1. Las debilidades de la educación en Panamá <br />La falta de acceso a la educación es uno de los factores principales de la terrible pobreza que existe en varias regiones del país<br />El 8 de septiembre de este año, el Banco Mundial (BM) anunció que ha aprobado un préstamo de 35 millones de dólares para mejorar la calidad de la educación básica en las comunidades urbanas y rurales más pobres de Panamá, a través de la rehabilitación de las escuelas, la expansión de la educación preescolar y el fortalecimiento de la capacidad administrativa del Ministerio de Educación.<br />Es el primer proyecto para educación que el BM otorga a Panamá. El proyecto incluye mejorar y expandir la infraestructura escolar en Panamá, remplazar las llamadas escuelas ranchos de las áreas rurales, ampliar acceso a la educación preescolar en áreas pobres, expandir el proyecto ‘‘Telebásica’’ para educación secundaria en lugares donde no hay escuelas, crear bibliotecas escolares, dar libros de textos bilingües a 37 mil niños indígenas, y proporcionar adiestramiento y materiales de enseñanza a profesores. Este proyecto beneficiará a un 60% de los niños y niñas de Panamá que cursan la escuela primaria y secundaria, particularmente a quienes viven en áreas pobres y remotas, dijo Donna Dowsett–Coriolo, directora del Banco Mundial para Centroamérica, en un comunicado.<br />El proyecto me parece estupendo y muy necesario, aunque siempre dudo de la ejecución práctica de estas obras. Pero lo que encontré más interesante es el diagnóstico que el Banco Mundial hizo de la educación panameña como parte de preparar el préstamo. Ese diagnóstico revela que la educación en Panamá no está tan mal como yo temía, por más que sufra de debilidades, ineficiencias y desigualdades.<br />(Todas las cifras que siguen son tomadas de dos análisis preparados por el Banco Mundial, uno fechado 10 de agosto de 2000 y el otro 29 de febrero de 1996.)<br />Según parece, el Gobierno de Balladares redujo lo que el Estado panameño gastaba en educación como porcentaje de su presupuesto. En 1997, el Gobierno panameño gastó 10.8% de su presupuesto en educación, lo que –según el BM– se compara desfavorablemente con el 16.3% que se dedicó a ese renglón en 1990. Aún así, lo que Panamá gasta en educación es un nivel aceptable. El resultado de esa inversión estatal en la educación, señala el BM, es que Panamá tiene maestros muy bien pagados (uno de los niveles salariales más altos del hemisferio), clases relativamente pequeñas (un promedio de 25 estudiantes por maestro) y una infraestructura bastante buena.<br />El problema, entonces, no es tanto la falta de recursos como las ineficiencias e inigualdades de nuestro sistema educativo. El BM señala tres inigualdades graves: Primero, así como la pobreza en Panamá es muchísimo más aguda en las áreas rurales e indígenas, hay poco acceso a la educación en estas áreas. Entre la falta de escuelas secundarias, el poco énfasis en educación bilingüe (español y lengua indígena) y otros problemas, la población indígena en Panamá completa cuatro años menos de escuela que la población no indígena. En San Blas, solo el 64.6% de los niños pequeños están matriculados en escuela primaria, situación que el BM atribuye a pobreza y dificultad de acceso a la escuela. Obviamente, esta falta de acceso a la educación es uno de los factores principales en la terrible pobreza de esas áreas.<br />Segundo, Panamá gasta demasiado en educación universitaria y no suficiente en educación pre–escolar y primaria. A pesar de que se sabe que la educación pre–escolar tiene repercusiones muy positivas a lo largo de la carrera estudiantil, los niños panameños tienen menos acceso a kinder y pre–kinder que los niños de países parecidos. Por otro lado, el financiamiento público de la educación universitaria en Panamá se come casi la tercera parte del presupuesto educativo pero beneficia a solo el 10% de los estudiantes, con el agravante de que muchos de los estudiantes universitarios (que pagan casi nada) vienen de familias que pueden pagar una porción mayor del costo de esa educación universitaria. En otras palabras, el presupuesto educativo panameño deja de darle enseñanza básica a muchos niños pobres para darle educación universitaria gratuita a personas que no necesitan ese subsidio estatal. Es una inversión estatal que favorece a los de altos recursos a expensas de los pocos recursos, señala el BM; en palabras sencillas, esto quiere decir que es una estrategia estatal para beneficiar a los ricos a expensas de los pobres.<br />Tercero, a los niños pobres les falta dinero para comprar textos escolares y no hay bibliotecas escolares que los proporcionen gratuitamente. Para estudiantes de secundaria hay un sistema de becas pero es ineficiente.<br />Además de las inigualadas, el sistema educativo panameño padece de ineficiencias. Según el BM, una de las principales ineficiencias es que, aunque los maestros están bien pagados y preparados, esa preparación no siempre está bien enfocada en la tarea que van a tener. Ocurre, por ejemplo, que aunque tres cuartas partes de los maestros enseñan clases con multi–grados, no se les da adiestramiento alguno sobre las técnicas pedagógicas para ese tipo de enseñanza. El resultado es que los niños en estas clases reciben una educación de calidad inferior, señala el BM. Debido a la pobre enseñanza y otros problemas, a los niños panameños les toma un promedio de 13 años completar un ciclo educativo que debiera ser de solo nueve años.<br />Los documentos del BM que revisé para este artículo no dan atención al contenido de la educación panameña, más que para plantear muy de paso que se depende excesivamente de memorización. A mí me inquieta la posibilidad de que las escuelas públicas panameñas no solamente dependan excesivamente de técnicas pedagógicas obsoletas sino que también tengan un curriculum obsoleto, sin relación alguna con las realidades laborales del nuevo milenio o con las necesidades de cada estudiante. Si esos son los problemas verdaderos de la educación panameña, todos los préstamos del mundo no harán nada por mejorarla. <br />Por eso, me parece que una parte esencial del proyecto sería la creación de un sistema para medir la calidad de la educación panameña. El análisis preparado en 1996 por el BM recomendaba esta medida –que tildaba de controversial– pero no encuentro mención del tema en los documentos que he recibido sobre el proyecto que se acaba de aprobar. Aunque en otros países esto se ha estado haciendo por mucho tiempo –siempre con controversias sobre el diseño y el impacto del esquema de medición– en Panamá nunca se ha intentado recolectar información para analizar el funcionamiento de nuestro sistema educativo. Lamentablemente, observó el BM en 1996, la poca información que hay sugiere que la calidad es baja.<br />Esa posibilidad tenemos que encararla directamente, midiendo lo que haya que medir y componiendo lo que haya que componer. Además de que los niños panameños merecen por lo menos eso, nuestra sobrevivencia económica como nación lo requiere. <br />