1. ¿Qué soluciones oponer al endeudamiento público y las
politicas desarrolladas en su nombre?
Los efectos económicos procíclicos de las políticas desarrolladas en Europa van a agravar la situación social,
tanto en los países forzados a solicitar la ayuda de la UE como en el resto de Europa, y el contagio alcanzará a
los países vecinos del continente. En ellos, los problemas sociales serán tan serios como las consecuencias de la
subida de los precios alimentarios, provocada al menos en parte por la especulación financiera, y se sumarán a
los efectos depresivos propagados desde la UE. Algunos núcleos de reflexión estratégica de las finanzas
consideran que es preciso gestionar las deudas públicas de forma diferente a como lo hacen la UE y el BCE. La
idea que gana terreno es la de proceder a la «reestructuración» de las deudas soberanas, en especial las de
Grecia, Portugal e Irlanda. Esto fue lo que en enero de 2011 propuso el semanario The Economist, uno de los
principales portavoces de la City de Londres. El término describe el escalonamiento en el tiempo -un tiempo
cuya duración deciden los acreedores- del reembolso del principal de los préstamos, así como la adaptación del
pago de los intereses a la capacidad de pago del país, en condiciones igualmente establecidas por ellos. La
noción puede ser ampliada para incluir la anulación de la deuda en caso de que dichos acreedores pertenezcan
a ciertas categorías. Esto es lo que Martin Wolf, editorialista del Times y cronista del Monde de l'économie,
defiende para el no de Irlanda.
En el momento, la reestructuración de las deudas es rechazada la mayor parte de los inversores financieros,
que temen que se produzcan incontrolables reacciones de pánico en los mercados financieros. En una
entrevista concedida al diario Le Monde, el [entonces] primer ministro Milico, Yorgos Papandreu, se hizo eco
del asunto: «Una reestructuracion economica en detrimento de la credibilidad de nuestro país y de la salud del
sistema bancario nacional y europeo. Podría provocar el hundimiento de los bancos griegos y produciría una
avalancha de ataques especulativos contra un gran número de países europeos». Pero la reforme sigue su
camino, favorecida por el hecho de que los términos de las restructuraciones serían decididos por los
representantes de los acreedores, en este caso el BCE y el FMI, y en un segundo plano por el gobierno alemán.
2. El término reestructuración es empleado igualmente por economistas que combaten el neoliberalismo, así
como por las instituciones europeas en sus formas actuales. Otorgan a la palabra el contenido añadido de una
anulación de una parte importante de las deudas.
Acaso no sería preferible el uso de este otro término, más claro y más iluminador, que no está manchado con
una experiencia histórica propia, la de los países de América Latina en los años 80, especialmente México,
causada por la reestructuración organizada por el «plan Miaily» (obra del entonces secretario de Estado de las
Finanzas estadounidense)? Los términos de tal restructuración fueron dictados por Ios bancos acreedores y sus
gobiernos, reunidos en el seno de una institución que tenía el bonito nombre de «Club de París» (el cual conti-
nua teniendo oficinas en Bercy, ya que algunas deudas siguen sin ser activos industriales y energéticos, y
llevaron a cabo, a beneficio de los acreedores, una dolorosa sangría de la riqueza producida en los países a los
que se les administró esta amarga poción. Los años 80 fueron para estos países lo que los latinoamericanos han
denominado la «década perdida».
En esta década de 2010, sería aún más peligroso que un continente entero aceptase vivir una «década perdida»
sólo por satisfacer a los accionistas y a los dirigentes de los bancos (porque Alemania acabaría por ser arrollada
por la prolongada recesión). La consolidación del dominio de los bancos y de los inversores financieros tendría
un impacto que superaría ampliamente los límites del continente europeo, no sólo en el ámbito económico,
social y cultural, sino también en lo referente a las luchas contra el cambio climático y el pillaje de recursos
naturales. Se entiende la importancia de un gran debate en la izquierda y el anticapitalismo para ponerse de
acuerdo sobre lo que la reestructuración podría significar exactamente.