1. Tema nº 19
Los profetas de
datación incierta
Abdías Joel Jonás
2. Recogemos en este tema tres libros
proféticos que contienen alguna peculiaridad por
lo que es más pedagógico estudiarlos aparte.
Abdías por su brevedad;
Joel, por la especial dificultad de datación;
y Jonás, por tener características propias de
un libro sapiencial.
3. El profeta Abdías
• La persona del profeta
• El libro: problemas
críticos
• Estructura y estilo del
libro
• Contenido doctrinal
4. EL PROFETA ABDÍAS
La persona La actitud
Situación histórica y social Estructura y estilo
EL LIBRO DE ABDÍAS
Contenido doctrinal
Nacionalismo y espíritu de venganza
Esperanza para el resto de Israel
6. Fuera de este libro, no tenemos en las fuentes bíblicas
información alguna sobre la vida y la obra del profeta. El nom-
bre de Abdías (‘obadyah, derivado de ‘obad-yhwh) significa
“siervo del Señor”, que viene a ser como una definición de la
misión del profeta. En este dato se apoyan muchos comenta-
ristas que mantienen la hipótesis de que podría ser un pseudó-
nimo a quien, como ocurre con Malaquías, se le adjudicara es-
te texto que ya existía independiente con anterioridad.
De todas formas este nombre es bastante frecuente (11
veces) en el AT; una tradición judía recogida en el Talmud,
supone que Abdías era el piadoso ministro de Ajab (cfr 1Re
18,3-16), pero está poco fundamentada.
7. El libro deja entrever que Abdías pertenecía a
aquella corriente de pensamiento que fue surgiendo
paulatinamente en círculos bastante extensos del
Judaísmo postexilico y que se caracterizaba por su
cerrado nacionalismo de tipo exclusivista y, con
frecuencia, revanchista y vengativo.
9. El libro de Abdías es el más corto de todo el AT, sólo 21
versículos. A pesar de ello plantea una serie de problemas para
los que la ciencia bíblica no ha encontrado solución satis-
factoria; entre ellos, los más relevantes son el del tiempo de su
composición y el de su unidad literaria.
Ya san Jerónimo escribió: “Quanto brevius est, tanto
difficilius” (Com. In Abdias, PL 25,1578). Todavía hoy siguen
debatiéndose problemas de cronología, de estructura, de de-
pendencia con otros libros bíblicos, etc.
En cuanto a la fecha de composición las posiciones os-
cilan entre los que lo sitúan en el siglo IX y los que lo despla-
zan a la época griega.
10. Si se supone que los versículos 10-14 reflejan la inva-
sión de Judá y Jerusalén en el siglo IX (cfr 2Cro 21,16-17), el
libro pertenecería a esa época. Si, en cambio, los vv denun-
cian la crueldad de Edom en el año 586, el libro sería del siglo
VI, como opinan la mayoría.
Todavía algunos piensan que el contenido escatológico
del libro induce a datarlo en el siglo III. Una relación más de-
tallada de estas hipótesis puede verse en E. Olavarri, Cronolo-
gía y estructura literaria del oráculo escatológico de Abdías, en
“Estudios Bíblicos” 22 (1963) 303-321.
En el canon está en 4º lugar, después de Amós, lo cual
es un indicio de que era considerado como muy antiguo.
11. Pensamos que el
marco histórico mejor
reflejado en el libro es el
que va desde la caída de
Jerusalén en el 587 hasta
el 312 en que Edom fue
conquistado por los
Nabateos.
En cuanto a la
unidad literaria las
opiniones son divergentes
y pueden reducirse a dos:
12. a) Una hipótesis mantiene que el libro es una colección
de oráculos de distinto autor y época. Las razones son las
siguientes: los vv. 2-10 se encuentran con pequeñas variantes
en Jer 49,7-22; hay un cambio de perspectiva y de papeles en
la segunda sección, pues mientras en la primera las naciones
juegan el papel de instrumento divino en el juicio contra
Edom, en la segunda pasan a ser objeto del juicio de Dios,
siendo Israel el instrumento de esta condenación de las
naciones. Ahora bien, el libro es demasiado breve para
descubrir con claridad etapas de composición diferentes y
alejadas unas de otras.
13. b) Otra defiende que el libro forma una unidad literaria.
En el estado actual de la ciencia bíblica ésta es la hipótesis
más generalizada. Las razones en que se apoya son las
siguientes: el tema del “día del Señor” es una constante en las
dos secciones; en ambas se repiten fórmulas y expresiones
idénticas (v. 15b comparado con 16-18); la transición del
plano histórico al plano escatológico es un cliché constante en
la literatura profética de tipo apocalíptico.
15. División del libro de Abdías
• Título (1,1a)
• I. Oráculo contra Edom (1,1b-7)
– Juicio divino contra Edom (1,1b-4)
– Anuncio de la ruina de Edom (1,5-7)
• II. Pliego de cargos contra Edom (1,8-14)
• III. El día del Señor (1,15-16)
– Juicio de Dios (1,15-16)
– El resto de los salvados (1,17-18)
– Restauración escatológica del reino de Dios
(1,19-21)
16. El inicio del libro «Visión de Abdías» es
conocido por otros libros proféticos, como Is 1,1
y Na 1,1, en el sentido de mensaje profético.
A pesar de ser un libro tan breve y aun
prescindiendo del problema de los dos redac-
tores, es fácil distinguir dos secciones.
17. Esta estructura parece la más coherente: el v. 15
marca la división de los dos bloques con la refe-
rencia explícita de la ley del talión: “Como tú has
hecho, se te hará”. Sin embargo, se siguen propo-
niendo otras: la primera parte (vv. 1-7) refiere el
castigo de Edom, en relación íntima con Jer 49; la
segunda parte (vv. 8-21) describe el día del Señor,
como condena definitiva de Edom (vv. 8-11) y como
condena del resto de los pueblos (vv. 15-21). Cfr
J.M. Abrego, Los libros proféticos, Estella 1993, pp.
188-189.
18. La primera (vv.1-14) es un oráculo de mal-
dición y condenación sobre Edom.
Esta maldición es presentada como el “Día
de Yahweh” sobre Edom, en dependencia del o-
ráculo del profeta de Técoa (Am 1,11-12).
Toda ella se mueve en un esquema típico de
oráculo contra las naciones, basado en datos
históricos.
19. La segunda sección (15-18) viene a ser una
transposición de la primera. Del plano histórico se
pasa al plano apocalíptico. El “Día de Yahwéh” sobre
Edom es ahora el “Día del Señor” sobre las naciones.
Estas son destruidas mientras que Jerusalén es restau-
rada (vv.19-21). Como se ha indicado. Algunos co-
mentaristas piensan que este último oráculo redactado
en prosa es adición tardía para dar explicación razo-
nable al tono severo y cargado de nacionalismo del
libro. Cfr P.R. Acroyd, Obadaia (Book of), en “The
Anchor Bible Dictionary”, t. 5, New York 1992, p. 24.
21. Dado el carácter apasionado de espíritu de
venganza y de nacionalismo, el valor de este
libro radica en su aspecto documental y de testi-
monio.
Por una parte recuerda las etapas de lenta
ascensión por las que el AT llegó hasta el NT.
En otro sentido, es un testimonio valioso de
la situación emocional, espiritual y psicológica
de una parte de la comunidad judía en un mo-
mento concreto de su historia.
22. En la escala de valores aceptada y ratifica-
da por el espíritu cristiano, esta postura ha que-
dado completamente superada.
De hecho este libro nunca aparece citado en
el NT. Con todo, subyace un mensaje de espe-
ranza para el “resto santo”, llamado a recobrar
las posesiones (v. 17) y a permanecer incólume
el “día del Señor”.
23. El profeta Joel
• La persona del profeta
• El libro: problemas
críticos
• Estructura y estilo del
libro
– Primera parte (1-2)
– Segunda parte (3-4)
• Contenido doctrinal
• Profecía sobre la efusión
del Espíritu de Dios (3,1-
5)
24. EL PROFETA JOEL
La persona La actitud
Situación histórica y social Estructura y estilo
EL LIBRO DE JOEL
Contenido doctrinal
Liturgia de conversión
Profecía del Espíritu de Yahwéh
26. Etimológicamente Joel (yôel) significa «el Señor es
Dios», pero este dato apenas es relevante pues este nombre
aparece varias veces en el AT. Era hijo de Petuel (1,1) y,
aunque nada más puede afirmarse con certeza de él, parece
deducirse que vivía en Judá (1,6; 2,1.15.23) y probablemente
en Jerusalén, donde mantenía estrechos lazos con los círculos
más cultos, como lo demuestran sus dotes poéticas.
Quizás vivió cerca del Templo (cfr 2,1; 4,17), pero ni
siquiera se puede afirmar que fuera un profesional del culto.
Por otra parte, conocía bien el campo, las faenas
agrícolas y las circunstancias desfavorables que con frecuencia
asolaban las cosechas.
28. Dos problemas plantea el libro de Joel: la unidad
literaria y el tiempo de composición. Respecto al pri-
mero las posiciones de los comentaristas están dividi-
das.
Hasta el año 1940 la mayoría se inclinaba por la
dualidad de autores; en estos últimos años prevalece la
corriente que se inclina por la unidad literaria, por dos
razones: un mismo tema recorre toda la obra; por otra
parte, el estilo fluido y armonioso es también
constante en todo el libro.
29. Es posible que la discusión de estos dos proble-
mas haya desviado la atención de los comentaristas,
que han dejado en segundo plano su tarea fundamental
de interpretar adecuadamente el texto. Todavía hoy se
sigue aceptando o negando, o criticando la opinión que
B. Dhun propuso en 1911, que el autor de la primera
parte era un poeta excelente, mientras que el de la
segunda (caps. 3 y 4) era un predicador mediocre de la
sinagoga.
Actualmente se acepta la unidad de autor y la u-
nidad temática. Cfr H.W. Wolf, Joel and Amos, Phila-
delphia 1977, p. 5.
30. Respecto a la fecha de composición, suele seña-
larse el período postexílico como el más probable. Y
dentro de este período, parece que el libro fue escrito a
finales del siglo V o principios del IV.
Las razones son las siguientes: supone que la
monarquía ha desaparecido (3,2-3); que el templo y las
murallas ya están construidas (1,13-14; 2,9.15-17);
que el sacerdocio y el culto son predominantes (1,13-
14; 2,12-17); que aparecen citas o menciones de es-
critos anteriores.
32. División del libro de Joel
• I. Tiempo de desgracias (1,2-2,17)
– Devastación del país por la plaga de las
langostas (1,2-12)
– Exhortación a la conversión (1,13-20)
– Se acerca el día del Señor (2,1-2a)
– El “pueblo” invasor (2,2b-11)
– Ahora es el tiempo de conversión (2,12-16)
– Plegaria sacerdotal de perdón (2,17)
33. • II. La efusión del Espíritu y el día del Señor
(2,18-4,21)
– Respuestas del Señor. Final del castigo (2,18-20)
– Anuncio de prosperidad (2,21-27)
– La efusión del Espíritu (3,1-5)
– Juicio de las naciones (4,1-8)
– Llamada a la guerra santa de paz (4,9-13)
– El día del Señor (4,14-17)
– Restauración del Israel escatológico (4,18-21)
34. El libro gira en torno al “día del Señor”: en
la primera parte, la plga de langosta y la sequía
son explicadas por el Profeta como el día en el
que el Señor castiga a su pueblo y le exige peni-
tencia (cfr Dt 28,38); en la segunda, este día es
explicado como futura bendición de Israel y
condena de las naciones.
35. Comprende dos partes netamente diferenciadas. La
primera se mueve en el plano histórico-descriptivo y tiene
como punto de partida una terrible plaga de langostas que,
unida a una tremenda sequía, destruye las cosechas; esto
provoca una ceremonia penitencial y unas rogativas a las que
el Señor responde con la promesa de terminar con el azote y
de devolver la abundancia. En la segunda parte el autor se
remonta, lo mismo que Abdías, al plano escatológico.
Tres aspectos integran este plano: la efusión del espí-
ritu, el juicio sobre las naciones y la restauración paradisíaca.
36. Primera parte: Invasión de las langostas (caps. 1-
2).- Comienza con una descripción angustiosa de la
plaga de langostas que asola las cosechas (1,1-12): la
única respuesta posible es hacer penitencia porque ha
llegado el día del Señor (1,13-16). Una nueva catás-
trofe se añade, la sequía (1,17-20).
Ambas desgracias, langosta y sequía, se descri-
ben con la imagen de un poderoso enemigo invasor,
que es imposible detener (2,1-11); sólo la conversión
sincera puede alcanzar de Dios el perdón y el cese del
castigo (2,12-18).
37. El oráculo final (2,19-27) es la respuesta de
Dios, anunciando el final de las langostas y de la
sequía y haciendo que vuelvan las bendiciones
tradicionales. En esta parte el Día de Yahweh (1,15;
2,1-2.11) es todavía un castigo por las faltas de la
comunidad. P.R. Andiñach, The Locusts in the
message of Joel, en “Vetus Testamentum” 42 (1993)
433-441.
38. Segunda parte: Sección escatológica (caps. 3-4).- La
promesa de la efusión del Espíritu sobre todo el pueblo abarca
el cap. 3 entero.
El capítulo cuarto es puramente escatológico: batalla es-
catológica (4,1-17); restauración de Jerusalén (4,18-21). El
punto de partida son las bendiciones materiales, prometidas en
la parte anterior, que son interpretadas como signo de las ben-
diciones espirituales.
El Día de Yahweh, terrible para Judá en el plano histó-
rico, era solamente como contrasigno indicador del nuevo Día
de Yahweh, que abrirá para Judá una etapa de bonanza paradi-
síaca.
39. Cabe otra división que pone más de relieve la unidad
literaria del libro:
Introducción, a partir de las plagas agrícolas (1,1-4).
Primera parte: invasión y destrucción del país y rito
del pueblo a Dios, pidiendo ayuda (1,5-2,17).
Segunda parte: Respuesta davídica con la promesa de
fertilidad y justicia (2,18-4,17).
Epílogo: Un oráculo sobre la restauración divina de
Israel (c, 18-21).
Cfr H.W. Wolff, Joel and Amos, Philadelphia 1977,
pp. 6-8.
41. La primera parte es una rica enseñanza sobre el
comportamiento y la pedagogía de Dios en la educa-
ción de su pueblo a lo largo de la historia.
A la luz de la Alianza, Israel sabía que todos los
acontecimientos tenían un valor de signo, la Palabra de
Dios; especialmente los grandes desastres tanto histó-
ricos como naturales jugaban en la pedagogía divina el
papel de castigo por los pecados del pueblo.
42. Partiendo de esta doctrina, Joel construye una de
las más perfectas liturgias de conversión, con los ele-
mentos siguientes: denuncia del pecado (1,2-12); con-
vocación al pueblo (1,14; 2,1.15.16); ritos penitencia-
les (1,14; 2,12); llamada a la conversión de corazón
(2,13-14); oración de súplica (2,17); respuesta del
Señor (2,18-19).
44. El breve capítulo tercero es una oráculo escatoló-
gico en el que aparecen dos elementos clásicos del
«día del Señor», los prodigios cósmicos que lo acom-
pañan (vv. 3-4), y la salvación definitiva de los que in-
vocan el nombre del Señor, del “resto” (v. 5).
Ambos temas eran frecuentes en las secciones
escatológicas de los profetas clásicos (cfr Is 24-27; 34-
35; Ez 38-39; Za 14).
45. En cambio, son específicos de este libro los dos
versículos (vv. 1-2) que anuncian para el día del Señor
un acontecimiento nunca visto, la efusión del Espíritu
Santo:
«Y después de esto, yo derramaré mi espíritu so-
bre toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profeti-
zarán, vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros
jóvenes visiones. Y hasta sobre los siervos y las sier-
vas derramaré mi espíritu en aquellos días» (Joel 3,1-
2).
46. En el Pentateuco (Num 11,24-30) se narra la par-
ticipación del espíritu de Moisés, espíritu profético,
por parte de los ancianos; allí queda plasmado el deseo
utópico de Moisés:
«¡Quién me diera que todo el pueblo del Señor
profetizara, porque el Señor les concediera el espíri-
tu!» (Num 11,29).
47. La profecía de Joel concreta aquel deseo y anun-
cia que el «día del Señor» («aquel día») el espíritu no
sólo se repartirá, sino que impregnará como el agua (el
verbo utilizado se aplica al agua que empapa lo que
toca) a todo hombre, sin distinción de sexo, ni de edad,
ni de condición social.
Probablemente en Joel «mi espíritu» indica sólo
la acción directa de Dios; la efusión del Espíritu Santo
en Pentecostés ilumina y lleva a plenitud este oráculo,
según el testimonio de Lucas (Hech 2,17-21).
48. El profeta Jonás
• El libro: problemas
críticos
• Género literario
• Contenido doctrinal
49. EL PROFETA JONÁS
La persona La actitud
Situación histórica y social Estructura y estilo de Is 3
EL LIBRO DE JONÁS
Contenido doctrinal
Dominio de Dios sobre las naciones
Proyección en el NT
51. División del libro de Jonás
• I. Misión de Dios a Jonás (1,1-2,11)
– Misión profética y huida de Jonás (1,1-3)
– La tormenta (1,4-16)
– Jonás en el vientre de la ballena (2,1-3a)
– Salmo de acción de gracias (2,3b-11)
• II. Jonás en Nínive (3,1-4,11)
– Predicación de Jonás en Nínive (3,1-4)
– Penitencia de los ninivitas (3,5-10)
– Despecho de Jonás (4,1-8)
– Reprensión divina y razón de la misericordia de Dios
(4,9-11)
52. El libro no recoge una profecía propiamente di-
cha, sino un relato con un protagonista llamado Jonás.
Su nombre, tomado de 2 Reg 14,25 (Jonás ben Ami-
tay) y su mensaje de penitencia, dirigido a Nínive, in-
dujeron a considerarlo como profeta.
No contiene ningún oráculo en sentido estricto,
pues no se puede considerar como tal Jon 3,4; no hay
un mensaje expresado con la fórmula del mensajero;
ni siquiera aparece el término profeta o profetizar. Las
únicas palabras que pueden considerarse proféticas
son «Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada»
(3,4).
53. El relato consta de tres episodios enlazados,
cada uno de los cuales podría tener sentido en sí
mismo:
-el primero narra el encargo recibido por Jonás
de predicar la conversión de Nínive, la ciudad pagana
por excelencia, la huida del profeta “lejos del Señor”
hacia Tarsis, país de oro y riqueza, y el rechazo de
los marineros, paganos, pero temerosos de Dios que
le arrojan al mar (Jon 1).
54. Este episodio culmina con el salmo de confianza que
Jonás recita en el vientre del pez y que consigue ser
devuelto por el cetáceo en la orilla.
55. Muchos comentaristas
han planteado la
posibilidad de que este
himno, que parece un
florilegio de
invocaciones tomadas de
salmos ya conocidos,
fuera una interpolación
tardía, pues no parece
encajar en la secuencia
de los relatos
56. Modernamente, sin embargo, se insiste en que
no rompe la unidad del libro, ya que este salmo re-
fleja bien la perspectiva irónica del autor.
Más complejo es el problema que plantea el u-
so de los distintos nombres de Dios: en los capítulo
1-2 aparece el nombre de Yahwh (3,1-3 y 4,1-5), pe-
ro en el desarrollo de los mismos se utiliza el nom-
bre de Elohim.
Quizás es señal de que el libro estaba escrito
con intencionalidad “ecuménica”, para lectores tanto
judíos como paganos.
57. -El segundo
episodio relata cómo
Dios reitera a Jonás la
orden de predicar la
conversión a Nínive y
él la ejecuta; la
ciudad hace peniten-
cia y el castigo
previsto se suspende
(Jon 3)
58. -El tercero y último relato Jonás se irrita ante el
perdón otorgado a Nínive, y recibe una nueva lección
sobre el alcance de la misericordia divina: el ricino
que constituía su gozo, se seca y se pierde; ante esa
circunstancia Jonás se entristece profundamente.
Dios le hace ver la moraleja: Si un hombre es capaz
de tener lástima por un arbusto, ¿cuál será la
solicitud de Dios por una ciudad tan poblada, como
Nínive?
60. Durante muchos siglos se ha interpretado como
libro histórico: el profeta Jonás, mencionado en 2Re
14,25 habría conseguido la conversión de Nínive en
el siglo VIII.
Pero son muchas las dificultades que tal hipóte-
sis comporta, sobre todo la falta de datos concretos:
no se dice cuál es el origen del profeta, ni el nombre
del rey de Nínive, ni dónde lo vomita el pez, etc.
61. Otros han supuesto que es una alegoría fácil-
mente comprensible hasta por los más sencillos: Jonás
(que representa al pueblo) conoce la omnipresencia de
Dios (1,9) y la misión recibida de enseñarla a las
naciones, pero lo evita.
Conoce la misericordia divina (4,2), pero le
cuesta admitir que alcance también a los paganos.
Sólo después de ser tragado por el monstruo (que
representa la deportación) comenzaría a ser consciente
con su misión.
63. Más bien parece una narración sapiencial, al
estilo de Tobías, Ester o Rut, escrita para transmitir
una enseñanza.
Lo específico es la doctrina o doctrinas que
transmite, aunque algunos elementos de la narración
resulten inverosímiles o extraños.
Si se consideró un libro profético, es porque su
mensaje coincide con el de los demás libros proféticos.
64. El estilo brillante, las imágenes sugestivas y la
lengua arameizante (cfr 1,5.6.7; 3,7; 4,11) son la base
para datar el libro en el postexilio; además, en esos
años, a la vuelta del destierro, se agudizó entre muchos
repatriados el nacionalismo excesivo que en este libro
se ridiculiza.
Por otra parte, no se puede retrasar demasiado su
composición, porque en la época helenística (s. III) ya
era conocido: formaba parte del códice de los doce
profetas mencionado en Ben Sirac (Sir 49,10) ya
aparece aludido en el libro de Tobías (Tob 14,4.8).
66. La enseñanza central de este magnífico
libro es el dominio de Dios sobre todas las
naciones, no sólo sobre el pueblo de Israel:
Dios puede condenar a Nínive o a cualquier
nación pagana, como anunciaban los “oráculos
contra las naciones” de los profetas clásicos,
pero -y esto es lo específico de Jonás- también
puede tener misericordia de ellas y perdonarlas.
67. Y, sobre todo, el relato ridiculiza el particularis-
mo de algunos judíos repatriados que negaban la sal-
vación de los paganos, a no ser que, al convertirse, se
unieran con todas las consecuencias al pueblo elegido
y asumieran su ley.
Es, por tanto, la reacción de un hombre de gran
apertura sapiencial, probablemente de la época de la
reforma de Esdras-Nehemías, en la que la comunidad
tendía a encerrarse en sí misma, olvidándose de ser
testigo del Señor ante el mundo al que tiene que llevar
la bendición a Abraham.
68. El libro de Jonás, que contiene una doctrina si-
milar a la que se exponía en la tercera parte de Isaías,
prepara la venida del «Israel de Dios» (cfr Rom 9,6-
8.29-30).
Mensaje de sustancia profundamente profética
con una presentación midrásica y sapiencial.
Nuestro Señor citará el episodio de Jonás, como
signo de su propia sepultura, de la que al tercer día ha-
bría de resucitar (Mt 12,38-42; 16,1-4; Lc 11,21-32).