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Diap 1
CUENTOS
PRIMITIVOS,
TONTOS,
Y…
Rosalino Carigi
Original Años 1978 al 2003
VERSIÓN ENERO 2016
Diap 2
CUENTOS
PRIMITIVOS,
TONTOS,
Y…
Rosalino Carigi
Original Años 1978 al 2003
VERSIÓN ENERO 2016
Diap 3
CUENTOS
PRIMITIVOS,
TONTOS,
Y…
Rosalino Carigi
Original Años 1978 al 2003
VERSIÓN ENERO 2016
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CUENTOS
PRIMITIVOS,
TONTOS,
Y…
Rosalino Carigi
Original Años 1978 al 2003
VERSIÓN ENERO 2016
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CUENTOS
PRIMITIVOS,
TONTOS,
Y…
Rosalino Carigi
Original Años 1978 al 2003
VERSIÓN ENERO 2016
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CUENTOS
PRIMITIVOS,
TONTOS,
Y…
Rosalino Carigi
Original Años 1978 al 2003
VERSIÓN ENERO 2016
Diap 7
CUENTOS
PRIMITIVOS,
TONTOS,
Y…
Rosalino Carigi
Original Años 1978 al 2003
VERSIÓN ENERO 2016
Diap 8
CUENTOS
PRIMITIVOS,
TONTOS,
Y… NO TANTO
Rosalino Carigi
Original Años 1978 al 2003
VERSIÓN ENERO 2016
Diap 9
DEDICATORIA
A todos los que en algún momento,
por lo bueno o por lo malo,
motivaron escribir un cuento.
PRESENTACIÓN
–Abuelo, cuéntame un cuento.
–Yo sé escribirlos, pero no sé contarlos.
–Cuéntame uno de los que tú escribes.
–No te gustaría, mis cuentos son feos.
–Entonces... ¿Para qué los escribes?
Conversación con mi nieto Joshua cuando tenía
seis años.
::::::
–Ilan... ¿quieres un libro?
–Sí...
–¿Qué libro quieres?
–El azul...
Conversación con mi nieto Ilan cuando tenía
dos años.
...oo0oo...
Diap 10
DEDICATORIA
A todos los que en algún momento,
por lo bueno o por lo malo,
motivaron escribir un cuento.
PRESENTACIÓN
–Abuelo, cuéntame un cuento.
–Yo sé escribirlos, pero no sé contarlos.
–Cuéntame uno de los que tú escribes.
–No te gustaría, mis cuentos son feos.
–Entonces... ¿Para qué los escribes?
Conversación con mi nieto Joshua cuando tenía
seis años.
::::::
–Ilan... ¿quieres un libro?
–Sí...
–¿Qué libro quieres?
–El azul...
Conversación con mi nieto Ilan cuando tenía
dos años.
...oo0oo...
Diap 11
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
ÍNDICE
PARA IR A UN CUENTO CLIQUEAR SOBRE SU NOMBRE
No. CUENTO Diap.
INICIO 1
DEDICATORIA - PRESENTACIÓN 10
INTRODUCCIÓN - ESTOS CUENTOS 12
01 LA RUEDA 13
02 EL LETRERO 15
03 EL ALACRÁN 17
04 TRÓPICO 19
05 DIVERO 21
06 ARÚ 23
07 LA MONA 25
08 EL HOMBRE 27
09 EL AUTO 31
10 EL CHINCHORRO 35
11 LA HUELGA 40
12 EL MERO 44
13 LA COLA 48
14 LAS GALLETAS 52
15 ÑÁKATE 56
No. CUENTO Diap.
16 EL SACRISTÁN 60
17 EL ANDINO 66
18 CUENTO CHINO 72
19 EL CAVERNÍCOLA 72
20 EL ERMITAÑO 85
21 LA VOLPE 91
22 EL LOBO SOLITARIO 97
23 EL GATO 105
24 LOS MAESTROS 114
25 UMGRÁ 124
26 LA REBELIÓN DE LOS ÑUS 134
27 POC-GRU 144
28 FARALLÓN CENTINELA 156
29 LOS TRONES 168
30 PEDRO PALOMO 182
31 EL TERMINAL 211
NOTA FINAL 213
FIN 214
SE DICE DE MÍ (EL ESCRITOR) 222
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
INTRODUCCIÓN
Diap 12
Este libro nació con la idea que fuese dirigido para los
ejecutivos a quienes el cargo les era impropio.
Su nombre original habría sido:
"Cuentos Primitivos para Nuevos Ejecutivos"
Años después, ya sin la necesidad síquica, la cual es
más fuerte que la material, de depender de un trabajo,
se vio que ese título no tenía razón de ser:
Los ejecutivos no leen cuentos, los inventan a los tontos.
Sólo leen cuentas para vivir bien, no cuentos para ser mejor.
Al ir avanzando en su recolección se fue viendo que las
narraciones no eran solamente de primitivos y del pasado.
Las había del presente y otras con vigencia constante
que persistirán mientras haya seres humanos en el futuro.
Las personas cambiarán de nombre y las circunstancias
de apariencia, pero siempre encontraremos a los caciques,
trogloditas o no, que unicamente cambian su disfraz.
Luego se observó que era mejor separarlos en dos libros:
Cuentos Primitivos y Cuentos de Siempre.
Muchos de los Cuentos Primitivos son citados a menudo
en la vida diaria, a veces como broma, otras como ejemplo
tonto... y siempre no lo es tanto:
Algunos quizás tengan autor mientras otros pertenezcan
al más prolífero, o sea al señor Anónimo.
Se presentan aclarando que nunca hubo la intención
de hacer un plagio.
Sólo se quiso contar unos cuentos tontos y... no tanto.
Rosalino Carigi
Versión Año 2003
Cuentos primitivos.
Cuentos del pasado.
Y siempre del presente.
Cuentos conocidos.
Cuentos de la calle.
Cuentos de la gente.
Cuentos repetidos.
Cuentos tontos.
Y algunos no tanto.
Verdaderos.
Imaginados.
Oídos.
Vividos.
Que la vida es un cuento.
Y se vive entre cuentos.
...oo0oo...
ESTOS CUENTOS
Diap 13
Todos los inventos son hijos de la constancia
y de la casualidad.
Nuestro primitivo antecesor vio, asombrado,
que al poner una rama en el agujero de la
piedra la misma rodaba con sólo ser suavemente
empujada.
Ensayó, viendo que la podía llevar a
cualquier parte y subirla sin mucho esfuerzo
por el sendero hacia la caverna.
Corrió con la rueda hasta donde estaban
reunidos los hombres de su tribu y, con gestos
de entusiasmo, trató de mostrarles cómo giraba
esa cosa.
Los hombres interrumpieron los cuentos de
sus cacerías y los gritos del festejo que estaban
haciendo por el éxito de la última de ellas.
Miraron con desprecio a ese pobre ser que
nunca los acompañaba y que comía de los
restos de los festines.
El nombre del inventor de la rueda no se
conoce.
La historia de como sucedió se pierde en la
oscuridad de la noche del pasado, pero las
leyendas sobreviven.
Dicen que hubo una vez un hombre
prehistórico en una tribu cavernícola.
Hombre raro, diferente; que en lugar de
estar cerca del fuego con los demás trogloditas,
perdía el tiempo dando vueltas a las rocas y
mirándolas en silencio.
Luego de probar por días y días una cantidad
enorme de piedras que giraban sobre ellas
mismas al ser movidas, finalmente encontró
una que tenía un hueco.
Y éste se hallaba casi a la misma distancia de
los bordes de la roca.
LA RUEDA
01 LA RUEDA
Lo que más temo es la ignorancia en acción.
(Geothe)
Y más peligrosa es si el ignorante
cree que sabe. Y aún más, si manda.
(Gracián Solirio)
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
Diap 14
LA RUEDALA RUEDA
Volvió a reír el jefe, señalando al hombre y a
esa cosa:
–Además... ¿para qué sirve eso?
Todos los demás trogloditas rieron, sin saber
si se refería a la rueda o al inventor.
Pero, todos festejaron al jefe, el mejor y más
fuerte cazador.
Y luego, olvidando el hecho, volvieron juntos
a comer.
En el suelo quedaba una piedra tirada.
Era redonda y tenía un hueco en el centro.
A su lado yacía un hombre con su cerebro
deshecho.
Por eso, no se conoce el nombre del inventor
de la rueda.
...oo0oo...
Año 1984
Ahugú, el jefe, dejó de desgarrar con sus
dientes el pernil que tenía en sus manos y lo
puso al lado del fuego.
Tomó su garrote. Se levantó.
Fue hacia donde estaban los demás
trogloditas.
Lentamente señaló sus lanzas, sus arcos, sus
flechas, sus hachas de piedra, sus garrotes.
Girando con rapidez, miró con burla al
hombre diferente.
Y, con voz gruesa, llena de restos de carne, le
gritó:
–¡Idiota... ya todo está inventado!
Seguidamente, con una gran carcajada,
golpeó con toda su fuerza el garrote en la
cabeza del primitivo inventor.
Éste, con el cráneo partido, cayó junto a la
rueda.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
Diap 15
Clientes que eran los hijos de los hijos de
quienes le habrían comprado a su abuelo.
Ellos le eran fieles y él le era fiel a ellos.
El sobrino le arguyó que debía mejorar el
negocio, darse a conocer, poner un aviso.
Al irse el sobrino, Manolo le prometió que
pondría uno sobre la entrada a la pescadería.
Manolo tenía un amigo que pintaba letreros.
Muy buen amigo, en las tardes salían a tomar
sus copas por las calles de Pontevedra. Y él era
padrino de uno de sus hijos.
Se acercó hasta el taller y le mostró el letrero
que quería:
AQUÍ SE VENDE
PESCADO FRESCO
El pintor lo leyó, pensó un rato y, finalmente,
le dijo:
–Soy tu amigo. Yo cobro por letra. Hay
palabras de más.
–Pues, tú sabes de estas cosas, saca lo quieras.
–¿Tú no vendes pescado que no esté fresco,
verdad?
Manolo Víguez tenía una pescadería en
Pontevedra.
Eso indica que era buena. Allí todos conocen
de pescados.
Su padre se llamó Manolo y tuvo la misma
pescadería. Su abuelo también.
Desde generaciones todos se llamaron Manolo
y tuvieron esa pescadería.
Y todos fueron gallegos.
Tenía un antiquísimo grabado en cuero, que
mostraba un antecesor, con las características
visigodas, al lado de un hórreo como los de la
Coruña.
Un día a Manolo le llegó la visita del hijo de
un primo.
Primo que había ido a América allá por los
años treinta.
Manolo lo recibió con todo su cariño. El
corazón de la gente simple siempre está abierto
para los familiares.
La pescadería no tenía letrero, todos sabían
donde estaba y él sabía lo que quería cada cliente.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL LETRERO
02 EL LETRERO
La publicidad hace imprescindible lo innecesario.
Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas.
Diap 16
–Además, Manolo... ¿Tú vas a vender carne,
quesos?
–Quiera Dios que nunca, lo mío es el pescado.
–Es cierto. Y con el olor no hace falta que
diga que es una pescadería. Quita "pescado" y
no queda nada.
Pepe sacó una hoja en blanco y dijo:
–Éste es tu letrero:
–Pero mi sobrino cree que debo actualizarme.
–Manolo, tú pescadería es como este papel:
blanco, limpio, reciente, de calidad. La gente
sabe donde tú estás y va allí porque le vendes
eso. No le hace falta un letrero.
Y luego de un abrazo, Pepe y Manolo
salieron por las calles de Pontevedra a tomar
sus vasos de vino.
...oo0oo...
–Hombre, jamás. Lo traigo todos los días de
los barcos.
–Entonces lo de "fresco", sobra... ¿Qué te
parece así?:
AQUÍ SE VENDE PESCADO
–Que dice lo mismo...
–Exacto. ¿Tú vendes pescado en otro lado?
–Pero Pepe, tú sabes que es mi único negocio.
–Por tanto, el "aquí" no hace falta... ¿Cómo
lo ves ahora?:
SE VENDE PESCADO
–Lo veo más sencillo y lo entiende cualquiera.
–Claro, pero... ¿Tú compras pescado en tu
negocio?
–En el local, no. Te he dicho que lo compro
en el puerto.
–Bueno, pues el "se vende" está de más... y
queda:
PESCADO
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL LETREROEL LETRERO
Diap 17
Unas gotas, y más, y más... Y tantas que
pareció que nunca dejaría de llover. Por horas,
días, noches, siguió cayendo aquel diluvio.
Era como si en esa lluvia se hubiesen unidos
todas los ansias por agua de animales, aves,
insectos, árboles, hierbas.
Surgió el milagro de renacer el pasto, el
surgir de hojas en los árboles, la aparición de
pájaros, animales, insectos que venían tras la
realidad del agua, de la vida.
El canto de las ranas se multiplicó hasta
aturdir.
Y siguió lloviendo, un día, y otro, y otro...
La llanura se volvió pantano, luego se formaron
cientos de arroyos.
Los arroyos se transformaron en ríos, y los
ríos crecieron hasta convertir la llanura en un
gran lago que iba cubriendo todo.
El alacrán se sentía temeroso, le quedaban
pocos lugares secos donde guarecerse o cazar una
presa tomándola entre sus pinzas y clavándole su
aguijón.
La tierra reseca se resquebrajaba. Los rayos
del sol seguían cayendo inclementes. Los meses
de canícula se sucedían, convirtiendo la llanura
en un árido erial.
La mayoría de los animales habían migrado
en busca de verdes pastos y charcas donde abrevar
su sed. Tras ellos habían ido los depredadores y
las aves de carroña.
Las lagunas eran miserables lodazales de
barro, donde quedaban unas pocas ranas que
en la noche elevaban su monótono rezo por el
agua.
Otro que aún vivía era el alacrán. Si bien
agradaba del clima seco, odiaba el excesivo sol,
y escaseaban los alimentos de sus cacerías
nocturnas.
Un día el cielo hizo caso a los ruegos de las
ranas. Nubes negras se formaron sobre la planicie,
relámpagos cruzaban entre ellas, oyéndose
truenos estremecedores.
Y de pronto el agua empezó a caer.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL ALACRÁN
3 EL ALACRÁN
La Naturaleza no piensa, reacciona.
Diap 18
El argumento convenció a la rana quien, aún
temiendo, lo dejó subir sobre su espalda y entró
en el agua, nadando en la superficie para no
ahogar a su peligroso pasajero.
En medio de la corriente, el alacrán vio que
se deslizaba sobre la húmeda piel y pidió que lo
dejara agarrarse con sus pinzas.
La rana, ya confiada, se lo permitió.
Surgieron en el escorpión reacciones
incontenibles. Vio que la rana era un ser vivo,
un alimento, que lo tenía entre sus tenazas.
Su cola se tensó para arrojarse sobre el
batracio y clavarle el aguijón inyectando su
fatal fluido.
–¡Loco, asesino! –gritó la rana, hundiéndose
agónica– Tú también morirás… ¿Por qué lo has
hecho?
–No sé. No lo pude evitar. Es mi forma de
ser.
::::::
¿Cuántos hay que actúan igual que el alacrán...
y sólo dan por excusa que es su forma de ser?
...oo0oo...
Atardecía. En un montículo, coincidieron
una rana y el alacrán. Los rodeaba el agua, lejos
se vislumbrara la orilla más cercana.
Aquellos seres tan disímiles se observaron.
La rana había visto a algunos batracios
aguijoneados y devorados por el escorpión.
Pero ella era lo suficiente grande para dar un
salto y alejarse nadando.
El alacrán sopesó la situación: si el agua seguía
subiendo cubriría esa piedra, y la corriente lo
arrastraría a la muerte.
En su cerebro de artrópodo tuvo una idea, y
dijo a la rana:
–Si me llevas sobre tu espalda hasta la
próxima orilla juro que nunca más atacaré a tus
congéneres.
–¿Cómo puedo confiar en ti? A todos los
seres que te acercas le clavas el aguijón
inyectándole tu ponzoña.
–Te prometo no hacerlo. Además, si te
matara yo también moriría llevado por el río.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL ALACRÁNEL ALACRÁN
Diap 19
Y el niño seguíarompiendo. Nada lo detenía..
La montaña se opuso y la horadó. El cerro se
le cruzó y lo seccionó, convirtiendo lomas y
quebradas en llanos eriales.
Nuevamente la queja se oyó:
–Madre Tierra, el Hombre me destruye,
sacude mis entrañas, me deshace a su paso.
–Espera, –contestó la Tierra– el Hombre
sólo es un niño.
Y el hombre siguió avanzando.
El río se presentó, cristalino, veloz, cantando
en cada piedra, descansando en cada remanso,
jugando con las raíces de los árboles, saltando
en las quebradas.
Pero el Hombre lo venció, y se oyó su
protesta:
–Madre Tierra, el hombre me encadena en
sus canales, me ahoga en sus represas. Cambió
mis orillas de árboles por muros de piedras,
enloda mis aguas con sus excrementos, me
convierte en un basurero.
Llegaron unos seres pequeños que gritaban
mucho y que unos a otros se dominaban.
Eran hormigas que andaban en dos pies.
Uno de ellos había gritado:
–¡Riqueza!...
Y en tropel invadieron a la Naturaleza virgen
y pacífica.
Traían extraños y ruidosos monstruos de metal.
Los seres pequeños se introducían en ellos y los
árboles caían a su paso, los animales morían,
las aves escapaban, los ríos se enlodaban.
Mientras, un sendero recto, árido y maloliente,
al cual llamaban camino, iba avanzando sobre
la tierra.
Fue entonces que la Naturaleza gritó:
–Madre Tierra, el Hombre me destruye, me
abate. Por donde él pasa no crece siquiera la
hierba.
–Espera, –contestó la Tierra– el Hombre
sólo es un niño.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
TRÓPICO
4 TRÓPICO
Cubierta por la selva estaban las ruinas
de una antigua civilización.
Diap 20
Mucho para el Hombre. Ínfimo para la
Naturaleza.
Y un día el Hombre se marchó. Ya no había
riquezas.
El camino se fue quebrando, la hierba fue
surgiendo, el polvo fue subiendo, nacieron los
árboles, se derrumbaron los puentes, el río
rompió las represas.
Nuevamente todo creció, rejuvenecido,
pujante, altivo.
Todo era Naturaleza, cerro, río, montañas,
árboles.
Nuevamente libres luchaban entre sí sin
destruirse, en su juego eterno sobre Tierra.
Del Hombre sólo quedaba, aprisionado por
la maraña, unos restos de concreto.
Como el roto y enmohecido juguete de un
niño.
...oo0oo...
Año 1958
–Espera, –contestó la Tierra– el hombre
sólo es un niño.
Finalmente las fuerzas no soportaron más y
se unieron, se rebelaron. El río creció, la montaña
cayó, la Naturaleza bramó en terrible tormenta.
La Tierra, sin embargo, puso nuevamente paz.
El camino parecía estarroto, muerto,deshecho.
Pero el hombre insistió. Volvieron los
pequeños seres. Limpiaron, reconstruyeron.
Porque allí aún había riqueza.
Y todos los Elementos de la Naturaleza se
quejaron:
–Madre Tierra, el hombre nada respeta.
Tiembla ante nuestro poder, pero siempre
vuelve a someternos.
–Madre Tierra... ¿Por qué no lo castigas?...
¿Por qué lo proteges?... ¿Por qué lo consientes?
Y la Tierra contestó:
–Porque es un niño y no sabe esperar.
Ustedes son eternos. Y la eternidad es saber
esperar.
Y fue repitiéndose la historia. Y fue pasando
el tiempo.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
TRÓPICOTRÓPICO
Diap 21
Justo decía que no delataba. Él decía sólo la
verdad.
Y prefirió compartir con ellos unicamente
cosas del estudio.
Justo creció y fue a la escuela superior. Los
problemas se agudizaron. Era un joven atlético,
estudioso y aplicado.
En deportes se destacó en gimnasia y
competencias individuales. Donde hubiese
estratagemas le daba la alergia.
Dolía su acerbada sinceridad, con la cual
destruía mitos y ficciones. Y si se persistía en la
falsedad, entraba en crisis.
Los compañeros lo aislaron, no era amigo
para picardías. Sabían que si le preguntasen
algo, Justo diría la verdad.
Era atractivo, pero las compañeras temían su
sinceridad sin cameleo, o que al oír una mentira
surgiese su reacción.
Esos años le enseñaron que era mejor estar
retraído, callando sus frases que, por sinceras,
no agradaban.
En cuanto a evitar las alergias y crisis
consecuentes, le ayudaban las medicinas.
Pero, iba guardando el malestar.
Justo Divero desde lactante fue peculiar.
Si le decían que saludara a quien no quería,
tenía reacciones alérgicas.
Consideraron que al crecer, cambiaría.
Pero los motivos y reacciones, erupciones y
temblores fueron en aumento. Era temible
cuando abría su boca.
Los niños tienen fama de decir la verdad,
pero Justo era de sinceridad lapidante.
Se volvió introspectivo. Lo llevaron a un
sicólogo.
En la primera sesión la crisis fue tal que
debieron internarlo. Optaron por prevenir a
quienes debiesen tratar con él.
Comenzó el colegio. Tenía inteligencia
excepcional en las cosas lógicas. Pero al oír
fábulas, la alergia empezaba.
Si le interrogaban, él contestaba en forma
exacta, real. Muchas veces los compañeros se
creían delatados, y la maestra decía que no
hacían falta los detalles.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
DIVERO
5 DIVERO
La convivencia se basa en la hipocresía.
Diap 22
En el trabajo, un gerente le preguntó si esos
artículos eran de él. Y Justo respondió.
Lo despidieron. Escribió lo sucedido.
Surgieron políticos defendiéndolo y otros
atacándolo. Se vio envuelto en un juicio donde,
por su salud, no asistía.
Pero, acumulaba reacciones calladas.
Detenido y obligado a estar en el juicio,
apareció como un criminal sedicioso.
Sin medicinas, sufría y temblaba.
A medida que hablaban abogados y testigos,
aumentaba en Justo su crisis.
De pronto enloqueció y, con un grito, entró
en convulsiones mientras su piel se abría y
sangraba.
El juez sentenció que fuese encerrado en un
hospital para enfermos de alto peligro para la
sociedad.
Le diagnosticaron falaciofobia.
O sea: reacción anormal a la mentira.
Eso es tan raro que la llamaron diveropatía.
Porque para Justo, la verdad era lo normal.
¿Y que es para los demás?...
...oo0oo...
Sin amigos ni novias se graduó como mejor
en ciencias. No pudo recibir el diploma.
Cuando el director comenzó su discurso
lleno de alegorías, entró en crisis.
Se inscribió en la Universidad de Ingeniería.
Sus años allí fueron similares.
Luego se sumó a tantos graduados con
méritos que deben obedecer órdenes de los más
pícaros.
En la vida cotidiana resultaba una persona
anodina, que sólo hablaba de cosas lógicas con
deducciones aburridas.
Y convivía gracias a una medicación en
aumento.
Buscó una válvula de escape muy socorrida:
Escribir.
Una vez su madre leyó uno de esos artículos
y le indicó enviarlo a un periódico. Tanto
insistió ella, que él lo hizo.
El escrito fue editado, y el público respondió
apoyándolo.
Al pueblo le agradan los que dicen la verdad,
mientras no ataquen las comodidades a que
están acostumbrados vivir.
Le pidieron que siguiera enviando sus
artículos.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
DIVERODIVERO
Diap 23
Sopesando una por una, en su tosca mano de
troglodita, se quedó con doce elegidas. A cada
una le hizo una incisión en los extremos.
Sacó otro atado de cuero que tenía a la cintura,
desparramó su contenido, que consistía en
agudas piedras de sílex y delgadas correas.
Fue eligiendo doce puntas de sílex que tuvieran
forma parecida y peso similar.
Las ató una por una a un extremo de cada
rama. Tenía doce flechas.
Con cada flecha hizo una raya en el granito y,
extendiendo una flecha sobre el mismo, marcó
su largo.
Volvió a sopesar ahora las flechas armadas. Y
eligió tres.
Fue hasta un árbol, cuyos frutos manchaban
las manos, y refregó en uno de éstos las tres
flechas, poniéndolas junto con las otras dentro
de la primitiva aljaba.
Sus compañeros de caverna lo habían estado
mirando y moviendo la cabeza burlonamente.
La mañana siguiente, Arú fue de cacería con
ellos.
Arú, el cavernícola, recogió el puñado de
ramas que desde la luna anterior había dejado
secándose al sol.
Solamente tomó las que tuviesen el mismo
grueso de su dedo menor y las olfateó,
desechando las húmedas.
A una de las secas, la colocó en su arco,
extendiéndolo y, con los dientes marcó en ella
el largo deseado.
Luego, con una piedra de sílex, la cortó a esa
longitud.
Tomó las restantes ramas secas y, poniendo
encima la primer rama, cortó las demás a la
misma medida.
Cerró un ojo, con el otro fue mirándolas a lo
largo y, mientras hacía girar cada rama entre
los dedos, apartaba las curvas, poniendo las
aceptadas en su bolsa de cuero de jabalí.
Aún insatisfecho, fue hasta una roca plana
de granito, sacó las ramas de la bolsa y las hizo
deslizar sobre la piedra.
Dos más fueron eliminadas.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
ARÚ
6 ARÚ
Medir es sólo comparar.
Diap 24
Al extenderla en el arco, la incisión para que
se afirmara en la cuerda, se abrió rajándose.
Vio que un nudo de la rama estaba cerca y
que las vetas tenían la misma forma de la
rajadura.
Y Arú bailó de alegría.
Debía revisar las flechas que había hecho.
En ésas y en los próximas que hiciere, debía
desechar las que tuviesen nudos en la rama.
Fue hasta la caverna y mostró a sus
compañeros la flecha rajada, señalando la falla.
Molestos de que los hubiese despertado, lo
echaron de la cueva.
Allí fuera, Arú se entretuvo revisando las
flechas de los otros trogloditas y separando las
defectuosas.
Cuando los cavernícolas despertaron, al salir
de la cueva, cayeron a golpes sobre Arú...
Estaban enojados por que Arú les había
tocado sus armas.
No se sabe que fue de Arú.
En aquel entonces no había historia, sólo
cuentos.
...oo0oo...
Los demás tomaron de la gruta sus lanzas,
arcos y flechas de siempre. Cuando el sol se
acercaba al centro del cielo, volvieron.
Muchas flechas se habían perdido, pero Arú
tenía su aljaba casi completa.
La tribu los recibió con algarabía, traían la
presa de un joven bisonte.
Ninguna flecha de sus compañeros estaba
clavada en el cuerpo. Tres flechas de Arú lo
habían derribado. Dos de ellas aún estaban
manchadas por el color de aquel árbol.
El festín alrededor de la hoguera fue grandioso.
Honraron al Dios Bisonte y dieron las partes
más tiernas del animal al jefe de la tribu y a
Arú.
Pero Arú no estaba feliz, una de las flechas
manchadas había fallado.
En la tarde, cuando los demás dormían la
siesta, atiborrados de comida, volvió al terreno
donde se había realizado la cacería.
Los bisontes estaban lejos, rumiando a la
canícula.
Buscó hasta hallar la flecha manchada.
La observó, repitiendo las pruebas.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
ARÚARÚ
Diap 25
Con éste esclavizaba a los súbditos en la
creencia que morir por Dios, su fe y su líder era
obtener la gloria y felicidad negada en la tierra.
Pero, una de las grandes potencias mundiales
le dio a esa nación armas nucleares.
Y para mantener el equilibrio de fuerzas, las
otras potencias se las dieron también.
Cada una creyó que de esa forma tendrían a
ese pueblo de aliado y evitarían un enfrentamiento
con los rivales.
No pensaron que los fanáticos no tienen
aliados, sólo creen en su verdad por más
inhumana, ilógica e irracional que sea.
Un día, los fanáticos se convencieron que el
resto de la humanidad no tenía salvación y todo
debía ser aniquilado.
Seguros que ellos, los verdaderos fieles,
disfrutarían por la eternidad del paraíso y sus
delicias mientras los infieles desaparecían en la
oscuridad, dirigieron sus misiles a los centros
nucleares de aquellos que los habían abastecido.
Lo que dio origen a la explosión nuclear
universal no fue el enfrentamiento de las
grandes potencias internacionales.
Éstas disfrutaban de la bonanza de su
poderío y sabían que una guerra atómica no
daría ningún beneficio a nadie.
Gobernar es algo tan difícil que no se le
puede dejar en manos de los políticos, menos
en las de los militares y aún mucho menos en
las de los fanáticos.
La conflagración tuvo inicio en una pequeña
república democrática gobernada por un
presidente teócrata.
Consecuentemente no era una república, esa
palabra significa cosa del público. Ni era
democrática, puesto que indica el gobierno del
pueblo. Ni quien gobernaba era un presidente,
sino un tirano. Y lo de teócrata se traducía en
intolerante fanatismo religioso
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LA MONA
7 LA MONA
Dicen los científicos que,
descendiendo del mismo primate,
el mono es una degeneración
y el hombre una evolución...
cuando, mirándolo bien,
es todo lo contrario. (Frases)
Diap 26
El simio miró a la distancia, no había aves en
el cielo ni animales en los claros dejados por los
árboles que no resistieron la radiación.
Lo más lóbrego era el silencio total.
La mona tocó a su compañero tiernamente y
le ofreció una fruta que tenía en su mano.
Él la rechazó. Pero, genes de millones de
años atrás resurgieron en el simio...
La mona estaba receptiva y el instinto
prevaleció.
Los dos bajaron, copularon varios días...
eran los únicos primates de esa zona, un edén
sin animales carniceros.
A los nueve meses la mona tuvo una criatura.
Le había afectado la radiación.
Era de piel delicada, pocos pelos, lloraba en
vez de chillar, tenía manos y pies raros.
El simio quiso destruirla, no pertenecía a su
especie.
La mona defendió a su criatura con instinto
maternal.
El simio cedió.
Y la historia comenzó a repetirse.
...oo0oo...
::::::
Por meses las nubes radiactivas rodearon el
planeta.
La especie humana desapareció.
Las alimañas e insectos sobrevivieron.
Los pocos animales que lograron salvarse en
la selva o en los mares, generaban seres deformes.
Sin embargo, en medio de la selva, unos
pocos primates quedaron vivos.
Quizás el estar bajo la maraña de esos
bosques pluviales les evitó la aniquilación, ya
que todos los que se hallaban en las ramas altas
habían muerto.
En cuanto a los depredadores que disfrutaron
de frescos cadáveres, fallecieron poco tiempo
después de comerlos.
Un simio venció el temor de subir de nuevo a
las alturas.
Por mucho tiempo, en su primitiva conciencia,
tuvo fijo el recuerdo de sus congéneres cayendo
exánimes.
Le siguió una mona.
Había sido la hembra dominante del grupo
desaparecido.
Y, ahora estaba en celo.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LA MONALA MONA
Diap 27
–No sé, Lucifer. Ha sido tan fácil crear el
universo. Pero no logro formar un ser que
cumpla con todas las leyes naturales. Las
hierbas no se mueven. Los animales sólo
reaccionan. Los dinosaurios son torpes. Las
aves no pueden agarrar y los peces no caminan.
Cada uno ha defraudado la concepción de una
criatura ejemplar.
–Pero los ángeles, tus siervos, tu primera
creación, somos perfectos. –dijo Lucifer–
Ninguno te ha traicionado.
–Porque los ángeles sólo son entes, sin
cuerpo, sin sexo, sin emociones, sin materia...
Además, Lucifer, sólo el amigo traiciona. Y
siempre la causa de ello es la envidia.
–¿Qué harás con ese muñeco de barro? –
preguntó el ángel preferido, para disimular su
profunda inquietud.
–Lo terminaré de crear, –respondió– más
adelante veremos las consecuencias. Pero, me
siento algo cansado... Aun en mi eternidad, hay
instantes que, como los seres vivos, me gustaría
tener un hijo que me ayudase.
Y sucedió que Dios se sintió algo agotado en
su energía luego de haber separado luz de
tinieblas, agua de tierra, crear espacio y
estrellas, ordenar el cosmos y formar seres.
Se sentó sobre las raíces de un árbol que
surgían entre el barro. Y, como todo creador, en
su fatiga siguió creando.
Daba forma con el lodo a un desproporcionado
cuerpo.
Una creación que no respondía a nada
natural, pero con elementos de lo ya existente.
Ni siquiera Dios podía escapar a la regla de
que toda cosa nueva está basada en algo viejo, y
que la imaginación es hija de la experiencia.
Acercóse Lucifer, su ángel preferido, por
tanto, el más servil.
Y, viendo ese bosquejo de oscura arcilla,
preguntó:
–¿Otra de tus grandes obras, Creador?
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL HOMBRE
8 EL HOMBRE
Dios! ¡Qué grande es el hombre! Creó a Dios.
(Reflexiones de Humgrand Penn de Joc)
Diap 28
–Crea... Señor. Yo te ayudaré.
Al oírlo, por un instante cruzó una duda en
la mente del todopoderoso.
Pero, miró el barro y sentenció:
–Te doy la Vida.
–Y yo te hago mortal. –completó Lucifer.
–Te doy la Razón. –dijo el Supremo.
–Y yo los instintos. –agregó el príncipe.
–Te doy el Amor. –afirmó el Creador.
–Y yo el deseo. –apuntó el cambiado ángel.
–Te doy los Sentimientos.
–Y yo las ambiciones.
–Te doy los Placeres.
–Y yo los vicios.
–¡Lucifer! ¡No provoques mi ira! –bramó el
Creador– Sé generoso con esta criatura.
–Señor, Tú puedes serlo, yo no. –contestó
Lucifer, con soberbia– Yo sólo puedo cambiar
lo que Tú haces.
–Si Tú quieres, yo podría hacerlo, –susurró
meloso, Lucifer– pero sólo soy un ángel más,
no tengo poder...
Dios observó a aquel espíritu sumiso que,
con la cabeza gacha, de rodillas, humildemente
miraba la fangosa tierra.
Y, como todos los grandes seres, Dios era
inmenso en bondad e inteligencia pero incapaz
de ver el interés y la felonía.
Apoyó su mano sobre la inclinada y bella
cabeza de Lucifer, mientras su voz tronaba en
el infinito:
–Desde hoy eres el príncipe de mis reinos.
Tú poder será igual al mío, pero nunca superior
a mí. Podrás cambiar lo que yo haya creado, pero
no crear. Tendrás siervos, pero ellos siempre
serán mis siervos. He dicho. Es mi Palabra.
De inmediato apareció un resplandor en la
cabeza de Lucifer. El príncipe se levantó frente
al creador. Su mirada ya no era humilde, y su
voz había dejado de ser servil:
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL HOMBREEL HOMBRE
Diap 29
–Le doy el ideal de Superación.
–Y yo la amargura del fracaso.
–Tendrá el don de la palabra. –dijo Dios,
vehemente.
–Y el defecto del error y la mentira. –agregó
Lucifer
–Le doy el Universo.
–Y yo la avaricia.
–Lo haré a mi Semejanza. –tronó Dios.
–Y yo a la mía. –se rió el maligno.
–¡Lucifer! –gritó Dios– te dominan los celos,
la envidia. Por cada virtud que he dado, tú le
has puesto un defecto.
–¡Señor!... –contestó Lucifer, con rebeldía–
has querido formar del barro un ser perfecto.
Sólo los ángeles lo somos. Y yo soy el mejor.
Soy un príncipe... un señor.
–Sólo eres príncipe del mal. Eres perverso.
Diabólico.
–Le daré la Amistad. –afirmó Dios.
–Y yo el olvido. –siguió obcecado, Lucifer.
–Le doy el derecho a la Libertad.
–Y yo el ansia de poder.
–Le daré una compañera.
–Y yo la lujuria.
–Engendrará hijos donde continuarse.
–Y tendrá una vejez senil.
–Le daré la Conciencia.
–Y yo las pasiones.
–Le daré la Sabiduría.
–Y yo la vanidad.
El rebelde príncipe continuaba desafiándole
Y el Creador, furioso, subía su voz haciendo
temblar el espacio:
–Lo haré el amo de la tierra y de todos sus
seres.
–Y yo lo haré débil y enfermizo. –añadió
Lucifer.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL HOMBREEL HOMBRE
Diap 30
Y la compañera, apenas le prohibieron algo...
lo hizo.
Dios los castigó enviándolos a la tierra.
Tantas maldades hicieron los descendientes
del Hombre que mandó un diluvio para acabar
con ellos.
Pero, salvó a Noé y su familia.
Pareciese que el Creador no aprende con la
experiencia.
Otra vez la humanidad cayó en depravaciones
y en el abuso del hombre por el hombre.
Entonces envió con su palabra a un Justo.
Y... lo crucificaron.
Desde ese momento dejó al Hombre a su
propia suerte.
Dice una leyenda que Dios se marchó,
vagando por todo el Universo, en busca de una
criatura ejemplar.
Y que Lucifer, agobiado por el trabajo, quiere
encontrarlo para rogarle destruir al Hombre.
Pero él tampoco lo puede hallar.
...oo0oo...
Año 1992
–Tú fuiste mi creador. Tú eres el todo. Yo,
únicamente soy una parte. Si la parte es
imperfecta, el todo lo es.
–¡Lucifer! Te condeno al reino de las
tinieblas. Sólo allí serás señor. Tu envidia te ha
condenado.
Y, señalando al ser que empezaba a moverse,
sentenció:
–Esta es mi creación. Y siempre será mi
preferida.
–Y yo siempre le recordaré que es de barro.
–se burló el ángel rebelde.
–No puedo destruir tu parte sin destruir la
mía... –musitó Dios, con tristeza– hemos
creado un monstruo.
–¡No... él nos ha creado a nosotros! –
exclamó Lucifer, lanzando una carcajada y
hundiéndose en la oscuridad.
Mientras Dios, compasivo, extendiendo su
mano, tomaba la del Hombre y lo ayudaba a
levantarse sobre la Tierra.
Y el Hombre apenas habló... le pidió una
compañera.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
ARÚARÚ
Diap 31
Intentó varias veces arrancar el auto, sin
tener ningún resultado.
Salió del coche. Abrió la cubierta del motor y
miró, con el asombro que da la ignorancia, las
partes componentes.
–No vayas a tocar nada, que no entiendes de
eso, –gritó Brígida– acuérdate que aún no está
asegurado.
–Papá, mejor buscamos un mecánico. –le
dijo su hijo.
Mientras, se iban acercando varios muchachos
de la parada. Nada atrae tanto a los hombres
como ver un auto averiado.
Todos son profesionales en el coche de otro.
Y comenzaron los diagnósticos. Siempre
empiezan los aficionados afirmativos:
–Debe ser la bobina. Tóquela. Si está
caliente...
–Seguro que es el módulo. Esos fallan de
golpe.
–Apriete los cables. A veces es uno que está
suelto.
–Revise la manguera. Puede haberse roto.
Casimiro, feliz en su coche nuevo, estaba
paseando con su esposa Brígida y su hijo
Eleuterio.
Habían podido ahorrar para la inicial.
Les esperaba unos años de sacrificio, pero la
satisfacción lo compensaba.
Iban subiendo una calle desconocida,
manejando con el cuidado típico que se tiene al
primer vehículo.
Faltando un par de cuadras para llegar a la
cima, el coche se sacudió, hizo varias explosiones
y... se detuvo.
Casimiro lo dejó retroceder hasta quedar
junto a la acera.
Cerca había una parada del autobús que
pasaba por ese barrio suburbano.
La apariencia de los que esperaban el
transporte amedrentó a la familia.
Lo mejor era salir de allí lo antes posible
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL AUTO
9 EL AUTO
Basado en el viejo cuento del campesino,
su hijo y el burro. Y en la vida diaria
Diap 32
–Acelere a fondo y bombee... No. Apáguelo.
–Déjeme ver este cable... Ahora dele... No.
Apáguelo.
Los hombres se pararon. Miraron al carro
con un gesto de desconsuelo y sacudieron
negativamente la cabeza.
Finalmente comenzaron los comparativos:
–Estos carros modernos son cada vez más
complicados.
–Si fuera sincrónico arrancaría empujado.
–Pero éste es hidromático y necesita 60
kilómetros.
–Es que ahora le ponen tantas cosas
automáticas.
A lo lejos se vio que venía el autobús.
Los colaboradores del momento empezaron
a volver hacia la parada.
Fue cuando Brígida no soportó más, y se acercó
diciendo:
–¿No hay un taller mecánico cerca?
–¿Dónde consigo una grúa? –preguntó
Casimiro.
–¿Hay teléfono por aquí? –inquirió Eleuterio.
Casimiro obedecía las indicaciones, viendo
que decenas de manos entraban y hurgaban las
partes del motor.
Brígida, dentro del coche, demostraba en su
rostro el miedo y la rabia de ver tanta gente
tocando el auto.
Eleuterio caminaba con grandes zancadas,
mirando fiero, en espera que su padre tomase
una decisión.
Entonces les tocó el turno a los técnicos
inquisidores:
–¿Está seguro que tiene gasolina?
–¿No pasaría por un charco y se mojó el
distribuidor?
–¿Es la primera vez que le sucede esto?
–¿No estará sucio el filtro? ¿Manda la bomba?
Brígida salió del auto para calmar sus
nervios y vigilar a esos hombres.
El hijo le hablaba en voz baja.
Y empezaron los expertos en prueba y ensayo:
–Entre señor. Dele al arranque... No.
Apáguelo.
–No pise
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL AUTOEL AUTO
Diap 33
Habrían recorrido diez metros cuando una
mujer, fanática de liberación femenina, le espetó:
–Mírala a ella, tan señorona, como va sentada
mientras el padre y el hijo la llevan haciendo un
esfuerzo.
Molesta, Brígida se bajó haciendo tomar el
volante a su hijo, y comenzó a empujar junto
con su marido.
A los cincuenta metros un viejo les gritó:
–¡Dios mío! ¡La juventud está perdida! Él
muy cómodo manejando, y los padres casi sin
aire de tanto empujar.
Eleuterio bajó ofendido, y no hubo forma de
convencerlo que siguiera en la dirección.
Casimiro, a regañadientes, la tomó. Faltaba
poco para llegar arriba.
Una vieja señorita, flaca, de rostro agriado,
agarrándose la cabeza, exclamó:
–¡Vaya hombre machista! No da el volante.
Hace empujar a su mujer y a su hijo como si
fuesen esclavos.
Y, sin detenerse, los hombres iban gritand0:
–Al llegar a la subida, bajando una cuadra,
vive un mecánico. A veces está.
–La grúa para en la avenida. Allá abajo,
como a diez calles. Y casi nunca se encuentra.
–El único teléfono por acá es donde para la
grúa.
Los hombres subieron al autobús.
Casimiro y su familia se quedaron solos.
El temor y la impotencia de resolver el
problema los dominaban.
Brígida reclamó a su esposo:
–Te dije que no vinieras por aquí.
–Me hubieras dejado manejar a mí. –protestó
su hijo.
–Lo que tenemos que hacer es empujar el
auto estas dos cuadras. Luego es bajada. Ojalá
esté el mecánico. O tal vez haya un teléfono. –
dijo Casimiro, conciliador.
La señora se puso al volante, los hombres
empujaban.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL AUTOEL AUTO
Diap 34
Y Eleuterio, su hijo, repitió a su padre:
–¡Pobre auto! Te lo dije. Me hubieras dejado
manejar a mí.
Casimiro lanzó un alarido y, demente, se
quiso tirar entre las llamas.
Tuvieron que aguantarlo entre varios hombres.
Luego, se lo llevaron en una ambulancia.
::::::
Hace años que Casimiro está en una casa de
salud.
Ahora le dicen así a los manicomios.
Es un paciente pacífico, como su nombre.
Sólo enloquece si escucha una palabra:
“Auto”.
Entonces empieza a desvariar.
Y pregunta a todos...
si conocen algún mecánico.
...oo0oo...
1999
Casimiro bajó y, viendo que ya estaban cerca
de la cima, se puso a empujar también.
Lógicamente, las fuerzas de los tres se
sumaron llegando enseguida allí.
Al encontrar la bajada el auto tomó
velocidad y, como no había nadie dirigiendo,
siguió bajando y acelerando, cruzó veloz varias
calles para finalmente chocar contra un muro.
Los tres corrían tras el vehículo pero, antes
de llegar a él, vieron como se incendiaba.
Los curiosos los rodearon:
–¿Cómo fue? ¿Qué pasó? ¿Ninguno manejaba?
–¿Tenía algún problema? ¿Le fallaron los
frenos?
Casimiro estaba en silencio, con los ojos
desorbitados.
Su esposa lo miró descontrolada, mientras
decía furiosa:
–¡Nuestro auto!... ¡Perdimos todo!... Eso te
pasa por escuchar a todo el mundo.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL AUTOEL AUTO
Diap 35
Los troncos de las palmeras tienen la
distancia ideal para colgar un chinchorro a la
sombra de altas ramas y cocos.
Más atrás, caños y riachuelos forman islotes
de manglares donde viven aves, animales y
sabrosos cangrejos.
La tierra está llena de frutos, el mar de peces,
el aire de aves y el lugar de gente alegre, feliz,
sencilla y... negra.
Negros barloventeños: negros marrones,
negros azules, negros carbón, negros mulatos,
negros bachacos de ojos claros y pelo amarillo,
negros de cabello chicharrón.
Todos ellos con: un bote para pescar, un
chinchorro para descansar, una negra sensual,
elegante y hermosa para amar... un cuatro para
tocar y una voz para cantar.
::::::
En Barlovento, en la zona de Río Chico,
cerca de Caño Copey, están las más bellas
playas tropicales imaginables.
El Mar Caribe baña, con sus ondulantes y
azules aguas tibias, kilómetros de blanca arena
repletos de palmeras que se curvan y susurran
sensuales a la brisa marina.
La transparencia del aire y la luminosidad
del sol son indescriptibles, el brillo de los
colores tiene una intensidad única, verdes,
amarillos, rojos, azules, parecen vivir.
Cada tanto, primitivos espolones de piedras
entran en el agua. En ellos se posan las aves
marinas y caminan los jóvenes, cada quien
buscando ver lo que más desea.
Sobre la arena las gaviotas buscan su
alimento, y en el mar los alcatraces pescan
zambulléndose en picada.
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EL CHINCHORRO
10 EL CHINCHORRO
Después de conocer el trópico,
cualquier otro lugar parece triste y gris.
(Reflexiones de Humgrand Penn de Joc).
Diap 36
Míster Fisher, haciendo abstracción de
encontrarse en Río Chico, podía pensar que
estaba a orillas del Congo.
En pocos minutos llegaría a su mansión de
playa que, al igual de otros amigos ejecutivos,
estaba construyendo en la avenida detrás del
cinturón ribereño de palmeras.
Allí, con aire acondicionado, vidrios que
filtraban la luz, grandes ventanales panorámicos,
antena parabólica, lujosa piscina, cancha de
tenis, césped sembrado, rodeado de palmas y
árboles foráneos, y un alto muro que no
permitía ser visto desde fuera, nada tenía que
envidiar a sus vecinos.
Su última adquisición, una lancha grande de dos
motores internos, lo colocaba a su mismo nivel.
Tenía un problema, no sabía pilotearla ni
conocía los mejores lugares de pesca.
::::::
::::::
En su elegante auto, míster John Fisher
cruzó el puente dejando atrás el pueblo con su
pobre iglesia sobre la plaza y frente a la
comisaría con su dormido policía oliendo a ron.
Debajo, a orillas del riachuelo y canales, las
viviendas se levantaban sobre palafitos o en
terrenos rellenados.
A medida que la carretera bajaba, las casas
se sucedían. Comenzaban las blanquecinas de
bloques revestidos con argamasa y columnas
simulando ser mármol, hasta las más alejadas
con paredes de bajarate y techos de palmas.
Luego empezaba la planicie pantanosa con
exuberante vegetación junto a los charcos o,
por lo contrario, rasos terrenos áridos donde un
hervidero de muchachos negros, flacos y casi
desnudos jugaban béisbol, gritando y riendo
bajo un sol que sólo ellos podían soportar.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL CHINCHORROEL CHINCHORRO
Diap 37
–Maestro, eso es un yate. Y al mar no hay
que tenerle miedo, hay que respetarlo. ¿Cuándo
quiere empezar?
–Mañana, si quiere. El martes vuelvo a la
ciudad. Vengo los fines de semana. Pero, no me
ha dicho cuánto...
–Míster. Esto no es la capital. Usted sabrá el
"cuánto" cuando vaya por ahí tranquilo en el
timón y yo me tome mi cervecita viéndolo
cruzar las olas... ¿Quiere una? –preguntó,
abriendo la cava y ofreciéndole una lata.
Dos meses después, desde el chinchorro, con
una cerveza en la mano, Juan el Pescador veía
en la distancia pasar un yate con sus cañas de
pescar y, desde la torreta del mismo, John
Fisher tocaba la sirena mientras levantaba un
vaso de whisky respondiendo al saludo de
Juan.
En ese interín Juan le había enseñado a ser
capitán, a pescar, a entonar los motores, a
respetar el mar, a valorar la naturaleza... y
sobre todo, querer a Barlovento.
::::::
::::::
Tres de la tarde. Luego de colgar el
chinchorro entre dos palmeras y la cavita con
cervezas al alcance de la mano, el negro se
sienta en la red mirando el horizonte.
Escucha pasos a su espalda y gira. Ve un alto,
rubio y rojizo hombre con un lujoso atuendo
playero, que le dice:.
–Buenas tardes... ¿Usted es Juan? Me
dijeron que podía encontrarlo aquí.
–Juan el Pescador. ¿Para qué puedo servir,
señor?...
–Mi nombre es John Fisher, –y agrega
risueño– míster Fisher. Vivo en esa casa.
Compré una lancha. Dicen que usted es buen
capitán. ¿Me podría enseñar a pilotearla y los
lugares de pesca? Le pagaría por eso...
–Los lugares de pesca es ese mar. –burlón
ríe el barloventeño– Ajá. ¿Y cuantos pies tiene?
No usted... la barca.
– Treinta y seis, y motores diesel. Le confieso
que, a pesar de comprarla, le tengo un poco de
miedo al mar.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL CHINCHORROEL CHINCHORRO
Diap 38
–Juan el Pescador. ¿Sabes que significa
John Fisher?
–Juan Pescador. Estuve un tiempo en un
pesquero gringo. Nunca volví a ir, pescar así es
abusar de los peces.
–Somos iguales de nombre. –dijo pensativo
el gringo.
–De nombre si, pero iguales... –Juan largó
una sonora carcajada– usted catire, yo negro;
usted de la ciudad, yo barloventeño; usted
ejecutivo, yo pescador.
–Juan... tú sabes mucho, tú podrías tener
más.
–Ajá, maestro... ¿Y como sería eso?
–Si trabajases más, ahorrarías para comprar
una lancha.
–Ajá, maestro... ¿Y qué haría con la lancha?
–Pesca mayor, la venderías y ganarías
mucho dinero.
::::::
Atardece. Los alcatraces, fragatas, gaviotas y
otras aves vuelven a sus nidos entre los
manglares.
Juan está recostado en el chinchorro y
sonriente dice:
–Bienvenido, míster John Fisher. Siéntese.
Ahí tiene el otro chinchorro que dejó mi negra
al irse para la casa.
–¿Cómo supiste que era yo si estabas de
espalda?
–Al amigo se le conoce por la pisada. ¿Qué
trae allí?
–Un par de fríos cocos con ginebra.
Tenemos que hacer cuentas... todavía no sé el
"cuanto" de tu enseñanza.
–Cuentas... cuanto... Ya le dije que esto no es
la capital. Así que el "cuanto" se liquida con
este sabroso coco.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL CHINCHORROEL CHINCHORRO
Diap 39
–Ajá, maestro... ¿Y que haría con tanto dinero?
–Comprarías carros, quintas, una casa en la
playa.
–¿Y después de tanto trabajo, que haría?
–Descansarías en un chinchorro, feliz, entre las
palmeras, mirando el mar, tomando...
–Ajá, maestro...¿Y no es lo que estoy haciendo?
Míster John Fisher calló. Y mientras bebía de
su coco, se preguntó quién era el maestro.
...oo0oo...
–Ajá, maestro... ¿Y que haría con mucho
dinero?
–Comerías lo que te gustase, comprarías otros
barcos.
–Míster... cada mañana con mi bote consigo la
comida, y con seis empanadas de cazón me
alcanza. Lo otro lo vende mi negra y compramos
lo demás. Y… ¿Qué haría con otros barcos?
–Tendrías gente trabajando para ti, y mucho
más dinero.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL CHINCHORROEL CHINCHORRO
Atardecer en Puerto Francés – Higuerote - Estado Miranda - Venezuela
Diap 40
Las manos se levantaron protestando:
–Somos las más importantes. Sin nosotras el
hombre no hubiera progresado. Le dimos la
facultad de pintar, escribir, trabajar, formar,
crear música.. Puede desgarrar, matar,
defenderse, acariciar, amar, conseguir el
alimento. Somos el primer recipiente para
beber. Y, haciendo señas, siempre pudo
comunicarse sin saber el idioma.
–¿Y quienes son los que le muestran donde
están las cosas? –protestaron los ojos–
¿Quienes le indican si lo que hace está bien
hecho, de que color es, a que distancia se
encuentra, si hay peligro cercano? Nuestro
importancia es tanta que, la mejor forma de
hablar es con una mirada..
–Si faltásemos, –advirtieron los oídos– no
comprendería lo que le dijesen, no escucharía
los ruidos, no sentiría la música. Y no podría
caminar erguido, tambaleándose sin ningún
sentido del equilibrio. Somos los más
importantes.
Y sucedió que, un día, las partes del ser
humano decidieron saber cual era la más
importante.
Lógicamente las que entraron primero en la
discusión fueron las piernas, y quienes abrieron
el tema fueron las manos.
Pero, como siempre, la primera en tomar la
palabra fue la boca.
–Considero que yo debo ser la elegida. –dijo
con una mueca de suficiencia– Soy la que
permite hablar, cantar, comunicarse. También,
gracias a mí, pueden masticarse los alimentos y
saborear las comidas. Beber y no morirse de
sed. Cuando muerdo destrozo, cuando beso doy
amor. Y hasta sirvo para conocer la temperatura y
la salud.
–Si no fuera por mí, –intervino la nariz– no
existiría el olfato y tú no sabrías que es el sabor.
Si yo no filtrase el aire que respira, el hombre
enfermaría.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LA HUELGA
11 LA HUELGA
No hay individuo más pobre que la sociedad
donde vive, ni país más rico que los
hombres que lo componen. (Renny Ottolina)
Diap 41
–Con mis compañeros del sistema digestivo
las convierto en sangre, en el verdadero
alimento del cuerpo, y desechamos lo que ya no
sirve. –completó.
–¿Qué harían sin mí? –saltó el corazón,
agitándose– Soy el que sin detenerme les envío a
todos ustedes la sangre con que renovar sus
energías. El que tiene que soportar las angustias,
las preocupaciones, el que debe trabajar más si el
ser humano se agita, lucha, corre o se lastima.
Soy único y cuando me detengo la vida se acaba.
Todos los humanos me dan importancia.
–No todos ni siempre. –intervino el hígado–
Muchas civilizaciones me la dieron a mí. Y tenían
razón. Soy el que controla el carácter el hombre.
Junto con los riñones filtro los venenos de la
sangre, el que amortigua sus excesos. Yo también
soy único, como tantos otros pequeños órganos y
glándulas sin las cuales no sobreviviríamos.
Nuestro trabajo es interno, oculto... pero el más
importante.
Las piernas se irguieron. Taconearon el piso y:
–¿Han pensado que si el hombre es bípedo,
un animal que usa las manos, un ser que ha
caminado y conquistado toda la tierra, a quien
se lo debe? Gracias a nosotras puede andar,
jugar, luchar, conducir, golpear, correr.
Nuestros pies son únicos, ningún otro animal
los tiene igual. Con ellos puede ir a cazar, a
buscar alimento, a divertirse, llegar donde
quiera. Si no hubiésemos sido así, todos
ustedes serían órganos de un primitivo ser
fijado a una roca o serpenteando para vivir.
–Pero hubiera vivido, –carraspearon los
pulmones– y sin nosotros no puede. Somos los
que mantenemos su respiración, los que
oxigenamos su sangre y le quitamos los gases
tóxicos. Si nosotros nos detenemos, muere. Está
de más decir que somos los más importantes.
–¿Y si yo no asimilara las comidas, los
líquidos, y todas esas cosas repulsivas que el
hombre ingiere? –dijo el estómago.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LA HUELGALA HUELGA
Diap 42
–Yo... –se escuchó una tímida y grave voz.
Todos se volvieron para la parte más baja y
oscura.
–Yo también soy importante, –volvió a
decir, y se adelantó humildemente– soy el ano.
Una carcajada ignominiosa y general de los
demás componentes del cuerpo, le recibió.
De inmediato se sucedieron las críticas y
burlas:
–¿Tú, que vives entre las heces?
–Vaya descaro. Si tienes que ocultarte entre
las nalgas.
–El ser humano se avergüenza de ti.
–Tienes un montón de repugnantes nombres.
El cerebro se sintió líder de las demás partes,
y les indicó que callaran mientras él hablaba:
–Lo único de alguna importancia que haces
es detener los excrementos. Y lo haces por que
yo te ordeno cuando aguantarlos y cuando
evacuarlos.
El esqueleto caminó con pasos alargados:
–Los sostengo, los protejo, le doy forma y
rigidez al cuerpo. En el extremo de mis huesos
genero los glóbulos que transportan el oxigeno,
soy el eje, apoyo y palanca para que puedan
moverse, tener fuerza, andar, agarrar, golpear,
defenderse. Sin mí, el ser humano sería una
masa amorfa y fofa. ¿Y preguntan quien es el
más importante?
El cerebro, quien había estado en silencio,
sobre la parte alta del grupo deliberante, hizo
su eléctrica declaración:
–Soy el que ordena lo que debe hacer cada
uno, el que tiene los conocimientos, guarda las
experiencias, recibe las señales, envía los
reflejos. Controlo o libero cada reacción. En mí
se guarda la inteligencia, los sentimientos, el
instinto y la sabiduría del ser humano. Si estoy
normal, él lo está. Si soy anormal, él lo es. Y su
vida real termina cuando yo termino. ¿Hay
alguien más que pueda ser tan importante?
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LA HUELGALA HUELGA
Diap 43
La primer semana, el cuerpo pudo aceptar con
pequeños malestares el cese de evacuaciones.
La segunda, recurrió a medicamentos pero,
el ano seguía duro en su posición.
La tercera, el cuerpo necesitó ir al médico,
las infecciones minaban su organismo, los
dolores eran insoportables, le fallaba la mente,
se le cortaba la respiración, el corazón tenía
arritmias, le costaba hablar, ver, oír, moverse.
El cerebro tuvo un destello de inteligencia, y
pidió hacer otra asamblea con los componentes
del cuerpo. Allí, todos pidieron humildemente
disculpas al ano:
–A partir de este momento tú eres el más
importante.
Y el ano, con su modestia característica,
contestó:
–No. Nadie es más que otro. Somos partes
de un conjunto. Si alguno parte falla, sufre todo
el cuerpo.
Cada uno hizo lo suyo... y todo volvió a
funcionar bien.
...oo0oo...
–No siempre me puedes controlar. Cuando
nacimos, yo actuaba por mi cuenta. Tuvieron
que educarnos a los dos para que yo aceptase tu
control.
–Es cierto, –aceptó el cerebro, de mala
gana– pero el ser humano al crecer deja de ser
un animal. Por favor, retírate a donde estabas,
no seas ridículo y deja de molestarnos.
Todos los demás acompañaron lo dicho con
una nueva sarta de desprecios y humillaciones.
Cuando finalmente callaron, el ano preguntó
con aguantada cólera:
–¿No creen que soy importante?
Le respondieron nuevamente con risas y
burlas.
Y él dijo:
–Entonces... me levanto en huelga.
El ano se fue a su oscuro lugar.
Los demás lo ignoraron.
::::::
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LA HUELGALA HUELGA
Diap 44
Pasan los días.
Los escolares no recuerdan donde queda el
pueblo y cuando llegó Colón.
En las casas y calles se desprende el
remiendo, dejando ver las huellas del tiempo y
el abandono.
Los gobernantes y políticos están en la
ciudad donde volvieron rapidamente a sus
poltronas.
Luego, en las vacaciones de Navidad,
Carnaval, Semana Santa, y agosto, le llega la
horda de citadinos con audacia suficiente para
viajar desde la civilización metropolitana.
Los pescadores y lugareños pueden ganar un
poco de dinero ofreciendo a los turistas comida
criolla y paseos por lugares exóticos que son
comunes para los del pueblo.
Los peñeros, que acostumbran cargar la
pesca cotidiana, se llenan de vacacionistas que
quieren absorber en pocos días el sol de un año
y la secular belleza natural.
Después se van, cansados, quemados...
Y Macuro vuelve a ser el pueblito costero,
lejano y olvidado de siempre.
Macuro es un pequeño pueblo de pescadores
situado en el extremo de la península de Paria.
La península siempre ha sido uno de los más
hermosos y exuberantes lugares tropicales del
Mar Caribe.
Y Macuro es uno de los tantos pueblos
olvidados de la costa que pasan dormidos en la
modorra de la canícula.
Pero, este pueblo tiene cosas que lo hacen
diferente.
El 5 de agosto de cada año se recuerda que
en 1498 fue el primer lugar donde Colón pisó
tierra sudamericana.
En las escuelas del país los niños escriben
temas sobre ello.
Las viejas casas del pueblo son pintadas y a
las calles le ponen algo de asfalto.
Gobernantes y políticos llegan a él y recitan
discursos pletóricos de historia y promesas.
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EL MERO
12 EL MERO
Cuanto más se conoce a los animales salvajes,
más se teme al hombre. (Las Mil y Una Carigiadas)
Basado en un hecho real y en una revista.
Diap 45
Traían en los techos de sus rústicos coches
los botes de goma con pequeños motores fuera
de borda.
Una vez estaban nadando entre los corales
impulsados suavemente por las chapaletas.
De improviso hallaron de frente y mimetizado
en una grieta a un enorme mero.
Era un viejo espécimen, casi tenía un metro
y medio de largo. El señor del lugar.
No se asustó al ver a los intrusos, por lo
contrario en su adusto rostro había curiosidad.
Un gran mero común que había sobrevivido
a la pesca de los lugareños por años, aprendiendo
de observar a sus congéneres morir mordiendo
un anzuelo o en una red.
Pero nunca había enfrentado alhombre cara
a cara, y ahora los veía como peces extraños.
Demasiado grandes para comerlos y no tanto
para que él fuese la presa.
Uno de los submarinistas sacó de una bolsa
plástica trozos de pescado lanzándolos al mero,
quien los tragó confiado de encontrarse en su
ambiente.
Hay otra cosa más.
Desde hace algunas décadas, el lugar se
convirtió en punto de atracción para los
submarinistas.
Como si no fuera bastante la costa de
blancas arenas y lujuriante vegetación, más el
azul tropical de tibias aguas generosas en pesca,
guardaba otra riqueza bajo ese mar.
Bancos de coral se multiplicaban en figuras y
tonalidades que sólo el trópico puede dar.
Los peces competían en colores y bellas
formas nadando en las cristalinas aguas.
Era un paraíso submarino, aunque la
adrenalina subía al ver acercarse la serena e
impredecible visita de un tiburón o la aún más
temible de las barracudas yendo en patrulla.
Los amantes del deporte subacuático pasan
de la etapa febril de pesca por arpón a la
fanática de sólo sumergirse para admirar
nuevas bellezas y de respeto a la naturaleza.
Hubo un grupo de jóvenes que cada quince
días venía a disfrutar sábados y domingos de
esa unión con la fauna marina.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL MEROEL MERO
Diap 46
No muy lejos los acompañaba el viejo mero
quizás cuidando su territorio o queriendo
guiarlos a lugares hermosos.
Le dieron un nombre:
El viejo Ben.
Cada domingo, antes de irse, los muchachos
hacían el último viaje en el bote de goma.
Iban despacio, sintiendo pesadumbre de
abandonar ese lugar paradisíaco.
Y con algo de tristeza en dejar solo al viejo Ben.
Sin embargo la verdad era que los que
quedaban solos eran ellos a pesar de volver a la
ciudad llena de personas.
El viejo mero se quedaba en sus dominios,
en sus aguas azules, en sus corales, con miles
de peces coloridos, en un mundo natural.
En mundo donde la vida comenzó millones
de años atrás y del cual salió un pez anfibio que
originó a los animales terrestres hasta llegar al
ser humano.
Donde para vivir uno debía morir otro, pero
cada uno sabía quien era su enemigo y en quien
podía confiar.
Ese fue el inicio de una relación que duraría
por meses.
Apenas llegaban los muchachos compraban
pescados, los despiezaban y salían en sus botes
para los corales donde acostumbraba hallarse el
viejo mero.
El pez parecía saber que ellos venían y los
esperaba en la grieta. Luego salía de su cueva a
encontrarlos y, hartado ya con la comida traída
por los jóvenes, nadaba cerca.
En su cabeza tenía pequeñas manchas
oscuras detrás y debajo de los ojos. El cuerpo
era color pardo, más oscuro en la parte dorsal y
con cinco bandas verticales de color.
Era un pez seguro de sí, experto en eludir
tiburones y picudas, que les había brindado su
confianza a los jóvenes y que esperaba de ellos
el cumplimiento de ese ritual.
Luego los submarinistas comenzaban a
bucear entre los corales buscando nuevas
maravillas de la naturaleza y siempre seguros
de encontrar otra con que extasiarse.
De tanto en tanto atisbaban a su alrededor.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL MEROEL MERO
Diap 47
En el fondo de la lancha yacía inerte el
cuerpo del viejo mero.
Eufórico, el hombre les narraba lo sucedido:
–Cuando me acerqué a él, vino directo hacia
mí. Lo arponeé enseguida... ¡Qué pez más
tonto!
Jamás el hombre entendió porqué los
jóvenes insistieron tanto para comprárselo.
Finalmente se los dio luego de fotografiarse
con sus amigos del yate y la presa obtenida.
Menos entendió que lo sepultaran en los
corales, en el mar, en sus dominios... y que los
jóvenes se marchasen de inmediato para la
ciudad.
Nunca volvieron a Macuro.
Pobre viejo Ben, pobre viejo mero...
El hombre tenía razón...
¡Qué pez más tonto!
¿Cómo se le ocurrió confiar en los seres
humanos?
...oo0oo...
Febrero 2001
::::::
Sucedió un sábado de Carnaval.
Los jóvenes habían salido de la ciudad la
tarde anterior, querían llegar a Macuro antes
que el tropel de turistas.
Llegaron a la playa amaneciendo. Cansados,
levantaron sus tiendas entre las palmeras para
ir a dormir agotados.
Al despertar vieron que aguas afuera se
imponía la figura enorme de un yate suntuoso.
Las pobres carabelas de Colón se habrían
hundido de vergüenza con sólo verlo.
En tanto, por el camino entre la vegetación
se observaba el polvo levantado por los coches
de los vacacionistas y los anticipaba la
estridencia de su equipos musicales.
Los submarinistas compraron pescados y
fueron con sus botes de goma al ritual
encuentro con el viejo Ben.
Vieron una lancha anclada en el lugar. Era la
auxiliar del yate.
Una pareja les hizo señas para que se
acercaran.
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EL MEROEL MERO
Diap 48
Al nacer Romualdo el rabito era pequeño.
Los médicos opinaron extirparlo.
No era una cirugía peligrosa, pero sería mejor
hacerla cuando la criatura hubiese crecido.
En primer momento sus padres estuvieron
de acuerdo.
Sin embargo al pasar el tiempo decidieron
dejarlo así, en parte por temor a consecuencias
orgánicas, en parte por que no le quedaba fea y
en parte porqué con la cola se había convertido
en una figura pública, importante.
Salía en publicaciones médicas, revistas,
informativos y en programas de televisión.
Era solicitado para presentarlo en conferencias
científicas de universidades e institutos de
medicina, antropología, genética y otras más.
Romualdo fue creciendo y la cola también.
Llegó a ser más larga que sus brazos.
Y se convirtió en su tercer mano.
Romualdo nació con cola.
No con una minúscula prolongación de piel
o un ínfimo pedúnculo carnoso como tienen
algunas personas.
Nació con una cola normal, tan normal como
debió ser en nuestros primates antepasados.
En todo lo demás, Romualdo era un niño
común.
Aún no se puede saber que gen regresivo
actuó, pero lo hizo involucionar millones de
años en ese lugar.
Los exámenes mostraron que el apéndice
caudal estaba compuesto por huesos, nervios,
músculos y demás tejidos correspondientes
para sus funciones.
Naturalmente, en la pelvis faltaba el atrofiado
cóccix de los seres humanos actuales y en su
lugar estaba el primer elemento óseo de la cola
acoplado con flexibilidad al sacro.
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LA COLA
13 LA COLA
Que hablen de ti.
Mal o bien, pero que hablen.
Si no te nombran, no eres importante.
(Maquiavelo)
Diap 49
Cuando sus compañeros estaban descuidados,
con la cola les ceñía los tobillos o las muñecas,
les movía el cabello, o les hacía cosquillas.
Ellos, viéndolo con las manos quietas y
olvidando su cola, siempre se sobresaltaban.
Las muchachas temían alguna malicia y
trataban de no aproximarse mucho.
Pero la mujer es curiosa por instinto y le
atraen los hombres diferentes a los demás.
Muchas le pedían que moviera algo con la
cola, otras que dibujase o escribiese, algunas más
atrevidas le decían si podían acariciarla.
Y él se los permitía, sin decirles que allí tenía
igual o más sensibilidad que en las manos.
La madre de Romualdo desde el primer
momento puso condiciones para poder escribir,
fotografiar, grabar, usar imágenes, utilizar el
nombre o detalles de su hijo. Hasta para
presentarlo en conferencias se debía pagar.
Su padre registró como propiedad todo lo
referente a la cola o sinónimo, siendo ellos los
fiduciarios del capital hasta la mayoría de edad
del muchacho.
Las personas mayores y los niños lo aceptaron,
viéndolo con admiración, ya que él usaba su
cola con naturalidad y siendo más una ventaja
que una molestia.
Lógicamente debía cuidarla cuando caminaba
entre la gente, o pasaba por puertas giratorias,
o subía al auto.
También cuando se sentaba en el colegio
debía ponerla junto a sus piernas para que no le
hiciesen alguna broma.
Aprendió con su extremidad prensil a tomar
lápices, herramientas, pinceles, a escribir con la
misma facilidad que las manos.
A aferrarse con ella si se encontraba en lugares
peligrosos, manteniendo sus otras extremidades
libres.
A sostener un libro y tomar apuntes al
mismo tiempo.
Le servía como tercer apoyo cuando se sentía
cansado y para levantar las cosas del piso sin
agacharse.
También con su apéndice caudal cometía
picardías.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LA COLALA COLA
Diap 50
En ellos, Romualdo destapaba refrescos con
su extremo prensil, o sostenía con el mismo un
teléfono mientras gesticulaba con las manos
libres.
Servía tres comidas al unísono con sus tres
extremidades, tocaba tres instrumentos o usaba
tres artefactos electrónicos.
Pero, Romualdo era un ser como los demás.
Llegó la juventud, sintió ansia de amar, el
deseo sexual.
Su madre era vigilante de que no fuese el
muchacho a caer en oportunistas ni en l vicios
de una vida fácil.
Pero Romualdo, si bien le sobraban medios
para tener relaciones con mujeres, terminaba
convenciéndose que ellas lo buscaban por su
fama.
Era por la novelería de hacerlo con un
hombre que tenía cola, no por el hombre.
Se volvió introspectivo y, ocultando su cola
dentro de un pantalón normal, trataba de
desligarse de su notoriedad.
Siendo un buen estudiante terminó la
Secundaria e ingresó a la Facultad de Medicina.
Pronto surgieron los pantalones vaqueros
"Romualdo", calzoncillos y bañadores de igual
nombre, chaquetones y franelas con el dibujo
de su cola, conjuntos musicales con colas
ficticias y canciones alusivas a ella.
Se fabricó ropa de bebés, bragas y juguetes
con cola, se editaron revistas infantiles donde el
personaje "Romualdo" con su apéndice caudal
se imponía sobre los villanos.
Hasta salieron al mercado colas artificiales
robotizadas para los antojadizos de parecerse a
alguien distinto.
La televisión transmitía programas donde
antropólogos, médicos, biólogos, genitistas,
científicos y hasta religiosos, pretendían dar
una explicación de ese caso involutivo.
Y esos sabios, esos primates sin cola,
remontándose a los orígenes de la especie, de la
evolución, o la fe, trataban de demostrar cada
uno gran suficiencia en su campo.
Las internacionales en artículos de consumo
masivo lo contrataron a fin de usar su
peculiaridad para promover sus productos en
estereotipados anuncios.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LA COLALA COLA
Diap 51
Nadie sabía de él, ni familiares ni amigos...
ni Ramona.
Finalmente llegó una misiva en la cual
indicaba que en un mes volvería.
Y Romualdo volvió.
Volvió sin cola.
Se la había hecho extirpar.
Era un hombre normal. Otro más.
Las internacionales y promotores lo acosaron
de pleitos y demandas, perdiendo él toda su
fortuna.
Los medios de comunicación lo dieron como
noticia por poco tiempo y sólo recordando la
época en que tenía cola.
Ramona no quiso saber nada más de él.
::::::
A pasado el tiempo.
En la Facultad hay alguien que recoge las
papeleras.
Es Romualdo, pobre, solo, olvidado y...
normal.
Es que no hay ser más insignificante que un
hombre normal.
...oo0oo...
Muchos pensaron que lo hacía para conocer
más su organismo y buscar las causas de su
singularidad.
Y él, como tantos más, lo había hecho por
que le gustaba.
Allí conoció a Ramona, una bella y agradable
compañera que despertó en su corazón el amor
verdadero.
Compartieron estudios, consultas en la
biblioteca, salidas, reuniones, bailes, cenas...
Eran un pareja más de novios.
Como cualquier otra.
Pero no como cualquier otra...
Romualdo tenía cola.
Ella lo amaba también. Y el amor acepta
todo, viendo belleza hasta en las anomalías.
Además...
¿Cuantas mujeres pueden ser amadas y gozar
la pasión sintiéndose abrazadas y acariciadas
por tres extremidades?
Pero, él temía formalizar esa relación.
Romualdo cumplió 21 años y pasó a disponer
legalmente de su fortuna.
A la semana siguiente desapareció.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LA COLALA COLA
Diap 52
Siguieron viviendo, aparentando, vistiendo,
maquillándose y tomando el té, como lo hacían
antes.
En el apartamento frente al de ellas vivía
Iván Poshkinov, un alto, rubio y fuerte eslavo,
quien trabajaba en el Ateneo.
Aunque en el edificio había cuarenta
apartamentos, las solteronas sólo conversaban
con el eslavo, saludando a los demás con una
seca y displicente inclinación de cabeza.
Las enjutas viejas siempre que se encontraban
con él, le hablaban de los problemas sobre la
educación, de las clases sociales y del status.
Iván en poco tiempo descubrió que la cultura
de esas dos mujeres era tan superficial como
ellas.
A pesar de las corteses negativas del eslavo,
éste no podía librarse de aceptar, de tanto en
tanto, el tener que ir a tomar el té con las
consabidas galletas de jengibre.
Esa tarde coincidieron los tres en el ascensor.
Eran flacas, rubias, engreídas, viejas, y...
solteronas.
Lógicamente, vivían solas.
Y vivían en un sencillo apartamento de la
clase media.
Y sobrevivían gracias a una muy mesurada
pensión de su fallecido padre, quien había sido
embajador.
Su juventud la pasaron en ese mundo de
apariencias y simulaciones en que consiste la
diplomacia.
Pero el mundo se les vino abajo cuando, al
fallecer el viejo, descubrieron que no les
quedaba nada.
Cuando un pobre se vuelve rico, olvida
rápidamente como era su vida anterior.
Pero, cuando alguien de la clase alta cae,
nunca olvida como vivió.
Y ellas no olvidaron.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LAS GALLETAS
14 LAS GALLETAS
Si tienes que explicarle Física Pura
a un leñador, háblale de árboles.
(Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas)
Diap 53
::::::
Luego de haber escuchado los detalles del
suceso, Dimitri lanzó una sonora carcajada y,
para asombro de Iván, aceptó la invitación.
Y ahí estaban los dos ese miércoles a las
cinco y media de la tarde, sentados en unos
sillones Luis XV, frente a unas emperifolladas
solteronas como si estuviesen en el teatro de la
ópera de San Petersburgo.
Cerca de ellos, en una mesa de cristal de
Bohemia tenían el juego de té, de plata tan
brillante que parecía haber sido pulido para los
Romanov.
En otro sillón, como si hubiera sido dejado
de leer al llegar la visita, estaba el libro recién
publicado del filósofo.
Úrsula rogó a Dimitri que hiciera algunos
comentarios sobre su obra.
Efigenia agregó que con sólo recorrer unas
páginas se notaba un libro absorbente.
Mientras decían esto trajeron el té, las galletas
y, con coquetería antañona, las sirvieron.
Las solteronas lo saludaron con sus típicas y
estereotipadas sonrisas.
Úrsula, la mayor, desplegó una revista donde
destacaban la visita al país del filosofo Dimitri
Godturgeniev.
–Usted debe conocerlo. Va a dar una
conferencia en el Ateneo, donde usted labora.
–Afortunadamente tenemos vecinos como
usted. –se aprestó a completar Efigenia, la otra
hermana.
–Sí. –dijo el eslavo– Como él es ruso, al ver
mi apellido vino ha saludarme. Hoy de tarde
hablamos.
Iván Poshkinov se arrepintió de haber dicho
eso.
Las solteronas lo acosaron pidiéndole que
invitara al filósofo para que viniera a tomar el
té con ellas.
La única manera de librarse y poder cerrar la
puerta de su apartamento fue prometiéndoles
que se lo diría.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LAS GALLETASLAS GALLETAS
Diap 54
Al tocar en el reloj de péndulo las ocho de la
noche, los hombres se levantaron y, luego de las
consabidas frases, se despidieron agradeciendo las
amabilidades.
El filósofo concluyó elogiando una vez más
las famosas galletas.
Salieron al corredor. Ellos llamaron el
ascensor.
Úrsula en la puerta se sentía la representación
de una princesa rusa en la entrada de un
castillo imperial.
Efigenia les rogó que esperasen un momento.
Entró al apartamento volviendo con pequeño
paquete de galletas cerrado con un lazo blanco,
azul y rojo.
–Para que nos recuerde. –dijo entregándolo
a Dimitri y, sonrojada tal cual una quinceañera
en su primer audacia.
Y señaló la cinta indicando:
– Es la bandera de Rusia.
Dimitri tomó con elegancia una de las
galletas, la mordió suavemente, la paladeó y...
abriendo las manos, dijo con efusiva admiración:
–Extraordinaria... Deliciosa... Ni en Londres
ni en París he probado una exquisitez como
ésta... ¿De dónde son?
–Las hacemos nosotras, –dijo Úrsula
hinchándose de satisfacción– es una receta que
viene de familia.
–Jamás le serviríamos a usted un dulce
comprado, esas cosas son para el vulgo... –
Efigenia enfatizó con un gesto despectivo.
–Tienen un sabor tan particular. –continuó
el filósofo– Yo también hago mis galletas, soy
un fanático de la repostería.
E Iván quedó como mudo oyente de una
entusiasmada y larga charla donde las
solteronas intercambiaban con Dimitri sus
conocimientos de ingredientes y distintas
fórmulas de postres, bizcochos y dulces.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LAS GALLETASLAS GALLETAS
Diap 55
A DIMITRI GODTURGENIEV,
MAESTRO E INSIGNE FILÓSOFO.
SUS ADMIRADORAS Y DISCÍPULAS:
ÚRSULA Y EFIGENIA
Iván, asombrado, sin comprender, le comentó:
–Esas mujeres están en la gloria. Se desviven
en elogios de ti. Dicen a todos que eres un
sabio, un filósofo maravilloso. Sin embargo, en
toda la reunión no comentaste con ellas ni una
palabra de filosofía.
–Iván... la gente solo escucha aquello que le
gusta. A cada persona hay que hablarle en su
idioma y de lo que conoce.
Y, con una sonrisa, se dirigió hacia el avión.
...oo0oo…
1999
Dimitri, como un cosaco imperial, fue hacia
las mujeres y las besó en ambas mejillas.
Se cuadró, golpeó los tacones, hizo una gran
inclinación y, despidiéndose, entró al ascensor.
::::::
Habiendo concluido las conferencias, el
sábado siguiente se marchaba el filósofo.
Iván le acompañó hasta el aeropuerto.
Allí, tal como le habían pedido Úrsula y
Efigenia, le entregó un pequeño paquete con el
ya consabido lazo.
Dimitri lo abrió.
Dentro venía un estuche de plata.
Las solteronas habían sacrificado alguna
reliquia.
En su interior estaba la receta de las galletas
de jengibre.
Y por fuera tenía una reciente grabación:
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
LAS GALLETASLAS GALLETAS
Diap 56
Betún mal oliente que servía para cubrir el
techo no dejando entrar la lluvia.
Lo haría luego de volver de la cacería de
venados.
Era una de las pocas cosas que los hombres
aún hacían juntos como cuando estaban en las
cuevas y dependían de la cacería.
Actualmente, iban sólo cuando las mujeres
protestaban porque se había acabado la provisión
de carne cocida y también la de secada al sol.
Todo comenzó cuando a Karí, estando en el
valle, se le había ocurrido parar unas cañas y
cubrirlas con paja y barro.
Lo hizo para formar una cueva donde ocultarse
a esperar los animales, además de protegerse
del sol.
Aquel refugio fue usado durante muchos
soles y lluvias por todos los cazadores.
Hasta que un día, Ñákate, el jefe de la tribu,
se apropió de la choza.
Poco después, pidió a Karí que hiciera una
más grande, abandonó la cueva y se instaló en
esa nueva construcción.
Karí, el constructor, estaba levantando una
choza cerca de su caverna.
Su compañera estaba dando el pecho al
último hijo mientras los otros jugaban con las
lanzas.
Sentada sobre la paja, ella le sonrió a Karí.
La mujer se sentía feliz de tener un cobertizo
como todas las demás que hacía tiempo habían
dejado las cuevas.
El cavernario gruñó, sin saberse si era por
ver a ella así o por que se filtraban algunos hilos
de luz del sol entre la paja del techo.
Tendría que buscar más de ese pasto alto.
Luego iría al charco negro.
Allí llenaría la bolsa, hecha con estómago de
jabalí, de aquel líquido pegajoso.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
ÑÁKATE
15 ÑÁKATE
Opresión es cuando el estado de derecho
se cambia en derecho del estado.
Cuando el primer jefe de una tribu hizo
sacar por un guerrero a un hombre
de su choza, se acabó la justicia.
(Reflexiones de Humgrand Penn de Joc )
Diap 57
Karí miró desde el terraplén donde se hallaba:
Más abajo, en el valle junto al río, cercanas
unas a otras, se levantaban las chozas.
Y estaban protegidas por un muro de piedra
que él, hacía mucho, enseñó y ayudó a hacer.
Sin quererlo, Karí había sido el causante del
inicio de una aldea.
Y con ello, del cambio de una tribu cavernícola
y nómada a un pueblo cultivador y sedentario.
Alrededor de los cobertizos las mujeres
tuvieron aves y animales. Éstos ya no huían.
Por lo contrario, se habían acostumbrados a las
sobras de las comidas humanas.
La aldeanas vieron que de los granos y lsemillas
que caían en la tierra nacían nuevas plantas.
Y aprendieron a cultivar, a cosechar. Y a
depender de un pedazo de tierra.
Karí enseñaba como construir las cabañas, los
braseros donde mantener el fuego, las
herramientas para cultivar, como levantar los
muros de piedra para protegerse.
Sin embargo, Karí siguió viviendo en su cueva.
Menos Karí, los otros cavernícolas lo imitaron.
Y el valle se fue llenado de bohíos, que se
juntaban por el temor a las fieras y el deseo de
estar cerca del jefe.
Poco a poco comenzaron las especialidades.
Algunos cazadores se convirtieron en
guardianes para proteger a quienes vivían en
las chozas del ataque de las fieras.
Otros, acostumbraron a reunirse con Ñákate
para deliberar los problemas que sucedían por
haber dejado las cuevas. Y, hubo quienes
quedaron para efectuar las soluciones.
Con el tiempo los primeros se llamarían
guerreros que; cuando ya no tuviesen fieras con
que justificar su finalidad, inventarían guerras
con las tribus vecinas.
Los segundos cambian de nombre a través
de la historia. Pero coinciden en algo: cuando
no había problemas, los creaban para mantener
su proximidad al jefe de la tribu.
Y existen los terceros, como Karí, que seguen
construyendo.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
ÑÁKATEÑÁKATE
Diap 58
Cercano a la cueva surgía un pequeño
manantial que daba origen a un arroyuelo, el
cual formaba un charco de aguas barrosas antes
de ir a dar al río del valle.
Karí había visto que cuando llegaba la época
en que el sol quemaba más fuerte, el charco se
secaba dejando el barro duro y con formas
parecidas al cuenco de una mano.
También vio que al estar muy seca esa forma
de barro, cuando llovía el agua quedaba dentro
del cuenco.
Un día, Karí tomó el barro, lo dejó secar
hasta que fue una pasta en sus dedos, le dio
forma parecida a sus manos cuando las juntaba
para tomar agua, luego dejó que ese recipiente
se secara varias veces al sol del mediodía.
Muchos recipientes hizo.
Con ellos traían agua del manantial,
guardaban las semillas y alimentos.
Y vieron que el agua que salía por el fondo
del cazo era más fresca.
Y que, si los ponían sobre las llamas, los
alimentos dentro de ellos se cocinaban.
Si lo necesitaban, sólo debían ir a buscarlo y
él iba a la aldea. Luego que daba solución al
problema, se marchaba.
No le gustaba ver como habían cambiado sus
compañeros. Como Ñákate, su camarilla de
deliberantes y su grupo de guerreros, que exigían
las mejor para ellos, aunque nada hacían, ni
cazar, ni cultivar, ni construir.
Tanto insistió la compañera de Karí, que
finalmente éste le construyó esa choza.
Pero, no en el poblado sino en ese saliente,
desde allí podía verse el valle, la aldea, era
difícil que llegaran las fieras y... estaba cercano
a la cueva.
Varias lunas después, la choza era habitada
por la familia de Karí, quien colocó en ella toda
su experiencia.
Dentro construyó una bóveda de piedras en
la cual se mantenía el fuego y cocinaban los
alimentos.
Como el humo molestaba, abrió un agujero
en la cumbre, le puso un sobretecho, viendo
con satisfacción que el fuego se avivaba más.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
ÑÁKATEÑÁKATE
Diap 59
Que se quedaría en su cueva, en su choza, en
su saliente, con su compañera, con sus hijos,
con su tierra, con lo suyo.
Una mañana, despuntando el sol, llegaron al
terraplén cuatro guerreros armados.
Sacaron por la fuerza a Karí de la choza y, sin
más, lo llevaron frente al jefe en el valle.
–¡Te quedarás en la aldea y no podrás salir
de sus muros!
–Los muros que ayudé a construir. Dentro
ellos mandas tú. Pero dentro mío, mando yo.
Quiero volver a mi choza.
–No. Por el bienestar de la tribu debes
quedarte aquí.
–Seré prisionero de mi propia gente. ¿Quién
lo decidió?
–Los deliberantes, los guerreros, y yo...
¡Ñákate!
::::::
Pasaron miles de años, las aldeas se
volvieron naciones. Pero, algo no cambió, aún
siguen mandando los...
¡Ñákate!
...oo0oo...
Una noche un recipiente cayó dentro de las
brasas, no lo sacaron por temor a quemarse. Lo
dejaron allí.
En la mañana, al renovar Karí la carga de leña,
sacó el cuenco y vio que se había endurecido,
que ya no se colaba el agua por él, que podía
ponerse sobre el fuego y cocinaba mejor.
Sin él saberlo había sido el causante del
inicio de una aldea y de las consecuencias
sociales de vivir en ella.
Pero también sin saberlo había sido el autor
de la primer obra noble del hombre, la que
daría origen a la civilización, a la manualidad y
al arte:
La Cerámica.
Y esto le disculpa por todo el daño que hizo
con lo primero.
Cuando se enteró Ñákate de esos logros, le
envió decir que fuese a vivir a la aldea para
enseñar a sus compañeros esos descubrimientos.
La verdad era otra: el cacique temía que
otras tribus lo supiesen.
Karí le contestó que enseñaría a todos como
hacer esas cosas, pero que no viviría en la aldea.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
ÑÁKATEÑÁKATE
Diap 60
La escribió a mano, diciendo que si hacía el
favor de recibirlo y darle una entrevista, eso le
ayudaría en su reciente profesión de periodista
en el New Old Post.
Le contaba que tenía pocos meses de casado,
que se esposa estaba embarazada y que, si le
daba la entrevista y la criatura era varón, lo
llamaría como el millonario.
Firmó poniendo su nombre y apellidos
completos.
Le pareció una carta sin valor para un hombre
habituado a leer documentos referentes a
millones.
Pero, obedeciendo a una corazonada, la
envió desde el correo de su barrio.
Dos días después llegó aquella hoja que
revolucionaría el edificio del noticiero desde los
directores hasta la rotativas:
CONCEDIDA ENTREVISTA JUEVES 3
A LAS 9 A. M. A PERIODISTA
GIANCARLO TRONCOVECCHIO.
SOLO, SIN FOTÓGRAFOS.
TOR TROMP
El joven cronista Giancarlo estaba radiante
de felicidad.
El reportaje que estaba a punto de realizar lo
elevaría dentro del ambiente del periodismo.
El multimillonario Tor Tromp, al cumplir
ochenta años, le había dado la exclusiva de sus
declaraciones.
Sus colegas nunca habían podido obtener
una entrevista con el viejo acaudalado, a pesar
de haberle abrumado con llamadas telefónicas
jamás aceptadas.
Ni con visitas de hermosas periodistas que
no pasaron de las rejas de su mansión, ni con
sobornos perdidos en los fieles empleados del
magnate.
No comprendía aún como él pudo lograrla.
Sólo le había enviado una carta personal,
que ni llevaba los membretes del periódico.
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL SACRISTÁN
16 EL SACRISTÁN
Para hacer dinero no hace
falta ir a la Universidad.
Diap 61
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN
El clima era frío y el lugar algo árido, las
montañas mostraban una tierra seca y llena de
rocas, la enorme casa estaba situada en la
ladera de una colina en cuya cima se destacaba
una ocre y pequeña iglesia estilo románico.
Cruzaron con el coche un prado y, para su
asombro, detrás de las cercas floridas y los altos
cipreses se veían cultivos de hortalizas y
sembradíos.
Lo recibió el señor Tor Tromp en persona,
un anciano vivaz que lo trataba casi como si
fuese de la familia.
Fueron al balcón de un mirador cercano a la
piscina y se sentaron en una mesa bajo una
sombrilla.
Giancarlo levantó la vista y quedó nuevamente
pasmado. El mirador, la piscina y parte del
jardín, estaban bajo una cúpula de cristal, allí
sería siempre primavera y sin lluvias.
–Es el único tiempo que puede comprar el
dinero, –dijo el magnate, mirándolo– porque el
de la vida no se puede encerrar en una bóveda.
Pasa, y llegan los ochenta.
::::::
Jueves tres, siete de la mañana.
Giancarlo ya estaba bañado y se preparaba
para la entrevista.
Había llegado por avión la tarde anterior.
Se registró en el hotel y llamó a la mansión
del magnate para confirmar si aún seguía
vigente la entrevista, e informar de su llegada.
Apenas dijo su nombre al secretario, lo
comunicó con el señor Tromp.
Su voz era agradable y determinante. Le dijo
que le enviaría su coche a las 7 y 30 para
recogerlo.
Se equipó con grabadora, libretas y un par de
bolígrafos.
Los otros periodistas y los directores le dijeron
llevar oculta una pequeña máquina fotográfica,
pero él pensó que sería traicionar la confianza
otorgada.
A las 8 y 45 estaba pasando con el suntuoso
automóvil por los portones de la gran mansión.
El paisaje le hizo recordar las fotografías del
álbum de su padre.
Diap 62
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN
–Mi abuelo se llamaba igual, mi abuela aún
vive y su nombre es Tomasina Tagliapiombo. Y,
así es, vinieron de Italia cuando eran muy jóvenes
–De un pueblo... Piave di Terra... –dijo Tor
con nostalgia.
–¿Cómo lo sabe? –Giancarlo lo miró
asombrado.
–¿Quiere conocer mi nombre... el verdadero? –
y, sin esperar respuesta, siguió– Torcuato
Trompetone. Cuando vea a su abuela, dígaselo,
seguro que me recordará. Todos conocían a
Torcuato Trompetone en Piave di Terra.
Giancarlo no se recuperaba de su sorpresa.
El señor Tor tomó la jarra y le sirvió jugo de
naranja. Con la sonrisa típica de los viejos que
recuerdan, le preguntó.
–¿Quiere que le cuente una historia de Piave?
¿De un sacristán de una iglesia parecida a ésa?
Señaló el pequeño templo en la cima del
cerro.
El joven movió la cabeza afirmando, estaba
seguro que el anciano la hubiese contado de
cualquier manera.
–No los representa. –Giancarlo era sincero–
A propósito, permítame agradecerle la entrevista.
Cumpliré mi palabra, y pondré su nombre al
primer varón que tenga.
–Ni se lo ocurra. –el viejo sonría– Ya verá
por qué. Esta no es su entrevista, es mía.
Necesito saber cosas. Y quiero su promesa que
callará lo que no se debe contar.
–La tiene. El terminar el reportaje usted me
dirá que puedo escribir y sólo eso irá al público.
Imaginó que ese hombre, como todo poderoso,
tendría en sus historia capítulos que ocultar.
El anciano presintió lo que el joven pensaba
y le dijo:
–No hay en mi pasado hechos delictivos.
Aunque tengo épocas que nadie conoce, facetas
de mi vida ignoradas por la gente. Pero, primero
hablemos de usted. Su nombre es Giancarlo
Troncovecchio ¿Y el de su abuelo? ¿Y el de su
abuela? ¿Vinieron de Italia hace mucho, no?
El joven reportero, sorprendido de ser
interrogado en lugar de ser él quien hiciera las
preguntas, contestó:
Diap 63
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN
El pequeño se formé al lado de Don Doménico,
aprendiendo las jaculatorias, oraciones y
ceremoniales, con tal interés que llegó hasta
substituirlo en las procesiones del santo del
pueblo, ya que al anciano le costaba caminar.
Además ayudaba a todos los vecinos,
arreglaba techos, pintaba, buscaba leña, trabaja
en la vendimia, recolectaba en las cosechas.
Era el auxiliar para todos y la ayuda en donde
lo necesitaran o estuviese alguien enfermo.
Le había dicho a Don Doménico si podía ser
sacerdote, pero el viejo párroco se limitaba a
mover la cabeza.
Don Doménico murió.
Murió el jueves de Pascua. No había nadie
para darle la unción final ni rezar las últimas
preces.
Lo pusieron en el catafalco. Sólo se oía
murmullos en el templo. En el fondo de la
iglesia se reunieron los feligreses más viejos y,
luego de una charla en voz baja, se acercaron al
sacristán.
El pobre joven se sentía desolado.
::::::
"Piave di Terra era un pueblito que ni
siquiera figuraba en las señales del camino. Un
pueblito donde enviaban a las curas sin
capacidades. Un pueblito con una docena de
casas viejas alrededor de una antiquísima y
pobre iglesia.
El párroco se llamaba Don Doménico, y era
tan viejo que parecía el fundador de esa iglesia.
El pobre cura sobrevivía gracias a las limosnas
en aves, frutas y hortalizas que le traían los
campesinos en la misa de 9 de los domingos.
Sólo los esporádicos casamientos, la muerte de
uno de sus feligreses, y la primera comunión de
los escasos niños, le lograban un mísero
ingreso para vino, queso y salame.
Don Doménico tenía de sacristán a un
muchacho. Un niño cuya madre había muerto
al darle a luz y que, cuando él tenía catorce
años, su padre lo dejó al cuidado del clérigo
mientras iba a América para hacer algún dinero
y mandarlo buscar. Luego de meses sin saber
nada de su padre, alguien trajo la noticia que lo
habían matado
Diap 64
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN
Le preguntó si era célibe, si no tenía hijos y si
aceptaba vivir con los votos de obediencia,
pobreza y castidad.
Y el sacristán le contestó a todo en forma
afirmativa.
El obispo razonó que los primeros apóstoles
habían sido párrocos, pastores, obispos, por el
solo don de creer en el Salvador y llevar su
palabra a los fieles.
Que podría hacerse una excepción y dejarlo
como sacerdote por gracia papal.
El joven sacristán sintió que se le abrían las
puertas del cielo, le daban lo que tanto había
pedido a Don Doménico.
El obispo le indicó que escribiese una solicitud
a Roma, que él la apoyaría y recomendaría.
El sacristán agachó su cabeza y dijo que no
sabía leer ni escribir.
El obispo puso el grito en el cielo y las
puertas se le cerraron.
Jamás dejaría como sacerdote a un analfabeta.
Le ordenó que saliera de la casa parroquial,
cerró el templo, y a los pocos días llegaba un
cura viejo y extraño.
Le pidieron que oficiara el ritual. El se negó.
Sin embargo, ante la insistencia y los
argumentos que él sabía todas las ceremonias
igual que un cura, finalmente aceptó.
Y el sábado casó a una pareja del pueblo. Y el
domingo celebró la misa de Pascua de
Resurrección.
Y así, día a día, fue convirtiéndose en el
párroco de esa aldea. Todo, con la conformidad
y el beneplácito de sus pobladores.
Pasaron un par de años. Un día llegó al pueblo
la visita que cada tanto, y cuando se acordaba
de ese pueblo, hacía el obispo de la provincia.
Al enterarse de lo sucedido se escandalizó
pero, viendo la situación y el cariño que tenían
los lugareños al nuevo y supuesto párroco,
meditó.
Le hizo una serie de preguntas al sacristán,
de como debía celebrarse tal y cual misa, de los
dogmas y las leyes de la iglesia, de lo que
significaba en latín los rezos de la misa, del
ángelus, teología y otras de cosas de religión.
Y el sacristán le contestaba todo en forma
acertada.
Diap 65
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN
–Escriba lo que quiera. Dudo que le crean.
No hay cosa más inverosímil que la verdad. Y
por favor... no le ponga mi nombre a su hijo.
::::::
Los directores del periódico opinaron que el
viejo era un millonario excéntrico y se había
burlado del reportero.
A Giancarlo lo pusieron en Deportes.
Allí lleva diez años.
Aún recuerda cuando bautizó a su hijo, Gian
Tor.
En la mañana trajeron un sobre-
Dentro traía un cheque por una gran cantidad,
más los pasajes de él y su familia para ir a Italia.
Para llegar a Piave di Terra.
Cortesía de Aerolíneas Tromp.
En ese pueblo cuentan que hace años vino
un Giancarlo Troncovecchio...
Y que donó un altar a San Torcuato.
Su fiesta es el 15 de mayo.
En su base está grabado:
EN HOMENAJE A
TORCUATO TROMPETONE.
...oo0oo...
El sacristán trabajó algo en Italia y vino para
América."
El señor Tromp dejó de mirar las montañas y
preguntó:
–¿Sabe cómo se llamaba ese sacristán?
–Sí... –murmuró el reportero– Torcuato
Trompetone.
–Exacto. Con ese nombre no haría fortuna
en América. Lo cambié. Aprendí a leer y
escribir. A hablar en inglés. Empecé con un
pequeño negocio de comida. Luego se convirtió
en una cadena. Invertí en bienes raíces,
petróleo. Corporaciones marítimas. Compañías
aéreas. Mi secretario puede darle un resumen
de todas las empresas.
–Y todo eso se debe a que usted no sabía leer
ni escribir. –exclamó, admirado– ¿Qué sería si
lo hubiese sabido?
El millonario sonrió burlonamente.
–Pues... sería el cura de aquel pueblo.
El magnate se levantó.
El reportero comprendió que la entrevista
terminaba.
El viejo, dándole la mano, agregó:
Diap 66
CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
EL ANDINO
José Gregorio salió del vehículo.
El frío que le pegó en la cara más la sensación
de mareo le indicaron que él no estaba habituado
a esas regiones.
Buscó dentro del coche un abrigo.
Al ver allí los libros, los planos y los
instrumentos, reflexionó que no había venido a
extasiarse con el paisaje sino a trabajar.
Por tanto, volviendo a entrar en la camioneta,
se dirigió al pueblo cercano donde lo esperaría
un asistente. Lo único que sabía de este, era
que se llamaba Hermógenes.
El día siguiente, luego de un abundante y
caliente desayuno, marcho con él a los terrenos
donde debían construir un camino para unas
futuras villas turísticas.
Hermógenes parecía ser buen ayudante, sólo
que José Gregorio tenía que acostumbrarse a su
manera parca de hablar, característica de los
hombres de la cordillera.
José Gregorio detuvo la camioneta.
El paisaje era de una belleza exuberante. Los
serpenteantes caminos subían y bajaban las
sierras entre terrenos con cultivos y limitados
por muros de piedra.
Cada tanto, de las laderas de las montañas
caía torrentes de agua en brillantes cascadas.
El agua formaba arroyuelos que luego de ser
aprovechados para regar los sembradíos, iban a
reunirse con el río, allá en el fondo de la
quebrada, para correr entre brillantes piedras y
cantos rodados.
El aire tenía una transparencia excepcional y
el cielo azul destacaba la blancura de las nubes.
En los picos, una que otra cumbre estaba
coronada de nieve.
17 EL ANDINO
Teoría, es el resumen de las experiencias
de muchos hombres. Práctica,
es la experiencia de un solo hombre.
(Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas)
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  • 8. Diap 8 CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS, Y… NO TANTO Rosalino Carigi Original Años 1978 al 2003 VERSIÓN ENERO 2016
  • 9. Diap 9 DEDICATORIA A todos los que en algún momento, por lo bueno o por lo malo, motivaron escribir un cuento. PRESENTACIÓN –Abuelo, cuéntame un cuento. –Yo sé escribirlos, pero no sé contarlos. –Cuéntame uno de los que tú escribes. –No te gustaría, mis cuentos son feos. –Entonces... ¿Para qué los escribes? Conversación con mi nieto Joshua cuando tenía seis años. :::::: –Ilan... ¿quieres un libro? –Sí... –¿Qué libro quieres? –El azul... Conversación con mi nieto Ilan cuando tenía dos años. ...oo0oo...
  • 10. Diap 10 DEDICATORIA A todos los que en algún momento, por lo bueno o por lo malo, motivaron escribir un cuento. PRESENTACIÓN –Abuelo, cuéntame un cuento. –Yo sé escribirlos, pero no sé contarlos. –Cuéntame uno de los que tú escribes. –No te gustaría, mis cuentos son feos. –Entonces... ¿Para qué los escribes? Conversación con mi nieto Joshua cuando tenía seis años. :::::: –Ilan... ¿quieres un libro? –Sí... –¿Qué libro quieres? –El azul... Conversación con mi nieto Ilan cuando tenía dos años. ...oo0oo...
  • 11. Diap 11 CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO ÍNDICE PARA IR A UN CUENTO CLIQUEAR SOBRE SU NOMBRE No. CUENTO Diap. INICIO 1 DEDICATORIA - PRESENTACIÓN 10 INTRODUCCIÓN - ESTOS CUENTOS 12 01 LA RUEDA 13 02 EL LETRERO 15 03 EL ALACRÁN 17 04 TRÓPICO 19 05 DIVERO 21 06 ARÚ 23 07 LA MONA 25 08 EL HOMBRE 27 09 EL AUTO 31 10 EL CHINCHORRO 35 11 LA HUELGA 40 12 EL MERO 44 13 LA COLA 48 14 LAS GALLETAS 52 15 ÑÁKATE 56 No. CUENTO Diap. 16 EL SACRISTÁN 60 17 EL ANDINO 66 18 CUENTO CHINO 72 19 EL CAVERNÍCOLA 72 20 EL ERMITAÑO 85 21 LA VOLPE 91 22 EL LOBO SOLITARIO 97 23 EL GATO 105 24 LOS MAESTROS 114 25 UMGRÁ 124 26 LA REBELIÓN DE LOS ÑUS 134 27 POC-GRU 144 28 FARALLÓN CENTINELA 156 29 LOS TRONES 168 30 PEDRO PALOMO 182 31 EL TERMINAL 211 NOTA FINAL 213 FIN 214 SE DICE DE MÍ (EL ESCRITOR) 222
  • 12. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO INTRODUCCIÓN Diap 12 Este libro nació con la idea que fuese dirigido para los ejecutivos a quienes el cargo les era impropio. Su nombre original habría sido: "Cuentos Primitivos para Nuevos Ejecutivos" Años después, ya sin la necesidad síquica, la cual es más fuerte que la material, de depender de un trabajo, se vio que ese título no tenía razón de ser: Los ejecutivos no leen cuentos, los inventan a los tontos. Sólo leen cuentas para vivir bien, no cuentos para ser mejor. Al ir avanzando en su recolección se fue viendo que las narraciones no eran solamente de primitivos y del pasado. Las había del presente y otras con vigencia constante que persistirán mientras haya seres humanos en el futuro. Las personas cambiarán de nombre y las circunstancias de apariencia, pero siempre encontraremos a los caciques, trogloditas o no, que unicamente cambian su disfraz. Luego se observó que era mejor separarlos en dos libros: Cuentos Primitivos y Cuentos de Siempre. Muchos de los Cuentos Primitivos son citados a menudo en la vida diaria, a veces como broma, otras como ejemplo tonto... y siempre no lo es tanto: Algunos quizás tengan autor mientras otros pertenezcan al más prolífero, o sea al señor Anónimo. Se presentan aclarando que nunca hubo la intención de hacer un plagio. Sólo se quiso contar unos cuentos tontos y... no tanto. Rosalino Carigi Versión Año 2003 Cuentos primitivos. Cuentos del pasado. Y siempre del presente. Cuentos conocidos. Cuentos de la calle. Cuentos de la gente. Cuentos repetidos. Cuentos tontos. Y algunos no tanto. Verdaderos. Imaginados. Oídos. Vividos. Que la vida es un cuento. Y se vive entre cuentos. ...oo0oo... ESTOS CUENTOS
  • 13. Diap 13 Todos los inventos son hijos de la constancia y de la casualidad. Nuestro primitivo antecesor vio, asombrado, que al poner una rama en el agujero de la piedra la misma rodaba con sólo ser suavemente empujada. Ensayó, viendo que la podía llevar a cualquier parte y subirla sin mucho esfuerzo por el sendero hacia la caverna. Corrió con la rueda hasta donde estaban reunidos los hombres de su tribu y, con gestos de entusiasmo, trató de mostrarles cómo giraba esa cosa. Los hombres interrumpieron los cuentos de sus cacerías y los gritos del festejo que estaban haciendo por el éxito de la última de ellas. Miraron con desprecio a ese pobre ser que nunca los acompañaba y que comía de los restos de los festines. El nombre del inventor de la rueda no se conoce. La historia de como sucedió se pierde en la oscuridad de la noche del pasado, pero las leyendas sobreviven. Dicen que hubo una vez un hombre prehistórico en una tribu cavernícola. Hombre raro, diferente; que en lugar de estar cerca del fuego con los demás trogloditas, perdía el tiempo dando vueltas a las rocas y mirándolas en silencio. Luego de probar por días y días una cantidad enorme de piedras que giraban sobre ellas mismas al ser movidas, finalmente encontró una que tenía un hueco. Y éste se hallaba casi a la misma distancia de los bordes de la roca. LA RUEDA 01 LA RUEDA Lo que más temo es la ignorancia en acción. (Geothe) Y más peligrosa es si el ignorante cree que sabe. Y aún más, si manda. (Gracián Solirio) CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
  • 14. Diap 14 LA RUEDALA RUEDA Volvió a reír el jefe, señalando al hombre y a esa cosa: –Además... ¿para qué sirve eso? Todos los demás trogloditas rieron, sin saber si se refería a la rueda o al inventor. Pero, todos festejaron al jefe, el mejor y más fuerte cazador. Y luego, olvidando el hecho, volvieron juntos a comer. En el suelo quedaba una piedra tirada. Era redonda y tenía un hueco en el centro. A su lado yacía un hombre con su cerebro deshecho. Por eso, no se conoce el nombre del inventor de la rueda. ...oo0oo... Año 1984 Ahugú, el jefe, dejó de desgarrar con sus dientes el pernil que tenía en sus manos y lo puso al lado del fuego. Tomó su garrote. Se levantó. Fue hacia donde estaban los demás trogloditas. Lentamente señaló sus lanzas, sus arcos, sus flechas, sus hachas de piedra, sus garrotes. Girando con rapidez, miró con burla al hombre diferente. Y, con voz gruesa, llena de restos de carne, le gritó: –¡Idiota... ya todo está inventado! Seguidamente, con una gran carcajada, golpeó con toda su fuerza el garrote en la cabeza del primitivo inventor. Éste, con el cráneo partido, cayó junto a la rueda. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO
  • 15. Diap 15 Clientes que eran los hijos de los hijos de quienes le habrían comprado a su abuelo. Ellos le eran fieles y él le era fiel a ellos. El sobrino le arguyó que debía mejorar el negocio, darse a conocer, poner un aviso. Al irse el sobrino, Manolo le prometió que pondría uno sobre la entrada a la pescadería. Manolo tenía un amigo que pintaba letreros. Muy buen amigo, en las tardes salían a tomar sus copas por las calles de Pontevedra. Y él era padrino de uno de sus hijos. Se acercó hasta el taller y le mostró el letrero que quería: AQUÍ SE VENDE PESCADO FRESCO El pintor lo leyó, pensó un rato y, finalmente, le dijo: –Soy tu amigo. Yo cobro por letra. Hay palabras de más. –Pues, tú sabes de estas cosas, saca lo quieras. –¿Tú no vendes pescado que no esté fresco, verdad? Manolo Víguez tenía una pescadería en Pontevedra. Eso indica que era buena. Allí todos conocen de pescados. Su padre se llamó Manolo y tuvo la misma pescadería. Su abuelo también. Desde generaciones todos se llamaron Manolo y tuvieron esa pescadería. Y todos fueron gallegos. Tenía un antiquísimo grabado en cuero, que mostraba un antecesor, con las características visigodas, al lado de un hórreo como los de la Coruña. Un día a Manolo le llegó la visita del hijo de un primo. Primo que había ido a América allá por los años treinta. Manolo lo recibió con todo su cariño. El corazón de la gente simple siempre está abierto para los familiares. La pescadería no tenía letrero, todos sabían donde estaba y él sabía lo que quería cada cliente. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL LETRERO 02 EL LETRERO La publicidad hace imprescindible lo innecesario. Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas.
  • 16. Diap 16 –Además, Manolo... ¿Tú vas a vender carne, quesos? –Quiera Dios que nunca, lo mío es el pescado. –Es cierto. Y con el olor no hace falta que diga que es una pescadería. Quita "pescado" y no queda nada. Pepe sacó una hoja en blanco y dijo: –Éste es tu letrero: –Pero mi sobrino cree que debo actualizarme. –Manolo, tú pescadería es como este papel: blanco, limpio, reciente, de calidad. La gente sabe donde tú estás y va allí porque le vendes eso. No le hace falta un letrero. Y luego de un abrazo, Pepe y Manolo salieron por las calles de Pontevedra a tomar sus vasos de vino. ...oo0oo... –Hombre, jamás. Lo traigo todos los días de los barcos. –Entonces lo de "fresco", sobra... ¿Qué te parece así?: AQUÍ SE VENDE PESCADO –Que dice lo mismo... –Exacto. ¿Tú vendes pescado en otro lado? –Pero Pepe, tú sabes que es mi único negocio. –Por tanto, el "aquí" no hace falta... ¿Cómo lo ves ahora?: SE VENDE PESCADO –Lo veo más sencillo y lo entiende cualquiera. –Claro, pero... ¿Tú compras pescado en tu negocio? –En el local, no. Te he dicho que lo compro en el puerto. –Bueno, pues el "se vende" está de más... y queda: PESCADO CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL LETREROEL LETRERO
  • 17. Diap 17 Unas gotas, y más, y más... Y tantas que pareció que nunca dejaría de llover. Por horas, días, noches, siguió cayendo aquel diluvio. Era como si en esa lluvia se hubiesen unidos todas los ansias por agua de animales, aves, insectos, árboles, hierbas. Surgió el milagro de renacer el pasto, el surgir de hojas en los árboles, la aparición de pájaros, animales, insectos que venían tras la realidad del agua, de la vida. El canto de las ranas se multiplicó hasta aturdir. Y siguió lloviendo, un día, y otro, y otro... La llanura se volvió pantano, luego se formaron cientos de arroyos. Los arroyos se transformaron en ríos, y los ríos crecieron hasta convertir la llanura en un gran lago que iba cubriendo todo. El alacrán se sentía temeroso, le quedaban pocos lugares secos donde guarecerse o cazar una presa tomándola entre sus pinzas y clavándole su aguijón. La tierra reseca se resquebrajaba. Los rayos del sol seguían cayendo inclementes. Los meses de canícula se sucedían, convirtiendo la llanura en un árido erial. La mayoría de los animales habían migrado en busca de verdes pastos y charcas donde abrevar su sed. Tras ellos habían ido los depredadores y las aves de carroña. Las lagunas eran miserables lodazales de barro, donde quedaban unas pocas ranas que en la noche elevaban su monótono rezo por el agua. Otro que aún vivía era el alacrán. Si bien agradaba del clima seco, odiaba el excesivo sol, y escaseaban los alimentos de sus cacerías nocturnas. Un día el cielo hizo caso a los ruegos de las ranas. Nubes negras se formaron sobre la planicie, relámpagos cruzaban entre ellas, oyéndose truenos estremecedores. Y de pronto el agua empezó a caer. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL ALACRÁN 3 EL ALACRÁN La Naturaleza no piensa, reacciona.
  • 18. Diap 18 El argumento convenció a la rana quien, aún temiendo, lo dejó subir sobre su espalda y entró en el agua, nadando en la superficie para no ahogar a su peligroso pasajero. En medio de la corriente, el alacrán vio que se deslizaba sobre la húmeda piel y pidió que lo dejara agarrarse con sus pinzas. La rana, ya confiada, se lo permitió. Surgieron en el escorpión reacciones incontenibles. Vio que la rana era un ser vivo, un alimento, que lo tenía entre sus tenazas. Su cola se tensó para arrojarse sobre el batracio y clavarle el aguijón inyectando su fatal fluido. –¡Loco, asesino! –gritó la rana, hundiéndose agónica– Tú también morirás… ¿Por qué lo has hecho? –No sé. No lo pude evitar. Es mi forma de ser. :::::: ¿Cuántos hay que actúan igual que el alacrán... y sólo dan por excusa que es su forma de ser? ...oo0oo... Atardecía. En un montículo, coincidieron una rana y el alacrán. Los rodeaba el agua, lejos se vislumbrara la orilla más cercana. Aquellos seres tan disímiles se observaron. La rana había visto a algunos batracios aguijoneados y devorados por el escorpión. Pero ella era lo suficiente grande para dar un salto y alejarse nadando. El alacrán sopesó la situación: si el agua seguía subiendo cubriría esa piedra, y la corriente lo arrastraría a la muerte. En su cerebro de artrópodo tuvo una idea, y dijo a la rana: –Si me llevas sobre tu espalda hasta la próxima orilla juro que nunca más atacaré a tus congéneres. –¿Cómo puedo confiar en ti? A todos los seres que te acercas le clavas el aguijón inyectándole tu ponzoña. –Te prometo no hacerlo. Además, si te matara yo también moriría llevado por el río. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL ALACRÁNEL ALACRÁN
  • 19. Diap 19 Y el niño seguíarompiendo. Nada lo detenía.. La montaña se opuso y la horadó. El cerro se le cruzó y lo seccionó, convirtiendo lomas y quebradas en llanos eriales. Nuevamente la queja se oyó: –Madre Tierra, el Hombre me destruye, sacude mis entrañas, me deshace a su paso. –Espera, –contestó la Tierra– el Hombre sólo es un niño. Y el hombre siguió avanzando. El río se presentó, cristalino, veloz, cantando en cada piedra, descansando en cada remanso, jugando con las raíces de los árboles, saltando en las quebradas. Pero el Hombre lo venció, y se oyó su protesta: –Madre Tierra, el hombre me encadena en sus canales, me ahoga en sus represas. Cambió mis orillas de árboles por muros de piedras, enloda mis aguas con sus excrementos, me convierte en un basurero. Llegaron unos seres pequeños que gritaban mucho y que unos a otros se dominaban. Eran hormigas que andaban en dos pies. Uno de ellos había gritado: –¡Riqueza!... Y en tropel invadieron a la Naturaleza virgen y pacífica. Traían extraños y ruidosos monstruos de metal. Los seres pequeños se introducían en ellos y los árboles caían a su paso, los animales morían, las aves escapaban, los ríos se enlodaban. Mientras, un sendero recto, árido y maloliente, al cual llamaban camino, iba avanzando sobre la tierra. Fue entonces que la Naturaleza gritó: –Madre Tierra, el Hombre me destruye, me abate. Por donde él pasa no crece siquiera la hierba. –Espera, –contestó la Tierra– el Hombre sólo es un niño. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO TRÓPICO 4 TRÓPICO Cubierta por la selva estaban las ruinas de una antigua civilización.
  • 20. Diap 20 Mucho para el Hombre. Ínfimo para la Naturaleza. Y un día el Hombre se marchó. Ya no había riquezas. El camino se fue quebrando, la hierba fue surgiendo, el polvo fue subiendo, nacieron los árboles, se derrumbaron los puentes, el río rompió las represas. Nuevamente todo creció, rejuvenecido, pujante, altivo. Todo era Naturaleza, cerro, río, montañas, árboles. Nuevamente libres luchaban entre sí sin destruirse, en su juego eterno sobre Tierra. Del Hombre sólo quedaba, aprisionado por la maraña, unos restos de concreto. Como el roto y enmohecido juguete de un niño. ...oo0oo... Año 1958 –Espera, –contestó la Tierra– el hombre sólo es un niño. Finalmente las fuerzas no soportaron más y se unieron, se rebelaron. El río creció, la montaña cayó, la Naturaleza bramó en terrible tormenta. La Tierra, sin embargo, puso nuevamente paz. El camino parecía estarroto, muerto,deshecho. Pero el hombre insistió. Volvieron los pequeños seres. Limpiaron, reconstruyeron. Porque allí aún había riqueza. Y todos los Elementos de la Naturaleza se quejaron: –Madre Tierra, el hombre nada respeta. Tiembla ante nuestro poder, pero siempre vuelve a someternos. –Madre Tierra... ¿Por qué no lo castigas?... ¿Por qué lo proteges?... ¿Por qué lo consientes? Y la Tierra contestó: –Porque es un niño y no sabe esperar. Ustedes son eternos. Y la eternidad es saber esperar. Y fue repitiéndose la historia. Y fue pasando el tiempo. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO TRÓPICOTRÓPICO
  • 21. Diap 21 Justo decía que no delataba. Él decía sólo la verdad. Y prefirió compartir con ellos unicamente cosas del estudio. Justo creció y fue a la escuela superior. Los problemas se agudizaron. Era un joven atlético, estudioso y aplicado. En deportes se destacó en gimnasia y competencias individuales. Donde hubiese estratagemas le daba la alergia. Dolía su acerbada sinceridad, con la cual destruía mitos y ficciones. Y si se persistía en la falsedad, entraba en crisis. Los compañeros lo aislaron, no era amigo para picardías. Sabían que si le preguntasen algo, Justo diría la verdad. Era atractivo, pero las compañeras temían su sinceridad sin cameleo, o que al oír una mentira surgiese su reacción. Esos años le enseñaron que era mejor estar retraído, callando sus frases que, por sinceras, no agradaban. En cuanto a evitar las alergias y crisis consecuentes, le ayudaban las medicinas. Pero, iba guardando el malestar. Justo Divero desde lactante fue peculiar. Si le decían que saludara a quien no quería, tenía reacciones alérgicas. Consideraron que al crecer, cambiaría. Pero los motivos y reacciones, erupciones y temblores fueron en aumento. Era temible cuando abría su boca. Los niños tienen fama de decir la verdad, pero Justo era de sinceridad lapidante. Se volvió introspectivo. Lo llevaron a un sicólogo. En la primera sesión la crisis fue tal que debieron internarlo. Optaron por prevenir a quienes debiesen tratar con él. Comenzó el colegio. Tenía inteligencia excepcional en las cosas lógicas. Pero al oír fábulas, la alergia empezaba. Si le interrogaban, él contestaba en forma exacta, real. Muchas veces los compañeros se creían delatados, y la maestra decía que no hacían falta los detalles. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO DIVERO 5 DIVERO La convivencia se basa en la hipocresía.
  • 22. Diap 22 En el trabajo, un gerente le preguntó si esos artículos eran de él. Y Justo respondió. Lo despidieron. Escribió lo sucedido. Surgieron políticos defendiéndolo y otros atacándolo. Se vio envuelto en un juicio donde, por su salud, no asistía. Pero, acumulaba reacciones calladas. Detenido y obligado a estar en el juicio, apareció como un criminal sedicioso. Sin medicinas, sufría y temblaba. A medida que hablaban abogados y testigos, aumentaba en Justo su crisis. De pronto enloqueció y, con un grito, entró en convulsiones mientras su piel se abría y sangraba. El juez sentenció que fuese encerrado en un hospital para enfermos de alto peligro para la sociedad. Le diagnosticaron falaciofobia. O sea: reacción anormal a la mentira. Eso es tan raro que la llamaron diveropatía. Porque para Justo, la verdad era lo normal. ¿Y que es para los demás?... ...oo0oo... Sin amigos ni novias se graduó como mejor en ciencias. No pudo recibir el diploma. Cuando el director comenzó su discurso lleno de alegorías, entró en crisis. Se inscribió en la Universidad de Ingeniería. Sus años allí fueron similares. Luego se sumó a tantos graduados con méritos que deben obedecer órdenes de los más pícaros. En la vida cotidiana resultaba una persona anodina, que sólo hablaba de cosas lógicas con deducciones aburridas. Y convivía gracias a una medicación en aumento. Buscó una válvula de escape muy socorrida: Escribir. Una vez su madre leyó uno de esos artículos y le indicó enviarlo a un periódico. Tanto insistió ella, que él lo hizo. El escrito fue editado, y el público respondió apoyándolo. Al pueblo le agradan los que dicen la verdad, mientras no ataquen las comodidades a que están acostumbrados vivir. Le pidieron que siguiera enviando sus artículos. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO DIVERODIVERO
  • 23. Diap 23 Sopesando una por una, en su tosca mano de troglodita, se quedó con doce elegidas. A cada una le hizo una incisión en los extremos. Sacó otro atado de cuero que tenía a la cintura, desparramó su contenido, que consistía en agudas piedras de sílex y delgadas correas. Fue eligiendo doce puntas de sílex que tuvieran forma parecida y peso similar. Las ató una por una a un extremo de cada rama. Tenía doce flechas. Con cada flecha hizo una raya en el granito y, extendiendo una flecha sobre el mismo, marcó su largo. Volvió a sopesar ahora las flechas armadas. Y eligió tres. Fue hasta un árbol, cuyos frutos manchaban las manos, y refregó en uno de éstos las tres flechas, poniéndolas junto con las otras dentro de la primitiva aljaba. Sus compañeros de caverna lo habían estado mirando y moviendo la cabeza burlonamente. La mañana siguiente, Arú fue de cacería con ellos. Arú, el cavernícola, recogió el puñado de ramas que desde la luna anterior había dejado secándose al sol. Solamente tomó las que tuviesen el mismo grueso de su dedo menor y las olfateó, desechando las húmedas. A una de las secas, la colocó en su arco, extendiéndolo y, con los dientes marcó en ella el largo deseado. Luego, con una piedra de sílex, la cortó a esa longitud. Tomó las restantes ramas secas y, poniendo encima la primer rama, cortó las demás a la misma medida. Cerró un ojo, con el otro fue mirándolas a lo largo y, mientras hacía girar cada rama entre los dedos, apartaba las curvas, poniendo las aceptadas en su bolsa de cuero de jabalí. Aún insatisfecho, fue hasta una roca plana de granito, sacó las ramas de la bolsa y las hizo deslizar sobre la piedra. Dos más fueron eliminadas. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO ARÚ 6 ARÚ Medir es sólo comparar.
  • 24. Diap 24 Al extenderla en el arco, la incisión para que se afirmara en la cuerda, se abrió rajándose. Vio que un nudo de la rama estaba cerca y que las vetas tenían la misma forma de la rajadura. Y Arú bailó de alegría. Debía revisar las flechas que había hecho. En ésas y en los próximas que hiciere, debía desechar las que tuviesen nudos en la rama. Fue hasta la caverna y mostró a sus compañeros la flecha rajada, señalando la falla. Molestos de que los hubiese despertado, lo echaron de la cueva. Allí fuera, Arú se entretuvo revisando las flechas de los otros trogloditas y separando las defectuosas. Cuando los cavernícolas despertaron, al salir de la cueva, cayeron a golpes sobre Arú... Estaban enojados por que Arú les había tocado sus armas. No se sabe que fue de Arú. En aquel entonces no había historia, sólo cuentos. ...oo0oo... Los demás tomaron de la gruta sus lanzas, arcos y flechas de siempre. Cuando el sol se acercaba al centro del cielo, volvieron. Muchas flechas se habían perdido, pero Arú tenía su aljaba casi completa. La tribu los recibió con algarabía, traían la presa de un joven bisonte. Ninguna flecha de sus compañeros estaba clavada en el cuerpo. Tres flechas de Arú lo habían derribado. Dos de ellas aún estaban manchadas por el color de aquel árbol. El festín alrededor de la hoguera fue grandioso. Honraron al Dios Bisonte y dieron las partes más tiernas del animal al jefe de la tribu y a Arú. Pero Arú no estaba feliz, una de las flechas manchadas había fallado. En la tarde, cuando los demás dormían la siesta, atiborrados de comida, volvió al terreno donde se había realizado la cacería. Los bisontes estaban lejos, rumiando a la canícula. Buscó hasta hallar la flecha manchada. La observó, repitiendo las pruebas. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO ARÚARÚ
  • 25. Diap 25 Con éste esclavizaba a los súbditos en la creencia que morir por Dios, su fe y su líder era obtener la gloria y felicidad negada en la tierra. Pero, una de las grandes potencias mundiales le dio a esa nación armas nucleares. Y para mantener el equilibrio de fuerzas, las otras potencias se las dieron también. Cada una creyó que de esa forma tendrían a ese pueblo de aliado y evitarían un enfrentamiento con los rivales. No pensaron que los fanáticos no tienen aliados, sólo creen en su verdad por más inhumana, ilógica e irracional que sea. Un día, los fanáticos se convencieron que el resto de la humanidad no tenía salvación y todo debía ser aniquilado. Seguros que ellos, los verdaderos fieles, disfrutarían por la eternidad del paraíso y sus delicias mientras los infieles desaparecían en la oscuridad, dirigieron sus misiles a los centros nucleares de aquellos que los habían abastecido. Lo que dio origen a la explosión nuclear universal no fue el enfrentamiento de las grandes potencias internacionales. Éstas disfrutaban de la bonanza de su poderío y sabían que una guerra atómica no daría ningún beneficio a nadie. Gobernar es algo tan difícil que no se le puede dejar en manos de los políticos, menos en las de los militares y aún mucho menos en las de los fanáticos. La conflagración tuvo inicio en una pequeña república democrática gobernada por un presidente teócrata. Consecuentemente no era una república, esa palabra significa cosa del público. Ni era democrática, puesto que indica el gobierno del pueblo. Ni quien gobernaba era un presidente, sino un tirano. Y lo de teócrata se traducía en intolerante fanatismo religioso CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA MONA 7 LA MONA Dicen los científicos que, descendiendo del mismo primate, el mono es una degeneración y el hombre una evolución... cuando, mirándolo bien, es todo lo contrario. (Frases)
  • 26. Diap 26 El simio miró a la distancia, no había aves en el cielo ni animales en los claros dejados por los árboles que no resistieron la radiación. Lo más lóbrego era el silencio total. La mona tocó a su compañero tiernamente y le ofreció una fruta que tenía en su mano. Él la rechazó. Pero, genes de millones de años atrás resurgieron en el simio... La mona estaba receptiva y el instinto prevaleció. Los dos bajaron, copularon varios días... eran los únicos primates de esa zona, un edén sin animales carniceros. A los nueve meses la mona tuvo una criatura. Le había afectado la radiación. Era de piel delicada, pocos pelos, lloraba en vez de chillar, tenía manos y pies raros. El simio quiso destruirla, no pertenecía a su especie. La mona defendió a su criatura con instinto maternal. El simio cedió. Y la historia comenzó a repetirse. ...oo0oo... :::::: Por meses las nubes radiactivas rodearon el planeta. La especie humana desapareció. Las alimañas e insectos sobrevivieron. Los pocos animales que lograron salvarse en la selva o en los mares, generaban seres deformes. Sin embargo, en medio de la selva, unos pocos primates quedaron vivos. Quizás el estar bajo la maraña de esos bosques pluviales les evitó la aniquilación, ya que todos los que se hallaban en las ramas altas habían muerto. En cuanto a los depredadores que disfrutaron de frescos cadáveres, fallecieron poco tiempo después de comerlos. Un simio venció el temor de subir de nuevo a las alturas. Por mucho tiempo, en su primitiva conciencia, tuvo fijo el recuerdo de sus congéneres cayendo exánimes. Le siguió una mona. Había sido la hembra dominante del grupo desaparecido. Y, ahora estaba en celo. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA MONALA MONA
  • 27. Diap 27 –No sé, Lucifer. Ha sido tan fácil crear el universo. Pero no logro formar un ser que cumpla con todas las leyes naturales. Las hierbas no se mueven. Los animales sólo reaccionan. Los dinosaurios son torpes. Las aves no pueden agarrar y los peces no caminan. Cada uno ha defraudado la concepción de una criatura ejemplar. –Pero los ángeles, tus siervos, tu primera creación, somos perfectos. –dijo Lucifer– Ninguno te ha traicionado. –Porque los ángeles sólo son entes, sin cuerpo, sin sexo, sin emociones, sin materia... Además, Lucifer, sólo el amigo traiciona. Y siempre la causa de ello es la envidia. –¿Qué harás con ese muñeco de barro? – preguntó el ángel preferido, para disimular su profunda inquietud. –Lo terminaré de crear, –respondió– más adelante veremos las consecuencias. Pero, me siento algo cansado... Aun en mi eternidad, hay instantes que, como los seres vivos, me gustaría tener un hijo que me ayudase. Y sucedió que Dios se sintió algo agotado en su energía luego de haber separado luz de tinieblas, agua de tierra, crear espacio y estrellas, ordenar el cosmos y formar seres. Se sentó sobre las raíces de un árbol que surgían entre el barro. Y, como todo creador, en su fatiga siguió creando. Daba forma con el lodo a un desproporcionado cuerpo. Una creación que no respondía a nada natural, pero con elementos de lo ya existente. Ni siquiera Dios podía escapar a la regla de que toda cosa nueva está basada en algo viejo, y que la imaginación es hija de la experiencia. Acercóse Lucifer, su ángel preferido, por tanto, el más servil. Y, viendo ese bosquejo de oscura arcilla, preguntó: –¿Otra de tus grandes obras, Creador? CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL HOMBRE 8 EL HOMBRE Dios! ¡Qué grande es el hombre! Creó a Dios. (Reflexiones de Humgrand Penn de Joc)
  • 28. Diap 28 –Crea... Señor. Yo te ayudaré. Al oírlo, por un instante cruzó una duda en la mente del todopoderoso. Pero, miró el barro y sentenció: –Te doy la Vida. –Y yo te hago mortal. –completó Lucifer. –Te doy la Razón. –dijo el Supremo. –Y yo los instintos. –agregó el príncipe. –Te doy el Amor. –afirmó el Creador. –Y yo el deseo. –apuntó el cambiado ángel. –Te doy los Sentimientos. –Y yo las ambiciones. –Te doy los Placeres. –Y yo los vicios. –¡Lucifer! ¡No provoques mi ira! –bramó el Creador– Sé generoso con esta criatura. –Señor, Tú puedes serlo, yo no. –contestó Lucifer, con soberbia– Yo sólo puedo cambiar lo que Tú haces. –Si Tú quieres, yo podría hacerlo, –susurró meloso, Lucifer– pero sólo soy un ángel más, no tengo poder... Dios observó a aquel espíritu sumiso que, con la cabeza gacha, de rodillas, humildemente miraba la fangosa tierra. Y, como todos los grandes seres, Dios era inmenso en bondad e inteligencia pero incapaz de ver el interés y la felonía. Apoyó su mano sobre la inclinada y bella cabeza de Lucifer, mientras su voz tronaba en el infinito: –Desde hoy eres el príncipe de mis reinos. Tú poder será igual al mío, pero nunca superior a mí. Podrás cambiar lo que yo haya creado, pero no crear. Tendrás siervos, pero ellos siempre serán mis siervos. He dicho. Es mi Palabra. De inmediato apareció un resplandor en la cabeza de Lucifer. El príncipe se levantó frente al creador. Su mirada ya no era humilde, y su voz había dejado de ser servil: CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL HOMBREEL HOMBRE
  • 29. Diap 29 –Le doy el ideal de Superación. –Y yo la amargura del fracaso. –Tendrá el don de la palabra. –dijo Dios, vehemente. –Y el defecto del error y la mentira. –agregó Lucifer –Le doy el Universo. –Y yo la avaricia. –Lo haré a mi Semejanza. –tronó Dios. –Y yo a la mía. –se rió el maligno. –¡Lucifer! –gritó Dios– te dominan los celos, la envidia. Por cada virtud que he dado, tú le has puesto un defecto. –¡Señor!... –contestó Lucifer, con rebeldía– has querido formar del barro un ser perfecto. Sólo los ángeles lo somos. Y yo soy el mejor. Soy un príncipe... un señor. –Sólo eres príncipe del mal. Eres perverso. Diabólico. –Le daré la Amistad. –afirmó Dios. –Y yo el olvido. –siguió obcecado, Lucifer. –Le doy el derecho a la Libertad. –Y yo el ansia de poder. –Le daré una compañera. –Y yo la lujuria. –Engendrará hijos donde continuarse. –Y tendrá una vejez senil. –Le daré la Conciencia. –Y yo las pasiones. –Le daré la Sabiduría. –Y yo la vanidad. El rebelde príncipe continuaba desafiándole Y el Creador, furioso, subía su voz haciendo temblar el espacio: –Lo haré el amo de la tierra y de todos sus seres. –Y yo lo haré débil y enfermizo. –añadió Lucifer. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL HOMBREEL HOMBRE
  • 30. Diap 30 Y la compañera, apenas le prohibieron algo... lo hizo. Dios los castigó enviándolos a la tierra. Tantas maldades hicieron los descendientes del Hombre que mandó un diluvio para acabar con ellos. Pero, salvó a Noé y su familia. Pareciese que el Creador no aprende con la experiencia. Otra vez la humanidad cayó en depravaciones y en el abuso del hombre por el hombre. Entonces envió con su palabra a un Justo. Y... lo crucificaron. Desde ese momento dejó al Hombre a su propia suerte. Dice una leyenda que Dios se marchó, vagando por todo el Universo, en busca de una criatura ejemplar. Y que Lucifer, agobiado por el trabajo, quiere encontrarlo para rogarle destruir al Hombre. Pero él tampoco lo puede hallar. ...oo0oo... Año 1992 –Tú fuiste mi creador. Tú eres el todo. Yo, únicamente soy una parte. Si la parte es imperfecta, el todo lo es. –¡Lucifer! Te condeno al reino de las tinieblas. Sólo allí serás señor. Tu envidia te ha condenado. Y, señalando al ser que empezaba a moverse, sentenció: –Esta es mi creación. Y siempre será mi preferida. –Y yo siempre le recordaré que es de barro. –se burló el ángel rebelde. –No puedo destruir tu parte sin destruir la mía... –musitó Dios, con tristeza– hemos creado un monstruo. –¡No... él nos ha creado a nosotros! – exclamó Lucifer, lanzando una carcajada y hundiéndose en la oscuridad. Mientras Dios, compasivo, extendiendo su mano, tomaba la del Hombre y lo ayudaba a levantarse sobre la Tierra. Y el Hombre apenas habló... le pidió una compañera. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO ARÚARÚ
  • 31. Diap 31 Intentó varias veces arrancar el auto, sin tener ningún resultado. Salió del coche. Abrió la cubierta del motor y miró, con el asombro que da la ignorancia, las partes componentes. –No vayas a tocar nada, que no entiendes de eso, –gritó Brígida– acuérdate que aún no está asegurado. –Papá, mejor buscamos un mecánico. –le dijo su hijo. Mientras, se iban acercando varios muchachos de la parada. Nada atrae tanto a los hombres como ver un auto averiado. Todos son profesionales en el coche de otro. Y comenzaron los diagnósticos. Siempre empiezan los aficionados afirmativos: –Debe ser la bobina. Tóquela. Si está caliente... –Seguro que es el módulo. Esos fallan de golpe. –Apriete los cables. A veces es uno que está suelto. –Revise la manguera. Puede haberse roto. Casimiro, feliz en su coche nuevo, estaba paseando con su esposa Brígida y su hijo Eleuterio. Habían podido ahorrar para la inicial. Les esperaba unos años de sacrificio, pero la satisfacción lo compensaba. Iban subiendo una calle desconocida, manejando con el cuidado típico que se tiene al primer vehículo. Faltando un par de cuadras para llegar a la cima, el coche se sacudió, hizo varias explosiones y... se detuvo. Casimiro lo dejó retroceder hasta quedar junto a la acera. Cerca había una parada del autobús que pasaba por ese barrio suburbano. La apariencia de los que esperaban el transporte amedrentó a la familia. Lo mejor era salir de allí lo antes posible CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL AUTO 9 EL AUTO Basado en el viejo cuento del campesino, su hijo y el burro. Y en la vida diaria
  • 32. Diap 32 –Acelere a fondo y bombee... No. Apáguelo. –Déjeme ver este cable... Ahora dele... No. Apáguelo. Los hombres se pararon. Miraron al carro con un gesto de desconsuelo y sacudieron negativamente la cabeza. Finalmente comenzaron los comparativos: –Estos carros modernos son cada vez más complicados. –Si fuera sincrónico arrancaría empujado. –Pero éste es hidromático y necesita 60 kilómetros. –Es que ahora le ponen tantas cosas automáticas. A lo lejos se vio que venía el autobús. Los colaboradores del momento empezaron a volver hacia la parada. Fue cuando Brígida no soportó más, y se acercó diciendo: –¿No hay un taller mecánico cerca? –¿Dónde consigo una grúa? –preguntó Casimiro. –¿Hay teléfono por aquí? –inquirió Eleuterio. Casimiro obedecía las indicaciones, viendo que decenas de manos entraban y hurgaban las partes del motor. Brígida, dentro del coche, demostraba en su rostro el miedo y la rabia de ver tanta gente tocando el auto. Eleuterio caminaba con grandes zancadas, mirando fiero, en espera que su padre tomase una decisión. Entonces les tocó el turno a los técnicos inquisidores: –¿Está seguro que tiene gasolina? –¿No pasaría por un charco y se mojó el distribuidor? –¿Es la primera vez que le sucede esto? –¿No estará sucio el filtro? ¿Manda la bomba? Brígida salió del auto para calmar sus nervios y vigilar a esos hombres. El hijo le hablaba en voz baja. Y empezaron los expertos en prueba y ensayo: –Entre señor. Dele al arranque... No. Apáguelo. –No pise CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL AUTOEL AUTO
  • 33. Diap 33 Habrían recorrido diez metros cuando una mujer, fanática de liberación femenina, le espetó: –Mírala a ella, tan señorona, como va sentada mientras el padre y el hijo la llevan haciendo un esfuerzo. Molesta, Brígida se bajó haciendo tomar el volante a su hijo, y comenzó a empujar junto con su marido. A los cincuenta metros un viejo les gritó: –¡Dios mío! ¡La juventud está perdida! Él muy cómodo manejando, y los padres casi sin aire de tanto empujar. Eleuterio bajó ofendido, y no hubo forma de convencerlo que siguiera en la dirección. Casimiro, a regañadientes, la tomó. Faltaba poco para llegar arriba. Una vieja señorita, flaca, de rostro agriado, agarrándose la cabeza, exclamó: –¡Vaya hombre machista! No da el volante. Hace empujar a su mujer y a su hijo como si fuesen esclavos. Y, sin detenerse, los hombres iban gritand0: –Al llegar a la subida, bajando una cuadra, vive un mecánico. A veces está. –La grúa para en la avenida. Allá abajo, como a diez calles. Y casi nunca se encuentra. –El único teléfono por acá es donde para la grúa. Los hombres subieron al autobús. Casimiro y su familia se quedaron solos. El temor y la impotencia de resolver el problema los dominaban. Brígida reclamó a su esposo: –Te dije que no vinieras por aquí. –Me hubieras dejado manejar a mí. –protestó su hijo. –Lo que tenemos que hacer es empujar el auto estas dos cuadras. Luego es bajada. Ojalá esté el mecánico. O tal vez haya un teléfono. – dijo Casimiro, conciliador. La señora se puso al volante, los hombres empujaban. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL AUTOEL AUTO
  • 34. Diap 34 Y Eleuterio, su hijo, repitió a su padre: –¡Pobre auto! Te lo dije. Me hubieras dejado manejar a mí. Casimiro lanzó un alarido y, demente, se quiso tirar entre las llamas. Tuvieron que aguantarlo entre varios hombres. Luego, se lo llevaron en una ambulancia. :::::: Hace años que Casimiro está en una casa de salud. Ahora le dicen así a los manicomios. Es un paciente pacífico, como su nombre. Sólo enloquece si escucha una palabra: “Auto”. Entonces empieza a desvariar. Y pregunta a todos... si conocen algún mecánico. ...oo0oo... 1999 Casimiro bajó y, viendo que ya estaban cerca de la cima, se puso a empujar también. Lógicamente, las fuerzas de los tres se sumaron llegando enseguida allí. Al encontrar la bajada el auto tomó velocidad y, como no había nadie dirigiendo, siguió bajando y acelerando, cruzó veloz varias calles para finalmente chocar contra un muro. Los tres corrían tras el vehículo pero, antes de llegar a él, vieron como se incendiaba. Los curiosos los rodearon: –¿Cómo fue? ¿Qué pasó? ¿Ninguno manejaba? –¿Tenía algún problema? ¿Le fallaron los frenos? Casimiro estaba en silencio, con los ojos desorbitados. Su esposa lo miró descontrolada, mientras decía furiosa: –¡Nuestro auto!... ¡Perdimos todo!... Eso te pasa por escuchar a todo el mundo. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL AUTOEL AUTO
  • 35. Diap 35 Los troncos de las palmeras tienen la distancia ideal para colgar un chinchorro a la sombra de altas ramas y cocos. Más atrás, caños y riachuelos forman islotes de manglares donde viven aves, animales y sabrosos cangrejos. La tierra está llena de frutos, el mar de peces, el aire de aves y el lugar de gente alegre, feliz, sencilla y... negra. Negros barloventeños: negros marrones, negros azules, negros carbón, negros mulatos, negros bachacos de ojos claros y pelo amarillo, negros de cabello chicharrón. Todos ellos con: un bote para pescar, un chinchorro para descansar, una negra sensual, elegante y hermosa para amar... un cuatro para tocar y una voz para cantar. :::::: En Barlovento, en la zona de Río Chico, cerca de Caño Copey, están las más bellas playas tropicales imaginables. El Mar Caribe baña, con sus ondulantes y azules aguas tibias, kilómetros de blanca arena repletos de palmeras que se curvan y susurran sensuales a la brisa marina. La transparencia del aire y la luminosidad del sol son indescriptibles, el brillo de los colores tiene una intensidad única, verdes, amarillos, rojos, azules, parecen vivir. Cada tanto, primitivos espolones de piedras entran en el agua. En ellos se posan las aves marinas y caminan los jóvenes, cada quien buscando ver lo que más desea. Sobre la arena las gaviotas buscan su alimento, y en el mar los alcatraces pescan zambulléndose en picada. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL CHINCHORRO 10 EL CHINCHORRO Después de conocer el trópico, cualquier otro lugar parece triste y gris. (Reflexiones de Humgrand Penn de Joc).
  • 36. Diap 36 Míster Fisher, haciendo abstracción de encontrarse en Río Chico, podía pensar que estaba a orillas del Congo. En pocos minutos llegaría a su mansión de playa que, al igual de otros amigos ejecutivos, estaba construyendo en la avenida detrás del cinturón ribereño de palmeras. Allí, con aire acondicionado, vidrios que filtraban la luz, grandes ventanales panorámicos, antena parabólica, lujosa piscina, cancha de tenis, césped sembrado, rodeado de palmas y árboles foráneos, y un alto muro que no permitía ser visto desde fuera, nada tenía que envidiar a sus vecinos. Su última adquisición, una lancha grande de dos motores internos, lo colocaba a su mismo nivel. Tenía un problema, no sabía pilotearla ni conocía los mejores lugares de pesca. :::::: :::::: En su elegante auto, míster John Fisher cruzó el puente dejando atrás el pueblo con su pobre iglesia sobre la plaza y frente a la comisaría con su dormido policía oliendo a ron. Debajo, a orillas del riachuelo y canales, las viviendas se levantaban sobre palafitos o en terrenos rellenados. A medida que la carretera bajaba, las casas se sucedían. Comenzaban las blanquecinas de bloques revestidos con argamasa y columnas simulando ser mármol, hasta las más alejadas con paredes de bajarate y techos de palmas. Luego empezaba la planicie pantanosa con exuberante vegetación junto a los charcos o, por lo contrario, rasos terrenos áridos donde un hervidero de muchachos negros, flacos y casi desnudos jugaban béisbol, gritando y riendo bajo un sol que sólo ellos podían soportar. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL CHINCHORROEL CHINCHORRO
  • 37. Diap 37 –Maestro, eso es un yate. Y al mar no hay que tenerle miedo, hay que respetarlo. ¿Cuándo quiere empezar? –Mañana, si quiere. El martes vuelvo a la ciudad. Vengo los fines de semana. Pero, no me ha dicho cuánto... –Míster. Esto no es la capital. Usted sabrá el "cuánto" cuando vaya por ahí tranquilo en el timón y yo me tome mi cervecita viéndolo cruzar las olas... ¿Quiere una? –preguntó, abriendo la cava y ofreciéndole una lata. Dos meses después, desde el chinchorro, con una cerveza en la mano, Juan el Pescador veía en la distancia pasar un yate con sus cañas de pescar y, desde la torreta del mismo, John Fisher tocaba la sirena mientras levantaba un vaso de whisky respondiendo al saludo de Juan. En ese interín Juan le había enseñado a ser capitán, a pescar, a entonar los motores, a respetar el mar, a valorar la naturaleza... y sobre todo, querer a Barlovento. :::::: :::::: Tres de la tarde. Luego de colgar el chinchorro entre dos palmeras y la cavita con cervezas al alcance de la mano, el negro se sienta en la red mirando el horizonte. Escucha pasos a su espalda y gira. Ve un alto, rubio y rojizo hombre con un lujoso atuendo playero, que le dice:. –Buenas tardes... ¿Usted es Juan? Me dijeron que podía encontrarlo aquí. –Juan el Pescador. ¿Para qué puedo servir, señor?... –Mi nombre es John Fisher, –y agrega risueño– míster Fisher. Vivo en esa casa. Compré una lancha. Dicen que usted es buen capitán. ¿Me podría enseñar a pilotearla y los lugares de pesca? Le pagaría por eso... –Los lugares de pesca es ese mar. –burlón ríe el barloventeño– Ajá. ¿Y cuantos pies tiene? No usted... la barca. – Treinta y seis, y motores diesel. Le confieso que, a pesar de comprarla, le tengo un poco de miedo al mar. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL CHINCHORROEL CHINCHORRO
  • 38. Diap 38 –Juan el Pescador. ¿Sabes que significa John Fisher? –Juan Pescador. Estuve un tiempo en un pesquero gringo. Nunca volví a ir, pescar así es abusar de los peces. –Somos iguales de nombre. –dijo pensativo el gringo. –De nombre si, pero iguales... –Juan largó una sonora carcajada– usted catire, yo negro; usted de la ciudad, yo barloventeño; usted ejecutivo, yo pescador. –Juan... tú sabes mucho, tú podrías tener más. –Ajá, maestro... ¿Y como sería eso? –Si trabajases más, ahorrarías para comprar una lancha. –Ajá, maestro... ¿Y qué haría con la lancha? –Pesca mayor, la venderías y ganarías mucho dinero. :::::: Atardece. Los alcatraces, fragatas, gaviotas y otras aves vuelven a sus nidos entre los manglares. Juan está recostado en el chinchorro y sonriente dice: –Bienvenido, míster John Fisher. Siéntese. Ahí tiene el otro chinchorro que dejó mi negra al irse para la casa. –¿Cómo supiste que era yo si estabas de espalda? –Al amigo se le conoce por la pisada. ¿Qué trae allí? –Un par de fríos cocos con ginebra. Tenemos que hacer cuentas... todavía no sé el "cuanto" de tu enseñanza. –Cuentas... cuanto... Ya le dije que esto no es la capital. Así que el "cuanto" se liquida con este sabroso coco. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL CHINCHORROEL CHINCHORRO
  • 39. Diap 39 –Ajá, maestro... ¿Y que haría con tanto dinero? –Comprarías carros, quintas, una casa en la playa. –¿Y después de tanto trabajo, que haría? –Descansarías en un chinchorro, feliz, entre las palmeras, mirando el mar, tomando... –Ajá, maestro...¿Y no es lo que estoy haciendo? Míster John Fisher calló. Y mientras bebía de su coco, se preguntó quién era el maestro. ...oo0oo... –Ajá, maestro... ¿Y que haría con mucho dinero? –Comerías lo que te gustase, comprarías otros barcos. –Míster... cada mañana con mi bote consigo la comida, y con seis empanadas de cazón me alcanza. Lo otro lo vende mi negra y compramos lo demás. Y… ¿Qué haría con otros barcos? –Tendrías gente trabajando para ti, y mucho más dinero. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL CHINCHORROEL CHINCHORRO Atardecer en Puerto Francés – Higuerote - Estado Miranda - Venezuela
  • 40. Diap 40 Las manos se levantaron protestando: –Somos las más importantes. Sin nosotras el hombre no hubiera progresado. Le dimos la facultad de pintar, escribir, trabajar, formar, crear música.. Puede desgarrar, matar, defenderse, acariciar, amar, conseguir el alimento. Somos el primer recipiente para beber. Y, haciendo señas, siempre pudo comunicarse sin saber el idioma. –¿Y quienes son los que le muestran donde están las cosas? –protestaron los ojos– ¿Quienes le indican si lo que hace está bien hecho, de que color es, a que distancia se encuentra, si hay peligro cercano? Nuestro importancia es tanta que, la mejor forma de hablar es con una mirada.. –Si faltásemos, –advirtieron los oídos– no comprendería lo que le dijesen, no escucharía los ruidos, no sentiría la música. Y no podría caminar erguido, tambaleándose sin ningún sentido del equilibrio. Somos los más importantes. Y sucedió que, un día, las partes del ser humano decidieron saber cual era la más importante. Lógicamente las que entraron primero en la discusión fueron las piernas, y quienes abrieron el tema fueron las manos. Pero, como siempre, la primera en tomar la palabra fue la boca. –Considero que yo debo ser la elegida. –dijo con una mueca de suficiencia– Soy la que permite hablar, cantar, comunicarse. También, gracias a mí, pueden masticarse los alimentos y saborear las comidas. Beber y no morirse de sed. Cuando muerdo destrozo, cuando beso doy amor. Y hasta sirvo para conocer la temperatura y la salud. –Si no fuera por mí, –intervino la nariz– no existiría el olfato y tú no sabrías que es el sabor. Si yo no filtrase el aire que respira, el hombre enfermaría. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA HUELGA 11 LA HUELGA No hay individuo más pobre que la sociedad donde vive, ni país más rico que los hombres que lo componen. (Renny Ottolina)
  • 41. Diap 41 –Con mis compañeros del sistema digestivo las convierto en sangre, en el verdadero alimento del cuerpo, y desechamos lo que ya no sirve. –completó. –¿Qué harían sin mí? –saltó el corazón, agitándose– Soy el que sin detenerme les envío a todos ustedes la sangre con que renovar sus energías. El que tiene que soportar las angustias, las preocupaciones, el que debe trabajar más si el ser humano se agita, lucha, corre o se lastima. Soy único y cuando me detengo la vida se acaba. Todos los humanos me dan importancia. –No todos ni siempre. –intervino el hígado– Muchas civilizaciones me la dieron a mí. Y tenían razón. Soy el que controla el carácter el hombre. Junto con los riñones filtro los venenos de la sangre, el que amortigua sus excesos. Yo también soy único, como tantos otros pequeños órganos y glándulas sin las cuales no sobreviviríamos. Nuestro trabajo es interno, oculto... pero el más importante. Las piernas se irguieron. Taconearon el piso y: –¿Han pensado que si el hombre es bípedo, un animal que usa las manos, un ser que ha caminado y conquistado toda la tierra, a quien se lo debe? Gracias a nosotras puede andar, jugar, luchar, conducir, golpear, correr. Nuestros pies son únicos, ningún otro animal los tiene igual. Con ellos puede ir a cazar, a buscar alimento, a divertirse, llegar donde quiera. Si no hubiésemos sido así, todos ustedes serían órganos de un primitivo ser fijado a una roca o serpenteando para vivir. –Pero hubiera vivido, –carraspearon los pulmones– y sin nosotros no puede. Somos los que mantenemos su respiración, los que oxigenamos su sangre y le quitamos los gases tóxicos. Si nosotros nos detenemos, muere. Está de más decir que somos los más importantes. –¿Y si yo no asimilara las comidas, los líquidos, y todas esas cosas repulsivas que el hombre ingiere? –dijo el estómago. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA HUELGALA HUELGA
  • 42. Diap 42 –Yo... –se escuchó una tímida y grave voz. Todos se volvieron para la parte más baja y oscura. –Yo también soy importante, –volvió a decir, y se adelantó humildemente– soy el ano. Una carcajada ignominiosa y general de los demás componentes del cuerpo, le recibió. De inmediato se sucedieron las críticas y burlas: –¿Tú, que vives entre las heces? –Vaya descaro. Si tienes que ocultarte entre las nalgas. –El ser humano se avergüenza de ti. –Tienes un montón de repugnantes nombres. El cerebro se sintió líder de las demás partes, y les indicó que callaran mientras él hablaba: –Lo único de alguna importancia que haces es detener los excrementos. Y lo haces por que yo te ordeno cuando aguantarlos y cuando evacuarlos. El esqueleto caminó con pasos alargados: –Los sostengo, los protejo, le doy forma y rigidez al cuerpo. En el extremo de mis huesos genero los glóbulos que transportan el oxigeno, soy el eje, apoyo y palanca para que puedan moverse, tener fuerza, andar, agarrar, golpear, defenderse. Sin mí, el ser humano sería una masa amorfa y fofa. ¿Y preguntan quien es el más importante? El cerebro, quien había estado en silencio, sobre la parte alta del grupo deliberante, hizo su eléctrica declaración: –Soy el que ordena lo que debe hacer cada uno, el que tiene los conocimientos, guarda las experiencias, recibe las señales, envía los reflejos. Controlo o libero cada reacción. En mí se guarda la inteligencia, los sentimientos, el instinto y la sabiduría del ser humano. Si estoy normal, él lo está. Si soy anormal, él lo es. Y su vida real termina cuando yo termino. ¿Hay alguien más que pueda ser tan importante? CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA HUELGALA HUELGA
  • 43. Diap 43 La primer semana, el cuerpo pudo aceptar con pequeños malestares el cese de evacuaciones. La segunda, recurrió a medicamentos pero, el ano seguía duro en su posición. La tercera, el cuerpo necesitó ir al médico, las infecciones minaban su organismo, los dolores eran insoportables, le fallaba la mente, se le cortaba la respiración, el corazón tenía arritmias, le costaba hablar, ver, oír, moverse. El cerebro tuvo un destello de inteligencia, y pidió hacer otra asamblea con los componentes del cuerpo. Allí, todos pidieron humildemente disculpas al ano: –A partir de este momento tú eres el más importante. Y el ano, con su modestia característica, contestó: –No. Nadie es más que otro. Somos partes de un conjunto. Si alguno parte falla, sufre todo el cuerpo. Cada uno hizo lo suyo... y todo volvió a funcionar bien. ...oo0oo... –No siempre me puedes controlar. Cuando nacimos, yo actuaba por mi cuenta. Tuvieron que educarnos a los dos para que yo aceptase tu control. –Es cierto, –aceptó el cerebro, de mala gana– pero el ser humano al crecer deja de ser un animal. Por favor, retírate a donde estabas, no seas ridículo y deja de molestarnos. Todos los demás acompañaron lo dicho con una nueva sarta de desprecios y humillaciones. Cuando finalmente callaron, el ano preguntó con aguantada cólera: –¿No creen que soy importante? Le respondieron nuevamente con risas y burlas. Y él dijo: –Entonces... me levanto en huelga. El ano se fue a su oscuro lugar. Los demás lo ignoraron. :::::: CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA HUELGALA HUELGA
  • 44. Diap 44 Pasan los días. Los escolares no recuerdan donde queda el pueblo y cuando llegó Colón. En las casas y calles se desprende el remiendo, dejando ver las huellas del tiempo y el abandono. Los gobernantes y políticos están en la ciudad donde volvieron rapidamente a sus poltronas. Luego, en las vacaciones de Navidad, Carnaval, Semana Santa, y agosto, le llega la horda de citadinos con audacia suficiente para viajar desde la civilización metropolitana. Los pescadores y lugareños pueden ganar un poco de dinero ofreciendo a los turistas comida criolla y paseos por lugares exóticos que son comunes para los del pueblo. Los peñeros, que acostumbran cargar la pesca cotidiana, se llenan de vacacionistas que quieren absorber en pocos días el sol de un año y la secular belleza natural. Después se van, cansados, quemados... Y Macuro vuelve a ser el pueblito costero, lejano y olvidado de siempre. Macuro es un pequeño pueblo de pescadores situado en el extremo de la península de Paria. La península siempre ha sido uno de los más hermosos y exuberantes lugares tropicales del Mar Caribe. Y Macuro es uno de los tantos pueblos olvidados de la costa que pasan dormidos en la modorra de la canícula. Pero, este pueblo tiene cosas que lo hacen diferente. El 5 de agosto de cada año se recuerda que en 1498 fue el primer lugar donde Colón pisó tierra sudamericana. En las escuelas del país los niños escriben temas sobre ello. Las viejas casas del pueblo son pintadas y a las calles le ponen algo de asfalto. Gobernantes y políticos llegan a él y recitan discursos pletóricos de historia y promesas. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL MERO 12 EL MERO Cuanto más se conoce a los animales salvajes, más se teme al hombre. (Las Mil y Una Carigiadas) Basado en un hecho real y en una revista.
  • 45. Diap 45 Traían en los techos de sus rústicos coches los botes de goma con pequeños motores fuera de borda. Una vez estaban nadando entre los corales impulsados suavemente por las chapaletas. De improviso hallaron de frente y mimetizado en una grieta a un enorme mero. Era un viejo espécimen, casi tenía un metro y medio de largo. El señor del lugar. No se asustó al ver a los intrusos, por lo contrario en su adusto rostro había curiosidad. Un gran mero común que había sobrevivido a la pesca de los lugareños por años, aprendiendo de observar a sus congéneres morir mordiendo un anzuelo o en una red. Pero nunca había enfrentado alhombre cara a cara, y ahora los veía como peces extraños. Demasiado grandes para comerlos y no tanto para que él fuese la presa. Uno de los submarinistas sacó de una bolsa plástica trozos de pescado lanzándolos al mero, quien los tragó confiado de encontrarse en su ambiente. Hay otra cosa más. Desde hace algunas décadas, el lugar se convirtió en punto de atracción para los submarinistas. Como si no fuera bastante la costa de blancas arenas y lujuriante vegetación, más el azul tropical de tibias aguas generosas en pesca, guardaba otra riqueza bajo ese mar. Bancos de coral se multiplicaban en figuras y tonalidades que sólo el trópico puede dar. Los peces competían en colores y bellas formas nadando en las cristalinas aguas. Era un paraíso submarino, aunque la adrenalina subía al ver acercarse la serena e impredecible visita de un tiburón o la aún más temible de las barracudas yendo en patrulla. Los amantes del deporte subacuático pasan de la etapa febril de pesca por arpón a la fanática de sólo sumergirse para admirar nuevas bellezas y de respeto a la naturaleza. Hubo un grupo de jóvenes que cada quince días venía a disfrutar sábados y domingos de esa unión con la fauna marina. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL MEROEL MERO
  • 46. Diap 46 No muy lejos los acompañaba el viejo mero quizás cuidando su territorio o queriendo guiarlos a lugares hermosos. Le dieron un nombre: El viejo Ben. Cada domingo, antes de irse, los muchachos hacían el último viaje en el bote de goma. Iban despacio, sintiendo pesadumbre de abandonar ese lugar paradisíaco. Y con algo de tristeza en dejar solo al viejo Ben. Sin embargo la verdad era que los que quedaban solos eran ellos a pesar de volver a la ciudad llena de personas. El viejo mero se quedaba en sus dominios, en sus aguas azules, en sus corales, con miles de peces coloridos, en un mundo natural. En mundo donde la vida comenzó millones de años atrás y del cual salió un pez anfibio que originó a los animales terrestres hasta llegar al ser humano. Donde para vivir uno debía morir otro, pero cada uno sabía quien era su enemigo y en quien podía confiar. Ese fue el inicio de una relación que duraría por meses. Apenas llegaban los muchachos compraban pescados, los despiezaban y salían en sus botes para los corales donde acostumbraba hallarse el viejo mero. El pez parecía saber que ellos venían y los esperaba en la grieta. Luego salía de su cueva a encontrarlos y, hartado ya con la comida traída por los jóvenes, nadaba cerca. En su cabeza tenía pequeñas manchas oscuras detrás y debajo de los ojos. El cuerpo era color pardo, más oscuro en la parte dorsal y con cinco bandas verticales de color. Era un pez seguro de sí, experto en eludir tiburones y picudas, que les había brindado su confianza a los jóvenes y que esperaba de ellos el cumplimiento de ese ritual. Luego los submarinistas comenzaban a bucear entre los corales buscando nuevas maravillas de la naturaleza y siempre seguros de encontrar otra con que extasiarse. De tanto en tanto atisbaban a su alrededor. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL MEROEL MERO
  • 47. Diap 47 En el fondo de la lancha yacía inerte el cuerpo del viejo mero. Eufórico, el hombre les narraba lo sucedido: –Cuando me acerqué a él, vino directo hacia mí. Lo arponeé enseguida... ¡Qué pez más tonto! Jamás el hombre entendió porqué los jóvenes insistieron tanto para comprárselo. Finalmente se los dio luego de fotografiarse con sus amigos del yate y la presa obtenida. Menos entendió que lo sepultaran en los corales, en el mar, en sus dominios... y que los jóvenes se marchasen de inmediato para la ciudad. Nunca volvieron a Macuro. Pobre viejo Ben, pobre viejo mero... El hombre tenía razón... ¡Qué pez más tonto! ¿Cómo se le ocurrió confiar en los seres humanos? ...oo0oo... Febrero 2001 :::::: Sucedió un sábado de Carnaval. Los jóvenes habían salido de la ciudad la tarde anterior, querían llegar a Macuro antes que el tropel de turistas. Llegaron a la playa amaneciendo. Cansados, levantaron sus tiendas entre las palmeras para ir a dormir agotados. Al despertar vieron que aguas afuera se imponía la figura enorme de un yate suntuoso. Las pobres carabelas de Colón se habrían hundido de vergüenza con sólo verlo. En tanto, por el camino entre la vegetación se observaba el polvo levantado por los coches de los vacacionistas y los anticipaba la estridencia de su equipos musicales. Los submarinistas compraron pescados y fueron con sus botes de goma al ritual encuentro con el viejo Ben. Vieron una lancha anclada en el lugar. Era la auxiliar del yate. Una pareja les hizo señas para que se acercaran. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL MEROEL MERO
  • 48. Diap 48 Al nacer Romualdo el rabito era pequeño. Los médicos opinaron extirparlo. No era una cirugía peligrosa, pero sería mejor hacerla cuando la criatura hubiese crecido. En primer momento sus padres estuvieron de acuerdo. Sin embargo al pasar el tiempo decidieron dejarlo así, en parte por temor a consecuencias orgánicas, en parte por que no le quedaba fea y en parte porqué con la cola se había convertido en una figura pública, importante. Salía en publicaciones médicas, revistas, informativos y en programas de televisión. Era solicitado para presentarlo en conferencias científicas de universidades e institutos de medicina, antropología, genética y otras más. Romualdo fue creciendo y la cola también. Llegó a ser más larga que sus brazos. Y se convirtió en su tercer mano. Romualdo nació con cola. No con una minúscula prolongación de piel o un ínfimo pedúnculo carnoso como tienen algunas personas. Nació con una cola normal, tan normal como debió ser en nuestros primates antepasados. En todo lo demás, Romualdo era un niño común. Aún no se puede saber que gen regresivo actuó, pero lo hizo involucionar millones de años en ese lugar. Los exámenes mostraron que el apéndice caudal estaba compuesto por huesos, nervios, músculos y demás tejidos correspondientes para sus funciones. Naturalmente, en la pelvis faltaba el atrofiado cóccix de los seres humanos actuales y en su lugar estaba el primer elemento óseo de la cola acoplado con flexibilidad al sacro. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA COLA 13 LA COLA Que hablen de ti. Mal o bien, pero que hablen. Si no te nombran, no eres importante. (Maquiavelo)
  • 49. Diap 49 Cuando sus compañeros estaban descuidados, con la cola les ceñía los tobillos o las muñecas, les movía el cabello, o les hacía cosquillas. Ellos, viéndolo con las manos quietas y olvidando su cola, siempre se sobresaltaban. Las muchachas temían alguna malicia y trataban de no aproximarse mucho. Pero la mujer es curiosa por instinto y le atraen los hombres diferentes a los demás. Muchas le pedían que moviera algo con la cola, otras que dibujase o escribiese, algunas más atrevidas le decían si podían acariciarla. Y él se los permitía, sin decirles que allí tenía igual o más sensibilidad que en las manos. La madre de Romualdo desde el primer momento puso condiciones para poder escribir, fotografiar, grabar, usar imágenes, utilizar el nombre o detalles de su hijo. Hasta para presentarlo en conferencias se debía pagar. Su padre registró como propiedad todo lo referente a la cola o sinónimo, siendo ellos los fiduciarios del capital hasta la mayoría de edad del muchacho. Las personas mayores y los niños lo aceptaron, viéndolo con admiración, ya que él usaba su cola con naturalidad y siendo más una ventaja que una molestia. Lógicamente debía cuidarla cuando caminaba entre la gente, o pasaba por puertas giratorias, o subía al auto. También cuando se sentaba en el colegio debía ponerla junto a sus piernas para que no le hiciesen alguna broma. Aprendió con su extremidad prensil a tomar lápices, herramientas, pinceles, a escribir con la misma facilidad que las manos. A aferrarse con ella si se encontraba en lugares peligrosos, manteniendo sus otras extremidades libres. A sostener un libro y tomar apuntes al mismo tiempo. Le servía como tercer apoyo cuando se sentía cansado y para levantar las cosas del piso sin agacharse. También con su apéndice caudal cometía picardías. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA COLALA COLA
  • 50. Diap 50 En ellos, Romualdo destapaba refrescos con su extremo prensil, o sostenía con el mismo un teléfono mientras gesticulaba con las manos libres. Servía tres comidas al unísono con sus tres extremidades, tocaba tres instrumentos o usaba tres artefactos electrónicos. Pero, Romualdo era un ser como los demás. Llegó la juventud, sintió ansia de amar, el deseo sexual. Su madre era vigilante de que no fuese el muchacho a caer en oportunistas ni en l vicios de una vida fácil. Pero Romualdo, si bien le sobraban medios para tener relaciones con mujeres, terminaba convenciéndose que ellas lo buscaban por su fama. Era por la novelería de hacerlo con un hombre que tenía cola, no por el hombre. Se volvió introspectivo y, ocultando su cola dentro de un pantalón normal, trataba de desligarse de su notoriedad. Siendo un buen estudiante terminó la Secundaria e ingresó a la Facultad de Medicina. Pronto surgieron los pantalones vaqueros "Romualdo", calzoncillos y bañadores de igual nombre, chaquetones y franelas con el dibujo de su cola, conjuntos musicales con colas ficticias y canciones alusivas a ella. Se fabricó ropa de bebés, bragas y juguetes con cola, se editaron revistas infantiles donde el personaje "Romualdo" con su apéndice caudal se imponía sobre los villanos. Hasta salieron al mercado colas artificiales robotizadas para los antojadizos de parecerse a alguien distinto. La televisión transmitía programas donde antropólogos, médicos, biólogos, genitistas, científicos y hasta religiosos, pretendían dar una explicación de ese caso involutivo. Y esos sabios, esos primates sin cola, remontándose a los orígenes de la especie, de la evolución, o la fe, trataban de demostrar cada uno gran suficiencia en su campo. Las internacionales en artículos de consumo masivo lo contrataron a fin de usar su peculiaridad para promover sus productos en estereotipados anuncios. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA COLALA COLA
  • 51. Diap 51 Nadie sabía de él, ni familiares ni amigos... ni Ramona. Finalmente llegó una misiva en la cual indicaba que en un mes volvería. Y Romualdo volvió. Volvió sin cola. Se la había hecho extirpar. Era un hombre normal. Otro más. Las internacionales y promotores lo acosaron de pleitos y demandas, perdiendo él toda su fortuna. Los medios de comunicación lo dieron como noticia por poco tiempo y sólo recordando la época en que tenía cola. Ramona no quiso saber nada más de él. :::::: A pasado el tiempo. En la Facultad hay alguien que recoge las papeleras. Es Romualdo, pobre, solo, olvidado y... normal. Es que no hay ser más insignificante que un hombre normal. ...oo0oo... Muchos pensaron que lo hacía para conocer más su organismo y buscar las causas de su singularidad. Y él, como tantos más, lo había hecho por que le gustaba. Allí conoció a Ramona, una bella y agradable compañera que despertó en su corazón el amor verdadero. Compartieron estudios, consultas en la biblioteca, salidas, reuniones, bailes, cenas... Eran un pareja más de novios. Como cualquier otra. Pero no como cualquier otra... Romualdo tenía cola. Ella lo amaba también. Y el amor acepta todo, viendo belleza hasta en las anomalías. Además... ¿Cuantas mujeres pueden ser amadas y gozar la pasión sintiéndose abrazadas y acariciadas por tres extremidades? Pero, él temía formalizar esa relación. Romualdo cumplió 21 años y pasó a disponer legalmente de su fortuna. A la semana siguiente desapareció. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LA COLALA COLA
  • 52. Diap 52 Siguieron viviendo, aparentando, vistiendo, maquillándose y tomando el té, como lo hacían antes. En el apartamento frente al de ellas vivía Iván Poshkinov, un alto, rubio y fuerte eslavo, quien trabajaba en el Ateneo. Aunque en el edificio había cuarenta apartamentos, las solteronas sólo conversaban con el eslavo, saludando a los demás con una seca y displicente inclinación de cabeza. Las enjutas viejas siempre que se encontraban con él, le hablaban de los problemas sobre la educación, de las clases sociales y del status. Iván en poco tiempo descubrió que la cultura de esas dos mujeres era tan superficial como ellas. A pesar de las corteses negativas del eslavo, éste no podía librarse de aceptar, de tanto en tanto, el tener que ir a tomar el té con las consabidas galletas de jengibre. Esa tarde coincidieron los tres en el ascensor. Eran flacas, rubias, engreídas, viejas, y... solteronas. Lógicamente, vivían solas. Y vivían en un sencillo apartamento de la clase media. Y sobrevivían gracias a una muy mesurada pensión de su fallecido padre, quien había sido embajador. Su juventud la pasaron en ese mundo de apariencias y simulaciones en que consiste la diplomacia. Pero el mundo se les vino abajo cuando, al fallecer el viejo, descubrieron que no les quedaba nada. Cuando un pobre se vuelve rico, olvida rápidamente como era su vida anterior. Pero, cuando alguien de la clase alta cae, nunca olvida como vivió. Y ellas no olvidaron. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LAS GALLETAS 14 LAS GALLETAS Si tienes que explicarle Física Pura a un leñador, háblale de árboles. (Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas)
  • 53. Diap 53 :::::: Luego de haber escuchado los detalles del suceso, Dimitri lanzó una sonora carcajada y, para asombro de Iván, aceptó la invitación. Y ahí estaban los dos ese miércoles a las cinco y media de la tarde, sentados en unos sillones Luis XV, frente a unas emperifolladas solteronas como si estuviesen en el teatro de la ópera de San Petersburgo. Cerca de ellos, en una mesa de cristal de Bohemia tenían el juego de té, de plata tan brillante que parecía haber sido pulido para los Romanov. En otro sillón, como si hubiera sido dejado de leer al llegar la visita, estaba el libro recién publicado del filósofo. Úrsula rogó a Dimitri que hiciera algunos comentarios sobre su obra. Efigenia agregó que con sólo recorrer unas páginas se notaba un libro absorbente. Mientras decían esto trajeron el té, las galletas y, con coquetería antañona, las sirvieron. Las solteronas lo saludaron con sus típicas y estereotipadas sonrisas. Úrsula, la mayor, desplegó una revista donde destacaban la visita al país del filosofo Dimitri Godturgeniev. –Usted debe conocerlo. Va a dar una conferencia en el Ateneo, donde usted labora. –Afortunadamente tenemos vecinos como usted. –se aprestó a completar Efigenia, la otra hermana. –Sí. –dijo el eslavo– Como él es ruso, al ver mi apellido vino ha saludarme. Hoy de tarde hablamos. Iván Poshkinov se arrepintió de haber dicho eso. Las solteronas lo acosaron pidiéndole que invitara al filósofo para que viniera a tomar el té con ellas. La única manera de librarse y poder cerrar la puerta de su apartamento fue prometiéndoles que se lo diría. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LAS GALLETASLAS GALLETAS
  • 54. Diap 54 Al tocar en el reloj de péndulo las ocho de la noche, los hombres se levantaron y, luego de las consabidas frases, se despidieron agradeciendo las amabilidades. El filósofo concluyó elogiando una vez más las famosas galletas. Salieron al corredor. Ellos llamaron el ascensor. Úrsula en la puerta se sentía la representación de una princesa rusa en la entrada de un castillo imperial. Efigenia les rogó que esperasen un momento. Entró al apartamento volviendo con pequeño paquete de galletas cerrado con un lazo blanco, azul y rojo. –Para que nos recuerde. –dijo entregándolo a Dimitri y, sonrojada tal cual una quinceañera en su primer audacia. Y señaló la cinta indicando: – Es la bandera de Rusia. Dimitri tomó con elegancia una de las galletas, la mordió suavemente, la paladeó y... abriendo las manos, dijo con efusiva admiración: –Extraordinaria... Deliciosa... Ni en Londres ni en París he probado una exquisitez como ésta... ¿De dónde son? –Las hacemos nosotras, –dijo Úrsula hinchándose de satisfacción– es una receta que viene de familia. –Jamás le serviríamos a usted un dulce comprado, esas cosas son para el vulgo... – Efigenia enfatizó con un gesto despectivo. –Tienen un sabor tan particular. –continuó el filósofo– Yo también hago mis galletas, soy un fanático de la repostería. E Iván quedó como mudo oyente de una entusiasmada y larga charla donde las solteronas intercambiaban con Dimitri sus conocimientos de ingredientes y distintas fórmulas de postres, bizcochos y dulces. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LAS GALLETASLAS GALLETAS
  • 55. Diap 55 A DIMITRI GODTURGENIEV, MAESTRO E INSIGNE FILÓSOFO. SUS ADMIRADORAS Y DISCÍPULAS: ÚRSULA Y EFIGENIA Iván, asombrado, sin comprender, le comentó: –Esas mujeres están en la gloria. Se desviven en elogios de ti. Dicen a todos que eres un sabio, un filósofo maravilloso. Sin embargo, en toda la reunión no comentaste con ellas ni una palabra de filosofía. –Iván... la gente solo escucha aquello que le gusta. A cada persona hay que hablarle en su idioma y de lo que conoce. Y, con una sonrisa, se dirigió hacia el avión. ...oo0oo… 1999 Dimitri, como un cosaco imperial, fue hacia las mujeres y las besó en ambas mejillas. Se cuadró, golpeó los tacones, hizo una gran inclinación y, despidiéndose, entró al ascensor. :::::: Habiendo concluido las conferencias, el sábado siguiente se marchaba el filósofo. Iván le acompañó hasta el aeropuerto. Allí, tal como le habían pedido Úrsula y Efigenia, le entregó un pequeño paquete con el ya consabido lazo. Dimitri lo abrió. Dentro venía un estuche de plata. Las solteronas habían sacrificado alguna reliquia. En su interior estaba la receta de las galletas de jengibre. Y por fuera tenía una reciente grabación: CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO LAS GALLETASLAS GALLETAS
  • 56. Diap 56 Betún mal oliente que servía para cubrir el techo no dejando entrar la lluvia. Lo haría luego de volver de la cacería de venados. Era una de las pocas cosas que los hombres aún hacían juntos como cuando estaban en las cuevas y dependían de la cacería. Actualmente, iban sólo cuando las mujeres protestaban porque se había acabado la provisión de carne cocida y también la de secada al sol. Todo comenzó cuando a Karí, estando en el valle, se le había ocurrido parar unas cañas y cubrirlas con paja y barro. Lo hizo para formar una cueva donde ocultarse a esperar los animales, además de protegerse del sol. Aquel refugio fue usado durante muchos soles y lluvias por todos los cazadores. Hasta que un día, Ñákate, el jefe de la tribu, se apropió de la choza. Poco después, pidió a Karí que hiciera una más grande, abandonó la cueva y se instaló en esa nueva construcción. Karí, el constructor, estaba levantando una choza cerca de su caverna. Su compañera estaba dando el pecho al último hijo mientras los otros jugaban con las lanzas. Sentada sobre la paja, ella le sonrió a Karí. La mujer se sentía feliz de tener un cobertizo como todas las demás que hacía tiempo habían dejado las cuevas. El cavernario gruñó, sin saberse si era por ver a ella así o por que se filtraban algunos hilos de luz del sol entre la paja del techo. Tendría que buscar más de ese pasto alto. Luego iría al charco negro. Allí llenaría la bolsa, hecha con estómago de jabalí, de aquel líquido pegajoso. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO ÑÁKATE 15 ÑÁKATE Opresión es cuando el estado de derecho se cambia en derecho del estado. Cuando el primer jefe de una tribu hizo sacar por un guerrero a un hombre de su choza, se acabó la justicia. (Reflexiones de Humgrand Penn de Joc )
  • 57. Diap 57 Karí miró desde el terraplén donde se hallaba: Más abajo, en el valle junto al río, cercanas unas a otras, se levantaban las chozas. Y estaban protegidas por un muro de piedra que él, hacía mucho, enseñó y ayudó a hacer. Sin quererlo, Karí había sido el causante del inicio de una aldea. Y con ello, del cambio de una tribu cavernícola y nómada a un pueblo cultivador y sedentario. Alrededor de los cobertizos las mujeres tuvieron aves y animales. Éstos ya no huían. Por lo contrario, se habían acostumbrados a las sobras de las comidas humanas. La aldeanas vieron que de los granos y lsemillas que caían en la tierra nacían nuevas plantas. Y aprendieron a cultivar, a cosechar. Y a depender de un pedazo de tierra. Karí enseñaba como construir las cabañas, los braseros donde mantener el fuego, las herramientas para cultivar, como levantar los muros de piedra para protegerse. Sin embargo, Karí siguió viviendo en su cueva. Menos Karí, los otros cavernícolas lo imitaron. Y el valle se fue llenado de bohíos, que se juntaban por el temor a las fieras y el deseo de estar cerca del jefe. Poco a poco comenzaron las especialidades. Algunos cazadores se convirtieron en guardianes para proteger a quienes vivían en las chozas del ataque de las fieras. Otros, acostumbraron a reunirse con Ñákate para deliberar los problemas que sucedían por haber dejado las cuevas. Y, hubo quienes quedaron para efectuar las soluciones. Con el tiempo los primeros se llamarían guerreros que; cuando ya no tuviesen fieras con que justificar su finalidad, inventarían guerras con las tribus vecinas. Los segundos cambian de nombre a través de la historia. Pero coinciden en algo: cuando no había problemas, los creaban para mantener su proximidad al jefe de la tribu. Y existen los terceros, como Karí, que seguen construyendo. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO ÑÁKATEÑÁKATE
  • 58. Diap 58 Cercano a la cueva surgía un pequeño manantial que daba origen a un arroyuelo, el cual formaba un charco de aguas barrosas antes de ir a dar al río del valle. Karí había visto que cuando llegaba la época en que el sol quemaba más fuerte, el charco se secaba dejando el barro duro y con formas parecidas al cuenco de una mano. También vio que al estar muy seca esa forma de barro, cuando llovía el agua quedaba dentro del cuenco. Un día, Karí tomó el barro, lo dejó secar hasta que fue una pasta en sus dedos, le dio forma parecida a sus manos cuando las juntaba para tomar agua, luego dejó que ese recipiente se secara varias veces al sol del mediodía. Muchos recipientes hizo. Con ellos traían agua del manantial, guardaban las semillas y alimentos. Y vieron que el agua que salía por el fondo del cazo era más fresca. Y que, si los ponían sobre las llamas, los alimentos dentro de ellos se cocinaban. Si lo necesitaban, sólo debían ir a buscarlo y él iba a la aldea. Luego que daba solución al problema, se marchaba. No le gustaba ver como habían cambiado sus compañeros. Como Ñákate, su camarilla de deliberantes y su grupo de guerreros, que exigían las mejor para ellos, aunque nada hacían, ni cazar, ni cultivar, ni construir. Tanto insistió la compañera de Karí, que finalmente éste le construyó esa choza. Pero, no en el poblado sino en ese saliente, desde allí podía verse el valle, la aldea, era difícil que llegaran las fieras y... estaba cercano a la cueva. Varias lunas después, la choza era habitada por la familia de Karí, quien colocó en ella toda su experiencia. Dentro construyó una bóveda de piedras en la cual se mantenía el fuego y cocinaban los alimentos. Como el humo molestaba, abrió un agujero en la cumbre, le puso un sobretecho, viendo con satisfacción que el fuego se avivaba más. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO ÑÁKATEÑÁKATE
  • 59. Diap 59 Que se quedaría en su cueva, en su choza, en su saliente, con su compañera, con sus hijos, con su tierra, con lo suyo. Una mañana, despuntando el sol, llegaron al terraplén cuatro guerreros armados. Sacaron por la fuerza a Karí de la choza y, sin más, lo llevaron frente al jefe en el valle. –¡Te quedarás en la aldea y no podrás salir de sus muros! –Los muros que ayudé a construir. Dentro ellos mandas tú. Pero dentro mío, mando yo. Quiero volver a mi choza. –No. Por el bienestar de la tribu debes quedarte aquí. –Seré prisionero de mi propia gente. ¿Quién lo decidió? –Los deliberantes, los guerreros, y yo... ¡Ñákate! :::::: Pasaron miles de años, las aldeas se volvieron naciones. Pero, algo no cambió, aún siguen mandando los... ¡Ñákate! ...oo0oo... Una noche un recipiente cayó dentro de las brasas, no lo sacaron por temor a quemarse. Lo dejaron allí. En la mañana, al renovar Karí la carga de leña, sacó el cuenco y vio que se había endurecido, que ya no se colaba el agua por él, que podía ponerse sobre el fuego y cocinaba mejor. Sin él saberlo había sido el causante del inicio de una aldea y de las consecuencias sociales de vivir en ella. Pero también sin saberlo había sido el autor de la primer obra noble del hombre, la que daría origen a la civilización, a la manualidad y al arte: La Cerámica. Y esto le disculpa por todo el daño que hizo con lo primero. Cuando se enteró Ñákate de esos logros, le envió decir que fuese a vivir a la aldea para enseñar a sus compañeros esos descubrimientos. La verdad era otra: el cacique temía que otras tribus lo supiesen. Karí le contestó que enseñaría a todos como hacer esas cosas, pero que no viviría en la aldea. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO ÑÁKATEÑÁKATE
  • 60. Diap 60 La escribió a mano, diciendo que si hacía el favor de recibirlo y darle una entrevista, eso le ayudaría en su reciente profesión de periodista en el New Old Post. Le contaba que tenía pocos meses de casado, que se esposa estaba embarazada y que, si le daba la entrevista y la criatura era varón, lo llamaría como el millonario. Firmó poniendo su nombre y apellidos completos. Le pareció una carta sin valor para un hombre habituado a leer documentos referentes a millones. Pero, obedeciendo a una corazonada, la envió desde el correo de su barrio. Dos días después llegó aquella hoja que revolucionaría el edificio del noticiero desde los directores hasta la rotativas: CONCEDIDA ENTREVISTA JUEVES 3 A LAS 9 A. M. A PERIODISTA GIANCARLO TRONCOVECCHIO. SOLO, SIN FOTÓGRAFOS. TOR TROMP El joven cronista Giancarlo estaba radiante de felicidad. El reportaje que estaba a punto de realizar lo elevaría dentro del ambiente del periodismo. El multimillonario Tor Tromp, al cumplir ochenta años, le había dado la exclusiva de sus declaraciones. Sus colegas nunca habían podido obtener una entrevista con el viejo acaudalado, a pesar de haberle abrumado con llamadas telefónicas jamás aceptadas. Ni con visitas de hermosas periodistas que no pasaron de las rejas de su mansión, ni con sobornos perdidos en los fieles empleados del magnate. No comprendía aún como él pudo lograrla. Sólo le había enviado una carta personal, que ni llevaba los membretes del periódico. CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL SACRISTÁN 16 EL SACRISTÁN Para hacer dinero no hace falta ir a la Universidad.
  • 61. Diap 61 CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN El clima era frío y el lugar algo árido, las montañas mostraban una tierra seca y llena de rocas, la enorme casa estaba situada en la ladera de una colina en cuya cima se destacaba una ocre y pequeña iglesia estilo románico. Cruzaron con el coche un prado y, para su asombro, detrás de las cercas floridas y los altos cipreses se veían cultivos de hortalizas y sembradíos. Lo recibió el señor Tor Tromp en persona, un anciano vivaz que lo trataba casi como si fuese de la familia. Fueron al balcón de un mirador cercano a la piscina y se sentaron en una mesa bajo una sombrilla. Giancarlo levantó la vista y quedó nuevamente pasmado. El mirador, la piscina y parte del jardín, estaban bajo una cúpula de cristal, allí sería siempre primavera y sin lluvias. –Es el único tiempo que puede comprar el dinero, –dijo el magnate, mirándolo– porque el de la vida no se puede encerrar en una bóveda. Pasa, y llegan los ochenta. :::::: Jueves tres, siete de la mañana. Giancarlo ya estaba bañado y se preparaba para la entrevista. Había llegado por avión la tarde anterior. Se registró en el hotel y llamó a la mansión del magnate para confirmar si aún seguía vigente la entrevista, e informar de su llegada. Apenas dijo su nombre al secretario, lo comunicó con el señor Tromp. Su voz era agradable y determinante. Le dijo que le enviaría su coche a las 7 y 30 para recogerlo. Se equipó con grabadora, libretas y un par de bolígrafos. Los otros periodistas y los directores le dijeron llevar oculta una pequeña máquina fotográfica, pero él pensó que sería traicionar la confianza otorgada. A las 8 y 45 estaba pasando con el suntuoso automóvil por los portones de la gran mansión. El paisaje le hizo recordar las fotografías del álbum de su padre.
  • 62. Diap 62 CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN –Mi abuelo se llamaba igual, mi abuela aún vive y su nombre es Tomasina Tagliapiombo. Y, así es, vinieron de Italia cuando eran muy jóvenes –De un pueblo... Piave di Terra... –dijo Tor con nostalgia. –¿Cómo lo sabe? –Giancarlo lo miró asombrado. –¿Quiere conocer mi nombre... el verdadero? – y, sin esperar respuesta, siguió– Torcuato Trompetone. Cuando vea a su abuela, dígaselo, seguro que me recordará. Todos conocían a Torcuato Trompetone en Piave di Terra. Giancarlo no se recuperaba de su sorpresa. El señor Tor tomó la jarra y le sirvió jugo de naranja. Con la sonrisa típica de los viejos que recuerdan, le preguntó. –¿Quiere que le cuente una historia de Piave? ¿De un sacristán de una iglesia parecida a ésa? Señaló el pequeño templo en la cima del cerro. El joven movió la cabeza afirmando, estaba seguro que el anciano la hubiese contado de cualquier manera. –No los representa. –Giancarlo era sincero– A propósito, permítame agradecerle la entrevista. Cumpliré mi palabra, y pondré su nombre al primer varón que tenga. –Ni se lo ocurra. –el viejo sonría– Ya verá por qué. Esta no es su entrevista, es mía. Necesito saber cosas. Y quiero su promesa que callará lo que no se debe contar. –La tiene. El terminar el reportaje usted me dirá que puedo escribir y sólo eso irá al público. Imaginó que ese hombre, como todo poderoso, tendría en sus historia capítulos que ocultar. El anciano presintió lo que el joven pensaba y le dijo: –No hay en mi pasado hechos delictivos. Aunque tengo épocas que nadie conoce, facetas de mi vida ignoradas por la gente. Pero, primero hablemos de usted. Su nombre es Giancarlo Troncovecchio ¿Y el de su abuelo? ¿Y el de su abuela? ¿Vinieron de Italia hace mucho, no? El joven reportero, sorprendido de ser interrogado en lugar de ser él quien hiciera las preguntas, contestó:
  • 63. Diap 63 CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN El pequeño se formé al lado de Don Doménico, aprendiendo las jaculatorias, oraciones y ceremoniales, con tal interés que llegó hasta substituirlo en las procesiones del santo del pueblo, ya que al anciano le costaba caminar. Además ayudaba a todos los vecinos, arreglaba techos, pintaba, buscaba leña, trabaja en la vendimia, recolectaba en las cosechas. Era el auxiliar para todos y la ayuda en donde lo necesitaran o estuviese alguien enfermo. Le había dicho a Don Doménico si podía ser sacerdote, pero el viejo párroco se limitaba a mover la cabeza. Don Doménico murió. Murió el jueves de Pascua. No había nadie para darle la unción final ni rezar las últimas preces. Lo pusieron en el catafalco. Sólo se oía murmullos en el templo. En el fondo de la iglesia se reunieron los feligreses más viejos y, luego de una charla en voz baja, se acercaron al sacristán. El pobre joven se sentía desolado. :::::: "Piave di Terra era un pueblito que ni siquiera figuraba en las señales del camino. Un pueblito donde enviaban a las curas sin capacidades. Un pueblito con una docena de casas viejas alrededor de una antiquísima y pobre iglesia. El párroco se llamaba Don Doménico, y era tan viejo que parecía el fundador de esa iglesia. El pobre cura sobrevivía gracias a las limosnas en aves, frutas y hortalizas que le traían los campesinos en la misa de 9 de los domingos. Sólo los esporádicos casamientos, la muerte de uno de sus feligreses, y la primera comunión de los escasos niños, le lograban un mísero ingreso para vino, queso y salame. Don Doménico tenía de sacristán a un muchacho. Un niño cuya madre había muerto al darle a luz y que, cuando él tenía catorce años, su padre lo dejó al cuidado del clérigo mientras iba a América para hacer algún dinero y mandarlo buscar. Luego de meses sin saber nada de su padre, alguien trajo la noticia que lo habían matado
  • 64. Diap 64 CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN Le preguntó si era célibe, si no tenía hijos y si aceptaba vivir con los votos de obediencia, pobreza y castidad. Y el sacristán le contestó a todo en forma afirmativa. El obispo razonó que los primeros apóstoles habían sido párrocos, pastores, obispos, por el solo don de creer en el Salvador y llevar su palabra a los fieles. Que podría hacerse una excepción y dejarlo como sacerdote por gracia papal. El joven sacristán sintió que se le abrían las puertas del cielo, le daban lo que tanto había pedido a Don Doménico. El obispo le indicó que escribiese una solicitud a Roma, que él la apoyaría y recomendaría. El sacristán agachó su cabeza y dijo que no sabía leer ni escribir. El obispo puso el grito en el cielo y las puertas se le cerraron. Jamás dejaría como sacerdote a un analfabeta. Le ordenó que saliera de la casa parroquial, cerró el templo, y a los pocos días llegaba un cura viejo y extraño. Le pidieron que oficiara el ritual. El se negó. Sin embargo, ante la insistencia y los argumentos que él sabía todas las ceremonias igual que un cura, finalmente aceptó. Y el sábado casó a una pareja del pueblo. Y el domingo celebró la misa de Pascua de Resurrección. Y así, día a día, fue convirtiéndose en el párroco de esa aldea. Todo, con la conformidad y el beneplácito de sus pobladores. Pasaron un par de años. Un día llegó al pueblo la visita que cada tanto, y cuando se acordaba de ese pueblo, hacía el obispo de la provincia. Al enterarse de lo sucedido se escandalizó pero, viendo la situación y el cariño que tenían los lugareños al nuevo y supuesto párroco, meditó. Le hizo una serie de preguntas al sacristán, de como debía celebrarse tal y cual misa, de los dogmas y las leyes de la iglesia, de lo que significaba en latín los rezos de la misa, del ángelus, teología y otras de cosas de religión. Y el sacristán le contestaba todo en forma acertada.
  • 65. Diap 65 CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL SACRISTÁNEL SACRISTÁN –Escriba lo que quiera. Dudo que le crean. No hay cosa más inverosímil que la verdad. Y por favor... no le ponga mi nombre a su hijo. :::::: Los directores del periódico opinaron que el viejo era un millonario excéntrico y se había burlado del reportero. A Giancarlo lo pusieron en Deportes. Allí lleva diez años. Aún recuerda cuando bautizó a su hijo, Gian Tor. En la mañana trajeron un sobre- Dentro traía un cheque por una gran cantidad, más los pasajes de él y su familia para ir a Italia. Para llegar a Piave di Terra. Cortesía de Aerolíneas Tromp. En ese pueblo cuentan que hace años vino un Giancarlo Troncovecchio... Y que donó un altar a San Torcuato. Su fiesta es el 15 de mayo. En su base está grabado: EN HOMENAJE A TORCUATO TROMPETONE. ...oo0oo... El sacristán trabajó algo en Italia y vino para América." El señor Tromp dejó de mirar las montañas y preguntó: –¿Sabe cómo se llamaba ese sacristán? –Sí... –murmuró el reportero– Torcuato Trompetone. –Exacto. Con ese nombre no haría fortuna en América. Lo cambié. Aprendí a leer y escribir. A hablar en inglés. Empecé con un pequeño negocio de comida. Luego se convirtió en una cadena. Invertí en bienes raíces, petróleo. Corporaciones marítimas. Compañías aéreas. Mi secretario puede darle un resumen de todas las empresas. –Y todo eso se debe a que usted no sabía leer ni escribir. –exclamó, admirado– ¿Qué sería si lo hubiese sabido? El millonario sonrió burlonamente. –Pues... sería el cura de aquel pueblo. El magnate se levantó. El reportero comprendió que la entrevista terminaba. El viejo, dándole la mano, agregó:
  • 66. Diap 66 CUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTOCUENTOS PRIMITIVOS, TONTOS Y… NO TANTO EL ANDINO José Gregorio salió del vehículo. El frío que le pegó en la cara más la sensación de mareo le indicaron que él no estaba habituado a esas regiones. Buscó dentro del coche un abrigo. Al ver allí los libros, los planos y los instrumentos, reflexionó que no había venido a extasiarse con el paisaje sino a trabajar. Por tanto, volviendo a entrar en la camioneta, se dirigió al pueblo cercano donde lo esperaría un asistente. Lo único que sabía de este, era que se llamaba Hermógenes. El día siguiente, luego de un abundante y caliente desayuno, marcho con él a los terrenos donde debían construir un camino para unas futuras villas turísticas. Hermógenes parecía ser buen ayudante, sólo que José Gregorio tenía que acostumbrarse a su manera parca de hablar, característica de los hombres de la cordillera. José Gregorio detuvo la camioneta. El paisaje era de una belleza exuberante. Los serpenteantes caminos subían y bajaban las sierras entre terrenos con cultivos y limitados por muros de piedra. Cada tanto, de las laderas de las montañas caía torrentes de agua en brillantes cascadas. El agua formaba arroyuelos que luego de ser aprovechados para regar los sembradíos, iban a reunirse con el río, allá en el fondo de la quebrada, para correr entre brillantes piedras y cantos rodados. El aire tenía una transparencia excepcional y el cielo azul destacaba la blancura de las nubes. En los picos, una que otra cumbre estaba coronada de nieve. 17 EL ANDINO Teoría, es el resumen de las experiencias de muchos hombres. Práctica, es la experiencia de un solo hombre. (Las Mil y Una Carigiadas o Carajeadas)