2. ¿Quién te va a aprobar si no te apruebas primero tú mismo? ¿A quién ha de interesarle lo que haces si no te interesa a ti? ¿A quién no engañarás si eres capaz de engañarte a ti mismo?
3. ¿Quién habrá de confiar en tus decisiones, si tú no confías en ellas? ¿Con qué derecho esperas que otros perdonen tus faltas si no te dispones a perdonar las ajenas? ¿Cómo pretendes conjugar el verbo amar si aún no has aprendido el verbo comprender?
4. ¿Por qué te lamentas de la soledad en que vives si obstaculizas todas las avenidas que te traen afecto? ¿Cómo no has de temer el mañana si persistes en vivir dentro del ayer? ¿Por qué te sorprendes cuando germinan decepciones si no cuidas el huerto de la amistad?
5. ¿Por qué ansías tanto llegar si nunca te decides a partir? ¿Por qué no habrás de sufrir el infierno de la desconfianza si conscientes que la envidia, el rencor y la maledicencia dominen tu corazón? ¿A quién han de inspirar respeto tus acciones si no las respetas tú antes?
6. ¿Por qué acusas al mundo de ser árido, frío y sin bondad, si no tienes fe, ni sueñas, ni te esfuerzas? ¿Cómo puedes disfrutar del presente si oscilas entre el pasado y el futuro? E.R.A. PRODUCCIONES ¿Cómo esperas la protección de Dios si dudas de su existencia?