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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito




               Ricardo Ros

La fórmula matemática del éxito
Consigue tu sueño antes de un año


         E= [ (I+A2) (P*F) ]D




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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito




Índice

CAPÍTULO 1. Avalancha.....................................................................................................................4

CAPÍTULO 2. E= Éxito.....................................................................................................................13

CAPÍTULO 3: I= Idea........................................................................................................................23

CAPÍTULO 4: A2 = Acción Ahora....................................................................................................33

CAPÍTULO 5: P = Persistencia..........................................................................................................54

CAPÍTULO 6: F = Flexibilidad.........................................................................................................60

CAPÍTULO 7: D = Diversión............................................................................................................67

Ricardo Ros........................................................................................................................................72




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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito




     CAPÍTULO 1. Avalancha

   "Asciende, si puedes, con la inteligencia y el corazón, a las más altas
   cimas; paséate sobre las crestas nevadas, comunícate con las nubes y
   las aves del cielo. Para vivir escoge la falda de la montaña" Armando
   Palacio Valdés


    Cuando levanté la vista, me di cuenta de que no todo estaba
perdido. El frío me estaba paralizando las articulaciones, el hielo
comenzaba a invadir todo mi cuerpo y mi organismo se estaba
enfrentando a la situación más terrorífica de mi vida.
    Aquella cuerda colgaba a solo dos o tres palmos de mi mano
derecha, pero si me soltaba de la arista a la que me encontraba
adherido por el hielo, lo más probable es que mi cuerpo cayera al
vacío. ¿Cómo agarrar la cuerda sin soltarme?
    Su voz sonó sobre mi cabeza.
    —Agárrese fuerte a la soga, yo tiraré de usted.
    En esos momentos, todos los miedos que yo había arrastrado
durante mi vida, mis indecisiones, mis dudas infantiles, pasaron
como un rayo por mi cabeza. Tenía que decidirme, mi salvación
dependía de lo que en ese momento hiciera.
    Recordé aquella vez, cuando tenía cuatro o cinco años, en que
me había subido a un tobogán enorme siguiendo a uno de mis
hermanos mayores. Mi hermano se tiró sin pestañear, pero yo me
quedé paralizado en lo más alto. Otros niños que estaban subiendo

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


por la escalera me empujaban. Y yo, muerto de miedo, retrocedí, bajé
las escaleras y palidecí de vergüenza, mientras un niño, en mitad de
las escaleras, me gritó "¡cobarde!
     ¡Cobarde! Aunque toda mi vida había luchado por aparentar lo
contrario, en el fondo sabía que yo era un verdadero cobarde, un
cobarde completo, integral, sacudido una y otra vez por el miedo,
paralizado por la indecisión. Toda mi vida había estado luchando por
llegar a lo alto del tobogán y mi único afán había sido tirarme por
aquella rampa metálica, poder gritar de placer por haber sabido
superar el pánico. Pero yo sabía que ni siquiera en sueños lo había
conseguido. Soñaba con frecuencia con aquel tobogán y me
despertaba a media noche sofocado, tiritando. Mi vida real era puro
teatro ante los demás, pura apariencia de seguridad, máscaras vacías.
     Pensé que no tenía nada que perder. Era hombre muerto. Ya
nada tenía sentido en mi vida. Mejor morir que seguir viviendo.
     Cuando dos semanas antes mi amigo Jaidh me sugirió la
posibilidad de realizar ese viaje, no me lo pensé dos veces. Subir a la
cumbre del Citlaltépetl, el Pico de Orizaba, la montaña más alta de
México, podía suponer para mí una forma de alejarme de todos los
problemas que me acuciaban. Me acababa de dejar mi mujer, harta
de mis ausencias, cansada de verme llegar tarde y estresado,
convencida de que mi trabajo era más importante que ella. Mi vida
era un infierno, sin ningún objetivo. Me levantaba por la mañana,
corría durante todo el día de una reunión a otra, convirtiendo mi
trabajo en una carrera de obstáculos, un obstáculo cada media hora.
Y todo para nada, la empresa se estaba hundiendo, mis socios
capitalistas ya me habían dado el último aviso y mis subordinados
huían despavoridos nada más verme aparecer. Me creía una persona
fracasada. Pero nadie lo sabía.
     —Agárrese, no se preocupe, yo le sostendré — su voz volvió a
sacarme de mis pensamientos.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


    Estaba a 5.500 metros sobre el nivel del mar, tratando de escalar
el mayor pico de México, con 5.756 metros, situado en el Estado de
Veracruz. Mis compañeros habían desaparecido de mi vista tras un
enorme alud. Y yo me encontraba allí, agarrado a la roca, o mejor
dicho, soldado a la roca por el hielo, sin posibilidades de salvación.
Mi cuerpo y la roca eran una sola cosa unidos por el hielo.
    —No piense. Simplemente suéltese y agarre la cuerda.
    No sabía quién me gritaba. No le veía. Solo oía su voz. ¿Cómo
iba a soltarme? Si lo hacía caería por la canaleta de hielo. Y si no lo
hacía, allí me quedaría congelado. Una víctima más del glaciar. Los
periódicos darían una escueta nota en la página 28: "Alto ejecutivo
muere congelado en un volcán". ¿Y a quién le importaría? Un
número en una estadística.
    Eso era yo: un número en una estadística. Ingeniero más joven
de su promoción, ejecutivo con más futuro de la ciudad, marido de la
mujer más rica y guapa de la provincia… Eso habría dicho la prensa
de mí. Números. Fríos números. ¿Fríos? Y allí estaba yo, a punto de
congelarme, en medio de un nevado, cerca de ninguna parte,
haciendo lo único que había sabido hacer bien durante toda mi vida:
sentir el miedo, vivir el miedo más intenso que jamás se pueda sentir.
Yo era miedo. Miedo. Mi mundo estaba lleno de miedo, mis
decisiones las tomaba siempre basándome en el miedo.
    Cuando cumplí 18 años decidí que dejaba de estudiar, que no iría
a la Universidad. Me subí a un tren y me fui a París. Estuve
trabajando en un restaurante lavando platos. Me enamoré de una
chica polaca y por primera vez en mi vida fui feliz. También fue la
única. Cuando acabó el verano se presentó mi padre en la pensión en
la que vivía, me agarró de las orejas y me hizo matricularme en la
Universidad. Por supuesto en la misma carrera que había estudiado
él. Después me hizo casarme, por mi bien, con una chica de buena
familia a la que nunca quise. Y todo por miedo. En París no tuve
miedo, fui realmente feliz.
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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


    — ¡Deje de darle vueltas al coco y agarre la cuerda!
    Aquel hombre seguía gritándome. ¿Qué se había creído? A mi no
me gritaba nadie. Yo era un personaje, un hombre importante, un
ciudadano respetado. ¿Cómo se atrevía a gritarme?
    De repente, otra cuerda apareció a mi izquierda. ¿No pretenderá
que suelte las dos manos? Debe estar loco.
    Y detrás de la cuerda aparecieron unas sandalias, unos
pantalones, un jersey de colorines y una enorme barba sonriente.
    Sin decir palabra, pero sin perder su sonrisa, aquel extraño
hombre clavó primero un piolet en el hielo, un segundo piolet al que
enganchó una cinta express sobre la que pasó la cuerda que me había
lanzado en un primer momento, introdujo el codo por la dragonera
del primer piolet, y enroscó un tornillo en el hielo. A continuación
pasó la cuerda por el tornillo y por mi arnés y desapareció tan rápido
como había llegado. ¡Ahora estaba seguro!
    —Ahora ya puede usted solo. Yo le ayudo a subir. Tranquilo, el
peligro ya ha pasado— volvió a sonar aquella voz por encima de mi
cabeza.
    Como pude solté mi mano aterida y comprobé que mi arnés
estaba perfectamente enganchado a la cuerda. Miré hacia arriba y vi
que tenía que subir unos tres metros. Miré hacia abajo y un enorme
precipicio de hielo y roca se extendía 500 metros hacia el abismo.
Entonces fui consciente del verdadero peligro en el que había estado.
Mis ojos se cerraron. Silencio.

    Cuando desperté, aquella sonrisa volvía a estar allí. Estábamos
dentro de una especie de cabaña, un refugio de montaña utilizado
por algunos escaladores en su ascensión al Citlaltépetl. Una fogata
calentaba el ambiente.


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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     —Ya ha pasado todo. No se preocupe —dijo aquella voz— En
cuanto escampe la enorme tormenta que nos está enviando la
montaña, los equipos de rescate vendrán a buscarle— Y su sonrisa
volvió a envolverlo todo.
     —¿Qué ha ocurrido?— me atreví a preguntar
     —La montaña está resfriada y ha soltado un estornudo. Se ha
producido una avalancha. La nieve le arrastró a usted hasta la grieta.
Afortunadamente su espíritu de supervivencia le hizo agarrarse a la
arista helada. Menos mal que perdió el conocimiento cuando ya
estaba sujeto firmemente al arnés.
     Me dolía todo el cuerpo. En las extremidades, un dolor lacerante
me recordó que había estado a punto de congelarme. Estaba
tumbado en una especie de jergón, cubierto de mantas y de pieles de
animales. El crepitar de la hoguera proporcionaba un poco de luz.
Fuera, se oía al viento bramar. Debíamos estar en medio de un
terrible vendaval.
     —Nunca había pasado tanto miedo— dije
     —El miedo es lo que le ha salvado, si no hubiera tenido miedo
ahora estaría muerto— dijo aquel hombre, mientras echaba otra leña
al fuego.
     —No le entiendo, ¿cómo va a salvarme el miedo? El miedo
siempre me ha paralizado, el miedo me ha destrozado la vida— casi
grité. ¿Cómo podía alguien pensar que el miedo me había
beneficiado? Ese hombre debía ser algún loco.
     El hombre volvió a sonreir. Me acercó una taza a los labios,
caldo caliente, fuerte y sabroso. Mientras bebía, pensé en lo terrible
que es el destino. Es como si tuviéramos el camino marcado, como si
ya desde el nacimiento todo estuviera programado.
     —El destino no existe, todos somos responsables de nuestras
vidas —dijo, como si me hubiera leído el pensamiento. ¿Quién era

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


aquel hombre, que sin perder la sonrisa, pretendía darme lecciones
sobre la vida?— Voy a curarle las manos y los pies. Han estado a
punto de congelarse y es muy importante que las hagamos entrar en
calor.
     Me sentía completamente agotado. Y mientras aquel hombre me
daba masajes en las manos y en los pies, untándolos con una especie
de grasa gelatinosa, empezó a cantar una letanía formada por
distintos sonidos guturales, palabras para mí desconocidas, pero que
me hicieron respirar profundamente. Con cada inspiración entraba
en mis pulmones todo el sufrimiento que había pasado en las últimas
horas, en las últimas semanas. Con cada espiración salía de mis
pulmones, de mi alma, todo el amor que no había sabido transmitir
durante la mayor parte de mi vida.
     Comencé a llorar. Yo había tenido ganas de llorar muchas veces,
pero nunca había tenido la valentía de hacerlo. Y ahora estaba
llorando. Pero era un lloro de liberación, de apertura.
     —¿Qué me está pasando?— pregunté entre sollozos.
     —No piense, simplemente suéltese— me dijo riendo.
     Por algún motivo que no sé explicar, eso es exactamente lo que
hice. Me solté y dejé de pensar. Yo era un ejecutivo, un pensador, un
ser lógico. Nunca me había dejado llevar por mis emociones. Todo lo
calculaba, todo lo medía. En las empresas en las que había trabajado
tenía fama de ser una persona que arriesgaba poco, porque todo lo
tenía previamente planificado. No movía un dedo si no tenía muy
claro el desenlace o si no me guardaba un as en la manga que me
permitiera escaparme en el momento preciso.
     Y por primera vez en mi vida, me dejé llevar por mis
sentimientos. Por primera vez en mi vida no luché contra mis
sentimientos. Todo el miedo acumulado, toda la rabia no sentida se
fueron haciendo presentes. Y me quedé dormido, completamente
dormido.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito




    —Me llamo Quetzalcoatl —dijo aquella voz tan conocida ya
para mi— Ha dormido durante diez horas seguidas. Es necesario que
se hidrate y que coma algo.
    Me incorporé un poco y abrí los ojos. Estábamos en el interior
de una cabaña hecha de madera. El suelo estaba completamente
cubierto de paja. Junto a dos de las paredes había dos jergones. En la
tercera pared había una especie de fogón de leña, sobre el que hervía
un puchero. Una estantería con latas y distintos alimentos se apilaban
junto a la puerta. El ambiente era denso, caliente. Olía a puerros.
    —Realmente me hace falta comer algo, gracias —dije, tratando
de esbozar una sonrisa, que no me salía de forma espontánea.
     Mi nuevo amigo echó con un cazo en un plato una mezcla de
patatas con puerros y otras verduras y me lo ofreció. Olía muy bien.
Sin decir palabra, me comí aquel plato de puerros y cuando acabé le
dije tuteándole
     —¡Gracias!. Me has salvado la vida. Ha sido una casualidad que
estuvieras en ese momento allí.
     —Ningún ser humano es capaz de salvar la vida de otro ser
humano— dijo —Tampoco hay casualidades. Como todos los años
en estas fechas he subido a la montaña a ponerme en comunicación
con la naturaleza. Todos los años paso tres semanas aquí arriba,
porque necesito llenarme de aire para el resto del año. Estoy
reflexionando para saber qué lección tengo que aprender al haber
tenido la oportunidad de encontrarme contigo en esas difíciles
circunstancias. Yo soy quien tiene que estarte agradecido por la gran
oportunidad de aprendizaje sobre mí mismo que has puesto a mi
disposición.
     —¿Has aprendido cosas gracias a mí?


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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     —En este mundo hay dos tipos de personas, los que aprenden
de lo que les ocurre y aquellos que dejan pasar esa oportunidad. Yo
procuro sacar enseñanzas personales de todo lo que me ocurre.
Aprendo por la experiencia.
     —Mi nombre es Max Pinton. Y soy un fracasado.
     —Hay que prestar atención al lenguaje que utilizamos. El verbo
ser sirve para hablar de la identidad o de un atributo. En nuestra
lengua mezclamos esas dos acepciones. Si dices que "eres" un
fracasado estás diciendo que el fracaso forma parte de tu identidad.
Y el fracaso no forma parte de tu identidad. Me gustaría que
volvieras a hablarme de tu fracaso, pero sin utilizar el verbo "ser".
     —No sé cómo hacerlo —dije confuso.
     —Vuelve a decirme el mismo concepto pero sin utilizar el verbo
ser.
     —Mi nombre es Max Pinton. Y…
     —Usa un verbo de acción, en vez del verbo ser.
     —Me llamo Max Pinton, y he fracasado en mis negocios y con
mi pareja.
     —Cuando alguien dice "Juan es tímido" —continuó— le está
atribuyendo a Juan una cualidad que lo define como persona. El uso
del verbo ser nos lleva a realizar afirmaciones generales que no tienen
demasiada relación con la realidad.
    Entonces entendí lo que me quería decir. Si usaba el verbo ser
para hablar de algo que me había pasado, entonces estaba
extendiendo ese hecho concreto a toda mi identidad como persona.
Si empleaba un verbo de acción, entonces tenía que delimitar mi
fracaso a una parcela de mi vida.
    Le expliqué cómo durante toda mi vida yo había luchado por
tener éxito, por ser una persona de éxito, y cómo ahora, a mis casi
cuarenta años, mi empresa era un fiasco y mi vida amorosa un
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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


infierno.
     —¿A qué te dedicas profesionalmente, Quetzalcoatl? —me
atreví a preguntar, mordiéndome la lengua y rectificando mi primera
formulación mental, que era ¿Qué eres profesionalmente?
     —Soy maestro.
     —Eh, un momento, acabas de decirme que no hay que emplear
el verbo ser cuando no hablamos de nuestra identidad.
     —Es que te estoy hablando de mi identidad. Soy maestro,
aunque trabajo en otras cosas. Puedo enseñarte a conseguir el éxito,
si quieres. Te voy a dar la fórmula del éxito. La fórmula del éxito es
sencilla. Pero la mayor parte de la gente la complica. Si aplicas la
fórmula que te voy a dar, tienes el éxito asegurado en cualquier
aspecto de tu vida personal, familiar, social o profesional. Soy
maestro porque hablo de mi propia experiencia, no hablo de lo que
otros me han transmitido. Quetzalcoatl escribió en un papel:


                         E= [ (I+A2) (P*F) ]D




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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito




     CAPÍTULO 2. E= Éxito

    "Cuantas más bellezas descubramos por doquiera en la naturaleza,
    en el hombre, en el niño, en el trabajo y en el mundo externo, más nos
    acercaremos al goce de la felicidad" James Freeman Clarke


    "La felicidad es el precio de la audacia" Lope de Vega




                                            E
                             E= [ (I+A2) (P*F) ]D

    Fuera de la cabaña se oía a la montaña temblar. Ensordecedores
truenos cortaban durante algunos segundos nuestra conversación.
Los rayos penetraban como ladrones en la oscuridad, iluminando a
mi interlocutor de forma fugaz. Estaba anocheciendo.
    —Hay muchas personas que tienen grandes ideas —comenzó mi
amigo— Son personas creativas, con ingenio. Hay otras que sueñan
con un futuro mejor. Algunas quieren salir de una situación negativa.
Muchas consideran que su vida podría ser realmente mejor. Todas
están firmemente convencidas de que si pudieran, su vida sería un
paraíso. Pero son unos grandes fracasados.


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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


        —Queremos ser triunfadores y nos quedamos en el intento—
dije.
    —Así es. Las ideas se las lleva el viento. Las ideas no sirven para
nada. Son solo ideas, humo, vacío. Las ideas están solo en la mente y
la mente está llena de sueños, pero vacía de realidades.
    Quetzalcoatl se levantó y echó un par de leños al fuego. La resina
empezó a crujir.
    —He oído a muchas personas mayores hablar amargamente de
sus ideas de juventud, de sus proyectos, de sus sueños, de todo
aquello que nunca consiguieron, de la frustración que experimentan
por no haber sabido llevar sus ideas a buen puerto. Ideas. Solo humo.
    —Tienes razón —dije, mientras cerraba los ojos.
    —Las ideas, aisladas, no sirven para nada —continuó —Las
ideas son gratis, no cuestan nada. Tampoco sirven para nada.
    Hubo un momento de silencio. Era verdad. Toda mi vida había
estado llena de grandes ideas para el futuro. Quetzalcoatl siguió
    —Para que las ideas tengan un sentido, para que las ideas
empiecen a tener razón de ser, necesitan estar acompañadas de un
ingrediente esencial: la ACCIÓN. Ideas sin acción llevan al fracaso.
Ideas con acción llevan al éxito. Ideas sin acción son gratis. Ideas con
acción tienen un precio. Necesitamos, por lo tanto, una idea,
cualquier idea. Una ilusión, un sueño, un proyecto, un plan, un
programa. Pero esta idea tiene que estar acompañada de acción. Y la
acción cuesta, no es barata, es cara. La acción tiene un precio alto.
    —¿Por dónde empezar?—pregunté
    —¿Por dónde empezar? Empieza por cualquier sitio, pero
empieza. Elabora más la idea, busca más información, pregunta a
expertos, entérate de qué otras cosas se han hecho anteriormente,
haz un primer experimento, un prototipo, un esbozo. Haz algo. No


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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


te quedes quieto. Empieza a caminar, empieza a actuar.
    —Como decía Ortega y Gasset —me atreví a comentar,
apoyando con la cita su argumento— "muchas personas, como los
niños, quieren una cosa, pero no sus consecuencias"
    —Tiene razón Ortega y Gasset. Cuando das el primer paso, ya
estás mucho más cerca del éxito. Si no das ese primer paso, lo más
probable es que estés mucho más cerca del fracaso. Fracasar o
triunfar depende de una pequeña decisión: ACTUAR. Actuar,
accionar, activar nuestros recursos nos lleva al triunfo. No hacerlo
nos lleva a la desilusión, al fracaso.
    —Lo veo claro, dije.
    —Hoy puedes empezar. ¿Qué vas a hacer?
    Me quedé pensando. ¿Qué podía hacer? Estaba malherido a
muchos kilómetros de la civilización, sin fuerzas y Quetzalcoatl me
preguntaba qué iba a hacer. No podía hacer nada. En vez de
contestar a su pregunta, me atreví a preguntar.
    — ¿Qué es el éxito?
    —El éxito es conseguir aquello que nos hemos propuesto, es
alcanzar nuestras metas y ser felices. Quizás sea más sencillo si
empiezo a decirte qué no es el éxito. El éxito no es tener muchísimo
dinero. Conozco a personas que tienen tanto dinero, que no saben
qué hacer con él y son unos desgraciados.
    —Yo también los conozco. Mi vida está rodeada de ese tipo de
personas.
    —El éxito no es ser famoso, ser conocido, salir en la TV. Todos
conocemos a personas que son famosas y no se puede decir que
hayan tenido éxito en la vida.
    —¿El éxito es tener suerte? —pregunté


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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


    —El éxito no es tener suerte. Alguien puede tener o no tener
suerte y tener o no tener éxito. Son dos conceptos que no van de la
mano.
    —Pero, ¿se puede tener éxito sin tener suerte?
     —Yo creo que es al revés, —dijo Quetzalcoatl —no se puede
tener éxito si viene como consecuencia de la suerte. La suerte no
existe, la buena o la mala suerte, no existen (excepto en la lotería,
pero a quien le toca la lotería por azar no se puede decir que sea una
persona que ha tenido éxito en la vida). La suerte es algo que se
construye con nuestras conductas.
     —La suerte depende de cada uno.
     —Así es. Tendré mala suerte si no aprovecho oportunidades, si
no corrijo mis decisiones erróneas. Tendré buena suerte si estoy en el
momento y en el lugar adecuado. Tanto la suerte como el éxito son
algo que es consecuencia de nuestras decisiones, no del azar.
Nosotros somos dueños de nuestras propias decisiones y a la
consecuencia de esas decisiones se le llama buena o mala suerte.
     —¿Qué es entonces el éxito? —pregunté, volviendo a abrir los
ojos. La noche se había adueñado del ambiente. Quetzalcoatl había
apagado la lámpara de aceite y estábamos iluminados únicamente por
la leña que ardía en la chimenea.
     —Éxito es conseguir aquello que nos propongamos, grande o
pequeño, importante o sencillo, como consecuencia de nuestras
decisiones.


    »Tener éxito es conseguir pasar unas maravillosas vacaciones.
Tener éxito es crear una empresa que produzca millones. Tener éxito
es conseguir que nuestros hijos crezcan sanos. Tener éxito es pasear
y disfrutar de una tarde de campo. Tener éxito es convertirnos en
buenos profesionales en nuestro trabajo. Tener éxito es alcanzar la
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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


luna, si ese es nuestro objetivo.

    »Tener éxito es conseguir cosas, no por azar, sino como
culminación de un proceso que hemos puesto en marcha
conscientemente.

     »Para considerar que algo es un éxito tenemos que partir de un
acto voluntario de una persona que alcanza un objetivo como
consecuencia de su esfuerzo. No es éxito, por ejemplo, encontrar una
moneda perdida en la calle, ni recibir un premio de la lotería, ni
conseguir un buen puesto de trabajo por mediación de un amigo con
influencia.

     »Es éxito, sin embargo, ascender en la empresa después de un
duro trabajo, encontrar a la pareja adecuada o superar una crisis
después de luchar por salir de ella.
     —¿Quieres decir que éxito y esfuerzo son términos
complementarios, que no hay éxito sin esfuerzo?
     —Eso es. El éxito puede ser algo muy simple, como aprobar un
examen, o algo muy complejo, como tener una familia numerosa.
Por lo tanto, el éxito depende de tus expectativas, no es algo general
e igual para todo el mundo.
     —Entonces, dependiendo de mis expectativas el éxito tendrá
distintos planteamientos.
    —Vuelves a acertar. Si consideras que el éxito es tener una
familia con quince hijos (o tener en el Banco 15 millones de euros),
pero solo consigues una familia con 10 hijos (o 10 millones de
euros), ¿se puede considerar un fracaso? ¿Habrás triunfado o habrás
fracasado? Todo depende de tus expectativas.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     Además, ¿qué criterio vas a utilizar para delimitar el éxito. Puedes
utilizar un criterio temporal y decidir que tu empresa tendrá éxito si
consigues vender veinte millones de euros antes de cinco años. Pero,
¿por qué cinco años y no siete o diez? Perfectamente podrías decidir
que alcanzarías el éxito si vendieras esa cantidad en veinte años o en
seis meses.
     Puedes utilizar un criterio cuantitativo (un número determinado
de cosas) Nos sirve el ejemplo de los hijos. ¿Éxito sería tener diez
hijos y fracaso sería tener cinco?
     También puedes utilizar un criterio de calidad, por ejemplo
considerar éxito si tus hijos, sean cuantos sean, consiguen acabar
unos estudios superiores.
     —Entiendo —dije, sabiendo que todavía no había asimilado del
todo lo que acababa de oír.
     —Creo que te conviene descansar otro rato. Ya es de noche. Voy
a salir fuera a hablar con la tormenta.
     Quetzalcoatl se enfundó un gorro y unos guantes de lana y
desapareció en la negrura de la noche. Cerré los ojos. Me habían
pasado demasiadas cosas en las últimas horas. Casi me despeño y si
no llega a ser por aquel extraño personaje ahora estaría en el fondo
de una grieta de hielo. Y para colmo, mi nuevo amigo me empieza a
hablar del éxito y de cómo conseguirlo. Comencé a quedarme
dormido de nuevo. Notaba la fatiga acumulada.
     De repente, comencé a oír como un canto, suave al principio,
más fuerte después. Eran como palabras repetitivas en un lenguaje
completamente desconocido para mí. Era algo parecido a las nanas
que canturrean las madres a sus bebés, un ritmo monótono, que me
hizo entrar en un sueño profundo y reparador.




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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     Cuando abrí los ojos, la claridad del día comenzaba a dejarse ver
por un minúsculo ventanuco que había sobre la puerta. No se oía
nada. Silencio.
     —Creo que has podido descansar, ¿no? —me preguntó
Quetzalcoatl, que estaba sentado en un rincón.
     —Me encuentro mucho mejor. La verdad es que ayer estaba
reventado. He dormido profundamente toda la noche. Estoy como
nuevo. He soñado con la montaña, con águilas majestuosas que
volaban sobre mi cabeza, con preciosos arco iris…
     —Si te parece bien —propuso Quetzalcoatl —hoy puedes
acabar de descansar y mañana te ayudaré a bajar a la falda de la
montaña, si antes no aparecen los equipos de rescate.
     Quetzalcoatl avivó el fuego, sobre el que colocó una cazuela para
hacer sopa. Me incorporé un poco y me senté en la cama. Y
entonces me pude fijar en él. Quetzalcoatl era un hombre de unos
cincuenta años, con el cabello muy oscuro, complexión fuerte, no
muy alto. Me pareció una de esas figuras en terracota de reyes aztecas
que se han descubierto últimamente en excavaciones arqueológicas.
Estaba vestido con una camisa blanca y unos pantalones oscuros.
Encima de la camisa llevaba un jersey de lana de llama con todos los
colores del arco iris y de su cuello colgaban varios collares con
figuras para mí desconocidas. Y lo más sorprendente de todo es que
llevaba unas sandalias sin calcetines, con los dedos al aire. Esa era la
primera visión que tuve de él, sus sandalias de cuero descendiendo
por la cuerda. Pensaba que había sido una alucinación, pero no, era
real, aquel personaje increíble estaba a más de seis mil metros de
altura, con una temperatura de veinte grados bajo cero vestido con
unas sandalias. Quetzalcoatl adivinó mis pensamientos.
     —Formamos parte de la naturaleza. La montaña y yo somos
amigos y ella nunca me haría daño si yo no se lo hago a ella. La
sensación de frío o de calor, la sensación de dolor, está solo en

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


nuestras mentes. Si conseguimos controlar nuestras mentes, nada
exterior puede hacernos daño. Durante generaciones hemos subido a
esta montaña a hermanarnos con ella y durante generaciones hemos
mantenido un pacto de respeto mutuo. Nunca nadie de mi pueblo ha
sufrido el menor daño por parte de la montaña. Sufren daño quienes
vienen a "conquistarla", quienes vienen a poner su bandera en la
cima como si fueran los ganadores de una batalla. Si tú la respetas, y
respetarla es conocerla, ella te respetará a ti.
     —¿Qué habrá sido de mis compañeros de expedición? —
pregunté.
     —Yo vi cómo la montaña se los tragaba. No hay nada que se
pueda hacer por ellos. El único que se quedó colgando fuiste tú.
     Comimos en silencio. Quetzalcoatl era un ser muy extraño.
Fijándome bien en él, me di cuenta de que, aunque aparentaba unos
cincuenta años, posiblemente tendría unos setenta y cinco o más.
     —Tengo setenta y ocho años —dijo, adivinando una vez más
mis pensamientos— y llevo desde los diez años subiendo aquí a
rendir mi homenaje anual a la montaña. Le cuento las cosas que me
han pasado y ella me da soluciones. A finales del verano subo
también a traer leña y alimentos para mí y para cualquier otra
persona que necesite utilizar esta cabaña durante la época fría.
Primero mi abuelo, Huamanchaqui, y después mi padre, Tlaloc, me
enseñaron los secretos de la vida y de la naturaleza. Mis ancestros,
hace muchas generaciones, subían también a la montaña a hacer
sacrificios humanos. Esta cabaña está situada al lado de un altar de
sacrificios, que mañana te enseñaré. Pero, si te parece, ahora vamos a
empezar a trabajar con el éxito. Quiero pedirte que pienses en todo
aquello que has conseguido en los últimos cinco años y que has
considerado como un éxito. No hace falta que me contestes, piensa
en ello simplemente. También quiero que pienses en las razones por
las que consideras que esas cinco cosas han cubierto tus expectativas
de éxito.
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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     Mi primera reacción fue pensar que no había conseguido ningún
éxito en estos últimos cinco años. Pero después pensé que sí que
había tenido muchos éxitos, pequeños éxitos, pequeñas cosas en las
que había puesto ilusión.
     —Piensa ahora en las cosas que no has logrado conseguir, a
pesar de haberlas deseado. ¿Qué hace que no superaran tus
expectativas?
     Eso era más fácil. Había muchas ilusiones que no había
conseguido en los últimos años. De pronto, me di cuenta de que
todos mis proyectos habían estado relacionados con mi empresa. No
había tenido ni un solo proyecto sobre mi vida personal.
     —¿Qué tienen en común las cosas consideradas como un éxito?
¿Y las que no has conseguido?
     Las cosas consideradas como un éxito tenían en común que me
habían ilusionado, que había puesto pasión en ellas. Las que eran un
fracaso tenían en común que las había hecho por obligación.
     —¿Cuáles son tus fantasías de éxito? ¿Con qué sueñas desde que
eras pequeño? ¿Si consiguieras qué, te considerarías a ti mismo como
una persona de éxito?
     De pequeño yo soñaba con dar la vuelta al mundo en un velero,
en vivir como un salvaje en una isla en medio del pacífico, rodeado
de mi familia y de mis amigos. Me gustaba fantasear con un mundo
lleno de alegría, de juegos, de diversión, con un mundo de libertad.
Ahora me consideraría como una persona de éxito si ganara veinte
millones de euros al año. No, no es verdad, ese es el tópico que me
he impuesto yo a mi mismo últimamente. Me consideraría una
persona de éxito si pudiera… vivir con libertad, rodeado de la gente
a la que quiero.
     —Ten en cuenta —continuó al cabo de un rato Quetzalcoatl—
que la felicidad no se encuentra en el tener o poseer, sino en el hacer
y conseguir. Hay muchas personas que tienen, que poseen mucho y
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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


son muy desgraciadas. Tener no es sinónimo de éxito.

    »Hacer sí es sinónimo de éxito.
    »Ser es el grado máximo del éxito. El éxito está directamente
relacionado con los objetivos y con los valores. ¿Qué quieres
conseguir? ¿Qué es importante para ti?

    »No confundas los medios (dinero, coches, casas), con los
objetivos (las metas), ni con los valores (dicho de forma simple,
aquello por lo que estarías dispuesto a dar tu vida). Pero de los
objetivos y de los valores hablaremos más adelante. Ahora,
simplemente piensa qué características tiene que tener el éxito para ti,
en qué consisten tus expectativas de éxito.

    »Hasta ahora hemos definido en qué consiste el éxito y hemos
hablado de la necesidad de convertir las ideas en acción. Seguimos
ahora hablando sobre las ideas.

    »¿Ya sabes cuáles son las características que tiene que tener el
éxito para que llene tus expectativas?

    Sin darme cuenta, la noche volvió a hacer acto de presencia.
Quetzalcoatl volvió a preparar una sopa deliciosa, cenamos y me
volví a quedar dormido.




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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito




     CAPÍTULO 3: I= Idea

    "Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te conduce allí"
    Proverbio del Corán


    "Hay muchas cosas que requieren menos fuerza para hacerlas que
    para pensarlas" Paul Valèry




                                               I
                            E= [ (I+A2) (P*F) ]D


    Al despertar por la mañana me sentía espléndido. Era como si
hubiera descansado durante varios días seguidos. Al abrir los ojos me
di cuenta de que Quetzalcoatl no estaba dentro de la cabaña. Me
incorporé en la cama. Nada me dolía, por lo que me atreví a poner
un pie en el suelo. Estaba perfecto. Me vestí y abrí la puerta. Fuera,
un tímido sol se reflejaba tras la bruma. La montaña estaba en calma.
El paisaje era impresionante. La cabaña estaba construida en un
pequeño promontorio. Al alzar la vista me impresionó la enorme
mole del Citlaltépetl. Debíamos estar como a unos cuatro mil
quinientos metros de altura. Eso significaba que Quetzalcoatl me
había encontrado a varios cientos de metros más arriba y me había

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


bajado en brazos hasta allí. Cada vez me asombraba más aquel
hombre.
     Di una vuelta alrededor de la cabaña y entonces vi a Quetzalcoatl
agazapado tras un desnivel de nieve. Se llevó el dedo índice a la boca,
indicándome silencio, y me hizo señas de que me acercara con
cuidado. Así lo hice.
     Tras el desnivel, un enorme oso se desperezaba. Haciendo un
alarde de poderío, lanzó los brazos al aire junto a un enorme rugido,
como diciéndole a quien quisiera escucharle que él era el rey de aquel
lugar.
     —Es un oso de anteojos —dijo en voz muy baja Quetzalcoatl—
Como estamos entrando en la primavera acaba de abandonar la
cueva en la que ha pasado el invierno. Le ha llegado la hora de buscar
comida. En estos momentos se siente débil, ya que ha agotado toda
la grasa que había acumulado para el invierno. Tendrá que empezar a
luchar para sobrevivir. Los osos son los animales más audaces que
conozco. Están siempre dispuestos a arriesgarse.
     —Lope de Vega decía que la felicidad es el precio de la audacia
— me atreví a apostillar.
     —Pero un oso solo se arriesgará lo imprescindible y necesario
para conseguir su propósito. Un oso solo acumula lo que necesita, ni
un gramo más. Fue Plutarco quien dijo, supongo que no pensando
en los osos, sino en los hombres, que "el que no sabe acallar la
avaricia jamás se verá libre ni de pobreza ni de miseria". No es rico el
que más posee, sino el que menos necesita. Para adquirir bienestar
duradero, más que acumular riquezas, debemos eliminar necesidades.
Dijo Mark Twain que todos los bienes de la tierra, cuando satisfacen
nuestro ser interior, son cosas preciosas y cuando no, carecen de
sentido.
     Quetzalcoatl calló. El oso se fue alejando de nosotros.
Quetzalcoatl señaló una piedra redonda como de un metro de alta,

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


cubierta de nieve.
     —Ese es el altar que utilizaban nuestros ancestros para realizar
sacrificios humanos. Para la persona designada era un verdadero
honor haber sido elegida. Se consideraba que su sacrificio apaciguaba
a la montaña y era algo bueno para toda la comunidad. Ya no
hacemos eso, ¿sabes?, pero seguimos pidiéndole a la montaña que
nos cuide. Acercarse a la montaña y conocerla es hacerse amigo de
ella y, como consecuencia, contar con su protección. Tus amigos han
muerto porque se acercaron a la montaña sin conocerla. Nosotros no
hacemos sacrificios humanos, pero la montaña sigue cobrándose por
sí misma esos sacrificios entre aquellos que se atreven a desafiarla sin
conocerla.
     Quetzalcoatl quedó en silencio. Se arrodilló, extendió los brazos
y con los ojos cerrados comenzó a cantar aquella especie de letanía
que ya había oído por la noche. Yo también me arrodillé. Una fuerza
invisible me hizo extender también mis brazos, mientras
comenzaban a salir de mi garganta algunos sonidos guturales sin
significado y que salían de forma ajena a mi voluntad. No sé cuánto
tiempo estuvimos así, posiblemente algunos minutos, pero tuve la
sensación de que habían pasado horas. Cuando nos levantamos, me
noté a mi mismo más ágil, más centrado.
     Sin decir nada, nos dirigimos hacia la cabaña. Quetzalcoatl se
colgó del cuello un bolso de lana y emprendimos el camino de
regreso a la civilización. No me preguntó cómo me encontraba, tan
evidente era que me encontraba perfectamente de salud.
Comenzamos el descenso. Ver a aquel hombre saltar de piedra en
piedra era algo espectacular. Parecía ser un joven de veinte años.
Poco a poco fuimos dejando atrás la nieve y comenzamos a caminar
sobre tierra, piedras y algunas islas de hierba. De repente,
Quetzalcoatl saltó como si hubiera un resorte bajo sus piernas y
corrió hacia un saliente de una roca del que salía una enorme planta.


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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


    —¡Mira!, ¡mira! —Comenzó a gritar, a saltar, a bailar y a reír
como un loco —es una Puya Raimondi. Y acaba de florecer su
primera flor. Pronto comenzarán a florecer sus más de cinco mil
flores. Esta planta es la más bella, la más hermosa de cuantas plantas
puedas encontrar en cualquier parte del mundo.
    Hice un gesto, como para coger la flor y Quetzalcoatl gritó
desesperado
    —¡No lo hagas! Esta planta está protegida no solo por nuestras
leyes, sino también por todos nosotros. Admírala y contágiate de su
belleza, pero no la toques. Esta planta, como todas las demás, como
todos los animales, está aquí para cumplir su misión en la vida. Solo
los seres humanos nos comemos la cabeza con disquisiciones, con
razonamientos que nos hacen apartarnos de nuestro camino.
    Nos sentamos. La primavera empezaba a dar sus primeros
brotes. Quetzalcoatl sacó de su bolso un trozo de queso y pan duro.
Comenzamos a comer.
    —Tú tienes una idea genial —dijo Quetzalcoatl volviendo al
tema de la fórmula del éxito, si es que se había apartado en algún
momento de ella— Conseguirla supondrá alcanzar el mayor éxito
para ti, de tal forma que llenará todas tus expectativas. O quizás no
tengas muy claro qué es lo que quieres alcanzar. Si este es el caso,
vamos a ver cómo puedes hacer para aclarar esas ideas. Pongámonos
a soñar. Soñar es gratis, no cuesta nada. Pero recuerda que las ideas
sin acción son papel mojado, no sirven para nada. Necesitamos una
idea. Y necesitamos pasar a la acción. Piensa en cuáles son tus
sueños, incluso los más estrafalarios o difíciles de conseguir. Deja
volar tu imaginación. Quizás te gustaría dar la vuelta al mundo en un
velero o cambiar de trabajo o tener una familia numerosa. En esta
primera fase piensa en todos tus sueños, no censures nada, no digas
"es imposible" o "es absurdo". Todo es posible y lo absurdo a veces
es interesante. Sobre todo si estamos hablando de sueños. Si
censuras hasta los sueños, ¿cómo se van a convertir en realidad? Te
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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


dejo un poco de tiempo para que los pienses. ¿Quieres un papel y un
lápiz?
     Cogí un papel y un lápiz que me ofreció Quetzalcoatl. Escribí
como un loco todos los sueños que había arrastrado durante toda mi
vida.
     —Con los sueños todo es posible. Decía un pensador que nadie
puede llegar más allá de donde ponga sus aspiraciones. Piensa "si
todo fuera posible, ¿qué me gustaría conseguir, a dónde me gustaría
llegar? Si no hubiera limitaciones, ¿en qué consistiría mi vida, a qué
me dedicaría, en qué trabajaría, cómo pasaría los días y las semanas?
Si todo dependiera de mi, ¿con quién y dónde viviría?". Cuando
aplicas este pensamiento, ¿cambia en algo la lista de sueños? Si es así,
realiza los cambios necesarios en tu lista.
     Sí que cambiaba. Si no hubiera límites mi lista de sueños se
ampliaría y algunos de ellos, entonces, dejarían de tener sentido.
Añadí algunos sueños y borré algunos otros.
     —Ahora elimina de tu lista todos los sueños que no dependen
de ti —continuó Quetzalcoatl— Todo lo que depende de otras
personas es responsabilidad de otras personas. Estamos hablando de
conseguir tus objetivos, no los de otras personas. No puedes dejar tu
objetivo de conseguir el éxito en manos de la buena voluntad o de las
decisiones de otras personas. ¿Dónde estaría si no tu poder? Elimina
también todo lo que depende de las circunstancias o del azar (no
puedes hacer nada para que te toque la lotería o para que deje de
llover). Deja solo en tu lista aquello que depende de ti mismo, que
solo lo puedes conseguir por ti mismo.
     Ahora tuve que eliminar de mi lista el 80% de mis sueños,
porque dependían de otros o del azar.
     —Afortunadamente las personas no tenemos poder para influir
en los sentimientos de los demás —dijo a continuación elevando el
tono— Bastante responsabilidad tenemos en influir en nosotros

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


mismos, ¿no crees?
    —Eso no lo entiendo. ¿Yo no puedo crear sentimientos en los
demás? Hay gente que me ha dicho que me odia o que me quiere.
¿No he creado ese sentimiento en ellos?
    —Esa es una idea absurda, fruto de la civilización judeocristiana.
En cualquier otra civilización, musulmana, hindú, pagana, la idea de
que alguien pueda hacer sentir algo a otra persona les hace reír. Y si
le preguntas a cualquier psicólogo te dirá lo mismo. Para que alguien
sienta algo, bueno o malo, es necesario que ese algo forme parte de
su experiencia. Si yo te digo que el equipo de fútbol de tu ciudad es
el peor equipo del campeonato, ¿te enfadas?
    —No, claro que no, no me gusta el fútbol —dije.
    —Ajá. Pero hay gente en tu ciudad que se habría sentido
ofendida por mis palabras, ¿no es cierto?
    —Hay forofos —respondí —que están dispuestos a matar a
alguien que diga eso que tú acabas de decir.
    —Y si digo que tu madre es una fulana, ¿tampoco te importa?
    —Eh, a ver qué dices, que mi madre es una santa —grité
indignado.
    —Hay hijos, sin embargo, que reniegan de su madre. La
responsabilidad de que el forofo de fútbol se irrite o de que tú te
indignes por un comentario negativo sobre tu madre, dependen del
forofo de fútbol y de ti, no de quien hace el comentario. El
sentimiento es responsabilidad de quien lo siente. Si yo sé que hablar
mal de tu madre te indigna y estoy todo el día hablando mal de tu
madre, yo seré una mala persona por manipularte, pero tus
sentimientos son tuyos y solo tuyos. Las personas que te han dicho
que te odian o que te aman es porque, dentro de su experiencia, lo
que tú les has hecho es digno de odiar o de amar. Habrá, seguro,
otras personas a las que les has tratado igual y su respuesta ha sido

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


muy diferente, ¿no?
     —Sí. Entiendo lo que quieres decir. Que la reacción de cada uno
es responsabilidad de cada uno.
     —Ser dueño de tu destino —continuó —es poner en acción
todas tus herramientas y todos tus recursos sin depender de nada ni
nadie que no seas tú mismo. Supongo que ya has eliminado de tu
lista de sueños todos aquellos que no dependían de ti, que dependían
de las decisiones de otras personas o de las circunstancias. Ahora
quiero pedirte que elimines de tu lista todo aquello que no se pueda
medir a través de los sentidos.
     —Explícate, por favor —dije sin entender nada.
     —No nos sirve un planteamiento del tipo "quiero ser mejor
persona". ¿Qué es ser mejor persona? Es necesario que especifiques
exactamente en qué consiste ser mejor persona para ti a través de
aspectos sensoriales. ¿Cómo sabrás tú y cómo sabrán los demás que
has conseguido tu sueño? ¿Cómo se notará? No sirve decir "quiero
adelgazar", sino "dentro de tres meses pesaré 70 Kilos". No sirve
decir "ganaré más dinero por mi trabajo", sino "dentro de un año
ganaré 4.000 euros más". También es importante que en tu lista de
sueños aparezcan solo las cosas que quieres, no las que no quieres.
No sirve decir "no quiero estar obeso", sino decir "quiero pesar 70
kilos". No sirve decir "no quiero pasar dificultades económicas a
final de mes", sino "voy a ganar 2.000 euros al mes"
     Cada vez me lo ponía más difícil. Muchos de mis sueños eran
buenas intenciones muy generales, sin especificar nada. Había sueños
escritos con frases negativas, cosas que deseaba eliminar de mi vida.
Tuve que borrar unos cuantos sueños de mi lista y adaptar los demás
a lo que Quetzalcoatl me pedía.
     —Ahora vuelve a revisar tu lista de sueños y elimina todos
aquellos que puedan perjudicarte directa o indirectamente a ti o a
alguna otra persona.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


    —Yo no puedo saber qué puede perjudicar a los demás —rebatí
    —Hay una ley en la naturaleza que dice que todo lo que haces te
vuelve multiplicado. Si das, recibirás. Si alguien te da algo, tienes que
devolverlo de alguna manera. Si haces daño, te volverá el daño. Si
conseguir el éxito supone perjudicar a otras personas, lo más
probable es que finalmente te perjudiques a ti mismo. ¿Es lícito y
moralmente válido tu sueño?
    Eliminé otro par de sueños que podrían ser éticamente
incorrectos.
    —Bien, —dijo Quetzalcoatl— pues ya tenemos una lista de
sueños en la que aparecen las cosas que deseas conseguir, que
dependen de ti, que se pueden medir de forma sensorial, que están
especificadas de forma positiva y que no perjudican a nadie.
¿Necesitas todavía modificar alguno de esos sueños? Puedes añadir
(más tiempo, más frecuencias, más fuerte, más alto, más grueso,
duplicar, multiplicar...) Puedes minimizar (quitar, restar, más
pequeño, condensar, dividir, más bajo, más corto...) Puedes sustituir
(añadir otros ingredientes u otros procesos, otros materiales, otros
lugares, otros enfoques...) Puedes reordenar (intercambiar
componentes, otras secuencias, otros esquemas, otras personas...)
Puedes invertir (de uno a otro, lo opuesto, ponerlo al revés...) Puedes
combinar (las ideas, los propósitos, los enfoques, los usos..)
    Tenía una vez más razón. Podía combinar alguno de los sueños
para hacerlos más poderosos. Podía reducir algunos otros. Bueno,
mis sueños ahora eran solo unos pocos, pero respondían realmente a
lo que yo quería hacer con mi vida.
    —¿Tienes ya la lista de sueños? Estupendo. Ahora quiero que
detrás de cada sueño anotes aquello que estás dispuesto a dar a
cambio.
    —¿Qué estoy dispuesto a dar a cambio? — grité —No sabía que
tuviera que pagar.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     —Nadie recibe algo a cambio de nada. ¿Qué vas a dar (tiempo,
dinero, esfuerzo, sacrificio...) a cambio de conseguir ver hecho
realidad cada uno de tus sueños? Los sueños son gratis. Convertirlos
en realidad no es gratis, cuesta mucho, es muy caro. ¿Cuánto y qué
estás dispuesto a dar? ¿Vas a dedicar una, dos, doce horas diarias?
¿Vas a invertir un euro, dos euros, doce millones de euros? ¿Hasta
qué punto estás dispuesto a esforzarte, a sacrificarte? ¿Cuántas horas
más estás dispuesto a trabajar? ¿Cuántas horas más vas a dedicar a tu
familia? ¿Cuántas horas más vas a dedicar al gimnasio? Anótalo al
lado de cada uno de tus sueños. Si lo que estás dispuesto a dar no
compensa lo que quieres conseguir, quita ese sueño de tu lista. Si lo
que necesitas dar va a perjudicar tu salud o tu integridad moral, quita
ese sueño de tu lista.
     Hice lo que me pedía. Había algunas cosas que estaba dispuesto
a pagar y otras que no estaba dispuesto a pagar. Esto hizo que
eliminara de mi lista uno de mis sueños. El precio era demasiado alto.
     —Ya tenemos una lista de sueños, aquello que quieres conseguir.
     En aquel momento, Quetzalcoatl saltó de su sitio y corrió ladera
abajo. Yo lo seguí a cierta distancia. Un enorme ciervo se paseaba
por encima de unas enormes rocas, mientras un precioso cóndor
sobrevolaba nuestras cabezas.
     —Mira allá al fondo —me dijo Quetzalcoatl en voz muy baja—
en aquellas rocas, cerca del bosque de alisos. ¿Lo ves? Es un puma.
¿No lo ves?
     Sinceramente yo no veía más que un bosque de unos árboles
muy bonitos. ¿Un puma? No, no lo veía.
     —No lo veo, Quetzalcoatl —dije— mi vista ya no es muy buena.
     —Ja, ja —rió Quetzalcoatl— Si se ve muy claro… Está tumbado
al lado de aquella huamanpinta y se la está comiendo.
     Quetzalcoatl rió y rió.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     —No hace falta que te rías de mí, simplemente porque no veo al
puma. Mis ojos son unos ojos de ciudad y no estoy acostumbrado a
ver de lejos.
     —No me río de ti —contestó— me río del puma. Es un macho.
Debe tener algún problema de próstata, porque la huamanpinta sirve
para remediar los problemas de próstata. Por eso me río.
     Quetzalcoatl era capaz de ver cosas donde yo no veía nada.
     —La atención, como decía Balmes, —dijo Quetzalcoatl— es la
aplicación de la mente a un objeto. El primer medio para pensar bien
es atender bien. Lo más importante es observar lo que hay a tu
alrededor y lo que te sucede a ti. Solo podemos aprovechar las
oportunidades si estamos atentos, si estamos preparados para ver lo
que hay alrededor. Si no estoy mirando en la dirección correcta las
oportunidades pasarán de largo. Solo voy a encontrar algo si sé qué
es lo que busco. También tienes que saber cuándo has alcanzado el
objetivo. Hay muchas personas que no se fijan en nada y andan por
la vida sin rumbo. Dicen que tienen mala suerte en la vida, que los
demás tienen mayores oportunidades. Pero ellos no se fijan en nada.
Observar es lo que produce conocimiento.




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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito




     CAPÍTULO 4: A2 = Acción Ahora

    "Vale más hacer la cosa más insignificante del mundo que estar
    media hora sin hacer nada" Goethe


    "La actividad es el único camino que lleva al conocimiento" D.
    Bernard Shaw




                                          A 2

                              E= [ (I+A2) (P*F) ]D

     Cuanto más bajábamos, más se iban extendiendo las zonas de
hierba. El verde comenzó a extenderse poco a poco. Quetzalcoatl me
iba comentando los distintos tipos de hierbas que encontrábamos.
Algunas de ellas las metía en su zurrón.
     —Esta es una curicasha, esa otra una tuna, aquella una ancosh.
Allí puedes ver salvia, cola de caballo y esas otras las más bellas y
preciosas orquídeas que te puedas encontrar en tu vida.
     Me explicó los efectos medicinales de cada una, para los
bronquios, para los riñones… Quetzalcoatl tenía un gran
conocimiento de cada una de las plantas y hierbas que nos
encontrábamos.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     —Mira, ese árbol es un quenual, un árbol muy bonito. Vamos a
descansar un poco bajo su abrigo.
     Nos sentamos debajo de un precioso árbol. Cerré los ojos.
     —La primera A de la fórmula es Acción. —comenzó a hablar
Quetzalcoatl —Existen millones de personas que tienen grandes
sueños. solo unos pocos los alcanzan. La mayoría se quedan
frustrados. Esperaban que sus sueños se hicieran realidad por sí
mismos o como resultado de la suerte, y se quedan frustrados
cuando se dan cuenta de que el tiempo pasa y sus sueños siguen sin
realizarse. Entonces le echan la culpa a los demás o a las
circunstancias. ¡Es como si ellos no tuvieran nada que ver con el
asunto, como si ellos no fueran responsables de lo que les ha
ocurrido! ¿Cuál es una diferencia esencial entre quienes consiguen
sus sueños y quienes no lo hacen?
     Quetzalcoatl dejó la pregunta en el aire. No contesté, esperando
que él mismo siguiera con su pensamiento.
     —La diferencia fundamental —siguió— es que los primeros
PASAN a la ACCIÓN y los segundos se quedan pensando. Por lo
tanto, lo primero que vas a hacer con tus sueños es convertirlos en
PLANES DE ACCIÓN. ¿Qué vas a HACER con tus sueños? Saca
tu cuaderno y junto a cada sueño, explicita claramente qué vas a
hacer, cuáles son los pasos que vas a dar, cuál es la estrategia que
utilizarás. Indica las etapas intermedias y qué necesitarás en cada una
de esas etapas. Cuanto más explicites las cosas, más fácil será.
Ideas sin acción son humo, no sirven para nada. Ideas con acción
son sueños convertidos en realidad.
     Abrí mi cuaderno y me puse a escribir. Junto a cada sueño escribí
en qué iba a consistir lo que yo iba a hacer para conseguirlo. Algunos
de mis sueños necesitaban pasos anteriores, pasos intermedios.
Otros podía conseguirlos directamente. Para algunos sueños
necesitaba tener previamente algunos recursos de los que carecía.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


Para otros necesitaba simplemente poner en marcha otros recursos
que ya tenía previamente. Me di cuenta de que junto a cada etapa
tenía que escribir los recursos que necesitaba poseer.
    —Como decía Goethe, —dijo Quetzalcoatl— la actividad es lo
que hace feliz al hombre. solo a través de la actividad podemos
alcanzar nuestras metas.
    —Una vez oí un proverbio inglés —agregué— que decía
"esfuérzate por ser agradable hasta las diez de la mañana y el resto
del día lo serás sin esforzarte". Supongo que se puede aplicar no solo
a ser agradable, sino también a comenzar cualquier actividad.
    —Así es, si comenzamos a actuar por la mañana, es más fácil
seguir actuando por la tarde. Hay también un proverbio latino que
dice que es el uso el que hace brillar el metal.
    —Lo comprendo. Cuando me quedo en la cama por la mañana,
ya no soy capaz de hacer nada en todo el día. Si me levanto y me
pongo a trabajar, el día me cunde mucho más.
    —La segunda A —continuó Quetzalcoatl —es AHORA. Hay
personas que dicen que empezarán mañana, o la semana que viene, o
cuando deje de llover, o cuando tengan todo el material. ¿Cuántas
veces has oído decir "el lunes dejaré de fumar" y cuando llega el
lunes la persona sigue fumando y diciendo "no, será el próximo mes
cuando dejaré de fumar"? Y nunca deja de fumar. Tienes control
sobre lo que haces AHORA. No sabes qué harás el lunes, ni el mes
que viene, ni cuando deje de llover. Pero sí que sabes lo que puedes
hacer AHORA. Mañana no sabes si podrás, pero ahora sí que puedes
hacerlo. AHORA es otra palabra clave. ¿Qué vas a HACER
AHORA? Las cosas no se pueden hacer de repente al cien por cien.
Hacer las cosas lleva tiempo. Pero si no empiezas ahora, nunca
empezarás. ¿Qué puedes hacer en este momento? Quizás puedas
buscar más información sobre tu proyecto, o preparar el material, o
hablar con algún experto. Pero seguro que puedes hacer algo en este

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


momento. No lo dejes para mañana. Empieza hoy, empieza ahora.
Da el primer paso. Aunque sea un paso pequeñito, algo es algo. HAZ
ALGO AHORA. Y mañana también será ahora. Cuando mañana sea
ahora, ¿qué vas a hacer? ¿Cuál es el siguiente paso que vas a dar?
     —Por lo tanto, —dije —el ingrediente fundamental para
acercarnos hacia el éxito es ACTUAR, pasar a la acción.
     —No solo pasar a la acción, es fundamental pasar a la acción
AHORA, en este momento. Hay personas que tienen una gran idea,
la analizan, estudian los pros y contras, programan en su cabeza
todos los pasos necesarios, pero postergan el pasar a la acción. La
mayor parte de las veces esto ocurre por miedos: miedo al fracaso,
miedo a hacer el ridículo, miedo a no saber asumir las
consecuencias... Miedos hacia esa parte tan desconocida que es el
futuro. Para muchas personas el futuro es un monstruo que les
paraliza.
     —A mi me pasa eso. Siempre estoy pensando en el futuro. Y el
futuro me da miedo porque no puedo controlarlo.
     —Pero el futuro —dijo Quetzalcoatl —no existe, es un
monstruo formado por humo, por fantasías. Todo está solo en tu
cabeza. En la realidad el futuro no existe, en la realidad solo existe el
presente. De esta forma, lleva más tiempo luchar contra el miedo
que comenzar a realizar la tarea. Y la tarea se va postergando
innecesariamente. Y cuanto más se posterga, más sentimientos de
culpabilidad aparecen. Comenzar a realizar la tarea lleva solo unos
pocos segundos, luchar contra el miedo puede llevar muchos años.
     —Mi padre decía que lo que el tonto hace al final, el sabio lo
hace al principio —me atreví a sugerir.
     —Si analizas tu conversación interna, te darás cuenta de que los
miedos al futuro tienen siempre la estructura "¿Y si...?" ¿Y si me
equivoco? ¿Y si todos se ríen de mi? ¿Y si otros se me adelantan? ¿Y si no
consigo acabarlo perfecto? ¿Y si fracaso? ¿Y si no puedo? ¿Y si no sé?... ¿Qué

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


te dices en tu conversación interna?
     —Tienes razón. Mis pensamientos siempre están llenos de ese
tipo de frases.
     —Todas estas expresiones indican que te quedas paralizado por
el miedo. Si las analizas bien, todas estas expresiones tienen tanta
validez como las contrarias: ¿Y si NO me equivoco?, ¿Y si NO se ríen de
mi?, etc. Si te fijas bien, la expresión ¿Y si? es fundamental para la
creatividad, para la inventiva, para el descubrimiento de nuevas
posibilidades (¿Y si hago esto de esta otra manera?). La expresión es
paralizante, sin embargo, cuando implica un miedo de futuro, un
miedo por algo que no existe. Quiero pedirte que analices tu diálogo
interno y elimines todas esas expresiones paralizantes que empiezan
por ¿Y si..? Todos los miedos al futuro suelen empezar por frases que
empiezan por esa expresión o expresiones parecidas "¿a ver si...?",
etc. Y lo que te pido es que una vez las hayas localizado empieces a
quitarlas de tu cabeza.
     —En mi trabajo muchas veces hemos utilizado esa fórmula del
¿y si…? como muletilla de creatividad y nos ha funcionado muy bien
— dije con miedo de meter la pata.
     —El problema del ¿y si…? se produce cuando esa expresión nos
hace sentir algo del futuro, algo que todavía no existe. Pensar un ¿y
si…? sin respuesta emocional no es perjudicial, es perjudicial cuando
crea un sentimiento de futuro que no existe.
     Estaba empezando a caer la tarde. Seguimos bajando por la
ladera de la montaña y ya se empezaban a notar caminos marcados
en la tierra por miles de pisadas anteriores a las nuestras. El verde
comenzaba a señorear el paisaje. En lo alto, un majestuoso cóndor
con una envergadura de más de tres metros vigilaba nuestros pasos.
¿Cómo se verá la vida desde allí arriba?, pensé, mientras respiraba
profundamente mirando hacia el cóndor. Tenía la sensación de que
yo siempre había querido estar arriba, pero siempre me había

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


encontrado abajo.
     —Algunos de los miedos al futuro más corrientes —continuó
Quetzalcoatl sentándose sobre una piedra —suelen ser el miedo a la
imperfección, el miedo a no saber superar los propios defectos, el
miedo a lo desconocido, el miedo a cometer errores, el miedo a tener
que responder a enormes exigencias, el miedo a ser juzgado, el miedo
al cambio, el miedo a los demás, el miedo a tener que mandar sobre
otras personas... Y, lo que es todavía más curioso y paradójico, el
miedo al éxito.
     —¿Miedo al éxito? ¿Se puede tener miedo al éxito? —pregunté
sorprendido.
     —Algunas personas tienen arraigada la idea de que el éxito
conlleva consecuencias no aceptables desde un punto de vista de las
creencias. El éxito solo es posible si robas, el éxito solo es posible si
engañas, el dinero es malo y solo trae desgracias, éxito es igual a
dinero sucio, etc. Son creencias muy arraigadas. Son ideas que no
tienen ninguna base, pero que se asientan sobre lo más profundo de
nuestras creencias. Quizás algo así decía tu abuelita cuando eras niño,
pero ¿tienes eso sentido ahora que ya eres una persona adulta?
     —Tienes razón —dije —Mi madre siempre decía que el dinero
estaba hecho por el demonio y que los ricos nunca podrían ser
felices.
     —Hay muchas técnicas para acabar con estas creencias absurdas
—continuó Quetzalcoatl —A veces las creencias son limitadoras y ya
no nos sirven en nuestro momento actual.
     —Estoy cansado, Quetzalcoatl, necesito descansar un poco.
     —Estimado Max —respondió con una sonrisa de oreja a oreja
—detrás de aquella loma hay una aldea. Estoy seguro de que nos
darán hospitalidad muy contentos.



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     Pasó mi brazo por encima de su hombro y me ayudó
pacientemente a recorrer aquellos últimos 400 metros antes de llegar
a una pequeña aldea formada por una docena de casuchas de piedra
con el techo de paja. Un par de rebaños de vicuñas pacían en un
campo al norte del pueblo cuidados por un niño de unos diez años,
que nos saludó muy contento con la mano desde lejos al vernos
pasar. Vestía sandalias y una especie de poncho que le cubría todo el
cuerpo. Un gorro de lana le tapaba hasta las orejas. Un pequeño
arroyo de agua pura serpenteaba entre las casas, dándole a aquél
paisaje un aspecto bucólico lleno de tranquilidad.
     —De esta aldea es mi padre —me dijo Quetzalcoatl— Yo viví
aquí cuando era niño. Durante los veranos cazábamos pisacas y
pescábamos truchas. La gente de esta aldea sabe qué es vivir y sabe
qué es luchar por vivir. La vida es muy dura, pero ellos son las
personas más felices que conozco.
     Entramos en una de las casuchas. Olía a humo y especias. Un
anciano estaba sentado al fondo. Quetzalcoatl, en silencio, se acercó
y le besó, rodeándole el cuello con sus brazos. El anciano, en
silencio, le devolvió el beso y el abrazo. Permanecieron así durante
varios minutos.
     —Max, éste es mi padre, Tlaloc.
     Tlaloc me invitó a pasar y me ofreció una infusión de coca.
Debía tener más de cien años, pero sus facciones estaban tersas y sus
movimientos al moverse eran ágiles.
     Quetzalcoatl le contó lo que me había ocurrido en la montaña y
cómo mis compañeros habían sido devorados por el glaciar.
     —Siento no haber estado allí, porque posiblemente habríamos
podido salvarlos —dijo sorprendentemente Tlaloc.
     —Mi padre quiere decir —aclaró Quetzalcoatl— que si él
hubiera estado allí, la montaña habría sido más amable con tus
compañeros. Mi padre y la montaña se respetan mutuamente, se
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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


cuidan y se protegen.
     Comimos una sopa deliciosa. A mi me dieron además trucha a la
brasa, que ellos no probaron. El pastorcito que habíamos visto al
llegar asomó la cabeza por la puerta. Quetzalcoatl lo abrazó con
ternura y me lo presentó como su nieto, Huemac. El niño era todo
ojos y oídos. Se sentó a nuestro lado y no se perdió ni una sola
palabra de nuestra conversación.
     —Me gustaría que las vicuñas parieran cuanto antes —dijo el
niño— así podría empezar a hacer otras cosas.
     —Eso es imposible, Huemac, —sentenció Quetzalcoatl—
Algunas personas quieren hacer las cosas del todo, y las quieren
hacer del todo inmediatamente. Puedes empezar ahora, pero no
puedes acabarlo todo ahora. La naturaleza necesita un proceso, todas
las cosas necesitan un proceso.
     El niño sonrió. Tenía unos enormes ojos negros preciosos.
     —Ese es el gran error de muchas personas —continuó
Quetzalcoatl dirigiéndose hacia mi— Y como no pueden acabarlo
todo de inmediato, van postergando el empezar. No empiezan hasta
que tengan la absoluta seguridad de que pueden acabar ya. Las cosas
necesitan su tiempo y su proceso. Hoy puedes empezar. Mañana
podrás seguir.
     —Como dijo Séneca hace ya muchos años —explicó Tlaloc —
no nos falta valor para comenzar ciertas cosas porque son difíciles,
son difíciles porque nos falta valor para comenzarlas.
     Guardaron silencio. Me apliqué la frase que le acababan de decir
al niño. Eso me pasaba a mí. Quería hacerlo todo a la vez y me
frustraba por no conseguirlo. Mi vida estaba llena de ejemplos.
     Huemac me cogió de la mano y me llevó a ver el rebaño de
vicuñas. Una docena de vicuñas pacían tranquilamente en un campo.
Algunas de ellas estaban gordas, a punto de parir. Tlaloc nos siguió.

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    —Parirán en una semana —dijo el anciano mientras rodeaba con
sus brazos al niño, abrazándolo por la espalda.
    —Huemac, ¿sabrías decirme qué serás de mayor? —pregunté.
    —Quiero ser veterinario y ayudar a los vecinos con sus animales.
Pero no estoy seguro de que tenga capacidad para lograrlo.
    —Huemac, presta atención a lo que pasa por tu mente —le dijo
su abuelo— Por tu mente pasan continuamente ideas,
conversaciones, sentimientos. No permitas que nada pase por tu
mente sin estar atento, sin que tú le des permiso. Examina qué es lo
que se repite una y otra vez. Pon un portero. Escoge todo lo que te
aporta crecimiento, dicha, serenidad. Descarta todo lo que te traiga
tensión, sufrimiento, freno. Si no lo haces tú, ¿quién será capaz de
hacerlo? Si crees que no vas a ser capaz, eso es lo que posiblemente
pasará. Si crees que no puedes, tienes razón. Si crees que puedes,
también tienes razón.
    —Es que, abuelo —dijo el niño en un suspiro— a veces pienso
que no voy a ser capaz de estudiar todo lo que se necesita para ser un
buen veterinario. Las matemáticas me cuestan mucho.
    —Huemac, todo lo que te sucede es una oportunidad para
avanzar. El mundo está lleno de oportunidades. Haz lo que quieres
hacer. Sé quien quieres ser. Desconéctate de todo lo que te paraliza.
Avanza. Avanza. Da igual hacia donde vayas. No te quedes quieto.
No importa que te equivoques, si eres consciente de que te estás
equivocando. Ser consciente es lo que te hará rectificar. Ser
consciente es lo que te hará avanzar. Lo importante es que vivas tu
vida y que la vivas de acuerdo con tu propia visión. Es tu propia vida
y tú eres el único responsable de lo que le ocurre a tu vida. La
responsabilidad no es ante los demás, no es ante nadie más que no
seas tú mismo. Tu responsabilidad empieza y acaba en ti. Tú eres el
responsable de tu responsabilidad. Con tu vida ocurrirá exactamente
lo que tú dejes que ocurra.

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


    —Una cosa es lo que yo quiero, abuelo, y otra es lo que voy a
conseguir. Necesito tener oportunidades.
    —Todo depende de tu pensamiento. De lo que piensas y de lo
que no piensas. No sigas quejándote, porque tu queja se ha
convertido en parte del problema. No esperes la oportunidad. La
oportunidad nunca llega. La oportunidad ya ha llegado, es ahora
mismo, aquí, en este momento. La oportunidad ya ha llegado, la
tienes delante de ti. En realidad, la oportunidad siempre ha estado
delante de ti, pero no te habías fijado. Has estado pensando en tantas
otras cosas exteriores y del futuro que no te habías dado cuenta de
que la oportunidad está muy cerca de ti. Es más, está tan cerca que
casi no la ves. Tú eres la oportunidad. Mañana no viene nunca.
Mañana es la muerte y entonces sí que ya no habrá oportunidad. O
aprovechas ahora o nunca podrás hacerlo. Para llegar a ser
veterinario es importante que comiences ahora. El comienzo puedes
controlarlo, el proceso puedes controlarlo. El final no puedes
controlarlo. Esfuérzate con las matemáticas hoy si quieres ser
veterinario en el futuro. Te voy a dejar que cuides tú los partos, te
hago responsable de los partos de las vicuñas. Yo te ayudaré, pero tú
serás el responsable.
    —No estoy seguro de saber hacerlo.
    —Yo estoy seguro de que no sabes hacerlo. Si supieras hacerlo
no necesitarías aprender. No sabes hacerlo, por eso es importante
que lo hagas, para que aprendas. Como decía Van Gogh, "siempre
estoy haciendo aquello que todavía no puedo, para intentar aprender
cómo hacerlo"
    —Si consigo hacerlo bien, eso me hará muy feliz
    —La felicidad depende del estado de tu mente, depende de las
decisiones que tomes. Vives el mundo que tu mismo creas. La vida es
solo una oportunidad llena de potencial y posibilidades. Quiero
pedirte que a partir de este momento seas consciente de todo lo que

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


ocurre a tu alrededor y en tu interior. Ser consciente de lo que ocurre
a tu alrededor te dará una buena perspectiva para saber hacia dónde
dirigirte. Ser consciente de lo que ocurre en tu interior te permitirá
ser el dueño de tu vida. Observa. Mira. Escucha.
     El niño escuchaba extasiado. Su abuelo hablaba de forma muy
pausada, hipnótica. Se notaba el enorme respeto que sentía por él.
Pensé en lo diferente que era mi mundo, en el que los jóvenes no
respetaban a los mayores.
     Volvimos a la casa, mientras pensaba en lo dura que tenía que ser
la vida en aquél poblado para un niño y un anciano.
     —Nosotros creemos que la infancia hay que pasarla en el campo,
en contacto con la naturaleza —dijo Quetzalcoatl, adivinando una
vez más mis pensamientos— Todos mis hijos pasaron su infancia
aquí y después estudiaron en los mejores colegios y universidades.
También creemos que la vejez hay que pasarla aquí. Por eso yo ya
estoy pensando en volver a vivir en mi pueblo, quiero morir aquí.
     —Pensaba que erais pobres —dije en un murmullo—
     —No hay que sacar conclusiones de aspectos exteriores —dijo
Tlaloc— Para nosotros lo importante es ser ricos en humanidad y en
espíritu, no en cosas materiales.
     —Todos los seres humanos tenemos necesidades —continuó
Quetzalcoatl— Y a todos los seres humanos nos gusta tener
cubiertas esas necesidades. También nos gusta cubrir las necesidades
de los demás. Cuando alguien nos pide algo, generalmente,
procuramos ayudarle, cubrirle sus necesidades. Sobre todo cuando
quien nos pide ayuda es alguien a quien queremos. Cuando quien nos
pide algo es alguien a quien queremos, entonces estamos dispuestos
a hacer cualquier cosa, incluso traspasando el borde del sacrificio.
Por razones fundamentalmente culturales, nos cuesta mucho, sin
embargo, pedir algo a los demás. Tenemos necesidades, los demás
están deseando ayudarnos y, a pesar de ello, no nos atrevemos a

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


pedir.
    —A mí me cuesta mucho pedir —dije— Prefiero que me
adivinen mis necesidades los demás.
    —Todavía es peor cuando alguien cree que son los demás
quienes tienen que adivinar sus necesidades. "Si me quisieras, sabrías
cuáles son mis necesidades", es una frase absurda, ya que alguien
puede quererte pero no saber cuáles son tus necesidades. "Si tengo
que pedirlo, entonces ya no merece la pena" es otra de esas creencias
sin ninguna base, pero que destrozan parejas y relaciones con los
demás.
    —Creo que ese ha sido el problema que he tenido con mi pareja.
    —Si quieres algo, pídelo, no esperes que sean los demás quienes
adivinen tus necesidades —dijo entonces Quetzalcoatl, mirándome a
mí— En este camino que hemos iniciado hacia el éxito es
fundamental saber pedir. Pide lo que necesitas. Pide a tu pareja, a tus
padres, a tus hijos, a tus compañeros de trabajo, a tus jefes, al banco.
Pide. No pasa nada por pedir.
    —Tengo miedo de que me digan que no.
    —Pero es que los demás también tienen derecho a decirte que
no. Y ese 'no', no necesariamente significa que no te quieran. Es solo
un 'no' a esa demanda concreta que has hecho. Pídelo de otra
manera, pídelo en otro momento, pídeselo a otra persona, pero no
dejes nunca de pedir. Pedir hace que los demás sepan lo que quieres.
Pide las cosas como si estuvieras seguro de que te las van a dar, con
convicción, con entusiasmo. Pide las cosas a quien pueda dártelas.
Pide de forma concreta y clara. No utilices rodeos ni segundas
intenciones. No uses indirectas. Pide directamente. Me gustará que
durante los próximos días comiences a ejercitar tu capacidad para
pedir. Pide todo lo que necesites. Te sorprenderás de lo que ocurre
cuando pides. Y si no pides, no responsabilices a los demás de no
recibir. Y recuerda que para recibir, primero hay que dar. Quieres

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


cambiar tu vida. Quieres iniciar una nueva ruta que te llevará hacia el
éxito. Pero, ¿estás dispuesto a cambiar tus hábitos, estás dispuesto a
eliminar de tu vida todo aquello que te está bloqueando?
    —Pues me gustaría dormir un rato —dije sin pensarlo mucho.
    Me señalaron un catre en un rincón. Me acosté. Bisabuelo,
abuelo y nieto salieron en silencio. Me quedé profundamente
dormido, mientras oía una cantinela que ya me resultaba familiar.
Pero esta vez, la melodía sonaba a tres voces. Y soñé. Soñé con un
mundo en el que todas las personas eran felices, en un mundo en el
que todas las personas se dedicaban a cultivar sus destrezas y
habilidades.

    Amaneció con el canto del gallo. Nunca había tenido la
oportunidad de tener esa experiencia. Yo era un hombre de ciudad y
el gallo más cercano que había visto había sido el que aparecía
impreso en la bolsa de sopa instantánea. El pastorcito estaba
acurrucado a mi lado. Posiblemente estaba durmiendo en su cama.
Durante unos segundos, antes de que se desperezara, pude observar
sus rasgos. Su cara india tenía unas líneas muy dulces. Su pelo era
muy negro, largo, recogido en una coleta. Abrió los ojos y se dio
cuenta de que le estaba mirando. Sonrió.
    —¿Has dormido bien? —le pregunté.
    —Muy bien, gracias. Tengo que ir a ordeñar. Después iré a la
escuela hasta el mediodía.
    Huemac se levantó y salió de la casa.
    —Huemac es un buen chico —dijo su abuelo desde un rincón
—Huemac significa "El vencedor". Sobrevivió a la muerte de su
madre durante el parto. Eso para nosotros tiene el significado de su
fortaleza. Hay cuatro niños en la aldea y para ir a la escuela tienen
que andar diez kilómetros hasta el poblado vecino. Ir a la escuela es

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


para ellos el mayor regalo que te puedas imaginar. Son capaces de
hacer los mayores sacrificios con tal de no perderse ni un solo día de
escuela.
     Huemac entró por la puerta con un cuenco con leche.
Quetzalcoatl la calentó y me ofreció una taza. Entró Tlaloc y
bebimos los cuatro.
     —Tenemos que irnos —dijo Quetzalcoatl—, pero antes tengo
que hacer una visita. ¿Me acompañas, Max?
     Lo seguí por las calles del pueblo hasta una pequeña casita hecha
con piedras y techo de paja. En la calle había un montón de cosas,
muebles, enseres, aparatos eléctricos, ropa. Quetzalcoatl golpeó con
su nudillo derecho en la puerta y abrió una anciana. Se saludaron con
una sonrisa. La anciana nos hizo pasar
     —Te presento a mi hermana Meztli. Este es Max, un amigo que
he tenido la oportunidad de conocer en la montaña.
     Hablaron durante unos minutos en quechua. Me di cuenta de
que la casa estaba prácticamente vacía, era como si hubieran sacado
todo a la calle. solo quedaba lo imprescindible.
     —Mi hermana está haciendo limpieza —dijo Quetzalcoatl,
adivinando de nuevo mis pensamientos— Cada cierto tiempo es
muy importante eliminar todo lo que no nos sirve. Meztli ha sacado
fuera todo lo que no ha utilizado durante el último año y lo ha
puesto disposición de los demás vecinos por si lo necesitaran.
Cualquier vecino puede llevarse algo si lo necesita.
     Nos despedimos de Meztli. Entonces, Quetzalcoatl, mientras
volvíamos a la casa de Tlaloc me agarró por el brazo y me dijo:
     —¿Qué te está impidiendo cambiar? ¿Qué te está manteniendo
aferrado a lo antiguo, a lo seguro, a lo conocido, pero te mantiene
estático, parado, bloqueado? Elimina de tu vida todo aquello que no
te sirve. ¿Te das cuenta de cuántas cosas guardas en los armarios de

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


tu casa o en los archivadores de tu trabajo que ya no sirven para
nada, que están estropeadas, que están obsoletas, que dejaron de
cumplir ninguna función y que ocupan un espacio, una energía que
necesitas para otras cosas? Se rompe la plancha, compras una nueva
y guardas la vieja por si algún día la necesitaras. Pero nunca más vas a
necesitar esa plancha. Entre otras razones porque está rota. Tienes la
casa y los armarios llenos de papeles que no sirven, libros que no te
interesan, aparatos eléctricos que dejaron de funcionar hace años,
utensilios de cocina que nunca has usado... Tíralos a la basura. O
mejor, regálalos o llévalos a algún centro de reciclaje. Quítalos de en
medio. Aléjalos de tu vida. Despeja el espacio.
     Era cierto. Mis armarios estaban llenos de cosas inservibles.
     —Sigues manteniendo relación con personas que hace mucho
tiempo dejaron de interesarte —continuó— Cada vez que estás con
ellas sientes una especie de frustración y piensas: "nunca más voy a
quedar con ellas". Y la siguiente vez vuelves a quedar con ellas.
Tienes muchos hábitos que te desvían del camino que has decidido
emprender y te aferras a ellos de forma completamente absurda.
¿Qué beneficio sacas? ¿Qué ganas? Te enseñaron de pequeño un
montón de ideas, de creencias, que ya no forman parte de tu vida
actual. Sin embargo, sigues creyendo en ellas. Creencias sobre ti
mismo, sobre el ser humano, sobre la vida, sobre la religión, sobre el
dinero. Creencias que ya no te sirven para nada, que te bloquean, que
te impiden avanzar.
     Tenía razón. Llevaba toda mi vida acumulando cosas inservibles,
amistades inservibles.
     —¿Por qué no reflexionas sobre ellas y las quitas para siempre?
—continuó Quetzalcoatl— ¿Cuáles son las creencias que en este
momento pueden hacerte crecer, madurar, conseguir tus objetivos?
Quieres cambiar y no estás dispuesto a aumentar tus capacidades, tus
conocimientos. ¿Qué cosas nuevas necesitas aprender? ¿Qué cosas
que aprendiste y no te sirven necesitas desaprender? ¿Necesitas
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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


formación? ¿Necesitas aumentar tus conocimientos? ¿Qué vas a
hacer hoy para empezar a formarte? Hace años decidiste cuáles eran
tus valores en la vida. Y enfocaste toda tu vida hacia esos valores.
Tus valores con el paso de los años han cambiado. ¿Cómo vas a
adaptar tu vida a esos nuevos valores? ¿Qué nuevos objetivos
responden a esos nuevos valores?
     Nos despedimos de Tlaloc y comenzamos a descender por un
camino de tierra. Tlaloc se quedó quieto mirándonos mientras nos
alejábamos. Era un tipo singular, más curioso todavía que su hijo.
Venían con nosotros los cuatro niños de la aldea, dos niños y dos
niñas, vestidos con unos impecables uniformes de color azul celeste,
por lo que deduje que nos dirigíamos hacia la aldea vecina. Los niños
comenzaron a cantar alegremente. Quetzalcoatl les hacía pequeñas
caricias en sus mejillas sonrojadas por el frío.
     La aldea vecina era más grande que la otra. Pronto descubrimos
la escuela, por la gran aglomeración de niños y niñas que había
alrededor alborotando. Se trataba de varios edificios modernos, que
contrastaban con la pobreza del resto de casas de pueblo.
     —Quetzalcoatl —dije— gracias por acompañarme hasta aquí.
Supongo que tienes ganas de quedarte con tus niños en la escuela. Ya
seguiré yo solo.
     —Je, je —rió Quetzalcoatl— esta no es mi escuela. Te dije que
soy maestro, pero no soy maestro de este tipo de escuela. Ellos
tienen a una extraordinaria profesora. Te la voy a presentar. Se llama
Tanitani.
     Tanitani era una preciosa joven maestra de unos treinta años. Era
todo sonrisa. Llamó a los niños con una campana. Los niños
entraron en la escuela y se sentaron en mesas redondas de cinco en
cinco. La escuela estaba sorprendentemente llena de ordenadores y
pizarras electrónicas, que los niños utilizaban como verdaderos
expertos. Tanitani dijo

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Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


     —Vamos a aprovecharnos que hoy está con nosotros el maestro
Quetzalcoatl para aprender algunas cosas importantes para la vida.
El maestro nos hablará sobre los valores.
     —Los valores son las actitudes personales que determinan
nuestra conducta. "¿Qué es importante para mí?" —comenzó
Quetzalcoatl — A través de los valores juzgamos nuestra propia
conducta y establecemos relaciones con las cosas que nos rodean y
con los demás. Los valores están influenciados por la cultura en la
que vivimos, la familia a la que pertenecemos, la educación que
hemos recibido, la ideología que compartimos, la religión que
profesamos, etc. También nuestra propia experiencia de vida va
marcando nuestros valores, así como nuestra personalidad. Todos
estos factores se influencian mutuamente. Mis valores no son los
mismos que los valores de otras personas. La escala de valores, el
orden de importancia que doy a las cosas no tiene por qué coincidir
con el de otro ser humano.
     Uno de los niños levantó la mano.
     —Maestro Quetzalcoatl —dijo cuando Tanitani le dio la palabra
— Mi papá dice que él ha cambiado sus valores, que ya no son los
mismos que cuando era pequeño, mientras que mi mama dice que
ella sigue teniendo los mismos. ¿Es eso posible?
     —Como los valores se empiezan a establecer desde los primeros
años de nuestra vida, —continuó Quetzalcoatl— se han podido
mantener valores incongruentes con los que establecemos cuando
somos adultos. Estas discrepancias provocan que a veces no estemos
seguros de qué camino seguir o que nos sintamos insatisfechos de
determinados logros u objetivos conseguidos. En este caso, significa
que esos objetivos no concuerdan con alguno de nuestros valores.
También se producen conflictos cuando tratamos de imponer
nuestros propios valores a los demás, pensando que, si nos sirven a
nosotros, necesariamente tienen que ser buenos para todo el mundo.
Esto es llevado a su máxima expresión cuando una ideología impone
                                        49
Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


sus valores a los demás a través de leyes.
    Los niños le hicieron algunas preguntas que Quetzalcoatl
respondió de forma muy sencilla, para que le comprendieran. Le
dieron las gracias con sus sonrisas y salimos de nuevo a la calle. Pero
la mejor de todas las sonrisas fue la que me dirigió Tanitani.
    —Nos esforzamos en darles la mejor educación que podemos
—dijo— Si no gastamos en la educación de nuestros niños, ¿en qué
vamos a emplear el dinero?
    —Me ha sorprendido ver todos esos adelantos tecnológicos aquí
—dije.
    —Gracias a nuestros amigos benefactores, —contestó Tanitani
mirando de reojo a Quetzalcoatl — tenemos los mejores medios a
nuestra disposición. Y eso que no has visto nuestra biblioteca,
nuestra sala de música o el pabellón deportivo, uno de las mejores
del país. Tampoco has visto nuestro Hospital, que está en un pueblo
a cinco kilómetros de aquí, con los mayores adelantos científicos.
Todos nuestros niños tienen a su disposición una educación basada
en nuestras tradiciones más antiguas, junto a los mejores recursos
más modernos. Ocurre lo mismo con la promoción de la salud, no
renunciamos a nuestra medicina popular, milenaria, ni tampoco
renunciamos a los modernos sistemas tecnológicos.
    Nos despedimos. Aquella chica era preciosa. Tendré que buscar
alguna excusa para volver, pensé.
    Empezamos a andar por un sendero de metro y medio de ancho.
Un zorrillo se atravesó en nuestro camino. De repente, el cielo se
oscureció y una fuerte tormenta comenzó a caer. Nos refugiamos en
una cueva.
    —La naturaleza no puede forzarse —dijo Quetzalcoatl, que no
desaprovechaba ocasión para seguir hablándome del éxito— Las
cosas en la naturaleza ocurren, simplemente, ocurren. Cuando se
combinan determinadas variables, llueve. Cuando se producen ciertas
                                         50
Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


circunstancias, las setas del bosque aparecen. Cuando llega la
primavera, las aves migratorias se desplazan de lugar. Las cosas en la
naturaleza solo ocurren cuando se cumplen una serie de requisitos.
Las cosas en la naturaleza solo ocurren cuando tienen que ocurrir, ni
antes, ni después. No podemos cambiar una tormenta a voluntad, ni
producir setas de pino en un robledal, ni hacer que las cigüeñas
tengan crías en invierno. El agua se dirige desde las montañas hacia
el mar. Si quiero aprovechar la fuerza del agua para crear energía
eléctrica, no puedo poner las aspas de la turbina hacia arriba. Así no
girarán y no se cumplirá mi objetivo. Si quiero que funcione, tengo
necesariamente que poner las aspas de la turbina en la misma
dirección de la fuerza del agua. Las cosas solo ocurren cuando
pueden ocurrir.
    —Yo no creo que el mundo funcione por determinismo —me
atreví a decir.
    —No estoy hablando de determinismo, sino de leyes naturales
que se cumplen queramos o no. solo llueve hacia abajo, y si nos
empeñamos en que llueva hacia arriba, tenemos el fracaso asegurado.
Los negocios, las empresas, las parejas, las vidas que funcionan, son
aquellas que han establecido las cosas de tal forma que están en
consonancia con las leyes que las hacen funcionar. Un negocio que
no cumple unos mínimos requisitos, está abocado al fracaso. Una
pareja que no sigue unos mínimos requisitos, no funcionará bien.
    Los truenos sonaban con eco dentro de la cueva. Comenzó a
hacer frío. Un viento frío soplaba alocadamente. Me puse un poncho
que me había regalado Meztli. Quetzalcoatl siguió imperturbable
ante el frío.
    —¿Estás luchando contra el viento? —siguió mi amigo— Es
mejor que lo utilices a tu favor. Si lo utilizas a tu favor, el barco se
desplazará, hará lo que tiene que hacer. Si luchas contra el viento, la
vela se partirá y no avanzarás. Pero el viento seguirá haciendo lo que
tiene que hacer. Y no podrás decir que has tenido mala suerte o que
                                         51
Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


los elementos se han puesto en tu contra. Serás tú quien ha puesto a
los elementos en contra de tu proyecto.
     —Tengo frío —dije como excusa.
     —Me gustaría que reflexionaras sobre esto. ¿Las cosas no te
salen como esperabas? Lo más probable es que el planteamiento que
tienes no sea el más idóneo y que así no sea posible que funcione por
mucho que te empeñes.
     —¿Y cómo hacer para hacer que algo funcione de manera
natural?
     —¿Cómo puedes hacer para que algo funcione de manera
natural? Haciendo una metáfora podríamos hablar de "partes" para
referirnos a las distintas estructuras de personalidad que existen en
nosotros a nivel, generalmente, inconsciente. Estas partes responden
a diferentes intereses y por eso en muchas ocasiones somos
incoherentes con nosotros mismos. Mientras algo dentro de
nosotros nos invita a tomar alguna decisión, hay otro algo que nos lo
impide. Es como si existiera una lucha interna por el poder. Estas
partes, a veces, hablan entre ellas, mantienen un diálogo interno.
Otras veces no hablan, sino que actúan o nos hacen sentir cosas
incompatibles con nuestros valores o intereses. A la hora de
establecer un camino hacia el éxito tienes que tener en cuenta esta
lucha interna, porque es muy posible que exista dentro de ti una
parte que trata por todos los medios de boicotear, de sabotear
cualquier cambio o beneficio que quiere establecer otra parte.
     —Muchas veces me pasa que por la noche decido una cosa y a la
mañana siguiente hago todo lo contrario.
     —Así es. Mientras decides por la noche que vas a empezar
alguna tarea, por la mañana ha tomado el poder otra parte que te
impide realizarla. Mientras una parte tiene claros cuáles son sus
objetivos, otra parte decide que esos objetivos no le convienen y
hace todo lo posible para que el proyecto no salga adelante. En

                                        52
Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


realidad, todas esas partes quieren lo mejor para ti. En tu interior no
hay ninguna parte que quiera hacerte daño. Lo que ocurre es que
esas partes tienen distintas informaciones, valores, objetivos y
creencias. ¿Qué puedes hacer? Se trata de que todas esas partes se
pongan de acuerdo en cuanto a cuál es el objetivo común de todas
ellas.




                                         53
Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito




     CAPÍTULO 5: P = Persistencia

    "Levántate si te caes, y antes de volver a andar, mira dónde te
    hascaído y pon allí una señal" Augusto Ferrán


    "Nuestra gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos
    cada vez que caemos" Goldsmith




                                            P
                               E= [ (I+A2) (P*F) ]D

    El camino serpenteaba entre precipicios. Quetzalcoatl me dijo
que un poco más abajo había un cruce en el que podríamos subirnos
a un autobús que iba hacia la ciudad. Se trataba de un destartalado
autobús que los lugareños utilizaban para ir a la ciudad y realizar sus
compras o vender algunas mercancías que elaboraban, como quesos,
alfombras y algunos animales de granja. Lo que bastantes lustros
atrás había sido un bus urbano en alguna ciudad del primer mundo,
aquí, desvencijado y roto, hacía las funciones de autobús de línea.
Nos acomodamos como pudimos entre gallinas, fardos, cajas y
olores varios. Si en la montaña había pasado miedo, en este loco
autobús casi me muero de pánico. El conductor, un hombre de

                                           54
Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito


mediana edad, conducía su máquina rozando los precipicios de tal
forma que hasta las estelas de humo del tubo de escape se quedaban
flotando en el aire tras cada curva cerrada, atónitas ante tal
espectáculo. El ruido del motor diesel hacía eco cada vez que
pasábamos sobre un puente y el puente se quedaba perplejo sin saber
cómo reaccionar.
     Llegamos a la ciudad al mediodía. Acompañado de Quetzalcoatl
fui a la estación de policía para dar aviso de lo que había ocurrido
con mis compañeros. Enseguida se movilizaron varios equipos que
inmediatamente se dirigieron hacia la montaña. El comisario me
pidió que no abandonara la ciudad hasta que trajeran noticias de la
montaña.
     Nos alojamos en una pensión. Quetzalcoatl me dijo que al día
siguiente tenía que ir a Veracruz a coger un avión porque le
esperaban dos días más tarde en Nueva York y tres días más tarde en
Los Ángeles. Le dije que yo vivía en la gran manzana y que sería un
enorme honor si quisiera utilizar mi vivienda mientras necesitara un
alojamiento allí. Quetzalcoatl rió y me contestó que ya hablaríamos
de eso.
     Por la tarde fuimos a visitar unas ruinas aztecas. Los arqueólogos
habían descubierto hacía poco las ruinas de una antigua población
azteca de principios del siglo quince. Quetzalcoatl preguntó por el
Director de la excavación. Un hombre de unos cincuenta años
apareció a lo lejos y se acercó sonriente.
     —Quetzalcoatl, dichosos los ojos que te ven.
     —Mazatl, —dijo Quetzalcoatl, mientras le daba un fuerte abrazo
— Te presento a mi amigo Max Pinton.
     Le saludé con un apretón de manos y entonces me di cuenta de
que le faltaba el brazo izquierdo. Hablaron durante unos minutos de
viejos tiempos y comenzó a enseñarnos las excavaciones.


                                         55
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  • 2. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito Ricardo Ros La fórmula matemática del éxito Consigue tu sueño antes de un año E= [ (I+A2) (P*F) ]D Este eBook vale 3 Euros 1
  • 3. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito La reproducción total o parcial de este eBook en forma idéntica o modificada por cualquier medio mecánico o electrónico, incluyendo fotocopia, grabación o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada. © 2012, Ricardo Ros - Todos los derechos reservados Edita: Trace Comunication, S.L. Apartado de Correos 385, 31080 Pamplona (España) informacion@pnlnet.com http://www.formuladelexito.com Foto: Dreamstime ISBN: 978-84-939560-1-1 2
  • 4. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito Índice CAPÍTULO 1. Avalancha.....................................................................................................................4 CAPÍTULO 2. E= Éxito.....................................................................................................................13 CAPÍTULO 3: I= Idea........................................................................................................................23 CAPÍTULO 4: A2 = Acción Ahora....................................................................................................33 CAPÍTULO 5: P = Persistencia..........................................................................................................54 CAPÍTULO 6: F = Flexibilidad.........................................................................................................60 CAPÍTULO 7: D = Diversión............................................................................................................67 Ricardo Ros........................................................................................................................................72 3
  • 5. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito CAPÍTULO 1. Avalancha "Asciende, si puedes, con la inteligencia y el corazón, a las más altas cimas; paséate sobre las crestas nevadas, comunícate con las nubes y las aves del cielo. Para vivir escoge la falda de la montaña" Armando Palacio Valdés Cuando levanté la vista, me di cuenta de que no todo estaba perdido. El frío me estaba paralizando las articulaciones, el hielo comenzaba a invadir todo mi cuerpo y mi organismo se estaba enfrentando a la situación más terrorífica de mi vida. Aquella cuerda colgaba a solo dos o tres palmos de mi mano derecha, pero si me soltaba de la arista a la que me encontraba adherido por el hielo, lo más probable es que mi cuerpo cayera al vacío. ¿Cómo agarrar la cuerda sin soltarme? Su voz sonó sobre mi cabeza. —Agárrese fuerte a la soga, yo tiraré de usted. En esos momentos, todos los miedos que yo había arrastrado durante mi vida, mis indecisiones, mis dudas infantiles, pasaron como un rayo por mi cabeza. Tenía que decidirme, mi salvación dependía de lo que en ese momento hiciera. Recordé aquella vez, cuando tenía cuatro o cinco años, en que me había subido a un tobogán enorme siguiendo a uno de mis hermanos mayores. Mi hermano se tiró sin pestañear, pero yo me quedé paralizado en lo más alto. Otros niños que estaban subiendo 4
  • 6. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito por la escalera me empujaban. Y yo, muerto de miedo, retrocedí, bajé las escaleras y palidecí de vergüenza, mientras un niño, en mitad de las escaleras, me gritó "¡cobarde! ¡Cobarde! Aunque toda mi vida había luchado por aparentar lo contrario, en el fondo sabía que yo era un verdadero cobarde, un cobarde completo, integral, sacudido una y otra vez por el miedo, paralizado por la indecisión. Toda mi vida había estado luchando por llegar a lo alto del tobogán y mi único afán había sido tirarme por aquella rampa metálica, poder gritar de placer por haber sabido superar el pánico. Pero yo sabía que ni siquiera en sueños lo había conseguido. Soñaba con frecuencia con aquel tobogán y me despertaba a media noche sofocado, tiritando. Mi vida real era puro teatro ante los demás, pura apariencia de seguridad, máscaras vacías. Pensé que no tenía nada que perder. Era hombre muerto. Ya nada tenía sentido en mi vida. Mejor morir que seguir viviendo. Cuando dos semanas antes mi amigo Jaidh me sugirió la posibilidad de realizar ese viaje, no me lo pensé dos veces. Subir a la cumbre del Citlaltépetl, el Pico de Orizaba, la montaña más alta de México, podía suponer para mí una forma de alejarme de todos los problemas que me acuciaban. Me acababa de dejar mi mujer, harta de mis ausencias, cansada de verme llegar tarde y estresado, convencida de que mi trabajo era más importante que ella. Mi vida era un infierno, sin ningún objetivo. Me levantaba por la mañana, corría durante todo el día de una reunión a otra, convirtiendo mi trabajo en una carrera de obstáculos, un obstáculo cada media hora. Y todo para nada, la empresa se estaba hundiendo, mis socios capitalistas ya me habían dado el último aviso y mis subordinados huían despavoridos nada más verme aparecer. Me creía una persona fracasada. Pero nadie lo sabía. —Agárrese, no se preocupe, yo le sostendré — su voz volvió a sacarme de mis pensamientos. 5
  • 7. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito Estaba a 5.500 metros sobre el nivel del mar, tratando de escalar el mayor pico de México, con 5.756 metros, situado en el Estado de Veracruz. Mis compañeros habían desaparecido de mi vista tras un enorme alud. Y yo me encontraba allí, agarrado a la roca, o mejor dicho, soldado a la roca por el hielo, sin posibilidades de salvación. Mi cuerpo y la roca eran una sola cosa unidos por el hielo. —No piense. Simplemente suéltese y agarre la cuerda. No sabía quién me gritaba. No le veía. Solo oía su voz. ¿Cómo iba a soltarme? Si lo hacía caería por la canaleta de hielo. Y si no lo hacía, allí me quedaría congelado. Una víctima más del glaciar. Los periódicos darían una escueta nota en la página 28: "Alto ejecutivo muere congelado en un volcán". ¿Y a quién le importaría? Un número en una estadística. Eso era yo: un número en una estadística. Ingeniero más joven de su promoción, ejecutivo con más futuro de la ciudad, marido de la mujer más rica y guapa de la provincia… Eso habría dicho la prensa de mí. Números. Fríos números. ¿Fríos? Y allí estaba yo, a punto de congelarme, en medio de un nevado, cerca de ninguna parte, haciendo lo único que había sabido hacer bien durante toda mi vida: sentir el miedo, vivir el miedo más intenso que jamás se pueda sentir. Yo era miedo. Miedo. Mi mundo estaba lleno de miedo, mis decisiones las tomaba siempre basándome en el miedo. Cuando cumplí 18 años decidí que dejaba de estudiar, que no iría a la Universidad. Me subí a un tren y me fui a París. Estuve trabajando en un restaurante lavando platos. Me enamoré de una chica polaca y por primera vez en mi vida fui feliz. También fue la única. Cuando acabó el verano se presentó mi padre en la pensión en la que vivía, me agarró de las orejas y me hizo matricularme en la Universidad. Por supuesto en la misma carrera que había estudiado él. Después me hizo casarme, por mi bien, con una chica de buena familia a la que nunca quise. Y todo por miedo. En París no tuve miedo, fui realmente feliz. 6
  • 8. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito — ¡Deje de darle vueltas al coco y agarre la cuerda! Aquel hombre seguía gritándome. ¿Qué se había creído? A mi no me gritaba nadie. Yo era un personaje, un hombre importante, un ciudadano respetado. ¿Cómo se atrevía a gritarme? De repente, otra cuerda apareció a mi izquierda. ¿No pretenderá que suelte las dos manos? Debe estar loco. Y detrás de la cuerda aparecieron unas sandalias, unos pantalones, un jersey de colorines y una enorme barba sonriente. Sin decir palabra, pero sin perder su sonrisa, aquel extraño hombre clavó primero un piolet en el hielo, un segundo piolet al que enganchó una cinta express sobre la que pasó la cuerda que me había lanzado en un primer momento, introdujo el codo por la dragonera del primer piolet, y enroscó un tornillo en el hielo. A continuación pasó la cuerda por el tornillo y por mi arnés y desapareció tan rápido como había llegado. ¡Ahora estaba seguro! —Ahora ya puede usted solo. Yo le ayudo a subir. Tranquilo, el peligro ya ha pasado— volvió a sonar aquella voz por encima de mi cabeza. Como pude solté mi mano aterida y comprobé que mi arnés estaba perfectamente enganchado a la cuerda. Miré hacia arriba y vi que tenía que subir unos tres metros. Miré hacia abajo y un enorme precipicio de hielo y roca se extendía 500 metros hacia el abismo. Entonces fui consciente del verdadero peligro en el que había estado. Mis ojos se cerraron. Silencio. Cuando desperté, aquella sonrisa volvía a estar allí. Estábamos dentro de una especie de cabaña, un refugio de montaña utilizado por algunos escaladores en su ascensión al Citlaltépetl. Una fogata calentaba el ambiente. 7
  • 9. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Ya ha pasado todo. No se preocupe —dijo aquella voz— En cuanto escampe la enorme tormenta que nos está enviando la montaña, los equipos de rescate vendrán a buscarle— Y su sonrisa volvió a envolverlo todo. —¿Qué ha ocurrido?— me atreví a preguntar —La montaña está resfriada y ha soltado un estornudo. Se ha producido una avalancha. La nieve le arrastró a usted hasta la grieta. Afortunadamente su espíritu de supervivencia le hizo agarrarse a la arista helada. Menos mal que perdió el conocimiento cuando ya estaba sujeto firmemente al arnés. Me dolía todo el cuerpo. En las extremidades, un dolor lacerante me recordó que había estado a punto de congelarme. Estaba tumbado en una especie de jergón, cubierto de mantas y de pieles de animales. El crepitar de la hoguera proporcionaba un poco de luz. Fuera, se oía al viento bramar. Debíamos estar en medio de un terrible vendaval. —Nunca había pasado tanto miedo— dije —El miedo es lo que le ha salvado, si no hubiera tenido miedo ahora estaría muerto— dijo aquel hombre, mientras echaba otra leña al fuego. —No le entiendo, ¿cómo va a salvarme el miedo? El miedo siempre me ha paralizado, el miedo me ha destrozado la vida— casi grité. ¿Cómo podía alguien pensar que el miedo me había beneficiado? Ese hombre debía ser algún loco. El hombre volvió a sonreir. Me acercó una taza a los labios, caldo caliente, fuerte y sabroso. Mientras bebía, pensé en lo terrible que es el destino. Es como si tuviéramos el camino marcado, como si ya desde el nacimiento todo estuviera programado. —El destino no existe, todos somos responsables de nuestras vidas —dijo, como si me hubiera leído el pensamiento. ¿Quién era 8
  • 10. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito aquel hombre, que sin perder la sonrisa, pretendía darme lecciones sobre la vida?— Voy a curarle las manos y los pies. Han estado a punto de congelarse y es muy importante que las hagamos entrar en calor. Me sentía completamente agotado. Y mientras aquel hombre me daba masajes en las manos y en los pies, untándolos con una especie de grasa gelatinosa, empezó a cantar una letanía formada por distintos sonidos guturales, palabras para mí desconocidas, pero que me hicieron respirar profundamente. Con cada inspiración entraba en mis pulmones todo el sufrimiento que había pasado en las últimas horas, en las últimas semanas. Con cada espiración salía de mis pulmones, de mi alma, todo el amor que no había sabido transmitir durante la mayor parte de mi vida. Comencé a llorar. Yo había tenido ganas de llorar muchas veces, pero nunca había tenido la valentía de hacerlo. Y ahora estaba llorando. Pero era un lloro de liberación, de apertura. —¿Qué me está pasando?— pregunté entre sollozos. —No piense, simplemente suéltese— me dijo riendo. Por algún motivo que no sé explicar, eso es exactamente lo que hice. Me solté y dejé de pensar. Yo era un ejecutivo, un pensador, un ser lógico. Nunca me había dejado llevar por mis emociones. Todo lo calculaba, todo lo medía. En las empresas en las que había trabajado tenía fama de ser una persona que arriesgaba poco, porque todo lo tenía previamente planificado. No movía un dedo si no tenía muy claro el desenlace o si no me guardaba un as en la manga que me permitiera escaparme en el momento preciso. Y por primera vez en mi vida, me dejé llevar por mis sentimientos. Por primera vez en mi vida no luché contra mis sentimientos. Todo el miedo acumulado, toda la rabia no sentida se fueron haciendo presentes. Y me quedé dormido, completamente dormido. 9
  • 11. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Me llamo Quetzalcoatl —dijo aquella voz tan conocida ya para mi— Ha dormido durante diez horas seguidas. Es necesario que se hidrate y que coma algo. Me incorporé un poco y abrí los ojos. Estábamos en el interior de una cabaña hecha de madera. El suelo estaba completamente cubierto de paja. Junto a dos de las paredes había dos jergones. En la tercera pared había una especie de fogón de leña, sobre el que hervía un puchero. Una estantería con latas y distintos alimentos se apilaban junto a la puerta. El ambiente era denso, caliente. Olía a puerros. —Realmente me hace falta comer algo, gracias —dije, tratando de esbozar una sonrisa, que no me salía de forma espontánea. Mi nuevo amigo echó con un cazo en un plato una mezcla de patatas con puerros y otras verduras y me lo ofreció. Olía muy bien. Sin decir palabra, me comí aquel plato de puerros y cuando acabé le dije tuteándole —¡Gracias!. Me has salvado la vida. Ha sido una casualidad que estuvieras en ese momento allí. —Ningún ser humano es capaz de salvar la vida de otro ser humano— dijo —Tampoco hay casualidades. Como todos los años en estas fechas he subido a la montaña a ponerme en comunicación con la naturaleza. Todos los años paso tres semanas aquí arriba, porque necesito llenarme de aire para el resto del año. Estoy reflexionando para saber qué lección tengo que aprender al haber tenido la oportunidad de encontrarme contigo en esas difíciles circunstancias. Yo soy quien tiene que estarte agradecido por la gran oportunidad de aprendizaje sobre mí mismo que has puesto a mi disposición. —¿Has aprendido cosas gracias a mí? 10
  • 12. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —En este mundo hay dos tipos de personas, los que aprenden de lo que les ocurre y aquellos que dejan pasar esa oportunidad. Yo procuro sacar enseñanzas personales de todo lo que me ocurre. Aprendo por la experiencia. —Mi nombre es Max Pinton. Y soy un fracasado. —Hay que prestar atención al lenguaje que utilizamos. El verbo ser sirve para hablar de la identidad o de un atributo. En nuestra lengua mezclamos esas dos acepciones. Si dices que "eres" un fracasado estás diciendo que el fracaso forma parte de tu identidad. Y el fracaso no forma parte de tu identidad. Me gustaría que volvieras a hablarme de tu fracaso, pero sin utilizar el verbo "ser". —No sé cómo hacerlo —dije confuso. —Vuelve a decirme el mismo concepto pero sin utilizar el verbo ser. —Mi nombre es Max Pinton. Y… —Usa un verbo de acción, en vez del verbo ser. —Me llamo Max Pinton, y he fracasado en mis negocios y con mi pareja. —Cuando alguien dice "Juan es tímido" —continuó— le está atribuyendo a Juan una cualidad que lo define como persona. El uso del verbo ser nos lleva a realizar afirmaciones generales que no tienen demasiada relación con la realidad. Entonces entendí lo que me quería decir. Si usaba el verbo ser para hablar de algo que me había pasado, entonces estaba extendiendo ese hecho concreto a toda mi identidad como persona. Si empleaba un verbo de acción, entonces tenía que delimitar mi fracaso a una parcela de mi vida. Le expliqué cómo durante toda mi vida yo había luchado por tener éxito, por ser una persona de éxito, y cómo ahora, a mis casi cuarenta años, mi empresa era un fiasco y mi vida amorosa un 11
  • 13. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito infierno. —¿A qué te dedicas profesionalmente, Quetzalcoatl? —me atreví a preguntar, mordiéndome la lengua y rectificando mi primera formulación mental, que era ¿Qué eres profesionalmente? —Soy maestro. —Eh, un momento, acabas de decirme que no hay que emplear el verbo ser cuando no hablamos de nuestra identidad. —Es que te estoy hablando de mi identidad. Soy maestro, aunque trabajo en otras cosas. Puedo enseñarte a conseguir el éxito, si quieres. Te voy a dar la fórmula del éxito. La fórmula del éxito es sencilla. Pero la mayor parte de la gente la complica. Si aplicas la fórmula que te voy a dar, tienes el éxito asegurado en cualquier aspecto de tu vida personal, familiar, social o profesional. Soy maestro porque hablo de mi propia experiencia, no hablo de lo que otros me han transmitido. Quetzalcoatl escribió en un papel: E= [ (I+A2) (P*F) ]D 12
  • 14. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito CAPÍTULO 2. E= Éxito "Cuantas más bellezas descubramos por doquiera en la naturaleza, en el hombre, en el niño, en el trabajo y en el mundo externo, más nos acercaremos al goce de la felicidad" James Freeman Clarke "La felicidad es el precio de la audacia" Lope de Vega E E= [ (I+A2) (P*F) ]D Fuera de la cabaña se oía a la montaña temblar. Ensordecedores truenos cortaban durante algunos segundos nuestra conversación. Los rayos penetraban como ladrones en la oscuridad, iluminando a mi interlocutor de forma fugaz. Estaba anocheciendo. —Hay muchas personas que tienen grandes ideas —comenzó mi amigo— Son personas creativas, con ingenio. Hay otras que sueñan con un futuro mejor. Algunas quieren salir de una situación negativa. Muchas consideran que su vida podría ser realmente mejor. Todas están firmemente convencidas de que si pudieran, su vida sería un paraíso. Pero son unos grandes fracasados. 13
  • 15. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Queremos ser triunfadores y nos quedamos en el intento— dije. —Así es. Las ideas se las lleva el viento. Las ideas no sirven para nada. Son solo ideas, humo, vacío. Las ideas están solo en la mente y la mente está llena de sueños, pero vacía de realidades. Quetzalcoatl se levantó y echó un par de leños al fuego. La resina empezó a crujir. —He oído a muchas personas mayores hablar amargamente de sus ideas de juventud, de sus proyectos, de sus sueños, de todo aquello que nunca consiguieron, de la frustración que experimentan por no haber sabido llevar sus ideas a buen puerto. Ideas. Solo humo. —Tienes razón —dije, mientras cerraba los ojos. —Las ideas, aisladas, no sirven para nada —continuó —Las ideas son gratis, no cuestan nada. Tampoco sirven para nada. Hubo un momento de silencio. Era verdad. Toda mi vida había estado llena de grandes ideas para el futuro. Quetzalcoatl siguió —Para que las ideas tengan un sentido, para que las ideas empiecen a tener razón de ser, necesitan estar acompañadas de un ingrediente esencial: la ACCIÓN. Ideas sin acción llevan al fracaso. Ideas con acción llevan al éxito. Ideas sin acción son gratis. Ideas con acción tienen un precio. Necesitamos, por lo tanto, una idea, cualquier idea. Una ilusión, un sueño, un proyecto, un plan, un programa. Pero esta idea tiene que estar acompañada de acción. Y la acción cuesta, no es barata, es cara. La acción tiene un precio alto. —¿Por dónde empezar?—pregunté —¿Por dónde empezar? Empieza por cualquier sitio, pero empieza. Elabora más la idea, busca más información, pregunta a expertos, entérate de qué otras cosas se han hecho anteriormente, haz un primer experimento, un prototipo, un esbozo. Haz algo. No 14
  • 16. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito te quedes quieto. Empieza a caminar, empieza a actuar. —Como decía Ortega y Gasset —me atreví a comentar, apoyando con la cita su argumento— "muchas personas, como los niños, quieren una cosa, pero no sus consecuencias" —Tiene razón Ortega y Gasset. Cuando das el primer paso, ya estás mucho más cerca del éxito. Si no das ese primer paso, lo más probable es que estés mucho más cerca del fracaso. Fracasar o triunfar depende de una pequeña decisión: ACTUAR. Actuar, accionar, activar nuestros recursos nos lleva al triunfo. No hacerlo nos lleva a la desilusión, al fracaso. —Lo veo claro, dije. —Hoy puedes empezar. ¿Qué vas a hacer? Me quedé pensando. ¿Qué podía hacer? Estaba malherido a muchos kilómetros de la civilización, sin fuerzas y Quetzalcoatl me preguntaba qué iba a hacer. No podía hacer nada. En vez de contestar a su pregunta, me atreví a preguntar. — ¿Qué es el éxito? —El éxito es conseguir aquello que nos hemos propuesto, es alcanzar nuestras metas y ser felices. Quizás sea más sencillo si empiezo a decirte qué no es el éxito. El éxito no es tener muchísimo dinero. Conozco a personas que tienen tanto dinero, que no saben qué hacer con él y son unos desgraciados. —Yo también los conozco. Mi vida está rodeada de ese tipo de personas. —El éxito no es ser famoso, ser conocido, salir en la TV. Todos conocemos a personas que son famosas y no se puede decir que hayan tenido éxito en la vida. —¿El éxito es tener suerte? —pregunté 15
  • 17. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —El éxito no es tener suerte. Alguien puede tener o no tener suerte y tener o no tener éxito. Son dos conceptos que no van de la mano. —Pero, ¿se puede tener éxito sin tener suerte? —Yo creo que es al revés, —dijo Quetzalcoatl —no se puede tener éxito si viene como consecuencia de la suerte. La suerte no existe, la buena o la mala suerte, no existen (excepto en la lotería, pero a quien le toca la lotería por azar no se puede decir que sea una persona que ha tenido éxito en la vida). La suerte es algo que se construye con nuestras conductas. —La suerte depende de cada uno. —Así es. Tendré mala suerte si no aprovecho oportunidades, si no corrijo mis decisiones erróneas. Tendré buena suerte si estoy en el momento y en el lugar adecuado. Tanto la suerte como el éxito son algo que es consecuencia de nuestras decisiones, no del azar. Nosotros somos dueños de nuestras propias decisiones y a la consecuencia de esas decisiones se le llama buena o mala suerte. —¿Qué es entonces el éxito? —pregunté, volviendo a abrir los ojos. La noche se había adueñado del ambiente. Quetzalcoatl había apagado la lámpara de aceite y estábamos iluminados únicamente por la leña que ardía en la chimenea. —Éxito es conseguir aquello que nos propongamos, grande o pequeño, importante o sencillo, como consecuencia de nuestras decisiones. »Tener éxito es conseguir pasar unas maravillosas vacaciones. Tener éxito es crear una empresa que produzca millones. Tener éxito es conseguir que nuestros hijos crezcan sanos. Tener éxito es pasear y disfrutar de una tarde de campo. Tener éxito es convertirnos en buenos profesionales en nuestro trabajo. Tener éxito es alcanzar la 16
  • 18. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito luna, si ese es nuestro objetivo. »Tener éxito es conseguir cosas, no por azar, sino como culminación de un proceso que hemos puesto en marcha conscientemente. »Para considerar que algo es un éxito tenemos que partir de un acto voluntario de una persona que alcanza un objetivo como consecuencia de su esfuerzo. No es éxito, por ejemplo, encontrar una moneda perdida en la calle, ni recibir un premio de la lotería, ni conseguir un buen puesto de trabajo por mediación de un amigo con influencia. »Es éxito, sin embargo, ascender en la empresa después de un duro trabajo, encontrar a la pareja adecuada o superar una crisis después de luchar por salir de ella. —¿Quieres decir que éxito y esfuerzo son términos complementarios, que no hay éxito sin esfuerzo? —Eso es. El éxito puede ser algo muy simple, como aprobar un examen, o algo muy complejo, como tener una familia numerosa. Por lo tanto, el éxito depende de tus expectativas, no es algo general e igual para todo el mundo. —Entonces, dependiendo de mis expectativas el éxito tendrá distintos planteamientos. —Vuelves a acertar. Si consideras que el éxito es tener una familia con quince hijos (o tener en el Banco 15 millones de euros), pero solo consigues una familia con 10 hijos (o 10 millones de euros), ¿se puede considerar un fracaso? ¿Habrás triunfado o habrás fracasado? Todo depende de tus expectativas. 17
  • 19. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito Además, ¿qué criterio vas a utilizar para delimitar el éxito. Puedes utilizar un criterio temporal y decidir que tu empresa tendrá éxito si consigues vender veinte millones de euros antes de cinco años. Pero, ¿por qué cinco años y no siete o diez? Perfectamente podrías decidir que alcanzarías el éxito si vendieras esa cantidad en veinte años o en seis meses. Puedes utilizar un criterio cuantitativo (un número determinado de cosas) Nos sirve el ejemplo de los hijos. ¿Éxito sería tener diez hijos y fracaso sería tener cinco? También puedes utilizar un criterio de calidad, por ejemplo considerar éxito si tus hijos, sean cuantos sean, consiguen acabar unos estudios superiores. —Entiendo —dije, sabiendo que todavía no había asimilado del todo lo que acababa de oír. —Creo que te conviene descansar otro rato. Ya es de noche. Voy a salir fuera a hablar con la tormenta. Quetzalcoatl se enfundó un gorro y unos guantes de lana y desapareció en la negrura de la noche. Cerré los ojos. Me habían pasado demasiadas cosas en las últimas horas. Casi me despeño y si no llega a ser por aquel extraño personaje ahora estaría en el fondo de una grieta de hielo. Y para colmo, mi nuevo amigo me empieza a hablar del éxito y de cómo conseguirlo. Comencé a quedarme dormido de nuevo. Notaba la fatiga acumulada. De repente, comencé a oír como un canto, suave al principio, más fuerte después. Eran como palabras repetitivas en un lenguaje completamente desconocido para mí. Era algo parecido a las nanas que canturrean las madres a sus bebés, un ritmo monótono, que me hizo entrar en un sueño profundo y reparador. 18
  • 20. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito Cuando abrí los ojos, la claridad del día comenzaba a dejarse ver por un minúsculo ventanuco que había sobre la puerta. No se oía nada. Silencio. —Creo que has podido descansar, ¿no? —me preguntó Quetzalcoatl, que estaba sentado en un rincón. —Me encuentro mucho mejor. La verdad es que ayer estaba reventado. He dormido profundamente toda la noche. Estoy como nuevo. He soñado con la montaña, con águilas majestuosas que volaban sobre mi cabeza, con preciosos arco iris… —Si te parece bien —propuso Quetzalcoatl —hoy puedes acabar de descansar y mañana te ayudaré a bajar a la falda de la montaña, si antes no aparecen los equipos de rescate. Quetzalcoatl avivó el fuego, sobre el que colocó una cazuela para hacer sopa. Me incorporé un poco y me senté en la cama. Y entonces me pude fijar en él. Quetzalcoatl era un hombre de unos cincuenta años, con el cabello muy oscuro, complexión fuerte, no muy alto. Me pareció una de esas figuras en terracota de reyes aztecas que se han descubierto últimamente en excavaciones arqueológicas. Estaba vestido con una camisa blanca y unos pantalones oscuros. Encima de la camisa llevaba un jersey de lana de llama con todos los colores del arco iris y de su cuello colgaban varios collares con figuras para mí desconocidas. Y lo más sorprendente de todo es que llevaba unas sandalias sin calcetines, con los dedos al aire. Esa era la primera visión que tuve de él, sus sandalias de cuero descendiendo por la cuerda. Pensaba que había sido una alucinación, pero no, era real, aquel personaje increíble estaba a más de seis mil metros de altura, con una temperatura de veinte grados bajo cero vestido con unas sandalias. Quetzalcoatl adivinó mis pensamientos. —Formamos parte de la naturaleza. La montaña y yo somos amigos y ella nunca me haría daño si yo no se lo hago a ella. La sensación de frío o de calor, la sensación de dolor, está solo en 19
  • 21. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito nuestras mentes. Si conseguimos controlar nuestras mentes, nada exterior puede hacernos daño. Durante generaciones hemos subido a esta montaña a hermanarnos con ella y durante generaciones hemos mantenido un pacto de respeto mutuo. Nunca nadie de mi pueblo ha sufrido el menor daño por parte de la montaña. Sufren daño quienes vienen a "conquistarla", quienes vienen a poner su bandera en la cima como si fueran los ganadores de una batalla. Si tú la respetas, y respetarla es conocerla, ella te respetará a ti. —¿Qué habrá sido de mis compañeros de expedición? — pregunté. —Yo vi cómo la montaña se los tragaba. No hay nada que se pueda hacer por ellos. El único que se quedó colgando fuiste tú. Comimos en silencio. Quetzalcoatl era un ser muy extraño. Fijándome bien en él, me di cuenta de que, aunque aparentaba unos cincuenta años, posiblemente tendría unos setenta y cinco o más. —Tengo setenta y ocho años —dijo, adivinando una vez más mis pensamientos— y llevo desde los diez años subiendo aquí a rendir mi homenaje anual a la montaña. Le cuento las cosas que me han pasado y ella me da soluciones. A finales del verano subo también a traer leña y alimentos para mí y para cualquier otra persona que necesite utilizar esta cabaña durante la época fría. Primero mi abuelo, Huamanchaqui, y después mi padre, Tlaloc, me enseñaron los secretos de la vida y de la naturaleza. Mis ancestros, hace muchas generaciones, subían también a la montaña a hacer sacrificios humanos. Esta cabaña está situada al lado de un altar de sacrificios, que mañana te enseñaré. Pero, si te parece, ahora vamos a empezar a trabajar con el éxito. Quiero pedirte que pienses en todo aquello que has conseguido en los últimos cinco años y que has considerado como un éxito. No hace falta que me contestes, piensa en ello simplemente. También quiero que pienses en las razones por las que consideras que esas cinco cosas han cubierto tus expectativas de éxito. 20
  • 22. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito Mi primera reacción fue pensar que no había conseguido ningún éxito en estos últimos cinco años. Pero después pensé que sí que había tenido muchos éxitos, pequeños éxitos, pequeñas cosas en las que había puesto ilusión. —Piensa ahora en las cosas que no has logrado conseguir, a pesar de haberlas deseado. ¿Qué hace que no superaran tus expectativas? Eso era más fácil. Había muchas ilusiones que no había conseguido en los últimos años. De pronto, me di cuenta de que todos mis proyectos habían estado relacionados con mi empresa. No había tenido ni un solo proyecto sobre mi vida personal. —¿Qué tienen en común las cosas consideradas como un éxito? ¿Y las que no has conseguido? Las cosas consideradas como un éxito tenían en común que me habían ilusionado, que había puesto pasión en ellas. Las que eran un fracaso tenían en común que las había hecho por obligación. —¿Cuáles son tus fantasías de éxito? ¿Con qué sueñas desde que eras pequeño? ¿Si consiguieras qué, te considerarías a ti mismo como una persona de éxito? De pequeño yo soñaba con dar la vuelta al mundo en un velero, en vivir como un salvaje en una isla en medio del pacífico, rodeado de mi familia y de mis amigos. Me gustaba fantasear con un mundo lleno de alegría, de juegos, de diversión, con un mundo de libertad. Ahora me consideraría como una persona de éxito si ganara veinte millones de euros al año. No, no es verdad, ese es el tópico que me he impuesto yo a mi mismo últimamente. Me consideraría una persona de éxito si pudiera… vivir con libertad, rodeado de la gente a la que quiero. —Ten en cuenta —continuó al cabo de un rato Quetzalcoatl— que la felicidad no se encuentra en el tener o poseer, sino en el hacer y conseguir. Hay muchas personas que tienen, que poseen mucho y 21
  • 23. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito son muy desgraciadas. Tener no es sinónimo de éxito. »Hacer sí es sinónimo de éxito. »Ser es el grado máximo del éxito. El éxito está directamente relacionado con los objetivos y con los valores. ¿Qué quieres conseguir? ¿Qué es importante para ti? »No confundas los medios (dinero, coches, casas), con los objetivos (las metas), ni con los valores (dicho de forma simple, aquello por lo que estarías dispuesto a dar tu vida). Pero de los objetivos y de los valores hablaremos más adelante. Ahora, simplemente piensa qué características tiene que tener el éxito para ti, en qué consisten tus expectativas de éxito. »Hasta ahora hemos definido en qué consiste el éxito y hemos hablado de la necesidad de convertir las ideas en acción. Seguimos ahora hablando sobre las ideas. »¿Ya sabes cuáles son las características que tiene que tener el éxito para que llene tus expectativas? Sin darme cuenta, la noche volvió a hacer acto de presencia. Quetzalcoatl volvió a preparar una sopa deliciosa, cenamos y me volví a quedar dormido. 22
  • 24. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito CAPÍTULO 3: I= Idea "Si no sabes a dónde vas, cualquier camino te conduce allí" Proverbio del Corán "Hay muchas cosas que requieren menos fuerza para hacerlas que para pensarlas" Paul Valèry I E= [ (I+A2) (P*F) ]D Al despertar por la mañana me sentía espléndido. Era como si hubiera descansado durante varios días seguidos. Al abrir los ojos me di cuenta de que Quetzalcoatl no estaba dentro de la cabaña. Me incorporé en la cama. Nada me dolía, por lo que me atreví a poner un pie en el suelo. Estaba perfecto. Me vestí y abrí la puerta. Fuera, un tímido sol se reflejaba tras la bruma. La montaña estaba en calma. El paisaje era impresionante. La cabaña estaba construida en un pequeño promontorio. Al alzar la vista me impresionó la enorme mole del Citlaltépetl. Debíamos estar como a unos cuatro mil quinientos metros de altura. Eso significaba que Quetzalcoatl me había encontrado a varios cientos de metros más arriba y me había 23
  • 25. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito bajado en brazos hasta allí. Cada vez me asombraba más aquel hombre. Di una vuelta alrededor de la cabaña y entonces vi a Quetzalcoatl agazapado tras un desnivel de nieve. Se llevó el dedo índice a la boca, indicándome silencio, y me hizo señas de que me acercara con cuidado. Así lo hice. Tras el desnivel, un enorme oso se desperezaba. Haciendo un alarde de poderío, lanzó los brazos al aire junto a un enorme rugido, como diciéndole a quien quisiera escucharle que él era el rey de aquel lugar. —Es un oso de anteojos —dijo en voz muy baja Quetzalcoatl— Como estamos entrando en la primavera acaba de abandonar la cueva en la que ha pasado el invierno. Le ha llegado la hora de buscar comida. En estos momentos se siente débil, ya que ha agotado toda la grasa que había acumulado para el invierno. Tendrá que empezar a luchar para sobrevivir. Los osos son los animales más audaces que conozco. Están siempre dispuestos a arriesgarse. —Lope de Vega decía que la felicidad es el precio de la audacia — me atreví a apostillar. —Pero un oso solo se arriesgará lo imprescindible y necesario para conseguir su propósito. Un oso solo acumula lo que necesita, ni un gramo más. Fue Plutarco quien dijo, supongo que no pensando en los osos, sino en los hombres, que "el que no sabe acallar la avaricia jamás se verá libre ni de pobreza ni de miseria". No es rico el que más posee, sino el que menos necesita. Para adquirir bienestar duradero, más que acumular riquezas, debemos eliminar necesidades. Dijo Mark Twain que todos los bienes de la tierra, cuando satisfacen nuestro ser interior, son cosas preciosas y cuando no, carecen de sentido. Quetzalcoatl calló. El oso se fue alejando de nosotros. Quetzalcoatl señaló una piedra redonda como de un metro de alta, 24
  • 26. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito cubierta de nieve. —Ese es el altar que utilizaban nuestros ancestros para realizar sacrificios humanos. Para la persona designada era un verdadero honor haber sido elegida. Se consideraba que su sacrificio apaciguaba a la montaña y era algo bueno para toda la comunidad. Ya no hacemos eso, ¿sabes?, pero seguimos pidiéndole a la montaña que nos cuide. Acercarse a la montaña y conocerla es hacerse amigo de ella y, como consecuencia, contar con su protección. Tus amigos han muerto porque se acercaron a la montaña sin conocerla. Nosotros no hacemos sacrificios humanos, pero la montaña sigue cobrándose por sí misma esos sacrificios entre aquellos que se atreven a desafiarla sin conocerla. Quetzalcoatl quedó en silencio. Se arrodilló, extendió los brazos y con los ojos cerrados comenzó a cantar aquella especie de letanía que ya había oído por la noche. Yo también me arrodillé. Una fuerza invisible me hizo extender también mis brazos, mientras comenzaban a salir de mi garganta algunos sonidos guturales sin significado y que salían de forma ajena a mi voluntad. No sé cuánto tiempo estuvimos así, posiblemente algunos minutos, pero tuve la sensación de que habían pasado horas. Cuando nos levantamos, me noté a mi mismo más ágil, más centrado. Sin decir nada, nos dirigimos hacia la cabaña. Quetzalcoatl se colgó del cuello un bolso de lana y emprendimos el camino de regreso a la civilización. No me preguntó cómo me encontraba, tan evidente era que me encontraba perfectamente de salud. Comenzamos el descenso. Ver a aquel hombre saltar de piedra en piedra era algo espectacular. Parecía ser un joven de veinte años. Poco a poco fuimos dejando atrás la nieve y comenzamos a caminar sobre tierra, piedras y algunas islas de hierba. De repente, Quetzalcoatl saltó como si hubiera un resorte bajo sus piernas y corrió hacia un saliente de una roca del que salía una enorme planta. 25
  • 27. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —¡Mira!, ¡mira! —Comenzó a gritar, a saltar, a bailar y a reír como un loco —es una Puya Raimondi. Y acaba de florecer su primera flor. Pronto comenzarán a florecer sus más de cinco mil flores. Esta planta es la más bella, la más hermosa de cuantas plantas puedas encontrar en cualquier parte del mundo. Hice un gesto, como para coger la flor y Quetzalcoatl gritó desesperado —¡No lo hagas! Esta planta está protegida no solo por nuestras leyes, sino también por todos nosotros. Admírala y contágiate de su belleza, pero no la toques. Esta planta, como todas las demás, como todos los animales, está aquí para cumplir su misión en la vida. Solo los seres humanos nos comemos la cabeza con disquisiciones, con razonamientos que nos hacen apartarnos de nuestro camino. Nos sentamos. La primavera empezaba a dar sus primeros brotes. Quetzalcoatl sacó de su bolso un trozo de queso y pan duro. Comenzamos a comer. —Tú tienes una idea genial —dijo Quetzalcoatl volviendo al tema de la fórmula del éxito, si es que se había apartado en algún momento de ella— Conseguirla supondrá alcanzar el mayor éxito para ti, de tal forma que llenará todas tus expectativas. O quizás no tengas muy claro qué es lo que quieres alcanzar. Si este es el caso, vamos a ver cómo puedes hacer para aclarar esas ideas. Pongámonos a soñar. Soñar es gratis, no cuesta nada. Pero recuerda que las ideas sin acción son papel mojado, no sirven para nada. Necesitamos una idea. Y necesitamos pasar a la acción. Piensa en cuáles son tus sueños, incluso los más estrafalarios o difíciles de conseguir. Deja volar tu imaginación. Quizás te gustaría dar la vuelta al mundo en un velero o cambiar de trabajo o tener una familia numerosa. En esta primera fase piensa en todos tus sueños, no censures nada, no digas "es imposible" o "es absurdo". Todo es posible y lo absurdo a veces es interesante. Sobre todo si estamos hablando de sueños. Si censuras hasta los sueños, ¿cómo se van a convertir en realidad? Te 26
  • 28. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito dejo un poco de tiempo para que los pienses. ¿Quieres un papel y un lápiz? Cogí un papel y un lápiz que me ofreció Quetzalcoatl. Escribí como un loco todos los sueños que había arrastrado durante toda mi vida. —Con los sueños todo es posible. Decía un pensador que nadie puede llegar más allá de donde ponga sus aspiraciones. Piensa "si todo fuera posible, ¿qué me gustaría conseguir, a dónde me gustaría llegar? Si no hubiera limitaciones, ¿en qué consistiría mi vida, a qué me dedicaría, en qué trabajaría, cómo pasaría los días y las semanas? Si todo dependiera de mi, ¿con quién y dónde viviría?". Cuando aplicas este pensamiento, ¿cambia en algo la lista de sueños? Si es así, realiza los cambios necesarios en tu lista. Sí que cambiaba. Si no hubiera límites mi lista de sueños se ampliaría y algunos de ellos, entonces, dejarían de tener sentido. Añadí algunos sueños y borré algunos otros. —Ahora elimina de tu lista todos los sueños que no dependen de ti —continuó Quetzalcoatl— Todo lo que depende de otras personas es responsabilidad de otras personas. Estamos hablando de conseguir tus objetivos, no los de otras personas. No puedes dejar tu objetivo de conseguir el éxito en manos de la buena voluntad o de las decisiones de otras personas. ¿Dónde estaría si no tu poder? Elimina también todo lo que depende de las circunstancias o del azar (no puedes hacer nada para que te toque la lotería o para que deje de llover). Deja solo en tu lista aquello que depende de ti mismo, que solo lo puedes conseguir por ti mismo. Ahora tuve que eliminar de mi lista el 80% de mis sueños, porque dependían de otros o del azar. —Afortunadamente las personas no tenemos poder para influir en los sentimientos de los demás —dijo a continuación elevando el tono— Bastante responsabilidad tenemos en influir en nosotros 27
  • 29. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito mismos, ¿no crees? —Eso no lo entiendo. ¿Yo no puedo crear sentimientos en los demás? Hay gente que me ha dicho que me odia o que me quiere. ¿No he creado ese sentimiento en ellos? —Esa es una idea absurda, fruto de la civilización judeocristiana. En cualquier otra civilización, musulmana, hindú, pagana, la idea de que alguien pueda hacer sentir algo a otra persona les hace reír. Y si le preguntas a cualquier psicólogo te dirá lo mismo. Para que alguien sienta algo, bueno o malo, es necesario que ese algo forme parte de su experiencia. Si yo te digo que el equipo de fútbol de tu ciudad es el peor equipo del campeonato, ¿te enfadas? —No, claro que no, no me gusta el fútbol —dije. —Ajá. Pero hay gente en tu ciudad que se habría sentido ofendida por mis palabras, ¿no es cierto? —Hay forofos —respondí —que están dispuestos a matar a alguien que diga eso que tú acabas de decir. —Y si digo que tu madre es una fulana, ¿tampoco te importa? —Eh, a ver qué dices, que mi madre es una santa —grité indignado. —Hay hijos, sin embargo, que reniegan de su madre. La responsabilidad de que el forofo de fútbol se irrite o de que tú te indignes por un comentario negativo sobre tu madre, dependen del forofo de fútbol y de ti, no de quien hace el comentario. El sentimiento es responsabilidad de quien lo siente. Si yo sé que hablar mal de tu madre te indigna y estoy todo el día hablando mal de tu madre, yo seré una mala persona por manipularte, pero tus sentimientos son tuyos y solo tuyos. Las personas que te han dicho que te odian o que te aman es porque, dentro de su experiencia, lo que tú les has hecho es digno de odiar o de amar. Habrá, seguro, otras personas a las que les has tratado igual y su respuesta ha sido 28
  • 30. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito muy diferente, ¿no? —Sí. Entiendo lo que quieres decir. Que la reacción de cada uno es responsabilidad de cada uno. —Ser dueño de tu destino —continuó —es poner en acción todas tus herramientas y todos tus recursos sin depender de nada ni nadie que no seas tú mismo. Supongo que ya has eliminado de tu lista de sueños todos aquellos que no dependían de ti, que dependían de las decisiones de otras personas o de las circunstancias. Ahora quiero pedirte que elimines de tu lista todo aquello que no se pueda medir a través de los sentidos. —Explícate, por favor —dije sin entender nada. —No nos sirve un planteamiento del tipo "quiero ser mejor persona". ¿Qué es ser mejor persona? Es necesario que especifiques exactamente en qué consiste ser mejor persona para ti a través de aspectos sensoriales. ¿Cómo sabrás tú y cómo sabrán los demás que has conseguido tu sueño? ¿Cómo se notará? No sirve decir "quiero adelgazar", sino "dentro de tres meses pesaré 70 Kilos". No sirve decir "ganaré más dinero por mi trabajo", sino "dentro de un año ganaré 4.000 euros más". También es importante que en tu lista de sueños aparezcan solo las cosas que quieres, no las que no quieres. No sirve decir "no quiero estar obeso", sino decir "quiero pesar 70 kilos". No sirve decir "no quiero pasar dificultades económicas a final de mes", sino "voy a ganar 2.000 euros al mes" Cada vez me lo ponía más difícil. Muchos de mis sueños eran buenas intenciones muy generales, sin especificar nada. Había sueños escritos con frases negativas, cosas que deseaba eliminar de mi vida. Tuve que borrar unos cuantos sueños de mi lista y adaptar los demás a lo que Quetzalcoatl me pedía. —Ahora vuelve a revisar tu lista de sueños y elimina todos aquellos que puedan perjudicarte directa o indirectamente a ti o a alguna otra persona. 29
  • 31. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Yo no puedo saber qué puede perjudicar a los demás —rebatí —Hay una ley en la naturaleza que dice que todo lo que haces te vuelve multiplicado. Si das, recibirás. Si alguien te da algo, tienes que devolverlo de alguna manera. Si haces daño, te volverá el daño. Si conseguir el éxito supone perjudicar a otras personas, lo más probable es que finalmente te perjudiques a ti mismo. ¿Es lícito y moralmente válido tu sueño? Eliminé otro par de sueños que podrían ser éticamente incorrectos. —Bien, —dijo Quetzalcoatl— pues ya tenemos una lista de sueños en la que aparecen las cosas que deseas conseguir, que dependen de ti, que se pueden medir de forma sensorial, que están especificadas de forma positiva y que no perjudican a nadie. ¿Necesitas todavía modificar alguno de esos sueños? Puedes añadir (más tiempo, más frecuencias, más fuerte, más alto, más grueso, duplicar, multiplicar...) Puedes minimizar (quitar, restar, más pequeño, condensar, dividir, más bajo, más corto...) Puedes sustituir (añadir otros ingredientes u otros procesos, otros materiales, otros lugares, otros enfoques...) Puedes reordenar (intercambiar componentes, otras secuencias, otros esquemas, otras personas...) Puedes invertir (de uno a otro, lo opuesto, ponerlo al revés...) Puedes combinar (las ideas, los propósitos, los enfoques, los usos..) Tenía una vez más razón. Podía combinar alguno de los sueños para hacerlos más poderosos. Podía reducir algunos otros. Bueno, mis sueños ahora eran solo unos pocos, pero respondían realmente a lo que yo quería hacer con mi vida. —¿Tienes ya la lista de sueños? Estupendo. Ahora quiero que detrás de cada sueño anotes aquello que estás dispuesto a dar a cambio. —¿Qué estoy dispuesto a dar a cambio? — grité —No sabía que tuviera que pagar. 30
  • 32. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Nadie recibe algo a cambio de nada. ¿Qué vas a dar (tiempo, dinero, esfuerzo, sacrificio...) a cambio de conseguir ver hecho realidad cada uno de tus sueños? Los sueños son gratis. Convertirlos en realidad no es gratis, cuesta mucho, es muy caro. ¿Cuánto y qué estás dispuesto a dar? ¿Vas a dedicar una, dos, doce horas diarias? ¿Vas a invertir un euro, dos euros, doce millones de euros? ¿Hasta qué punto estás dispuesto a esforzarte, a sacrificarte? ¿Cuántas horas más estás dispuesto a trabajar? ¿Cuántas horas más vas a dedicar a tu familia? ¿Cuántas horas más vas a dedicar al gimnasio? Anótalo al lado de cada uno de tus sueños. Si lo que estás dispuesto a dar no compensa lo que quieres conseguir, quita ese sueño de tu lista. Si lo que necesitas dar va a perjudicar tu salud o tu integridad moral, quita ese sueño de tu lista. Hice lo que me pedía. Había algunas cosas que estaba dispuesto a pagar y otras que no estaba dispuesto a pagar. Esto hizo que eliminara de mi lista uno de mis sueños. El precio era demasiado alto. —Ya tenemos una lista de sueños, aquello que quieres conseguir. En aquel momento, Quetzalcoatl saltó de su sitio y corrió ladera abajo. Yo lo seguí a cierta distancia. Un enorme ciervo se paseaba por encima de unas enormes rocas, mientras un precioso cóndor sobrevolaba nuestras cabezas. —Mira allá al fondo —me dijo Quetzalcoatl en voz muy baja— en aquellas rocas, cerca del bosque de alisos. ¿Lo ves? Es un puma. ¿No lo ves? Sinceramente yo no veía más que un bosque de unos árboles muy bonitos. ¿Un puma? No, no lo veía. —No lo veo, Quetzalcoatl —dije— mi vista ya no es muy buena. —Ja, ja —rió Quetzalcoatl— Si se ve muy claro… Está tumbado al lado de aquella huamanpinta y se la está comiendo. Quetzalcoatl rió y rió. 31
  • 33. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —No hace falta que te rías de mí, simplemente porque no veo al puma. Mis ojos son unos ojos de ciudad y no estoy acostumbrado a ver de lejos. —No me río de ti —contestó— me río del puma. Es un macho. Debe tener algún problema de próstata, porque la huamanpinta sirve para remediar los problemas de próstata. Por eso me río. Quetzalcoatl era capaz de ver cosas donde yo no veía nada. —La atención, como decía Balmes, —dijo Quetzalcoatl— es la aplicación de la mente a un objeto. El primer medio para pensar bien es atender bien. Lo más importante es observar lo que hay a tu alrededor y lo que te sucede a ti. Solo podemos aprovechar las oportunidades si estamos atentos, si estamos preparados para ver lo que hay alrededor. Si no estoy mirando en la dirección correcta las oportunidades pasarán de largo. Solo voy a encontrar algo si sé qué es lo que busco. También tienes que saber cuándo has alcanzado el objetivo. Hay muchas personas que no se fijan en nada y andan por la vida sin rumbo. Dicen que tienen mala suerte en la vida, que los demás tienen mayores oportunidades. Pero ellos no se fijan en nada. Observar es lo que produce conocimiento. 32
  • 34. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito CAPÍTULO 4: A2 = Acción Ahora "Vale más hacer la cosa más insignificante del mundo que estar media hora sin hacer nada" Goethe "La actividad es el único camino que lleva al conocimiento" D. Bernard Shaw A 2 E= [ (I+A2) (P*F) ]D Cuanto más bajábamos, más se iban extendiendo las zonas de hierba. El verde comenzó a extenderse poco a poco. Quetzalcoatl me iba comentando los distintos tipos de hierbas que encontrábamos. Algunas de ellas las metía en su zurrón. —Esta es una curicasha, esa otra una tuna, aquella una ancosh. Allí puedes ver salvia, cola de caballo y esas otras las más bellas y preciosas orquídeas que te puedas encontrar en tu vida. Me explicó los efectos medicinales de cada una, para los bronquios, para los riñones… Quetzalcoatl tenía un gran conocimiento de cada una de las plantas y hierbas que nos encontrábamos. 33
  • 35. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Mira, ese árbol es un quenual, un árbol muy bonito. Vamos a descansar un poco bajo su abrigo. Nos sentamos debajo de un precioso árbol. Cerré los ojos. —La primera A de la fórmula es Acción. —comenzó a hablar Quetzalcoatl —Existen millones de personas que tienen grandes sueños. solo unos pocos los alcanzan. La mayoría se quedan frustrados. Esperaban que sus sueños se hicieran realidad por sí mismos o como resultado de la suerte, y se quedan frustrados cuando se dan cuenta de que el tiempo pasa y sus sueños siguen sin realizarse. Entonces le echan la culpa a los demás o a las circunstancias. ¡Es como si ellos no tuvieran nada que ver con el asunto, como si ellos no fueran responsables de lo que les ha ocurrido! ¿Cuál es una diferencia esencial entre quienes consiguen sus sueños y quienes no lo hacen? Quetzalcoatl dejó la pregunta en el aire. No contesté, esperando que él mismo siguiera con su pensamiento. —La diferencia fundamental —siguió— es que los primeros PASAN a la ACCIÓN y los segundos se quedan pensando. Por lo tanto, lo primero que vas a hacer con tus sueños es convertirlos en PLANES DE ACCIÓN. ¿Qué vas a HACER con tus sueños? Saca tu cuaderno y junto a cada sueño, explicita claramente qué vas a hacer, cuáles son los pasos que vas a dar, cuál es la estrategia que utilizarás. Indica las etapas intermedias y qué necesitarás en cada una de esas etapas. Cuanto más explicites las cosas, más fácil será. Ideas sin acción son humo, no sirven para nada. Ideas con acción son sueños convertidos en realidad. Abrí mi cuaderno y me puse a escribir. Junto a cada sueño escribí en qué iba a consistir lo que yo iba a hacer para conseguirlo. Algunos de mis sueños necesitaban pasos anteriores, pasos intermedios. Otros podía conseguirlos directamente. Para algunos sueños necesitaba tener previamente algunos recursos de los que carecía. 34
  • 36. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito Para otros necesitaba simplemente poner en marcha otros recursos que ya tenía previamente. Me di cuenta de que junto a cada etapa tenía que escribir los recursos que necesitaba poseer. —Como decía Goethe, —dijo Quetzalcoatl— la actividad es lo que hace feliz al hombre. solo a través de la actividad podemos alcanzar nuestras metas. —Una vez oí un proverbio inglés —agregué— que decía "esfuérzate por ser agradable hasta las diez de la mañana y el resto del día lo serás sin esforzarte". Supongo que se puede aplicar no solo a ser agradable, sino también a comenzar cualquier actividad. —Así es, si comenzamos a actuar por la mañana, es más fácil seguir actuando por la tarde. Hay también un proverbio latino que dice que es el uso el que hace brillar el metal. —Lo comprendo. Cuando me quedo en la cama por la mañana, ya no soy capaz de hacer nada en todo el día. Si me levanto y me pongo a trabajar, el día me cunde mucho más. —La segunda A —continuó Quetzalcoatl —es AHORA. Hay personas que dicen que empezarán mañana, o la semana que viene, o cuando deje de llover, o cuando tengan todo el material. ¿Cuántas veces has oído decir "el lunes dejaré de fumar" y cuando llega el lunes la persona sigue fumando y diciendo "no, será el próximo mes cuando dejaré de fumar"? Y nunca deja de fumar. Tienes control sobre lo que haces AHORA. No sabes qué harás el lunes, ni el mes que viene, ni cuando deje de llover. Pero sí que sabes lo que puedes hacer AHORA. Mañana no sabes si podrás, pero ahora sí que puedes hacerlo. AHORA es otra palabra clave. ¿Qué vas a HACER AHORA? Las cosas no se pueden hacer de repente al cien por cien. Hacer las cosas lleva tiempo. Pero si no empiezas ahora, nunca empezarás. ¿Qué puedes hacer en este momento? Quizás puedas buscar más información sobre tu proyecto, o preparar el material, o hablar con algún experto. Pero seguro que puedes hacer algo en este 35
  • 37. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito momento. No lo dejes para mañana. Empieza hoy, empieza ahora. Da el primer paso. Aunque sea un paso pequeñito, algo es algo. HAZ ALGO AHORA. Y mañana también será ahora. Cuando mañana sea ahora, ¿qué vas a hacer? ¿Cuál es el siguiente paso que vas a dar? —Por lo tanto, —dije —el ingrediente fundamental para acercarnos hacia el éxito es ACTUAR, pasar a la acción. —No solo pasar a la acción, es fundamental pasar a la acción AHORA, en este momento. Hay personas que tienen una gran idea, la analizan, estudian los pros y contras, programan en su cabeza todos los pasos necesarios, pero postergan el pasar a la acción. La mayor parte de las veces esto ocurre por miedos: miedo al fracaso, miedo a hacer el ridículo, miedo a no saber asumir las consecuencias... Miedos hacia esa parte tan desconocida que es el futuro. Para muchas personas el futuro es un monstruo que les paraliza. —A mi me pasa eso. Siempre estoy pensando en el futuro. Y el futuro me da miedo porque no puedo controlarlo. —Pero el futuro —dijo Quetzalcoatl —no existe, es un monstruo formado por humo, por fantasías. Todo está solo en tu cabeza. En la realidad el futuro no existe, en la realidad solo existe el presente. De esta forma, lleva más tiempo luchar contra el miedo que comenzar a realizar la tarea. Y la tarea se va postergando innecesariamente. Y cuanto más se posterga, más sentimientos de culpabilidad aparecen. Comenzar a realizar la tarea lleva solo unos pocos segundos, luchar contra el miedo puede llevar muchos años. —Mi padre decía que lo que el tonto hace al final, el sabio lo hace al principio —me atreví a sugerir. —Si analizas tu conversación interna, te darás cuenta de que los miedos al futuro tienen siempre la estructura "¿Y si...?" ¿Y si me equivoco? ¿Y si todos se ríen de mi? ¿Y si otros se me adelantan? ¿Y si no consigo acabarlo perfecto? ¿Y si fracaso? ¿Y si no puedo? ¿Y si no sé?... ¿Qué 36
  • 38. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito te dices en tu conversación interna? —Tienes razón. Mis pensamientos siempre están llenos de ese tipo de frases. —Todas estas expresiones indican que te quedas paralizado por el miedo. Si las analizas bien, todas estas expresiones tienen tanta validez como las contrarias: ¿Y si NO me equivoco?, ¿Y si NO se ríen de mi?, etc. Si te fijas bien, la expresión ¿Y si? es fundamental para la creatividad, para la inventiva, para el descubrimiento de nuevas posibilidades (¿Y si hago esto de esta otra manera?). La expresión es paralizante, sin embargo, cuando implica un miedo de futuro, un miedo por algo que no existe. Quiero pedirte que analices tu diálogo interno y elimines todas esas expresiones paralizantes que empiezan por ¿Y si..? Todos los miedos al futuro suelen empezar por frases que empiezan por esa expresión o expresiones parecidas "¿a ver si...?", etc. Y lo que te pido es que una vez las hayas localizado empieces a quitarlas de tu cabeza. —En mi trabajo muchas veces hemos utilizado esa fórmula del ¿y si…? como muletilla de creatividad y nos ha funcionado muy bien — dije con miedo de meter la pata. —El problema del ¿y si…? se produce cuando esa expresión nos hace sentir algo del futuro, algo que todavía no existe. Pensar un ¿y si…? sin respuesta emocional no es perjudicial, es perjudicial cuando crea un sentimiento de futuro que no existe. Estaba empezando a caer la tarde. Seguimos bajando por la ladera de la montaña y ya se empezaban a notar caminos marcados en la tierra por miles de pisadas anteriores a las nuestras. El verde comenzaba a señorear el paisaje. En lo alto, un majestuoso cóndor con una envergadura de más de tres metros vigilaba nuestros pasos. ¿Cómo se verá la vida desde allí arriba?, pensé, mientras respiraba profundamente mirando hacia el cóndor. Tenía la sensación de que yo siempre había querido estar arriba, pero siempre me había 37
  • 39. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito encontrado abajo. —Algunos de los miedos al futuro más corrientes —continuó Quetzalcoatl sentándose sobre una piedra —suelen ser el miedo a la imperfección, el miedo a no saber superar los propios defectos, el miedo a lo desconocido, el miedo a cometer errores, el miedo a tener que responder a enormes exigencias, el miedo a ser juzgado, el miedo al cambio, el miedo a los demás, el miedo a tener que mandar sobre otras personas... Y, lo que es todavía más curioso y paradójico, el miedo al éxito. —¿Miedo al éxito? ¿Se puede tener miedo al éxito? —pregunté sorprendido. —Algunas personas tienen arraigada la idea de que el éxito conlleva consecuencias no aceptables desde un punto de vista de las creencias. El éxito solo es posible si robas, el éxito solo es posible si engañas, el dinero es malo y solo trae desgracias, éxito es igual a dinero sucio, etc. Son creencias muy arraigadas. Son ideas que no tienen ninguna base, pero que se asientan sobre lo más profundo de nuestras creencias. Quizás algo así decía tu abuelita cuando eras niño, pero ¿tienes eso sentido ahora que ya eres una persona adulta? —Tienes razón —dije —Mi madre siempre decía que el dinero estaba hecho por el demonio y que los ricos nunca podrían ser felices. —Hay muchas técnicas para acabar con estas creencias absurdas —continuó Quetzalcoatl —A veces las creencias son limitadoras y ya no nos sirven en nuestro momento actual. —Estoy cansado, Quetzalcoatl, necesito descansar un poco. —Estimado Max —respondió con una sonrisa de oreja a oreja —detrás de aquella loma hay una aldea. Estoy seguro de que nos darán hospitalidad muy contentos. 38
  • 40. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito Pasó mi brazo por encima de su hombro y me ayudó pacientemente a recorrer aquellos últimos 400 metros antes de llegar a una pequeña aldea formada por una docena de casuchas de piedra con el techo de paja. Un par de rebaños de vicuñas pacían en un campo al norte del pueblo cuidados por un niño de unos diez años, que nos saludó muy contento con la mano desde lejos al vernos pasar. Vestía sandalias y una especie de poncho que le cubría todo el cuerpo. Un gorro de lana le tapaba hasta las orejas. Un pequeño arroyo de agua pura serpenteaba entre las casas, dándole a aquél paisaje un aspecto bucólico lleno de tranquilidad. —De esta aldea es mi padre —me dijo Quetzalcoatl— Yo viví aquí cuando era niño. Durante los veranos cazábamos pisacas y pescábamos truchas. La gente de esta aldea sabe qué es vivir y sabe qué es luchar por vivir. La vida es muy dura, pero ellos son las personas más felices que conozco. Entramos en una de las casuchas. Olía a humo y especias. Un anciano estaba sentado al fondo. Quetzalcoatl, en silencio, se acercó y le besó, rodeándole el cuello con sus brazos. El anciano, en silencio, le devolvió el beso y el abrazo. Permanecieron así durante varios minutos. —Max, éste es mi padre, Tlaloc. Tlaloc me invitó a pasar y me ofreció una infusión de coca. Debía tener más de cien años, pero sus facciones estaban tersas y sus movimientos al moverse eran ágiles. Quetzalcoatl le contó lo que me había ocurrido en la montaña y cómo mis compañeros habían sido devorados por el glaciar. —Siento no haber estado allí, porque posiblemente habríamos podido salvarlos —dijo sorprendentemente Tlaloc. —Mi padre quiere decir —aclaró Quetzalcoatl— que si él hubiera estado allí, la montaña habría sido más amable con tus compañeros. Mi padre y la montaña se respetan mutuamente, se 39
  • 41. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito cuidan y se protegen. Comimos una sopa deliciosa. A mi me dieron además trucha a la brasa, que ellos no probaron. El pastorcito que habíamos visto al llegar asomó la cabeza por la puerta. Quetzalcoatl lo abrazó con ternura y me lo presentó como su nieto, Huemac. El niño era todo ojos y oídos. Se sentó a nuestro lado y no se perdió ni una sola palabra de nuestra conversación. —Me gustaría que las vicuñas parieran cuanto antes —dijo el niño— así podría empezar a hacer otras cosas. —Eso es imposible, Huemac, —sentenció Quetzalcoatl— Algunas personas quieren hacer las cosas del todo, y las quieren hacer del todo inmediatamente. Puedes empezar ahora, pero no puedes acabarlo todo ahora. La naturaleza necesita un proceso, todas las cosas necesitan un proceso. El niño sonrió. Tenía unos enormes ojos negros preciosos. —Ese es el gran error de muchas personas —continuó Quetzalcoatl dirigiéndose hacia mi— Y como no pueden acabarlo todo de inmediato, van postergando el empezar. No empiezan hasta que tengan la absoluta seguridad de que pueden acabar ya. Las cosas necesitan su tiempo y su proceso. Hoy puedes empezar. Mañana podrás seguir. —Como dijo Séneca hace ya muchos años —explicó Tlaloc — no nos falta valor para comenzar ciertas cosas porque son difíciles, son difíciles porque nos falta valor para comenzarlas. Guardaron silencio. Me apliqué la frase que le acababan de decir al niño. Eso me pasaba a mí. Quería hacerlo todo a la vez y me frustraba por no conseguirlo. Mi vida estaba llena de ejemplos. Huemac me cogió de la mano y me llevó a ver el rebaño de vicuñas. Una docena de vicuñas pacían tranquilamente en un campo. Algunas de ellas estaban gordas, a punto de parir. Tlaloc nos siguió. 40
  • 42. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Parirán en una semana —dijo el anciano mientras rodeaba con sus brazos al niño, abrazándolo por la espalda. —Huemac, ¿sabrías decirme qué serás de mayor? —pregunté. —Quiero ser veterinario y ayudar a los vecinos con sus animales. Pero no estoy seguro de que tenga capacidad para lograrlo. —Huemac, presta atención a lo que pasa por tu mente —le dijo su abuelo— Por tu mente pasan continuamente ideas, conversaciones, sentimientos. No permitas que nada pase por tu mente sin estar atento, sin que tú le des permiso. Examina qué es lo que se repite una y otra vez. Pon un portero. Escoge todo lo que te aporta crecimiento, dicha, serenidad. Descarta todo lo que te traiga tensión, sufrimiento, freno. Si no lo haces tú, ¿quién será capaz de hacerlo? Si crees que no vas a ser capaz, eso es lo que posiblemente pasará. Si crees que no puedes, tienes razón. Si crees que puedes, también tienes razón. —Es que, abuelo —dijo el niño en un suspiro— a veces pienso que no voy a ser capaz de estudiar todo lo que se necesita para ser un buen veterinario. Las matemáticas me cuestan mucho. —Huemac, todo lo que te sucede es una oportunidad para avanzar. El mundo está lleno de oportunidades. Haz lo que quieres hacer. Sé quien quieres ser. Desconéctate de todo lo que te paraliza. Avanza. Avanza. Da igual hacia donde vayas. No te quedes quieto. No importa que te equivoques, si eres consciente de que te estás equivocando. Ser consciente es lo que te hará rectificar. Ser consciente es lo que te hará avanzar. Lo importante es que vivas tu vida y que la vivas de acuerdo con tu propia visión. Es tu propia vida y tú eres el único responsable de lo que le ocurre a tu vida. La responsabilidad no es ante los demás, no es ante nadie más que no seas tú mismo. Tu responsabilidad empieza y acaba en ti. Tú eres el responsable de tu responsabilidad. Con tu vida ocurrirá exactamente lo que tú dejes que ocurra. 41
  • 43. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Una cosa es lo que yo quiero, abuelo, y otra es lo que voy a conseguir. Necesito tener oportunidades. —Todo depende de tu pensamiento. De lo que piensas y de lo que no piensas. No sigas quejándote, porque tu queja se ha convertido en parte del problema. No esperes la oportunidad. La oportunidad nunca llega. La oportunidad ya ha llegado, es ahora mismo, aquí, en este momento. La oportunidad ya ha llegado, la tienes delante de ti. En realidad, la oportunidad siempre ha estado delante de ti, pero no te habías fijado. Has estado pensando en tantas otras cosas exteriores y del futuro que no te habías dado cuenta de que la oportunidad está muy cerca de ti. Es más, está tan cerca que casi no la ves. Tú eres la oportunidad. Mañana no viene nunca. Mañana es la muerte y entonces sí que ya no habrá oportunidad. O aprovechas ahora o nunca podrás hacerlo. Para llegar a ser veterinario es importante que comiences ahora. El comienzo puedes controlarlo, el proceso puedes controlarlo. El final no puedes controlarlo. Esfuérzate con las matemáticas hoy si quieres ser veterinario en el futuro. Te voy a dejar que cuides tú los partos, te hago responsable de los partos de las vicuñas. Yo te ayudaré, pero tú serás el responsable. —No estoy seguro de saber hacerlo. —Yo estoy seguro de que no sabes hacerlo. Si supieras hacerlo no necesitarías aprender. No sabes hacerlo, por eso es importante que lo hagas, para que aprendas. Como decía Van Gogh, "siempre estoy haciendo aquello que todavía no puedo, para intentar aprender cómo hacerlo" —Si consigo hacerlo bien, eso me hará muy feliz —La felicidad depende del estado de tu mente, depende de las decisiones que tomes. Vives el mundo que tu mismo creas. La vida es solo una oportunidad llena de potencial y posibilidades. Quiero pedirte que a partir de este momento seas consciente de todo lo que 42
  • 44. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito ocurre a tu alrededor y en tu interior. Ser consciente de lo que ocurre a tu alrededor te dará una buena perspectiva para saber hacia dónde dirigirte. Ser consciente de lo que ocurre en tu interior te permitirá ser el dueño de tu vida. Observa. Mira. Escucha. El niño escuchaba extasiado. Su abuelo hablaba de forma muy pausada, hipnótica. Se notaba el enorme respeto que sentía por él. Pensé en lo diferente que era mi mundo, en el que los jóvenes no respetaban a los mayores. Volvimos a la casa, mientras pensaba en lo dura que tenía que ser la vida en aquél poblado para un niño y un anciano. —Nosotros creemos que la infancia hay que pasarla en el campo, en contacto con la naturaleza —dijo Quetzalcoatl, adivinando una vez más mis pensamientos— Todos mis hijos pasaron su infancia aquí y después estudiaron en los mejores colegios y universidades. También creemos que la vejez hay que pasarla aquí. Por eso yo ya estoy pensando en volver a vivir en mi pueblo, quiero morir aquí. —Pensaba que erais pobres —dije en un murmullo— —No hay que sacar conclusiones de aspectos exteriores —dijo Tlaloc— Para nosotros lo importante es ser ricos en humanidad y en espíritu, no en cosas materiales. —Todos los seres humanos tenemos necesidades —continuó Quetzalcoatl— Y a todos los seres humanos nos gusta tener cubiertas esas necesidades. También nos gusta cubrir las necesidades de los demás. Cuando alguien nos pide algo, generalmente, procuramos ayudarle, cubrirle sus necesidades. Sobre todo cuando quien nos pide ayuda es alguien a quien queremos. Cuando quien nos pide algo es alguien a quien queremos, entonces estamos dispuestos a hacer cualquier cosa, incluso traspasando el borde del sacrificio. Por razones fundamentalmente culturales, nos cuesta mucho, sin embargo, pedir algo a los demás. Tenemos necesidades, los demás están deseando ayudarnos y, a pesar de ello, no nos atrevemos a 43
  • 45. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito pedir. —A mí me cuesta mucho pedir —dije— Prefiero que me adivinen mis necesidades los demás. —Todavía es peor cuando alguien cree que son los demás quienes tienen que adivinar sus necesidades. "Si me quisieras, sabrías cuáles son mis necesidades", es una frase absurda, ya que alguien puede quererte pero no saber cuáles son tus necesidades. "Si tengo que pedirlo, entonces ya no merece la pena" es otra de esas creencias sin ninguna base, pero que destrozan parejas y relaciones con los demás. —Creo que ese ha sido el problema que he tenido con mi pareja. —Si quieres algo, pídelo, no esperes que sean los demás quienes adivinen tus necesidades —dijo entonces Quetzalcoatl, mirándome a mí— En este camino que hemos iniciado hacia el éxito es fundamental saber pedir. Pide lo que necesitas. Pide a tu pareja, a tus padres, a tus hijos, a tus compañeros de trabajo, a tus jefes, al banco. Pide. No pasa nada por pedir. —Tengo miedo de que me digan que no. —Pero es que los demás también tienen derecho a decirte que no. Y ese 'no', no necesariamente significa que no te quieran. Es solo un 'no' a esa demanda concreta que has hecho. Pídelo de otra manera, pídelo en otro momento, pídeselo a otra persona, pero no dejes nunca de pedir. Pedir hace que los demás sepan lo que quieres. Pide las cosas como si estuvieras seguro de que te las van a dar, con convicción, con entusiasmo. Pide las cosas a quien pueda dártelas. Pide de forma concreta y clara. No utilices rodeos ni segundas intenciones. No uses indirectas. Pide directamente. Me gustará que durante los próximos días comiences a ejercitar tu capacidad para pedir. Pide todo lo que necesites. Te sorprenderás de lo que ocurre cuando pides. Y si no pides, no responsabilices a los demás de no recibir. Y recuerda que para recibir, primero hay que dar. Quieres 44
  • 46. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito cambiar tu vida. Quieres iniciar una nueva ruta que te llevará hacia el éxito. Pero, ¿estás dispuesto a cambiar tus hábitos, estás dispuesto a eliminar de tu vida todo aquello que te está bloqueando? —Pues me gustaría dormir un rato —dije sin pensarlo mucho. Me señalaron un catre en un rincón. Me acosté. Bisabuelo, abuelo y nieto salieron en silencio. Me quedé profundamente dormido, mientras oía una cantinela que ya me resultaba familiar. Pero esta vez, la melodía sonaba a tres voces. Y soñé. Soñé con un mundo en el que todas las personas eran felices, en un mundo en el que todas las personas se dedicaban a cultivar sus destrezas y habilidades. Amaneció con el canto del gallo. Nunca había tenido la oportunidad de tener esa experiencia. Yo era un hombre de ciudad y el gallo más cercano que había visto había sido el que aparecía impreso en la bolsa de sopa instantánea. El pastorcito estaba acurrucado a mi lado. Posiblemente estaba durmiendo en su cama. Durante unos segundos, antes de que se desperezara, pude observar sus rasgos. Su cara india tenía unas líneas muy dulces. Su pelo era muy negro, largo, recogido en una coleta. Abrió los ojos y se dio cuenta de que le estaba mirando. Sonrió. —¿Has dormido bien? —le pregunté. —Muy bien, gracias. Tengo que ir a ordeñar. Después iré a la escuela hasta el mediodía. Huemac se levantó y salió de la casa. —Huemac es un buen chico —dijo su abuelo desde un rincón —Huemac significa "El vencedor". Sobrevivió a la muerte de su madre durante el parto. Eso para nosotros tiene el significado de su fortaleza. Hay cuatro niños en la aldea y para ir a la escuela tienen que andar diez kilómetros hasta el poblado vecino. Ir a la escuela es 45
  • 47. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito para ellos el mayor regalo que te puedas imaginar. Son capaces de hacer los mayores sacrificios con tal de no perderse ni un solo día de escuela. Huemac entró por la puerta con un cuenco con leche. Quetzalcoatl la calentó y me ofreció una taza. Entró Tlaloc y bebimos los cuatro. —Tenemos que irnos —dijo Quetzalcoatl—, pero antes tengo que hacer una visita. ¿Me acompañas, Max? Lo seguí por las calles del pueblo hasta una pequeña casita hecha con piedras y techo de paja. En la calle había un montón de cosas, muebles, enseres, aparatos eléctricos, ropa. Quetzalcoatl golpeó con su nudillo derecho en la puerta y abrió una anciana. Se saludaron con una sonrisa. La anciana nos hizo pasar —Te presento a mi hermana Meztli. Este es Max, un amigo que he tenido la oportunidad de conocer en la montaña. Hablaron durante unos minutos en quechua. Me di cuenta de que la casa estaba prácticamente vacía, era como si hubieran sacado todo a la calle. solo quedaba lo imprescindible. —Mi hermana está haciendo limpieza —dijo Quetzalcoatl, adivinando de nuevo mis pensamientos— Cada cierto tiempo es muy importante eliminar todo lo que no nos sirve. Meztli ha sacado fuera todo lo que no ha utilizado durante el último año y lo ha puesto disposición de los demás vecinos por si lo necesitaran. Cualquier vecino puede llevarse algo si lo necesita. Nos despedimos de Meztli. Entonces, Quetzalcoatl, mientras volvíamos a la casa de Tlaloc me agarró por el brazo y me dijo: —¿Qué te está impidiendo cambiar? ¿Qué te está manteniendo aferrado a lo antiguo, a lo seguro, a lo conocido, pero te mantiene estático, parado, bloqueado? Elimina de tu vida todo aquello que no te sirve. ¿Te das cuenta de cuántas cosas guardas en los armarios de 46
  • 48. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito tu casa o en los archivadores de tu trabajo que ya no sirven para nada, que están estropeadas, que están obsoletas, que dejaron de cumplir ninguna función y que ocupan un espacio, una energía que necesitas para otras cosas? Se rompe la plancha, compras una nueva y guardas la vieja por si algún día la necesitaras. Pero nunca más vas a necesitar esa plancha. Entre otras razones porque está rota. Tienes la casa y los armarios llenos de papeles que no sirven, libros que no te interesan, aparatos eléctricos que dejaron de funcionar hace años, utensilios de cocina que nunca has usado... Tíralos a la basura. O mejor, regálalos o llévalos a algún centro de reciclaje. Quítalos de en medio. Aléjalos de tu vida. Despeja el espacio. Era cierto. Mis armarios estaban llenos de cosas inservibles. —Sigues manteniendo relación con personas que hace mucho tiempo dejaron de interesarte —continuó— Cada vez que estás con ellas sientes una especie de frustración y piensas: "nunca más voy a quedar con ellas". Y la siguiente vez vuelves a quedar con ellas. Tienes muchos hábitos que te desvían del camino que has decidido emprender y te aferras a ellos de forma completamente absurda. ¿Qué beneficio sacas? ¿Qué ganas? Te enseñaron de pequeño un montón de ideas, de creencias, que ya no forman parte de tu vida actual. Sin embargo, sigues creyendo en ellas. Creencias sobre ti mismo, sobre el ser humano, sobre la vida, sobre la religión, sobre el dinero. Creencias que ya no te sirven para nada, que te bloquean, que te impiden avanzar. Tenía razón. Llevaba toda mi vida acumulando cosas inservibles, amistades inservibles. —¿Por qué no reflexionas sobre ellas y las quitas para siempre? —continuó Quetzalcoatl— ¿Cuáles son las creencias que en este momento pueden hacerte crecer, madurar, conseguir tus objetivos? Quieres cambiar y no estás dispuesto a aumentar tus capacidades, tus conocimientos. ¿Qué cosas nuevas necesitas aprender? ¿Qué cosas que aprendiste y no te sirven necesitas desaprender? ¿Necesitas 47
  • 49. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito formación? ¿Necesitas aumentar tus conocimientos? ¿Qué vas a hacer hoy para empezar a formarte? Hace años decidiste cuáles eran tus valores en la vida. Y enfocaste toda tu vida hacia esos valores. Tus valores con el paso de los años han cambiado. ¿Cómo vas a adaptar tu vida a esos nuevos valores? ¿Qué nuevos objetivos responden a esos nuevos valores? Nos despedimos de Tlaloc y comenzamos a descender por un camino de tierra. Tlaloc se quedó quieto mirándonos mientras nos alejábamos. Era un tipo singular, más curioso todavía que su hijo. Venían con nosotros los cuatro niños de la aldea, dos niños y dos niñas, vestidos con unos impecables uniformes de color azul celeste, por lo que deduje que nos dirigíamos hacia la aldea vecina. Los niños comenzaron a cantar alegremente. Quetzalcoatl les hacía pequeñas caricias en sus mejillas sonrojadas por el frío. La aldea vecina era más grande que la otra. Pronto descubrimos la escuela, por la gran aglomeración de niños y niñas que había alrededor alborotando. Se trataba de varios edificios modernos, que contrastaban con la pobreza del resto de casas de pueblo. —Quetzalcoatl —dije— gracias por acompañarme hasta aquí. Supongo que tienes ganas de quedarte con tus niños en la escuela. Ya seguiré yo solo. —Je, je —rió Quetzalcoatl— esta no es mi escuela. Te dije que soy maestro, pero no soy maestro de este tipo de escuela. Ellos tienen a una extraordinaria profesora. Te la voy a presentar. Se llama Tanitani. Tanitani era una preciosa joven maestra de unos treinta años. Era todo sonrisa. Llamó a los niños con una campana. Los niños entraron en la escuela y se sentaron en mesas redondas de cinco en cinco. La escuela estaba sorprendentemente llena de ordenadores y pizarras electrónicas, que los niños utilizaban como verdaderos expertos. Tanitani dijo 48
  • 50. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito —Vamos a aprovecharnos que hoy está con nosotros el maestro Quetzalcoatl para aprender algunas cosas importantes para la vida. El maestro nos hablará sobre los valores. —Los valores son las actitudes personales que determinan nuestra conducta. "¿Qué es importante para mí?" —comenzó Quetzalcoatl — A través de los valores juzgamos nuestra propia conducta y establecemos relaciones con las cosas que nos rodean y con los demás. Los valores están influenciados por la cultura en la que vivimos, la familia a la que pertenecemos, la educación que hemos recibido, la ideología que compartimos, la religión que profesamos, etc. También nuestra propia experiencia de vida va marcando nuestros valores, así como nuestra personalidad. Todos estos factores se influencian mutuamente. Mis valores no son los mismos que los valores de otras personas. La escala de valores, el orden de importancia que doy a las cosas no tiene por qué coincidir con el de otro ser humano. Uno de los niños levantó la mano. —Maestro Quetzalcoatl —dijo cuando Tanitani le dio la palabra — Mi papá dice que él ha cambiado sus valores, que ya no son los mismos que cuando era pequeño, mientras que mi mama dice que ella sigue teniendo los mismos. ¿Es eso posible? —Como los valores se empiezan a establecer desde los primeros años de nuestra vida, —continuó Quetzalcoatl— se han podido mantener valores incongruentes con los que establecemos cuando somos adultos. Estas discrepancias provocan que a veces no estemos seguros de qué camino seguir o que nos sintamos insatisfechos de determinados logros u objetivos conseguidos. En este caso, significa que esos objetivos no concuerdan con alguno de nuestros valores. También se producen conflictos cuando tratamos de imponer nuestros propios valores a los demás, pensando que, si nos sirven a nosotros, necesariamente tienen que ser buenos para todo el mundo. Esto es llevado a su máxima expresión cuando una ideología impone 49
  • 51. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito sus valores a los demás a través de leyes. Los niños le hicieron algunas preguntas que Quetzalcoatl respondió de forma muy sencilla, para que le comprendieran. Le dieron las gracias con sus sonrisas y salimos de nuevo a la calle. Pero la mejor de todas las sonrisas fue la que me dirigió Tanitani. —Nos esforzamos en darles la mejor educación que podemos —dijo— Si no gastamos en la educación de nuestros niños, ¿en qué vamos a emplear el dinero? —Me ha sorprendido ver todos esos adelantos tecnológicos aquí —dije. —Gracias a nuestros amigos benefactores, —contestó Tanitani mirando de reojo a Quetzalcoatl — tenemos los mejores medios a nuestra disposición. Y eso que no has visto nuestra biblioteca, nuestra sala de música o el pabellón deportivo, uno de las mejores del país. Tampoco has visto nuestro Hospital, que está en un pueblo a cinco kilómetros de aquí, con los mayores adelantos científicos. Todos nuestros niños tienen a su disposición una educación basada en nuestras tradiciones más antiguas, junto a los mejores recursos más modernos. Ocurre lo mismo con la promoción de la salud, no renunciamos a nuestra medicina popular, milenaria, ni tampoco renunciamos a los modernos sistemas tecnológicos. Nos despedimos. Aquella chica era preciosa. Tendré que buscar alguna excusa para volver, pensé. Empezamos a andar por un sendero de metro y medio de ancho. Un zorrillo se atravesó en nuestro camino. De repente, el cielo se oscureció y una fuerte tormenta comenzó a caer. Nos refugiamos en una cueva. —La naturaleza no puede forzarse —dijo Quetzalcoatl, que no desaprovechaba ocasión para seguir hablándome del éxito— Las cosas en la naturaleza ocurren, simplemente, ocurren. Cuando se combinan determinadas variables, llueve. Cuando se producen ciertas 50
  • 52. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito circunstancias, las setas del bosque aparecen. Cuando llega la primavera, las aves migratorias se desplazan de lugar. Las cosas en la naturaleza solo ocurren cuando se cumplen una serie de requisitos. Las cosas en la naturaleza solo ocurren cuando tienen que ocurrir, ni antes, ni después. No podemos cambiar una tormenta a voluntad, ni producir setas de pino en un robledal, ni hacer que las cigüeñas tengan crías en invierno. El agua se dirige desde las montañas hacia el mar. Si quiero aprovechar la fuerza del agua para crear energía eléctrica, no puedo poner las aspas de la turbina hacia arriba. Así no girarán y no se cumplirá mi objetivo. Si quiero que funcione, tengo necesariamente que poner las aspas de la turbina en la misma dirección de la fuerza del agua. Las cosas solo ocurren cuando pueden ocurrir. —Yo no creo que el mundo funcione por determinismo —me atreví a decir. —No estoy hablando de determinismo, sino de leyes naturales que se cumplen queramos o no. solo llueve hacia abajo, y si nos empeñamos en que llueva hacia arriba, tenemos el fracaso asegurado. Los negocios, las empresas, las parejas, las vidas que funcionan, son aquellas que han establecido las cosas de tal forma que están en consonancia con las leyes que las hacen funcionar. Un negocio que no cumple unos mínimos requisitos, está abocado al fracaso. Una pareja que no sigue unos mínimos requisitos, no funcionará bien. Los truenos sonaban con eco dentro de la cueva. Comenzó a hacer frío. Un viento frío soplaba alocadamente. Me puse un poncho que me había regalado Meztli. Quetzalcoatl siguió imperturbable ante el frío. —¿Estás luchando contra el viento? —siguió mi amigo— Es mejor que lo utilices a tu favor. Si lo utilizas a tu favor, el barco se desplazará, hará lo que tiene que hacer. Si luchas contra el viento, la vela se partirá y no avanzarás. Pero el viento seguirá haciendo lo que tiene que hacer. Y no podrás decir que has tenido mala suerte o que 51
  • 53. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito los elementos se han puesto en tu contra. Serás tú quien ha puesto a los elementos en contra de tu proyecto. —Tengo frío —dije como excusa. —Me gustaría que reflexionaras sobre esto. ¿Las cosas no te salen como esperabas? Lo más probable es que el planteamiento que tienes no sea el más idóneo y que así no sea posible que funcione por mucho que te empeñes. —¿Y cómo hacer para hacer que algo funcione de manera natural? —¿Cómo puedes hacer para que algo funcione de manera natural? Haciendo una metáfora podríamos hablar de "partes" para referirnos a las distintas estructuras de personalidad que existen en nosotros a nivel, generalmente, inconsciente. Estas partes responden a diferentes intereses y por eso en muchas ocasiones somos incoherentes con nosotros mismos. Mientras algo dentro de nosotros nos invita a tomar alguna decisión, hay otro algo que nos lo impide. Es como si existiera una lucha interna por el poder. Estas partes, a veces, hablan entre ellas, mantienen un diálogo interno. Otras veces no hablan, sino que actúan o nos hacen sentir cosas incompatibles con nuestros valores o intereses. A la hora de establecer un camino hacia el éxito tienes que tener en cuenta esta lucha interna, porque es muy posible que exista dentro de ti una parte que trata por todos los medios de boicotear, de sabotear cualquier cambio o beneficio que quiere establecer otra parte. —Muchas veces me pasa que por la noche decido una cosa y a la mañana siguiente hago todo lo contrario. —Así es. Mientras decides por la noche que vas a empezar alguna tarea, por la mañana ha tomado el poder otra parte que te impide realizarla. Mientras una parte tiene claros cuáles son sus objetivos, otra parte decide que esos objetivos no le convienen y hace todo lo posible para que el proyecto no salga adelante. En 52
  • 54. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito realidad, todas esas partes quieren lo mejor para ti. En tu interior no hay ninguna parte que quiera hacerte daño. Lo que ocurre es que esas partes tienen distintas informaciones, valores, objetivos y creencias. ¿Qué puedes hacer? Se trata de que todas esas partes se pongan de acuerdo en cuanto a cuál es el objetivo común de todas ellas. 53
  • 55. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito CAPÍTULO 5: P = Persistencia "Levántate si te caes, y antes de volver a andar, mira dónde te hascaído y pon allí una señal" Augusto Ferrán "Nuestra gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos" Goldsmith P E= [ (I+A2) (P*F) ]D El camino serpenteaba entre precipicios. Quetzalcoatl me dijo que un poco más abajo había un cruce en el que podríamos subirnos a un autobús que iba hacia la ciudad. Se trataba de un destartalado autobús que los lugareños utilizaban para ir a la ciudad y realizar sus compras o vender algunas mercancías que elaboraban, como quesos, alfombras y algunos animales de granja. Lo que bastantes lustros atrás había sido un bus urbano en alguna ciudad del primer mundo, aquí, desvencijado y roto, hacía las funciones de autobús de línea. Nos acomodamos como pudimos entre gallinas, fardos, cajas y olores varios. Si en la montaña había pasado miedo, en este loco autobús casi me muero de pánico. El conductor, un hombre de 54
  • 56. Ricardo Ros – La Fórmula Matemática del Éxito mediana edad, conducía su máquina rozando los precipicios de tal forma que hasta las estelas de humo del tubo de escape se quedaban flotando en el aire tras cada curva cerrada, atónitas ante tal espectáculo. El ruido del motor diesel hacía eco cada vez que pasábamos sobre un puente y el puente se quedaba perplejo sin saber cómo reaccionar. Llegamos a la ciudad al mediodía. Acompañado de Quetzalcoatl fui a la estación de policía para dar aviso de lo que había ocurrido con mis compañeros. Enseguida se movilizaron varios equipos que inmediatamente se dirigieron hacia la montaña. El comisario me pidió que no abandonara la ciudad hasta que trajeran noticias de la montaña. Nos alojamos en una pensión. Quetzalcoatl me dijo que al día siguiente tenía que ir a Veracruz a coger un avión porque le esperaban dos días más tarde en Nueva York y tres días más tarde en Los Ángeles. Le dije que yo vivía en la gran manzana y que sería un enorme honor si quisiera utilizar mi vivienda mientras necesitara un alojamiento allí. Quetzalcoatl rió y me contestó que ya hablaríamos de eso. Por la tarde fuimos a visitar unas ruinas aztecas. Los arqueólogos habían descubierto hacía poco las ruinas de una antigua población azteca de principios del siglo quince. Quetzalcoatl preguntó por el Director de la excavación. Un hombre de unos cincuenta años apareció a lo lejos y se acercó sonriente. —Quetzalcoatl, dichosos los ojos que te ven. —Mazatl, —dijo Quetzalcoatl, mientras le daba un fuerte abrazo — Te presento a mi amigo Max Pinton. Le saludé con un apretón de manos y entonces me di cuenta de que le faltaba el brazo izquierdo. Hablaron durante unos minutos de viejos tiempos y comenzó a enseñarnos las excavaciones. 55