1. Carlos Esplá Rizo nació en Alicante el 23 de junio de 1895 en el seno de una familia republicana
de clase media. Educado en un ambiente liberal y culto, pronto dos de los más destacados
republicanos alicantinos -el Dr. Rico y el poeta Sellés- le tomarían como discípulo predilecto,
inculcándole su sentido ético de la vida y el amor por las ideas de progreso y solidaridad. Desde
1912 participó en la reorganización del Partido Republicano alicantino, fundando un año después
en compañía de un grupo de amigos el periódico El Luchador, en adelante órgano de expresión
de los republicanos de izquierda de la ciudad. Sus furibundos artículos antimonárquicos le
costarían en 1916 el destierro a Valencia, ciudad en la que comenzó a destacar como periodista
y como activista político. En la capital del Turia conoció e intimó con Felix de Azzati,
Marcelino Domingo, Roberto Castrovido, Vicente Marco Miranda, los hermanos Estellés,
los hermanos Just, Eugenio Noel y Vicente Blasco Ibañez, logrando alcanzar un nombre
sobresaliente entre los periodistas republicanos valencianos.
Sin embargo, es a partir de 1923, una vez instalado en París, cuando su nombre alcanza
auténtica resonancia. Blasco Ibáñez y M. de Unamuno confían en él más que en ninguna
otra persona, logrando que ambos coordinen sus acciones contra la monarquía a pesar de
sus tremendas diferencias personales.
En compañía de E. Ortega y Gasset y de Juan Durá funda España con Honra, periódico en el que escribirían la
mayoría de los exiliados españoles en París; colabora con Blasco Ibañez en sus manifiestos contra Alfonso XIII;
organiza protestas contra el rey y contra Primo de Rivera; introduce propaganda antimonárquica en España;
escribe en los principales periódicos nacionales: El Liberal, La Voz, El Heraldo, El Sol, La Vanguardia, La
Publicidad o Las Provincias; encabeza junto a J. Sánchez Guerra el movimiento revolucionario de enero de 1929
en Valencia, primer golpe serio contra la dictadura de Primo de Rivera, acuciada ya por las revueltas
estudiantiles, erigiéndose en el más activo organizador de la oposición a la monarquía en tierras de Lutecia,
como confesarían en 1930, con motivo del homenaje que le rindieron los desterrados de la dictadura, Indalecio
Prieto y Marcelino Domingo.
Al instaurarse la República, Esplá la proclama en Alicante haciéndose cargo del Gobierno Civil de la provincia,
puesto que volvería a desempeñar en Barcelona durante el verano de 1931, cuando la ciudad vivía todavía
inmersa en un ambiente revolucionario y autonomista. Desde la máxima representación del Estado en Cataluña,
Esplá, muy bien relacionado con los dirigentes nacionalistas, contribuyó a la pronta elaboración del Estatuto de
Nuria y a la resolución de múltiples conflictos obreros, intentando encauzar dentro del nuevo régimen al
sindicalismo anarquista. A ambas cuestiones seguiría estrechamente ligado durante todo el bienio republicano,
al ser nombrado por Azaña Subsecretario de Gobernación y Presidente de la Comisión de Transferencias del
Estatuto de Cataluña. En 1935 fundó junto a Luis Bello el periódico Política, que pretendió ser órgano de
expresión independiente de la izquierda republicana. Íntimo colaborador de Azaña, en mayo de 1935 ocupó la
Subsecretaría de la Presidencia, desde la que contempló la sublevación militar de 1936.
Durante la Guerra Civil acometió arriesgadas operaciones secretas en la Alemania nazi, encargándose también
junto a Martínez Barrio de organizar el poder republicano en la región militar de Valencia. Desde noviembre de
1936 a mayo de 1937, ocupó la cartera de Propaganda, siendo el máximo responsable de la difusión de la
cultura y la causa republicana en España y en todo el mundo. Entre sus logros más indiscutidos está la revista
Hora de España. Posteriormente, desde mayo de 1937 hasta abril de 1938 ocupó la Subsecretaría de Estado,
acompañando en numerosas ocasiones a Negrín en la Sociedad de Naciones. Durante este último período de la
guerra, Esplá fue uno de los pocos puentes abiertos entre el Presidente del Gobierno y de la República, a quien
mantenía informado de cuantos hechos conocía.
Al acabar la guerra, marchó a París, retornando a su actividad periodística como corresponsal de
Noticias Gráficas de Buenos Aires, participando también en las tareas de auxilio a los refugiados.
Poco antes de la ocupación alemana, Esplá marchó a Buenos Aires, de donde volvió a México al
ser reclamada su presencia por José Giral e Indalecio Prieto para ayudarles a administrar los
fondos de la JARE, organismo que pasaba por una profunda crisis de credibilidad merced a las
campañas de desprestigio auspiciadas por un sector del exilio y de la prensa mexicana. Miembro
de Acción Republicana Española (ARE) y de la Junta Española de Liberación (JEL), encabezó junto a Indalecio
Prieto una corriente opuesta a cualquier formalismo institucional de los exiliados, negándose a participar en
decisiones que supusiesen la transformación de las estructuras políticas creadas en España. Es esta línea creyó
inadecuada la restauración de los órganos constitucionales en el exilio, confiando el retorno de la democracia a
España a una acción interna y al apoyo de la comunidad internacional, defendiendo la política plebiscitaria
iniciada por Prieto.
Durante los años cincuenta y sesenta alternó sus trabajos como traductor en la Naciones Unidas con el
activismo político manteniendo contactos con antifranquistas del interior como Francisco Bustelo o Enrique
Tierno. Murió siendo el último presidente de Izquierda Republicana en el exilio, en México en 1971.