Este documento resume y critica las principales ideas presentadas en el documental "La educación prohibida". Argumenta que el documental promueve falsamente la educación privada sobre la pública y omite temas importantes. También sugiere que el documental sirve como campaña publicitaria encubierta para promover una agenda neoliberal y no ofrece un debate honesto sobre la educación.
1. LA EDUCACIÓN
PROHIBIDA,
EDUCACIÓN DE
PAGO Nos ha llamado mucho la atención el revuelo causado en los últimos meses por el
documental La educación prohibida; muy especialmente debido a su maniqueís-
mo, tendenciosidad y ausencia de rigor, pero también por su rapidísima aceptación
acrítica en ámbitos muy diferentes y por esa hábil campaña publicitaria que puede
explicar lo inmediatamente anterior. Sospechamos que este proyecto no es un fi-
lantrópico documental informando sobre corrientes educativas que buscan la mejor
y más libre enseñanza para nuestros hijos, sino una efectiva campaña publicitaria
para difundir las bondades de la educación privada neoliberal, disfrazándola bajo
un pueril discurso new age que realmente es tan vago que bajo su sayo vale todo,
siempre en contraposición con la pérfida educación pública estatal, la mala de la
peli, vaya.
Educación libre ¿de qué?
En La educación prohibida el leitmotiv nos queda claro: la educación debe ser
libre. Pero nos preguntamos todo el tiempo: ¿libre de qué? No es lo mismo una
educación libre de prejuicios y misticismos, basada en el conocimiento crítico, que
busque la emancipación del sujeto, que una educación libre de distintos puntos de
vista (entiéndase, por ejemplo, determinados casos de la llamada educación en
casa o el adoctrinamiento de algunos centros religiosos) o libre de conocimientos
(continuamente se defienden cosas tan absurdas en el documental como que el
sujeto puede llegar al autoconocimiento sin conocer nada más que a sí mismo).
Este último tipo de educación libre de conocimiento y visión crítica se defiende
continuamente en La educación prohibida. Esta clase de educación es también la
preferida por quienes nos quieren esclavos.
Desde luego, si esta fuera la mentada educación prohibida, no moveríamos un
dedo por liberarla.
Para que el lector, ya sea este el que no haya visto la película, o bien de los
que habiéndola visto no han meditado lo suficiente sobre sus contenidos implíci-
tos, entienda a lo que nos referimos, haremos un repaso del documental aludiendo
a sus ideas principales (fundamentalmente nos detendremos en las falacias que
contiene), a lo que oculta (basándonos en omisiones interesadas que nos parecen
fundamentales), a su relación con otros documentales similares y a la tesis que,
según se desprende del análisis anterior, defiende.
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2. Necedades y falsedades que se sostienen en La educación prohibida
1. Contraposición escuela privada-libre-idealizada frente a escuela pública-estatal-des-
prestigiada.
La falsa contraposición entre una escuela privada libre e idealizada (no represiva,
creativa y todo un etcétera de cualidades positivas e indefinidas que no se concretan de-
masiado) frente a la identificación escuela opresiva-estatal-pública se hace continua-
mente en el documental. Sería ingenuo pretender que los primeros sistemas educativos no
surgen con el propósito de controlar y alienar a la población; tan ingenuo como obviar que
a partir de los años setenta las diversas corrientes de pensamiento democrático y antiau-
toritario van entrando en la escuela cada vez en mayor medida, o que en España el grueso
del adoctrinamiento se realiza en la educación privada y concertada, donde la finalidad
adoctrinadora y alienante permanece como primer fin educativo. De hecho, nos atrevemos
a decir que en España la escuela más democrática y diversa que ha habido entre 1975 y la
actualidad ha sido la escuela pública. Cuando el ministro Wert dice que tenemos demasia-
dos licenciados, cuando se desposee a la educación pública de cualquier recurso, no nos
queda duda: la educación pública es un peligro para quienes consideran que la libertad de
pensamiento y la igualdad de oportunidades son el enemigo a abatir.
2. La educación en casa. La familia bienhechora.
A todos los que defienden alegremente que la familia debe ser el único ámbito educa-
tivo y de socialización del alumnado les conminamos a ver dos películas: Matilda y Shine.
Para quien no haya visto una, otra o ambas, la primera narra la historia de una niña que se
salva de la zafiedad de su familia gracias a una biblioteca pública y a la maestra de escue-
la; la segunda, trata sobre cómo la educación paterna puede ser de todo menos idílica.
Ambas desmuestran que la familia no basta para educar y que la educación en muchos
casos debe ser a pesar de la familia, cuando no directamente en su contra. Contra ella
cuando los alumnos sufren abusos, reciben de sus padres prejuicios o violencia, es decir,
todos esos casos que los profesores de la escuela pública conocemos tan bien porque los
vivimos a diario y que La educación prohibida oculta (o desprecia, porque ni siquiera le
interesan).
La familia como marco de aprendizaje único segrega y distorsiona la realidad, pues en
la vida nos relacionamos con personas que no son de nuestra familia, que no son de nues-
tro sexo, de nuestro entorno, de nuestro país, etc. La educación en casa, al igual que los
colegios privados de élite, donde el alumnado es homogéneo según criterios socioeconómi-
cos, aísla al alumno pues reduce su mundo a una burbuja artificial en la que no existe otra
realidad social que la suya, una burbuja en la cual es imposible comprender el mundo en su
complejidad. Sorprenden en un documental tan bien acogido por la progresía contestataria
las similitudes con el discurso más conservador: la Iglesia católica defiende casi lo mismo
y nos llevamos las manos a la cabeza. Por otro lado, esta contraposición de los principios
conservadores de “individuo” y “familia” contra el terrible y limitador “sistema”, según el
cual la sociedad no existe, la hubieran firmado Thather, Reagan, Pinochet y hasta Aguirre,
si no nos queremos ir tan lejos.
La escuela libre se da al margen del sistema, por lo tanto en la familia, pero precisa-
mente la familia constituye un sistema más rígido y más antiguo que la escuela; además,
posee mucha menos supervisión que esta, lo que hace que el niño se encuentre en ella mu-
cho más indefenso. En primer lugar, ¿cuántas familias pueden asumir el desafío (y poseen
las condiciones socioeconómicas que esto requiere) de educar según estos principios a sus
hijos? En segundo lugar, ¿cómo estamos seguros de que la familia está preparada para
educar a sus hijos? ¿Va a haber una prueba de acceso? ¿Lo vamos a dejar al libre albedrío?
Si actualmente se fiscaliza la labor de los docentes, ¿se va a fiscalizar a los padres?
3. Se niega la esencia misma de la educación.
Se cuestiona que existan contenidos objetivos que enseñar, que la influencia del do-
cente en el aprendizaje sea positiva, pues se propone que este solo ha de seguir al niño en su
aprendizaje interior. Se postula que los niños aprenden de forma natural, siendo cualquier
intervención negativa. Esto es paradógico si consideramos que se trata de un documental
que en teoría defiende la educación. Tal vez la educación prohibida que preconizan no sea
sino la no-educación. Una vez boicoteado el sistema educativo público, con la satisfacción
del trabajo bien hecho, los neoliberales llevarán a sus hijos a esos colegios de élite, pero
sus impuestos ya no servirán para sufragar un sistema educativo público para todos, pues
no existirá. Cuando la escolarización no sea gratuita ni obligatoria, o sea en casa, con un
preceptor, adivina los hijos de quiénes serán los que no estudiarán.
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3. 4. El malvado sistema frente a la libertad de elección.
La idea de prohibición (frente a libertad individual), utilizada tradicionalmente por la
derecha norteamericana para defender sus privilegios de clase, es rescatada para conven-
cernos de que el sistema educativo (ese que permite que el niño más pobre de España vaya
al colegio) es pérfido, mientras que la iniciativa privada que se lucra gracias a la conver-
sión de derechos como la sanidad o la educación en negocio viene a redimirnos.
Es interesante la coincidencia de este argumento en ámbitos supuestamente tan dis-
tantes. Esta idea de libertad de los padres a elegir centro educativo es usada sin contra-
dicción alguna por los portavoces de la escuela libre, a la vez que por la expresidenta de
la Comunidad de Madrid y su acólita más obediente, o por los grupos ultraconservadores
Hazteoir, Profesionales por la ética (?), etc.
5. Falacias pedagógicas.
En el documental tenemos que oír cosas del tipo: el aprendizaje colaborativo solo existe
en la escuela libre (idea gancho para el público progre); los niños aprenden solos; la memo-
ria es mala; la renovación pedagógica solo puede darse en la educación privada... Pensába-
mos que a estas alturas no era necesario, pero por si todavía queda algún incauto aclara-
remos que si a un niño no le enseñas a leer, no aprende; que por muy a favor que estemos de
hacer nuestras clases lo más atractivas e interesantes posibles, la visión exclusivamente
hedonista del aprendizaje es un absurdo y va en contra de la educación misma, pues no
siempre se llega al conocimiento a través de la diversión, y en ocasiones muchas cosas muy
divertidas no nos enseñan nada. El aprendizaje colaborativo nos parece muy bien; lo usa-
mos y de hecho proponemos que la idea de colaboración vaya más allá y lleve a los centros
educativos a crear mecanismos de participación colectiva de padres, profesores y alum-
nos, como actividades conjuntas, asambleas, etc. Pero sucede que para crear actividades
colaborativas es muy importante bajar la ratio (¿alguien imagina trabajos colaborativos de
toda la clase en un grupo de cerca de cuarenta alumnos?), algo que no se menciona (quizá
porque las escuelas en que la ratio es un problema ni siquiera se han pisado). También es
muy importante crear un marco inclusivo, entre niños de distintas realidades sociales, fa-
miliares, religiosas, con dificultades de aprendizaje, motóricas, etc.; otra realidad que se
niega en el documental de niños homogéneos. Esta diversidad, de hecho, solo puede conse-
guirse en un sistema público, que no segregue a los alumnos ni los seleccione por motivos
socioeconómicos. Lo contrario lleva (como comprobamos en los centros privados y concer-
tados, salvo escasas excepciones) a que los niños con más ventajas sociales, familiares,
etc. las ¿disfruten? entre ellos.
La diversidad y la colaboración para nosotros es otra cosa, al igual que los movimien-
tos de renovación pedagógica como los concebimos no tienen nada que ver con el hecho de
usar o no la pizarra (algo horrible, a juicio de las autorizadas opiniones que aparecen en el
documental).
6. Criminalización de los profesores (fundamentalmente de las escuelas públicas).
Los docentes son presentados como los principales responsables del fracaso educativo,
el desinterés del alumnado se les atribuye exclusivamente a ellos, están en contra de la
educación libre, se les retrata como personas rígidas y poco empáticas, autoritarias, que
no entienden a los alumnos, con métodos pedagógicos obsoletos, etc., ocultando que la
mayoría de los profesores involucrados en los movimientos de renovación pedagógica son
los que trabajan en la escuela pública.
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4. Omisiones deliberadas. Lo que La educación prohibida no tiene intención de contar
Existe una serie de cuestiones deliberadamente soslayadas en ella, que demuestran que la
película no busca generar un verdadero debate sobre la cuestión educativa, sino persuadir
con técnicas propagandísticas de una determinada tesis.
Las ideas que más hemos echado en falta son estas:
1. El derecho a la educación
En ningún momento se aborda el derecho a la educación como universal e inalienable.
Parece que el único derecho es a “vivir al margen del sistema”. La expresión derecho a la
educación de hecho ni siquiera aparece por ninguna parte.
2. Los problemas reales de la escuela.
No se abordan los problemas fundamentales de la escuela desde los años setenta en
el mundo, como son la falta de financiación o la deliberada degradación de los sistemas
públicos de educación para hacer de esta un negocio, la segregación del alumnado o el
adoctrinamiento, tan presente por ejemplo en la educación religiosa y en los elitistas cen-
tros privados.
3. El problema social como (invisible) telón de fondo.
Tampoco se hace mención a la influencia determinante del contexto familiar y social
de los alumnos en el proceso educativo (un niño que duerme con sus hermanos en la misma
habitación, cuyos padres, sin estudios, están en paro... bueno, este niño muy seguramente
no tendrá las mismas oportunidades que otros niños; pero este niño sencillamente no sale
en el documental). De hecho, las circunstancias sociales ni siquiera se toman en cuenta
como factor de influencia.
4. Educar para ser libres y críticos a través del conocimiento.
El conocimiento no se considera como un valor en sí mismo ni se habla como objetivo
educativo de la función emancipadora de la educación, que debe permitir a los alumnos
cuestionar todo lo establecido, incluidos los valores que les son transmitidos en el ámbito
familiar. Si la libertad al alumno no le llega a través del conocimiento y del cuestionamiento
de dogmas y prejuicios (sociales, culturales, familiares, políticos, institucionales...) ¿de
qué tipo de educación libre hablamos?
Documentales de encargo para el lobby neoliberal. Tópicos tendenciosos con dinero
detrás
No hace falta ser un lince para percatarse de que La educación prohibida, como documen-
tal, se acerca peligrosamente al panfleto. Al comienzo del metraje lo primero que nos vino
en mente fue el recuerdo de esa otra gran obra de la propaganda que es Waiting for Super-
man, aquel otro fraude en el que bajo un gran despliegue de tópicos y argumentos sesgados
las malas escuelas públicas de EE. UU. se presentan como el gran mal de la educación en
el país, contrapuestas a las salvadoras escuelas charter, escuelas que en España tendrían
su paralelo en las concertadas, esas que desempeñan tan gran labor altruista cobrando
cuotas ilegales al alumnado (preferiblemente no perteneciente a minorías sociales) que
ayuden a sostener más generosamente el chiringuito.
La Educación prohibida nos parece tendenciosa desde el punto de vista formal por lo si-
guiente:
1. No recoge los argumentos de quienes se oponen al modelo educativo propuesto.
No hay distintas fuentes sino una única verdad revelada que se repite machaconamente.
Puesto que solo hay una fuente, no hay réplicas que valgan. Y quienes en teoría se oponen
al modelo propuesto, aunque no tienen voz en la película, sí van a ser ridiculizados en ella.
El espectador menos ingenuo se preguntará dónde están los testimonios de alumnos y exa-
lumnos, de las escuelas libres y de las otras, de los detractores de ese modelo educativo,
de los padres que han sacado a sus hijos de esas escuelas, o de los profesores de la escuela
estatal-represiva.
2. Visión denigrante del profesor del sistema público que se propone la criminalización del
profesorado. En caso de existir una postura contraria a la publicitada, esta sería la de los
profesores de la dramatización bochornosa, el profesorado tradicional que no adopta los
principios educativos new age, y que es a menudo identificado con el profesor de la edu-
cación pública, representado aquí a través de una ficción pueril y grotesca. Al igual que se
buscaba un culpable en el profesorado de los centros públicos en Waiting for Superman, en
este caso se trata de una caricatura que muestra al resto de profesorado que no comparte
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5. estas bondades de la escuela libre como totalitario, autoritario y corporativista; por su-
puesto sin un solo argumento que lo defienda, porque sí, porque los actores que hacen de
profesores dan una imagen esperpéntica, y punto.
3. Apelación emocional. El abuso del sentimentalismo es constante y se sirve de la infanti-
lización del espectador: La dramatización, las imágenes idílicas o desagradables según se
trate de evocar la Arcadia de la escuela libre o de aludir a la cárcel de la escuela pública.
4. Manipulación descarada. Existen suficientes ejemplos a lo largo del documental. Citare-
mos solo un par. Cuando se habla del periodo histórico en que surge la educación pública,
gratuita y obligatoria se dice que esta nace en la época del despotismo ilustrado. ¿Para
qué admitir ante el espectador que este periodo histórico, la Ilustración, es el siglo de
las luces y de la confianza en la razón? Se prefiere asociar la idea de una educación para
todos, pública, gratuita y obligatoria (como se dice expresamente) a una denominación
peyorativa. Es también digna de mención la escena en que imágenes de sangre y tortura
acompañan a la narración sobre la instrucción en la Grecia clásica.
Y todo esto ¿para qué? En conclusión...
Tras todo lo anterior, deducimos que la tesis fundamental que mantiene el documental es que la edu-
cación es un fenómeno privado que se enmarca dentro de la familia. Esta sería la tesis explícita, si bien
la consecuencia implícita de esto es la siguiente: los sistemas nacionales/públicos son contrarios a la
educación.
En definitiva, concluimos que la intención única de La educación prohibida es desacreditar los siste-
mas nacionales de educación y defender una educación privada a medida de las posibilidades socioeco-
nómicas y culturales de cada cual.
La verdadera Educación libre
Frente a la falsa concepción de educación libre propuesta, nos atrevemos a confrontar la nuestra.
Para nosotros, en primer lugar, la educación libre ha de ser extensible a todos, es decir, ha de ser educa-
ción pública y gratuita; debe ser una educación verdaderamente democrática (todo lo contrario a lo que
propone la nueva reforma con la LOMCE, que degrada al director a mero capataz y convierte en recuerdo
lejano toda participación de los padres); necesariamente crítica, con el fin de servir a la sociedad forman-
do ciudadanos libres y comprometidos socialmente; y en tanto que crítica, renovadora, involucrada con los
movimientos de renovación pedagógica.
La educación autoritaria no se identifica necesariamente con la educación pública igual que la an-
tiautoritaria no lo hace con la educación privada. Ambos tipos de educación, pública y privada, son solo
modelos de gestión y el primero es el único que garantiza el derecho a la educación para todos.
Los métodos educativos más renovadores, como el aprendizaje cooperativo o la búsqueda por desper-
tar la curiosidad del alumnado, no dependen del modelo de gestión de la escuela sino de la formación del
profesorado y de las condiciones en que desarrolla su trabajo. Si lo que se quiere es favorecer estos méto-
dos educativos, ¿por qué no se habla de qué medidas los harían posibles? Por citar solo unas cuantas: ba-
jada de ratio que permita el trabajo en grupo; acabar con la falta de democracia en los centros impuesta
por la administración, o con el hecho de que los currículos y contenidos sean establecidos por técnicos y
no por los docentes; bajada de las horas lectivas al profesorado (en los últimos tiempos el horario lec-
tivo del profesorado ha aumentado desproporcionadamente para ahorrar profesores) que permitan la
atención individualizada y el trabajo del profesor en cuestiones metodológicas y elaboración de recursos;
propiciar la formación continua del profesorado (la formación del profesorado que es subvencionada por
la administración prácticamente ha dejado de existir); exigir un sistema riguroso de acceso a la profesión
docente (que sí se da en la educación pública, pero no así en la concertada ni privada, donde un profesor
puede ser contratado simplemente por compatir gustos religiosos con la congregación de turno).
En definitiva, La educación prohibida nos promete una crítica a concepciones educativas tradiciona-
les y obsoletas, pero una crítica que obvia lo que no le interesa y menciona únicamente lo que se ajusta a
sus ideas preconcebidas, una tesis que curiosamente coincide con el discurso del que se sirve el moderno
neoliberalismo para privatizar el sistema de educación pública, a saber, que la educación es un fenómeno
privado que no incumbe a la sociedad sino a la familia, que las condiciones sociales no influyen en los
resultados educativos y que la innovación pedagógica reside en las escuelas privadas, mientras el adoc-
trinamiento lo hace en la escuela pública.
Quienes negamos todas estas premisas, nos oponemos a darle ningún crédito a este documental. No
somos tan ingenuos como para pensar que la enseñanza pública no necesita mejorar en muchos aspectos,
pero por supuesto tampoco somos tan cándidos como para no sospechar de las verdaderas intenciones
de este documental, el cual se hace pasar por el libertador de la educación cuando en realidad aspira a
secuestrarla y a ponerla en manos de los poderhabientes.
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