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Últimas Noticias 6 En familia Martes 22 de junio del 2004
VIDA
SANA
LA ESPECIALISTA
TOME EN CUENTA
No se debe tener miedo de que un gay
o una lesbiana vayan a ‘contagiar’ su
orientación a otros miembros de la fa-
milia. La preferencia por las personas
del mismo sexo no es algo que se esco-
ge o se transmite por un virus.
Cuando un niño pregunta al respecto,
se le debe explicar con naturalidad que
hay hombres que tienen relaciones con
hombres y mujeres que buscan hacerlo
con mujeres. Hay que exponerlos como
una opción que tiene cada persona.
No es cierto que este tipo de personas
tengan un deseo sexual aumentado o
desmedido. Estudios demuestran que
en este aspecto son similares al resto
de gente. Ser homosexual no es lo mis-
mo que ser un pervertido sexual.
Aceptando al hijo homosexual
Los padres queaún tienen di-
ficultad en aceptar la homosexuali-
dad de sus hijos se preocupan a
menudo de que los demás vayan a
enterarse. Lo más recomendable
es no decírselo a nadie a menos
que ellos mismos hayan asimilado
esta circunstancia en su familia.
Lleva tiempoaprender a acep-
tar a un hijo/a homosexual, y si los
familiares no tienen una actitud
positiva, comunicarán su infelici-
dad a los demás. No hay que decir-
le a nadie sin contar con el con-
sentimiento de él o ella ya que tie-
ne el derecho de decidirlo.
A veces, incluso losque han
aceptado la homosexualidad de su
hijo(a), se quejan de las manifes-
taciones de afecto en público con
sus parejas. Si se solicita que las
limiten en su casa, debe aplicarse
la misma regla a los familiares que
sean heterosexuales.
Aceptar lahomosexualidad de
un hijo(a) y educarse a sí mismo(a)
sobre el tema lleva tiempo. Ellos a
menudo esperan que sus padres
les comprendan de inmediato, pe-
ro para muchos no es posible. No
se impaciente si no lo logra rápido,
no importa cuánto tiempo le lleve.
MARÍA DE LOS
ÁNGELES NÚÑEZ
Psicóloga clínica
No son malos solo
por ser distintos
Los padres, al enfrentarse al hecho
de que su hijo o hija sea homose-
xual, deben evitar relacionar este
hecho con perversiones sexuales,
violadores de niños (la mayoría de
quienes cometen estos delitos son
heterosexuales, ‘normales’). o con
organizadores de grandes orgías.
Esto último suele ocurrir porque los
homosexuales forman grupos aisla-
dos para protegerse de quienes los
atacan, y además para ser rebeldes.
No es posible encontrar una fórmu-
la como para decir a los padres que
enfrenten este tipo de situaciones
de una forma tranquila, porque eso
ameritaría un cambio muy grande
en la educación de todas las perso-
nas, para que vayan cambiando pri-
mero el miedo incontrolable y el re-
chazo a esta orientación sexual.
Lo único que varía entre ser homo-
sexual, bisexual y heterosexual es la
pareja con la que se tienen relacio-
nes sexuales y el vínculo estrecho
que se necesita para ser una pare-
ja. En el resto de características las
personas son iguales.
Los homosexuales que están satis-
fechos y contentos con su identi-
dad, y la asumen y la aceptan no se
sienten con una patología por ser
así, no se sienten con la necesidad
de hablar de otra forma, ni vestirse
de manera distinta, ni en el caso de
los hombres ser ‘amanerados’.
Las personas que llegan a estos ex-
tremos lo hacen porque quieren
afianzarse un poco más ante un
mundo que debido a su preferencia
los aparta, buscando modos para
garantizarse su identidad sexual.
Mucho va a depender de la acepta-
ción de los padres para sentirse
bien consigo mismos, frente a algo
que ninguno de ellos escogió.
DATOS
En diciembre de 1973, la Asociación
Psiquiátrica Americana declaró que la
homosexualidad en sí no es un desor-
den mental o una enfermedad.
Por otro lado, Asociación Psicológica
Americana ha tomado como una posi-
ción oficial que no sería ético tratar de
que un homosexual se vuelva hetero-
sexual. Es como pedirle a una persona
trigueña que de un día para otro sea
blanca, rubia y de ojos azules.
Sin embargo, a veces las personas ho-
mosexuales tienen dificultades de
aceptar su orientación como normal
debido a los prejuicios de la sociedad.
En esos casos se necesita una ayuda
psicológica profesional, para que
aprendan a aceptarse a sí mismas.
C
asi siempre se produce una
fuerte impresión en los pa-
dres al enterarse de que su
hijo o hija tiene o busca relacio-
nes afectivas con personas de su
mismo sexo. Muchos psicotera-
peutas han escuchado en su con-
sultorio a personas que han llega-
do a decir ‘prefiero que se muera,
pero que no sea homosexual’.
No es algo difícil de aceptar, y
una gran mayoría de personas lo
ve todavía como un problema que
arruina la vida de la familia. El
asimilar esta circunstancia re-
quiere un proceso, en el que se
deben superar todas las ideas que
respecto a este tema ha manteni-
do la sociedad por mucho tiempo.
Aunque cada caso es singular,
es importante resolver algunas de
las inquietudes más frecuentes
de quienes han pasado o están pa-
sando por esta situación.
‘Es mejor no saber’
Algunos padres piensan que se-
rían mucho más felices sin ente-
rarse. Pero se debe tomar en
cuenta, sin embargo, que al no sa-
berlo no se conocería realmente
al hijo(a). Una gran parte de la vi-
da de él o ella sería un secreto.
El saber sobre el asunto siem-
pre va ayudará a la familia del gay
o la lesbiana a comprenderle me-
jor, y a brindarle apoyo.
Puede ser duro al principio, so-
bre todo porque siempre éste
siempre ha sido un tabú del que
nadie ha querido saber, pero si se
tiene alguna duda es mejor pre-
guntar al interesado(a). En este
punto, es mucho más útil escu-
char que criticar.
‘Lo hace por darme la contra’
Varios padres sienten un amar-
go resentimiento hacia el hecho
de la homosexualidad de su
hijo/a. Este sentimiento está ba-
sado en la creencia de que ser ho-
mosexual es algo elegido, que és-
ta fue una decisión consciente, y
que quizás, incluso, fue hecha pa-
ra herirlos a ellos.
Actualmente, la mayoría de es-
pecialistas en Psicología y Psi-
quiatría afirman que los homose-
xuales no eligen su orientación
sexual, ellos solo son lo que son:
es su verdadera naturaleza.
La única alternativa que tiene
la mayoría de las lesbianas y los
gays, es ser honestos sobre quié-
nes son, o esconderlo.
Guardarlo como su fuera un de-
lito significa vivir una mentira día
tras día. ¿Qué padre o madre po-
dría querer que un hijo suyo tenga
que vivir de esa manera?
‘¿Qué hicimos mal?’
La mayoría de los padres se
sienten culpables cuando se ente-
ran por primera vez, y puede dar-
se que empiecen a buscar culpa-
bles de la ‘desgracia’ que, según
ellos, les va a tocar vivir.
Las estadísticas en todo el mun-
do muestran que los homosexua-
les se encuentran en todo tipo de
familias, con todo tipo de antece-
dentes. Nadie sabe hasta ahora la
‘causa real’ de las distintas orien-
taciones sexuales, pero es amplia-
mente aceptado hoy en día que la
orientación sexual de un/a niño/a
ya está establecida a una tempra-
na edad, o al nacer.
Al no tratarse de ninguna dolen-
cia, no hay ‘síntomas’ que permi-
tan identificarla para buscarle
una cura. Y para ayudar a un gay o
una lesbiana a convivir con una
sociedad acostumbrada a recha-
zar a estas personas, su familia
debe aprender a aceptarla como
una persona diferente, no como
una maldición o castigo.
Hay padres que dicen preferir no saber nada respecto a la homosexualidad de su hijo. Pero eso no los ayuda.
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