El documento resume los atentados terroristas ocurridos en Berlín y Buenos Aires en la década de 1990, que tuvieron como blanco a líderes kurdos y las embajadas de Israel e instituciones judías. La justicia alemana condenó a varios funcionarios iraníes de alto rango por el atentado en Berlín en 1997, incluidos dos que ahora son acusados por el atentado a la AMIA en Argentina en 1994. A pesar de involucrar a los mismos acusados, la causa en Argentina no ha llegado a una condena después de
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AMIA: Mismos acusados en Alemania y Argentina, por Rosendo Fraga
1. AMIA: mismos acusados en Alemania y Argentina
Feb-15-13 - por Rosendo Fraga
En abril de 1992 tuvo lugar el atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires y en julio
de 1994 el que sufrió la sede de la AMIA. Pero entre ambos, en setiembre de 1992, cuatro líderes
kurdos -son una minoría en Irán como en Irak y Turquía y reclaman su reconocimiento como
nación- fueron asesinados en el restaurante Mykonos de Berlín. Ello tuvo lugar cinco meses
después del atentado contra la sede de la Embajada israelí en Argentina y veintidós antes del
atentado contra la AMIA.
En julio de ese año de 1992, funcionarios iraníes y europeos habían acordado realizar un diálogo
crítico respecto a la cuestión kurda, el que finalmente se realizó en diciembre como estaba
previsto, pero dichos asesinatos condenaron la iniciativa conciliadora al fracaso.
La justicia alemana inició una acción judicial por la cual el 10 de abril de 1997, antes de
cumplirse los cinco años del atentado, fueron condenados cuatro iraníes por el mismo los
asesinatos y absuelto sólo uno: el tribunal sentenció que la cúpula política de Irán había ordenado
el atentado.
Dos de aquellos condenados están hoy acusados por la justicia argentina por su responsabilidad
en el atentado de la AMIA: Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, entonces Presidente, y Ali Akbar
Velayati, que se desempeñaba como ministro de Relaciones Exteriores.
Velayati es hoy asesor en asuntos internacionales del Ayatollah Ali Khamenei, máxima
autoridad político-religiosa de Irán y otro de los condenados por la justicia de Alemania.
Es así como en la primera mitad de los años noventa tienen lugar atentados terroristas en Berlín y
Buenos Aires, aunque en ésta última de mucha mayor magnitud por la cantidad de víctimas y el
significado institucional de los lugares atacados.
En ambos casos se ponen en marcha acciones judiciales a partir de la misma acusación: que el
máximo nivel del gobierno iraní ha ordenado los atentados. Por esta razón, el núcleo más
relevante de los acusados es el mismo. Pero en el caso alemán se llega a una condena firme antes
de cumplirse los cinco años y en Argentina en cambio se van a cumplir dos décadas no sólo sin
condena, sino buscando un cuestionado acuerdo con el gobierno iraní que, en los hechos, puede
alejar y no acercar el esclarecimiento de las responsabilidades.
Puede plantearse que los sistemas jurídicos de Argentina y Alemania no son los mismos y es
cierto, pero ello no invalida que el segundo país llegó a la condena y en cambio en el nuestro la
causa se frenó y ahora entra en una etapa de negociación.
El antecedente alemán es importante para el caso de la causa en Argentina por varias razones:
hay una sentencia firme en un caso análogo donde varios de los acusados son los mismos;
aparece comprobado para la justicia alemana un caso de terrorismo contra un enemigo político
interno del gobierno iraní, como son los kurdos; y en el caso argentino el uso del mismo tipo de
acción contra un enemigo externo, que es Israel.
Es otra perspectiva para ver que el acuerdo con Irán entorno a la causa AMIA, que el Ejecutivo
ha enviado al Congreso para su aprobación, no es ni la única ni la más conveniente decisión
frente al problema.