1. EL LENGUAJE PERIODÍSTICO
No es fácil delimitar un conjunto de rasgos lingüísticos claro y sistemático que pueda aplicarse a
cualquier texto periodístico o que sea exclusivo de este tipo de textos debido a la diversidad de
medios en los que pueden aparecer, de subgéneros en los que se clasifican o de temas que abordan.
Son, al contrario, las peculiaridades comunicativas y pragmáticas a las que responden las que
condicionan cada uno de los registros empleados por los periodistas, a saber:
• Que el medio sea estrictamente escrito o que combine aspectos orales con las imágenes...
• Que el receptor ideal sea el gran público o sectores más o menos especializados.
• Que el emisor se responsabilice personalmente de lo que escribe o se encubra tras la entidad
en la que trabaja.
• Que el subgénero al que pertenezca el texto pretenda exclusivamente informar o crear un
estado de opinión...
En todo caso podemos definir dos estilos diferenciados dentro de este lenguaje, el informativo y el
de opinión.
EL ESTILO INFORMATIVO
Es el propio de la noticia, el reportaje o la entrevista. La intención comunicativa es la de ofrecer
una información objetiva y veraz al receptor sin aportar valoraciones subjetivas. Como modo de
expresión básico emplean la narración que puede ir acompañada de descripciones más o menos
detalladas y de diálogos, sobre todo en las entrevistas. En cualquier caso se caracteriza por la
objetividad, la claridad y concisión, sin olvidar el uso de fórmulas para captar el interés.
1. La objetividad se alcanza destacando los hechos sobre el narrador de los mismos, por lo
que se utilizarán todos aquellos recursos del lenguaje que contribuyan a la ocultación del
narrador: tercera persona en los pronombres y en las formas verbales, construcciones
impersonales o pasivas reflejas, escasa adjetivación (especialmente de adjetivos
valorativos), uso -en todo caso- de adjetivos especificativos, predominio del orden lógico
oracional y verbos en modo indicativo, oraciones enunciativas.
2. La concisión es el resultado de utilizar sólo las palabras más significativas para transmitir
la información que se desea y afecta sobre todo al léxico. No se trata de caer en un estilo
lacónico próximo al telegráfico, pues, aunque sea muy importante, la concisión siempre se
subordinará a la claridad. Esta característica cobra especial relevancia en las entradillas y
en los titulares ( a los que dedicaremos una atención especial). Son recursos que favorecen la
concisión el estilo nominal, la precisión terminológica -uso de tecnicismos de carácter
general con los que se pretende evitar tanto las fórmulas propias de lenguaje muy
especializados como frases y elementos excesivamente comunes y vulgares-. Uso de
neologismos (composición, derivación y acrónimos) y préstamos -especialmente del inglés-.
3. La claridad supone, según la retórica clásica, “no que se entienda un escrito, sino que no
pueda en modo alguno no entenderse”. La base de la claridad en nuestro idioma es, por un
lado, la frase corta apoyada en la construcción verbal, con presencia moderada de la
subordinación y con todas las referencias deícticas necesarias para una perfecta
interpretación de los hechos. Por otro, el uso denotativo del léxico: las palabras utilizadas
en los medios informativos deben ser unívocas y del dominio general.
4. La construcción que capte la atención se consigue al destacar en la frase inicial del texto
los datos fundamentales del mismo y, a continuación, descender hacia contenidos cada vez
2. menos importantes. Junto a esto, contribuye también a este objetivo el empleo de un léxico
rico y variado y de recursos expresivos que aporten un tratamiento enfático o épico en la
redacción de los hechos de actualidad como son las metáforas, personificaciones,
metonimias, hipérboles o paronomasia. No obstante, estos recursos son más propios de los
titulares que del cuerpo del texto.
ESTILO DE OPINIÓN
Se trata del estilo utilizado por la comunicación periodística que transmite ideas y opiniones,
no acontecimientos. Se llama también editorialista, por ser el editorial el género de opinión por
excelencia, pero también se emplea en la columna o en el artículo de colaboración. Los modos de
expresión dominantes son la argumentación y la exposición, aunque podamos encontrar apoyando
a las primeras narraciones o descripciones más o menos extensas. En cualquier caso se caracteriza
por la subjetividad, la voluntad de estilo, la tendencia a la abstracción y el carácter dialogal. Y
comparte la tendencia a la precisión y claridad de los textos informativos.
No está sometido a ningún condicionamiento estilístico, ya que refleja el gusto de su
autor. Las únicas normas las dicta el Libro de estilo del periódico, emisora o cadena de televisión
correspondiente. Mientras que el de las columnas es más literario y en ocasiones son pequeñas
narraciones con intención crítica, didáctica o moral, el de los artículos se aproxima al ensayístico.
No obstante, existen dos limitaciones para la construcción de estos textos: tanto el
comienzo como el final han de ser atractivos, sugerentes, frente a lo que sucedía con el final de los
textos puramente informativos, que carecía de interés. Por otro lado, por respeto al receptor, se debe
deslindar con claridad lo que son hechos de lo que son comentarios.
1. La subjetividad se alcanza destacando las valoraciones y las opiniones del autor sobre los
hechos y requiere el uso de aquellos recursos que manifiesten al narrador explícitamente
en el texto, por lo que son comunes:
◦ La presencia de la primera persona gramatical, pronombres personales, posesivos,
desinencias verbales...
◦ El uso de términos que expresan juicios de valor: adjetivos valorativos,
ponderaciones, construcciones oracionales subjetivas o enfáticas (alteración del orden
lógico de la oración y uso de hipérbatos potenciadores de ciertos contenidos...)
◦ Insistencia en determinados aspectos planteados en el texto con reiteraciones (en este
apartado destaca el uso de anáforas o paralelismos).
2. La voluntad de estilo es la que acerca estos textos al lenguaje literario o ensayístico y se
manifiesta en el empleo de abundantes artificios literarios como el símil, la metáfora, la
metonimia o figuras de pensamiento como las hipérbole, antítesis, lítote, personificación,
perífrasis o ironía...)
3. La tendencia a la abstracción se manifiesta en la presencia del artículo con valor
generalizador, el uso del presente gnómico o atemporal y la presencia significativa de
sustantivos abstractos.
4. Finalmente, el carácter dialogal contribuye a crear una complicidad con el interlocutor
ganándose así de antemano su conformidad con las opiniones presentadas en el texto. Son
recursos que favorecen este rasgo las fórmulas interrogativas ( interrogación retórica) Las
aseveraciones categóricas y las respuestas contundentes.
En el periodismo de opinión o editorialista existen numerosos problemas que conviene evitar:
• La utilización del llamado lenguaje totalitario, con el que se introduce en el cuerpo del
3. texto la valoración política, a la vez que se recurre a términos difamatorios o ambiguos,
usados para condicionar la actitud del receptor.
• El lenguaje funcional de tecnócratas y políticos, cuyas características más sobresalientes
son: la traslación lingüística, (uso excesivo de significados connotativos) es decir utilizar
ciertas palabras con valores añadidos que condicionen una actitud (por ejemplo, pertinaz
sequía), adjetivos cargados de significado rotundo que nadie se para a analizar y que
suponen una especie de barrera a la acción (irreversible, incuestionable, consustancial,
inasequible...), derivaciones (de plural, pluralismo), anfibologías (ambigüedad al usar
conceptos equívocos: el marco, los cauces...) esoterismo o tendencia al enigma (contubernio,
involución, contexto macroeconómico), la alusión perifrástica o eufemismo
(reestructuración del organigrama; reajustes).
• La formulación épica de los hechos sobre los que se informa, que suele cargar los
mensajes de recursos retóricos (la batalla parlamentaria, el encontronazo entre ambos
líderes, desbordante entusiasmo, caluroso recibimiento...).
• El recurso al lenguaje de transmisión oral -en ocasiones, incluso vulgar-, como
mecanismo de supuesto acercamiento comunicativo al receptor.
LOS TITULARES
El análisis de los titulares no sólo se debe centrar en la información que transmitan, sino
también en factores tipográficos (tamaño, color, distribución en columnas) y en la relación que
mantienen con los otros titulares de la misma página.
En todo titular hay que distinguir el antetítulo, la cabeza y el subtítulo o sumario, aunque no
todos los periódicos ni todos los artículos presentan las tres partes.
La cabeza se destaca tipográficamente del resto y resume la noticia. Lo habitual es que
conste de una sola frase. El antetítulo y el sumario explican los motivos y añaden otros datos.
Las funciones de los titulares son diversas: jerarquizan las noticias de la página, resumen las
noticias, llaman la atención del receptor (función fática) e incitan a leerlas (función conativa), al
tiempo que ponen de manifiesto las intenciones del emisor (función expresiva).
El rasgo lingüístico definidor de los titulares, especialmente de la cabeza, es la brevedad, la
cual se consigue con la supresión (elipsis) de todos los elementos lingüísticos que no sean
imprescindibles: los elementos de relación, los artículos (Testigos confirman hechos), el verbo de
habla del que depende la subordinada completiva en el estilo directo o indirecto (Felipe González:
«La respuesta no se hará esperar»), el verbo de la oración, lo que da pie a la construcción nominal
(Trifulca en el Congreso por el apoyo al proyecto). Sin embargo, frente a estos titulares
concentrados, también es habitual encontrar titulares amplios, con una sintaxis completa.
En cuanto a la actitud o intención del emisor, los titulares pueden ser objetivos o asépticos,
cuando aportan una información neutral y titulares comprometidos, fruto de la interpretación de
los hechos.
Es común acudir a frases hechas para la elaboración de titulares (El sexo de los fies; Buñuel
cierra filas), los refranes, figuras retóricas son muy eficaces para captar la atención del lector u
oyente (Tres son multitud; El regreso de los «carrozas»).
Apóstrofe. Lengua y Literatura 2º Bachillerato (Editorial Casals)
Lengua y Literatura 2º Bachillerato (Editorial Mc Graw Hill)
Lengua y Literatura 2º Bachillerato (Editorial Akal) Proyecto Entretextos)