El documento analiza la situación de exclusión social y laboral de grupos como inmigrantes y personas con discapacidad. Explica que estos grupos no pueden acceder a recursos básicos como empleo, vivienda y educación. También habla sobre las condiciones precarias en las que trabajan los inmigrantes y cómo esto afecta negativamente a los trabajadores autóctonos. Finalmente, propone intervenciones para promover la inclusión sociolaboral de estas personas en riesgo de exclusión.
c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
Propuestas de intervención ante la exclusión sociolaboral
1. RREEVVIISSTTAA DDIIGGIITTAALL EENNFFOOQQUUEESS EEDDUUCCAATTIIVVOOSS Nº 83 1/11/2011
PROPUESTAS DE INTERVENCIÓN ANTE LA EXCLUSIÓN
SOCIOLABORAL
López Azuaga, Rafael
76085471-E
Licenciado en Psicopedagogía
Estudiante de Master en Educación Inclusiva
Resumen
Es evidente que la diversidad cultural en nuestra sociedad ha evolucionado
considerablemente a lo largo de los años. De un país emigrante, España ha pasado a ser
un país que recibe población inmigrante. Además, se encuentran muchos grupos
sociales que se encuentran en riesgo de exclusión social. Todos ellos tienen derecho a
vivir en un “estado de bienestar”, pero las condiciones en las que viven no les asegura
conseguirlo. Entre las necesidades, se encuentra la de conseguir empleo. En este
informe analizo la situación actual de estos grupos y realizo unas propuestas para
conseguir su inclusión sociolaboral.
Palabras clave: Diversidad cultural, exclusión social, desempleo, precariedad laboral,
inclusión sociolaboral
1-Marco teórico
Aquellas personas que se encuentran en riesgo de exclusión social son aquellas que
no pueden acceder a la consecución de los recursos necesarios para lograr un estado de
bienestar, y de ahí a que, al no poder conseguir un trabajo por diversas razones, no
consiguen obtener los ingresos económicos necesarios que le permiten acceder a esos
recursos, e incluso se encuentran viviendo en zonas con pobreza sociocultural o
presentan características que pueden dificultarle la consecución de un trabajo
(discapacidad, personas con antecedentes penales, inmigrantes ilegales, diferente etnia,
etc) (Jiménez Simón, 2004). Estas personas se encuentran excluidos
“sociolaboralmente”. Podríamos hablar de cada uno de ellos, pero aquí nos centraremos
primeros en la población inmigrante y luego reflexionaremos a nivel general para todos.
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En relación con la población inmigrante, en el vídeo La estrategia de Simbad
(Estévez, Mateos, Cereijo, et al., 2006) pudimos comprobar que se producían grandes e
importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
pesar de ser una situación bastante injusta, el Estado no puede hacer nada debido a que
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En relación con la población inmigrante, en el vídeo La estrategia de Simbad
(Estévez, Mateos, Cereijo, et al., 2006) pudimos comprobar que se producían grandes e
importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
pesar de ser una situación bastante injusta, el Estado no puede hacer nada debido a que
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En relación con la población inmigrante, en el vídeo La estrategia de Simbad
(Estévez, Mateos, Cereijo, et al., 2006) pudimos comprobar que se producían grandes e
importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
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importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
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“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
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básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
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básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
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importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
pesar de ser una situación bastante injusta, el Estado no puede hacer nada debido a que
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importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
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importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
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importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
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(Estévez, Mateos, Cereijo, et al., 2006) pudimos comprobar que se producían grandes e
importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
pesar de ser una situación bastante injusta, el Estado no puede hacer nada debido a que
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En relación con la población inmigrante, en el vídeo La estrategia de Simbad
(Estévez, Mateos, Cereijo, et al., 2006) pudimos comprobar que se producían grandes e
importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
pesar de ser una situación bastante injusta, el Estado no puede hacer nada debido a que
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En relación con la población inmigrante, en el vídeo La estrategia de Simbad
(Estévez, Mateos, Cereijo, et al., 2006) pudimos comprobar que se producían grandes e
importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
pesar de ser una situación bastante injusta, el Estado no puede hacer nada debido a que
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En relación con la población inmigrante, en el vídeo La estrategia de Simbad
(Estévez, Mateos, Cereijo, et al., 2006) pudimos comprobar que se producían grandes e
importantes movimientos migratorios para buscar un mínimo grado de bienestar. Dicho
“estado de bienestar” consiste en que todos tenemos cubiertas nuestras necesidades
básicas (alimentación, sanidad, vestimenta, vivienda, educación, empleo, etc). Debido al
movimiento de la globalización, la distribución de recursos se realiza de forma desigual.
Los países más ricos y desarrollados acumulan el 80% de estos recursos, para así poder
hacerse aún más ricos según sus intereses. El resto de poblaciones más subdesarrolladas
no reciben los suficientes recursos como para conseguir su bienestar, por lo que, de
forma desesperada, deciden emigrar a otros países para buscar mejores condiciones de
vida o al menos los suficientes recursos como para enviárselos a sus familiares.
Actualmente en España se está produciendo una llegada masiva de nuevos
inmigrantes. Hace algunos años, el PSOE aprobó una ley de regularización de
inmigrantes, que como consecuencia tuvo el aumento de la cotizaciones de la seguridad
social, pero a partir de ahí se produjeron muchos asaltos de personas procedentes de
otros países a las vallas que bordean la frontera. A esta situación se la relacionó con el
“efecto llamada”, que consiste en la llegada masiva de nuevos inmigrantes ilegales al
país dadas las posibilidades de legalización ofrecidas por el proceso regulador de
nuestro país. No debemos tampoco esconder una de las realidades del movimiento
migratorio, en la cual cada vez llegan más pateras con personas que deciden mejorar su
situación. Deciden sortear todos los peligros posibles, desde el mal temporal y los
peligros propios del mar (“luchar contra los elementos”, hasta que terminan
naufragando), hasta burlar a los militares que protegen la frontera de los países ricos
(Akkari y Ferrer, 2000; Jiménez Gámez, 2004).
Estas personas inmigrantes aceptan trabajar en unas condiciones laborales
inadecuadas con tal de obtener un mínimo de ingresos. Los empresarios, al tener que
pagarles menos dinero que a un trabajador autóctono, se enriquecen aún más a cambio
de obtener el mismo nivel de producción, y los trabajadores autóctonos se quedan en el
paro, convirtiéndose en personas en riesgo de ser excluidos socialmente al no poder
obtener los suficientes ingresos como para satisfacer todas sus necesidades básicas. A
pesar de ser una situación bastante injusta, el Estado no puede hacer nada debido a que
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Estudis Autónomics, Generalitat de Catalunya. Fundación BBVA: Bilbao.
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