1. POR QUE ENGORDAMOS
Desde el punto de vista de la Medicina Orthomolecular
Por qué comemos compulsivamente?
Porque dejamos de comer por mucho tiempo (más de 4 horas).
Nos levantamos a la mañana y desayunamos muy poco: dos galletas o tostadas
(harinas) y alguna infusión.
Recordemos que ya veníamos con ocho o diez horas de ayuno de la noche anterior.
Salimos a trabajar, la hormona del stress normal, denominada cortisol, sube por la
mañana. Si el día fuera muy difícil, aún subirá más y junto con el cortisol aumentará la
adrenalina cerebral. El cortisol y la adrenalina harán que podamos correr durante el
día porque aumentan mi glucosa en la sangre sacándola del hígado hasta que se agote.
Almorzamos rápidamente: un sándwich con un café o una gaseosa.
Así, sigue aumentando nuestra glucosa en la sangre y comienza en paralelo, el
aumento de la insulina.
La insulina es la hormona por excelencia formadora de grasa.
Al terminar el día casi no merendamos, y llegamos a casa muy cansados.
A las 20 hs, el cortisol y la adrenalina normalmente caen y con ellas también el azúcar
de nuestra sangre, pero el hígado ya no tiene reservas.
2. La falta de azúcar en la sangre genera una respuesta del cerebro de compulsión.
Este no deja pensar ni decidir la calidad de los alimentos que vamos a comer y lo que
más nos pide son harinas y azúcares (arroz, papa, fideos, pan).
El stress que pasamos durante el día modificó nuestros neurotransmisores cerebrales.
El neurotransmisor más importante para evitar la compulsión es la serotonina. Por
ejemplo, si nos falta serotonina nos morimos de ganas de comer chocolate, y así
aumenta nuestra panza.
Qué pasa si seguimos comiendo y viviendo de esta misma forma?
"En el síndrome de civilización que engloba el supermercado, el delivery, el fastfood,
la televisión, la computadora y el auto, nuestro cuerpo tendrá menos masa muscular y
más grasa. Con el paso de los años, sin molestias y en forma silenciosa, cada vez que
comamos una factura o cualquier dulce, aumentará la insulina, la única hormona
productora de grasas.
Además, cada vez que nos tensionemos el cortisol y la adrenalina se encargarán de
sacar la grasa de los depósitos y hacerla circular desde el abdomen hacia el hígado.
Con esto se va formando un hígado graso o 'esteatosis hepática'. Las grasas libres
siguen de largo, llegan al corazón y desde allí, son bombeadas a todo el cuerpo. Estas
grasas libres se oxidan rápidamente y se pegan a las arterias, venas y capilares.
Recordemos que la grasa es una gran glándula que produce hormonas y sustancias
tóxicas, llamadas citoquinas", relata la doctora.
Este mecanismo por muchos años es invisible, pero según el nivel de sedentarismo y la
intensidad con que se aumente de peso, silenciosamente, un adulto puede llegar a
tener un infarto agudo cardíaco, un accidente cerebrovascular o incluso una muerte
súbita. "Es en esos momentos de gran susto, y estando en terapia intensiva, que la
mayoría pensamos en cambiar nuestros hábitos de vida.
Lamentablemente, todo conspira para que el síndrome de civilización siga adelante,
porque los médicos no estamos formados desde la facultad para enseñarle al paciente
a salir de este círculo vicioso, y también somos víctimas del mismo.
Otra enfermedad adquirida por el camino de la compulsión: la diabetes tipo 2, no
insulino-dependiente.
3. A ella se llega por décadas de máxima exigencia al páncreas.
Este produce excesivas cantidades de insulina hasta que se agota.
"Cuando empezamos a notar que orinamos más de noche, tenemos más sed, y
'sorpresivamente' bajamos de peso, vamos al médico y nos descubren el azúcar alta.
Para controlar esta forma de diabetes lo habitual es que se den unas drogas extrañas
al organismo, llamadas hipoglucemiantes orales que exigen que el páncreas produzca
más insulina, dado que por primera vez hubo falta de ella.
Si ya pertenezco al grupo del llamado Síndrome de civilización, estaré gorda o gordo,
con panza, sin músculo, con arterias en camino de taparse, diabética/o y con
colesterol alto", resume la doctora.
Dos caminos
Seguir con nuestra vida de siempre, porque todavía caminamos, pensamos,
trabajamos, y no nos damos cuenta que estamos más lentos, sin fuerza, sin agilidad y,
sobre todo, con menos inteligencia. "Esto ocurre porque nuestro cerebro es el órgano
más lábil a la falta de oxígeno y también el que más rápidamente se oxida. Según el
camino que elijamos nuestras neuronas morirán entre 10.000 a 100.000 por día.
Es una diferencia... La libertad es un derecho y una obligación.
Podemos elegir vivir y comer de una manera o de otra. A veces hay que pagar el precio de ser
diferentes porque vamos contra la corriente, pero la vida y la salud valen la pena. Someterse
no le sirve a nadie; y siempre una rebeldía inteligente apoyada en el conocimiento es muy
saludable. La Medicina Orthomolecular viene a dar una vuelta de este círculo vicioso hacia un
círculo virtuoso"