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Mal de escuela
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MAL DE ESCUELA
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DANIEL PENNAC
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01/01/2012
Noelia Casal Alonso
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2. Elijo esta novela esperando encontrar en ella ciertas respuestas.
¿Qué hacer ante alumnos que no quieren estudiar? ¿Cómo ayudarlos?
¿Cómo motivarlos? ¿Cómo conseguir que se ilusionen por algo, que fijen
unas metas en sus vidas? Trabajo con un grupo de adolescentes de
secundaria y el panorama no puede ser más desalentador. Entre ellos
hay una falta de motivación y de ganas que asusta. Su día a día es un
suplicio, llegan a clase arrastrando sus mochilas, pesan como losas, su
actitud lo dice todo. Se sientan y su mirada muestra que no hay interés,
no hay un mínimo de interés por hacer nada. No hay grandes
esperanzas en sus vidas, no sienten apetencia por nada, parece que lo
único importante son sus amigos, ni siquiera sus familias ocupan un
lugar importante en sus preferencias.
Mal de Escuela ofrece una reflexión profunda sobre éstas y otras
cuestiones. Su autor, Daniel Pennac, docente de profesión y exzoquete en su
pasado estudiantil, realiza una crítica del entramado educativo en el que se
ve envuelta la escuela. Casi siempre se analiza el sistema desde la
visión del profesional, pero este libro propone un nuevo planteamiento, la
educación observada desde los ojos del mal educando, incapaz de
comprender las materias, impotente. Traté de buscar en este libro
respuestas ¿cómo se siente este alumnado?, ¿qué piensa?, ¿qué
padece?
Este documento propone una reflexión crítica sobre los pensamientos y
afirmaciones presentes en “Mal de Escuela”.
Desde hace unos años escuchamos hablar del “fracaso escolar”, a
veces puede ser un concepto difuso, el MEC habla de fracaso escolar
cuando “un alumno no consigue los objetivos propuestos para su nivel y edad
y existe un desaprovechamiento real de sus recursos intelectuales. Es decir,
en principio, el sistema se plantea unos objetivos determinados para los individuos
de una cierta edad y en el momento que esos objetivos no se cumplen,
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3. hablamos de fracaso”. Este concepto no nos dice que pasa con ese
grupo de alumnos que no consigue los objetivos propuestos, cuales son
las vías, las alternativas que pueden encontrar. En lo que pienso
cuando estoy con un alumno con que no consigue los objetivos
propuesto es que detrás hay una familia y grupo de profesionales que
también han fracasado, que no han sabido encauzar su vida, que han
perdido la batalla, pero qué hacer ante un caso así. Soy incapaz de
encontrar respuestas a mis preguntas. Cuando hablas con las familias
te encuentras con la incapacidad de reconducir a estos alumnos. Los
padres y las madres repiten una y otra vez, es que no puedo con él, no
hay manera de que se meta en su habitación a estudiar, me miente, no
me dice si tiene que hacer deberes… Ante esto, das consejos, entre
usted con él en la habitación, acompáñele en sus estudios, échele una
mano, la respuesta, no tengo tiempo, no tengo paciencia para ponerme
con él. Las familias sienten una mezcla de pesar, inquietud y vergüenza
por el porvenir de sus hijos. Se sienten desesperadas, intentan dar una
explicación a los problemas de sus hijos, se enfadan porque dicen que
lo tienen todo y no hacen nada…
Ante alumnos desganados, desmotivados, tendremos que
comenzar a trabajar de forma diferente, viene al caso esa frase de Albert
Einstein: “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Ese es el gran problema de la escuela, el mal de escuela desde mi punto
de vista. La sociedad de hoy no es la misma que hace 10 años, pero la
escuela continúa siendo la misma, aunque ha comenzado a cambiar,
los resultados nos muestran que hacemos algo mal. El profesor ha de
conducir al alumno al conocimiento de la escuela, el buen profesor ha
de superar sus pensamientos de no estar preparado, el aburrimiento de
sus alumnos, ofreciendo retos accesibles e interesantes a todo el grupo,
no sólo a unos pocos, desechar el pensamiento de que el mal
estudiantes es el único responsable de su incapacidad para aprender.
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4. Además el buen profesor ha de creer que todos los alumnos son
casos especiales, saber volver atrás y rellenar las lagunas que se
detectan y comunicar con pasión, hacer que sus alumnos inicien un
viaje inolvidable y que sueñen desde sus pupitres.
Los valores que predominan en la escuela están enfocados a satisfacer las
demandas del mercado, por tanto, encaradas a alcanzar éxito
académico en las materias curriculares. De ahí, la enorme importancia de la
educación transversal que trabaja aspectos implícitos diferentes, tan o más
importantes para la vida, que la materia en sí misma. La palabra clave podría
encontrarse en TRANSVERSALIDAD para ayudar a despertar la MOTIVACIÓN.
Pennac parece ser muy consciente de ello. Su concepto de enseñanza
constructivista se combina a la perfección con sistemas de aprendizaje de
carácter más academicista. Juegos de palabras, bromas, competiciones
entre alumnos para recitar textos, actividades de reflexión, conversaciones en el
aula para introspeccionar y preguntarse a uno mismo sobre aquello que nunca se
ha cuestionado,… todas ellas, estrategias educativas que despertaban
a través del juego.
Pero… ¿qué es ser un “zoquete”? es un alumno con problemas de
aprendizaje, es un mal alumno, es un alumno al que no se ha sabido dar
respuestas a sus necesidades. Estos alumnos son fáciles de identificar en el aula
muestran aburrimiento, desinterés, son incapaces de comprender, suelen estar
bien integrados en el grupo aunque desarrollan sentimientos de soledad y
vergüenza, son infelices por qué no son como el resto de sus compañeros.
Pennac insiste que al mal estudiante hay que tratarle con el
debido cuidado, y que la solución quizás resida en los docentes, porque
la participación de los alumnos en la clase, el que se fijen en lo tratado
en el aula, depende en última instancia del profesor, en “mi presencia
también en mi materia, de mi presencia física, intelectual y material,
durante los cincuenta y cinco minutos que durará la clase” (pág. 111).
Nos recordará que fue un profesor quien le incentivó a cambiar de
actitud. El docente que un día le sugirió, como si no fuera nada, que
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5. redactara una novela, y que lo hiciera bien, porque ya sabía que los
críticos eran duros. Así Pennac se vio movido, por un lado, a alcanzar el
estado de concentración exigido por la escritura, a asumir el papel del
yo que relee y corrige. Y para mejorar la ortografía recurrió a los
servicios de un diccionario, que desde entones nunca le abandona. El
complemento, unas buenas lecturas, Tolstoi, por ejemplo, captaron
definitivamente su atención, le llevaron a fijarse, a establecer esas
cadenas de causa y efecto que crean la verdad y el sentido de todas las
cosas. Esto es lo que busco en mí día a día, tratar de sorprender a mis
alumnos, engancharles, motivarles a hacer algo interesante. Con
alumnos de la educación primaria resulta más sencillo, la cercanía y el
cariño me están ayudando a acercarme a ellos y hacerles reflexionar.
Cada mañana les leo un pequeño cuento, un fragmento, una cita… me
escuchan atentos y sé que mis palabras remueven sus conciencias, les
hacen pensar. Son capaces de cuestionar sus actos, son conscientes de
sus fallos y estoy convencida de que poco a poco iremos consiguiendo
mejorar. Ahora me falta enganchar a los que se me quedan por el
camino, a los que no estudian, a los que no trabajan con autonomía, es
una tarea complicada, las situaciones sociales impiden hacer avances y
la desgana se apodera de sus mentes.
Mal de escuela, me ha permitido adentrarme en la vida de un niño
que a pesar de las dificultades encontradas consiguió superarlas, eso es
lo que me gustaría encontrar en mis alumnos más difíciles, que superen
su desgana, sus dificultades y que se conviertan en personas con un
futuro alentador, que les dé esperanza y fuerza para vivir. No pretendo
formar médicos, abogados… pretendo formar personas, con una visión
crítica, con capacidad para decidir y afrontar el proceso de toma de
decisiones, personas competentes que sepan comunicarse y ponerse en
el lugar del otro. Las circunstancias cambiantes a las que se enfrenta la
escuela, hacen que la labor del profesor sea cuestionada, estamos para
ayudar, enseñar pero es indudable que nuestro alumnado tiene que
dejarse ayudar y las familias forman parte de este entramado.
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6. Hemos perdido la cultura del esfuerzo, ahora nos encontramos
ante la cultura de la inmediatez. Todo tiene que ocurrir rápidamente,
encender el ordenador y que la conexión a internet sea inmediata, que
no falle, que sea rápido y nuestros alumnos viven esto desde su
nacimiento, pero en su aterrizaje en las aulas se encuentran que se
demanda esfuerzo, trabajo y que todo esto no es inmediato que se
necesita un tiempo, para que las ideas maduren, fermenten y que
permanezcan para llegar a reproducirlas. Esto no es tan divertido, no
hay una recompensa inmediata, se cometen errores y el fracaso no está
bien visto, es preferible no intentarlo a arriesgarse a fracasar.
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