El documento presenta tres "claves" para comprender el misterio de la Navidad según el Evangelio del cuarto domingo de Adviento: 1) la clave de la pequeñez, ya que todo en la Navidad será pequeño y sencillo; 2) la clave de la fragilidad, pues Dios se hace vulnerable en la forma de un niño; y 3) la clave del servicio, como María que sirve aprisa a su pariente Isabel. Estas claves muestran un amor que se hace pequeño, frágil y servidor.
1. LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana de Adviento
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
4º Domingo de Adviento. Evangelio. (Lucas 1, 39-45) 23 de Diciembre 2012.
María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y
saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó
Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito: “¡Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu
vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis
oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha
dicho el Señor se cumplirá”.
“La “clave” de la Navidad”.
La “clave” es algo importante: es como la “llave” que nos abre la puerta de un enigma, o nos permite
interpretar un mensaje, o nos sitúa una pieza musical en su tono exacto. Pues bien, hoy la Palabra nos da
la “clave” para comprender correctamente los misterios que en estos días nos disponemos a celebrar; nos
proporciona algo así como las coordenadas precisas para situar los acontecimientos de este tiempo de
Navidad.
Clave de pequeñez.- No importa que Belén sea una aldea pequeña de Judá. “De ti saldrá el jefe de Israel”.
En estos días, todo va ser pequeño: una mujer sencilla, acompañada de su esposo, buscará cobijo para dar
a luz el fruto de su vientre. Unos pobres pastores se presentarán, para la única enhorabuena a esa pareja
afortunada… Todo pequeño y sencillo. A la altura de los ojos de los niños: para que los grandullones nos
tengamos que agachar si queremos contemplarlo. Todo pequeño y pobre: para que los pobres del mundo
entero sepan que ha llegado la hora de su liberación. Todo pequeño y simple: como las verdades más
hondas, como los más sublimes misterios.
Clave de fragilidad.- Todo el poder de Dios, escondido en la total debilidad del cuerpo de un niño. Un
cuerpo que pueda quebrarse, como expresión de un inmenso amor. Que pueda ofrecerse por la salvación
del mundo. Que pueda solidarizarse con el hambre y el dolor y la muerte de los humanos. Capaz de sentir
en carne propia la angustia y el desaliento. Capaz de comprender desde dentro, lo que significa sentirse
dejado hasta de la mano de Dios.
Clave de servicio.- Cuando el amor es el que manda, servir es una de las fuentes más normales de la
alegría. “María se puso en camino y fue deprisa a la montaña”. María sólo piensa que, allá lejos, en las
montañas de Judá, su pariente Isabel la puede estar necesitando. Y allá se va, “aprisa”.
Ahí está, pues, la “clave” para comprender el misterio de la Navidad: un amor que se hace pequeño, frágil,
servidor. Ponerse en sintonía con ese amor, será la mejor manera de celebrar, y de vivir, la alegría de este
Dios que nos nace.
¿Por qué no hacemos copias de esta “llave”, y las vamos dando por ahí a los parientes, a los amigos? Para
que no se pierdan. Para que no se dejen engañar por otras supuestas “llaves” de la felicidad navideña.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Cuál de las tres claves te cuesta más y qué vives más, la clave o su contrario: pequeñez (contra
aparentar), fragilidad (contra dominación) o servicio (contra egoísmo) ?
¿En qué claves leemos hoy la Navidad?
¿Con cuál de las claves te comprometes para regalarla a alguien? Propóntelo.
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.