Desayuno con Mons. Philippe Jourdan, Obispo A.A. de Estonia. Jueves, 19 de febrero, 9.30 h. en Castelló, 115 - 2
Y presentación del libro "El baile tras la tormenta", con relatos de disidentes de los países bálticos y Rusia, a las 19.30
Disciplinas espirituales en el Ministerio de Alabanza.pptx
Evangelizar en el país menos religioso del mundo
1. PRESENTACIÓN DEL LIBRO
“El baile tras la tormenta”
de José Miguel Cejas
Con la presencia de Mons. Jourdan, Obispo A.A. de Estonia
Jueves, 19 de febrero, 19,30
Lugar: Oficina de Información del Opus Dei
C/ Castelló, 115-2º - 28006 Madrid - 915 634 782
Se ruega confirmación - press.es@opusdei.org
2. Novedad
Septiembre, 2014
Ediciones RIALP | Alcalá, 290 28027 Madrid | Tel. 913 260 504 | www.rialp.com | ediciones@rialp.com
Colección: BIOGRAFÍAS
Y TESTIMONIOS
Materia: Biografía y Testimonios
Código: 117104
I.S.B.N.: 9788432144257
Formato: 14,5 X 21,5 cm.
304 páginas
Encuadernación: Rústica
P.V.P. IVA incluido:
Ed. papel: 18 €
Ed. digital: 10,99 €
José Miguel Cejas
El baile tras la tormenta
Relatos de disidentes
de los países bálticos y Rusia
Para reunir esta galería de relatos inolvidables, el
autor ha viajado durante tres años por Estonia,
Letonia, Lituania, el Sur de Noruega y Finlandia,
hasta la frontera con Rusia. Algunos de sus
personajes han sufrido cárcel, destierro o tortura.
Otros han padecido el ostracismo social y las
deportaciones a Siberia. Todos han tenido que
enfrentarse a lo políticamente correcto. Son
músicos, pintores, directores de cine, actores de
teatro, reporteros de guerra, médicos, católicos,
ortodoxos o luteranos, cantantes de rock o de rap.
Les une su rebeldía y su fidelidad a las propias
convicciones. Sus vidas muestran la fe de una
Europa desconocida, llena de vigor y creatividad,
que contrasta con la decadencia y el cansancio vital
de tantos otros lugares de Occidente.
José Miguel Cejas es Doctor en Ciencias de la
Información y escritor. Entre sus publicaciones,
editadas en varios idiomas, hay libros de relatos
como Los cerezos en flor o Toda la vida una carta;
ensayos, como El nuevo ateísmo, La vocación de
los hijos o Piedras de escándalo; y biografías,
como La paz y la alegría, Montse Grases, Ernesto
Cofiño, José María Somoano, El secreto de Gianna
o El doctor Moscati.
3. Oficina de Información del Opus Dei
19 de febrero de 2015
Panorámica general
de Estonia y de su Obispo Administrador Apostólico, Mons. Jourdan
Estonia, con 45.228 kilómetros cuadrados, cuenta con
1.300.000 habitantes, de los que
el 69% son de origen estonio y el 25 % de procedencia
rusa. El 11 % de los habitantes forma parte de la Iglesia
Luterana Evangélica y el 13.9 % de las Iglesias
Ortodoxas. Se calcula que hay 3.000 musulmanes, 6.000
baptistas, 6.000 católicos y unos mil judíos. Se le
denomina “el país menos religioso del mundo”, aunque
el testimonio de Mons. Jourdan y otros testimonios
recogidos en el libro “El baile tras la tormenta”
cuestionen esa afirmación. Estonia es país miembro de
la Union Europea desde 2004. Y de los tres países
bálticos, probablemente, es el que tiene un mayor
desarrollo económico.
Mons. Philippe Jourdan (Francia, 1960), Ingeniero por la ENPC (École nationale des
Ponts et Chaussées) de París. Doctor en Teología. Ordenado sacerdote en 1988.
Vicario General de la Administración Apostólica de Estonia (1996) y Obispo Titular de
Pertusa y AA de Estonia (2005). Fue uno de los últimos nombramientos de san Juan
Pablo II, por el que se convirtió en el segundo obispo católico en Estonia tras la
reforma protestante del siglo XVI. Consagrado obispo de Estonia el 10 de septiembre
de 2005 en Tallin. Tiene nacionalidad estonia.
5. MUNDO
20 Palabra 567, XI-10 (608)
H
ace cinco años, Estonia recibió con
gran alegría el nombramiento de
su primer obispo católico desde la
segunda guerra mundial, y sólo el segun-
do desde tiempos de la Reforma: Mons.
Philippe Jourdan. El pequeño país, situa-
do en el Mar Báltico debajo de Finlandia,
consiguió la libertad en 1991, tras medio
siglo de ocupación soviética. En 2004
ingresó en la Unión Europea. Este avan-
ce en lo político y económico contrasta
con un escaso desarrollo religioso. En
el quinto aniversario de su consagración
episcopal, hablamos de la situación con
Mons. Jourdan, que ostenta el encargo de
Administrador apostólico.
—¿Podría ofrecernos un resumen de
su historia personal y de la situación
de la Iglesia en Estonia?
—Sí. Nací en Francia en 1960 y en 1988
fui ordenado saceerdote e incardinado en
la Prelatura del Opus Dei. Llegué a Es-
tonia en 1996 como vicario general del
Administrador apostólico de entonces.
En septiembre de 2005 el Santo Padre
me nombró administrador apostólico,
y recibí la consagración episcopal. Mi
antecesor en el episcopado había sido
el arzobispo Mons. Eduard Profittlich,
fallecido en un campo de concentración
soviético en 1942.
Estonia tiene 1,4 millones de habitan-
tes, de los que una tercera parte son de
habla rusa. Según los datos oficiales, el
70% de la gente se considera “sin reli-
gión”, mientras que un 15% son lutera-
nos y algo menos de otro 15% son orto-
doxos (la mayor parte de ellos de origen
ruso).
Hay unos 6000 católicos. La mitad
son estonios, todos conversos a partir del
final de los años soviéticos. Los demás
proceden de regiones católicas de la anti-
gua Unión Soviética: Bielorusia, Ucrania
y Lituania.
—Su nombramiento como obispo fue
celebradocomofiestanacional,yusted
ha salido frecuencia en los medios de
comunicación. ¿Como se explica eso
en un país tan escasamente religioso,
aún más, tan escasamente católico?
- Aunque sea pequeña, la comunidad ca-
tólica es muy visible y participativa en la
sociedad estonia, especialmente en asun-
tos de educación. Incluso el gobierno
estonio lo ha agradecido públicamente a
la Santa Sede. Hay escuelas promovidas
por católicos en Tallinn y en Tartu.
Optimismoysorpresasentierrasfrías
Entrevista con el obispo administrador apostólico en Tallin
Por BRYAN BRADLEY (Vilnius) Otra razón también es, quizá, el gran
prestigio de la Iglesia católica universal,
especialmente del Papa. Luteranos, orto-
doxos y otras confesiones se fijan en lo
que dice la Iglesia católica, por ejemplo
en temas de moral y ética. Algunos obis-
pos luteranos me han dicho que cuando
hay una controversia moral, lo primero
que hacen es mirar qué dice la Iglesia
católica.
Eso hace que la Iglesia tenga en el país
un prestigio superior al de su importancia
numérica. ¡Y eso que tiene también una
imagen de fe exigente! Los estonios di-
cen que la fe católica es “muy dura”, en
el sentido de “exigente”. Pero entienden
la exigencia de santidad que propone.
—¿Es cierto que Estonia es el país más
“pagano” del mundo?
—Sí: el año pasado descubrí, gracias a
un sondeo internacional de la agencia
Gallup, que yo era obispo del país más
ateo del mundo. ¡Es una gran responsa-
bilidad!
Estonia ha estado 50 años bajo el co-
munismo soviético, que creó aquí un de-
sierto espiritual. Además durante más de
cinco siglos, el país había estado bajo un
régimen luterano; y, aunque se diga que
la Reforma acercó el cristianismo al pue-
ESTONIA
Una vista de Tallin, capital de Estonia
6. blo y lo hizo algo más “personal”, tam-
bién es cierto que le quitó muchas cosas,
entre ellas los Sacramentos, dejándolo
sin vitaminas espirituales.
Pero, a pesar de esa situación objetiva,
lo más importante es mantener siempre
el optimismo cristiano. A mí me ayuda
mucho el espíritu de San Josemaría Es-
crivá; especialmente lo que dice sobre el
optimismo y el buen humor, y sobre la
primacía de la búsqueda de la santidad,
incluso por encima de los resultados
pastorales o apostólicos. San Josemaría
decía que no estamos aquí para evangeli-
zar a la gente, sino para hacernos santos
evangelizando a la gente.
Hoy, el gran enemigo del clero y del
pueblo católico –no solo en Estonia– es
el pesimismo. Esta es una época de secu-
larismo, y la gente a menudo no respon-
de; uno puede, entonces, caer fácilmente
en el pesimismo.Yno: está claro que hay
que evangelizar Estonia, pero será cuan-
do Dios quiera y como Dios quiera. Lo
importante es que los que estamos aquí
nos hagamos santos intentando llevarlo
a cabo.
Gracias a Dios, el país se mueve ade-
lante espiritualmente. A veces las esta-
dísticas no reflejan la realidad. Los esto-
nios buscan la espiritualidad, aunque les
cueste mucho considerarse miembros de
una iglesia.
—¿Sigue habiendo conversiones?
—Cada año formamos a unos 50 o 60
conversos. Quizá podríamos a más si
tuviéramos más sacerdotes que habla-
ran estonio. Esta dificultad lingüística
es una limitación. Las conversiones se
producen sobre todo en las ciudades,
y el perfil mayoritario de los nuevos
católicos es el de gente con formación
intelectual y más bien joven. Se podría
decir que la generación nacida al final
del periodo soviético está más abierta
a la fe, mientras que los que entonces
tenían 20 ó 30 años están más cerrados,
más marcados por esquemas marxistas
y por la educación soviética. Por su-
puesto, cada converso tiene su historia;
no es fácil generalizar. A veces se han
convertido familias enteras.
—¿Cuáles son las principales preocu-
paciones de un obispo católico en un
país como Estonia?
—Las mismas que en una Iglesia grande.
La primera es la formación cristiana de
los fieles, sabiendo que esas personas, a
veces, son el único católico en su fami-
lia, en su trabajo, en la escuela o en la
universidad.
Mi segunda preocupación es la insti-
tución familiar: conseguir que la fe arrai-
gue en las familias. No es sólo que haya
pocos cristianos: Estonia es el país de
Europa donde la disolución de la familia
es más profunda. Casi 9 de cada 10 ni-
ños viven solamente con uno de sus pa-
dres, o incluso sin ninguno. El Papa nos
lo subrayó a los obispos bálticos durante
nuestra última visita ad limina: “Haced
lo que queráis, pero haced algo por las
familias, por los padres y por los hijos”.
Tengo también otra preocupación:
que haya suficientes sacerdotes. Porque,
aunque los católicos seamos pocos, es
todo un país lo que hay que atender. No
es, por ejemplo, como una parroquia de
6.000 personas en Italia; sino un país del
tamaño de Holanda donde tenemos 15
sacerdotes. De ellos, sólo cuatro son lo-
cales: tres estonios y un ruso nacido en
Estonia.
—¿Quélehasorprendidoenlacultura
de Estonia, en su vida y tradiciones?
—El Cardenal Pujats, de Letonia, dice
que aquí aprendió que Estonia y Letonia
tienen el título de “tierra de Santa Ma-
ría”. Efectivamente, Estonia conservó
ese título, concedido por un Papa en la
Edad Media, y lo considera parte valiosa
de su tradición cultural. Y se refleja en
la lengua, en la literatura, e incluso en
las condecoraciones civiles. Es una cosa
bonita.
Luego, destaca su amor a la liturgia.
El temperamento estonio es dado a la re-
flexión y a la contemplación. Les gusta
mucho la liturgia, especialmente la litur-
gia latina, con su canto gregoriano, que
se adapta particularmente bien al alma
estonia. Por otra parte, tienen una con-
cepción de la fe poco comunitaria, y eso
es una cierta debilidad. n
Palabra 567, XI-10 (609) 21
Mons. Philippe Jourdan
El cristianismo en
los países bálticos
Estonia
Población: 1,4 millones: Luteranos
15%; ortodoxos 13%; católicos
0,4%.
Fue cristianizado en el siglo XIII
por la orden de los Caballeros
Teutónicos
Letonia
Población: 2,2 millones: Luteranos
20%; católicos 17%; ortodoxos
15%.
Mons. Zbignevs Stankevics ha
sido nombrado nuevo arzobispo
de Riga en junio de 2010, para
suceder al cardenal Janis Pujats.
Las confesiones cristianas mantie-
nen en este país relaciones ecu-
ménicas especialmente activas.
Lituania
Población: 3,4 millones: Católicos
79%; ortodoxos, 4,1%; luteranos,
0,6%.
Llamada la “hija menor de la Igle-
sia en Europa” por haber recibido
la fe a finales del s. XIV
Tiene algunos lugares de pere-
grinación conocidos en todo el
orbe, como el de la Virgen de la
Puerta de la Aurora, en Vilnius, la
Colina de las Cruces, o el santua-
rio de Šiluva, lugar de una apa-
rición de la Virgen Santísima en
1608 –. Muchas personas visitan
también la pequeña iglesia donde
se venera el cuadro de Jesús
Misericordioso pintado según las
indicaciones de Santa Faustina
Kowalska
El Papa Juan Pablo II, visitó estos
tres países bálticos en septiembre
de 1993.
7. Alfa y Omega agradece la especial colaboración de:
«N
os han descubierto», pen-
sé aquel día de 1983. Al
subir a la furgoneta de la
KGB, me invadió un sudor frío. Los
sótanos de la cárcel, con sus pasillos
estrechos, de techos altos, mal ilumi-
nados por unas bombillas macilentas,
con manchas de humedad y descon-
chones, no invitaban a la serenidad.
–«¿Nombre?»
–«Sigitas Tamkevicius».
–«¿Profesión?»
–«Sacerdote. Jesuita».
–«¡Hombre! Aquí tenemos a Sigitas,
del Comité para la Defensa de los Cre-
yentes, que hace propaganda antiso-
viética contra el Estado».
Yosabíaquenoeramiparticipación
en el Comité lo que les interesaba. Que-
rían saber quiénes eran los redactores
deLaCrónicadelaIglesiacatólicaenLi-
tuania,ycómollegabaalextranjero.La
idea de La Crónica se nos ocurrió a cin-
cosacerdotesenlosaños70.Decidimos
escribir unos textos que confortasen a
los católicos lituanos y dieran a cono-
cer nuestra situación a Occidente: no
podíamosdarcatequesis,nicharlas,ni
evangelizar de ninguna manera; en las
pocas Misas permitidas había espías
del Gobierno que tomaban notas de las
homilías y controlaban a las personas
que no fueran las ancianas habituales;
no se podían construir ni reparar igle-
sias. De todo ello informábamos, con
el permiso de nuestro obispo Vicentas
Sladkevicius,enLaCrónica.
Ocho agentes comenzaron a in-
terrogarme día sí y día no. No podía
imaginar que ese interrogatorio se
iba a prolongar durante ¡seis meses!
Horas y horas de preguntas, en una
constante sucesión de interrogadores
buenos y malos. Dios me dio fuerzas
para no delatar a nadie durante aquel
tiempo terrible, ni en los momentos de
mayor debilidad.
Unos panecillos y unas pasas
«No entiendo cómo pudiste aguan-
tar», me dicen a veces, pensando que
pude superar aquello gracias a mis
fuerzas. No fue así.
En la cárcel, pude comprar varios
panecillos y comprobé que estaban
hechos de trigo. Sólo me faltaba el
vino; en una carta pedía a mi familia
pasas secas. A partir de entonces, sólo
tenía que encontrar un buen momen-
to, sabiendo que mi compañero de cel-
da, como solían hacer, era un criminal
común al que prometían reducir su
pena si proporcionaba alguna infor-
mación comprometedora sobre mí.
Me colocaba de espaldas a la puer-
ta, con la funda de gafas sobre la me-
sas; una funda de plástico amarillo,
donde había dispuesto un pedazo de
pan y un pequeño recipiente con al-
gunas pasas. Esperaba a que el otro
se quedase dormido. Entonces, len-
tamente, empezaba a exprimir las
pasas entre mis dedos, hasta obtener
unas gotas de vino que, en casos ex-
cepcionales, resultaba válido para
celebrar la Eucaristía. Gracias a Dios,
tengo buena memoria y recordaba las
oraciones de la Misa. Tras la consa-
gración, al consumir el Cuerpo y la
Sangre de Cristo, un gozo indescrip-
tible se apoderaba de mí. Experimen-
taba una alegría mayor que la prime-
ra vez que celebré Misa en la catedral
de Kaunas. Dios me confortaba y me
consolaba. Le sentía allí, a mi lado, de
modo inefable.
Celebrar Misa en aquellas circuns-
tancias me daba una fortaleza espe-
cial; sin ella, no habría podido resis-
tir. En ocasiones, tenía que celebrar
tumbado en la cama, a altas horas de
la noche, con las Sagradas Especies
sobre mi pecho, convertido en altar.
Nunca he rezado tan intensamente
como en esos momentos. Fue un don
de Dios. No le pedía que me liberara;
confiaba en Él. Los brazos de Jesús me
sostenían; no me dejó nunca solo. Fue
siempre mi Esperanza.
La fe tras el Telón de Acero, a los 25 años de la caída del comunismo
Mi pecho, un altar
MonseñorTamkevicius,hoyobispodeKaunasvioprobadasufecuandolasautoridadessoviéticas
leencerraronparainterrogarle.Sinembargo,«nuncaherezadotanintensamentecomoenaquellos
momentos.Jesúsnomedejósolo»,sobretodoalcelebrarlaMisaensucelda,aescondidas.JoséMiguel
Cejasrecogesutestimonio,en Elbailetraslatormenta (ed.Rialp),conrelatosdedisidentesdelaURSS
El hoy obispo de Kaunas (Lituania),
monseñor Sigitas Tamkevicius.
A la izquierda, a su paso por la prisión
soviética; y la funda de gafas que usaba
para celebrar la Eucaristía