El ensayo discute el movimiento del inglés solo en los Estados Unidos y su impacto en los hispanohablantes. El autor argumenta que este movimiento viola el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848 y los derechos lingüísticos de los hispanohablantes. Además, va en contra de la tendencia a la globalización y el multilingüismo. El autor concluye que tanto los angloparlantes como los hispanohablantes deberían aprender el idioma del otro para promover la unidad y el entendimiento mutuo.