mi padre pensó así : « Si el destino me
ofrece un loco decidido a perder su vida, acepto el don, le pago dos
meses de hotel, le compro el perro…
68.- QUINTA NORMAL. SALA DEL CONCURSO. ENTRADA.
EXTERIOR.
Gente haciendo cola para entrar en la exposición. En la puerta hay
carabineros registrando a los que va a pasar. Todos llevan en los
brazos perros disfrazados, uno de bebé humano, otro de princesa de
cuentos de hadas, otro de Charlie Chaplin, otro de pirata, otro de
momia, otro de bailarina hawaiana, otro de calavera, por fin vienen
Jaime y Adan conduciendo a un gran perro disfrazado de Canguro.
VOZ DE JODO VIEJO.- … fabrico su disfraz de canguro y lo dejo
realizar el crímen. Después me lavo las manos las manos y regreso
sano y salvo a Tocopilla ».
69.- INTERIOR DE LA EXPOSICION.
Es la entrega de premios. En un escenario improvisado hay un
cura secundado por cuatro damas aristócratas y feas. Cada mujer
tiene un hueso en las manos, uno de oro, uno plata, uno de cobre y
uno negro. Hay además, sentados y sin tocar, un cuarteto de
músicos clasicos. El publico se compone de gente con sus perros
disfrazados. Entre ellos está Adan con su perro-canguro,
acompañado discretamente por Jaime.
CURA.- Amas y amos de estos queridos canes, ha llegado el
momento de impartir los cuatro premios. (Abre un sobre). El hueso
de cobre le corresponde al perro- Napoleón.
El amo del perro disfrazado de Napoleón se acerca y recibe de una
dama el hueso de cobre. Aplausos. El cura abre un segundo sobre.
CURA.- El hueso de plata le corresponde a la perra-geisha.
El ama de la perra disfrazada de geisha se acerca y recibe de una
dama el hueso de plata. Aplausos. El cura abre un tercer sobre.
CURA.- El hueso de oro le corresponde al perro-San Francisco.
Una vieja pechoña, ama del perro disfrazada de geisha se acerca y
recibe de una dama el hueso de oro. Aplausos. El cura abre un
cuarto sobre.
CURA.- Y el hueso negro, premio al peor disfraz, le corresponde al
perro-canguro.
Adan, haciéndose el ofendido, sube a recibir el hueso negro que le
ofrece la cuarta dama. El publico silba, abuchea y rie.
Adan se coloca junto a los amos y perros premiados. Los músicos
empiezan a tocar un vals vienés. Algunos periodistas fotografían al
conjunto. Jaime se acerca y se coloca en la primera fila, tratando de
no llamar la atención. El cura, que se había ausentado, llega de
pronto, exitado y hace interrumpirse a los músicos en medio del
vals.
CURA.- Silencio por favor. Ha llegado la comitiva presidencial.
¡Músicos, el himno nacional !
Ibañez, vestido de impecable uniforme militar, con el pecho cruzado
por una banda tricolor, alto, rígido, robusto, huesudo, un rostro
impresionante por lo blanco, brillantes ojos azules, pelo negro corto
y un bigote espeso, avanza delante de su comitiva. Lo siguen
guardadespaldas, soldados, carabineros, ministros y autoridades
eclesiásticas. El paso regular del Presidente, su falta de expresión en
la cara como una máscara de mármol, sus brazos que no se
balancean, inmóviles a los costados, imponen el respeto. La gente,
admirativa y tambien aterrorizada, se levanta y junta las manos
como si le rezara. Jaime, impresionado, traga saliva, disimulándose
lo más que puede. Adán mete una mano en la bolsa marsupial de su
perro-canguro, saca el revólver y corre hacia el presidente
apuntándolo con el arma. Jaime, llevado por un impulso que lo
sobrepasa, lanza un grito.
JAIME.- ¡No!
Todo comienza a transcurrir con una inmensa lentitud. Ibañez, sin
expresar el más minimo temor, se detiene, y le hace frente a la
muerte como una noble estátua de cera. La comitiva también se
detiene, paralizada. Adan, con la cara desencajada, chorreando
sudor, temblanco casi hasta la epilepcia, indigno, lanza un chillido y
aprieta el gatillo, sin que salga la bala.
El tiempo recupera su ritmo normal. Adan trata dos veces de
disparar. Clic, clic, no salen las balas. Jaime dando unos saltos
rápidos, se para delante de Ibañez, abriendo los brazos en cruz.
JAIME.- ¡No dispares! ¡Esta no es la muerte que don Carlos
merece !
ADAN.- ¡Muerte hay una sola !
Adán, fuera de sí, apoya el revólver en la frente de Jaime y vuelve a
gatillar. No sale nada.
Jaime le toma el brazo. Adan lucha por desprenderse sin soltar el
revolver. Vuelve a gatillar . Sale un tiro que le revienta la cabeza al
canguro. Una fuerza tremenda, de loco, convierte a Adan en un
energúmeno. Polocías, soldados y guardaespaldas tratan de
dominar al poseso. Adán se abraza a Jaime. Ambos caen al suelo.
Los guardaespaldas y carabineros patean a ambos. Jaime recibe
parte de la lluvia de patadas destinadas al culpable. Los soldados
apoyan sus rifles en el cuerpo de Adán y Jaime.
Ibañez lanza un grito ian autoritario que paraliza a todos.
IBAÑEZ.- ¡Alto ahí ! ¡No lo maten! ¡Es un pobre loco! ¡Llévenlo al
manicomio! ¡Y que el acto continúe !
La orquesta toca un vals vienés. Soldados y carabineros se llevan a
Adán. El publico se pone en fila para mostrar sus perros
disfrazados. Ibañez , seguido por sus guardaespaldas, observa a cada
perro y le da la mano a su amo. Ellos le besan la mano. Mientras
tanto Jaime, adolorido se levanta y sacude el polvo de su traje.
Ibañez, mientras le besan la mano derecha, con un movimiento de
su brazo y mano izquierda, leve pero preciso, le ordena que se
acerque. Jaime, respetuoso, se acerca al Presidente.
IBAÑEZ.- Lo felicito, caballero: se comportó como un ciudadado
ejemplar. ¡Por salvar al Presidente puso en peligro su vida! ¡Si no se
atasca el tiro, ese demente le hubiera volado los sesos! ¡Usted
merece una recompensa !
JAIME.- Señor, no quiero dinero, sólo le pido una cosa: como me
encantan los equinos, mi sueño es convertirme en caballerizo y
servirle a usted.
IBAÑEZ.- Su pedido es oportuno. Don Aquiles, el viejo cuidador
de mi caballo, quiere jubilarse. Le enviaré de inmediato a mi fundo
para que él lo prepare y en un par de meses iré a ver cómo usted se
desempeña. Si Bucéfalo luce contento, lo engancharé por un tiempo
ilimitado.
70.- CAMINO AGRESTE EN EL SUR DE CHILE.
En un vehículo militar viaja Jaime conducido por dos robustos
soldados. Mientras el vehículo avanza, Jaime mira el paisaje y
piensa.
VOZ DE JODO VIEJO.- Mi padre estaba desconcertado. Ibañez
era un soldado valiente, capaz de morir con dignidad. Para
explicarse a sí mismo por qué había impedido que el anarquista lo
asesinara, pensaba…
VOZ DE JAIME.-Matarlo durante una actividad oficial, vestido de
gala, hubiera sido abrirle con honor las puertas de la historia.¡El
crímen debe suceder en lo íntimo, con Ibañez vestido de civil
derramando lágrimas! ¡No debo apuntar a su cuerpo sino a su alma!
71.- ENTRADA DEL FUNDO.
El vehículo militar llega ante la puerta del fundo. (Un extenso
campo, con un conjunto de árboles y una gran caballeriza). Jaime
desciende. Lo soldados, sin saludar a nadie, inmediatamente ponen
en marcha el vehículo y se aleja a toda velocidad.
Jaime queda de frente a don Aquiles,un viejo pequeño y desdentado,
con el rostro surcado por profundas arrugas, vestido con un
pantalón raído, una camisa de la misma tela, parchada, y un
sombrero de paja.
AQUILES.-Soy Aquiles, para servirle, caballero.
JAIME.- No me respete tanto. Tráteme como lo que soy, su
alumno.
AQUILES.-Usted no es mi alumno sino mi futuro reemplazante.
Poco tiempo le queda a mi viejo cuerpo… Venga… Le voy a mostrar
el reino de Bucéfalo… El ser que Don Carlos más ama en el mundo…
Andando con dificultad Aquiles conduce a Jaime hacia el interior
del fundo…
72.- GRAN CAMPO.
Aquiles conduce a Jaime por un camino que se extiende junto al
extenso campo.
AQUILES.- Estas tierras son para el exclusivo uso del caballo…
73.- CABALLERIZA. EXTERIOR.
Aquiles y Jaime llegan ante una gran caballeriza.
AQUILES.- Como puede ver, el único edificio del fundo es esta
caballeriza, construída especialmente para Bucéfalo… Le voy a
presentar al favorito. Es muy desconfiado. Manténgase detrás mío.
Jaime se coloca detrás de Aquiles, casi pegado a su espalda. Entran
en la caballeriza.
74.- CABALLERIZA. INTERIOR.
Un lugar dividido en varios compartimentos para caballos. Al
avanzar , Aquiles abre la puerta de uno donde hay dos colchones
con dos frazadas militares bien plegadas y una pequeña almohada.
AQUILES..- Aquí dormirá usted, cerca mío. Nos levantaremos
cada día al alba, para ocuparnos de la salud y el bienestar de
Bucéfalo, no dejando una sola pulgada de su cuerpo sin tocar, frotar
y acariciar. ¿Usted cree en Dios?
JAIME.- Creo que creo,
AQUILES.- Olvide a Dios. Desde ahora sólo crea que cree en
Bucéfalo.
Aquiles lleva a Jaime hasta un gran compartimento. Se oye un
calmo relincho.
VOZ DE AQUILES .- Le voy a mostrar su Dios. No se mueva. No
hable. Sea humilde.
Aquiles entra al gran compartimento y sale conduciendo un
hermosísimo caballo blanco. Jaime lo observa inmóvil. El caballo, al
ver a un desconocido, se alza sobre sus patas traseras, amenazador.
Jaime no se mueve. El caballo se calma.
AQUILES.- ¿Comprendió? Usted es su servidor, no le exija jamás
algo que él no pueda hacer. Trate de entender su lenguaje, puede
captar sus emociones por la posición de sus orejas, el temblor de sus
fosas nasales o la intensidad de sus vientos. Por el sabor de su sudor
puede saber si algo lo ha asustado o si está cansado. Hoy Bucéfalo
amaneció con el lomo opaco, aunque el día se ve soleado, se va a
descargar una lluvia torrencial.
Se escucha un trueno. Por la puerta abierta se ve caer una lluvia
intensa.
75.- CABALLERIZA. EXTERIOR.
El edificio está siendo bañado por la lluvia torrencial.
76.- CABALLERIZA. INTERIOR.
Jaime está durmiendo en su colchón. Es el alba. Aquiles se levanta.
Toma un balde lleno de agua y lo arroja sobre el rostro de Jaime.
Este se despierta.
JAIME.- ¡Viejo de mierda! ¡Ya llevas un mes depertándome así
todas la mañanas!
AQUILES.- Y todas las mañanas tú me insultas en lugar de
agradecerme. Cuando yo no esté, nadie te despertará. Y eso es
peligroso para Bucéfalo. Vamos, ven, tenemos que lavarlo, cepillarlo
y darle su comida.
77.- CAMPO.
En la mañana, Aquiles sin tener a Bucéfalo amarrado por una
cuerda, hace que de vueltas alrededor de él. Pegado a su espalda está
Jaime, moviéndose lo menos posible para no perturbar al caballo.
AQUILES.- ¡Bucéfalo!
Bucefalo se detiene y se acerca a Aquiles que lo llama.
AQUILES.- Basta de dar vueltas. Ya has hecho bastante ejercicio.
Ven, te la has ganado.
Bucéfalo se acerca al ver la zanahoria que le offre el viejo. Aquiles
entonces le pone la zanahoria en la mano a Jaime. Este estira la
mano con cierta torpeza. El caballo inmediatamente retrocede.
AQUILES.- Tenle respeto, nada de movimientos torpes. Los
hombres pueden ser delicados.
Jaime le ofrece al caballo, con delicadeza, la zanahoria. El caballo ,
con desconfianza se le acerca.
AQUILES.- Míralo con cariño, directo a los ojos.
Jaime asi lo hace. El caballo retrocede.
AQUILES.- Tú también retrocede.
Jaime retrocede. El caballo se le acerca unos pasos.
AQUILES.- Si él se acerca, acércate tú.
Jaime da unos pasos. El caballo da otros. Se encuentran muy cerca.
Jaime le acaricia con verdadera delicadeza. El caballo acepta la
zanahoria y la mastica.
AQUILES.- Ahora háblale en forma serena y monótona hasta que
tu voz entre a formar parte de su mundo.
JAIME.- (Con voz grave) Bucéfalo…
El caballo se aleja un poco.
AQUILES.- Demasiado grave…
JAIME.- (Con voz aguda) Bucéfalo…
El caballo se aleja otro poco
AQUILES.- Demasiado aguda…
JAIME.- (Con voz que viene del intelecto) Bucéfalo…
AQUILES.- Esa voz viene de tu cerebro. Haz que no salga de tu
cabeza sino de tu pecho, una voz llena de corazón.
JAIME.- (Con voz emocional) Bucéfalo…
AQUILES.- Eso es… Sigue…
JAIME.- Amigo, tú lo tienes todo, comida, tierras, albergue, un
amo que te ama como si fueras un Dios. Yo me crié en la calle, en el
desprecio, entre seres crueles, teniendo que aullar como perro
herido para que me dieran un poco de cariño… Nadie me dijo
«Te quiero». Me encerraron en una fortaleza, donde viví hasta
ahora, sediento de ternura. Ni a mi mujer ni a mi hijo les di lo que
ahora te estoy dando. Y nunca recibí lo que ahora me das tú.
Jaime casi derramando lágrimas, abraza al caballo.
AQUILES.- Muy bien, Jaime… Ya puedes sacar a pasearlo. Pero
ten mucho cuidado con dos cosas. La primera: Por ningún motivo
debes montar en Bucéfalo. Si lo haces y don Carlos se entera, te hará
fusilar. La segunda…
Don Aquiles saca de un bolsillo un cartoncillo doblado. En en hay
una flor amarilla. Lo abre.
AQUILES.- ¿Qué ves aquí ?
JAIME.- Una flor.
AQUILES.- ¿De qué color ?
JAIME.- Amarilla.
AQUILES.- Mete en tu memoria esta imágen. Apenas veas flores
semejantes, córtalas. El caballo se vuelve loco de placer cuando las
come, pero para él son un terrible veneno .
Aquiles cierra el cartoncillo y se lo da a Jaime. Este lo guarda en un
bolsillo.
78.- GRUPO DE ARBOLES.
Jaime corre feliz junto al caballo. Ya son amigos.
79.- INTERIOR CABALLERIZA. NOCHE.
Aquiles y Jaime duermen. Suena muy fuerte un teléfono. Aquiles se
despierta. Jaime también. Aquiles levanta una caja de cartón sin
fondo. Descubre un teléfono rojo. Lo descuelga.
AQUILES.- Para servirle, don Carlos… Bucéfalo está muy bien…
Si, señor… Se lo tendré ensillado.
Aquiles ve el rostro interrogante de Jaime. Le explica.
AQUILES.- A cualquier hora el coronel llama para enterarse de la
salud de su mejor amigo. Vendrá mañana. Pero yo, esta noche,
regresaré a mi orígen.
Aquiles de da una pala a Jaime.
AQUILES.- Venga…
80.- CIPRES EN EL CAMPO. NOCHE.
Aquiles, alumbrado por una vela, seguido por Jaime, atraviesa el
campo hasta llegar junto al ciprés.
AQUILES.- Este es un buen sitio para mi fosa. Como no tengo
familia, el ciprés me acompañará.
Aquiles dibuja con un pie, un rectangulo en el suelo.
AQUILES.- Cave aquí, amigo.
Jaime se pone a cavar la fosa.
81.- CIELO DE NOCHE.
En el cielo unas nubes se deslizan dejando al descubierto a la luna
llena. Se escucha el ruido de la pala cavando la tierra.
82.- CIPRÉS EN EL CAMPO. NOCHE ILUMINADA POR LA LUNA.
Jaime , dentro de la fosa termina de cavar el agujero. Salta fuera y
clava la pala en el montón de tierra que ha sacado.
JAIME.- Aquí tiene su fosa, don Aquiles.
El viejo se desnuda completamente.
AQUILES.- Haga lo mismo, amigo.
Jaime se desnuda también.
AQUILES.- Deme sus ropa y póngase la mía.
El viejo se viste con la ropa de Jaime, Jaime con la ropa de Aquiles.
El viejo le coloca en la cabeza su sombrero de paja.
AQUILES.- Nunca se quite este sombrero. Así Bucéfalo no se dará
cuenta de que me fuí y le tendrá el mismo cariño que a mí me tiene.
El viejo entra en la fosa y se acuesta en ella.
AQUILES.- Voy a entregar mi alma, quiere regresar a su hogar.
Aquí estuvo de paso nada más. Cúbrame con harta tierra y mañana
no le diga nada al señor Presidente. Él ni siquiera se dará cuenta de
que me fuí. Los poderosos tienen en la cabeza mil cosas más
importantes que preocuparse por la ausencia de un pobre viejo.
Gracias por todo, amigo.
Aquiles inspira con placer una larga bocanada de aire fresco y
muere. Jaime empieza a lanzarle paletadas de tierra.
83.- ENTRADA DEL FUNDO. DIA.
A toda velocidad llega un enorme ford blindado, de color caqui.
Frena con brusquedad. Bajan dos robustos soldados con
ametralladora y casco de acero. Abren la puerta trasera. Baja Ibañez,
vestido de coronel. Jaime, que ha estado esperando junto a la
puerta, vestido como don Aquiles, inclina la cabeza como saludo.
IBAÑEZ.- ¿Como le va, don Aquiles ? ¿Bucéfalo se porta bien?
JAIME.- Está en excelente salud, don Carlos. Pero yo no soy don
Aquiles.
Los soldados de inmediato apuntan hacia Jaime con sus
ametralladoras. Jaime se quita el sombrero.
JAIME.- Recuerde, señor… El concurso de perros… el atentado…
Usted me premió con este trabajo…
IBAÑEZ.- ¡Ah, sí, por supuesto! ¿Cómo te iba a olvidar? Bueno,
vamos a ver a Bucéfalo. Él me dirá si lo has cuidado bien.
Ibañez hace una seña a sus soldados para que cesen de apuntar a
Jaime con sus ametralladoras.
IBAÑEZ.- Todo en orden. Aquí se quedan y esperan.
Ibañez seguido por Jaime, se interna en el fundo.
84.- EXTERIOR DE LA CABALLERIZA.
Ibañez espera. Surge de la caballeriza Jaime llevando al caballo
blanco, que se ve espléndido. Está ensillado y con riendas.
IBAÑEZ.- ¡Te ves bien Bucéfalo ! ¡Deja que te examine de cerca!
Ibañez, observado con odio por Jaime, comienza una detallada
inspección del caballo. Le mira un ojo. Le mira la dentadura. Le
palpa las patas. Observa una pezuña. Mira una herradura.Verifica la
silla.Verifica el freno. Le palpa el cuello.
El caballo le da a Ibañez en el pecho algunos leves hocicazos. El
rostro de Ibañez pierde su rigidez y se crispa en una gran sonrisa
cariñosa. Mira por fin a Jaime.
IBAÑEZ.- ¡Bravo, don Aquiles, nunca mi caballo ha estado mejor
cuidado!
Ibañez saca el bolsillo un fajo de billetes y se los ofrece a Jaime.
IBAÑEZ.- ¡Tome!
Jaime, con el rostro enrojecido, se niega a recibirlo.
JAIME.- Dinero no necesito, patrón. Mande como de costumbre
una vez por semana los víveres, es todo lo que le pido. Trabajo por
cariño.
Ibañez guarda los billetes. Suspira con satisfacción.
IBAÑEZ.- Me agrada su desinterés, don Aquiles. Haré que le
manden víveres dos veces por semana.
Jaime se deja caer de rodillas, con las manos juntas, como si
estuviera frente a un santo.
JAIME.- Gracias. Gracias.
IBAÑEZ.- ¡Levántese don Aquiles, no estamos en la iglesia!
¡Espéreme aquí! ¡Voy a trotar y galopar una hora, luego le entregaré
el animal para que le dé de beber y lo alimente!
Jaime, con una sonrisa hipócrita, se levanta y ve como Ibañez, con
una rapidez elegante monta en el caballo y se aleja trotando. Jaime,
inmóvil, piensa.
VOZ DE JAIME.- Este hombre es tonto. Reacciona como el
caballo. El olor de la avena con la que me he frotado lo inclina a la
simpatía. ¡Quizás si le meto una zanahoria en la boca va a quererme
a fondo!
Jaime estalla en un risa despreciativa y nerviosa. Luego se retiene
porque Ibañez se viene acercando a todo galope.
La luz del sol cubre al caballo y al jinete con una piel dorada. Como
un centauro Ibañez hace realizar al animal pasos intrincados, trotes,
galopes cortos, contracambios, piruetas, alzamientos sobre las patas
traseras, retrocesos, saltos.
Jaime lo observa inmóvil, admirativo, con la boca abierta. Junto a él
está Jodo Viejo.
JODO VIEJO.- A mi padre le pareció que la tierra convertida en
un lomo vivo, ronroneaba al recibir cual caricias los impactos de
esos brillantes cuatro cascos.
JAIME.- Es un artista. Entre él y la bestia no hay ninguna tensión,
ninguna resistencia. Estoy viendo a un centauro.
JODO VIEJO.- ¿Lo admiras, verdad?
Jaime sacude furioso la cabeza.
JAIME.-¡Nooo! ¡Nada de admiraciones infantiles! ¡Es un jinete
perfecto, pero no por eso deja de tener las manos ensangrentadas!
85.- INTERIOR DE LA CABALLERIZA. NOCHE.
Alumbrado por un haz de luz lunar que entra por una ventana.
Jaime, tendido en su colchón, sin haberse quitado la ropa, duerme
profundamente. Jodo Viejo, sentado a su lado, lo observa.
JODO VIEJO.- Mi padre, durmiendo, se permitió pensar: si el
dictador veía a los chilenos como a su caballo, eso significaba que
los amaba desde lo más profundo de sus entrañas. Sus equicocados
crímenes y perrsecusiones no eran producto de un alma mala sino
de más intensa bondad.
Al mismo tiempo que Jodo Viejo se esfuma, Jaime se despierta
furioso. Mientras vocifera, hunde una mano en el pantalón, escarba
y saca la pistiola.
JAIME.- ¡Basta! ¡Fuera de mi cabeza, ideas traidoras ! ¡No es un
padre bueno, es un puerco asqueroso, una bestia sanguinaria, un
cretino ególatra, un milico hecho de mierda!
Jaime dispara un tiro contra la luz que entra por la ventana.
86.- CONJUNTO DE ARBOLES. DIA.
Jaime llega cabalgando en pelo sobre Bucéfalo. Se baja del caballo,
aparta ramas y deja al decubierto unas matas de flores amarillas.
JAIME.- ¿Te gustan mucho, verdad ? ¡Cómelas !
El caballo se precipita a comerlas. Mientras él devora a las flores,
Jaime le habla.
JAIME.- Gracias a ti Chile se verá libre de un dictador infame.
87.- INTERIOR CABALLERIZA. NOCHE.
Jaime imitando una respiración agitada, llama por teléfono.
JAIME.- ¡Don Carlos, Bucéfalo está muy enfermo, parece
agonizar! ¡No sé qué hacer, patrón!
88.- PUERTA DEL FUNDO. NOCHE.
A una velocidad extrema, llega Ibañez conduciendo el Ford caqui.
Frena bruscamente. Sale del coche corriendo. Tiene un abrigo sobre
su pijama, zapatos sin calcetines y el pelo revuelto. Jaime lo está
esperando con una lámpara de vela. Entran corriendo en el fundo.
89.- INTERIOR CABALLERIZA. NOCHE.
El caballo, con todos sus músculos contraídos, tirado en el suelo,
patalea, rueda, trata de levantarse. Con la respiración silbante,
expresa un insoportable sufrimiento.
Llega corriendo Ibañez, seguido de Jaime.
Ibañez ve al caballo. Lanzando injurias corre hacia un arcón.
IBAÑEZ.- ¡Me cago en Dios! ¡Mierda de mierda de mierda! ¿Qué
hemos hecho para que nos suceda esto?
Ibañez abre el arcón donde hay un botiquin. Prepara una inyección
mientras sigue protestando.
IBAÑEZ.- ¡Bucéfalo no merece esta perrada! ¡Qué clase de Dios
eres para castigar a tan noble bestia! ¡Si pudiera te mandaría fusilar,
cabrón, cabrón, cabrón!
Ibañez se acerca a Bucéfalo, haciendo un enorme esfuerzo para
pasar de la ira a la dulzura. Le habla al caballo con una enorme
tristeza.
IBAÑEZ.- Shsss, shsss, calma, amiguito… Aquí estoy yo… Esto te
va a quitar enseguida el dolor… Mi lindo, por favor, quédate quieto…
shsssss…
Jaime , sintiéndose culpable, experimenta una opresión en el pecho,
lucha por no llorar pero los ojos se le llenan de lágrimas.
Ibañez le inocula la medicina. Bucéfalo mira a su amo, abre su
hocico ensangrentado, lanza un leve relincho y se va quedando
inmóvil. Cesa de moverse por completo, lanza un hondo resuello.
Ibañez estalla en sollozos. Lagrimeando como un niño, de rodillas,
abraza a su caballo, rogándole con voz entrecortada.
IBAÑEZ.- ¡Por favor, no mueras..!
Jaime, viéndolo derrumbado sobre el animal, aprovecha para
extraer su pistola y apunta hacia la nuca de Ibañez. Esforzándose
por darle a su boca una sonrisa de triunfo, trata de apretar el gatillo.
No puede hacerlo porque la mano entera se le crispa. Toma el arma
con la mano izquierda y vuelve a apuntar. ¡También se le crispa!
Queda como un idiota con las dos manos paralizadas.
Ibañez gira la cabeza, mira a Jaime, se alza lentamente y le quita la
pistola. Murmura.
IBAÑEZ.- Gracias, don Aquiles.
Ibañez le da con esa pistola el tiro de gracia al caballo, luego la
arroja lejos.
IBAÑEZ.- ¡Voy a incendiar todo esto!
90.- PUERTA DEL FUNDO. NOCHE.
A lo lejos se ven las llamas de un incendio. Es la caballeriza que está
ardiendo. Sale del fundo, lentamente, Ibañez, seguido por Jaime que
tiene las manos paralizadas. Ibañez se detiene, gira y le da un
abrazo. Abrazo que Jaime no puede corresponder porque la parálisis
le llega hasta los codos.
IBAÑEZ .- Don Aquiles, usted ha sido un fiel servidor.
Ibañez saca del abrigo un fajo de billetes y se los introduce en las
manos a Jaime.
IBAÑEZ.- Tome estos pesos, váyase y no trate de volver a verme
porque su presencia me traerá dolorosos recuerdos. ¡Adios!
Con pasos enérgicos, la rudeza recuperada, Ibañez se sube en el
Ford y parte dejando una cola de polvo. Jaime se cae sentado en
medio del camino. Un fuerte y repentino viento se lleva los billetes
de sus manos haciéndolos volar como mariposas, mientras se oye la
voz de Jodo Viejo.
JODO VIEJO.- La memoria se convierte en catafalco,
es una cárcel que se lleva el viento,
es un ave disolviéndose en cenizas,
es un grito vagando en el vacío,
es el negro fin de todos los caminos.
91.- INTERIOR DE LA CASA DE JAIME. DORMITORIO.
Ninguna luz. Todo está negro. Se escuchan tres gritos de niño.
VOZ DE ALEJANDRITO.- ¡Mamaaaaa! ¡Mamaaaaa! ¡Mamaaaaa!
Entra Sara, alumbrada por una vela. Alejandrito, sentado en su
cama, respira con dificultad, muy angustiado. Tiembla. Sara lo toma
en sus brazos.
SARA.- ¿Qué te pasa, Alejandrito?
El niño la mira con ojos alucinados, haciendo esfuerzos para hablar
y no pudiendo. Detrás de él aparece Jodo Viejo.
JODO VIEJO.- Estar en una cuna de cemento
envuelto por una gigantesca sombra
amarrado a mi vacío.
Vivir dentro de una isla de carne,
buscarme en la memoria sin encontrar a nadie.
Jodo Viejo se esfuma. El niño, aterrado, se abraza aún más a Sara.
ALEJANDRITO.- La oscuridad se lo está tragando todo. Nos va a
devorar.
SARA.- Alejandrito, ¿yo te quiero ?
ALEJANDRITO.- Sí, mamá.
SARA.-¿Cuánto ?
ALEJANDRITO.- Del cielo a la tierra.
SARA.- Este amor no es mío, viene de Dios, yo sólo lo transmito.
Como Dios ha creado todo, cada ser, cada cosa, transmite su amor…
Mi niño, la oscuridad te quiere tanto como yo, porque ella es la
sombra de Dios.
ALEJANDRITO.- Me da mucho miedo.
SARA.- Se te va a quitar…
Sara va a un armario y saca la caja de Carlitos. La abre y toma un
pomo de betún. Comienza a cubrir la cara, las manos, los pies del
niño con esa pasta negra. Al final el niño se ve desnudo con todo el
cuerpo cubierto de negro. Sara le presenta un espejo que saca del
armario.
SARA.- ¿Ves? Ahora eres como ella, formas parte de la oscuridad.
La oscuridad es tu reino. Y tú eres un monstruo de la noche. Tienes
hambre. Para calmarlo necesitas devorar a una princesa, muy
blanca…
Sara se desviste. La piel de su cuerpo es muy blanca.
SARA.- La princesa se oculta. El monstruo la tiene que atrapar…
Sara mientras corre a esconderse, sopla la vela. El cuarto queda a
oscuras.
Bajo una luz que imita a la oscuridad, pero dejando ver a los
personajes, Alejandrito, dándole a su cuerpo una espalda curva, e
imitando garras con sus manos, se siente monstruo feroz. Busca por
todos lados. Sara se le muestra de lejos. El niño gruñendo como
bestia se lanza hacia ella. Sara imitando un grito de terror , lo
esquiva y vuelve a esconderse. Él la busca hasta que la encuentra. La
atrapa, se frota a su cuerpo, manchando su piel blanca con el betún
que le cubre el cuerpo. Mientras lo hace, produce ruidos que imitan
que la está devorando. Al final, Sara está negra como él.
El niño y la madre se abrazan, extasiados.
VOZ DE JODO VIEJO.- Mi madre se disolvió en la oscuridad y ya
nunca más le tuve miedo a la noche.
92.- ENTRADA DEL CINE. EXTERIOR.
En una calle que baja hacia la costa hay un viejo cine que presenta
películas de terror. En la pared tiene pegados un cartel de
˝Frankenstein˝ con Boris Karloff. Otro del ˝Jorobado de Notre
Notre Dame» con Charles Laughton y otro de ˝El Hombre lobo˝ con
Lon Chaney Jr… Alejandrito, con deleite, va de un cartel al otro,
imitando primero al Monstruo, luego al jorobado y por último al
hombre lobo. Mira hacia la vereda de enfrente. Hay una sórdida
cantina llamada «Bar La Urgencia». Se acerca a ese bar un niño
lustrabotas, descalzo, de la misma edad que Alejandrito. Parece ser
Carlitos. Alejandrito se sorprende y grita.
ALEJANDRITO.- ¡Carlitos!
Alejandrito atraviesa la calle corriendo para acercarse al lustrabotas.
ALEJANDRITO.- ¡No puede ser! ¿Eres su fantasma ?
El lustrabotas esquiva las manos de Alejandrito que lo quieren
tocar.
LUSTRABOTAS.- Idiota, soy Lucho, su hermano gemelo.
Alejandrito quiere abrazarlo.
ALEJANDRITO.- Lo quería mucho. ¡Ahora tú serás mi amigo!
LUSTRABOTAS.- No me toques, Pinocho.
ALEJANDRITO.- Pero…
LUSTRABOTAS.- Cállate, judío, tus abuelos mataron a Jesús. Tú
mataste a mi hermano. No quiero verte nunca más. ¡Déjame
trabajar!
El pequeño lustrabotas entra en el bar. Alejandrito suspira,
decepcionado…
ALEJANDRITO.- No soy un muñeco de madera. No he matado a
nadie. Quiero tener un amigo…
Alejandrito, se decide y entra al bar.
93.- BAR «LA URGENCIA ». INTERIOR.
Alejandrito entra en un lugar donde flota una nube de humo de
tabaco. Los objetos están cubiertos de un sudor viscoso. Los
parroquianos, cargadores, fogoneros, choferes, ebrios de cuerpos
rudos, manos callosas, narices carcomidas, cicatrices , ojos torvos,
dientes granates observan a Alejandrito con odio. Su blancura y su
ropa limpia les parece un insulto. Un hombre goriloide alza a
Alejandrito y lo muestra como si exhibiera a un animal extraño.
GORILOIDE.- Miren, nada más, quien se digna visitarnos. ¡Un
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La danza de la realidad de Alejandro Jodorowsky

  • 1. Alejandro JODOROWSKY LA DANZA DE LA REALIDAD 1.- Pantalla verde: imagen de monedas. Cada moneda ocupa toda la pantalla. Se van disolviendo las unas en las otras. Dólar, peso chileno, peso mexicano, euro, yen, rublo, etc. Delante de estas monedas Jodo-viejo recita un poema. JODO-VIEJO.- El dinero es como la sangre, da la vida si circula. El dinero es como el Cristo, te bendice si lo compartes. El dinero es como el Buda, si no trabajas no lo obtienes. 2.- EXTERIOR. CIRCO POBRE. Acercamiento a un circo pobre. Un letrero, con la imagen de un payaso anuncia: “Hoy, Piripipí y sus monedas musicales”. La voz de Jodo-viejo continúa recitando el poema. VOZ DE JODO-VIEJO.- El dinero es como la mujer, se entrega si lo amas. El dinero da la luz a quien lo emplea para abrir la flor del mundo...
  • 2. 3.- INTERIOR DEL CIRCO POBRE. La cámara penetra en el circo, lleno de un público modesto, hasta llegar frente al payaso Piripipí que se prepara a lanzar sobre una alfombra de madera a sus monedas. VOZ DE JODO -VIEJO.- ...y aniquila a quien se endiosa confundiendo la riqueza con el alma, porque el alma esencialmente es la pobreza. El payaso Piripipí toca un vals lanzando sus monedas sobre una alfombra de madera. 4.- PROYECCIONES. Mientras se escucha el vals de las monedas musicales, vemos una rápida sucesión de imágenes de noticieros antiguos mostrando la caída de la bolsa en Nueva York, la subida al poder del dictador Carlos Ibañez e imágenes de miseria. VOZ DE JODO -VIEJO.- No hay diferencia entre el dinero y la conciencia. No hay diferencia entre la conciencia y la muerte. 5.- DESIERTO. UN CAMINO VISTO DESDE UN HELICOPTERO Sigue el vals de las monedas de Piripipí. Un grupo de 300 mineros ,con sus mujeres e hijos camina bajo el agobiante sol, todos cubriéndose con viejos paraguas cubiertos de polvo. Encabezan la marcha algunos voluntarios cargando una plataforma con una estatua de la Virgen del Carmen. VOZ DE JODO -VIEJO.- No hay diferencia entre la muerte y la riqueza. Mientras el grupo avanza y se aleja de ella, cae una mujer, muerta de agotamiento. Junto a su cadáver se sientan a observarla tres niños raquíticos, sin saber qué hacer. Lloran desesperados. Termina de escucharse el vals de las monedas musicales
  • 3. 6.- INTERIOR DEL CIRCO. Ahora están en la pista el payaso Zanahoria y el payaso Lechuga. LECHUGA.- Dígame qué es usted, señor Zanahoria. ZANAHORIA.- Soy extranjero, señor Lechuga. LECHUGA.- ¿Es extranjero? ¿Y de qué país es usted? ZANAHORIA.- ¡De Extranja! 7.- ATRÁS DEL CIRCO POBRE. EXTERIOR. Jaime y Alejandrito visitan los carromatos del circo. Jaime tiene el pelo largo atado en trenza en la nuca. El niño tiene una melena rubia. Jaime tiene que empujar a Alejandrito para que este salude a los artistas que descansan o se maquillan y visten en los carromatos.. VOZ DE JODO-VIEJO.- Sentir arder al niño encerrado en nuestro pecho, con los ojos llenos de una eterna ausencia sintiéndonos extranjeros para siempre. JAIME.- ¡Ven, ven, carajo! ¿Por qué diablos eres tan tímido? Se escuchan aplausos. Salen de la carpa Zanahoria y Lechuga. Hacen gestos de alegre sorpresa al ver a Jaime. ZANAHORIA.- ¡Hola Jaime, tantos años sin verte! LECHUGA.- ¿Te va bien en tu tienda? ¡Ja, já, la Gran Casa Ukrania! ¿Nos hechas de menos? ZANAHORIA.- Seguro que sí, aún conservas la trenza. LECHUGA.-¿Sabe tu hijo que en este circo te colgabas del pelo? ZANAHORIA.-¿Aun puedes.? JAIME.- ¡Seguro que puedo! LECHUGA.- Veamos, dijo el ciego... 8.- INTERIOR DEL CIRCO POBRE. Los espectadores se han ido. Sentados en las sillas y graderías hay artistas del circo, observando cómo Lechuga y Zanahoria amarran
  • 4. una cuerda a la trenza de Jaime y comienzan a tirarla. Jaime es elevado hasta varios metros de altura. Alejandrito se asusta y grita hacia su padre. ALEJANDRITO.- ¡Papá! ¡Papá! JAIME.- ¡Calla, mocoso, no me va a pasar nada! Los dos payasos bajan a Jaime. La gente del circo lo aplaude. Cuando éste pone sus pies en el suelo, Alejandrito se abraza a sus piernas. Jaime, que no se puede mover porque le están desamarrando la cuerda de su trenza, empuja con una pierna, con cierta brutalidad a su hijo, murmurando con disimulo. JAIME.- ¡Suéltame, idiota! Alejandrito cae sentado. Los dos payasos felicitan a Jaime. LECHUGA.- Bravo, bravo, aún conservas ese poderoso pelo, ¿pero, y tus brazos y tus puños? Lo dudamos... ZANAHORIA.- ¿Recuerdas que retabas al publico para que boxeara contigo? Los dos payasos le hablan al niño. LECHUGA.- ¡Tu padre ofrecía cien pesos al que le ganara! ZANAHORIA.- Con dos puñetazos los noqueaba... Los dos payasos vuelven hacia Jaime. LECHUGA.- Ahora que eres un vendedor de calzones, ¿aún puedes? JAIME.- Seguro que puedo... Zanahoria y Lechuga sacan dos pares de abultados guante de box de una caja. Un par es verde, el otro naranja. Le pasan a Jaime un par de guantes cafés. ZANAHORIA.- ¡La palabra no es la cosa, pongámonos los guantes! Jaime tira lejos los guantes cafés. JAIME.-¿Qué guantes ni que guantes! ¡Como hombres, a mano limpia! LECHUGA.- ¡Tú como los hombres! ¡Nosotros como payasos!
  • 5. Lechuga se coloca los guantes verdes y Zanahoria los guantes naranja. Ambos hacen exagerados gestos de ataque, remolineando los brazos. Alejandrito se aterra. Se levanta y corre hacia su padre. ALEJANDRITO.- No pelees con ellos, papá. Te pueden matar. Jaime toma con fuerza por la nuca a su hijo y lo sienta en el borde de la pìsta mientras con gran desprecio le susurra. JAIME.- Cállate, cobarde. Van a decir que tengo un hijo maricón. Jaime llama desafiante a los payasos. JAIME.- ¡Vengan, payasos! Jaime y los dos payasos, hacen fintas, amenazándose. Alejandrito, asustado, tapándose la cara con las manos, escapa corriendo del circo. 9.- ATRAS DEL CIRCO POBRE . EXTERIOR . Alejandrito sale corriendo de la gran carpa-circo. Se sienta en una silla plegadiza, de madera. Sale disparado del circo, retrocediendo, el payaso Zanahoria. Le sangra la nariz. Cae sentado sobre el niño. Lechuga sale igual, retrocediendo con más sangre en la nariz y cae sentado sobre Zanahoria. La silla no puede soportar el peso de los tres y se quiebra. Los payasos y el niño se revuelcan en el suelo. Alejandrito, dando un chillido, escapa corriendo hacia el pueblo. Los dos payasos ríen a carcajadas burlonas. 10.- PASEO POR EL PUEBLO HASTA LLEGAR AL MAR. Alejandrito corre desesperado desde el circo, que está pegado a los cerros, desciende por unas calles, atraviesa la plaza. VOZ DE JODO-VIEJO.- Tocopilla, este temblor, este perfume de piedras, esta queja de aldea despellejada por el sol, estas pacientes calles esperando siglos una gota de agua.
  • 6. Alejandrito se detiene delante de la “Casa Ukrania” en cuya puerta hay un enano propagandista vestido de mujer, con gran culo y grandes senos. Tiene un cochecito de bebé de donde saca un par de calzones enormes. ENANO.- ¡Casa Ukrania! ¡Calzones baratos para señoras de todos los tamaños! Sale del interior, Sara. Llama cantando a Alejandrito. El niño la mira sin acercarse a ella. SARA.- ¿Por qué corres así, padre mío? ALEJANDRITO.- ¡No soy tu padre, soy tu hijo! El niño vuelve a correr, cruza el Cuartel de Bomberos, dobla una esquina, y baja por otra calle hasta que llega a la playa, mientras sigue escuchándose la voz de Jodo-viejo. ​ VOZ DE JODO-VIEJO.- No saber lo que es una nube, no conocer el canto de los grillos, ni el murmullo de un árbol, ni la caricia de un río. Sólo navajas de aire caliente bajando de los cerros estériles para cortar nuestros sueños en trozos. 11.- PLAYA ARIDA. Alejandrito llega a una playa entre rocas. Cerca de ahí hay una aldea de cesantes, con chabolas construidas con sacos para papas, cartones, calaminas oxidadas. Y más cerca de la playa, el cajón semi- carcomido donde duerme La Reina de Copas, una vieja alcohólica, que lleva en la cabeza una corona fabricada con un tarro. El niño recoge piedras que comienza a lanzar con furia hacia las pequeñas olas. ALEJANDRITO.- ¡No soy cobarde! ¡No soy marica! Sin cesar, el niño arroja piedras hacia las olas. Las olas comienzan a crecer. ALEJANDRITO.- ¡No me asustas! ¡Crece cuanto quieras!
  • 7. Las olas van aumentando de volumen. El mar se enfurece. ALEJANDRITO.- ¡Enójate! ¡Enójate! Las oleadas, violentas, ya son tan enormes como altos muros. Una mano detiene el brazo del niño impidiéndole lanzar su piedra. Es La Reina de Copas, borracha. REINA DE COPAS.- ¡Basta, niño imprudente! ¡Una pequeña llama incendia un bosque, una sola pedrada puede matar a todos los peces! El niño, furibundo, lucha por liberarse de la vieja. ALEJANDRITO.- ¡Suéltame, vieja hedionda! ¡No te metas conmigo o te apedreo también! La vieja lo suelta y retrocede espantada. El niño la amenaza con lanzarle una piedra a la cabeza. ALEJANDRITO.- ¡Ve a dormir en tu cajón o te rompo la cabeza! De pronto la vieja lanza un chillido indicando hacia el mar. Flotando en el mar, una mancha plateada enorme se acerca a la playa. Millares de sardinas vienen a vararse. Las olas las arrojan moribundas sobre la arena, que poco a poco se cubre del plateado de sus escamas. Brillo que de pronto desaparece porque el cielo, cubierto por voraces gaviotas, se torna negro. La mendiga, mientras se mete en su cajón, acusa al niño. REINA DE COPAS.- ¡Niño asesino, por martirizar al océano mataste a todas las sardinas! El niño se pone a recoger las sardinas. ALEJANDRITO.- ¡No mueran! El niño corre hacia el mar con los brazos llenos de sardinas y las arroja hacia las aguas. El océano le responde arrojando otro enorme montón de sardinas a la playa. El niño vuelve a recoger sardinas. Las gaviotas , con graznidos ensordecedores se las arrebatan, mientas otras devoran las que yacen en la arena. El niño cae sentado en la arena, junto a Jodo Viejo. Ambos quedan sentados en la misma posición. El niño está desconcertado. JODO-VIEJO.- Me sentí desconcertado: o sufría por la angustia de las sardinas o me alegraba por la euforia de las gaviotas. Una multitud de hombres y mujeres pobres con sus niños, agitando palos, con frenético entusiasmo espantan a los pájaros, recogen las
  • 8. sardinas y se las llevan. JODO-VIEJO.- La balanza se inclinó hacia la angustia cuando vi a las gaviotas privadas de su banquete... Las gaviotas picotean decepcionadas en la arena una que otra escama. JODO-VIEJO.- En esa realidad, en la que yo me sentía extranjero, todo estaba comunicado con todo por una trama de sufrimiento y placer. No habían causas pequeñas, cualquier acto producía efectos que se extendían hasta los confines del espacio y del tiempo... 12.- LA ALDEA DE LOS CESANTES.- Alejandrito, tomado de la mano de Jodo Viejo, se pasea lentamente por entre las chabolas de la aldea de los cesantes viendo a esos miserables, sucios, cubiertos con harapos... Mujeres encinta, hombres amargados, todos devorando las sardinas, peleándose por ellas, arrebatándoselas a niños desnutridos que lloran de hambre. JODO-VIEJO.- La multitud de cesantes eran sardinas varadas, y nosotros, la clase acomodada, gaviotas ávidas. 13.- RETRETE DE LA CASA UKRANIA. INTERIOR. En la taza del water hay un radio. RADIO.- El desplome de la bolsa norteamericana ha dejado en la miseria al setenta por ciento de los chilenos. Jaime, vestido como de costumbre de Stalin, está de espaldas, de pie, mirando a la radio. RADIO.- Pero hay esperanza: Nuestro presidente, Coronel Carlos Ibañez del Campo, afirma que la Hacienda Pública jamás ha estado en mejor pie que en este momento. Pronto habrá trabajo para todos. Jaime, mientras el locutor habla, se abre la bragueta, saca su sexo y comienza a orinar sobre la radio. JAIME.- ¡Milico mentiroso! 14.- CASA UKRANIA. EXTERIOR. En la vitrina de la tienda hay una autómata del tamaño de
  • 9. Alejandrito. Es como Al Jolson, cantante americano disfrazado de negro. Tiene zapatos de charol rojos y una varilla terminada en una bola, con la que da leves golpes en el vidrio para llamar la atención de los posibles clientes... En un rincón de la puerta está Alejandrito lamiendo un helado. Llega el Moscardón, un mendigo con los brazos cortados, sólo le quedan dos cortos muñones. MOSCARDON.- Con su permiso señorito, voy a rascarme la espalda. Sin esperar respuesta, el Moscardón apoya su espalda en el corto eje donde se incrusta la manivela para subir o bajar la cortina, y comienza, dando suspiros de alivio, a frotar con ella su espalda. Al niño, ver esto le da mucha pena. ALEJANDRITO.- ¿Quieres que yo te rasque? El Moscardón lo mira con ojos de ángel apaleado. MOSCARDON.- Bueno... si no le doy asco. El niño se le acerca y le ofrece su barquillo de helado. ALEJANDRITO.- Termina mi helado, si yo no te da asco... MOSCARDON.- Qué está diciendo, señorito, será un placer. El Moscardón, con un impulso se deshace de uno de sus zapatos y con el pie, delicadamente toma el barquillo y comienza a lamerlo, mientras el niño, a dos manos le rasca la espalda. El Moscardón lanza suspiros roncos semejantes al ronroneo de un gato y en su rostro lacerado por el sol se dibuja una sonrisa de placer y gratitud. Al cabo de un momento se pone a gemir, vertiendo abundantes lágrimas... ALEJANDRITO.- ¿Qué te pasa? ¿Te hago daño? MOSCARDON.- Todo lo contrario... Desde que en la mina perdí los brazos y los gringos me expulsaron sin un quinto, nadie me ha tocado... Sus rasquidos, señorito, son caricias divinas. Alejandrito abraza al manco, que conmovido, llora convulsivamente... ALEJANDRITO.- Pobrecito... Jaime surge bruscamente de la tienda y separando al manco del niño lo corre a patadas. JAIME.- ¡Roto degenerado, no vuelvas por acá o hago que te
  • 10. metan preso! ALEJANDRITO.-Pero papá, yo le propuse rascarle la espalda... Él no puede hacerlo... Jaime le da una bofetada al niño. JAIME.- ¡Cállate! ¡No dejes que se acerquen ti estos asquerosos! ¡Están llenos de piojos! El Moscardón, ofendido hasta la médula, se enfurece, y alejándose unos cuantos metros, comienza a insultar a Jaime gritándole con odio. MOSCARDON.- ¡De qué te sirve disfrazarte de Stalin! ¡Dices que eres comunista, pero sólo respetas a los burgueses! ¡Si yo tuviera dinero, me besarías los muñones! ¡Judío de mierda, hijo de puta, concha tu madre! Jaime, furioso, se lanza hacia el manco decido a patearlo otra vez. El Moscardón se escapa a todo lo que dan sus piernas. Jaime comienza a seguirlo. Sale Sara de la tienda. El niño se abraza a sus piernas. Sara, cantando, le grita a Jaime... SARA.- ¡Jaime! ¡No lo sigas! ¡Déjalo que se vaya! Jaime se detiene. JAIME.- ¡Manco desgraciado, si vuelves a aparecer por aquí te corto las piernas! Jaime regresa al negocio, toma a Alejandrito y lo sacude con cierta brutalidad. JAIME.- ¿Cómo pudiste abrazar a ese asqueroso? ¡Quizás te gustan los hombres! ¡Con esa melena de niña, qué otra cosa se puede esperar de ti! El niño se escapa hacia su madre. ALEJANDRITO.- ¡Mamáaaa! Sara protege al niño y juntos entran en la tienda 15.- CASA UKRANIA. INTERIOR. Alejandrito, perseguido por Jaime, se lanza hacia Sara. Ella lo estrecha junto a sus abundantes senos.
  • 11. SARA.- ¡ No le faltes el respeto, Alejandro es sagrado,! JAIME.- ¡Sagradas mis bolas!.. ¡Cuéntale por qué lo llamas padre, y no hijo! Sara saca un peine de su bolsillo y peina amorosamente la cabellera de Alejandrito. SARA.- En Rusia, mi madre se enamoró de mi padre, un hermoso bailarín ruso. Ambos, huyendo de los cosacos antisemitas, emigraron a Argentina, donde cultivaron con mucho trabajo un pequeño terreno. 16.- CUALQUIER LUGAR, NIEBLA. Un hombre hercúleo, de larga melena rubia, pantalón ajustado, pies y tronco desnudos, se sube sobre un gran barril , llevando una pequeña antorcha. Trata de encender una lámpara que cuelga. VOZ DE SARA.- Mi padre, para encender una lámpara se trepó sobre un barril de alcohol. La tapa se quebró bajo su pies. El hombre se hunde en el barril lleno de alcohol, con la antorcha encendida en una mano. El alcohol estalla en una gran llamarada. 17.- CASA UKRANIA. INTERIOR. Sara termina de contar su historia SARA.- Pereció quemado. Cuando me puse encinta supe que serías mi padre reencarnado. Y así fue: naciste con su misma cabellera rubia. Jaime, furioso, arrebata al niño de los brazos de Sara. JAIME.- ¡Basta!! ¡Cuentos de hadas! ¡Tu hijo es tu hijo! ¡Con esas patrañas lo vas a volver loco! Sara trata de recuperar al niño. SARA.- ¡No te lo lleves! ¡Es mío! Jaime, con furia asesina acerca amenazante su puño al rostro de Sara. JAIME.- ¡Atrévete! Sara, asustada, se protege cruzando los brazos sobre su pecho e inclinándose, como una niña. JAIME.-¡Pídeme perdón!
  • 12. SARA.- Perdón... JAIME.- Así está bien... Vete a meter detrás del mostrador, seduce a la clientela. Volveremos pronto. Jaime toma de una mano y se lleva al niño, casi arrastrándolo. JAIME.- Sígueme, enano. CASA UKRANIA. EXTERIOR. Jaime surge del interior, casi arrastrando a Alejandrito. Frente a la puerta el enano propagandista, ahora disfrazado de El Zorro, patea a un enorme signo $ que yace en el suelo. ENANO.- ¡No le tema a la crisis! ¡La Casa Ukrania impide que suban los precios! 18.- CALLE CENTRAL. ESQUINA CON HOJALATERÍA. En la entrada de la hojalatería “El Porvenir” un grupo de 20 mutilados beben, de tarros de latón, alcohol de quemar. Hay mancos, cojos, deformes, hombres-tronco, etc. Todos idiotizados, en el último grado del alcoholismo. Entre ellos está el Moscardón. Cantan en coro a voz en cuello, con gran ferocidad: CORO DE LOS MUTILADOS.- ¡Cucaracuca! ¡Cucaracay! ¡Tumba tumbita! ¡Tumba tumbay! ¡La dinamita! ¡Puta culiá! ¡Nos despedaza! ¡No nos da ná! Jaime pasa por la calle llevando de la mano a Alejandrito. El Moscardón los ve y corriendo se planta frente a ellos dos. Al Moscardón lo siguen los otros mutilados. El Moscardón canta a voz en cuello dando fuertes patadas en el asfalto. Los mutilados que tienen piernas, también se ponen a zapatear. Los otros hacen el ruido rítmico que pueden mientras aúllan el canto. CORO DE LOS MUTILADOS.- ¡Cucaracuca! ¡Cucaracay! ¡Tumba tumbita! ¡Tumba tumbay! ¡La dinamita! ¡Puta culiá! ¡Nos despedaza! ¡No nos da ná!
  • 13. Alejandrito se pega a su padre, temblando de miedo. Jaime, sin el menor temor, despreciativo, avanza entre esos mutilados que zapatean y aúllan. JAIME.- ¡Pero que cobarde eres! ¡Estos borrachos no hacen nada! La parafina los pone idiotas. Los mutilados, enardecidos por el Moscardón se lanzan sobre Jaime. Jaime, protegiendo al niño, con energía salvaje, golpea y empuja al Moscardón y a los otros mutilados, que caen al suelo y se revuelcan sin parar de cantar. Jaime y Alejandro avanzan entre los caídos y se alejan de ellos. 19.- PELUQUERÍA “MUSASHI”. EXTERIOR. Una pequeña peluquería con media cortina de tela y dibujos japoneses. Frente a ella pasa un hombre vestido como emir árabe conduciendo a un burro que arrastra un carrito que carga helados. El carrito tiene columnas y techo con motivos de mezquita. El hombre canta: HELADERO.- ¡Los buenos helados de canela y de bocado! 19.- INTERIOR DE LA PELUQUERÍA. Un peluquero japonés trata de cortarle el pelo a Alejandrito. Este se retuerce esquivando sus tijeras. Jaime inmoviliza al niño. JAIME.- Si te quedas quieto te compraré un helado. ALEJANDRITO.- Mi madre se va a enojar. JAIME.- Así nunca serás un hombre, pareces una puta. ¡Nada de helados! Cálmate o te arranco los pelos a tirones... El niño, aterrorizado, se queda quieto. JAIME.- Proceda, Osamu. El japonés toma un mechón de pelos rubios y comienza a cortarlo con la tijera. No puede porque el niño grita con dolor. ALEJANDRITO.- ¡Aaayyy! El japonés trata de cortar otro mechón de pelos.
  • 14. ALEJANDRITO.- ¡Aaaayyy! JAIME.- ¿Qué te pasa, enano? ALEJANDRITO.- Me duele mucho... Jaime le toma las tijeras al peluquero y se corta la trenza. JAIME.- ¿Ves? Los pelos no duelen... Jaime le corta un mechón al niño. JAIME.- No sufras por lo que no es tuyo. Estos cabellos son de tu abuelo. ¡Osamu, quítele al niño esta ilusión! Osamu, como haciendo una operación quirúrgica, le va despegando la peluca rubia a Alejandrito, mientras recita unos hai-ku.. OSAMU.- Mayoi-go-no naku naku tsukamu hotaru kana... Rak- ka eda ni kaeru to miraba koshô kana. Alejandrito, conmovido, llora, no de dolor, sino de pena. De manera inconsciente sabe que está perdiendo a su madre. El japonés termina de quitarle la peluca. La peluca se esfuma en su mano. El niño se toca su cabellera muy corta de un color castaño oscuro. JAIME.- ¡Se acabó el delirio de tu madre! Alejandrito se pone a llorar convulsivamente. Jaime lo mira con desprecio y se lo lleva tirándolo de un brazo. JAIME.- ¡Tendrás que aprender a ser un hombre! 21.- CALLE 21 DE MAYO, CERCA DE LA CASA JUNTO AL CUARTEL DE BOMBEROS. Jaime avanza tirando del brazo a Alejandrito, que lo sigue haciendo pucheros, frotándose la cabeza, muy triste. ALEJANDRITO.- Tengo frío en la cabeza. JAIME.- ¡Me alegro, así se congelarán las arañas que tienes ahí dentro ! 22.- INTERIOR DE LA CASA UKRANIA. Sara ve entrar a Jaime y Alejandrito y se horroriza. SARA.- ¡Noooo! ¡Noooo! ¿Dónde están tus rizos de oro?
  • 15. Sara llora convulsivamente. El niño quiere abrazar a su madre. Ella lo rechaza. ALEJANDRITO.-Mamá... SARA.-¿Quien eres tú? No te conozco. El niño insiste, desesperado. Ella lo rechaza con más fuerza. ALEJANDRITO.-Mamáa... SARA.- Traidor, no me toques nunca más. Te has pasado al partido de tu padre. El niño vuelve a tratar de abrazarse a su madre. Ella lo empuja hacia Jaime. SARA.- Te digo que te vayas. Entre tú y Jaime asesinaron a mi padre. Me han dejado huérfana. Sara retrocediendo lentamente se pone a dar desgarradores suspiros musicales hasta desaparecer en la trastienda. El niño padece una profunda tristeza. Jaime, por primera vez con un poco de dulzura, hace que se monte en su espalda. JAIME.- Ven, enano. Tu madre está loca. No le hagas caso. Comienzan a salir de la tienda. Frente a la puerta el enano propagandista, ahora disfrazado de charro mexicano, le da puñaladas a una mujer de trapo que tiene dibujado un gran signo $. De cada herida salta sangre. El enano grita. ENANO.- ¡Estamos asesinando a los precios altos! ¡Compre en la casa Ukrania! 23.- INTERIOR DE LA CASA FAMILIAR. DORMITORIO. Jaime lanza en la cama a Alejandrito. JAIME.- ¡Quédate quieto! Los hombres dominan sus emociones. Te haré cosquillas. ¡Si eres capaz de no reír, mereces ser mi hijo! Jaime le quita la camisa al niño, dejándolo con el torso desnudo, luego le quita los zapatos. Empieza a hacerle cosquillas con una pluma en la planta de los pies. El niño hace enormes esfuerzos para no reír. JAIME.- Veamos... la planta de los pies... bien... Las axilas... bien... en los hoyos de la nariz... muy bien... Has dominado la risa...
  • 16. Comienzo a estar orgulloso de ti. Alejandrito sonríe y hace con orgullo un gesto de triunfo. JAIME.-¡Espera, digo que comienzo, no que lo estoy! Para ganarte mi admiración tienes que demostrar que sabes resistir el dolor. Te voy a dar de bofetadas. Te golpearé muy suavemente. Si me pides que aumente la intensidad del golpe, así lo haré, más y más, a medida que me lo pidas. Quiero ver hasta dónde llegas... El niño, sin decir nada, se para frente a su padre. Jaime le da una cachetada suave. ALEJANDRITO.- Más fuerte. Jaime le da una cachetada un poco más fuerte. ALEJANDRITO.- Más fuerte. Jaime aumenta la intensidad de su golpe. ALEJANDRITO.- Más fuerte. Jaime va aumentando la intensidad de sus cachetadas a medida que el niño, decidido a hacerse admirar por su padre, solicita que le peguen más fuerte... Al cabo de muchas cachetadas, la última es tan recia que lanza al niño al suelo. Sangra de la boca. Escupe un pedazo de diente. Jaime lanza una exclamación de sorpresa admirativa. JAIME.- Resististe. Mereces ser mi hijo. Alejandro pone un dedo en lo queda en su encía del diente quebrado. Dice, con calma, dominando su dolor. ALEJANDRITO.- Me duele mucho, pero si me quieres, no importa. JAIME.- ¡Cómo que no importa! Te llevaré donde don Julio. Jaime hace que el niño se monte en su espalda. 24.- INTERIOR CLINICA DENTAL. Las manos de don Julio, el dentista, preparando una inyección calmante. VOZ DE DON JULIO.- El nervio, en contacto con la saliva y el aire le debe hacer sufrir mucho. Es raro que no se queje. Mientras don Julio, un hombre con cara de borrachín, prepara su inyección e instrumentos, Jaime enciende un cigarrillo. Alejandrito permanece quieto en el sillón del dentista, con la cara impasible,
  • 17. tratando de no mostrar su dolor. Jaime, con una extraña sonrisa, le habla delicadamente al oído, mientras de su boca sale el humo del cigarrillo. JAIME.- Un hombre debe ser valiente. Si haces lo que te voy a pedir, merecerás mi admiración: deja que te curen sin anestesia. Jaime extiende su mano izquierda y sin expresar dolor apaga el cigarrillo en su palma. JAIME.- Domina el dolor con tu voluntad. ¡Si puedes, eres como yo! Don Julio intenta ponerle la inyección al niño. Jaime, con gran orgullo lo detiene. JAIME.- Sin inyección, don Julio. DON JULIO.- Pero... JAIME.- Si usted accede a mi pedido, le enviaré de regalo media docena de botellas de pisco... DON JULIO.- ¿Y el niño está de acuerdo? ALEJANDRITO.- No necesito inyecciones, señor. DON JULIO.- Bueno, si es así... El dentista aplica su torturadora máquina al diente careado. Las manos del niño se crispan, pero no se queja. Don Julio escarba, introduce una amalgama a base de mercurio y por fin tapona el agujero. Con gran sonrisa exclama: DON JULIO.- ¡Listo, muchachito, eres un héroe! Jaime, orgulloso, triunfante, celebra a su hijo. JULIO.- ¡Bravo, soportaste el dolor sin un gemido, sin un temblor, sin una lágrima, eres un Jodorowsky! ¡Ven a mis brazos! El niño se levanta con dificultad del sillón, avanza hacia su padre y cae en sus brazos desmayado. Jaime, avergonzado, lo sacude. JAIME.- ¿Qué es esto? ¡No puedes desmayarte como una mujercita! ¡Despierta, eres mi hijo! ¡Despierta, carajo! El niño hace un esfuerzo supremo, sacude su cabeza, se desprende de los brazos de jaime, lucha por conservar el equilibrio. ALEJANDRITO.- Me tropecé, papá. Estoy bien.
  • 18. JAIME.- Eso es muchacho, La voluntad lo puede todos. Vamos... Jaime y Alejandrito, a quien su padre lleva sosteniéndolo con disimulo para que ande derecho, comienzan a irse. JAIME.- Hasta la próxima, Don Julio. Gracias. Ahí le mando las botellas. Jaime y el niño salen. El dentista se asoma a la puerta y exclama hacia el exterior. DON JULIO.- ¡Que sea pisco peruano, don Jaime! 25.- CALLE DEL PUERTO. Jaime, marchando con una mano con un brazo en los hombros de Alejandrito, como protegiéndolo, desciende hacia la costa donde se ve el viejo muelle. El niño va lamiendo un helado. Detrás de ellos vemos la carreta de helados tirada por el burro, y su heladero que canta su pregón. JAIME.- Haz hecho un esfuerzo muy grande, hijo mío. Necesitas respirar aire marino. Te sentirás mejor. Yo debo atender a mis clientes. Tú ve a las rocas y quédate ahí un rato mirando a las olas. Pero no se te ocurra ir al muelle. ALEJANDRITO.- ¿Por qué papá? JAIME.- Ahí acampa el Teósofo, un gringo loco. Puede ser peligroso. ALEJANDRITO.- No iré al muelle. Te lo prometo. 26.- EL VIEJO MUELLE. En el viejo muelle, el Teósofo, mendigo harapiento, está sentado sobre un sucio colchón, en posición de meditación, con los ojos cerrados. Alejandrito , en la punta de los pies pasa cerca de él. Las viejas tablas del muelle crujen. El Teósofo abre los ojos, mira al niño. Este se detiene, temblando y mirándolo como hipnotizado. El Teosófo se pone a reir. Saca de un saco de papel una espléndida manzana. La parte en dos, comienza golosamente a comer una mitad, mientras que la otra se la ofrece al niño. TEOSOFO.- ¿Eres valiente? ALEJANDRITO.- Si.
  • 19. TEOSOFO.- Entonces ven junto a mí y come. Haciendo un enorme esfuerzo de voluntad, el niño se acerca al teósofo, toma su mitad de manzana y la muerde. ALEJANDRITO.- Gracias, Teósofo. TEOSOFO.- Ah, sabes mi nombre. El que te lo dijo, también te dijo que yo estaba loco, que era peligroso. ¿Cierto? ALEJANDRITO.- Cierto. TEOSOFO.- Se equivocan, no estoy loco. Mis creencias me impiden matar hasta a una mosca. Los adultos me temen porque pienso. Cuando los digo “¿Cual es el tamaño del tiempo?” o “¿Cómo es el mundo sin ti?”, se aterran o se enojan o se burlan. ¿Y tú, te atreverías a pensar? ALEJANDRITO.- ¡No tengo miedo, soy un hombre! TEOSOFO.- Pensemos entonces. Fuimos algo antes de morir y seremos algo después de morir, ¿me puedes decir qué? El niño se frota las manos, duda, balbucea, se calla. El Teósofo se pone a reir. TEOSOFO.- Ven conmigo. El Teósofo sale del muelle y le muestra a Alejandrito unas torrecillas unidas por cables por donde, en lo alto, se deslizan carros de acero, al parecer llenos. Vienen de los cerros, atraviesan la playa a lo largo y se pierden entre otros cerros.De un carro cae una piedra con incrustaciones de metal dorado. El niño se apresura a recogerla y guardarla. TEOSOFO.-¿De dónde vienen estos carros? ¿Adonde van? ALEJANDRITO.- No lo sé, Teósofo. TEOSOFO.- Vaya, no sabes de dónde vienen ni adonde van, pero eres capaz de recoger una de sus piedras y guardarla como un tesoro... Mira, muchachito, yo si sé que qué mina vienen y a qué molino van ¿pero qué logro con decírtelo?. Los nombres de aquellos sitios nada te dirían porque nunca los has visto. Así es el alma que transporta nuestro cuerpo: no sabemos de dónde viene ni adonde va, pero ahora, aquí, la queremos y no deseamos perderla, el alma es un tesoro. Conciencia misteriosa, más amplia que la nuestra, conoce el origen y el fin, pero no nos lo puede revelar porque no tenemos un cerebro lo bastante desarrollado para comprenderlo. El Teósofo mete su mano en un bolsillo y extrae tres medallas. En una hay un Cristo crucificado, en la segunda una media luna
  • 20. conteniendo una estrella y en la tercera dos triángulos entrecruzados. TEOSOFO.- Te las regalo. Las tres creen ser diferentes, pero si las metes en un hornillo y las fundes, formarán una sola gota de metal. Hazte un collar con ellas. Llévalo siempre para que recuerdes que un mismo Dios las une a todas. Alejandro, con una sonrisa feliz, apoya en su pecho la mano empuñada donde tiene las tres medallas. ALEJANDRITO.- Gracias, Teósofo. 27.- INTERIOR DE LA CASA UKRANIA. Sara en el fondo del negocio toma mate con bombilla. Jaime está abriendo un paquete, con sellos del correo. . Saca un par de medias de malla, muy eróticas que prueba en dos hormas de vidrio planas. Luego saca un sostén senos de seda y por unos calzones, que lleva a su nariz y huele. Se siente que se excita sexualmente. JAIME.- Que suaves son estos calzones... perfumados… Jaime se acerca a Sara. JAIME.- Deja de chupar esa bombilla. Ven. SARA.- No tengo ganas. JAIME.- Las ganas las tengo yo. ¿Quién manda aquí? ¡Arrodíllate ! Jaime tiene tal poder sobre Sara, que esta, como hipnotizada, se arrodilla ante Jaime y le abre la bragueta. Jaime le empuña los cabellos y los tira hacia él, con sadismo. Sara comienza la felación. Alejandrito, feliz, entra corriendo en el negocio, con el puño cerrado conteniendo las tres medallas.. . ALEJANDRITO.- ¡Papá, papá, mira lo que me han dado! Jaime y Sara se separan con precipitación, Sara arreglándose el pelo desordenado, Jaime cerrando su bragueta. Mientras Jaime habla con Alejandrito, Sara regresa a su sitio y continua a tomar su mate chupando la bombilla, esta vez con contenida sensualidad. JAIME.- ¡Cálmate, niño! ¿Qué me quieres mostrar? ALEJANDRITO.- ¡Tres medallas!
  • 21. JAIME.- ¿Quién te las dio? ALEJANDRITO.- El Teósofo. JAIME.- ¡Te prohibí verlo! Jaime le da una cachetada al niño. Este retiene sus lágrimas. JAIME.- Muéstrame esas porquerías. El niño le da, una por una , las tres medallas. Jaime las mira con asco. JAIME.-¡Loco cretino, mitigando su miedo de morir con ilusiones! ¡Ven conmigo! 28.- RETRETE. Jaime levanta la tapa de la taza. Hace que el niño se arrodille junto a ella. Una por una va lanzando al agua las tres medallas. JAIME.- ¡Dios no existe! ¡Dios no existe! ¡Dios no existe! ¡Te mueres y te pudres! ¡Después no hay nada! Jaime tira la cadena. JAIME.- ¡Papá nunca miente! ¿A quién le crees, a mí o a ese tarado? VOZ DE JODO-VIEJO.- ¿A quién de los dos iba a elegir, yo ? ALEJANDRITO.- Te creo a ti, papá. Ese mendigo está loco. Dios no existe. Me moriré y me pudriré. Después no hay nada... Jaime suspira satisfecho y sonríe. JAIME.- ¡Bravo, un guerrero vence a sus ilusiones! 29.- CASA DE JAIME, EXTERIOR. NOCHE. Con mucho disimulos, Jaime sale de la casa y se aleja. Desde el balcón, con pijama, Alejandrito lo mira alejarse. VOZ DE JODO VIEJO.- Cada miércoles, tarde en la noche, me despertaba para ver con angustia como se alejaba mi padre. ¿A dónde iba? 30.- CALLE DE LAS PUTAS.- EXTERIOR E INTERIOR. NOCHE.
  • 22. Jaime camina por una calle llena de hoteles-cabarets. En cada puerta, ventana, rincón, hay prostitutas que hacen signos lascivos a sus futuros clientes. Entra en el cabaret “LOS SIETE ESPEJOS”. En la pista de baile, marineros, carabineros, y civiles al son de un bolero tocado al piano por un ciego, frotan su pubis contra prostitutas. Muchachos con camisas de lunares, maquillados como mujeres, sirven las cervezas. Cerca del bar, hay una mesa donde están sentados, mezclando las cartas y preparando las fichas, el profesor Toro, el dentista don Julio, y el peluquero Osamu. Jaime se sienta en la silla que le tienen preparada. Reparten las cartas y comienzan a jugar al poker. En las rodillas de cada uno de ellos se sienta una puta. Entre los danzantes, dos marineros se demuelen a golpes. Nadie los mira. Jaime ve sus cartas, tiene tres reyes y dos ases. Con la intensión de perder, se desprende de los tres reyes y un as. Piede cuatro nuevas cartas. Con una gran sonrisa de satisfacción, Osamu gana. Los otros muestran sus cartas. Jaime tiene el peor juego. TORO.- A usted le toca pagar las señoras y los cuartos, don Jaime. JAIME.- Así sea. Toro, Julio y Osamu se levantan y manoseando a sus putas suben por una escalera hacia los cuartos. Jaime se deja acariciar por la suya, pero pronto la detiene. JAIME.- Rosita, esta noche tengo una cita importante. Para otra vez será, toma... Le da unos billetes a Rosita ROSITA.- Ya sabes que me gustas. A ti nunca te cobro. Rosita le mete los billetes en un bolsillo. Jaime sale del Cabaret. Sube por la calle y entra en otro cabaret, “EL LORO MUDO”, más lóbrego, lleno de viejos homosexuales y travestis. La Toña, travesti, con falda muy corta, delantal y cofia de sirvienta coqueta, abraza a Jaime y le dice al oído. TOÑA.- Te estábamos esperando. Ven. 31.- DORMITORIO DEL CABARET. INTERIOR. Conducido por la Toña, Jaime entra en un dormitorio adornado como lo sería un cuarto para fornicar. Hay un grupo de siete
  • 23. travestis, con trajes algo extravagantes. Alrededor de una pequeña mesa hay cinco hombres. Son, el guatón Gonzalez ( un enorme gordo), el tuerto Valdivia (un hombre bajo, tuerto), el viejo Fierro ( un viejo asmático), el flaco Jara (un hombre casi esquelético), y el anarquista Adan.. Jaime levanta su brazo izquierdo con la mano empuñada. JAIME.- ¡Salud, compañeros! Travestis y hombres levantan el brazo izquierdo con la mano empuñada. TRAVESTIS Y HOMBRES.- ¡Salud! JAIME.- ¡Viva el glorioso partido comunista! TRAVESTIS Y HOMBRES.- ¡Viva! Jaime se sienta junto a los hombres. Los travestis se acercan a ellos y los rodean muy de cerca. Fierro, respirando con dificultad a causa del asma le habla a Jaime. FIERRO.- Las noticias no son buenas, compañero, estamos en peligro. GONZALEZ.- Ibañez va que vuela hacia una dictadura fascista. VALDIVIA.- No le han bastado sus matanzas de obreros y estudiantes... JARA.- ... ni sus especulaciones con los banqueros gringos... ADAN .- Ahora quiere meter en campos de concentración a todos los comunistas... La Toña abre una carta rosada, saca un papel rosado. LA TOÑA.- Mi amiga Ambrosía, me ha mandado esta carta: “Amada Toña, te voy a contar algo horroroso: los carabineros, por órden de Ibañez, están fondeando a los homosexuales. Mi amante, un paco maricón que me hace pasar por mujer, amarró a diez de ellos a una pesada cadena. Los subieron a un avión y los lanzaron al mar. Tú y nuestras hermanas están amenazadas”... ADAN.- Primero los comunistas, luego los homosexuales, después los estudiantes, los marineros en huelga, los mineros, ¿hasta cuándo aguantamos, compañeros? FIERRO.- ¿Qué podemos hacer? ¿Atacar con picos y palas a tanques y aviones?
  • 24. ADAN.- ¡Podemos provocar una huelga general mediante volantes, cartas, y conferencias clandestinas! GONZALEZ.- ¿Y cómo costear todo eso? Ni siquiera tenemos un par de pesos para pagarnos un trago. Jaime saca el dinero que Rosita le metió en el bolsillo.. JAIME.- Compañera Toña: traiga vino. Toña sale. JARA.-¡Bravo, compañero Jodorowsky! Jaime saca de un bolsillo su carnet de comunista. JAIME.- ¡Cállase , flaco! Mi nombre verdadero lo puede leer en mi carnet de comunista: Juan Araucano. JARA.- Disculpe, compañero Juan. JAIME.- A partir de ahora, debemos navegar con bandera de castrados, quemar los papeles comprometedores y cerrar el hocico hasta que lleguen tiempos mejores. Ustedes, niñas, cambien su manera de vestir, trabajen como empleadas domésticas o vayan a esconderse en Bolivia. Jaime prende un encendedor y lo acerca a su carnet. JAIME.- ¡Del dicho al hecho no debe haber ningún trecho! El carnet arde. Los cinco hombres agregan su carnet a la pequeña hoguera. Entra la Toña trayendo seis botellas de vino, ya abiertas. Cada uno de los seis hombres toma una botella. JAIME.- ¡Última vez que nos ven juntos, salud compañeros! LOS OTROS CINCO.- ¡Salud! Comienzan a beber de las botellas. Los siete trasvestis se sientan en sus rodillas. Dos en las rodillas de Jaime. Comparten el vino. 32.- CASA UKRANIA. EXTERIOR. DIA. El enano propagandista, ahora disfrazado de payaso, ofrece narices rojas a los paseantes. Lo observa Alejandrito, sentado a un costado de la puerta, con una nariz de payaso en la cara. ENANO.- Jaa, jaa, compre aquí. Precios ridículos de tan baratos.
  • 25. Si se pone una nariz, diez por ciento de descuento... Algunos paseantes se ponen la nariz y entran en el negocio. Sale Jaime de la Casa Ukrania, vestido con el traje de gala de su compañía de bomberos. Pone un brazo sobre los hombros, del niño. JAIME.- Quítate esa nariz. El niño se quita la nariz. JAIME.- Tengo una sorpresa para ti. ALEJANDRITO.- ¿Qué, papá? JAIME.- Ya lo verás. Jaime y Alejandro entran en el cuartel de bomberos 33.- INTERIOR DEL CUARTEL DE BOMBEROS.- Jaime y Alejandro, avanzan entre los carros de bomberos. Llegan a un gran salón. Hay un velorio. Un grupo de bomberos, con sus trajes de parada está sentado alrededor de una mesa rodeada de velas. En la mesa yace muerto un gran perro blanco. Los bomberos se llevan una mano a su casco, haciendo un saludo militar a Jaime. Jaime prende un incienso y lo coloca en una gran copa de premio llena de arena. Hace que el niño haga lo mismo. JAIME.- (Al perro) Descansa en paz, compañero Kazán. Nunca te olvidaremos. (a Alejandrito) Nuestra mascota murió justo ahora, cuando en tres días más tenemos los ejercicios públicos anuales. Pero le hemos encontrado un reemplazante... Tengo el orgullo de anunciarte que todos te han aceptado. ¡Eres la mascota de la Primera Compañía de Bomberos de Tocopilla! Los bomberos aplauden. Uno de ellos comienza a abrir una caja. Es el capitán Pedraza. CAPITAN PEDRAZA.- Don Alejandro, desde este momento soy su capitán, Augusto Pedraza, para servirle en lo civil y darle órdenes en la Compañía. El capitán saca de la caja un casco y un pequeño uniforme de bombero igual al de los adultos. CAPITAN PEDRAZA.- Esperemos que le quede justo. JAIME.- Le quedará justo, mi capitán.. Yo mismo le tomé las
  • 26. medidas. (Al niño) ¿Qué se dice? El niño, muy tímido, avergonzado, toma la caja. ALEJANDRITO.- Gracias.. JAIME.-¿A quien? ALEJANDRITO.- Gracias, a todos. JAIME.-¿Y en especial? ALEJANDRITO.- Gracias, capitán Pedraza. JAIME.-¡Mi! ALEJANDRITO.- Gracias, mi capitán Pedraza. Todos los bomberos comienzan a cantar el Himno de la Primera Compañía de Bomberos. BOMBEROS.- La Primera Compañía de los bomberos valientes dará al fuego muerte fría. Nuestro corazón vibrante si tiene a Dios como guía ningún incendio lo vence. Por los ojos del niño, casi enfermo de vergüenza, surgen lágrimas. 34.- CASA UKRANIA. INTERIOR. Sara, como viviendo en otro mundo, está detrás del mostrador tejiendo una bufanda muy larga, sin mirar ni a Jaime ni a Alejandrito. ALEJANDRITO.- No quiero ser mascota. No soy un perro. JAIME.- Es un honor, compañerito. Todos los niños te envidiarán. ALEJANDRITO.- Se van a burlar de mí. JAIME.- Pura envidia. Anda, ponte ese uniforme. Te verás como un héroe. ALEJANDRITO.- Sólo me lo pondré si me regalas los zapatos del negro.
  • 27. JAIME.- ¿Qué negro? ¿Qué zapatos? ALEJANDRITO.- Los rojos del muñeco que tienes en la vitrina. JAIME.- ¿Por qué? ALEJANDRITO.- Porque me gustan. Parecen de sangre. Brillan. JAIME.- Ese autómata me ha costado muchos pesos. Tiene que estar elegante. ¿Qué van a decir los clientes al verlo a pata pelada? ALEJANDRITO.- Ponle estos zapatos míos... JAIME.- Son muy feos... ALEJANDRITO.- Tú me los compraste. JAIME.- Yo no te regalo cosas feas. Tus zapatos son muy lindos. ALEJANDRITO.-¿Entonces? JAIME.- Me convenciste. Llévate esos zapatos rojos... Jaime va a la vitrina, toma al autómata y comienza a quitarle los zapatos rojos... Gruñe. JAIME.- Todo sea por mi Primera Compañía. 35.-EXTERIOR CASA UKRANIA, Alejandrito, con los zapatos rojos puestos, sale de la tienda y feliz salta, baila, zapatea, corre hacia la plaza pública. 36.- PLAZA PUBLICA. Carlitos, un niño pobre, con los pies desnudos, sentado en un rincón de la plaza, frente a su pequeño cajón, ofrece lustrar zapatos. Alejandrito llega hasta él. ALEJANDRITO.- Carlitos... Mira... Tengo zapatos nuevos... Lústramelos... Alejandrito pone un pie sobre el cajoncito. Carlitos se maravilla. CARLITOS.- ¡Oh, qué lindos! Por suerte tengo tinta roja y betún incoloro. ¡Son de charol, pero yo te los dejaré más brillantes aún! Carlitos saca un frasco de tinta roja. Con una escobilla de dientes le pone tinta al zapato. Con un paño la seca. Abre la caja de betún. Unta el zapato y engrasándolo lo acaricia, lentamente,
  • 28. profundamente. El viento remece los cabellos de Alejandrito. ALEJANDRITO.- Carlitos, termina. El viento comienza a bajar de la cordillera. Ya llevas una hora sacándoles brillo. Los zapatos de Alejandrito relumbran. Alejandrito saca del bolsillo unas monedas y se las ofrece al pequeño lustrabotas. ALEJANDRITO.- Toma, por tu trabajo. Carlitos rechaza las monedas. CARLITOS.- No fue un trabajo. Son los zapatos más bonitos que he visto en toda mi vida. Te los dejé tan luminosos que podrás andar en la noche sin necesidad de linterna. ALEJANDRITO. Es verdad. Parecen espejos. Alejandrito, entusiasmado con sus esplendorosos zapatos corre alrededor del kiosko circular. Cuando da la vuelta entera y llega cerca de Carlitos, lo ve muy triste, reteniéndose de llorar. CARLITOS.- Tienes suerte... Yo nunca podré correr como tú, con un par así... Alejandrito no puede dar un paso más. Se frota el pecho, como si le doliera. Se quita los zapatos y se lo ofrece a Carlitos. ALEJANDRITO.- Toma... Te los regalo. CARLITOS.- Oh, para mí... Carlitos apresurado se calza los zapatos y parte, feliz, corriendo. CARLITOS.- Me voy a la playa... Alejandrito, ve el cajón del lustrabotas. Lo recoge y grita hacia donde partió Carlitos. ALEJANDRITO.- ¡Carlitooos! Viendo que Carlitos ha desaparecido. Alejandrito da media vuelta y se va con el cajón. 37.- CASA UKRANIA. INTERIOR. Jaime, escandalizado, ve entrar a su hijo marchando con los pies desnudos. Alejandro trae el cajón del lustrabotas. JAIME.- ¿Qué es esto? ¿Qué hiciste con tus zapatos?
  • 29. ALEJANDRITO.- Se los regalé a Carlitos... JAIME.- ¿Carlitos? ALEJANDRITO.- Es mi compañero de banco, en la escuela. En la tarde lustra zapatos en la Plaza. JAIME.- ¡Le regalaste los zapatos rojos! ¡Estás loco! ALEJANDRITO.- Es que Carlitos me dio mucha pena ,papá. Es tan pobre... JAIME.- ¡Debes aprender a proteger los intereses de tu padre! ¡Ve a quitárselos! ALEJANDRITO.- No puedo. Se fue a la playa... JAIME.- Ese mocoso va a regresar en busca de su cajón. Espéralo en la plaza el tiempo que sea necesario. Cuando regrese le quitarás, a golpes si es preciso, tus zapatos... Alejandro asiente, aterrado. ALEJANDRITO.- Sí, papá. 38.- PLAZA PUBLICA. Alejandro se instala en un banco, en la entrada de la plaza, frente a la tienda de su padre. Suena cuatro veces la campana de una iglesia dando las horas.Pasa delante de él mucha gente. Alejandrito se duerme. Suenan siete campanadas de la iglesia. A la primera campanada el niño se despierta. Ya es la luz del atardecer. Por la calle avanza un grupo de mirones corriendo alrededor de un ciclista. El hombre, pedaleando lentamente, trae en el manubrio, doblado en dos, semejante a una marioneta con los hilos cortados, el pálido cadáver de Carlitos. A cada pedaleo, esas piernitas se balancean dibujando arcos con los zapatos rojos. Una mujer detiene a un mirón, mientras la bicicleta se aleja. MUJER.- ¿Qué le pasó a ese niño, vecino? MIRON.- Fue a jugar entre las rocas mojadas. Las suelas de goma lo hicieron resbalar. Cayó al mar y el imprudente se ahogó... La mujer y el mirón se alejan corriendo en la dirección en que se fue el ciclista y el grupo de mirones. Alejandrito se queda sentado, inmóvil, como una figura de cera. VOZ DE JODO VIEJO.- Su imprudencia, sí, pero antes que nada
  • 30. mi bondad lo había matado. La noche comienza a llegar. Se alumbra un farol. Jodo Viejo ha desaparecido. Alejandrito sigue sentado sin moverse. 39.- ROCAS EN LA PLAYA. DIA. Treinta niños de la edad de Alejandrito, cada uno con un pequeño ramo de flores, caminan hacia una roca donde hay una capilla de cemento, diminuta. A la cabeza del grupo va el profesor Toro, seguido por Alejandrito que lleva una corona de flores.Todos trepan la roca escarpada y colocan los ramitos de flores junto a la capilla. Alejandrito coloca su corona. Dentro de la capilla se ve una fotografía de Carlitos y los zapatos rojos. Cada niño saca del bolsillo una vela y la enciende. Juntan las manos y rezan en silencio. VOZ DE JODO-VIEJO.- Nuestro compañero de curso se había convertido en animita. Preso para siempre en esa capilla, dedicado a otorgar milagros. Muchas velas se encenderían ante los zapatos mágicos, ayer dadores de muerte, hoy dispensadores de salud y prosperidad... Sufrimiento, consuelo...Consuelo, sufrimiento... La cadena no tiene fin... Mientras los niños rezan, el señor Toro, que ha bajado de la roca, abre un gran paraguas multicolor, lo clava en la playa, se sienta debajo, abre un periódico, con el titular: “Salitre sintético provoca crisis. Miles de mineros cesantes”... Le grita a los niños. SEÑOR TORO.- Basta de rezos. El muerto al hoyo y el vivo al boyo. Tienen una hora de recreo. Los niños lanzan un grito de júbilo y descienden rápido la roca. Un grito del profesor los paraliza. SEÑOR TORO.- ¡Alto! El que se meta a nadar en el mar, si no se ahoga será expulsado de la escuela. Los niños vuelven a gritar de júbilo y corren por la playa. Alejandrito avanza hacia unas rocas. Llega un grupo de siete niños con aire sospechoso. NIÑO JEFE.- Eh, Pinocho, ¿quieres venir con nosotros? ALEJANDRITO.- ¿A dónde? NIÑO JEFE.- Ahí no más, entre estas rocas. Vamos a corrernos la paja. ALEJANDRITO.-¿Qué es eso?
  • 31. NIÑO JEFE.- Ven y lo sabrás. Alejandro sigue al grupo, Se meten entre las rocas y desembocan en un pequeño terreno. Los niños se sientan en círculo, Alejandrito entre ellos. El jefe del grupo se arrodilla y con una piedra filosa que recoge comienza a cavar rayas en la tierra arenosa dibujando un cuerpo de mujer desnuda. Cuando termina, se sienta entre los otros. Todos, menos Alejandrito, sacan de un bolsillo del pantalón un tubo de color oscuro terminado en punta y, mirando con fascinación el dibujo en tierra, con la mano derecha se ponen a agitar el tubo, frente a su pubis. NIÑO JEFE.- Vamos, Pinocho, hazte la paja, como nosotros. Te va a gustar. Alejandrito se mete la mano en el bolsillo y saca un tubo de color blanco con la forma de un hongo. Hace como los otros niños agitándolo en el aire frente a su pubis. Ellos se ponen a reír, burlones. NIÑO 1.- ¡Jaa, tiene un pichula diferente! NIÑO 2.- ¡La nuestra es como un plátano, la suya es como un hongo! NIÑO 3.- ¡Le falta el cuero, está mocho! NIÑO JEFE.- Tu diferencia nos distrae, Pinocho. Lárgate . Alejandrito, humillado, triste, mete su hongo en un bolsillo y se va, mientras los siete niños comienzan a agitar otra vez sus tubos. Alejandrito, se acerca al borde de un acantilado y mira hacia el mar con ganas de saltar para suicidarse. Va a hacerlo, pero una voz lo detiene. VOZ DE JODO VIEJO.- ¡Alto! ¡No saltes! El niño sigue al borde la roca, dudando si lanzarse o no. JODO VIEJO.- No estás solo. Estás conmigo. Te he acompañado desde que naciste. Todo lo que vas a ser ya lo eres. Lo que buscas, ya está en ti. Alégrate de tus sufrimientos, gracias a ellos llegarás a mí. ¿Y yo quien seré en 20 años más? ¿En cien? ¿En diez mil? ¿Todavía mi conciencia necesitará un cuerpo? Para ti no existo aún, para mí ya no existes. Al fin del tiempo, cuando la materia emprenda el camino de regreso al punto de origen, tú y yo sólo habremos sido recuerdos, nunca realidad. Algo nos está soñando. Entrégate a la ilusión. ¡Vive !
  • 32. Se oye el sonido de la bocina de los bomberos. Alejandrito gira. Jodo Viejo ha desaparecido. El niño se aleja corriendo. 40.- CUARTEL DE BOMBEROS. EXTERIOR. La bocina del cuartel suena estrepitosamente. Hombres, viniendo de diversas direcciones, entran corriendo en el cuartel, son los bomberos. 41.- CASA UKRANIA. INTERIOR. Al escuchar la atronadora bocina, Jaime da un atlético salto por sobre el mostrador y sale corriendo. Se cruza con alejandrito que entra corriendo. El niño abre precipitadamente una caja de cartón, entre las muchas que hay en la tienda, saca de ahí su casaca y su casco de bombero. 42.- CUARTEL DE BOMBEROS. EXTERIOR. La gran puerta del edificio está abierta. El carro de los bomberos (con sus mangueras, sus escaleras y sus hachas) sale del edificio. El grupo de los bomberos, unos 35, está acomodado en la parte trasera del carro como un racimo humano. Todos tienen casacas largas de hule negro y un casco. Detrás de ese carro viene un camión cisterna trayendo el agua... En el momento en que el carro sale, Alejandrito llega corriendo y se trepa entre los bomberos, junto a su padre. 43.- CARRO DE BOMBEROS EN MOVIMIENTO. Alejandrito viaja en el carro, agarrado a una pierna de Jaime. JAIME.- Niño tonto, ¿qué vienes a hacer aquí? ALEJANDRITO.- No soy tonto, soy bombero. Vengo a apagar el incendio... Jaime está furioso. Grita hacia el chofer. JAIME.- ¡José, para el carro! CAPITAN PEDRAZA.- No, compañero. El barrio de los cesantes está ardiendo. Si no llegamos a tiempo morirán todos. Jaime se da cuenta que no podrá detener al carro.
  • 33. JAIME.- ¡Carajo y recarajo! (Al niño) ¡Baboso, agárrate bien! 44.- BARRIO DE LOS CESANTES. Un violento incendio está destruyendo un grupo de casas precarias Los cesantes están desesperados. El camión de bomberos con el vehículo cisterna llega al sitio. Los bomberos se afanan conectando la mangueras, preparando las hachas. Jaime sienta a Alejandrito sobre las escaleras que trae el camión. JAIME.- Aquí te quedas. Toma este silbato. Estos cesantes son ladrones. Cuidarás que no se roben las hachas, ni las escaleras, ni las mangueras, ni las ruedas, ni los tornillos, ni las tuercas, nada. Si alguien se acerca más de lo debido, haz sonar el silbato. Y yo vendré a romperles el culo a patadas. ¿Entendiste? ALEJANDRITO.- Sí, papá, entendí. Por favor, cuídate. JAIME.- ¿Qué? ¿Tienes miedo? ¿Eres un hombre o no? ALEJANDRITO.- Soy un hombre. No tengo miedo. JAIME.- Bien. Si te roban aunque sea un clavo, te partiré otro diente. Jaime se va corriendo hacia el incendio, donde los otros bomberos lanzan chorros de agua con sus mangeras. Jaime, como poseído, comienza a dar hachazos en las frágiles paredes. Un círculo de cesantes, hombres, mujeres y niños rodea al carro de bomberos. ALEJANDRITO.- Si se acercan vendrá mi padre a romperles el culo a patadas. Un cesante se trepa al camión y agarra un hacha. Alejandrito tocando el pito se lanza sobre el ladrón. Se agarra del mango del hacha. El cesante lo sacude como si fuera un trapo. El niño no se suelta. Los otros cesantes corren hacia el carro dispuestos a despojarlo de lo que puedan. Llega Jaime hecho una furia. Ataca al ladrón y de un golpe lo lanza fuera del carro. Luego comienza a alejar a los cesantes dándole patadas en el culo, a hombres, mujeres y niños. Alejandrito, orgulloso le entrega el hacha. ALEJANDRITO.- Toma papa. No dejé que la robara. JAIME.- No te voy a felicitar. Cumpliste con tu deber, eso es todo.
  • 34. El incendio ha sido apagado. Los restos de las casas humean. Los bomberos regresan al carro. El carro va a partir. Jaime grita. JAIME.- ¡Alto! Falta el capitán Pedraza. Los bomberos van hacia los restos y comienzan a escarbarlos. UN BOMBERO.- ¡Aquí está! Las bomberos extraen de los restos humeantes el cadáver del Capitán Pedraza convertido en una sola llaga negra, horroroso. Alejandrito se tapa el rostro con las dos manos. 45.- CALLE CENTRAL DE TOCOPILLA. NOCHE. La sirena del cuartel de bomberos no cesa de ulular. Centenares de personas ven pasar el desfile funerario del bombero muerto. Primero avanza la orquesta de bomberos tocando una desgarradora marcha fúnebre. Luego viene el carro de bomberos llevando un féretro blanco. El ostentoso vehículo está casi cubierto de coronas. Detrás del carro avanza Alejandrito, vestido como los otros bomberos, con su traje de gala, tratando de ocultar su inconmensurable angustia. Detrás de él vienen las compañías de bomberos, son tres.En total 75 bomberos. Cada uno lleva un antorcha. (Justo detrás de Alejandrito marcha Jaime). Como todas las luces de Tocopilla están apagadas, las llamas de las teas, crean grandes sombras que se agitan. El niño, aterrado, ve las sombras como inmensos buitres. Luego ve a la gente que mira el desfile con sus cabezas convertidas en calaveras. Le parece que la estrella blanca que lleva en el pecho de su casaca, cobra vida y trepa como una especie de araña blanca, hasta llegar a su cara para asfixiarlo. 46.- INTERIOR DEL FERETRO. Alejandrito está dentro del ataúd, pegado al cadáver calcinado del bombero. El monstruoso ser le dice, con siseos de culebra:
 CADAVER.- ¡Dios no existe! ¡Te mueres y te pudres! ¡Después no hay nada! El niño se ve cubierto de gusanos. Comienza a chillar de terror y asco. 47.- CALLE CENTRAL DE TOCOPILLA. NOCHE. El desfile continúa. Alejandrito retrocede hacia su padre y se aferra
  • 35. a él, temblando de miedo, en pleno delirio. ALEJANDRITO.- ¡Me morí, papá! JAIME.- Cálmate, ladilla. No me dejes en vergüenza. Eres la mascota. Alejandro cae desmayado. Jaime lo levanta e imitando una gran calma comienza a salir del desfile. Le sonríe a los bomberos que marchan cerca de él. JAIME.- No es nada. Un malestar ligero. Esta mañana se despertó con fiebre. Lo llevo a casa y luego vuelvo. Jaime, con su hijo desmayado en brazos, corre y se hunde en las sombras. 48.- PATIO DE LA CASA DE JAIME. Jaime, en cuclillas, está en un pequeño patio de su casa, muy serio, quizás triste, poniendo en la tierra pedazos de madera para hacer una fogata. Junto a el tiene una caja de cartón. Alejandrito, vestido con un pijama, con cara de recién haberse despertado, se acerca a su padre. ALEJANDRITO.- ¿Por qué no me despertaron? Ya es muy tarde. No fui al colegio. JAIME.- Te desmayaste en el entierro. El doctor dijo que te dejáramos dormir. Dormiste dos días seguidos. ¿Ahora te sientes bien? ALEJANDRITO.- Sí papá, me siento muy bien JAIME.- ¡Pues yo me siento muy mal! Todos se dieron cuenta de tu cobardía. Y ahora no cesan de burlarse de mí. Un grupo de bomberos, frente a la fogata, indican hacia Jaime y se burlan, cuchicheando entre ellos. BOMBEROS.- Jaa, jaa... De tal padre, tal hijo... Si el hijo es cobarde, el padre también... Aunque los judíos se vistan de bombero, judíos se quedan... Los bomberos se esfuman. JAIME.- Tengo vergüenza. ALEJANDRITO.- Lo siento mucho, papá.
  • 36. JAIME.- Cállate. Jaime saca de la caja su uniforme de bombero y el uniforme de su hijo, también los dos cascos. Los pone sobre los maderos, rocía el todo con una botella de alcohol y enciende la fogata. 49.- EL CERRO CON SU CAMINO FORMANDO ANGULOS. Desde arriba, por el camino que desciende del cerro baja un grupo de 300 personas. Son los mineros cesantes, con sus mujeres e hijos, que vimos al comienzo del filme en la toma 5. SE escucha la música de las monedas del toni Piripipí. VOZ DE JODO VIEJO.- El dinero es de todos pero se pertenece a sí mismo. Sólo es tuyo cuando está entre tus manos, Pero esas manos no son tuyas. El dinero es la luz del mundo, Cuando las nubes ocultan al sol, no cesa el brillo del oro. 50.- OFICINA DEL ALCALDE. Un empleado municipal entra corriendo. Lo recibe el Alcalde. En la pared, detrás de su escritorio, hay una gran fotografía del dictador Ibañez. EMPLEADO.- ¡Ya están bajando el cerro, señor Alcalde! ALCALDE.- ¿Cuántos? EMPLEADO.-¡Unos trescientos! ALCALDE.-¡Madre mía! El Alcalde descuelga el teléfono. ALCALDE.- ¡Teniente Cuevas, rápido, dé la alarma! ¡Ejecuten el plan “Ratonera”! 51.- CALLE VERTICAL QUE BAJA DEL CERRO HASTA LA PLAYA. Suena ininterrumpidamente una estruendosa sirena de alarma. (El ulular continuará en 49 y 50). Carabineros con máscaras anti gases
  • 37. ponen barreras al borde de la calle vertical y en las esquinas donde se cruza con las calles horizontales. En estas últimas barreras se colocan soldados con ametralladoras. 52.- CALLES HORIZONTALES. Apresuradamente los vecinos cierran puertas y ventanas. Los comerciantes, con gran estruendo, bajan sus cortinas de fierro. Una madre persigue a un niño que sale corriendo. Lo atrapa, le da un palmetazo. Se lo lleva de regreso a la casa y cierra con fuerza la puerta. Por todos lados gente corre a guarecerse. 53.- CALLE VERTICAL QUE BAJA DEL CERRO. El gran grupo de cesantes comienza a bajar por la calle, pasando por delante de la Casa Ukrania. Jaime. Sara y Alejandro, de pie, encerrados en la vitrina, protegidos por su vidrio, los miran pasar. Detrás de los mineros se coloca un camión de limpieza que avanza regando la calle todo a lo ancho para desinfectarla. Los soldados con gestos amenazantes les indican que deben bajar hasta la playa. Un minero cae al suelo y dando unos estertores, muere. Lo mismo le sucede a otros dos mineros. El gran grupo sigue bajando. Unos carabineros, con máscaras y guantes de hule, meten los restos de esos mineros apestados en la caja delantera de un camión cavador. 54.- REDUCTO FRENTE AL MAR. El grupo desemboca en la playa, frente al mar. Como hormigas, un batallón de carabineros, con muros portátiles, encierra a esa masa de gente en una espacio reducido. El Teniente Cuevas les habla por medio de una bocina. TENIENTE CUEVAS.- ¡Aquí se quedan! ¡Prohibido salir! ¡Al que dé un solo paso afuera se le fusilará! ¡Han puesto en peligro a todo Tocopilla! ¡Son portadores de la peste! ¡Si quieren comer, pónganse a pescar! UN MINERO.- ¿Y el agua? ¡Aquí no hay agua! TENIENTE CUEVAS.- ¡Pidan a su Virgen que haga llover! 55.- CASA UKRANIA. EXTERIOR. Frente al negocio hay una carreta aguadora tirada por cuatro burros. Jaime sale del negocio acompañado por Sara y Alejandrito. Abraza a su mujer.
  • 38. SARA.- Es una locura. No vayas. JAIME.- ¡Silencio, mujer, les demostraré a esos bomberos de mierda que soy más valiente que ellos! Jaime se sube a la carreta y empuña las riendas. Grita. JAIME.- ¡Arré! Los burros con gran esfuerzo comienzan a caminar. Llega corriendo como puede el Alcalde, porque es cojo, acompañado por sus secretarios lambiscones, y se para frente a la carreta con los brazos abiertos. ALCALDE.- ¡Detenga el carro, don Jaime! Jaime detiene el carro. JAIME.- ¡Soooo! ALCALDE.- Usted quiere distribuir agua entre los apestados. Es muy loable su generosidad. Pero eso se puede prestar al acarreo de piojos que como todos sabemos tienen un hocico venenoso. Usted mismo puede ser mordido y caer fulminado por el tifus. Pondría en peligro a su mujer, su hijo, sus vecinos y a toda Tocopilla. ¡Déjelos beber agua salada, don Jaime! JAIME.- Compañero, somos un rebaño. Si ellos tienen sed, usted y yo tenemos sed. Como hombres, debemos asumir esa responsabilidad. ¡Si ustedes son cobardes, yo no! ¡Arréee! Los burros tiran al coche. El alcalde , enjugándose el sudor de la frente, esquiva al carro. Sara y Alejandrito, uno junto a la otra, sin tocarse, ven alejarse el carro. 56.- REDUCTO FRENTE AL MAR. Jaime entra al reducto con su carro. La multitud de cesantes se lanza hacia el cucharón distribuidor, prensando a los burros, dando codazos en la cabeza a los niños, estirando las manos con cualquier cosa que sirva de recipiente. MINEROS.- ¡A mí! ¡A mí! ¡A mí! JAIME.- ¡Calma! ¡Calma! ¡Habrá agua para todos! Un minero saca un cuchillo y da una puñalada en el cuello a un burro. Bebe su sangre. Otros liberan a los burros de las carretas y se los llevan. JAIME.- ¿Qué hacen con mis burros?
  • 39. UN MINERO.- Los vamos a comer. JAIME.- ¿Pero cómo les traigo agua mañana? UN MINERO.- ¡No hay mañana cuando hay hambre hoy! 57.- CALLE QUE SUBE DE LA PLAYA HACIA LA CIUDAD. ATARDECER. Jaime. como ebrio, con una fiebre muy alta, marcha por la calle rumbo a su casa. Tiene el rostro enrojecido por erupciones parecidas al sarampión. Balbucea palabras incoherentes... La gente lo ve pasar encerradas en sus casas. Cuando Jaime se ha alejado unos diez metros, salen y vierten líquidos desinfectantes por donde pasó y barren la calle. 58.- CASA UKRANIA. EXTERIOR. Jaime, zigzagueando, llega ante la tienda. Ahí están Sara y Alejandrito exactamente igual a como estuvieron cuando se fue Jaime. Este, debilitado por la fiebre, cae de rodillas. Sara lanza un agudo grito musical. Ayudada por Alejandrito, lo levanta, lo introduce en la tienda, lo deja tirado en el suelo e inmediatamente baja la cortina de hierro. Apenas la cortina llega al suelo, aparece el Alcalde seguido por un grupo de carabineros. El cojo, con su zapato ortopédico, patea la cortina. ALCALDE.- ¡Basta, señora, no sacan nada con encerrarse así! ¡Esta peste no perdona! ¡Si no se entregan morirán ahí dentro convirtiendo a la Casa Ukrania en un foco de infección, lo que nos obligará a quemar todo el edificio! ¡Mejor mueran en el hospital! El alcalde vuelve a patear la cortina. 59.- CASA UKRANIA. INTERIOR. La cortina se remece por las patadas que afuera le da el Alcalde. Alejandrito, de pie en un rincón oscuro, se tapa los oídos. (Será testigo de toda esta escena). Sara acuesta a Jaime sobre un mostrador y lo desviste. Jaime tiene convulsiones. Sara trepa sobre el mostrador, se sienta sobre Jaime. Mira hacia el techo. SARA.- Dios, yo te siento en mí. Soy parte tuya. No soy nada, no sé nada, no puedo nada.Tú eres todo, lo sabes todo, lo puedes todo.
  • 40. Soy las orillas de ese gran río que tú eres. Atraviésame y lanza sobre él tu caudal sanador. Sara se sube la falda, no tiene calzones. De rodillas, avanza hasta tener el rostro de Jaime cerca de su pubis. Lanza un potente chorro amarillo. A medida que su rostro es bañado por la orina, Jaime se va calmando. Cuando cesa el chorro, Jaime suspira, recuperando la conciencia. Las ronchas han desaparecido. Sara llora de felicidad, abrazándose a él. JAIME.- No puedo ayudar al pueblo. No tengo raíces. Este país no es mío. Fracasé. SARA.- Tu no puedes fracasar. Eres tan fuerte como Stalin. JAIME.- No. SARA.- Sí. Más fuerte aún. Tan fuerte como Dios. JAIME.- Dios no existe. SARA.- Sí existe, él te ha sanado. Siente su presencia, en tu corazón. Jaime respira profundamente. JAIME.- En mi corazón sólo estás tú. Sara, Sara, Sara, mi Sara, mi fiel Sara, mi sufrida Sara, perdóname. No es Dios quien me ha sanado, sino tú. Te lo agradeceré siempre. Me has devuelto la fuerza. ¡Ya sé como salvar a todos los pobres! ¡Chile no puede continuar viviendo en la mentira de un tirano! ¡Tengo que ir a Santiago para matarlo! ¡Le daré un tiro en la cabeza! 60.- CASA UKRANIA. EXTERIOR. Se comienza a alzar la cortina de hierro. El Alcalde, que estaba dormitando en un sillón, se levanta apresurado dando ordenes al grupo de carabineros. ALCALDE.- ¡Aleluya! ¡Se rinden! ¡Pero si intentan huir, plomo con ellos! Los carabineros apuntan hacia la tienda. Aparecen Jaime, Sara y Alejandrito saludando contentos. Ni el Alcalde ni los carabineros paralizados por la sorpresa saben qué hacer. JAIME.- ¡Estamos vivos, compañeros! SARA.- ¡Gracias a Dios, vencimos a la peste!
  • 41. Los carabineros se ponen a aplaudir. El Alcalde, obligación le dice a su secretario : ALCALDE.- ¿Gracias a Dios ? ¡Hum ! Los judíos lo crucificaron. El diablo los ayudó. En fin, aplaudamos,. El Alcalde y el secretario unen sus aplausos a los de los carabineros. Llega el enano propagandista en zancos. Ahora es un Cristo que mide tres metros. ENANO.- ¡Casa Ukrania, nuestros precios son un milagro! 61.- BIBLIOTECA DE LOS MASONES. EXTERIOR. Acercamiento gradual al edificio de la biblioteca. 62.- BIBLIOTECA DE LOS MASONES. INTERIOR. Jaime está sentado ante una mesa, leyendo un libro. Hay muchos otros libros. Todos tratan de Ibañez. Delante de él hay una fotografía enmarcada de Ibañez. Cerca de él, observándolo con intensidad, vemos a Adán. Jaime, entusiasmado, cierra el libro y se lo lanza hacia el pecho. Adán, impasible, recibe el golpe y abraza al libro. JAIME.- ¡Ya lo tengo, compañero! ADAN.- ¡Aleluya! 63.- CASA DE JAIME. INTERIOR. Jaime, con el retrato de Ibañez bajo el brazo, entra corriendo. Lanza lejos el retrato. Saca de una mesita de noche, junto a su cama, un revólver. Grita. JAIME.- ¡Sara! Entra corriendo Sara. Detrás de ella viene Alejandrito. Miran como hipnotizados a Jaime sin decir nada. JAIME.- ¡Encontré su debilidad! ¡Por sobre todas las cosas ama a su caballo! Toma la pistola y la mete en su calzoncillo junto al sexo. JAIME.- Ningún milico me va a palpar aquí.
  • 42. 64.- MUELLE. Junto al muelle hay una lancha. En el mar, a unos 500 metros, hay un barco. Jaime llega al muelle cargando una bolsa de marinero. La acompaña Sara y Alejandrito. Antes de bajar por la escala que lo lleva a la lancha, Jaime toma las manos de Sara. Él y ella se miran con gran intensidad. JAIME.- Si fracaso, esta separación puede ser para siempre o durar muchos años... SARA.- Tu eres la flecha, Dios te ha lanzado. No puedo desviar tu trayectoria. Nos une un lazo invisible, que nada ni nadie puede cortar. Te volveré a ver, en este mundo o en el otro. Los tres se abrazan. ALEJANDRITO.- Te esperaré papá, el tiempo que sea, sin crecer. Jaime entra en la lancha que parte llevándolo hacia el barco. El niño, inmóvil, reteniendo su dolor, mira hacia el barco. Lo acompaña Jodo Viejo. JODO VIEJO.- El mar del infinito se lo va tragando todo, menos este instante. Una parte de nosotros aquí se va a quedar, como una fotografía clavada en la eternidad. Sara saca unas tijeras y mientras la lancha se aleja, se va cortando los cabellos, al mismo tiempo que canta. ​ SARA.- Mientras viva te amaré, pero este amor solitario, en mi pecho por santuario. sólo yo conoceré. Sara, con el pelo cortado, parece ver por primera vez a Alejandrito. Lo toma entre sus brazos. SARA.- Eres mi hijo. Perdóname. Alejandrito abraza con intensidad a su madre, como un naúfrago que se prende de una tabla de salvación. 65.-BARCO EN EL MAR.
  • 43. Mientras el barco que lleva a Jaime avanza por el océano, se escucha recitar a su voz. VOZ DE JAIME.- Gracias por este navegar hacia el fin de la miseria. Gracias por esta cadena de mártires con el pecho abierto. 66.- CAMAROTE DEL BARCO. INTERIOR. Las manos de Jaime limpiando cuidadosamente su pequeño revólver. VOZ DE JAIME.- Gracias por este odio que danza en la médula de mis huesos. Gracias Dios por llevarme a donde me estás esperando. Se abre el armario y sale sigilosamente Adán, apuntando con un revólver a Jaime que está de espaldas sentado ante una mesita, concentrado en limpiar su pistola. Adán apoya su revólver en la nuca de Jaime. JAIME.- ¿Qué diablos… ? ADAN.- Compañero, siento molestarlo. Jaime gira con cuidado y enfrenta a Adán. JAIME.- ¿Pero, qué haces aquí? ¿Por qué me amenazas? ADAN.- En la biblioteca de los masones, viéndolo estudiar el carácter del dictador, comprendí su plan. Usted viaja para asesinar a Ibañez. JAIME.- ¿Eres de la policía secreta? ¿Me estás arrestando? ADAN.- Nada de eso. Voy a impedir que usted lo mate porque, debo matarlo yo. Por tres motivos: usted es judío y es un chileno quien debe hacerlo. Yo soy joven y usted es un viejo. El asesino pasará a la historia, y yo quiero pasar a la historia. JAIME.- ¿Qué clase de comunista eres? ¡Sólo piensas en ti mismo,
  • 44. no en nuestro pueblo! ADAN.- Ese pueblo no es suyo, es mío. Y si no se calla, le abriré en la cabeza un agujero del tamaño de un puño. Como viajo de contrabando permaneceremos aquí encerrados los tres días que dura el viaje. El agua del lavatorio será nuestro alimento. Al llegar a Valparaíso lo dejaré maniatado y amordazado… Yo iré a cumplir la histórica ejecución. JAIME.- ¡Idiota ! Jaime dando un repentino salto lo toma del brazo, le patea la entrepierna, le machuca los dedos contra la pared, le hace soltar el arma y lo envia por los aires hacia la taza del váter. Allí cae sentado Adan, quejándose como un niño… Jaime recoge el revólver y se lo pone delante de las narices. JAIME.- ¿De dónde sacaste este revólver ? ADAN.- Era de mi padre. Un periodista que por citar a Bakunin, «Derrocamiento del Estado tutelar y del monopolio financiero », Ibañez lo metió en una cárcel donde, según ellos, murió de muerte natural. JAIME.- Ahora entiendo. En verdad no quieres matar al tirano para pasar a la historia, sino porque asesinó a tu padre… ADAN.- Así es … Quiero descerrajarle una lluvia de tiros sacrificando mi propia vida para arrancarle la suya. JAIME.- Bien, tú lo borrarás de este mundo. Y yo te ayudaré. ¿De acuerdo? ADAN.- De acuerdo, compañero. Jaime le devuelve el revólver a Adan. JAIME.- ¿Tienes algún plan? Ibañez está rodeado de guardaespaldas. Y para llegar a él tendremos que atravesar incontables barreras… ADAN.- No iremos a la montaña, la montaña vendrá a nosotros… Adan saca de un bolsillo un periódico que despliega. ADAN.- En dos meses más, el presidente, sus carabineros, sus policias civiles y sus matones personales, irán a visitar un concurso de perros disfrazados… 67.- VISTA AEREA DE SANTIAGO.
  • 45. La toma termina en la Quinta Normal. VOZ DE JODO VIEJO.- Mi padre pensó así : « Si el destino me ofrece un loco decidido a perder su vida, acepto el don, le pago dos meses de hotel, le compro el perro… 68.- QUINTA NORMAL. SALA DEL CONCURSO. ENTRADA. EXTERIOR. Gente haciendo cola para entrar en la exposición. En la puerta hay carabineros registrando a los que va a pasar. Todos llevan en los brazos perros disfrazados, uno de bebé humano, otro de princesa de cuentos de hadas, otro de Charlie Chaplin, otro de pirata, otro de momia, otro de bailarina hawaiana, otro de calavera, por fin vienen Jaime y Adan conduciendo a un gran perro disfrazado de Canguro. VOZ DE JODO VIEJO.- … fabrico su disfraz de canguro y lo dejo realizar el crímen. Después me lavo las manos las manos y regreso sano y salvo a Tocopilla ». 69.- INTERIOR DE LA EXPOSICION. Es la entrega de premios. En un escenario improvisado hay un cura secundado por cuatro damas aristócratas y feas. Cada mujer tiene un hueso en las manos, uno de oro, uno plata, uno de cobre y uno negro. Hay además, sentados y sin tocar, un cuarteto de músicos clasicos. El publico se compone de gente con sus perros disfrazados. Entre ellos está Adan con su perro-canguro, acompañado discretamente por Jaime. CURA.- Amas y amos de estos queridos canes, ha llegado el momento de impartir los cuatro premios. (Abre un sobre). El hueso de cobre le corresponde al perro- Napoleón. El amo del perro disfrazado de Napoleón se acerca y recibe de una dama el hueso de cobre. Aplausos. El cura abre un segundo sobre. CURA.- El hueso de plata le corresponde a la perra-geisha. El ama de la perra disfrazada de geisha se acerca y recibe de una dama el hueso de plata. Aplausos. El cura abre un tercer sobre. CURA.- El hueso de oro le corresponde al perro-San Francisco. Una vieja pechoña, ama del perro disfrazada de geisha se acerca y recibe de una dama el hueso de oro. Aplausos. El cura abre un cuarto sobre. CURA.- Y el hueso negro, premio al peor disfraz, le corresponde al perro-canguro. Adan, haciéndose el ofendido, sube a recibir el hueso negro que le
  • 46. ofrece la cuarta dama. El publico silba, abuchea y rie. Adan se coloca junto a los amos y perros premiados. Los músicos empiezan a tocar un vals vienés. Algunos periodistas fotografían al conjunto. Jaime se acerca y se coloca en la primera fila, tratando de no llamar la atención. El cura, que se había ausentado, llega de pronto, exitado y hace interrumpirse a los músicos en medio del vals. CURA.- Silencio por favor. Ha llegado la comitiva presidencial. ¡Músicos, el himno nacional ! Ibañez, vestido de impecable uniforme militar, con el pecho cruzado por una banda tricolor, alto, rígido, robusto, huesudo, un rostro impresionante por lo blanco, brillantes ojos azules, pelo negro corto y un bigote espeso, avanza delante de su comitiva. Lo siguen guardadespaldas, soldados, carabineros, ministros y autoridades eclesiásticas. El paso regular del Presidente, su falta de expresión en la cara como una máscara de mármol, sus brazos que no se balancean, inmóviles a los costados, imponen el respeto. La gente, admirativa y tambien aterrorizada, se levanta y junta las manos como si le rezara. Jaime, impresionado, traga saliva, disimulándose lo más que puede. Adán mete una mano en la bolsa marsupial de su perro-canguro, saca el revólver y corre hacia el presidente apuntándolo con el arma. Jaime, llevado por un impulso que lo sobrepasa, lanza un grito. JAIME.- ¡No! Todo comienza a transcurrir con una inmensa lentitud. Ibañez, sin expresar el más minimo temor, se detiene, y le hace frente a la muerte como una noble estátua de cera. La comitiva también se detiene, paralizada. Adan, con la cara desencajada, chorreando sudor, temblanco casi hasta la epilepcia, indigno, lanza un chillido y aprieta el gatillo, sin que salga la bala. El tiempo recupera su ritmo normal. Adan trata dos veces de disparar. Clic, clic, no salen las balas. Jaime dando unos saltos rápidos, se para delante de Ibañez, abriendo los brazos en cruz. JAIME.- ¡No dispares! ¡Esta no es la muerte que don Carlos merece ! ADAN.- ¡Muerte hay una sola ! Adán, fuera de sí, apoya el revólver en la frente de Jaime y vuelve a gatillar. No sale nada. Jaime le toma el brazo. Adan lucha por desprenderse sin soltar el revolver. Vuelve a gatillar . Sale un tiro que le revienta la cabeza al
  • 47. canguro. Una fuerza tremenda, de loco, convierte a Adan en un energúmeno. Polocías, soldados y guardaespaldas tratan de dominar al poseso. Adán se abraza a Jaime. Ambos caen al suelo. Los guardaespaldas y carabineros patean a ambos. Jaime recibe parte de la lluvia de patadas destinadas al culpable. Los soldados apoyan sus rifles en el cuerpo de Adán y Jaime. Ibañez lanza un grito ian autoritario que paraliza a todos. IBAÑEZ.- ¡Alto ahí ! ¡No lo maten! ¡Es un pobre loco! ¡Llévenlo al manicomio! ¡Y que el acto continúe ! La orquesta toca un vals vienés. Soldados y carabineros se llevan a Adán. El publico se pone en fila para mostrar sus perros disfrazados. Ibañez , seguido por sus guardaespaldas, observa a cada perro y le da la mano a su amo. Ellos le besan la mano. Mientras tanto Jaime, adolorido se levanta y sacude el polvo de su traje. Ibañez, mientras le besan la mano derecha, con un movimiento de su brazo y mano izquierda, leve pero preciso, le ordena que se acerque. Jaime, respetuoso, se acerca al Presidente. IBAÑEZ.- Lo felicito, caballero: se comportó como un ciudadado ejemplar. ¡Por salvar al Presidente puso en peligro su vida! ¡Si no se atasca el tiro, ese demente le hubiera volado los sesos! ¡Usted merece una recompensa ! JAIME.- Señor, no quiero dinero, sólo le pido una cosa: como me encantan los equinos, mi sueño es convertirme en caballerizo y servirle a usted. IBAÑEZ.- Su pedido es oportuno. Don Aquiles, el viejo cuidador de mi caballo, quiere jubilarse. Le enviaré de inmediato a mi fundo para que él lo prepare y en un par de meses iré a ver cómo usted se desempeña. Si Bucéfalo luce contento, lo engancharé por un tiempo ilimitado. 70.- CAMINO AGRESTE EN EL SUR DE CHILE. En un vehículo militar viaja Jaime conducido por dos robustos soldados. Mientras el vehículo avanza, Jaime mira el paisaje y piensa. VOZ DE JODO VIEJO.- Mi padre estaba desconcertado. Ibañez era un soldado valiente, capaz de morir con dignidad. Para explicarse a sí mismo por qué había impedido que el anarquista lo asesinara, pensaba… VOZ DE JAIME.-Matarlo durante una actividad oficial, vestido de
  • 48. gala, hubiera sido abrirle con honor las puertas de la historia.¡El crímen debe suceder en lo íntimo, con Ibañez vestido de civil derramando lágrimas! ¡No debo apuntar a su cuerpo sino a su alma! 71.- ENTRADA DEL FUNDO. El vehículo militar llega ante la puerta del fundo. (Un extenso campo, con un conjunto de árboles y una gran caballeriza). Jaime desciende. Lo soldados, sin saludar a nadie, inmediatamente ponen en marcha el vehículo y se aleja a toda velocidad. Jaime queda de frente a don Aquiles,un viejo pequeño y desdentado, con el rostro surcado por profundas arrugas, vestido con un pantalón raído, una camisa de la misma tela, parchada, y un sombrero de paja. AQUILES.-Soy Aquiles, para servirle, caballero. JAIME.- No me respete tanto. Tráteme como lo que soy, su alumno. AQUILES.-Usted no es mi alumno sino mi futuro reemplazante. Poco tiempo le queda a mi viejo cuerpo… Venga… Le voy a mostrar el reino de Bucéfalo… El ser que Don Carlos más ama en el mundo… Andando con dificultad Aquiles conduce a Jaime hacia el interior del fundo… 72.- GRAN CAMPO. Aquiles conduce a Jaime por un camino que se extiende junto al extenso campo. AQUILES.- Estas tierras son para el exclusivo uso del caballo… 73.- CABALLERIZA. EXTERIOR. Aquiles y Jaime llegan ante una gran caballeriza. AQUILES.- Como puede ver, el único edificio del fundo es esta caballeriza, construída especialmente para Bucéfalo… Le voy a presentar al favorito. Es muy desconfiado. Manténgase detrás mío. Jaime se coloca detrás de Aquiles, casi pegado a su espalda. Entran en la caballeriza. 74.- CABALLERIZA. INTERIOR. Un lugar dividido en varios compartimentos para caballos. Al avanzar , Aquiles abre la puerta de uno donde hay dos colchones con dos frazadas militares bien plegadas y una pequeña almohada.
  • 49. AQUILES..- Aquí dormirá usted, cerca mío. Nos levantaremos cada día al alba, para ocuparnos de la salud y el bienestar de Bucéfalo, no dejando una sola pulgada de su cuerpo sin tocar, frotar y acariciar. ¿Usted cree en Dios? JAIME.- Creo que creo, AQUILES.- Olvide a Dios. Desde ahora sólo crea que cree en Bucéfalo. Aquiles lleva a Jaime hasta un gran compartimento. Se oye un calmo relincho. VOZ DE AQUILES .- Le voy a mostrar su Dios. No se mueva. No hable. Sea humilde. Aquiles entra al gran compartimento y sale conduciendo un hermosísimo caballo blanco. Jaime lo observa inmóvil. El caballo, al ver a un desconocido, se alza sobre sus patas traseras, amenazador. Jaime no se mueve. El caballo se calma. AQUILES.- ¿Comprendió? Usted es su servidor, no le exija jamás algo que él no pueda hacer. Trate de entender su lenguaje, puede captar sus emociones por la posición de sus orejas, el temblor de sus fosas nasales o la intensidad de sus vientos. Por el sabor de su sudor puede saber si algo lo ha asustado o si está cansado. Hoy Bucéfalo amaneció con el lomo opaco, aunque el día se ve soleado, se va a descargar una lluvia torrencial. Se escucha un trueno. Por la puerta abierta se ve caer una lluvia intensa. 75.- CABALLERIZA. EXTERIOR. El edificio está siendo bañado por la lluvia torrencial. 76.- CABALLERIZA. INTERIOR. Jaime está durmiendo en su colchón. Es el alba. Aquiles se levanta. Toma un balde lleno de agua y lo arroja sobre el rostro de Jaime. Este se despierta. JAIME.- ¡Viejo de mierda! ¡Ya llevas un mes depertándome así todas la mañanas! AQUILES.- Y todas las mañanas tú me insultas en lugar de agradecerme. Cuando yo no esté, nadie te despertará. Y eso es peligroso para Bucéfalo. Vamos, ven, tenemos que lavarlo, cepillarlo
  • 50. y darle su comida. 77.- CAMPO. En la mañana, Aquiles sin tener a Bucéfalo amarrado por una cuerda, hace que de vueltas alrededor de él. Pegado a su espalda está Jaime, moviéndose lo menos posible para no perturbar al caballo. AQUILES.- ¡Bucéfalo! Bucefalo se detiene y se acerca a Aquiles que lo llama. AQUILES.- Basta de dar vueltas. Ya has hecho bastante ejercicio. Ven, te la has ganado. Bucéfalo se acerca al ver la zanahoria que le offre el viejo. Aquiles entonces le pone la zanahoria en la mano a Jaime. Este estira la mano con cierta torpeza. El caballo inmediatamente retrocede. AQUILES.- Tenle respeto, nada de movimientos torpes. Los hombres pueden ser delicados. Jaime le ofrece al caballo, con delicadeza, la zanahoria. El caballo , con desconfianza se le acerca. AQUILES.- Míralo con cariño, directo a los ojos. Jaime asi lo hace. El caballo retrocede. AQUILES.- Tú también retrocede. Jaime retrocede. El caballo se le acerca unos pasos. AQUILES.- Si él se acerca, acércate tú. Jaime da unos pasos. El caballo da otros. Se encuentran muy cerca. Jaime le acaricia con verdadera delicadeza. El caballo acepta la zanahoria y la mastica. AQUILES.- Ahora háblale en forma serena y monótona hasta que tu voz entre a formar parte de su mundo. JAIME.- (Con voz grave) Bucéfalo… El caballo se aleja un poco. AQUILES.- Demasiado grave… JAIME.- (Con voz aguda) Bucéfalo… El caballo se aleja otro poco
  • 51. AQUILES.- Demasiado aguda… JAIME.- (Con voz que viene del intelecto) Bucéfalo… AQUILES.- Esa voz viene de tu cerebro. Haz que no salga de tu cabeza sino de tu pecho, una voz llena de corazón. JAIME.- (Con voz emocional) Bucéfalo… AQUILES.- Eso es… Sigue… JAIME.- Amigo, tú lo tienes todo, comida, tierras, albergue, un amo que te ama como si fueras un Dios. Yo me crié en la calle, en el desprecio, entre seres crueles, teniendo que aullar como perro herido para que me dieran un poco de cariño… Nadie me dijo «Te quiero». Me encerraron en una fortaleza, donde viví hasta ahora, sediento de ternura. Ni a mi mujer ni a mi hijo les di lo que ahora te estoy dando. Y nunca recibí lo que ahora me das tú. Jaime casi derramando lágrimas, abraza al caballo. AQUILES.- Muy bien, Jaime… Ya puedes sacar a pasearlo. Pero ten mucho cuidado con dos cosas. La primera: Por ningún motivo debes montar en Bucéfalo. Si lo haces y don Carlos se entera, te hará fusilar. La segunda… Don Aquiles saca de un bolsillo un cartoncillo doblado. En en hay una flor amarilla. Lo abre. AQUILES.- ¿Qué ves aquí ? JAIME.- Una flor. AQUILES.- ¿De qué color ? JAIME.- Amarilla. AQUILES.- Mete en tu memoria esta imágen. Apenas veas flores semejantes, córtalas. El caballo se vuelve loco de placer cuando las come, pero para él son un terrible veneno . Aquiles cierra el cartoncillo y se lo da a Jaime. Este lo guarda en un bolsillo. 78.- GRUPO DE ARBOLES. Jaime corre feliz junto al caballo. Ya son amigos. 79.- INTERIOR CABALLERIZA. NOCHE.
  • 52. Aquiles y Jaime duermen. Suena muy fuerte un teléfono. Aquiles se despierta. Jaime también. Aquiles levanta una caja de cartón sin fondo. Descubre un teléfono rojo. Lo descuelga. AQUILES.- Para servirle, don Carlos… Bucéfalo está muy bien… Si, señor… Se lo tendré ensillado. Aquiles ve el rostro interrogante de Jaime. Le explica. AQUILES.- A cualquier hora el coronel llama para enterarse de la salud de su mejor amigo. Vendrá mañana. Pero yo, esta noche, regresaré a mi orígen. Aquiles de da una pala a Jaime. AQUILES.- Venga… 80.- CIPRES EN EL CAMPO. NOCHE. Aquiles, alumbrado por una vela, seguido por Jaime, atraviesa el campo hasta llegar junto al ciprés. AQUILES.- Este es un buen sitio para mi fosa. Como no tengo familia, el ciprés me acompañará. Aquiles dibuja con un pie, un rectangulo en el suelo. AQUILES.- Cave aquí, amigo. Jaime se pone a cavar la fosa. 81.- CIELO DE NOCHE. En el cielo unas nubes se deslizan dejando al descubierto a la luna llena. Se escucha el ruido de la pala cavando la tierra. 82.- CIPRÉS EN EL CAMPO. NOCHE ILUMINADA POR LA LUNA. Jaime , dentro de la fosa termina de cavar el agujero. Salta fuera y clava la pala en el montón de tierra que ha sacado. JAIME.- Aquí tiene su fosa, don Aquiles. El viejo se desnuda completamente. AQUILES.- Haga lo mismo, amigo. Jaime se desnuda también.
  • 53. AQUILES.- Deme sus ropa y póngase la mía. El viejo se viste con la ropa de Jaime, Jaime con la ropa de Aquiles. El viejo le coloca en la cabeza su sombrero de paja. AQUILES.- Nunca se quite este sombrero. Así Bucéfalo no se dará cuenta de que me fuí y le tendrá el mismo cariño que a mí me tiene. El viejo entra en la fosa y se acuesta en ella. AQUILES.- Voy a entregar mi alma, quiere regresar a su hogar. Aquí estuvo de paso nada más. Cúbrame con harta tierra y mañana no le diga nada al señor Presidente. Él ni siquiera se dará cuenta de que me fuí. Los poderosos tienen en la cabeza mil cosas más importantes que preocuparse por la ausencia de un pobre viejo. Gracias por todo, amigo. Aquiles inspira con placer una larga bocanada de aire fresco y muere. Jaime empieza a lanzarle paletadas de tierra. 83.- ENTRADA DEL FUNDO. DIA. A toda velocidad llega un enorme ford blindado, de color caqui. Frena con brusquedad. Bajan dos robustos soldados con ametralladora y casco de acero. Abren la puerta trasera. Baja Ibañez, vestido de coronel. Jaime, que ha estado esperando junto a la puerta, vestido como don Aquiles, inclina la cabeza como saludo. IBAÑEZ.- ¿Como le va, don Aquiles ? ¿Bucéfalo se porta bien? JAIME.- Está en excelente salud, don Carlos. Pero yo no soy don Aquiles. Los soldados de inmediato apuntan hacia Jaime con sus ametralladoras. Jaime se quita el sombrero. JAIME.- Recuerde, señor… El concurso de perros… el atentado… Usted me premió con este trabajo… IBAÑEZ.- ¡Ah, sí, por supuesto! ¿Cómo te iba a olvidar? Bueno, vamos a ver a Bucéfalo. Él me dirá si lo has cuidado bien. Ibañez hace una seña a sus soldados para que cesen de apuntar a Jaime con sus ametralladoras. IBAÑEZ.- Todo en orden. Aquí se quedan y esperan. Ibañez seguido por Jaime, se interna en el fundo.
  • 54. 84.- EXTERIOR DE LA CABALLERIZA. Ibañez espera. Surge de la caballeriza Jaime llevando al caballo blanco, que se ve espléndido. Está ensillado y con riendas. IBAÑEZ.- ¡Te ves bien Bucéfalo ! ¡Deja que te examine de cerca! Ibañez, observado con odio por Jaime, comienza una detallada inspección del caballo. Le mira un ojo. Le mira la dentadura. Le palpa las patas. Observa una pezuña. Mira una herradura.Verifica la silla.Verifica el freno. Le palpa el cuello. El caballo le da a Ibañez en el pecho algunos leves hocicazos. El rostro de Ibañez pierde su rigidez y se crispa en una gran sonrisa cariñosa. Mira por fin a Jaime. IBAÑEZ.- ¡Bravo, don Aquiles, nunca mi caballo ha estado mejor cuidado! Ibañez saca el bolsillo un fajo de billetes y se los ofrece a Jaime. IBAÑEZ.- ¡Tome! Jaime, con el rostro enrojecido, se niega a recibirlo. JAIME.- Dinero no necesito, patrón. Mande como de costumbre una vez por semana los víveres, es todo lo que le pido. Trabajo por cariño. Ibañez guarda los billetes. Suspira con satisfacción. IBAÑEZ.- Me agrada su desinterés, don Aquiles. Haré que le manden víveres dos veces por semana. Jaime se deja caer de rodillas, con las manos juntas, como si estuviera frente a un santo. JAIME.- Gracias. Gracias. IBAÑEZ.- ¡Levántese don Aquiles, no estamos en la iglesia! ¡Espéreme aquí! ¡Voy a trotar y galopar una hora, luego le entregaré el animal para que le dé de beber y lo alimente! Jaime, con una sonrisa hipócrita, se levanta y ve como Ibañez, con una rapidez elegante monta en el caballo y se aleja trotando. Jaime, inmóvil, piensa. VOZ DE JAIME.- Este hombre es tonto. Reacciona como el caballo. El olor de la avena con la que me he frotado lo inclina a la simpatía. ¡Quizás si le meto una zanahoria en la boca va a quererme a fondo!
  • 55. Jaime estalla en un risa despreciativa y nerviosa. Luego se retiene porque Ibañez se viene acercando a todo galope. La luz del sol cubre al caballo y al jinete con una piel dorada. Como un centauro Ibañez hace realizar al animal pasos intrincados, trotes, galopes cortos, contracambios, piruetas, alzamientos sobre las patas traseras, retrocesos, saltos. Jaime lo observa inmóvil, admirativo, con la boca abierta. Junto a él está Jodo Viejo. JODO VIEJO.- A mi padre le pareció que la tierra convertida en un lomo vivo, ronroneaba al recibir cual caricias los impactos de esos brillantes cuatro cascos. JAIME.- Es un artista. Entre él y la bestia no hay ninguna tensión, ninguna resistencia. Estoy viendo a un centauro. JODO VIEJO.- ¿Lo admiras, verdad? Jaime sacude furioso la cabeza. JAIME.-¡Nooo! ¡Nada de admiraciones infantiles! ¡Es un jinete perfecto, pero no por eso deja de tener las manos ensangrentadas! 85.- INTERIOR DE LA CABALLERIZA. NOCHE. Alumbrado por un haz de luz lunar que entra por una ventana. Jaime, tendido en su colchón, sin haberse quitado la ropa, duerme profundamente. Jodo Viejo, sentado a su lado, lo observa. JODO VIEJO.- Mi padre, durmiendo, se permitió pensar: si el dictador veía a los chilenos como a su caballo, eso significaba que los amaba desde lo más profundo de sus entrañas. Sus equicocados crímenes y perrsecusiones no eran producto de un alma mala sino de más intensa bondad. Al mismo tiempo que Jodo Viejo se esfuma, Jaime se despierta furioso. Mientras vocifera, hunde una mano en el pantalón, escarba y saca la pistiola. JAIME.- ¡Basta! ¡Fuera de mi cabeza, ideas traidoras ! ¡No es un padre bueno, es un puerco asqueroso, una bestia sanguinaria, un cretino ególatra, un milico hecho de mierda! Jaime dispara un tiro contra la luz que entra por la ventana. 86.- CONJUNTO DE ARBOLES. DIA.
  • 56. Jaime llega cabalgando en pelo sobre Bucéfalo. Se baja del caballo, aparta ramas y deja al decubierto unas matas de flores amarillas. JAIME.- ¿Te gustan mucho, verdad ? ¡Cómelas ! El caballo se precipita a comerlas. Mientras él devora a las flores, Jaime le habla. JAIME.- Gracias a ti Chile se verá libre de un dictador infame. 87.- INTERIOR CABALLERIZA. NOCHE. Jaime imitando una respiración agitada, llama por teléfono. JAIME.- ¡Don Carlos, Bucéfalo está muy enfermo, parece agonizar! ¡No sé qué hacer, patrón! 88.- PUERTA DEL FUNDO. NOCHE. A una velocidad extrema, llega Ibañez conduciendo el Ford caqui. Frena bruscamente. Sale del coche corriendo. Tiene un abrigo sobre su pijama, zapatos sin calcetines y el pelo revuelto. Jaime lo está esperando con una lámpara de vela. Entran corriendo en el fundo. 89.- INTERIOR CABALLERIZA. NOCHE. El caballo, con todos sus músculos contraídos, tirado en el suelo, patalea, rueda, trata de levantarse. Con la respiración silbante, expresa un insoportable sufrimiento. Llega corriendo Ibañez, seguido de Jaime. Ibañez ve al caballo. Lanzando injurias corre hacia un arcón. IBAÑEZ.- ¡Me cago en Dios! ¡Mierda de mierda de mierda! ¿Qué hemos hecho para que nos suceda esto? Ibañez abre el arcón donde hay un botiquin. Prepara una inyección mientras sigue protestando. IBAÑEZ.- ¡Bucéfalo no merece esta perrada! ¡Qué clase de Dios eres para castigar a tan noble bestia! ¡Si pudiera te mandaría fusilar, cabrón, cabrón, cabrón! Ibañez se acerca a Bucéfalo, haciendo un enorme esfuerzo para pasar de la ira a la dulzura. Le habla al caballo con una enorme tristeza.
  • 57. IBAÑEZ.- Shsss, shsss, calma, amiguito… Aquí estoy yo… Esto te va a quitar enseguida el dolor… Mi lindo, por favor, quédate quieto… shsssss… Jaime , sintiéndose culpable, experimenta una opresión en el pecho, lucha por no llorar pero los ojos se le llenan de lágrimas. Ibañez le inocula la medicina. Bucéfalo mira a su amo, abre su hocico ensangrentado, lanza un leve relincho y se va quedando inmóvil. Cesa de moverse por completo, lanza un hondo resuello. Ibañez estalla en sollozos. Lagrimeando como un niño, de rodillas, abraza a su caballo, rogándole con voz entrecortada. IBAÑEZ.- ¡Por favor, no mueras..! Jaime, viéndolo derrumbado sobre el animal, aprovecha para extraer su pistola y apunta hacia la nuca de Ibañez. Esforzándose por darle a su boca una sonrisa de triunfo, trata de apretar el gatillo. No puede hacerlo porque la mano entera se le crispa. Toma el arma con la mano izquierda y vuelve a apuntar. ¡También se le crispa! Queda como un idiota con las dos manos paralizadas. Ibañez gira la cabeza, mira a Jaime, se alza lentamente y le quita la pistola. Murmura. IBAÑEZ.- Gracias, don Aquiles. Ibañez le da con esa pistola el tiro de gracia al caballo, luego la arroja lejos. IBAÑEZ.- ¡Voy a incendiar todo esto! 90.- PUERTA DEL FUNDO. NOCHE. A lo lejos se ven las llamas de un incendio. Es la caballeriza que está ardiendo. Sale del fundo, lentamente, Ibañez, seguido por Jaime que tiene las manos paralizadas. Ibañez se detiene, gira y le da un abrazo. Abrazo que Jaime no puede corresponder porque la parálisis le llega hasta los codos. IBAÑEZ .- Don Aquiles, usted ha sido un fiel servidor. Ibañez saca del abrigo un fajo de billetes y se los introduce en las manos a Jaime. IBAÑEZ.- Tome estos pesos, váyase y no trate de volver a verme porque su presencia me traerá dolorosos recuerdos. ¡Adios! Con pasos enérgicos, la rudeza recuperada, Ibañez se sube en el Ford y parte dejando una cola de polvo. Jaime se cae sentado en
  • 58. medio del camino. Un fuerte y repentino viento se lleva los billetes de sus manos haciéndolos volar como mariposas, mientras se oye la voz de Jodo Viejo. JODO VIEJO.- La memoria se convierte en catafalco, es una cárcel que se lleva el viento, es un ave disolviéndose en cenizas, es un grito vagando en el vacío, es el negro fin de todos los caminos. 91.- INTERIOR DE LA CASA DE JAIME. DORMITORIO. Ninguna luz. Todo está negro. Se escuchan tres gritos de niño. VOZ DE ALEJANDRITO.- ¡Mamaaaaa! ¡Mamaaaaa! ¡Mamaaaaa! Entra Sara, alumbrada por una vela. Alejandrito, sentado en su cama, respira con dificultad, muy angustiado. Tiembla. Sara lo toma en sus brazos. SARA.- ¿Qué te pasa, Alejandrito? El niño la mira con ojos alucinados, haciendo esfuerzos para hablar y no pudiendo. Detrás de él aparece Jodo Viejo. JODO VIEJO.- Estar en una cuna de cemento envuelto por una gigantesca sombra amarrado a mi vacío. Vivir dentro de una isla de carne, buscarme en la memoria sin encontrar a nadie. Jodo Viejo se esfuma. El niño, aterrado, se abraza aún más a Sara. ALEJANDRITO.- La oscuridad se lo está tragando todo. Nos va a devorar. SARA.- Alejandrito, ¿yo te quiero ? ALEJANDRITO.- Sí, mamá.
  • 59. SARA.-¿Cuánto ? ALEJANDRITO.- Del cielo a la tierra. SARA.- Este amor no es mío, viene de Dios, yo sólo lo transmito. Como Dios ha creado todo, cada ser, cada cosa, transmite su amor… Mi niño, la oscuridad te quiere tanto como yo, porque ella es la sombra de Dios. ALEJANDRITO.- Me da mucho miedo. SARA.- Se te va a quitar… Sara va a un armario y saca la caja de Carlitos. La abre y toma un pomo de betún. Comienza a cubrir la cara, las manos, los pies del niño con esa pasta negra. Al final el niño se ve desnudo con todo el cuerpo cubierto de negro. Sara le presenta un espejo que saca del armario. SARA.- ¿Ves? Ahora eres como ella, formas parte de la oscuridad. La oscuridad es tu reino. Y tú eres un monstruo de la noche. Tienes hambre. Para calmarlo necesitas devorar a una princesa, muy blanca… Sara se desviste. La piel de su cuerpo es muy blanca. SARA.- La princesa se oculta. El monstruo la tiene que atrapar… Sara mientras corre a esconderse, sopla la vela. El cuarto queda a oscuras. Bajo una luz que imita a la oscuridad, pero dejando ver a los personajes, Alejandrito, dándole a su cuerpo una espalda curva, e imitando garras con sus manos, se siente monstruo feroz. Busca por todos lados. Sara se le muestra de lejos. El niño gruñendo como bestia se lanza hacia ella. Sara imitando un grito de terror , lo esquiva y vuelve a esconderse. Él la busca hasta que la encuentra. La atrapa, se frota a su cuerpo, manchando su piel blanca con el betún que le cubre el cuerpo. Mientras lo hace, produce ruidos que imitan que la está devorando. Al final, Sara está negra como él. El niño y la madre se abrazan, extasiados. VOZ DE JODO VIEJO.- Mi madre se disolvió en la oscuridad y ya nunca más le tuve miedo a la noche. 92.- ENTRADA DEL CINE. EXTERIOR. En una calle que baja hacia la costa hay un viejo cine que presenta películas de terror. En la pared tiene pegados un cartel de ˝Frankenstein˝ con Boris Karloff. Otro del ˝Jorobado de Notre Notre Dame» con Charles Laughton y otro de ˝El Hombre lobo˝ con
  • 60. Lon Chaney Jr… Alejandrito, con deleite, va de un cartel al otro, imitando primero al Monstruo, luego al jorobado y por último al hombre lobo. Mira hacia la vereda de enfrente. Hay una sórdida cantina llamada «Bar La Urgencia». Se acerca a ese bar un niño lustrabotas, descalzo, de la misma edad que Alejandrito. Parece ser Carlitos. Alejandrito se sorprende y grita. ALEJANDRITO.- ¡Carlitos! Alejandrito atraviesa la calle corriendo para acercarse al lustrabotas. ALEJANDRITO.- ¡No puede ser! ¿Eres su fantasma ? El lustrabotas esquiva las manos de Alejandrito que lo quieren tocar. LUSTRABOTAS.- Idiota, soy Lucho, su hermano gemelo. Alejandrito quiere abrazarlo. ALEJANDRITO.- Lo quería mucho. ¡Ahora tú serás mi amigo! LUSTRABOTAS.- No me toques, Pinocho. ALEJANDRITO.- Pero… LUSTRABOTAS.- Cállate, judío, tus abuelos mataron a Jesús. Tú mataste a mi hermano. No quiero verte nunca más. ¡Déjame trabajar! El pequeño lustrabotas entra en el bar. Alejandrito suspira, decepcionado… ALEJANDRITO.- No soy un muñeco de madera. No he matado a nadie. Quiero tener un amigo… Alejandrito, se decide y entra al bar. 93.- BAR «LA URGENCIA ». INTERIOR. Alejandrito entra en un lugar donde flota una nube de humo de tabaco. Los objetos están cubiertos de un sudor viscoso. Los parroquianos, cargadores, fogoneros, choferes, ebrios de cuerpos rudos, manos callosas, narices carcomidas, cicatrices , ojos torvos, dientes granates observan a Alejandrito con odio. Su blancura y su ropa limpia les parece un insulto. Un hombre goriloide alza a Alejandrito y lo muestra como si exhibiera a un animal extraño. GORILOIDE.- Miren, nada más, quien se digna visitarnos. ¡Un niño rico hediondo a jabón !