2. Con la llegada de Monseñor Proaño
y el EMI,
Priorizamos nuestra actividad en el
campo de la toma de conciencia,
en lo organizativo y educativo
En lo económico reparto de las
tierras de la diócesis a los indígenas.
En el campo organizativo
cooperativas, comunas y el
surgimiento del Movimiento
Indígena de Chimborazo que existe
hasta hoy y sigue fortaleciéndose.
Y la Evangelización.
El EMI colabora con el campo de la
organización para que los indígenas
por si solos reclamen sus derechos,
antes no tenían voz y les daban
hablando , hoy reclaman sus
derechos, piden, dan alternativas
prácticas para ir mejorando su
calidad de vida.
3. “Después de esto, designó el Señor a otros setenta y
dos y los envió de dos en dos delante de si a todas
las ciudades y sitios por donde él había de pasar. Y
les dijo: “La mies es mucha y los obreros pocos.
Rogad, pues, al Dueño de la mies que envié obreros
a su mies”. ( Lc 10, 1-2 )
El Equipo Misionero Diocesano, nació en el mes de
Octubre de 1970. Monseñor Proaño convocó a una
reunión en Santa Cruz, para estudiar el tema
“Evangelización y formación de comunidades
eclesiales de base”. De las personas que asistieron a
ella, solamente el Padre Carlos Vera se comprometió
a tiempo completo, para la labor misionera.
4. Carlos Vera estaba enfermo,
había perdido la voz y se
comunicaba con los demás
escribiendo. Dios habla en los
acontecimientos, de esta
circunstancia surgió lo que más
tarde se convertiría en el punto
más fuerte de la metodología del
Equipo Misionero: ESCUCHAR.
ESCUCHAR es lo fundamental, de
allí nace la sabiduría. Porque se
escucha se aprende y porque se
cree en el otro se escucha.
Escuchando se va conociendo y
amando a las personas
concretas. Nace una nueva
relación de respeto, de amistad
profunda, nace el deseo de
trabajar juntos; se va aclarando el
objetivo, y también el camino a
seguir.
Escuchar implica un compromiso.
“Bien vista tengo la aflicción de
mi pueblo, y he escuchado el
clamor que le arrancan sus
capataces; pues yo conozco sus
sufrimientos y he bajado para
liberarle de las manos de los
egipcios…” (Ex 3, 7 ); implica un
reto, un que hacer.
5. Carlos comenzó por realizar
Asambleas, en los recintos y
comunidades de Guano. La
Iglesia tiene un gran poder de
convocatoria y acudía
mucha gente. Allí la
Asamblea se dividía en
grupos y a cada grupo se le
entregaba el Nuevo
Testamento, poniendo al
frente de él a un catequista
para que coordine; el
misionero solamente
observaba y descubre que
eran otras personas del grupo
las que coordinaban,
descubre también que la
gente habla de la Palabra y
de la vida, participa
activamente.
6. Esto fue una revelación, al
contacto con la Palabra de
Dios y con otros hermanos
nacían los compromisos y se
multiplicaron los animadores.
Carlos no pasó un día solo.
Víctor Granados, un joven
laico de Guayaquil se unió a
las misiones. Por esta misma
época en Quito estaba la
sede del IPLA, Instituto de
Pastoral para América Latina.
Con los participantes del IPLA
y otras personas más, se
realizó el Primer Encuentro de
Evangelización, o lo que
llamábamos “Curso práctico
de misiones”.
7. Dios llama a través de otras
personas. Fuimos convocados
por Monseñor Proaño, que a
la luz del Concilio Vaticano II y
de Medellín, había abierto las
puertas de la iglesia. El era
una persona en búsqueda y
manifestaba claramente su
opción por los pobres y por la
comunidad. La novedad:
una manera diferente de ser
iglesia, y la motivación
principal: la Palabra de Dios
entendida desde la vida de
los más pobres.
8. El Encuentro consistía en:
Tres días de preparación
para reflexionar, hacer
oración, plantearnos
objetivos, unificar
criterios y conocernos
un poco entre
misioneros. Se plantean
objetivos específicos
para la misión, pero el
gran objetivo son las
CEBs, su creación y/o
fortalecimiento.
9. Regresamos a Santa Cruz por
otros días, cuatro o cinco
para elaborar material, sacar
temas, buscar textos que
iluminen la vida de la
comunidad y hacer
preguntas que ayuden a
profundizar la realidad.
Salimos nuevamente a las
comunidades por otros diez
días, para “devolver”, esa
realidad. Por lo general la
comunidad se compromete a
seguir adelante con las
reuniones alrededor de la
Palabra de Dios y también
quedan personas que
convocan, animan, y
ayudan.
10. Salimos por ocho o diez días
a las comunidades para
conocer la realidad, hacernos
amigos de la gente, conocer
sus costumbres, sus
necesidades. Escribimos todo
lo que la gente dice, para
aprender su lenguaje y para
reflexionar sobre sus palabras.
Visitamos las casas, ayudamos
en los trabajos. Nos
acercamos a la gente y ellos
nos pagaron con creces.
Mutuamente nos ayudamos a
perder el miedo y
aprendemos a confiar y a ser
amigos.
11. El Hogar Santa Cruz, dónde
Monseñor Proaño vivía en
comunidad con un pequeño
grupo de personas nos
ayudaba mucho en la
formación que se daba en el
diario compartir, en la
distribución de funciones
para que la casa se viera
linda y acogedora, en la
oración vespertina y en la
recreación. Cosas sencillas
que iban labrando nuestro
espíritu hacia una vida
comunitaria.
Cada vez, para finalizar el
Encuentro, regresamos
nuevamente, a Santa Cruz,
para unidos hacer la
evaluación , y ver qué
seguimiento se va a dar a las
comunidades.
12. Las misiones son un tiempo de
gracia; así lo entienden los
campesinos y así nos lo hicieron
entender a nosotros. Ellos dan
todo su tiempo, caminan largo
para asistir, dejan sus trabajos,
acompañan a los misioneros.
Nosotros también estamos
dispuestos para el compartir,
aprender, servir.
Desde este primer encuentro,
todos los años, el equipo
misionero viene realizando los
“Cursos de Agosto”, cada vez son
nuevas personas, son nuevas
ideas, son nuevas vivencias las
que se comparten. No hay
repetición, porque el encuentro lo
hacemos entre todos y el aporte
de los participantes es lo que da
novedad. Cada año es una
experiencia distinta.
13. El Equipo Misionero está
siempre abierto para
recibir y acoger a las
personas que quieran
integrarse y por el tiempo
que deseen permanecer
en él. Forman parte del
equipo sacerdotes,
religiosas, matrimonios,
seminaristas, seglares,
campesinos, indígenas.
Algunas veces quedamos
reducidos a 7, otras veces
estamos 15, 20 personas.
Algunos llevamos muchos
años, otros pasan un año o
meses.
14. Yo vine al Primer Encuentro de
curiosa, sin saber a qué, ni por
qué. Miryam Garcés, una amiga
que quería dedicarse a trabajar
con los pobres y mi hermana Loly
habían escrito por mí, la carta de
solicitud. Estoy aquí desde hace
25 años, mi compromiso nace del
cariño de los pobres. Vine y me
quedé. Nadie hubiera podido
convencerme de quedarme, sino
ellos que desde la primera misión
me hicieron descubrir las “semillas
del Verbo”, y sentir la presencia
del Reino de Dios en medio de
ellos. Así entiendo porqué Jesús
envía a sus discípulos a Cosechar.
Dios se adelantó en el camino y
los que vamos después tenemos
la responsabilidad de descubrir
con la gente esta presencia de
Dios en medio de su historia.
15. Desde el principio tres ejes han
sido constantes en el Equipo
Misionero:
El Evangelio.- La Palabra revelada
Los pobres.- Opción preferencial y
radical por ellos
El Diálogo. La actitud de escucha.
Estos tres ejes nos han permitido ir
caminando de descubrimiento en
descubrimiento. Los tres son
inseparables, no podemos dejar
al margen ninguno de ellos; son
los que van marcando nuestro
paso, van creando comunidad y
van renovando nuestra
esperanza.
16. La opción por los pobres es una
exigencia del Evangelio, la Biblia
nos ilumina, nos abre caminos. Y
el diálogo es la clave para
entender la Palabra revelada en
la Biblia y en la vida de los
pobres. El diálogo es la
herramienta que nos hace crecer
y ser personas.
La opción por los pobres también
implica trabajar con medios
pobres es decir utilizar las cosas
que los pobres pueden seguir
utilizando. Otros medios pueden
ser más eficaces, pero no al
alcance de los pobres.
Se usa mucho los socio dramas
para expresar realidades o
representar algún texto. En este
aspecto la gente es muy creativa,
artista.
17. También utilizamos
para las
celebraciones
muchos símbolos de
la propia cultura,
que por si mismos
hablan y ayudan a
las personas a
expresar sus
sentimientos y la
profundidad de su
oración.
18. Angelina Bufi, quien trabajó con
Monseñor Proaño, nos bautizó
cariñosamente con el nombre de
EMI, equipo misionero itinerante,
porque nos veía ir y venir. Muchas
veces, ella era la que hacía los
contactos con otras diócesis,
para salir de misiones. Nuestra
vida era en el camino y en las
comunidades y el lugar donde
nos reuníamos cada mes, el lugar
de referencia, era el Hogar Santa
Cruz.
Allí teníamos muy de cerca la
escuela de Monseñor Proaño. El ir
haciendo comunidad era la
búsqueda y el afán de cada día;
compartíamos con él nuestras
inquietudes, nuestros sueños,
compartíamos nuestras alegrías y
muchas veces las penas y los
conflictos. Monseñor escuchaba.
19. El vivir en Santa Cruz, nos
sirvió para participar en
todos los cursos y
reuniones que allí se
hacían, sobre diversos
temas y realidades. El
método que se usaba
era Ver, Juzgar y Actuar.
Siempre había diálogo,
discusiones, debates.
Muchos amigos de
Monseñor: Comblin,
Marins, Gutiérrez, nos
acompañaban en esta
búsqueda.
20. Las misiones han sido siempre
una aventura, que implicaba
despojarnos de muchas cosas
que nos estorbaban y de
esquemas que nos
imposibilitaban estar abiertos
al “otro” y de estar abiertos al
cambio. El diálogo nos había
dado la posibilidad de
familiarizarnos con el lenguaje
de los campesinos y de los
indígenas. Cada vez más
sentíamos la necesidad de
prepararnos mejor, estudiar,
reflexionar. Nos propusimos
aprender quichua. Nuestro
trabajo era con los pobres y
ellos merecían que demos lo
mejor de nosotros mismos.
21. “Subió a un monte y llamó a
los que El quiso; y vinieron
donde El. Instituyó doce, para
que estuvieran con El, y para
enviarlos a predicar con
poder de expulsar a los
demonios” ( Mc 3, 13 - 15 )
El objetivo de la Iglesia de
Riobamba en ese tiempo era:
“La Liberación Integral del
hombre del Chimborazo”.
Para hablar de “liberación”,
era menester conocer
nuestras esclavitudes, nuestros
sufrimientos, ver sus causas y
sus consecuencias. Era
necesario descubrir la
opresión y el dolor. Descubrir
el pecado personal y social.
22. Con los catequistas, animadores que
se comprometieron en las Misiones,
hacíamos reuniones mensuales de
“servidores”, que tenía como objetivo
el ir unificando a las comunidades. Se
partía siempre de la realidad, había
un punto de estudio y profundización.
Los campesinos tenían hambre de
conocer, de prepararse mejor. De
estas reuniones surgió la idea de
realizar un Curso para crear un equipo
de Misioneros Campesinos. Este curso
fue en 1978, en Tepeyac. Después de
una semana de reflexionar sobre los
trabajos que realizaban como
catequistas y sobre la misión,
quedaron comprometidos misioneros
tanto indígenas, como campesinos
mestizos.
Más tarde, los indígenas formaron el
MIQ, Misioneros Quichuas y los
campesinos después el EMICALP,
Equipo misionero campesino Leonidas
Proaño.
23. En 1980 nos hicimos cargo
de una zona concreta:
Pangor, Pallatanga y
Cumandá y las misiones en
toda la Diócesis.
Esta fue la etapa más rica
como vivencia
comunitaria dentro del
mismo equipo y con las
comunidades campesinas.
Fue también el tiempo de
la organización: nacieron
los Consejos de Pastoral
en cada parroquia y a
nivel de las tres, el Comité
Zonal Unificado.
24. Estos consejos se organizaron
en seis comisiones: de Palabra
de Dios, Catequesis,
Preparación de Sacramentos,
Solidaridad, Trabajos
Comentarios y Fondo
Comunitario, así ayudaban en
la organización y
fortalecimiento de las CEB`s.
Fue una etapa de formación,
para dar respuesta a las
necesidades de los servidores
y de las comunidades. Se
elabora material educativo,
folletos a mimeógrafo, que
recogen el contenido de las
reflexiones sobre diversos
temas hechas en los cursos.
25. En 1983, Monseñor Proaño
escribió el Marco Teórico
de la Iglesia de Riobamba,
que es la síntesis de su
práctica pastoral. “Es el
testamento más valioso
que nos ha legado”.
“Para la realización del
Trabajo Pastoral el punto
de partida es el
conocimiento de la
realidad y el punto de
llegada, la finalidad última,
es el Reino de Dios. La fe es
la aceptación de esta
donación que nos
compromete
incansablemente a
trabajar por la
implantación de este Reino
de Dios en el mundo, lo
cual trae consigo duras
luchas.
26. Para hacer el camino
desde esta realidad al
Reino, están dos objetivos
generales:
Trabajar en la edificación
de la Iglesia, desde los
pobres y con los pobres,
para que sea comunidad,
pueblo de Dios, signo
expresivo del Reino de Dios
en la tierra.
Aportar todo lo posible a la
construcción de una
Sociedad Nueva, que sea
anticipo del Reino de Dios
en la tierra”.
27. “Lean el Evangelio,
vívanlo, difúndanlo,
háganlo saber a los
más pobres,
especialmente a los
indígenas”
(Monseñor Proaño )
28. A lo largo de toda su vida
Monseñor trabajó porque el
Evangelio llegue a todos los
pueblos. Conocer la realidad
y la cultura fue para él una
exigencia para la verdadera
Evangelización.
Ahora, son los mismos
indígenas los que hablan de
una Iglesia con rostro propio,
los que dando a conocer su
cosmovisión alientan a otros
pueblos a recuperar su
identidad, a recuperar sus
valores, a rescatar sus buenas
costumbres:
29. La cultura es todo lo que
hacemos para mostrar que
vivimos, que estamos aquí. La
cultura nace de un pueblo,
de su sabiduría, de su forma
de pensamiento, de su
historia, de su proyecto de
vida.
La cosmovisión indígena, es la
visión que los indígenas
tenemos del cosmos, del
mundo. Nuestra cosmovisión
es armónica en todas las
relaciones. Está centrada en
el Pachacamac, la
Pachamama y el Ayllu. Dios,
la Madre Naturaleza y la
Comunidad.
30. Nuestra relación con Dios, el
Pachacamac, es cercana, lo
sentimos presente en:
nuestra vida, nos alegra, nos da la
vida. Lo sentimos en la naturaleza,
en el fruto de nuestro trabajo, en
los granos, en la cosecha, en la
siembra. Lo sentimos en el agua,
en la lluvia, en el sol, las estrellas,
la luna. Lo sentimos en los otros.
Vemos a Dios a través del
hermano necesitado, en el pobre,
en el que pide comida, ahí esta
Dios escondido.
Nos comunicamos con El, le
hablamos directamente, El nos
escucha y está dispuesto a
conversar con nosotros en
cualquier parte: en el cerro, en la
laguna, en el sembrado.
31. La tierra es nuestra
Madre, es regalo de
Dios, es la Allpamama
a quien queremos y
respetamos, por eso
antes de sembrar se le
pide perdón, porque
no nos reconocemos
dueños de nada, todo
lo que hay en la
naturaleza no nos
pertenece, la tierra no
nos pertenece, más
bien nosotros
pertenecemos a ella.
32. La Familia, la Comunidad, Aillu.
Para nosotros la cosmovisión es
de hombre y mujer, de pareja,
que habla, que dialoga.
Además somos pueblo, las
personas en nuestras culturas
valen porque son parte de un
pueblo, son el inicio de un pueblo.
Los ancianos son como el árbol
que nos da sombra, que nos da su
sabia, su sabiduría. Las
autoridades son la experiencia, la
sabiduría, la seguridad de un
pueblo, son los que nos ayudan a
compartir la vida comunitaria. Los
antepasados van delante de
nosotros que seguimos sus pasos.
33. “Luego vi un cielo nuevo y
una tierra nueva” ( Apoc.
21, 1 )
Nuestras proyecciones son
estas:
Seguir los lineamientos del
VI Sínodo de la Iglesia de
Riobamba, que se realizó
en 1996, tomando en
cuenta especialmente la
“Dimensión
Evangelizadora”, en
cuanto se refiere a
Misiones, CEBs, Pastoral
Indígena y Pastoral Rural.
34. Apoyar la
inculturación del
Evangelio,
investigando con las
comunidades sobre
su identidad y
cultura, tanto en el
pueblo indígena,
como en el pueblo
rural mestizo.
35. Apoyar los Proyectos
alternativos:
agricultura orgánica,
medicina natural, que
realicen las
comunidades.
Seguir con la
formación de los
servidores, de las
comunidades y de
nosotros. Uno no
acaba nunca de
aprender.
36. Nuestra esperanza
está centrada en la
misma esperanza de
las comunidades: ser
una iglesia viva,
comprometida y
peregrina, que se va
haciendo. Una
Iglesia que esté al
servicio de la
Sociedad, al Servicio
del Reino de Dios.