2. El ansía de libertad:
El Romanticismo es una reacción en contra del Neoclasicismo. La libertad creativa
desplaza a la razón ordenada.
El espíritu de rebeldía:
Las ansias de libertad se traducen en un espíritu de rebeldía, que se observa en
numerosos personajes literarios, todos ellos aventureros y rebeldes.
Identificación con la naturaleza
La naturaleza en su estado puro, no se trata de una naturaleza de jardín sino de una
naturaleza llena de secretos en la que pueda proyectar su estado de ánimo.
Exaltación de la imaginación y del sentimiento
El romántico muestra su valor en la firmeza de sus sentimientos. Es un caballero en una
gesta del corazón. Por otro lado, su imaginación le pone alas a su sentimiento
amoroso.
Valoración de lo nacional y popular
Tal como el hombre romántico necesita afirmar su yo, las naciones necesitan destacar
los valores propios que las diferencien de otras comunidades y con eso las identifiquen.
3. A finales del siglo XVIII se produce en Europa
una serie de acontecimientos revolucionarios
que marcan el inicio del nuevo orden social.
Por lo que se refiere al mundo de las ideas, es
una época donde los pensadores comienzan
a minar las reglas y el concepto de la razón,
tan utilizado durante años atrás.
El Romanticismo supuso el fin del orden clásico.
Acabó con la Monarquía absoluta. Creó un
nueva escala de valores donde predominaba
el `yo' en pérdida de la realidad exterior. Se
produjo una supremacía de lo popular, lo que
implicaba un rechazo del Neoclasicismo.
4. Gustavo Adolfo Bécquer:
Nació el 17 de febrero de 1836 en Sevilla.
Hijo de un célebre pintor del costumbrismo sevillano y hermano de otro, Valeriano. Estudió
en el colegio de San Antonio Abad, para luego pasar a tomar la carrera náutica en el
colegio de San Telmo.
En 1854 después de quedarse huérfano se traslada a Madrid. Intentó dedicarse a la
pintura y estuvo sirviendo de escribiente en la Dirección de Bienes Nacionales, donde su
habilidad para el dibujo era admirada por sus compañeros, pero fue motivo de que fuera
cesado al ser sorprendido por el Director haciendo dibujos de escenas de Shakespeare.
Decide dedicarse a la literatura y sufre la pobreza mientras colabora en periódicos de
poca categoría. Posteriormente entra en "El Contemporáneo" donde publicó crónicas
sociales, algunas de sus Leyendas y los ensayos costumbristas. En ese mismo año consiguió
un cargo muy bien pagado, censor oficial de novelas. Hacia 1867 escribió sus
famosas Rimas y la Revolución de 1868 hizo que se perdiera el manuscrito y el poeta tuvo
que preparar otro.
Tuvo tres hijos y se separó de su mujer en 1868.
Gustavo Adolfo Bécquer falleció el 22 de diciembre de 1870 a causa
de tuberculosis agravada por una profunda depresión.
Entre sus obras se encuentran:
Rimas y leyendas
Historia de los templos de España
Cartas literarias a una mujer
Cartas desde mi celda
Libro de los gorriones
5. “El insomnio y la fantasía siguen y siguen procreando en
monstruoso maridaje. Sus creaciones, apretadas ya como
las raquíticas plantas de un vivero, pugnan por dilatar su
fantástica existencia disputándose los átomos de la
memoria, como el escaso jugo de una tierra estéril.
Necesario es abrir paso a las aguas profundas, que
acabarán por romper el dique, diariamente aumentadas
por un manantial vivo. ¡Andad,
pues! Andad y vivid con la única vida que puedo daros.
Mi inteligencia os nutrirá lo suficiente para que seáis
palpables; os vestirá, aunque sea de harapos, lo bastante
para que no avergüence vuestra desnudez. Yo quisiera
forjar para cada uno de vosotros una maravillosa estrofa
tejida con frases exquisitas, en la que os pudierais
envolver con orgullo como en un manto de púrpura…”
Adolfo Bécquer, Gustavo. Rimas y Leyendas, Calpe,
España, 2009, pág. 4
6. “Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estás páginas son de ese himno
cadencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarlo, y apenas, ¡oh hermosa!
si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, contárselo a solas...”
Adolfo Bécquer, Gustavo. Rimas y Leyendas,
Calpe, España, 2009, pág. 6
7. Mariano José de Larra:
Nació el 24 de marzo de 1809 en Madrid durante la ocupación francesa, y pasó
algunos años de su infancia junto a su padre en Burdeos.
Asistió a un colegio de jesuitas, que abandonó para completar sus estudios en Valencia
y Valladolid.
Al finalizar, trabajó en dos periódicos de su propiedad, El duende satírico del día y El
pobrecito hablador. Fue uno de los periodistas más famosos y mejor pagados de
España y participó en diversas publicaciones además de escribir la novela El doncel de
Don Enrique el Doliente y la obra de teatro Macías.
Se convirtió en un símbolo de la confusión romántica. Se enamoró de una mujer que
algún tiempo después descubrió que era la amante de su padre. Se casó con Josefina
Wetoret en 1829, matrimonio que terminó en 1834.
En 1836 fue elegido diputado por Ávila, aunque las elecciones se anularon tras el motín
de los Sargentos de la Granja ocurrido en ese mismo año.
Mariano José de Larra se suicidó el 13 de febrero de 1837 poco después de escribir su
famoso artículo "La Nochebuena de 1836“.
Entre sus obras se encuentran:
Completas de D. Mariano José de Larra, Montaner y Simón, Barcelona, obra principal.
Macías.
El doncel de don Enrique el Doliente.
8. “y esta ocasión deseaba,
según su pública voz;
así supone y confiesa
causas ocultas, por donde
a ninguno se le esconde
que saliera con su empresa.
Pero contra ese deseo,
que todo es falso se suena,
y también que el de Villena
lo de Cangas y Tineo
falsamente ha renunciado
con fraude en el mismo rey,
porque a la orden, como es ley,
no se adjudique el condado.
Ya entendéis que es cosa clara
que pierde la pretensión,
y el favor y la protección
que goza, si esto se aclara…”
José de Larra, Mariano. Macías, Calpe, España, 2003,
pág. 7
9. “No vengo yo desarmado,
y sabré oponer mi acero
a los tiros de su lengua,
poniendo a su audacia freno.
Si presume que, a mi Elvira,
mi vida, mi bien, mi cielo,
porque oculté mis amores,
impunemente le cedo,
ya probará lo contrario
ese valido hidalgüelo
cuando le arranque la lengua,
y el vil corazón del pecho.
Algún, resto de amistad
en el de Villena espero,
por más que su protección
me haya quitado hace tiempo.
Al fin es señor, y es noble,
y es grande, y es caballero,
y Aragón, que en esto sólo
dicho está todo lo bueno…”
José de Larra, Mariano. Macías, Calpe, España, 2003, pág. 29