1. Iba paseando tan tranquila, y al pasar por el parque tuve la impresión de que alguien
nos estaba siguiendo.
No sé porque, pero empecé a caminar muy rápido. Esa persona seguía mis pasos cada
vez más cerca de mí, lo tenía claro, aquella persona seguramente querría atacarme o
algo peor, así que ya, corriendo y pasando entre la gente que me miraba como si
estuviera loca, giré en la primera esquina que vi.
La calle era larga, y cuando me fijé bien al final de esta estaba mi casa, la verdad es que
el terror y el pánico no me hicieron darme cuenta de que aquí era donde yo vivía.
Corrí lo más rápido que pude hasta ella y entré en mi casa. Dos o tres minutos después
llamaron a la puerta, yo estaba demasiado asustada para abrir, así que mi madre la
abrió.
Me asomé un poco para ver quién era, “dios mío” pensé, era la oscura figura que me
estuvo siguiendo durante toda la tarde.
Di un grito, mi madre se giró y mientras me miraba con cara de enfado mi boca solo
podía decir las palabras “atracador” y “psicópata” mientras señalaba hacia la puerta.
-No creo que tu primo sea un atracador, la verdad…- dijo ella mientras sonreía
burlonamente.
Cuando me quise dar cuenta había estado huyendo de mí supuesto primo segundo
que nos venía a visitar estas vacaciones.
-¿No me digas que mi prima es la loca que corría por la calle como si estuviera en un
maratón gritando?- dijo riéndose y mirándome también burlonamente como mi
madre.
Y en ese mismo momento me sentí como una estúpida, que largas vacaciones me
quedaban…
Andrea Rubio Castañeda 2ºA.