ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
Presencia misteriosa_Cuento Breve
1. Presencia Misteriosa
Caya García Pesuto
Sus ojosbrillabancomodosesmeraldasenlaoscuridadde mi habitación,observándome.La
Torre Eiffel irradiabaenmi ventana,iluminandounaúnica parte del lugar. La figura se acercó a mí
lentamente yensilencio,dejando ver solamente su fornido contorno, ocultando su desconocido
rostro.El saberque era humano me relajó en cierto modo, pero no eliminaba mis dudas. ¿Quién
era? ¿Qué hacía llí? ¿Por qué me atormentaba todas las noches? ¿Cómo podía hacerme sentir
acosada en mi propia habitación?
Mi madre encendiólaluzdel pasilloyabrióla puerta del baño. El ya conocido intruso cruzó
mi habitaciónhastala cama y allí se quedó,observándome ensumosilencioytranquilidad; en sus
ojos pude leer la aterradora promesa de que volvería. Segundos después, se desvaneció en la
oscuridad. Libre de su presencia, recordé sus voces. Sus acusadoras voces, riéndose de mí. No
estaba loca, no tenían razón. Él seguía allí, llamándome. Su persona seguía conmigo,
protegiéndome.
A la tarde siguiente,el sol se ocultóantesdeloque hubieraquerido,yal serde noche yestar
sola en mi cuarto, no me atreví a cerrar los ojos; pronto, los del intruso se colaron en la sala con
sigilo y cerraron la puerta haciéndola rechinar. Como nunca, caminó rápidamente hasta mi
ventana y cerró la persiana, oscureciendo todo por completo.
Una vez libre de todo posible descubrimiento de su identidad, se acercó a mi cama y me
observó dormir aterrada. Minutos más tarde, su voz se alzó en un ronco susurro que produjo
escalofríos en todo mi cuerpo.
-Buenas noches, princesa.
Mi vista se nubló al ser transportada por sus palabras. Mi mente recordó aquella tarde,
hacía sólo un mes. El diario en mi pierna presentaba muchas noticias, pero sólo una en especial
llamómi atención. “Encuentran el cadáver del hombre secuestrado” anunciaba. La imagen de su
cuerpo aparecía junto al texto. Mi madre lloró desconsoladamente junto a mí. Lo habían
encontrado.
Cuando volví a la oscuridad vacía de mi cuarto, el acosador se había esfumado.
2. Mis dudas e hipótesis se alineaban a una solución alocada, pero no fue hasta la última
noche que estuve segura. Hasta que él apareció nuevamente.
Un destellode laluzproveniente de laventana contra una plateada superficie me indicó la
presencia de un arma y cerré los ojos con fuerza, asustada.
-Abre los ojos, pequeña- dijo a mi lado.
Yo lo obedecí.
-Pronto estaremos juntos- agregué.
Lo últimoque logré verfue mi manoensangrentadasosteniendoel cuchillo que atravesaba
mi pecho.
Dejé esta solitaria y triste vida, para reunirme con mi padre en la tranquila muerte.