1. LOS PROBIOTICOS COMO ALIMENTO FUNCIONAL
Los sistemas de producción animal se caracterizan por una alta intensidad productiva, en los que
frecuentemente se adicionaban antibióticos en la dieta como aditivos promotores del crecimiento.
Sin embargo, su uso continuo provocó el desarrollo de cepas patógenas resistentes y efectos
residuales en los alimentos (carne, leche, huevo), lo que afecta a su consumo por el hombre (Blake
et al. 2003). Además, su empleo provoca daños en el equilibrio ecológico de la biota
gastrointestinal, por lo que predispone a los animales a contraer enfermedades. Es por ello que
desde el año 2006, en la Unión Europea y otros países del mundo, quedó prohibido el empleo de
antibióticos para estos fines (Van Loo y Vancraeynest, 2008), lo que generó un panorama de
mayor incertidumbre y la necesidad de buscar nuevas alternativas seguras e inocuas, pues se ha
tomado conciencia de que la seguridad de los alimentos de origen animal empieza por la seguridad
de los alimentos para los animales, incluidos los aditivos.
Existen productos comerciales que regulan la biota bacteriana intestinal, permitiendo la sustitución
de los antibióticos como aditivos promotores del crecimiento. Un ejemplo de ello lo constituyen los
probióticos, los cuales se encuentran en el grupo de los alimentos funcionales. En la nutrición
animal es cada vez más creciente el empleo de estos aditivos por los efectos beneficiosos que
ejercen en la salud y el comportamiento productivo (Janssens y Van Loo, 2006). Aunque es
necesaria una mayor difusión de la información para promover su utilización y lograr grandes
impactos positivos en los sistemas de crianza, lo que permitirá optimizar la calidad de las
producciones.
2. 1. Bifidobasterium.
2. Levaduras
3. Lactobacillus
Características principales
Los alimentos funcionales son aquellos que afectan positivamente a una o más funciones del
organismo, para mantener un estado confortable y saludable o la reducción del riesgo de
enfermedades. Existen evidencias basadas en la literatura científica que ubican a los probióticos
con efectos funcionales (Vambelle et al. 1990).
Los probióticos se consideran aditivos alimentarios formados por microorganismos vivos que tienen
efectos beneficiosos en la salud del hospedador (Scherezenmeir y de Vrese, 2001). Deben reunir
las siguientes características: no ser sensibles a las enzimas gastrointestinales; ser estables frente
a ácidos y bilis y no conjugarse con las sales biliares; poseer capacidad para adherirse a las
superficies epiteliales; sobrevivir en el ecosistema intestinal; producir sustancias antimicrobianas y
tener capacidad de crecimiento rápido en las condiciones del intestino grueso.
Entre los microorganismos más utilizados para estos fines se encuentran diferentes especies de
bacterias: Lactobacillus (L. acidophillus, L. caseii, L. bulgaricus, L. reuteri, L. plantarum),
Bifidobacterium (B. bifidum, B. longum, B. breve, B. infantil, B. animalis) y levaduras,
fundamentalmente del género Saccharomyces. Se pueden emplear en formas puras o
combinadas, lo que propicia su amplia variedad en el mercado internacional.
Modo de acción
Se han propuesto varios mecanismos de acción de los probióticos, entre ellos se encuentran: la
reducción del pH intestinal, debido a los ácidos generados por los microorganismos probióticos, lo
que evita la proliferación de los patógenos; alteración del metabolismo microbiano y del
hospedador; acción hipocolesterolémica y estimulación de la respuesta inmunitaria (tabla 1)
(García et al., 2005).
En el transcurso de las últimas décadas se han realizado grandes esfuerzos encaminados a
mejorar la productividad animal. El objetivo principal era obtener una mayor tasa de crecimiento y
un mejor índice de conversión. Sin embargo, en los últimos años ha adquirido mucha importancia
el bienestar y salud de los animales, poniendo gran atención al medio ambiente y un mayor
enfoque hacia las condiciones de alojamiento, composición del pienso y su manejo, donde la
utilización de probióticos como aditivos promotores del crecimiento tiene un papel fundamental.
3. Uso de probióticos en la alimentación animal
Las preparaciones probióticas pueden ser administradas inmediatamente después del nacimiento
de los animales o en periodos en los que el productor espera la aparición de enfermedades
(preventivo) o mezcladas con el alimento por periodos de tiempo largo. Los microorganismos
pueden ser ingeridos mediante su adición en el agua o el alimento (Tournout, 1989).
Estos compuestos se pueden administrar a animales de diferentes edades, dependiendo de su
función o mecanismo de acción. Si la microflora normal no se ha establecido, preparaciones que
contienen sólo Lactobacillus son más adecuadas, debido a que se puede iniciar la colonización
secuencial natural del intestino. Tal situación puede ocurrir cuando los animales se trasladan
después del nacimiento hacia lugares muy limpios o, por ejemplo, después de un tratamiento con
antibióticos (Cranwell et al., 1976).
En lugares con alta incidencia de enfermedades diarreicas es apropiado introducir una cepa
probiótica tan pronto como sea posible, de tal forma que se garantice la colonización del intestino
con la cepa probiótica capaz de inhibir al patógeno. La utilización de una sola dosis o dosis
continuadas depende de las características y mecanismos de acción de la cepa escogida como
probiótico. Por ejemplo, si se desea que la acción sea la de producir metabolitos en el tracto
gastrointestinal a través de su paso por este sistema y no la capacidad de colonizar, entonces es
necesario el uso de dosis diarias continuadas. Sin embargo, si el mecanismo de acción es el de
facilitar la colonización del tracto por la presencia en la cepa de adhesinas específicas, con dosis
simples, puede ser suficiente hasta que el animal sea expuesto a condiciones de estrés que
provoquen la pérdida de la cepa probiótica (Brizuela, 2003).
Las dosis terapéuticas más frecuentemente empleadas son de 109 a 1012 microorganismos por
animal por día o de 106 a 107 por gramo de alimento. Lo fundamental en las dosis es que el
número de microorganismos administrado sea suficiente para provocar una respuesta beneficiosa
en el hospedador y encontrarse en un nivel significativo con relación a la flora indígena o alcanzar
este nivel por crecimiento dentro del tracto digestivo.
En la producción porcina, durante el periodo de lactación y las primeras semanas
4. posdesteteocurren las mayores pérdidas como consecuencia de factores estresantes, con un
promedio del 10 al 25% de las crías, ya que estos factores interfieren en el establecimiento de una
microflora gastrointestinal normal y alteran su equilibrio, entre otros efectos (Vambelle et al., 1990),
lo que ocasiona mayor incidencia de enfermedades y mortalidad, así como una disminución de los
niveles de producción esperados (Alvarez, 1995). Un 41,5% de la mortalidad corresponde a
enfermedades diarreicas y de ellas un 25,5% son ocasionadas por E. coli (Fahy et al., 1987). Una
de las formas de disminuir la mortalidad de los lechones es el uso de probióticos en forma
preventiva o profiláctica. En una explotación porcina se obtuvieron resultados alentadores cuando
se utilizó una mezcla de Enterococcusfaecium y Lactobacillusacidophilus aislados de cerdo. Se
observó una diferencia en los parámetros zootécnicos estadísticamente significativa (p>0,05) en
favor del grupo tratado (Nousiainen y Setälä, 1993).
Gunther (1995) usó un producto probiótico en pollitos en crecimiento. Este aditivo alimentario tuvo
influencia en la ganancia de peso corporal y la conversión alimenticia incrementó el primer
indicador de 102,3 a 106,84% y disminuyó el segundo de 98,42 a 95,26% con respecto al grupo
control. También, Onifade (1997) estudió el efecto de una dieta complementada con una cepa de
levadura S. cerevisiae en broilers. Los grupos tratados mostraron mejor ganancia de peso vivo,
mejor conversión alimentaria y mayor rendimiento de canal. García et al. (2002) obtuvieron una
disminución del colesterol total, de las lipoproteínas de baja densidad y de la grasa abdominal en
broilers que consumieron hidrolizado enzimático de crema de levadura S. cerevisiae. Por otra
parte, en un experimento con pollitas de reemplazo de ponedoras con niveles de inclusión de hasta
un 5% de levadura S. cerevisiae en la dieta, se comprobó una mejora en el incremento de peso de
estas aves en el periodo de inicio y crecimiento (Ariki et al., 1998).
En la tabla 2 se muestran los valores medios de la inclusión de levaduras vivas en la ración de
vacas lecheras. Se corresponden a ligeros aumentos de la ingestión, de la producción de leche y
de la grasa en la misma (van Vuuren, 2003).
También el empleo de levadura Saccharomycescerevisiae y Aspergillus oryzae incrementa la
producción de leche entre 1 y 2 litros por animal al día y la ganancia diaria de peso de terneros en
cebo hasta en un 20%.
Uno de los principales objetivos del uso de probióticos es aumentar los indicadores productivos y la
salud de los animales. Sin embargo, la eficiencia de su utilización depende de varios factores
explicados anteriormente, que son necesarios tener en cuenta para potenciar el modo de acción de
estos productos.
5. Lo que hay que saber de los probióticos
Los probióticos constituyen aditivos alimentarios que podrían sustituir totalmente a los
antibióticos como aditivos promotores del crecimiento en la alimentación animal, ya que
repercutirían de forma positiva en:
La reducción considerable de problemas gastrointestinales.
El menor gasto en medicamentos, especialmente antibióticos.
La reducción de mortalidad debido a diarreas.
La mejor eficiencia alimentaria.
El incremento de indicadores zootécnicos.
La mejor salud intestinal implica un aumento de la digestibilidad de los nutrientes y una
protección contra microorganismos patógenos, por lo que se optimizaría la calidad de las
producciones si son incorporados de manera rutinaria en la dieta de los animales.