Exposición en la que se alternan fotografías y construcciones fotográficas creadas a partir de ellas. Se trata de una reproducción y de una recreación de aspectos de Myanmar. Texto del catálogo de presentación de la muestra "Reproduciendo / Recreando Myanmar".
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Reproduciendo / Recreando Myanmar. Texto de catálogo.
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REPRODUCIENDO / RECREANDO MYANMAR
La fotografía es una forma de revelación de los secretos del mundo exterior, pero,
al tiempo, es un modo personal de insinuación e interpretación; remite a ese exterior
empírico visible, no obstante, a la vez, refiere al universo subjetivo de quien la captura
y, posteriormente, de quien participa de ella; es una reproducción de la realidad, mas,
simultáneamente, es una manipulación particular; es la apropiación de un instante
fugitivo, aunque, igualmente, en la mente de su capturador es la dilatación del
contenido de ese momento congelado… Es así, sencillamente, porque la realidad es
objetiva a la par que subjetiva para cada cual, porque la cámara que captura el
momento instantáneo se interpone entre el objetivo objeto a fotografiar y el subjetivo
ojo-mente que percibe. Esta situación que aporta la fotografía por su carácter
pretendidamente reproductor de objetividad subjetivizada, me ha venido dando pie
durante estos últimos años a subjetivizarla más aún, recreando realidades
fotografiadas mediante construc-ciones fotográficas o ficticios instantes; sin embargo,
en esta ocasión me he propuesto asociar y alternar imágenes que son fruto de la
actuación fotográfica de reproducción (mimética, aunque mediatizada por el autor) con
otras que lo son de la de recreación (explosión de libertad expresiva personal).
Esta presente muestra, gestada en un viaje a Myanmar -la antigua Birmania-,
aunque el proyecto expositivo y su título eran previos a dicha vivencia, se compone de
cuarenta trabajos de dos tipos muy diferentes, relacionados entre sí uno a uno; de
manera que veinte son fotografías variadas que reproducen diferentes realidades
birmanas (personas, construcciones, paisajes y objetos) y otras veinte son construccio-
nes fotográficas, heterogéneas también, creadas a partir de cada una de dichas fotos y
de otras capturas de realidades de ese interesantísimo país asiático igualmente. La
exposición está organizada, consecuentemente, por parejas de obras conformadas por
una fotografía, tomada de la realidad aunque con algún leve retoque, y un trabajo de
construcción en el que esa fotografía -su par- cuenta con notoria relevancia;
consistiendo en un imaginativo ejercicio plástico y narrativo en el que voy alternativa-
mente reproduciendo y recreando ese exótico lugar, de ahí que la exposición se titule
“Reproduciendo / Recreando Myanmar”.
Las partículas verbales que he empleado en la denominación de esta muestra -
reproduciendo y recreando- tienen cierta identidad semántica, dado que reproducir
significa hacer que algo se produzca o exista de nuevo, volver a producir una cosa,
pues, copiarla o imitarla, y recrear en una de sus acepciones tiene asimismo como
significado producir de nuevo algo, imitar o reproducir un modelo (ofrecer una imagen
lo más fiel posible de algún ambiente, acontecimiento, personaje, etc.); no en vano, en
su origen latino (reproducere y recreare) poseen un componente léxico común: el
prefijo /re/ (repetición, hacia atrás), y tanto el término /producere/ como /creare/
significan crear, causar, producir…; sin embargo, recrear aquí se apoya en otras
acepciones más precisas, como son: crear o producir una cosa a partir de otra ya
existente, y alegrar, entretener, distraer o deleitar, puesto que etimológicamente
recrear significa causar placer o diversión, como experimentan los escolares en su
cotidiano recreo. Así, pues, reproduciendo Myanmar estoy plasmando detalles de ese
país que he fotografiado con mi cámara, como si estuviera copiándolos, imitándolos o
haciendo que existan de nuevo en la imagen capturada, y recreando Myanmar estoy
creando elementos o particularidades inexistentes en la realidad birmana, partiendo de
los sí existentes y fotografiados (existentes en dicha realidad y en su testimonio
fotográfico) y, por añadidura, haciéndolo con deleite y satisfacción.
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Se trata de la primera ocasión en la que concibo una exposición presentando obra
propiamente fotográfica aunque, como comento, va acompañada de creaciones con
materiales fotográficos. Ya en las cinco exposiciones anteriores había ofrecido trabajos
fotográficos elaborados con fotografías, así como en las dos anteriores a estas junto
con esculturas policromadas en relieve y exentas, pero nunca había mostrado
fotografías en su sentido propio, es decir, capturas de realidades con algún leve
retoque o sin ellos. A propósito de esta parte fotográfica, y concretamente en referen-
cia a la primera de las imágenes: “Aseo y colada”, me comentaba J. NOGUÉ -un buen
amigo pintor y fotógrafo- con su habitual acertado criterio, que “la potencia de esa
imagen es por si misma una obra de arte y no necesita más elaboración o
interpretación para ser valorada”. Ciertamente esas veinte fotografías, al igual que una
selección de ochenta que muestro en mi blog, pueden considerarse obras (con el
relativo arte que puedan entrañar) perfectamente autónomas y, por consiguiente, no
precisarían de artificios. Lógicamente ésta es una opción suficientemente válida e
interesante, pero mi preferencia ha sido evidentemente alternar esta presencia
“natural” con otra elaborada, porque entiendo que ésta no solamente no anula la
originaria sino que puede enriquecerla en el conjunto del plan de exposición, o, al
menos, plantear una visión distinta. Una fotografía es una especie de ready made,
tanto en cuanto ambas manifestaciones plásticas suponen tomar realidades existentes
tal cual, sin interven-ciones, o con alguna mínima actuación, que cuentan con cierto
carácter de sugestión para quien las captura y presenta; pero mi propuesta plástica
consiste en crear realidades nuevas, lo mismo en el campo escultórico-pictórico que
en el fotográfico, en elaborar construcciones tanto con múltiples materiales sólidos,
objetos y pintura, o sucedáneos de la misma, como con fotografías diversas, en
transformar las cosas generando, al tiempo, nuevos significados. En el caso de esta
exposición, además, se hace más evidente el sentido didáctico que acompaña
habitualmente a mi trabajo, puesto que al confrontar una fotografía con una
construcción fotográfica que la incluye (al cotejar tareas de reproducción y de
recreación de diversos modos) ofrezco una muestra de lo que se puede originar con
ella en el plano plástico así como en el discursivo.
Sabía que la visita a un país lejano, muy diferente de los de mi entorno próximo
europeo más conocidos por mí, es decir, a un lugar exótico por definición, me ofrecería
cuantiosísimos estímulos de gran riqueza; por lo que me resultaba una ocasión ideal
para desarrollar este tipo de proyecto, en el que desvelara algunas de mis vivencias en
el país asiático visitado, trabajando precisamente a partir de plasmaciones fotográficas
de esas vivencias, tanto de las tomadas como referencia, como de las utilizadas, junto
con ellas, en la obra construida. La actividad fotográfica, que te enseña a mirar el
mundo visible de un modo distinto a como se hace directamente, que te permite
reparar en aspectos que pasan desapercibidos cuando no tienes la pasión fotográfica,
que te revela detalles cuando la imagen está ya registrada que no habías visto ni
siquiera a través del objetivo o de la pantalla del instrumento fotográfico, que posibilita
apropiarte de lo capturado superando obstáculos de privacidad, al tiempo que te
facilita ser voyeur, que incluso te fuerza a ser dúctil a lo que sucede ante tus ojos… te
impulsa a vivenciar la realidad de una manera más intensa, de forma que más que
hacer fotos las vives, más que ser mero testigo o espectador de lo que acontece eres
un experimentador entusiasta que te impregnas de lo que estás viviendo y haciendo.
Por consiguiente, mi experiencia de Myanmar inevitablemente ha estado mediatizada
por el uso de la cámara fotográfica; experiencia que revivo, renuevo y enriquezco
cuando me pongo a revisar mis archivos de imágenes con el propósito de crear
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construcciones fotográficas con ellas y desarrollar el presente proyecto expositivo;
actividad esta última que, en buena medida, es la que justifica mi interés por la
fotografía, de lo que se desprende que sobre todo me atrae hacer fotos tanto en
cuanto ello me permite efectuar posteriormente con ellas un trabajo creativo.
Como expresaba anteriormente, el segundo miembro de cada par de los trabajos
aquí presentados se crea partiendo del primero, pero eso es así desde el punto de
vista material, no necesariamente desde el ideativo o especulativo. En algunas de las
parejas ha sido efectivamente la fotografía base -o la imagen real que reproduce- la
que me ha estimulado a idear un proyecto concreto de trabajo que he ido concretando
en una construcción fotográfica, procediendo de la concreción a la abstracción y de
esta, de nuevo, a la concreción. Este ha sido el caso, por ej., de “Pescando en el Lago
Inle” y “Pescando en un lavabo” (págs. 11 y 12), de “En la pagoda de Kuthodaw. Entre
archivos del libro en piedra” y “Esta no es como la barca del sermón de Buda” (págs.
21 y 22), o de “Recogimiento en la pagoda de Shwedagon” y “Recogimiento” (págs. 29
y 30). Concretamente, respecto de “Recogimiento” (ver su ficha técnica, pág. 60 -
solamente ofrezco ficha técnica de las obras construidas-), desde que vi al personaje y
lo fotografié supe que lo convertiría en protagonista de una construcción fotográfica,
aunque no determiné de qué modo. Fue en el período en el que estaba confeccionan-
do este tipo de obras cuando al ver la fotografía empecé a concebir una idea narrativa
y compositiva, de modo que con ella iba buscando las fotografías donde recontextuali-
zar a la cándida mujer (el paisaje y el lugar donde sentarla), y al seleccionarlas e iniciar
la ejecución de la obra iba perfilando y madurando sobre la marcha dicha idea y el
título (seleccioné un paisaje con un árbol y una plantación de girasoles, junto con un
baúl cerrado con una inscripción procedente de un templo, por el juego plástico que
me permitían y por los contenidos simbólicos que encerraban -contenidos de los que
participaban el bolso de mano y la botella de agua que acompañaban a la mujer en la
foto originaria-). Una vez colocada sobre el baúl en el paisaje, determiné cambiar el
cielo por otro más luminoso y sugestivo, eligiendo el que presenta, cuyas nubes me
pusieron en la pista de introducir en la escena la ventana, haciendo que una saliera
por ella, y de convertir un par de sus nubes en sorprendente follaje aprovechan-do las
dos ramas inferiores del árbol, elementos ambos estéticos que también aportan
contenido discursivo. El devenir de “Recogimiento” fue propiamente fluido pero lento,
sin embargo el de las otras dos construcciones citadas fue rápido. En otros pares de
obras el procedimiento de trabajo que he seguido ha sido justamente el contrario, o
sea, primero albergué una idea sin base material alguna, y al materializarla busqué en
mi archivo las fotografías que me permitieran plasmarla; luego las trabajé digitalmente
mientras iba definiendo el contenido expresivo, seleccionando finalmente una de ellas
con la que formara pareja, pasando de este modo de la abstracción a la concreción y,
nuevamente, a la abstracción. Así me he conducido, por ej., en “Pagoda de Hsinbyu-
me” y “En paralelo” (págs. 19 y 20), en “Viajeros” y “Recuerdo de Yangon” (págs. 39 y
40), o en “Trabajadora de varillas de incienso” y “Retablo humanizado” (págs. 41 y 42).
En esta última construcción (ver su ficha técnica, pág. 66), alumbré primero la idea de
montar una serie de budas en un retablo católico, pero la modifiqué al decidir emplear
en todas las obras solamente fotografía tomadas en Myanmar, sustituyéndola por la
ubicación de personas trabajando en un retablo budista; propósito que súbitamente me
proporcionó el título, antes de iniciar su ejecución, al pretender humanizar un retablo.
Enseguida me determiné por seleccionar fotos de hombres, mujeres y niños
efectuando trabajos, buscando la concurrencia de ambos sexos y del sector infantil
incorporado de hecho al mundo laboral; luego opté por que ellos ocuparan las
hornacinas de un lado, ellas las del otro y los menores las del centro; por último decidí
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que la escena de los trabajadores adultos se desbordara hacia delante -a veces
también hacia los lados-, mientras que la de los niños preferí que quedara contenida;
decisiones todas motivadas por el contenido de significado que iba definiendo y que
pretendía expresar. Por lo tanto, este fluir entre concreción y abstracción, o entre lo
material y lo ideal, no es puramente automático ni espontáneo, sino que en ambas
modalidades procedimen-tales las tareas conllevan necesariamente reflexión y un
ritmo de desarrollo en el que la selección de materiales y las ideas se van
determinando con la ejecución, con mayor o menor agilidad o lentitud; pero también
tiene en buena medida cabida el azar en el proceso, transitando, pues, la realización
de cada obra construida armónicamente entre ambos polos, entre la reflexión y el azar
-o inversamente entre el azar y la reflexión-. En cada obra construida, así pues, se
produce un devenir donde múltiples procesos de concreción y abstracción se alternan
o simultanean de forma enlazada (sea el origen uno u otro), hasta que queda
concluida. Por consiguiente, como he manifestado en otras ocasiones, la metodología
de trabajo que sigo en este tipo de obras plásticas es la misma que empleo en la
construcción de esculturas policromadas.
En las tomas fotográficas que ofrezco aprovecho e intento rentabilizar las
características de versatilidad, ambigüedad, hibridación y heterodoxia que brinda la
fotografía, pero sobre todo lo hago en los simulacros de realidad construidos con
imágenes tomadas de ella. Si bien la fotografía propiamente dicha es un proceso
sencillamente sustractivo (piénsese en el tópico popular que la define como un “robo”
de una parte de lo real), la construcción fotográfica que practico en los otros trabajos
elaborados responde a un proceso aditivo, al igual que el otro tipo de creación plástica
que genero ausente en esta muestra, lo que me permite un mayor aprovechamiento y
explotación de esas propiedades inherentes a la actividad fotográfica. Por otra parte, el
enriquecimiento plástico que se produce redunda asimismo en el narrativo; no es
casual que mientras que la foto es en sí misma testimonial -más testimonial que
discursiva-, la construcción digital deja de serlo para posicionarse en el plano
discursivo, sin vaciarse naturalmente de su componente estético puramente plástico.
La cámara fotográfica, con su logro de reproducción objetiva del mundo visible, había
conseguido liberar desde finales del s. XIX a la pintura y a la escultura de la tarea de
tener que producir semejanza, mímesis u objetividad representativa y las abrió a
nuevas e ilimitadas posibilidades expresivas. Algo parecido es lo que me propongo,
pero respecto de la misma fotografía, con estas subjetivas recreaciones de Myanmar,
asociadas a sus correspondientes objetivas reproducciones como recurso comparati-
vo, que descontextualizan libremente de su entorno diversos fragmentos de realidad
para conformar una nueva realidad inventada.
A propósito de realidades y de vivencias personales de ellas, no quiero concluir
este texto de presentación de la exposición sin agradecer a las componentes del grupo
del viaje (Gumer -la promotora y principal organizadora- Cristi, Asumpta, Manel, María
Ángeles, Rosa Mari, Carmen, Teresa, Montse, María y Senda -la guía-) su buen
talante, ya que hicieron posible que la experiencia del recorrido por Myanmar fuera
muy agradable y exitosa; sensación de satisfacción que estimula la realización de
nuevas salidas y la concepción de inéditos proyectos expositivos basados en la
actividad fotográfica que mantenga durante esos posibles viajes.
El Sauzal, Diciembre de 2016
Luis J. Ferreira Calvo