2. Caminando por una ciudad de Europa, rodeada de todas esas bellas construcciones de piedras
antiguas, de colores grises y sepias, en un ambiente un poco frío y húmedo me sorprendió
observar en un balcón minúsculo, una planta hermosa y exuberante de geranios rojos. En ese
paisaje gris resaltaba mostrando todas sus cualidades... Pensé ¡así tenemos que ser nosotros!
Más tarde, durante el viaje nos encontramos con tres personas que me recordaron, una vez más,
la planta de geranios rojos. Una señora que atendía en una tienda de tejidos a la que no le
compramos nada, pero que aún así nos dedicó su mejor sonrisa y los más sensibles comentarios
acerca de su viaje a México; un señor de edad, taxista, que de manera sorprendente se bajó para
abrirnos la puerta del carro, en una ciudad donde nadie te carga una maleta a menos que pagues
la tarifa que amerita; y una prima divertida y llena de vida que nos atendió como si fuésemos las
personas más importantes en ese momento de su vida, fueron personas que resaltaban en un
ambiente austero y lleno de muchas personas poco tolerantes y rígidas en sus hábitos y
pensamientos...
¡Cuántas veces permitimos que el medio y las personas que nos rodean afecten negativamente
nuestra manera de ser! Tendríamos que desarrollar una coraza emocional y espiritual para
proteger nuestra verdadera identidad, para conservarnos limpios, entusiastas, confiados, seguros
y positivos, a pesar de las circunstancias. Lo más fácil es volvernos negativos, agresivos, críticos
y amargados, igual que la mayoría de las personas que nos rodean, pero lo más difícil es
mantener nuestra diferencia, aún en un medio completamente hostil... esa, es nuestra tarea!
Cuando recordamos que todo pasa, sin importar que tan intenso sea, tenemos como alternativa
el aferrarnos a lo positivo aunque sea pequeño, en todo momento. Podemos ser como la planta
de geranios rojos...
Es posible que te parezca poco importante invertir unos minutos en ser amable, en sonreír o en
3. atender de manera especial a una persona... tal vez nunca llegues a saber de qué manera
suavizaste o refrescaste su vida con tu presencia en un momento dado, pero te aseguro que tus
comentarios, tus gestos y tu actuación positiva y amorosa, dejaron una huella amable y grata que
recordarán toda la vida. Además, la recompensa instantánea será el sentimiento de satisfacción y
alegría, acompañado de una serie de eventos pequeños pero milagrosos, que comenzarán a
atraer la prosperidad y la suavidad a tu vida.
Cómo convertirnos en una planta de geranios rojos
1- Valora lo que das. Considera valioso e importante todo lo que das o haces por los demás. Vale
la pena dar lo mejor de nosotros a los demás sin esperar nada a cambio. Cuando quieras hacer o
decir algo bueno hacia otra persona, hazlo y piensa que puede hacer una diferencia en su vida...
2- Copia las características positivas de alguien. Recuerda a una persona que haya sido especial
para ti, por su trato amable, y copia sus gestos y sus palabras.
3- Sonríe con frecuencia. Cuando sonríes con facilidad, dejas salir lo mejor de ti y cualquier
diferencia o distancia que exista entre tú y otra persona desaparece instantáneamente. Para
estar serios se requiere el trabajo de 40 músculos y para sonreír sólo necesitamos mover 15. Es
fácil hacerlo.
4- Sé generoso con los demás. Ser generosos no sólo implica dar lo que nos sobra en la vida,
sino ser capaces de extraer de la vida aquello que creemos que necesitan los demás. Puedes ser
generoso con la sonrisa, con los abrazos, con tu presencia. Ser capaces de animar a otro, aún
cuando estamos viviendo un mal momento, es muestra de generosidad.
4. 5- Exprésate con amabilidad. Cuida tus palabras y tus frases. Con ellas puedes hacer la
diferencia. Saluda, da las gracias, pide por favor, pide disculpas si fuese necesario y, sobre todo,
habla con suavidad de forma clara y directa buscando siempre lo mejor para los demás.
6- Interésate por los demás. Es maravilloso guardar silencio y escuchar con atención la historia
de otros, casi siempre descubrimos en un comentario, o en una frase, la afinidad que tienen con
nosotros. Dedica unos minutos a compartir con una persona sin juzgarla, hazlo abierto como un
niño y disfruta de la experiencia.
7- Actúa con sencillez. Evita ser superficial y trata de ser auténtico. Tu valor real no depende de
tus posesiones materiales, sino de tus cualidades y características personales. Atrévete a ser tú
mismo y muéstrate con naturalidad.
Nos hace falta tu presencia amable, generosa y espontánea para sentir que vale la pena
esforzarnos en vivir la diferencia. Juntos podemos hacer un mundo mejor.