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152401905En un apartado lugar del Japón vivía, hace mucho tiempo, un pobre leñador, único sostén de sus ancianos padres, con quienes moraba en una humilde choza.  Todas las mañanas muy tempranito, el joven se iba al monte y allí se pasaba todo el día entregado a su penosa y mal remunerada tarea.  Realmente, era tan poco lo que ganaba, que a duras penas podía atender a las necesidades más elementales de la familia, y aun esto no siempre, pues ocasión hubo que en la casa faltó hasta lo más necesario.<br />Cierto día subió a una montaña muy alta y abrupta poco frecuentada por los leñadores.  Estuvo trabajando toda la mañana sin descansar y, ya cerca del medio día se sentó unos momentos a la sombra de un árbol para tomarse su frugal almuerzo, consistente en un pequeño pastel de arroz que le había hecho su madre.<br />En esto, vio cerca de allí, echado en el suelo, a un tejón no muy grande pero bastante gordito, que dormía profundamente.<br />- Estoy de suerte – se dijo el Leñador -. He aquí un excelente bocado que llevar a casa.  Mi madre se pondrá muy contenta, pues ya hace días que no ha dispuesto de nada para hacer un buen cocido.<br />Se acercó muy despacio al tejoncito, pero… no tuvo valor para matarlo.<br />¡Pobrecillo! Exclamó.  No es justo quitarle la vida de este modo a un animal indefenso.  Voy a dejarlo escapar, y ya trabajaré yo con más ahínco para ver de aumentar mis ganancias…<br />Pero no había acabado de pronunciar estas palabras cuando, con gran sorpresa suya, el tejón se puso en pie y le dijo:<br />Muy bien, Leñador amigo.  Veo que eres un joven inteligente y de buen corazón.  Aunque lo intentaras, no hubieras podido quitarme la vida; pero has desistido de tan cruel propósito y, en recompensa, voy a ayudarte.  Ante todo, hazme el favor de dirigirte a aquel pino tan alto que ves allí, y tráeme una piedra grande y lisa que encontrarás al pie de su tronco.<br />Hízolo así el Leñador, y tan pronto como depositó la piedra en el suelo, se quedó deslumbrado nuevamente al ver que se cubría de suculentos manjares.<br />¡Oh, cómo me gustaría llevárselos a mis padres!, suspiró el joven, pese al hambre que sentía, no se decidió a probar bocado.<br />Entonces el tejoncito se acercó a él y le dijo:<br />Ya sé en qué estas pensando, pero no te preocupes: en este preciso momento tus padres, en vuestra choza, están disfrutando de manjares como éstos.  Así, pues, sentémonos y saboreemos juntos los que aquí se nos ofrecen.<br />Lo hicieron así, y el banquete resultó delicioso, particularmente para el Leñador que ni había podido imaginarse la existencia de bocados tan exquisitos.  Al concluir, el joven quiso darle las gracias a su amiguito; pero el tejón echó a correr y, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció en el bosque.  Entonces el Leñador se acercó al lugar por donde aquél había desaparecido, y lo único que vio, oculta por unos árboles, fue una cascada maravillosa, cuyas aguas, al caer tintineando sobre las peñas, parecían emitir una suavísima canción.<br />Sintiéndose muy sediento, el Leñador se inclinó al borde del agua y, usando su mano a manera de vaso, bebió de ella.  ¡Nueva sorpresa!: lo que tenía todo el aspecto de ser agua cristalina y clara, resultó ser un vino dulcísimo.  Repuesto de su asombro, llenó su calabaza de aquel maravilloso licor y, a toda prisa, regresó a su cabaña para compartirlo con sus padres.<br />¡Mira, padre, qué buen vino traigo para ti! – exclamó al llegar, alargándole la calabaza al autor de sus días.<br />A continuación refirió a sus padres el encuentro que había tenido con el tejón y le habló del espléndido banquete que había compartido con él.<br />¡Es maravilloso! – repuso la madre -.  Nosotros tuvimos otro igual.  Gracias a ti, porque eres tan buen hijo que piensas siempre en nosotros antes que en ti mismo.<br />No, yo no traje los manjares – dijo riendo el joven -.  Quien lo hizo fue el generoso tejón.  Y, por cierto, lo que más me admira es esa cascada maravillosa compuesta de néctar tan delicioso en vez de agua…<br />Estas palabras fueron oídas por un vecino que pasaba por allí y pronto la noticia se difundió por los alrededores.<br />A la mañana siguiente, cuando el joven Leñador emprendió de nuevo el camino de la montaña, vio que le seguía una gran multitud de gentes de la comarca, todas ellas provistas de grandes cántaros para hacer acopio de vino de la cascada.  Cuando llegaron junto a ésta prodújose un fuerte alboroto, pues al ver que eran tantos los que habían acudido allí con el mismo objeto se enojaron los unos con los otros.  Hasta que un hombre, para evitar que la riña se agravase, dijo alegremente:<br />El que más y el que menos ha venido aquí guiado del mismo propósito, y nada tiene que ocultar: todos queremos llenar de vino nuestros cántaros.  Ahora lo que tenemos que hacer, antes de llevárnoslo a nuestras casas, es dar unos buenos tragos…<br />Y uniendo la acción a la palabra, se echó al coleto unos grandes sorbos de aquel líquido.<br />Pero ¡si esto no es más que agua! – exclamó decepcionado.  ¡Agua clara y fría! – añadió otro que acababa de hacer lo mismo.<br />Entonces el primer hombre gritó colérico: ¡Este maldito Leñador nos ha engañado! Démosle un buen escarmiento zambulléndolo en su propia cascada.<br />Pero ya el joven, presagiando la tormenta, se había escabullido de allí para ir a esconderse detrás de unas rocas.<br />Finalmente, cuando todos comprobaron que no había tal vino sino agua pura y cristalina, regresaron a sus casas, no sin renegar por el camino del joven que les había hecho concebir tan lisonjeras como vanas esperanzas.<br />Al ver que se había quedado solo, el Leñador salió de su escondite y se acercó a la cascada.<br />¡Pues señor,  si que es raro todo esto! – exclamó -.  Tendré que probar yo mismo el agua, no vaya a resultar que todo ha sido un sueño.<br />Se arrodilló junto a la corriente, hundió en ella sus manos y, tomando en el hueco formado por ambas un poco de aquel misterioso líquido, se lo llevó a los labios.<br />¡No, no fue un sueño! – dijo con alegría -.  ¡Es vino, y vino dulcísimo como el de ayer! No consigo entenderlo.<br />Entonces la cascada maravillosa tintineó sobre las piedras como si estuviera riendo y el joven Leñador oyó una voz suavísima que cantaba:<br />Néctar dulce cual la miel<br />Los buenos en mí hallarán.<br />Los perversos y egoístas,<br />Agua clara, y nada más.<br />Esta historia llegó a oídos del Emperador del Japón, quien quiso premiar al bondadoso joven enviándole un magnífico presente de piezas de seda y monedas de oro.  Además, hizo publicar un decreto en virtud del cual aquel año se denominaría en lo sucesivo “el año del Leñador”.<br />Quiero que todos, y especialmente los niños de hoy y de mañana – dijo el Emperador -, recuerden la lección de piedad filial de este joven Leñador y aprendan a honrar y obedecer a sus padres lo mismo que él.<br />Popular (Japón)<br />Usando la función correspondiente inserte una tabla con datos, aplique sombreado en algunas celdas, además escriba el texto en diferente orientación.<br />CLASIFICACIÓN DE BIENESSegún la escasez:Bienes libres: son aquellos que no pertenecen a nadie y cuyo precio es cero.Bienes económicos: o sea los escasos respecto a las necesidades, que son objeto de comercio.Según su función económica:Bienes de consumo: pueden ser duraderos y no duraderos.Bienes de capital: o de inversión que son los medios de producción que no sirven para satisfacer directamente una necesidad.Según su grado de terminación:Bienes intermedios: si no han concluido su ciclo de producción.Bienes finales: aquellos que han concluido su proceso productivo y están listos para la venta o consumo.Según la velocidad de rotación en la producción:Capital circulante: aquel que se agota en el ciclo de producción.Capital fijo: aquel que permanece a través de varios ciclos productivos.Según el ámbito de uso:Privados: son susceptibles de apropiación por parte de los individuos.Públicos: son aquellos para los cuales el consumo de unas personas no disminuye el consumo de otras.<br />Cree un organigrama usando la herramienta SmartArt.<br />Inserte una Ecuación,  en la que utilice por lo menos 10 símbolos.<br />fx=a0+n=1∞ancosnπxL+bnsinnπxL-limx->31+xx-1+0∞x dx+3x+2  -x+2x-5  +πr2x                 <br />
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  • 1. 152401905En un apartado lugar del Japón vivía, hace mucho tiempo, un pobre leñador, único sostén de sus ancianos padres, con quienes moraba en una humilde choza. Todas las mañanas muy tempranito, el joven se iba al monte y allí se pasaba todo el día entregado a su penosa y mal remunerada tarea. Realmente, era tan poco lo que ganaba, que a duras penas podía atender a las necesidades más elementales de la familia, y aun esto no siempre, pues ocasión hubo que en la casa faltó hasta lo más necesario.<br />Cierto día subió a una montaña muy alta y abrupta poco frecuentada por los leñadores. Estuvo trabajando toda la mañana sin descansar y, ya cerca del medio día se sentó unos momentos a la sombra de un árbol para tomarse su frugal almuerzo, consistente en un pequeño pastel de arroz que le había hecho su madre.<br />En esto, vio cerca de allí, echado en el suelo, a un tejón no muy grande pero bastante gordito, que dormía profundamente.<br />- Estoy de suerte – se dijo el Leñador -. He aquí un excelente bocado que llevar a casa. Mi madre se pondrá muy contenta, pues ya hace días que no ha dispuesto de nada para hacer un buen cocido.<br />Se acercó muy despacio al tejoncito, pero… no tuvo valor para matarlo.<br />¡Pobrecillo! Exclamó. No es justo quitarle la vida de este modo a un animal indefenso. Voy a dejarlo escapar, y ya trabajaré yo con más ahínco para ver de aumentar mis ganancias…<br />Pero no había acabado de pronunciar estas palabras cuando, con gran sorpresa suya, el tejón se puso en pie y le dijo:<br />Muy bien, Leñador amigo. Veo que eres un joven inteligente y de buen corazón. Aunque lo intentaras, no hubieras podido quitarme la vida; pero has desistido de tan cruel propósito y, en recompensa, voy a ayudarte. Ante todo, hazme el favor de dirigirte a aquel pino tan alto que ves allí, y tráeme una piedra grande y lisa que encontrarás al pie de su tronco.<br />Hízolo así el Leñador, y tan pronto como depositó la piedra en el suelo, se quedó deslumbrado nuevamente al ver que se cubría de suculentos manjares.<br />¡Oh, cómo me gustaría llevárselos a mis padres!, suspiró el joven, pese al hambre que sentía, no se decidió a probar bocado.<br />Entonces el tejoncito se acercó a él y le dijo:<br />Ya sé en qué estas pensando, pero no te preocupes: en este preciso momento tus padres, en vuestra choza, están disfrutando de manjares como éstos. Así, pues, sentémonos y saboreemos juntos los que aquí se nos ofrecen.<br />Lo hicieron así, y el banquete resultó delicioso, particularmente para el Leñador que ni había podido imaginarse la existencia de bocados tan exquisitos. Al concluir, el joven quiso darle las gracias a su amiguito; pero el tejón echó a correr y, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció en el bosque. Entonces el Leñador se acercó al lugar por donde aquél había desaparecido, y lo único que vio, oculta por unos árboles, fue una cascada maravillosa, cuyas aguas, al caer tintineando sobre las peñas, parecían emitir una suavísima canción.<br />Sintiéndose muy sediento, el Leñador se inclinó al borde del agua y, usando su mano a manera de vaso, bebió de ella. ¡Nueva sorpresa!: lo que tenía todo el aspecto de ser agua cristalina y clara, resultó ser un vino dulcísimo. Repuesto de su asombro, llenó su calabaza de aquel maravilloso licor y, a toda prisa, regresó a su cabaña para compartirlo con sus padres.<br />¡Mira, padre, qué buen vino traigo para ti! – exclamó al llegar, alargándole la calabaza al autor de sus días.<br />A continuación refirió a sus padres el encuentro que había tenido con el tejón y le habló del espléndido banquete que había compartido con él.<br />¡Es maravilloso! – repuso la madre -. Nosotros tuvimos otro igual. Gracias a ti, porque eres tan buen hijo que piensas siempre en nosotros antes que en ti mismo.<br />No, yo no traje los manjares – dijo riendo el joven -. Quien lo hizo fue el generoso tejón. Y, por cierto, lo que más me admira es esa cascada maravillosa compuesta de néctar tan delicioso en vez de agua…<br />Estas palabras fueron oídas por un vecino que pasaba por allí y pronto la noticia se difundió por los alrededores.<br />A la mañana siguiente, cuando el joven Leñador emprendió de nuevo el camino de la montaña, vio que le seguía una gran multitud de gentes de la comarca, todas ellas provistas de grandes cántaros para hacer acopio de vino de la cascada. Cuando llegaron junto a ésta prodújose un fuerte alboroto, pues al ver que eran tantos los que habían acudido allí con el mismo objeto se enojaron los unos con los otros. Hasta que un hombre, para evitar que la riña se agravase, dijo alegremente:<br />El que más y el que menos ha venido aquí guiado del mismo propósito, y nada tiene que ocultar: todos queremos llenar de vino nuestros cántaros. Ahora lo que tenemos que hacer, antes de llevárnoslo a nuestras casas, es dar unos buenos tragos…<br />Y uniendo la acción a la palabra, se echó al coleto unos grandes sorbos de aquel líquido.<br />Pero ¡si esto no es más que agua! – exclamó decepcionado. ¡Agua clara y fría! – añadió otro que acababa de hacer lo mismo.<br />Entonces el primer hombre gritó colérico: ¡Este maldito Leñador nos ha engañado! Démosle un buen escarmiento zambulléndolo en su propia cascada.<br />Pero ya el joven, presagiando la tormenta, se había escabullido de allí para ir a esconderse detrás de unas rocas.<br />Finalmente, cuando todos comprobaron que no había tal vino sino agua pura y cristalina, regresaron a sus casas, no sin renegar por el camino del joven que les había hecho concebir tan lisonjeras como vanas esperanzas.<br />Al ver que se había quedado solo, el Leñador salió de su escondite y se acercó a la cascada.<br />¡Pues señor, si que es raro todo esto! – exclamó -. Tendré que probar yo mismo el agua, no vaya a resultar que todo ha sido un sueño.<br />Se arrodilló junto a la corriente, hundió en ella sus manos y, tomando en el hueco formado por ambas un poco de aquel misterioso líquido, se lo llevó a los labios.<br />¡No, no fue un sueño! – dijo con alegría -. ¡Es vino, y vino dulcísimo como el de ayer! No consigo entenderlo.<br />Entonces la cascada maravillosa tintineó sobre las piedras como si estuviera riendo y el joven Leñador oyó una voz suavísima que cantaba:<br />Néctar dulce cual la miel<br />Los buenos en mí hallarán.<br />Los perversos y egoístas,<br />Agua clara, y nada más.<br />Esta historia llegó a oídos del Emperador del Japón, quien quiso premiar al bondadoso joven enviándole un magnífico presente de piezas de seda y monedas de oro. Además, hizo publicar un decreto en virtud del cual aquel año se denominaría en lo sucesivo “el año del Leñador”.<br />Quiero que todos, y especialmente los niños de hoy y de mañana – dijo el Emperador -, recuerden la lección de piedad filial de este joven Leñador y aprendan a honrar y obedecer a sus padres lo mismo que él.<br />Popular (Japón)<br />Usando la función correspondiente inserte una tabla con datos, aplique sombreado en algunas celdas, además escriba el texto en diferente orientación.<br />CLASIFICACIÓN DE BIENESSegún la escasez:Bienes libres: son aquellos que no pertenecen a nadie y cuyo precio es cero.Bienes económicos: o sea los escasos respecto a las necesidades, que son objeto de comercio.Según su función económica:Bienes de consumo: pueden ser duraderos y no duraderos.Bienes de capital: o de inversión que son los medios de producción que no sirven para satisfacer directamente una necesidad.Según su grado de terminación:Bienes intermedios: si no han concluido su ciclo de producción.Bienes finales: aquellos que han concluido su proceso productivo y están listos para la venta o consumo.Según la velocidad de rotación en la producción:Capital circulante: aquel que se agota en el ciclo de producción.Capital fijo: aquel que permanece a través de varios ciclos productivos.Según el ámbito de uso:Privados: son susceptibles de apropiación por parte de los individuos.Públicos: son aquellos para los cuales el consumo de unas personas no disminuye el consumo de otras.<br />Cree un organigrama usando la herramienta SmartArt.<br />Inserte una Ecuación, en la que utilice por lo menos 10 símbolos.<br />fx=a0+n=1∞ancosnπxL+bnsinnπxL-limx->31+xx-1+0∞x dx+3x+2 -x+2x-5 +πr2x <br />