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ENCICLOPEDIA MÉDICO-QUIRÚRGICA – 26-100-A10

26-100-A-10

Masajes
M. Dufour

Advertencia
Datos corrientes
Para unos el masaje es un arte, incluso un don, para otros
es una ciencia. Para unos se destina a ciertos tejidos, para
otros al ser humano en su totalidad. Se podría continuar
indefinidamente la lista de apreciaciones discordantes respecto al masaje. Hay que reconocer que su enfoque es delicado: se puede describir una técnica quirúrgica, una técnica radiológica, una evaluación kinesiterapéutica, un ejercicio de refuerzo muscular, una movilización pasiva, pero describir el masaje parece una empresa tan pretenciosa como
tratar de razonar la poesía: se es sensible o no. Asimismo, se
constata que ciertas personas tienen cualidades manifiestas
para el masaje y que otras son torpes a pesar de un interés
real. En efecto, el masaje se caracteriza por su relación no
sólo con los tejidos que poseen cualidades mecánicas identificables, y con un teclado sensorial que modifica continuamente los datos, sino también con una integración gratificante, con resonancias psicoafectivas difíciles de delimitar y de las cuales, no obstante, hay que tomar conciencia
para no quedar atado. De esto surge la impresión de don
que hace pensar que «no se aprende» a masajear, así como
se podría decir que no se aprende a acariciar.

Diferentes niveles de formación
Teniendo en cuenta lo que se acaba de decir, se podrían
describir grados de pedagogía crecientes referidos al aprendizaje del masaje.
Nivel «lambda»

© Elsevier, París

Es el nivel al cual puede aspirar todo el mundo. No hace
falta hacer estudios para tener el reflejo de frotarse vigorosamente el codo que nos hemos golpeado contra una
pared. Tampoco cuando tenemos dolor de vientre y sentimos necesidad de doblarnos un poco hacia adelante para
frotarlo con movimientos circulares. Este aspecto no es despreciable ya que por un lado suele originarse en realidades
concretas y por el otro constituye el primer paso del proceso de hacerse cargo de sí mismo sin el cual un tratamiento
kinesiterapéutico fracasa.

Michel DUFOUR: Masseur-kinésithérapeute, moniteur cadre en massokinésithérapie, DU de biomécanique, enseignant à l’EFOM, 118 bis, rue de
Javel, 75015 Paris.

Nivel metódico
La experiencia aportada por el tiempo, la intuición y el
empirismo permitió elaborar una suma de conocimientos
prácticos muy interesantes. Este saber era propio de los «masajistas», quienes, valiéndose de su experiencia, podían aspirar a ejercer su «arte» en el dominio de la salud o de la higiene. Es evidente que este tipo de situación conduce directamente a un estancamiento en la rutina y al encierro esclerosante de todo conocimiento en conceptos rígidos, definidos
de una vez para siempre, con pocas probabilidades de coincidir con el saber médico. Este nivel metódico produce más
«iniciados» que profesionales. Es una concepción que,
lamentablemente, prevalece todavía para muchas personas.
Nivel racional del análisis escolar
Partiendo del conocimiento empírico, la enseñanza se vio
obligada a formalizar, y por lo tanto a justificar, un cierto
número de prácticas y maniobras que responden a objetivos
bien establecidos. Esta actitud más racional toma prestada
la experiencia de la precedente pero le suma un rigor
mayor y una lógica en el enfoque tecnológico. Es el nivel
más corriente actualmente.
Nivel denominado científico
Lo que se acaba de decir deja todavía un buen número de
cuestiones no resueltas y por lo tanto abre la puerta a espíritus «investigadores» que tratan de «validar» las técnicas a
partir de los efectos probados científicamente.
Esta actitud es loable y útil, pero tropieza con dos dificultades.
— La primera, la más evidente, es que existe el riesgo de
tener que esperar mucho tiempo para validar maniobras
cuya eficacia se conoce sin que haya sido demostrada. Esto
no significa una denigración del método científico, sino
simplemente una desconfianza frente a la pasión «cientificista» que pretende que sin ciencia no hay salud.
— La segunda es que así como se pueden calcular fácilmente las cualidades biomecánicas de un tejido, no se pueden
«cuantificar» los datos psicosensoriales del paciente, del terapeuta y del intercambio que resulta en función de un contexto dado. La experimentación realizada hace unos años
para comparar la validez de tres técnicas de reeducación [8]
haciéndolas practicar alternativamente por tres kinesiterapeutas, para evitar un conocimiento eventualmente mejor de
uno u otro, permitió simplemente constatar que era siempre
el mismo profesional el que obtenía los mejores resultados,
independientemente del método utilizado. Esto debe ser
página 1
probablemente aún más cierto para el masaje solo, que vehiculiza una subjetividad mayor que un ejercicio reeducativo.

Síntesis: un enfoque práctico
De los diferentes niveles mencionados anteriormente, se
puede retener que limitarse a uno de ellos, cualquiera sea,
es un error. El masaje hace intervenir al mismo tiempo la
subjetividad intuitiva, el rigor metódico de maniobras elaboradas en base a una justificación lógica y, en el mejor de
los casos, el conocimiento de una validación experimental.
Simplemente hay que ponerse de acuerdo sobre el término
«científico», cuya raíz latina es scire: saber.
Existe una diferencia entre «saber» todo sobre la molécula
de cloruro de sodio y «saber» salar la sopa. Estos dos aspectos del «saber» son diferentes, complementarios, no necesariamente relacionados entre sí; no tiene sentido elegir
entre uno u otro, hay que admitir la pluralidad de procedimientos correctos que permiten obtener eficacia en un
dominio tan complejo como el del ser humano.
En este capítulo se tratará el masaje en dos partes: por un
lado sus generalidades, su historia, sus clasificaciones, sus
efectos, los principales métodos, y por el otro su práctica,
por regiones, con los puntos fuertes de lo que puede esperarse de ciertas maniobras o posiciones.

Generalidades e historia
Masaje y cuerpo
La palabra «masaje» data de la antigüedad del hombre. La
lingüística la relaciona con el término griego massein, que
traduce la acción de frotar, o el hebreo massech, que indica
la acción de palpar, o incluso el término árabe mass, con el
mismo significado. El término latino manus, mano, se parece bastante al sánscrito manas, que expresa la acción de
pensar, lo cual probablemente no es un azar cuando se sabe
cuánto se relaciona la inteligencia con la mano [51].
Posiblemente la acción de «masajear» se remonta al
momento de liberación de la mano al servicio del miembro
superior. Este instrumento polimorfo permitió al hombre
imponer su voluntad de modo más preciso y sutil que por el
uso de dientes o uñas: el tacto, la captación y el golpe dirigido enriquecieron el contacto, tanto para atacar o defenderse, como para acariciar o «hacer bien». Se podría
remontar incluso a un período anterior al hombre y decir
que ya en el animal la lamida constituyó probablemente la
forma más antigua de «cuidado del cuerpo».
De modo más histórico, se sabe que los pueblos antiguos
tuvieron varios ejes de prácticas «médicas»: el de la magia
pura y simple con encantamientos, los ritos a los dioses
curanderos, más tarde el de la farmacopea naciente con
drogas, plantas medicinales y preparaciones diversas, seguido por el de los comienzos de la cirugía de terreno, con trepanaciones y amputaciones, por último el de las manos,
práctica que se encuentra por todas partes en los ensalmadores de todas las épocas, curanderos, masajistas, higienistas y gimnastas. La mano participa además en las diferentes
elaboraciones recién mencionadas, por la imposición de las
manos, la manufactura de los ingredientes, el manejo del
escalpelo, el masaje.
Estas formas primitivas duraron mucho tiempo, hasta la
época moderna, con variaciones según las épocas y las motivaciones. Estas últimas son difíciles de analizar ya que el
contacto del cuerpo siempre fue y será un acto «grave», cualesquiera sean las variables de lugar y momento.
En efecto, sin pretender hacer un ensayo sobre el cuerpo,
se puede señalar, a título de ejemplo, que en Oriente no
página 2

existen prácticamente formalismos en cuanto a la desnudez
en la vida cotidiana, no obstante, exceptuando los motivos
eróticos de la India antigua, el arte se conjuga siempre con
vestimentas y adornos extraordinarios, mientras que en
Occidente la desnudez fue desde muy temprano sospechosa en la vida cotidiana pero perfectamente admitida en un
contexto artístico (escultura, pintura, etc.). Por otra parte,
se sabe que ciertas épocas han llegado al laxismo más permisivo en el «comercio del cuerpo», mientras que otras han
sido netamente más reaccionarias al respecto.
El cuerpo nunca dejó indiferente y las menores necesidades
cotidianas recuerdan a los olvidadizos que no se lo puede
ignorar. La mano que lo toca suscita un acto donde los dos
protagonistas están comprometidos en un mismo diálogo;
la cuestión es definir el sentido.

Historia
Si bien en la Antigüedad han surgido ejes de medicina,
éstos tuvieron una evolución particular según los continentes. En Europa, después de los temores medievales, el
Renacimiento acentuó el impulso anterior, pero fue necesario llegar al siglo XIX para conocer una verdadera revolución gracias al progreso de la cirugía militar, los comienzos de la anestesia y de los medicamentos modernos, la era
de Pasteur, y por último, al siglo XX con las dos grandes
guerras causantes de inválidos mayores y las exigencias de
reconocimiento de la reparación. Médicos y cirujanos evolucionaron y a su vez las religiosas enfermeras fueron reemplazadas por cuerpos de enfermero(a)s y personal paramédico o auxiliares médicos.
La kinesiterapia, recién llegada, conjugó dos grandes orientaciones terapéuticas: el masaje y las técnicas movilizadoras,
tanto pasivas como activas, analíticas o gimnásticas, con la
base fisioterápica como adyuvante.

Masaje actual
El «masajista diplomado» heredó un pasado impreciso
donde el masaje fue asimilado alternativamente a una práctica higiénica, a un lujo, a una práctica «de riesgo» (que
explica la moda de los «masajistas ciegos» en una época),
incluso a una credulidad ligada al «magnetismo». Este pasado reciente, poco valorizante, sugirió a algunos masajistas
que la madurez profesional se traduciría por una práctica
más «técnica», con aparatos de masaje, vibradores imponentes, rodillos diversos. El fracaso lógico del abandono de
la mano hace que ésta vuelva actualmente a su lugar legítimo: interfase ineludible entre el cuerpo del terapeuta y el
del paciente. Boris Dolto [11] supo ilustrar esta imagen
aliando contacto manual, riqueza manipulativa del masajista y efecto significativo de la relación terapéutica.

Preguntas sobre el masaje
Sacar en limpio los diferentes elementos que deben abordarse para estudiar el masaje significa plantearse preguntas
muy simples: ¿por quién? ¿para quién? ¿cuándo? ¿por qué?
¿cómo? ¿dónde? ¿con quién? ¿durante cuánto tiempo?
Estas rúbricas tienen una importancia variable pero permiten decir lo esencial, dado que a menudo las cosas simples
son las que se olvidan antes.

¿Por quién?
Tal como se ha presentado el masaje, su ejercicio requiere
dos cualidades cuya coexistencia no es evidente: altas calidades manuales e intuitivas, así como un buen espíritu de
análisis asociado al conocimiento patomecánico de las lesio-
Kinesiterapia

MASAJES

nes presentadas por el paciente. No sólo se manifiesta aquí
el dilema de «cabeza bien hecha o cabeza bien puesta», sino
también la dualidad «manual-intelectual». Entonces ¿quién
puede realizar un masaje? La referencia medicolegal exige
un diploma, pero es difícil legislar sobre las calidades físicas
y psicológicas de un profesional: sensibilidad, destreza,
fuerza económica ... humanismo y altruismo, sentido
común, receptividad y capacidad de observación. En realidad, todo está en la ejecución, es en la práctica donde se
reconoce el «profesional» y no en la teoría.
Para saber masajear hay que tener un espíritu ingenioso,
ganas de aceptar un desafío y no vanagloriarse de ninguna
prerrogativa de grado. Esta noción de grado tiene su importancia: el de «masajista» no es muy valorado, es casi irrisorio
para algunos. Se puede decir que a veces hace falta mucho
ánimo para atreverse a trabajar con las «manos desnudas» y
rechazar el papel de simple ejecutante, y también para evitar la carrera por los «títulos».

¿Para quién?
Un capítulo enumerará los tipos de patologías en las cuales se
indica este tipo de terapia. Aquí se pueden mencionar otros
aspectos, más relacionados con el contexto particular de la
masoterapia que con una familia patológica determinada.
Cuando hablamos, como Dolto, de «diálogo gestual» [11],
estamos obligados a darle un papel activo al paciente, incluso si por razones mecánicas el masaje se clasifica dentro de
las técnicas denominadas «pasivas» debido a la acción exterior proveniente del masajista. Se deduce de esta observación que es inútil perder tiempo en masajear a alguien que
no está atento. La acción se reduce entonces a su más simple expresión, mecánica, y cualquier persona un poco hábil
puede realizar maniobras vacías, sin eco de vuelta. Masaje,
mensaje... el juego de palabras no es gratuito, es la propia
justificación del acto terapéutico. Si no hay mensaje, o
nadie para recibirlo, se transforma en un «no-masaje».
Esta participación necesaria del paciente no es una consideración inútil ya que buena parte de la medicina exige, al
contrario, una pasividad perfectamente dócil de parte del
paciente. Tanto si se trata del anestesista, que duerme al
paciente, como del médico que ausculta y prescribe drogas
que el enfermo debe tomar obedientemente, o de la enfermera que pide una respiración profunda para distraer al
paciente y poder aplicarle una inyección, etc., la palabra
«paciente» se toma en su más estricto sentido: el que soporta pacientemente, en silencio, pasivamente, que se le aplique un tratamiento sin ningún esfuerzo de su parte.
El kinesiterapeuta que realiza un masaje es el único que
pide al enfermo una participación, lo cual no siempre es
evidente para todos los pacientes. Esta necesidad de participación, que no hay que dudar en formular para eliminar
toda ambigüedad, sorprende siempre al paciente que piensa que pagando debe ser servido, atendido y no espera
tener que colaborar. Basta recordar el elogio, amable pero
humillante, del paciente que declara a su masajista: «el
masaje fue muy agradable, casi me quedo dormido». Lo
que quiere decir que el masaje era tan poco interesante que
incitaba a dormir. En este caso, hay dos posibilidades: o
bien el masajista no sabe efectuar el masaje, o bien no ha
educado a su paciente para recibirlo. Esto último es algo
que puede aprenderse: por ejemplo, el caballo que se frota
contra un árbol no le pide nada al árbol, pero sabe dónde
y cómo quiere rascarse. El instinto «animal» no tiene forzosamente aspectos degradantes, hay que saber utilizarlo en el
momento oportuno. No hay masaje sin pedagogía activa de
parte del masajista.

26-100-A-10

¿Cuándo?
La respuesta podría ser lacónica: por razones medicolegales
se realiza un masaje «cuando el médico lo prescribe».
Aunque, por suerte, éste no especifica si el kinesiterapeuta
debe masajear, si debe determinar una postura, si debe
emplear tal o cual técnica. No obstante, esta observación se
justifica ya que el masaje se considera excesivamente como
un medicamento, clasificado en una rúbrica con su posología, defecto bien comprensible de parte del cuerpo médico
que administra así los fármacos, curas y tratamientos, pero
menos comprensible de parte de los kinesiterapeutas.
Algunos conservan así un recuerdo demasiado escolar que
les hace clasificar al masaje y su práctica junto con otras técnicas terapéuticas sin saber relacionar el todo. No se masajea «antes» o «después» de otro acto, así como no se puede
hablar de propiocepción a partir de «tal» semana de postoperatorio. Esta dicotomía es irreal y nefasta. El estudiante
aprende, lamentablemente, a masajear «o» a movilizar, sin
darse cuenta de que no se masajea bien sin movilizar y viceversa. El resto depende de la dosificación según las etapas
de un tratamiento.
El masaje no es un objetivo en sí, sino un medio de comenzar una movilización tisular en el contexto de un trabajo
sobre un paciente atento. No se trata de «aplicar un masaje» como se «aplica una pomada», sino de enviar mensajes
sensoriales que no deben quedar «sin respuesta», como
decía Dolto. Esto quiere decir que hay que masajear si se
puede hacer pasar una «corriente» y si se controla su intensidad y sus efectos, incluso si esto parece reducirse a poca
cosa en algunos casos.

¿Por qué?
Esta pregunta plantea la cuestión de los efectos del masaje,
lo cual será tratado más adelante. En cambio, aquí, podemos
decir dos cosas complementarias: por un lado, en los efectos
del tratamiento kinesiterapéutico es difícil disociar la parte
que corresponde al masaje de la que corresponde a las otras
técnicas, por las razones que acabamos de mencionar; por el
otro, se puede emitir una simple observación: el masaje
tiene efectos mecánicos y efectos reflejos que son indisociables aunque administrados en proporciones diversas según
los tratamientos. En resumen, se puede decir que el masaje
es un acto sin el cual todo el espectro kinesiterapéutico
puede quedar fuera de la vivencia del paciente y por lo tanto
no pasar el umbral de la concretización funcional.
El aprendizaje de una maniobra o la rehabilitación de un
movimiento defectuoso deben ser objeto de una evaluación
de la progresión que se quiere obtener, de una elaboración
«con todos los sentidos en alerta» hacia una nueva experiencia. El objeto principal del masaje es contribuir a forjar
y a guiar este camino. Conducción. Es la función del masaje,
y también un punto esencial de la kinesiterapia, de la cual
Dolto decía que era «no el tratamiento por el movimiento,
sino el tratamiento del movimiento». Los otros objetivos del
masaje: antalgia, trabajo de las cicatrices, etc. sólo son aspectos puntuales y por lo tanto mucho más ocasionales.

¿Cómo?
Principios de base
En cuanto a la maniobra, si el masaje deja una parte importante a la destreza inventiva del que trabaja con su paciente
sin preocuparse por aplicar una técnica particular, la
inquietud racional impone una clasificación de las maniopágina 3
bras de masaje. Según las épocas, el lenguaje y la práctica o
no de un rigor de análisis, se encuentran clasificaciones difíciles de hacer coincidir y a veces incluso incomprensibles en
la actualidad. Así se han descrito cosquilleos, malaxaciones,
caricias, deslizamientos, molestias, rozamientos, palmadas,
torsiones, reptaciones, plumeados, sobados, etc. Actualmente se describen clásicamente siete maniobras de masaje, que, según los autores, han sido luego matizadas con
algunas modificaciones [6].
Presiones superficiales con deslizamiento
Denominadas todavía «rozamientos», son maniobras que se
dirigen por naturaleza al revestimiento cutáneo. Se ejecutan con un simple contacto de la mano, sin presión fuerte,
generalmente en el sentido de la yema de los dedos, cuyo
extremo es más sensible y móvil para amoldarse a los relieves (fig. 1). Se destinan principalmente a la sensibilidad
superficial, ya sea como simple elemento de toma de contacto con una región, ya sea para lograr cierta insensibilización de los tejidos al cabo de unos instantes por su efecto
hipoestenizante si se realizan lentamente. Hay que señalar
que su práctica puede tropezar con reacciones de tipo «cosquilleos» en algunas personas, que a veces pueden ser dolorosas sobre ciertas celulalgias, o simplemente mal percibidas en el plano psicológico debido a su semejanza con las
caricias. Es importante recordar que toda maniobra debe,
implícita o explícitamente, ser objeto de una justificación o
de un contrato mutuo con el paciente, para evitar malentendidos que no siempre se descubren en el momento, y
ello cualquiera sea su naturaleza. A veces se dice que los
rozamientos constituyen una maniobra de toma de contacto con la que comienza toda sesión de masaje, lo cual no es
exacto. En efecto, la toma de contacto comienza al tocar al
paciente durante la instalación, con los gestos de actualización de la evaluación que preceden espontáneamente cada
sesión, y sería ridículo disociar estos contactos para «recomenzar de cero» en el momento del masaje. Los autores
han expresado algunas reservas concernientes a estas
maniobras, recordando que nada debe ser sistemático.
Presiones profundas con deslizamiento
Sólo se diferencian de las precedentes por una presión más
intensa a nivel de la zona masajeada. Esto significa que estas
maniobras se dirigen principalmente a las capas profundas:
tejido subcutáneo, músculos, planos capsuloligamentarios
(fig. 2). Las variantes posibles multiplican de modo considerable el aspecto de su práctica. Una variación que consiste en deslizar la yema de los cinco dedos separados se denomina masaje «en peine» por razones fáciles de comprender,
siendo una adaptación morfológica a regiones como las
zonas intercostales, intermetacarpianas, etc.
Presiones estáticas
Se trata de ejercer una simple presión, localmente, lo que
se resume a un tiempo más o menos rápido de acentuación
de la presión manual, un tiempo de mantenimiento y por
último un tiempo de aflojamiento (fig. 3).
Existen dos variantes de estas maniobras. Las denominadas
«presiones escalonadas», que como su nombre lo indica son
idénticas pero se suceden con un ligero desplazamiento de
la o de las manos en un sentido u otro, y las «presiones ritmadas» donde la sucesión entre dos maniobras corresponde a un ritmo determinado. Estas técnicas se utilizan especialmente a nivel de los puntos de contractura muscular o
en las zonas de troncos venosos para actuar sobre la circulación de retorno.
Fricciones
Contrariamente a su sentido popular, la fricción no corresponde al frotamiento de una zona sino por el contrario a la
página 4

1 El rozamiento requiere una superficie variable de las manos o de
los dedos.

2 La presiones profundas con deslizamiento permiten una acción
en profundidad.

3 Las presiones estáticas exigen una buena estabilidad de los contactos.

colocación fija de la mano sobre un sector. Partiendo de
este punto, la mano se desplaza tangencialmente a los tejidos permaneciendo siempre solidaria del plano cutáneo.
En otras palabras, el masaje se efectúa entre este último y
un plano más profundo, muscular o ligamentario según la
localización (fig. 4).
«Amasamiento»
Es probablemente la maniobra de masaje más sugestiva de
la práctica corriente ya que se distingue fácilmente y parece resumir todo lo que el profano espera de un masaje,
especialmente de carácter deportivo. Esta maniobra ilustra
un movimiento simple: el de amasar, consiste en asir un
pliegue más o menos amplio de tejido, con las dos manos y
efectuar un movimiento de presión alternada de las manos,
ya sea en el lugar o progresando en algún sentido. A partir
de esta base, algunos distinguen dos variantes: el amasamiento transversal (fig. 5), en el cual las manos se colocan
perpendicularmente al miembro y pueden así progresar
hacia la parte distal o proximal; y el amasamiento longitu-
Kinesiterapia

MASAJES

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4 La intensidad de una fricción es proporcional a la profundidad
buscada.

6 El amasamiento longitudinal
exige una ubicación en el
eje del paciente o paralelo.

masaje estimulante de un deportista y el masaje de una cicatriz reciente o de un muñón, hay una multitud de matices.
Variaciones complementarias
Una vez planteadas las maniobras de base, algunos autores
o ciertas costumbres hacen hablar de tal o cual maniobra
con un nombre particular. Es imposible establecer la lista
completa, pero se pueden mencionar las principales denominaciones.
5 El amasamiento transversal requiere una ubicación transversal
del terapeuta.

dinal (fig. 6), en el cual las manos son paralelas al miembro
y progresan alternativamente en el eje del segmento.
Vibraciones
Se trata de producir series de solicitaciones muy rápidas en
vaivén, por lo general verticalmente, por sucesión de presiones-depresiones. No obstante, su realización resulta técnicamente difícil: el masajista queda limitado rápidamente
por su propia tetanización o porque le cuesta operar con
una u otra mano o incluso porque sólo puede mantener la
frecuencia durante un tiempo breve.
Esta maniobra es sin duda la única para la cual un aparato es
más eficaz que la mano. Ciertos vibradores permiten variaciones interesantes, especialmente por su efecto sobre los
tendones [37]. Existen muchos aparatos pero su uso es suficientemente limitado para elegir sólo lo que parece rigurosamente apropiado. Las vibraciones manuales a menudo son
más fáciles de ejecutar conjuntamente con otra maniobra,
por ejemplo con una presión profunda con deslizamiento.
Percusiones
El término percusión tiene a primera vista una connotación
agresiva, como las percusiones de una orquesta, por lo cual
a veces son descartadas del masaje, sin razón. Hay que tener
en cuenta que una esteticista ejerce a veces un ligero golpeteo con la yema de los dedos sobre el rostro de la cliente
y que esto también se denomina percusiones.
Por lo tanto, no debe emitirse un juicio apresurado: son
maniobras ricas desde el punto de vista de las variantes posibles y por lo tanto de los efectos buscados: hiperemiantes y
estimulantes si tienen un ritmo lento y una intensidad fuerte; sedantes y levemente solicitantes en el plano neuromuscular si tienen un ritmo rápido y poca intensidad. Entre el

Masaje transversal profundo (MTP)
El MTP fue descrito por Cyriax y más tarde codificado y difundido por Troisier [52, 53] como un método eficaz para combatir
ciertas tendinitis y extendido incluso a los dolores ligamentarios. A veces, es denominado «pulido» o «frotamiento» [11].
Este masaje consiste en una fricción ejercida transversalmente a las fibras colocadas previamente en posición de estiramiento máximo. La maniobra se efectúa generalmente con la
yema del índice, estabilizado por los otros dedos, al límite del
dolor tolerable, a un ritmo rápido (tres a cuatro movimientos
por segundo parece ser el promedio) y durante algunos
minutos: 1 a 3 minutos para las lesiones recientes y hasta 15
minutos para las antiguas. El efecto analgésico se obtiene en
los primeros minutos. Esta técnica sólo debe graduarse en
función del resultado, incluso si en la práctica el masajista
puede estar tentado de hacerlo por otras razones.
La fatiga debida a la ejecución del MTP exige una buena
posición de la mano, la cual debe estar semiflexionada, por
lo general con la muñeca en ligera extensión, los dedos juntos con soltura de modo que el pulgar y el medio encuadren la tercera falange del índice. Este es el que actúa en
fricción sobre los tegumentos (fig. 7). Por razones de economía y estabilidad, la muñeca debe poder apoyarse sobre
el segmento masajeado.
Por otra parte, es necesario definir el nivel de «dolor tolerable» con el paciente, sabiendo que éste se atenúa progresivamente en pocos minutos. En caso contrario, está contraindicado continuar; igualmente si no se constatan progresos al cabo de tres o cuatro sesiones.
«Sobado»
Esta denominación se refiere para algunos a una maniobra
que asocia a la vez la presión profunda con deslizamiento y
la fricción. Hace intervenir al pulgar que actúa como apoyo
de los otros dedos (fig. 8). La maniobra consiste en pequeños movimientos circulares que dibujan volutas, con un
empuje apoyado y un retorno más suave. El movimiento
página 5
7 La duración de un masaje transversal profundo obliga a adoptar

9 Al «desatar nudos» la alternancia de los pulgares ayuda a progre-

posiciones más económicas.

sar en reptación.

10

La maniobra de Wetterwald es un trabajo muy fino del plano
cutáneo.

8 El «sobado» remonta a lo largo de los espinales al mismo tiempo
que trata de separarlos.

puede ser ejecutado localmente, en el lugar, o acompañarse de una progresión más o menos rápida. Esta maniobra se
practica en particular sobre cuerpos musculares pequeños,
difíciles de aislar por amasamiento.
«Desatar nudos»
A nivel de los músculos espinales, algunos autores, entre los
cuales Dolto [11] y Samuel, han empleado esta expresión
muy sugestiva del trabajo sobre los «nudos» musculares contracturados o sobre las bridas de una cicatriz retractada. Es
una maniobra parecida a la precedente, más lineal, que se
traduce en un empuje transversal contra esta estructura que
forma una cuerda, poniéndola en tensión como la cuerda
de un arco, posicionándola si es necesario y volviendo a
comenzar (fig. 9).
Maniobra de Wetterwald
Es una maniobra bastante rica ya que asocia tres acciones:
rodar, deslizar y amasar. Se destina esencialmente a los planos cutáneos y subcutáneos, con efectos reflejos y mecánicos contra los infiltrados y las adherencias. La maniobra se
ejecuta con las pinzas pulgar-índice de cada mano. Se trata
de formar un pliegue cutáneo y hacerlo «rodar», es decir
un movimiento de los dos pulgares que se desplazan juntos
transversalmente a los índices como en el movimiento de
enrollar un cigarrillo. El segundo movimiento es un deslizamiento simultáneo de los dos pulgares paralelamente a
los índices. Por último, el tercer movimiento es un amasamiento del pliegue cutáneo realizado entre las dos manos.
Estos tres tiempos son simultáneos, no requieren una destreza particular sino un simple entrenamiento (fig. 10).
Pueden ser ejecutados en el lugar o combinados con un
desplazamiento longitudinal, transversal o giratorio.
«Palpar-rodar»
Es una maniobra tan fácil de realizar que muy a menudo se
convierte en el comodín de algunos masajistas. Puede dar la
página 6

ilusión de facilidad gracias a cierta soltura del gesto. En este
sentido hay que tratar de no abusar de un movimiento «que
sirve para todo». No obstante, es una maniobra interesante
cuando se utiliza oportunamente. Lo es en la evaluación de
la libertad de los planos cutaneoconjuntivos. Asimismo,
puede destinarse a trabajar tejidos adherentes. Hay que
señalar, por un lado, que a diferencia de la maniobra de
Wetterwald, el «palpar-rodar» es fácilmente doloroso, y por
el otro, que una intensidad demasiado fuerte (y alcanzada
rápidamente) puede provocar una «rotura» de las fibras de
colágeno o de los capilares en tejidos fragilizados. En consecuencia, siempre se recomienda mucha prudencia en el
empleo de esta maniobra.
«Trazo estirado»
Se trata de una presión profunda con deslizamiento ejecutada de modo unidigital dibujando un «trazo». Su empleo
es a menudo sinónimo de «masaje reflejo» ya que representa la maniobra de base en materia de masaje reflejo. No
obstante, su práctica puede justificarse por razones puramente mecánicas. Este tipo de trazo se ejecuta preferentemente con la parte subungueal del dedo medio. La elección de este dedo se debe a tres razones: primeramente es
el más largo y por lo tanto el primero en contacto con la
zona a masajear; en segundo lugar es un dedo tanto radial
como cubital y por esto puede ser reforzado tanto por el
índice, mediante un desplazamiento cubital, como por el
anular, mediante un desplazamiento radial; por último, es
un dedo con vocación estática. La ejecución requiere una
muñeca «flexible», en ligera extensión, y dedos apretados
en ligera flexión para evitar que la presión ejercida perjudique la estabilidad e incluso favorezca la deformación de
las articulaciones interfalángicas. El pulgar queda libre
(fig. 11). Este rigor permite arreglos de orden práctico y a
veces se puede utilizar el índice o el pulgar, pero estas
variantes traducen muy a menudo una mala destreza en la
aplicación de una de las técnicas originales de Dicke [10],
Teirich-Leube o Kohlrausch [31].
Kinesiterapia

MASAJES

26-100-A-10

En ritmo
Es una modulación diferente de la velocidad ya que se refiere simplemente a la frecuencia, es decir el tiempo transcurrido entre dos maniobras. En el ejemplo precedente, cuando
se pasan las manos sobre un muslo, si una mano actúa y la
otra espera que la primera termine para comenzar, incluso
con un tiempo de latencia, se dice que el ritmo es lento. En
cambio, si la segunda mano sigue a la primera antes de que
ésta termine, se habla de ritmo rápido. Se pueden por lo
tanto imaginar maniobras lentas con ritmo rápido y viceversa.

11

El «trazo estirado» requiere planos cutaneoconjuntivos en situación mecánicamente neutra para engancharlos más fácilmente.

Modulaciones de las maniobras de base
Las maniobras de masaje tal como se han descrito están
vacías de sentido, en el estado. Para alcanzar el nivel de lenguaje eficaz hay que conocer sus modulaciones. Las maniobras son modulables al infinito en función de los parámetros físicos que hay que utilizar. Se puede hacer la comparación con un discurso en el cual el orador habla con una
voz de síntesis, sin variaciones de velocidad, de intensidad u
otras. No hay que olvidar la evidencia: el hombre puede ser
movilizado por la acción de la mano y puede ser invitado a
reaccionar. El desconocimiento de las riquezas de masaje lo
reduce a algo insípido y significa la negación de su práctica;
a veces conduce a descubrir lo que algunos creen que son
«nuevos métodos».
Las modulaciones existentes son principalmente las
siguientes.
En superficie de contacto
La superficie a masajear se define claramente, en cambio
raramente se habla de la zona que masajea. Algunas personas masajean con la palma de las manos, manteniendo los
dedos rígidos, otras, por el contrario, utilizan la yema de los
dedos, manteniendo la mano ahuecada. Hay que saber
variar la superficie masajeante en función de las necesidades, desde el extremo de la yema de un solo dedo, como en
el MTP, a toda la superficie de los dedos, de las manos e
incluso del antebrazo, como puede ocurrir en una zona
amplia como la región dorsal. Entre estos dos extremos
todos los matices son posibles. La incapacidad de variar la
superficie masajeante es una falta de competencia profesional; ésta debe manifestarse de entrada por antebrazos desnudos sin anillos (excepto la alianza, cuyo relieve es insignificante), ni pulseras, ni reloj, ni mangas largas.
En intensidad
Aquí también la modulación va de un mínimo a un máximo:
del simple contacto sin apoyo a una presión calculada al
máximo soportable. Esto permite pasar de un apoyo liviano,
como en un drenaje linfático manual, a una presión más
fuerte cuando se quiere aprehender un tejido profundo.
En velocidad de ejecución
Esta variación se refiere al tiempo empleado para ejecutar
una sola maniobra. Por ejemplo, el tiempo que tarda la
mano en recorrer un muslo deslizándose de un extremo al
otro puede variar entre una fracción de segundo y varios
segundos. Lógicamente, la velocidad rápida tiene un carácter estimulante y la lenta un aspecto sedante.

En dirección
La elección de una dirección permite variar los efectos de
ciertas maniobras, según sean centrípetas o centrífugas,
transversales a las fibras o longitudinales, etc. Así, pueden
describirse técnicas en «estrella», movimientos circulares o
lineales, trazos que siguen los relieves óseos, etc. La creencia
popular dice que hay que masajear «hacia el corazón», simplemente porque a menudo se tienen en cuenta las frecuentes dificultades de circulación de retorno. En realidad, todo
depende de la dominante que se da, y se puede masajear en
cualquier dirección mientras responda al objetivo fijado.
En función del estado de tensión de los tejidos
No se trata tanto de la modulación de una maniobra sino
del modo de realizarla sobre un tejido cuyo estado de tensión, pasiva o activa, hay que saber variar. Hay dos tipos de
tejidos: el no contráctil y el contráctil. El primero comprende la piel y su conjuntivo, los elementos aponeuróticos,
los ligamentos. Estas estructuras pueden ser masajeadas en
situación neutra, es decir en posición de tensión intermedia, denominada de reposo. También pueden ser masajeadas en estiramiento, para actuar especialmente en el sentido de la deformación frente a un estado retráctil. Inversamente, se las puede masajear en posición muy acortada,
para poder tirar transversalmente con más facilidad de
determinadas estructuras. Estas modulaciones también son
válidas para el tejido contráctil (conjunto musculotendinoso), pero se puede sumar una nueva opción: contracción o
relajación. A priori, parece más lógico, o frecuente, masajear los músculos en estado de relajación. No obstante, frente a una falta de aflojamiento puede justificarse el hecho de
provocar una contracción mayor del músculo concernido
para actuar «palpatoriamente» guiando la relajación como
se puede realizar con la técnica de Jacobson. Inversamente,
sobre un músculo hipotónico, el masaje realiza lo que Dolto
denominaba «un bombardeo sináptico» solicitando de la
maniobra una contracción naciente y/o insuficiente. El
error consistiría en interrumpir el masaje durante la contracción, lo que tendría como resultado una alternancia
masaje-contracción sin finalidad comprensible.
La utilización de la contracción muscular tiene otro objetivo. Por ejemplo, cuando se acaricia un gato, pasando la
mano de la cabeza a la cola, toda la espina dorsal del animal
viene como una onda a rozar la mano, etapa por etapa. Se
ha entablado un diálogo propioceptivo. Con un paciente es
necesario exigir este nivel de receptividad y confrontarlo a
las adaptaciones tónicas que pueden alimentarlo y permitir
correcciones. Esto no es evidente para nadie: ni para el
masajista, que debe solicitar sin perder el contacto ni interrumpir la acción; ni para el paciente, que debe integrar y
aprender a afinar la respuesta, aflojar una crispación refleja.
«Sacudida» muscular
Hay una tendencia excesiva a considerar que la maniobra
terapéutica debe ser «suave, prudente y progresiva», actitud
cuidadosa que conduce a masajear una estructura inmóvil.
página 7
La movilidad molesta, lo que puede desequilibrar la cómoda instalación del paciente en sus almohadones y la somnolencia resultante.
Es necesario repetir que el «masaje» es un «mensaje» y que
todos los medios son buenos para vehiculizarlo: la movilización de las masas musculares por acción de las manos es un
ejemplo concreto. Esta movilidad puede ser conducida con
lentitud, pero también puede lograrse con sacudidas más o
menos rápidas, ya sea con la mano o mediante la movilización del segmento, en función del objetivo buscado.
Acoplamiento de la movilización pasiva
Es una prolongación de la idea precedente, como la necesidad de modular la tensión pasiva de una estructura (piel,
músculo, ligamento, fascia, etc.) ya mencionada. En la práctica esto cambia muchas cosas: para no tener que interrumpir la acción conviene prever las posiciones mejor
expuestas en función de eventuales estiramientos segmentarios simultáneos, de movilizaciones específicas absolutamente vinculadas al masaje.

¿Dónde?
La pregunta se refiere a la vez al lugar y al soporte sobre el
cual se realiza el masaje.
Local
Esta noción puede parecer superflua ya que está impuesta
por las circunstancias. No obstante, hay que precisar algunos puntos importantes. ¿Cuáles son las condiciones que
debe cumplir el local?
Aislamiento térmico
Cuando la persona se desviste conviene verificar que la temperatura no sea insuficiente; además de la incomodidad,
esto puede traducirse en una crispación refleja o una receptividad perturbada. Un local un poco más que templado
parece responder a esta expectativa. Es imposible fijar una
temperatura determinada ya que ésta debe variar en función
de la sensibilidad al frío del paciente o de la actividad física
que pueda acompañar al masaje. Una adaptación breve y
local puede requerir el uso de una estufa de rayos infrarrojos complementaria, la abertura de una ventana o cualquier
otro medio para ajustar rápidamente la temperatura.
Aislamiento fónico
Depende de las diferencias de naturaleza, de intensidad o
de frecuencia de los ruidos. No siempre es fácil de obtener
y en los casos menos favorables, a veces es suficiente prevenir al paciente para facilitar una adaptación de su parte, a
veces mejor de lo que se podría esperar, si es aceptada.
Algunas variaciones hacen que un ruido «se olvide» más
fácilmente que otro. Raramente es posible un silencio completo (teléfono, etc.) y, en realidad, no siempre es imprescindible; a veces es suficiente que el nivel de ruido se mantenga en el dominio de la tolerancia habitual.
A este respecto, hay que criticar absolutamente el uso de músicas ambientales, la radio u otras, que tienen un efecto diluyente en la relación terapéutica. Esta observación no cuenta
cuando la música forma parte de una opción terapéutica diferente del masaje, como en sofrología o en musicoterapia.
Aislamiento psicológico pero sin encierro
Se puede relacionar con lo dicho precedentemente señalando que el empleo de una cabina aislada por cortinas
suele ser, lamentablemente, una limitación independiente
de la voluntad del kinesiterapeuta. En efecto, existe un elemento fónico muy desagradable ya que el paciente puede
escuchar la conversación de otro paciente con su terapeuta.
Esto no sólo perturba su atención sino que puede modificar
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su comportamiento de modo considerable. Además del no
respeto del secreto profesional, esta situación es suficientemente «molesta» para evitarla en lo posible.
Por razones equivalentes, el paciente debe poder sentirse en
confianza, sin riesgo de ser visto desde el exterior, por una
puerta abierta de improviso, cuando se trata de una cabina
o consultorio, lo cual condena de entrada el trabajo con la
puerta abierta. Se puede decir que a veces, sobre todo en
hospital, ciertos masajes son ejecutados en forma suficientemente parcial para permitir su práctica en una sala de reeducación común. También, puede ocurrir que por razones
que sólo el profesional puede evaluar, no sea aconsejado trabajar «en forma individual»: ya sea porque el paciente no se
siente debidamente en confianza, correspondiéndole
entonces al terapeuta plantear la cuestión del «por qué», ya
sea porque es este último quien no se siente suficientemente cómodo con un enfermo, cualquiera sea la razón.
En conclusión, conviene favorecer el clima de concentración que resulta de cierto aislamiento en función del riesgo
de perturbaciones ambientales, pero esto no debe ser vivido como un encierro, generador de malestar.
Cuadro general
No es posible dictar normas, fuera del hecho de que el
ambiente debe reflejar cierta serenidad: limpio, ni demasiado cargado de muebles, ni demasiado desnudo, etc., el
gusto personal y el contexto sociocultural hacen el resto. Si
existe una secretaría, se pueden encontrar ahí elementos
no médicos además de los decorativos: computadora,
biblioteca, etc.
Sobre una camilla
Es un lugar y un instrumento a la vez. Hay que señalar que
cuando esta herramienta falta, por ejemplo en la atención a
domicilio, las condiciones de trabajo son tan duras que algunos valientes prefieren llevar consigo una camilla plegable.
Otros tienden a simplificar la tarea limitando el masaje.
En el consultorio, la camilla es de uso corriente; se describirá junto con el material.
Sobre el suelo
Para el profesional la idea de «masaje en el suelo» resulta
más bien descabellada: ¡demasiado bajo! Además, respecto
al enfermo es posible encontrar tres casos típicos.
— Primer caso: se trata de un niño. Hay que destacar que el
masaje de los niños es poco habitual; se tiende, sin razón, a
hacerles ejecutar sólo ejercicios de gimnasia. Para ellos el
suelo es un terreno de elección, sinónimo de juego y esparcimiento, fuera de las convenciones sociales que aún comprenden mal. El masaje en el suelo es bien aceptado.
— Segundo caso: se trata de un adulto de edad madura. Es
una cuestión de sentido común proponerle al paciente
modos terapéuticos que pueda aceptar sin sentirse obligado. Por otra parte, la evolución de un tratamiento permite
a menudo adaptaciones nuevas que, por diversas razones,
habrían sido impensables en un primer momento.
— Tercer caso: se trata de una persona de edad avanzada y
entonces la aceptación es más difícil. En este caso, estar en
el suelo no es más sinónimo de juego sino de muerte, decadencia e impotencia para levantarse; es una posición humillante e incómoda. El suelo también es sinónimo de suciedad, polvo, mal olor, cercanía de los pies y en nuestros países también es inapropiado en el plano de las costumbres.
En resumen, el rechazo tiene causas evidentes.
No obstante, el masaje en el suelo puede ser justamente una
reconciliación con este elemento permanente de nuestro
medio ambiente, la ocasión de dejar de tenerle miedo gracias a una instalación confortable, aprendiendo a levantar-
Kinesiterapia

MASAJES

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se. Es una forma de integrar el masaje en el trabajo que el
paciente debe realizar sobre sí mismo. Por lo tanto, exceptuando los casos extremos, la elección de esta posición está
lejos de ser gratuita.
No es una solución de facilidad y su resultado puede estar a
la altura de la ingeniosidad o del buen fundamento de la
solución propuesta.

¿Con qué?
Esta pregunta plantea a la vez el problema del material y el
del medio que se utiliza para realizar el masaje. Podría resumirse a su más simple expresión: casi nada. Es suficiente utilizar las manos sobre un paciente sentado o acostado en el
piso, es todo. No obstante, por razones de comodidad evidentes, se debe contar con un mínimo de material.
Material
Camilla
La camilla más simple es plana y fija, sus dimensiones son relativamente estándar. La altura, si es fija, debe ser ligeramente
más baja que la medida normal: en efecto, a pesar de la primera impresión desfavorable es más fácil trabajar ligeramente inclinado hacia adelante llevando hacia atrás la pelvis (fig.
12) que sobre una camilla más alta. Esto permite una mejor
posición dinámica de la pelvis y además da la posibilidad de
sentarse en un asiento alto cuando la acción es más localizada. Este problema se resuelve cuando se dispone de una camilla de altura regulable, ya sea por un gato hidráulico o por un
sistema eléctrico. El ancho debe ser suficiente para que el
paciente pueda darse vuelta y, una vez instalado, colocar los
brazos a lo largo del cuerpo sin riesgo de caída. Pero no debe
ser demasiado ancha para no dificultar el acceso al paciente.
Por otra parte, existen mesas con planos articulados que
facilitan la instalación diferencial de los segmentos de
miembro. Esto es más interesante para los actos de reeducación que para el masaje, sin contar que cuantos más ajustes hay, más pesado y complejo resulta el manejo y más difícil de adaptar perfecta y rápidamente.
El elemento más apreciable consiste en una cabecera de
altura regulable, con el otro extremo también inclinable,
para levantar las piernas en posición dorsal o para disminuir la curvatura lumbar en ventral cuando es necesario. Si
no hay posibilidad de ajustes, algunos almohadones, de
tamaños diferentes, permiten resolver más o menos todos
los problemas.
Sábana
Puede ser descartable o no. En el segundo caso, debe estar
marcada con el nombre del paciente por razones higiénicas
evidentes. La tela es más confortable y más práctica para
manipular que el papel; también existen materias «no textiles» de comodidad intermedia y descartables después de
algunas sesiones. La sábana es útil en diversos aspectos.
— En primer lugar, la sábana permite aislar al paciente del
revestimiento de la camilla, generalmente de skay, que produce a veces una sensación desagradable, sobre todo con la
transpiración, y que puede transmitir parásitos a la piel (hongos, etc.), lo que exige también una limpieza rápida pero
cotidiana del revestimiento con un producto antiséptico.
— En segundo lugar, la sábana protege, inversamente, la
camilla de un riesgo de infección por el paciente (lesiones
o simplemente higiene insuficiente).
— En tercer lugar, la sábana, sobre todo si es de tela, ofrece un plano de deslizamiento interesante cuando se trata de
manipular al paciente conjuntamente con el masaje sobre
el soporte de la camilla.

12

El movimiento de balanceo pelviano equilibra la estática del
masajista y refuerza la eficacia de sus movimientos.

Algunos almohadones
Su función es más o menos importante según los ajustes
posibles de la camilla. Su uso está condicionado parcialmente por la comodidad del paciente y también por la
necesidad técnica, para el masajista, de colocar un segmento de miembro en tal o cual posición mediante la instalación adaptada de uno o varios almohadones.
Taburete de altura ajustable
Más que un verdadero asiento es un apoyo posterior para el
masajista. En muchos casos en que la acción masoterapéutica está más o menos localizada, es posible trabajar sentado
con tres condiciones: primeramente, que la camilla sea suficientemente baja; en segundo lugar, que el taburete tenga
la misma altura que la camilla (fig. 13) y por último, que
tenga una base circular, es decir que permita, mediante un
leve movimiento de balanceo, un desplazamiento de la pelvis suficiente para que la posición sentada resulte «dinámica» y no «estática».
Escabel
Este instrumento tiene clásicamente dos escalones. Por lo
general se usa para que el paciente suba a la camilla, lo cual
parece lamentable: la camilla debe ser suficientemente baja
o regulable para que este uso sea inútil. En cambio, en ciertos casos el escabel proporciona un apoyo interesante al pie
del masajista (fig. 14).
Taburete normal
Permite que el paciente se siente. Esta posición, raramente
utilizada para el masaje, se justifica por el hecho de que es
«la» posición de función para la columna vertebral y los
miembros superiores. En cambio, lamentablemente, a veces
se propone por razones menos loables: por ejemplo, cuando el masajista está apurado y no se toma el tiempo necesario para una verdadera instalación.
Pelota de reeducación
En materia de masaje, este instrumento tiene una función
de asiento inestable. El interés es poder practicar un masapágina 9
15
13

Un asiento es ante todo un apoyo posterior, ligeramente móvil,
con base antideslizante.

14

Un escabel permite no
sólo una posición confortable sino la movilidad gracias al apoyo
de un solo antepié.

je insistiendo sobre la propiocepción en posición funcional,
por ejemplo en el abordaje de un miembro superior. El
kinesiterapeuta representa al mismo tiempo el elemento
más o menos fijo (según los pies del paciente estén apoyados en el piso o levantados) y el que genera solicitaciones
acopladas al masaje (fig. 15).
Colchoneta de piso
Corrientemente utilizada para los ejercicios o la gimnasia,
la colchoneta se usa menos para el masaje ya que éste se realiza con poca frecuencia sobre el piso. No obstante, es una
variante que no hay que subestimar. Este accesorio representa una superficie que tiene dos aspectos interesantes: en
primer lugar es más blando que una alfombra o que el suelo
desnudo, en segundo lugar delimita una superficie de
higiene reservada al paciente en la cual puede extenderse
sin riesgo (puede considerarse el uso suplementario de una
sábana en función del contexto).
página 10

El uso de una pelota asocia solicitaciones que alimentan la
resonancia del masaje.

Bata
La bata blanca es para muchos atributo del personal «médico»: cirujano, médico, enfermera y, por lo tanto, kinesiterapeuta.
Deben hacerse dos observaciones relativas a la vestimenta
en sí y a las razones de su uso.
— Primeramente, la bata blanca, como se acaba de evocar,
corresponde a un contexto socioprofesional y por lo tanto
evoluciona en color o forma según las modas y necesidades.
Por un lado, en medio hospitalario, el blanco se lava y
desinfecta mejor, pero el color ha hecho su aparición, ya sea
por razones prácticas (el verde o el azul pueden ser menos
enceguecedores), ya sea por razones de identificación
según las categorías del personal. Por otra parte, el tipo de
ropa ha evolucionado en función de la higiene y de las
necesidades. En kinesiterapia, la bata blanca sigue siendo
un uniforme clásico, el delantal de tipo «enfermero» dejó
de usarse. No obstante, hay una evolución: el kinesiterapeuta que trabaja en terapia intensiva tiene el mismo «uniforme» que el resto del equipo por razones de higiene; el
que trabaja en neurología suele usar el conjunto remerapantalón, para poder moverse más fácilmente en un plano
de Bobath con el enfermo. Se podrían enumerar otras
adaptaciones, si el profesional trabaja con niños, si ejerce
en consultorio privado, etc.
— En segundo lugar, el hecho de usar una indumentaria
profesional responde a dos exigencias. La primera, evidente, es la higiene, tanto para el paciente como para el terapeuta. Bata o similar, esta ropa debe estar siempre impecable. El otro aspecto, menos evidente, es el papel psicológico de la bata o similar. En efecto, es imperativo que el
paciente, que se presta a una relación íntima durante el
masaje, se encuentre frente a un «profesional». La proximidad del cuerpo a cuerpo terapéutico requiere poner cierta
distancia en el plano psicológico, que depende ante todo
de la actitud del terapeuta, pero que también se materializa
por la bata. El no respeto de esta distancia «empática»
puede originar problemas al masajista.
No obstante, esta afirmación debe ser matizada. Frente a un
individuo psicológicamente aterrorizado por la «bata blanca», por ejemplo un niño, es conveniente optar de entrada
por ropa más neutra.
Además, debe señalarse que si bien el delantal desapareció
como ropa de protección sigue siendo utilizado, muy pun-
Kinesiterapia

MASAJES

tualmente, como instrumento de movilización de la región
cervical.
Vestimenta del paciente
A veces el paciente plantea la pregunta cuando pide su primera cita: «¿debo llevar ropa particular?» La pregunta está
lejos de ser tonta. En realidad, existen circunstancias en las
que esta pregunta no se plantea, aunque debería serlo. Por
ejemplo, en los centros de reeducación, la moda es usar
ropa de deporte de colores vivos. El paciente aprecia este
aspecto «club» y se requiere una buena dosis de perspicacia
para restablecer las características de una relación terapéutica sana. Por ejemplo, cuando el paciente que guarda cama
usa un pijama abierto y es conveniente preservar su pudor
evitando que se ponga en situación de exhibición involuntaria, sin por eso abandonar la exigencia terapéutica.
La cuestión tampoco está bien resuelta cuando, por razones
de «tiempo» o por no darle importancia, el paciente no se
desviste suficientemente: masaje de una mano con la manga
simplemente arremangada, o de la región lumbar con el
pantalón puesto. El exceso inverso es raro pero también
sería inaceptable. Dejemos de lado algunos pacientes un
poco exhibicionistas, a veces inconscientemente, y también
el comportamiento del masajista fuera de lugar. Pero existen casos más sutiles: por ejemplo, la adolescente que aún
no usa sostén pero que siente pudor de mostrarse desnuda;
la mujer de edad, visiblemente molesta por el hecho de desvestirse, etc. Se requiere entonces tacto para iniciar el masaje y además es esencial que la paciente se sienta en confianza y comprenda el interés de su tratamiento.
Independientemente de la necesidad de sentido común, se
puede establecer una regla: «se debe desvestir toda la
región masajeada y las zonas limítrofes». Es decir que para
masajear la mano, el miembro superior debe estar desnudo
ya que ciertos músculos poliarticulares y aponeurosis
remontan más allá del codo. La columna vertebral requiere
la libertad pelviana y por lo tanto el paciente debe estar en
slip y sin pantalón. El masaje de la cadera requiere un slip
en lugar de calzoncillos o bermudas. El sostén puede plantear un problema más delicado. No hay regla, el masajista
debe tener siempre en cuenta la posible incomodidad de la
paciente y también el riesgo potencial de su propia vulnerabilidad. No obstante, siempre existen soluciones: simplemente desabrocharlo, en posición ventral, retirarlo completamente, usar una toalla o el borde de la sábana para cubrir
el pecho, u otra disposición que permita a la paciente colocar esta parte de su cuerpo fuera del campo visual directo.
Masaje manual
La pregunta «con qué» hace pensar en el material y a
menudo se olvida lo principal: el masaje se practica «con»
las manos, órganos de contacto por excelencia [51]. No obstante, la pregunta se justifica por las variaciones posibles: se
puede masajear con la yema de uno o varios dedos, con la
palma de la mano, también con el dorso de la mano, incluso la parte dorsal de las uñas, con el antebrazo.
Anecdóticamente, se puede decir que es posible realizar un
masaje con los pies. La justificación de esta variante no es
evidente, supone por un lado un contexto psicológico particular, por ejemplo un campo de deportes, y más particularmente un tatami, ya que esta práctica es sobre todo
oriental. El masajista está generalmente parado sobre el
paciente, que debe ser de una contextura suficiente respecto al masajista, y además es preferible que este último disponga de un apoyo complementario para su estabilidad.
Este masaje se practica en ciertas regiones del cuerpo que

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pueden soportar peso: el paciente está acostado boca abajo,
se pueden así ejercer series de presiones-depresiones o
sobados sobre la planta de los pies, la cara posterior de los
muslos, las nalgas, la región lumbar y con mucho cuidado
sobre la región dorsal. Si el masajista se sienta para que la
presión sea más tolerable, queda condenado a una falta de
movilidad paralizante. Orientalismo o no, hay que convenir
en que esta práctica es totalmente anecdótica, mucho
menos rica que el uso de las manos, sobre todo rápidamente peligrosa debido a las limitaciones en juego y poco eficaz
a causa de la dificultad de relajarse para el paciente y a la
dosificación aleatoria por parte del terapeuta.
En cuanto a las «manos» del kinesiterapeuta, una observación se refiere a su higiene. Las uñas deben estar cortas y
limpias, el lavado de las manos debe ser riguroso y realizado antes de cualquier masaje, operación que debe repetirse
antes de cada paciente. En medio hospitalario, estas precauciones son obligatorias para evitar las infecciones nosocomiales. En medio liberal, también deben ser un reflejo.
En casos muy precisos se recurre a una protección: guantes
para masajear una escara, dedil para penetrar en las cavidades (boca, vagina, recto).
Masaje instrumental
Regularmente aparecen nuevos aparatos para masaje, que
también regularmente caen en desuso debido a la inaptitud
para reemplazar a la mano. No obstante, la tentación sigue
presente por dos razones principales: por un lado, la economía de fatiga para el masajista, y por el otro, en corolario,
la rentabilidad financiera. El impacto psicológico del «efecto máquina» viene a reemplazar la relación de receptividad
tisular, desde entonces ausente. Este efecto es fácil de sobreestimar permitiendo así reducir la duración de la sesión, e
incluso que el masajista se ausente o haga otra cosa. Existen
camillas que vibran y que permiten al paciente regular por
sí mismo la frecuencia, la intensidad y la duración del masaje. Es inútil decir más.
Existen sin embargo algunas excepciones. El caso ya evocado de ciertos vibradores que permiten tratar específicamente una zona según modalidades precisas. También se
puede mencionar el uso de estiletes redondeados para estirar localmente el tejido conjuntivo, rodillos, guantes, etc.
De modo general, son sólo aspectos marginales que no llegan a compararse con el masaje manual.
Productos de contacto
Estos productos pueden ser reclamados por el paciente,
quien les confiere virtudes medicinales exageradas, o por
algunos kinesiterapeutas que sitúan mal la razón del masaje,
el cual se basta a sí mismo y a menudo se ve dificultado por
los productos intercalados. También aquí se encuentran las
ganas de desplazar el interés de algo que no se domina bien:
en lugar de masajear se pasa una pomada, lo que da además
la ilusión de soltura gracias al deslizamiento fácil.
Los productos de aplicación cutánea son ciertamente los
más eficaces ya que se aplican in situ. Asimismo, pueden
prescribirse y utilizarse algunas medicaciones particularmente activas. Debe señalarse sin embargo que un producto
«muy activo» puede resultar peligroso, mientras que un producto no peligroso es probablemente también un producto
menos activo. Es conveniente consultar al médico. Por último, hay casos en los cuales el deslizamiento de la mano se ve
considerablemente dificultado por una pilosidad importante o por la transpiración sobre una piel frágil. En estos casos
se puede utilizar un agente de deslizamiento en pequeña
cantidad. El aceite no es práctico porque requiere un lavado
página 11
posterior. El talco tapa fácilmente los poros de la piel y si hay
humedad forma pequeños rollitos desagradables. Lo más
simple es el uso de «leche para bebé» o «leche desmaquilladora» de las cuales bastan algunas gotas para solucionar el
problema y no requieren lavado.
Por otra parte, hay que señalar que no sería juicioso desvalorizar una pomada apreciada por el paciente o prescrita
por el médico. Es fácil proponerle al paciente aplicársela
antes de acostarse, por ejemplo, disociándola así del masaje. Al menos esto se traducirá en un automasaje complementario.

¿Cuánto tiempo?
La duración, noción fácilmente cuantitativa, se considera a
menudo como un elemento de evaluación del masaje. Es al
menos la opinión frecuente del paciente. Se puede hablar
de un mínimo por debajo del cual sería difícil imaginar una
reducción mayor, es el tiempo necesario para crear el clima
propicio para la terapia y para obtener los primeros efectos
tangibles o fiables; no obstante, es un error sobrestimar el
tiempo.
El valor cualitativo del masaje es de lejos el elemento más
importante que debe tomarse en consideración. Y aquí la
subjetividad impide definir más: el masaje puede ser ejecutado mientras el masajista controla el intercambio sensorial
y mientras el paciente es receptivo y reactivo. En otras palabras, mientras no se vislumbre ningún signo de fatiga de
cualquiera de los dos protagonistas. Como en el deporte,
esta fatiga, no sólo debida al esfuerzo físico sino también a
una atención constante, existe antes de que aparezcan sus
primeras manifestaciones; por lo tanto hay que saber presentirla a tiempo.
En líneas generales, se puede decir que después de 30 a 40
minutos el masaje puede tornarse improductivo y los efectos disminuir en lugar de adicionarse. Esta duración es evidentemente función de otros dos parámetros: la superficie
a masajear, según se trate de un dedo o de una gran parte
del cuerpo, y los actos asociados al masaje, movilizaciones y
ejercicios diversos. La repartición del tiempo entre estos
actos puede sugerir que al principio del tratamiento el
masaje es más importante cuantitativamente que los ejercicios, y que poco a poco la relación se invierte. Son sólo
generalidades y en realidad es el terapeuta quien decide en
función del paciente y del momento.
Por lo tanto, no puede hablarse de un «masaje breve», lo
cual es una confesión de impotencia, ni de un «masaje prolongado», pasivo, únicamente en función de la exigencia
cuantitativa del paciente.

drenaje, validada por estudios experimentales. No obstante,
existen siempre orientaciones vinculadas a las concepciones
de unos y otros. Así, el drenaje linfático está representado
principalmente por dos técnicas: la de Leduc [34] y la de
Vodder [54]. Basándose en los trayectos colectores linfáticos,
estas técnicas hacen hincapié en la asociación cronológica
de dos tipos de maniobra: primero las maniobras de «llamada» y luego las maniobras de «resorción». El gesto
manual es extremadamente suave en presión para no colapsar los vasos linfáticos y asegura un empuje centrípeto
haciendo «rodar» la mano sobre los tegumentos. El efecto
producido puede prolongarse instrumentalmente con aparatos de presoterapia. Para más información, se remite al
lector a los artículos y libros referidos a estas técnicas [29].
Masaje reflejo

Métodos clásicos

Este término podría sorprender. ¿Existe un masaje que no
tenga un efecto reflejo? La respuesta es no. A partir de aquí, es
posible imaginar improvisaciones extremadamente variadas.
Actualmente, se designa como «masaje reflejo» las técnicas
que dejan de lado en gran parte el aspecto mecánico del
masaje para centrarse en el aspecto reflexógeno. Aquí también, diferentes «escuelas» coinciden o se combaten [22, 26, 27,
31, 39, 40, 48, 49
], pero lo esencial reside en una concepción de
base: el tejido conjuntivo, punto de partida de la reacciones
metaméricas, se trabaja y solicita mediante un estiramiento
unidigital que se realiza en zonas específicas. El dedo utilizado es generalmente el medio por razones de longitud y
de resistencia, ya que siempre es secundado por un dedo
próximo: el índice o el anular. El movimiento que genera se
denomina «trazo estirado». Este trazo puede ser largo,
siguiendo una inserción aponeurótica, o corto, «enganchando» el conjuntivo transversalmente al primero. El trazo
se desplaza formando una pequeña onda conjuntiva regular e indolora, o bien descubriendo resistencias debidas a
modificaciones patológicas, sugestivas de perturbaciones
profundas en el dermatoma correspondiente. En este caso,
el paciente experimenta una sensación de «cortadura»
característica. El masaje se realiza en primer lugar a nivel de
lo que se denomina la «construcción de base» (fig. 16) y
que corresponde a la zona lumbopelviana. Las maniobras
se continúan eventualmente sobre cualquier otra parte del
cuerpo que lo necesite y siguen en líneas generales la morfología muscular y aponeurótica. Existe una cartografía de
las zonas particularmente reflexógenas, especialmente a
nivel del tronco, correspondientes a los compromisos vasculares, hepáticos, ginecológicos, etc. Estas técnicas se desarrollan ampliamente en las rúbricas específicas de esta obra
y de la literatura.
Dado que la reflexología es tan caprichosa como las reacciones del cosquilleo, hay que ser prudente frente a los múltiples métodos que hacen encontrar el cuerpo humano bajo
el pie, en la oreja o en otra parte. En este estadio, esto sale
del campo de la masoterapia para entrar en el de las «medicinas paralelas».

Drenaje linfático manual (DLM)

Técnica de Grossi

El masaje con «objetivo circulatorio», concerniente a la circulación de retorno, ha sido desde siempre el fruto de una
elaboración más o menos intuitiva. Así, se creyó durante
mucho tiempo que las maniobras debían ser fuertes para
ser eficaces. Actualmente, se tiene más en cuenta la diferencia entre el compartimiento venoso y los compartimientos linfático e intersticial, entre los diferentes parámetros:
velocidad, dirección, presión óptima. En el plano venoso, se
sabe que el masaje juega un papel mecánico y reflejo y que
debe relacionarse con la contracción muscular, con los estiramientos aponeuróticos [25], con la respiración. En el
plano linfático, esto permitió deducir una concepción de

Está destinada al aparato digestivo. Se trata de estimulaciones particularmente suaves, inducidas con el extremo de los
dedos o el dorso de la uña, a veces incluso con un pincel.
La maniobra se define por trazos ligeros circunscribiendo
los órganos abdominales [3, 24], para suscitar la acción reflexógena de la superficie hacia la profundidad.

Algunos métodos

página 12

Métodos anecdóticos
Se trata generalmente de técnicas cuyos promotores garantizan la originalidad y erigen bastante a menudo en métodos autosuficientes. Nuestra posición es más reservada: en
Kinesiterapia

MASAJES

26-100-A-10

Técnica de Bugnet

16

La «construcción de
base» requiere una
excelente ubicación
recíproca del enfermo
y del terapeuta.

el plano práctico, son en realidad concepciones que hacen
hincapié en tal o cual aspecto que el masaje «clásico», en el
sentido peyorativo de la palabra, no supo aprovechar; en el
plano teórico, se apoyan a veces en razonamientos aún no
demostrados o que no agregan nada a lo conocido, si no es
en la formulación.
Rolfing
Proviene del nombre de Ida Rolf que ha explotado este tipo
de maniobras. A diferencia de los deslizamientos considerados demasiado superficiales, este método preconiza el
empleo de presiones fuertes, permitiendo actuar en profundidad y masivamente sobre el reajuste gradual del
músculo y los elementos aponeuróticos, lo cual es interesante. Comprende, por ejemplo, maniobras de sobado
practicadas con el puño y fricciones apoyadas. Esta técnica
ha sido poco utilizada en razón de su carácter bastante agresivo. Dolto también preconizaba el uso del codo para actuar
más en profundidad, en ciertas circunstancias.
Masaje manipulativo
Este término requiere un comentario. Por un lado, resulta
evidente que masaje y movilización están íntimamente relacionados. La tecnicidad de uno se alimenta de la tecnicidad
del otro y es así como se observan maniobras masoterapéuticas totalmente acopladas a movilizaciones específicas de
pequeñas articulaciones, como en el pie, la mano, la columna vertebral, maniobras que algunos denominan «masaje
manipulativo» en el sentido etimológico del término. Por el
otro, para quienes no comparten la idea precedente y consideran el masaje como eminentemente estático, la concepción movilizadora es el atributo de un método, así por ejemplo la técnica de Terrier y Benz [4].
El interés del refuerzo propioceptivo del masaje y de la
movilización conjugados es evidente: la vigilancia segmentaria, a menudo insuficiente, se obtiene a partir de tales
maniobras que pasan revista a los movimientos axiales fisiológicos.
Técnica de Rabe
Es bastante particular ya que se pueden encontrar varios
aspectos evocados separadamente por otros autores. En
líneas generales, esta técnica asocia un masaje, a menudo
en el suelo, estiramientos aponeuróticos y estimulaciones
manuales que se expresan por tomas amplias. Por lo tanto,
se encuentran muchos de los aspectos de una tecnología
bastante rica, exceptuando la solicitación muscular, y si se
supera el metodismo propuesto, se pueden encontrar estos
elementos en la práctica cotidiana.

Como en el caso anterior, la práctica de la contracción muscular pareció «olvidada» por algunos autores. El trabajo
sobre un paciente impasible es una amputación de la riqueza terapéutica del masaje, especialmente en el plano muscular. Este aspecto fue recuperado por la técnica de Bugnet,
que asocia maniobras ejecutadas con los dedos en pinza, de
modo de asir una porción suficiente de masa muscular, a
una contracción voluntaria, facilitada simultáneamente por
estimulaciones de orden cutáneo y muscular debidas a la
presión sobre el cuerpo carnoso y estimulaciones de orden
psicomotor por la focalización incisiva del gesto y por la estimulación verbal. No hay prácticamente solicitación articular ya que la contracción muscular es estática o con poco
desplazamiento óseo. Muchos terapeutas ignoran a este
autor pero masajean utilizando tales procedimientos.
Técnica de Vögler
A diferencia de los otros métodos, se trata de una concepción particular que permite abordar el periostio como objetivo del masaje. El autor establece una cartografía basándose en la relación entre el periostio y los otros órganos,
actuando por lo tanto a partir de solicitaciones destinadas a
la periferia ósea. La maniobra, muy localizada y próxima
del MTP de Cyriax, permitiría detectar zonas dolorosas del
periostio y tratarlas con fricciones circulares y en estrella,
ejecutadas al límite del dolor soportable.
Fasciaterapia
El abordaje terapéutico de las aponeurosis es una realidad ya
que sus elementos de envoltura y separación son diversamente solidarios de las estructuras próximas. Esto requiere
un abordaje amplio ya que estas membranas tejen un verdadero «esqueleto fibroso» subcutáneo con prolongaciones
intermusculares. Lamentablemente, este hecho no ha tenido un impacto suficiente y han surgido «descubridores» que
erigen prácticas a menudo impregnadas de concepciones
marginales. Liberado de todo dogma, el abordaje de las fascias es un componente integrante de la masoterapia. Las
maniobras deben tratar de despegar el plano superficial del
plano subyacente y sobre todo realizar un examen minucioso de las zonas de inserción aponeurótica, las zonas de modificación (donde una aponeurosis adherente se libera y desliza libremente o se desdobla). Las tomas suelen ser amplias,
pegadas a la piel para no interponer un deslizamiento a este
nivel. La maniobra puede ser reducida y lenta o, por el contrario, tirar con golpes secos en el sentido de las fibras o
transversalmente. En cambio, hay que diferenciar, ya que no
forman parte de este masaje en sentido estricto, las técnicas
destinadas al trabajo de las cadenas musculoaponeuróticas
como en la concepción en diagonales de Kabat o en los estiramientos miotensivos de tipo «stretching».
Aspiroterapia
Constituye un aporte tecnológico que se basa en una
maniobra imposible de realizar sin un instrumento: la aspiración. Es, en cierto modo, una versión actualizada de las
antiguas ventosas. Existen dos campos de aplicación: el
masaje-desprendimiento de los tegumentos cuando su
libertad está restringida por adherencias, retracciones, estados hipotróficos diversos, o bien el abordaje de una zona
celuloadiposa en el contexto de tratamientos limítrofes con
el masaje estético, donde se requieren aún verificaciones. El
material es un «cabezal aspiratorio» que se desplaza sobre la
piel vaselinada para facilitar el deslizamiento. El aparato
página 13
más simple, aunque limitado, es un simple aspirador de
veneno, pero existen sistemas muy sofisticados. Se debe llamar la atención sobre los riesgos de una inversión onerosa
en este tipo de material y las exigencias financieras de rentabilidad subsecuentes que pueden condicionar la actividad
del profesional.

Acciones y límites del masaje
Acciones
Son a la vez de origen mecánico y reflejo [30]. Se hace variar
la proporción de una u otra según las técnicas.
Acciones directas

Adyuvantes del masaje
Los adyuvantes siguientes hacen intervenir la movilización
tisular ya sea en un medio diferente, como el agua, ya sea
por un medio diferente, como los ultrasonidos. Estos procedimientos se mencionan sin comentarios detallados ya
que habitualmente se clasifican dentro de la «fisioterapia» y
remitimos al lector a los artículos concernientes.
Criomasaje
El uso del frío no es propio del masaje. No obstante, este término se utiliza a veces para precisar que no se trata de una
simple aplicación de bolsa de hielo, por ejemplo, sino de un
masaje de escaras con cubitos de hielo. Estas maniobras están
destinadas a la parte de piel viva que bordea una superficie
necrosada, la cual sufrirá, además de la estimulación mecánica, un efecto reactivo: la rápida vasoconstricción inicial deja
lugar a una vasodilatación más durable, que preside los fenómenos de regeneración del tejido sano. Fenómeno equivalente al que se observa cuando jugamos con nieve: luego del
frío se produce una sensación de quemadura.
Presoterapia
Si bien la mano puede hacer presión, se reserva este término al uso mecánico de presión sobre un segmento de miembro. Puede tratarse directamente de un chorro de aire, que
es rápidamente traumatizante para los tejidos y los capilares, puede ser un manguito de plástico en el cual se introduce el miembro y que se infla y desinfla rítmicamente
mediante un control eléctrico, transmitiendo así presiones
intermitentes. Estas son dosificadas en duración, ritmo e
intensidad y a veces acopladas al ritmo cardíaco. Estas últimas técnicas, según su sofisticación y la seriedad de su
empleo, pueden contribuir a completar un masaje de DLM
o, por el contrario, caer en el dominio comercial.
Hidroterapia
No forma parte del masaje en el sentido «manual» del término. No obstante, la frontera es borrosa entre las definiciones y se puede admitir que el masaje con un chorro de
agua, variable según la presión, el caudal y el movimiento al
cual puede asociarse, es una rúbrica de la masoterapia.
Asimismo, este chorro puede ser utilizado bajo el agua, lo
que modifica su comportamiento creando efectos de remolinos, de turbulencias, que son variaciones asociadas a la
balneoterapia. La talasoterapia suma los efectos específicos
del agua de mar y del clima marino pero utiliza las mismas
técnicas [46].
Ultrasonidos
Se los puede mencionar brevemente dado que la vibración
ultrasónica constituye un micromasaje en profundidad de
los tejidos. Según el tipo de ondas emitidas, los efectos son
fibrolíticos, antiinflamatorios, térmicos. Se aplican directamente mediante un «cabezal de cuarzo» recubierto con un
producto de contacto, o bien por intermedio de agua, en
un pediluvio o maniluvio. Su uso es frecuente y simple
cuando los parámetros están bien establecidos. No reemplazan la acción de la mano, de la cual difieren totalmente,
pero suman un elemento específico en el tratamiento de
ciertas patologías, especialmente traumáticas.
página 14

Sobre la piel
La piel es un órgano que nunca deja de estar involucrado
en el masaje. Frontera omnipresente, dejando de lado las
mucosas, está ampliamente expuesta a los riesgos traumáticos (heridas, quemaduras) y posquirúrgicos (cicatrices, bridas, retracciones, incluso escaras) [17]. El papel del masaje
es sobre todo mecánico, tanto si se trata de eliminación de
células descamativas como de un trabajo sobre la deformación de una zona retráctil, jugando con la extensibilidad de
los tejidos, con el alargamiento remanente que puede resultar de una postura masoterapéutica. La circulación superficial también está involucrada.
Además, debe sumarse el efecto del masaje sobre los elementos sebáceos y sudoríparos, tanto por vía refleja como
mecánica [5].
Sobre el tejido conjuntivo
Habitualmente existen dos puntos de vista. Por un lado se
consideran sus cualidades mecánicas y las alteraciones que
comprende; por el otro se lo considera como localización
de receptores nerviosos que dan origen a circuitos reflejos.
— En el primer caso, el masaje retoma los componentes clásicos: efectos sobre la circulación local, sobre los trastornos
celuloadiposos dolorosos, sobre induraciones diversas, etc.
[22, 28]. Se puede aprovechar la ocasión para evocar la «celulitis», siempre objeto de afirmaciones más comerciales que
médicas. En efecto, puede existir efectivamente un problema, a veces importante, en estas celulalgias con frecuencia
antiestéticas, para el cual el masaje, junto con el resto de la
kinesiterapia y los tratamientos medicodietéticos e higiénicos, puede aportar soluciones. En cambio, la noción del
masaje adelgazante es falsa y mercantil.
— En el segundo caso, se utiliza la terminología de «masaje
reflejo» empleada oficialmente ahora. Corresponde a un trabajo poco centrado en el aspecto mecánico y que valoriza al
máximo la búsqueda de efectos reflejos, por ejemplo a nivel
de los dermatomas. Este tipo de masoterapia se basa en la
acumulación de conocimientos empíricos, experimentales, y
en las justificaciones teóricas que se cree poder aportarles.
Algunos nombres están relacionados con técnicas particulares: Dicke, Kohlrausch, Teirich-Leube, Head, Mackenzie.
Sobre ciertos tejidos particulares
Se pueden citar las mucosas, a veces abordadas por el masaje: mucosas bucales en caso de masaje de la cara, algunas
mucosas de la pelvis menor en uroginecología; en las
maniobras vinculadas a la reeducación del posparto y al tratamiento de sus cicatrices o a la reeducación de los pacientes con incontinencia urinaria. En todos los casos, la mucosa se masajea esencialmente en tanto que pared correspondiente a un órgano. Por lo tanto, es sobre todo con una
óptica reeducativa, exceptuando algunas cicatrices viciosas,
que hay que considerar este tipo de masaje.
Sobre el músculo
Este órgano es el más citado a propósito del masaje, por un
lado porque es el motor, sensible [35, 36], sobre el cual pesa
toda la atención; por el otro porque, por razones prácticas,
su volumen flexible atrae espontáneamente la mano. El
masaje de un cuádriceps es un acto que parece evidente, sus
variaciones imponen sin embargo una reflexión [9, 47]. Dado
Kinesiterapia

MASAJES

que el músculo es un órgano completo, receptor y actor, la
masoterapia puede desplegar todas sus posibilidades: calmar
el juego de contracturas dolorosas, o por el contrario reactivar los husos neuromusculares en dificultad, jugar con los
reflejos idiomusculares. No hay verdadero trabajo de vigilancia o de refuerzo sin el gesto masajeante que permite
revelar o ajustar la respuesta correcta de las masas carnosas.
Se puede agregar el masaje tendinoso, sobre todo con las
técnicas de MTP ya citadas. En efecto, cuando se piensa en
«masaje muscular» se tiene sobre todo la imagen de manos
atareadas sobre la parte media del músculo, carnosa, saliente y fácil de asir. Dicho de otro modo, se olvida demasiado
a menudo el masaje de los tendones y de las inserciones
musculares, que están igualmente involucrados, y ciertos
puntos dolorosos conocidos como los puntos de Knap [32].
Sobre la circulación de retorno
Este término evoca los problemas de estasis. En todos los
tiempos, el hombre ha llevado la mano a las regiones invadidas por sensaciones de «pesadez» para tratar de reactivar
la corriente circulatoria. Se sabe que otras técnicas deben
utilizarse conjuntamente: por un lado, posición en declive y
descanso, por el otro actividad muscular para evitar el efecto nocivo de la pesadez sobre miembros demasiado estáticos, respiración, fisioterapia, etc.
El masaje, limitado durante mucho tiempo a maniobras centrípetas, tomó importancia con el DLM que da resultados
sorprendentes en diversos trastornos, especialmente después
de una radioterapia o cirugía ganglionar. Existen variantes,
entre ellas la de Leduc, ya citada. Lo esencial es evitar la estasis reactivando el flujo del lecho vascular por todas las vías
aún funcionales, incluso favoreciendo nuevas [50]. El papel
que se le ha atribuido a la «plantilla» venosa superficial del
pie es erróneo. Por otra parte, no existe «sistema perforante» en la planta del pie y la red de vénulas superficiales sólo
toma un aspecto hipertrofiado, denominado a veces «venas
de Lejars», en afecciones de estasis varicosa. En cambio, la
red profunda desempeña un papel esencial por la influencia
a este nivel de diversos factores (marcha, contracción muscular, masaje, etc.). Además de la posición en declive, si el
masaje se dirige a la red venosa superficial de los miembros
(generalmente la inferior teniendo en cuenta las patologías), la presión de la maniobra es liviana, la velocidad es
lenta (la evacuación puede ser seguida visualmente) y el ritmo también, para permitir la depleción de la vena. Cuando
se trata de la red profunda, la presión es más fuerte y es conveniente utilizar la compresión muscular y aponeurótica
para actuar sobre el conjunto de la red.
Sobre la circulación arterial
Se piensa principalmente en los cuadros de arteritis. Nada
ha sido suficientemente demostrado al respecto [18, 20], pero
en la práctica se sabe que el masaje es un punto fuerte de la
atención terapéutica de estos enfermos a menudo dimisionarios y afectados por la disminución de sus capacidades. El
masaje estimula la actividad periférica, solicita las masas carnosas e impulsa la bomba sanguínea que éstas representan.
Asimismo, junto con el resto de la kinesiterapia, estimula la
actividad general, especialmente cardiorrespiratoria, y permite recuperar en las mejores condiciones lo que aún
puede serlo.
Sobre el sistema nervioso
Se dice que el sistema nervioso posee elementos «latentes»
y que, de modo general, está orientado hacia una gestión
económica de los datos que recibe. Se recuerda a menudo
el papel sedante del masaje, su aspecto relajante, analgési-

26-100-A-10

co. Esto es muy insuficiente si no se considera su función de
«despertar»: frotamiento de los párpados al despertarse,
frotamiento de las manos preparándose para la acción. Hay
que subrayar esta acción «movilizadora» en el sentido casi
militar de la palabra «movilización». El mensaje masoterapéutico tiene un interlocutor: el sistema nervioso.
Sobre el hueso
No se practica un masaje sobre el hueso sino sobre lo que
se encuentra alrededor. La acción sobre el sistema óseo es
indirecta, mediada por otros sistemas, especialmente el circulatorio y muscular.
Sobre las articulaciones
Esta es una zona clave donde el masaje actúa a dos niveles: a
nivel anatómico, de sus componentes: cápsula, ligamentos,
tendones, planos de deslizamiento, etc. y a nivel funcional,
del movimiento: fluidez, control, estiramiento que genera
una limitación, etc. Hay que señalar que masaje y movilización están íntimamente vinculados: no se puede masajear
bien sin movilizar ni movilizar bien sin masajear. Esto es
tanto más cierto cuanto más pequeños son los segmentos:
trate de masajear una mano sin mover la articulación.
Sobre el aparato cardiovascular
La acción kinesiterapéutica es conocida principalmente por
su participación en la reeducación para el esfuerzo.
Algunos autores [23] y Samuel [45] han evocado la resonancia del masaje sobre el ritmo cardíaco y la presión arterial,
aumentando el primero, con aumento del gasto cardíaco, y
disminuyendo la segunda. No obstante, estos efectos son
siempre fluctuantes y dependen de la modulación tecnológica de la maniobra (intensidad, velocidad, ritmo, etc.).
Sobre el aparato respiratorio
En el plano estrictamente visceral, la actividad respiratoria
está relacionada con la actividad cardiovascular y, a este título, el masaje y sus modulaciones activas permiten actuar
sobre el sistema pulmonar. No obstante, no hay que olvidar
que este sistema es el resultado de una interacción de tipo
«continente-contenido» y que a este nivel el masaje debe
trabajar sobre la envoltura cutaneomusculoesquelética toracodorsal; sin hablar de las repercusiones de la estática vertebral y del trabajo masoterapéutico que ésta exige.
Sobre el aparato digestivo
¿De qué modo actúa la mano cuando la persona que tiene
«dolor de vientre» se frota espontáneamente? El calor, el
efecto reflejo, el efecto mecánico sobre el tránsito...; seguramente una conjugación de los tres. Es así que la movilización visceral, combinada con la respiración y con la estimulación muscular, permite actuar sobre intestinos átonos o,
por el contrario, sobre vísceras en estado espasmódico [2].
Algunas técnicas hacen hincapié en el efecto reflejo, como
la de Grossi, otras en el efecto mecánico, otras incluso en la
vivencia particular vinculada a esta zona [15], evocadora
también de la fecundidad.
Sobre la función urinaria
No se trata de problemas infecciosos, ni de afecciones neurológicas para las cuales se utilizan otros elementos de la
paleta kinesiterapéutica. Se trata más bien de la activación
de esta función, tanto por la acción a nivel circulatorio
como por la dinamización del individuo y por sus acciones
reflejas [19]. No obstante, hay que recordar que el masaje se
articula siempre con el resto del acto kinesiterapéutico.
página 15
Sobre el metabolismo
Si bien faltan estudios sobre el tema, se constata que el
masaje potencializa las reacciones equilibrantes de un individuo, por ejemplo en cuanto a las secreciones endocrinas
y exocrinas. Hay que destacar esta acción «eutónica» ya que
difiere totalmente de la acción medicamentosa. Esta última
actúa siempre en sentido único: un laxante libera una
retención pero una dosis demasiado elevada provoca diarrea; un constipante suprime la diarrea pero su exceso bloquea el tránsito. En cambio, el masaje concurre a un objetivo fijado pero sin sobrepasarlo nunca, participa en la
homeostasis del individuo. Por ejemplo, se puede utilizar el
masaje tanto en el contexto de un tratamiento médico adelgazante, por diversas razones, como en caso de anorexia. La
dificultad proviene siempre de la imposibilidad de evaluar
los factores en juego, comenzando por el psiquismo.
Sobre la higiene
Este aspecto se encuentra más allá del estadio terapéutico
aunque en la misma línea: la fricción, la «limpieza» de la
piel, el frotamiento de los ojos al despertarse son tantos
actos reflejos que llevan al masaje. Éste pasa a ser una consecuencia lógica cuando se trata de descansar un cuerpo
fatigado, de estimular un miembro dormido, de aumentar
la sensación de estar «en forma».
Sobre el psiquismo
Se puede mencionar la correspondencia eterna «mens sana
in corpore sano». El masaje ha constituido siempre un
vínculo entre la higiene gimnástica y la valorización mental
del individuo, el goce de existir: flexibilidad de los tejidos y
plenitud psicológica [16]. Por otro lado es un incentivo que
permite «hacer pasar» más fácilmente ciertos aspectos de
los tratamientos no tan bien aceptados.
Acciones indirectas
Dinamización del paciente
Cualquiera sea el límite de las técnicas kinesiterapéuticas y
de su validación, la mano es un elemento sin igual en los
diferentes espectros terapéuticos: es a la vez el contacto y la
expresión de un contacto. En otras palabras, la mano «suscita». Salvo tal vez en los pacientes comatosos. En todo caso,
la mano que asume un contacto dirige sus efectos en el
acompañamiento del movimiento, comunicando con el
músculo gracias al juego de presiones y depresiones que
desarrolla. Toda esta inversión propioceptiva y su repercusión sobre la vivencia, sobre una realización concreta, constituyen un estímulo valorizante y perceptible que potencializa los esfuerzos de un paciente. La mano que toca mediatiza la voluntad de éxito común. Frente a una máquina, el
paciente tropieza rápidamente con sus dificultades, sin
hablar de las del aparato, cosa que la mano sabe disipar
manejando las informaciones y solicitaciones, dando ánimos en el buen momento y en el buen lugar.
La mano que masajea, independientemente de los efectos
mecánicos y reflejos, actúa sobre el músculo o el cuerpo del
mismo modo que la estimulación verbal sobre el deportista
en competición, siendo un incentivo poderoso para la victoria. Es curioso oír: «no vale la pena masajear», se trata
entonces de un kinesiterapeuta que desconoce su poder y
por lo tanto su deber.
Efecto placebo
Aquí se podría prolongar lo dicho en el párrafo precedente,
ya que de esta dinamización nace fácilmente una convicción
íntima que, en función de la «fe» del enfermo, puede superar ampliamente las expectativas lógicas. Es la magia de la
«imposición de las manos». El paciente obtiene su fuerza de
la fuente que es su terapeuta y todo puede confirmarlo en
página 16

esta óptica: el calor agradable de las manos que, además del
agrado, sugiere un magnetismo o fluido capaz de curar, o un
sosiego como el que conoce el recién nacido cuando la
mano materna lo toca. Este tocar se acerca a la haptonomía
desarrollada por Bernard This y Catherine Dolto-Tolitch
[15]. También es interesante saber utilizar inteligentemente
la parte de esta «fe» que puede servir al enfermo en los
momentos difíciles, siendo necesario ser prudente para no
caer en lo sobrenatural. A veces puede ser difícil para el
masajista resistir al poder y no subirse al pedestal que le tienden los pacientes; éste debe tener presente que no es un
gurú y debe aceptar un éxito modesto. El efecto placebo es
abordado en los «grupos Balint»; el kinesiterapeuta puede
entonces sondear sus propias resonancias.
Relación con la sociedad
El masaje a veces forma parte de un contexto social, como
en ciertos países del tercer mundo donde el masaje familiar
y de los niños representa una actividad normal. En nuestros
países, esto es diferente, pero actualmente la moda de las
«medicinas naturales» por un lado y la noción de «derecho
al bienestar» por el otro crean un clima nuevo. Se puede
decir simplemente que el masaje ha abandonado su aspecto marginal para pasar a ser un tipo de terapia particularmente apreciado del público general. La no violencia de su
carácter no invasivo, la personalidad tranquilizadora del
kinesiterapeuta, entre el poder médico y el contacto con el
paciente, crean un plebiscito favorable al masaje.

Límites
Absolutos
Son pocos, generalmente resultan del sentido común. Se
trata principalmente de las patologías inflamatorias en fase
de brote. Por otra parte, se pueden evocar las dificultades
de discernimiento en materia de prohibición señalando
que en los países europeos se ha descuidado durante
mucho tiempo, incluso contraindicado, el masaje de los
niños, con el pretexto de los efectos oscuros sobre el crecimiento, mientras que en otros países (India, África, etc.)
estas prácticas eran ancestrales. La razón no confesada era
el riesgo de erotización en civilizaciones donde el contacto
corporal conoció muchas prohibiciones morales.
En una línea de pensamiento cercana se puede decir que
«todo» el cuerpo humano puede ser masajeado, pero que el
contexto estrictamente terapéutico excluye, por razones evidentes, la zona sexual y el pecho en la mujer. Por lo tanto, no
se trata de una contraindicación en el sentido médico sino de
una reserva relativa a las zonas sexuales o erógenas.
Relativos
Por definición estas contraindicaciones no son prohibiciones sino llamados de atención a la vigilancia. Sin esta precaución podrían producirse efectos negativos o de intolerancia. Esto abarca dos dominios: el propio de ciertas patologías y el propio de ciertas zonas del cuerpo.
— Entre las primeras, se encuentran las patologías cancerosas, donde está contraindicado abordar la zona evolutiva,
lo cual no quiere decir que no se pueda actuar en otras
zonas por otras razones.
— Entre las segundas, se encuentran las zonas de pasajes
vasculares donde el masaje puede ser practicado a condición de evitar toda maniobra agresiva, a pesar de que fueron consideradas durante mucho tiempo como zonas de
prohibición absoluta. Entre ellas, el pliegue del codo tiene
mala reputación debido al riesgo de osteoma del músculo
braquial. En realidad, esta zona requiere siempre prudencia independientemente del masaje.
Masajes
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Masajes

  • 1. ENCICLOPEDIA MÉDICO-QUIRÚRGICA – 26-100-A10 26-100-A-10 Masajes M. Dufour Advertencia Datos corrientes Para unos el masaje es un arte, incluso un don, para otros es una ciencia. Para unos se destina a ciertos tejidos, para otros al ser humano en su totalidad. Se podría continuar indefinidamente la lista de apreciaciones discordantes respecto al masaje. Hay que reconocer que su enfoque es delicado: se puede describir una técnica quirúrgica, una técnica radiológica, una evaluación kinesiterapéutica, un ejercicio de refuerzo muscular, una movilización pasiva, pero describir el masaje parece una empresa tan pretenciosa como tratar de razonar la poesía: se es sensible o no. Asimismo, se constata que ciertas personas tienen cualidades manifiestas para el masaje y que otras son torpes a pesar de un interés real. En efecto, el masaje se caracteriza por su relación no sólo con los tejidos que poseen cualidades mecánicas identificables, y con un teclado sensorial que modifica continuamente los datos, sino también con una integración gratificante, con resonancias psicoafectivas difíciles de delimitar y de las cuales, no obstante, hay que tomar conciencia para no quedar atado. De esto surge la impresión de don que hace pensar que «no se aprende» a masajear, así como se podría decir que no se aprende a acariciar. Diferentes niveles de formación Teniendo en cuenta lo que se acaba de decir, se podrían describir grados de pedagogía crecientes referidos al aprendizaje del masaje. Nivel «lambda» © Elsevier, París Es el nivel al cual puede aspirar todo el mundo. No hace falta hacer estudios para tener el reflejo de frotarse vigorosamente el codo que nos hemos golpeado contra una pared. Tampoco cuando tenemos dolor de vientre y sentimos necesidad de doblarnos un poco hacia adelante para frotarlo con movimientos circulares. Este aspecto no es despreciable ya que por un lado suele originarse en realidades concretas y por el otro constituye el primer paso del proceso de hacerse cargo de sí mismo sin el cual un tratamiento kinesiterapéutico fracasa. Michel DUFOUR: Masseur-kinésithérapeute, moniteur cadre en massokinésithérapie, DU de biomécanique, enseignant à l’EFOM, 118 bis, rue de Javel, 75015 Paris. Nivel metódico La experiencia aportada por el tiempo, la intuición y el empirismo permitió elaborar una suma de conocimientos prácticos muy interesantes. Este saber era propio de los «masajistas», quienes, valiéndose de su experiencia, podían aspirar a ejercer su «arte» en el dominio de la salud o de la higiene. Es evidente que este tipo de situación conduce directamente a un estancamiento en la rutina y al encierro esclerosante de todo conocimiento en conceptos rígidos, definidos de una vez para siempre, con pocas probabilidades de coincidir con el saber médico. Este nivel metódico produce más «iniciados» que profesionales. Es una concepción que, lamentablemente, prevalece todavía para muchas personas. Nivel racional del análisis escolar Partiendo del conocimiento empírico, la enseñanza se vio obligada a formalizar, y por lo tanto a justificar, un cierto número de prácticas y maniobras que responden a objetivos bien establecidos. Esta actitud más racional toma prestada la experiencia de la precedente pero le suma un rigor mayor y una lógica en el enfoque tecnológico. Es el nivel más corriente actualmente. Nivel denominado científico Lo que se acaba de decir deja todavía un buen número de cuestiones no resueltas y por lo tanto abre la puerta a espíritus «investigadores» que tratan de «validar» las técnicas a partir de los efectos probados científicamente. Esta actitud es loable y útil, pero tropieza con dos dificultades. — La primera, la más evidente, es que existe el riesgo de tener que esperar mucho tiempo para validar maniobras cuya eficacia se conoce sin que haya sido demostrada. Esto no significa una denigración del método científico, sino simplemente una desconfianza frente a la pasión «cientificista» que pretende que sin ciencia no hay salud. — La segunda es que así como se pueden calcular fácilmente las cualidades biomecánicas de un tejido, no se pueden «cuantificar» los datos psicosensoriales del paciente, del terapeuta y del intercambio que resulta en función de un contexto dado. La experimentación realizada hace unos años para comparar la validez de tres técnicas de reeducación [8] haciéndolas practicar alternativamente por tres kinesiterapeutas, para evitar un conocimiento eventualmente mejor de uno u otro, permitió simplemente constatar que era siempre el mismo profesional el que obtenía los mejores resultados, independientemente del método utilizado. Esto debe ser página 1
  • 2. probablemente aún más cierto para el masaje solo, que vehiculiza una subjetividad mayor que un ejercicio reeducativo. Síntesis: un enfoque práctico De los diferentes niveles mencionados anteriormente, se puede retener que limitarse a uno de ellos, cualquiera sea, es un error. El masaje hace intervenir al mismo tiempo la subjetividad intuitiva, el rigor metódico de maniobras elaboradas en base a una justificación lógica y, en el mejor de los casos, el conocimiento de una validación experimental. Simplemente hay que ponerse de acuerdo sobre el término «científico», cuya raíz latina es scire: saber. Existe una diferencia entre «saber» todo sobre la molécula de cloruro de sodio y «saber» salar la sopa. Estos dos aspectos del «saber» son diferentes, complementarios, no necesariamente relacionados entre sí; no tiene sentido elegir entre uno u otro, hay que admitir la pluralidad de procedimientos correctos que permiten obtener eficacia en un dominio tan complejo como el del ser humano. En este capítulo se tratará el masaje en dos partes: por un lado sus generalidades, su historia, sus clasificaciones, sus efectos, los principales métodos, y por el otro su práctica, por regiones, con los puntos fuertes de lo que puede esperarse de ciertas maniobras o posiciones. Generalidades e historia Masaje y cuerpo La palabra «masaje» data de la antigüedad del hombre. La lingüística la relaciona con el término griego massein, que traduce la acción de frotar, o el hebreo massech, que indica la acción de palpar, o incluso el término árabe mass, con el mismo significado. El término latino manus, mano, se parece bastante al sánscrito manas, que expresa la acción de pensar, lo cual probablemente no es un azar cuando se sabe cuánto se relaciona la inteligencia con la mano [51]. Posiblemente la acción de «masajear» se remonta al momento de liberación de la mano al servicio del miembro superior. Este instrumento polimorfo permitió al hombre imponer su voluntad de modo más preciso y sutil que por el uso de dientes o uñas: el tacto, la captación y el golpe dirigido enriquecieron el contacto, tanto para atacar o defenderse, como para acariciar o «hacer bien». Se podría remontar incluso a un período anterior al hombre y decir que ya en el animal la lamida constituyó probablemente la forma más antigua de «cuidado del cuerpo». De modo más histórico, se sabe que los pueblos antiguos tuvieron varios ejes de prácticas «médicas»: el de la magia pura y simple con encantamientos, los ritos a los dioses curanderos, más tarde el de la farmacopea naciente con drogas, plantas medicinales y preparaciones diversas, seguido por el de los comienzos de la cirugía de terreno, con trepanaciones y amputaciones, por último el de las manos, práctica que se encuentra por todas partes en los ensalmadores de todas las épocas, curanderos, masajistas, higienistas y gimnastas. La mano participa además en las diferentes elaboraciones recién mencionadas, por la imposición de las manos, la manufactura de los ingredientes, el manejo del escalpelo, el masaje. Estas formas primitivas duraron mucho tiempo, hasta la época moderna, con variaciones según las épocas y las motivaciones. Estas últimas son difíciles de analizar ya que el contacto del cuerpo siempre fue y será un acto «grave», cualesquiera sean las variables de lugar y momento. En efecto, sin pretender hacer un ensayo sobre el cuerpo, se puede señalar, a título de ejemplo, que en Oriente no página 2 existen prácticamente formalismos en cuanto a la desnudez en la vida cotidiana, no obstante, exceptuando los motivos eróticos de la India antigua, el arte se conjuga siempre con vestimentas y adornos extraordinarios, mientras que en Occidente la desnudez fue desde muy temprano sospechosa en la vida cotidiana pero perfectamente admitida en un contexto artístico (escultura, pintura, etc.). Por otra parte, se sabe que ciertas épocas han llegado al laxismo más permisivo en el «comercio del cuerpo», mientras que otras han sido netamente más reaccionarias al respecto. El cuerpo nunca dejó indiferente y las menores necesidades cotidianas recuerdan a los olvidadizos que no se lo puede ignorar. La mano que lo toca suscita un acto donde los dos protagonistas están comprometidos en un mismo diálogo; la cuestión es definir el sentido. Historia Si bien en la Antigüedad han surgido ejes de medicina, éstos tuvieron una evolución particular según los continentes. En Europa, después de los temores medievales, el Renacimiento acentuó el impulso anterior, pero fue necesario llegar al siglo XIX para conocer una verdadera revolución gracias al progreso de la cirugía militar, los comienzos de la anestesia y de los medicamentos modernos, la era de Pasteur, y por último, al siglo XX con las dos grandes guerras causantes de inválidos mayores y las exigencias de reconocimiento de la reparación. Médicos y cirujanos evolucionaron y a su vez las religiosas enfermeras fueron reemplazadas por cuerpos de enfermero(a)s y personal paramédico o auxiliares médicos. La kinesiterapia, recién llegada, conjugó dos grandes orientaciones terapéuticas: el masaje y las técnicas movilizadoras, tanto pasivas como activas, analíticas o gimnásticas, con la base fisioterápica como adyuvante. Masaje actual El «masajista diplomado» heredó un pasado impreciso donde el masaje fue asimilado alternativamente a una práctica higiénica, a un lujo, a una práctica «de riesgo» (que explica la moda de los «masajistas ciegos» en una época), incluso a una credulidad ligada al «magnetismo». Este pasado reciente, poco valorizante, sugirió a algunos masajistas que la madurez profesional se traduciría por una práctica más «técnica», con aparatos de masaje, vibradores imponentes, rodillos diversos. El fracaso lógico del abandono de la mano hace que ésta vuelva actualmente a su lugar legítimo: interfase ineludible entre el cuerpo del terapeuta y el del paciente. Boris Dolto [11] supo ilustrar esta imagen aliando contacto manual, riqueza manipulativa del masajista y efecto significativo de la relación terapéutica. Preguntas sobre el masaje Sacar en limpio los diferentes elementos que deben abordarse para estudiar el masaje significa plantearse preguntas muy simples: ¿por quién? ¿para quién? ¿cuándo? ¿por qué? ¿cómo? ¿dónde? ¿con quién? ¿durante cuánto tiempo? Estas rúbricas tienen una importancia variable pero permiten decir lo esencial, dado que a menudo las cosas simples son las que se olvidan antes. ¿Por quién? Tal como se ha presentado el masaje, su ejercicio requiere dos cualidades cuya coexistencia no es evidente: altas calidades manuales e intuitivas, así como un buen espíritu de análisis asociado al conocimiento patomecánico de las lesio-
  • 3. Kinesiterapia MASAJES nes presentadas por el paciente. No sólo se manifiesta aquí el dilema de «cabeza bien hecha o cabeza bien puesta», sino también la dualidad «manual-intelectual». Entonces ¿quién puede realizar un masaje? La referencia medicolegal exige un diploma, pero es difícil legislar sobre las calidades físicas y psicológicas de un profesional: sensibilidad, destreza, fuerza económica ... humanismo y altruismo, sentido común, receptividad y capacidad de observación. En realidad, todo está en la ejecución, es en la práctica donde se reconoce el «profesional» y no en la teoría. Para saber masajear hay que tener un espíritu ingenioso, ganas de aceptar un desafío y no vanagloriarse de ninguna prerrogativa de grado. Esta noción de grado tiene su importancia: el de «masajista» no es muy valorado, es casi irrisorio para algunos. Se puede decir que a veces hace falta mucho ánimo para atreverse a trabajar con las «manos desnudas» y rechazar el papel de simple ejecutante, y también para evitar la carrera por los «títulos». ¿Para quién? Un capítulo enumerará los tipos de patologías en las cuales se indica este tipo de terapia. Aquí se pueden mencionar otros aspectos, más relacionados con el contexto particular de la masoterapia que con una familia patológica determinada. Cuando hablamos, como Dolto, de «diálogo gestual» [11], estamos obligados a darle un papel activo al paciente, incluso si por razones mecánicas el masaje se clasifica dentro de las técnicas denominadas «pasivas» debido a la acción exterior proveniente del masajista. Se deduce de esta observación que es inútil perder tiempo en masajear a alguien que no está atento. La acción se reduce entonces a su más simple expresión, mecánica, y cualquier persona un poco hábil puede realizar maniobras vacías, sin eco de vuelta. Masaje, mensaje... el juego de palabras no es gratuito, es la propia justificación del acto terapéutico. Si no hay mensaje, o nadie para recibirlo, se transforma en un «no-masaje». Esta participación necesaria del paciente no es una consideración inútil ya que buena parte de la medicina exige, al contrario, una pasividad perfectamente dócil de parte del paciente. Tanto si se trata del anestesista, que duerme al paciente, como del médico que ausculta y prescribe drogas que el enfermo debe tomar obedientemente, o de la enfermera que pide una respiración profunda para distraer al paciente y poder aplicarle una inyección, etc., la palabra «paciente» se toma en su más estricto sentido: el que soporta pacientemente, en silencio, pasivamente, que se le aplique un tratamiento sin ningún esfuerzo de su parte. El kinesiterapeuta que realiza un masaje es el único que pide al enfermo una participación, lo cual no siempre es evidente para todos los pacientes. Esta necesidad de participación, que no hay que dudar en formular para eliminar toda ambigüedad, sorprende siempre al paciente que piensa que pagando debe ser servido, atendido y no espera tener que colaborar. Basta recordar el elogio, amable pero humillante, del paciente que declara a su masajista: «el masaje fue muy agradable, casi me quedo dormido». Lo que quiere decir que el masaje era tan poco interesante que incitaba a dormir. En este caso, hay dos posibilidades: o bien el masajista no sabe efectuar el masaje, o bien no ha educado a su paciente para recibirlo. Esto último es algo que puede aprenderse: por ejemplo, el caballo que se frota contra un árbol no le pide nada al árbol, pero sabe dónde y cómo quiere rascarse. El instinto «animal» no tiene forzosamente aspectos degradantes, hay que saber utilizarlo en el momento oportuno. No hay masaje sin pedagogía activa de parte del masajista. 26-100-A-10 ¿Cuándo? La respuesta podría ser lacónica: por razones medicolegales se realiza un masaje «cuando el médico lo prescribe». Aunque, por suerte, éste no especifica si el kinesiterapeuta debe masajear, si debe determinar una postura, si debe emplear tal o cual técnica. No obstante, esta observación se justifica ya que el masaje se considera excesivamente como un medicamento, clasificado en una rúbrica con su posología, defecto bien comprensible de parte del cuerpo médico que administra así los fármacos, curas y tratamientos, pero menos comprensible de parte de los kinesiterapeutas. Algunos conservan así un recuerdo demasiado escolar que les hace clasificar al masaje y su práctica junto con otras técnicas terapéuticas sin saber relacionar el todo. No se masajea «antes» o «después» de otro acto, así como no se puede hablar de propiocepción a partir de «tal» semana de postoperatorio. Esta dicotomía es irreal y nefasta. El estudiante aprende, lamentablemente, a masajear «o» a movilizar, sin darse cuenta de que no se masajea bien sin movilizar y viceversa. El resto depende de la dosificación según las etapas de un tratamiento. El masaje no es un objetivo en sí, sino un medio de comenzar una movilización tisular en el contexto de un trabajo sobre un paciente atento. No se trata de «aplicar un masaje» como se «aplica una pomada», sino de enviar mensajes sensoriales que no deben quedar «sin respuesta», como decía Dolto. Esto quiere decir que hay que masajear si se puede hacer pasar una «corriente» y si se controla su intensidad y sus efectos, incluso si esto parece reducirse a poca cosa en algunos casos. ¿Por qué? Esta pregunta plantea la cuestión de los efectos del masaje, lo cual será tratado más adelante. En cambio, aquí, podemos decir dos cosas complementarias: por un lado, en los efectos del tratamiento kinesiterapéutico es difícil disociar la parte que corresponde al masaje de la que corresponde a las otras técnicas, por las razones que acabamos de mencionar; por el otro, se puede emitir una simple observación: el masaje tiene efectos mecánicos y efectos reflejos que son indisociables aunque administrados en proporciones diversas según los tratamientos. En resumen, se puede decir que el masaje es un acto sin el cual todo el espectro kinesiterapéutico puede quedar fuera de la vivencia del paciente y por lo tanto no pasar el umbral de la concretización funcional. El aprendizaje de una maniobra o la rehabilitación de un movimiento defectuoso deben ser objeto de una evaluación de la progresión que se quiere obtener, de una elaboración «con todos los sentidos en alerta» hacia una nueva experiencia. El objeto principal del masaje es contribuir a forjar y a guiar este camino. Conducción. Es la función del masaje, y también un punto esencial de la kinesiterapia, de la cual Dolto decía que era «no el tratamiento por el movimiento, sino el tratamiento del movimiento». Los otros objetivos del masaje: antalgia, trabajo de las cicatrices, etc. sólo son aspectos puntuales y por lo tanto mucho más ocasionales. ¿Cómo? Principios de base En cuanto a la maniobra, si el masaje deja una parte importante a la destreza inventiva del que trabaja con su paciente sin preocuparse por aplicar una técnica particular, la inquietud racional impone una clasificación de las maniopágina 3
  • 4. bras de masaje. Según las épocas, el lenguaje y la práctica o no de un rigor de análisis, se encuentran clasificaciones difíciles de hacer coincidir y a veces incluso incomprensibles en la actualidad. Así se han descrito cosquilleos, malaxaciones, caricias, deslizamientos, molestias, rozamientos, palmadas, torsiones, reptaciones, plumeados, sobados, etc. Actualmente se describen clásicamente siete maniobras de masaje, que, según los autores, han sido luego matizadas con algunas modificaciones [6]. Presiones superficiales con deslizamiento Denominadas todavía «rozamientos», son maniobras que se dirigen por naturaleza al revestimiento cutáneo. Se ejecutan con un simple contacto de la mano, sin presión fuerte, generalmente en el sentido de la yema de los dedos, cuyo extremo es más sensible y móvil para amoldarse a los relieves (fig. 1). Se destinan principalmente a la sensibilidad superficial, ya sea como simple elemento de toma de contacto con una región, ya sea para lograr cierta insensibilización de los tejidos al cabo de unos instantes por su efecto hipoestenizante si se realizan lentamente. Hay que señalar que su práctica puede tropezar con reacciones de tipo «cosquilleos» en algunas personas, que a veces pueden ser dolorosas sobre ciertas celulalgias, o simplemente mal percibidas en el plano psicológico debido a su semejanza con las caricias. Es importante recordar que toda maniobra debe, implícita o explícitamente, ser objeto de una justificación o de un contrato mutuo con el paciente, para evitar malentendidos que no siempre se descubren en el momento, y ello cualquiera sea su naturaleza. A veces se dice que los rozamientos constituyen una maniobra de toma de contacto con la que comienza toda sesión de masaje, lo cual no es exacto. En efecto, la toma de contacto comienza al tocar al paciente durante la instalación, con los gestos de actualización de la evaluación que preceden espontáneamente cada sesión, y sería ridículo disociar estos contactos para «recomenzar de cero» en el momento del masaje. Los autores han expresado algunas reservas concernientes a estas maniobras, recordando que nada debe ser sistemático. Presiones profundas con deslizamiento Sólo se diferencian de las precedentes por una presión más intensa a nivel de la zona masajeada. Esto significa que estas maniobras se dirigen principalmente a las capas profundas: tejido subcutáneo, músculos, planos capsuloligamentarios (fig. 2). Las variantes posibles multiplican de modo considerable el aspecto de su práctica. Una variación que consiste en deslizar la yema de los cinco dedos separados se denomina masaje «en peine» por razones fáciles de comprender, siendo una adaptación morfológica a regiones como las zonas intercostales, intermetacarpianas, etc. Presiones estáticas Se trata de ejercer una simple presión, localmente, lo que se resume a un tiempo más o menos rápido de acentuación de la presión manual, un tiempo de mantenimiento y por último un tiempo de aflojamiento (fig. 3). Existen dos variantes de estas maniobras. Las denominadas «presiones escalonadas», que como su nombre lo indica son idénticas pero se suceden con un ligero desplazamiento de la o de las manos en un sentido u otro, y las «presiones ritmadas» donde la sucesión entre dos maniobras corresponde a un ritmo determinado. Estas técnicas se utilizan especialmente a nivel de los puntos de contractura muscular o en las zonas de troncos venosos para actuar sobre la circulación de retorno. Fricciones Contrariamente a su sentido popular, la fricción no corresponde al frotamiento de una zona sino por el contrario a la página 4 1 El rozamiento requiere una superficie variable de las manos o de los dedos. 2 La presiones profundas con deslizamiento permiten una acción en profundidad. 3 Las presiones estáticas exigen una buena estabilidad de los contactos. colocación fija de la mano sobre un sector. Partiendo de este punto, la mano se desplaza tangencialmente a los tejidos permaneciendo siempre solidaria del plano cutáneo. En otras palabras, el masaje se efectúa entre este último y un plano más profundo, muscular o ligamentario según la localización (fig. 4). «Amasamiento» Es probablemente la maniobra de masaje más sugestiva de la práctica corriente ya que se distingue fácilmente y parece resumir todo lo que el profano espera de un masaje, especialmente de carácter deportivo. Esta maniobra ilustra un movimiento simple: el de amasar, consiste en asir un pliegue más o menos amplio de tejido, con las dos manos y efectuar un movimiento de presión alternada de las manos, ya sea en el lugar o progresando en algún sentido. A partir de esta base, algunos distinguen dos variantes: el amasamiento transversal (fig. 5), en el cual las manos se colocan perpendicularmente al miembro y pueden así progresar hacia la parte distal o proximal; y el amasamiento longitu-
  • 5. Kinesiterapia MASAJES 26-100-A-10 4 La intensidad de una fricción es proporcional a la profundidad buscada. 6 El amasamiento longitudinal exige una ubicación en el eje del paciente o paralelo. masaje estimulante de un deportista y el masaje de una cicatriz reciente o de un muñón, hay una multitud de matices. Variaciones complementarias Una vez planteadas las maniobras de base, algunos autores o ciertas costumbres hacen hablar de tal o cual maniobra con un nombre particular. Es imposible establecer la lista completa, pero se pueden mencionar las principales denominaciones. 5 El amasamiento transversal requiere una ubicación transversal del terapeuta. dinal (fig. 6), en el cual las manos son paralelas al miembro y progresan alternativamente en el eje del segmento. Vibraciones Se trata de producir series de solicitaciones muy rápidas en vaivén, por lo general verticalmente, por sucesión de presiones-depresiones. No obstante, su realización resulta técnicamente difícil: el masajista queda limitado rápidamente por su propia tetanización o porque le cuesta operar con una u otra mano o incluso porque sólo puede mantener la frecuencia durante un tiempo breve. Esta maniobra es sin duda la única para la cual un aparato es más eficaz que la mano. Ciertos vibradores permiten variaciones interesantes, especialmente por su efecto sobre los tendones [37]. Existen muchos aparatos pero su uso es suficientemente limitado para elegir sólo lo que parece rigurosamente apropiado. Las vibraciones manuales a menudo son más fáciles de ejecutar conjuntamente con otra maniobra, por ejemplo con una presión profunda con deslizamiento. Percusiones El término percusión tiene a primera vista una connotación agresiva, como las percusiones de una orquesta, por lo cual a veces son descartadas del masaje, sin razón. Hay que tener en cuenta que una esteticista ejerce a veces un ligero golpeteo con la yema de los dedos sobre el rostro de la cliente y que esto también se denomina percusiones. Por lo tanto, no debe emitirse un juicio apresurado: son maniobras ricas desde el punto de vista de las variantes posibles y por lo tanto de los efectos buscados: hiperemiantes y estimulantes si tienen un ritmo lento y una intensidad fuerte; sedantes y levemente solicitantes en el plano neuromuscular si tienen un ritmo rápido y poca intensidad. Entre el Masaje transversal profundo (MTP) El MTP fue descrito por Cyriax y más tarde codificado y difundido por Troisier [52, 53] como un método eficaz para combatir ciertas tendinitis y extendido incluso a los dolores ligamentarios. A veces, es denominado «pulido» o «frotamiento» [11]. Este masaje consiste en una fricción ejercida transversalmente a las fibras colocadas previamente en posición de estiramiento máximo. La maniobra se efectúa generalmente con la yema del índice, estabilizado por los otros dedos, al límite del dolor tolerable, a un ritmo rápido (tres a cuatro movimientos por segundo parece ser el promedio) y durante algunos minutos: 1 a 3 minutos para las lesiones recientes y hasta 15 minutos para las antiguas. El efecto analgésico se obtiene en los primeros minutos. Esta técnica sólo debe graduarse en función del resultado, incluso si en la práctica el masajista puede estar tentado de hacerlo por otras razones. La fatiga debida a la ejecución del MTP exige una buena posición de la mano, la cual debe estar semiflexionada, por lo general con la muñeca en ligera extensión, los dedos juntos con soltura de modo que el pulgar y el medio encuadren la tercera falange del índice. Este es el que actúa en fricción sobre los tegumentos (fig. 7). Por razones de economía y estabilidad, la muñeca debe poder apoyarse sobre el segmento masajeado. Por otra parte, es necesario definir el nivel de «dolor tolerable» con el paciente, sabiendo que éste se atenúa progresivamente en pocos minutos. En caso contrario, está contraindicado continuar; igualmente si no se constatan progresos al cabo de tres o cuatro sesiones. «Sobado» Esta denominación se refiere para algunos a una maniobra que asocia a la vez la presión profunda con deslizamiento y la fricción. Hace intervenir al pulgar que actúa como apoyo de los otros dedos (fig. 8). La maniobra consiste en pequeños movimientos circulares que dibujan volutas, con un empuje apoyado y un retorno más suave. El movimiento página 5
  • 6. 7 La duración de un masaje transversal profundo obliga a adoptar 9 Al «desatar nudos» la alternancia de los pulgares ayuda a progre- posiciones más económicas. sar en reptación. 10 La maniobra de Wetterwald es un trabajo muy fino del plano cutáneo. 8 El «sobado» remonta a lo largo de los espinales al mismo tiempo que trata de separarlos. puede ser ejecutado localmente, en el lugar, o acompañarse de una progresión más o menos rápida. Esta maniobra se practica en particular sobre cuerpos musculares pequeños, difíciles de aislar por amasamiento. «Desatar nudos» A nivel de los músculos espinales, algunos autores, entre los cuales Dolto [11] y Samuel, han empleado esta expresión muy sugestiva del trabajo sobre los «nudos» musculares contracturados o sobre las bridas de una cicatriz retractada. Es una maniobra parecida a la precedente, más lineal, que se traduce en un empuje transversal contra esta estructura que forma una cuerda, poniéndola en tensión como la cuerda de un arco, posicionándola si es necesario y volviendo a comenzar (fig. 9). Maniobra de Wetterwald Es una maniobra bastante rica ya que asocia tres acciones: rodar, deslizar y amasar. Se destina esencialmente a los planos cutáneos y subcutáneos, con efectos reflejos y mecánicos contra los infiltrados y las adherencias. La maniobra se ejecuta con las pinzas pulgar-índice de cada mano. Se trata de formar un pliegue cutáneo y hacerlo «rodar», es decir un movimiento de los dos pulgares que se desplazan juntos transversalmente a los índices como en el movimiento de enrollar un cigarrillo. El segundo movimiento es un deslizamiento simultáneo de los dos pulgares paralelamente a los índices. Por último, el tercer movimiento es un amasamiento del pliegue cutáneo realizado entre las dos manos. Estos tres tiempos son simultáneos, no requieren una destreza particular sino un simple entrenamiento (fig. 10). Pueden ser ejecutados en el lugar o combinados con un desplazamiento longitudinal, transversal o giratorio. «Palpar-rodar» Es una maniobra tan fácil de realizar que muy a menudo se convierte en el comodín de algunos masajistas. Puede dar la página 6 ilusión de facilidad gracias a cierta soltura del gesto. En este sentido hay que tratar de no abusar de un movimiento «que sirve para todo». No obstante, es una maniobra interesante cuando se utiliza oportunamente. Lo es en la evaluación de la libertad de los planos cutaneoconjuntivos. Asimismo, puede destinarse a trabajar tejidos adherentes. Hay que señalar, por un lado, que a diferencia de la maniobra de Wetterwald, el «palpar-rodar» es fácilmente doloroso, y por el otro, que una intensidad demasiado fuerte (y alcanzada rápidamente) puede provocar una «rotura» de las fibras de colágeno o de los capilares en tejidos fragilizados. En consecuencia, siempre se recomienda mucha prudencia en el empleo de esta maniobra. «Trazo estirado» Se trata de una presión profunda con deslizamiento ejecutada de modo unidigital dibujando un «trazo». Su empleo es a menudo sinónimo de «masaje reflejo» ya que representa la maniobra de base en materia de masaje reflejo. No obstante, su práctica puede justificarse por razones puramente mecánicas. Este tipo de trazo se ejecuta preferentemente con la parte subungueal del dedo medio. La elección de este dedo se debe a tres razones: primeramente es el más largo y por lo tanto el primero en contacto con la zona a masajear; en segundo lugar es un dedo tanto radial como cubital y por esto puede ser reforzado tanto por el índice, mediante un desplazamiento cubital, como por el anular, mediante un desplazamiento radial; por último, es un dedo con vocación estática. La ejecución requiere una muñeca «flexible», en ligera extensión, y dedos apretados en ligera flexión para evitar que la presión ejercida perjudique la estabilidad e incluso favorezca la deformación de las articulaciones interfalángicas. El pulgar queda libre (fig. 11). Este rigor permite arreglos de orden práctico y a veces se puede utilizar el índice o el pulgar, pero estas variantes traducen muy a menudo una mala destreza en la aplicación de una de las técnicas originales de Dicke [10], Teirich-Leube o Kohlrausch [31].
  • 7. Kinesiterapia MASAJES 26-100-A-10 En ritmo Es una modulación diferente de la velocidad ya que se refiere simplemente a la frecuencia, es decir el tiempo transcurrido entre dos maniobras. En el ejemplo precedente, cuando se pasan las manos sobre un muslo, si una mano actúa y la otra espera que la primera termine para comenzar, incluso con un tiempo de latencia, se dice que el ritmo es lento. En cambio, si la segunda mano sigue a la primera antes de que ésta termine, se habla de ritmo rápido. Se pueden por lo tanto imaginar maniobras lentas con ritmo rápido y viceversa. 11 El «trazo estirado» requiere planos cutaneoconjuntivos en situación mecánicamente neutra para engancharlos más fácilmente. Modulaciones de las maniobras de base Las maniobras de masaje tal como se han descrito están vacías de sentido, en el estado. Para alcanzar el nivel de lenguaje eficaz hay que conocer sus modulaciones. Las maniobras son modulables al infinito en función de los parámetros físicos que hay que utilizar. Se puede hacer la comparación con un discurso en el cual el orador habla con una voz de síntesis, sin variaciones de velocidad, de intensidad u otras. No hay que olvidar la evidencia: el hombre puede ser movilizado por la acción de la mano y puede ser invitado a reaccionar. El desconocimiento de las riquezas de masaje lo reduce a algo insípido y significa la negación de su práctica; a veces conduce a descubrir lo que algunos creen que son «nuevos métodos». Las modulaciones existentes son principalmente las siguientes. En superficie de contacto La superficie a masajear se define claramente, en cambio raramente se habla de la zona que masajea. Algunas personas masajean con la palma de las manos, manteniendo los dedos rígidos, otras, por el contrario, utilizan la yema de los dedos, manteniendo la mano ahuecada. Hay que saber variar la superficie masajeante en función de las necesidades, desde el extremo de la yema de un solo dedo, como en el MTP, a toda la superficie de los dedos, de las manos e incluso del antebrazo, como puede ocurrir en una zona amplia como la región dorsal. Entre estos dos extremos todos los matices son posibles. La incapacidad de variar la superficie masajeante es una falta de competencia profesional; ésta debe manifestarse de entrada por antebrazos desnudos sin anillos (excepto la alianza, cuyo relieve es insignificante), ni pulseras, ni reloj, ni mangas largas. En intensidad Aquí también la modulación va de un mínimo a un máximo: del simple contacto sin apoyo a una presión calculada al máximo soportable. Esto permite pasar de un apoyo liviano, como en un drenaje linfático manual, a una presión más fuerte cuando se quiere aprehender un tejido profundo. En velocidad de ejecución Esta variación se refiere al tiempo empleado para ejecutar una sola maniobra. Por ejemplo, el tiempo que tarda la mano en recorrer un muslo deslizándose de un extremo al otro puede variar entre una fracción de segundo y varios segundos. Lógicamente, la velocidad rápida tiene un carácter estimulante y la lenta un aspecto sedante. En dirección La elección de una dirección permite variar los efectos de ciertas maniobras, según sean centrípetas o centrífugas, transversales a las fibras o longitudinales, etc. Así, pueden describirse técnicas en «estrella», movimientos circulares o lineales, trazos que siguen los relieves óseos, etc. La creencia popular dice que hay que masajear «hacia el corazón», simplemente porque a menudo se tienen en cuenta las frecuentes dificultades de circulación de retorno. En realidad, todo depende de la dominante que se da, y se puede masajear en cualquier dirección mientras responda al objetivo fijado. En función del estado de tensión de los tejidos No se trata tanto de la modulación de una maniobra sino del modo de realizarla sobre un tejido cuyo estado de tensión, pasiva o activa, hay que saber variar. Hay dos tipos de tejidos: el no contráctil y el contráctil. El primero comprende la piel y su conjuntivo, los elementos aponeuróticos, los ligamentos. Estas estructuras pueden ser masajeadas en situación neutra, es decir en posición de tensión intermedia, denominada de reposo. También pueden ser masajeadas en estiramiento, para actuar especialmente en el sentido de la deformación frente a un estado retráctil. Inversamente, se las puede masajear en posición muy acortada, para poder tirar transversalmente con más facilidad de determinadas estructuras. Estas modulaciones también son válidas para el tejido contráctil (conjunto musculotendinoso), pero se puede sumar una nueva opción: contracción o relajación. A priori, parece más lógico, o frecuente, masajear los músculos en estado de relajación. No obstante, frente a una falta de aflojamiento puede justificarse el hecho de provocar una contracción mayor del músculo concernido para actuar «palpatoriamente» guiando la relajación como se puede realizar con la técnica de Jacobson. Inversamente, sobre un músculo hipotónico, el masaje realiza lo que Dolto denominaba «un bombardeo sináptico» solicitando de la maniobra una contracción naciente y/o insuficiente. El error consistiría en interrumpir el masaje durante la contracción, lo que tendría como resultado una alternancia masaje-contracción sin finalidad comprensible. La utilización de la contracción muscular tiene otro objetivo. Por ejemplo, cuando se acaricia un gato, pasando la mano de la cabeza a la cola, toda la espina dorsal del animal viene como una onda a rozar la mano, etapa por etapa. Se ha entablado un diálogo propioceptivo. Con un paciente es necesario exigir este nivel de receptividad y confrontarlo a las adaptaciones tónicas que pueden alimentarlo y permitir correcciones. Esto no es evidente para nadie: ni para el masajista, que debe solicitar sin perder el contacto ni interrumpir la acción; ni para el paciente, que debe integrar y aprender a afinar la respuesta, aflojar una crispación refleja. «Sacudida» muscular Hay una tendencia excesiva a considerar que la maniobra terapéutica debe ser «suave, prudente y progresiva», actitud cuidadosa que conduce a masajear una estructura inmóvil. página 7
  • 8. La movilidad molesta, lo que puede desequilibrar la cómoda instalación del paciente en sus almohadones y la somnolencia resultante. Es necesario repetir que el «masaje» es un «mensaje» y que todos los medios son buenos para vehiculizarlo: la movilización de las masas musculares por acción de las manos es un ejemplo concreto. Esta movilidad puede ser conducida con lentitud, pero también puede lograrse con sacudidas más o menos rápidas, ya sea con la mano o mediante la movilización del segmento, en función del objetivo buscado. Acoplamiento de la movilización pasiva Es una prolongación de la idea precedente, como la necesidad de modular la tensión pasiva de una estructura (piel, músculo, ligamento, fascia, etc.) ya mencionada. En la práctica esto cambia muchas cosas: para no tener que interrumpir la acción conviene prever las posiciones mejor expuestas en función de eventuales estiramientos segmentarios simultáneos, de movilizaciones específicas absolutamente vinculadas al masaje. ¿Dónde? La pregunta se refiere a la vez al lugar y al soporte sobre el cual se realiza el masaje. Local Esta noción puede parecer superflua ya que está impuesta por las circunstancias. No obstante, hay que precisar algunos puntos importantes. ¿Cuáles son las condiciones que debe cumplir el local? Aislamiento térmico Cuando la persona se desviste conviene verificar que la temperatura no sea insuficiente; además de la incomodidad, esto puede traducirse en una crispación refleja o una receptividad perturbada. Un local un poco más que templado parece responder a esta expectativa. Es imposible fijar una temperatura determinada ya que ésta debe variar en función de la sensibilidad al frío del paciente o de la actividad física que pueda acompañar al masaje. Una adaptación breve y local puede requerir el uso de una estufa de rayos infrarrojos complementaria, la abertura de una ventana o cualquier otro medio para ajustar rápidamente la temperatura. Aislamiento fónico Depende de las diferencias de naturaleza, de intensidad o de frecuencia de los ruidos. No siempre es fácil de obtener y en los casos menos favorables, a veces es suficiente prevenir al paciente para facilitar una adaptación de su parte, a veces mejor de lo que se podría esperar, si es aceptada. Algunas variaciones hacen que un ruido «se olvide» más fácilmente que otro. Raramente es posible un silencio completo (teléfono, etc.) y, en realidad, no siempre es imprescindible; a veces es suficiente que el nivel de ruido se mantenga en el dominio de la tolerancia habitual. A este respecto, hay que criticar absolutamente el uso de músicas ambientales, la radio u otras, que tienen un efecto diluyente en la relación terapéutica. Esta observación no cuenta cuando la música forma parte de una opción terapéutica diferente del masaje, como en sofrología o en musicoterapia. Aislamiento psicológico pero sin encierro Se puede relacionar con lo dicho precedentemente señalando que el empleo de una cabina aislada por cortinas suele ser, lamentablemente, una limitación independiente de la voluntad del kinesiterapeuta. En efecto, existe un elemento fónico muy desagradable ya que el paciente puede escuchar la conversación de otro paciente con su terapeuta. Esto no sólo perturba su atención sino que puede modificar página 8 su comportamiento de modo considerable. Además del no respeto del secreto profesional, esta situación es suficientemente «molesta» para evitarla en lo posible. Por razones equivalentes, el paciente debe poder sentirse en confianza, sin riesgo de ser visto desde el exterior, por una puerta abierta de improviso, cuando se trata de una cabina o consultorio, lo cual condena de entrada el trabajo con la puerta abierta. Se puede decir que a veces, sobre todo en hospital, ciertos masajes son ejecutados en forma suficientemente parcial para permitir su práctica en una sala de reeducación común. También, puede ocurrir que por razones que sólo el profesional puede evaluar, no sea aconsejado trabajar «en forma individual»: ya sea porque el paciente no se siente debidamente en confianza, correspondiéndole entonces al terapeuta plantear la cuestión del «por qué», ya sea porque es este último quien no se siente suficientemente cómodo con un enfermo, cualquiera sea la razón. En conclusión, conviene favorecer el clima de concentración que resulta de cierto aislamiento en función del riesgo de perturbaciones ambientales, pero esto no debe ser vivido como un encierro, generador de malestar. Cuadro general No es posible dictar normas, fuera del hecho de que el ambiente debe reflejar cierta serenidad: limpio, ni demasiado cargado de muebles, ni demasiado desnudo, etc., el gusto personal y el contexto sociocultural hacen el resto. Si existe una secretaría, se pueden encontrar ahí elementos no médicos además de los decorativos: computadora, biblioteca, etc. Sobre una camilla Es un lugar y un instrumento a la vez. Hay que señalar que cuando esta herramienta falta, por ejemplo en la atención a domicilio, las condiciones de trabajo son tan duras que algunos valientes prefieren llevar consigo una camilla plegable. Otros tienden a simplificar la tarea limitando el masaje. En el consultorio, la camilla es de uso corriente; se describirá junto con el material. Sobre el suelo Para el profesional la idea de «masaje en el suelo» resulta más bien descabellada: ¡demasiado bajo! Además, respecto al enfermo es posible encontrar tres casos típicos. — Primer caso: se trata de un niño. Hay que destacar que el masaje de los niños es poco habitual; se tiende, sin razón, a hacerles ejecutar sólo ejercicios de gimnasia. Para ellos el suelo es un terreno de elección, sinónimo de juego y esparcimiento, fuera de las convenciones sociales que aún comprenden mal. El masaje en el suelo es bien aceptado. — Segundo caso: se trata de un adulto de edad madura. Es una cuestión de sentido común proponerle al paciente modos terapéuticos que pueda aceptar sin sentirse obligado. Por otra parte, la evolución de un tratamiento permite a menudo adaptaciones nuevas que, por diversas razones, habrían sido impensables en un primer momento. — Tercer caso: se trata de una persona de edad avanzada y entonces la aceptación es más difícil. En este caso, estar en el suelo no es más sinónimo de juego sino de muerte, decadencia e impotencia para levantarse; es una posición humillante e incómoda. El suelo también es sinónimo de suciedad, polvo, mal olor, cercanía de los pies y en nuestros países también es inapropiado en el plano de las costumbres. En resumen, el rechazo tiene causas evidentes. No obstante, el masaje en el suelo puede ser justamente una reconciliación con este elemento permanente de nuestro medio ambiente, la ocasión de dejar de tenerle miedo gracias a una instalación confortable, aprendiendo a levantar-
  • 9. Kinesiterapia MASAJES 26-100-A-10 se. Es una forma de integrar el masaje en el trabajo que el paciente debe realizar sobre sí mismo. Por lo tanto, exceptuando los casos extremos, la elección de esta posición está lejos de ser gratuita. No es una solución de facilidad y su resultado puede estar a la altura de la ingeniosidad o del buen fundamento de la solución propuesta. ¿Con qué? Esta pregunta plantea a la vez el problema del material y el del medio que se utiliza para realizar el masaje. Podría resumirse a su más simple expresión: casi nada. Es suficiente utilizar las manos sobre un paciente sentado o acostado en el piso, es todo. No obstante, por razones de comodidad evidentes, se debe contar con un mínimo de material. Material Camilla La camilla más simple es plana y fija, sus dimensiones son relativamente estándar. La altura, si es fija, debe ser ligeramente más baja que la medida normal: en efecto, a pesar de la primera impresión desfavorable es más fácil trabajar ligeramente inclinado hacia adelante llevando hacia atrás la pelvis (fig. 12) que sobre una camilla más alta. Esto permite una mejor posición dinámica de la pelvis y además da la posibilidad de sentarse en un asiento alto cuando la acción es más localizada. Este problema se resuelve cuando se dispone de una camilla de altura regulable, ya sea por un gato hidráulico o por un sistema eléctrico. El ancho debe ser suficiente para que el paciente pueda darse vuelta y, una vez instalado, colocar los brazos a lo largo del cuerpo sin riesgo de caída. Pero no debe ser demasiado ancha para no dificultar el acceso al paciente. Por otra parte, existen mesas con planos articulados que facilitan la instalación diferencial de los segmentos de miembro. Esto es más interesante para los actos de reeducación que para el masaje, sin contar que cuantos más ajustes hay, más pesado y complejo resulta el manejo y más difícil de adaptar perfecta y rápidamente. El elemento más apreciable consiste en una cabecera de altura regulable, con el otro extremo también inclinable, para levantar las piernas en posición dorsal o para disminuir la curvatura lumbar en ventral cuando es necesario. Si no hay posibilidad de ajustes, algunos almohadones, de tamaños diferentes, permiten resolver más o menos todos los problemas. Sábana Puede ser descartable o no. En el segundo caso, debe estar marcada con el nombre del paciente por razones higiénicas evidentes. La tela es más confortable y más práctica para manipular que el papel; también existen materias «no textiles» de comodidad intermedia y descartables después de algunas sesiones. La sábana es útil en diversos aspectos. — En primer lugar, la sábana permite aislar al paciente del revestimiento de la camilla, generalmente de skay, que produce a veces una sensación desagradable, sobre todo con la transpiración, y que puede transmitir parásitos a la piel (hongos, etc.), lo que exige también una limpieza rápida pero cotidiana del revestimiento con un producto antiséptico. — En segundo lugar, la sábana protege, inversamente, la camilla de un riesgo de infección por el paciente (lesiones o simplemente higiene insuficiente). — En tercer lugar, la sábana, sobre todo si es de tela, ofrece un plano de deslizamiento interesante cuando se trata de manipular al paciente conjuntamente con el masaje sobre el soporte de la camilla. 12 El movimiento de balanceo pelviano equilibra la estática del masajista y refuerza la eficacia de sus movimientos. Algunos almohadones Su función es más o menos importante según los ajustes posibles de la camilla. Su uso está condicionado parcialmente por la comodidad del paciente y también por la necesidad técnica, para el masajista, de colocar un segmento de miembro en tal o cual posición mediante la instalación adaptada de uno o varios almohadones. Taburete de altura ajustable Más que un verdadero asiento es un apoyo posterior para el masajista. En muchos casos en que la acción masoterapéutica está más o menos localizada, es posible trabajar sentado con tres condiciones: primeramente, que la camilla sea suficientemente baja; en segundo lugar, que el taburete tenga la misma altura que la camilla (fig. 13) y por último, que tenga una base circular, es decir que permita, mediante un leve movimiento de balanceo, un desplazamiento de la pelvis suficiente para que la posición sentada resulte «dinámica» y no «estática». Escabel Este instrumento tiene clásicamente dos escalones. Por lo general se usa para que el paciente suba a la camilla, lo cual parece lamentable: la camilla debe ser suficientemente baja o regulable para que este uso sea inútil. En cambio, en ciertos casos el escabel proporciona un apoyo interesante al pie del masajista (fig. 14). Taburete normal Permite que el paciente se siente. Esta posición, raramente utilizada para el masaje, se justifica por el hecho de que es «la» posición de función para la columna vertebral y los miembros superiores. En cambio, lamentablemente, a veces se propone por razones menos loables: por ejemplo, cuando el masajista está apurado y no se toma el tiempo necesario para una verdadera instalación. Pelota de reeducación En materia de masaje, este instrumento tiene una función de asiento inestable. El interés es poder practicar un masapágina 9
  • 10. 15 13 Un asiento es ante todo un apoyo posterior, ligeramente móvil, con base antideslizante. 14 Un escabel permite no sólo una posición confortable sino la movilidad gracias al apoyo de un solo antepié. je insistiendo sobre la propiocepción en posición funcional, por ejemplo en el abordaje de un miembro superior. El kinesiterapeuta representa al mismo tiempo el elemento más o menos fijo (según los pies del paciente estén apoyados en el piso o levantados) y el que genera solicitaciones acopladas al masaje (fig. 15). Colchoneta de piso Corrientemente utilizada para los ejercicios o la gimnasia, la colchoneta se usa menos para el masaje ya que éste se realiza con poca frecuencia sobre el piso. No obstante, es una variante que no hay que subestimar. Este accesorio representa una superficie que tiene dos aspectos interesantes: en primer lugar es más blando que una alfombra o que el suelo desnudo, en segundo lugar delimita una superficie de higiene reservada al paciente en la cual puede extenderse sin riesgo (puede considerarse el uso suplementario de una sábana en función del contexto). página 10 El uso de una pelota asocia solicitaciones que alimentan la resonancia del masaje. Bata La bata blanca es para muchos atributo del personal «médico»: cirujano, médico, enfermera y, por lo tanto, kinesiterapeuta. Deben hacerse dos observaciones relativas a la vestimenta en sí y a las razones de su uso. — Primeramente, la bata blanca, como se acaba de evocar, corresponde a un contexto socioprofesional y por lo tanto evoluciona en color o forma según las modas y necesidades. Por un lado, en medio hospitalario, el blanco se lava y desinfecta mejor, pero el color ha hecho su aparición, ya sea por razones prácticas (el verde o el azul pueden ser menos enceguecedores), ya sea por razones de identificación según las categorías del personal. Por otra parte, el tipo de ropa ha evolucionado en función de la higiene y de las necesidades. En kinesiterapia, la bata blanca sigue siendo un uniforme clásico, el delantal de tipo «enfermero» dejó de usarse. No obstante, hay una evolución: el kinesiterapeuta que trabaja en terapia intensiva tiene el mismo «uniforme» que el resto del equipo por razones de higiene; el que trabaja en neurología suele usar el conjunto remerapantalón, para poder moverse más fácilmente en un plano de Bobath con el enfermo. Se podrían enumerar otras adaptaciones, si el profesional trabaja con niños, si ejerce en consultorio privado, etc. — En segundo lugar, el hecho de usar una indumentaria profesional responde a dos exigencias. La primera, evidente, es la higiene, tanto para el paciente como para el terapeuta. Bata o similar, esta ropa debe estar siempre impecable. El otro aspecto, menos evidente, es el papel psicológico de la bata o similar. En efecto, es imperativo que el paciente, que se presta a una relación íntima durante el masaje, se encuentre frente a un «profesional». La proximidad del cuerpo a cuerpo terapéutico requiere poner cierta distancia en el plano psicológico, que depende ante todo de la actitud del terapeuta, pero que también se materializa por la bata. El no respeto de esta distancia «empática» puede originar problemas al masajista. No obstante, esta afirmación debe ser matizada. Frente a un individuo psicológicamente aterrorizado por la «bata blanca», por ejemplo un niño, es conveniente optar de entrada por ropa más neutra. Además, debe señalarse que si bien el delantal desapareció como ropa de protección sigue siendo utilizado, muy pun-
  • 11. Kinesiterapia MASAJES tualmente, como instrumento de movilización de la región cervical. Vestimenta del paciente A veces el paciente plantea la pregunta cuando pide su primera cita: «¿debo llevar ropa particular?» La pregunta está lejos de ser tonta. En realidad, existen circunstancias en las que esta pregunta no se plantea, aunque debería serlo. Por ejemplo, en los centros de reeducación, la moda es usar ropa de deporte de colores vivos. El paciente aprecia este aspecto «club» y se requiere una buena dosis de perspicacia para restablecer las características de una relación terapéutica sana. Por ejemplo, cuando el paciente que guarda cama usa un pijama abierto y es conveniente preservar su pudor evitando que se ponga en situación de exhibición involuntaria, sin por eso abandonar la exigencia terapéutica. La cuestión tampoco está bien resuelta cuando, por razones de «tiempo» o por no darle importancia, el paciente no se desviste suficientemente: masaje de una mano con la manga simplemente arremangada, o de la región lumbar con el pantalón puesto. El exceso inverso es raro pero también sería inaceptable. Dejemos de lado algunos pacientes un poco exhibicionistas, a veces inconscientemente, y también el comportamiento del masajista fuera de lugar. Pero existen casos más sutiles: por ejemplo, la adolescente que aún no usa sostén pero que siente pudor de mostrarse desnuda; la mujer de edad, visiblemente molesta por el hecho de desvestirse, etc. Se requiere entonces tacto para iniciar el masaje y además es esencial que la paciente se sienta en confianza y comprenda el interés de su tratamiento. Independientemente de la necesidad de sentido común, se puede establecer una regla: «se debe desvestir toda la región masajeada y las zonas limítrofes». Es decir que para masajear la mano, el miembro superior debe estar desnudo ya que ciertos músculos poliarticulares y aponeurosis remontan más allá del codo. La columna vertebral requiere la libertad pelviana y por lo tanto el paciente debe estar en slip y sin pantalón. El masaje de la cadera requiere un slip en lugar de calzoncillos o bermudas. El sostén puede plantear un problema más delicado. No hay regla, el masajista debe tener siempre en cuenta la posible incomodidad de la paciente y también el riesgo potencial de su propia vulnerabilidad. No obstante, siempre existen soluciones: simplemente desabrocharlo, en posición ventral, retirarlo completamente, usar una toalla o el borde de la sábana para cubrir el pecho, u otra disposición que permita a la paciente colocar esta parte de su cuerpo fuera del campo visual directo. Masaje manual La pregunta «con qué» hace pensar en el material y a menudo se olvida lo principal: el masaje se practica «con» las manos, órganos de contacto por excelencia [51]. No obstante, la pregunta se justifica por las variaciones posibles: se puede masajear con la yema de uno o varios dedos, con la palma de la mano, también con el dorso de la mano, incluso la parte dorsal de las uñas, con el antebrazo. Anecdóticamente, se puede decir que es posible realizar un masaje con los pies. La justificación de esta variante no es evidente, supone por un lado un contexto psicológico particular, por ejemplo un campo de deportes, y más particularmente un tatami, ya que esta práctica es sobre todo oriental. El masajista está generalmente parado sobre el paciente, que debe ser de una contextura suficiente respecto al masajista, y además es preferible que este último disponga de un apoyo complementario para su estabilidad. Este masaje se practica en ciertas regiones del cuerpo que 26-100-A-10 pueden soportar peso: el paciente está acostado boca abajo, se pueden así ejercer series de presiones-depresiones o sobados sobre la planta de los pies, la cara posterior de los muslos, las nalgas, la región lumbar y con mucho cuidado sobre la región dorsal. Si el masajista se sienta para que la presión sea más tolerable, queda condenado a una falta de movilidad paralizante. Orientalismo o no, hay que convenir en que esta práctica es totalmente anecdótica, mucho menos rica que el uso de las manos, sobre todo rápidamente peligrosa debido a las limitaciones en juego y poco eficaz a causa de la dificultad de relajarse para el paciente y a la dosificación aleatoria por parte del terapeuta. En cuanto a las «manos» del kinesiterapeuta, una observación se refiere a su higiene. Las uñas deben estar cortas y limpias, el lavado de las manos debe ser riguroso y realizado antes de cualquier masaje, operación que debe repetirse antes de cada paciente. En medio hospitalario, estas precauciones son obligatorias para evitar las infecciones nosocomiales. En medio liberal, también deben ser un reflejo. En casos muy precisos se recurre a una protección: guantes para masajear una escara, dedil para penetrar en las cavidades (boca, vagina, recto). Masaje instrumental Regularmente aparecen nuevos aparatos para masaje, que también regularmente caen en desuso debido a la inaptitud para reemplazar a la mano. No obstante, la tentación sigue presente por dos razones principales: por un lado, la economía de fatiga para el masajista, y por el otro, en corolario, la rentabilidad financiera. El impacto psicológico del «efecto máquina» viene a reemplazar la relación de receptividad tisular, desde entonces ausente. Este efecto es fácil de sobreestimar permitiendo así reducir la duración de la sesión, e incluso que el masajista se ausente o haga otra cosa. Existen camillas que vibran y que permiten al paciente regular por sí mismo la frecuencia, la intensidad y la duración del masaje. Es inútil decir más. Existen sin embargo algunas excepciones. El caso ya evocado de ciertos vibradores que permiten tratar específicamente una zona según modalidades precisas. También se puede mencionar el uso de estiletes redondeados para estirar localmente el tejido conjuntivo, rodillos, guantes, etc. De modo general, son sólo aspectos marginales que no llegan a compararse con el masaje manual. Productos de contacto Estos productos pueden ser reclamados por el paciente, quien les confiere virtudes medicinales exageradas, o por algunos kinesiterapeutas que sitúan mal la razón del masaje, el cual se basta a sí mismo y a menudo se ve dificultado por los productos intercalados. También aquí se encuentran las ganas de desplazar el interés de algo que no se domina bien: en lugar de masajear se pasa una pomada, lo que da además la ilusión de soltura gracias al deslizamiento fácil. Los productos de aplicación cutánea son ciertamente los más eficaces ya que se aplican in situ. Asimismo, pueden prescribirse y utilizarse algunas medicaciones particularmente activas. Debe señalarse sin embargo que un producto «muy activo» puede resultar peligroso, mientras que un producto no peligroso es probablemente también un producto menos activo. Es conveniente consultar al médico. Por último, hay casos en los cuales el deslizamiento de la mano se ve considerablemente dificultado por una pilosidad importante o por la transpiración sobre una piel frágil. En estos casos se puede utilizar un agente de deslizamiento en pequeña cantidad. El aceite no es práctico porque requiere un lavado página 11
  • 12. posterior. El talco tapa fácilmente los poros de la piel y si hay humedad forma pequeños rollitos desagradables. Lo más simple es el uso de «leche para bebé» o «leche desmaquilladora» de las cuales bastan algunas gotas para solucionar el problema y no requieren lavado. Por otra parte, hay que señalar que no sería juicioso desvalorizar una pomada apreciada por el paciente o prescrita por el médico. Es fácil proponerle al paciente aplicársela antes de acostarse, por ejemplo, disociándola así del masaje. Al menos esto se traducirá en un automasaje complementario. ¿Cuánto tiempo? La duración, noción fácilmente cuantitativa, se considera a menudo como un elemento de evaluación del masaje. Es al menos la opinión frecuente del paciente. Se puede hablar de un mínimo por debajo del cual sería difícil imaginar una reducción mayor, es el tiempo necesario para crear el clima propicio para la terapia y para obtener los primeros efectos tangibles o fiables; no obstante, es un error sobrestimar el tiempo. El valor cualitativo del masaje es de lejos el elemento más importante que debe tomarse en consideración. Y aquí la subjetividad impide definir más: el masaje puede ser ejecutado mientras el masajista controla el intercambio sensorial y mientras el paciente es receptivo y reactivo. En otras palabras, mientras no se vislumbre ningún signo de fatiga de cualquiera de los dos protagonistas. Como en el deporte, esta fatiga, no sólo debida al esfuerzo físico sino también a una atención constante, existe antes de que aparezcan sus primeras manifestaciones; por lo tanto hay que saber presentirla a tiempo. En líneas generales, se puede decir que después de 30 a 40 minutos el masaje puede tornarse improductivo y los efectos disminuir en lugar de adicionarse. Esta duración es evidentemente función de otros dos parámetros: la superficie a masajear, según se trate de un dedo o de una gran parte del cuerpo, y los actos asociados al masaje, movilizaciones y ejercicios diversos. La repartición del tiempo entre estos actos puede sugerir que al principio del tratamiento el masaje es más importante cuantitativamente que los ejercicios, y que poco a poco la relación se invierte. Son sólo generalidades y en realidad es el terapeuta quien decide en función del paciente y del momento. Por lo tanto, no puede hablarse de un «masaje breve», lo cual es una confesión de impotencia, ni de un «masaje prolongado», pasivo, únicamente en función de la exigencia cuantitativa del paciente. drenaje, validada por estudios experimentales. No obstante, existen siempre orientaciones vinculadas a las concepciones de unos y otros. Así, el drenaje linfático está representado principalmente por dos técnicas: la de Leduc [34] y la de Vodder [54]. Basándose en los trayectos colectores linfáticos, estas técnicas hacen hincapié en la asociación cronológica de dos tipos de maniobra: primero las maniobras de «llamada» y luego las maniobras de «resorción». El gesto manual es extremadamente suave en presión para no colapsar los vasos linfáticos y asegura un empuje centrípeto haciendo «rodar» la mano sobre los tegumentos. El efecto producido puede prolongarse instrumentalmente con aparatos de presoterapia. Para más información, se remite al lector a los artículos y libros referidos a estas técnicas [29]. Masaje reflejo Métodos clásicos Este término podría sorprender. ¿Existe un masaje que no tenga un efecto reflejo? La respuesta es no. A partir de aquí, es posible imaginar improvisaciones extremadamente variadas. Actualmente, se designa como «masaje reflejo» las técnicas que dejan de lado en gran parte el aspecto mecánico del masaje para centrarse en el aspecto reflexógeno. Aquí también, diferentes «escuelas» coinciden o se combaten [22, 26, 27, 31, 39, 40, 48, 49 ], pero lo esencial reside en una concepción de base: el tejido conjuntivo, punto de partida de la reacciones metaméricas, se trabaja y solicita mediante un estiramiento unidigital que se realiza en zonas específicas. El dedo utilizado es generalmente el medio por razones de longitud y de resistencia, ya que siempre es secundado por un dedo próximo: el índice o el anular. El movimiento que genera se denomina «trazo estirado». Este trazo puede ser largo, siguiendo una inserción aponeurótica, o corto, «enganchando» el conjuntivo transversalmente al primero. El trazo se desplaza formando una pequeña onda conjuntiva regular e indolora, o bien descubriendo resistencias debidas a modificaciones patológicas, sugestivas de perturbaciones profundas en el dermatoma correspondiente. En este caso, el paciente experimenta una sensación de «cortadura» característica. El masaje se realiza en primer lugar a nivel de lo que se denomina la «construcción de base» (fig. 16) y que corresponde a la zona lumbopelviana. Las maniobras se continúan eventualmente sobre cualquier otra parte del cuerpo que lo necesite y siguen en líneas generales la morfología muscular y aponeurótica. Existe una cartografía de las zonas particularmente reflexógenas, especialmente a nivel del tronco, correspondientes a los compromisos vasculares, hepáticos, ginecológicos, etc. Estas técnicas se desarrollan ampliamente en las rúbricas específicas de esta obra y de la literatura. Dado que la reflexología es tan caprichosa como las reacciones del cosquilleo, hay que ser prudente frente a los múltiples métodos que hacen encontrar el cuerpo humano bajo el pie, en la oreja o en otra parte. En este estadio, esto sale del campo de la masoterapia para entrar en el de las «medicinas paralelas». Drenaje linfático manual (DLM) Técnica de Grossi El masaje con «objetivo circulatorio», concerniente a la circulación de retorno, ha sido desde siempre el fruto de una elaboración más o menos intuitiva. Así, se creyó durante mucho tiempo que las maniobras debían ser fuertes para ser eficaces. Actualmente, se tiene más en cuenta la diferencia entre el compartimiento venoso y los compartimientos linfático e intersticial, entre los diferentes parámetros: velocidad, dirección, presión óptima. En el plano venoso, se sabe que el masaje juega un papel mecánico y reflejo y que debe relacionarse con la contracción muscular, con los estiramientos aponeuróticos [25], con la respiración. En el plano linfático, esto permitió deducir una concepción de Está destinada al aparato digestivo. Se trata de estimulaciones particularmente suaves, inducidas con el extremo de los dedos o el dorso de la uña, a veces incluso con un pincel. La maniobra se define por trazos ligeros circunscribiendo los órganos abdominales [3, 24], para suscitar la acción reflexógena de la superficie hacia la profundidad. Algunos métodos página 12 Métodos anecdóticos Se trata generalmente de técnicas cuyos promotores garantizan la originalidad y erigen bastante a menudo en métodos autosuficientes. Nuestra posición es más reservada: en
  • 13. Kinesiterapia MASAJES 26-100-A-10 Técnica de Bugnet 16 La «construcción de base» requiere una excelente ubicación recíproca del enfermo y del terapeuta. el plano práctico, son en realidad concepciones que hacen hincapié en tal o cual aspecto que el masaje «clásico», en el sentido peyorativo de la palabra, no supo aprovechar; en el plano teórico, se apoyan a veces en razonamientos aún no demostrados o que no agregan nada a lo conocido, si no es en la formulación. Rolfing Proviene del nombre de Ida Rolf que ha explotado este tipo de maniobras. A diferencia de los deslizamientos considerados demasiado superficiales, este método preconiza el empleo de presiones fuertes, permitiendo actuar en profundidad y masivamente sobre el reajuste gradual del músculo y los elementos aponeuróticos, lo cual es interesante. Comprende, por ejemplo, maniobras de sobado practicadas con el puño y fricciones apoyadas. Esta técnica ha sido poco utilizada en razón de su carácter bastante agresivo. Dolto también preconizaba el uso del codo para actuar más en profundidad, en ciertas circunstancias. Masaje manipulativo Este término requiere un comentario. Por un lado, resulta evidente que masaje y movilización están íntimamente relacionados. La tecnicidad de uno se alimenta de la tecnicidad del otro y es así como se observan maniobras masoterapéuticas totalmente acopladas a movilizaciones específicas de pequeñas articulaciones, como en el pie, la mano, la columna vertebral, maniobras que algunos denominan «masaje manipulativo» en el sentido etimológico del término. Por el otro, para quienes no comparten la idea precedente y consideran el masaje como eminentemente estático, la concepción movilizadora es el atributo de un método, así por ejemplo la técnica de Terrier y Benz [4]. El interés del refuerzo propioceptivo del masaje y de la movilización conjugados es evidente: la vigilancia segmentaria, a menudo insuficiente, se obtiene a partir de tales maniobras que pasan revista a los movimientos axiales fisiológicos. Técnica de Rabe Es bastante particular ya que se pueden encontrar varios aspectos evocados separadamente por otros autores. En líneas generales, esta técnica asocia un masaje, a menudo en el suelo, estiramientos aponeuróticos y estimulaciones manuales que se expresan por tomas amplias. Por lo tanto, se encuentran muchos de los aspectos de una tecnología bastante rica, exceptuando la solicitación muscular, y si se supera el metodismo propuesto, se pueden encontrar estos elementos en la práctica cotidiana. Como en el caso anterior, la práctica de la contracción muscular pareció «olvidada» por algunos autores. El trabajo sobre un paciente impasible es una amputación de la riqueza terapéutica del masaje, especialmente en el plano muscular. Este aspecto fue recuperado por la técnica de Bugnet, que asocia maniobras ejecutadas con los dedos en pinza, de modo de asir una porción suficiente de masa muscular, a una contracción voluntaria, facilitada simultáneamente por estimulaciones de orden cutáneo y muscular debidas a la presión sobre el cuerpo carnoso y estimulaciones de orden psicomotor por la focalización incisiva del gesto y por la estimulación verbal. No hay prácticamente solicitación articular ya que la contracción muscular es estática o con poco desplazamiento óseo. Muchos terapeutas ignoran a este autor pero masajean utilizando tales procedimientos. Técnica de Vögler A diferencia de los otros métodos, se trata de una concepción particular que permite abordar el periostio como objetivo del masaje. El autor establece una cartografía basándose en la relación entre el periostio y los otros órganos, actuando por lo tanto a partir de solicitaciones destinadas a la periferia ósea. La maniobra, muy localizada y próxima del MTP de Cyriax, permitiría detectar zonas dolorosas del periostio y tratarlas con fricciones circulares y en estrella, ejecutadas al límite del dolor soportable. Fasciaterapia El abordaje terapéutico de las aponeurosis es una realidad ya que sus elementos de envoltura y separación son diversamente solidarios de las estructuras próximas. Esto requiere un abordaje amplio ya que estas membranas tejen un verdadero «esqueleto fibroso» subcutáneo con prolongaciones intermusculares. Lamentablemente, este hecho no ha tenido un impacto suficiente y han surgido «descubridores» que erigen prácticas a menudo impregnadas de concepciones marginales. Liberado de todo dogma, el abordaje de las fascias es un componente integrante de la masoterapia. Las maniobras deben tratar de despegar el plano superficial del plano subyacente y sobre todo realizar un examen minucioso de las zonas de inserción aponeurótica, las zonas de modificación (donde una aponeurosis adherente se libera y desliza libremente o se desdobla). Las tomas suelen ser amplias, pegadas a la piel para no interponer un deslizamiento a este nivel. La maniobra puede ser reducida y lenta o, por el contrario, tirar con golpes secos en el sentido de las fibras o transversalmente. En cambio, hay que diferenciar, ya que no forman parte de este masaje en sentido estricto, las técnicas destinadas al trabajo de las cadenas musculoaponeuróticas como en la concepción en diagonales de Kabat o en los estiramientos miotensivos de tipo «stretching». Aspiroterapia Constituye un aporte tecnológico que se basa en una maniobra imposible de realizar sin un instrumento: la aspiración. Es, en cierto modo, una versión actualizada de las antiguas ventosas. Existen dos campos de aplicación: el masaje-desprendimiento de los tegumentos cuando su libertad está restringida por adherencias, retracciones, estados hipotróficos diversos, o bien el abordaje de una zona celuloadiposa en el contexto de tratamientos limítrofes con el masaje estético, donde se requieren aún verificaciones. El material es un «cabezal aspiratorio» que se desplaza sobre la piel vaselinada para facilitar el deslizamiento. El aparato página 13
  • 14. más simple, aunque limitado, es un simple aspirador de veneno, pero existen sistemas muy sofisticados. Se debe llamar la atención sobre los riesgos de una inversión onerosa en este tipo de material y las exigencias financieras de rentabilidad subsecuentes que pueden condicionar la actividad del profesional. Acciones y límites del masaje Acciones Son a la vez de origen mecánico y reflejo [30]. Se hace variar la proporción de una u otra según las técnicas. Acciones directas Adyuvantes del masaje Los adyuvantes siguientes hacen intervenir la movilización tisular ya sea en un medio diferente, como el agua, ya sea por un medio diferente, como los ultrasonidos. Estos procedimientos se mencionan sin comentarios detallados ya que habitualmente se clasifican dentro de la «fisioterapia» y remitimos al lector a los artículos concernientes. Criomasaje El uso del frío no es propio del masaje. No obstante, este término se utiliza a veces para precisar que no se trata de una simple aplicación de bolsa de hielo, por ejemplo, sino de un masaje de escaras con cubitos de hielo. Estas maniobras están destinadas a la parte de piel viva que bordea una superficie necrosada, la cual sufrirá, además de la estimulación mecánica, un efecto reactivo: la rápida vasoconstricción inicial deja lugar a una vasodilatación más durable, que preside los fenómenos de regeneración del tejido sano. Fenómeno equivalente al que se observa cuando jugamos con nieve: luego del frío se produce una sensación de quemadura. Presoterapia Si bien la mano puede hacer presión, se reserva este término al uso mecánico de presión sobre un segmento de miembro. Puede tratarse directamente de un chorro de aire, que es rápidamente traumatizante para los tejidos y los capilares, puede ser un manguito de plástico en el cual se introduce el miembro y que se infla y desinfla rítmicamente mediante un control eléctrico, transmitiendo así presiones intermitentes. Estas son dosificadas en duración, ritmo e intensidad y a veces acopladas al ritmo cardíaco. Estas últimas técnicas, según su sofisticación y la seriedad de su empleo, pueden contribuir a completar un masaje de DLM o, por el contrario, caer en el dominio comercial. Hidroterapia No forma parte del masaje en el sentido «manual» del término. No obstante, la frontera es borrosa entre las definiciones y se puede admitir que el masaje con un chorro de agua, variable según la presión, el caudal y el movimiento al cual puede asociarse, es una rúbrica de la masoterapia. Asimismo, este chorro puede ser utilizado bajo el agua, lo que modifica su comportamiento creando efectos de remolinos, de turbulencias, que son variaciones asociadas a la balneoterapia. La talasoterapia suma los efectos específicos del agua de mar y del clima marino pero utiliza las mismas técnicas [46]. Ultrasonidos Se los puede mencionar brevemente dado que la vibración ultrasónica constituye un micromasaje en profundidad de los tejidos. Según el tipo de ondas emitidas, los efectos son fibrolíticos, antiinflamatorios, térmicos. Se aplican directamente mediante un «cabezal de cuarzo» recubierto con un producto de contacto, o bien por intermedio de agua, en un pediluvio o maniluvio. Su uso es frecuente y simple cuando los parámetros están bien establecidos. No reemplazan la acción de la mano, de la cual difieren totalmente, pero suman un elemento específico en el tratamiento de ciertas patologías, especialmente traumáticas. página 14 Sobre la piel La piel es un órgano que nunca deja de estar involucrado en el masaje. Frontera omnipresente, dejando de lado las mucosas, está ampliamente expuesta a los riesgos traumáticos (heridas, quemaduras) y posquirúrgicos (cicatrices, bridas, retracciones, incluso escaras) [17]. El papel del masaje es sobre todo mecánico, tanto si se trata de eliminación de células descamativas como de un trabajo sobre la deformación de una zona retráctil, jugando con la extensibilidad de los tejidos, con el alargamiento remanente que puede resultar de una postura masoterapéutica. La circulación superficial también está involucrada. Además, debe sumarse el efecto del masaje sobre los elementos sebáceos y sudoríparos, tanto por vía refleja como mecánica [5]. Sobre el tejido conjuntivo Habitualmente existen dos puntos de vista. Por un lado se consideran sus cualidades mecánicas y las alteraciones que comprende; por el otro se lo considera como localización de receptores nerviosos que dan origen a circuitos reflejos. — En el primer caso, el masaje retoma los componentes clásicos: efectos sobre la circulación local, sobre los trastornos celuloadiposos dolorosos, sobre induraciones diversas, etc. [22, 28]. Se puede aprovechar la ocasión para evocar la «celulitis», siempre objeto de afirmaciones más comerciales que médicas. En efecto, puede existir efectivamente un problema, a veces importante, en estas celulalgias con frecuencia antiestéticas, para el cual el masaje, junto con el resto de la kinesiterapia y los tratamientos medicodietéticos e higiénicos, puede aportar soluciones. En cambio, la noción del masaje adelgazante es falsa y mercantil. — En el segundo caso, se utiliza la terminología de «masaje reflejo» empleada oficialmente ahora. Corresponde a un trabajo poco centrado en el aspecto mecánico y que valoriza al máximo la búsqueda de efectos reflejos, por ejemplo a nivel de los dermatomas. Este tipo de masoterapia se basa en la acumulación de conocimientos empíricos, experimentales, y en las justificaciones teóricas que se cree poder aportarles. Algunos nombres están relacionados con técnicas particulares: Dicke, Kohlrausch, Teirich-Leube, Head, Mackenzie. Sobre ciertos tejidos particulares Se pueden citar las mucosas, a veces abordadas por el masaje: mucosas bucales en caso de masaje de la cara, algunas mucosas de la pelvis menor en uroginecología; en las maniobras vinculadas a la reeducación del posparto y al tratamiento de sus cicatrices o a la reeducación de los pacientes con incontinencia urinaria. En todos los casos, la mucosa se masajea esencialmente en tanto que pared correspondiente a un órgano. Por lo tanto, es sobre todo con una óptica reeducativa, exceptuando algunas cicatrices viciosas, que hay que considerar este tipo de masaje. Sobre el músculo Este órgano es el más citado a propósito del masaje, por un lado porque es el motor, sensible [35, 36], sobre el cual pesa toda la atención; por el otro porque, por razones prácticas, su volumen flexible atrae espontáneamente la mano. El masaje de un cuádriceps es un acto que parece evidente, sus variaciones imponen sin embargo una reflexión [9, 47]. Dado
  • 15. Kinesiterapia MASAJES que el músculo es un órgano completo, receptor y actor, la masoterapia puede desplegar todas sus posibilidades: calmar el juego de contracturas dolorosas, o por el contrario reactivar los husos neuromusculares en dificultad, jugar con los reflejos idiomusculares. No hay verdadero trabajo de vigilancia o de refuerzo sin el gesto masajeante que permite revelar o ajustar la respuesta correcta de las masas carnosas. Se puede agregar el masaje tendinoso, sobre todo con las técnicas de MTP ya citadas. En efecto, cuando se piensa en «masaje muscular» se tiene sobre todo la imagen de manos atareadas sobre la parte media del músculo, carnosa, saliente y fácil de asir. Dicho de otro modo, se olvida demasiado a menudo el masaje de los tendones y de las inserciones musculares, que están igualmente involucrados, y ciertos puntos dolorosos conocidos como los puntos de Knap [32]. Sobre la circulación de retorno Este término evoca los problemas de estasis. En todos los tiempos, el hombre ha llevado la mano a las regiones invadidas por sensaciones de «pesadez» para tratar de reactivar la corriente circulatoria. Se sabe que otras técnicas deben utilizarse conjuntamente: por un lado, posición en declive y descanso, por el otro actividad muscular para evitar el efecto nocivo de la pesadez sobre miembros demasiado estáticos, respiración, fisioterapia, etc. El masaje, limitado durante mucho tiempo a maniobras centrípetas, tomó importancia con el DLM que da resultados sorprendentes en diversos trastornos, especialmente después de una radioterapia o cirugía ganglionar. Existen variantes, entre ellas la de Leduc, ya citada. Lo esencial es evitar la estasis reactivando el flujo del lecho vascular por todas las vías aún funcionales, incluso favoreciendo nuevas [50]. El papel que se le ha atribuido a la «plantilla» venosa superficial del pie es erróneo. Por otra parte, no existe «sistema perforante» en la planta del pie y la red de vénulas superficiales sólo toma un aspecto hipertrofiado, denominado a veces «venas de Lejars», en afecciones de estasis varicosa. En cambio, la red profunda desempeña un papel esencial por la influencia a este nivel de diversos factores (marcha, contracción muscular, masaje, etc.). Además de la posición en declive, si el masaje se dirige a la red venosa superficial de los miembros (generalmente la inferior teniendo en cuenta las patologías), la presión de la maniobra es liviana, la velocidad es lenta (la evacuación puede ser seguida visualmente) y el ritmo también, para permitir la depleción de la vena. Cuando se trata de la red profunda, la presión es más fuerte y es conveniente utilizar la compresión muscular y aponeurótica para actuar sobre el conjunto de la red. Sobre la circulación arterial Se piensa principalmente en los cuadros de arteritis. Nada ha sido suficientemente demostrado al respecto [18, 20], pero en la práctica se sabe que el masaje es un punto fuerte de la atención terapéutica de estos enfermos a menudo dimisionarios y afectados por la disminución de sus capacidades. El masaje estimula la actividad periférica, solicita las masas carnosas e impulsa la bomba sanguínea que éstas representan. Asimismo, junto con el resto de la kinesiterapia, estimula la actividad general, especialmente cardiorrespiratoria, y permite recuperar en las mejores condiciones lo que aún puede serlo. Sobre el sistema nervioso Se dice que el sistema nervioso posee elementos «latentes» y que, de modo general, está orientado hacia una gestión económica de los datos que recibe. Se recuerda a menudo el papel sedante del masaje, su aspecto relajante, analgési- 26-100-A-10 co. Esto es muy insuficiente si no se considera su función de «despertar»: frotamiento de los párpados al despertarse, frotamiento de las manos preparándose para la acción. Hay que subrayar esta acción «movilizadora» en el sentido casi militar de la palabra «movilización». El mensaje masoterapéutico tiene un interlocutor: el sistema nervioso. Sobre el hueso No se practica un masaje sobre el hueso sino sobre lo que se encuentra alrededor. La acción sobre el sistema óseo es indirecta, mediada por otros sistemas, especialmente el circulatorio y muscular. Sobre las articulaciones Esta es una zona clave donde el masaje actúa a dos niveles: a nivel anatómico, de sus componentes: cápsula, ligamentos, tendones, planos de deslizamiento, etc. y a nivel funcional, del movimiento: fluidez, control, estiramiento que genera una limitación, etc. Hay que señalar que masaje y movilización están íntimamente vinculados: no se puede masajear bien sin movilizar ni movilizar bien sin masajear. Esto es tanto más cierto cuanto más pequeños son los segmentos: trate de masajear una mano sin mover la articulación. Sobre el aparato cardiovascular La acción kinesiterapéutica es conocida principalmente por su participación en la reeducación para el esfuerzo. Algunos autores [23] y Samuel [45] han evocado la resonancia del masaje sobre el ritmo cardíaco y la presión arterial, aumentando el primero, con aumento del gasto cardíaco, y disminuyendo la segunda. No obstante, estos efectos son siempre fluctuantes y dependen de la modulación tecnológica de la maniobra (intensidad, velocidad, ritmo, etc.). Sobre el aparato respiratorio En el plano estrictamente visceral, la actividad respiratoria está relacionada con la actividad cardiovascular y, a este título, el masaje y sus modulaciones activas permiten actuar sobre el sistema pulmonar. No obstante, no hay que olvidar que este sistema es el resultado de una interacción de tipo «continente-contenido» y que a este nivel el masaje debe trabajar sobre la envoltura cutaneomusculoesquelética toracodorsal; sin hablar de las repercusiones de la estática vertebral y del trabajo masoterapéutico que ésta exige. Sobre el aparato digestivo ¿De qué modo actúa la mano cuando la persona que tiene «dolor de vientre» se frota espontáneamente? El calor, el efecto reflejo, el efecto mecánico sobre el tránsito...; seguramente una conjugación de los tres. Es así que la movilización visceral, combinada con la respiración y con la estimulación muscular, permite actuar sobre intestinos átonos o, por el contrario, sobre vísceras en estado espasmódico [2]. Algunas técnicas hacen hincapié en el efecto reflejo, como la de Grossi, otras en el efecto mecánico, otras incluso en la vivencia particular vinculada a esta zona [15], evocadora también de la fecundidad. Sobre la función urinaria No se trata de problemas infecciosos, ni de afecciones neurológicas para las cuales se utilizan otros elementos de la paleta kinesiterapéutica. Se trata más bien de la activación de esta función, tanto por la acción a nivel circulatorio como por la dinamización del individuo y por sus acciones reflejas [19]. No obstante, hay que recordar que el masaje se articula siempre con el resto del acto kinesiterapéutico. página 15
  • 16. Sobre el metabolismo Si bien faltan estudios sobre el tema, se constata que el masaje potencializa las reacciones equilibrantes de un individuo, por ejemplo en cuanto a las secreciones endocrinas y exocrinas. Hay que destacar esta acción «eutónica» ya que difiere totalmente de la acción medicamentosa. Esta última actúa siempre en sentido único: un laxante libera una retención pero una dosis demasiado elevada provoca diarrea; un constipante suprime la diarrea pero su exceso bloquea el tránsito. En cambio, el masaje concurre a un objetivo fijado pero sin sobrepasarlo nunca, participa en la homeostasis del individuo. Por ejemplo, se puede utilizar el masaje tanto en el contexto de un tratamiento médico adelgazante, por diversas razones, como en caso de anorexia. La dificultad proviene siempre de la imposibilidad de evaluar los factores en juego, comenzando por el psiquismo. Sobre la higiene Este aspecto se encuentra más allá del estadio terapéutico aunque en la misma línea: la fricción, la «limpieza» de la piel, el frotamiento de los ojos al despertarse son tantos actos reflejos que llevan al masaje. Éste pasa a ser una consecuencia lógica cuando se trata de descansar un cuerpo fatigado, de estimular un miembro dormido, de aumentar la sensación de estar «en forma». Sobre el psiquismo Se puede mencionar la correspondencia eterna «mens sana in corpore sano». El masaje ha constituido siempre un vínculo entre la higiene gimnástica y la valorización mental del individuo, el goce de existir: flexibilidad de los tejidos y plenitud psicológica [16]. Por otro lado es un incentivo que permite «hacer pasar» más fácilmente ciertos aspectos de los tratamientos no tan bien aceptados. Acciones indirectas Dinamización del paciente Cualquiera sea el límite de las técnicas kinesiterapéuticas y de su validación, la mano es un elemento sin igual en los diferentes espectros terapéuticos: es a la vez el contacto y la expresión de un contacto. En otras palabras, la mano «suscita». Salvo tal vez en los pacientes comatosos. En todo caso, la mano que asume un contacto dirige sus efectos en el acompañamiento del movimiento, comunicando con el músculo gracias al juego de presiones y depresiones que desarrolla. Toda esta inversión propioceptiva y su repercusión sobre la vivencia, sobre una realización concreta, constituyen un estímulo valorizante y perceptible que potencializa los esfuerzos de un paciente. La mano que toca mediatiza la voluntad de éxito común. Frente a una máquina, el paciente tropieza rápidamente con sus dificultades, sin hablar de las del aparato, cosa que la mano sabe disipar manejando las informaciones y solicitaciones, dando ánimos en el buen momento y en el buen lugar. La mano que masajea, independientemente de los efectos mecánicos y reflejos, actúa sobre el músculo o el cuerpo del mismo modo que la estimulación verbal sobre el deportista en competición, siendo un incentivo poderoso para la victoria. Es curioso oír: «no vale la pena masajear», se trata entonces de un kinesiterapeuta que desconoce su poder y por lo tanto su deber. Efecto placebo Aquí se podría prolongar lo dicho en el párrafo precedente, ya que de esta dinamización nace fácilmente una convicción íntima que, en función de la «fe» del enfermo, puede superar ampliamente las expectativas lógicas. Es la magia de la «imposición de las manos». El paciente obtiene su fuerza de la fuente que es su terapeuta y todo puede confirmarlo en página 16 esta óptica: el calor agradable de las manos que, además del agrado, sugiere un magnetismo o fluido capaz de curar, o un sosiego como el que conoce el recién nacido cuando la mano materna lo toca. Este tocar se acerca a la haptonomía desarrollada por Bernard This y Catherine Dolto-Tolitch [15]. También es interesante saber utilizar inteligentemente la parte de esta «fe» que puede servir al enfermo en los momentos difíciles, siendo necesario ser prudente para no caer en lo sobrenatural. A veces puede ser difícil para el masajista resistir al poder y no subirse al pedestal que le tienden los pacientes; éste debe tener presente que no es un gurú y debe aceptar un éxito modesto. El efecto placebo es abordado en los «grupos Balint»; el kinesiterapeuta puede entonces sondear sus propias resonancias. Relación con la sociedad El masaje a veces forma parte de un contexto social, como en ciertos países del tercer mundo donde el masaje familiar y de los niños representa una actividad normal. En nuestros países, esto es diferente, pero actualmente la moda de las «medicinas naturales» por un lado y la noción de «derecho al bienestar» por el otro crean un clima nuevo. Se puede decir simplemente que el masaje ha abandonado su aspecto marginal para pasar a ser un tipo de terapia particularmente apreciado del público general. La no violencia de su carácter no invasivo, la personalidad tranquilizadora del kinesiterapeuta, entre el poder médico y el contacto con el paciente, crean un plebiscito favorable al masaje. Límites Absolutos Son pocos, generalmente resultan del sentido común. Se trata principalmente de las patologías inflamatorias en fase de brote. Por otra parte, se pueden evocar las dificultades de discernimiento en materia de prohibición señalando que en los países europeos se ha descuidado durante mucho tiempo, incluso contraindicado, el masaje de los niños, con el pretexto de los efectos oscuros sobre el crecimiento, mientras que en otros países (India, África, etc.) estas prácticas eran ancestrales. La razón no confesada era el riesgo de erotización en civilizaciones donde el contacto corporal conoció muchas prohibiciones morales. En una línea de pensamiento cercana se puede decir que «todo» el cuerpo humano puede ser masajeado, pero que el contexto estrictamente terapéutico excluye, por razones evidentes, la zona sexual y el pecho en la mujer. Por lo tanto, no se trata de una contraindicación en el sentido médico sino de una reserva relativa a las zonas sexuales o erógenas. Relativos Por definición estas contraindicaciones no son prohibiciones sino llamados de atención a la vigilancia. Sin esta precaución podrían producirse efectos negativos o de intolerancia. Esto abarca dos dominios: el propio de ciertas patologías y el propio de ciertas zonas del cuerpo. — Entre las primeras, se encuentran las patologías cancerosas, donde está contraindicado abordar la zona evolutiva, lo cual no quiere decir que no se pueda actuar en otras zonas por otras razones. — Entre las segundas, se encuentran las zonas de pasajes vasculares donde el masaje puede ser practicado a condición de evitar toda maniobra agresiva, a pesar de que fueron consideradas durante mucho tiempo como zonas de prohibición absoluta. Entre ellas, el pliegue del codo tiene mala reputación debido al riesgo de osteoma del músculo braquial. En realidad, esta zona requiere siempre prudencia independientemente del masaje.