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Planificación social comunitaria
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3.2 La planificación social
La planificación social es el proceso por el cual los formuladores de políticas
(legisladores, organismos gubernamentales, planeadores y, a menudo, financistas)
tratan de resolver los problemas de la comunidad o mejorar las condiciones de ésta
diseñando e implementando políticas que tengan por objetivo obtener ciertos
resultados.
Estas políticas pueden tomar la forma de leyes, reglas, incentivos, campañas en
los medios de comunicación, programas o servicios e información (un amplio rango
de posibilidades). Un Consejo de Salud comunitario o estatal que adopte reglas para
regular la prohibición del cigarrillo en lugares particulares, por ejemplo, está tratando
de proteger a los fumadores pasivos y de reducir la cantidad de fumadores en
general.
Existe una larga historia de planificación social en México y en otros lugares.
Tradicionalmente esto ha querido decir que los formuladores de políticas decidían
lo que ellos pensaban que era bueno para la comunidad o para una población, e
imponían políticas que tenían como objetivo lograr los resultados que ellos querían.
En el mejor de los casos, esto produjo programas que beneficiaban a grandes
cantidades de personas. En el peor de los casos, la planificación social se ha usado
en gran medida para beneficio (económico y político) de los formuladores de
políticas, sus amigos y partidarios.
La planificación social es un proceso que sirve para organizar determinadas ideas
con el fin de resolver un conflicto social determinado, es un plan que será llevado a
la acción para mejorar un cierto aspecto de la sociedad. Consiste en la utilización
de nuevos métodos de planificación que se basan en indicadores geográficos y
demográficos y tienen como objetivo principal es valerse de estas nuevas teorías
para modificar un aspecto específico de un elemento del sistema social.
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La planificación social cuenta con tres elementos fundamentales: Súper-estructura
(el conjunto de ideas y valores), estructura Social (formas de las relaciones,
prácticas sociales, tipos de gobierno, acciones comunitarias, etc.) e infra-estructura
Material (geografía, tecnología, economía y demografía de dicha sociedad).
Analizando a fondo estos tres elementos es posible establecer una planificación
social que de un resultado positivo y mejore la calidad de vida de los que forman
parte de esa sociedad.
En otros casos, una planificación bien intencionada trajo consecuencias negativas.
Las medidas de la renovación urbana de los años 50 y los 60, por ejemplo eliminar
barrios de miseria, tenía como objetivo convertir a las ciudades en mejores lugares
para vivir (más seguros, más atractivos y más saludables económicamente). En
realidad, por lo general esto tuvo tal efecto sólo para las personas que se mudaron
a viviendas y negocios nuevos después de que se había desplazado a la población
original dejándoles sin ningún otro lugar a dónde ir. En muchos casos, este proyecto
destruyó comunidades vitales y prósperas.
Sin embargo, la planificación social no tiene que emanar completamente de los
rangos más altos de autoridad hacia los más bajos. Muchos programas que
comenzaron en los años 60 requerían que la comunidad participara en la
planificación e implementación de programas e iniciativas (el Programa Ciudades
Modelo, una pieza clave en la Guerra contra la Pobreza, es un ejemplo importante).
Aun cuando se pasaron por alto estos requisitos más de lo que se respetaron, ellos
reconocían que las iniciativas sociales funcionan mejor y producen mejores políticas
cuando las personas a las que afectan participan de su creación.
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La planificación proveniente de los rangos más altos de autoridad, aunque bien
intencionada, puede no tener en cuenta las realidades de la situación que está
tratando. Esto puede deberse a:
La ignorancia de la comunidad, y el hecho de que lo que funciona en una
comunidad puede no funcionar en otra. Los modelos sociales, la historia
(especialmente los intentos anteriores para tratar el asunto en cuestión) y la
economía de la comunidad pueden funcionar individualmente o en forma
conjunta para crear una situación única. Se tiene que entender esa situación
antes de que se pueda proceder a crear políticas exitosas.
Ignorancia acerca de la vida de aquellas personas a quienes va dirigido el
plan. Las creencias o costumbres culturales de grupos de inmigrantes o de
aquéllos de orígenes étnicos o raciales particulares, pueden ser totalmente
ajenos a las personas encargadas de la planificación para ellos. Aun cuando
la división entre los responsables de formular políticas y la población a la cual
se dirigen las políticas sea solamente económica, puede que haya grandes
diferencias en la forma en que ven el mundo, así también como grandes
diferencias en los mundos en los que viven. Si los responsables de formular
políticas no comprenden la cultura y las costumbres (y las necesidades
reales) de la gente a la que desean incluir, sus políticas están destinadas al
fracaso.
Las consecuencias no intencionales que no son aparentes inicialmente. A
veces, un plan o política que parece positivo trae resultados que son
profundamente negativos. Los complejos de viviendas públicas que se
construyeron en los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial
tenían como objetivo ser residencias limpias, seguras y cómodas para
ciudadanos de bajos ingresos. Sin embargo, su carácter institucional y
aislamiento de los lugares principales de la vida de las comunidades
provocaron desesperación en sus residentes, lo que trajo aparejado crimen
y condiciones de vida horribles.
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La falta de experiencia en el tema por parte de los responsables de formular
políticas. Los médicos (especialmente aquellos que además tienen
credenciales académicas) saben que la diferencia entre la teoría y la realidad
por lo general puede ser grande. Cuando las iniciativas o intervenciones
lógicas y en la mejor situación posible chocan con la falta de financiación, la
cultura de las calles, los manejos políticos, el abuso de substancias, la falta
de confianza en las personas de afuera y las batallas territoriales, no
funcionan de la forma que los planeadores piensan que deberían hacerlo.
Además, se puede usar la planificación social para alcanzar objetivos que no tienen
nada que ver con el bienestar o el mejoramiento de aquellos a quienes afectan.
Estos objetivos pueden tener la intención de beneficiar a amigos o partidarios de
políticos poderosos, o simplemente generar capital político. En estos casos, es
probable que estén mal planeados y administrados, y que tengan poco efecto. Por
otro lado, los objetivos pueden ser apropiados y dignos de elogio, pero no se
realizan en forma efectiva debido a falta de habilidad o voluntad de las personas a
las que se asignó para llevarlos a cabo. La participación de los ciudadanos puede
ayudar a prevenir que el proceso de planificación social fracase de las maneras
mencionadas.
La Caja de Herramientas Comunitarias ve la planificación social y el cambio de
políticas como una sociedad entre la comunidad y los formuladores de políticas, la
cual tiene como objetivo la creación de políticas que produzcan cambios sociales
positivos. Como resultado consideraremos la planificación social y el cambio de
políticas desde dos ángulos diferentes:
Desde la perspectiva de los responsables de formular políticas, o sea cómo
utilizar el proceso de planificación social para crear políticas que consigan
sus objetivos con los mejores resultados positivos tanto para todos los
miembros de la comunidad como también para los responsables de formular
políticas.
Desde una perspectiva local, es decir cómo puede uno acercarse a los
responsables de formular políticas al comienzo del proceso para que
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aquellas personas de la comunidad a quienes el cambio de política afecte
puedan participar en la planificación e implementación.
Aunque podría parecer obvio que las comunidades y los grupos locales quieran
participar en la planificación y llevar a cabo las políticas, éste no es siempre el caso.
Pueden sentir que es el problema de otra persona o que simplemente no tienen el
tiempo y la energía para involucrarse en una iniciativa de planificación.
Aquellos que nunca han tenido la oportunidad de tomar decisiones, a menudo
encuentran que el proyecto es intimidante. Se sienten incómodos porque nunca han
tenido la experiencia de trabajar en reuniones, en la planificación y en otras
actividades similares, y consideran que es más fácil que otros tomen las decisiones.
Pueden sentir, además, que tienen poco para contribuir, o que no serán escuchados
aun cuando estén presentes en la reunión.
Puede tomar tiempo y esfuerzo para que sea posible la contribución de miembros
de la comunidad. Quizás necesiten capacitación y / o asistencia para sentirse
cómodos con los procedimientos y supuestos de un proceso participativo. Quizás
tengan las condiciones para participar pero necesiten motivación para hacerlo.
Poner la confianza en el proceso y en los responsables de formular políticas puede
requerir mucha organización comunitaria (campañas puerta a puerta,
conversaciones personales, reuniones pequeñas en los domicilios de las personas)
hasta que la comunidad esté lista para asumir el riesgo o la carga de la participación.
Sin embargo, las recompensas para la comunidad pueden ser enormes. Muchas de
las razones para que la comunidad participe son reflejo de las razones por las que
los responsables de formular políticas quieren hacerlo. Algunas de ellas son:
La participación ofrece la oportunidad de educar a los responsables de
formular políticas acerca de las necesidades y preocupaciones reales de la
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comunidad. Cuando los responsables de formular políticas planean sin
contexto, sus planes generalmente fracasan porque no tienen en cuenta las
realidades de la situación y las necesidades reales de la población a las que
éstos van dirigidos. Los miembros de la comunidad pueden ayudar a los
responsables de formular políticas a comprender sus vidas (las dificultades
que enfrentan, las fuerzas que aportan y lo que piensan que se debe tratar).
La participación permite a los miembros de la comunidad ayudar a crear una
política que realmente funcione para cubrir sus necesidades. Al participar en
el desarrollo, los miembros de la comunidades pueden asegurarse de que se
lleven a cabo políticas que en efecto mejoren sus vidas en lugar de que no
tengan efecto o que les impongan cargas extras.
La participación ofrece a los miembros de la comunidad el respeto que se
merecen. En vez de ser vistos como víctimas o molestias, los miembros de
la comunidad que se involucren en un proceso participativo de planificación
social serán considerados colegas y ciudadanos que se preocupan por
trabajar para mejorar la comunidad. Se los respeta tanto como seres
humanos (esto siempre debe ser así, pero a menudo no es el caso) y por las
cualidades, conocimientos y esfuerzo con los que contribuyen al proceso.
La participación hace que los miembros de la comunidad tomen el control de
su destino. El proceso participativo de planificación social y desarrollo de
políticas tiene como resultado que los ciudadanos decidan qué políticas van
a funcionar para ellos, y les da la oportunidad de cambiar estas políticas si
no están funcionando. En total, pone en práctica la frase del Consejo del
Barrio Back of the Yards de Chicago, fundado por el legendario organizador
Saul Alinsky: “Nosotros, el pueblo, forjaremos nuestro propio destino”.
La participación construye el liderazgo comunitario interno. Aquellas
personas que participan en el proceso aprenden y ejercitan cualidades de
liderazgo, y también comienzan a ver que tienen la capacidad para ser
líderes. El paso más importante hacia el liderazgo, y para tener influencia en
los sucesos que estén afectando, es estar convencido de que se tiene la
capacidad para hacerlo.
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La participación le da energía a la comunidad para que, en el futuro, trate
otros asuntos o decisiones sobre políticas y para que se dé cuenta de que
tiene el control de su futuro. Así, el proceso de desarrollo de la comunidad
continuará a lo largo del tiempo.
La participación trae como resultado un cambio social a largo plazo. A medida
que los miembros de la comunidad controlan más áreas de sus vidas, como
resultado de las aptitudes y actitudes que ganaron en el proceso participativo,
crearán e institucionalizarán cambios que mejorarán la calidad de vida de
todas las personas de la comunidad.
La planificación social tiene su origen en los responsables de formular políticas o en
sus contratistas. Desde el punto de vista de los primeros, la planificación social es
apropiada cuando:
La comunidad lo pide.
Un asunto o problema ha alcanzado proporciones críticas y es obvio para
todos que se debe hacer algo.
Existe un problema de importancia desde hace mucho tiempo (pobreza,
violencia, vivienda, hambre, etc.) que atrae la atención de los responsables
de formular políticas.
Existen recursos que están disponibles para enfrentar el problema.
Un funcionario poderoso (un presidente o primer ministro, un líder del
Congreso o Parlamento, un gobernador, un alcalde) está preocupado por un
problema, asunto o población en particular y se propone hacer algo al
respecto.
Un proceso de planificación estratégico o económico en el que se involucran
los formuladores de políticas, el cual determina que se debe solucionar un
problema en particular o qué comunidades o poblaciones particulares
necesitan algún tipo de asistencia.
Se vuelve aparente (a nivel municipal, estatal, provincial o federal) que existe
algún deterioro en el área económica, social y/o medioambiental, el cual se
debe detener.
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Además, una planificación social puede ser apropiada desde el punto de vista de la
comunidad en todos estos momentos. Si la comunidad no ha iniciado todavía alguna
acción (tanto para solucionar el problema o para obtener ayuda para hacerlo) puede
necesitar asistencia externa para que algo suceda.
Una vez más, la planificación social es diferente tanto del desarrollo de localidades
como de la acción social. En el desarrollo de localidades, todos los sectores de la
población de una ciudad o área (ricos y pobres, jóvenes y ancianos, mujeres y
varones, todas las razas y etnias, etc.) deben estar representados en el
emprendimiento. En la acción social, los participantes necesarios son solamente
personas y organizaciones que representan la población particular que está
trabajando para ganar poder. El número y carácter de los participantes importantes
en el proceso de planificación social se hallan en algún punto entre estos dos
extremos.
Para que la planificación social funcione bien, se debe por lo menos invitar a
participar tanto a los responsables de formular políticas como a todos los
interesados: mientras a más se represente, mejor. "Interesados" es un término que
incluye a todos aquellos afectados por los cambios potenciales de la política u otros
problemas en discusión. Algunos ejemplos de interesados son:
Aquellos a quienes una política busca beneficiar.
Aquellos a quienes una política intenta controlar de alguna manera. Por
ejemplo, la política sobre el uso de la tierra puede imponer restricciones a las
constructoras. Por esto, es necesario que ellos tengan representación al
discutir y crear la política, aunque su voz no debe dominar la situación. Son
una de varias partes interesadas.
Aquellos que tendrán que administrar o hacer cumplir la política.
Aquellas personas que ayuden o trabajen con una población que se ve
directamente afectada por una política. Esta categoría puede incluir a
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trabajadores de salud o servicios sociales, educadores, miembros del clero
(Miembros de la iglesia), etc.
Organizaciones o negocios que vayan a ganar o perder ingresos u otros
recursos, o que tendrán que alterar su modus operandi debido a un potencial
cambio de política.
Los responsables de formular políticas y otros funcionarios públicos.
Otros residentes interesados.