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Born
TTRRIILLOOGGÍÍAA
TTThe BBBorn
# 1
Una novela de…
P A R A D I S E S U M M E R L A N D
AAAgggrrraaadddeeeccciiimmmiiieeennntttooosss
_
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@
ÍÍÍnnndddiiiccceee
Agradecimientos
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Born to Fight
Sobre Tara Brown
Info. R&R
Créditos
SSSiiinnnooopppsssiiisss
“Somos nosotros o ellos, Em. Ya no hay gente normal”.
Hace diez años cuando el mundo acabó, ella corrió por su vida.
Cinco semanas atrás, el mundo del que ella se ocultó vino a llamar a la
puerta de su cabaña aislada.
Hace diez días encontró la salvación escondida entre los muertos.
Ayer ella regresó al mundo de los vivos.
Hoy se pregunta si vivirá para ver el mañana.
¿Qué haces cuando el mundo en que naciste se ha ido?
¿Dónde te ocultas cuando tu propio cuerpo no es seguro?
Emma corrió cuando su padre se lo dijo. Se ocultó como él le dijo que
hiciera. Él fue la primera persona a la que le dio la espalda. El primero al
que dejó morir.
Diez años han pasado y todavía vive bajo las reglas simples que él le
enseñó cuando tenía nueve años de edad.
“No ayudes a nadie. No vayas a donde haya gente a menos que
debas. No confíes en nadie. Siempre jala el gatillo”.
Hasta que una noche oye el peor sonido del mundo, un golpe. Un
simple, tímido, golpe en la puerta de su cabaña. Sólo la voz de la
valiente chica, dispuesta a morir por su hermano, convence a Emma
para abrir la puerta. Mientras sus dedos rodean la cerradura, tiene la
terrible sensación de que se arrepentirá de su decisión.
Pero aunque los remordimientos llenan su mundo, también lo hacen el
amor y el compañerismo. Las cosas que nunca imaginó que alguna vez
tendría otra vez.
Todo tiene un costo, es tu decisión si lo pagas.
CCCaaapppííítttuuulllooo 111Traducido por Emi_93
Corregido por tamis11
Dicen que el mundo se construye por dos, pero en la vieja cabaña,
dos se sienten como un largo sueño olvidado. Es un cono de helado en
un paseo marítimo con el sol arriba y el mar. Es el viento soplando en
torno a ti gentilmente, tratando de persuadirte en todas las direcciones
a la vez y echando arena sobre los dedos de tus pies. Es un lugar
perfecto que ninguno de nosotros trata de recordar.
En cualquier mente que aún funcione el mundo se ha construido
para sufrir. Tal vez hubo una vez un lugar donde el amor y el
compañerismo era algo que impulsaba tu vida hacia adelante.
Este ya no es más ese lugar.
Para mí esa palabra nunca existió de todas formas. El mundo
siempre ha sido un lugar egoísta donde el amor es efímero y la gente es
voluble. Hace una vez, el amor verdadero ocurrió por fortuna. Ellos lo
contaminaron y corrompieron y, como todo lo demás, enfermó. Yo lo he
visto. Lo he visto al final cuando les es arrebatado a las personas que
protestan y lloran más fuerte, eran los que lo habían dado por sentado.
Miro alrededor del sótano, en cuatro días apenas me he movido. Es
mi regla y ahora por ella puedo irme fácilmente sabiendo que estoy a
salvo. Siempre termino un viaje de compras con unos días tranquilos en
un sótano. Yo no he nacido para esto. He tenido que aprender a
moverme en silencio, cómo sentarme quieta. Sé lo que necesito hacer
para vivir. He dormido entre los muertos. Tengo que correr por los
bosques en la oscuridad, sintiendo mi sentido de la vista claro como el
de un animal salvaje y abrazar la oscuridad.
Me arrastro hacia fuera por el haz de polvo que permanece en el
aire, brillando por la luz del sol que encontró un camino para pasar
hasta el oscuro sótano. El haz de luz casi me hace sonreír. Admiro la
determinación de la luz. Sacudo la cabeza para hacer regresar a mis
pensamientos y doy mi primer paso hacia las escaleras. Las explosiones
nunca destruyeron esta casa de ninguna manera. Las escaleras están
en una pieza, lo que se ha convertido en algo así como una novedad. El
viejo granero está demasiado lejos de cualquier centro poblado como
para estar siquiera en peligro, al menos al principio. Las manchas de
sangre en el revestimiento exterior blanco demuestran que la
enfermedad ha tocado cada centímetro de este mundo.
La madera dura cruje debajo de mi primer paso. Yo aguanto mi
respiración y espero que el crujido haya pasado desapercibido. Tomo
aliento y doy el segundo paso lentamente, descargando mi peso sobre el
suavemente. Dudo al dar el tercero, dándole a los sonidos espacio y
distancia. Mi corazón está latiendo como si quisiera intentar liberarse
de mi tenso pecho. Aguardo un segundo, es otra regla. Nunca te vayas
cuando creas que es seguro, siempre espera otro segundo.
Puse mis pies a los lados más lejanos de las escaleras, donde los
clavos unen las tablas al marco. Respiraciones superficiales producen
sonidos en el nuevo mundo, en la frontera de todos modos. Sin
electricidad, sin autos, sin teléfonos, sin zumbidos. El mundo se
mantiene en silencio, como si suspirara y tomara una larga inhalación
después de lo que pareció una eternidad con la humanidad y la
contaminación acústica. Estoy en paz cuando llego a casa, pero aquí en
el mundo abierto soy una de ellos. Una de los que quedan. Que revuelve
para sobrevivir, la mayor parte del tiempo separada de cualquier otra
persona.
Miro a través de la puerta del sótano y trato de mantener mis
ansiosos latidos bajos y la respiración tranquila. Mi cuerpo necesita
hacer algunos sonidos, pero otros pueden ser controlados. Los graneros
son las mejores casas. Siempre están lejos del camino, de los caminos
que importan. Siempre tienen conservas y salazones que sobrevivirán a
cualquier humano. Ellos siempre tienen suministros de emergencia y
extras para todo. Los granjeros fueron los que vivieron más, como mi
padre siempre dijo que harían. Dos viajes al año es lo suficientemente
raro, pero sé que si vuelvo a ir me atraparán.
Yo camino dentro de la cocina de campo y me sorprendo de lo
prístina que aún se mantiene. Todo sigue en su lugar, justo como
estaba la primera vez que llegué aquí. Ahora sin embargo, pilas de polvo
han entrado al hogar, junto con las briznas de pasto que crecen a través
de las grietas. Sin ninguna ocupada abuelita que se moviera alrededor
desempolvando y limpiando, todo mostraba años de abandono. Las
viñas crecían a los lados de la casa, como en todas las casas. Como
siempre me apoyo contra el marco de la puerta y pongo mi mano sobre
mi cabeza como una medición. Me giré y miré cuánto más alta estaba
en comparación con la marca que una vez puse tontamente allí. Aparté
la mirada de la marca y aparté los recuerdos de la niña pequeña.
Camino lento por la tierra hacia la puerta trasera. No puedo evitar
reírme internamente al ver cómo todavía me sentía más segura
yéndome a través de la puerta trasera, a pesar de que ya no hay puerta
delantera o trasera. Nada va a ningún lado.
Yo posiciono el pesado paquete en mi espalda cuidadosamente.
Contiene frascos llenos de corazón y alma y supervivencia. Cada frasco
es como un beso de la anciana que embotelló y conservó los vegetales
de su propia cabaña. Yo asumo que no tiene conservantes, ni sal
agregada ni conservantes. No hay etiquetas para contradecirme, por lo
que yo sabía ella estaba usando MSG1 en todo. Yo sonrío ante las letras
MSG, ellas significaron algo para mí una vez. Eso fue antes. Lucho
contra los recuerdos de amables ancianas y el mundo de antes. He
estado en demasiados mundos en mi vida, y tener diecinueve se sentía
como cincuenta la mayor parte de los días.
Yo endurezco mi corazón y siento que mis instintos se agudizan,
mientras el odio surge a través de mí. Tomo una respiración profunda y
la puerta abierta cruje, como si el viento la hubiera abierto. La cierro de
nuevo y la abre. Parece como si el viento que viene de los marrones
campos secos estuviera jugando con la puerta. Mis ojos animales se
fijan en la seca tierra. Nada se mueve, más allá del polvo flotando en la
luz. Yo debería esperar a la noche para viajar pero me he quedado por
demasiado tiempo esta vez. Necesito estar de vuelta. Las cosas solo
viven tanto tiempo solas. Lo sé bien. Mi jardín se ha muerto muchas
veces antes.
La puerta del antiguo granero se mueve con la suave brisa,
haciéndola crujir suavemente mientras el largo pasto marrón se
balancea y los guijarros ruedan por el polvoso camino de entrada. Todo
se mueve en sincronía con el viento. Tuve que aprender a detectar esto.
Yo tiro de la puerta y me estremezco. Sé que esto es siempre la peor
parte de la caminata a casa. Detesto dejar esta casa. Siento que mis
ojos se entrecierran, ya que la intensa luz del sol casi me ciega. Mi bolso
se siente como una tonelada de ladrillos pero doy mis primeros pasos,
desesperada por terminar ya con esto. Yo no sacudo mucho el bolso. No
1 Glutamato Monosódico: Es una sustancia añadida a los alimentos para engañar al estómago en la sensación
de saciedad. Desaparece al cabo de media hora. MSG es la más utilizada en el buffet de restaurantes de estilo y en
restaurantes de comida china para ayudar a maximizar los beneficios con el ahorro de los recursos alimentarios.
quiero romper ningún frasco. He aprendido que esa salmuera es difícil
de conseguir y las mochilas son incluso más difíciles.
Caminar por el empedrado y polvoriento camino de entrada es la
peor parte. Es un espacio abierto al campo. Yo miro alrededor,
caminando con mi escopeta en la mano. Practico regularmente en casa
con mi rifle y silenciador, pero para el camino siempre traigo la
escopeta. Es mi arma de la suerte. El frío y delgado metal me hace
sentir fuerte, incluso aunque sé qué fuerza es. Fuerza no es jalar el
gatillo. En este punto, sin embargo, tengo que demostrarme mi fuerza a
mí misma. Siempre tomo el camino de los cobardes. Justo como me dijo
mi padre que hiciera.
Mis botas crujen en el camino. Yo camino suavemente, pero algunos
sonidos son inevitables. El ruido durará hasta que alcance los suaves
campos de trigo. Entonces habrá un susurro en el trigo.
Yo entro sin mirar atrás. Cuando llego al campo conozco la regla.
Mis piernas gimen bajo los primeros pasos. Mis arcos duelen con el
ejercicio al principio, pero después del primer cuarto de milla empiezo a
entrar en calor y mis piernas comienzan a disfrutar de la corrida. Mi
espalda es el peor problema, porque la mochila es mucho más pesada
que con la que he entrenado. Agarro las apretadas correas de los
hombros hasta que mis brazos no lo pueden soportar un segundo más.
Incluso entonces sigo hasta que alcanzo el bosque.
Y corro profundamente entre los árboles, siempre del mismo lado,
nunca por el mismo camino, pero siempre con el mismo destino. El
látigo de las ramas me golpea, mientras el filo del bosque siempre es el
más fino donde la luz penetra la espesura. Al tiempo que el bosque
clarea, yo lo veo. Él sonríe como siempre. Está calmo. Él no corre y
salta. Él espera para garantizar que no he traído nada conmigo. Él los
ve antes. Sabe lo malo que puede ser. Juntos hemos visto a la gente al
pulular y ser tomada, por lo general las mujeres.
—Leo —susurró al exhalar.
En lugar del cálido saludo que ambos queremos, yo me vuelvo y
levanto mi escopeta. Camino de espaldas mientras Leo se mueve para
observar el bosque. Después de unos minutos bajo la mochila y trepo a
uno de los grandes árboles. Las duras ramas son ásperas contra mis
manos. Se suavizarán durante la primavera cuando no tengo que cortar
leña. Me siento en una rama y miro a través de mis prismáticos desde el
punto de observación.
Puedo ver todo el campo de heno marrón desde aquí. Tengo un
momento de debilidad y me dejo imaginarme viviendo en una granja un
día y cosechando el heno.
Siento que mis ojos se agudizan. Trato de encontrar un solo
filamento de la hierba moviéndose de una manera que signifique que
me han seguido. Miro a la casa de campo quieta y sola. Espero que se
quede de esa manera hasta mi próxima visita.
Espero antes de apartar los prismáticos de la cara y dejar que la
brisa me mueva en mi percha. Deseo por un segundo pode volar lejos
entre las nubes que se ven como siempre lo han hecho. Es como si ellas
no supieran que el mundo hubiera acabado y que ya no es necesario
hacer figuras para nosotros. Ya no hay nosotros. Yo miro más allá de la
cabaña y miro cómo todo se mueve, justo como debería. Nadie me ha
seguido. Yo me bajo del árbol, cansada y deseando alcanzar mi cama.
Cuando mis pies tocan el suelo otra vez miro a Leo, cuyos ojos
amarillos suaves confirman mis conclusiones. Estamos solos. Yo me
dejo caer de rodillas y le saludo mientras él se acerca hacia mí. El gran
lobo me lame la cara y levanta su enorme pata para abrazarme. Yo lo
abracé tan seguido cuando era un bebé, hasta que un día el también
me abrazó. Lo ha hecho desde entonces. Me acaricia suavemente y me
pellizca los brazos. Froto sus enormes orejas suaves y me pongo de pie.
Le acaricio suavemente su enorme cabeza gris.
—¿Listo? —le pregunto.
Yo levanto la pesada mochila y me la coloco en la espalda de nuevo.
La caminata a casa llevará todo el día, si puedo mantener un buen
ritmo. Leo comienza el camino a casa pasando por el viejo roble
quebrado. Nuestro punto de encuentro.
CCCaaapppííítttuuulllooo 222Traducido por EvaMedina
Me siento junto al fuego separada de las llamas, mientras Leo se
sienta y se presiona contra mí. De repente, sus orejas reaccionan. Mis
doloridos pies tienen punzadas, suplicándome que no siga adelante con
mis instintos y me levante. Miro a Leo. Los pelos de su pescuezo se
levantan. No hace ningún sonido. Creo que eso es un instinto de
supervivencia que ha captado de mí. Él nunca se anuncia a sí mismo
con gruñidos como un perro. En lugar de eso, él se esconde en la
sombra, esperando a que su presa haga un movimiento. Él se arrastra
hasta la puerta de la vieja cabaña. Yo levanto el rifle con la mira y el
silenciador que robé de la base militar. Me arrastro por lo bajo, justo
como lo hace Leo.
Nos sentamos en la oscuridad, esperando un sonido o un
movimiento. Nunca enciendo los faroles. Raramente uso el combustible
para algo. Si hay algo aquí, ha seguido el olor de mi humo.
Repentinamente, en la oscuridad de mi cabaña iluminada sólo por el
resplandor del fuego, hay un sonido.
El sonido en mi puerta es peor que cualquier cosa que he oído
nunca. Esta categoría incluye a mujeres siendo arrastradas dentro de
camiones mientras sus hijos gritan en el costado de la carretera,
abandonados. Peor que escuchar a los infectados comer personas que
todavía estaban vivas. Peor que el sonido que hace la ropa cuando
dedos codiciosos la rompen.
Es un golpe en la puerta.
Un simple y ligeramente tranquilo golpe en la puerta. Un tímido
golpe en la puerta.
Se siente como si la persona que golpea estuviera asustada por
golpear, pero no tiene opción en el asunto. Es como si su deteriorada
valentía sólo pudiera hacer acopio de fuerzas para hacer ese patético
golpecito.
Al mismo tiempo que es patético, el golpe también es lo más
aterrador con lo que me he encontrado nunca.
También podría haber sido uno de los infectados, arañando la
puerta y haciendo los gemidos en altos tonos que hacen ellos. De
cualquier manera, eso significa que he sido descubierta. Eso hace que
mi estómago duela como está acostumbrado antes de que encontrase la
cabaña.
Leo me mira. Él también parece confundido por el débil golpecito en
la puerta de nuestra cabaña. La misma cabaña en la que encontré a Leo
lloriqueando fuera y asustado de todo en el mundo, justo como yo lo
estaba. La cabaña donde nos sentábamos juntos escondiéndonos,
teniendo esperanza, rezando, para que pudieran dejarnos tranquilos.
Me quedo congelada, sosteniendo mi arma y temblando.
Leo se escabulle en las sombras del abrigo y del zapatero. Me deslizo
contra la pared y respiro lentamente.
No me muevo. Miro a los ojos amarillos de Leo. Son hipnóticos por la
manera en la que nunca se mueven. Me relajan con la manera en la que
esperan, concentrados y en calma.
Asiento hacia él, lo que lo hace agacharse más abajo, prepararse
Saco la cadena de seguridad, sin hacer ruido justo como he practicado.
Pongo mi mano en el pomo.
Doy pasos hacia atrás lentamente y posiciono mi arma.
Pongo mi dedo sobre el gatillo.
Mandando a mi mano para que no tiemble, giro el pomo de la puerta
y la abro en silencio.
He posicionado un pie detrás de la puerta, en caso de que quien sea
que es decida patear la puerta para abrirla.
En la pequeña rendija de la puerta, veo dos ojos, ojos azules.
Pertenecen a una chica, más joven que yo. Quizá tenga quince años,
pero no más. Tiene el pelo oscuro y un rostro demacrado. Las lágrimas
hacen que sus oscuras pestañas se junten, lo que hace que la mirada
suplicante que me da sea tremendamente convincente.
–L-lo s-s-sie-siento, p-po-por fa-favor, n-n-no me ha-hagas d-da-
daño –sus labios tiemblan. Está temblando de miedo.
Ella sorbe.
Cierro la puerta y abro la seguridad. Mi estómago se hunde. Sé que
estoy en la lucha de mi vida.
Ella es el cebo. Si alguna vez había visto un cebo, ella lo es.
Leo ladea su cabeza, camina tranquilamente hacia la puerta y olfatea.
Pienso en simplemente abrir la puerta y liberarlo sobre ella, pero su
cola se menea. Eso me hace dudar de su habilidad para comerse a la
adorable chica.
Veo emerger su descuidado rostro de lobo y levanto una ceja hacia
él. Él se retira gimiendo.
–Por favor, señorita. Necesito su ayuda. Por favor –grita ella, ya sin
tartamudear.
Su voz es desesperada.
Golpea a mi puerta.
–Por favor, él está muriendo, mi hermano está muriendo, por favor.
He visto a niños abandonados en la carretera gritando. He visto a
chicas adolescentes siendo arrastradas dentro del bosque y sido forzada
a escuchar. He sobrevivido porque miré y escuché. He ignorado a todos
a cualquier costo. Varias veces me he recostado bajo camiones con mis
ojos cerrados y esperado a que eso termine. Esperado para que los
gritos parasen.
Ella es el cebo.
Cierro mis ojos esperando, pero los golpes de hacen más fuertes. Si
todavía no estaban aquí, ellos oirán los golpes.
Desalentada, vuelvo a abrir la puerta, poniendo la punta de mi arma
a través de la puerta. Estoy lista para disparar. Otra vez siento el
camino de los cobardes delante de mí.
–Si, si me matas, por favor, sólo ve a encontrarlo luego. Está herido.
Ellos lo encontrarán. Está en un agujero al Sur de aquí. Por favor.
Sus palabras no son una súplica. Está resignada a morir por él. No
es una cobarde. No es como yo.
Me desplomo y retiro la arma. Cierro mis ojos por un segundo y me
dejo saber que esto es una mala idea. Sin duda me voy a arrepentir de
esto.
Abro la puerta.
Leo camina hacia ella con cautela, olfateando y haciendo círculos.
–Por favor, si tienes que matarme, sólo ve a por él. Él está en lo
profundo de la gran colina. Ha caído en un agujero y se rompió su
pierna, creo. No está consciente.
Miro sus ojos, nunca se mueven. Ella dice la verdad.
Agarro un fardo de cuerda que dejé en la estantería del almacén y
cierro la puerta.
–Muchas gracias. Gracias. Mi nombre es Anna –ella mantiene sus
manos juntas, como si hubiera salvado su vida. Sus lágrimas todavía
bajan por su rostro. Es pequeña y está débil, pero parece más fuerte
que yo. Más valiente.
La miro, eligiendo ignorarla. Después de que logremos sacar a su
hermano del agujero, ella irá por su camino.
Leo se frota contra la chica.
–¿No va a morderme?
–Podría. Vamos. Quédate en frente de mí, donde pueda verte.
Ella asiente y se mete su largo cabello marrón en la parte de atrás de su
chaqueta. Ella es delgada, todos son delgados, pero ella es más delgada
que todos a los que he visto hace un tiempo. Me frunzo el ceño a mí
misma. ¿A quién he visto en meses? A nadie.
Su rostro demacrado me dice que su hermano y ella han estado
solos desde el principio, como yo. Y Leo. Nadie la cuida. Ella lucha por
todo lo que tiene. Eso la hace mi enemiga.
Conozco el agujero exacto en el que está su hermano, si realmente
está allí.
Mantengo mis oídos agudos. Afortunadamente ella nunca habla. Sé
que es una sobreviviente, tiene sentido común. Camina
silenciosamente, como lo hago yo. Su respiración es regular.
Cuando nos acercamos al agujero, yo espero en el costado lejano,
asumiendo que estoy siendo llevada a meterme dentro. Tengo un mal
presentimiento de que ellos agarrarán mi cabaña y me dejarán morir.
Ella se arrodilla y se arrastra hacia el borde.
– ¿Jake?
– ¿Anna? –una voz de chico entrecortada se eleva desde el agujero.
Ella empieza a llorar.
–Jake, tenemos la cuerda, la encontré. Ella está de vuelta ahora.
Todo va a estar bien ahora.
Los pelos de mi pescuezo se levantan con las palabras ―ella está de
vuelta‖
–¿Cuánto tiempo me han estado siguiendo?
Ella extiende una mano.
–Déjame tener la cuerda.
Tomo un paso atrás mientras Leo toma uno hacia delante. Él siente
mi agitación.
–Sólo déjame tener la cuerda, por favor, él está herido –suplica ella.
Niego con mi cabeza y apunto con mi rifle a su rostro.
–¿Cuánto tiempo me han estado siguiendo?
Ella se desploma.
–Dos meses. Estábamos en el bosque fuera de la cabaña.
Necesitábamos el agua del pozo. Lo siento.
Quiero no sentir nada, pero sé, sé que tengo suerte. Mi padre me
contó sobre la cabaña en el bosque que pertenecía a su familia. Sabía
que tenía algún sitio al que ir cuando todo terminó. Ellos fueron, sin
duda, dejados sin nada. Eso no quita la enfermiza sensación en mi
estómago, saber que he sido espiada por dos meses. Miro a Leo y
levanto una ceja. Él se deja caer ligeramente bajo mi escrutinio. Está
avergonzado, pero no sabe por qué. él conoce mis miradas.
–Lo siento. No pretendíamos asustarte. Vimos cuantas armas tenías
y sabíamos que tenías al lobo. Queríamos dejarte sola, pero no
teníamos donde ir.
La voz habla desde el agujero.
–Mira, no hieras a mi hermana, sólo pásame la cuerda y me sacaré
yo mismo de aquí. No te molestaremos otra vez. Sé que estás asustada,
pero de verdad que nosotros sólo somos personas normales, como tú.
Como yo. Escucho la voz de mi padre, ―somos nosotros y ellos, Em‖ y
recuerdo que no hay gente normal.
Apoyo mi arma contra el árbol. Leo se queda junto a ella, preparado,
justo como lo entrené. Me giro y ato la cuerda alrededor del árbol al
lado mío. Tiro el resto de la cuerda por el agujero. Cuando se vayan,
pondré trampas cazabobos. No me pillarán por sorpresa otra vez.
–Átalo bajo tus brazos –digo hacia la entrada del agujero.
Puedo ver la cuerda moviéndose cuando él se ata a sí mismo.
–Vamos a levantarte, sólo intenta ayudar un poco, ¿de acuerdo?
–De acuerdo.
Miro a Anna y espero a que venga a ayudar. Ella me mira
expectante.
Frunzo el ceño.
–No voy a levantarlo sola.
Ella se ríe ligeramente. Se siente raro para mí. No sé cuándo he
escuchado la risa de alguien por última vez.
Ella se levanta y camina hacia mí. Ninguna confía en la otra. Ella me
escudriña tanto como yo la escudriño a ella. Ambas tomamos la cuerda
con nuestras manos. Yo la enrollo en mi mano y ella hace lo mismo.
–¿Preparada?
Ella asiente, justo cuando él dice desde el agujero.
–Preparado.
–Uno, dos, tres.
Enterramos nuestros pies y tiramos fuerte. Puedo ver su cuello
esforzándose por el empuje.
Es lo más duro que he hecho nunca. Me asusto por lo grande que es
él.
Pesa una tonelada.
Veo una mano enorme extenderse fuera del agujero y arañar la
tierra. Anna deja caer la cuerda y corre hacia eso. Otra mano enorme
aparece y se clava. Ella se estira hacia abajo y tira de sus brazos.
Intento no jadear cuando un hombre robusto se arrastra saliendo del
agujero. Puedo decir que está más delgado de lo que debería. Su figura
se eleva sobre Anna.
Él me sonríe.
–Gracias. Nunca pensé que saldría de allí. Honestamente, no creí
que nos ayudarías.
Mi corazón hace algo que nunca había hecho antes. Perdió el ritmo.
Su enmarañado cabello oscuro cuelga alrededor de su frente, al nivel
del ojo. Sus ojos azules brillan, incluso en la débil luz de la Luna, a
través de su cabello. Su sonrisa es devastadora, con rasgos cincelados y
una mandíbula fuerte. Imagino el sentimiento de sus labios contra los
míos durante el más débil de los segundos.
–Uhm, ¿hola?
Sacudo mi cabeza, viendo la sonrisa cruzar sus labios.
–¿Qué?
Él se ríe, ellos se ríen mucho.
–Mi nombre es Jake y ella es mi hermana, Anna –él está de pie sobre
una pierna, descansando su brazo sobre el hombro de Anna, sujetando
su pierna herida en el aire.
–Necesitarás componer eso –apunto a su pierna colgando.
Él sonríe otra vez y siento un fuego en algún lugar dentro de mí
empezando a encenderse.
–¿Puedes hacer eso?
Asiento como respuesta e intento calmar los sentimientos
perturbadores que me acribillan. Apunto a la cabaña.
–Vamos –levanto mi rifle.
–¿Cuál es tu nombre? –pregunta él. Me gusta su voz.
Camino hacia él intentando no mirarlo fijamente.
–Voy a ayudarte, creo que soy más fuerte que ella. –no confío en mí
misma a su alrededor, pero cuanto más rápido los ayude, más rápido
podrán irse.
Su calidez se estrella contra mí cuando se agarra a mi hombro.
Nunca me he preguntado si soy baja, pero él me hace sentir pequeña.
Puedo olerlo a mí alrededor. Su olor hace que mis adentros duelan.
Miro a Leo, que camina hacia Anna y la hociquea, animándola a
empezar a caminar.
–Traidor –susurro.
Jake se ríe otra vez.
–Ella es realmente buena con los animales. Es la única maldita
razón por la que todavía estamos vivos.
No sé lo que eso significa. ¿Intentará ella comerse mi lobo? Ella no
parece la clase de niña que abraza y acaricia su comida antes de
comerla. Ni siquiera estoy segura de que haya niños que hacen eso.
Caminamos el corto camino de vuelta hacia mi cabaña en silencio. Él
intenta hablar, pero yo sólo escucho, no sólo a él, si no a todo lo que
nos rodea. No es así cómo quiero morir y no sé cuánto ruido han hecho
hasta el momento. Él no parece tener idea de cómo ser silencioso. Su
hermana es lo opuesto. Ella escucha, como hago yo.
Me siento considerablemente mejor cuando huelo el fuego de mi
cabaña y veo la puerta principal.
–¿Cómo encontraste este lugar? –pregunta él cuando abro la puerta.
Pongo mi dedo en sus labios y me arrastro dentro con mi rifle
levantado. Nunca cerré con llave la puerta. Otra regla que he roto.
Despejo las dos habitaciones y el baño. Chequeo los armarios y luego
enciendo el pequeño farol, creando un pequeño y cálido resplandor
naranja.
Él avanza a saltos hacia el sofá y se sienta, haciendo muecas de
dolor. Mi casa se siente expuesta. Nunca nadie ha estado aquí antes.
–Jake, vas a estar bien, ¿verdad? –Anna se arrodilla en frente de él y
mira atrás hacia mí. Yo cierro la puerta con cerradura y cierro las
cortinas completamente. Me siento vulnerable. Los ojos de él
mirándome me hacen sentir peor.
Necesito que se vayan.
–Él va a estar bien, sólo déjame echarle un vistazo –traigo el farol y
me siento en el suelo junto a ella–. Ve a sentarte junto al fuego y entra
en calor. Hay un guiso en la parte superior. Consigue un cuenco y come
–ella no necesita que se lo digan dos veces.
Levanto la vista hacia él. Recuesta su cabeza en el respaldo del sofá
y luce como si fuera a dormirse en cualquier segundo.
Sonrío con suficiencia, sabiendo que estará completamente despierto en
el momento en que yo toque la rotura.
–No puedes gritar, ¿de acuerdo?
Él levanta su cabeza y sonríe amargamente.
–Grité como una niña pequeña cuando me caí en el maldito agujero.
Respiro y pongo mis dedos en el botón de sus jeans y lo desato. Mis
dedos tiemblan. No he tocado a nadie en diez años. Hemos sido yo y Leo
por ocho. Él es todo lo que he tocado.
Él sonríe.
–¿Yo no consigo ningún guiso antes de que intentes quitarme los
pantalones?
Lo fulmino con la mirada.
–No, vas a vomitar y no malgastamos comida aquí –no aprecio la
rara broma.
Él se ríe débilmente, agarrando el sofá con sus robustas manos.
Abro la cremallera de sus pantalones y empiezo a empujarlos hacia
abajo gentilmente.
–Probablemente estaría disfrutando de esto si no fuera por el
insoportable dolor. Tengo que resultar herido más seguido.
Su estómago se flexiona, revelando músculos como los que nunca
había visto antes. Sus caderas sobresalen un poco demasiado, pero, por
lo demás, su cuerpo es fuerte y asombroso. Él luce como los hombres
de las portadas de las novelas románticas de la abuela.
Empiezo a deslizar sus pantalones por sus piernas peludas justo debajo
de su ropa interior gris. Intento no mirar a su ropa interior gris o lo que
está debajo de eso. Intento bajar los pantalones, pero se atascan en su
muslo. Hago una mueca.
Él grita.
He visto cosas desagradables en mi vida y cuando palpo alrededor
de su muslo buscando la rotura, me preparo para lo peor.
Afortunadamente, no hay rotura, pero una gran pieza de madera ha
perforado su pierna. No creo que haya golpeado una arteria grande de
su pierna. Su pérdida de sangre no es la que sería si la hubiese sido
perforada. Me pregunto cómo quitar el palo y qué daño va a causar.
Realmente no sé dónde está la arteria, sólo sé que hay una.
–Tu pierna no está rota.
Él baja la vista hacia mí.
–¿Qué? Sentí el hueso saliéndose.
–Es un palo, no un hueso. Un palo debió de haberte apuñalado.
Necesito algunas cosas. Aunque tendré que cortar los pantalones.
Anna habla entre bocados.
–Puedo cocerlos.
–No mires esto, Jake. Simplemente recuéstate y dame un minuto
para conseguir todo lo que necesito.
Él asiente y recuesta su cabeza. Camino hacia mi baño y me siento
en el amistoso inodoro en la tierra que mi abuelo había instalado
porque mi abuela se negaba a seguir usando la letrina. Funciona
cuando el tiempo es bueno, pero en invierno es inútil.
Me siento y lloro en la oscuridad. Miro a mis sucias manos. Incluso en
la oscuridad puedo ver la suciedad. Puedo causarle una infección y él
podría morir por eso. Puedo quitar el palo, romper su arteria y podría
morir por eso. No sé dónde está exactamente la arteria. Deseo haber
leído más de los libros que tengo.
No sé cuáles son mis opciones, pero el pensamiento de él muriendo
me duele más de cualquier pérdida que pueda enfrentar, además de
Leo.
Pienso en mi familia y los años de experiencia vital que me han
traído a este momento.
Enciendo la vela del baño y me pongo de pie para ver mi reflejo en el
espejo. Soy una chica fantasmal en la débil luz de la vela. El brazalete y
collar de mi madre brillan en la luz oscura. Olvidé ponérmelos cuando
llegué a casa. Toco el metal ligeramente. Ojalá ella estuviera aquí. No
sólo ella, cualquier adulto. No quiero hacer lo que estoy a punto de
hacer. Agarro mi equipo médico y respiro profundamente.
Camino hacia la cocina y lleno una olla de agua y la pongo en la
encimera.
–Hierve esto ahora.
Anna salta hacia arriba y la agarra. Aviva el fuego y pone la olla
sobre él. Estoy contenta por no tener que decirle cómo hacerlo. Ella es
capaz. Por un momento me gusta. Cierro mi corazón y me alejo de ella.
Todavía tiene que irse cuando todo esto acabe.
Agarro el whiskey de la alacena y abro la botella. Nunca la he
abierto. Pongo un poco en mis manos, escuece un poco. Froto mis
manos y pongo un poco más. Me seco las manos con una toalla de mi
pila de ropa recién lavada.
Bebo un trago de whiskey y la llevo hacia mi sofá. Mi garganta está
quemando. Agarro una gruesa manta y la pongo debajo de su pierna. Él
gime ligeramente. Está durmiéndose. Agarro las tijeras y obligo a mis
manos para que sean firmes.
Corto la tela rápidamente, intentando pasar por la costura para que
sea más fácil volver a cocerlo. Quito los pantalones completamente y se
los paso a Anna.
–El kit de costura está en el baño.
Me vuelvo a girar y miro alrededor de su pierna al palo. Tiene
alrededor de media pulgada de grosor y parece estar descascarándose
ligeramente. Eso puede ser un problema. Se ha metido y se ha roto.Está
profundo. Hago una mueca cuando toco la abertura del corte.
Camino hacia mi caja de herramientas y agarro una llave inglesa.
Echo whiskey sobre ella y sobre mis manos otra vez. Bebo otro trago. El
fuego está dentro de mi barriga ahora.
Anna vuelve con el kit de costura y mira a su pierna.
–Al menos el palo entró en un costado.
Asiento y le paso el whiskey.
–Él va a gritar cuando haga esto. Tienes que poner una almohada
sobre su rostro y aguántalo. Necesitarás esa agua hirviendo el minuto
que esté listo.
Ella toma un trago del whiskey y asiente.
–De acuerdo.
Caigo de rodillas y pongo la vieja llave inglesa alrededor de la
protuberancia del palo. La aprieto y la corteza hace un muy leve crujido.
Miro a la manta que tengo lista y respiro profundo. Anna da un rodeo y
va a la parte trasera del sofá sosteniendo una almohada y envolviendo
sus brazos alrededor de su hermano.
Trato de no pensar en lo que estoy a punto de hacer.
–Uno, dos, tres –tiro del palo con fuerza y rápido, quitándolo de su
pierna. Él se sacude tan fuerte como puede, pateándome en el rostro
con su otro pie. De repente estoy sobre mi trasero en el suelo.
Él grita, pero su hermana y la almohada lo amortiguan.
Veo estrellas por un momento, pero le doy la espalda. Levanto el
whiskey y lo echo sobre su herida. Él grita otra vez, quitando la
almohada de su rostro y empuja a su hermana lejos de él.
–¡JODER! ¡JODER! ¡AVÍSAME LA PRÓXIMA VEZ!
Él me mira como si pudiera arrancarme la cabeza. Me asusta.
Asiento.
–Lo voy a hacer otra vez.
Una lágrima se desliza de su ojo izquierdo, pero asiente. Su
mandíbula tiembla ligeramente por el dolor.
Miro a la herida, la sangre sale volando. El flujo es lento, no es una
arteria. Suspiro, al menos eso no va a matarlo.
Echo más alcohol y limpio la sangre y el licor. Pongo una toalla
contra la herida y espero a que la coagulación natural de su cuerpo
haga un intento al menos.
Cuando bajo la vista a la herida, veo sangre goteando en mis manos.
Toco mi rostro con mis dedos. Mi nariz está sangrando mucho. Agarro
la otra toalla junto a mí y la pongo contra mi rostro. Leo me da un
empujoncito para comprobar. Froto mi codo contra su pelaje para
intentar tranquilizarlo.
CCCaaapppííítttuuulllooo 333Traducido por EvaMedina
– ¿Dónde aprendiste a poner puntos de sutura?
Vuelvo la mirada hacia mi invitada y frunzo el ceño.
–Mi papá era un sobreviviente. Él me hizo ir a un campamento de
supervivencia cada verano y me llevaba a cazar y a acampar todo el
tiempo. Cuando todo empezó, él tenía planeado venir aquí. Los estantes
de libros están llenos de libros y manuales de supervivencia.
Ella frunce el ceño.
– ¿Vino contigo o viniste aquí sola?
Se proyecta en mis ojos, mi padre está atrapado por el camión. Él se
estira hacia mí y susurra su amor. Puedo verlos venir mientras siento
que sus dedos me empujan lejos. Mis pies lo escuchan y empiezo a
correr. Se mueven en contra de mis deseos.
Me lo quito de encima y la miro.
–¿Dónde están vuestros padres?
Tenía los ojos inexpresivos, como los míos.
–Mamá murió de enfermedades en un principio. Ella fue a trabajar y
nunca volvió a casa. Era parte de la primera cuarentena. Papá, bueno,
él se ha ido. También se ha ido –su voz tiembla un poco. Conozco ese
sentimiento.
–Todos se han ido, Anna. Todo lo que queda son nosotros y ellos –
casi me retuerzo cuando digo las palabras nosotros y ellos. La incluí en
mi nosotros.
Su pequeño rostro es inexpresivo. Conozco ese sentimiento también.
–Anna. – una voz soñolienta viene desde la sala de estar.
Ella se levanta y sale de la cama antes de que yo siquiera pueda
quitar las mantas de mi cama.
–Está ardiendo.
Asiento y entro en la habitación estirándome.
–Bien. Su cuerpo está luchando contra la infección. La corteza de la
rama estaba realmente descascarada. Intenté limpiar la herida lo mejor
que pude, pero un poco de corteza puede todavía estar ahí dentro.
Siento una pequeña chispa cuando la palma de mi mano descansa
contra templada piel de su frente.
Él toma mi mano en la suya. Es un momento de intimidad que
nunca he tenido antes. No me alejo, pero no sé cómo reaccionar. Él me
aprieta la mano.
–Es difícil agradecerte cuando no sé tu nombre.
Siento mi mano atrapada en la suya. Lo miro por sobre el respaldo
del sofá y sonrío con suficiencia.
–Emma. Mi papá me llamaba Em.
Él empuja mi mano hacia él y besa mi palma.
–Gracias, Em.
Siento expresiones que intentan cruzar por mi rostro. Lucho contra
ellas y saco mi mano de su sudorosa palma.
Camino a la izquierda hacia el agua hirviendo y le lleno un enorme
vaso. Se lo tiendo a él.
–Necesitarás esto.
Sus ojos azules brillan. Mi dolor de estómago está de vuelta.
–Gracias. Gracias por todo. Sé que podrías haberme dejado en ese
agujero.
Rompo su mirada fija y miro al suelo de madera.
–No fue nada. –digo.
Anna nos mira y sonríe.
– ¿Cuántos años tienes, Em?
Siento que mis mejillas se sonrojan.
–Diecinueve.
–Yo tengo dieciséis.
Me siento mal cuando me dice eso. Me doy cuenta de que ella tenía
seis cuando su madre nunca volvió a casa del trabajo.
–Jake tiene veintiuno.
No sé qué añadir a la conversación. No tengo conversaciones.
Leo siente mi incomodidad y se pasea hacia mí. Él hociquea en mis
palmas.
–¿Dónde lo conseguiste?
Rasco su enorme cara y le sonrío con suficiencia a Anna, quien ya lo
convenció.
–Él estaba en el umbral de la puerta un día. Escuché a su madre
morir en el bosque cerca de la casa. Ella tenía la infección y murió justo
después de dar a luz. Sus cachorros se la comieron y se enfermaron
también. Leo fue el único inteligente. Nunca la comió. En lugar de eso,
él me encontró. –intento no pensar en tener que dispararles a los lobos
bebé, cuando la locura los agarró.
Anna le sonríe al gran lobo.
–Él es enorme.
–Mucho. Pero es buena compañía y me ayuda con los quehaceres.
Ella se ríe con eso. Es dicharachera. Recuerdo a mi abuela llamar a
los niños dicharacheros. Me pregunto lo dicharachera que Anna sería si
hubiera tenido una niñez normal. Me pregunto cómo sería yo.
Miro a Jake, que está durmiendo otra vez.
–Se duerme rápido. Necesitamos hacerle un poco de sopa –camino
hacia la puerta y vuelvo la mirada hacia ella–. ¿Puedo confiar en ti?
Ella niega con la cabeza.
–No. Me gusta esto. Haré lo que sea que quieras para que me dejes
quedarme, pero si es necesario, te traicionaré para salvar a mi
hermano.
–Me parece justo –me gusta su franqueza. Apunto a los libros de la
estantería–. Empieza con la estantería de arriba. Son los más fáciles de
leer.
Ella se muerde su labio.
Pongo los ojos en blanco.
–¿No puedes leer?
Ella niega con la cabeza.
–No muy bien –estando junto a la enorme biblioteca haciendo equipo
con libros, ella parece pequeña y vulnerable. Sé que no me dejaré creer
eso. Ella es una sobreviviente.
Los paneles del bosque fuera de nuestra anticuada casa de campo
son cómodos y brillantes con la luz filtrándose por las enormes
ventanas. No he visto mi cabaña por lo que realmente es, hasta este
momento. Ver a Anna y a Jake en mi casa, me hace dar cuenta de lo
afortunada que soy. Me pregunto cuándo fue la última vez que
descansaron en sobre un mobiliario cómodo.
–Los libros de arriba son fáciles de leer. La práctica hace la
perfección.
Los amarillos ojos de Leo encuentran los míos. Él me habla con su
mirada. Quiere quedarse con ellos. Él tampoco confía en ellos
completamente. Puedo verlo en sus ojos. Le asiento y salgo de la
cabaña.
Necesito un urogallo o un faisán o un pavo salvaje. No hay toneladas
de ellos, pero conozco un punto dulce. La cabaña está rodeada por
enormes y altos abetos y arbustos. El verde está por todos lados. Me
ponía nerviosa al principio. Era tan grande comparado conmigo. Sentía
los ojos en mí de un millón de diferentes puntos de vista privilegiados.
Podía ver a los infectados pasando por entre los arbustos, sus brazos
estirándose hacia mí. La sangre bajando desde sus ojos y llagas
goteando cubriendo sus pieles. Las andrajosas ropas y el olor podría
abrumarme, mientra me empujaron hacia el suelo.
Podía ver a los otros. Podía oírme a mí misma gritar mientras sus
ávidos dedos pellizcaban mi piel y me arrastraban dentro del bosque.
En el bosque donde gritaría como las otras chicas. Las ropas
desgarrándose me perseguían desde el principio. Los infectados
arrancaban carne y los otros arrancaban ropas y el sonido podía
envolverte por completo.
Ahora veo la vegetación y escucho a los sonidos del bosque, y sé que
estoy a salvo. El bosque es mi amigo. Era una relación tensa al
principio, pero se ha ganado mi confianza con el tiempo.
Como Leo, se había convertido en parte de mi familia. Dónde perdí
una familia, gané otra.
Las ramas se rompen bajo mi pie, pero de una forma que mantiene a
los pájaros piando y a las ardillas parloteando. Es un don. Lo aprendí
de Leo. Él es capaz de vaguear por el bosque rápidamente, pero en
sincronía con las criaturas del bosque.
Me detengo en una pequeña cuesta en el bosque. Tengo una vista
genial aquí. Me mezclo entre los árboles y escucho. Cierro mis ojos y
espero. Los ruidos se convierten como en una canción que el bosque
canta. Tú sólo tienes que oírla cuando dejas de ser tú y te conviertes en
parte del bosque. Siento las ondas en la música levantarse y caerse con
el viento.
Agarro mi arco y flecha y hago una lectura. Espero por ello. Escucho
el sonido que estoy buscando. Es un faisán.
Veo el raro rostro de él y los espectaculares colores. Es un macho.
Tomo una respiración y en la exhalación, suelto la flecha perfectamente.
Me tomó dos años de contantes disparos para ser capaz de bajar a un
faisán a esta distancia. El macho cae sin un sonido cuando la flecha
perfora su garganta justo debajo de su cabeza. Espero y miro. El bosque
continúa su feliz canción. Espero un segundo extra. Vuelvo a poner el
arco y las flechas en el pequeño agujero junto al árbol.
Recojo mi captura, constantemente mirando sobre mi hombro. Jake
y su hermana me espiaron en el bosque por dos meses antes de que
tomase conciencia de ellos. Mi sentido de la seguridad en este lugar es
cuestionado. Un calor se descarga en mis mejillas mientras camino
llevando el pájaro por sus patas. Pienso en Jake. Su cabello oscuro, sus
ojos azules y sus largas pestañas.
Un dolor punzante pasa rápidamente por mi muslo.
Levanto la vista para ver el reflejo de una mira a través del pequeño
barranco. Me dejo caer al suelo y silbo. Me recuesto entre la maleza
congelada. Mi corazón está latiendo fuera de control.
Anna.
Sé que ella me ha disparado. Quiere mi cabaña. Lo dejó
perfectamente claro. Mi corazón duele por el más pequeño de los
segundos. Lo hago retroceder dentro de su cueva y me endurezco por el
hecho de que tendré que matarla. Flashes de su dulce rostro y lo mucho
que se parece a su hermano llenan mi mente.
Escucho los disparos pasando zumbando en la maleza. El pánico me
llena. Está usando mi propio silenciador en mi contra. Me pregunto si
Jake lo sabe.
Contengo mi aliento y espero. Sé que Leo vendrá a mí. Lo he
entrenado para que venga hacia mí. Vendrá.
Escucho pasos.
El bosque está en silencio cuando el depredador se mueve a través
de él. Los pájaros pueden oír el pánico en mí. Los latidos de mi corazón
se los revela todo a ellos.
Siento un dolor enfermizo cuando me doy cuenta de que he sido
traicionada. Nunca debí haberlo ayudado a salir del agujero. Nunca
debí haber abierto la puerta.
Debí haber abierto el whiskey y escuchado desde dentro de mi
cabaña, a que ella hubiera muerto o se hubiera ido.
Sabía que me arrepentiría.
Miro a mí alrededor. Hay demasiada maleza rodeándome. Cualquier
movimiento agitará la maleza y revelar mi posición. Puedo oír sus pasos
mientras se acerca. Tiene los pasos pesados. Rompe las ramas con
rudeza, haciendo que los pájaros y las criaturas del bosque sean aún
más silenciosos.
Sus pasos están encima de mí. Estoy segura de que puede oír los
latidos de mi corazón. También estoy segura de que va a dispararme en
la espalda.
Oigo un sonido zumbante otra vez y las balas golpean el árbol detrás
de mí. Los casquillos no caen muy lejos de mí. Me pregunto qué está
haciendo. ¿Ha perdido el lugar donde me disparó? Afortunadamente, la
maleza es abundante a mí alrededor.
Escucho un ruido sordo y un poco de susurro de hojas cerca de mí.
No sé lo que está pasando. Estoy entrando en pánico en silencio.
–Em –un susurro llena el bosque cerca de mí.
Miro alrededor sin mover la maleza.
–Em.
Siento el aliento de Leo sobre mí de repente.
Levanto la vista para ver a Anna en cuclillas junto a mí. Ella ha
caminado silenciosamente hacia mí como lo hace Leo.
Veo el rifle en sus manos. La ira me llena, pero sé que la bala que
está en mi muslo no va a permitirme saltar y pelear por el arma. No
seré derrotada por alguna niña. Miro a Leo, que está en el borde. Está
cazando como si Anna fuera su compañera. Eso duele más que nada.
–Em, lo maté, pero debe de haber otros.
– ¿Qué? –las palabras abandonan mi boca antes de que tenga la
oportunidad de controlar mi volumen.
Ella pone un dedo en sus labios.
–Probablemente no estaba solo.
Miro a mi arma en sus manos.
– ¿No me disparaste tú?
Ella apunta a la maleza junto a mí.
–Él te disparó. ¿Por qué te dispararía yo? ¿Qué? ¿Dónde te
dispararon?
Ignoro el dolor por el disparo y me arrodillo. Casi grito cuando me
apoyé sobre mis pies en una posición encorvada.
Veo las botas del hombre en el suelo.
–Ésas son cosas militares –hablo suavemente, escaneando el
bosque.
–Genial.
Cojeo hacia él y me agacho. Mi pierna está goteando sangre ahora.
Me quito mi camiseta exterior y la ato alrededor de mi muslo
apretadamente. Hurgo en sus bolsillos. La calidez de mi sangre se está
escurriendo por mi pierna. Él tiene más edad, cuarenta quizá. Tiene el
cabello castaño y parece como que ha estado comiendo bastante bien.
Su trasero es notablemente grande. Agarro su arma y un cuchillo que
encuentro en su bota. Agarro un poco de carne seca que tenía y se la
tiro a Leo.
–Nosotros podríamos haber comido eso.
Miro a Anna y frunzo el ceño.
–Nuca comas nada que le quites a otro humano. Puede tener la
infección o estar podrido.
Ella apunta a Leo.
–Él podría infectarse.
Niego con la cabeza.
–Él es inmune.
–Nadie es inmune.
Sonrío sarcásticamente.
– Me he cargado cosas enfermas antes y él las ha comido. Nunca se
enferma.
Ella hace una cara mientras desata las botas de él.
–Oh, Dios, ¿así que él comió a su madre y vivió?
Asiento.
–Sí, probablemente. Intento no pensar en eso.
–Dijiste que él nunca la comió.
Me encojo de hombros y escaneo el bosque hablando suavemente.
–No quería que te diera asco o asustarte mientras estaba tocando a
la pierna herida de tu hermano. Acabábamos de conocernos. Estaba
intentando ser educada. Coge al pájaro.
Ella agarra las botas de él, el pájaro y camina hacia mí.
– ¿Necesitas una mano?
Me apoyo en ella. Leo viene a mi otro lado. Él está menos
sobresaltado ahora.
–Se puso todo loco y empezó a arañar la puerta. Intentó abrir la
puerta él solo. Supe que algo iba mal. Él me guió hacia ti.
Paso una mano por su denso pelaje y acaricio. No es la primera vez
que me salva y sé que no será la última.
Caminamos de vuelta hacia la cabaña. Me siento enferma y
asustada. No tengo dudas de que el tipo del ejército no está solo.
Mi pequeña e indefensa cabaña está bajo ataque. Mi camiseta
alrededor de mi pierna está empapada de rojo y me siento débil. Me
temo que la bala todavía está en mi muslo. Pienso en el hecho de que
Anna es ahora la única persona capaz y vamos a ser atacados en
cualquier momento. Mi seguridad y comodidad se han ido. En mi mente
puedo oír el desgarro y los gritos otra vez.
Mientras camino a través de la puerta, Anna me ayuda hacia la otra
silla. Me siento en el borde e intento no ensuciar de sangre en todos
lados.
Leo parece preocupado. Sus ojos están preocupados y llenos de
expresión. Él me hociquea. Yo rasco su rostro y beso la parte superior
de su cabeza.
–No puedo creer que pensaras que yo te disparé. ¿De verdad es eso
lo que pensaste que haría yo después de que ayudaras a Jake?
Tiemblo ligeramente por la pérdida de sangre y sonrío con
suficiencia.
–No, pero estaba asustada. Me alegro de que no fueras tú.
Siento la silla contra mi nuca mientras el techo empieza a girar. Me
siento enferma, pero entonces todo se vuelve negro.
CCCaaapppííítttuuulllooo 444Traducido por krispipe
—En serio, ambos tenían que ser heridos. Voy a conseguir que Leo
me muerda para que alguien más tenga un turno en lavandería y
cocina.
Dolor se dispara en todas partes. La luz de la cabina es demasiado.
Siento como que estoy en un bote como cuando era una niña.
Todo se siente grueso mientras me muevo por lodo.
—Oh, estás despierta.
Bato mis pestañas hacia el borroso ser en frente de mí.
Siento manos en mi cara, —Pero todavía caliente. ¿Anna dice el libro
sobre la fiebre?
—Nunca he leído esa parte.
Toso y estornudo, —Necesito líquidos y sal. Necesito que mi cuerpo
sea hidratado nuevamente.
Jake cepilla sus manos sobre mi cara, —Te ves muy incómoda.
¿Quieres que te lleve a la cama?
Me siento de la mejor manera que puedo. Me siento débil.
—Estoy bien aquí. ¿Mi arteria recibió un disparo?
El rostro de Jake está completamente a la vista, mientras mi visión
periférica se aclara.
Él niega con la cabeza. —No lo creo, pero perdiste un montón de
sangre. Pienso que eres anémica. Nuestra madre era anémica.
—Como mucha carne.
—Ella siempre comían un montón de verduras sin embargo. Algo se
encuentra en los rábanos y el repollo morado y la remolacha, era lo que
su médico le dijo.
—Bueno, eso lo explica todo—. Me siento malhumorada. Me duele la
pierna.
Miro el gran vendaje blanco en ella.
—¿Quién hizo esto? ¿Sacaste tú la bala?
Jake cojea de nuevo a su cama del sofá, —Anna lo hizo. Hizo
exactamente lo que tú hiciste por mí. Sólo que tú no estabas despierta
para ello.
Pillo la amargura goteando de su declaración.
—Deja de ser un bebé, te salvé. ¿Y el hombre?
Anna me trae un vaso de agua, —Nadie más ha llegado pero al
mismo tiempo no hemos estado exactamente dejando la cabaña.
Leo está durmiendo al lado del sofá de dos plazas en el que estoy
tendida. Extiendo mis dedos hacia abajo y dejo las puntas deslizarse a
través de su piel, —Alguien vendrá a buscarlo. Creo que deberíamos ir a
una de las otras casas. — No puedo creer que haya dicho eso. Nunca he
ayudado a nadie. Las palabras se sienten innaturales para mí.
Jake se ríe, —¿Tienes otras casas?
—Casas de suministros donde he escondido la comida y los
suministros. Todas son casas de labranza con bunkers o refugios y
bodegas.
Jake silbó suavemente, —Eres una chica increíble, Emma. ¿Cuánto
tiempo has estado sola?
Visiones de mi padre se arrastran, pero estoy demasiado cansada
para luchar contra ellas. Mis labios se mueven por su cuenta. —Todo el
tiempo. Él murió, mi padre murió el primer mes. Cuando el pánico llegó
a las ciudades y todos huyeron. — No le cuento que fue la primera
persona que dejé. El primero que ignoré.
Veo la compasión cruzar la cara de Jake, — ¿Fuiste nueve?
Asiento una vez.
— ¿Cómo has llegado hasta aquí?
—No ayudo a la gente. No he ayudado a nadie. Él me dijo que
corriera. Siempre correr. No mires atrás Emma, sólo corre. Entonces
escóndete.
Anna se sienta en el sofá junto a su hermano y me sonríe, —Hasta
nosotros.
La miro y pienso en cosas terribles como ser disparada y el hecho de
que el hombre sin duda los siguió a mi cabaña. En lugar de eso sonrío,
—Hasta ustedes.
Jake lee mis pensamientos, —Y mira dónde te ha llevado. Creo que
tienes razón. Tan pronto como consigamos estar en nuestros pies
deberíamos movernos.
Necesito mirar la herida en mi pierna. Tengo que asegurarme de que
lo hizo bien. Levanto la pierna e ignoro el dolor. Rompo la venda
haciendo una mueca de dolor y lentamente desenvuelvo las capas.
La sangre se filtra mientras más me acerco a la herida. Siento
náuseas al ver mi propia sangre filtrada a través del algodón. Está
rígido en comparación con mi sangre que ha hecho una imagen de una
flor.
La parte de arriba del vendaje está empapado. Ella no me ha cosido
correctamente.
Quiero enojarme con ella, pero hablo en voz baja, —Necesito el agua
hervida y la aguja y el hilo.
Ella ve herida, — ¿Lo hice mal?
—Sí. — Aprieto los dientes y hablo a través de ellos, —Pero lo
intentaste.
Ella me pasa todo en un plato. Quiero reír por el hecho de que he
sido derribada por un francotirador, pero no puedo. Debí haberlo
notado, en lugar de soñar despierta con Jake.
Miro hacía él. Se ve preocupado.
—¿Cómo está tu pierna?
—-Bien. Pica pero mi fiebre está desapareciendo. Parecía realmente
rojo y rabioso cuando Anna cambió el vendaje antes.
Señalo el baño, —Anna, tengo aceite de árbol de té en el armario. Es
antiséptico y antibacteriano.
Ella vuelve con la pequeña botella azul. Mi padre había dejado
botellas aquí mismo cuando estaba suministrando sus armarios.
Ella me pasa. Tiro todo de mi herida. No pica. Se siente como nada,
pero el olor quema mi nariz con menta fresca.
Pongo la tapa y se lo tiro a Jake. Él está sentado en su ropa interior
en las mantas. Deshace la venda y sofoca su pierna en el aceite.
Mis dedos tiemblan mientras echo whisky sobre ellos. Trato de
enhebrar la aguja con hilo y suspiro. Siento la nariz fría de Leo
presionar contra mi tobillo. Abro los ojos y enhebro la aguja. Es la aguja
más pequeña que tenemos. Aprieto los dientes y recuerdo el día en que
mi padre me llevó al Muelle de San Francisco.
El viento era cálido y lleno de olores exóticos. Mi estómago rugía
mientras el viento levantaba mi pelo rubio oscuro en el aire. Las
personas gritaban y chillaban de alegría a cada paso. Yo nunca había
visto un carrusel de dos pisos antes. Recuerdo la sensación mágica de
subir a bordo de mi caballo. Este tenía una melena dorada oscura que
hacía juego con mi pelo. Pasé los dedos sobre la dura crin cálida e
imaginé que era real. Mi padre tomaba fotos y me saludaba mientras la
atracción miraba arriba.
Aprieto la aguja en la piel. Estoy en otro lugar. Soy la niña del
carrusel. Su sonrisa se convierte en forzada mientras lágrimas se
deslizan de sus ojos y en su blusa de color amarillo pálido.
CCCaaapppííítttuuulllooo 555Traducido por Isane33
Corregido por tamis11
Leo aúlla. Él nunca aúlla mucho, pero lo siente. No puedo mirar
hacia atrás. La horrible sensación que se está arrastrando en mí
interior crece con cada paso que doy. La cabaña es un padre, un
abrazo, un refugio. Es la única cosa que tengo de antes. Darle la
espalda se siente como cortarme. Cada paso que doy es una traición a
mi alma.
—Volveremos Emma.
La miro. Quiero arrancarle los ojos y asar su carne en un asador. Mi
cara expresa esto. Lo sé porque ella se estremece cuando se encuentra
con mi mirada.
Leo se frota contra mi costado, su lomo llega hasta mi hueso de la
cadera. Descanso mis dedos en su pelo. Agarro el pelaje, como si
sostenerlo me va a hacer quedar y voy a regresar a un semblante de mi
seguridad.
Dedos rozan mi brazo y luego aprietan. Soy tirada hacia atrás en un
abrazo. Quiero luchar contra él, pero el calor me abruma. No puedo
luchar contra mis lágrimas y Jake así que lo dejo abrazarme.
—Emma vamos a volver un día. No escondimos toda esa comida por
nada. Eso, la madera y los suministros estarán aquí cuando volvamos.
Empujo su cuerpo lejos del mío y estiro el cuello para mirar sus ojos
de color azul brillante.
— ¿No te das cuenta? Nunca podremos volver. Este siempre va a ser
un lugar que es observado. Ellos no se detendrán hasta que todos
estemos trabajando en las granjas.
Sus ojos se enardecen.
—Borramos todos los signos de vida. Dale tiempo. No es que muchos
lugares tengan un buen funcionamiento Emma. No podemos darnos el
lujo de ignorarlo.
Quiero alejarlo pero algo curioso le sucede a mi piel cuando él la
toca. Es igual que en los libros que encontré en el armario de la abuela.
Me hace desvanecerme y temblar al mismo tiempo. Luego me
frustra. Las novelas románticas estaban en lo cierto.
Sacudo la cabeza y me libero de su mano.
—Mira, necesitamos seguir adelante.
La ruta por la montaña no es mi caminata favorita, pero hoy me
siento distraída. Camino rápidamente escuchando a la canción del
bosque. Habla de la felicidad y la paz. Leo parece contento. Su cara del
lobo descuidado es un gran indicador de que es lo que pasa en el
bosque.
— ¿Anna, recuerdas la segunda casa en que papá nos escondió?
Ella no le hace caso. Ojalá yo pudiera.
—Creo que fue cerca de aquí. Recuerdo que tenía una piscina y
nadamos en ella para estar limpios.
Echo un vistazo hacia ella, su mandíbula esta apretada.
Se ve distraída.
—Dios, entonces encontramos la despensa llena de comida. El
relleno de tarta de cereza cubriendo una tostada hecha en la barbacoa
era mi favorito.
Me imagino el relleno de cereza durante medio segundo, pero
vislumbro a Leo en mi periférica. Él esta agachado con los pelos del
cuello para arriba. Él acecha en la hierba.
Lo imito y me agacho. Anna también lo hace adelante, no por
mirarme a mí sino al ver a Leo. Sus ojos no lo han dejado.
— ¿Qué?
Refunfuño:
—Agáchate. —Él se agacha junto a nosotras, pero es demasiado
grande como para ocultarse realmente en la hierba.
Levanto una ceja a Anna que pone los ojos en blanco. Me hace reír
disimuladamente. En realidad nunca he reído disimuladamente antes.
— ¿Cómo estás vivo? —susurro.
Ella se ríe en voz baja.
—Suerte. Ni siquiera estoy bromeando.
Miro hacia atrás a un Jake con la cara roja y sonrió.
—Es bueno ver que tienes una personalidad real Em.
Le saco la lengua hasta que lo oigo.
El alto gemido.
Siento que mis ojos se cierran por el miedo y la decepción. Uno de
nosotros va a morir. El que no pueda correr lo suficientemente rápido
morirá.
Leo me mira por un segundo. Veo la preocupación. Asiento con la
cabeza. Él se arrastra hacia adelante a lo largo de la hierba. Me lamo el
dedo y lo pongo en el viento. La brisa está detrás de nosotros y lleva
nuestro olor colina abajo. Ellos son los sobrevivientes que no parecen
morir, estamos jodidos. Cazan como un animal.
Anna se lame los labios. Puedo ver preocupación y miedo cruzando
su cara como nubes moviéndose en el cielo. Su latido late con fuerza en
el cuello. Puedo verlo aumentar. Ella mira a su alrededor y señala los
árboles detrás de nosotros.
Niego con la cabeza. Escalar sólo te pone en un árbol rodeado de los
infectados. Busco otra opción, mi cerebro se flexiona bajo la tensión.
—El río —susurro.
Jake me mira escéptico.
— ¿Hasta dónde?
—Una milla.
—Emma tu pierna y la mía no lograrán correr más que los
infectados por toda una milla.
Sé que él tiene razón. Sé que esto es una verdad, pero no tengo otra
cosa.
Saco una de mis armas de mi saco y se la paso. Miro sus ojos
azules.
— ¡No dispares a menos que tengas que hacerlo! No me dispares o a
ti mismo tampoco.
Anna toma el rifle con el alcance, al que le ha cogido cariño, y toma
el flanco derecho. Leo acecha en el medio del campo, y yo tomo la
izquierda. Dejamos a Jake en la ladera. Sus heridas son peores que las
mías.
La bala nunca se abrió camino muy lejos en mi pierna. Los nuevos
puntos de sutura, la lavanda y el té de aceite de árbol han hecho que se
cure rápido.
Miro a la oscura cabeza de Jake que sobresale de la hierba y
suspiro. Es demasiado grande para tratar de ocultarse. Él será la
muerte de todos nosotros. Sé que los dejaré si es necesario. Me esfuerzo
en estar de acuerdo. No importa lo que pase, mi padre nunca murió
para que yo pudiera desperdiciar mi vida en extraños.
Sin embargo, ya no se sienten como extraños.
Concentro mis pensamientos y exploro el bosque cubierto de hierba
y poco espeso.
La bilis se eleva cuando los veo. Ellos cayeron sobre algo. Se ven
repugnantes y enfermos, incluso desde la distancia en la que estoy. Uno
empuja al otro y el tono agudo del gemido se escucha al otro lado del
vacío. Ocupa todo el espacio. Siento que las paredes del miedo se
cierran a mi alrededor. Veo una mano subir y bajar de lo que sea que
tienen en el suelo. Uno de ellos lo golpea. Todavía está vivo. Esta
enfermo ahora, infectado como ellos. Son lo más parecido a los zombis.
No zombis reales. Ellos son humanos pero viven con la enfermedad de
una manera que nunca sería considerado supervivencia. Su piel está
cubierta de llagas, abiertas y formado costras. Su cabello se está
cayendo donde las llagas se han apoderado de su cuero cabelludo.
Lloran lágrimas de sangre, como las películas de fantasía que daban
cuando tenía nueve años. Lo primero que el virus destruye es la
garganta. Los altos gemidos son por la cicatrización en la garganta y el
daño cerebral que causan las fiebres altas.
Miro hacia Anna y espero que ella no tenga miedo. Alejo el
pensamiento de mi cerebro y miro hacia atrás a la cena infectada. La
última vez que me preocupé por cualquiera de ellos, me dispararon.
Me pongo mi máscara de mi bolsillo trasero y la deslizo sobre mi
cara y la ato alrededor de mi cabeza. No es una garantía, pero es mejor
que arriesgarse.
Es una regla. La uso siempre que estén cerca. El virus debería haber
muerto hace años, pero los que se enfermaron después de haber
mutado, sobrevivieron, si se puede llamar así. Ellos son contagiosos,
pero no parecen morir, no importa lo mal que sus cuerpos estén. No
hay muchos de ellos, pero de alguna manera se las arreglan para
arruinar las vidas.
Cuento las cabezas, siete. Por no hablar de la que está en la tierra,
si se trata de un ser humano. Podría ser un animal. Los infectados no
tienen sentido. Atacan a cualquier cosa que se mueva. Su hambre es
demasiado grande. Los he visto atacar a un arbusto en un día ventoso.
Puedo acabar con tres, por lo menos antes de que al menos se
acerquen lo suficiente para volver a cargar mi arco y arriesgarme. No
me gusta arriesgarme. Sé que Anna tiene un bolsillo lleno de balas, pero
me veré obligada a confiar que ella puede dispararles antes de que
lleguen a mí. También se siente como un riesgo cuando pienso en ello.
Me siento atrapada. Mi espalda está contra la pared. Sé que Leo se
llevará uno. Juntos podemos garantizar cuatro. No se siente lo
suficientemente seguro. Me vuelvo y miro a la colina detrás de mí.
Quiero ir a casa. Quiero subir a la colina, subir a mi cama y bloquear el
mundo exterior. Una vez más me arrepiento de abrir la estúpida puerta.
Debería haberlos dejado. Debería haberlo dejado en el agujero.
Estoy a punto de correr y silbar cuando miro a Jake una vez más. Él
me guiña el ojo y sonríe. Mi estómago hace la cosa de la dolorosa
punzada. Mis labios le regresan la sonrisa. Nunca les dije que lo
hicieran. Parece que están tomando decisiones por sí mismos.
Tiro la flecha hacia atrás y la sitúo en el más grande. Siento las
ráfagas de viento y el ciclo en el que parecen venir. Una gran ráfaga
golpea y luego deja el espacio en el aire hasta la próxima. Exhalo y
suelto la flecha. Él tiene el cabello castaño oscuro y su rostro está
hinchado. Fue un hombre una vez. Insensibilizo mi corazón por él y
vuelvo a cargar al instante.
Siento la próxima ráfaga y disparo compensando. La flecha corta en
una cabeza enmarañada de cabellera rubia oscura.
Vuelvo a recargar ignorando las cosquillas en las mejillas. Los
infectados han notado que dos han caído. Giran sus caras alrededor,
buscando. Mi siguiente flecha da en el ojo blanquecino de uno más
viejo. Los cuatro restantes se levantan y comienzan a hacer el chillido.
Me estremezco sabiendo que el sonido me va a perseguir durante
semanas.
Mi siguiente flecha da en la que esta señalándome. Ella cae en el
segundo que esta se desliza por su boca abierta.
Siento un escalofrío al verla. Recargo mientras los tres restantes
gritan y empiezan su carrera loca hacia mí.
Tiro otra más antes de girarme y empezar a correr hacía el árbol más
cercano. Quiero correr hacia el otro lado. Quiero correr por las colinas y
dejarlos, pero mis pies no me escuchan. Mi pierna no llegará muy lejos
con el agujero de bala. La larga hierba se enreda en mis pies y tira de
mí. Mi pierna arde y trata de convencerme de dejar de correr.
—Emma. Emma. —Ignoro la voz y corro. Siento el pánico golpear.
—Emma están todos muertos.
Llego a la corteza del árbol enorme. Quiero subir, pero el dolor en mi
pierna me está matando. Agarro la rama enorme y me subo en el árbol
utilizando sólo los brazos. He practicado esto. Me levanto y me siento en
la rama. Miro las dos personas de pie en la hierba mirándome como si
yo estuviera loca. Leo camina de un lado a otro. Él entiende. Hemos
huido de ellos muchas veces.
Jake se acerca al árbol cojeando ligeramente. Él tiende sus manos
como tuviera miedo de mí.
—Emma están todos muertos.
— ¿Cómo?
Anna sonríe.
—Les disparé. Esperé a que corrieran hacia ti y entonces todos ellos
cayeron al instante.
— ¿Tú? ¿Los mataste?
Ella inclina la cabeza.
— ¿Todavía no confías en que te ayudemos?
Quiero decir que sí, pero me quedo sentada por un momento en el
árbol.
—Estoy atorada.
Jake permanece debajo de la gran rama y tiende sus brazos.
—Salta.
Tiro mi arco y flechas y miro alrededor. El campo no se mueve, salvo
donde el viento acariciar la hierba de color ámbar oscuro.
Me giro sobre mi vientre y me bajo de la rama. Me quedo ahí por un
segundo antes de que grandes brazos me rodeen y me abracen
fuertemente. La estridente agonía de mi pierna se embota repente.
Leo empuja mis piernas y se queja.
El aliento de Jake roza contra mi cara mientras habla en voz baja.
—Parecía un poco como que ibas a salir corriendo.
No me doy cuenta de lo cerca que nuestras caras están hasta que
me veo en sus ojos. Me muerdo el labio inferior y sacudo mi cabeza.
—Entré en pánico. Nunca he estado herida así cuando ellos
estuvieron cerca antes.
Él me acerca más.
—Yo te protegeré Emma. —Mira hacia su hermana—, ambos lo
haremos.
Puedo ver la oscuridad en los ojos de ella, es la misma mirada que
les doy a todos.
—Gracias—digo sólo lo suficientemente fuerte.
Ella asiente con la cabeza.
—Mataste a la mayoría. Tienes que dejar más para que yo mate la
próxima vez.
Todavía me siento asustada y sola.
Jake me coloca sobre el suelo cuidadosamente.
—Emma, eres como Robin Hood.
Sonrío, al oír la referencia a la novela que me encanta.
Anna suspira.
—Jake, no empieces otra vez con las historias.
Le sonrío.
—Me encanta leer también. He leído los mismos libros durante diez
años. A veces tengo suerte y encuentro un pequeño libro de bolsillo que
puede caber en mi mochila. Robin Hood es uno de mis favoritos. Mi
abuela me lo leía cuando era pequeña.
Jake sonríe y lo veo de nuevo. Hay una alegría en su interior que
nunca he visto antes. Creo que debo haberlo visto en el mundo de
antes, pero realmente no recuerdo. Quiero estar cerca de él. Me hace
sentir cosas que sólo he leído.
En lugar de disfrutar de la sensación de estar cerca de él, un pesado
sentimiento repugnante me cubre. Obligando a alejarse la alegría
tomada de él.
Casi lo dejé. Casi los dejé. Lo voy a dejar. Es mi naturaleza.
Él me frunce el ceño.
—Te daría un centavo por tus pensamientos, pero creo que sería
más de lo que puedo pagar.
Me río, pero no es la libre sensación de alegría que tuve hace
segundos.
Me alejo de él y acaricio a Leo, que está necesitado de repente. Se
frota contra mí y salta sobre sus patas traseras para pararse. Envuelve
sus patas a mí alrededor. Le devuelvo el abrazo.
—Yo también te quiero—susurro en su pelaje. Echo un vistazo a
ellos y asiento con la cabeza en dirección a la casa—. Es un día a pie de
la casa. Señalo colina abajo.
—Tenemos que tratar con él también.— Anna señala la masa de
color beige en la parte inferior del campo y los árboles.
Entorno los ojos.
—Es un hombre.
—Muy bien. Tienes la oportunidad de matarlo.
Me río con amargura y le entrego el arco y la flecha. Ella piensa
como yo, y me gusta. Nunca disparó una vez, cuando yo estaba
disparando las flechas. Entiende la conservación.
Ella me da una sonrisa con los ojos muy abiertos y toma el arco.
— ¿En serio? Nunca he hecho esto antes.
—Tenemos que caminar más cerca de él. Cuando tires la flecha
hacia atrás controla cada pulgada de tus brazos. Se siente difícil al
principio, pero te acostumbras a la tensión.
Caminamos hasta la cresta de la colina. Estamos cerca de uno de
los caídos infectados. Puedo olerlo. Señalo a un árbol más lejos a la
derecha.
—Pongámonos allí.
Nos alejamos del olor del enfermo cadáver pudriéndose. En el árbol
ella intenta tirar de la flecha hacia atrás.
Sus delgados brazos tiemblan.
Se ve frustrada.
Me río.
—Sé cómo te sientes en estos momentos. Me llevó dos años. No va a
suceder en el primer intento.
Ella pone mala cara.
— ¿Podemos hacerme un arco tal vez?
Asiento con la cabeza con entusiasmo. No hemos tenido mucho de
qué hablar.
Tomo el arco y la flecha. Tiro hacia atrás y veo al moribundo. Su
cuerpo tiembla ligeramente. Su piel tiene marcas de mordidas. Los
infectados se comen cualquier cosa.
—Mantenlo firme, mira a lo que deseas disparar y toma una
respiración profunda. — Exhalo y suelto la flecha. Estamos lo
suficientemente cerca para oírla hacer un sonido de corte mientras
entra en su cien—. Siempre exhala cuando la sueltas. —Hago una
mueca mientras veo la flecha que sobresale de su cabeza sangrante.
—Guau.
Asiento con la cabeza.
—Sí, toma mucha práctica.
— ¡Dios Santo!
Me giro.
— ¿Qué?
Jake está de pie detrás de nosotras.
—Se dan cuenta de que es una persona a la que acaba de disparar.
Todos ellos eran personas.
Anna se burla.
—Estaban infectados Jake. No son como tú o como yo o incluso la
gente de la ciudad.
Frunzo el ceño.
— ¿Gente de la ciudad?
Jake mira hacia abajo en la hierba.
Anna me mira.
—Lo vimos. Fuimos lo suficientemente cerca para verlo.
— ¿Electricidad? ¿Agua corriente?
Ella asiente con la cabeza:
—Todo. No hay coches, sino un metro y casas y edificios muy
grandes. Está en el borde del desierto.
Me siento asqueada por la pregunta, pero de todos modos pregunto:
— ¿Qué pasa con las granjas?
Ella tiembla.
—En marcha y funcionando todavía. Creo que los niños van a la
ciudad después de nacer.
Jake suspira y se pasa la mano por el pelo. Él parece estar molesto
por la conversación.
—Él es militar.
— ¿Qué? —Miro a Anna que está señalando al hombre muerto con
una flecha sobresaliendo de su cien.
Miro las botas y niego con la cabeza.
—Tenemos que alejarnos. Ahora.
No hablamos. Dejamos las flechas sobresaliendo de las caras de la
gente en el suelo. Nunca tomo las flechas de los infectados. Cruzamos el
pequeño campo y el bosque en el otro lado.
Miro a Leo toda la caminata. Esto me impide ver a Jake. Leo es el
mejor sistema de alerta. Jake es una distracción.
CCCaaapppííítttuuulllooo 666Traducido por Gaz
Corregido por MewHiine
La cabaña está tranquila, justo como yo esperaba. Nunca había
vuelto con tanta rapidez. Sin embargo, servía mejor a nuestro favor.
Estaba muy alejada, la mayoría de los caminos estaban alejados, se
dividían en cuatro y este era el más cercano a mi cabaña.
Nos quitamos la ropa empapada. Mi herida quemó por las aguas del
río frío y por el ejercicio a través de este por un largo camino.
Lo he hecho antes, pero no es mi forma favorita para llegar a casa.
Lo he seguido antes. No sé si nos siguieron hoy, pero no puedo correr el
riesgo. No puedo dejar de robar una mirada hacia Jake mientras se
quita su camisa mojada y se baja los pantalones hasta el suelo. Su
herida es de un color púrpura brillante. La nueva cicatriz se marca en
un crecimiento desigual y feo.
— Es más grande de lo que pensé que sería.
Miro hacia él mientras me sonríe, mirando.
Me pongo mis pantalones y noto por primera vez que tiene dibujos
de panecillos en sus calzoncillos. Levanto una ceja.
Se ríe, —Bollos con mantequilla.
—No lo entiendo.
—Esto se debe a que me volví loco a los nueve años.
Siento mi cara ruborizarse, dándome cuenta de que es, obviamente,
algo sucio, —Sólo tenías once años. — Digo anonadada.
Se ríe: —Sí, pero mi hermano mayor tenía dieciséis años. Así que me
hace más como si hubiera tenido quince cuando pasó.
Me detengo sonriendo, pero él no para de hablar.
—Will era un chico malo. Nuestro padre solía estar muy enojado con
él. Tenía una colección de revistas que podrían escandalizar a una puta.
Me estremezco ante la palabra. Yo sé lo que significa y sé cómo
funciona, pero nunca he oído a nadie decirla físicamente. La
conversación se siente mal repentinamente.
—Una vez estaba saliendo con esta chica, Angela, y él ...
—Jake.
Miro atrás hacia a Anna que está haciendo una cara de mal gusto,
—Las historias sucias de Will en ropa interior son un poco
espeluznantes.
Sonrío. Jake se sonroja. Me mira a través de su flequillo y mi
corazón se siente como que es demasiado grande para mi pecho.
— ¿Dónde está tu hermano? — Yo no quiero preguntarlo, pero sé
que tengo que hacerlo.
Anna responde desde detrás de mí, —Esperamos que muerto.
Asiento con la cabeza. Lo dejo ahí. Conozco ese sentimiento.
El rostro de Jake se ve fantasmal. Juro que veo culpa, pero lo dejo
estar. Me siento rara estando en casa con otras personas, no sólo
porque es uno de mis refugios, sino también porque nunca estoy con
otras personas. Jamás. Mi pierna duele. Sé que no voy a dormir. Miro a
Anna: —Vosotros chicos, dormid primero. Yo y Leo haremos la primera
guardia.
Jake frunce el ceño, —¿Por qué no podemos simplemente dormir?.
No hay manera de que alguien nos haya seguido, Emma.
Quiero darle una bofetada, eso es irracional, pero sus habilidades de
supervivencia dejan mucho que desear. En su lugar, me giro y me alejo,
Anna lo captó.
—Creo que haremos guardia toda la noche. Que aquí se sienta
seguro, no quiere decir que lo sea.
—Está bien. Como sea.
Saco el cuchillo que le robé al hombre militar muerto, de mi bota y
lo froto hacia abajo contra el blanqueador que saqué de debajo del
fregadero. Limpio la hoja hacia abajo y mis dedos. Vierto agua de mi
botella en mis dedos y el cuchillo. Odio que me toquen las cosas de otra
persona.
Encuentro a Jake mirándome.
No le hago caso. Ignoro el deseo de mi corazón revoloteando cada vez
que él me mira.
Le voy a abandonar. Está en mi naturaleza.
En cambio, miro a Leo, que se ha colocado a sí mismo en frente de
la puerta de atrás y se acurrucó en una bola.
—Gracias por ayudar, hey chico.
Él abre un ojo amarillo y lo cierra de nuevo.
Tomo mi nuevo cuchillo, el arco, el carcaj y mi botella de agua. Froto
la cabeza de Leo una vez y me dirijo a la noche en silencio. Voy con
sigilo a través de la grava en silencio.
Abro la puerta del establo y me deslizo dentro. La oscuridad del
establo es aterradora, pero agarro el mango de la pala para tener
fortaleza. Subo las escaleras, sintiendo que algo va a agarrar mis pies
en cualquier momento y me arrastrará hacia abajo en el heno.
Finalmente, escucharé mi mayor temor, mi propia rotura y
desgarramiento.
Me subo en el pajar y me siento en la ventana abierta. La noche
oscura es silenciosa. No me gusta el silencio. Me gustan los sonidos de
los animales que me dicen que estoy a salvo. Abro mis oídos y cierro mi
mente contra los sonidos que me persiguen.
Los oigo de repente.
Las criaturas de la noche que me avisan de intrusos, llenan mis
oídos. Hay un grillo, un solo grillo en el campo. Oigo murciélagos fuera
en el bosque, al sur de la cabaña. Algo resopla detrás del granero de
una manera que me hace sonreír.
Sea lo que sea, está pariendo. Los signos de vida me llenan de una
esperanza falsa y equivocada. Conozco la verdadera realidad de todo
esto. No estoy siendo engañada por sentimientos cálidos y difusos.
Sé que estamos perdidos, toda la humanidad lo está.
Sé lo que nos hemos hecho el uno al otro. Ya no somos humanos.
Nuestra humanidad está perdida. Los animales nos han superado en
comportamiento y supervivencia.
La puerta de la casa se desliza para abrirse. Anna cruza la calzada
con cuidado.
Una sonrisa cruza mis labios, ella es una superviviente.
—Su pierna está infectada.
Las palabras que susurra me cortan. Sé lo que hay que hacer, pero
yo no estoy preparada para hacerlo.
Ella mira hacia mi cara opaca por la luna, —Lo sé. Me siento de la
misma manera."
—Los medicamentos están vencidos.
—Tenemos que conseguirlos para él. Su fiebre ha vuelto. Las líneas
rojas han comenzado. Mi padre me advirtió sobre las líneas rojas.
Mis ojos abandonan el desierto lugar y se fijan en los de ella. Ellos
brillan en la luz de la luna.
—Iré sola.
El punto brillante en la oscuridad disminuye, —No puedo pedirte
eso.
—Él no puede viajar.
—Pero no puedo pedirte eso. Él es mi carga.
Me río suavemente en el fresco aire nocturno, — ¿Realmente lo es,
no? ¿Cómo es tan despistado?
Sus labios se curvan en una sonrisa sombría en la oscuridad que no
puede esconderse de mí — Él adoraba a nuestro hermano. Ellos
bromeaban y se reían mientras papá trataba de enseñarnos cómo
sobrevivir. Papá siempre los llamaba los saltamontes que jugaban
durante todo el verano.
La referencia me hace estremecer, cuando tengo flashes de mi
abuela a través de mi mente.
—Cuando papá murió, Will se encargó de nosotros, pero no era un
superviviente. No fue su culpa. Papá le dejó que jugara. — Puedo oír las
lágrimas en su rostro, —Cuando tomaron a Will, yo tenía once años.
Jake lo ha estado intentado, pero él es algo así como un idiota.
Miro hacia atrás hacia el patio, —Él es increíble, Anna. Todavía está
lleno de todas las cosas que los demás hemos perdido. Sonríe y ríe y
canta. Le oí tararear el otro día y casi me disparé a mí misma y luego
me di cuenta de que no he tarareado desde que tenía nueve años. — Mi
piel se estremece cuando pienso en cuando lo espié tarareando. No
podía quitar mis ojos de él.
—Él es un tonto. Viajaremos juntos, Em.
Miro hacia atrás con dureza: —Él va a morir si le hacemos viajar.
Las líneas rojas son infección en la sangre y una vez que llegue a su
corazón estará muerto. Yo me voy a ir y tu te quedarás y lo mantendrás
a salvo.
Estoy arriesgando mi vida por él. Me siento como cuando estaba en
la puerta de la cabaña y ella estaba llamando. Voy a lamentar esta
decisión.
—Voy a salir esta noche. Leo tendrá que quedarse contigo. Él puede
ayudarte.
Su voz es pequeña, —No puedo pedirte eso.
Ahora es mi turno de sonreír con amargura: —Supongo que tendrás
que confiar en mí.
Miro a la noche, está tranquila y silenciosa. Eso asusta más que
nada de repente. Siento que mi mandíbula se tensa, —Si no vuelvo en
tres días, tendrás que cortarle la pierna. No le des bebidas alcohólicas
antes de cortarla, diluye la sangre y se desangrará. La coagulación se
realiza con un hierro caliente. Presiona contra el muñón donde sangra
la pierna para así sellar las venas.
No la miro. No puedo. —Las líneas rojas significan que tiene una
semana como máximo. Va a necesitar toneladas de sopa, agua y
descansar. Él puede aguantar un poco la lucha con esas cosas. Voy a
irme esta noche.
Mi pierna duele al pensar en salir.
El granero se siente menos terrorífico con ella en él y me doy cuenta
de toda mi vida se siente de esa manera.
CCCaaapppííítttuuulllooo 777Traducido por Gaz
No miro hacia atrás. Sé que él me está mirando. No puedo soportar
la idea de ver la expresión en su rostro. Sus ojos me perseguirán para
siempre. Yo nunca lo he dejado antes. Él siempre ha sido parte de
cualquier cosa de la que me encargo. Él espera en el bosque, mientras
que yo atraco las casas, pero él está ahí. Esta es la primera vez que le
doy la espalda y no sé si voy a estar de vuelta.
Solo pongo un pie delante del otro.
Cuando sale el sol estoy en el medio de la nada. Camino y escucho
la música de los pájaros. El sol está por encima de mí y me calienta. La
primavera no es como era cuando yo era pequeña. Es cálida y húmeda
ahora. Sé que estoy a mitad de camino. Perdida en el camino, pensé que
escuché algo que no he escuchado en mucho tiempo, un zumbido. Sigo
el ruido de una colmena. Es pequeña, pero me da esperanzas. Si las
abejas no están muertas, como me temía que lo estaban, tal vez, haya
esperanza. No he visto una abeja antes.
Miro a la pequeña colmena. Los seres humanos podrían hacer eso.
Podríamos reconstruir. Si dejáramos de tratar de estar en la cima,
podríamos tener una oportunidad. Miro las ocupadas abejas por un
momento y luego vuelvo al camino. No es un camino real. Es sólo una
dirección.
El sol se pone, y estoy cansada. He caminado casi veinticuatro
horas. Me subo a un enorme árbol y me quedo en el tronco, en una de
las ramas altas. Cierro mis ojos por un minuto.
Flashes llenan mi cabeza al instante.
Mi padre me está empujando a lo largo del camino. Coches y
camiones llenan la autopista. La gente se sienta en ellos todavía, pero
mi padre no cree que tengamos tiempo suficiente para salir. Él ha
esperado este día durante toda su vida.
—Em, tenemos que llegar a un terreno elevado y tenemos que
alejarnos de esta gente. — Sus dedos picban en mi espalda, y me
empujaban.
—Papá, tal vez deberíamos volver a casa de la abuela. — Mi voz era
pequeña, en comparación con el ruido de las masas.
—No. Lo haremos rápido. Tenemos que correr. — Él estaba en frente
y me arrastró hasta una colina cubierta de hierba. Mis pequeñas
piernas dolían. Él me había hecho hacer ejercicio y correr desde que
tenía memoria, pero era tarde y estaba cansada.
Creí que era una mala idea. Fue un pensamiento del que me
arrepentiré siempre. Su comportamiento errático me obligó a pensar.
Su mano apretó la mía.
Oigo un ruido desagradable. La cara de mi padre se desvanece.
Me levanto y miro a mí alrededor, pero no veo nada. Mis ojos están
bloqueados por algo. Levanto la cabeza para darme cuenta de que estoy
boca abajo en una espesa rama. La rama sobre la que estoy
descansando es pequeña y cede. Yo lucho por un momento y me muevo,
pero la rama debajo de mí se rompe. Me doy con todas las otras ramas
en mi camino hacia abajo. Me estremezco, ya que cada golpe ruidoso
llena el aire. El susurro de los arbustos se apodera de la noche.
Jadeo en voz alta, esperando.
Mi pulso late en todo mi cuerpo.
No tengo a donde ir si algo ha escuchado mi ruido. Me quedo
inmóvil, deseando que mi cuerpo se calme. No puedo creer lo cerca que
estuve de caer de un árbol. Nunca duermo en los árboles, siempre elijo
los subterráneos, pero esta noche no tengo otra opción. No tengo
tampoco ningún plan. Es una de mis reglas de siempre tener un plan.
Me siento desnuda sin ellos.
Me quedo en el árbol, descansando los ojos y escuchando los
sonidos de la noche.
Desciendo antes de que salga el sol. Nunca me muevo mucho
durante el día. Es una de mis reglas, pero no tengo otra opción. Estoy
limitada por el tiempo.
Camino con rapidez, tratando de no imaginar la fiebre sonrojando
sus mejillas o el dolor que tiene en la pierna. Sus ojos me ponen
nerviosa, incluso en mi propia mente.
Veo los árboles disminuir. Estoy cerca. Mi estómago es un conjunto
de nudos y nervios.
Camino lo más cerca que puedo de mis armas. Me abrazo a ellas, ya
que son mis últimos segundos con ellas. Yo sólo he estado aquí una vez
y el miedo saca la mierda fuera de mí.
Tiemblo y las pongo en un agujero debajo de un árbol. Las meto
hasta el fondo del agujero y junto con mi cuchillo. Me estremezco ante
la desnudez de estar sin ellas y cubro el agujero con ramas.
Me alejo, rompiendo una rama con mis manos cada pocos pasos.
Dejo los extremos colgando. Así parece que un oso u otra criatura
grande ha vagado por el bosque.
La locura de mi padre va a vivir dentro de mí para siempre.
Los primeros pasos desde los bosques se sienten como cuando
caminé en el agua del río. Las piernas me duelen, porqué la ansiedad de
estar en un camino abierto está haciendo que se sientan como si
estuviera usando botas de cemento.
Mi respiración aumenta. Mi visión periférica se vuelve más nítida.
Veo una hoja caer al hormigón. Veo una vieja mancha marrón y fuerzo
a mi cerebro a no escuchar los desgarros ni el llanto. Se siente raro
caminar por una calle. Ha pasado tanto tiempo que no puedo recordar
la última vez.
Justo cuando mi estómago no puede estar peor, los oigo.
Son unas formas lejanas en el camino, pero me gritan a mí. Sé que
soy yo a la que están gritando.
Mis piernas rompen en una carrera por las puertas de la ciudad,
antes de atreverme a mirar hacia a ellos. Mis músculos empujan y mi
agujero de bala pica.
Corro de una manera que no hice en mucho tiempo. No hay nada
pesado que me agobie, sólo un pequeño saco en mis manos. No hay
ropa pesada que con el sol de primavera resalte. Yo llevaba sólo una
camiseta de manga larga, pantalones cargo y unas botas de suela
gruesa que tomé de entre los muertos. Soy más rápida de lo que
recuerdo haber sido. Podría ser que esté más asustada de lo que
recuerde haber estado.
Mis brazos golpean cuando mis piernas ceden. El suelo pasa ante mí
como un borrón.
Veo a los guardias. No me van a proteger a menos que llegue a la
ciudad. Ellos verán como los hombres arrancan la ropa de mi cuerpo y
como me violan en la cera de enfrente.
Las voces detrás de mí se están acercando. Son rápidos también.
Corren más que yo.
—No corras bebé. Haremos que valga la pena.
Vuelo a través de la puerta de los guardias y dejo caer mis rodillas
dentro de los muros.
Alcanzo a oír a un guardia a través de la sangre que golpea en mis
oídos: —Alto.
Me doy la vuelta para ver a cuatro guardias de repente. Se paran
delante a la puerta con grandes armas.
Los cinco hombres que me han perseguido, se inclinan y respiran
pesadamente. Veo la sonrisa de uno de los hombres mientras sus ojos
se encuentran con los míos.
Él señala a mí, —Nos vemos en la salida. Tal vez podamos
acompañarte a casa.
Unos escalofríos recorren mi espalda. Su sonrisa me da miedo.
Está virulento y sucio. Su sonrisa me da ganas de vomitar. Me aleja
el contacto de una mano agarrando mi brazo de repente. Una mujer
mayor me ayuda a ponerme en pie, —No voy a morderte—. Ella vuelve a
mirar al hombre y le saca el dedo del medio. Mi padre lo llamaba pájaro.
—No como ellos, de todos modos.
Ella me sonríe. Sus dientes son de color marrón. Probablemente era
pobre antes de que el mundo se acabara. Los pobres vivían más tiempo
que cualquiera de los ricos. Ellos ya sabían cómo sobrevivir.
No me gusta el olor de la ciudad. Ahora lo recuerdo, puesto que los
diferentes olores están sobre mí. Las aguas residuales son lo más en el
distrito uno.
— ¿Qué podemos hacer por ti, querida?
Echo un vistazo a la anciana. No confío en ella. Nadie debe confiar
en pueblerinos. Tengo que recordarme a mí misma la situación
desesperada en la que me encuentro.
—Necesito medicina para el envenenamiento de sangre.
Ella hace una mueca, — ¿Estás herida?
Niego con la cabeza, —No para mí.
— ¿Qué tipo de lesión?
Me detengo sin querer hablar con ella, pero sé que no tengo tiempo
para correr ningún riesgo, —Un palo se incrustó en su pierna. Lo
saqué, pero creo que parte de la corteza sigue allí todavía.
Ella asiente con la cabeza: —Simplemente tengo una cosa. —Ella
tira de mí.
La ciudad es un barrio pobre, formado por varias casas degradadas
y cobertizos. Habían sido agradables y muy elegantes antes. Ahora los
cobertizos parecen casi más agradables. Las murallas que rodean la
ciudad están hechas de postes afilados como si fueran de un pueblo
medieval. Veo a la gente maloliente vendiendo sus productos a los
viandantes y siento que hemos entrado en una era de tinieblas. Hace
que desee a caballeros de armadura que saquen parte de esta pesadilla.
Tenía permitido dormir una noche con una compra hecha. Siento
tanta emoción ante la idea de dormir que no lo puedo explicar. Mi
descanso en el árbol fue terrible.
Soy una viandante. Puedo comprar con lo que llevo. Comprar es
comerciar y tengo muy pocas cosas con las que puedo comerciar.
Entramos en una casa destartalada con un montón de papeles y
basura en su interior. Puedo oler la basura antes de entrar. De
personas que vendieron cosas de robos de la antigua ciudad y
sanitarios. Es curioso que el mundo de antes hiciera suficiente basura
como para que nos dure hasta ahora.
Ella quita del camino una pila de bolsas de plástico y otras
porquerías de un largo mostrador de madera. Levanta una caja de
metal blanco y sonríe con una sonrisa marrón hacia mí.
—Esto es muy especial. Es de la ciudad. Es lo que usan para tratar
a los criadores. Mi hijo trabaja allí. Él me deja tener algunos, para
ayudarnos aquí.
Sus palabras me disgustan y me asustan. No puedo dejar de mirar
alrededor de la habitación. Siento que una emboscada caerá sobre mí
en cualquier momento. Ella se ríe, —Niña, no seas tonta. Se lo llevaron
allí. Él no trabaja allí debido a las ventajas especiales. — Me atraganto
con la forma en que ella dice ventajas especiales y levanta las cejas.
—Él es un médico. Todos los médicos fueron llevados. — No me
siento mejor con el pensamiento. Siento pánico ante la idea de las
granjas de crianza.
—Chica, vas a tener que impresionarme para que te dé un poco de
esto.
Saco la artillería pesada en un primer intento. Me gustaría tratar de
negociar, pero tengo prisa para así poder conseguir un poco de sueño.
Tengo que salir a hurtadillas de la ciudad en medio de la noche. Los
lobos en las puertas cambiaron mi plan inicial.
Le entrego la botella azul pequeña. Sus ojos se iluminan al instante.
— ¿Sigue estando sellada?
Asiento con la cabeza. Ella me la arrebata y besa la botella. Siento
que mi nariz se arruga. Ella clava en mí sus ojos de loca: —¿Cómo
conseguiste a esto?
—Mi padre tenía una tienda de alimentos saludables. Me dejó un
par de botellas. Este es la última. — No me gusta tener que habérselo
dado a ella. En realidad no es mi última botella, pero sigue siendo
inestimable.
Empuja tres viales hacia mí desde su pecho blanco y apunta a la
puerta, —Vete y no le digas a nadie lo que te he vendido.
Asiento con la cabeza, —Lo mismo digo.
Me entrega un recibo para conseguir una noche de sueño en la
posada.
Me marcho sintiendo sus ojos en mí, pero cuando miro hacia atrás,
ella está pegada a la botella de aceite de árbol de té puro como una loca.
Su pelo largo sucio y blanco, la hace parecerse a la reina malvada de
Blancanieves, abrazando la manzana envenenada.
Salgo a la calle de hormigón roto y miro alrededor. Veo la posada en
la esquina de las tiendas. Mantengo mis ojos en el suelo mientras
cruzo.
— ¿Pan, señorita? ¿Huevos?
Miro a un hombre joven que apunta hacia una casa. Niego con la
cabeza. Yo no como nada que venga de otras personas. Especialmente
de los pueblerinos. La higiene aquí está muy por debajo de los
estándares que teníamos como civilización. Había oído rumores de una
nueva plaga la última vez que vine.
Entro en la posada y miro alrededor. Una mujer con el pelo de color
rojo brillante me mira de arriba abajo. Le paso la hoja de papel y su
rostro se ilumina.
—Es bueno tener clientes tan pronto en primavera.
Miro a mi alrededor, — ¿Qué tan segura es la ciudad?
Se encoge de hombros: —Depende. Un dulce pedazo de culo virgen
como tú, va a tener problemas, no importa a donde vayas.
Yo frunzo el ceño, —Gracias.
Ella croa una risa, —Preciosa, estás arriesgando mucho viniendo
aquí. Los cazadores están buscando criadoras como tú. Vírgenes
limpias.
Le paso a ella un anillo de diamantes de mi bolsillo.
Sus ojos oscuros se iluminan: —Por suerte, una dama como yo
dirige esta posada. Estarás a salvo.
Sonrío con amargura: —Espera a ver el anillo que conseguirás
cuando me vaya de aquí de una sola pieza. Con mi virginidad intacta.
Ella levanta una ceja, —Estoy empezando a pensar que tal vez no
eres muy virginal. La mayoría de las chicas que se ven como tú, son un
poco más divertidas.
Me encojo de hombros, —Mi objetivo es complacer. — Leí esa línea
en un libro una vez y siempre quise usarla.
Ella croa de nuevo y se aleja de mí.
—Me gustaría salir de aquí a hurtadillas en la noche, si fuera tú. Las
cosas que circundan el pueblo consiguen lo que quieren para el
atardecer. — Ella se vuelve hacia mí y sonríe una sonrisa blanca y
brillante, —Como he dicho, las chicas que se parecen a ti, son más
divertidas.
Me encuentro con su sonrisa: —Yo soy divertida. Pero no de una
manera que alguien aprecie.
Subo las escaleras, tratando de no dejar que el cansancio sea
demasiado obvio.
CCCaaapppííítttuuulllooo 888Traducido por Emi_93
Corregido por Trasguita
Una mano tapa mi boca. Automáticamente pienso en los gérmenes
y aprieto mis labios.
—No te muevas princesa. Ellos han venido a por ti. Esos hijos de
puta te vendieron a los criadores. O fue esa puta vieja. Tú deberías
saber mejor que no debes comerciar con la primera persona que te
habla. Vosotros, la gente del bosque, sois estúpidos. —Su sonrisa
blanca brilla en la oscuridad. —No estés tan asustada, tengo una
salida.
Yo asiento. Ella saca su mano de mi cara y la pone por delante de
mí. Deslizo mi mano en mi sujetador deportivo y saco un anillo con un
enorme rubí. Lo tomé de una mujer muerta en una pila de basura. Es
hermoso. Brilla, incluso en la suave luz de la luna que atraviesa las
finas cortinas.
Ella me da la espalda y camina hacia el armario.
Abre la puerta. Yo la sigo. Estoy sosteniendo mi bolso contra mi
pecho. Ella tira de la barra para colgar la ropa del armario, haciendo
que se caiga la pared, empuja hacia el interior y camina a través de la
pared.
Ella entra en la oscuridad. Yo saco las manos al frente. Oigo voces
viniendo del cuarto. Cierro la pared detrás de mí, encerrándolos a ellos
fuera y a mí dentro. De repente, siento su mano cerrarse sobre la mía.
Quiero gritar, pero no lo hago. Mi pulso está vibrando por todo mi
cuerpo.
Palabras son susurradas en la oscuridad. —Escaleras. –Bajo mi pie
en el próximo nivel lentamente. Escucho voces de hombre sobre mí.
— ¿Qué mierda es esto? —Se escucha como si ellos estuvieran justo
sobre mí.
—Ella estuvo aquí. —oigo la voz de la mujer anciana. Me siento
engañada y traicionada. Por comerciar, ella me vendería. Me vendería a
las granjas. Sé que la humanidad es realmente decepcionante, pero aún
así me es difícil imaginar a una mujer entregando a otra a las granjas.
—Ella estaba aquí, por favor. Déjenlo venir a casa unos cuantos
días.
Sigo bajando las escaleras, sintiendo cada paso con mis dedos.
Parece que ha pasado una eternidad hasta que alcanzo el final. Las
voces se han ido. Reemplazándolas hay un sonido de goteo y el aire es
frío, húmedo. Del tipo que sólo se puede encontrar bajo tierra.
Miro a la oscuridad. —¿Esta fue tu casa, no? —susurro yo.
—-Acertaste, niña. Mi esposo lo hizo instalar cuando construimos la
casa. Trabajaba para la CIA.
Siento que su mano me agarra de nuevo y tira de mí. —El terreno es
plano. Tenemos que aligerar.
Eso me sorprende, nadie sabe sobre su bunker bajo tierra. Pero no
me sorprende tanto como el hecho que me esté ayudando. –Podrías
haberme vendido a ellos.
Siento que aprieta mis dedos. Su voz ha cambiado. —No tienen
derecho. No tienen derecho de hacer lo que están haciendo.
Siento sus dedos clavándose en mis hombros y me sacude. —Debes
darte prisa. No vuelvas aquí. Atrapan a todas las chicas. Los cazadores
están vestidos como comerciantes, pero no lo son. Corre. Pasa los dedos
por la pared hasta que veas la luz en el techo. Sube por ahí. Hay un
pestillo. Tengo que volver.
Ella se va antes de que yo pueda darle las gracias. Estoy sola en la
oscuridad.
El miedo me paraliza. Alzo una mano temblorosa en la oscuridad. La
piedra dura y fría me encuentra en algún lugar en la negrura. La
recorro con los dedos, corriendo tanto como puedo.
Estoy asustada. Odio estar asustada. Decido que necesito una regla
sobre estar asustada y hacer cosas que me asustan.
Veo el anillo de luz encima de mí. Proyecta un haz con la forma de
un círculo en el suelo. El sol matutino está saliendo. He dormido más
de lo que creía. Debería estar a medio camino de casa para el momento
en que amaneció.
Siento que estoy entrando en una luz mágica, como en las películas
que veía con mi abuela. La oscuridad del búnker se mantiene a raya por
el pequeño círculo de luz. Motas de polvo brillan dentro el anillo.
Lo atravieso con mis temblorosos dedos, haciendo que el polvo baile
en la luz. Levanto la mirada hacia el anillo de luz y apoyo la mano en la
pequeña escalera que apenas puedo ver. Subo hasta que mi cabeza está
en la escotilla de madera. Escucho el silencio. No se oye nada. No
quiero abrir la escotilla. Quiero esconderme en la oscuridad del búnker
y no salir nunca.
Oigo un susurro en el viento. Es un sonido que reconocería en
cualquier parte. No está cerca de mí, pero me hiere de la misma
manera. Podría ser yo.
Tomo un respiro y pongo la mano en la parte inferior de la escotilla.
Trato de calmar los temblores, pero no puedo. Empujo la escotilla. La
luz llena el pequeño espacio a pesar de que la fisura es pequeña. Mis
ojos se ajustan a la brillante luz de la mañana. El sol no se ha elevado
del todo, así como la luna aún no se ha ocultado del todo. Es el
amanecer.
Veo vegetación por todas partes alrededor de la escotilla. El musgo y
la hierba me rodean. No veo nada, pero los sonidos de los gritos llenan
llenado el aire. Los animales no hacen ruido, como si la gente hubiese
tomado todo el espacio con sus gritos.
-Pooor favooorr. Por favor. Deténganse por favor. Tengo dinero.
Tengo riquezas.
Su voz me atemoriza. La desesperación me asusta. Nunca he estado
tan desesperada pero sé que está en mí.
-Por favor señor, por favor. ¿No tiene una hermana o una esposa que
quiera mantener a salvo? Por favor. Le dejaré hacer lo que quiera, solo
no me coja. No me lleve allí. Moriré allí. Por favor.
Quiero ir directamente de nuevo bajo tierra. Desearía que la
matasen de una vez para que se calle.
Estoy congelada. No me alejo de mi búnker, pero no cierro la
escotilla tampoco. No me muevo.
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Born-Tara Brown

  • 1.
  • 2. Born TTRRIILLOOGGÍÍAA TTThe BBBorn # 1 Una novela de… P A R A D I S E S U M M E R L A N D
  • 4. ÍÍÍnnndddiiiccceee Agradecimientos Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Born to Fight Sobre Tara Brown Info. R&R Créditos
  • 5. SSSiiinnnooopppsssiiisss “Somos nosotros o ellos, Em. Ya no hay gente normal”. Hace diez años cuando el mundo acabó, ella corrió por su vida. Cinco semanas atrás, el mundo del que ella se ocultó vino a llamar a la puerta de su cabaña aislada. Hace diez días encontró la salvación escondida entre los muertos. Ayer ella regresó al mundo de los vivos. Hoy se pregunta si vivirá para ver el mañana. ¿Qué haces cuando el mundo en que naciste se ha ido? ¿Dónde te ocultas cuando tu propio cuerpo no es seguro? Emma corrió cuando su padre se lo dijo. Se ocultó como él le dijo que hiciera. Él fue la primera persona a la que le dio la espalda. El primero al que dejó morir. Diez años han pasado y todavía vive bajo las reglas simples que él le enseñó cuando tenía nueve años de edad. “No ayudes a nadie. No vayas a donde haya gente a menos que debas. No confíes en nadie. Siempre jala el gatillo”. Hasta que una noche oye el peor sonido del mundo, un golpe. Un simple, tímido, golpe en la puerta de su cabaña. Sólo la voz de la valiente chica, dispuesta a morir por su hermano, convence a Emma para abrir la puerta. Mientras sus dedos rodean la cerradura, tiene la terrible sensación de que se arrepentirá de su decisión. Pero aunque los remordimientos llenan su mundo, también lo hacen el amor y el compañerismo. Las cosas que nunca imaginó que alguna vez tendría otra vez. Todo tiene un costo, es tu decisión si lo pagas.
  • 6. CCCaaapppííítttuuulllooo 111Traducido por Emi_93 Corregido por tamis11 Dicen que el mundo se construye por dos, pero en la vieja cabaña, dos se sienten como un largo sueño olvidado. Es un cono de helado en un paseo marítimo con el sol arriba y el mar. Es el viento soplando en torno a ti gentilmente, tratando de persuadirte en todas las direcciones a la vez y echando arena sobre los dedos de tus pies. Es un lugar perfecto que ninguno de nosotros trata de recordar. En cualquier mente que aún funcione el mundo se ha construido para sufrir. Tal vez hubo una vez un lugar donde el amor y el compañerismo era algo que impulsaba tu vida hacia adelante. Este ya no es más ese lugar. Para mí esa palabra nunca existió de todas formas. El mundo siempre ha sido un lugar egoísta donde el amor es efímero y la gente es voluble. Hace una vez, el amor verdadero ocurrió por fortuna. Ellos lo contaminaron y corrompieron y, como todo lo demás, enfermó. Yo lo he visto. Lo he visto al final cuando les es arrebatado a las personas que protestan y lloran más fuerte, eran los que lo habían dado por sentado. Miro alrededor del sótano, en cuatro días apenas me he movido. Es mi regla y ahora por ella puedo irme fácilmente sabiendo que estoy a salvo. Siempre termino un viaje de compras con unos días tranquilos en un sótano. Yo no he nacido para esto. He tenido que aprender a moverme en silencio, cómo sentarme quieta. Sé lo que necesito hacer para vivir. He dormido entre los muertos. Tengo que correr por los bosques en la oscuridad, sintiendo mi sentido de la vista claro como el de un animal salvaje y abrazar la oscuridad. Me arrastro hacia fuera por el haz de polvo que permanece en el aire, brillando por la luz del sol que encontró un camino para pasar hasta el oscuro sótano. El haz de luz casi me hace sonreír. Admiro la determinación de la luz. Sacudo la cabeza para hacer regresar a mis pensamientos y doy mi primer paso hacia las escaleras. Las explosiones nunca destruyeron esta casa de ninguna manera. Las escaleras están
  • 7. en una pieza, lo que se ha convertido en algo así como una novedad. El viejo granero está demasiado lejos de cualquier centro poblado como para estar siquiera en peligro, al menos al principio. Las manchas de sangre en el revestimiento exterior blanco demuestran que la enfermedad ha tocado cada centímetro de este mundo. La madera dura cruje debajo de mi primer paso. Yo aguanto mi respiración y espero que el crujido haya pasado desapercibido. Tomo aliento y doy el segundo paso lentamente, descargando mi peso sobre el suavemente. Dudo al dar el tercero, dándole a los sonidos espacio y distancia. Mi corazón está latiendo como si quisiera intentar liberarse de mi tenso pecho. Aguardo un segundo, es otra regla. Nunca te vayas cuando creas que es seguro, siempre espera otro segundo. Puse mis pies a los lados más lejanos de las escaleras, donde los clavos unen las tablas al marco. Respiraciones superficiales producen sonidos en el nuevo mundo, en la frontera de todos modos. Sin electricidad, sin autos, sin teléfonos, sin zumbidos. El mundo se mantiene en silencio, como si suspirara y tomara una larga inhalación después de lo que pareció una eternidad con la humanidad y la contaminación acústica. Estoy en paz cuando llego a casa, pero aquí en el mundo abierto soy una de ellos. Una de los que quedan. Que revuelve para sobrevivir, la mayor parte del tiempo separada de cualquier otra persona. Miro a través de la puerta del sótano y trato de mantener mis ansiosos latidos bajos y la respiración tranquila. Mi cuerpo necesita hacer algunos sonidos, pero otros pueden ser controlados. Los graneros son las mejores casas. Siempre están lejos del camino, de los caminos que importan. Siempre tienen conservas y salazones que sobrevivirán a cualquier humano. Ellos siempre tienen suministros de emergencia y extras para todo. Los granjeros fueron los que vivieron más, como mi padre siempre dijo que harían. Dos viajes al año es lo suficientemente raro, pero sé que si vuelvo a ir me atraparán. Yo camino dentro de la cocina de campo y me sorprendo de lo prístina que aún se mantiene. Todo sigue en su lugar, justo como estaba la primera vez que llegué aquí. Ahora sin embargo, pilas de polvo han entrado al hogar, junto con las briznas de pasto que crecen a través de las grietas. Sin ninguna ocupada abuelita que se moviera alrededor desempolvando y limpiando, todo mostraba años de abandono. Las viñas crecían a los lados de la casa, como en todas las casas. Como siempre me apoyo contra el marco de la puerta y pongo mi mano sobre
  • 8. mi cabeza como una medición. Me giré y miré cuánto más alta estaba en comparación con la marca que una vez puse tontamente allí. Aparté la mirada de la marca y aparté los recuerdos de la niña pequeña. Camino lento por la tierra hacia la puerta trasera. No puedo evitar reírme internamente al ver cómo todavía me sentía más segura yéndome a través de la puerta trasera, a pesar de que ya no hay puerta delantera o trasera. Nada va a ningún lado. Yo posiciono el pesado paquete en mi espalda cuidadosamente. Contiene frascos llenos de corazón y alma y supervivencia. Cada frasco es como un beso de la anciana que embotelló y conservó los vegetales de su propia cabaña. Yo asumo que no tiene conservantes, ni sal agregada ni conservantes. No hay etiquetas para contradecirme, por lo que yo sabía ella estaba usando MSG1 en todo. Yo sonrío ante las letras MSG, ellas significaron algo para mí una vez. Eso fue antes. Lucho contra los recuerdos de amables ancianas y el mundo de antes. He estado en demasiados mundos en mi vida, y tener diecinueve se sentía como cincuenta la mayor parte de los días. Yo endurezco mi corazón y siento que mis instintos se agudizan, mientras el odio surge a través de mí. Tomo una respiración profunda y la puerta abierta cruje, como si el viento la hubiera abierto. La cierro de nuevo y la abre. Parece como si el viento que viene de los marrones campos secos estuviera jugando con la puerta. Mis ojos animales se fijan en la seca tierra. Nada se mueve, más allá del polvo flotando en la luz. Yo debería esperar a la noche para viajar pero me he quedado por demasiado tiempo esta vez. Necesito estar de vuelta. Las cosas solo viven tanto tiempo solas. Lo sé bien. Mi jardín se ha muerto muchas veces antes. La puerta del antiguo granero se mueve con la suave brisa, haciéndola crujir suavemente mientras el largo pasto marrón se balancea y los guijarros ruedan por el polvoso camino de entrada. Todo se mueve en sincronía con el viento. Tuve que aprender a detectar esto. Yo tiro de la puerta y me estremezco. Sé que esto es siempre la peor parte de la caminata a casa. Detesto dejar esta casa. Siento que mis ojos se entrecierran, ya que la intensa luz del sol casi me ciega. Mi bolso se siente como una tonelada de ladrillos pero doy mis primeros pasos, desesperada por terminar ya con esto. Yo no sacudo mucho el bolso. No 1 Glutamato Monosódico: Es una sustancia añadida a los alimentos para engañar al estómago en la sensación de saciedad. Desaparece al cabo de media hora. MSG es la más utilizada en el buffet de restaurantes de estilo y en restaurantes de comida china para ayudar a maximizar los beneficios con el ahorro de los recursos alimentarios.
  • 9. quiero romper ningún frasco. He aprendido que esa salmuera es difícil de conseguir y las mochilas son incluso más difíciles. Caminar por el empedrado y polvoriento camino de entrada es la peor parte. Es un espacio abierto al campo. Yo miro alrededor, caminando con mi escopeta en la mano. Practico regularmente en casa con mi rifle y silenciador, pero para el camino siempre traigo la escopeta. Es mi arma de la suerte. El frío y delgado metal me hace sentir fuerte, incluso aunque sé qué fuerza es. Fuerza no es jalar el gatillo. En este punto, sin embargo, tengo que demostrarme mi fuerza a mí misma. Siempre tomo el camino de los cobardes. Justo como me dijo mi padre que hiciera. Mis botas crujen en el camino. Yo camino suavemente, pero algunos sonidos son inevitables. El ruido durará hasta que alcance los suaves campos de trigo. Entonces habrá un susurro en el trigo. Yo entro sin mirar atrás. Cuando llego al campo conozco la regla. Mis piernas gimen bajo los primeros pasos. Mis arcos duelen con el ejercicio al principio, pero después del primer cuarto de milla empiezo a entrar en calor y mis piernas comienzan a disfrutar de la corrida. Mi espalda es el peor problema, porque la mochila es mucho más pesada que con la que he entrenado. Agarro las apretadas correas de los hombros hasta que mis brazos no lo pueden soportar un segundo más. Incluso entonces sigo hasta que alcanzo el bosque. Y corro profundamente entre los árboles, siempre del mismo lado, nunca por el mismo camino, pero siempre con el mismo destino. El látigo de las ramas me golpea, mientras el filo del bosque siempre es el más fino donde la luz penetra la espesura. Al tiempo que el bosque clarea, yo lo veo. Él sonríe como siempre. Está calmo. Él no corre y salta. Él espera para garantizar que no he traído nada conmigo. Él los ve antes. Sabe lo malo que puede ser. Juntos hemos visto a la gente al pulular y ser tomada, por lo general las mujeres. —Leo —susurró al exhalar. En lugar del cálido saludo que ambos queremos, yo me vuelvo y levanto mi escopeta. Camino de espaldas mientras Leo se mueve para observar el bosque. Después de unos minutos bajo la mochila y trepo a uno de los grandes árboles. Las duras ramas son ásperas contra mis manos. Se suavizarán durante la primavera cuando no tengo que cortar leña. Me siento en una rama y miro a través de mis prismáticos desde el punto de observación.
  • 10. Puedo ver todo el campo de heno marrón desde aquí. Tengo un momento de debilidad y me dejo imaginarme viviendo en una granja un día y cosechando el heno. Siento que mis ojos se agudizan. Trato de encontrar un solo filamento de la hierba moviéndose de una manera que signifique que me han seguido. Miro a la casa de campo quieta y sola. Espero que se quede de esa manera hasta mi próxima visita. Espero antes de apartar los prismáticos de la cara y dejar que la brisa me mueva en mi percha. Deseo por un segundo pode volar lejos entre las nubes que se ven como siempre lo han hecho. Es como si ellas no supieran que el mundo hubiera acabado y que ya no es necesario hacer figuras para nosotros. Ya no hay nosotros. Yo miro más allá de la cabaña y miro cómo todo se mueve, justo como debería. Nadie me ha seguido. Yo me bajo del árbol, cansada y deseando alcanzar mi cama. Cuando mis pies tocan el suelo otra vez miro a Leo, cuyos ojos amarillos suaves confirman mis conclusiones. Estamos solos. Yo me dejo caer de rodillas y le saludo mientras él se acerca hacia mí. El gran lobo me lame la cara y levanta su enorme pata para abrazarme. Yo lo abracé tan seguido cuando era un bebé, hasta que un día el también me abrazó. Lo ha hecho desde entonces. Me acaricia suavemente y me pellizca los brazos. Froto sus enormes orejas suaves y me pongo de pie. Le acaricio suavemente su enorme cabeza gris. —¿Listo? —le pregunto. Yo levanto la pesada mochila y me la coloco en la espalda de nuevo. La caminata a casa llevará todo el día, si puedo mantener un buen ritmo. Leo comienza el camino a casa pasando por el viejo roble quebrado. Nuestro punto de encuentro.
  • 11. CCCaaapppííítttuuulllooo 222Traducido por EvaMedina Me siento junto al fuego separada de las llamas, mientras Leo se sienta y se presiona contra mí. De repente, sus orejas reaccionan. Mis doloridos pies tienen punzadas, suplicándome que no siga adelante con mis instintos y me levante. Miro a Leo. Los pelos de su pescuezo se levantan. No hace ningún sonido. Creo que eso es un instinto de supervivencia que ha captado de mí. Él nunca se anuncia a sí mismo con gruñidos como un perro. En lugar de eso, él se esconde en la sombra, esperando a que su presa haga un movimiento. Él se arrastra hasta la puerta de la vieja cabaña. Yo levanto el rifle con la mira y el silenciador que robé de la base militar. Me arrastro por lo bajo, justo como lo hace Leo. Nos sentamos en la oscuridad, esperando un sonido o un movimiento. Nunca enciendo los faroles. Raramente uso el combustible para algo. Si hay algo aquí, ha seguido el olor de mi humo. Repentinamente, en la oscuridad de mi cabaña iluminada sólo por el resplandor del fuego, hay un sonido. El sonido en mi puerta es peor que cualquier cosa que he oído nunca. Esta categoría incluye a mujeres siendo arrastradas dentro de camiones mientras sus hijos gritan en el costado de la carretera, abandonados. Peor que escuchar a los infectados comer personas que todavía estaban vivas. Peor que el sonido que hace la ropa cuando dedos codiciosos la rompen. Es un golpe en la puerta. Un simple y ligeramente tranquilo golpe en la puerta. Un tímido golpe en la puerta. Se siente como si la persona que golpea estuviera asustada por golpear, pero no tiene opción en el asunto. Es como si su deteriorada valentía sólo pudiera hacer acopio de fuerzas para hacer ese patético golpecito. Al mismo tiempo que es patético, el golpe también es lo más aterrador con lo que me he encontrado nunca.
  • 12. También podría haber sido uno de los infectados, arañando la puerta y haciendo los gemidos en altos tonos que hacen ellos. De cualquier manera, eso significa que he sido descubierta. Eso hace que mi estómago duela como está acostumbrado antes de que encontrase la cabaña. Leo me mira. Él también parece confundido por el débil golpecito en la puerta de nuestra cabaña. La misma cabaña en la que encontré a Leo lloriqueando fuera y asustado de todo en el mundo, justo como yo lo estaba. La cabaña donde nos sentábamos juntos escondiéndonos, teniendo esperanza, rezando, para que pudieran dejarnos tranquilos. Me quedo congelada, sosteniendo mi arma y temblando. Leo se escabulle en las sombras del abrigo y del zapatero. Me deslizo contra la pared y respiro lentamente. No me muevo. Miro a los ojos amarillos de Leo. Son hipnóticos por la manera en la que nunca se mueven. Me relajan con la manera en la que esperan, concentrados y en calma. Asiento hacia él, lo que lo hace agacharse más abajo, prepararse Saco la cadena de seguridad, sin hacer ruido justo como he practicado. Pongo mi mano en el pomo. Doy pasos hacia atrás lentamente y posiciono mi arma. Pongo mi dedo sobre el gatillo. Mandando a mi mano para que no tiemble, giro el pomo de la puerta y la abro en silencio. He posicionado un pie detrás de la puerta, en caso de que quien sea que es decida patear la puerta para abrirla. En la pequeña rendija de la puerta, veo dos ojos, ojos azules. Pertenecen a una chica, más joven que yo. Quizá tenga quince años, pero no más. Tiene el pelo oscuro y un rostro demacrado. Las lágrimas hacen que sus oscuras pestañas se junten, lo que hace que la mirada suplicante que me da sea tremendamente convincente. –L-lo s-s-sie-siento, p-po-por fa-favor, n-n-no me ha-hagas d-da- daño –sus labios tiemblan. Está temblando de miedo. Ella sorbe.
  • 13. Cierro la puerta y abro la seguridad. Mi estómago se hunde. Sé que estoy en la lucha de mi vida. Ella es el cebo. Si alguna vez había visto un cebo, ella lo es. Leo ladea su cabeza, camina tranquilamente hacia la puerta y olfatea. Pienso en simplemente abrir la puerta y liberarlo sobre ella, pero su cola se menea. Eso me hace dudar de su habilidad para comerse a la adorable chica. Veo emerger su descuidado rostro de lobo y levanto una ceja hacia él. Él se retira gimiendo. –Por favor, señorita. Necesito su ayuda. Por favor –grita ella, ya sin tartamudear. Su voz es desesperada. Golpea a mi puerta. –Por favor, él está muriendo, mi hermano está muriendo, por favor. He visto a niños abandonados en la carretera gritando. He visto a chicas adolescentes siendo arrastradas dentro del bosque y sido forzada a escuchar. He sobrevivido porque miré y escuché. He ignorado a todos a cualquier costo. Varias veces me he recostado bajo camiones con mis ojos cerrados y esperado a que eso termine. Esperado para que los gritos parasen. Ella es el cebo. Cierro mis ojos esperando, pero los golpes de hacen más fuertes. Si todavía no estaban aquí, ellos oirán los golpes. Desalentada, vuelvo a abrir la puerta, poniendo la punta de mi arma a través de la puerta. Estoy lista para disparar. Otra vez siento el camino de los cobardes delante de mí. –Si, si me matas, por favor, sólo ve a encontrarlo luego. Está herido. Ellos lo encontrarán. Está en un agujero al Sur de aquí. Por favor. Sus palabras no son una súplica. Está resignada a morir por él. No es una cobarde. No es como yo. Me desplomo y retiro la arma. Cierro mis ojos por un segundo y me dejo saber que esto es una mala idea. Sin duda me voy a arrepentir de esto. Abro la puerta.
  • 14. Leo camina hacia ella con cautela, olfateando y haciendo círculos. –Por favor, si tienes que matarme, sólo ve a por él. Él está en lo profundo de la gran colina. Ha caído en un agujero y se rompió su pierna, creo. No está consciente. Miro sus ojos, nunca se mueven. Ella dice la verdad. Agarro un fardo de cuerda que dejé en la estantería del almacén y cierro la puerta. –Muchas gracias. Gracias. Mi nombre es Anna –ella mantiene sus manos juntas, como si hubiera salvado su vida. Sus lágrimas todavía bajan por su rostro. Es pequeña y está débil, pero parece más fuerte que yo. Más valiente. La miro, eligiendo ignorarla. Después de que logremos sacar a su hermano del agujero, ella irá por su camino. Leo se frota contra la chica. –¿No va a morderme? –Podría. Vamos. Quédate en frente de mí, donde pueda verte. Ella asiente y se mete su largo cabello marrón en la parte de atrás de su chaqueta. Ella es delgada, todos son delgados, pero ella es más delgada que todos a los que he visto hace un tiempo. Me frunzo el ceño a mí misma. ¿A quién he visto en meses? A nadie. Su rostro demacrado me dice que su hermano y ella han estado solos desde el principio, como yo. Y Leo. Nadie la cuida. Ella lucha por todo lo que tiene. Eso la hace mi enemiga. Conozco el agujero exacto en el que está su hermano, si realmente está allí. Mantengo mis oídos agudos. Afortunadamente ella nunca habla. Sé que es una sobreviviente, tiene sentido común. Camina silenciosamente, como lo hago yo. Su respiración es regular. Cuando nos acercamos al agujero, yo espero en el costado lejano, asumiendo que estoy siendo llevada a meterme dentro. Tengo un mal presentimiento de que ellos agarrarán mi cabaña y me dejarán morir. Ella se arrodilla y se arrastra hacia el borde. – ¿Jake?
  • 15. – ¿Anna? –una voz de chico entrecortada se eleva desde el agujero. Ella empieza a llorar. –Jake, tenemos la cuerda, la encontré. Ella está de vuelta ahora. Todo va a estar bien ahora. Los pelos de mi pescuezo se levantan con las palabras ―ella está de vuelta‖ –¿Cuánto tiempo me han estado siguiendo? Ella extiende una mano. –Déjame tener la cuerda. Tomo un paso atrás mientras Leo toma uno hacia delante. Él siente mi agitación. –Sólo déjame tener la cuerda, por favor, él está herido –suplica ella. Niego con mi cabeza y apunto con mi rifle a su rostro. –¿Cuánto tiempo me han estado siguiendo? Ella se desploma. –Dos meses. Estábamos en el bosque fuera de la cabaña. Necesitábamos el agua del pozo. Lo siento. Quiero no sentir nada, pero sé, sé que tengo suerte. Mi padre me contó sobre la cabaña en el bosque que pertenecía a su familia. Sabía que tenía algún sitio al que ir cuando todo terminó. Ellos fueron, sin duda, dejados sin nada. Eso no quita la enfermiza sensación en mi estómago, saber que he sido espiada por dos meses. Miro a Leo y levanto una ceja. Él se deja caer ligeramente bajo mi escrutinio. Está avergonzado, pero no sabe por qué. él conoce mis miradas. –Lo siento. No pretendíamos asustarte. Vimos cuantas armas tenías y sabíamos que tenías al lobo. Queríamos dejarte sola, pero no teníamos donde ir. La voz habla desde el agujero. –Mira, no hieras a mi hermana, sólo pásame la cuerda y me sacaré yo mismo de aquí. No te molestaremos otra vez. Sé que estás asustada, pero de verdad que nosotros sólo somos personas normales, como tú.
  • 16. Como yo. Escucho la voz de mi padre, ―somos nosotros y ellos, Em‖ y recuerdo que no hay gente normal. Apoyo mi arma contra el árbol. Leo se queda junto a ella, preparado, justo como lo entrené. Me giro y ato la cuerda alrededor del árbol al lado mío. Tiro el resto de la cuerda por el agujero. Cuando se vayan, pondré trampas cazabobos. No me pillarán por sorpresa otra vez. –Átalo bajo tus brazos –digo hacia la entrada del agujero. Puedo ver la cuerda moviéndose cuando él se ata a sí mismo. –Vamos a levantarte, sólo intenta ayudar un poco, ¿de acuerdo? –De acuerdo. Miro a Anna y espero a que venga a ayudar. Ella me mira expectante. Frunzo el ceño. –No voy a levantarlo sola. Ella se ríe ligeramente. Se siente raro para mí. No sé cuándo he escuchado la risa de alguien por última vez. Ella se levanta y camina hacia mí. Ninguna confía en la otra. Ella me escudriña tanto como yo la escudriño a ella. Ambas tomamos la cuerda con nuestras manos. Yo la enrollo en mi mano y ella hace lo mismo. –¿Preparada? Ella asiente, justo cuando él dice desde el agujero. –Preparado. –Uno, dos, tres. Enterramos nuestros pies y tiramos fuerte. Puedo ver su cuello esforzándose por el empuje. Es lo más duro que he hecho nunca. Me asusto por lo grande que es él. Pesa una tonelada. Veo una mano enorme extenderse fuera del agujero y arañar la tierra. Anna deja caer la cuerda y corre hacia eso. Otra mano enorme aparece y se clava. Ella se estira hacia abajo y tira de sus brazos.
  • 17. Intento no jadear cuando un hombre robusto se arrastra saliendo del agujero. Puedo decir que está más delgado de lo que debería. Su figura se eleva sobre Anna. Él me sonríe. –Gracias. Nunca pensé que saldría de allí. Honestamente, no creí que nos ayudarías. Mi corazón hace algo que nunca había hecho antes. Perdió el ritmo. Su enmarañado cabello oscuro cuelga alrededor de su frente, al nivel del ojo. Sus ojos azules brillan, incluso en la débil luz de la Luna, a través de su cabello. Su sonrisa es devastadora, con rasgos cincelados y una mandíbula fuerte. Imagino el sentimiento de sus labios contra los míos durante el más débil de los segundos. –Uhm, ¿hola? Sacudo mi cabeza, viendo la sonrisa cruzar sus labios. –¿Qué? Él se ríe, ellos se ríen mucho. –Mi nombre es Jake y ella es mi hermana, Anna –él está de pie sobre una pierna, descansando su brazo sobre el hombro de Anna, sujetando su pierna herida en el aire. –Necesitarás componer eso –apunto a su pierna colgando. Él sonríe otra vez y siento un fuego en algún lugar dentro de mí empezando a encenderse. –¿Puedes hacer eso? Asiento como respuesta e intento calmar los sentimientos perturbadores que me acribillan. Apunto a la cabaña. –Vamos –levanto mi rifle. –¿Cuál es tu nombre? –pregunta él. Me gusta su voz. Camino hacia él intentando no mirarlo fijamente. –Voy a ayudarte, creo que soy más fuerte que ella. –no confío en mí misma a su alrededor, pero cuanto más rápido los ayude, más rápido podrán irse.
  • 18. Su calidez se estrella contra mí cuando se agarra a mi hombro. Nunca me he preguntado si soy baja, pero él me hace sentir pequeña. Puedo olerlo a mí alrededor. Su olor hace que mis adentros duelan. Miro a Leo, que camina hacia Anna y la hociquea, animándola a empezar a caminar. –Traidor –susurro. Jake se ríe otra vez. –Ella es realmente buena con los animales. Es la única maldita razón por la que todavía estamos vivos. No sé lo que eso significa. ¿Intentará ella comerse mi lobo? Ella no parece la clase de niña que abraza y acaricia su comida antes de comerla. Ni siquiera estoy segura de que haya niños que hacen eso. Caminamos el corto camino de vuelta hacia mi cabaña en silencio. Él intenta hablar, pero yo sólo escucho, no sólo a él, si no a todo lo que nos rodea. No es así cómo quiero morir y no sé cuánto ruido han hecho hasta el momento. Él no parece tener idea de cómo ser silencioso. Su hermana es lo opuesto. Ella escucha, como hago yo. Me siento considerablemente mejor cuando huelo el fuego de mi cabaña y veo la puerta principal. –¿Cómo encontraste este lugar? –pregunta él cuando abro la puerta. Pongo mi dedo en sus labios y me arrastro dentro con mi rifle levantado. Nunca cerré con llave la puerta. Otra regla que he roto. Despejo las dos habitaciones y el baño. Chequeo los armarios y luego enciendo el pequeño farol, creando un pequeño y cálido resplandor naranja. Él avanza a saltos hacia el sofá y se sienta, haciendo muecas de dolor. Mi casa se siente expuesta. Nunca nadie ha estado aquí antes. –Jake, vas a estar bien, ¿verdad? –Anna se arrodilla en frente de él y mira atrás hacia mí. Yo cierro la puerta con cerradura y cierro las cortinas completamente. Me siento vulnerable. Los ojos de él mirándome me hacen sentir peor. Necesito que se vayan. –Él va a estar bien, sólo déjame echarle un vistazo –traigo el farol y me siento en el suelo junto a ella–. Ve a sentarte junto al fuego y entra en calor. Hay un guiso en la parte superior. Consigue un cuenco y come –ella no necesita que se lo digan dos veces.
  • 19. Levanto la vista hacia él. Recuesta su cabeza en el respaldo del sofá y luce como si fuera a dormirse en cualquier segundo. Sonrío con suficiencia, sabiendo que estará completamente despierto en el momento en que yo toque la rotura. –No puedes gritar, ¿de acuerdo? Él levanta su cabeza y sonríe amargamente. –Grité como una niña pequeña cuando me caí en el maldito agujero. Respiro y pongo mis dedos en el botón de sus jeans y lo desato. Mis dedos tiemblan. No he tocado a nadie en diez años. Hemos sido yo y Leo por ocho. Él es todo lo que he tocado. Él sonríe. –¿Yo no consigo ningún guiso antes de que intentes quitarme los pantalones? Lo fulmino con la mirada. –No, vas a vomitar y no malgastamos comida aquí –no aprecio la rara broma. Él se ríe débilmente, agarrando el sofá con sus robustas manos. Abro la cremallera de sus pantalones y empiezo a empujarlos hacia abajo gentilmente. –Probablemente estaría disfrutando de esto si no fuera por el insoportable dolor. Tengo que resultar herido más seguido. Su estómago se flexiona, revelando músculos como los que nunca había visto antes. Sus caderas sobresalen un poco demasiado, pero, por lo demás, su cuerpo es fuerte y asombroso. Él luce como los hombres de las portadas de las novelas románticas de la abuela. Empiezo a deslizar sus pantalones por sus piernas peludas justo debajo de su ropa interior gris. Intento no mirar a su ropa interior gris o lo que está debajo de eso. Intento bajar los pantalones, pero se atascan en su muslo. Hago una mueca. Él grita. He visto cosas desagradables en mi vida y cuando palpo alrededor de su muslo buscando la rotura, me preparo para lo peor. Afortunadamente, no hay rotura, pero una gran pieza de madera ha
  • 20. perforado su pierna. No creo que haya golpeado una arteria grande de su pierna. Su pérdida de sangre no es la que sería si la hubiese sido perforada. Me pregunto cómo quitar el palo y qué daño va a causar. Realmente no sé dónde está la arteria, sólo sé que hay una. –Tu pierna no está rota. Él baja la vista hacia mí. –¿Qué? Sentí el hueso saliéndose. –Es un palo, no un hueso. Un palo debió de haberte apuñalado. Necesito algunas cosas. Aunque tendré que cortar los pantalones. Anna habla entre bocados. –Puedo cocerlos. –No mires esto, Jake. Simplemente recuéstate y dame un minuto para conseguir todo lo que necesito. Él asiente y recuesta su cabeza. Camino hacia mi baño y me siento en el amistoso inodoro en la tierra que mi abuelo había instalado porque mi abuela se negaba a seguir usando la letrina. Funciona cuando el tiempo es bueno, pero en invierno es inútil. Me siento y lloro en la oscuridad. Miro a mis sucias manos. Incluso en la oscuridad puedo ver la suciedad. Puedo causarle una infección y él podría morir por eso. Puedo quitar el palo, romper su arteria y podría morir por eso. No sé dónde está exactamente la arteria. Deseo haber leído más de los libros que tengo. No sé cuáles son mis opciones, pero el pensamiento de él muriendo me duele más de cualquier pérdida que pueda enfrentar, además de Leo. Pienso en mi familia y los años de experiencia vital que me han traído a este momento. Enciendo la vela del baño y me pongo de pie para ver mi reflejo en el espejo. Soy una chica fantasmal en la débil luz de la vela. El brazalete y collar de mi madre brillan en la luz oscura. Olvidé ponérmelos cuando llegué a casa. Toco el metal ligeramente. Ojalá ella estuviera aquí. No sólo ella, cualquier adulto. No quiero hacer lo que estoy a punto de hacer. Agarro mi equipo médico y respiro profundamente. Camino hacia la cocina y lleno una olla de agua y la pongo en la encimera.
  • 21. –Hierve esto ahora. Anna salta hacia arriba y la agarra. Aviva el fuego y pone la olla sobre él. Estoy contenta por no tener que decirle cómo hacerlo. Ella es capaz. Por un momento me gusta. Cierro mi corazón y me alejo de ella. Todavía tiene que irse cuando todo esto acabe. Agarro el whiskey de la alacena y abro la botella. Nunca la he abierto. Pongo un poco en mis manos, escuece un poco. Froto mis manos y pongo un poco más. Me seco las manos con una toalla de mi pila de ropa recién lavada. Bebo un trago de whiskey y la llevo hacia mi sofá. Mi garganta está quemando. Agarro una gruesa manta y la pongo debajo de su pierna. Él gime ligeramente. Está durmiéndose. Agarro las tijeras y obligo a mis manos para que sean firmes. Corto la tela rápidamente, intentando pasar por la costura para que sea más fácil volver a cocerlo. Quito los pantalones completamente y se los paso a Anna. –El kit de costura está en el baño. Me vuelvo a girar y miro alrededor de su pierna al palo. Tiene alrededor de media pulgada de grosor y parece estar descascarándose ligeramente. Eso puede ser un problema. Se ha metido y se ha roto.Está profundo. Hago una mueca cuando toco la abertura del corte. Camino hacia mi caja de herramientas y agarro una llave inglesa. Echo whiskey sobre ella y sobre mis manos otra vez. Bebo otro trago. El fuego está dentro de mi barriga ahora. Anna vuelve con el kit de costura y mira a su pierna. –Al menos el palo entró en un costado. Asiento y le paso el whiskey. –Él va a gritar cuando haga esto. Tienes que poner una almohada sobre su rostro y aguántalo. Necesitarás esa agua hirviendo el minuto que esté listo. Ella toma un trago del whiskey y asiente. –De acuerdo.
  • 22. Caigo de rodillas y pongo la vieja llave inglesa alrededor de la protuberancia del palo. La aprieto y la corteza hace un muy leve crujido. Miro a la manta que tengo lista y respiro profundo. Anna da un rodeo y va a la parte trasera del sofá sosteniendo una almohada y envolviendo sus brazos alrededor de su hermano. Trato de no pensar en lo que estoy a punto de hacer. –Uno, dos, tres –tiro del palo con fuerza y rápido, quitándolo de su pierna. Él se sacude tan fuerte como puede, pateándome en el rostro con su otro pie. De repente estoy sobre mi trasero en el suelo. Él grita, pero su hermana y la almohada lo amortiguan. Veo estrellas por un momento, pero le doy la espalda. Levanto el whiskey y lo echo sobre su herida. Él grita otra vez, quitando la almohada de su rostro y empuja a su hermana lejos de él. –¡JODER! ¡JODER! ¡AVÍSAME LA PRÓXIMA VEZ! Él me mira como si pudiera arrancarme la cabeza. Me asusta. Asiento. –Lo voy a hacer otra vez. Una lágrima se desliza de su ojo izquierdo, pero asiente. Su mandíbula tiembla ligeramente por el dolor. Miro a la herida, la sangre sale volando. El flujo es lento, no es una arteria. Suspiro, al menos eso no va a matarlo. Echo más alcohol y limpio la sangre y el licor. Pongo una toalla contra la herida y espero a que la coagulación natural de su cuerpo haga un intento al menos. Cuando bajo la vista a la herida, veo sangre goteando en mis manos. Toco mi rostro con mis dedos. Mi nariz está sangrando mucho. Agarro la otra toalla junto a mí y la pongo contra mi rostro. Leo me da un empujoncito para comprobar. Froto mi codo contra su pelaje para intentar tranquilizarlo.
  • 23. CCCaaapppííítttuuulllooo 333Traducido por EvaMedina – ¿Dónde aprendiste a poner puntos de sutura? Vuelvo la mirada hacia mi invitada y frunzo el ceño. –Mi papá era un sobreviviente. Él me hizo ir a un campamento de supervivencia cada verano y me llevaba a cazar y a acampar todo el tiempo. Cuando todo empezó, él tenía planeado venir aquí. Los estantes de libros están llenos de libros y manuales de supervivencia. Ella frunce el ceño. – ¿Vino contigo o viniste aquí sola? Se proyecta en mis ojos, mi padre está atrapado por el camión. Él se estira hacia mí y susurra su amor. Puedo verlos venir mientras siento que sus dedos me empujan lejos. Mis pies lo escuchan y empiezo a correr. Se mueven en contra de mis deseos. Me lo quito de encima y la miro. –¿Dónde están vuestros padres? Tenía los ojos inexpresivos, como los míos. –Mamá murió de enfermedades en un principio. Ella fue a trabajar y nunca volvió a casa. Era parte de la primera cuarentena. Papá, bueno, él se ha ido. También se ha ido –su voz tiembla un poco. Conozco ese sentimiento. –Todos se han ido, Anna. Todo lo que queda son nosotros y ellos – casi me retuerzo cuando digo las palabras nosotros y ellos. La incluí en mi nosotros. Su pequeño rostro es inexpresivo. Conozco ese sentimiento también. –Anna. – una voz soñolienta viene desde la sala de estar. Ella se levanta y sale de la cama antes de que yo siquiera pueda quitar las mantas de mi cama.
  • 24. –Está ardiendo. Asiento y entro en la habitación estirándome. –Bien. Su cuerpo está luchando contra la infección. La corteza de la rama estaba realmente descascarada. Intenté limpiar la herida lo mejor que pude, pero un poco de corteza puede todavía estar ahí dentro. Siento una pequeña chispa cuando la palma de mi mano descansa contra templada piel de su frente. Él toma mi mano en la suya. Es un momento de intimidad que nunca he tenido antes. No me alejo, pero no sé cómo reaccionar. Él me aprieta la mano. –Es difícil agradecerte cuando no sé tu nombre. Siento mi mano atrapada en la suya. Lo miro por sobre el respaldo del sofá y sonrío con suficiencia. –Emma. Mi papá me llamaba Em. Él empuja mi mano hacia él y besa mi palma. –Gracias, Em. Siento expresiones que intentan cruzar por mi rostro. Lucho contra ellas y saco mi mano de su sudorosa palma. Camino a la izquierda hacia el agua hirviendo y le lleno un enorme vaso. Se lo tiendo a él. –Necesitarás esto. Sus ojos azules brillan. Mi dolor de estómago está de vuelta. –Gracias. Gracias por todo. Sé que podrías haberme dejado en ese agujero. Rompo su mirada fija y miro al suelo de madera. –No fue nada. –digo. Anna nos mira y sonríe. – ¿Cuántos años tienes, Em? Siento que mis mejillas se sonrojan.
  • 25. –Diecinueve. –Yo tengo dieciséis. Me siento mal cuando me dice eso. Me doy cuenta de que ella tenía seis cuando su madre nunca volvió a casa del trabajo. –Jake tiene veintiuno. No sé qué añadir a la conversación. No tengo conversaciones. Leo siente mi incomodidad y se pasea hacia mí. Él hociquea en mis palmas. –¿Dónde lo conseguiste? Rasco su enorme cara y le sonrío con suficiencia a Anna, quien ya lo convenció. –Él estaba en el umbral de la puerta un día. Escuché a su madre morir en el bosque cerca de la casa. Ella tenía la infección y murió justo después de dar a luz. Sus cachorros se la comieron y se enfermaron también. Leo fue el único inteligente. Nunca la comió. En lugar de eso, él me encontró. –intento no pensar en tener que dispararles a los lobos bebé, cuando la locura los agarró. Anna le sonríe al gran lobo. –Él es enorme. –Mucho. Pero es buena compañía y me ayuda con los quehaceres. Ella se ríe con eso. Es dicharachera. Recuerdo a mi abuela llamar a los niños dicharacheros. Me pregunto lo dicharachera que Anna sería si hubiera tenido una niñez normal. Me pregunto cómo sería yo. Miro a Jake, que está durmiendo otra vez. –Se duerme rápido. Necesitamos hacerle un poco de sopa –camino hacia la puerta y vuelvo la mirada hacia ella–. ¿Puedo confiar en ti? Ella niega con la cabeza. –No. Me gusta esto. Haré lo que sea que quieras para que me dejes quedarme, pero si es necesario, te traicionaré para salvar a mi hermano.
  • 26. –Me parece justo –me gusta su franqueza. Apunto a los libros de la estantería–. Empieza con la estantería de arriba. Son los más fáciles de leer. Ella se muerde su labio. Pongo los ojos en blanco. –¿No puedes leer? Ella niega con la cabeza. –No muy bien –estando junto a la enorme biblioteca haciendo equipo con libros, ella parece pequeña y vulnerable. Sé que no me dejaré creer eso. Ella es una sobreviviente. Los paneles del bosque fuera de nuestra anticuada casa de campo son cómodos y brillantes con la luz filtrándose por las enormes ventanas. No he visto mi cabaña por lo que realmente es, hasta este momento. Ver a Anna y a Jake en mi casa, me hace dar cuenta de lo afortunada que soy. Me pregunto cuándo fue la última vez que descansaron en sobre un mobiliario cómodo. –Los libros de arriba son fáciles de leer. La práctica hace la perfección. Los amarillos ojos de Leo encuentran los míos. Él me habla con su mirada. Quiere quedarse con ellos. Él tampoco confía en ellos completamente. Puedo verlo en sus ojos. Le asiento y salgo de la cabaña. Necesito un urogallo o un faisán o un pavo salvaje. No hay toneladas de ellos, pero conozco un punto dulce. La cabaña está rodeada por enormes y altos abetos y arbustos. El verde está por todos lados. Me ponía nerviosa al principio. Era tan grande comparado conmigo. Sentía los ojos en mí de un millón de diferentes puntos de vista privilegiados. Podía ver a los infectados pasando por entre los arbustos, sus brazos estirándose hacia mí. La sangre bajando desde sus ojos y llagas goteando cubriendo sus pieles. Las andrajosas ropas y el olor podría abrumarme, mientra me empujaron hacia el suelo. Podía ver a los otros. Podía oírme a mí misma gritar mientras sus ávidos dedos pellizcaban mi piel y me arrastraban dentro del bosque. En el bosque donde gritaría como las otras chicas. Las ropas desgarrándose me perseguían desde el principio. Los infectados
  • 27. arrancaban carne y los otros arrancaban ropas y el sonido podía envolverte por completo. Ahora veo la vegetación y escucho a los sonidos del bosque, y sé que estoy a salvo. El bosque es mi amigo. Era una relación tensa al principio, pero se ha ganado mi confianza con el tiempo. Como Leo, se había convertido en parte de mi familia. Dónde perdí una familia, gané otra. Las ramas se rompen bajo mi pie, pero de una forma que mantiene a los pájaros piando y a las ardillas parloteando. Es un don. Lo aprendí de Leo. Él es capaz de vaguear por el bosque rápidamente, pero en sincronía con las criaturas del bosque. Me detengo en una pequeña cuesta en el bosque. Tengo una vista genial aquí. Me mezclo entre los árboles y escucho. Cierro mis ojos y espero. Los ruidos se convierten como en una canción que el bosque canta. Tú sólo tienes que oírla cuando dejas de ser tú y te conviertes en parte del bosque. Siento las ondas en la música levantarse y caerse con el viento. Agarro mi arco y flecha y hago una lectura. Espero por ello. Escucho el sonido que estoy buscando. Es un faisán. Veo el raro rostro de él y los espectaculares colores. Es un macho. Tomo una respiración y en la exhalación, suelto la flecha perfectamente. Me tomó dos años de contantes disparos para ser capaz de bajar a un faisán a esta distancia. El macho cae sin un sonido cuando la flecha perfora su garganta justo debajo de su cabeza. Espero y miro. El bosque continúa su feliz canción. Espero un segundo extra. Vuelvo a poner el arco y las flechas en el pequeño agujero junto al árbol. Recojo mi captura, constantemente mirando sobre mi hombro. Jake y su hermana me espiaron en el bosque por dos meses antes de que tomase conciencia de ellos. Mi sentido de la seguridad en este lugar es cuestionado. Un calor se descarga en mis mejillas mientras camino llevando el pájaro por sus patas. Pienso en Jake. Su cabello oscuro, sus ojos azules y sus largas pestañas. Un dolor punzante pasa rápidamente por mi muslo. Levanto la vista para ver el reflejo de una mira a través del pequeño barranco. Me dejo caer al suelo y silbo. Me recuesto entre la maleza congelada. Mi corazón está latiendo fuera de control.
  • 28. Anna. Sé que ella me ha disparado. Quiere mi cabaña. Lo dejó perfectamente claro. Mi corazón duele por el más pequeño de los segundos. Lo hago retroceder dentro de su cueva y me endurezco por el hecho de que tendré que matarla. Flashes de su dulce rostro y lo mucho que se parece a su hermano llenan mi mente. Escucho los disparos pasando zumbando en la maleza. El pánico me llena. Está usando mi propio silenciador en mi contra. Me pregunto si Jake lo sabe. Contengo mi aliento y espero. Sé que Leo vendrá a mí. Lo he entrenado para que venga hacia mí. Vendrá. Escucho pasos. El bosque está en silencio cuando el depredador se mueve a través de él. Los pájaros pueden oír el pánico en mí. Los latidos de mi corazón se los revela todo a ellos. Siento un dolor enfermizo cuando me doy cuenta de que he sido traicionada. Nunca debí haberlo ayudado a salir del agujero. Nunca debí haber abierto la puerta. Debí haber abierto el whiskey y escuchado desde dentro de mi cabaña, a que ella hubiera muerto o se hubiera ido. Sabía que me arrepentiría. Miro a mí alrededor. Hay demasiada maleza rodeándome. Cualquier movimiento agitará la maleza y revelar mi posición. Puedo oír sus pasos mientras se acerca. Tiene los pasos pesados. Rompe las ramas con rudeza, haciendo que los pájaros y las criaturas del bosque sean aún más silenciosos. Sus pasos están encima de mí. Estoy segura de que puede oír los latidos de mi corazón. También estoy segura de que va a dispararme en la espalda. Oigo un sonido zumbante otra vez y las balas golpean el árbol detrás de mí. Los casquillos no caen muy lejos de mí. Me pregunto qué está haciendo. ¿Ha perdido el lugar donde me disparó? Afortunadamente, la maleza es abundante a mí alrededor.
  • 29. Escucho un ruido sordo y un poco de susurro de hojas cerca de mí. No sé lo que está pasando. Estoy entrando en pánico en silencio. –Em –un susurro llena el bosque cerca de mí. Miro alrededor sin mover la maleza. –Em. Siento el aliento de Leo sobre mí de repente. Levanto la vista para ver a Anna en cuclillas junto a mí. Ella ha caminado silenciosamente hacia mí como lo hace Leo. Veo el rifle en sus manos. La ira me llena, pero sé que la bala que está en mi muslo no va a permitirme saltar y pelear por el arma. No seré derrotada por alguna niña. Miro a Leo, que está en el borde. Está cazando como si Anna fuera su compañera. Eso duele más que nada. –Em, lo maté, pero debe de haber otros. – ¿Qué? –las palabras abandonan mi boca antes de que tenga la oportunidad de controlar mi volumen. Ella pone un dedo en sus labios. –Probablemente no estaba solo. Miro a mi arma en sus manos. – ¿No me disparaste tú? Ella apunta a la maleza junto a mí. –Él te disparó. ¿Por qué te dispararía yo? ¿Qué? ¿Dónde te dispararon? Ignoro el dolor por el disparo y me arrodillo. Casi grito cuando me apoyé sobre mis pies en una posición encorvada. Veo las botas del hombre en el suelo. –Ésas son cosas militares –hablo suavemente, escaneando el bosque. –Genial. Cojeo hacia él y me agacho. Mi pierna está goteando sangre ahora. Me quito mi camiseta exterior y la ato alrededor de mi muslo
  • 30. apretadamente. Hurgo en sus bolsillos. La calidez de mi sangre se está escurriendo por mi pierna. Él tiene más edad, cuarenta quizá. Tiene el cabello castaño y parece como que ha estado comiendo bastante bien. Su trasero es notablemente grande. Agarro su arma y un cuchillo que encuentro en su bota. Agarro un poco de carne seca que tenía y se la tiro a Leo. –Nosotros podríamos haber comido eso. Miro a Anna y frunzo el ceño. –Nuca comas nada que le quites a otro humano. Puede tener la infección o estar podrido. Ella apunta a Leo. –Él podría infectarse. Niego con la cabeza. –Él es inmune. –Nadie es inmune. Sonrío sarcásticamente. – Me he cargado cosas enfermas antes y él las ha comido. Nunca se enferma. Ella hace una cara mientras desata las botas de él. –Oh, Dios, ¿así que él comió a su madre y vivió? Asiento. –Sí, probablemente. Intento no pensar en eso. –Dijiste que él nunca la comió. Me encojo de hombros y escaneo el bosque hablando suavemente. –No quería que te diera asco o asustarte mientras estaba tocando a la pierna herida de tu hermano. Acabábamos de conocernos. Estaba intentando ser educada. Coge al pájaro. Ella agarra las botas de él, el pájaro y camina hacia mí. – ¿Necesitas una mano?
  • 31. Me apoyo en ella. Leo viene a mi otro lado. Él está menos sobresaltado ahora. –Se puso todo loco y empezó a arañar la puerta. Intentó abrir la puerta él solo. Supe que algo iba mal. Él me guió hacia ti. Paso una mano por su denso pelaje y acaricio. No es la primera vez que me salva y sé que no será la última. Caminamos de vuelta hacia la cabaña. Me siento enferma y asustada. No tengo dudas de que el tipo del ejército no está solo. Mi pequeña e indefensa cabaña está bajo ataque. Mi camiseta alrededor de mi pierna está empapada de rojo y me siento débil. Me temo que la bala todavía está en mi muslo. Pienso en el hecho de que Anna es ahora la única persona capaz y vamos a ser atacados en cualquier momento. Mi seguridad y comodidad se han ido. En mi mente puedo oír el desgarro y los gritos otra vez. Mientras camino a través de la puerta, Anna me ayuda hacia la otra silla. Me siento en el borde e intento no ensuciar de sangre en todos lados. Leo parece preocupado. Sus ojos están preocupados y llenos de expresión. Él me hociquea. Yo rasco su rostro y beso la parte superior de su cabeza. –No puedo creer que pensaras que yo te disparé. ¿De verdad es eso lo que pensaste que haría yo después de que ayudaras a Jake? Tiemblo ligeramente por la pérdida de sangre y sonrío con suficiencia. –No, pero estaba asustada. Me alegro de que no fueras tú. Siento la silla contra mi nuca mientras el techo empieza a girar. Me siento enferma, pero entonces todo se vuelve negro.
  • 32. CCCaaapppííítttuuulllooo 444Traducido por krispipe —En serio, ambos tenían que ser heridos. Voy a conseguir que Leo me muerda para que alguien más tenga un turno en lavandería y cocina. Dolor se dispara en todas partes. La luz de la cabina es demasiado. Siento como que estoy en un bote como cuando era una niña. Todo se siente grueso mientras me muevo por lodo. —Oh, estás despierta. Bato mis pestañas hacia el borroso ser en frente de mí. Siento manos en mi cara, —Pero todavía caliente. ¿Anna dice el libro sobre la fiebre? —Nunca he leído esa parte. Toso y estornudo, —Necesito líquidos y sal. Necesito que mi cuerpo sea hidratado nuevamente. Jake cepilla sus manos sobre mi cara, —Te ves muy incómoda. ¿Quieres que te lleve a la cama? Me siento de la mejor manera que puedo. Me siento débil. —Estoy bien aquí. ¿Mi arteria recibió un disparo? El rostro de Jake está completamente a la vista, mientras mi visión periférica se aclara. Él niega con la cabeza. —No lo creo, pero perdiste un montón de sangre. Pienso que eres anémica. Nuestra madre era anémica. —Como mucha carne. —Ella siempre comían un montón de verduras sin embargo. Algo se encuentra en los rábanos y el repollo morado y la remolacha, era lo que su médico le dijo.
  • 33. —Bueno, eso lo explica todo—. Me siento malhumorada. Me duele la pierna. Miro el gran vendaje blanco en ella. —¿Quién hizo esto? ¿Sacaste tú la bala? Jake cojea de nuevo a su cama del sofá, —Anna lo hizo. Hizo exactamente lo que tú hiciste por mí. Sólo que tú no estabas despierta para ello. Pillo la amargura goteando de su declaración. —Deja de ser un bebé, te salvé. ¿Y el hombre? Anna me trae un vaso de agua, —Nadie más ha llegado pero al mismo tiempo no hemos estado exactamente dejando la cabaña. Leo está durmiendo al lado del sofá de dos plazas en el que estoy tendida. Extiendo mis dedos hacia abajo y dejo las puntas deslizarse a través de su piel, —Alguien vendrá a buscarlo. Creo que deberíamos ir a una de las otras casas. — No puedo creer que haya dicho eso. Nunca he ayudado a nadie. Las palabras se sienten innaturales para mí. Jake se ríe, —¿Tienes otras casas? —Casas de suministros donde he escondido la comida y los suministros. Todas son casas de labranza con bunkers o refugios y bodegas. Jake silbó suavemente, —Eres una chica increíble, Emma. ¿Cuánto tiempo has estado sola? Visiones de mi padre se arrastran, pero estoy demasiado cansada para luchar contra ellas. Mis labios se mueven por su cuenta. —Todo el tiempo. Él murió, mi padre murió el primer mes. Cuando el pánico llegó a las ciudades y todos huyeron. — No le cuento que fue la primera persona que dejé. El primero que ignoré. Veo la compasión cruzar la cara de Jake, — ¿Fuiste nueve? Asiento una vez. — ¿Cómo has llegado hasta aquí?
  • 34. —No ayudo a la gente. No he ayudado a nadie. Él me dijo que corriera. Siempre correr. No mires atrás Emma, sólo corre. Entonces escóndete. Anna se sienta en el sofá junto a su hermano y me sonríe, —Hasta nosotros. La miro y pienso en cosas terribles como ser disparada y el hecho de que el hombre sin duda los siguió a mi cabaña. En lugar de eso sonrío, —Hasta ustedes. Jake lee mis pensamientos, —Y mira dónde te ha llevado. Creo que tienes razón. Tan pronto como consigamos estar en nuestros pies deberíamos movernos. Necesito mirar la herida en mi pierna. Tengo que asegurarme de que lo hizo bien. Levanto la pierna e ignoro el dolor. Rompo la venda haciendo una mueca de dolor y lentamente desenvuelvo las capas. La sangre se filtra mientras más me acerco a la herida. Siento náuseas al ver mi propia sangre filtrada a través del algodón. Está rígido en comparación con mi sangre que ha hecho una imagen de una flor. La parte de arriba del vendaje está empapado. Ella no me ha cosido correctamente. Quiero enojarme con ella, pero hablo en voz baja, —Necesito el agua hervida y la aguja y el hilo. Ella ve herida, — ¿Lo hice mal? —Sí. — Aprieto los dientes y hablo a través de ellos, —Pero lo intentaste. Ella me pasa todo en un plato. Quiero reír por el hecho de que he sido derribada por un francotirador, pero no puedo. Debí haberlo notado, en lugar de soñar despierta con Jake. Miro hacía él. Se ve preocupado. —¿Cómo está tu pierna? —-Bien. Pica pero mi fiebre está desapareciendo. Parecía realmente rojo y rabioso cuando Anna cambió el vendaje antes.
  • 35. Señalo el baño, —Anna, tengo aceite de árbol de té en el armario. Es antiséptico y antibacteriano. Ella vuelve con la pequeña botella azul. Mi padre había dejado botellas aquí mismo cuando estaba suministrando sus armarios. Ella me pasa. Tiro todo de mi herida. No pica. Se siente como nada, pero el olor quema mi nariz con menta fresca. Pongo la tapa y se lo tiro a Jake. Él está sentado en su ropa interior en las mantas. Deshace la venda y sofoca su pierna en el aceite. Mis dedos tiemblan mientras echo whisky sobre ellos. Trato de enhebrar la aguja con hilo y suspiro. Siento la nariz fría de Leo presionar contra mi tobillo. Abro los ojos y enhebro la aguja. Es la aguja más pequeña que tenemos. Aprieto los dientes y recuerdo el día en que mi padre me llevó al Muelle de San Francisco. El viento era cálido y lleno de olores exóticos. Mi estómago rugía mientras el viento levantaba mi pelo rubio oscuro en el aire. Las personas gritaban y chillaban de alegría a cada paso. Yo nunca había visto un carrusel de dos pisos antes. Recuerdo la sensación mágica de subir a bordo de mi caballo. Este tenía una melena dorada oscura que hacía juego con mi pelo. Pasé los dedos sobre la dura crin cálida e imaginé que era real. Mi padre tomaba fotos y me saludaba mientras la atracción miraba arriba. Aprieto la aguja en la piel. Estoy en otro lugar. Soy la niña del carrusel. Su sonrisa se convierte en forzada mientras lágrimas se deslizan de sus ojos y en su blusa de color amarillo pálido.
  • 36. CCCaaapppííítttuuulllooo 555Traducido por Isane33 Corregido por tamis11 Leo aúlla. Él nunca aúlla mucho, pero lo siente. No puedo mirar hacia atrás. La horrible sensación que se está arrastrando en mí interior crece con cada paso que doy. La cabaña es un padre, un abrazo, un refugio. Es la única cosa que tengo de antes. Darle la espalda se siente como cortarme. Cada paso que doy es una traición a mi alma. —Volveremos Emma. La miro. Quiero arrancarle los ojos y asar su carne en un asador. Mi cara expresa esto. Lo sé porque ella se estremece cuando se encuentra con mi mirada. Leo se frota contra mi costado, su lomo llega hasta mi hueso de la cadera. Descanso mis dedos en su pelo. Agarro el pelaje, como si sostenerlo me va a hacer quedar y voy a regresar a un semblante de mi seguridad. Dedos rozan mi brazo y luego aprietan. Soy tirada hacia atrás en un abrazo. Quiero luchar contra él, pero el calor me abruma. No puedo luchar contra mis lágrimas y Jake así que lo dejo abrazarme. —Emma vamos a volver un día. No escondimos toda esa comida por nada. Eso, la madera y los suministros estarán aquí cuando volvamos. Empujo su cuerpo lejos del mío y estiro el cuello para mirar sus ojos de color azul brillante. — ¿No te das cuenta? Nunca podremos volver. Este siempre va a ser un lugar que es observado. Ellos no se detendrán hasta que todos estemos trabajando en las granjas. Sus ojos se enardecen. —Borramos todos los signos de vida. Dale tiempo. No es que muchos lugares tengan un buen funcionamiento Emma. No podemos darnos el lujo de ignorarlo.
  • 37. Quiero alejarlo pero algo curioso le sucede a mi piel cuando él la toca. Es igual que en los libros que encontré en el armario de la abuela. Me hace desvanecerme y temblar al mismo tiempo. Luego me frustra. Las novelas románticas estaban en lo cierto. Sacudo la cabeza y me libero de su mano. —Mira, necesitamos seguir adelante. La ruta por la montaña no es mi caminata favorita, pero hoy me siento distraída. Camino rápidamente escuchando a la canción del bosque. Habla de la felicidad y la paz. Leo parece contento. Su cara del lobo descuidado es un gran indicador de que es lo que pasa en el bosque. — ¿Anna, recuerdas la segunda casa en que papá nos escondió? Ella no le hace caso. Ojalá yo pudiera. —Creo que fue cerca de aquí. Recuerdo que tenía una piscina y nadamos en ella para estar limpios. Echo un vistazo hacia ella, su mandíbula esta apretada. Se ve distraída. —Dios, entonces encontramos la despensa llena de comida. El relleno de tarta de cereza cubriendo una tostada hecha en la barbacoa era mi favorito. Me imagino el relleno de cereza durante medio segundo, pero vislumbro a Leo en mi periférica. Él esta agachado con los pelos del cuello para arriba. Él acecha en la hierba. Lo imito y me agacho. Anna también lo hace adelante, no por mirarme a mí sino al ver a Leo. Sus ojos no lo han dejado. — ¿Qué? Refunfuño: —Agáchate. —Él se agacha junto a nosotras, pero es demasiado grande como para ocultarse realmente en la hierba. Levanto una ceja a Anna que pone los ojos en blanco. Me hace reír disimuladamente. En realidad nunca he reído disimuladamente antes.
  • 38. — ¿Cómo estás vivo? —susurro. Ella se ríe en voz baja. —Suerte. Ni siquiera estoy bromeando. Miro hacia atrás a un Jake con la cara roja y sonrió. —Es bueno ver que tienes una personalidad real Em. Le saco la lengua hasta que lo oigo. El alto gemido. Siento que mis ojos se cierran por el miedo y la decepción. Uno de nosotros va a morir. El que no pueda correr lo suficientemente rápido morirá. Leo me mira por un segundo. Veo la preocupación. Asiento con la cabeza. Él se arrastra hacia adelante a lo largo de la hierba. Me lamo el dedo y lo pongo en el viento. La brisa está detrás de nosotros y lleva nuestro olor colina abajo. Ellos son los sobrevivientes que no parecen morir, estamos jodidos. Cazan como un animal. Anna se lame los labios. Puedo ver preocupación y miedo cruzando su cara como nubes moviéndose en el cielo. Su latido late con fuerza en el cuello. Puedo verlo aumentar. Ella mira a su alrededor y señala los árboles detrás de nosotros. Niego con la cabeza. Escalar sólo te pone en un árbol rodeado de los infectados. Busco otra opción, mi cerebro se flexiona bajo la tensión. —El río —susurro. Jake me mira escéptico. — ¿Hasta dónde? —Una milla. —Emma tu pierna y la mía no lograrán correr más que los infectados por toda una milla. Sé que él tiene razón. Sé que esto es una verdad, pero no tengo otra cosa. Saco una de mis armas de mi saco y se la paso. Miro sus ojos azules.
  • 39. — ¡No dispares a menos que tengas que hacerlo! No me dispares o a ti mismo tampoco. Anna toma el rifle con el alcance, al que le ha cogido cariño, y toma el flanco derecho. Leo acecha en el medio del campo, y yo tomo la izquierda. Dejamos a Jake en la ladera. Sus heridas son peores que las mías. La bala nunca se abrió camino muy lejos en mi pierna. Los nuevos puntos de sutura, la lavanda y el té de aceite de árbol han hecho que se cure rápido. Miro a la oscura cabeza de Jake que sobresale de la hierba y suspiro. Es demasiado grande para tratar de ocultarse. Él será la muerte de todos nosotros. Sé que los dejaré si es necesario. Me esfuerzo en estar de acuerdo. No importa lo que pase, mi padre nunca murió para que yo pudiera desperdiciar mi vida en extraños. Sin embargo, ya no se sienten como extraños. Concentro mis pensamientos y exploro el bosque cubierto de hierba y poco espeso. La bilis se eleva cuando los veo. Ellos cayeron sobre algo. Se ven repugnantes y enfermos, incluso desde la distancia en la que estoy. Uno empuja al otro y el tono agudo del gemido se escucha al otro lado del vacío. Ocupa todo el espacio. Siento que las paredes del miedo se cierran a mi alrededor. Veo una mano subir y bajar de lo que sea que tienen en el suelo. Uno de ellos lo golpea. Todavía está vivo. Esta enfermo ahora, infectado como ellos. Son lo más parecido a los zombis. No zombis reales. Ellos son humanos pero viven con la enfermedad de una manera que nunca sería considerado supervivencia. Su piel está cubierta de llagas, abiertas y formado costras. Su cabello se está cayendo donde las llagas se han apoderado de su cuero cabelludo. Lloran lágrimas de sangre, como las películas de fantasía que daban cuando tenía nueve años. Lo primero que el virus destruye es la garganta. Los altos gemidos son por la cicatrización en la garganta y el daño cerebral que causan las fiebres altas. Miro hacia Anna y espero que ella no tenga miedo. Alejo el pensamiento de mi cerebro y miro hacia atrás a la cena infectada. La última vez que me preocupé por cualquiera de ellos, me dispararon.
  • 40. Me pongo mi máscara de mi bolsillo trasero y la deslizo sobre mi cara y la ato alrededor de mi cabeza. No es una garantía, pero es mejor que arriesgarse. Es una regla. La uso siempre que estén cerca. El virus debería haber muerto hace años, pero los que se enfermaron después de haber mutado, sobrevivieron, si se puede llamar así. Ellos son contagiosos, pero no parecen morir, no importa lo mal que sus cuerpos estén. No hay muchos de ellos, pero de alguna manera se las arreglan para arruinar las vidas. Cuento las cabezas, siete. Por no hablar de la que está en la tierra, si se trata de un ser humano. Podría ser un animal. Los infectados no tienen sentido. Atacan a cualquier cosa que se mueva. Su hambre es demasiado grande. Los he visto atacar a un arbusto en un día ventoso. Puedo acabar con tres, por lo menos antes de que al menos se acerquen lo suficiente para volver a cargar mi arco y arriesgarme. No me gusta arriesgarme. Sé que Anna tiene un bolsillo lleno de balas, pero me veré obligada a confiar que ella puede dispararles antes de que lleguen a mí. También se siente como un riesgo cuando pienso en ello. Me siento atrapada. Mi espalda está contra la pared. Sé que Leo se llevará uno. Juntos podemos garantizar cuatro. No se siente lo suficientemente seguro. Me vuelvo y miro a la colina detrás de mí. Quiero ir a casa. Quiero subir a la colina, subir a mi cama y bloquear el mundo exterior. Una vez más me arrepiento de abrir la estúpida puerta. Debería haberlos dejado. Debería haberlo dejado en el agujero. Estoy a punto de correr y silbar cuando miro a Jake una vez más. Él me guiña el ojo y sonríe. Mi estómago hace la cosa de la dolorosa punzada. Mis labios le regresan la sonrisa. Nunca les dije que lo hicieran. Parece que están tomando decisiones por sí mismos. Tiro la flecha hacia atrás y la sitúo en el más grande. Siento las ráfagas de viento y el ciclo en el que parecen venir. Una gran ráfaga golpea y luego deja el espacio en el aire hasta la próxima. Exhalo y suelto la flecha. Él tiene el cabello castaño oscuro y su rostro está hinchado. Fue un hombre una vez. Insensibilizo mi corazón por él y vuelvo a cargar al instante. Siento la próxima ráfaga y disparo compensando. La flecha corta en una cabeza enmarañada de cabellera rubia oscura.
  • 41. Vuelvo a recargar ignorando las cosquillas en las mejillas. Los infectados han notado que dos han caído. Giran sus caras alrededor, buscando. Mi siguiente flecha da en el ojo blanquecino de uno más viejo. Los cuatro restantes se levantan y comienzan a hacer el chillido. Me estremezco sabiendo que el sonido me va a perseguir durante semanas. Mi siguiente flecha da en la que esta señalándome. Ella cae en el segundo que esta se desliza por su boca abierta. Siento un escalofrío al verla. Recargo mientras los tres restantes gritan y empiezan su carrera loca hacia mí. Tiro otra más antes de girarme y empezar a correr hacía el árbol más cercano. Quiero correr hacia el otro lado. Quiero correr por las colinas y dejarlos, pero mis pies no me escuchan. Mi pierna no llegará muy lejos con el agujero de bala. La larga hierba se enreda en mis pies y tira de mí. Mi pierna arde y trata de convencerme de dejar de correr. —Emma. Emma. —Ignoro la voz y corro. Siento el pánico golpear. —Emma están todos muertos. Llego a la corteza del árbol enorme. Quiero subir, pero el dolor en mi pierna me está matando. Agarro la rama enorme y me subo en el árbol utilizando sólo los brazos. He practicado esto. Me levanto y me siento en la rama. Miro las dos personas de pie en la hierba mirándome como si yo estuviera loca. Leo camina de un lado a otro. Él entiende. Hemos huido de ellos muchas veces. Jake se acerca al árbol cojeando ligeramente. Él tiende sus manos como tuviera miedo de mí. —Emma están todos muertos. — ¿Cómo? Anna sonríe. —Les disparé. Esperé a que corrieran hacia ti y entonces todos ellos cayeron al instante. — ¿Tú? ¿Los mataste? Ella inclina la cabeza. — ¿Todavía no confías en que te ayudemos?
  • 42. Quiero decir que sí, pero me quedo sentada por un momento en el árbol. —Estoy atorada. Jake permanece debajo de la gran rama y tiende sus brazos. —Salta. Tiro mi arco y flechas y miro alrededor. El campo no se mueve, salvo donde el viento acariciar la hierba de color ámbar oscuro. Me giro sobre mi vientre y me bajo de la rama. Me quedo ahí por un segundo antes de que grandes brazos me rodeen y me abracen fuertemente. La estridente agonía de mi pierna se embota repente. Leo empuja mis piernas y se queja. El aliento de Jake roza contra mi cara mientras habla en voz baja. —Parecía un poco como que ibas a salir corriendo. No me doy cuenta de lo cerca que nuestras caras están hasta que me veo en sus ojos. Me muerdo el labio inferior y sacudo mi cabeza. —Entré en pánico. Nunca he estado herida así cuando ellos estuvieron cerca antes. Él me acerca más. —Yo te protegeré Emma. —Mira hacia su hermana—, ambos lo haremos. Puedo ver la oscuridad en los ojos de ella, es la misma mirada que les doy a todos. —Gracias—digo sólo lo suficientemente fuerte. Ella asiente con la cabeza. —Mataste a la mayoría. Tienes que dejar más para que yo mate la próxima vez. Todavía me siento asustada y sola. Jake me coloca sobre el suelo cuidadosamente. —Emma, eres como Robin Hood.
  • 43. Sonrío, al oír la referencia a la novela que me encanta. Anna suspira. —Jake, no empieces otra vez con las historias. Le sonrío. —Me encanta leer también. He leído los mismos libros durante diez años. A veces tengo suerte y encuentro un pequeño libro de bolsillo que puede caber en mi mochila. Robin Hood es uno de mis favoritos. Mi abuela me lo leía cuando era pequeña. Jake sonríe y lo veo de nuevo. Hay una alegría en su interior que nunca he visto antes. Creo que debo haberlo visto en el mundo de antes, pero realmente no recuerdo. Quiero estar cerca de él. Me hace sentir cosas que sólo he leído. En lugar de disfrutar de la sensación de estar cerca de él, un pesado sentimiento repugnante me cubre. Obligando a alejarse la alegría tomada de él. Casi lo dejé. Casi los dejé. Lo voy a dejar. Es mi naturaleza. Él me frunce el ceño. —Te daría un centavo por tus pensamientos, pero creo que sería más de lo que puedo pagar. Me río, pero no es la libre sensación de alegría que tuve hace segundos. Me alejo de él y acaricio a Leo, que está necesitado de repente. Se frota contra mí y salta sobre sus patas traseras para pararse. Envuelve sus patas a mí alrededor. Le devuelvo el abrazo. —Yo también te quiero—susurro en su pelaje. Echo un vistazo a ellos y asiento con la cabeza en dirección a la casa—. Es un día a pie de la casa. Señalo colina abajo. —Tenemos que tratar con él también.— Anna señala la masa de color beige en la parte inferior del campo y los árboles. Entorno los ojos. —Es un hombre. —Muy bien. Tienes la oportunidad de matarlo.
  • 44. Me río con amargura y le entrego el arco y la flecha. Ella piensa como yo, y me gusta. Nunca disparó una vez, cuando yo estaba disparando las flechas. Entiende la conservación. Ella me da una sonrisa con los ojos muy abiertos y toma el arco. — ¿En serio? Nunca he hecho esto antes. —Tenemos que caminar más cerca de él. Cuando tires la flecha hacia atrás controla cada pulgada de tus brazos. Se siente difícil al principio, pero te acostumbras a la tensión. Caminamos hasta la cresta de la colina. Estamos cerca de uno de los caídos infectados. Puedo olerlo. Señalo a un árbol más lejos a la derecha. —Pongámonos allí. Nos alejamos del olor del enfermo cadáver pudriéndose. En el árbol ella intenta tirar de la flecha hacia atrás. Sus delgados brazos tiemblan. Se ve frustrada. Me río. —Sé cómo te sientes en estos momentos. Me llevó dos años. No va a suceder en el primer intento. Ella pone mala cara. — ¿Podemos hacerme un arco tal vez? Asiento con la cabeza con entusiasmo. No hemos tenido mucho de qué hablar. Tomo el arco y la flecha. Tiro hacia atrás y veo al moribundo. Su cuerpo tiembla ligeramente. Su piel tiene marcas de mordidas. Los infectados se comen cualquier cosa. —Mantenlo firme, mira a lo que deseas disparar y toma una respiración profunda. — Exhalo y suelto la flecha. Estamos lo suficientemente cerca para oírla hacer un sonido de corte mientras entra en su cien—. Siempre exhala cuando la sueltas. —Hago una mueca mientras veo la flecha que sobresale de su cabeza sangrante. —Guau.
  • 45. Asiento con la cabeza. —Sí, toma mucha práctica. — ¡Dios Santo! Me giro. — ¿Qué? Jake está de pie detrás de nosotras. —Se dan cuenta de que es una persona a la que acaba de disparar. Todos ellos eran personas. Anna se burla. —Estaban infectados Jake. No son como tú o como yo o incluso la gente de la ciudad. Frunzo el ceño. — ¿Gente de la ciudad? Jake mira hacia abajo en la hierba. Anna me mira. —Lo vimos. Fuimos lo suficientemente cerca para verlo. — ¿Electricidad? ¿Agua corriente? Ella asiente con la cabeza: —Todo. No hay coches, sino un metro y casas y edificios muy grandes. Está en el borde del desierto. Me siento asqueada por la pregunta, pero de todos modos pregunto: — ¿Qué pasa con las granjas? Ella tiembla. —En marcha y funcionando todavía. Creo que los niños van a la ciudad después de nacer. Jake suspira y se pasa la mano por el pelo. Él parece estar molesto por la conversación. —Él es militar.
  • 46. — ¿Qué? —Miro a Anna que está señalando al hombre muerto con una flecha sobresaliendo de su cien. Miro las botas y niego con la cabeza. —Tenemos que alejarnos. Ahora. No hablamos. Dejamos las flechas sobresaliendo de las caras de la gente en el suelo. Nunca tomo las flechas de los infectados. Cruzamos el pequeño campo y el bosque en el otro lado. Miro a Leo toda la caminata. Esto me impide ver a Jake. Leo es el mejor sistema de alerta. Jake es una distracción.
  • 47. CCCaaapppííítttuuulllooo 666Traducido por Gaz Corregido por MewHiine La cabaña está tranquila, justo como yo esperaba. Nunca había vuelto con tanta rapidez. Sin embargo, servía mejor a nuestro favor. Estaba muy alejada, la mayoría de los caminos estaban alejados, se dividían en cuatro y este era el más cercano a mi cabaña. Nos quitamos la ropa empapada. Mi herida quemó por las aguas del río frío y por el ejercicio a través de este por un largo camino. Lo he hecho antes, pero no es mi forma favorita para llegar a casa. Lo he seguido antes. No sé si nos siguieron hoy, pero no puedo correr el riesgo. No puedo dejar de robar una mirada hacia Jake mientras se quita su camisa mojada y se baja los pantalones hasta el suelo. Su herida es de un color púrpura brillante. La nueva cicatriz se marca en un crecimiento desigual y feo. — Es más grande de lo que pensé que sería. Miro hacia él mientras me sonríe, mirando. Me pongo mis pantalones y noto por primera vez que tiene dibujos de panecillos en sus calzoncillos. Levanto una ceja. Se ríe, —Bollos con mantequilla. —No lo entiendo. —Esto se debe a que me volví loco a los nueve años. Siento mi cara ruborizarse, dándome cuenta de que es, obviamente, algo sucio, —Sólo tenías once años. — Digo anonadada. Se ríe: —Sí, pero mi hermano mayor tenía dieciséis años. Así que me hace más como si hubiera tenido quince cuando pasó. Me detengo sonriendo, pero él no para de hablar. —Will era un chico malo. Nuestro padre solía estar muy enojado con él. Tenía una colección de revistas que podrían escandalizar a una puta.
  • 48. Me estremezco ante la palabra. Yo sé lo que significa y sé cómo funciona, pero nunca he oído a nadie decirla físicamente. La conversación se siente mal repentinamente. —Una vez estaba saliendo con esta chica, Angela, y él ... —Jake. Miro atrás hacia a Anna que está haciendo una cara de mal gusto, —Las historias sucias de Will en ropa interior son un poco espeluznantes. Sonrío. Jake se sonroja. Me mira a través de su flequillo y mi corazón se siente como que es demasiado grande para mi pecho. — ¿Dónde está tu hermano? — Yo no quiero preguntarlo, pero sé que tengo que hacerlo. Anna responde desde detrás de mí, —Esperamos que muerto. Asiento con la cabeza. Lo dejo ahí. Conozco ese sentimiento. El rostro de Jake se ve fantasmal. Juro que veo culpa, pero lo dejo estar. Me siento rara estando en casa con otras personas, no sólo porque es uno de mis refugios, sino también porque nunca estoy con otras personas. Jamás. Mi pierna duele. Sé que no voy a dormir. Miro a Anna: —Vosotros chicos, dormid primero. Yo y Leo haremos la primera guardia. Jake frunce el ceño, —¿Por qué no podemos simplemente dormir?. No hay manera de que alguien nos haya seguido, Emma. Quiero darle una bofetada, eso es irracional, pero sus habilidades de supervivencia dejan mucho que desear. En su lugar, me giro y me alejo, Anna lo captó. —Creo que haremos guardia toda la noche. Que aquí se sienta seguro, no quiere decir que lo sea. —Está bien. Como sea. Saco el cuchillo que le robé al hombre militar muerto, de mi bota y lo froto hacia abajo contra el blanqueador que saqué de debajo del fregadero. Limpio la hoja hacia abajo y mis dedos. Vierto agua de mi botella en mis dedos y el cuchillo. Odio que me toquen las cosas de otra persona.
  • 49. Encuentro a Jake mirándome. No le hago caso. Ignoro el deseo de mi corazón revoloteando cada vez que él me mira. Le voy a abandonar. Está en mi naturaleza. En cambio, miro a Leo, que se ha colocado a sí mismo en frente de la puerta de atrás y se acurrucó en una bola. —Gracias por ayudar, hey chico. Él abre un ojo amarillo y lo cierra de nuevo. Tomo mi nuevo cuchillo, el arco, el carcaj y mi botella de agua. Froto la cabeza de Leo una vez y me dirijo a la noche en silencio. Voy con sigilo a través de la grava en silencio. Abro la puerta del establo y me deslizo dentro. La oscuridad del establo es aterradora, pero agarro el mango de la pala para tener fortaleza. Subo las escaleras, sintiendo que algo va a agarrar mis pies en cualquier momento y me arrastrará hacia abajo en el heno. Finalmente, escucharé mi mayor temor, mi propia rotura y desgarramiento. Me subo en el pajar y me siento en la ventana abierta. La noche oscura es silenciosa. No me gusta el silencio. Me gustan los sonidos de los animales que me dicen que estoy a salvo. Abro mis oídos y cierro mi mente contra los sonidos que me persiguen. Los oigo de repente. Las criaturas de la noche que me avisan de intrusos, llenan mis oídos. Hay un grillo, un solo grillo en el campo. Oigo murciélagos fuera en el bosque, al sur de la cabaña. Algo resopla detrás del granero de una manera que me hace sonreír. Sea lo que sea, está pariendo. Los signos de vida me llenan de una esperanza falsa y equivocada. Conozco la verdadera realidad de todo esto. No estoy siendo engañada por sentimientos cálidos y difusos. Sé que estamos perdidos, toda la humanidad lo está. Sé lo que nos hemos hecho el uno al otro. Ya no somos humanos. Nuestra humanidad está perdida. Los animales nos han superado en comportamiento y supervivencia.
  • 50. La puerta de la casa se desliza para abrirse. Anna cruza la calzada con cuidado. Una sonrisa cruza mis labios, ella es una superviviente. —Su pierna está infectada. Las palabras que susurra me cortan. Sé lo que hay que hacer, pero yo no estoy preparada para hacerlo. Ella mira hacia mi cara opaca por la luna, —Lo sé. Me siento de la misma manera." —Los medicamentos están vencidos. —Tenemos que conseguirlos para él. Su fiebre ha vuelto. Las líneas rojas han comenzado. Mi padre me advirtió sobre las líneas rojas. Mis ojos abandonan el desierto lugar y se fijan en los de ella. Ellos brillan en la luz de la luna. —Iré sola. El punto brillante en la oscuridad disminuye, —No puedo pedirte eso. —Él no puede viajar. —Pero no puedo pedirte eso. Él es mi carga. Me río suavemente en el fresco aire nocturno, — ¿Realmente lo es, no? ¿Cómo es tan despistado? Sus labios se curvan en una sonrisa sombría en la oscuridad que no puede esconderse de mí — Él adoraba a nuestro hermano. Ellos bromeaban y se reían mientras papá trataba de enseñarnos cómo sobrevivir. Papá siempre los llamaba los saltamontes que jugaban durante todo el verano. La referencia me hace estremecer, cuando tengo flashes de mi abuela a través de mi mente. —Cuando papá murió, Will se encargó de nosotros, pero no era un superviviente. No fue su culpa. Papá le dejó que jugara. — Puedo oír las lágrimas en su rostro, —Cuando tomaron a Will, yo tenía once años. Jake lo ha estado intentado, pero él es algo así como un idiota.
  • 51. Miro hacia atrás hacia el patio, —Él es increíble, Anna. Todavía está lleno de todas las cosas que los demás hemos perdido. Sonríe y ríe y canta. Le oí tararear el otro día y casi me disparé a mí misma y luego me di cuenta de que no he tarareado desde que tenía nueve años. — Mi piel se estremece cuando pienso en cuando lo espié tarareando. No podía quitar mis ojos de él. —Él es un tonto. Viajaremos juntos, Em. Miro hacia atrás con dureza: —Él va a morir si le hacemos viajar. Las líneas rojas son infección en la sangre y una vez que llegue a su corazón estará muerto. Yo me voy a ir y tu te quedarás y lo mantendrás a salvo. Estoy arriesgando mi vida por él. Me siento como cuando estaba en la puerta de la cabaña y ella estaba llamando. Voy a lamentar esta decisión. —Voy a salir esta noche. Leo tendrá que quedarse contigo. Él puede ayudarte. Su voz es pequeña, —No puedo pedirte eso. Ahora es mi turno de sonreír con amargura: —Supongo que tendrás que confiar en mí. Miro a la noche, está tranquila y silenciosa. Eso asusta más que nada de repente. Siento que mi mandíbula se tensa, —Si no vuelvo en tres días, tendrás que cortarle la pierna. No le des bebidas alcohólicas antes de cortarla, diluye la sangre y se desangrará. La coagulación se realiza con un hierro caliente. Presiona contra el muñón donde sangra la pierna para así sellar las venas. No la miro. No puedo. —Las líneas rojas significan que tiene una semana como máximo. Va a necesitar toneladas de sopa, agua y descansar. Él puede aguantar un poco la lucha con esas cosas. Voy a irme esta noche. Mi pierna duele al pensar en salir. El granero se siente menos terrorífico con ella en él y me doy cuenta de toda mi vida se siente de esa manera.
  • 52. CCCaaapppííítttuuulllooo 777Traducido por Gaz No miro hacia atrás. Sé que él me está mirando. No puedo soportar la idea de ver la expresión en su rostro. Sus ojos me perseguirán para siempre. Yo nunca lo he dejado antes. Él siempre ha sido parte de cualquier cosa de la que me encargo. Él espera en el bosque, mientras que yo atraco las casas, pero él está ahí. Esta es la primera vez que le doy la espalda y no sé si voy a estar de vuelta. Solo pongo un pie delante del otro. Cuando sale el sol estoy en el medio de la nada. Camino y escucho la música de los pájaros. El sol está por encima de mí y me calienta. La primavera no es como era cuando yo era pequeña. Es cálida y húmeda ahora. Sé que estoy a mitad de camino. Perdida en el camino, pensé que escuché algo que no he escuchado en mucho tiempo, un zumbido. Sigo el ruido de una colmena. Es pequeña, pero me da esperanzas. Si las abejas no están muertas, como me temía que lo estaban, tal vez, haya esperanza. No he visto una abeja antes. Miro a la pequeña colmena. Los seres humanos podrían hacer eso. Podríamos reconstruir. Si dejáramos de tratar de estar en la cima, podríamos tener una oportunidad. Miro las ocupadas abejas por un momento y luego vuelvo al camino. No es un camino real. Es sólo una dirección. El sol se pone, y estoy cansada. He caminado casi veinticuatro horas. Me subo a un enorme árbol y me quedo en el tronco, en una de las ramas altas. Cierro mis ojos por un minuto. Flashes llenan mi cabeza al instante. Mi padre me está empujando a lo largo del camino. Coches y camiones llenan la autopista. La gente se sienta en ellos todavía, pero mi padre no cree que tengamos tiempo suficiente para salir. Él ha esperado este día durante toda su vida.
  • 53. —Em, tenemos que llegar a un terreno elevado y tenemos que alejarnos de esta gente. — Sus dedos picban en mi espalda, y me empujaban. —Papá, tal vez deberíamos volver a casa de la abuela. — Mi voz era pequeña, en comparación con el ruido de las masas. —No. Lo haremos rápido. Tenemos que correr. — Él estaba en frente y me arrastró hasta una colina cubierta de hierba. Mis pequeñas piernas dolían. Él me había hecho hacer ejercicio y correr desde que tenía memoria, pero era tarde y estaba cansada. Creí que era una mala idea. Fue un pensamiento del que me arrepentiré siempre. Su comportamiento errático me obligó a pensar. Su mano apretó la mía. Oigo un ruido desagradable. La cara de mi padre se desvanece. Me levanto y miro a mí alrededor, pero no veo nada. Mis ojos están bloqueados por algo. Levanto la cabeza para darme cuenta de que estoy boca abajo en una espesa rama. La rama sobre la que estoy descansando es pequeña y cede. Yo lucho por un momento y me muevo, pero la rama debajo de mí se rompe. Me doy con todas las otras ramas en mi camino hacia abajo. Me estremezco, ya que cada golpe ruidoso llena el aire. El susurro de los arbustos se apodera de la noche. Jadeo en voz alta, esperando. Mi pulso late en todo mi cuerpo. No tengo a donde ir si algo ha escuchado mi ruido. Me quedo inmóvil, deseando que mi cuerpo se calme. No puedo creer lo cerca que estuve de caer de un árbol. Nunca duermo en los árboles, siempre elijo los subterráneos, pero esta noche no tengo otra opción. No tengo tampoco ningún plan. Es una de mis reglas de siempre tener un plan. Me siento desnuda sin ellos. Me quedo en el árbol, descansando los ojos y escuchando los sonidos de la noche. Desciendo antes de que salga el sol. Nunca me muevo mucho durante el día. Es una de mis reglas, pero no tengo otra opción. Estoy limitada por el tiempo.
  • 54. Camino con rapidez, tratando de no imaginar la fiebre sonrojando sus mejillas o el dolor que tiene en la pierna. Sus ojos me ponen nerviosa, incluso en mi propia mente. Veo los árboles disminuir. Estoy cerca. Mi estómago es un conjunto de nudos y nervios. Camino lo más cerca que puedo de mis armas. Me abrazo a ellas, ya que son mis últimos segundos con ellas. Yo sólo he estado aquí una vez y el miedo saca la mierda fuera de mí. Tiemblo y las pongo en un agujero debajo de un árbol. Las meto hasta el fondo del agujero y junto con mi cuchillo. Me estremezco ante la desnudez de estar sin ellas y cubro el agujero con ramas. Me alejo, rompiendo una rama con mis manos cada pocos pasos. Dejo los extremos colgando. Así parece que un oso u otra criatura grande ha vagado por el bosque. La locura de mi padre va a vivir dentro de mí para siempre. Los primeros pasos desde los bosques se sienten como cuando caminé en el agua del río. Las piernas me duelen, porqué la ansiedad de estar en un camino abierto está haciendo que se sientan como si estuviera usando botas de cemento. Mi respiración aumenta. Mi visión periférica se vuelve más nítida. Veo una hoja caer al hormigón. Veo una vieja mancha marrón y fuerzo a mi cerebro a no escuchar los desgarros ni el llanto. Se siente raro caminar por una calle. Ha pasado tanto tiempo que no puedo recordar la última vez. Justo cuando mi estómago no puede estar peor, los oigo. Son unas formas lejanas en el camino, pero me gritan a mí. Sé que soy yo a la que están gritando. Mis piernas rompen en una carrera por las puertas de la ciudad, antes de atreverme a mirar hacia a ellos. Mis músculos empujan y mi agujero de bala pica. Corro de una manera que no hice en mucho tiempo. No hay nada pesado que me agobie, sólo un pequeño saco en mis manos. No hay ropa pesada que con el sol de primavera resalte. Yo llevaba sólo una camiseta de manga larga, pantalones cargo y unas botas de suela gruesa que tomé de entre los muertos. Soy más rápida de lo que
  • 55. recuerdo haber sido. Podría ser que esté más asustada de lo que recuerde haber estado. Mis brazos golpean cuando mis piernas ceden. El suelo pasa ante mí como un borrón. Veo a los guardias. No me van a proteger a menos que llegue a la ciudad. Ellos verán como los hombres arrancan la ropa de mi cuerpo y como me violan en la cera de enfrente. Las voces detrás de mí se están acercando. Son rápidos también. Corren más que yo. —No corras bebé. Haremos que valga la pena. Vuelo a través de la puerta de los guardias y dejo caer mis rodillas dentro de los muros. Alcanzo a oír a un guardia a través de la sangre que golpea en mis oídos: —Alto. Me doy la vuelta para ver a cuatro guardias de repente. Se paran delante a la puerta con grandes armas. Los cinco hombres que me han perseguido, se inclinan y respiran pesadamente. Veo la sonrisa de uno de los hombres mientras sus ojos se encuentran con los míos. Él señala a mí, —Nos vemos en la salida. Tal vez podamos acompañarte a casa. Unos escalofríos recorren mi espalda. Su sonrisa me da miedo. Está virulento y sucio. Su sonrisa me da ganas de vomitar. Me aleja el contacto de una mano agarrando mi brazo de repente. Una mujer mayor me ayuda a ponerme en pie, —No voy a morderte—. Ella vuelve a mirar al hombre y le saca el dedo del medio. Mi padre lo llamaba pájaro. —No como ellos, de todos modos. Ella me sonríe. Sus dientes son de color marrón. Probablemente era pobre antes de que el mundo se acabara. Los pobres vivían más tiempo que cualquiera de los ricos. Ellos ya sabían cómo sobrevivir. No me gusta el olor de la ciudad. Ahora lo recuerdo, puesto que los diferentes olores están sobre mí. Las aguas residuales son lo más en el distrito uno.
  • 56. — ¿Qué podemos hacer por ti, querida? Echo un vistazo a la anciana. No confío en ella. Nadie debe confiar en pueblerinos. Tengo que recordarme a mí misma la situación desesperada en la que me encuentro. —Necesito medicina para el envenenamiento de sangre. Ella hace una mueca, — ¿Estás herida? Niego con la cabeza, —No para mí. — ¿Qué tipo de lesión? Me detengo sin querer hablar con ella, pero sé que no tengo tiempo para correr ningún riesgo, —Un palo se incrustó en su pierna. Lo saqué, pero creo que parte de la corteza sigue allí todavía. Ella asiente con la cabeza: —Simplemente tengo una cosa. —Ella tira de mí. La ciudad es un barrio pobre, formado por varias casas degradadas y cobertizos. Habían sido agradables y muy elegantes antes. Ahora los cobertizos parecen casi más agradables. Las murallas que rodean la ciudad están hechas de postes afilados como si fueran de un pueblo medieval. Veo a la gente maloliente vendiendo sus productos a los viandantes y siento que hemos entrado en una era de tinieblas. Hace que desee a caballeros de armadura que saquen parte de esta pesadilla. Tenía permitido dormir una noche con una compra hecha. Siento tanta emoción ante la idea de dormir que no lo puedo explicar. Mi descanso en el árbol fue terrible. Soy una viandante. Puedo comprar con lo que llevo. Comprar es comerciar y tengo muy pocas cosas con las que puedo comerciar. Entramos en una casa destartalada con un montón de papeles y basura en su interior. Puedo oler la basura antes de entrar. De personas que vendieron cosas de robos de la antigua ciudad y sanitarios. Es curioso que el mundo de antes hiciera suficiente basura como para que nos dure hasta ahora. Ella quita del camino una pila de bolsas de plástico y otras porquerías de un largo mostrador de madera. Levanta una caja de metal blanco y sonríe con una sonrisa marrón hacia mí.
  • 57. —Esto es muy especial. Es de la ciudad. Es lo que usan para tratar a los criadores. Mi hijo trabaja allí. Él me deja tener algunos, para ayudarnos aquí. Sus palabras me disgustan y me asustan. No puedo dejar de mirar alrededor de la habitación. Siento que una emboscada caerá sobre mí en cualquier momento. Ella se ríe, —Niña, no seas tonta. Se lo llevaron allí. Él no trabaja allí debido a las ventajas especiales. — Me atraganto con la forma en que ella dice ventajas especiales y levanta las cejas. —Él es un médico. Todos los médicos fueron llevados. — No me siento mejor con el pensamiento. Siento pánico ante la idea de las granjas de crianza. —Chica, vas a tener que impresionarme para que te dé un poco de esto. Saco la artillería pesada en un primer intento. Me gustaría tratar de negociar, pero tengo prisa para así poder conseguir un poco de sueño. Tengo que salir a hurtadillas de la ciudad en medio de la noche. Los lobos en las puertas cambiaron mi plan inicial. Le entrego la botella azul pequeña. Sus ojos se iluminan al instante. — ¿Sigue estando sellada? Asiento con la cabeza. Ella me la arrebata y besa la botella. Siento que mi nariz se arruga. Ella clava en mí sus ojos de loca: —¿Cómo conseguiste a esto? —Mi padre tenía una tienda de alimentos saludables. Me dejó un par de botellas. Este es la última. — No me gusta tener que habérselo dado a ella. En realidad no es mi última botella, pero sigue siendo inestimable. Empuja tres viales hacia mí desde su pecho blanco y apunta a la puerta, —Vete y no le digas a nadie lo que te he vendido. Asiento con la cabeza, —Lo mismo digo. Me entrega un recibo para conseguir una noche de sueño en la posada. Me marcho sintiendo sus ojos en mí, pero cuando miro hacia atrás, ella está pegada a la botella de aceite de árbol de té puro como una loca.
  • 58. Su pelo largo sucio y blanco, la hace parecerse a la reina malvada de Blancanieves, abrazando la manzana envenenada. Salgo a la calle de hormigón roto y miro alrededor. Veo la posada en la esquina de las tiendas. Mantengo mis ojos en el suelo mientras cruzo. — ¿Pan, señorita? ¿Huevos? Miro a un hombre joven que apunta hacia una casa. Niego con la cabeza. Yo no como nada que venga de otras personas. Especialmente de los pueblerinos. La higiene aquí está muy por debajo de los estándares que teníamos como civilización. Había oído rumores de una nueva plaga la última vez que vine. Entro en la posada y miro alrededor. Una mujer con el pelo de color rojo brillante me mira de arriba abajo. Le paso la hoja de papel y su rostro se ilumina. —Es bueno tener clientes tan pronto en primavera. Miro a mi alrededor, — ¿Qué tan segura es la ciudad? Se encoge de hombros: —Depende. Un dulce pedazo de culo virgen como tú, va a tener problemas, no importa a donde vayas. Yo frunzo el ceño, —Gracias. Ella croa una risa, —Preciosa, estás arriesgando mucho viniendo aquí. Los cazadores están buscando criadoras como tú. Vírgenes limpias. Le paso a ella un anillo de diamantes de mi bolsillo. Sus ojos oscuros se iluminan: —Por suerte, una dama como yo dirige esta posada. Estarás a salvo. Sonrío con amargura: —Espera a ver el anillo que conseguirás cuando me vaya de aquí de una sola pieza. Con mi virginidad intacta. Ella levanta una ceja, —Estoy empezando a pensar que tal vez no eres muy virginal. La mayoría de las chicas que se ven como tú, son un poco más divertidas. Me encojo de hombros, —Mi objetivo es complacer. — Leí esa línea en un libro una vez y siempre quise usarla.
  • 59. Ella croa de nuevo y se aleja de mí. —Me gustaría salir de aquí a hurtadillas en la noche, si fuera tú. Las cosas que circundan el pueblo consiguen lo que quieren para el atardecer. — Ella se vuelve hacia mí y sonríe una sonrisa blanca y brillante, —Como he dicho, las chicas que se parecen a ti, son más divertidas. Me encuentro con su sonrisa: —Yo soy divertida. Pero no de una manera que alguien aprecie. Subo las escaleras, tratando de no dejar que el cansancio sea demasiado obvio.
  • 60. CCCaaapppííítttuuulllooo 888Traducido por Emi_93 Corregido por Trasguita Una mano tapa mi boca. Automáticamente pienso en los gérmenes y aprieto mis labios. —No te muevas princesa. Ellos han venido a por ti. Esos hijos de puta te vendieron a los criadores. O fue esa puta vieja. Tú deberías saber mejor que no debes comerciar con la primera persona que te habla. Vosotros, la gente del bosque, sois estúpidos. —Su sonrisa blanca brilla en la oscuridad. —No estés tan asustada, tengo una salida. Yo asiento. Ella saca su mano de mi cara y la pone por delante de mí. Deslizo mi mano en mi sujetador deportivo y saco un anillo con un enorme rubí. Lo tomé de una mujer muerta en una pila de basura. Es hermoso. Brilla, incluso en la suave luz de la luna que atraviesa las finas cortinas. Ella me da la espalda y camina hacia el armario. Abre la puerta. Yo la sigo. Estoy sosteniendo mi bolso contra mi pecho. Ella tira de la barra para colgar la ropa del armario, haciendo que se caiga la pared, empuja hacia el interior y camina a través de la pared. Ella entra en la oscuridad. Yo saco las manos al frente. Oigo voces viniendo del cuarto. Cierro la pared detrás de mí, encerrándolos a ellos fuera y a mí dentro. De repente, siento su mano cerrarse sobre la mía. Quiero gritar, pero no lo hago. Mi pulso está vibrando por todo mi cuerpo. Palabras son susurradas en la oscuridad. —Escaleras. –Bajo mi pie en el próximo nivel lentamente. Escucho voces de hombre sobre mí. — ¿Qué mierda es esto? —Se escucha como si ellos estuvieran justo sobre mí.
  • 61. —Ella estuvo aquí. —oigo la voz de la mujer anciana. Me siento engañada y traicionada. Por comerciar, ella me vendería. Me vendería a las granjas. Sé que la humanidad es realmente decepcionante, pero aún así me es difícil imaginar a una mujer entregando a otra a las granjas. —Ella estaba aquí, por favor. Déjenlo venir a casa unos cuantos días. Sigo bajando las escaleras, sintiendo cada paso con mis dedos. Parece que ha pasado una eternidad hasta que alcanzo el final. Las voces se han ido. Reemplazándolas hay un sonido de goteo y el aire es frío, húmedo. Del tipo que sólo se puede encontrar bajo tierra. Miro a la oscuridad. —¿Esta fue tu casa, no? —susurro yo. —-Acertaste, niña. Mi esposo lo hizo instalar cuando construimos la casa. Trabajaba para la CIA. Siento que su mano me agarra de nuevo y tira de mí. —El terreno es plano. Tenemos que aligerar. Eso me sorprende, nadie sabe sobre su bunker bajo tierra. Pero no me sorprende tanto como el hecho que me esté ayudando. –Podrías haberme vendido a ellos. Siento que aprieta mis dedos. Su voz ha cambiado. —No tienen derecho. No tienen derecho de hacer lo que están haciendo. Siento sus dedos clavándose en mis hombros y me sacude. —Debes darte prisa. No vuelvas aquí. Atrapan a todas las chicas. Los cazadores están vestidos como comerciantes, pero no lo son. Corre. Pasa los dedos por la pared hasta que veas la luz en el techo. Sube por ahí. Hay un pestillo. Tengo que volver. Ella se va antes de que yo pueda darle las gracias. Estoy sola en la oscuridad. El miedo me paraliza. Alzo una mano temblorosa en la oscuridad. La piedra dura y fría me encuentra en algún lugar en la negrura. La recorro con los dedos, corriendo tanto como puedo. Estoy asustada. Odio estar asustada. Decido que necesito una regla sobre estar asustada y hacer cosas que me asustan. Veo el anillo de luz encima de mí. Proyecta un haz con la forma de un círculo en el suelo. El sol matutino está saliendo. He dormido más
  • 62. de lo que creía. Debería estar a medio camino de casa para el momento en que amaneció. Siento que estoy entrando en una luz mágica, como en las películas que veía con mi abuela. La oscuridad del búnker se mantiene a raya por el pequeño círculo de luz. Motas de polvo brillan dentro el anillo. Lo atravieso con mis temblorosos dedos, haciendo que el polvo baile en la luz. Levanto la mirada hacia el anillo de luz y apoyo la mano en la pequeña escalera que apenas puedo ver. Subo hasta que mi cabeza está en la escotilla de madera. Escucho el silencio. No se oye nada. No quiero abrir la escotilla. Quiero esconderme en la oscuridad del búnker y no salir nunca. Oigo un susurro en el viento. Es un sonido que reconocería en cualquier parte. No está cerca de mí, pero me hiere de la misma manera. Podría ser yo. Tomo un respiro y pongo la mano en la parte inferior de la escotilla. Trato de calmar los temblores, pero no puedo. Empujo la escotilla. La luz llena el pequeño espacio a pesar de que la fisura es pequeña. Mis ojos se ajustan a la brillante luz de la mañana. El sol no se ha elevado del todo, así como la luna aún no se ha ocultado del todo. Es el amanecer. Veo vegetación por todas partes alrededor de la escotilla. El musgo y la hierba me rodean. No veo nada, pero los sonidos de los gritos llenan llenado el aire. Los animales no hacen ruido, como si la gente hubiese tomado todo el espacio con sus gritos. -Pooor favooorr. Por favor. Deténganse por favor. Tengo dinero. Tengo riquezas. Su voz me atemoriza. La desesperación me asusta. Nunca he estado tan desesperada pero sé que está en mí. -Por favor señor, por favor. ¿No tiene una hermana o una esposa que quiera mantener a salvo? Por favor. Le dejaré hacer lo que quiera, solo no me coja. No me lleve allí. Moriré allí. Por favor. Quiero ir directamente de nuevo bajo tierra. Desearía que la matasen de una vez para que se calle. Estoy congelada. No me alejo de mi búnker, pero no cierro la escotilla tampoco. No me muevo.