3. “ Pon tu mente en el espejo de la eternidad, pon tu alma en el esplendor de la gloria, pon tu corazón en la figura de la divina sustancia, y transfórmate toda entera, por la contemplación, en imagen de su divinidad ” (3CtaCl 12).
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6. Mente: “engranaje” de la vida cotidiana, que aparece en su importancia real y verdadera y se comprende más profundamente en la luz de Dios. Alma: la vida psíquica, que a la luz divina y por el amor de Dios se limpia, se integra, se sana: “salud de mi rostro, Dios mío” (Sal 41), El corazón: El encuentro más íntimo con Dios, desde el más profundo centro, lleva a la persona a la amistad y la intimidad de Dios.
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10. El /la contemplativo/a es un ser fascinante, la contemplación es la mayor experiencia cristiana