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Mujer y Biblia
Autor: Luis Marián
Mujer y Biblia (I)
Eva: señorear «con» Adán
13 de marzo de 2011
Parece que desde que en el jardín del Edén Dios le dijera a Satanás que la simiente de Eva
aplastaría su cabeza, el mal se ha abalanzado sin piedad contra las mujeres de todos los tiempos.
Aunque normalmente lo definamos como machista, lo que genera este legado de opresión es el
triunfo del perverso orgullo y la inseguridad de muchos hombres, una maldecida deidad bicéfala
de injusticia. En toda esta historia de persecución hay un lugar de privilegio para nuestra
capacidad de negación sobre quienes somos en realidad. Milenios de humanidad no ha cesado de
advertirnos contra los desastres provenientes de la soberbia que se infiltra cuando las razas, sexos
o individuos asumen que son, por definición, superiores a otros. A lo largo de los tiempos y hasta
hoy, de todos es sabido que las mujeres salen perjudicadas, asediadas por una marginación que
no sólo se produce en tribus perdidas o en culturas ajenas a la nuestra.
UN POCO DE HISTORIA
Ya el pensamiento de la antigua Grecia, cuna de Occidente, no se quedaba atrás. Homero o
Platón ejemplifican la visión repugnante y de inferioridad que se tenía en torno a la mujer, a
quienes se las definía como dolor o castigo, pues las mujeres estaban consideradas como
meros objetos para serconquistados e instrumentos en la lucha por el poder de los
hombres. Uno de los personajes de Homero se burlaba diciendo: “¡No eres mejor que una
mujer!”, un reflejo de lo habitual que resultaba que la mujer no fuese vista siquiera con identidad
propia sino más bien como “la esposa de”, la “la hija de” o la “concubina de”.
Según narra Hesiodo en su Teogonía hubo un tiempo sobre la tierra en el que los hombres vivían
felices sin mujeres hasta que éstas surgieron como castigo de Zeus a Prometeo por su
desobediencia. La mujer fue la maldición eterna para el hombre, razón por la que Zeus creó un
ser perverso, una mujer llamada Pandora, el origen de todos los males.
Otro poeta de relevancia como Simónides cuenta que “desde el principio, dios hizo la mente de
la mujer como cosa aparte”. Se asumía que no debían confiar en las mujeres pues ellas eran
fuente de todo mal, pues el mal era su naturaleza.
Platón dice que “las mujeres son inferiores en bondad a los hombres […] ese segmento de la
humanidad que, debido a su fragilidad, es en otros aspectos más engañoso y secreto”. Lo cierto
es que aunque comúnmente apelamos a Grecia como la cuna de la democracia, ésta era
una democracia selectiva vetada a esclavos y mujeres.
ALGO DEL GÉNESIS
El Dios del libro del Génesis describe el perenne totalitarismo del varón hacia la mujer no
como algo digno de alcanzar sino como una horrenda maldición provocada por la maldad
del ser humano y que es anunciada a la mujer: “Tu deseo será para tu marido, y él se
enseñoreará de ti” (Génesis 3, 16). En contraste con las grotescas e inmorales cosmogonías de
la antigüedad, Yavé despliega su esencia artística para crear a Eva como un hermoso
complemento del hombre. El Dios bíblico sitúa a la pareja en el jardín como amigos y amantes.
Nada que ver con las salvajes batallas entre dioses y diosas de los mitos animistas, griegos,
romanos o del relato de la creación del Emuna Elis babilonio, una historia mucho más cercana en
el tiempo y a la cultura de los receptores originarios del Génesis que recoge una espeluznante
visión en la que Tiamat y Marduk se despedazan.
Sin embargo, Adán y Eva se aman. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo
creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1, 17). Es Yavé quien afirma que el hombre y la
mujer son “el hombre (traducido así y en singular en el sentido genérico de humanidad) creado a
imagen y semejanza de Dios”.
A diferencia de las creencias griegas que describen a la mujer forjada de otra materia, el Dios de
la Biblia forma a Eva de la misma sustancia que Adán, de su médula, tomando su ADN para
formarla y revelarnos un concepto revolucionario de igualdad esencial. Eva fue creada para
servir con Adán y no con el fin de servirle a Adán. Aunque hay quienes lo ven de otro modo
cuando leen que Dios diseñó a la mujer como “ayuda idónea para el varón” (Génesis 2, 18), lo
cierto es que la palabra hebrea utilizada para ayuda hace referencia a alguien a quien se le
solicita cooperación por poseer capacidades complementarías a las del solicitante, por lo que
estamos ante una connotación etimológica con énfasis en el concepto de igualdad y
complementariedad, una visión de género fuera de lo común siglos antes de Cristo.
Cuando Adán cuando dirige por primera vez su mirada a la mujer lo hace a modo de
poema:“Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; Esta será llamada Varona,
porque del varón fue tomada” (Génesis 2, 23). Las primeras palabras humanas que
aparecen en la Biblia son un canto a la mujer y a la igualdad, un golpe contra los mitos
paganos que concedían a la feminidad una composición inferior a la masculina. Más
adelante aparecería también el mandato de: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer” (Génesis 2, 24), un planteamiento también chirriante para un
mundo en el que los hombres no suelen renunciar a cosa alguna por una mujer.
El plan de Dios para su creación era “señoreen(plural) en toda la tierra” (Génesis 1, 26), y
tiene la peculiaridad de que no otorga dominio sobre la tierra al ser humano hasta que la mujer
no está junto al varón. Cuando ambos pecan, Adán habla de: “la mujer que me diste por
compañera” (Génesis 3, 12). Eva no era una mera propiedad de Adán y el mal no entra al
mundo sólo a través de la mujer sino a través de la pareja, tal y como Dios
sentencia (Génesis 3, 24). Hombre y mujer comparten culpabilidad y ambos sufrirían las
consecuencias.
LA SOCIEDAD JUDÍA
Y como ocurre en todas las civilizaciones, la sociedad judía tampoco vivió exenta de la
indeseable maldición anunciada por Dios sobre la opresión y superioridad masculina sobre la
mujer. En conocidos escritos rabínicos resultan habituales los comentarios de desprecio y
rechazo del género femenino, una cuestión que ya vemos en algunos textos del Nuevo
Testamento como cuando “en esto vinieron sus discípulos, y se asombraron grandemente de
que [Jesús] hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué
hablas con ella?” (Juan 4, 27).
En contraposición a este pensamiento dominante de su tiempo, Jesús se levantó para destruir las
obras de la oscuridad abriendo ríos en el desierto como un adelanto de la restauración del plan
original de Dios y de sus propósitos, aunque lo haría dentro de la realidad de los prejuicios,
terquedad e injusticias de su época. Desde luego, esta nueva visión de la mujer iniciada por
Cristo impulsaría a muchos hijos de Dios a asumir el liderazgo en la liberación de las personas
en general y de la mujer en particular durante siglos posteriores.
En los siguientes artículos abordaremos este tema de la mujer desde el contexto de la
revelación bíblica. Veremos algo de la visión de la mujer en Jesús, los comentarios más
discutidos de Pablo al respecto y el lugar de la mujer en el ministerio cristiano desde una
perspectiva bíblica. Estas serán las próximas reflexiones de esta serie.
Mujer y Biblia (II)
Jesús, la mujer y la bombilla
Los aproximadamente dos mil años que nos separan de los evangelios nos hacen perder mucha
profundidad si pasamos sobre ellos y su contexto histórico superficialmente.
20 de marzo de 2011
Casi sin darnos cuenta obviamos el impacto original de aquellos acontecimientos considerando a
menudo como meramente como buenos, sencillos, justos o lógicos los transgresores mensajes
que Jesús predicaba.
Pero la trascendencia y transgresión de Cristo en cuanto a su consideración de la mujer y su
llamado para un desarrollo de su legado por parte de los cristianos lo podemos contemplar como
una analogía con el invento de la bombilla…
En 1752, Benjamin Franklin comprobaría que el relámpago y la chispa del ámbar eran la misma
cosa. Tiempo más tarde, Volta daba otro paso adelante al inventar la primera pila eléctrica, hecho
que provocó que a la unidad de potencia eléctrica le llamemos voltio. El mérito posterior de
generar la corriente eléctrica en una escala práctica se lo debemos a Michael Faraday, quien en
1831 constataría que la electricidad se podía producir con magnetismo mediante movimiento.
Tuvieron que pasar más de cuarenta años para que un generador realmente práctico fuera
realizado por Thomas Edison, quien mejoraría sustancialmente el invento realizado en 1878 por
Joseph Swam y que no era otra cosa que la lámpara de filamento incandescente.
A partir de ahí, que decir de los constantes desarrollos de la electricidad realizados hasta nuestros
días tras los avances de Edison y de su revolucionaria bombilla: TV, radio, transporte,
refrigeración, redes hidráulicas, telefonía…etc.
Sin embargo, hoy contemplamos la bombilla sin asombros ni con lloros de alegría, pues lo
asumimos como una parte más de nuestro universo cotidiano. Hoy contemplamos una bombilla
como algo normal, incluso vulgar. No nos paramos a pensar que este sencillo filamento
recubierto de cristal y poco más significó el génesis de la revolución doméstica, el transporte y
de la sociedad del bienestar en general.
Pues al igual que ocurrió con la bombilla de Edison, los hechos y palabras de Jesús fueron una
plataforma sin precedentes para lanzarnos a una plena revolución de justicia que sus hijos
estamos llamados a desarrollar desde entonces.
Esa bombilla que dejó el Maestro tiene multitud de filamentos contundentes y luminosos como,
por ejemplo, aquel que nos alumbra bajo el principio de “ama a tu prójimo como a ti mismo”
(Lucas 10, 27). Con todo, Jesucristo tuvo que tolerar y asumir como parte del mundo real los
prejuicios e injusticias de su época para poder trasmitir un mensaje de salvación y justicia a
tercos humanos. No obstante, Jesús nos dejaría semillas para que fueran regadas por los
cristianos de todos los tiempos siguientes.
En este sentido es en el que el apóstol Pablo habla de la libertad afirmando que en Cristo ya “no
hay esclavo ni libre” (Gálatas 3, 28).Sin embargo, y al mismo tiempo, las condiciones mentales
y sociales de entonces no permitirían de inmediato a los cristianos primitivos plantear la
abolición definitiva de la esclavitud, tal y como vemos en textos como Efesios 6, 4-6. Sin
embargo, serían siglos más tarde cuando los cristianos encabezarían la lucha contra la esclavitud
en pos del mensaje que emana del evangelio. Jesús nos dejó el invento de la bombilla para
darnos la claridad fundamental y dejarnos la misión del desarrollo de las aplicaciones de toda
esta electricidad a quienes asumen el reto de ser “el cuerpo de Cristo” (1 Corintios 12, 27) y
que es la Iglesia. A esto se refiere el Maestro cuando afirma que, como hijos suyos, haríamos
cosas mayores que las que Él mismo realizó (Juan 14, 12).
Nuestra misión consiste ahora en que, a partir de los nítidos desarrollos eléctricos de la bombilla,
inventemos el frigorífico y la estufa de última generación con la misma pasión que vemos en
Cristo. Si hoy produciésemos un efecto similar en derredor significaría que hemos entendido lo
que es discípulo. Hemos sido llamados a producir una revolución lumínica, primero en nuestras
propias vidas y después hasta lo último de La Tierra, Pero ¿Cómo fue exactamente la luz inicial
que trajo Jesús sobre las mujeres? Veamos algunos filamentos…
HIJA DE ABRAHAM
Lucas 13, 10-17 contiene el desafío de Jesús respecto a la doble moral de algunos rabinos. Por
entonces las mujeres eran relegadas a la parte posterior de la sinagoga, pero la invitación que
Jesús realizó a aquella mujer supondría un mensaje contra el privilegio masculino del culto
público. Al ponerla en el centro de atención, frente de la congregación, se estaba sacudiendo la
mentalidad de muchos hombres. Es interesante que Jesús no se dirige a ella sino que la trae a la
zona privilegiada de los hombres. Ante la acusación de los rabinos Jesús añadiría que aquella
“hija de Abraham” merecía ser libre de su aflicción incluso en el día de reposo. Y no era
frecuente el uso de la forma “hija de Abraham” que hizo Jesús pues este título era habitual sólo
para hombres pues las mujeres no estaban consideradas herederas de Abraham al mismo nivel.
Pero Jesús no solo sanaría su cuerpo sino su dignidad.
EL BAUTISMO DE CRISTO
Cristo estableció un nuevo mandato que integraba a personas de ambos sexos que fue el
bautismo. Mientras que en el Antiguo Testamento la señal de la circuncisión era sólo para los
hombres, el nuevo rito que Jesús instaura supone una oportunidad para todos para declarar
públicamente que formaban parte de un pueblo en el que cada persona es sacerdote junto con
Cristo, incluyendo a las mujeres.
SU MUERTE Y RESURRECCIÓN
Durante gran parte del Antiguo Testamento aquellos que eran elegidos para una misión divina de
relevancia eran ungidos por hombres escogidos, tal y como hace Samuel con David para
proclamarle rey de Israel. Bajo la fuerza de lo sagrado de la unción no se puede considerar como
algo casual o forzado el que los evangelios recojan a dos mujeres ungiendo de algún modo a
Jesús, aquél cuya misión era salvar al ser humano de sus pecados. Juan lo bautiza, pero son dos
mujeres quienes lo ungen. Una semana antes de su muerte, en la casa de Lázaro, es María quien
lo hace (Juan 12, 1-8). Días después es otra mujer quien entra en la casa donde Jesús cena para
derramar sobre él el contenido de un frasco de alabastro. Jesús le dijo a esta mujer que su acto
sería conocido allí donde fuera predicado el Evangelio. Una vez más, el Mesías pone al
repudiado género femenino en el centro de atención, dignificación y reconocimiento universal
(Mateo 26, 6-13). Sin duda, estamos ante una bombilla con potencial de muchísimos vatios, pues
incluso después de la resurrección Jesús, él vuelve a honrarlas de forma atípica al darles a ellas
las primicias de anunciar el levantamiento de entre los muertos del Hijo de Dios (Mateo 28, 10;
Juan 20, 17).
OTROS EJEMPLOS
¿Y qué de la mujer adúltera que iba a ser apedreada? Allí fue cuando Cristo mencionó la famosa
frase de “quien no tenga culpa que tire la primera piedra” (Juan 8, 7) ¿Y la mujer del flujo de
sangre que no cesaba? (Lucas 8, 43-50). Es aquella a la que Cristo permitió que le tocara a pesar
de considerarse como un acto impuro en su tiempo. De nuevo Cristo otorga a la mujer su lugar
para sanarla. Y podríamos añadir otros ejemplos, como el de la prostituta a la que se le permitió
que tocara y besara los pies de Jesús dejando que sus propias lágrimas le lavasen para gran
ofensa de los allí presentes (Lucas 7, 38). Y aunque el tema da para mucho, podemos percatarnos
de la grandeza de esta revolución de Cristo respecto a la mujer viendo algunas de estas pequeñas
-pero a la vez que grandiosas- semillas de justicia que nos han quedado como legado para un
posterior desarrollo y aprendizaje por nuestra parte. En palabras de Dorothy Sayers, “tal vez no
haya que sorprenderse de que las mujeres fueran las primeras en la cuna y las últimas en la cruz.
No habían conocido a un hombre como éste. Jamás hubo otro igual. Un profeta maestro que
nunca las regañó ni las aduló; nunca las engañó ni las trató con arrogancia, ni hizo de ellas
chistes maliciosos. Nunca dijo: “Las mujeres: ¡Dios nos libre!” o, “las señoras: ¡Dios las
bendiga!”. Él las reprendía sin queja y las alababa sin condescendencia; tomaba sus preguntas y
sus razonamientos en serio; nunca les imponía restricciones. Ni las instaba a ser femeninas, ni se
burlaba de ellas por serlo; no tenía intereses creados ni una amenazada hombría que defender.
Las trataba tal y como eran, con naturalidad. No hay hecho, ni sermón, ni parábola en todos los
evangelios que insinúe con mordacidad una supuesta perversidad hacia lo femenino; nadie puede
en modo alguno deducir de las palabras y hechos de Jesús algo que fuera “absurdo” acerca de la
naturaleza de la mujer”.
En el próximo artículo analizaremos algunos aspectos que nos ayudarán a comprender por qué
Cristo escogería sólo a hombres como sus primeros doce apóstoles así como comenzaremos a
examinar algunos de los comentarios más discutidos de las cartas de Pablo respecto a la mujer.
MUJER Y BIBLIA (III)
Apóstoles sólo varones
En el capítulo anterior esbozamos algunos argumentos que explican cómo las palabras de Jesús
fueron una semilla entregada para que los cristianos de todos los tiempos la desarrollasen con
responsabilidad y constancia.
27 DE MARZO DE 2011
En esta nueva entrega destacaremos algún otro aspecto sobre la actitud de Cristo y luego nos
adentraremos en las tan traídas y llevadas cartas del apóstol Pablo, en ocasiones tildadas de
misóginas desde un análisis quizás demasiado superficial que a menudo soslaya el contexto en el
que se escribe. Aunque en el currículo de la humanidad destaca el sempiterno reinado de la
misoginia, en esta serie de artículos venimos viendo la vuelta a la tortilla por parte de Cristo y su
Evangelio. Situar la visión de lo femenino de aquellas sociedades antiguas en contraposición con
lo que se recoge en la Escritura demuestra un avance sin parangón de la fe cristiana en lo que a la
consideración de la mujer se refiere.
¿POR QUÉ APÓSTOLES SÓLO HOMBRES?
Hay quienes se oponen al liderazgo o pastoreado de la mujer en la iglesia recordando que Jesús
llamó a doce varones como apóstoles. Sin embargo, considerar este rasgo común entre los doce
como un principio divino (cosa que en ningún momento se dice) para ser reproducido por los
creyentes de todos los tiempos no debiera plantearse como un imperativo dado por Dios para que
la mujer enseñe o pastoree. Además, si seguimos con este silogismo, ¿por qué reducir las
exigencias al género? ¿Por qué no aplicarlo también a la nacionalidad?, pues Jesús escogió a
doce judíos cuando pudo haber llamado a algún gentil y no lo hizo. Sin duda, la elección de los
doce apóstoles es una de las decisiones más trascendentales de la historia de la humanidad ya que
sería este grupo el que se levantaría como plataforma mundial para la predicación del Evangelio
a toda criatura.
A estas alturas de lo que venimos comentarios no haría falta siquiera explicar por qué en aquel
entorno social no se hubiera prestado demasiada atención a un mensaje salvífico anunciado por
mujeres. El mismo evangelio recoge con naturalidad que con mujeres no se debía siquiera
intercambiar palabra alguna (Juan 4:27) y es evidente que haber dispuesto de mujeres como
mensajeras principales del Reino de Dios no habría sido la mejor idea para su extensión. Y esto
no sería por una supuesta incapacidad natural femenina, sino por la tozudez y prejuicios de la
mentalidad general de su tiempo y, por tanto, también por la falta de acceso a una capacitación
de la mujer para la enseñanza pública.
Aún así, es interesante, además de sorprendente, destacar que la mayoría de eruditos bíblicos
concluyen que al menos hubo una mujer, Junias (Romanos 16:7), entre los primeros apóstoles de
la Biblia. Dejando ahora de lado la visión de Jesús, las dos siguientes semanas veremos algunos
de los textos más discutidos sobre el tema, los del apóstol Pablo sobre el papel de la mujer en las
congregaciones cristianas.
Mujer y Biblia (IV)
Mujeres sometidas
3 de abril de 2011
Después de analizar someramente la visión de Jesús sobre la mujer, veamos algunos de los textos
bíblicos más discutidos sobre el tema.
Los más importantes en este sentido son los del apóstol Pablo sobre el papel de la mujer en las
congregaciones cristianas. Empezaremos analizando el sentido del sometimiento de la mujer.
SOMETIMIENTO DE LA MUJER
 “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de
la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11, 3)
 “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios
maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la iglesia […] Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia […] Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos
cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su
propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia […] Por
esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una
sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la
mujer respete a su marido” (Efesios 5, 21-33)
BIENVENIDOS, QUE NO BIENVENIDAS, AL SIGLO I DE NUESTRA ERA
En el matrimonio de la cultura greco-romana del siglo primero, la mujer, los hijos y los esclavos
estaban sometidos al pater familiae. El marido era dueño absoluto de los demás miembros “sin
limitación sobre la persona y bienes de la mujer o de sus descendientes, poder superior a
cualquier injerencia del Estado en nombre del bien común o por la tutela encomendada sobre sus
ciudadanos[i]”.
Esta era la norma escrita en un ambiente cotidiano en el que no era infrecuente que, por ejemplo,
el padre abandonase a su hija recién nacida tan sólo porque desgraciadamente no nació varón.
Castigar a la esposa hasta con la muerte por adulterio o por beber vino era un derecho del marido
cuyo honor se consideraba mancillado.
No aparquemos tampoco lo que la Biblia muestra respecto a los judíos. Sobrevolando la
poligamia y las historias misóginas del Antiguo Testamento en las que el pueblo de Dios parece
olvidarse de la imagen y semejanza divina de Eva, en los tiempos de Jesús se había hecho normal
el abuso de La Ley mosaica con el fin de repudiar a la esposa (Deuteronomio 24, 1. Mateo 19, 7-
9).
El motivo más común para desechar y abandonar a la mujer solía ser para casarse con otra –
normalmente más joven- usando para ello cualquier excusa absurda. Bastaba decir que la comida
no había sido suficientemente buena esa día para dejar a la esposa abandonada para siempre en la
intemperie.
LAS CARTAS DE PABLO HACEN LA DIFERENCIA
En este entorno sumamente hostil para la mujer es en el que Pablo insta al marido para que ame a
su mujer como a su propio cuerpo exigiéndole una actitud que a buen seguro estaría mal vista
por muchos hombres de su tiempo.
En contra de los apresurados comentarios que hoy se pronuncian contra la supuesta misoginia de
Pablo, en los textos que encabezan este artículo no es la mujer quien sale mal parada al verse
obligada a sujetarse al marido, pues éste también debe hacer lo mismo con su esposa en una
relación afectuosa y responsable que Las Escrituras denominan sumisión mutua (Efesios 5, 21).
Sin duda, estos versículos suponían un mal trago para muchos hombres cristianos, no siendo
difícil imaginar la mofa a la que quizás se verían sometidos por parte de los varones paganos
recibiendo vituperios del tipo a nuestros: “¡Calzonazos! ¡Que tu mujer te tiene dominado!”, pues
el hombre debía tener en cuenta que “tampoco tiene el marido dominio sobre su propio
cuerpo, sino la mujer” (1 Corintios 7, 4). Por esto no es de extrañar que para los incrédulos la
fe cristiana fuese al principio motivo de burla y desprecio al considerarse una “religión de
mujeres, niños y esclavos”[ii], el grupo de individuos que social e intelectualmente eran tenidos
como seres inferiores.
Como ya vimos en el primer artículo de esta serie, desde el principio Dios dispuso que la mujer
no fuese tratada como mera propiedad del hombre sino como una compañera a quien darse.
Pablo da instrucciones acerca del amor abnegado mostrado por Jesús a la humanidad y lo expone
como modelo para la actitud del hombre hacia su esposa. A pesar de esta nueva visión positiva
de la mujer, lo cierto es que el apóstol no confrontó en toda su plenitud la extrema misoginia
social o la institución de la esclavitud, aunque sí comenzaría a abrir una de las más anchas sendas
de la historia hacia la libertad al colocar a los esclavos al mismo nivel de dignidad que los amos
en Cristo, pues “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer;
porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3, 28).
Es probable que este último versículo fuese escrito como respuesta a la oración que recitaban
muchos judíos piadosos cada mañana diciendo: “Gracias Señor por no haberme creado gentil, ni
mujer, ni esclavo [iii]”. En no pocos casos, éstas eran las primeras palabras que una esposa
escuchaba al despertarse cada día, por lo que no imaginamos la alegría que la mujer cristiana
podía sentir al escuchar las diferentes y liberadoras palabras de Pablo.
—————
[i] Mª Dolores Parra Martín. Mujer y concubinato en la sociedadromana. ANALES DE
DERECHO. Universidad de Murcia. Número 23. 2005. Pág. 241
[ii] Orígenes, Contra Celso 3, 44.
[iii] Starr, Tama. La inferioridad natural” de la mujer. Ed. Martínez Roca, Barcelona. 1993.
El hombre, cabeza de la mujer
Mujer y Biblia (V)
 “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la
cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3)
10 de abril de 2011
La palabra griega utilizada para cabeza es kephale. Tan sólo un porcentaje residual de las
Escrituras suele verter este término como líder o dirigente.
En la mayoría de los casos kephale es traducida como cabeza física, fuente u origen.
Los dos conceptos más comunes de kephale (cabeza física u origen/fuente) coinciden con
acepciones de cabeza en nuestro castellano. El erudito de Nuevo Testamento Gordon Fee se
inclina por “fuente de vida” u “origen”[1] como la acepción que otorga un mayor sentido al
término cabeza en este texto. Según Fee, esto es lo que habrían entendido los corintios y lo que
encaja con el discurso desarrollado en los versículos 8 y 9.
La otra ocasión en la que Pablo menciona en este capítulo la palabra cabeza es para referirse a la
cabeza física de la mujer (11, 10), indicando que ésta debe vestirse con modestia y decoro.
Que el apóstol mencione a Cristo como cabeza del varón conlleva un claro énfasis en el cuidado
y responsabilidad dentro del matrimonio que para nosotros no debería derivar en la asunción
teológica de restricciones de roles. Menos aún cuando parece que el problema estaba en el
sentido literal de la cabeza de las mujeres siendo éste el mismo énfasis de Efesios 5, 21-33.
A la luz de otros escritos de Pablo o del relato de Adán y Eva podemos decantarnos aquí por la
apelación al término cabeza como origen y no como una alusión a las limitaciones de funciones o
capacidades. No se dice nada de esto.
Y el versículo se completa afirmando que el mismo Jesucristo, El Principio y el Fin (Apocalipsis
21, 3), “Dios sobre todas las cosas” (Romanos 9, 5) tiene al Padre como cabeza sin que esto le
relegue a ningún papel limitado en categorización alguna por estar sometido al Padre.
Es más, las prerrogativas de máxima autoridad que vemos en toda La Biblia y que Yavé expone
sobre sí mismo en el Antiguo Testamento son las ejercidas por Cristo con todo poder y absoluta
autoridad [2].
Por tanto, apelar al varón como cabeza de la mujer no puede servir como argumento para coartar
los talentos que el Espíritu Santo reparte “como él quiere” (1ª Co. 12,11) “a cada uno en
particular” (12, 7) “para la edificación de la iglesia” (14, 12).
En ningún lugar de Las Escrituras se habla de dones de mujeres y dones de hombres como
categorías separadas y siempre se mencionan refiriéndose a todos los creyentes ¡Esto es una
pasada para la mujer sabiendo que apenas era una “cosa” en su entorno social y legal!
Por esto, 1ª Corintios 11, 3 nos hace tomar conciencia del componente liberador que su mensaje
conlleva al cotejarlo con la brutal marginación a la que estaba sometida la mujer del siglo
primero.
La situación era tan repudiable que estas referencias paulinas a las esposas dentro de un marco de
cobertura, responsabilidad o procedencia respecto a sus esposos en un sublime paralelismo con
Cristo se convertían en la más grande noticia que cualquier mujer podía escuchar.
En la próxima entrega desarrollaremos un poco más esta cuestión de Pablo y el atavío de las
mujeres en 1ª Corintios 11, 5-11.
——————
[1] Gordon Fee. Primera epístola a los Corintios. Nueva Creación. Buenos Aires. 1994. 569-572
[2] Por ejemplo: Comparando 2ª Cr.6, 30. Jer.17, 9-10 con Ap. 2, 23 vemos que tanto Yavé
como Cristo se presentan como “el único” que conoce el corazón de los hombres y quien dará a
cada uno conforme a sus obras. Ambos son también “el único” Creador del Universo (Is.44:24 .
Is.45.7-8. Col.1:16-17). Tanto Yavé como Cristo son El Principio y el Fin, el Alfa y la Omega
(Is.48:12. Apoc.1, 8; 22, 12-16). Los dos son el “Yo Soy” (Ex.3:13-14. Jn.8:24 y 28. Jn.18,4-
8.Jn.8,55-59) y cada será quien “juzgará al mundo con justicia” (Sal.96:10 y 13. Juan 5,
22).Cristo es a menudo Yavé y máxima autoridad del Universo y la historia.
Mujer y Biblia (VI)
El velo en la cabeza de la mujer
“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente”
Gustave Flaubert.
17 de abril de 2011
Continuamos con el análisis de algunas de las alusiones paulinas acerca de la mujer, la condición
de ésta en Cristo y su lugar en la Iglesia.
El asunto del velo como prenda merece ser analizado.
 “ Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda
mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo
mismo es que si se hubiese rapado […] Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la
mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al
varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?” ( 1 Corintios 11:5-5 y 13-14 ).
LA MUJER, ORAR CON LA CABEZA CUBIERTA
Respecto a la expresión: “La naturaleza misma ¿no os enseña…?” el término griego usado aquí
para “ naturaleza” es physis , el mismo vocablo que designa costumbres, hábitos sociales,
tradición o decoro. La evidencia de que en este caso la acepción más correcta es “ costumbre”
nos la ofrece el propio contexto, pues sólo por una cuestión cultural –y no gracias a una supuesta
revelación física de la naturaleza– podemos concluir que dejarse el cabello largo es moralmente
deshonroso o que la mujer debe ponerse un velo para orar. De hecho, la palabra physis
(naturaleza) es la misma que usa Pablo para referirse a la práctica de la circuncisión (Romanos 2,
27), y es evidente que no podemos interpretar que “por enseñanza de la naturaleza” los judíos
deben circuncidarse. Ni el cuerpo, ni las montañas, ni nada en la naturaleza nos muestra esto. Es
más, si esto fuera así, entonces la circuncisión debería aplicarse no sólo a los judíos sino a todos
los hombres de cualquier tiempo y lugar, planteamiento al que precisamente se opone Pablo. Si
entendemos que la naturaleza como tal es la que nos dice que es deshonroso que el varón se deje
el pelo largo, cabe preguntarse ¿Cuánto de largo? Difícil respuesta, y más aún cuando parece
claro –como veremos- que no es por un asunto de tipo físico-teológico por lo que Pablo parece
estar preocupado. En todo caso, e incluso entendiendo physis como una alusión física a la
tendencia natural de la mujer para tener el cabello más largo, la deshonra aludida siempre habría
que entenderla como una apelación cultural y no desde una supuesta revelación moral de origen
capilar. Parece claro.
“LA MUJER, GLORIA DEL VARÓN” DE LA QUE MUCHOS SE OLVIDARON
Como vimos en artículos anteriores, una esposa era en la cultura greco-romana una posesión del
marido. Que una mujer no se cubriera la cabeza en un acto religioso era una ofensa para el
marido según los cánones sociales establecidos. Esto era algo que redundaba en crítica hacia ella
y su esposo, quien finalmente era su representante legal. Cubrirse la cabeza llevaba implícito la
defensa de unos valores morales firmes, femineidad y sujeción al esposo. Por eso se dice en un
juego de palabras que “toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta afrenta su
cabeza”, es decir, a su esposo. Parece ser además que la ley romana para Corinto establecía que
la mujer que traicionaba a su marido con adulterio debía ser rapada como las prostitutas o las
esclavas castigadas. Esta rebelión de las mujeres cristianas que se sentían liberadas y que no se
cubrían la cabeza era -como decimos- una ofensa para su entorno, razón que lleva a Pablo a tirar
de ironía y provocación al decirles a éstas que si no quieren cubrirse la cabeza que se la rasuren,
a sabiendas de que las mujeres rapadas eran las rameras. Además de esta falta de respeto hacia el
marido, la exhibición del cabello femenino durante un acto religioso era también visto por
algunos como una muestra de frivolidad y hasta de sensualidad, tal y como ocurre hoy en el
Islam.
Que Pablo considere a la mujer “gloria del varón” es un reto para que la mujer respete a su
marido y para que el varón no la desprecie ni le sea indiferente. El hombre debe esforzarse para
tener en gran estima a “su gloria” y no acusarla como hizo Adán. La propia belleza de la
expresión “ gloria del varón” referida a la mujer choca de bruces con la lamentable aversión
hacia la mujer que posteriormente mantendrían destacados Padre de la iglesia que no fueron
permeables al mensaje de Cristo y que prefirieron seguir anclados en el estoicismo griego y el
machismo más recalcitrante. Desgraciadamente, tal y como Mar Marcos recoge en su estudio
sobre la mujer en la iglesia primitiva: “el cristianismo heredó la visión negativa del género
femenino que compartían judíos, griegos y romanos y le dio una sanción teológica: La naturaleza
y la ley -sentencia Ireneo de Lyon a finales del siglo II- sitúan a la mujer en un lugar subordinado
con respecto al hombre. Los testimonios que hablan de la mujer tentadora, destructora de las
mejores cualidades del hombre, son tan numerosos que merecería escribirse una tesis doctoral
sólo sobre este tema [1] ”.
Basta unos ejemplos al respecto de tan lamentable evolución como el testimonio del influyente
teólogo Tertuliano de Cartago (s. II y III), quien decía:“ Tú [mujer] eres la puerta del diablo, tú
quien destapó el árbol prohibido, tú la primera transgresora de la Ley divina; tú fuiste quien
persuadió a aquél a quien el diablo no tuvo suficiente coraje para acercarse, tú estropeaste la
imagen de Dios: el hombre Adán; por tu castigo, la muerte, incluso el Hijo de Dios hubo de
morir […] ¿No sabes que cada una de vosotras es una Eva? La sentencia del Señor sobre tu sexo
está vigente hoy; la culpa, necesariamente, sobrevive hoy también [2] ”. Por otro lado, el
renombrado Juan Crisóstomo (S. IV y V), lejos de considerar a la esposa como “gloria del
varón” o “ vaso frágil, coherederas de la gracia de la vida ” (1ª Pedro 3, 7) concluye sin
rubor alguno que: “ En resumen, las mujeres toman todas sus corruptas costumbres femeninas y
las imprimen en las almas de los hombres [3] ”.
¿QUÉ DECÍA LA BIBLIA ANTES DE PABLO SOBRE EL CUBRIRSE LA CABEZA?
La costumbre del velo como prenda cubridora de la cabeza femenina no sólo se desarrolló en el
Imperio romano pues también griegas, egipcias o babilónicas lo usaron. Llegado este punto,
debemos notar que en el Antiguo Testamento no se alude a esta práctica como un mandato de La
Ley impuesto por Yavé . Es más, en una de las escasas apariciones bíblicas de la cuestión del
velo comprobamos cómo en otro tiempo era un distintivo, no de virtud, sino del ejercicio de la
prostitución:
“ Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo , y se arrebozó […], y
la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro ” (Génesis 38, 14-15)
¡Cómo cambian las costumbres sociales del decoro y el significado de éstas! ¡El velo en tiempos
del Antiguo Testamento llegó a ser un distintivo de las prostitutas! Un vuelco de 180 grados a la
percepción bíblica en cuanto a la relación entre honra y velo.
Posteriormente, ya en el ámbito grecorromano, el velo y el cabello largo pasarían a convertirse
en distintivos de formalidad y de un saber estar femenino. También tuvieron que ver en esto los
castigos sociales del Imperio romano , pues a algunas prostitutas y adúlteras se las identificaría
como tales cortándoles el pelo como exhibición pública de su vergüenza.
Como ilustración para el siglo XXI podríamos afirmar que ir en contra de estas actitudes de
formalidad del primer siglo equivaldría hoy a que (exagerando un poco) durante el tórrido verano
español a una mujer cristiana se le ocurriese entrar al local de una iglesia mediterránea vestida
solamentecon el bikini o en top less . Es más que probable que su actitud estuviese considerada
como poco apropiada por muchos de los allí presentes a pesar de que la Biblia no afirma en
ningún sitio que llevar bikini sea pecado. Salvando las distancias, algo similar es lo que trata de
solventar Pablo con el asunto del velo y la percepción social de su entorno más conservador –que
no bíblico– de la Roma del siglo I respecto a una prenda que ni siquiera se comentó en La Ley de
Moisés.
Es comprensible que el mensaje liberador del Evangelio llevase a algunas de las primeras
cristianas a promover una especie de contrarreacción que -como casi todas las contrarreacciones-
pudo ser descompensada y avasallante contra los símbolos de abuso y discriminación hacia ellas.
Más que comprensible es hasta esperable. Esto es algo que ha ocurrido siempre y quizás esta
libertad y autoestima reforzada en Cristo provocase esta rebeldía canalizada en la ruptura de
muchos de los formalismos clásicos que distinguían a las mujeres como sumisas y formales
según los cánones culturales de entonces . Es fácil comprender que esta actitud no fuese bien
entendida por cada uno de quienes se iban incorporando a la Iglesia de Cristo. Por esta razón
Pablo opta por llamar a la concordia entre creyentes de diferentes trasfondos advirtiéndoles de
“que esta libertad vuestra no venga a ser tropiezo para los débiles” (1 Corintios 8, 9), motivo por
el que apela a la conveniencia dentro de un decoro conservador en pos de evitar escándalos y
superficiales enfrentamientos entre cristianos que como cualquiera de nosotros seguían siendo
parte de una cultura y su forma de ver el decoro o la honra pública y familiar.
La profesora de derecho romano de la Universidad de Murcia, Mª Dolores Parra, en un trabajo
totalmente ajeno a temas bíblicos nos recuerda que la mujer en aquel tiempo “tiene un papel
secundario, dogma de la antigua moral romana, su puesto estaba en la casa, no pudiendo
participar en la vida pública, hallándose excluida de los Comicios, Senado y Magistratura. Era
ante el Derecho inferior al varón. Las concepciones sociales y las normas jurídicas, consideraron
a la mujer destinada al matrimonio y al hogar. La base de este dogma de la moral romana reside
en la existencia de un decoro convencional.
La base de este dogma de la moral romana reside en la existencia de un decoro convencional [4]
. ”
Fijémonos además que en 1ª de Corintios 11 se afirma que la mujer “trae vergüenza sobre sí” si
no se cubre la cabeza y que por otro lado (vs. 7) “ el varón no debe cubrirse la cabeza ”
¿Pensamos entonces que un varón ofende a Dios si se coloca una gorra o se pone un sombrero?
¿Corresponde esta consideración de vergüenza o conflicto a un criterio permanente y universal?
Es evidente que no es así y que los asuntos de decoro normalmente tienen más que ver –como
este caso- con particularidades históricas y geográficas.
“POR CAUSA DE LOS ÁNGELES” (vs. 10)
Algunos dirán que Pablo parece ir más allá de un asunto meramente cultural al apelar al mundo
espiritual cuando afirma que “ la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa
de los ángeles ”(vs. 10). La palabra usada aquí para “ ángeles” (aggelos) significa simplemente “
mensajeros” , un término usado en el Nuevo Testamento con toda normalidad para referirse a
humanos que llevan un mensaje (Mateo 11, 10-11. Lucas 9, 52…). En este caso, lo más natural
es que “ aggelos ” haga referencia a creyentes enviados que se escandalizaban al contemplar la
ruptura de los protocolos sociales del decoro en la iglesia. Parece ser que esta reacción afectaría
en especial a los mensajeros que llegaban a Corinto quizás llevando cartas o mensajes de Pablo.
Este hecho ofrece coherencia a la tesis interpretativa que estamos exponiendo, pues es normal
que un mensajero no conozca personalmente a los hermanos y hermanos a quienes visita. Por
esto no es extraño que se sorprendiesen negativamente ante actitudes sociales transgresoras de
desconocidos, y más aún si eran hermanas en la fe ¿Y acaso esto es diferente hoy? Además,
interpretar que la palabra mensajeros se refiere aquí a ángeles espirituales y a su reacción ante las
prendas de la cabeza no tendría demasiado sentido.
“TAMBIÉN EL HOMBRE TAMBIÉN PROCEDE DE LA MUJER” (vs. 6-11)
Como comentario final acerca de 1ª Corintios 11, 5-14 parece que Pablo pretende zanjar el tema
de “ la procedencia ” descartando un uso interesado del orden de creación de Adán y Eva como
argumento discriminatorio pues tras recordar que la mujer procede del hombre afirma que “
también el varón nace de la mujer, y finalmente, ambos de Dios ” (vs. 12). La procedencia del
hombre y la mujer es mutua entre ellos y común respecto a Dios . No obstante, este asunto de “la
procedencia” y el orden de la creación del Edén lo veremos con más detalle cuando en próximas
entregas comentemos 1ª Timoteo 2, 9-15.
Fuera de este asunto de género estos textos nos hablan de aspectos fundamentales para el
cristiano como, por ejemplo, la consideración por los más débiles e impresionables, la renuncia
en pos de la consideración hacia los otros, la humildad o el amor del esposo a la esposa como a
uno mismo y otras lecciones que nada tienen que ver con la misoginia sino con la dignidad de
una mujer que también es imagen y semejanza del Dios creador.
En la próxima entrega abordaremos someramente el controvertido mandato de Pablo a la iglesia
de Corintio para que las casadas callen durante las reuniones.
—————-
[1] Mar Marcos Sánchez. El lugar de las mujeres en el cristianismo: uso y abuso de la historia
antigua en un debate contemporáneo. Ediciones Universidad de Salamanca. 2006, p. 36.
[2] De cultu feminarum I, 1-2.
[3] Crisóstomo, J.: Contra los que habitan con vírgenes 11.
[4] Mª Dolores Parra Martín. Mujer y concubinato en la sociedad romana. ANALES DE
DERECHO. Universidad de Murcia. Número 23. 2005. Págs.239-248
La mujer no enseñe
Mujer y Biblia (VII)
Una primera parte del análisis de las enseñanzas paulinas sobre la mujer en 1ª Timoteo 2:9-15.
1 de mayo de 2011
Como hemos venido señalando en los artículos anteriores, el contexto cultural, educativo y social
de cualquier época influye y moldea a sus individuos de una manera muy poderosa, sean
cristianos o no. También hicimos alusión a cómo muchas circunstancias que nos rodean, por
injustas que sean, sólo pueden ser asumidas mientras luchamos para cambiarlas, si es que
deseamos cambiarlas, claro. Un ejemplo de esto es cuando Pablo “acepta” y “regula” entre los
cristianos algo tan repudiable como la esclavitud (Efesios 6,5-9). El apóstol aborda el tema en
pos de un buen trato para los esclavos a sabiendas de que a los creyentes les será imposible
cambiar de inmediato todas las injusticias sociales de su tiempo, entre ellas el sistema esclavista.
No obstante, siglos más tarde serán precisamente creyentes quienes encabezarán movimientos
abolicionistas. Y aunque no es la esclavitud el tema que nos ocupa aquí, esta realidad nos sirve
para comprender mejor los porqués de algunas actitudes de Pablo con las mujeres. Cerrando el
asunto de la esclavitud, debemos entender que el apóstol está convencido de que lo mejor que les
podía pasar a muchos esclavos no era ser “libre” para saltar de la sartén al fuego y vivir de la
mendicidad sino tener un buen amo que los proteja y sustente con dignidad. Ante esto los
cristianos debían ser los mejores, por lo que sería un error confundir que Pablo acepta la
esclavitud y sus tristes consecuencias con que La Biblia apela a la esclavitud como algo
aconsejable o -mucho menos- como una institución de origen divino. La intención bíblica es
llevar la luz libertadora de Dios a toda injusticia social, algo que no sólo se pretendió hacer en
medio del sistema esclavista sino también con la marginación de las mujeres del siglo primero.
ENSEÑANZAS IMPARTIDA POR MUJERES: ¿PROBLEMA CONCRETO O
PRINCIPIO ATEMPORAL?
Dicho todo lo anterior abordamos ya el texto de 1ª de Timoteo 2:9-15 que centra esta reflexión:
 “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con
peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como
corresponde a mujeres que profesan piedad. La mujer aprenda en silencio, con toda
sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre,
sino estaren silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue
engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará
engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia”. 1ª
Timoteo 2:9-15
Nos detenemos en el presente artículo en un primer aspecto a destacar: Aunque Pablo
normalmente no ofrece explicaciones históricas para justificar que un mandato dado por él es
Palabra de Dios, aquí sí apela a lo acontecido en el Edén para argumentar su decisión ¿Por qué lo
hace? ¿En qué consiste su argumentación para tratar de convencer a los creyentes de que las
mujeres supervisadas por Timoteo no deben enseñar? Veámoslo.
DEBIDO AL ORDEN DE LA CREACIÓN EVA NO PUDO APRENDER
El relato de Génesis 2:7-21 al que Pablo apela como razón es un despliegue de diferentes
instrucciones dadas por Dios a Adán sin que Eva estuviera presente, pues ni siquiera había sido
creada aún. E s un acontecimiento que ilustra perfectamente las fatales consecuencias de quien
pretende orientar o enseñar a otros desde la ignorancia y el atrevimiento, algo que
desgraciadamente tiene un claro paralelo con la situación general de las mujeres en tiempos de
Pablo , tal y como venimos viendo en toda esta serie.
No tendría demasiado sentido usar un mero orden cronológico de la creación biológica de cada
sexo para convencernos de que sólo Adán estaba llamado a enseñar a no ser que se pretenda
señalar la ausencia de formación, prudencia y conocimiento de Eva. No hay otra explicación para
una alusión cronológica, pues igualmente Pablo sabía que los animales fueron creados antes que
Adán sin que esto proveyese cualidad alguna para la enseñanza.
El apóstol no pide a los creyentes que acepten el argumento del orden de llegada de Adán y Eva
para ejercer la enseñanza como un misterio divino o un asunto de fe incomprensible. No. El
apóstol opta por un “porqué” al afirmar que Adán fue formado primero porque pretende que
aquellos cristianos “creados” y “formados” milenios después de Adán y Eva comprendan la
lógica de su mandato para que aquellas mujeres del siglo primero guarden silencio .
Seguramente él quería que todos entendiesen que la falta de adiestramiento, la ociosidad y el
atrevimiento de muchas mujeres de su tiempo causaba problemas y confusión cuando éstas
enseñaban o propagaban enseñanzas paganas entre los creyentes.
El sinsentido de un hipotético uso del mero orden formativo en el caso concreto de Adán y Eva
como explicación se hace aún más claro si tenemos en cuenta la obviedad de que muchas
mujeres del Nuevo Testamento habían sido biológicamente nacidas – o formadas- después de
Adán e incluso después de otros muchos hombres contemporáneos a ellas y que sin embargo no
estarían llamados a guardar silencio por ello. Lo mismo habría que decir de las mujeres “nacidas
–o formadas- espiritualmente de nuevo” en Cristo con su conversión antes que otros hombres
contemporáneos a ellas para darnos cuenta de que la formación biológica, e incluso la espiritual
de cada hombre y mujer no tiene por qué coincidir con el orden cronológico de la formación de
Adán y Eva. El orden en sí no era un argumento .
¿ADÁN NO FUE ENGAÑADO?
Aunque el apóstol aquí afirma que “ Adán no fue engañado ”, la Escritura muestra que
finalmente Adán sí fue engañado y culpable de incurrir en transgresión ( Génesis3:17 ). Esta
ligereza interpretativa de Pablo es una nueva evidencia de que el apóstol no pretendía exponer
dogmas ni principios espirituales perpetuos (un hecho que él mismo aclara por dos veces, tal y
como veremos en la siguiente entrega de esta reflexión). Su imprecisión acerca del engaño de
Adán refuerza la idea de que Pablo sólo quería señalar que la falta de conocimiento y un
adiestramiento serio deriva en engaño, razón por la que se centra en lo que le pasó a Eva y en
cómo ésta confundió posteriormente a Adán.
Stuart Park explica cómo “ en el segundo relato de la Creación ( Gn. 2:4-25 ), el hombre
(’adam), se «desdobla» en varón y hembra para formar una pareja que comparta el dominio, y
disfrute de un compañerismo mutuo. Ambos fueron creados a imagen y semejanza de Dios, y
ambos participaron en la tragedia de la Caída. Cuando Pablo habla, por tanto, del pecado de «un
hombre» ( Ro. 5:12-21 ), cabe pensar que se refiere no sólo al varón, sino al hombre genérico
(anthropos) Adán, ya que ambos, hombre y mujer, por su desobediencia y transgresión,
arrastraron a la raza humana a su destino. En el tercer relato ( Gn 5:1-2 ), el autor de Génesis
reafirma la identidad de Adán como varón y hembra : “Este es el libro de las generaciones de
Adán. El día en que creó Dios al hombre (’adam), a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra
los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán , el día en que fueron creados [1]”
“TAMBIÉN EL VARÓN PROCEDE DE LA MUJER”
Toda esta interpretación que exponemos acerca de las intenciones de Pablo casa con sus palabras
en 1ª Corintios 11:11-12 (que ya vimos en anteriores entregas) cuando dice que “ en el Señor, ni
el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón,
también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios ”.Ante los corintios Pablo pretende
zanjar el tema de “ la procedencia ” descartando un uso interesado del orden de creación de Adán
y Eva como argumento discriminatorio pues tras recordar que la mujer procede del hombre
afirma que “ también el varón nace de la mujer, y finalmente, ambos de Dios ” (vs. 12). La
procedencia del hombre y la mujer es mutua entre ellos y común respecto a Dios .
Además de lo visto, existen otros aspectos más esclarecedores aún en el texto de 1ª Timoteo 2, 9-
15 que muestran definitivamente que Pablo no tiene intención alguna de establecer un dogma
que niegue la labor de enseñanza para cualquier mujer cristiana de cualquier tiempo y lugar. Pero
esto lo veremos en la próxima entrega.
—————–
[1] S. Stuart Park. La figura de Eva en la eclesiología de Pablo. Revista Alétheia nº 37
MUJER Y BIBLIA (VIII)
La mujer no enseñe
Una primera parte del análisis de las enseñanzas paulinas sobre la mujer en 1ª Timoteo
2:9-15.
01 DE MAYO DE 2011
Como hemos venido señalando en los artículos anteriores, el contexto cultural, educativo y social
de cualquier época influye y moldea a sus individuos de una manera muy poderosa, sean
cristianos o no. También hicimos alusión a cómo muchas circunstancias que nos rodean, por
injustas que sean, sólo pueden ser asumidas mientras luchamos para cambiarlas, si es que
deseamos cambiarlas, claro. Un ejemplo de esto es cuando Pablo “acepta” y “regula” entre los
cristianos algo tan repudiable como la esclavitud (Efesios 6,5-9).
El apóstol aborda el tema en pos de un buen trato para los esclavos a sabiendas de que a los
creyentes les será imposible cambiar de inmediato todas las injusticias sociales de su tiempo,
entre ellas el sistema esclavista. No obstante, siglos más tarde serán precisamente creyentes
quienes encabezarán movimientos abolicionistas. Y aunque no es la esclavitud el tema que nos
ocupa aquí, esta realidad nos sirve para comprender mejor los porqués de algunas actitudes de
Pablo con las mujeres. Cerrando el asunto de la esclavitud, debemos entender que el apóstol está
convencido de que lo mejor que les podía pasar a muchos esclavos no era ser “libre” para saltar
de la sartén al fuego y vivir de la mendicidad sino tener un buen amo que los proteja y sustente
con dignidad. Ante esto los cristianos debían ser los mejores, por lo que sería un error confundir
que Pablo acepta la esclavitud y sus tristes consecuencias con que La Biblia apela a la esclavitud
como algo aconsejable o -mucho menos- como una institución de origen divino.
La intención bíblica es llevar la luz libertadora de Dios a toda injusticia social, algo que no sólo
se pretendió hacer en medio del sistema esclavista sino también con la marginación de las
mujeres del siglo primero.
ENSEÑANZAS IMPARTIDA POR MUJERES: ¿PROBLEMA CONCRETO O
PRINCIPIO ATEMPORAL?
Dicho todo lo anterior abordamos ya el texto de 1ª de Timoteo 2:9-15 que centra esta reflexión:
“Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con
peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como
corresponde a mujeres que profesan piedad. La mujer aprenda en silencio, con toda
sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino
estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue
engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará
engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” (1ª Timoteo
2:9-15). Nos detenemos en el presente artículo en un primer aspecto a destacar: Aunque Pablo
normalmente no ofrece explicaciones históricas para justificar que un mandato dado por él es
Palabra de Dios, aquí sí apela a lo acontecido en el Edén para argumentar su decisión ¿Por qué lo
hace? ¿En qué consiste su argumentación para tratar de convencer a los creyentes de que las
mujeres supervisadas por Timoteo no deben enseñar? Veámoslo.
DEBIDO AL ORDEN DE LA CREACIÓN EVA NO PUDO APRENDER
El relato de Génesis 2:7-21 al que Pablo apela como razón es un despliegue de diferentes
instrucciones dadas por Dios a Adán sin que Eva estuviera presente, pues ni siquiera había sido
creada aún. Es un acontecimiento que ilustra perfectamente las fatales consecuencias de quien
pretende orientar o enseñar a otros desde la ignorancia y el atrevimiento, algo que
desgraciadamente tiene un claro paralelo con la situación general de las mujeres en tiempos de
Pablo, tal y como venimos viendo en toda esta serie. No tendría demasiado sentido usar un mero
orden cronológico de la creación biológica de cada sexo para convencernos de que sólo Adán
estaba llamado a enseñar a no ser que se pretenda señalar la ausencia de formación, prudencia y
conocimiento de Eva. No hay otra explicación para una alusión cronológica, pues igualmente
Pablo sabía que los animales fueron creados antes que Adán sin que esto proveyese cualidad
alguna para la enseñanza. El apóstol no pide a los creyentes que acepten el argumento del orden
de llegada de Adán y Eva para ejercer la enseñanza como un misterio divino o un asunto de fe
incomprensible. No. El apóstol opta por un “porqué” al afirmar que Adán fue formado primero
porque pretende que aquellos cristianos “creados” y “formados” milenios después de Adán y Eva
comprendan la lógica de su mandato para que aquellas mujeres del siglo primero guarden
silencio. Seguramente él quería que todos entendiesen que la falta de adiestramiento, la ociosidad
y el atrevimiento de muchas mujeres de su tiempo causaba problemas y confusión cuando éstas
enseñaban o propagaban enseñanzas paganas entre los creyentes. El sinsentido de un hipotético
uso del mero orden formativo en el caso concreto de Adán y Eva como explicación se hace aún
más claro si tenemos en cuenta la obviedad de que muchas mujeres del Nuevo Testamento
habían sido biológicamente nacidas –o formadas- después de Adán e incluso después de otros
muchos hombres contemporáneos a ellas y que sin embargo no estarían llamados a guardar
silencio por ello. Lo mismo habría que decir de las mujeres “nacidas–o formadas-
espiritualmente de nuevo” en Cristo con su conversión antes que otros hombres contemporáneos
a ellas para darnos cuenta de que la formación biológica, e incluso la espiritual de cada hombre y
mujer no tiene por qué coincidir con el orden cronológico de la formación de Adán y Eva. El
orden en sí no era un argumento.
¿ADÁN NO FUE ENGAÑADO?
Aunque el apóstol aquí afirma que “Adán no fue engañado”, la Escritura muestra que finalmente
Adán sí fue engañado y culpable de incurrir en transgresión (Génesis3:17). Esta ligereza
interpretativa de Pablo es una nueva evidencia de que el apóstol no pretendía exponer dogmas ni
principios espirituales perpetuos (un hecho que él mismo aclara por dos veces, tal y como
veremos en la siguiente entrega de esta reflexión). Su imprecisión acerca del engaño de Adán
refuerza la idea de que Pablo sólo quería señalar que la falta de conocimiento y un
adiestramiento serio deriva en engaño, razón por la que se centra en lo que le pasó a Eva y en
cómo ésta confundió posteriormente a Adán. Stuart Park explica cómo “en el segundo relato de
la Creación (Gn. 2:4-25), el hombre (’adam), se «desdobla» en varón y hembra para formar una
pareja que comparta el dominio, y disfrute de un compañerismo mutuo. Ambos fueron creados a
imagen y semejanza de Dios, y ambos participaron en la tragedia de la Caída. CuandoPablo
habla, por tanto, del pecado de «un hombre» (Ro. 5:12-21), cabe pensar que se refiere no sólo al
varón, sino al hombre genérico (anthropos) Adán, ya que ambos, hombre y mujer, por su
desobediencia y transgresión, arrastraron a la raza humana a su destino. En el tercer relato (Gn
5:1-2), el autor de Génesis reafirma la identidad de Adán como varón y hembra: “Este es el libro
de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre (’adam), a semejanza de
Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día
en que fueron creados [1]”
“TAMBIÉN EL VARÓN PROCEDE DE LA MUJER”
Toda esta interpretación que exponemos acerca de las intenciones de Pablo casa con sus palabras
en 1ª Corintios 11:11-12 (que ya vimos en anteriores entregas) cuando dice que “en el Señor, ni
el varón es sinla mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del
varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios”. Ante los corintios
Pablo pretende zanjar el tema de “la procedencia” descartando un uso interesado del orden de
creación de Adán y Eva como argumento discriminatorio pues tras recordar que la mujer procede
del hombre afirma que “también el varón nace de la mujer, y finalmente, ambos de Dios” (vs.
12). La procedencia del hombre y la mujer es mutua entre ellos y común respecto a Dios.
Además de lo visto, existen otros aspectos más esclarecedores aún en el texto de 1ª Timoteo 2, 9-
15 que muestran definitivamente que Pablo no tiene intención alguna de establecer un dogma
que niegue la labor de enseñanza para cualquier mujer cristiana de cualquier tiempo y lugar.
Pero esto lo veremos en la próxima entrega.
[1] S. Stuart Park. La figura de Eva en la eclesiología de Pablo. Revista Alétheia nº 37
Mujer y Biblia (IX)
La mujer que no enseñe (2)
En el análisis del artículo anterior vimos algunos elementos que muestran que en el texto de 1ª
Timoteo 2, 9-15 Pablo no pretende dar un mandato que niega la labor de enseñanza para
cualquier mujer cristiana de cualquier tiempo y lugar.
8 de mayo de 2011
En esta nueva entrega veremos otros aspectos esclarecedores y definitivos que avalan que Pablo
estaba tratando de ofrecer la solución menos mala a un convulso problema de su tiempo:
“QUIERO [YO]”. “NO PERMITO [YO]”. (vs. 8 y 12)
Pablo expone un doble énfasis usando la primera persona del singular en su argumentación:
Estas formas son “ [yo] quiero ” (vs.8) y “ no permito [yo] ” (vs. 12), evitando usar expresiones
categóricas como “ el Señor no permite”, tal y como hace en otras ocasiones.
Además, el término griego usado para “ permito” , “ cuando se usa el verbo traducido como
permitir (epitrepsein) en el Nuevo Testamento se refiere a un permiso específico en un contexto
específico (Mateo 8,21; Marcos 5,13; Juan 19,38; Hechos 21,39-40; 26,1; 27,3; 28,16; 1
Corintios 16,7; etc.). Además el uso del tiempo indicativo indica un contexto inmediato. La
traducción correcta por lo tanto, es: “De momento no permito“. (Spencer; Hugenberger). “He
decidido que por el momento las mujeres no deben enseñar o tener autoridad sobre los hombres”
(Redekop; véase también Payne)” [i] .
LA AMENAZA PAGANA : “MUCHAS MUJERES EN POS DE SATANÁS”
Como ya explicamos en otros artículos, los engaños que provenían de heréticas doctrinas y
visiones que atrevidamente impartirían mujeres amparadas por movimientos esotéricos era un
problema extendido y enormemente común en la emergente iglesia primitiva. El paganismo y el
incipiente gnosticismo golpeando la salud de las iglesias es el eje de preocupación de esta
primera carta a Timoteo (1,6; 4,7; 6, 20-21) como también lo es en la segunda epístola, pues en
el mundo del creciente protognosticismo la mujer era vista como especialmente favorecida para
trasmitir supuestos mensajes místicos que sólo eran patrañas.
Ya vimos que esta tesis es defendida por numerosos eruditos bíblicos y que los diccionarios
bíblicos sobre el Nuevo Testamento citan y desarrollan el problema esotérico con frecuencia. El
historiador César Vidal en su obra sobre el gnosticismo primitivo afirma que “la gnosis había
hecho especialmente estragos entre el elemento femenino de las mujeres cristianas […] En el
caso de la congregación efesia de la que se ocupaba Timoteo el estado de infiltración había
terminado por resultar especialmente preocupante. En palabras de Pablo, de estas mujeres
“algunas se habían apartado en pos de Satanás” (1ª Timoteo 5, 15), e incluso otras iban “de
casa en casa” con fines proselitistas. Tan fuerte había llegado a ser el problema, que Pablo optó
por recomendar a Timoteo que se opusiera a que hubiera mujeres desempeñando ministerios de
enseñanza (1ª Timoteo 2, 11-12) […] Si la ofensiva gnóstica se había infiltrado así entre las
mujeres, sería más prudente impedir a estas que enseñaran [ii] ”.
Había un problema concreto con muchas mujeres y era necesario tomar una decisión urgente al
respecto. Y como ocurre a menudo en la vida, la decisión tomada por Pablo fue la que él
consideró como la menos mala, pero no como un propósito justo ni perfecto que emana desde el
corazón de Dios para la mujer.
Esta forma de afrontar injusticias la vemos frecuentemente en Jesús, como cuando arremete
contra el lanzamiento de piedras hacia la mujer adúltera por parte de hombres que se
consideraban “muy bíblicos” (Juan 8, 1-11), literalistas y religiosos, pues ciertamente el
apedreamiento era una terrible práctica recogida claramente en el Antiguo Testamento como
castigo para las adúlteras (Levítico 20,10) . Menos mal que Jesús tenía claro que aquello
recogido en Las Escrituras era igualmente algo indeseable y coyuntural que necesitaba superarse
con urgencia mediante la práctica del amor, la justicia y la misericordia. Salvando las distancias
con aquel hecho, entendemos que hoy nos equivocaríamos de nuevo si apartamos los ojos de
Jesús en cuanto a no discernir que estamos ante una indeseable solución circunstancial dada por
Pablo respecto al ejercicio de los dones de enseñanza dado por Dios a las mujeres. Pablo no
afirma que el problema de Eva fuese simplemente ser mujer, pues ese “pero” que él añade en su
explicación tiene la intención de que se comprenda que haber sido “formada después” dio como
consecuencia que Eva “fuera engañada”. Por tanto, el engaño generado por la ignorancia era el
epicentro del problema y no el sexo o el ADN.
¿CITAR EL GÉNESIS CONVIERTE UN MANDATO EN ATEMPORAL Y DESEABLE
POR PARTE DE DIOS?
Algunos comentaristas insisten en que si Pablo cita el Génesis es porque el asunto va más allá de
la circunstancia cultural y atañe al corazón del evangelio, pero debemos ser prudentes con esta
conclusión. Primeramente porque estamos viendo que en el texto de 1ª Timoteo 2 (también al
cotejarlo con otros escritos paulinos) encontramos argumentos que invitan a entender que
estamos ante mandatos circunstanciales a pesar de que Pablo mencione el Antiguo Testamento.
Citar el Génesis como una ilustración que ayuda a los cristianos contemporáneos de Pablo a
entender un problema que ellos tenían no tiene por qué hacer de lo referido un dogma de raíz
atemporal. No hay ninguna norma bíblica que obligue a esto y la misma Biblia nos muestra que a
menudo esto no es así. Basta ver como Jesús a menudo citaba La Ley de Moisés como algo dado
por Dios sin que esto la hiciese vigente y atemporal para los cristianos sino todo lo contrario.
En una ocasión Jesús se transfigura milagrosamente junto a Elías (Lucas 9, 28-36), el profeta que
siglos antes hizo descender fuego del cielo para consumir a sus enemigos (2ª Reyes 1, 10-14).
Cristo cita después la destrucción mediante combustión celestial de Sodoma y Gomorra (Lucas
17, 26-33) para ilustrar y argumentar un anuncio profético. Sin embargo, y a pesar de estas
alusiones al fuego divino sobre los enemigos en el Antiguo Testamento, Jesús se sorprende y se
molesta profundamente cuando Jacobo y Juan pretenden que esto se repita en su tiempo: “Señor,
¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?
Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: ¡Vosotros no sabéis de qué espíritu sois!
¡Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para
salvarlas! ” (Lucas 9, 54-56).
Como vemos, Cristo mismo da cuenta de que citar el Antiguo Testamento no siempre equivale a
que las indeseables circunstancias mencionadas sean para nosotros algo maravilloso, perseguible
o válido para todo tiempo, ya sea mandar fuego contra los enemigos, apedrear adúlteras o la
maldición del enseñoramiento sobre las mujeres vaticinado en El Edén. Todo depende del
propósito con el que en el Nuevo Testamento se cite el Antiguo o cualquier otro libro.
Recordemos, por ejemplo, que Judas cita como referente unas escrituras que ni siquiera son del
Antiguo Testamento (v. 14) como es El libro de Enoc. Con todo, dicha alusión no convierte
aquel escrito en canónico ni de obligado cumplimiento. Cada relato en cuestión nos ofrece sus
claves y creemos, por tanto, que un inflexible y errado proceder hermenéutico es en gran parte el
causante de que muchos creyentes entiendan hoy la apelación al Edén de Pablo como una
pretensión divina para que en las congregaciones callen las mujeres de cualquier circunstancia y
tiempo. En este caso vemos que hay suficientes claves bíblicas, textuales e históricas que
armonizan entre sí y que nos llevan a la tesis del mandato coyuntural.
Pero los argumentos a favor de la pertinencia circunstancial del mandato no acaban aquí.
Sigamos viendo un poco más:
“… [LA MUJER QUE HA DE GUARDAR SILENCIO] SE SALVARÁ ENGENDRANDO
HIJOS” (VS. 15)
Al igual que hoy vemos, y especialmente en el ámbito rural o en contextos menos desarrollados,
la falta de instrucción formal se desarrolla con mayor frecuencia entre mujeres que han sido
educadas para casarse y ser madres como objetivo único en la vida. Pero… ¿Se condenará
eternamente la mujer que no tenga hijos tal y como parece decir el texto? ¿Cómo se
compatibiliza esta afirmación de Pablo con su defensa y ánimo para la soltería en otros textos
suyos? : “ A los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo [soltero]” (1ª
Corintios 7, 8). “ El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor;
pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer ” (1ª
Corintios 7, 32-33). “ El que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento
hace mejor ” (vs. 38).
Pablo defiende la soltería, pero tal y como aclara en su carta está ahora especialmente
preocupado por el revuelo causado por muchas viudas jóvenes supervisadas por Timoteo que ya
mencionamos, pues éstas“ han quebrantado su primera fe ”, estando, “ no solamente ociosas,
sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran ”, razón por la que “ quiero
[yo], pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al
adversario ninguna ocasión de maledicencia. Porque ya algunas se han apartado en pos de
Satanás” (1ª Timoteo 5, 11-15).
Hoy en nuestras iglesias son muy pocas las viudas jóvenes que viven ociosas, provenientes de
religiones paganas y ajenas al contenido de Las Santas Escrituras así como a toda formación
como ocurría por entonces. Aquel sistema familiar y social así como la consideración de la mujer
como mera propiedad no tiene nada que ver con nuestro contexto por lo que prohibir hoy a toda
mujer en nuestra iglesia que ejerza la enseñanza porque como Eva “fue engañada” y porque “ ha
quebrantado la primera fe y se rebela contra Cristo yendo en pos de Satanás” por “estar ociosa” ,
no es optar por “sana doctrina” sino un dislate mayúsculo sacado de lugar, realidad e intención
bíblica. Cotejando otros textos de Pablo en los que aconseja no casarse, queda claro –otra vez-
que estamos ante un problema circunstancial. Una vez más, la Biblia se responde a sí misma y
nos da claves para diferenciar lo eterno de lo circunstancial.
Por otro lado, debería resultarnos obvio que la palabra “salvación” (sozo) no tiene aquí una
acepción soteriológica sino que es un llamado de Pablo para que las mencionadas mujeres
ociosas que están causando líos se planteen una vida alternativa enfocada en ser madres en lugar
de levantarse como chismosas o maestras de perdición. La palabra griega para salvación, además
de referirse a la salvación o justificación eterna, también significa preservación y permite el uso
apuntando aquí como una práctica que protege del pecado. Que Pablo afirme que la vía de
escape para la esposa en silencio sea “salvarse engendrando hijos” expone de forma concluyente
que Pablo está dando una recomendación personal a quienes no tenían una actitud edificante y
que no estaban preparadas para otra cosa que no fuese ser madres, algo que, dicho sea de paso,
no es una ocupación menor que la de enseñar entre los cristianos. Esta relegación total de la
mujer no sólo era una tendencia social pues las normas jurídicas romanas ya destinaban a la
mujer al matrimonio y al hogar [iii], algo que se solía consumarse a partir de los 12 años de edad
o incluso antes.
En fin, que no faltan argumentos a favor de la intención coyuntural de este mandato para que las
mujeres guarden silencio como un mal menor para problemas propios de aquella situación ¿O
acaso hoy un pastor no abordaría los problemas circunstanciales de los que tuviese conocimiento
si escribiese una carta a su congregación?
El dominio del hombre sobre la mujer vaticinado en el Edén a Adán y Eva es el anuncio de una
maldición, de unas terribles consecuencias que habrían de venir pero que no son un propósito
divino que debamos perseguir. “A la mujer dijo [Dios]: Multiplicaré en gran manera los
dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él
se enseñoreará de ti ” (Génesis 3, 16). Si lo vemos de modo, no sólo habría que enseñorearse
de las esposas sino también –y me permito una medio broma- fomentar partos dolorosos, quizás
pinchando en los pies a la parturienta, y así ser parte de un supuesto espléndido plan divino a
favor las mujeres… un sinsentido.
MUJERES QUE SÍ ENSEÑAN
Otra de las razones que nos llevan a defender toda esta interpretación es que si llegamos a una
conclusión diferente, 1ª Timoteo 2 estaría en contradicción con otros párrafos de la Escritura
(incluyendo los del corpus paulino) en los que se elogia a mujeres que sí enseñan, lideran o
predican. Es el caso de Priscila, Débora o Junia, entre otras de las que ya hablamos. Estas son
mujeres que, a diferencia de Eva, “formada después” e ignorante de las directrices dadas a Adán,
sí estarían llamadas por Dios, formadas y capacitadas para una enseñanza constructiva y
edificante, tal y como algunas hacen (Hechos 18, 26). Aunque por las razones ya expuestas estas
mujeres maestras son minoría, basta con ver que las hay para fortalecer las tesis aquí vertidas
acerca de 1ª de Timoteo 2, 9-15.
CONTRA LO EFÍMERO Y LA OSTENTACIÓN
Este es un texto que también constata una tendencia de mujeres que cultivan en exceso su
imagen externa. Y aunque esto es algo en lo que incurren tanto mujeres como hombres de
cualquier tiempo no es difícil imaginar que en una época en la que la mujer era poco más que un
objeto sexual cuidar su aspecto físico no sólo les otorgaba identidad sino también prevención
contra el despiadado repudio matrimonial y el abandono. En otras palabras: Cuanto más atractiva
sea más posibilidades de vivir mejor o al menos de sobrevivir. Sin embargo, era de esperar que
en Cristo estos temores se disipasen y que no se hiciera de la ostentación una filosofía de vida. Y
es que una lectura dogmática del texto nos pondría en la tesitura de tener que examinar en
nuestras congregaciones si el broche que la hermana lleva en el pelo es en realidad de oro o de
imitación (vs. 9) para asegurarnos de que su adorno se ajusta al “propósito de Dios” con ella ¿Y
el pastor de la iglesia puede llevar un traje de 10.000 euros? Parece claro que el fondo de estas
palabras no son los quilates de oro en sí sino las prioridades, la mesura, el testimonio y –en
definitiva- la actitud de corazón. Llegados a este punto entendemos que el no discernir entre
coyunturas concretas y principios eternos que la propia Biblia aclara sólo va a producir
contradicciones y legalismos religiosos ajenos a la intención liberadora de La Escritura, algo que
Jesús combatió con contundencia.
TRAS TODO ESTO… ¿REALMENTE SE ESTABA MANDANDO CALLAR A LAS
ESPOSAS?
Como último apunte, y aunque durante todo el análisis de 1ª Timoteo 2, 9-15 hemos dado por
supuesto que el mandato de “guardar silencio” equivale a que las mujeres permanezcan sin
hablar nada, Stuart Park hace un aporte exegético que avala que a las mujeres corintias no se les
mandó estar necesariamente calladas sino más bien en mantenerse en una buena actitud : “ La
mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. La palabra traducida «en silencio» aquí, es el
adjetivo hesuchios, que se refiere a «quietud», o «tranquilidad» (en 1 Ti 2:2, «reposadamente») .
Según W. E. Vine, se trata de una quietud interior, que no causa molestia a los demás, y que no
sufre molestia ajena. En 1 P. 3:4 describe un espíritu «apacible», caracterizado por la
mansedumbre. En 2 Tes. 3:12, Pablo exhorta a los hermanos a trabajar con hesuchía,
«sosegadamente», (no en silencio, es evidente). En Hch. 22:2 hesuchía se refiere al callamiento
de una multitud. El sustantivo sigé, por contraste, se emplea para indicar «silencio» en el sentido
de «ausencia total de sonido» (ver Hch. 21:40; Ap. 8:1). La «sujeción», por su parte, debe formar
parte del carácter de todo creyente, según la relación o circunstancia en la que se encuentre, y
define su relación con Cristo (ver 2 Co. 9:13) [iv] . ”
Además, si decidimos apostar por una postura literalista, universal e inflexible acerca de este
mandato para guardar silencio deberíamos también plantearnos el prohibir a las mujeres cantar
himnos o profetizar durante los cultos (1ª Co. 11, 5), tal y como sí que hacían las mujeres del
Nuevo Testamento.
-------------
[i] http://www.womenpriests.org/sp/scriptur/timothy.asp
[ii] César Vidal Manzanares. Los Orígenes de la Nueva Era. Grupo Nelson. 2010. p. 106-107. El
autor es Cum Laude en Historia por la UNED con la tesis El judeo-cristianismo palestino en el
siglo I; De Pentecostés a Jamnia. Trotta, 1995. César Vidal es conocedor de 16 idiomas, entre
ellos griego, copto o hebreo y ha traducido manuscritos gnósticos desde Oriente próximo para su
libro Los Orígenes de la Nueva Era , publicado originalmente en 1996 para la editorial Caribe
bajo el título En las raíces de La Nueva Era.
[iii] Papiano: “In multis iuris nostris articulis deterior est conditio feminarum Quam
masculorum” .
[iv] S. Stuart Park. La figura de Eva en la eclesiología de Pablo . Revista Alétheia nº 37
Mujer y Biblia (X)
Mujer y Biblia: conclusión
Unos pocos artículos no es un espacio suficiente para desarrollar como se merece este asunto.
15 de mayo de 2011
Pero hemos podido asomarnos a la consideración bíblica de la mujer para comprobar que el
evangelio se había constituido en un extraño oasis de dignidad y consideración en cuanto al trato
de dignidad dado a la mujer.
Hemos visto como la comparación, enormemente dispar, del relato de Adán y Eva con las
cosmogonías antiguas más influyentes o con los relatos grecorromanos más extendidos en el
siglo primero dan cuenta de la actitud favorecedora que el Dios bíblico mostraría desde el
principio de los tiempos hacia el llamado sexo débil.
Es cierto que las cartas del apóstol Pablo aparentan ser misóginas desde un acercamiento
superficial realizado desde el Occidente del siglo XXI. Sin embargo, en un análisis
contextualizado más somero hemos comprobado que sus escritos defendían la dignidad de la
mujer como pocos se atrevieron. Hasta tal punto fue así que a muchos hombres cristianos del
siglo primero no les sería fácil asumir las nuevas actitudes de consideración y amor hacia sus
esposas tal que Pablo preconizaba, un aspecto igualitario que chocaba de bruces con los modelos
sociales ¡y legales! de su tiempo. Por desgracia, el dominante machismo de la sociedad
grecorromana y la inevitable tendencia hacia el mal de quienes ostentan dominio nublaría la
visión de renombrados cristianos y Padres de la iglesia en los siglos siguientes a Cristo. Debido a
un cúmulo de circunstancias injustas, temores diversos y finalmente por causa de la condición
pecadora del hombre, muchos cristianos de influencia siguieron viendo a las mujeres como entes
execrables y perversos, una consideración que era totalmente ajena a la enseñanza de Cristo. Qué
duda cabe que esta lamentablemente cosmovisión teológica ejerció su influencia en el desarrollo
posterior del cristianismo y que tampoco la Reforma del siglo XVI centraría su atención en la
dignificación de la mujer. Esto ha hecho que mucha de esta injustica teológica contra la mujer y
los dones que Dios le da sigua acompañándonos hasta nuestros días.
Pero la revolución bíblica tuvo su cenit con Cristo. Desde entonces los cristianos hemos sido
llamados a seguir las enseñanzas de Jesús y a tratar de superar las costumbres sociales que no
concuerden con el evangelio revelado, pues “¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ” ( 2ª Corintios 6:14 ). Por esta razón
los aspectos transgresores mostrados por Cristo a favor de las mujeres deben ser tomados como
un inflexible punto de partida para que cada generación de creyentes desarrolle aún más la
responsable labor de traer más y más luz, dignidad y justicia a todo ser.
Si no lo hiciéramos así, recibiríamos el filamento incandescente de la luz de Cristo a la vez que
incurriríamos en el contradictorio error de decirle “ no ” a cualquier tentativa de invento y
desarrollo derivados de esta semilla eléctrica que se nos ha entregado. Seguiríamos pasando
hambre y frío sentados frente a la tenue luz de una sencilla bombilla empeñándonos en no tener
nevera y olvidándonos de quien anunciaba que, por la gracia de Dios, todo “ el que en mí cree,
las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará ” ( Juan 14:12 ). Si
continuamos desarrollando el espíritu liberador sembrado por Jesús que en parte continuó Pablo,
podemos soñar con que en esta imperfecta tierra cada vez habrá menos oposición y sufrimiento
en la Iglesia para todo aquél que en el mundo ha sido discriminado. Las mujeres y hombres de
Dios están llamados a ocupar el lugar para el que cada uno ha llamado sin atender a razones de
raza, clase social, sexo o nacionalidad, pues “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús ” ( Gálatas
3:28 ). Cristo nos ha hecho, tanto a hombres y mujeres “reyes y sacerdotes para Dios ” (
Apocalipsis 1:6 ), “ linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por
Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable” ( 1ª Pedro 2:9 ). Vivimos en los “postreros días” anunciados por Joel en los que
Dios dice: “Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas
profetizarán […] Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán ” ( Hechos 2:17 y 18 ).
Que la cultura occidental sea, con diferencia, el contexto en el que la mujer esté hoy más
dignificada y respetada tiene mucho que ver –como hemos visto en esta serie de artículos- con el
legado del evangelio de Jesucristo. Y es que “Roma no reconoció nunca la influencia ejercida
por la mujer, este reconocimiento, realmente se producirá en el cristianismo”. [1] Aplicar un
estilo de vida heredado de la sociedad postindustrial del siglo XIX o de la Roma del siglo I para
revestirlo de supuesta enseñanza bíblica y justificar así un abusivo dominio masculino es un
error. Por eso sería una triste paradoja que la Iglesia fuera hacia atrás respecto al mundo en estos
legados en pos de la mujer que no son ni feminismo políticamente correcto ni teología liberal
sino un legado netamente evangélico que por milenios ha tratado de pisotearse por la serpiente y
por el pecado humano. Es evidente que el cristiano debe defender el inmovilismo de todos los
principios bíblicos, pero la injusticia surge cuando arraigadas tradiciones milenarias dificultan el
continuo reto reformista de la revelación liberadora del Espíritu. Debemos discernís los tiempos
y aquello que es circunstancial, externo y que golpea al viejo hombre como el nefasto
enseñoramiento de la mujer vaticinado en la maldición del Edén (Génesis 3:16).
ACCIÓN DE AMOR, NO DE DOLOR
En un debate televisivo hablaban acerca de la pornografía y de la apertura a la libertad sexual
tras la dictadura de Franco en España. Una de las chicas, actriz porno, afirmaba con orgullo que
“como en aquella época nos reprimieron, ahora nos toca a nosotros desfogarnos”. Sus palabras y
tono evidenciaban un estado más de revancha y malestar que la alegre vivencia de una supuesta
libertad conquistada. Sin embargo, hay diferencia entre una acción liberadora sustentada en el
perdón y una contrarreacción dolorosa cargada de amargura.
La mujer está llamada por Dios a que no sea el rencor sino el amor y la verdad lo que propulse la
búsqueda de su libertad y los propósitos a los que Dios le ha llamado de forma particular.
Gracias a Dios, Cristo trae un Reino de justicia y de paz, un Reino sobrenatural en el que todos
estamos llamados a “ someternos los unos a los otros ” ( Efesios 5:21 ) pues en Cristo “ todos
somos sacerdotes ” ( Apocalipsis 1:6 ) para ser parte de la regeneración del Espíritu, bendecir y
crecer sin más límites que los que Dios disponga, pues “ si alguno está en Cristo, nueva criatura
es; las cosas viejas pasaron; y he aquí todas son hechas nuevas ” ( 2 Corintios 5:17 ).
NOTA DE LA REDACCIÓN:
Existe una respuesta a esta serie, con una perspectiva diferente, de Amable Morales, en el blog
de “Temas de debate” con el título de “Biblia, hombre y mujer”.
[1] Mª Dolores Parra Martín. Mujer y concubinato en la sociedad romana. ANALES DE
DERECHO. Universidad de Murcia. Número 23. 2005. Pág. 241

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  • 1. Mujer y Biblia Autor: Luis Marián Mujer y Biblia (I) Eva: señorear «con» Adán 13 de marzo de 2011 Parece que desde que en el jardín del Edén Dios le dijera a Satanás que la simiente de Eva aplastaría su cabeza, el mal se ha abalanzado sin piedad contra las mujeres de todos los tiempos. Aunque normalmente lo definamos como machista, lo que genera este legado de opresión es el triunfo del perverso orgullo y la inseguridad de muchos hombres, una maldecida deidad bicéfala de injusticia. En toda esta historia de persecución hay un lugar de privilegio para nuestra capacidad de negación sobre quienes somos en realidad. Milenios de humanidad no ha cesado de advertirnos contra los desastres provenientes de la soberbia que se infiltra cuando las razas, sexos o individuos asumen que son, por definición, superiores a otros. A lo largo de los tiempos y hasta hoy, de todos es sabido que las mujeres salen perjudicadas, asediadas por una marginación que no sólo se produce en tribus perdidas o en culturas ajenas a la nuestra.
  • 2. UN POCO DE HISTORIA Ya el pensamiento de la antigua Grecia, cuna de Occidente, no se quedaba atrás. Homero o Platón ejemplifican la visión repugnante y de inferioridad que se tenía en torno a la mujer, a quienes se las definía como dolor o castigo, pues las mujeres estaban consideradas como meros objetos para serconquistados e instrumentos en la lucha por el poder de los hombres. Uno de los personajes de Homero se burlaba diciendo: “¡No eres mejor que una mujer!”, un reflejo de lo habitual que resultaba que la mujer no fuese vista siquiera con identidad propia sino más bien como “la esposa de”, la “la hija de” o la “concubina de”. Según narra Hesiodo en su Teogonía hubo un tiempo sobre la tierra en el que los hombres vivían felices sin mujeres hasta que éstas surgieron como castigo de Zeus a Prometeo por su desobediencia. La mujer fue la maldición eterna para el hombre, razón por la que Zeus creó un ser perverso, una mujer llamada Pandora, el origen de todos los males. Otro poeta de relevancia como Simónides cuenta que “desde el principio, dios hizo la mente de la mujer como cosa aparte”. Se asumía que no debían confiar en las mujeres pues ellas eran fuente de todo mal, pues el mal era su naturaleza. Platón dice que “las mujeres son inferiores en bondad a los hombres […] ese segmento de la humanidad que, debido a su fragilidad, es en otros aspectos más engañoso y secreto”. Lo cierto es que aunque comúnmente apelamos a Grecia como la cuna de la democracia, ésta era una democracia selectiva vetada a esclavos y mujeres. ALGO DEL GÉNESIS El Dios del libro del Génesis describe el perenne totalitarismo del varón hacia la mujer no como algo digno de alcanzar sino como una horrenda maldición provocada por la maldad
  • 3. del ser humano y que es anunciada a la mujer: “Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Génesis 3, 16). En contraste con las grotescas e inmorales cosmogonías de la antigüedad, Yavé despliega su esencia artística para crear a Eva como un hermoso complemento del hombre. El Dios bíblico sitúa a la pareja en el jardín como amigos y amantes. Nada que ver con las salvajes batallas entre dioses y diosas de los mitos animistas, griegos, romanos o del relato de la creación del Emuna Elis babilonio, una historia mucho más cercana en el tiempo y a la cultura de los receptores originarios del Génesis que recoge una espeluznante visión en la que Tiamat y Marduk se despedazan. Sin embargo, Adán y Eva se aman. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1, 17). Es Yavé quien afirma que el hombre y la mujer son “el hombre (traducido así y en singular en el sentido genérico de humanidad) creado a imagen y semejanza de Dios”. A diferencia de las creencias griegas que describen a la mujer forjada de otra materia, el Dios de la Biblia forma a Eva de la misma sustancia que Adán, de su médula, tomando su ADN para formarla y revelarnos un concepto revolucionario de igualdad esencial. Eva fue creada para servir con Adán y no con el fin de servirle a Adán. Aunque hay quienes lo ven de otro modo cuando leen que Dios diseñó a la mujer como “ayuda idónea para el varón” (Génesis 2, 18), lo cierto es que la palabra hebrea utilizada para ayuda hace referencia a alguien a quien se le solicita cooperación por poseer capacidades complementarías a las del solicitante, por lo que estamos ante una connotación etimológica con énfasis en el concepto de igualdad y complementariedad, una visión de género fuera de lo común siglos antes de Cristo. Cuando Adán cuando dirige por primera vez su mirada a la mujer lo hace a modo de poema:“Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; Esta será llamada Varona,
  • 4. porque del varón fue tomada” (Génesis 2, 23). Las primeras palabras humanas que aparecen en la Biblia son un canto a la mujer y a la igualdad, un golpe contra los mitos paganos que concedían a la feminidad una composición inferior a la masculina. Más adelante aparecería también el mandato de: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer” (Génesis 2, 24), un planteamiento también chirriante para un mundo en el que los hombres no suelen renunciar a cosa alguna por una mujer. El plan de Dios para su creación era “señoreen(plural) en toda la tierra” (Génesis 1, 26), y tiene la peculiaridad de que no otorga dominio sobre la tierra al ser humano hasta que la mujer no está junto al varón. Cuando ambos pecan, Adán habla de: “la mujer que me diste por compañera” (Génesis 3, 12). Eva no era una mera propiedad de Adán y el mal no entra al mundo sólo a través de la mujer sino a través de la pareja, tal y como Dios sentencia (Génesis 3, 24). Hombre y mujer comparten culpabilidad y ambos sufrirían las consecuencias. LA SOCIEDAD JUDÍA Y como ocurre en todas las civilizaciones, la sociedad judía tampoco vivió exenta de la indeseable maldición anunciada por Dios sobre la opresión y superioridad masculina sobre la mujer. En conocidos escritos rabínicos resultan habituales los comentarios de desprecio y rechazo del género femenino, una cuestión que ya vemos en algunos textos del Nuevo Testamento como cuando “en esto vinieron sus discípulos, y se asombraron grandemente de que [Jesús] hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?” (Juan 4, 27). En contraposición a este pensamiento dominante de su tiempo, Jesús se levantó para destruir las obras de la oscuridad abriendo ríos en el desierto como un adelanto de la restauración del plan
  • 5. original de Dios y de sus propósitos, aunque lo haría dentro de la realidad de los prejuicios, terquedad e injusticias de su época. Desde luego, esta nueva visión de la mujer iniciada por Cristo impulsaría a muchos hijos de Dios a asumir el liderazgo en la liberación de las personas en general y de la mujer en particular durante siglos posteriores. En los siguientes artículos abordaremos este tema de la mujer desde el contexto de la revelación bíblica. Veremos algo de la visión de la mujer en Jesús, los comentarios más discutidos de Pablo al respecto y el lugar de la mujer en el ministerio cristiano desde una perspectiva bíblica. Estas serán las próximas reflexiones de esta serie. Mujer y Biblia (II) Jesús, la mujer y la bombilla Los aproximadamente dos mil años que nos separan de los evangelios nos hacen perder mucha profundidad si pasamos sobre ellos y su contexto histórico superficialmente. 20 de marzo de 2011 Casi sin darnos cuenta obviamos el impacto original de aquellos acontecimientos considerando a menudo como meramente como buenos, sencillos, justos o lógicos los transgresores mensajes que Jesús predicaba. Pero la trascendencia y transgresión de Cristo en cuanto a su consideración de la mujer y su llamado para un desarrollo de su legado por parte de los cristianos lo podemos contemplar como una analogía con el invento de la bombilla…
  • 6. En 1752, Benjamin Franklin comprobaría que el relámpago y la chispa del ámbar eran la misma cosa. Tiempo más tarde, Volta daba otro paso adelante al inventar la primera pila eléctrica, hecho que provocó que a la unidad de potencia eléctrica le llamemos voltio. El mérito posterior de generar la corriente eléctrica en una escala práctica se lo debemos a Michael Faraday, quien en 1831 constataría que la electricidad se podía producir con magnetismo mediante movimiento. Tuvieron que pasar más de cuarenta años para que un generador realmente práctico fuera realizado por Thomas Edison, quien mejoraría sustancialmente el invento realizado en 1878 por Joseph Swam y que no era otra cosa que la lámpara de filamento incandescente. A partir de ahí, que decir de los constantes desarrollos de la electricidad realizados hasta nuestros días tras los avances de Edison y de su revolucionaria bombilla: TV, radio, transporte, refrigeración, redes hidráulicas, telefonía…etc. Sin embargo, hoy contemplamos la bombilla sin asombros ni con lloros de alegría, pues lo asumimos como una parte más de nuestro universo cotidiano. Hoy contemplamos una bombilla como algo normal, incluso vulgar. No nos paramos a pensar que este sencillo filamento recubierto de cristal y poco más significó el génesis de la revolución doméstica, el transporte y de la sociedad del bienestar en general. Pues al igual que ocurrió con la bombilla de Edison, los hechos y palabras de Jesús fueron una plataforma sin precedentes para lanzarnos a una plena revolución de justicia que sus hijos estamos llamados a desarrollar desde entonces. Esa bombilla que dejó el Maestro tiene multitud de filamentos contundentes y luminosos como, por ejemplo, aquel que nos alumbra bajo el principio de “ama a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10, 27). Con todo, Jesucristo tuvo que tolerar y asumir como parte del mundo real los prejuicios e injusticias de su época para poder trasmitir un mensaje de salvación y justicia a
  • 7. tercos humanos. No obstante, Jesús nos dejaría semillas para que fueran regadas por los cristianos de todos los tiempos siguientes. En este sentido es en el que el apóstol Pablo habla de la libertad afirmando que en Cristo ya “no hay esclavo ni libre” (Gálatas 3, 28).Sin embargo, y al mismo tiempo, las condiciones mentales y sociales de entonces no permitirían de inmediato a los cristianos primitivos plantear la abolición definitiva de la esclavitud, tal y como vemos en textos como Efesios 6, 4-6. Sin embargo, serían siglos más tarde cuando los cristianos encabezarían la lucha contra la esclavitud en pos del mensaje que emana del evangelio. Jesús nos dejó el invento de la bombilla para darnos la claridad fundamental y dejarnos la misión del desarrollo de las aplicaciones de toda esta electricidad a quienes asumen el reto de ser “el cuerpo de Cristo” (1 Corintios 12, 27) y que es la Iglesia. A esto se refiere el Maestro cuando afirma que, como hijos suyos, haríamos cosas mayores que las que Él mismo realizó (Juan 14, 12). Nuestra misión consiste ahora en que, a partir de los nítidos desarrollos eléctricos de la bombilla, inventemos el frigorífico y la estufa de última generación con la misma pasión que vemos en Cristo. Si hoy produciésemos un efecto similar en derredor significaría que hemos entendido lo que es discípulo. Hemos sido llamados a producir una revolución lumínica, primero en nuestras propias vidas y después hasta lo último de La Tierra, Pero ¿Cómo fue exactamente la luz inicial que trajo Jesús sobre las mujeres? Veamos algunos filamentos… HIJA DE ABRAHAM Lucas 13, 10-17 contiene el desafío de Jesús respecto a la doble moral de algunos rabinos. Por entonces las mujeres eran relegadas a la parte posterior de la sinagoga, pero la invitación que Jesús realizó a aquella mujer supondría un mensaje contra el privilegio masculino del culto público. Al ponerla en el centro de atención, frente de la congregación, se estaba sacudiendo la
  • 8. mentalidad de muchos hombres. Es interesante que Jesús no se dirige a ella sino que la trae a la zona privilegiada de los hombres. Ante la acusación de los rabinos Jesús añadiría que aquella “hija de Abraham” merecía ser libre de su aflicción incluso en el día de reposo. Y no era frecuente el uso de la forma “hija de Abraham” que hizo Jesús pues este título era habitual sólo para hombres pues las mujeres no estaban consideradas herederas de Abraham al mismo nivel. Pero Jesús no solo sanaría su cuerpo sino su dignidad. EL BAUTISMO DE CRISTO Cristo estableció un nuevo mandato que integraba a personas de ambos sexos que fue el bautismo. Mientras que en el Antiguo Testamento la señal de la circuncisión era sólo para los hombres, el nuevo rito que Jesús instaura supone una oportunidad para todos para declarar públicamente que formaban parte de un pueblo en el que cada persona es sacerdote junto con Cristo, incluyendo a las mujeres. SU MUERTE Y RESURRECCIÓN Durante gran parte del Antiguo Testamento aquellos que eran elegidos para una misión divina de relevancia eran ungidos por hombres escogidos, tal y como hace Samuel con David para proclamarle rey de Israel. Bajo la fuerza de lo sagrado de la unción no se puede considerar como algo casual o forzado el que los evangelios recojan a dos mujeres ungiendo de algún modo a Jesús, aquél cuya misión era salvar al ser humano de sus pecados. Juan lo bautiza, pero son dos mujeres quienes lo ungen. Una semana antes de su muerte, en la casa de Lázaro, es María quien lo hace (Juan 12, 1-8). Días después es otra mujer quien entra en la casa donde Jesús cena para derramar sobre él el contenido de un frasco de alabastro. Jesús le dijo a esta mujer que su acto sería conocido allí donde fuera predicado el Evangelio. Una vez más, el Mesías pone al repudiado género femenino en el centro de atención, dignificación y reconocimiento universal
  • 9. (Mateo 26, 6-13). Sin duda, estamos ante una bombilla con potencial de muchísimos vatios, pues incluso después de la resurrección Jesús, él vuelve a honrarlas de forma atípica al darles a ellas las primicias de anunciar el levantamiento de entre los muertos del Hijo de Dios (Mateo 28, 10; Juan 20, 17). OTROS EJEMPLOS ¿Y qué de la mujer adúltera que iba a ser apedreada? Allí fue cuando Cristo mencionó la famosa frase de “quien no tenga culpa que tire la primera piedra” (Juan 8, 7) ¿Y la mujer del flujo de sangre que no cesaba? (Lucas 8, 43-50). Es aquella a la que Cristo permitió que le tocara a pesar de considerarse como un acto impuro en su tiempo. De nuevo Cristo otorga a la mujer su lugar para sanarla. Y podríamos añadir otros ejemplos, como el de la prostituta a la que se le permitió que tocara y besara los pies de Jesús dejando que sus propias lágrimas le lavasen para gran ofensa de los allí presentes (Lucas 7, 38). Y aunque el tema da para mucho, podemos percatarnos de la grandeza de esta revolución de Cristo respecto a la mujer viendo algunas de estas pequeñas -pero a la vez que grandiosas- semillas de justicia que nos han quedado como legado para un posterior desarrollo y aprendizaje por nuestra parte. En palabras de Dorothy Sayers, “tal vez no haya que sorprenderse de que las mujeres fueran las primeras en la cuna y las últimas en la cruz. No habían conocido a un hombre como éste. Jamás hubo otro igual. Un profeta maestro que nunca las regañó ni las aduló; nunca las engañó ni las trató con arrogancia, ni hizo de ellas chistes maliciosos. Nunca dijo: “Las mujeres: ¡Dios nos libre!” o, “las señoras: ¡Dios las bendiga!”. Él las reprendía sin queja y las alababa sin condescendencia; tomaba sus preguntas y sus razonamientos en serio; nunca les imponía restricciones. Ni las instaba a ser femeninas, ni se burlaba de ellas por serlo; no tenía intereses creados ni una amenazada hombría que defender. Las trataba tal y como eran, con naturalidad. No hay hecho, ni sermón, ni parábola en todos los
  • 10. evangelios que insinúe con mordacidad una supuesta perversidad hacia lo femenino; nadie puede en modo alguno deducir de las palabras y hechos de Jesús algo que fuera “absurdo” acerca de la naturaleza de la mujer”. En el próximo artículo analizaremos algunos aspectos que nos ayudarán a comprender por qué Cristo escogería sólo a hombres como sus primeros doce apóstoles así como comenzaremos a examinar algunos de los comentarios más discutidos de las cartas de Pablo respecto a la mujer. MUJER Y BIBLIA (III) Apóstoles sólo varones En el capítulo anterior esbozamos algunos argumentos que explican cómo las palabras de Jesús fueron una semilla entregada para que los cristianos de todos los tiempos la desarrollasen con responsabilidad y constancia. 27 DE MARZO DE 2011 En esta nueva entrega destacaremos algún otro aspecto sobre la actitud de Cristo y luego nos adentraremos en las tan traídas y llevadas cartas del apóstol Pablo, en ocasiones tildadas de misóginas desde un análisis quizás demasiado superficial que a menudo soslaya el contexto en el
  • 11. que se escribe. Aunque en el currículo de la humanidad destaca el sempiterno reinado de la misoginia, en esta serie de artículos venimos viendo la vuelta a la tortilla por parte de Cristo y su Evangelio. Situar la visión de lo femenino de aquellas sociedades antiguas en contraposición con lo que se recoge en la Escritura demuestra un avance sin parangón de la fe cristiana en lo que a la consideración de la mujer se refiere. ¿POR QUÉ APÓSTOLES SÓLO HOMBRES? Hay quienes se oponen al liderazgo o pastoreado de la mujer en la iglesia recordando que Jesús llamó a doce varones como apóstoles. Sin embargo, considerar este rasgo común entre los doce como un principio divino (cosa que en ningún momento se dice) para ser reproducido por los creyentes de todos los tiempos no debiera plantearse como un imperativo dado por Dios para que la mujer enseñe o pastoree. Además, si seguimos con este silogismo, ¿por qué reducir las exigencias al género? ¿Por qué no aplicarlo también a la nacionalidad?, pues Jesús escogió a doce judíos cuando pudo haber llamado a algún gentil y no lo hizo. Sin duda, la elección de los doce apóstoles es una de las decisiones más trascendentales de la historia de la humanidad ya que sería este grupo el que se levantaría como plataforma mundial para la predicación del Evangelio a toda criatura. A estas alturas de lo que venimos comentarios no haría falta siquiera explicar por qué en aquel entorno social no se hubiera prestado demasiada atención a un mensaje salvífico anunciado por mujeres. El mismo evangelio recoge con naturalidad que con mujeres no se debía siquiera intercambiar palabra alguna (Juan 4:27) y es evidente que haber dispuesto de mujeres como mensajeras principales del Reino de Dios no habría sido la mejor idea para su extensión. Y esto no sería por una supuesta incapacidad natural femenina, sino por la tozudez y prejuicios de la
  • 12. mentalidad general de su tiempo y, por tanto, también por la falta de acceso a una capacitación de la mujer para la enseñanza pública. Aún así, es interesante, además de sorprendente, destacar que la mayoría de eruditos bíblicos concluyen que al menos hubo una mujer, Junias (Romanos 16:7), entre los primeros apóstoles de la Biblia. Dejando ahora de lado la visión de Jesús, las dos siguientes semanas veremos algunos de los textos más discutidos sobre el tema, los del apóstol Pablo sobre el papel de la mujer en las congregaciones cristianas. Mujer y Biblia (IV) Mujeres sometidas 3 de abril de 2011 Después de analizar someramente la visión de Jesús sobre la mujer, veamos algunos de los textos bíblicos más discutidos sobre el tema. Los más importantes en este sentido son los del apóstol Pablo sobre el papel de la mujer en las congregaciones cristianas. Empezaremos analizando el sentido del sometimiento de la mujer. SOMETIMIENTO DE LA MUJER  “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11, 3)  “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia […] Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
  • 13. iglesia […] Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia […] Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5, 21-33) BIENVENIDOS, QUE NO BIENVENIDAS, AL SIGLO I DE NUESTRA ERA En el matrimonio de la cultura greco-romana del siglo primero, la mujer, los hijos y los esclavos estaban sometidos al pater familiae. El marido era dueño absoluto de los demás miembros “sin limitación sobre la persona y bienes de la mujer o de sus descendientes, poder superior a cualquier injerencia del Estado en nombre del bien común o por la tutela encomendada sobre sus ciudadanos[i]”. Esta era la norma escrita en un ambiente cotidiano en el que no era infrecuente que, por ejemplo, el padre abandonase a su hija recién nacida tan sólo porque desgraciadamente no nació varón. Castigar a la esposa hasta con la muerte por adulterio o por beber vino era un derecho del marido cuyo honor se consideraba mancillado. No aparquemos tampoco lo que la Biblia muestra respecto a los judíos. Sobrevolando la poligamia y las historias misóginas del Antiguo Testamento en las que el pueblo de Dios parece olvidarse de la imagen y semejanza divina de Eva, en los tiempos de Jesús se había hecho normal el abuso de La Ley mosaica con el fin de repudiar a la esposa (Deuteronomio 24, 1. Mateo 19, 7- 9).
  • 14. El motivo más común para desechar y abandonar a la mujer solía ser para casarse con otra – normalmente más joven- usando para ello cualquier excusa absurda. Bastaba decir que la comida no había sido suficientemente buena esa día para dejar a la esposa abandonada para siempre en la intemperie. LAS CARTAS DE PABLO HACEN LA DIFERENCIA En este entorno sumamente hostil para la mujer es en el que Pablo insta al marido para que ame a su mujer como a su propio cuerpo exigiéndole una actitud que a buen seguro estaría mal vista por muchos hombres de su tiempo. En contra de los apresurados comentarios que hoy se pronuncian contra la supuesta misoginia de Pablo, en los textos que encabezan este artículo no es la mujer quien sale mal parada al verse obligada a sujetarse al marido, pues éste también debe hacer lo mismo con su esposa en una relación afectuosa y responsable que Las Escrituras denominan sumisión mutua (Efesios 5, 21). Sin duda, estos versículos suponían un mal trago para muchos hombres cristianos, no siendo difícil imaginar la mofa a la que quizás se verían sometidos por parte de los varones paganos recibiendo vituperios del tipo a nuestros: “¡Calzonazos! ¡Que tu mujer te tiene dominado!”, pues el hombre debía tener en cuenta que “tampoco tiene el marido dominio sobre su propio cuerpo, sino la mujer” (1 Corintios 7, 4). Por esto no es de extrañar que para los incrédulos la fe cristiana fuese al principio motivo de burla y desprecio al considerarse una “religión de mujeres, niños y esclavos”[ii], el grupo de individuos que social e intelectualmente eran tenidos como seres inferiores. Como ya vimos en el primer artículo de esta serie, desde el principio Dios dispuso que la mujer no fuese tratada como mera propiedad del hombre sino como una compañera a quien darse.
  • 15. Pablo da instrucciones acerca del amor abnegado mostrado por Jesús a la humanidad y lo expone como modelo para la actitud del hombre hacia su esposa. A pesar de esta nueva visión positiva de la mujer, lo cierto es que el apóstol no confrontó en toda su plenitud la extrema misoginia social o la institución de la esclavitud, aunque sí comenzaría a abrir una de las más anchas sendas de la historia hacia la libertad al colocar a los esclavos al mismo nivel de dignidad que los amos en Cristo, pues “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3, 28). Es probable que este último versículo fuese escrito como respuesta a la oración que recitaban muchos judíos piadosos cada mañana diciendo: “Gracias Señor por no haberme creado gentil, ni mujer, ni esclavo [iii]”. En no pocos casos, éstas eran las primeras palabras que una esposa escuchaba al despertarse cada día, por lo que no imaginamos la alegría que la mujer cristiana podía sentir al escuchar las diferentes y liberadoras palabras de Pablo. ————— [i] Mª Dolores Parra Martín. Mujer y concubinato en la sociedadromana. ANALES DE DERECHO. Universidad de Murcia. Número 23. 2005. Pág. 241 [ii] Orígenes, Contra Celso 3, 44. [iii] Starr, Tama. La inferioridad natural” de la mujer. Ed. Martínez Roca, Barcelona. 1993. El hombre, cabeza de la mujer Mujer y Biblia (V)  “Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3)
  • 16. 10 de abril de 2011 La palabra griega utilizada para cabeza es kephale. Tan sólo un porcentaje residual de las Escrituras suele verter este término como líder o dirigente. En la mayoría de los casos kephale es traducida como cabeza física, fuente u origen. Los dos conceptos más comunes de kephale (cabeza física u origen/fuente) coinciden con acepciones de cabeza en nuestro castellano. El erudito de Nuevo Testamento Gordon Fee se inclina por “fuente de vida” u “origen”[1] como la acepción que otorga un mayor sentido al término cabeza en este texto. Según Fee, esto es lo que habrían entendido los corintios y lo que encaja con el discurso desarrollado en los versículos 8 y 9. La otra ocasión en la que Pablo menciona en este capítulo la palabra cabeza es para referirse a la cabeza física de la mujer (11, 10), indicando que ésta debe vestirse con modestia y decoro. Que el apóstol mencione a Cristo como cabeza del varón conlleva un claro énfasis en el cuidado y responsabilidad dentro del matrimonio que para nosotros no debería derivar en la asunción teológica de restricciones de roles. Menos aún cuando parece que el problema estaba en el sentido literal de la cabeza de las mujeres siendo éste el mismo énfasis de Efesios 5, 21-33. A la luz de otros escritos de Pablo o del relato de Adán y Eva podemos decantarnos aquí por la apelación al término cabeza como origen y no como una alusión a las limitaciones de funciones o capacidades. No se dice nada de esto. Y el versículo se completa afirmando que el mismo Jesucristo, El Principio y el Fin (Apocalipsis 21, 3), “Dios sobre todas las cosas” (Romanos 9, 5) tiene al Padre como cabeza sin que esto le relegue a ningún papel limitado en categorización alguna por estar sometido al Padre.
  • 17. Es más, las prerrogativas de máxima autoridad que vemos en toda La Biblia y que Yavé expone sobre sí mismo en el Antiguo Testamento son las ejercidas por Cristo con todo poder y absoluta autoridad [2]. Por tanto, apelar al varón como cabeza de la mujer no puede servir como argumento para coartar los talentos que el Espíritu Santo reparte “como él quiere” (1ª Co. 12,11) “a cada uno en particular” (12, 7) “para la edificación de la iglesia” (14, 12). En ningún lugar de Las Escrituras se habla de dones de mujeres y dones de hombres como categorías separadas y siempre se mencionan refiriéndose a todos los creyentes ¡Esto es una pasada para la mujer sabiendo que apenas era una “cosa” en su entorno social y legal! Por esto, 1ª Corintios 11, 3 nos hace tomar conciencia del componente liberador que su mensaje conlleva al cotejarlo con la brutal marginación a la que estaba sometida la mujer del siglo primero. La situación era tan repudiable que estas referencias paulinas a las esposas dentro de un marco de cobertura, responsabilidad o procedencia respecto a sus esposos en un sublime paralelismo con Cristo se convertían en la más grande noticia que cualquier mujer podía escuchar. En la próxima entrega desarrollaremos un poco más esta cuestión de Pablo y el atavío de las mujeres en 1ª Corintios 11, 5-11. —————— [1] Gordon Fee. Primera epístola a los Corintios. Nueva Creación. Buenos Aires. 1994. 569-572 [2] Por ejemplo: Comparando 2ª Cr.6, 30. Jer.17, 9-10 con Ap. 2, 23 vemos que tanto Yavé como Cristo se presentan como “el único” que conoce el corazón de los hombres y quien dará a cada uno conforme a sus obras. Ambos son también “el único” Creador del Universo (Is.44:24 .
  • 18. Is.45.7-8. Col.1:16-17). Tanto Yavé como Cristo son El Principio y el Fin, el Alfa y la Omega (Is.48:12. Apoc.1, 8; 22, 12-16). Los dos son el “Yo Soy” (Ex.3:13-14. Jn.8:24 y 28. Jn.18,4- 8.Jn.8,55-59) y cada será quien “juzgará al mundo con justicia” (Sal.96:10 y 13. Juan 5, 22).Cristo es a menudo Yavé y máxima autoridad del Universo y la historia. Mujer y Biblia (VI) El velo en la cabeza de la mujer “El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente” Gustave Flaubert. 17 de abril de 2011 Continuamos con el análisis de algunas de las alusiones paulinas acerca de la mujer, la condición de ésta en Cristo y su lugar en la Iglesia. El asunto del velo como prenda merece ser analizado.  “ Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado […] Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza? La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?” ( 1 Corintios 11:5-5 y 13-14 ). LA MUJER, ORAR CON LA CABEZA CUBIERTA Respecto a la expresión: “La naturaleza misma ¿no os enseña…?” el término griego usado aquí para “ naturaleza” es physis , el mismo vocablo que designa costumbres, hábitos sociales,
  • 19. tradición o decoro. La evidencia de que en este caso la acepción más correcta es “ costumbre” nos la ofrece el propio contexto, pues sólo por una cuestión cultural –y no gracias a una supuesta revelación física de la naturaleza– podemos concluir que dejarse el cabello largo es moralmente deshonroso o que la mujer debe ponerse un velo para orar. De hecho, la palabra physis (naturaleza) es la misma que usa Pablo para referirse a la práctica de la circuncisión (Romanos 2, 27), y es evidente que no podemos interpretar que “por enseñanza de la naturaleza” los judíos deben circuncidarse. Ni el cuerpo, ni las montañas, ni nada en la naturaleza nos muestra esto. Es más, si esto fuera así, entonces la circuncisión debería aplicarse no sólo a los judíos sino a todos los hombres de cualquier tiempo y lugar, planteamiento al que precisamente se opone Pablo. Si entendemos que la naturaleza como tal es la que nos dice que es deshonroso que el varón se deje el pelo largo, cabe preguntarse ¿Cuánto de largo? Difícil respuesta, y más aún cuando parece claro –como veremos- que no es por un asunto de tipo físico-teológico por lo que Pablo parece estar preocupado. En todo caso, e incluso entendiendo physis como una alusión física a la tendencia natural de la mujer para tener el cabello más largo, la deshonra aludida siempre habría que entenderla como una apelación cultural y no desde una supuesta revelación moral de origen capilar. Parece claro. “LA MUJER, GLORIA DEL VARÓN” DE LA QUE MUCHOS SE OLVIDARON Como vimos en artículos anteriores, una esposa era en la cultura greco-romana una posesión del marido. Que una mujer no se cubriera la cabeza en un acto religioso era una ofensa para el marido según los cánones sociales establecidos. Esto era algo que redundaba en crítica hacia ella y su esposo, quien finalmente era su representante legal. Cubrirse la cabeza llevaba implícito la defensa de unos valores morales firmes, femineidad y sujeción al esposo. Por eso se dice en un juego de palabras que “toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta afrenta su
  • 20. cabeza”, es decir, a su esposo. Parece ser además que la ley romana para Corinto establecía que la mujer que traicionaba a su marido con adulterio debía ser rapada como las prostitutas o las esclavas castigadas. Esta rebelión de las mujeres cristianas que se sentían liberadas y que no se cubrían la cabeza era -como decimos- una ofensa para su entorno, razón que lleva a Pablo a tirar de ironía y provocación al decirles a éstas que si no quieren cubrirse la cabeza que se la rasuren, a sabiendas de que las mujeres rapadas eran las rameras. Además de esta falta de respeto hacia el marido, la exhibición del cabello femenino durante un acto religioso era también visto por algunos como una muestra de frivolidad y hasta de sensualidad, tal y como ocurre hoy en el Islam. Que Pablo considere a la mujer “gloria del varón” es un reto para que la mujer respete a su marido y para que el varón no la desprecie ni le sea indiferente. El hombre debe esforzarse para tener en gran estima a “su gloria” y no acusarla como hizo Adán. La propia belleza de la expresión “ gloria del varón” referida a la mujer choca de bruces con la lamentable aversión hacia la mujer que posteriormente mantendrían destacados Padre de la iglesia que no fueron permeables al mensaje de Cristo y que prefirieron seguir anclados en el estoicismo griego y el machismo más recalcitrante. Desgraciadamente, tal y como Mar Marcos recoge en su estudio sobre la mujer en la iglesia primitiva: “el cristianismo heredó la visión negativa del género femenino que compartían judíos, griegos y romanos y le dio una sanción teológica: La naturaleza y la ley -sentencia Ireneo de Lyon a finales del siglo II- sitúan a la mujer en un lugar subordinado con respecto al hombre. Los testimonios que hablan de la mujer tentadora, destructora de las mejores cualidades del hombre, son tan numerosos que merecería escribirse una tesis doctoral sólo sobre este tema [1] ”.
  • 21. Basta unos ejemplos al respecto de tan lamentable evolución como el testimonio del influyente teólogo Tertuliano de Cartago (s. II y III), quien decía:“ Tú [mujer] eres la puerta del diablo, tú quien destapó el árbol prohibido, tú la primera transgresora de la Ley divina; tú fuiste quien persuadió a aquél a quien el diablo no tuvo suficiente coraje para acercarse, tú estropeaste la imagen de Dios: el hombre Adán; por tu castigo, la muerte, incluso el Hijo de Dios hubo de morir […] ¿No sabes que cada una de vosotras es una Eva? La sentencia del Señor sobre tu sexo está vigente hoy; la culpa, necesariamente, sobrevive hoy también [2] ”. Por otro lado, el renombrado Juan Crisóstomo (S. IV y V), lejos de considerar a la esposa como “gloria del varón” o “ vaso frágil, coherederas de la gracia de la vida ” (1ª Pedro 3, 7) concluye sin rubor alguno que: “ En resumen, las mujeres toman todas sus corruptas costumbres femeninas y las imprimen en las almas de los hombres [3] ”. ¿QUÉ DECÍA LA BIBLIA ANTES DE PABLO SOBRE EL CUBRIRSE LA CABEZA? La costumbre del velo como prenda cubridora de la cabeza femenina no sólo se desarrolló en el Imperio romano pues también griegas, egipcias o babilónicas lo usaron. Llegado este punto, debemos notar que en el Antiguo Testamento no se alude a esta práctica como un mandato de La Ley impuesto por Yavé . Es más, en una de las escasas apariciones bíblicas de la cuestión del velo comprobamos cómo en otro tiempo era un distintivo, no de virtud, sino del ejercicio de la prostitución: “ Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo , y se arrebozó […], y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro ” (Génesis 38, 14-15) ¡Cómo cambian las costumbres sociales del decoro y el significado de éstas! ¡El velo en tiempos del Antiguo Testamento llegó a ser un distintivo de las prostitutas! Un vuelco de 180 grados a la percepción bíblica en cuanto a la relación entre honra y velo.
  • 22. Posteriormente, ya en el ámbito grecorromano, el velo y el cabello largo pasarían a convertirse en distintivos de formalidad y de un saber estar femenino. También tuvieron que ver en esto los castigos sociales del Imperio romano , pues a algunas prostitutas y adúlteras se las identificaría como tales cortándoles el pelo como exhibición pública de su vergüenza. Como ilustración para el siglo XXI podríamos afirmar que ir en contra de estas actitudes de formalidad del primer siglo equivaldría hoy a que (exagerando un poco) durante el tórrido verano español a una mujer cristiana se le ocurriese entrar al local de una iglesia mediterránea vestida solamentecon el bikini o en top less . Es más que probable que su actitud estuviese considerada como poco apropiada por muchos de los allí presentes a pesar de que la Biblia no afirma en ningún sitio que llevar bikini sea pecado. Salvando las distancias, algo similar es lo que trata de solventar Pablo con el asunto del velo y la percepción social de su entorno más conservador –que no bíblico– de la Roma del siglo I respecto a una prenda que ni siquiera se comentó en La Ley de Moisés. Es comprensible que el mensaje liberador del Evangelio llevase a algunas de las primeras cristianas a promover una especie de contrarreacción que -como casi todas las contrarreacciones- pudo ser descompensada y avasallante contra los símbolos de abuso y discriminación hacia ellas. Más que comprensible es hasta esperable. Esto es algo que ha ocurrido siempre y quizás esta libertad y autoestima reforzada en Cristo provocase esta rebeldía canalizada en la ruptura de muchos de los formalismos clásicos que distinguían a las mujeres como sumisas y formales según los cánones culturales de entonces . Es fácil comprender que esta actitud no fuese bien entendida por cada uno de quienes se iban incorporando a la Iglesia de Cristo. Por esta razón Pablo opta por llamar a la concordia entre creyentes de diferentes trasfondos advirtiéndoles de “que esta libertad vuestra no venga a ser tropiezo para los débiles” (1 Corintios 8, 9), motivo por
  • 23. el que apela a la conveniencia dentro de un decoro conservador en pos de evitar escándalos y superficiales enfrentamientos entre cristianos que como cualquiera de nosotros seguían siendo parte de una cultura y su forma de ver el decoro o la honra pública y familiar. La profesora de derecho romano de la Universidad de Murcia, Mª Dolores Parra, en un trabajo totalmente ajeno a temas bíblicos nos recuerda que la mujer en aquel tiempo “tiene un papel secundario, dogma de la antigua moral romana, su puesto estaba en la casa, no pudiendo participar en la vida pública, hallándose excluida de los Comicios, Senado y Magistratura. Era ante el Derecho inferior al varón. Las concepciones sociales y las normas jurídicas, consideraron a la mujer destinada al matrimonio y al hogar. La base de este dogma de la moral romana reside en la existencia de un decoro convencional. La base de este dogma de la moral romana reside en la existencia de un decoro convencional [4] . ” Fijémonos además que en 1ª de Corintios 11 se afirma que la mujer “trae vergüenza sobre sí” si no se cubre la cabeza y que por otro lado (vs. 7) “ el varón no debe cubrirse la cabeza ” ¿Pensamos entonces que un varón ofende a Dios si se coloca una gorra o se pone un sombrero? ¿Corresponde esta consideración de vergüenza o conflicto a un criterio permanente y universal? Es evidente que no es así y que los asuntos de decoro normalmente tienen más que ver –como este caso- con particularidades históricas y geográficas. “POR CAUSA DE LOS ÁNGELES” (vs. 10) Algunos dirán que Pablo parece ir más allá de un asunto meramente cultural al apelar al mundo espiritual cuando afirma que “ la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles ”(vs. 10). La palabra usada aquí para “ ángeles” (aggelos) significa simplemente “ mensajeros” , un término usado en el Nuevo Testamento con toda normalidad para referirse a
  • 24. humanos que llevan un mensaje (Mateo 11, 10-11. Lucas 9, 52…). En este caso, lo más natural es que “ aggelos ” haga referencia a creyentes enviados que se escandalizaban al contemplar la ruptura de los protocolos sociales del decoro en la iglesia. Parece ser que esta reacción afectaría en especial a los mensajeros que llegaban a Corinto quizás llevando cartas o mensajes de Pablo. Este hecho ofrece coherencia a la tesis interpretativa que estamos exponiendo, pues es normal que un mensajero no conozca personalmente a los hermanos y hermanos a quienes visita. Por esto no es extraño que se sorprendiesen negativamente ante actitudes sociales transgresoras de desconocidos, y más aún si eran hermanas en la fe ¿Y acaso esto es diferente hoy? Además, interpretar que la palabra mensajeros se refiere aquí a ángeles espirituales y a su reacción ante las prendas de la cabeza no tendría demasiado sentido. “TAMBIÉN EL HOMBRE TAMBIÉN PROCEDE DE LA MUJER” (vs. 6-11) Como comentario final acerca de 1ª Corintios 11, 5-14 parece que Pablo pretende zanjar el tema de “ la procedencia ” descartando un uso interesado del orden de creación de Adán y Eva como argumento discriminatorio pues tras recordar que la mujer procede del hombre afirma que “ también el varón nace de la mujer, y finalmente, ambos de Dios ” (vs. 12). La procedencia del hombre y la mujer es mutua entre ellos y común respecto a Dios . No obstante, este asunto de “la procedencia” y el orden de la creación del Edén lo veremos con más detalle cuando en próximas entregas comentemos 1ª Timoteo 2, 9-15. Fuera de este asunto de género estos textos nos hablan de aspectos fundamentales para el cristiano como, por ejemplo, la consideración por los más débiles e impresionables, la renuncia en pos de la consideración hacia los otros, la humildad o el amor del esposo a la esposa como a uno mismo y otras lecciones que nada tienen que ver con la misoginia sino con la dignidad de una mujer que también es imagen y semejanza del Dios creador.
  • 25. En la próxima entrega abordaremos someramente el controvertido mandato de Pablo a la iglesia de Corintio para que las casadas callen durante las reuniones. —————- [1] Mar Marcos Sánchez. El lugar de las mujeres en el cristianismo: uso y abuso de la historia antigua en un debate contemporáneo. Ediciones Universidad de Salamanca. 2006, p. 36. [2] De cultu feminarum I, 1-2. [3] Crisóstomo, J.: Contra los que habitan con vírgenes 11. [4] Mª Dolores Parra Martín. Mujer y concubinato en la sociedad romana. ANALES DE DERECHO. Universidad de Murcia. Número 23. 2005. Págs.239-248 La mujer no enseñe Mujer y Biblia (VII) Una primera parte del análisis de las enseñanzas paulinas sobre la mujer en 1ª Timoteo 2:9-15. 1 de mayo de 2011 Como hemos venido señalando en los artículos anteriores, el contexto cultural, educativo y social de cualquier época influye y moldea a sus individuos de una manera muy poderosa, sean cristianos o no. También hicimos alusión a cómo muchas circunstancias que nos rodean, por injustas que sean, sólo pueden ser asumidas mientras luchamos para cambiarlas, si es que deseamos cambiarlas, claro. Un ejemplo de esto es cuando Pablo “acepta” y “regula” entre los cristianos algo tan repudiable como la esclavitud (Efesios 6,5-9). El apóstol aborda el tema en
  • 26. pos de un buen trato para los esclavos a sabiendas de que a los creyentes les será imposible cambiar de inmediato todas las injusticias sociales de su tiempo, entre ellas el sistema esclavista. No obstante, siglos más tarde serán precisamente creyentes quienes encabezarán movimientos abolicionistas. Y aunque no es la esclavitud el tema que nos ocupa aquí, esta realidad nos sirve para comprender mejor los porqués de algunas actitudes de Pablo con las mujeres. Cerrando el asunto de la esclavitud, debemos entender que el apóstol está convencido de que lo mejor que les podía pasar a muchos esclavos no era ser “libre” para saltar de la sartén al fuego y vivir de la mendicidad sino tener un buen amo que los proteja y sustente con dignidad. Ante esto los cristianos debían ser los mejores, por lo que sería un error confundir que Pablo acepta la esclavitud y sus tristes consecuencias con que La Biblia apela a la esclavitud como algo aconsejable o -mucho menos- como una institución de origen divino. La intención bíblica es llevar la luz libertadora de Dios a toda injusticia social, algo que no sólo se pretendió hacer en medio del sistema esclavista sino también con la marginación de las mujeres del siglo primero. ENSEÑANZAS IMPARTIDA POR MUJERES: ¿PROBLEMA CONCRETO O PRINCIPIO ATEMPORAL? Dicho todo lo anterior abordamos ya el texto de 1ª de Timoteo 2:9-15 que centra esta reflexión:  “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estaren silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará
  • 27. engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia”. 1ª Timoteo 2:9-15 Nos detenemos en el presente artículo en un primer aspecto a destacar: Aunque Pablo normalmente no ofrece explicaciones históricas para justificar que un mandato dado por él es Palabra de Dios, aquí sí apela a lo acontecido en el Edén para argumentar su decisión ¿Por qué lo hace? ¿En qué consiste su argumentación para tratar de convencer a los creyentes de que las mujeres supervisadas por Timoteo no deben enseñar? Veámoslo. DEBIDO AL ORDEN DE LA CREACIÓN EVA NO PUDO APRENDER El relato de Génesis 2:7-21 al que Pablo apela como razón es un despliegue de diferentes instrucciones dadas por Dios a Adán sin que Eva estuviera presente, pues ni siquiera había sido creada aún. E s un acontecimiento que ilustra perfectamente las fatales consecuencias de quien pretende orientar o enseñar a otros desde la ignorancia y el atrevimiento, algo que desgraciadamente tiene un claro paralelo con la situación general de las mujeres en tiempos de Pablo , tal y como venimos viendo en toda esta serie. No tendría demasiado sentido usar un mero orden cronológico de la creación biológica de cada sexo para convencernos de que sólo Adán estaba llamado a enseñar a no ser que se pretenda señalar la ausencia de formación, prudencia y conocimiento de Eva. No hay otra explicación para una alusión cronológica, pues igualmente Pablo sabía que los animales fueron creados antes que Adán sin que esto proveyese cualidad alguna para la enseñanza. El apóstol no pide a los creyentes que acepten el argumento del orden de llegada de Adán y Eva para ejercer la enseñanza como un misterio divino o un asunto de fe incomprensible. No. El apóstol opta por un “porqué” al afirmar que Adán fue formado primero porque pretende que
  • 28. aquellos cristianos “creados” y “formados” milenios después de Adán y Eva comprendan la lógica de su mandato para que aquellas mujeres del siglo primero guarden silencio . Seguramente él quería que todos entendiesen que la falta de adiestramiento, la ociosidad y el atrevimiento de muchas mujeres de su tiempo causaba problemas y confusión cuando éstas enseñaban o propagaban enseñanzas paganas entre los creyentes. El sinsentido de un hipotético uso del mero orden formativo en el caso concreto de Adán y Eva como explicación se hace aún más claro si tenemos en cuenta la obviedad de que muchas mujeres del Nuevo Testamento habían sido biológicamente nacidas – o formadas- después de Adán e incluso después de otros muchos hombres contemporáneos a ellas y que sin embargo no estarían llamados a guardar silencio por ello. Lo mismo habría que decir de las mujeres “nacidas –o formadas- espiritualmente de nuevo” en Cristo con su conversión antes que otros hombres contemporáneos a ellas para darnos cuenta de que la formación biológica, e incluso la espiritual de cada hombre y mujer no tiene por qué coincidir con el orden cronológico de la formación de Adán y Eva. El orden en sí no era un argumento . ¿ADÁN NO FUE ENGAÑADO? Aunque el apóstol aquí afirma que “ Adán no fue engañado ”, la Escritura muestra que finalmente Adán sí fue engañado y culpable de incurrir en transgresión ( Génesis3:17 ). Esta ligereza interpretativa de Pablo es una nueva evidencia de que el apóstol no pretendía exponer dogmas ni principios espirituales perpetuos (un hecho que él mismo aclara por dos veces, tal y como veremos en la siguiente entrega de esta reflexión). Su imprecisión acerca del engaño de Adán refuerza la idea de que Pablo sólo quería señalar que la falta de conocimiento y un
  • 29. adiestramiento serio deriva en engaño, razón por la que se centra en lo que le pasó a Eva y en cómo ésta confundió posteriormente a Adán. Stuart Park explica cómo “ en el segundo relato de la Creación ( Gn. 2:4-25 ), el hombre (’adam), se «desdobla» en varón y hembra para formar una pareja que comparta el dominio, y disfrute de un compañerismo mutuo. Ambos fueron creados a imagen y semejanza de Dios, y ambos participaron en la tragedia de la Caída. Cuando Pablo habla, por tanto, del pecado de «un hombre» ( Ro. 5:12-21 ), cabe pensar que se refiere no sólo al varón, sino al hombre genérico (anthropos) Adán, ya que ambos, hombre y mujer, por su desobediencia y transgresión, arrastraron a la raza humana a su destino. En el tercer relato ( Gn 5:1-2 ), el autor de Génesis reafirma la identidad de Adán como varón y hembra : “Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre (’adam), a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán , el día en que fueron creados [1]” “TAMBIÉN EL VARÓN PROCEDE DE LA MUJER” Toda esta interpretación que exponemos acerca de las intenciones de Pablo casa con sus palabras en 1ª Corintios 11:11-12 (que ya vimos en anteriores entregas) cuando dice que “ en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios ”.Ante los corintios Pablo pretende zanjar el tema de “ la procedencia ” descartando un uso interesado del orden de creación de Adán y Eva como argumento discriminatorio pues tras recordar que la mujer procede del hombre afirma que “ también el varón nace de la mujer, y finalmente, ambos de Dios ” (vs. 12). La procedencia del hombre y la mujer es mutua entre ellos y común respecto a Dios .
  • 30. Además de lo visto, existen otros aspectos más esclarecedores aún en el texto de 1ª Timoteo 2, 9- 15 que muestran definitivamente que Pablo no tiene intención alguna de establecer un dogma que niegue la labor de enseñanza para cualquier mujer cristiana de cualquier tiempo y lugar. Pero esto lo veremos en la próxima entrega. —————– [1] S. Stuart Park. La figura de Eva en la eclesiología de Pablo. Revista Alétheia nº 37 MUJER Y BIBLIA (VIII) La mujer no enseñe Una primera parte del análisis de las enseñanzas paulinas sobre la mujer en 1ª Timoteo 2:9-15. 01 DE MAYO DE 2011 Como hemos venido señalando en los artículos anteriores, el contexto cultural, educativo y social de cualquier época influye y moldea a sus individuos de una manera muy poderosa, sean cristianos o no. También hicimos alusión a cómo muchas circunstancias que nos rodean, por
  • 31. injustas que sean, sólo pueden ser asumidas mientras luchamos para cambiarlas, si es que deseamos cambiarlas, claro. Un ejemplo de esto es cuando Pablo “acepta” y “regula” entre los cristianos algo tan repudiable como la esclavitud (Efesios 6,5-9). El apóstol aborda el tema en pos de un buen trato para los esclavos a sabiendas de que a los creyentes les será imposible cambiar de inmediato todas las injusticias sociales de su tiempo, entre ellas el sistema esclavista. No obstante, siglos más tarde serán precisamente creyentes quienes encabezarán movimientos abolicionistas. Y aunque no es la esclavitud el tema que nos ocupa aquí, esta realidad nos sirve para comprender mejor los porqués de algunas actitudes de Pablo con las mujeres. Cerrando el asunto de la esclavitud, debemos entender que el apóstol está convencido de que lo mejor que les podía pasar a muchos esclavos no era ser “libre” para saltar de la sartén al fuego y vivir de la mendicidad sino tener un buen amo que los proteja y sustente con dignidad. Ante esto los cristianos debían ser los mejores, por lo que sería un error confundir que Pablo acepta la esclavitud y sus tristes consecuencias con que La Biblia apela a la esclavitud como algo aconsejable o -mucho menos- como una institución de origen divino. La intención bíblica es llevar la luz libertadora de Dios a toda injusticia social, algo que no sólo se pretendió hacer en medio del sistema esclavista sino también con la marginación de las mujeres del siglo primero. ENSEÑANZAS IMPARTIDA POR MUJERES: ¿PROBLEMA CONCRETO O PRINCIPIO ATEMPORAL? Dicho todo lo anterior abordamos ya el texto de 1ª de Timoteo 2:9-15 que centra esta reflexión: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad. La mujer aprenda en silencio, con toda
  • 32. sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia” (1ª Timoteo 2:9-15). Nos detenemos en el presente artículo en un primer aspecto a destacar: Aunque Pablo normalmente no ofrece explicaciones históricas para justificar que un mandato dado por él es Palabra de Dios, aquí sí apela a lo acontecido en el Edén para argumentar su decisión ¿Por qué lo hace? ¿En qué consiste su argumentación para tratar de convencer a los creyentes de que las mujeres supervisadas por Timoteo no deben enseñar? Veámoslo. DEBIDO AL ORDEN DE LA CREACIÓN EVA NO PUDO APRENDER El relato de Génesis 2:7-21 al que Pablo apela como razón es un despliegue de diferentes instrucciones dadas por Dios a Adán sin que Eva estuviera presente, pues ni siquiera había sido creada aún. Es un acontecimiento que ilustra perfectamente las fatales consecuencias de quien pretende orientar o enseñar a otros desde la ignorancia y el atrevimiento, algo que desgraciadamente tiene un claro paralelo con la situación general de las mujeres en tiempos de Pablo, tal y como venimos viendo en toda esta serie. No tendría demasiado sentido usar un mero orden cronológico de la creación biológica de cada sexo para convencernos de que sólo Adán estaba llamado a enseñar a no ser que se pretenda señalar la ausencia de formación, prudencia y conocimiento de Eva. No hay otra explicación para una alusión cronológica, pues igualmente Pablo sabía que los animales fueron creados antes que Adán sin que esto proveyese cualidad alguna para la enseñanza. El apóstol no pide a los creyentes que acepten el argumento del orden de llegada de Adán y Eva para ejercer la enseñanza como un misterio divino o un asunto de fe incomprensible. No. El apóstol opta por un “porqué” al afirmar que Adán fue formado primero
  • 33. porque pretende que aquellos cristianos “creados” y “formados” milenios después de Adán y Eva comprendan la lógica de su mandato para que aquellas mujeres del siglo primero guarden silencio. Seguramente él quería que todos entendiesen que la falta de adiestramiento, la ociosidad y el atrevimiento de muchas mujeres de su tiempo causaba problemas y confusión cuando éstas enseñaban o propagaban enseñanzas paganas entre los creyentes. El sinsentido de un hipotético uso del mero orden formativo en el caso concreto de Adán y Eva como explicación se hace aún más claro si tenemos en cuenta la obviedad de que muchas mujeres del Nuevo Testamento habían sido biológicamente nacidas –o formadas- después de Adán e incluso después de otros muchos hombres contemporáneos a ellas y que sin embargo no estarían llamados a guardar silencio por ello. Lo mismo habría que decir de las mujeres “nacidas–o formadas- espiritualmente de nuevo” en Cristo con su conversión antes que otros hombres contemporáneos a ellas para darnos cuenta de que la formación biológica, e incluso la espiritual de cada hombre y mujer no tiene por qué coincidir con el orden cronológico de la formación de Adán y Eva. El orden en sí no era un argumento. ¿ADÁN NO FUE ENGAÑADO? Aunque el apóstol aquí afirma que “Adán no fue engañado”, la Escritura muestra que finalmente Adán sí fue engañado y culpable de incurrir en transgresión (Génesis3:17). Esta ligereza interpretativa de Pablo es una nueva evidencia de que el apóstol no pretendía exponer dogmas ni principios espirituales perpetuos (un hecho que él mismo aclara por dos veces, tal y como veremos en la siguiente entrega de esta reflexión). Su imprecisión acerca del engaño de Adán refuerza la idea de que Pablo sólo quería señalar que la falta de conocimiento y un adiestramiento serio deriva en engaño, razón por la que se centra en lo que le pasó a Eva y en cómo ésta confundió posteriormente a Adán. Stuart Park explica cómo “en el segundo relato de
  • 34. la Creación (Gn. 2:4-25), el hombre (’adam), se «desdobla» en varón y hembra para formar una pareja que comparta el dominio, y disfrute de un compañerismo mutuo. Ambos fueron creados a imagen y semejanza de Dios, y ambos participaron en la tragedia de la Caída. CuandoPablo habla, por tanto, del pecado de «un hombre» (Ro. 5:12-21), cabe pensar que se refiere no sólo al varón, sino al hombre genérico (anthropos) Adán, ya que ambos, hombre y mujer, por su desobediencia y transgresión, arrastraron a la raza humana a su destino. En el tercer relato (Gn 5:1-2), el autor de Génesis reafirma la identidad de Adán como varón y hembra: “Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre (’adam), a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados [1]” “TAMBIÉN EL VARÓN PROCEDE DE LA MUJER” Toda esta interpretación que exponemos acerca de las intenciones de Pablo casa con sus palabras en 1ª Corintios 11:11-12 (que ya vimos en anteriores entregas) cuando dice que “en el Señor, ni el varón es sinla mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios”. Ante los corintios Pablo pretende zanjar el tema de “la procedencia” descartando un uso interesado del orden de creación de Adán y Eva como argumento discriminatorio pues tras recordar que la mujer procede del hombre afirma que “también el varón nace de la mujer, y finalmente, ambos de Dios” (vs. 12). La procedencia del hombre y la mujer es mutua entre ellos y común respecto a Dios. Además de lo visto, existen otros aspectos más esclarecedores aún en el texto de 1ª Timoteo 2, 9- 15 que muestran definitivamente que Pablo no tiene intención alguna de establecer un dogma que niegue la labor de enseñanza para cualquier mujer cristiana de cualquier tiempo y lugar. Pero esto lo veremos en la próxima entrega.
  • 35. [1] S. Stuart Park. La figura de Eva en la eclesiología de Pablo. Revista Alétheia nº 37 Mujer y Biblia (IX) La mujer que no enseñe (2) En el análisis del artículo anterior vimos algunos elementos que muestran que en el texto de 1ª Timoteo 2, 9-15 Pablo no pretende dar un mandato que niega la labor de enseñanza para cualquier mujer cristiana de cualquier tiempo y lugar. 8 de mayo de 2011 En esta nueva entrega veremos otros aspectos esclarecedores y definitivos que avalan que Pablo estaba tratando de ofrecer la solución menos mala a un convulso problema de su tiempo: “QUIERO [YO]”. “NO PERMITO [YO]”. (vs. 8 y 12) Pablo expone un doble énfasis usando la primera persona del singular en su argumentación: Estas formas son “ [yo] quiero ” (vs.8) y “ no permito [yo] ” (vs. 12), evitando usar expresiones categóricas como “ el Señor no permite”, tal y como hace en otras ocasiones. Además, el término griego usado para “ permito” , “ cuando se usa el verbo traducido como permitir (epitrepsein) en el Nuevo Testamento se refiere a un permiso específico en un contexto específico (Mateo 8,21; Marcos 5,13; Juan 19,38; Hechos 21,39-40; 26,1; 27,3; 28,16; 1
  • 36. Corintios 16,7; etc.). Además el uso del tiempo indicativo indica un contexto inmediato. La traducción correcta por lo tanto, es: “De momento no permito“. (Spencer; Hugenberger). “He decidido que por el momento las mujeres no deben enseñar o tener autoridad sobre los hombres” (Redekop; véase también Payne)” [i] . LA AMENAZA PAGANA : “MUCHAS MUJERES EN POS DE SATANÁS” Como ya explicamos en otros artículos, los engaños que provenían de heréticas doctrinas y visiones que atrevidamente impartirían mujeres amparadas por movimientos esotéricos era un problema extendido y enormemente común en la emergente iglesia primitiva. El paganismo y el incipiente gnosticismo golpeando la salud de las iglesias es el eje de preocupación de esta primera carta a Timoteo (1,6; 4,7; 6, 20-21) como también lo es en la segunda epístola, pues en el mundo del creciente protognosticismo la mujer era vista como especialmente favorecida para trasmitir supuestos mensajes místicos que sólo eran patrañas. Ya vimos que esta tesis es defendida por numerosos eruditos bíblicos y que los diccionarios bíblicos sobre el Nuevo Testamento citan y desarrollan el problema esotérico con frecuencia. El historiador César Vidal en su obra sobre el gnosticismo primitivo afirma que “la gnosis había hecho especialmente estragos entre el elemento femenino de las mujeres cristianas […] En el caso de la congregación efesia de la que se ocupaba Timoteo el estado de infiltración había terminado por resultar especialmente preocupante. En palabras de Pablo, de estas mujeres “algunas se habían apartado en pos de Satanás” (1ª Timoteo 5, 15), e incluso otras iban “de casa en casa” con fines proselitistas. Tan fuerte había llegado a ser el problema, que Pablo optó por recomendar a Timoteo que se opusiera a que hubiera mujeres desempeñando ministerios de
  • 37. enseñanza (1ª Timoteo 2, 11-12) […] Si la ofensiva gnóstica se había infiltrado así entre las mujeres, sería más prudente impedir a estas que enseñaran [ii] ”. Había un problema concreto con muchas mujeres y era necesario tomar una decisión urgente al respecto. Y como ocurre a menudo en la vida, la decisión tomada por Pablo fue la que él consideró como la menos mala, pero no como un propósito justo ni perfecto que emana desde el corazón de Dios para la mujer. Esta forma de afrontar injusticias la vemos frecuentemente en Jesús, como cuando arremete contra el lanzamiento de piedras hacia la mujer adúltera por parte de hombres que se consideraban “muy bíblicos” (Juan 8, 1-11), literalistas y religiosos, pues ciertamente el apedreamiento era una terrible práctica recogida claramente en el Antiguo Testamento como castigo para las adúlteras (Levítico 20,10) . Menos mal que Jesús tenía claro que aquello recogido en Las Escrituras era igualmente algo indeseable y coyuntural que necesitaba superarse con urgencia mediante la práctica del amor, la justicia y la misericordia. Salvando las distancias con aquel hecho, entendemos que hoy nos equivocaríamos de nuevo si apartamos los ojos de Jesús en cuanto a no discernir que estamos ante una indeseable solución circunstancial dada por Pablo respecto al ejercicio de los dones de enseñanza dado por Dios a las mujeres. Pablo no afirma que el problema de Eva fuese simplemente ser mujer, pues ese “pero” que él añade en su explicación tiene la intención de que se comprenda que haber sido “formada después” dio como consecuencia que Eva “fuera engañada”. Por tanto, el engaño generado por la ignorancia era el epicentro del problema y no el sexo o el ADN. ¿CITAR EL GÉNESIS CONVIERTE UN MANDATO EN ATEMPORAL Y DESEABLE POR PARTE DE DIOS? Algunos comentaristas insisten en que si Pablo cita el Génesis es porque el asunto va más allá de
  • 38. la circunstancia cultural y atañe al corazón del evangelio, pero debemos ser prudentes con esta conclusión. Primeramente porque estamos viendo que en el texto de 1ª Timoteo 2 (también al cotejarlo con otros escritos paulinos) encontramos argumentos que invitan a entender que estamos ante mandatos circunstanciales a pesar de que Pablo mencione el Antiguo Testamento. Citar el Génesis como una ilustración que ayuda a los cristianos contemporáneos de Pablo a entender un problema que ellos tenían no tiene por qué hacer de lo referido un dogma de raíz atemporal. No hay ninguna norma bíblica que obligue a esto y la misma Biblia nos muestra que a menudo esto no es así. Basta ver como Jesús a menudo citaba La Ley de Moisés como algo dado por Dios sin que esto la hiciese vigente y atemporal para los cristianos sino todo lo contrario. En una ocasión Jesús se transfigura milagrosamente junto a Elías (Lucas 9, 28-36), el profeta que siglos antes hizo descender fuego del cielo para consumir a sus enemigos (2ª Reyes 1, 10-14). Cristo cita después la destrucción mediante combustión celestial de Sodoma y Gomorra (Lucas 17, 26-33) para ilustrar y argumentar un anuncio profético. Sin embargo, y a pesar de estas alusiones al fuego divino sobre los enemigos en el Antiguo Testamento, Jesús se sorprende y se molesta profundamente cuando Jacobo y Juan pretenden que esto se repita en su tiempo: “Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma? Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: ¡Vosotros no sabéis de qué espíritu sois! ¡Porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas! ” (Lucas 9, 54-56). Como vemos, Cristo mismo da cuenta de que citar el Antiguo Testamento no siempre equivale a que las indeseables circunstancias mencionadas sean para nosotros algo maravilloso, perseguible o válido para todo tiempo, ya sea mandar fuego contra los enemigos, apedrear adúlteras o la maldición del enseñoramiento sobre las mujeres vaticinado en El Edén. Todo depende del
  • 39. propósito con el que en el Nuevo Testamento se cite el Antiguo o cualquier otro libro. Recordemos, por ejemplo, que Judas cita como referente unas escrituras que ni siquiera son del Antiguo Testamento (v. 14) como es El libro de Enoc. Con todo, dicha alusión no convierte aquel escrito en canónico ni de obligado cumplimiento. Cada relato en cuestión nos ofrece sus claves y creemos, por tanto, que un inflexible y errado proceder hermenéutico es en gran parte el causante de que muchos creyentes entiendan hoy la apelación al Edén de Pablo como una pretensión divina para que en las congregaciones callen las mujeres de cualquier circunstancia y tiempo. En este caso vemos que hay suficientes claves bíblicas, textuales e históricas que armonizan entre sí y que nos llevan a la tesis del mandato coyuntural. Pero los argumentos a favor de la pertinencia circunstancial del mandato no acaban aquí. Sigamos viendo un poco más: “… [LA MUJER QUE HA DE GUARDAR SILENCIO] SE SALVARÁ ENGENDRANDO HIJOS” (VS. 15) Al igual que hoy vemos, y especialmente en el ámbito rural o en contextos menos desarrollados, la falta de instrucción formal se desarrolla con mayor frecuencia entre mujeres que han sido educadas para casarse y ser madres como objetivo único en la vida. Pero… ¿Se condenará eternamente la mujer que no tenga hijos tal y como parece decir el texto? ¿Cómo se compatibiliza esta afirmación de Pablo con su defensa y ánimo para la soltería en otros textos suyos? : “ A los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo [soltero]” (1ª Corintios 7, 8). “ El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer ” (1ª Corintios 7, 32-33). “ El que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor ” (vs. 38).
  • 40. Pablo defiende la soltería, pero tal y como aclara en su carta está ahora especialmente preocupado por el revuelo causado por muchas viudas jóvenes supervisadas por Timoteo que ya mencionamos, pues éstas“ han quebrantado su primera fe ”, estando, “ no solamente ociosas, sino también chismosas y entremetidas, hablando lo que no debieran ”, razón por la que “ quiero [yo], pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia. Porque ya algunas se han apartado en pos de Satanás” (1ª Timoteo 5, 11-15). Hoy en nuestras iglesias son muy pocas las viudas jóvenes que viven ociosas, provenientes de religiones paganas y ajenas al contenido de Las Santas Escrituras así como a toda formación como ocurría por entonces. Aquel sistema familiar y social así como la consideración de la mujer como mera propiedad no tiene nada que ver con nuestro contexto por lo que prohibir hoy a toda mujer en nuestra iglesia que ejerza la enseñanza porque como Eva “fue engañada” y porque “ ha quebrantado la primera fe y se rebela contra Cristo yendo en pos de Satanás” por “estar ociosa” , no es optar por “sana doctrina” sino un dislate mayúsculo sacado de lugar, realidad e intención bíblica. Cotejando otros textos de Pablo en los que aconseja no casarse, queda claro –otra vez- que estamos ante un problema circunstancial. Una vez más, la Biblia se responde a sí misma y nos da claves para diferenciar lo eterno de lo circunstancial. Por otro lado, debería resultarnos obvio que la palabra “salvación” (sozo) no tiene aquí una acepción soteriológica sino que es un llamado de Pablo para que las mencionadas mujeres ociosas que están causando líos se planteen una vida alternativa enfocada en ser madres en lugar de levantarse como chismosas o maestras de perdición. La palabra griega para salvación, además de referirse a la salvación o justificación eterna, también significa preservación y permite el uso apuntando aquí como una práctica que protege del pecado. Que Pablo afirme que la vía de
  • 41. escape para la esposa en silencio sea “salvarse engendrando hijos” expone de forma concluyente que Pablo está dando una recomendación personal a quienes no tenían una actitud edificante y que no estaban preparadas para otra cosa que no fuese ser madres, algo que, dicho sea de paso, no es una ocupación menor que la de enseñar entre los cristianos. Esta relegación total de la mujer no sólo era una tendencia social pues las normas jurídicas romanas ya destinaban a la mujer al matrimonio y al hogar [iii], algo que se solía consumarse a partir de los 12 años de edad o incluso antes. En fin, que no faltan argumentos a favor de la intención coyuntural de este mandato para que las mujeres guarden silencio como un mal menor para problemas propios de aquella situación ¿O acaso hoy un pastor no abordaría los problemas circunstanciales de los que tuviese conocimiento si escribiese una carta a su congregación? El dominio del hombre sobre la mujer vaticinado en el Edén a Adán y Eva es el anuncio de una maldición, de unas terribles consecuencias que habrían de venir pero que no son un propósito divino que debamos perseguir. “A la mujer dijo [Dios]: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti ” (Génesis 3, 16). Si lo vemos de modo, no sólo habría que enseñorearse de las esposas sino también –y me permito una medio broma- fomentar partos dolorosos, quizás pinchando en los pies a la parturienta, y así ser parte de un supuesto espléndido plan divino a favor las mujeres… un sinsentido. MUJERES QUE SÍ ENSEÑAN Otra de las razones que nos llevan a defender toda esta interpretación es que si llegamos a una conclusión diferente, 1ª Timoteo 2 estaría en contradicción con otros párrafos de la Escritura (incluyendo los del corpus paulino) en los que se elogia a mujeres que sí enseñan, lideran o
  • 42. predican. Es el caso de Priscila, Débora o Junia, entre otras de las que ya hablamos. Estas son mujeres que, a diferencia de Eva, “formada después” e ignorante de las directrices dadas a Adán, sí estarían llamadas por Dios, formadas y capacitadas para una enseñanza constructiva y edificante, tal y como algunas hacen (Hechos 18, 26). Aunque por las razones ya expuestas estas mujeres maestras son minoría, basta con ver que las hay para fortalecer las tesis aquí vertidas acerca de 1ª de Timoteo 2, 9-15. CONTRA LO EFÍMERO Y LA OSTENTACIÓN Este es un texto que también constata una tendencia de mujeres que cultivan en exceso su imagen externa. Y aunque esto es algo en lo que incurren tanto mujeres como hombres de cualquier tiempo no es difícil imaginar que en una época en la que la mujer era poco más que un objeto sexual cuidar su aspecto físico no sólo les otorgaba identidad sino también prevención contra el despiadado repudio matrimonial y el abandono. En otras palabras: Cuanto más atractiva sea más posibilidades de vivir mejor o al menos de sobrevivir. Sin embargo, era de esperar que en Cristo estos temores se disipasen y que no se hiciera de la ostentación una filosofía de vida. Y es que una lectura dogmática del texto nos pondría en la tesitura de tener que examinar en nuestras congregaciones si el broche que la hermana lleva en el pelo es en realidad de oro o de imitación (vs. 9) para asegurarnos de que su adorno se ajusta al “propósito de Dios” con ella ¿Y el pastor de la iglesia puede llevar un traje de 10.000 euros? Parece claro que el fondo de estas palabras no son los quilates de oro en sí sino las prioridades, la mesura, el testimonio y –en definitiva- la actitud de corazón. Llegados a este punto entendemos que el no discernir entre coyunturas concretas y principios eternos que la propia Biblia aclara sólo va a producir
  • 43. contradicciones y legalismos religiosos ajenos a la intención liberadora de La Escritura, algo que Jesús combatió con contundencia. TRAS TODO ESTO… ¿REALMENTE SE ESTABA MANDANDO CALLAR A LAS ESPOSAS? Como último apunte, y aunque durante todo el análisis de 1ª Timoteo 2, 9-15 hemos dado por supuesto que el mandato de “guardar silencio” equivale a que las mujeres permanezcan sin hablar nada, Stuart Park hace un aporte exegético que avala que a las mujeres corintias no se les mandó estar necesariamente calladas sino más bien en mantenerse en una buena actitud : “ La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. La palabra traducida «en silencio» aquí, es el adjetivo hesuchios, que se refiere a «quietud», o «tranquilidad» (en 1 Ti 2:2, «reposadamente») . Según W. E. Vine, se trata de una quietud interior, que no causa molestia a los demás, y que no sufre molestia ajena. En 1 P. 3:4 describe un espíritu «apacible», caracterizado por la mansedumbre. En 2 Tes. 3:12, Pablo exhorta a los hermanos a trabajar con hesuchía, «sosegadamente», (no en silencio, es evidente). En Hch. 22:2 hesuchía se refiere al callamiento de una multitud. El sustantivo sigé, por contraste, se emplea para indicar «silencio» en el sentido de «ausencia total de sonido» (ver Hch. 21:40; Ap. 8:1). La «sujeción», por su parte, debe formar parte del carácter de todo creyente, según la relación o circunstancia en la que se encuentre, y define su relación con Cristo (ver 2 Co. 9:13) [iv] . ” Además, si decidimos apostar por una postura literalista, universal e inflexible acerca de este mandato para guardar silencio deberíamos también plantearnos el prohibir a las mujeres cantar himnos o profetizar durante los cultos (1ª Co. 11, 5), tal y como sí que hacían las mujeres del Nuevo Testamento.
  • 44. ------------- [i] http://www.womenpriests.org/sp/scriptur/timothy.asp [ii] César Vidal Manzanares. Los Orígenes de la Nueva Era. Grupo Nelson. 2010. p. 106-107. El autor es Cum Laude en Historia por la UNED con la tesis El judeo-cristianismo palestino en el siglo I; De Pentecostés a Jamnia. Trotta, 1995. César Vidal es conocedor de 16 idiomas, entre ellos griego, copto o hebreo y ha traducido manuscritos gnósticos desde Oriente próximo para su libro Los Orígenes de la Nueva Era , publicado originalmente en 1996 para la editorial Caribe bajo el título En las raíces de La Nueva Era. [iii] Papiano: “In multis iuris nostris articulis deterior est conditio feminarum Quam masculorum” . [iv] S. Stuart Park. La figura de Eva en la eclesiología de Pablo . Revista Alétheia nº 37 Mujer y Biblia (X) Mujer y Biblia: conclusión Unos pocos artículos no es un espacio suficiente para desarrollar como se merece este asunto. 15 de mayo de 2011 Pero hemos podido asomarnos a la consideración bíblica de la mujer para comprobar que el evangelio se había constituido en un extraño oasis de dignidad y consideración en cuanto al trato de dignidad dado a la mujer.
  • 45. Hemos visto como la comparación, enormemente dispar, del relato de Adán y Eva con las cosmogonías antiguas más influyentes o con los relatos grecorromanos más extendidos en el siglo primero dan cuenta de la actitud favorecedora que el Dios bíblico mostraría desde el principio de los tiempos hacia el llamado sexo débil. Es cierto que las cartas del apóstol Pablo aparentan ser misóginas desde un acercamiento superficial realizado desde el Occidente del siglo XXI. Sin embargo, en un análisis contextualizado más somero hemos comprobado que sus escritos defendían la dignidad de la mujer como pocos se atrevieron. Hasta tal punto fue así que a muchos hombres cristianos del siglo primero no les sería fácil asumir las nuevas actitudes de consideración y amor hacia sus esposas tal que Pablo preconizaba, un aspecto igualitario que chocaba de bruces con los modelos sociales ¡y legales! de su tiempo. Por desgracia, el dominante machismo de la sociedad grecorromana y la inevitable tendencia hacia el mal de quienes ostentan dominio nublaría la visión de renombrados cristianos y Padres de la iglesia en los siglos siguientes a Cristo. Debido a un cúmulo de circunstancias injustas, temores diversos y finalmente por causa de la condición pecadora del hombre, muchos cristianos de influencia siguieron viendo a las mujeres como entes execrables y perversos, una consideración que era totalmente ajena a la enseñanza de Cristo. Qué duda cabe que esta lamentablemente cosmovisión teológica ejerció su influencia en el desarrollo posterior del cristianismo y que tampoco la Reforma del siglo XVI centraría su atención en la dignificación de la mujer. Esto ha hecho que mucha de esta injustica teológica contra la mujer y los dones que Dios le da sigua acompañándonos hasta nuestros días. Pero la revolución bíblica tuvo su cenit con Cristo. Desde entonces los cristianos hemos sido llamados a seguir las enseñanzas de Jesús y a tratar de superar las costumbres sociales que no concuerden con el evangelio revelado, pues “¿qué compañerismo tiene la justicia con la
  • 46. injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ” ( 2ª Corintios 6:14 ). Por esta razón los aspectos transgresores mostrados por Cristo a favor de las mujeres deben ser tomados como un inflexible punto de partida para que cada generación de creyentes desarrolle aún más la responsable labor de traer más y más luz, dignidad y justicia a todo ser. Si no lo hiciéramos así, recibiríamos el filamento incandescente de la luz de Cristo a la vez que incurriríamos en el contradictorio error de decirle “ no ” a cualquier tentativa de invento y desarrollo derivados de esta semilla eléctrica que se nos ha entregado. Seguiríamos pasando hambre y frío sentados frente a la tenue luz de una sencilla bombilla empeñándonos en no tener nevera y olvidándonos de quien anunciaba que, por la gracia de Dios, todo “ el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará ” ( Juan 14:12 ). Si continuamos desarrollando el espíritu liberador sembrado por Jesús que en parte continuó Pablo, podemos soñar con que en esta imperfecta tierra cada vez habrá menos oposición y sufrimiento en la Iglesia para todo aquél que en el mundo ha sido discriminado. Las mujeres y hombres de Dios están llamados a ocupar el lugar para el que cada uno ha llamado sin atender a razones de raza, clase social, sexo o nacionalidad, pues “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús ” ( Gálatas 3:28 ). Cristo nos ha hecho, tanto a hombres y mujeres “reyes y sacerdotes para Dios ” ( Apocalipsis 1:6 ), “ linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” ( 1ª Pedro 2:9 ). Vivimos en los “postreros días” anunciados por Joel en los que Dios dice: “Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán […] Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán ” ( Hechos 2:17 y 18 ).
  • 47. Que la cultura occidental sea, con diferencia, el contexto en el que la mujer esté hoy más dignificada y respetada tiene mucho que ver –como hemos visto en esta serie de artículos- con el legado del evangelio de Jesucristo. Y es que “Roma no reconoció nunca la influencia ejercida por la mujer, este reconocimiento, realmente se producirá en el cristianismo”. [1] Aplicar un estilo de vida heredado de la sociedad postindustrial del siglo XIX o de la Roma del siglo I para revestirlo de supuesta enseñanza bíblica y justificar así un abusivo dominio masculino es un error. Por eso sería una triste paradoja que la Iglesia fuera hacia atrás respecto al mundo en estos legados en pos de la mujer que no son ni feminismo políticamente correcto ni teología liberal sino un legado netamente evangélico que por milenios ha tratado de pisotearse por la serpiente y por el pecado humano. Es evidente que el cristiano debe defender el inmovilismo de todos los principios bíblicos, pero la injusticia surge cuando arraigadas tradiciones milenarias dificultan el continuo reto reformista de la revelación liberadora del Espíritu. Debemos discernís los tiempos y aquello que es circunstancial, externo y que golpea al viejo hombre como el nefasto enseñoramiento de la mujer vaticinado en la maldición del Edén (Génesis 3:16). ACCIÓN DE AMOR, NO DE DOLOR En un debate televisivo hablaban acerca de la pornografía y de la apertura a la libertad sexual tras la dictadura de Franco en España. Una de las chicas, actriz porno, afirmaba con orgullo que “como en aquella época nos reprimieron, ahora nos toca a nosotros desfogarnos”. Sus palabras y tono evidenciaban un estado más de revancha y malestar que la alegre vivencia de una supuesta libertad conquistada. Sin embargo, hay diferencia entre una acción liberadora sustentada en el perdón y una contrarreacción dolorosa cargada de amargura.
  • 48. La mujer está llamada por Dios a que no sea el rencor sino el amor y la verdad lo que propulse la búsqueda de su libertad y los propósitos a los que Dios le ha llamado de forma particular. Gracias a Dios, Cristo trae un Reino de justicia y de paz, un Reino sobrenatural en el que todos estamos llamados a “ someternos los unos a los otros ” ( Efesios 5:21 ) pues en Cristo “ todos somos sacerdotes ” ( Apocalipsis 1:6 ) para ser parte de la regeneración del Espíritu, bendecir y crecer sin más límites que los que Dios disponga, pues “ si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; y he aquí todas son hechas nuevas ” ( 2 Corintios 5:17 ). NOTA DE LA REDACCIÓN: Existe una respuesta a esta serie, con una perspectiva diferente, de Amable Morales, en el blog de “Temas de debate” con el título de “Biblia, hombre y mujer”. [1] Mª Dolores Parra Martín. Mujer y concubinato en la sociedad romana. ANALES DE DERECHO. Universidad de Murcia. Número 23. 2005. Pág. 241