SlideShare ist ein Scribd-Unternehmen logo
1 von 4
CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD
Panelista: Dr. Eduardo CABEZON C.
La invitación a participar en esta Mesa Redonda me ha brindado la oportunidad de rememorar algunas nociones clásicas que aprendí y utilicé
desde hace mucho tiempo, y que de alguna manera sigo utilizando en mis planteamientos de fundamento para entender el quehacer del
Currículum y la Evaluación Educacional. Por esto, quiero iniciar mi exposición con una síntesis de esas nociones tradicionales, las que me
permitirán ubicarlos luego en la actual propuesta sobre lo que podemos entender como Ciencia y Tecnología, y comprender así su impacto en
la Sociedad.
La filosofía griega nos ha legado los cimientos del conocer por nuestros propios medios. Una de las preocupaciones importantes de los
filósofos fue desde sus inicios el preguntarse por el “conocimiento”. De esto surge su estudio sistemático en la Epistemología. Aristóteles nos
hacía ver hace más de 2.400 años atrás que el rasgo más importante y distintivo del ser humano era su “razón”. Al clasificar el conocimiento
humano en tres grandes categorías (teorético, productivo y práctico), Aristóteles nos legaba un enfoque valórico de estos campos del
conocimiento que hasta hoy día subyacen en nuestra visión del mundo.
Desde esa concepción clásica aparece el hombre actuando en dos direcciones opuestas:
la acción que dirige hacia sí mismo para modificarse en la forma de conocimiento teórico; y la acción que el hombre ejerce sobre las cosas para
modificarlas y adecuarlas a sus necesidades, lo que es el hacer técnico o productivo.
Desde esta perspectiva, en el diario vivir el conocer aparece como asistemático y muy frecuentemente incoherente; este conocimiento común
o vulgar tiende normalmente a eliminar lo problemático de la vida cotidiana, para dejar expedito el camino a la acción del vivir ordinario (del
orden normal del vivir).
Por otra parte, se puede observar una actividad orientada al hacer, común a todos los hombres, y que frecuentemente llamamos “práctica”.
Nuestra acción, ya sea conocer o hacer, se racionaliza cuando actuamos metódicamente; es decir, cuando empleamos un conjunto de
procedimientos racionales de acción. Las actividades orientadas a conocer, y que han logrado un nivel disciplinario, se caracterizan por poseer
el conocimiento en forma de teorías, cuya institucionalización podemos denominar ciencia. En este contexto, el valor y el criterio orientador es
la “verdad”. A la práctica racionalizada se la llama técnica, y el valor y criterio orientador es la “eficacia”. De aquí que el conocer pueda mejorar
la posibilidad de un hacer más eficaz, y que el hacer puede conducir a conocer más. Entre ambas actividades hay una relación de
condicionalidad y no de necesariedad.
Si bien la ciencia y la técnica son distintas, no obstante se encuentran relacionadas de diversos modos. Necesitamos que la verdad que
poseemos sea eficaz, y que nuestra eficacia se funde en la verdad. Es la articulación de ambas la que constituye el esfuerzo tecnológico (el
estudio teórico de la “techné”), en el que el hombre intenta ejecutar esta síntesis entre la verdad y la eficacia. En la tecnología se trata de hacer
inteligible con leyes científicas el fundamento de la eficacia del modelo técnico de las reglas del operar. Será en este entrelazamiento, que
Aristóteles distinguió como el dominio de la praxis, donde podrá producirse la articulación necesaria entre leyes y reglas, y generarse la
tecnología. A esta noción de tecnología también se le denominó arte.
Nuevas nociones de la CIENCIA
Indudablemente que las nociones clásicas, anteriormente expuestas, son una simplificación pedagógica de una situación mucho más compleja.
Desde Aristóteles junto con otros importantes filósofos griegos, hasta avanzada la Edad Media, estas consideraciones filosóficas sólo eran
preocupaciones de las comunidades religiosas, en las disquisiciones y debates teológicos en que las nociones griegas antes indicadas,
recuperadas a través de la influencia árabe, aportaban ideas y distinciones, principalmente a las argumentaciones sobre la existencia de Dios y
sobre el entendimiento parcial de los misterios de la divinidad. Sólo a partir de Descartes es que la duda metódica hará girar el pensamiento
hacia una primacía creciente de la razón, como fuente fundamental del conocimiento riguroso y real. Las matemáticas y la concepción
geométrica del discernimiento sobre la realidad verdadera, serán herramientas privilegiadas de la acción propia de la ciencia moderna.
Arnold y Rodríguez, antropólogo y sociólogo respectivamente, en un artículo titulado “Crisis y Cambios en la Ciencia Social Contemporánea”
(CPU, 1990), nos expresan con gran claridad y sentido de síntesis, la actual problemática de la Ciencia, especialmente en relación con la
situación privilegiada que lograron a partir de los aportes positivistas del racionalismo las llamadas Ciencias Duras o naturales, en
contraposición a la débil constitución de las llamadas Ciencias Sociales, entre las que de algún modo quedan clasificadas todas las disciplinas
vinculadas con la Educación.
Ellos plantean que la dignidad de Ciencia se logra mediante dos posibilidades de acceso:
1. La proveniente del racionalismo francés y del positivismo, que planteaba que el método científico era sólo uno, el cual debería ser aplicado
indistintamente por cualquier disciplina que pretendiera el status de Ciencia. Esta corriente iniciada por Compte, fue representada
consistentemente por el racionalismo cartesiano de Durkheim.
2. La proveniente del idealismo alemán, que buscaba clasificar a las Ciencias según las cualidades distintivas de sus objetos y los métodos
adecuados para su conocimiento. Se hablaba así de Ciencias del espíritu y Ciencias de la naturaleza, destacándose con las primeras un tipo
de objeto que no queda agotado con la observación de su manifestación externa.
Sin embargo, en ambas posibilidades se reconocía que en las Ciencias Sociales estaba presente el peligro de la subjetividad. El problema
parecía radicar en el hecho de que las Ciencias Humanas tenían un objeto que se pensaba a sí mismo. El investigador en esta área del saber, no
podía prescindir -como en las Ciencias Naturales- de la interferencia de sus valores, intereses o prejuicios. A este dilema sujeto/objeto se
responde inicialmente tratando a los hechos sociales, a la manera del positivismo, como “cosas” caracterizadas por su exterioridad y
compulsión. En la búsqueda de la objetividad del conocimiento, por la comprensión de lo social “en sí”, se intentaba dar cuenta de lo social
recurriendo al sujeto constituyente y su sentido intersubjetivo. Otra alternativa radicaba en explicar “lo social por lo social” y entender incluso
al individuo como producto social.
Ninguno de los problemas anteriores preocupaba a las Ciencias Naturales, algunas de las cuales reclamaban el apelativo de “exactas”, para
dejar más en claro el alto grado de certidumbre y coherencia de sus afirmaciones universales. Este modo de conocimiento consistía en
descomponer los fenómenos, reduciendo lo complejo a sus elementos o procesos básicos: el “método analítico”. En la versión optimista que
surgió del quehacer científico desde el siglo pasado, el método permite salvaguardar la objetividad. Es decir, evitar que consideraciones
subjetivas afecten el proceso de aproximación, de descripción, análisis e interpretación de la realidad objetiva. Es el método, entonces, el que
asegura que el conocimiento será determinado por el objeto.
El problema que mayores dificultades presenta para conocer el mundo de manera objetiva y exacta, es el de la complejidad. No obstante, el
quehacer científico puede aparentemente superar esta situación mediante el método analítico. “El dividir para reinar encuentra su expresión
científica en el dividir para comprender -y dominar- la naturaleza” (Arnold y Rodríguez, 1990, pág. 13). Para las Ciencias Humanas el problema
presenta características diferentes. Al tratarse en ellas el estudio del hombre por el hombre, era necesario evitar que el investigador pudiera ser
interferido por sus propios intereses, opiniones, estados de ánimo, prejuicios, emociones, etc. Si bien este problema también era reconocido en
las Ciencias Naturales, sin embargo no tenía en ellas la importancia ni la gravedad que implicaba en las Ciencias Humanas. De este modo, ellas
tendrían que hacer uso del método científico (léase “método analítico”), si querían ser aceptadas en la comunidad científica.
Lo anterior se vuelve problemático por dos motivos:
1) El objeto de las Ciencias Humanas es demasiado complejo.
2) La Ciencia forma parte del fenómeno humano; es decir, ella es parte de su propio objeto de estudio.
En estas circunstancias, las Ciencias Naturales se transforman en el modelo de las Ciencias Sociales. Las dificultades e inadecuaciones que se
produzcan en esta apropiación del modelo, serán motivos de complejos de inferioridad por parte de los cientistas sociales. Se puede inferir que
las Ciencias Sociales se ven abocadas desde sus inicios al problema de la emergencia de lo social. Esto es, el método analítico es incapaz de
garantizar la comprensión del fenómeno social. Principalmente grave es la situación de la autorreferencialidad, ya que el investigador y su
teoría pertenecen al ámbito del conocimiento estudiado por el investigador y su teoría. Esto está estrechamente ligado al problema de la
subjetividad, dada la alta posibilidad de interferencia de los intereses, juicios, valores y prejuicios del investigador. En las Ciencias Naturales, en
cambio, el postulado de la objetividad no necesita ser apoyado argumentalmente, ya que este problema, en caso que se diera, se transforma en
un problema técnico y la interferencia del observador se limita a sus limitaciones perceptivas. Mediante la Ciencia (“Natural” por cierto), es
posible desarrollar el instrumento tecnológico de la razón para el dominio y la transformación de la naturaleza. Sin embargo, paradojalmente,
el sujeto en el proceso mismo del conocer, se mantiene pasivo, aceptando que el conocimiento queda determinado por el objeto.
Es en el presente siglo XX que empieza a surgir una problemática que no puede ser resuelta por las vías tradicionales. Por un lado, la
aspiración de elaborar teorías universalistas; y, por otro lado, la dificultad de dar con unidades no divisibles, a partir del descubrimiento de la
complejidad del átomo. Estas dos situaciones conducen a repensar el conocer y la relación entre el sujeto y el objeto. Una de las propuestas
teóricas de mayor importancia para la resolución de esta problemática es la Teoría General de Sistemas. Esta teoría aparece desde la búsqueda
de variadas disciplinas por encontrar un marco conceptual lo suficientemente amplio como para ser utilizado transdisciplinariamente, y que
permitiera referirse a todos los fenómenos complejos, cuyas características principales no pudieran ser reducibles mediante el método habitual
de la Ciencia. Esta Teoría se transforma en una oportunidad para que científicos de las más diversas disciplinas busquen isomorfismos entre
los fenómenos que orientan sus investigaciones. Para que esto ocurra, se hace necesario ampliar el marco de referencia y adoptar una
perspectiva globalizante, la que permita incluir al observador en las afirmaciones que hace acerca de lo observado por él.
Arnold y Rodríguez (1990, pág. 19) afirman que “es desde la teoría de sistemas que se ofrece una nueva epistemología, una redefinición del
método científico y de la ciencia misma, lo que provoca un cambio de proporciones en el quehacer científico, acaso uno de los mayores
cambios habidos en la historia de la ciencia.”
De la aceptación de esta necesaria selectividad implicada en el conocer humano, los teóricos de sistemas infieren en su primer momento una
posición perspectivista, la que señala que diferentes teorías científicas podrán ver distintos aspectos de un mismo fenómeno, según cuáles sean
sus criterios de selectividad. En esta postura perspectivista inicial no se pone en duda la existencia de un mundo objetivo, ni tampoco la
posibilidad de conocerlo, aunque la eficacia en el logro de la verdad o de un mejor conocimiento se ve fuertemente cuestionada, ya que otros
investigadores pueden efectuar otras selecciones, y percibir por lo tanto, un objeto diferente. Esta postura provoca cuestionamientos
epistemológicos al interior de la teoría de sistemas. Se genera así un segundo momento, que se podría denominar “la reflexión en torno al
observador y a su posición respecto al objeto de estudio”. Ya no es posible sostener que el observador puede realizar su trabajo de
observación sin interferir con lo observado. Si el sistema en estudio incluye al observador, toda observación que en el sistema se haga, influirá
en el propio sistema.
A partir de lo anterior, se produce una redefinición del acto de conocer y de la antigua dicotomía sujeto/objeto. El sujeto es objeto de su
misma observación, pero aún más importante, el sujeto configura al objeto en el momento de conocerlo por medio de la operación
de distinción. Esto genera un cambio radical, ya que no se puede seguir postulando un sujeto pasivo ni un conocimiento determinado por el
objeto, cuyas características se imponen al sujeto. Ahora el sujeto y el objeto se integran en el acto creador del conocimiento a través de la
experiencia del observador.
El fundamento de esta nueva posición cobra presencia internacional en los planteamientos de un científico chileno, Humberto Maturana,
quien a partir de los años sesenta y de sus investigaciones sobre la percepción de colores, advierte la imposibilidad de que en la experiencia, un
observador pueda distinguir entre ilusión y percepción.
Una Nueva Ontología para el Conocer
Según Maturana, la explicación del observador y del observar sólo puede darse en el ámbito de las ontologías constitutivas, cuando al
reflexionar me doy cuenta de que en la experiencia no es posible distinguir entre ilusión y percepción. Para hacer entender esta proposición,
Maturana sostiene que existen dos modos fundamentales que un observador puede adoptar para escuchar explicaciones. Estas dos maneras de
escuchar determinan dos caminos explicativos, mutuamente exclusivos, que son:
1. El camino de la objetividad sin paréntesis o de la objetividad trascendental, y
2. El camino de objetividad entre paréntesis o el camino de la objetividad constitutiva.
En el camino de la objetividad sin paréntesis, el observador implícita o explícitamente acepta sus habilidades cognitivas como propiedades
constitutivas de su ser. Así, el observador asume que la existencia tiene lugar con independencia de lo que él hace; que las cosas existen con
independencia de si él las conoce. Por ende, este camino es constitutivamente ciego o sordo a la participación del observador en la
constitución de lo que él acepta como una explicación. Este camino necesariamente lleva al observador a requerir un dominio único de
realidad, un universo, una referencia trascendental, como el último recurso de validación para las explicaciones que él acepta. La referencia a
alguna entidad, tal como materia, energía, mente, conciencia, ideas, o Dios, es lo que se usa como argumento final para validar las
explicaciones. En este camino explicativo, la pretensión de conocimiento es una demanda de obediencia.
En el camino explicativo de la objetividad entre paréntesis el observador explícitamente acepta que él, como ser humano, es un ser viviente y
que, por lo tanto, sus habilidades cognitivas como observador son fenómenos biológicos, ya que esas habilidades son alteradas cuando su
biología es a su vez alterada. Aquí el observador tiene que aceptar su incapacidad para distinguir en la experiencia lo que en la vida cotidiana
distinguimos como percepción e ilusión. Una vez que la condición biológica del observador es aceptada, la suposición de que un observador
puede hacer cualquier afirmación sobre entidades que existen con independencia de lo que él hace -esto es, en un dominio de realidad
objetiva- se vuelve o absurda o vacía, porque no hay operación del observador que pueda satisfacerla. En el camino de la objetividad entre
paréntesis, la existencia es constituida con lo que el observador hace, y el observador trae a la mano los objetos que él distingue con sus
operaciones de distinción, como distinciones de distinciones en el lenguaje.
De aquí que el conocimiento no pueda quedar especificado por nada externo al observador. El conocimiento, por lo tanto, debe ser redefinido
en términos de conductas adecuadas o efectivas dentro de un determinado dominio. Uno de estos dominios es el de las Ciencias, y para ello es
necesario distinguir el criterio de validación de las explicaciones científicas.
Al respecto, no es el propósito de esta Ponencia presentar in extenso el pensamiento de Humberto Maturana. Estimo que es un privilegio que
la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación lo haya acogido desde 1989 hasta el presente, como uno de sus destacados
académicos en el Postgrado, y que gracias a la aplicación de su pensamiento al campo de la Educación, podamos generar propuestas teóricas y
prácticas que están enriqueciendo nuestra acción universitaria como centro avanzado de investigación pedagógica. El impacto que estas ideas
están teniendo en la sociedad aún no puede ser adecuadamente comprendido.
Bourdieu, P. (1998). Los Herederos. Buenos Aires: Siglo XXI.
Briceño, M. (2009). EL uso del error en los ambientes de aprendizaje: una visión transdisciplinaria.
Revista de teoría y didáctica de las ciencias sociales (14), 9 - 28.
Guzmán, E. (2010). Los Skaters y la Rudeza. Barcelona: Anagrama.
Leon, F. (2011). Los Skater del Amor. Buenos Aires: Gedisa.
Pintrich, P., Schunk, R., & Dale, H. (2006). Motivación en contextos educativos: teoría,
investigación y aplicaciones. Madrid: Pearson-Prentice Hall.
Zulma, M. (2006). Aprendizaje autoregulado: el lugar de la cognción, la metacognición y la
motivación. Estudios Pedagógicos , 32 (2), 121 - 132.

Weitere ähnliche Inhalte

Was ist angesagt?

Que es la ciencia: Investigacion para que sirve?
Que es la ciencia: Investigacion para que sirve?Que es la ciencia: Investigacion para que sirve?
Que es la ciencia: Investigacion para que sirve?
Joheliza
 
Ensayo:La epistemologia en Ciencias naturales
Ensayo:La epistemologia en  Ciencias naturalesEnsayo:La epistemologia en  Ciencias naturales
Ensayo:La epistemologia en Ciencias naturales
Johan Manuel
 
Trabajo colaborativo dos
Trabajo colaborativo dosTrabajo colaborativo dos
Trabajo colaborativo dos
gonzalo_perez
 
Trabajo colaborativo 2
Trabajo colaborativo 2Trabajo colaborativo 2
Trabajo colaborativo 2
Diana Herrera
 
Filosofia de las ciencias naturales- sociales
Filosofia de las ciencias naturales- socialesFilosofia de las ciencias naturales- sociales
Filosofia de las ciencias naturales- sociales
Joystickero Otaku
 
Diapositiva cts
Diapositiva ctsDiapositiva cts
Diapositiva cts
DaliaAular
 
Trabajo colaborativo uno.
Trabajo colaborativo uno.Trabajo colaborativo uno.
Trabajo colaborativo uno.
hjsepulvedal
 

Was ist angesagt? (20)

La ciencia
La cienciaLa ciencia
La ciencia
 
TCC-NEW
TCC-NEWTCC-NEW
TCC-NEW
 
Que es la ciencia: Investigacion para que sirve?
Que es la ciencia: Investigacion para que sirve?Que es la ciencia: Investigacion para que sirve?
Que es la ciencia: Investigacion para que sirve?
 
UNIDAD 1 CTI
UNIDAD 1 CTIUNIDAD 1 CTI
UNIDAD 1 CTI
 
La ciencia importancia clasificacion y definicion
La ciencia importancia clasificacion y definicion La ciencia importancia clasificacion y definicion
La ciencia importancia clasificacion y definicion
 
El pensamiento cientifico. y su lado filosofico.
El pensamiento cientifico. y su lado filosofico.El pensamiento cientifico. y su lado filosofico.
El pensamiento cientifico. y su lado filosofico.
 
Grupo 2 el conocimiento y enfoques epitemologicos
Grupo 2   el conocimiento y enfoques epitemologicosGrupo 2   el conocimiento y enfoques epitemologicos
Grupo 2 el conocimiento y enfoques epitemologicos
 
Diapositiva Ciencia
Diapositiva CienciaDiapositiva Ciencia
Diapositiva Ciencia
 
Apuntes sobre aspectos epistemológicos de la investigación científica
Apuntes sobre aspectos epistemológicos de la investigación científicaApuntes sobre aspectos epistemológicos de la investigación científica
Apuntes sobre aspectos epistemológicos de la investigación científica
 
La ciencia
La cienciaLa ciencia
La ciencia
 
Ensayo:La epistemologia en Ciencias naturales
Ensayo:La epistemologia en  Ciencias naturalesEnsayo:La epistemologia en  Ciencias naturales
Ensayo:La epistemologia en Ciencias naturales
 
Trabajo colaborativo dos
Trabajo colaborativo dosTrabajo colaborativo dos
Trabajo colaborativo dos
 
Trabajo colaborativo 2
Trabajo colaborativo 2Trabajo colaborativo 2
Trabajo colaborativo 2
 
Filosofia de las ciencias naturales- sociales
Filosofia de las ciencias naturales- socialesFilosofia de las ciencias naturales- sociales
Filosofia de las ciencias naturales- sociales
 
20 conceptos
20 conceptos20 conceptos
20 conceptos
 
Diapositiva cts
Diapositiva ctsDiapositiva cts
Diapositiva cts
 
Filosofia del Metodo Cientifico
Filosofia del Metodo CientificoFilosofia del Metodo Cientifico
Filosofia del Metodo Cientifico
 
Trabajo colaborativo uno.
Trabajo colaborativo uno.Trabajo colaborativo uno.
Trabajo colaborativo uno.
 
Dimensiones del conocimiento
Dimensiones del conocimientoDimensiones del conocimiento
Dimensiones del conocimiento
 
1RA SESIÓN
1RA SESIÓN1RA SESIÓN
1RA SESIÓN
 

Ähnlich wie Ejercicio2

I unidad familia y sociedad clases
I unidad familia y sociedad clasesI unidad familia y sociedad clases
I unidad familia y sociedad clases
Carolina Herrera
 
4033 martinez lucas_tp9.ppt
4033 martinez lucas_tp9.ppt4033 martinez lucas_tp9.ppt
4033 martinez lucas_tp9.ppt
patolucasm
 
Introducción cbc corregida
Introducción  cbc corregidaIntroducción  cbc corregida
Introducción cbc corregida
Valeria Esposito
 
Ensayos del libro investigacion
Ensayos del libro investigacionEnsayos del libro investigacion
Ensayos del libro investigacion
ricardomoreno1987
 
Pilar ulloa trabajo de capitulos 234 1
Pilar ulloa trabajo de capitulos 234 1Pilar ulloa trabajo de capitulos 234 1
Pilar ulloa trabajo de capitulos 234 1
Pilar Ulloa
 
2 enfoque cualitativo y cuantitativo
2 enfoque cualitativo y cuantitativo2 enfoque cualitativo y cuantitativo
2 enfoque cualitativo y cuantitativo
monsesalazar3
 
2 Enfoque cualitativo y cuantitativo
2 Enfoque cualitativo y cuantitativo2 Enfoque cualitativo y cuantitativo
2 Enfoque cualitativo y cuantitativo
JomyPrez
 

Ähnlich wie Ejercicio2 (20)

4.+Pardo_Verdad+e+historicidad.pdf
4.+Pardo_Verdad+e+historicidad.pdf4.+Pardo_Verdad+e+historicidad.pdf
4.+Pardo_Verdad+e+historicidad.pdf
 
Diaz_-_La_Posciencia.pdf
Diaz_-_La_Posciencia.pdfDiaz_-_La_Posciencia.pdf
Diaz_-_La_Posciencia.pdf
 
Ana carolina robles
Ana carolina roblesAna carolina robles
Ana carolina robles
 
ETICA
ETICA ETICA
ETICA
 
Qué es la ciencia_Apunte 2.docx
Qué es la ciencia_Apunte 2.docxQué es la ciencia_Apunte 2.docx
Qué es la ciencia_Apunte 2.docx
 
I unidad familia y sociedad clases
I unidad familia y sociedad clasesI unidad familia y sociedad clases
I unidad familia y sociedad clases
 
4033 martinez lucas_tp9.ppt
4033 martinez lucas_tp9.ppt4033 martinez lucas_tp9.ppt
4033 martinez lucas_tp9.ppt
 
Parte iv
Parte ivParte iv
Parte iv
 
Introducción cbc corregida
Introducción  cbc corregidaIntroducción  cbc corregida
Introducción cbc corregida
 
Ensayos del libro investigacion
Ensayos del libro investigacionEnsayos del libro investigacion
Ensayos del libro investigacion
 
HacíA Una EstrategíA De InvestigacióN Pluridimensional
HacíA Una EstrategíA De InvestigacióN PluridimensionalHacíA Una EstrategíA De InvestigacióN Pluridimensional
HacíA Una EstrategíA De InvestigacióN Pluridimensional
 
Slide share cienci, tecnologia y sociedad
Slide share cienci, tecnologia y sociedadSlide share cienci, tecnologia y sociedad
Slide share cienci, tecnologia y sociedad
 
Ciencia
CienciaCiencia
Ciencia
 
Pilar ulloa trabajo de capitulos 234 1
Pilar ulloa trabajo de capitulos 234 1Pilar ulloa trabajo de capitulos 234 1
Pilar ulloa trabajo de capitulos 234 1
 
Ciencia Y Tecnologia
Ciencia Y TecnologiaCiencia Y Tecnologia
Ciencia Y Tecnologia
 
2 enfoque cualitativo y cuantitativo
2 enfoque cualitativo y cuantitativo2 enfoque cualitativo y cuantitativo
2 enfoque cualitativo y cuantitativo
 
Enfoque Cualitativo y Cuantitativo
Enfoque Cualitativo y CuantitativoEnfoque Cualitativo y Cuantitativo
Enfoque Cualitativo y Cuantitativo
 
2 enfoque cualitativo y cuantitativo
2 enfoque cualitativo y cuantitativo2 enfoque cualitativo y cuantitativo
2 enfoque cualitativo y cuantitativo
 
2 enfoque cualitativo y cuantitativo
2 enfoque cualitativo y cuantitativo2 enfoque cualitativo y cuantitativo
2 enfoque cualitativo y cuantitativo
 
2 Enfoque cualitativo y cuantitativo
2 Enfoque cualitativo y cuantitativo2 Enfoque cualitativo y cuantitativo
2 Enfoque cualitativo y cuantitativo
 

Ejercicio2

  • 1. CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD Panelista: Dr. Eduardo CABEZON C. La invitación a participar en esta Mesa Redonda me ha brindado la oportunidad de rememorar algunas nociones clásicas que aprendí y utilicé desde hace mucho tiempo, y que de alguna manera sigo utilizando en mis planteamientos de fundamento para entender el quehacer del Currículum y la Evaluación Educacional. Por esto, quiero iniciar mi exposición con una síntesis de esas nociones tradicionales, las que me permitirán ubicarlos luego en la actual propuesta sobre lo que podemos entender como Ciencia y Tecnología, y comprender así su impacto en la Sociedad. La filosofía griega nos ha legado los cimientos del conocer por nuestros propios medios. Una de las preocupaciones importantes de los filósofos fue desde sus inicios el preguntarse por el “conocimiento”. De esto surge su estudio sistemático en la Epistemología. Aristóteles nos hacía ver hace más de 2.400 años atrás que el rasgo más importante y distintivo del ser humano era su “razón”. Al clasificar el conocimiento humano en tres grandes categorías (teorético, productivo y práctico), Aristóteles nos legaba un enfoque valórico de estos campos del conocimiento que hasta hoy día subyacen en nuestra visión del mundo. Desde esa concepción clásica aparece el hombre actuando en dos direcciones opuestas: la acción que dirige hacia sí mismo para modificarse en la forma de conocimiento teórico; y la acción que el hombre ejerce sobre las cosas para modificarlas y adecuarlas a sus necesidades, lo que es el hacer técnico o productivo. Desde esta perspectiva, en el diario vivir el conocer aparece como asistemático y muy frecuentemente incoherente; este conocimiento común o vulgar tiende normalmente a eliminar lo problemático de la vida cotidiana, para dejar expedito el camino a la acción del vivir ordinario (del orden normal del vivir). Por otra parte, se puede observar una actividad orientada al hacer, común a todos los hombres, y que frecuentemente llamamos “práctica”. Nuestra acción, ya sea conocer o hacer, se racionaliza cuando actuamos metódicamente; es decir, cuando empleamos un conjunto de procedimientos racionales de acción. Las actividades orientadas a conocer, y que han logrado un nivel disciplinario, se caracterizan por poseer el conocimiento en forma de teorías, cuya institucionalización podemos denominar ciencia. En este contexto, el valor y el criterio orientador es la “verdad”. A la práctica racionalizada se la llama técnica, y el valor y criterio orientador es la “eficacia”. De aquí que el conocer pueda mejorar la posibilidad de un hacer más eficaz, y que el hacer puede conducir a conocer más. Entre ambas actividades hay una relación de condicionalidad y no de necesariedad. Si bien la ciencia y la técnica son distintas, no obstante se encuentran relacionadas de diversos modos. Necesitamos que la verdad que poseemos sea eficaz, y que nuestra eficacia se funde en la verdad. Es la articulación de ambas la que constituye el esfuerzo tecnológico (el estudio teórico de la “techné”), en el que el hombre intenta ejecutar esta síntesis entre la verdad y la eficacia. En la tecnología se trata de hacer inteligible con leyes científicas el fundamento de la eficacia del modelo técnico de las reglas del operar. Será en este entrelazamiento, que Aristóteles distinguió como el dominio de la praxis, donde podrá producirse la articulación necesaria entre leyes y reglas, y generarse la tecnología. A esta noción de tecnología también se le denominó arte.
  • 2. Nuevas nociones de la CIENCIA Indudablemente que las nociones clásicas, anteriormente expuestas, son una simplificación pedagógica de una situación mucho más compleja. Desde Aristóteles junto con otros importantes filósofos griegos, hasta avanzada la Edad Media, estas consideraciones filosóficas sólo eran preocupaciones de las comunidades religiosas, en las disquisiciones y debates teológicos en que las nociones griegas antes indicadas, recuperadas a través de la influencia árabe, aportaban ideas y distinciones, principalmente a las argumentaciones sobre la existencia de Dios y sobre el entendimiento parcial de los misterios de la divinidad. Sólo a partir de Descartes es que la duda metódica hará girar el pensamiento hacia una primacía creciente de la razón, como fuente fundamental del conocimiento riguroso y real. Las matemáticas y la concepción geométrica del discernimiento sobre la realidad verdadera, serán herramientas privilegiadas de la acción propia de la ciencia moderna. Arnold y Rodríguez, antropólogo y sociólogo respectivamente, en un artículo titulado “Crisis y Cambios en la Ciencia Social Contemporánea” (CPU, 1990), nos expresan con gran claridad y sentido de síntesis, la actual problemática de la Ciencia, especialmente en relación con la situación privilegiada que lograron a partir de los aportes positivistas del racionalismo las llamadas Ciencias Duras o naturales, en contraposición a la débil constitución de las llamadas Ciencias Sociales, entre las que de algún modo quedan clasificadas todas las disciplinas vinculadas con la Educación. Ellos plantean que la dignidad de Ciencia se logra mediante dos posibilidades de acceso: 1. La proveniente del racionalismo francés y del positivismo, que planteaba que el método científico era sólo uno, el cual debería ser aplicado indistintamente por cualquier disciplina que pretendiera el status de Ciencia. Esta corriente iniciada por Compte, fue representada consistentemente por el racionalismo cartesiano de Durkheim. 2. La proveniente del idealismo alemán, que buscaba clasificar a las Ciencias según las cualidades distintivas de sus objetos y los métodos adecuados para su conocimiento. Se hablaba así de Ciencias del espíritu y Ciencias de la naturaleza, destacándose con las primeras un tipo de objeto que no queda agotado con la observación de su manifestación externa. Sin embargo, en ambas posibilidades se reconocía que en las Ciencias Sociales estaba presente el peligro de la subjetividad. El problema parecía radicar en el hecho de que las Ciencias Humanas tenían un objeto que se pensaba a sí mismo. El investigador en esta área del saber, no podía prescindir -como en las Ciencias Naturales- de la interferencia de sus valores, intereses o prejuicios. A este dilema sujeto/objeto se responde inicialmente tratando a los hechos sociales, a la manera del positivismo, como “cosas” caracterizadas por su exterioridad y compulsión. En la búsqueda de la objetividad del conocimiento, por la comprensión de lo social “en sí”, se intentaba dar cuenta de lo social recurriendo al sujeto constituyente y su sentido intersubjetivo. Otra alternativa radicaba en explicar “lo social por lo social” y entender incluso al individuo como producto social. Ninguno de los problemas anteriores preocupaba a las Ciencias Naturales, algunas de las cuales reclamaban el apelativo de “exactas”, para dejar más en claro el alto grado de certidumbre y coherencia de sus afirmaciones universales. Este modo de conocimiento consistía en descomponer los fenómenos, reduciendo lo complejo a sus elementos o procesos básicos: el “método analítico”. En la versión optimista que surgió del quehacer científico desde el siglo pasado, el método permite salvaguardar la objetividad. Es decir, evitar que consideraciones subjetivas afecten el proceso de aproximación, de descripción, análisis e interpretación de la realidad objetiva. Es el método, entonces, el que asegura que el conocimiento será determinado por el objeto. El problema que mayores dificultades presenta para conocer el mundo de manera objetiva y exacta, es el de la complejidad. No obstante, el quehacer científico puede aparentemente superar esta situación mediante el método analítico. “El dividir para reinar encuentra su expresión científica en el dividir para comprender -y dominar- la naturaleza” (Arnold y Rodríguez, 1990, pág. 13). Para las Ciencias Humanas el problema presenta características diferentes. Al tratarse en ellas el estudio del hombre por el hombre, era necesario evitar que el investigador pudiera ser interferido por sus propios intereses, opiniones, estados de ánimo, prejuicios, emociones, etc. Si bien este problema también era reconocido en las Ciencias Naturales, sin embargo no tenía en ellas la importancia ni la gravedad que implicaba en las Ciencias Humanas. De este modo, ellas tendrían que hacer uso del método científico (léase “método analítico”), si querían ser aceptadas en la comunidad científica. Lo anterior se vuelve problemático por dos motivos: 1) El objeto de las Ciencias Humanas es demasiado complejo. 2) La Ciencia forma parte del fenómeno humano; es decir, ella es parte de su propio objeto de estudio. En estas circunstancias, las Ciencias Naturales se transforman en el modelo de las Ciencias Sociales. Las dificultades e inadecuaciones que se produzcan en esta apropiación del modelo, serán motivos de complejos de inferioridad por parte de los cientistas sociales. Se puede inferir que las Ciencias Sociales se ven abocadas desde sus inicios al problema de la emergencia de lo social. Esto es, el método analítico es incapaz de garantizar la comprensión del fenómeno social. Principalmente grave es la situación de la autorreferencialidad, ya que el investigador y su
  • 3. teoría pertenecen al ámbito del conocimiento estudiado por el investigador y su teoría. Esto está estrechamente ligado al problema de la subjetividad, dada la alta posibilidad de interferencia de los intereses, juicios, valores y prejuicios del investigador. En las Ciencias Naturales, en cambio, el postulado de la objetividad no necesita ser apoyado argumentalmente, ya que este problema, en caso que se diera, se transforma en un problema técnico y la interferencia del observador se limita a sus limitaciones perceptivas. Mediante la Ciencia (“Natural” por cierto), es posible desarrollar el instrumento tecnológico de la razón para el dominio y la transformación de la naturaleza. Sin embargo, paradojalmente, el sujeto en el proceso mismo del conocer, se mantiene pasivo, aceptando que el conocimiento queda determinado por el objeto. Es en el presente siglo XX que empieza a surgir una problemática que no puede ser resuelta por las vías tradicionales. Por un lado, la aspiración de elaborar teorías universalistas; y, por otro lado, la dificultad de dar con unidades no divisibles, a partir del descubrimiento de la complejidad del átomo. Estas dos situaciones conducen a repensar el conocer y la relación entre el sujeto y el objeto. Una de las propuestas teóricas de mayor importancia para la resolución de esta problemática es la Teoría General de Sistemas. Esta teoría aparece desde la búsqueda de variadas disciplinas por encontrar un marco conceptual lo suficientemente amplio como para ser utilizado transdisciplinariamente, y que permitiera referirse a todos los fenómenos complejos, cuyas características principales no pudieran ser reducibles mediante el método habitual de la Ciencia. Esta Teoría se transforma en una oportunidad para que científicos de las más diversas disciplinas busquen isomorfismos entre los fenómenos que orientan sus investigaciones. Para que esto ocurra, se hace necesario ampliar el marco de referencia y adoptar una perspectiva globalizante, la que permita incluir al observador en las afirmaciones que hace acerca de lo observado por él. Arnold y Rodríguez (1990, pág. 19) afirman que “es desde la teoría de sistemas que se ofrece una nueva epistemología, una redefinición del método científico y de la ciencia misma, lo que provoca un cambio de proporciones en el quehacer científico, acaso uno de los mayores cambios habidos en la historia de la ciencia.” De la aceptación de esta necesaria selectividad implicada en el conocer humano, los teóricos de sistemas infieren en su primer momento una posición perspectivista, la que señala que diferentes teorías científicas podrán ver distintos aspectos de un mismo fenómeno, según cuáles sean sus criterios de selectividad. En esta postura perspectivista inicial no se pone en duda la existencia de un mundo objetivo, ni tampoco la posibilidad de conocerlo, aunque la eficacia en el logro de la verdad o de un mejor conocimiento se ve fuertemente cuestionada, ya que otros investigadores pueden efectuar otras selecciones, y percibir por lo tanto, un objeto diferente. Esta postura provoca cuestionamientos epistemológicos al interior de la teoría de sistemas. Se genera así un segundo momento, que se podría denominar “la reflexión en torno al observador y a su posición respecto al objeto de estudio”. Ya no es posible sostener que el observador puede realizar su trabajo de observación sin interferir con lo observado. Si el sistema en estudio incluye al observador, toda observación que en el sistema se haga, influirá en el propio sistema. A partir de lo anterior, se produce una redefinición del acto de conocer y de la antigua dicotomía sujeto/objeto. El sujeto es objeto de su misma observación, pero aún más importante, el sujeto configura al objeto en el momento de conocerlo por medio de la operación de distinción. Esto genera un cambio radical, ya que no se puede seguir postulando un sujeto pasivo ni un conocimiento determinado por el objeto, cuyas características se imponen al sujeto. Ahora el sujeto y el objeto se integran en el acto creador del conocimiento a través de la experiencia del observador. El fundamento de esta nueva posición cobra presencia internacional en los planteamientos de un científico chileno, Humberto Maturana, quien a partir de los años sesenta y de sus investigaciones sobre la percepción de colores, advierte la imposibilidad de que en la experiencia, un observador pueda distinguir entre ilusión y percepción. Una Nueva Ontología para el Conocer Según Maturana, la explicación del observador y del observar sólo puede darse en el ámbito de las ontologías constitutivas, cuando al reflexionar me doy cuenta de que en la experiencia no es posible distinguir entre ilusión y percepción. Para hacer entender esta proposición, Maturana sostiene que existen dos modos fundamentales que un observador puede adoptar para escuchar explicaciones. Estas dos maneras de escuchar determinan dos caminos explicativos, mutuamente exclusivos, que son: 1. El camino de la objetividad sin paréntesis o de la objetividad trascendental, y 2. El camino de objetividad entre paréntesis o el camino de la objetividad constitutiva. En el camino de la objetividad sin paréntesis, el observador implícita o explícitamente acepta sus habilidades cognitivas como propiedades constitutivas de su ser. Así, el observador asume que la existencia tiene lugar con independencia de lo que él hace; que las cosas existen con independencia de si él las conoce. Por ende, este camino es constitutivamente ciego o sordo a la participación del observador en la constitución de lo que él acepta como una explicación. Este camino necesariamente lleva al observador a requerir un dominio único de realidad, un universo, una referencia trascendental, como el último recurso de validación para las explicaciones que él acepta. La referencia a
  • 4. alguna entidad, tal como materia, energía, mente, conciencia, ideas, o Dios, es lo que se usa como argumento final para validar las explicaciones. En este camino explicativo, la pretensión de conocimiento es una demanda de obediencia. En el camino explicativo de la objetividad entre paréntesis el observador explícitamente acepta que él, como ser humano, es un ser viviente y que, por lo tanto, sus habilidades cognitivas como observador son fenómenos biológicos, ya que esas habilidades son alteradas cuando su biología es a su vez alterada. Aquí el observador tiene que aceptar su incapacidad para distinguir en la experiencia lo que en la vida cotidiana distinguimos como percepción e ilusión. Una vez que la condición biológica del observador es aceptada, la suposición de que un observador puede hacer cualquier afirmación sobre entidades que existen con independencia de lo que él hace -esto es, en un dominio de realidad objetiva- se vuelve o absurda o vacía, porque no hay operación del observador que pueda satisfacerla. En el camino de la objetividad entre paréntesis, la existencia es constituida con lo que el observador hace, y el observador trae a la mano los objetos que él distingue con sus operaciones de distinción, como distinciones de distinciones en el lenguaje. De aquí que el conocimiento no pueda quedar especificado por nada externo al observador. El conocimiento, por lo tanto, debe ser redefinido en términos de conductas adecuadas o efectivas dentro de un determinado dominio. Uno de estos dominios es el de las Ciencias, y para ello es necesario distinguir el criterio de validación de las explicaciones científicas. Al respecto, no es el propósito de esta Ponencia presentar in extenso el pensamiento de Humberto Maturana. Estimo que es un privilegio que la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación lo haya acogido desde 1989 hasta el presente, como uno de sus destacados académicos en el Postgrado, y que gracias a la aplicación de su pensamiento al campo de la Educación, podamos generar propuestas teóricas y prácticas que están enriqueciendo nuestra acción universitaria como centro avanzado de investigación pedagógica. El impacto que estas ideas están teniendo en la sociedad aún no puede ser adecuadamente comprendido. Bourdieu, P. (1998). Los Herederos. Buenos Aires: Siglo XXI. Briceño, M. (2009). EL uso del error en los ambientes de aprendizaje: una visión transdisciplinaria. Revista de teoría y didáctica de las ciencias sociales (14), 9 - 28. Guzmán, E. (2010). Los Skaters y la Rudeza. Barcelona: Anagrama. Leon, F. (2011). Los Skater del Amor. Buenos Aires: Gedisa. Pintrich, P., Schunk, R., & Dale, H. (2006). Motivación en contextos educativos: teoría, investigación y aplicaciones. Madrid: Pearson-Prentice Hall. Zulma, M. (2006). Aprendizaje autoregulado: el lugar de la cognción, la metacognición y la motivación. Estudios Pedagógicos , 32 (2), 121 - 132.