1. EL PÁJARO Y LA LLAVE (cuento inventado por la clase de 2ºB)
Hace muchos años en un reino muy lejano, había una princesa que vivía
prisionera en la torre de un castillo. Era un castillo enorme y con forma de
laberinto, por lo que era imposible escapar de él, ni tampoco entrar sin perderse.
Este castillo estaba en medio de un bosque que la gente creía embrujado, por lo
que nadie se atrevía nunca a atravesarlo.
Un buen día, un joven labrador volvía de su trabajo con mucha prisa ya que se le
echaba la noche encima y quería llegar a casa para la cena. Iba cargado con un
horrible espantapájaros que estaba bastante estropeado por la lluvia y el viento.
Tenía que arreglarlo esa misma noche para poder ponerlo en su sitio al día
siguiente.
Al darse cuenta de que era demasiado tarde, decidió tomar un atajo atravesando
el bosque encantado, y es que el joven labrador era muy , pero que muy valiente.
Cuando hubo caminado casi una hora, vio algo que le llamó la atención. Era un
castillo enorme con forma de laberinto. Como además de valiente era muy
curioso, se acercó para poder verlo mejor. Era realmente fascinante, pero lo que
más le impresionó no fue el castillo , sino una triste melodía mezclada con un
todavía más triste llanto. Era la princesa que ,como cada atardecer ,entonaba una
triste canción acompañada por su pequeña arpa de marfil con cuerdas de oro.
El joven labrador, al darse cuenta de la situación, decidió liberar a la princesa,
aunque no sabía muy bien como hacerlo. No tenía armas con las que defenderse,
sólo un horrible espantapájaros. Después de pensar un rato se le ocurrió una
idea: puso al espantapájaros delante de la puerta del castillo y la golpeó con
fuerza para llamar la atención de su dueño. Tras unos instantes, apareció un
espantoso anciano dispuesto a castigar a quien le había molestado de aquella
manera. El anciano, que en realidad era un malvado brujo, abrió la puerta
dispuesto a castigar a quien había perturbado su descanso, pero cuando vio al
espantapájaros , el susto fue tal ,que cayó desmayado perdiendo el sentido.
El joven labrador entró rápidamente en el castillo para a liberar a la princesa
antes de que despertase el anciano brujo, pero lo que vio allí le hizo estremecer.
El castillo tenía cientos, miles de puertas exactamente iguales y colgadas de un
gancho había cientos, miles de llaves exactamente iguales. ¿Cómo iba a poder
encontrar a la princesa antes de que se despertase en brujo? Era prácticamente
imposible. El joven labrador observó con detenimiento las llaves y se dio cuenta
de que todas eran de plata menos una de ellas, que era de oro. Miró con atención
aunque velozmente cada una de las puertas y se dio cuenta de que todas tenían
el pomo de plata excepto una , que lo tenía de oro. ¡Ahora estaba seguro! ¡La llave
de oro abriría la puerta del pomo de oro y allí estaría la princesa!
Fue lo más rápido que pudo a abrir la puerta, pero cuando finalmente lo hizo,
sucedió algo muy extraño. Allí no había ninguna princesa, sólo una jaula de oro
con un viejo pájaro al que le faltaban bastantes plumas. El joven pensó salir
rápidamente de aquel lugar pero antes de hacerlo, el viejo pájaro le habló. Le dijo
que él podía ayudarle a liberar a la princesa a cambio de un favor. Debía
arrancarle una de las pocas plumas que le quedaban y acariciar con ellas los
párpados del anciano brujo. El joven dudó, pero como era muy valiente ,aceptó el
reto. Se acercó sigilosamente al anciano que permanecía tendido en el suelo para
hacer lo que el pájaro le había pedido. A punto estuvo de no poder hacerlo , y es
2. que el brujo comenzó a despertarse cuando el joven estaba a tan solo unos pasos.
Finalmente pudo acariciar los párpados del anciano con la pluma pese a que éste
comenzaba ya a abrir los ojos. Todo sucedió de repente. Un ruido ensordecedor
inundó el castillo y donde antes había un anciano tendido en el suelo, ahora sólo
había un montón de cenizas. El pájaro le sonrió y le felicitó por su valentía, pero
le pidió otro favor. Debía arrancar otra de sus plumas y esta vez acariciar con ella
sus propios ojos. El joven dudó de nuevo. Pensó que quizá le ocurriría como al
anciano y acabaría convertido en ceniza, pero el pájaro le tranquilizó y le
prometió que nada malo le pasaría. El labrador arrancó la penúltima de sus
plumas y se acarició los párpados con ella. Cuando abrió los ojos no podía creer
lo que estaba viendo. Sus andrajosa ropa había tornado en una imponente
armadura de oro, y su espantapájaros se había convertido en un gran cofre lleno
de oro y piedras preciosas. Se había convertido en un magnífico príncipe de
cuento.
El pájaro cumplió su promesa y le llevó hasta la puerta tras la que se encontraba
la princesa. Le indicó cual era la llave que la abría y así lo hizo. Cuando la puerta
se abrío, la princesa corrió a abrazar al príncipe para darle las gracias, pero
después de esto, hizo algo muy extraño. Cogió con mucho cariño al viejo pájaro ,
lo puso entre sus manos y lo besó. Después de esto le arrancó la última de sus
plumas y acarició con ella los maltrechos ojos del pájaro. De repente, algo
maravilloso sucedió. El viejo pájaro se convirtió en un hombre. Padre e hija se
fundieron en un gran abrazo. El pájaro no era otro que el padre de la princesa y
por lo tanto el rey de ese olvidado país. El anciano brujo los había hechizado a los
dos por no permitirle casarse con la bella princesa.
La princesa volvió a abrazar al recién convertido príncipe, pero esta vez no lo
hizo para darle de nuevo las gracias , sino por otro tipo de sentimiento. Se había
enamorado de él por su valentía y su buen corazón. No le importaba si era un
príncipe o un pobre labrador. Lo amaba de cualquiera de las maneras.
Con el tiempo, el bosque encantado volvió a ser el gran reino que fue. La princesa
y el labrador se casaron y fueron felices hasta el final de sus días.
FIN