2. • Con los movimientos de independencia en 1810 y su
culminación en 1821. con pasos constantes
vaivenes políticos internos, entre el Primer Imperio
Mexicano con Agustín de Iturbide, y posteriormente
entre república centralista o federal, se gestan la
premisas en el arte nacional mexicano
3. • Con la ilustración, la revolución francesa adoptó al arte greco-latino como
símbolo de razón y belleza con la denominación de neoclásico,
oponiéndose de tal manera al barroco y al rococó, símbolos del
absolutismo. Así en México se gesta una lucha interna entre
conservadores y liberales
• Fue en ese marco que la Academia de las Tres Nobles Artes de San Carlos
se fundó en la Ciudad de México en 1785, basándose en los principios del
neoclasicismo que imperaba en Europa. Posteriormente en 1867 se llamó
Escuela Nacional de Bellas Artes.
• Con la guerra de independencia prácticamente se vino abajo y no fue
hasta 1843- 1847 que se reorganizó y empezó una nueva fase como rectora
del arte nacional. De tal manera que durante la primera mitad del siglo se
tratará de dejar a un lado el arte barroco visto como producto de la
Colonia, lo cual equivalía a una etapa oscura en la historia del nuevo país
que se estaba forjando.
• Por tales razones, el movimiento exagerado, el color y la pasión propios
del barroco pasaron a segundo término y su lugar fue ocupado por la
serenidad y calma del neoclásico.
4. • La pintura mexicana del siglo XIX se puede dividir en tres etapas:
• una representada por los extranjeros en la primera mitad del siglo
XIX.
• La segunda por la reapertura de la Academia.
• La tercera por el arte independiente que se produjo sobretodo en
otros Estados de la República.
• Iniciando con la primera, ésta estuvo representada por pintores que
fueron atraídos por la naturaleza mexicana y su arqueología,
sobretodo en las zonas del valle de México, y del sureste.
• Otra temática sin dudas fue el vestido y las costumbres de los
pobladores de distintas regiones.
5. Incidencia extranjera
• El italiano Claudio Linati (1790-1832), quien
además hizo un valioso aporte mediante la
introducción de la litografía en 1826, y dos años
después en Bruselas, publicó un libro con el título
de Trajes civiles, militares y religiosos de México.
7. • Otro ejemplo fue el alemán Juan Mauricio Rugendas (1802-
1858), que estuvo en el país de 1831 a 1834 y uno de sus
cuadros más representativos es Corrida de toros en la Plaza de
San Pablo; donde se pueden observar detalles históricos en la
bandera que adornan el lugar, así como la vestimenta mestiza
y criolla, aunque resulta anacrónico hablar de estas
clasificaciones usadas en el Virreinato.
8. • Juan Mauricio Rugendas. Corrida de toros en la Plaza de San Pablo, 1833.
9. • Para la reorganización de la Academia San Carlos, se recurrió a
maestros europeos, entre ellos Pelegrín Clavé (1810-1880), quien se
hizo cargo de la disciplina de pintura. Clavé había iniciado su
formación en Barcelona y la concluyó en Roma, donde estuvo en
contacto con los nazarenos alemanes vinculados al romanticismo.
• Es indudable que también estuvo relacionado con el neoclasicismo,
por tal motivo consideraba al rococó como una falta de respeto al
arte, y se vio reflejado en los postulados que perseguía la
Academia, de ideales clásicos de belleza, pero por otra parte las
temáticas eran naturalistas y religiosas (del barroco colonial) y tenía
una carga moralista, por ello los desnudos no fueron frecuentes.
10. • La obra de Clavé fue fundamentalmente el retrato, donde se hace
patente la idealización del modelo, que por lo general fue la esfera
del poder político y económico de México, por ejemplo el retrato de
Don Andrés Quintana Roo y Retrato de una dama, pintado en 1849.
• La contribución de Clavé fue ser maestro de varios discípulos que
llegaron a destacar como Santiago Rebull (1829-1902), entre otros;
quienes terminaron su formación en Roma, respondiendo así, a la
costumbre de la Academia de enviar con becas a sus mejores
alumnos a Europa.
• De Rebull podemos citar obras como: Maximiliano y su esposa
Carlota, La muerte de Abel, 1851 y Sacrificio de Isaac, 1858.
13. • Otros de sus alumnos fueron José Obregón,
(1838-1902) quien pinta en 1869 El
descubrimiento del pulque; y Rodrigo Gutiérrez El
senado de Tlaxcala.
• Dichas obras hacen clara su vinculación a los
temas históricos pero sumergidos en el ideal de
belleza clásica y resalta una postura romántica e
incluso los temas descontextualizados por las
imprecisiones de los procesos históricos.
15. • El rival de Clavé fue Juan Cordero (1824-1884), igualmente formado
en Roma y siempre le disputó la dirección de pintura dentro de la
Academia, poniendo de manifiesto que la pintura de Clavé no era
buena, además de ser español.
• Fuera de esas discusiones lo que resulta claro es que ambos
tuvieron formación académica y tomaron como base el idealismo
clásico y hasta temáticas muy parecidas, por lo que no hay gran
diferencia entre los dos.
• Las obras más representativas de Cordero son Cristóbal Colón ante
los Reyes Católicos y El Redentor y la mujer adúltera. Lo que es
importante señalar es que ambos trataron de impulsar el
muralismo aunque vinculado a los temas religiosos.
16. • Juan Cordero. El redentor y la mujer adúltera, 1853. (Detalle)
17. • En 1855 llega a México el italiano Eugenio Landesio, (1840-1879)
para hacerse cargo de la pintura de paisaje que sería la más
productiva e importante. Algunas de sus obras son Valle de
México desde el cerro de Tenayo, 1869; Puente de Chimalistac;
El Puente de San Antonio en el camino de San Ángel, junto a
Panzacola, de 1855. La importancia de este italiano es que sus
obras de paisaje indudablemente influyeron en su principal
alumno: José María Velasco.
18. • Landesio le dio formalidad académica a la herencia que
otros extranjeros habían realizado en cuanto a los viajes que
hicieron por el país y la difusión de los distintos aspectos
del paisaje natural y social.
• “La variedad de temas que ofrece el territorio nacional pasó
desapercibida para los pintores coloniales, pues cuando se
veían obligados a emplear algún paisaje como fondo de
alguna escena religiosa lo inventaban o, cuando no, lo
copiaban de grabados europeos.”
19. • Eugenio Landesio (1810-1879), piamontés, discípulo del húngaro Karoly Markó y, por lo tanto,
relacionado con los círculos nazarenianos de la ciudad pontificia, en los cuales se habían
formado tanto Clavé como Manuel Vilar.
• A solicitud de Pelegrín Clavé (director del ramo de pintura de figura en la Academia de San
Carlos), se contrató en Roma a Landesio encargado específicamente de venir a México a
enseñar la perspectiva y el paisaje; arribó en enero de 1855.
• Landesio ejerció una influencia positiva en el ramo del que vino a hacerse cargo, comparable
a la que tuvieron sus amigos catalanes en los de pintura de figura y escultura que tenían
encomendados. Puede afirmarse que, con él, arrancó la práctica del paisajismo como una
actividad pictórica regular e institucionalizada en México. Tuvo varios discípulos
prometedores, entre ellos José Jiménez (1830-1859) y Luis Coto (1830-1891); y uno
excepcional, con quien habría de consolidarse dicha práctica: José María Velasco (1840-1912),
quien a su vez habría de ser el maestro de la generación siguiente.
• Landesio fue un pintor académico nato, de talentó preceptivo y analítico. El método de
enseñanza que impuso en San Carlos implicaba, con arreglo a las prácticas académicas, la
descomposición del paisaje en sus elementos constitutivos, para su gradual estudio
pormenorizado y su restructuración posterior, con propósitos estéticos, en la composición
definitiva. Combinaba el trabajo en el taller con el estudio frente al modelo en el campo, al
aire libre. El maestro distinguía dos grandes partes o subtotalidades integradoras del paisaje:
las "localidades" y los "episodios". Las primeras comprenden los distintos tipos de entorno y
ambiente paisajísticos (celajes, follaje, terrenos, aguas, edificios); los segundos describen los
diferentes grupos figurativos que le confieren a un lugar determinado sentido de la escala,
rasgos tópicos diferenciadores, interés narrativo o densidad histórica (historia, escenas
populares, escenas militares, escenas familiares, retratos y animales).
20. • Eugenio Landesio. Valle de México desde el cerro de Tenayo, Óleo sobre tela, 110 x 170 cm. 1869.
22. • José María Tranquilino Francisco de Jesús
Velasco Gómez Obregón (n. Temascalcingo,
Estado de México, 6 de julio de 1840 - Villa de
Guadalupe Hidalgo, Ciudad de México, 26 de
agosto de 1912) fue un pintor mexicano,
considerado como uno de los más grandes
paisajistas del siglo XIX.
23. • En la época en que ingresó José María Velasco a la Academia de San Carlos, el
tema imperante de los pintores de México era la figura humana en sus distintas
variantes: composiciones religiosas, mitológicas, históricas, etc. Haber dedicado
la mayor parte de sus obras a la representación de la naturaleza, lo coloca
como un innovador de la pintura y la ecología de su época.
• Su sentido visual, su sensibilidad y sus conocimientos, le permitieron percibir
más allá de lo que un ser normalmente dotado puede observar respecto a la
forma, coloraciones y características del paisaje. Cuando Velasco inició
formalmente sus estudios, sus trabajos fueron grandemente influidos por la
técnica de Landesio, pero pronto, Velasco percibe el paisaje de México con sus
ojos de mexicano apartándose poco a poco de las características académicas
del arte que se hacía en la segundo mitad del siglo XIX, logra con personalidad
propia y bien formada, crear obras maestras que le valieron su consagración
tanto en América como en Europa.
24. • Patio del Exconvento de San Agustín. José María Velasco
30. • Valle de México desde el cerro de Atzacoalco (164), 1873
• Óleo sobre tela, 32 x 43cm
31. • Valle de México desde el cerro de Santa Isabel.
• José María Velasco
32. • El escultor Felipe
Sojo.
• Autor José María
Velasco
33. • En cuanto al romanticismo de finales del siglo XIX y principio del XX
podemos decir que estuvo ampliamente marcado por interpretaciones
particulares del artista, ya no hay un academicismo tan marcado, por lo
que los pintores empiezan a interpretar la realidad, o su propia realidad, lo
que significa un valioso aporte para la pintura del nuevo siglo.
• De esa manera se encuentran Manuel Ocaranza (1841-1882) con un
romanticismo más europeo, los ejemplos que se pueden nombrar son
Travesuras de cupido y La flor marchita. Pero en este proceso es más
destacado Julio Ruelas (1870-1907), considerado por Justino Fernández
como el “punto cumbre del romanticismo finisecular.”
• Tuvo importante formación en Alemania, agregó elementos de fantasía
como en su obra La domadora, 1897, donde además los trazos y el color
son muy llamativos; su obra la complementó a través del dibujo y grabado,
muchos de cuales se difundían a través de la Revista Moderna.
37. • Este romanticismo mexicano de fines del siglo XIX fue
realmente rico en opciones, pues los pintores no se limitaron
a los cánones propiamente establecidos en Europa, sino que
recurrieron incluso a corrientes ya pasadas de moda, ya fuera
en color, técnica o temáticas, ejemplo de esto es Germán
Gedovius (1867-1937) quien maneja el color de una manera
llamativa e incluso tiene influencia de los barrocos en cuanto
al movimiento como en Desnudo.
39. • La tercera vertiente es la llamada independiente, es decir, la que se desarrolló
fuera de la Academia de San Carlos (después la Escuela Nacional de Bellas Artes).
• Es muy importante ya que en su mayoría fue producida fuera de la elite de la
Ciudad de México, por lo que se vuelve en testigo de la vida regional de otras
partes del país. Tenemos por ejemplo a Hermenegildo Bustos (1837-1907),
nacido en Guanajuato.
• Su obra es fundamentalmente retratista en la que refleja a cierto estrato social,
principalmente personas de puestos medios dentro de su Estado. Fue autodidacta,
lo que de alguna manera lo limitó técnicamente, pero en contraposición del
idealismo académico su obra es más realista, es decir, sincera ya que no busca
“maquillar” a sus retratados.
• Otra de su influencia fueron los exvotos que hacían las personas a los diferentes
santos o vírgenes. Las características básicas de sus retratos se pueden resumir en
Autorretrato de 1891.
41. • Otro representante es José María Estrada,
originario de Guadalajara, Jalisco. Le da
importancia a la indumentaria de sus modelos,
que igualmente son gente local y de cargos
medios o algunos altos, es práctico en sus
composiciones y es fundamentalmente
retratista. Un ejemplo de su obra es Retrato de
una dama.
43. • Es importante señalar que el impresionismo, por ejemplo, no
tuvo bastante resonancia en el país a excepción de unos cuantos,
especialmente Joaquín Clausell, (1866-1935) quien se enfocó de
forma muy marcada a esta corriente. Quizá esto se deba
precisamente a la importancia del paisaje que con anterioridad
se había puesto en práctica por los pintores extranjeros y
después con Velasco, tradición paisajista que se continuaría
durante los últimos años del siglo XIX y principios del XX, con la
característica pues, de buscar siempre elementos nacionalistas.
45. • A manera de conclusión podemos decir que la pintura mexicana del siglo XIX
estuvo supeditada a las corrientes generadas en Europa, en primer lugar porque
siempre ha sido el eje rector, quizá podamos hablar de eurocentrismo, pero por
otra parte resulta lógico, ya que América Latina forma parte de Occidente en
cuanto a sus formas de organización política, económica, religiosa (cristianismo),
en algunas corrientes de pensamiento educativas y filosóficas; por lo tanto el arte
no escapa a ello. Sin embargo, también se observa que esas corrientes se
modificaron en México, o dicho de otra manera, hubo un eclecticismo en cuanto a
retomar parte del neoclasicismo, romanticismo y hasta elementos barrocos.
• En segundo lugar se concluye que el arte de la pintura estuvo dominado
por la Academia, lo que nos ayuda a comprobar que el arte es legitimado por las
elites y por el Estado, que en ese momento era necesario debido a la formación y
consolidación nacional, por lo que la pintura, en especial la de paisaje y la
histórica resultaron una valiosa arma, siendo el máximo ejemplo Velasco. En este
sentido se entrelaza el tercer punto que es la pintura producida fuera de la capital
y que no era tomando en cuenta como arte, sino que es posterior su revaloración.
• Actualmente no se le ha dado tanta difusión a lo producido en esta
centuria porque los gobiernos del siglo XX –emanados de la Revolución Mexicana-
se consolidaron con el muralismo de la primera mitad de ese siglo, y por lo tanto
no era factible reconocer lo antecesor a ellos. Pero sin lugar a dudas es importante
y más si tomamos en cuenta el contexto adverso que se vivía y que precisamente
la pintura finisecular es el eslabón que continuarían Saturnino Herrán y Gerardo
Murillo (Dr. Atl) como antecedente del muralismo de Alfredo Ramos Martínez,
Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Sequeiros.
46. • Bibiografía:
• Fernández, Justino, “El siglo romántico, el arte de México en el siglo XIX” en Cuarenta siglos de plástica
mexicana, 1ª edición en español, Editorial Herrero, Italia, 1971.
• Manrique, Jorge Alberto, Juana Gutiérrez Haces, et. al. La colección pictórica del Banco Nacional de
México, BANAMEX, Méx., 1992.
• Moyssén, Xavier. José María Velasco, el paisajista, 1ª edic., CONACULTA, México, 1997, 29 pp.
• Fernández, Justino, “El siglo romántico, el arte de México en el siglo XIX” en Cuarenta siglos de plástica
mexicana, 1ª edición en español, Editorial Herrero, Italia, 1971, p. 20
• Moyssén, Xavier. José María Velasco, el paisajista, 1ª edic., CONACULTA, México, 1997, p. 7.
• O’Gorman distingue tres tesis para explicar la historia nacional ligadas a los grandes males que como
país ha enfrentado México y a lo que se considera progreso. La tesis conservadora dice que el espejismo
de la modernidad anglosajona y toda su concepción moral y religiosa van contra las raíces hispanas que
tiene el pueblo mexicano; en cambio, la tesis liberal centra el problema en el atraso histórico de la
herencia colonial española, y finalmente la tesis del porfiriato radica en el evolucionismo histórico, ligado
a la idea del positivismo del orden y progreso, por lo que trata de asumir el pasado prehispánico y la
época colonial como sinónimo de una historia lineal producida por la necesidad del progreso científico.
• O’Gorman, Edmundo. “La historia nacional” en Cuarenta siglos de plástica mexicana, 1ª edición en
español, Editorial Herrero, Italia, 1971, p. 6