3. HISTORIA
Los persas no eran un pueblo de
lengua indoeuropea. Se originó
como un grupo de tribus nómadas
cuya localización original radicaba
al norte de la meseta de Irán.
Alrededor de 1400 a. C., algunas
de estas tribus, antepasadas de
los persas históricos, se
trasladaron hacia el sur de Irán.
4. ORGANIZACIÓN POLÍTICO-SOCIAL
Al ser un imperio tan grande, los persas organizaron un aparato
estatal lo más sólido posible. El tipo de gobierno era uno
monárquico absolutista. Estaba representado en el máximo nivel
por el soberano, “rey de reyes”. La sumisión del pueblo a su
figura era total y debía ser visto como una especie de ser divino
en la tierra. Su poder lo ejercía desde su palacio real, el cual
variaba dependiendo de la ciudad que eligiese el rey por
temporadas o épocas, estando entre las favoritas: Susa,
Babilonia, Ecbatana o Persepolis. Le seguía el Consejo de los
siete sabios, y a estos los sátrapas, es decir los gobernadores de
provincias. Asimismo estos últimos se dividían en dos tipos: los
generales y los secretarios reales, aunque en ocasiones, el cargo
cumplía con las dos funciones. Los siguientes y últimos en la lista
eran los visitadores imperiales, conocidos como “los ojos y oídos
del rey”, o bien llamados inspectores, quienes se encargaban de
supervisar que todo marche bien entre el aparato estatal de tan
extenso imperio.
5. ECONOMÍA
No debe parecer descabellado afirmar que la base de la economía persa
era la recaudación de impuestos. En efecto, todas las naciones que
quedaban sometidas al rey de reyes, debían pagar un tributo, el cual
era aceptable, si se tiene en cuenta que a cambio se daría libertad de
culto y hasta cierto punto, política, permitiendo reyes y nobles propios
todos sometidos sólo al monarca persa. Los ingresos de la caja fiscal
imperial eran usados para la manutención de la corte, es cierto, sin
embargo su principal tarea era crear, mantener y mejorar las obras
públicas. En especial caminos que uniesen los recónditos puntos del
imperio, lo cual favoreció la creación de un eficiente sistema de correos,
así como la construcción de edificios que embelleciesen las ciudades.
Finalmente el ingreso estatal apuntaba a las fuerzas armadas. Otro de
los puntos que servían para generar ingresos era el comercio, el cual
tenía tarifas aceptables y nunca escaseaban. Según las investigaciones
el primero en emitir moneda fue Darío I, quien introdujo un patrón
monetario basado en oro y plata, llamadas dárico y el siclo
respectivamente. La primera era sólo emitida por la administración real,
y las de plata o cobre por satrapías o gobiernos locales.
6. LENGUA
Los persas eran indoeuropeos y estaban emparentados con los
dialectos iranios de la época, muy cercano al medo. No tenían
escritura hasta cuando adhirieron al Imperio Caldeo a sus
dominios, introduciendo el sistema cuneiforme adaptado a su
lengua, según la Inscripción de Behistún. Si bien el persa era
uno de los idiomas oficiales, el babilonio o acadio también
siguió usándose, al igual que el dialecto medo, el elamita y
hasta el egipcio o el arameo. Este último es tomado por
muchos como el idioma preferido entre los persas, en especial
los que habitaban la parte oeste del imperio. Además, según lo
hallado el arameo vendría a ser también la lengua general
para comunicarse en los territorios imperiales, si bien hay que
reconocer que todo esto puede variar por fechas, etapas o
gobiernos a lo largo del tiempo en el que existió el Imperio
Aqueménida.
7. RELIGIÓN
Al igual que sus primos hermanos, los medos, la religión que mejor
fue recibida por la élite gobernante persa fue el zoroastrismo,
también llamado mazdeísmo. Para los aqueménides, Ahura
Mazda era el dios protector de la monarquía y el rey de reyes era
su máximo representante en la tierra. Bajo esta coyuntura, esta
religión alcanzaría un gran apogeo, y sobre todo llegó a lugares
lejanos, tanto en occidente como en oriente. El zoroastrismo,
llamado así por el profeta que dio inicio al movimiento, Zoroastro,
fue un culto dualista que veía al mundo regido por los principios
del bien y el mal así como creación y destrucción. Con la llegada
de los persas, la élite sacerdotal consiguió colocar algunas ideas
propias tales como el libre albedrío. Asimismo, el libro sagrado de
esta religión se llamó Zend Avesta. El culto estaba representado
por un mago (no en el sentido moderno de la palabra), que era
algo así como el equivalente a un sacerdote moderno y que
conformaba una clase, encargada de llevar a cabo ceremonias y
rezos.
8. AGRICULTURA
A diferencia de otros pueblos, imperios o naciones que poblaron
Mesopotamia y el Cercano Oriente en el pasado, los persas,
fieles a la adaptación de costumbres que les imponía el
zoroastrismo original, no llegaron a construir grandes templos
religiosos. Esto tal vez sea lo que más los identifica, pues como
sabemos sumerios, acadios, asirios y otros más, eran casi
fanáticos de la arquitectura religiosa imponente. Pues bien en los
primeros años de constituido su imperio, los aqueménidas
celebraban sus ceremonias religiosas al aire libre. Aún as sí
existen unas pequeñas construcciones, a modo de altares, donde
se llevaban a cabo las fogatas (cuando el fuego fue admitido en
el zoroastrismo). Dos de los mejores conservados se hallan en
Persépolis, y tienen forma cúbica piramidal. Existen unos lóbulos
para evitar que el viento apague los fuegos. Algunas torres
cuadradas cercanas también eran altares para que las llamas
ardan permanentemente. Se hallaron también en la ciudad citada
y en Pasagarda.