2. Muchos cuadros y estampas nos hacen imaginar esta Cena
de forma que no corresponde a la costumbre del tiempo.
Representan a Jesús comiendo sólo con los doce apóstoles.
La tradición de Israel reunía aquella noche a hombres y mujeres por igual.
Por lo tanto Jesús se reuniría con los doce y con los seguidores y seguidoras
que ordinariamente iban con Él en el grupo.
Y con su madre.
3. Antes de la fiesta de la
pascua, Jesús, sabiendo que había
llegado la hora
de dejar este mundo para ir al Padre,
y habiendo amado a los suyos
que estaban en el mundo, los amó
hasta el extremo.
Jesús tiene plena conciencia de que ha salido de Dios y que a Dios vuelve. Nos
muestra el origen y el destino de todos los seres humanos.
Saber cómo amó Jesús es la pauta, el ejemplo, lo más fundamental en nuestra
vida (Mt 25).
El amor, el servicio, hecho realidad en la vida, es la esencia de nuestra fe.
El amor “hasta el extremo” comienza por las entregas de cada día.
4. Estaban cenando y ya el diablo había metido en la cabeza a Judas
Iscariote, hijo de Simón, la idea de traicionar a Jesús.
Entonces Jesús, sabiendo que el Padre le había entregado todo, y que de Dios
había venido y a Dios volvía, se levantó de la mesa, se quitó el manto, tomó
una toalla y se la ciñó a la cintura.
Después echó agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los
discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
Jesús se levanta. No se queda sentado ante el dolor y las necesidades de l@s
demás. Se preocupa de hacer algo para aliviarlo.
Se quita el manto. Se despoja de todo poder; el auténtico servicio sólo se puede
hacer desde abajo, siendo uno de tantos. Para lavar los pies a una persona es
necesario inclinarse, ponerse de rodillas ante ella.
El gesto, propio de los criados, esclavos y mujeres, no es sólo un acto de humildad:
es cambiar de raíz todos los conceptos sobre la dignidad, la jerarquía, lo
correcto, lo religioso.
Los gestos y actitudes de Jesús no son sólo para dar ejemplo, sino una pauta de
comportamiento para sus seguidores y seguidoras.
5. Al ponerse a los pies de sus discípulos, Jesús echa por tierra la idea de Dios
creada por la religión. El Dios de Jesús no actúa como Soberano,
sino como servidor del ser humano.
En su comunidad todas las personas son libres y servidoras.
El verdadero amor hace libres. Jesús se opone a todo poder opresor.
En la nueva comunidad cada miembro debe estar al servicio de los demás
como Jesús, que actúa como el Padre.
La única grandeza del ser humano es ser como el Padre:
don total y gratuito para los demás.
(Revista Parroquia María Inmaculada-Valencia)
6. Cuando llegó a Simón Pedro, éste se resistió:
–Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?
Jesús le contestó:
–Lo que estoy haciendo, tú no lo puedes
comprender ahora; lo comprenderás después.
Pedro insistió:
–Jamás permitiré que me laves los pies.
Entonces Jesús le respondió:
–Si no te lavo los pies, no podrás contarte
entre los míos.
Simón Pedro reaccionó así:
–Señor, no sólo los pies; lávame también las
manos y la cabeza.
Pedro, según el modo de pensar dominante,
no admite la igualdad.
La imagen que tiene Pedro de Dios
no coincide con la que Jesús revela
con sus palabras y su actitud.
Jesús quiere una comunidad de iguales,
donde no haya jefes, sino servidores.
Nos enseña que el servicio crea igualdad.
Las seguidoras y seguidores de Jesús son quienes
se ponen de rodillas junto a Él,
para “lavar los pies” a quien más lo necesite.
7. Entonces dijo Jesús:
–El que se ha bañado sólo necesita lavarse los pies, porque está completamente
limpio; y vosotros estáis limpios, aunque no todos.
11 Sabía muy bien Jesús quién lo iba a entregar; por eso dijo:
«Vosotros estáis limpios, aunque no todos».
Amar es acoger y ponerse al servicio de l@s demás, respetando la libertad
y respondiendo siempre con amor.
Todo ser humano es digno de amor, no por su méritos o cualidades, sino porque es
amado por Dios.
Todos los seres humanos, incluso los más difíciles, los que criticamos y
juzgamos, los que pensamos que son peores que nosotros, son amados por Dios.
Él es el Agua que nos limpia a todos.
8. Después de lavarles los pies, se puso de nuevo el manto, volvió a sentarse a la mesa y
dijo a sus discípulos:
–¿Comprendéis lo que acabo de hacer con vosotros? Vosotros me llamáis Maestro y
Señor, y tenéis razón, porque efectivamente lo soy.
Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis
hacer lo mismo unos con otros.
Os he dado ejemplo, para que hagáis lo que yo he hecho con vosotros
Jesús propone su forma de actuar –amor, acogida, servicio, compromiso, comunión-
como modelo de comportamiento para sus seguidoras y seguidores.
Su mensaje y su testimonio no buscan asegurar privilegios, sino servir.
Su amor es creativo y contagioso. Nos capacita para amar como Él:
“Amaos como yo os amo”.
No es una exigencia; es la mejor experiencia, la mayor fuente de alegría.
Si amamos como Jesús podremos crear un mundo mejor para tod@s.
Es lo que nos invita a hacer en memoria suya. ¿Lo hemos comprendido?
9. Gestos de
Amor fraterno .
Cenar con los amigos, abrirles el corazón sin miedo,
lavarles los pies con mimo y respeto,
hacerse pan tierno compartido y vino nuevo bebido.
Embriagarse de Dios, e invitar a todos a hacer lo mismo.
Trabajar por la justicia, empeñarse en una paz duradera;
decir no a las armas, desvivirse en proyectos solidarios,
reducir nuestras cuentas y carteras.
Amar hasta el extremo, e invitar a todos a hacer lo mismo.
Crear desconcierto evangélico.
Amar como Él nos ama, e invitar a todos a hacer lo mismo.
Un gesto sólo, uno sólo, desborda tu amor
que se nos ofrece como manantial de vida.
Si nos dejamos alcanzar y lavar, quedamos limpios,
como niños recién bañados,
para descansar en tu regazo.
¡Lávame, Señor!
¡Lávanos, Señor!