1. El multiculturalismo en el arte
«Discurso del colonizador»
«Discurso descolonizador»
Marilú Franco
2. Según G. Vattimo, ha sido ésta sociedad de la comunicación global
(países autonombrados del 1er. mundo) la que ha propiciado el encuentro
entre mundos y formas de vidas disjuntos, aunque también ésa misma
sociedad ha banalizado, en ocasiones, la realidad del «otro»(los llamados del
3er. Mundo) al considerarlo algo exótico.
Guiada por O. Enwezor, la bienal de Johannesburgo (1997) exploró como
los imperativos económicos de los últimos 500 años había producido fusiones
culturales y disyunciones resistentes, y cómo en un mundo en transición, la
cultura y el espacio habían sido desplazados por los conceptos de
colonización, migración y tecnología.
Multiculturalismo
El acto de intercambio entre culturas se
hace efectivo a través de la exacerbación
de lo que culturalmente es
inconmensurable o extraño, lo cual
permite, entonces, una comprensión del
«otro», así como una misteriosa alienación
de nuestra propia prioridad cultural (H.K.
Bhabha).
3. Según la autora del documento
(Guasch Anna María):
Pese a los esfuerzos que se
desarrollaron para llevar a cabo
exposiciones conjuntas dónde el
objetivo era mostrar el arte de los
países de occidente y aquellos que no
formaban parte de él, y dónde se les
trataba de dar un espacio de igualdad y
apertura para propiciar la
comunicación entre los artistas de
distintos orígenes, los resultados no
fueron los esperados ya que se podían
identificar las aun marcadas
diferencias entre los criterios y puntos
de vista entre el arte de los países
dominantes y los dominados,
(llamados a ambos de distintas
maneras durante el texto, ya que no
corresponden geográficamente al
occidente y oriente).
Discurso del colonizador
Existe una cierta unanimidad crítica,
como una operación etnocéntrica y
hegemónica, que no pueden
desprenderse de considerar a los
«otros» como primitivos y en la que
la supuesta convivencia de códigos
culturales contrapuestos queda
reducida a una confrontación
estética que presupone en todo
momento la superioridad de la
cultura occidental sobre las no
occidentales.
4. A pesar de los propósitos de partida, supera el
carácter de empresa reformista en la que unos
comisarios artísticos asesorados por antropólogos
y etnógrafos muestran descontextualizada en un
medio dominado por la fetichización del signo, la
cultura del espectáculo y el culto a la
mercadotecnia, la producción artística de las
sociedades tribales y de culturas residuales.
Exposiciones desde miradas Eurocéntricas.
Discursos entre civilizado y primitivo.
Homogenización occidentalizante de lo
multicultural.
Se considera al «otro arte» como arte inferior a
pesar de reconocerle su «derecho a la diferencia»,
un arte incomprensible pero exótico.
Hegemonismo curatorial: El comisario curador
como zar intercultural, explorador poscolonial, que
incluso podía llegar a convertirse en una suerte de
autócrata de los contactos entre artistas diferentes.
Mirada etnocentrista
en lo que se
consideró nuevos
relatos del
«descubrimiento».
Fomentado desde
occidente.
5. Discurso descolonizador
Intentan vertebrar y articular una cultura de la diferencia no
occidental, una cultura de descentramientos y desfiguraciones no
excluyentes, sino incluyentes que tiende (como plantea Homi K.
Bhabha) a diluir las fronteras en experiencias intersubjetivas y
colectivas.
La diferencia vista desde el punto de vista desde el «uno» (no
occidente) como el «otro» (occidente).
6. El objetivo no es reclamar cuestiones de «identidad», sino liberar a su
arte de toda etiqueta de exotismo y primitivismo que, en último
término es sinónimo de naïf.
La universalidad no es propiedad exclusiva de ninguna civilización
porque solo se reconoce en la relación de todas las civilizaciones. El
verdadero multiculturalismo, supone el reconocimiento, sin el cual
cualquier conciliación universalizante resulta estéril o ilusoria, del otro
en su identidad y en su alteridad (Ery Cámara).
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Santa Fé Nuevo
México
Estados Unidos
7. El objetivo no es reclamar cuestiones de «identidad», sino liberar a su
arte de toda etiqueta de exotismo y primitivismo que, en último
término es sinónimo de naïf.
La universalidad no es propiedad exclusiva de ninguna civilización
porque solo se reconoce en la relación de todas las civilizaciones. El
verdadero multiculturalismo, supone el reconocimiento, sin el cual
cualquier conciliación universalizante resulta estéril o ilusoria, del otro
en su identidad y en su alteridad (Ery Cámara).
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