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NOVENA DE NAVIDAD
(Lc 2,16)
2
- Las oraciones son propias de la Novena Tradicional de Navidad.
- Meditaciones redactadas por el misionero sacerdote Verbum Dei José Venancio Ancajima
Sernaqué.
- Imágenes verbum dei y de dominio público tomadas de internet.
Diciembre 2020
Piura, Perú.
3
NOVENA EN TIEMPOS DE COVID
Este año 2020 todo ha sido tan diferente de como pensábamos al
iniciar el año y ahora al llegar a la Navidad hemos de vivir también este
hermoso tiempo de una forma nueva, pero bien cargado de fe y de calor
de hogar, que haga brotar la alegría por el nacimiento de Jesús, nuestro
Salvador.
Esta Navidad creo que el Señor, nos invita a que sean más familiares
que nunca. Hay muchos sentimientos encontrados: alegría por la navidad,
añoranzas de otros tiempos y quizá de que la familia grande no nos
podamos reunir todos, tristeza por las personas queridas que no están con
nosotros en estas fechas y quizá la ausencia de regalos.
Sin embargo, es un tiempo propicio para celebrar. Sí, me has
escuchado bien: ¡Celebrar! ¡Celebrar la Natividad de Jesús en el seno de
una Familia! Tiempo para disfrutar el celebrar en hogar, en el núcleo
fundamental de la Familia: esposos e hijos. Tiempo para valorar la Familia
amplia con los abuelos y demás familiares. Y todo esto contemplando con
mucho amor a la Familia de Nazaret: María, José y el niño Jesús.
Por eso, las meditaciones de esta Novena, están centradas en
prepararnos para ser Familia Cristiana donde se puede “acoger a Jesús,
escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo, crecer con Él; y así
mejorar el mundo”. Esto, en la relación de pareja, el ser padres, la relación
con los hijos, los jóvenes, los abuelos, siendo hogar donde se vive la fe,
hogar de amor, hogar de esperanza, hogar misionero.
Que la Sagrada Familia de Nazaret bendiga y proteja su hogar.
Pbro. José Venancio Ancajima Sernaqué, FMVD.
4
¿CÓMO REZAR ESTA NOVENA?
Invitar a toda la familia, vecinos y principalmente a los niños para
reunirse ante el pesebre que se ha construido en casa. Si el pesebre aún
no se ha bendecido (e incluso el árbol de navidad), puede usarse el rito de
bendición que está en el apéndice de este libro.
Conviene preparar con anticipación los villancicos a cantar y
distribuir las lecturas y oraciones, de modo que participe el mayor número
de personas. Es clave sin embargo que cada quien prepare muy bien su
parte, sobre todo cuando se trata de niños pequeños. Esto ayudará a que
todos sintamos que estamos en lo que estamos: haciendo oración.
Así, la novena se desarrolla de la siguiente manera:
1. Una vez reunidos iniciar cantando un villancico.
2.- Oración para comenzar.
3.- Oración por la familia.
4.- Oración a la Virgen.
5.- Oración a San José.
6.- Lectura bíblica y Meditación del día ( ir al texto propio de cada día).
7.- Peticiones libres.
8.- Gozos.
9.- Oración al Niño Dios
10.- Bendición final.
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1. CANTEMOS.
Reunidos en torno al pesebre se entona un villancico.
2. ORACIÓN PARA COMENZAR.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oremos.
Dios de infinita misericordia que nos has amado tanto y que nos
diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho
nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para
nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En
retorno te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este
mundo tuyo y nuestro, que nos has dado como “Casa Común”, un mundo
más justo, más fiel al gran mandamiento de amarnos como hermanos.
Concédenos, Señor, tu ayuda para poderlo realizar.
Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para
nuestra familia, (Iglesia, Parroquia o comunidad), un estímulo, a fin de
que, viviendo como hermanos, busquemos más y más los caminos de la
verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén.
(Se reza Gloria al Padre)
3. ORACIÓN POR LA FAMILIA.
Señor, haz de nuestro hogar un sitio donde reine tu amor. Sin
injurias, porque Tú nos haces comprensivos. Sin amarguras, porque Tú nos
bendices. Que no haya egoísmos, porque Tú nos alientas. Sin rencores,
porque Tú nos das el perdón. Que no haya ningún tipo de abandono,
porque Tú estás con nosotros siempre. Que unidos como familia
caminemos hacia ti en nuestro diario vivir. Que cada día que
amanezcamos con vida sea para más entregarnos. Que no nos vayamos a
descansar guardando enojos.
Haz Señor con nuestras vidas, que quisiste unir en el amor, sea
ejemplo que en Ti podemos amarnos hasta el final. Haz Señor de nuestros
hijos lo que anhelas; ayúdanos a educarlos, orientarlos por tu camino. Que
nos esforcemos en ser uno para el otro un gran apoyo. Que hagamos del
amor un motivo para marte más. Que nuestro hogar te glorifique y que
cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos concedas el
hallarnos unidos para siempre en ti. Amén.
(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)
6
4. ORACIÓN A LA VIRGEN.
Mamá María, te pedimos por todas las familias de nuestro país; haz
que cada hogar de nuestra patria y del mundo sea fuente de comprensión,
de ternura, de verdadera vida familiar. Que estas fiestas de Navidad, que
nos reúnen alrededor del pesebre donde nació tu Hijo, nos unan también
en el amor, nos hagan olvidar las ofensas y nos den sencillez para
reconocer los errores que hayamos cometido.
Madre de Dios y Madre Nuestra, intercede por nosotros. Amén.
(Se reza tres veces el Avemaría)
5. ORACIÓN A SAN JOSÉ.
San José, esposo de María y padre
adoptivo de Jesús, tú fuiste escogido para
hacer las veces de padre en el hogar de
Nazaret. Ayuda a los padres de familia;
que ellos sean siempre en su hogar
imagen del Padre Celestial, a ejemplo
tuyo; que cumplan cabalmente la gran
responsabilidad de educar y formar a sus
hijos, entregándoles, con un esfuerzo
continuo, lo mejor de sí mismos. Ayuda a
los hijos a entender y apreciar el
abnegado esfuerzo de sus padres. San
José modelo de esposos y padres
intercede por nosotros. Amén.
(Se reza un Padrenuestro)
7
6. MEDITACIONES.
DÍA 16 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 2,18-21)
El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre María estaba
prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por
la acción del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse
de ella en secreto.
Después de tomar esta decisión, el ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: –José, hijo de David, no temas aceptar a María como tu
esposa, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo.
Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de los pecados.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. “YO TE VOLVERÉ A ELEGIR”
Iniciamos esta Novena contemplando el amor de José y María. Ellos
se habían elegido para formar juntos un hogar y estaban comprometidos.
El amor que surge entre un varón y una mujer les lleva a querer compartir
la vida juntos en un matrimonio y formar un hogar. Pero en ese proceso,
como personas de fe, descubren que además de elegirse mutuamente,
Dios les invita a recibirse el uno al otro como un don maravilloso suyo.
Si, tu esposo, tu esposa, es el regalo precioso que Dios ha dado a tu
vida. Dios mismo se lo dice así a José: “José, hijo de David, no temas
aceptar a María como tu esposa, pues el hijo que espera viene del Espíritu
Santo” (Mt 1,20). Y José, confirmado en su amor por María: “Cuando… se
despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado:
recibió a su esposa” (Mt 1,24). Y podemos imaginar también la alegría de
María, al ver que Dios le da a José como su esposo.
Hoy es un día para renovar vuestro amor de esposos, siempre
enamorados, como canta Martin Valverde:
8
“Cuando pasen ya los años/ Y
pase la juventud/ Cuando las
mieles se acaben/ Cuando el
fuego no arda más/ Cuando
lleguen los problemas/ O
venga la enfermedad/ Cuando
reinen los silencios/… Yo te
volveré a elegir/ Pues por ti
quiero vivir cada día que pase/
Cada amanecer/ Yo te volveré
a elegir”.
Un amor cimentado en
el gran Amor que Dios les
tiene:
“No lo digo por mis fuerzas/ Pues se bien puedo caer/ Es mi Dios quien nos
ha unido/ Y El nunca fallará/ Es en El que hoy te elijo/ Y por él me entrego
a ti/ Y por eso para siempre/… Yo te volveré a elegir”.
Hijos, para ustedes hoy es un día también para agradecer a Dios y
celebrar el amor de sus padres. Que María y José, esposos, sean siempre
el modelo del amor en el matrimonio, pues como dice el Papa Francisco:
“En el centro -de la Familia- encontramos la pareja del padre y de la madre
con toda su historia de amor” (AL 9). Y sean ellos también los santos
protectores de vuestra Familia.
DÍA 17 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 1,28-31)
El ángel entró donde estaba María y le dijo: –Dios te salve, llena de gracia,
el Señor está contigo.
Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué
significaba tal saludo.
El ángel le dijo: –No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor.
Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús.
Palabra del Señor.
9
MEDITACIÓN. EL DON DE LA PATERNIDAD Y MATERNIDAD
El amor de los esposos, “no se agota dentro de la pareja, ya que los
hace capaces de la máxima donación posible, por la cual se convierten en
cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva persona humana.
De este modo los cónyuges, a la vez que se dan entre sí, dan más allá de sí
mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente
de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de la
madre”, decía San Juan Pablo II (FC 14).
Como María y José, un nuevo don reciben los esposos con la
Paternidad y Maternidad, fruto del amor que los une y que los hace
colaboradores de Dios creador, dador de la vida. Así lo canta alegremente
el Salmo 128,3-4: “Tu esposa será como una vid fecunda dentro de tu casa;
tus hijos, como brotes de olivo en torno a tu mesa. Así será bendecido el
hombre que respeta al Señor”.
Al contemplar al hijo/a, hay una mirada nueva entre los esposos. Ya
no es sólo mi esposo o esposa, sino el Padre o Madre de mi hijo/a. Es un
nuevo lazo que los une: ser padres. Y de aquí ha de surgir siempre la
gratitud al cónyuge. Porque si han podido recibir el don de la fecundidad y
engendrar a la vida un hijo no ha sido solos e individualmente, sino gracias
al otro.
“Al hacerse padres, los esposos reciben de Dios el don de una nueva
responsabilidad. Su amor paterno está llamado a ser para los hijos el signo
visible del mismo amor de Dios, ‘del que proviene toda paternidad en el
cielo y en la tierra’ (Ef 3,14)” (FC 14).
Asumir esta responsabilidad de
hacer visible el amor de Dios para los hijos
nuevamente hoy, es confiar en que Dios
dará siempre lo necesario para vivir esta
misión de ser padres. Es acercarse a la
fuente del amor que es Dios y vivir en la
confianza que el amor manifestado a los
hijos, en los más pequeños detalles, Él,
hará que den fruto en el momento
oportuno.
10
DÍA 18 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2,6-7).
Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto,
y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un
pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. LOS HIJOS, REGALO DE DIOS Y TAREA DE TODA LA VIDA.
En el salmo 128 “aparecen, dentro de la casa donde el hombre y su
esposa están sentados a la mesa, los hijos que los acompañan «como
brotes de olivo» (v3), es decir, llenos de energía y de vitalidad. Si los padres
son como los fundamentos de la casa, los hijos son como las «piedras
vivas» de la familia (cf. 1 P 2,5)” (AL 14).
Los hijos son regalo de Dios para el matrimonio. Cada uno con su
peculiaridad y unicidad son acogidos y amados por sus padres. Así lo
expresa el Papa Francisco en su catequesis:
“Los hijos son la alegría de la
familia y de la sociedad. No son un
problema de biología reproductiva, ni uno
de los tantos modos de realizarse. Y
mucho menos son una posesión de los
padres… No. Los hijos son un don, son un
regalo, ¿habéis entendido? Los hijos son
un don. Cada uno es único e irrepetible y,
al mismo tiempo, está
inconfundiblemente unido a sus raíces…
Se ama a un hijo porque es hijo, no
porque es hermoso o porque es de una o
de otra manera; no, porque es hijo. No
porque piensa como yo o encarna mis
deseos. Un hijo es un hijo: una vida
engendrada por nosotros, pero destinada
a él, a su bien, al bien de la familia, de la
sociedad, de toda la humanidad”.
Jesús es el Hijo único del Padre y junto a José y María nos muestran
como un hijo ha de ser amado, sentirse amado, vivirse siempre amado.
11
Un hijo es amado desde antes de nacer (cf. Jer 1,5), es acogido y
esperado con amor. Al nacer e ir creciendo se va sintiendo amado: al verse
cuidado, atendido, tratado con cariño y preocupación, educado y
corregido con amor para vivir en el bien. Y en ese amor experimentado su
corazón se abre a descubrir el Amor de Dios. El amor vivido en el hogar es
el reflejo del inmenso amor que Dios, Padre nuestro, nos tiene.
El hijo amado aprende a corresponder también a tanto amor en el
respeto y honor que da a sus padres, en la corresponsabilidad del hogar al
ayudar en las pequeñas tareas del hogar donde aprende a servir por amor,
cuando comparten los sacrificios, las luchas y alegrías de la vida.
DÍA 19 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2,25-27.36-38).
Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso,
que esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había
revelado que no moriría antes de ver al Mesías enviado por el Señor.
Vino, pues, al templo, movido por el Espíritu y, cuando sus padres
entraban con el niño Jesús para cumplir lo que mandaba la ley, 28 Simeón
lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios…
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que
era ya muy anciana. Había estado casada siete años, siendo aún muy
joven, y después había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro
años. No se apartaba del templo, dando culto al Señor día y noche con
ayunos y oraciones.
Se presentó en aquel momento y se puso a dar gloria a Dios y a hablar del
niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. LOS ABUELOS, UNA GRACIA Y UNA MISIÓN.
Escuchemos como el Papa Francisco nos habla de los abuelos:
«Es verdad que la sociedad tiende a descartarnos, pero ciertamente el
Señor no. El Señor no nos descarta nunca. Él nos llama a seguirlo en cada
edad de la vida, y también la ancianidad contiene una gracia y una misión,
una verdadera vocación del Señor. La ancianidad es una vocación. No es
12
aún el momento de “abandonar los remos en la barca”. Este período de la
vida es distinto de los anteriores, no cabe duda…
El Evangelio viene a nuestro encuentro con una imagen muy hermosa,
conmovedora y alentadora. Es la imagen de Simeón y Ana, de quienes se
habla en el Evangelio de la infancia de Jesús escrito por san Lucas. Eran
ciertamente ancianos, el “viejo” Simeón y la “profetisa” Ana que tenía 84
años. Esta mujer no escondía su edad. El Evangelio dice que esperaba la
venida de Dios cada día, con gran fidelidad, desde hacía largos años.
Querían precisamente verlo ese día, captar los signos, intuir el inicio. Tal
vez estaban un poco resignados, a este punto, a morir antes: esa larga
espera continuaba ocupando toda su vida, no tenían compromisos más
importantes que este: esperar al Señor y rezar. Y, cuando María y José
llegaron al templo para cumplir las disposiciones de la Ley, Simeón y Ana
se movieron por impulso, animados por el Espíritu Santo (cf. Lc 2, 27). El
peso de la edad y de la espera desapareció en un momento. Ellos
reconocieron al Niño, y descubrieron una nueva fuerza, para una nueva
tarea: dar gracias y dar testimonio por este signo de Dios. Simeón
improvisó un bellísimo himno de júbilo (cf. Lc 2, 29-32) —fue un poeta en
ese momento— y Ana se convirtió en la primera predicadora de Jesús:
«hablaba del niño a todos lo que aguardaban la liberación de Jerusalén»
(Lc 2, 38)…
La oración de los ancianos y los abuelos es don para la Iglesia, es una
riqueza. Una gran inyección de sabiduría también para toda la sociedad
humana: sobre todo para la que está demasiado atareada, demasiado
ocupada, demasiado distraída… Necesitamos ancianos que recen porque
la vejez se nos dio precisamente para esto. La oración de los ancianos es
algo hermoso.
Podemos dar gracias al Señor por los beneficios recibidos y llenar el vacío
de la ingratitud que lo rodea. Podemos interceder por las expectativas de
las nuevas generaciones y dar dignidad a la memoria y a los sacrificios de
las generaciones pasadas. Podemos recordar a los jóvenes ambiciosos que
una vida sin amor es una vida árida. Podemos decir a los jóvenes miedosos
que la angustia del futuro se puede vencer. Podemos enseñar a los jóvenes
demasiado enamorados de sí mismos que hay más alegría en dar que en
recibir. Los abuelos y las abuelas forman el “coro” permanente de un gran
santuario espiritual, donde la oración de súplica y el canto de alabanza
sostienen a la comunidad que trabaja y lucha en el campo de la vida».
13
DÍA 20 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2,41-42).
Sus padres iban cada año a Jerusalén, a la fiesta de pascua.
Cuando el niño cumplió doce años, subieron a celebrar la fiesta, según la
costumbre.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. HOGAR DONDE SE VIVE LA FE.
El hogar de Nazaret es una familia de fe: vive su fe en Dios y lo
celebran juntos. El hogar es el “lugar donde se enseña a percibir las
razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo” (AL 287). De
la mano de María y José, Jesús aprende a rezar, a relacionarse con Dios
Padre y a integrarse en la historia de salvación que Dios ha hecho con su
pueblo.
Este camino inicia con el Bautismo, donde recibimos la gracia de ser
liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser
miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes
de su misión; por lo que no hay excusas para retardar esta gracia
abundante. Decía San Agustín: “las madres que llevan a sus hijos
«cooperan con el parto santo»”.
Siguiendo así, todo un proceso de aprendizaje y crecimiento: “Jesús
iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los
hombres” (Lc 2,52). Es hermoso ver a una madre y también al padre que
enseña a sus hijos a darle un beso a la Virgen y a Jesús; a rezar, pues rezan
juntos cada día; cuando va toda la familia a Misa y se acercan a confesarse
o comulgar llevando a su hijo/a en brazos y aunque sean sus niños muy
inquietos, cuando comparten con sus niños la alegría de la catequesis y
recibir su primera comunión.
“La transmisión de la fe supone que los padres vivan la experiencia
real de confiar en Dios, de buscarlo, de necesitarlo, porque sólo de ese
modo «una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus
hazañas» (Sal 144,4) y «el padre enseña a sus hijos tu fidelidad» (Is
38,19)”. Sabiendo “que la experiencia espiritual no se impone, sino que se
propone a su libertad. Es fundamental que los hijos vean de una manera
concreta que para sus padres la oración (la Palabra de Dios, los
14
sacramentos, vivir los valores del evangelio) es realmente importante” (AL
288).
Que la imagen de María, José y el niño Jesús caminando a celebrar
la gran fiesta de la fe en Jerusalén, les anime hoy como familia a seguir
caminando juntos, sin que falte nadie, al encuentro de Dios: creer,
celebrar y vivir su gran amor por todos nosotros.
DÍA 21 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 2,3-5).
Se les acabó el vino, y entonces la madre de Jesús le dijo: –No les queda
vino. Jesús le respondió: –Mujer, no intervengas en mi vida; mi hora aún
no ha llegado. La madre de Jesús dijo entonces a los que estaban
sirviendo: –Hagan lo que él les diga.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. HOGAR DONDE SE VIVE LA CARIDAD.
María en las bodas de Caná muestra su amor y preocupación por
esos nuevos esposos a los que se les termina el vino de su fiesta. No lo
vive sola, intercede ante su hijo Jesús, a quien se ve que aprendió ya
desde pequeño a “sentir compasión” de las necesidades de los demás.
La Familia de Nazaret es el hogar donde se vive la Caridad. En el
hermoso himno de san Pablo de 1Cor 13,4-7 vemos algunas características
del amor verdadero: «El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene
15
envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su
propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la
injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo
lo espera, todo lo soporta». Esto se vive y se cultiva en medio de la vida
que comparten todos los días los esposos, entre sí y con sus hijos.
Esta calidad de Amor se vive y se aprende en casa con detalles tan
sencillos y a la vez tan trascendentes como decir: “por favor", “permiso",
“gracias", “perdón”. Que más allá de ser palabras de buena educación es
todo un estilo de vida aprendido en el hogar. Ya decía san Francisco de
Sales, que «la buena educación es ya media santidad». Además, el
ejemplo servicial y caritativo hacia los más necesitados de los padres,
queda grabado en la vida de los hijos. En casa se aprende que “la vida que
no se vive para servir no sirve para vivir" y se disfruta el gozo de la
generosidad y el compartir, la honradez y la búsqueda del bien de los
demás.
DÍA 22 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 2,13-15).
Cuando se fueron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le
dijo: –Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí
hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.
José se levantó de noche, tomó al niño y a su madre, y partió hacia Egipto,
donde permaneció hasta la muerte de Herodes.
Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por el profeta: De Egipto
llamé a mi hijo”.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. HOGAR DE ESPERANZA.
La familia de José, María y el niño Jesús sabe de dificultades y
sufrimientos. Realidades propias de la vida, que no siempre podemos
evitar y las cuales hay que aprender a vivir en el amor.
Saben de imprevistos: pues, antes de nacer Jesús, María y José
tienen que caminar de Nazaret a Belén para el Censo; un camino nada fácil
para una mujer embarazada y un padre preocupado. Saben de pobrezas e
incertidumbre, al no hallar una posada y tener que dar a luz en un establo.
16
Saben de inseguridades, al tener que emigrar a Egipto pues corre peligro
la vida de Jesús. Sin dejar de pensar en la convivencia de cada día y sus
propios retos, cuando hay y cuando no hay trabajo, las etapas de
crecimiento del hijo y su educación…
Ellos aprenden día a día a ser Familia unida en el amor, superando
juntos las dificultades, aprendiendo a esperar siempre, pues su confianza
está puesta en Dios. Saben que Él está en medio de ellos. Que, en medio
de todos los caminos, Él los está guiando y renovando constantemente sus
fuerzas para amarse y seguir adelante. En Él, aprenden a interpretar todos
los acontecimientos de la vida y ver que Dios siempre va tejiendo una
historia de amor y salvación con ellos.
“Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con
su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando
tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se
repite trágicamente todavía hoy en tantas familias de prófugos
desechados e inermes. Como los magos, las familias son invitadas a
contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo (cf. Mt 2,11).
Como María, son exhortadas a vivir con coraje y serenidad sus desafíos
familiares, tristes y entusiasmantes, y a custodiar y meditar en el corazón
las maravillas de Dios (cf. Lc 2,19.51). En el tesoro del corazón de María
están también todos los acontecimientos de cada una de nuestras familias,
que ella conserva cuidadosamente. Por eso puede ayudarnos a
interpretarlos para reconocer en la historia familiar el mensaje de Dios”
(AL 30).
17
DÍA 23 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 2,10-11).
Los sabios de oriente, al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría.
Entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron
postrados en tierra. Abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro,
incienso y mirra.
Palabra del Señor.
MEDITACIÓN. HOGAR QUE ILUMINA AL MUNDO.
«El anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una
buena noticia», nos recuerda el Papa Francisco. Una buena noticia para el
mundo de hoy, especialmente para tantos jóvenes en los cuales “el deseo
de familia permanece vivo” (cf. AL 1).
“La familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir,
comunidad de vida y amor… Por esto la familia recibe la misión de
custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación
real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la
Iglesia su esposa” (FC 17).
La familia que vive su identidad cristiana ilumina al mundo. Ella
misma, iluminada por la palabra de Dios, el amor vivido en el hogar y la
Gracia de Dios derramada en cada uno de ellos; se vuelve ejemplo vivo y
familia misionera, para tantas familias que añoran calor de hogar.
Como escribía Jaime Bonet, fundador del Verbum Dei:
«Sé que con el Evangelio penetrará la luz del día en muchos hogares,
convertidos hoy en noches de luto.
Sería la redención plena y radical de la primera célula vital de la
humanidad, el matrimonio cristiano.
Con la aplicación de vida de la virtud del Evangelio, muchos esposos
sentirían renacer su amor, paz y alegría entre sus muros.
Recrearían sus corazones y semblantes, donde sus hijos pudieran descubrir
más autenticidad, con un futuro menos incierto y más prometedor.
Como "nuevos brotes de olivo en torno a su mesa serían sus hijos" y
"rebosarían sus corazones de más alegría, que cuando abundan el trigo y
el mosto".
18
La panorámica sin límites de su existencia gozosa, proyectada por el
Evangelio, se extendería a generaciones como las estrellas del cielo y las
arenas del mar.
El mundo sería un mundo limpio y puro, y el cosmos sería bello, hermoso,
porque Dios lo creó y lo "vio bueno" y el Evangelio lo hace renacer, "lo
reconstruye, reedifica y replanta"».
DÍA 24 DE DICIEMBRE
LECTURA BIBLICA:
Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 1, 18-25).
El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre María estaba
prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por
la acción del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse
de ella en secreto.
Después de tomar esta decisión, el ángel del Señor se le apareció en
sueños y le dijo: –José, hijo de David, no temas aceptar a María como tu
esposa, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo.
Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de los pecados.
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor
por el profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán
por nombre Emmanuel (que significa: Dios con nosotros).
Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había
mandado: recibió a su esposa y, sin tener relaciones conyugales, ella dio a
luz un hijo, al que José puso por nombre Jesús.
Palabra del Señor.
19
MEDITACIÓN. SE HIZO NIÑO EN UNA FAMILIA.
Hoy es Nochebuena y todos celebramos el gran acontecimiento de
nuestra fe: El Hijo de Dios se hace un niño por amor a nosotros y para
salvarnos del pecado y la muerte eterna. Y se hace niño en una Familia.
«La Encarnación del Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia
universal del hombre y la mujer. Y este nuevo inicio tiene lugar en el seno
de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una familia. Él podía llegar de
manera espectacular, o como un guerrero, un emperador… No, no: viene
como un hijo de familia. Esto es importante: contemplar en el belén esta
escena tan hermosa.
Dios eligió nacer en una familia humana, que Él mismo formó. La
formó en un poblado perdido de la periferia del Imperio Romano. No en
Roma, que era la capital del Imperio, no en una gran ciudad, sino en una
periferia casi invisible, casi más bien con mala fama. Lo recuerdan también
los Evangelios, casi como un modo de decir: «¿De Nazaret puede salir algo
bueno?» (Jn 1, 46). Tal vez, en muchas partes del mundo, nosotros mismos
aún hablamos así, cuando oímos el nombre de algún sitio periférico de una
gran ciudad. Sin embargo, precisamente allí, en esa periferia del gran
Imperio, se inició la historia más santa y más buena, la de Jesús entre los
hombres. Y allí se encontraba esta familia.
Jesús permaneció en esa periferia durante treinta años. El
evangelista Lucas resume este período así: Jesús «estaba sujeto a ellos»
[es decir a María y a José]. Y uno podría decir: «Pero este Dios que viene a
salvarnos, ¿perdió treinta años allí, en esa periferia de mala fama?».
¡Perdió treinta años! Él quiso esto. El camino de Jesús estaba en esa
familia. «Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba
creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los
hombres» (2, 51-52). No se habla de milagros o curaciones, de
predicaciones —no hizo nada de ello en ese período—, de multitudes que
acudían a Él. En Nazaret todo parece suceder “normalmente”, según las
costumbres de una piadosa y trabajadora familia israelita: se trabajaba, la
mamá cocinaba, hacía todas las cosas de la casa, planchaba las camisas…
todas las cosas de mamá. El papá, carpintero, trabajaba, enseñaba al hijo
a trabajar. Treinta años. «¡Pero qué desperdicio, padre!». Los caminos de
Dios son misteriosos. Lo que allí era importante era la familia. Y eso no era
un desperdicio. Eran grandes santos: María, la mujer más santa,
inmaculada, y José, el hombre más justo… La familia.
Cada familia cristiana —como hicieron María y José—, ante todo,
puede acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo,
20
crecer con Él; y así mejorar el mundo. Hagamos espacio al Señor en
nuestro corazón y en nuestras jornadas. Así hicieron también María y José,
y no fue fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una
familia artificial, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos
compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, de cada
familia. Y, como sucedió en esos treinta años en Nazaret, así puede
suceder también para nosotros: convertir en algo normal el amor y no el
odio, convertir en algo común la ayuda mutua, no la indiferencia o la
enemistad. No es una casualidad, entonces, que “Nazaret” signifique
“Aquella que custodia”, como María, que —dice el Evangelio—
«conservaba todas estas cosas en su corazón» (cf. Lc 2, 19.51). Desde
entonces, cada vez que hay una familia que custodia este misterio, incluso
en la periferia del mundo, se realiza el misterio del Hijo de Dios, el misterio
de Jesús que viene a salvarnos, que viene para salvar al mundo. Y esta es la
gran misión de la familia: dejar sitio a Jesús que viene, acoger a Jesús en la
familia, en la persona de los hijos, del marido, de la esposa, de los
abuelos… Jesús está allí. Acogerlo allí, para que crezca espiritualmente en
esa familia. Que el Señor nos dé esta gracia» (Papa Francisco. Catequesis
17/12/2014).
21
7. PETICIONES LIBRES.
Después de la meditación puede hacerse un momento de silencio para
meditar lo que se ha escuchado y luego dar espacio para que los presentes
hagan algunas peticiones libres que nazcan desde el corazón.
8.- GOZOS
Antífona: Dulce Jesús mío, mi Niño adorado. ¡Ven a nuestras almas,
niñito! ¡Ven, no tardes tanto!
- Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a nivel de un niño te hayas
rebajado. Oh Divino infante, ven para enseñarnos la prudencia que hace
verdaderos sabios.
Dulce Jesús mío…
- Niño del pesebre, nuestro Dios y Hermano, Tú sabes y entiendes del
dolor humano; que cuando suframos dolores y angustias, siempre
recordemos que nos has salvado.
Dulce Jesús mío…
- Oh Luz del Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu
esplendor veamos, Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa
de tus dulces labios.
Dulce Jesús mío…
- Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del
rebaño. Niño que apacientas con suave cayado, a la oveja arisca, al
cordero manso.
Dulce Jesús mío…
- Ábrase los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo.
Ven hermoso niño, ven Dios humanado; luce hermosa estrella, brota flor
del campo.
Dulce Jesús mío…
- Tú te hiciste Niño en una familia llena de ternura y calor humano. Vivan
los hogares aquí congregados, el gran compromiso del amor cristiano.
Dulce Jesús mío…
- Del débil auxilio, del doliente amparo; consuelo del triste, luz de
desterrado. Vida de mi vida, mi Dueño adorado; mi constante amigo, mi
divino hermano.
22
Dulce Jesús mío…
- Ven ante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus
manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos y aún más que mis
frases, te dice mi llanto.
Dulce Jesús mío…
- Haz de nuestra patria una
gran familia; siembra en
nuestro suelo tu amor y tu
paz. Danos fe en la vida,
danos esperanza y un sincero
amor que nos una más.
Dulce Jesús mío…
- Ven Salvador nuestro por
quien suspiramos ven a
nuestras almas, ven no tardes
tanto.
Dulce Jesús mío…
9. ORACIÓN AL NIÑO DIOS.
Señor, Navidad es el recuerdo de tu nacimiento entre nosotros, es la
presencia de tu amor en nuestra familia y en nuestra sociedad. Navidad es
certeza de que el Dios del cielo y de la tierra es nuestro Padre, que tú,
Divino Niño, eres nuestro hermano.
Que esta reunión junto a tu pesebre nos aumente la fe en tu
bondad, nos comprometa a vivir verdaderamente como hermanos, nos dé
valor para alejar el odio y sembrar la justicia y la paz. Oh Divino Niño,
enséñanos a comprender que donde hay amor y justicia, allí estas tú y allí
también es Navidad. Amén.
(Se reza Gloria al Padre)
10. BENDICIÓN FINAL.
El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida
eterna. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
23
APENDICE
I. BENDICIÓN DEL BELÉN FAMILIAR
RITOS INICIALES
Reunida la familia, el padre o la madre de la misma dice:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos se santiguan y responden:
Amén.
El que dirige la celebración puede decir:
Alabemos y demos gracias al Señor,
que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo.
Todos responden:
Bendito seas por siempre, Señor.
Luego el que dirige la celebración dispone a los presentes para la bendición, con estas palabras u otras semejantes:
Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este
pesebre y meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con
nosotros. Pidamos, pues, a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en
nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de
Navidad.
Uno de los miembros de la familia lee un texto de la sagrada Escritura.
Lc 2, 4-7a: María dio a luz a su hijo primogénito
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.
En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de
Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse
con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del
parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un
pesebre.
Palabra del Señor.
Después de la lectura, según las circunstancias, puede cantarse un canto adecuado.
PRECES
Sigue la plegaria común:
En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de
Navidad, dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también
hijo de una familia humana; digámosle: Por tu nacimiento, Señor, protege a esta
familia
- Oh Cristo, por el misterio de tu sumisión a María y a José enséñanos el respeto y la
obediencia a quienes dirigen esta familia. R.
- Tú que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia en el amor
y la concordia. R.
24
- Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que en nuestra familia
Dios sea honorificado. R.
- Tú que has dado parte de tu gloria a María y a José, admite a nuestros familiares,
que otros años celebraban las fiestas de Navidad con nosotros, en tu familia
eterna. R.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la
oración de bendición:
Oh Dios, Padre nuestro,
que tanto amaste al mundo
que nos has entregado a tu único Hijo Jesús,
nacido de la Virgen María,
para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti,
te pedimos que con tu bendición +
estas imágenes del nacimiento
nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría
y a ver a Cristo presente
en todos los que necesitan nuestro amor.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús,
tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.
CONCLUSIÓN DEL RITO
El que dirige la celebración concluye el rito, santiguándose y diciendo:
Cristo, el Señor,
que se ha aparecido en la tierra
y ha querido convivir con los hombres
nos bendiga y nos guarde en su amor.
Todos responden.
Amén.
25
II. BENDICIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD
RITO DE LA BENDICIÓN
El ministro, al comenzar la celebración, dice:
Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Todos responden:
Que hizo el cielo y la tierra.
Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
Is 60, 13: “Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el
pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estado”.
Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la
oración de bendición:
Oremos.
Bendito seas, Señor y Padre nuestro,
que nos concedes recordar con fe
en estos días de Navidad
los misterios del nacimiento de Jesucristo.
Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol
y lo hemos embellecido con luces,
vivir también a la luz
de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo
y ser enriquecidos con las virtudes
que resplandecen en su santa infancia.
Gloria a él por los siglos de los siglos.
R. Amén.

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  • 2. 2 - Las oraciones son propias de la Novena Tradicional de Navidad. - Meditaciones redactadas por el misionero sacerdote Verbum Dei José Venancio Ancajima Sernaqué. - Imágenes verbum dei y de dominio público tomadas de internet. Diciembre 2020 Piura, Perú.
  • 3. 3 NOVENA EN TIEMPOS DE COVID Este año 2020 todo ha sido tan diferente de como pensábamos al iniciar el año y ahora al llegar a la Navidad hemos de vivir también este hermoso tiempo de una forma nueva, pero bien cargado de fe y de calor de hogar, que haga brotar la alegría por el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador. Esta Navidad creo que el Señor, nos invita a que sean más familiares que nunca. Hay muchos sentimientos encontrados: alegría por la navidad, añoranzas de otros tiempos y quizá de que la familia grande no nos podamos reunir todos, tristeza por las personas queridas que no están con nosotros en estas fechas y quizá la ausencia de regalos. Sin embargo, es un tiempo propicio para celebrar. Sí, me has escuchado bien: ¡Celebrar! ¡Celebrar la Natividad de Jesús en el seno de una Familia! Tiempo para disfrutar el celebrar en hogar, en el núcleo fundamental de la Familia: esposos e hijos. Tiempo para valorar la Familia amplia con los abuelos y demás familiares. Y todo esto contemplando con mucho amor a la Familia de Nazaret: María, José y el niño Jesús. Por eso, las meditaciones de esta Novena, están centradas en prepararnos para ser Familia Cristiana donde se puede “acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo, crecer con Él; y así mejorar el mundo”. Esto, en la relación de pareja, el ser padres, la relación con los hijos, los jóvenes, los abuelos, siendo hogar donde se vive la fe, hogar de amor, hogar de esperanza, hogar misionero. Que la Sagrada Familia de Nazaret bendiga y proteja su hogar. Pbro. José Venancio Ancajima Sernaqué, FMVD.
  • 4. 4 ¿CÓMO REZAR ESTA NOVENA? Invitar a toda la familia, vecinos y principalmente a los niños para reunirse ante el pesebre que se ha construido en casa. Si el pesebre aún no se ha bendecido (e incluso el árbol de navidad), puede usarse el rito de bendición que está en el apéndice de este libro. Conviene preparar con anticipación los villancicos a cantar y distribuir las lecturas y oraciones, de modo que participe el mayor número de personas. Es clave sin embargo que cada quien prepare muy bien su parte, sobre todo cuando se trata de niños pequeños. Esto ayudará a que todos sintamos que estamos en lo que estamos: haciendo oración. Así, la novena se desarrolla de la siguiente manera: 1. Una vez reunidos iniciar cantando un villancico. 2.- Oración para comenzar. 3.- Oración por la familia. 4.- Oración a la Virgen. 5.- Oración a San José. 6.- Lectura bíblica y Meditación del día ( ir al texto propio de cada día). 7.- Peticiones libres. 8.- Gozos. 9.- Oración al Niño Dios 10.- Bendición final.
  • 5. 5 1. CANTEMOS. Reunidos en torno al pesebre se entona un villancico. 2. ORACIÓN PARA COMENZAR. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Oremos. Dios de infinita misericordia que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En retorno te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este mundo tuyo y nuestro, que nos has dado como “Casa Común”, un mundo más justo, más fiel al gran mandamiento de amarnos como hermanos. Concédenos, Señor, tu ayuda para poderlo realizar. Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nuestra familia, (Iglesia, Parroquia o comunidad), un estímulo, a fin de que, viviendo como hermanos, busquemos más y más los caminos de la verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén. (Se reza Gloria al Padre) 3. ORACIÓN POR LA FAMILIA. Señor, haz de nuestro hogar un sitio donde reine tu amor. Sin injurias, porque Tú nos haces comprensivos. Sin amarguras, porque Tú nos bendices. Que no haya egoísmos, porque Tú nos alientas. Sin rencores, porque Tú nos das el perdón. Que no haya ningún tipo de abandono, porque Tú estás con nosotros siempre. Que unidos como familia caminemos hacia ti en nuestro diario vivir. Que cada día que amanezcamos con vida sea para más entregarnos. Que no nos vayamos a descansar guardando enojos. Haz Señor con nuestras vidas, que quisiste unir en el amor, sea ejemplo que en Ti podemos amarnos hasta el final. Haz Señor de nuestros hijos lo que anhelas; ayúdanos a educarlos, orientarlos por tu camino. Que nos esforcemos en ser uno para el otro un gran apoyo. Que hagamos del amor un motivo para marte más. Que nuestro hogar te glorifique y que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos concedas el hallarnos unidos para siempre en ti. Amén. (Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)
  • 6. 6 4. ORACIÓN A LA VIRGEN. Mamá María, te pedimos por todas las familias de nuestro país; haz que cada hogar de nuestra patria y del mundo sea fuente de comprensión, de ternura, de verdadera vida familiar. Que estas fiestas de Navidad, que nos reúnen alrededor del pesebre donde nació tu Hijo, nos unan también en el amor, nos hagan olvidar las ofensas y nos den sencillez para reconocer los errores que hayamos cometido. Madre de Dios y Madre Nuestra, intercede por nosotros. Amén. (Se reza tres veces el Avemaría) 5. ORACIÓN A SAN JOSÉ. San José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús, tú fuiste escogido para hacer las veces de padre en el hogar de Nazaret. Ayuda a los padres de familia; que ellos sean siempre en su hogar imagen del Padre Celestial, a ejemplo tuyo; que cumplan cabalmente la gran responsabilidad de educar y formar a sus hijos, entregándoles, con un esfuerzo continuo, lo mejor de sí mismos. Ayuda a los hijos a entender y apreciar el abnegado esfuerzo de sus padres. San José modelo de esposos y padres intercede por nosotros. Amén. (Se reza un Padrenuestro)
  • 7. 7 6. MEDITACIONES. DÍA 16 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 2,18-21) El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre María estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por la acción del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto. Después de tomar esta decisión, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: –José, hijo de David, no temas aceptar a María como tu esposa, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Palabra del Señor. MEDITACIÓN. “YO TE VOLVERÉ A ELEGIR” Iniciamos esta Novena contemplando el amor de José y María. Ellos se habían elegido para formar juntos un hogar y estaban comprometidos. El amor que surge entre un varón y una mujer les lleva a querer compartir la vida juntos en un matrimonio y formar un hogar. Pero en ese proceso, como personas de fe, descubren que además de elegirse mutuamente, Dios les invita a recibirse el uno al otro como un don maravilloso suyo. Si, tu esposo, tu esposa, es el regalo precioso que Dios ha dado a tu vida. Dios mismo se lo dice así a José: “José, hijo de David, no temas aceptar a María como tu esposa, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo” (Mt 1,20). Y José, confirmado en su amor por María: “Cuando… se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado: recibió a su esposa” (Mt 1,24). Y podemos imaginar también la alegría de María, al ver que Dios le da a José como su esposo. Hoy es un día para renovar vuestro amor de esposos, siempre enamorados, como canta Martin Valverde:
  • 8. 8 “Cuando pasen ya los años/ Y pase la juventud/ Cuando las mieles se acaben/ Cuando el fuego no arda más/ Cuando lleguen los problemas/ O venga la enfermedad/ Cuando reinen los silencios/… Yo te volveré a elegir/ Pues por ti quiero vivir cada día que pase/ Cada amanecer/ Yo te volveré a elegir”. Un amor cimentado en el gran Amor que Dios les tiene: “No lo digo por mis fuerzas/ Pues se bien puedo caer/ Es mi Dios quien nos ha unido/ Y El nunca fallará/ Es en El que hoy te elijo/ Y por él me entrego a ti/ Y por eso para siempre/… Yo te volveré a elegir”. Hijos, para ustedes hoy es un día también para agradecer a Dios y celebrar el amor de sus padres. Que María y José, esposos, sean siempre el modelo del amor en el matrimonio, pues como dice el Papa Francisco: “En el centro -de la Familia- encontramos la pareja del padre y de la madre con toda su historia de amor” (AL 9). Y sean ellos también los santos protectores de vuestra Familia. DÍA 17 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 1,28-31) El ángel entró donde estaba María y le dijo: –Dios te salve, llena de gracia, el Señor está contigo. Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué significaba tal saludo. El ángel le dijo: –No temas, María, pues Dios te ha concedido su favor. Concebirás y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre Jesús. Palabra del Señor.
  • 9. 9 MEDITACIÓN. EL DON DE LA PATERNIDAD Y MATERNIDAD El amor de los esposos, “no se agota dentro de la pareja, ya que los hace capaces de la máxima donación posible, por la cual se convierten en cooperadores de Dios en el don de la vida a una nueva persona humana. De este modo los cónyuges, a la vez que se dan entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable del padre y de la madre”, decía San Juan Pablo II (FC 14). Como María y José, un nuevo don reciben los esposos con la Paternidad y Maternidad, fruto del amor que los une y que los hace colaboradores de Dios creador, dador de la vida. Así lo canta alegremente el Salmo 128,3-4: “Tu esposa será como una vid fecunda dentro de tu casa; tus hijos, como brotes de olivo en torno a tu mesa. Así será bendecido el hombre que respeta al Señor”. Al contemplar al hijo/a, hay una mirada nueva entre los esposos. Ya no es sólo mi esposo o esposa, sino el Padre o Madre de mi hijo/a. Es un nuevo lazo que los une: ser padres. Y de aquí ha de surgir siempre la gratitud al cónyuge. Porque si han podido recibir el don de la fecundidad y engendrar a la vida un hijo no ha sido solos e individualmente, sino gracias al otro. “Al hacerse padres, los esposos reciben de Dios el don de una nueva responsabilidad. Su amor paterno está llamado a ser para los hijos el signo visible del mismo amor de Dios, ‘del que proviene toda paternidad en el cielo y en la tierra’ (Ef 3,14)” (FC 14). Asumir esta responsabilidad de hacer visible el amor de Dios para los hijos nuevamente hoy, es confiar en que Dios dará siempre lo necesario para vivir esta misión de ser padres. Es acercarse a la fuente del amor que es Dios y vivir en la confianza que el amor manifestado a los hijos, en los más pequeños detalles, Él, hará que den fruto en el momento oportuno.
  • 10. 10 DÍA 18 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2,6-7). Mientras estaban en Belén le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada. Palabra del Señor. MEDITACIÓN. LOS HIJOS, REGALO DE DIOS Y TAREA DE TODA LA VIDA. En el salmo 128 “aparecen, dentro de la casa donde el hombre y su esposa están sentados a la mesa, los hijos que los acompañan «como brotes de olivo» (v3), es decir, llenos de energía y de vitalidad. Si los padres son como los fundamentos de la casa, los hijos son como las «piedras vivas» de la familia (cf. 1 P 2,5)” (AL 14). Los hijos son regalo de Dios para el matrimonio. Cada uno con su peculiaridad y unicidad son acogidos y amados por sus padres. Así lo expresa el Papa Francisco en su catequesis: “Los hijos son la alegría de la familia y de la sociedad. No son un problema de biología reproductiva, ni uno de los tantos modos de realizarse. Y mucho menos son una posesión de los padres… No. Los hijos son un don, son un regalo, ¿habéis entendido? Los hijos son un don. Cada uno es único e irrepetible y, al mismo tiempo, está inconfundiblemente unido a sus raíces… Se ama a un hijo porque es hijo, no porque es hermoso o porque es de una o de otra manera; no, porque es hijo. No porque piensa como yo o encarna mis deseos. Un hijo es un hijo: una vida engendrada por nosotros, pero destinada a él, a su bien, al bien de la familia, de la sociedad, de toda la humanidad”. Jesús es el Hijo único del Padre y junto a José y María nos muestran como un hijo ha de ser amado, sentirse amado, vivirse siempre amado.
  • 11. 11 Un hijo es amado desde antes de nacer (cf. Jer 1,5), es acogido y esperado con amor. Al nacer e ir creciendo se va sintiendo amado: al verse cuidado, atendido, tratado con cariño y preocupación, educado y corregido con amor para vivir en el bien. Y en ese amor experimentado su corazón se abre a descubrir el Amor de Dios. El amor vivido en el hogar es el reflejo del inmenso amor que Dios, Padre nuestro, nos tiene. El hijo amado aprende a corresponder también a tanto amor en el respeto y honor que da a sus padres, en la corresponsabilidad del hogar al ayudar en las pequeñas tareas del hogar donde aprende a servir por amor, cuando comparten los sacrificios, las luchas y alegrías de la vida. DÍA 19 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2,25-27.36-38). Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías enviado por el Señor. Vino, pues, al templo, movido por el Espíritu y, cuando sus padres entraban con el niño Jesús para cumplir lo que mandaba la ley, 28 Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios… Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya muy anciana. Había estado casada siete años, siendo aún muy joven, y después había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, dando culto al Señor día y noche con ayunos y oraciones. Se presentó en aquel momento y se puso a dar gloria a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. Palabra del Señor. MEDITACIÓN. LOS ABUELOS, UNA GRACIA Y UNA MISIÓN. Escuchemos como el Papa Francisco nos habla de los abuelos: «Es verdad que la sociedad tiende a descartarnos, pero ciertamente el Señor no. El Señor no nos descarta nunca. Él nos llama a seguirlo en cada edad de la vida, y también la ancianidad contiene una gracia y una misión, una verdadera vocación del Señor. La ancianidad es una vocación. No es
  • 12. 12 aún el momento de “abandonar los remos en la barca”. Este período de la vida es distinto de los anteriores, no cabe duda… El Evangelio viene a nuestro encuentro con una imagen muy hermosa, conmovedora y alentadora. Es la imagen de Simeón y Ana, de quienes se habla en el Evangelio de la infancia de Jesús escrito por san Lucas. Eran ciertamente ancianos, el “viejo” Simeón y la “profetisa” Ana que tenía 84 años. Esta mujer no escondía su edad. El Evangelio dice que esperaba la venida de Dios cada día, con gran fidelidad, desde hacía largos años. Querían precisamente verlo ese día, captar los signos, intuir el inicio. Tal vez estaban un poco resignados, a este punto, a morir antes: esa larga espera continuaba ocupando toda su vida, no tenían compromisos más importantes que este: esperar al Señor y rezar. Y, cuando María y José llegaron al templo para cumplir las disposiciones de la Ley, Simeón y Ana se movieron por impulso, animados por el Espíritu Santo (cf. Lc 2, 27). El peso de la edad y de la espera desapareció en un momento. Ellos reconocieron al Niño, y descubrieron una nueva fuerza, para una nueva tarea: dar gracias y dar testimonio por este signo de Dios. Simeón improvisó un bellísimo himno de júbilo (cf. Lc 2, 29-32) —fue un poeta en ese momento— y Ana se convirtió en la primera predicadora de Jesús: «hablaba del niño a todos lo que aguardaban la liberación de Jerusalén» (Lc 2, 38)… La oración de los ancianos y los abuelos es don para la Iglesia, es una riqueza. Una gran inyección de sabiduría también para toda la sociedad humana: sobre todo para la que está demasiado atareada, demasiado ocupada, demasiado distraída… Necesitamos ancianos que recen porque la vejez se nos dio precisamente para esto. La oración de los ancianos es algo hermoso. Podemos dar gracias al Señor por los beneficios recibidos y llenar el vacío de la ingratitud que lo rodea. Podemos interceder por las expectativas de las nuevas generaciones y dar dignidad a la memoria y a los sacrificios de las generaciones pasadas. Podemos recordar a los jóvenes ambiciosos que una vida sin amor es una vida árida. Podemos decir a los jóvenes miedosos que la angustia del futuro se puede vencer. Podemos enseñar a los jóvenes demasiado enamorados de sí mismos que hay más alegría en dar que en recibir. Los abuelos y las abuelas forman el “coro” permanente de un gran santuario espiritual, donde la oración de súplica y el canto de alabanza sostienen a la comunidad que trabaja y lucha en el campo de la vida».
  • 13. 13 DÍA 20 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo evangelio según san Lucas (Lc 2,41-42). Sus padres iban cada año a Jerusalén, a la fiesta de pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron a celebrar la fiesta, según la costumbre. Palabra del Señor. MEDITACIÓN. HOGAR DONDE SE VIVE LA FE. El hogar de Nazaret es una familia de fe: vive su fe en Dios y lo celebran juntos. El hogar es el “lugar donde se enseña a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo” (AL 287). De la mano de María y José, Jesús aprende a rezar, a relacionarse con Dios Padre y a integrarse en la historia de salvación que Dios ha hecho con su pueblo. Este camino inicia con el Bautismo, donde recibimos la gracia de ser liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión; por lo que no hay excusas para retardar esta gracia abundante. Decía San Agustín: “las madres que llevan a sus hijos «cooperan con el parto santo»”. Siguiendo así, todo un proceso de aprendizaje y crecimiento: “Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres” (Lc 2,52). Es hermoso ver a una madre y también al padre que enseña a sus hijos a darle un beso a la Virgen y a Jesús; a rezar, pues rezan juntos cada día; cuando va toda la familia a Misa y se acercan a confesarse o comulgar llevando a su hijo/a en brazos y aunque sean sus niños muy inquietos, cuando comparten con sus niños la alegría de la catequesis y recibir su primera comunión. “La transmisión de la fe supone que los padres vivan la experiencia real de confiar en Dios, de buscarlo, de necesitarlo, porque sólo de ese modo «una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas» (Sal 144,4) y «el padre enseña a sus hijos tu fidelidad» (Is 38,19)”. Sabiendo “que la experiencia espiritual no se impone, sino que se propone a su libertad. Es fundamental que los hijos vean de una manera concreta que para sus padres la oración (la Palabra de Dios, los
  • 14. 14 sacramentos, vivir los valores del evangelio) es realmente importante” (AL 288). Que la imagen de María, José y el niño Jesús caminando a celebrar la gran fiesta de la fe en Jerusalén, les anime hoy como familia a seguir caminando juntos, sin que falte nadie, al encuentro de Dios: creer, celebrar y vivir su gran amor por todos nosotros. DÍA 21 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo evangelio según san Juan (Jn 2,3-5). Se les acabó el vino, y entonces la madre de Jesús le dijo: –No les queda vino. Jesús le respondió: –Mujer, no intervengas en mi vida; mi hora aún no ha llegado. La madre de Jesús dijo entonces a los que estaban sirviendo: –Hagan lo que él les diga. Palabra del Señor. MEDITACIÓN. HOGAR DONDE SE VIVE LA CARIDAD. María en las bodas de Caná muestra su amor y preocupación por esos nuevos esposos a los que se les termina el vino de su fiesta. No lo vive sola, intercede ante su hijo Jesús, a quien se ve que aprendió ya desde pequeño a “sentir compasión” de las necesidades de los demás. La Familia de Nazaret es el hogar donde se vive la Caridad. En el hermoso himno de san Pablo de 1Cor 13,4-7 vemos algunas características del amor verdadero: «El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene
  • 15. 15 envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta». Esto se vive y se cultiva en medio de la vida que comparten todos los días los esposos, entre sí y con sus hijos. Esta calidad de Amor se vive y se aprende en casa con detalles tan sencillos y a la vez tan trascendentes como decir: “por favor", “permiso", “gracias", “perdón”. Que más allá de ser palabras de buena educación es todo un estilo de vida aprendido en el hogar. Ya decía san Francisco de Sales, que «la buena educación es ya media santidad». Además, el ejemplo servicial y caritativo hacia los más necesitados de los padres, queda grabado en la vida de los hijos. En casa se aprende que “la vida que no se vive para servir no sirve para vivir" y se disfruta el gozo de la generosidad y el compartir, la honradez y la búsqueda del bien de los demás. DÍA 22 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 2,13-15). Cuando se fueron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: –Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo. José se levantó de noche, tomó al niño y a su madre, y partió hacia Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por el profeta: De Egipto llamé a mi hijo”. Palabra del Señor. MEDITACIÓN. HOGAR DE ESPERANZA. La familia de José, María y el niño Jesús sabe de dificultades y sufrimientos. Realidades propias de la vida, que no siempre podemos evitar y las cuales hay que aprender a vivir en el amor. Saben de imprevistos: pues, antes de nacer Jesús, María y José tienen que caminar de Nazaret a Belén para el Censo; un camino nada fácil para una mujer embarazada y un padre preocupado. Saben de pobrezas e incertidumbre, al no hallar una posada y tener que dar a luz en un establo.
  • 16. 16 Saben de inseguridades, al tener que emigrar a Egipto pues corre peligro la vida de Jesús. Sin dejar de pensar en la convivencia de cada día y sus propios retos, cuando hay y cuando no hay trabajo, las etapas de crecimiento del hijo y su educación… Ellos aprenden día a día a ser Familia unida en el amor, superando juntos las dificultades, aprendiendo a esperar siempre, pues su confianza está puesta en Dios. Saben que Él está en medio de ellos. Que, en medio de todos los caminos, Él los está guiando y renovando constantemente sus fuerzas para amarse y seguir adelante. En Él, aprenden a interpretar todos los acontecimientos de la vida y ver que Dios siempre va tejiendo una historia de amor y salvación con ellos. “Ante cada familia se presenta el icono de la familia de Nazaret, con su cotidianeidad hecha de cansancios y hasta de pesadillas, como cuando tuvo que sufrir la incomprensible violencia de Herodes, experiencia que se repite trágicamente todavía hoy en tantas familias de prófugos desechados e inermes. Como los magos, las familias son invitadas a contemplar al Niño y a la Madre, a postrarse y a adorarlo (cf. Mt 2,11). Como María, son exhortadas a vivir con coraje y serenidad sus desafíos familiares, tristes y entusiasmantes, y a custodiar y meditar en el corazón las maravillas de Dios (cf. Lc 2,19.51). En el tesoro del corazón de María están también todos los acontecimientos de cada una de nuestras familias, que ella conserva cuidadosamente. Por eso puede ayudarnos a interpretarlos para reconocer en la historia familiar el mensaje de Dios” (AL 30).
  • 17. 17 DÍA 23 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo evangelio según san Mateo (Mt 2,10-11). Los sabios de oriente, al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron postrados en tierra. Abrieron sus cofres y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra. Palabra del Señor. MEDITACIÓN. HOGAR QUE ILUMINA AL MUNDO. «El anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia», nos recuerda el Papa Francisco. Una buena noticia para el mundo de hoy, especialmente para tantos jóvenes en los cuales “el deseo de familia permanece vivo” (cf. AL 1). “La familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir, comunidad de vida y amor… Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa” (FC 17). La familia que vive su identidad cristiana ilumina al mundo. Ella misma, iluminada por la palabra de Dios, el amor vivido en el hogar y la Gracia de Dios derramada en cada uno de ellos; se vuelve ejemplo vivo y familia misionera, para tantas familias que añoran calor de hogar. Como escribía Jaime Bonet, fundador del Verbum Dei: «Sé que con el Evangelio penetrará la luz del día en muchos hogares, convertidos hoy en noches de luto. Sería la redención plena y radical de la primera célula vital de la humanidad, el matrimonio cristiano. Con la aplicación de vida de la virtud del Evangelio, muchos esposos sentirían renacer su amor, paz y alegría entre sus muros. Recrearían sus corazones y semblantes, donde sus hijos pudieran descubrir más autenticidad, con un futuro menos incierto y más prometedor. Como "nuevos brotes de olivo en torno a su mesa serían sus hijos" y "rebosarían sus corazones de más alegría, que cuando abundan el trigo y el mosto".
  • 18. 18 La panorámica sin límites de su existencia gozosa, proyectada por el Evangelio, se extendería a generaciones como las estrellas del cielo y las arenas del mar. El mundo sería un mundo limpio y puro, y el cosmos sería bello, hermoso, porque Dios lo creó y lo "vio bueno" y el Evangelio lo hace renacer, "lo reconstruye, reedifica y replanta"». DÍA 24 DE DICIEMBRE LECTURA BIBLICA: Lectura del santo Evangelio según San Mateo (Mt 1, 18-25). El nacimiento de Jesús, el Mesías, fue así: su madre María estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por la acción del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió separarse de ella en secreto. Después de tomar esta decisión, el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: –José, hijo de David, no temas aceptar a María como tu esposa, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor por el profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Emmanuel (que significa: Dios con nosotros). Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado: recibió a su esposa y, sin tener relaciones conyugales, ella dio a luz un hijo, al que José puso por nombre Jesús. Palabra del Señor.
  • 19. 19 MEDITACIÓN. SE HIZO NIÑO EN UNA FAMILIA. Hoy es Nochebuena y todos celebramos el gran acontecimiento de nuestra fe: El Hijo de Dios se hace un niño por amor a nosotros y para salvarnos del pecado y la muerte eterna. Y se hace niño en una Familia. «La Encarnación del Hijo de Dios abre un nuevo inicio en la historia universal del hombre y la mujer. Y este nuevo inicio tiene lugar en el seno de una familia, en Nazaret. Jesús nació en una familia. Él podía llegar de manera espectacular, o como un guerrero, un emperador… No, no: viene como un hijo de familia. Esto es importante: contemplar en el belén esta escena tan hermosa. Dios eligió nacer en una familia humana, que Él mismo formó. La formó en un poblado perdido de la periferia del Imperio Romano. No en Roma, que era la capital del Imperio, no en una gran ciudad, sino en una periferia casi invisible, casi más bien con mala fama. Lo recuerdan también los Evangelios, casi como un modo de decir: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1, 46). Tal vez, en muchas partes del mundo, nosotros mismos aún hablamos así, cuando oímos el nombre de algún sitio periférico de una gran ciudad. Sin embargo, precisamente allí, en esa periferia del gran Imperio, se inició la historia más santa y más buena, la de Jesús entre los hombres. Y allí se encontraba esta familia. Jesús permaneció en esa periferia durante treinta años. El evangelista Lucas resume este período así: Jesús «estaba sujeto a ellos» [es decir a María y a José]. Y uno podría decir: «Pero este Dios que viene a salvarnos, ¿perdió treinta años allí, en esa periferia de mala fama?». ¡Perdió treinta años! Él quiso esto. El camino de Jesús estaba en esa familia. «Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (2, 51-52). No se habla de milagros o curaciones, de predicaciones —no hizo nada de ello en ese período—, de multitudes que acudían a Él. En Nazaret todo parece suceder “normalmente”, según las costumbres de una piadosa y trabajadora familia israelita: se trabajaba, la mamá cocinaba, hacía todas las cosas de la casa, planchaba las camisas… todas las cosas de mamá. El papá, carpintero, trabajaba, enseñaba al hijo a trabajar. Treinta años. «¡Pero qué desperdicio, padre!». Los caminos de Dios son misteriosos. Lo que allí era importante era la familia. Y eso no era un desperdicio. Eran grandes santos: María, la mujer más santa, inmaculada, y José, el hombre más justo… La familia. Cada familia cristiana —como hicieron María y José—, ante todo, puede acoger a Jesús, escucharlo, hablar con Él, custodiarlo, protegerlo,
  • 20. 20 crecer con Él; y así mejorar el mundo. Hagamos espacio al Señor en nuestro corazón y en nuestras jornadas. Así hicieron también María y José, y no fue fácil: ¡cuántas dificultades tuvieron que superar! No era una familia artificial, no era una familia irreal. La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y la misión de la familia, de cada familia. Y, como sucedió en esos treinta años en Nazaret, así puede suceder también para nosotros: convertir en algo normal el amor y no el odio, convertir en algo común la ayuda mutua, no la indiferencia o la enemistad. No es una casualidad, entonces, que “Nazaret” signifique “Aquella que custodia”, como María, que —dice el Evangelio— «conservaba todas estas cosas en su corazón» (cf. Lc 2, 19.51). Desde entonces, cada vez que hay una familia que custodia este misterio, incluso en la periferia del mundo, se realiza el misterio del Hijo de Dios, el misterio de Jesús que viene a salvarnos, que viene para salvar al mundo. Y esta es la gran misión de la familia: dejar sitio a Jesús que viene, acoger a Jesús en la familia, en la persona de los hijos, del marido, de la esposa, de los abuelos… Jesús está allí. Acogerlo allí, para que crezca espiritualmente en esa familia. Que el Señor nos dé esta gracia» (Papa Francisco. Catequesis 17/12/2014).
  • 21. 21 7. PETICIONES LIBRES. Después de la meditación puede hacerse un momento de silencio para meditar lo que se ha escuchado y luego dar espacio para que los presentes hagan algunas peticiones libres que nazcan desde el corazón. 8.- GOZOS Antífona: Dulce Jesús mío, mi Niño adorado. ¡Ven a nuestras almas, niñito! ¡Ven, no tardes tanto! - Oh sapiencia suma del Dios soberano, que a nivel de un niño te hayas rebajado. Oh Divino infante, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios. Dulce Jesús mío… - Niño del pesebre, nuestro Dios y Hermano, Tú sabes y entiendes del dolor humano; que cuando suframos dolores y angustias, siempre recordemos que nos has salvado. Dulce Jesús mío… - Oh Luz del Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tu esplendor veamos, Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. Dulce Jesús mío… - Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño. Niño que apacientas con suave cayado, a la oveja arisca, al cordero manso. Dulce Jesús mío… - Ábrase los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo. Ven hermoso niño, ven Dios humanado; luce hermosa estrella, brota flor del campo. Dulce Jesús mío… - Tú te hiciste Niño en una familia llena de ternura y calor humano. Vivan los hogares aquí congregados, el gran compromiso del amor cristiano. Dulce Jesús mío… - Del débil auxilio, del doliente amparo; consuelo del triste, luz de desterrado. Vida de mi vida, mi Dueño adorado; mi constante amigo, mi divino hermano.
  • 22. 22 Dulce Jesús mío… - Ven ante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas, bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos y aún más que mis frases, te dice mi llanto. Dulce Jesús mío… - Haz de nuestra patria una gran familia; siembra en nuestro suelo tu amor y tu paz. Danos fe en la vida, danos esperanza y un sincero amor que nos una más. Dulce Jesús mío… - Ven Salvador nuestro por quien suspiramos ven a nuestras almas, ven no tardes tanto. Dulce Jesús mío… 9. ORACIÓN AL NIÑO DIOS. Señor, Navidad es el recuerdo de tu nacimiento entre nosotros, es la presencia de tu amor en nuestra familia y en nuestra sociedad. Navidad es certeza de que el Dios del cielo y de la tierra es nuestro Padre, que tú, Divino Niño, eres nuestro hermano. Que esta reunión junto a tu pesebre nos aumente la fe en tu bondad, nos comprometa a vivir verdaderamente como hermanos, nos dé valor para alejar el odio y sembrar la justicia y la paz. Oh Divino Niño, enséñanos a comprender que donde hay amor y justicia, allí estas tú y allí también es Navidad. Amén. (Se reza Gloria al Padre) 10. BENDICIÓN FINAL. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
  • 23. 23 APENDICE I. BENDICIÓN DEL BELÉN FAMILIAR RITOS INICIALES Reunida la familia, el padre o la madre de la misma dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Todos se santiguan y responden: Amén. El que dirige la celebración puede decir: Alabemos y demos gracias al Señor, que tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo. Todos responden: Bendito seas por siempre, Señor. Luego el que dirige la celebración dispone a los presentes para la bendición, con estas palabras u otras semejantes: Durante estos días contemplaremos asiduamente en nuestro hogar este pesebre y meditaremos el gran amor del Hijo de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos, pues, a Dios que el pesebre colocado en nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana y nos ayude a celebrar más intensamente estas fiestas de Navidad. Uno de los miembros de la familia lee un texto de la sagrada Escritura. Lc 2, 4-7a: María dio a luz a su hijo primogénito Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas. En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. Palabra del Señor. Después de la lectura, según las circunstancias, puede cantarse un canto adecuado. PRECES Sigue la plegaria común: En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de Navidad, dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia humana; digámosle: Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia - Oh Cristo, por el misterio de tu sumisión a María y a José enséñanos el respeto y la obediencia a quienes dirigen esta familia. R. - Tú que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia en el amor y la concordia. R.
  • 24. 24 - Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que en nuestra familia Dios sea honorificado. R. - Tú que has dado parte de tu gloria a María y a José, admite a nuestros familiares, que otros años celebraban las fiestas de Navidad con nosotros, en tu familia eterna. R. ORACIÓN DE BENDICIÓN Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición: Oh Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo que nos has entregado a tu único Hijo Jesús, nacido de la Virgen María, para salvarnos y llevarnos de nuevo a ti, te pedimos que con tu bendición + estas imágenes del nacimiento nos ayuden a celebrar la Navidad con alegría y a ver a Cristo presente en todos los que necesitan nuestro amor. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, tu Hijo amado, que vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. CONCLUSIÓN DEL RITO El que dirige la celebración concluye el rito, santiguándose y diciendo: Cristo, el Señor, que se ha aparecido en la tierra y ha querido convivir con los hombres nos bendiga y nos guarde en su amor. Todos responden. Amén.
  • 25. 25 II. BENDICIÓN DEL ÁRBOL DE NAVIDAD RITO DE LA BENDICIÓN El ministro, al comenzar la celebración, dice: Nuestro auxilio es el nombre del Señor. Todos responden: Que hizo el cielo y la tierra. Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo: Is 60, 13: “Vendrá a ti, Jerusalén, el orgullo del Líbano, con el ciprés y el abeto y el pino, para adornar el lugar de mi santuario y ennoblecer mi estado”. Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la oración de bendición: Oremos. Bendito seas, Señor y Padre nuestro, que nos concedes recordar con fe en estos días de Navidad los misterios del nacimiento de Jesucristo. Concédenos, a quienes hemos adornado este árbol y lo hemos embellecido con luces, vivir también a la luz de los ejemplos de la vida santa de tu Hijo y ser enriquecidos con las virtudes que resplandecen en su santa infancia. Gloria a él por los siglos de los siglos. R. Amén.