Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
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1. LA POESÍA ESPAÑOLA A PARTIR DE 1936: De la posguerra a la
Generación del 50; tendencias, rasgos principales y autores significativos:
1. LA POESÍA DE POSGUERRA (DÉCADA DE LOS 40).-
Pese a la pobreza general de la cultura durante primera la década de posguerra, es quizá la poesía el ámbito (y
no sólo literario) en el que hay mayor diversidad y riqueza artística, sobre todo una vez que transcurren los primeros y
durísimos años de la posguerra. Ello probablemente pueda explicarse en razón de que los censores pensaran que no
era la poesía género literario de amplio consumo, pues su difusión no trascendía del restringido círculo de las
minoritarias revistas literarias o de las reducidísimas tiradas de los libros de versos.
En los poetas que no marchan al exilio, Dámaso Alonso encontró –en acepciones ya asumidas- dos caminos
fundamentales: poesía arraigada y poesía desarraigada. Si bien, no son las únicas en la poesía española de los
años 40 y principios de los 50.
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En esta época hay que destacar, de igual manera, la creación de tres revistas: “Escorial”, “Garcilaso” y
“Espadaña”, vinculadas a las tendencias mencionadas.
1.1. Poesía arraigada.-
Muchos poetas de posguerra hicieron una poesía técnicamente muy bien construida y temáticamente alejada de la
problemática existencial y social del momento. El dolor humano, la miseria y la injusticia de aquellos tiempos no
encontraron cabida en sus obras. Los poetas de esta tendencia se agruparon en torno a las revistas: Escorial y
Garcilaso.
El grupo “Escorial”.
“Escorial” fue una revista de Falange que nació en 1940, pero que pronto se apartó de la simple intención de
propaganda de las ideas del partido y del régimen franquista. La lírica de los autores de Escorial se centrará en una
vuelta a lo cotidiano, dentro de lo cual entrará la alabanza de la familia y de Dios. .
El grupo “Garcilaso”.
La revista “Garcilaso” comenzó a publicarse en 1943 con la intención de dar una visión “castrense, imperial,
caballeresca y amorosa” de la vida. Con José García Nieto como gran modelo, los autores de Garcilaso acabaron
haciendo una lírica donde predominaba el esteticismo y la búsqueda de la perfección formal del poema.
A los poetas de “Garcilaso”, y a García Nieto en particular, se les ha acusado de olvidarse completamente de la
problemática española de la época.
1.2. Poesía desarraigada.-
"Para otros, -decía Dámaso Alonso- el mundo nos es un caos y una angustia, y la poesía una frenética búsqueda
de ordenación y de ancla. Sí, otros estamos muy lejos de toda armonía y de toda serenidad."
El año 1944 fue fundamental para la poesía. En él se publican dos libros esenciales, Hijos de la ira, de Dámaso
Alonso, y Sombra del paraíso, de Vicente Aleixandre, y aparece el primer número de la revista “Espadaña”, que
pretende encarnar la reacción contra la poesía conformista de “Escorial” y “Garcilaso”. “Espadaña” quiso rehumanizar
la poesía española, iniciando un proceso que desembocaría algunos años después en la poesía social. Dentro de esta
tendencia desarraigada de la poesía de los 40, muchos autores se ocuparon del tema de Dios, pero su actitud fue
diferente a la de los poetas arraigados.
2. Blas de Otero ha sido, quizás, el más significativo de los poetas desarraigados, pero pronto abandonará su
preocupación por el silencio de Dios y la angustia del individuo para adentrarse en una poesía de contenido más
comprometido y social.
Pero para Blas de Otero no basta con afirmar su creencia en el hombre, sino que va más allá y expresa su
creencia en el poder de la palabra (y, por tanto, de la poesía). Es una antesala de la poesía social de los cincuenta,
para la que la palabra podía ser un arma con la que iniciar la lucha.
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Otras tendencias de esta DÉCADA:
-El "Postismo" la revista “Postismo” –abreviatura de postsurrealismo el último "ismo") es un movimiento de
vanguardia, fundado en 1945 por Carlos Edmundo de Ory (1923) que reivindica la imaginación, lo lúdico.
- Finalmente, el Grupo Cántico, creado en Córdoba en torno a la revista "Cántico" (1947-1949) se inclinó
por una poesía de carácter culturalista y barroca. Pablo García Baena (1923) es su mejor representante.
2. LA POESÍA SOCIAL (DÉCADA DE LOS 50).- ("un arma cargada de futuro" dirá Celaya en el poema
que sirve como manifiesto de esta corriente).
En la década de los 50 la poesía española pasará de la preocupación existencial por los problemas del individuo a
una preocupación por los problemas de la colectividad. Eso es lo que denominamos “poesía social”: denuncia,
realismo, lenguaje para “la inmensa mayoría”.
Durante esta década continúan su labor poética muchos de los poetas de posguerra. Sigue siendo nota
característica de la lírica española de esta época, como lo será prácticamente durante toda la segunda mitad de siglo,
su gran diversidad. No obstante, también en la poesía es dominante en este período el realismo social. Esta poesía se
caracteriza, efectivamente, por el lenguaje sencillo y coloquial, una mayor preocupación por los contenidos que por los
primores estéticos, cierto carácter narrativo en ocasiones e incluso una deliberada tendencia hacia el prosaísmo. Se
concibe la poesía como una herramienta que debe ayudar a la toma de conciencia social de los destinatarios y, en
consecuencia, ha de colaborar a la transformación de la realidad:
Se reivindica, en oposición a la poesía selecta dirigida a minorías, una literatura cuyo destinatario sea la inmensa
mayoría, expresión con la que Blas de Otero se enfrenta al conocido lema de Juan Ramón Jiménez «A la inmensa
minoría». De forma significativa, y frente a la poesía intelectual para minorías, se revaloriza enormemente en estos
años la lírica de Antonio Machado. Con todo, a veces las dificultades con la censura obligan a refinamientos elusivos
que hacen difícil la comprensión de los textos.
Los más destacados de los poetas sociales de los cincuenta son: Blas de Otero, Gabriel Celaya y José Hierro.
-El "tema de España" se convierte en una constante: Que trata de España ( Blas de Otero), Cantos íberos ( G.
Celaya), España, pasión de vida ( Eugenio de Nora), Canto a España (José Hierro), Dios sobre España ( Carlos
Bousoño), Tierras de España (Garciasol), libros que conectan con España en el corazón del poeta chileno Pablo
Neruda y España, aparta de mí esta cáliz de César Vallejo. Los poetas sociales tienen numerosos puntos de contacto
con la poesía publicada en la revista “Caballo verde para la poesía” que Neruda fundara antes de la guerra civil.
3. EL GRUPO DEL 50 (DÉCADA DE LOS 60).-
La promoción poética del 60 (o Generación del medio siglo, Grupo poético de los 50) está constituida por poetas
nacidos entre 1925 y la Guerra Civil: Ángel González (1925), José Manuel Caballero Bonald (1926), Alfonso
Costafreda (1926-1974), Carlos Barcal (1928-1989), José Agustín Goytisolo (1928-1999), Jaime Gil de Biedma (1929-
1990), José Ángel Valente (1929), Francisco Brines (1932) y Claudio Rodríguez (1934).
En general, en la poética de estos autores pierde peso el concepto de la poesía como comunicación que, puesto
en circulación por Vicente Aleixandre, había sido piedra angular de la poesía del realismo social y pasa a hablarse
insistentemente, según los casos, de la poesía como experiencia o de la poesía como conocimiento. Ello explica que
sea habitual en los versos de estos poetas la presencia de lo íntimo, el gusto por el recuerdo, la expresión de la
3. subjetividad; en suma, la poetización de la experiencia personal: La evocación de la infancia y de la adolescencia como
paraíso roto —a causa de la guerra— o perdido; Unido a tal evocación, el fluir del tiempo, la conciencia de la
transitoriedad humana, que carga algunos poemas de una vaga tristeza, de nostalgia; el amor, que tras los gastados
clichés garcilasistas y el repudio de los poetas sociales, reaparece con fuerza, dando cauce a la intimidad e incluso al
erotismo; y, en relación con el amor; la amistad.
No falta, sin embargo, una preocupación ética por la situación española y, aunque no es un tema preferente como
en los poetas sociales, sí es habitual (y en el caso de algunos poetas, corno Ángel González, asunto central) la
referencia crítica al injusto orden socio-político español. Este inconformismo no se manifiesta nunca de forma
desgarrada o patética, como en buena parte de la poesía española de posguerra, sino con actitud distanciada e
irónica, y, en algunas ocasiones, escéptica. Precisamente, la ironía y, muchas veces, el humor son también utilizados
para alejarse en actitud desapasionada de las propias emociones personales, con lo que la burla y la sátira alcanzan
con frecuencia a la misma figura del escritor.
En cuanto al estilo, hay en todos ellos una notable atención al lenguaje. Por eso, se alejan tanto del prosaísmo
característico de algunos poetas sociales como del tono áspero de la poesía desarraigada y del esteticismo formalista
y amanerado de los poetas garcilasistas
En general, descubren las posibilidades artísticas del lenguaje cotidiano y alejan a la poesía española de los
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clichés, del sentimentalismo exagerado y de la vaciedad retórica.
La búsqueda del rigor estilístico no está, sin embargo, reñida con el predominio de un aire conversacional y
antirretórico. Ese deseo de naturalidad tiene su reflejo en la inclinación hacia lo narrativo y en el empleo de la lengua
coloquial y familiar, que adquiere en estos poetas la categoría de lenguaje artístico. En cuanto a la métrica, predomina
el verso libre, aunque no falta el uso esporádico de estrofas clásicas. En cualquier caso, es muy significativo en la
poesía de los sesenta el gran cuidado en la construcción de los poemas, cuya estructura suele ser fruto de una
detenida elaboración. Ello no puede sorprender en la obra de unos poetas cuyas composiciones tienen a veces un
carácter metapoético, es decir, de reflexión sobre la propia poesía.
Por otro lado, es relevante en la lírica de estos autores su apertura intelectual a muy variadas influencias, lo que da
en ocasiones un sesgo culturalista a sus textos. Se advierte, así, en algunos casos, la huella, hasta entonces
desconocida en la literatura española, de poetas como T. S. Eliot, Ezra Pound y Constantino Cavafis. Pero lo más
significativo es que los modelos literarios de estos poetas son variados. Es reconocible la presencia de la lírica latina,
de la poesía inglesa contemporánea, del barroco español, de los poetas del 27 (Aleixandre y Cernuda a la cabeza);
tampoco conviene ignorar a los hispanoamericanos (Vallejo y Neruda), sin olvidar entre otros, a Antonio Machado o
Hernández.
No obstante, debe subrayarse que la presencia más importante en la mayoría de estos poetas es la de Luis
Cernuda, cuya poesía se revalorizó precisamente a partir de la predilección que por ella sintieron escritores como
Valente o Gil de Biedma.
Destaca la obra de Jaime Gil de Biedma (1929-1990) recogida bajo el nombre de Las personas del verbo; Ángel
González, con Tratado de urbanismo (1967); Claudio Rodríguez (1934-1999) con Don de la ebriedad (1953); José
Ángel Valente (1929) con A modo de esperanza (1955)