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oco
Agroprocesos:
TumacoCristianCaicedo
Por: Paola Martínez Fotos: Andrés Valbuena
Sus socios lo dejaron cuando consiguieron una
mejor oferta de trabajo, quebró dos veces y tuvo
que vivir en medio de dificultades de orden público.
Aun así, Cristian Caicedo Laurido superó la crisis y
hoy lidera una empresa que le da trabajo a 280
familias en el Pacífico colombiano.
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2. Si alguna vez ha visitado uno de los res-
taurantes de la cadena Wok, habrá observa-do
que su listado de proveedores se extiende a
los diferentes rincones del país, donde se
gestan las luchas diarias de los campesinos y
cultivadores. Incluso, en la carta aparecen sus
rostros, pues esta marca ha querido convertir-
los en protagonistas de sus Platos. Es el caso
de Cristian Caicedo, nacido en una vereda de
Tumaco, Chajal, hace 36 años.
Pero, ¿cómo llegó a este puesto de honor? “Un
día, las personas de Wok llegaron a la Cámara
de Comercio de Tumaco preguntando
dor conflicto ocasionado por los cultivos
ilícitos. Por eso, le apostó al coco como el
producto que iba a ocupar el lugar de
estos últimos a través de la sustitución.
El camino estuvo lleno de tropiezos, pero tal
vez ver desde pequeño cómo su madre, una
pequeña y hábil comerciante, luchaba sin tre-
gua, lo llevó a guerrear por su cuenta en vez
de conseguir un empleo. Luego de terminar su
bachillerato, ingresó al servicio militar para
tener un sustento económico y, finalmente,
entró como pudo a la Universidad de Nariño a
estudiar ingeniería agroindustrial. “Cursar esta
carrera era una decisión inteligente, por-que el
agro estaba en pleno auge”, recuerda.
“El verdadero emprendedor no espera los
recursos para emprender, sino que emprende
y luego busca los recursos. Incluso, sabe que
para ganar hay que perder”.
por empresas que comercializaran coco, en-
tonces nos llamaron. La negociación duró un
año, porque debíamos implementar los están-
dares de calidad que exige esta cadena. Pero
ellos creyeron en nuestro trabajo y gracias a
esto pudimos avanzar”, cuenta Caicedo. Este
modelo de negocio ha permitido ampliar las
esperanzas y oportunidades de muchos de los
que se mueven en el mundo del agro.
Para llegar a conquistar clientes como
este, Cristian realizó una tarea ardua, pero
valió la pena. Él pudo cumplir su sueño de
sacar adelante a la gente de su tierra, que
vivió por años en medio del devasta-
Sin embargo, al graduarse el panorama era
otro. En menos de una década Tumaco se
había convertido en un lugar con una di-fícil
situación de orden público. De ser un
municipio muy rico en recursos naturales, se
había transformado en una zona atestada de
cultivos ilícitos. Pese a esto, en el 2003 Cris-
tian y dos socios más decidieron comerciali-
zar coco. El resultado: tras un par de meses,
las deudas no se hicieron esperar.
Uno de los socios consiguió empleo y
abandonó el proyecto. Al mes se fue el otro
y Cristian se quedó solo. “Quebré porque
hacía de gerente, mensajero y vendedor; no
me pude poner al frente del negocio.
Además, entendí que vender coco no me
3. aportaría mucho”. Tenía que convertir esta fruta en un producto innovador y no solo
ofrecerlo en su estado natural.
Una vez claro el nuevo rumbo que debía to-mar, llegaron cuatro socias que le aportaron un aire diferente
a la empresa: sus hermanas, quie-nes también tenían el talante de Cristian. En el 2005 lograron participar
en la convocatoria del Fondo Emprender del Sena y consiguieron 80 millones de pesos, con los que
montaron la primera planta en Tumaco para fabricar su pro-ducto estrella: el coco deshidratado.
Si bien esta idea parecía tener una base sóli-da, vino la segunda quiebra, porque en Tumaco no
había cultivadores de este producto. Seduci-dos por el dinero de lo ilícito, nadie quería cul-tivar
legalmente. Pero ese camino pronto mos-tró sus efectos: “Los pobladores aprendieron la lección,
porque muchos de los que estuvieron vinculados a la ilegalidad vieron morir a algún miembro de su
familia”, recuerda Cristian.
El premio a la tenacidad
Por fortuna, el Gobierno y otros organismos nacionales e internacionales como la FAO pu-sieron
su interés en la región y apoyaron un trabajo de reforestación. El coco, el cacao, la madera y el
plátano volvieron a ser sembrados. Y Agroprocesos, la empresa de Cristian, fue un garante del
cambio porque asumió la responsa-bilidad de comprar toda la materia prima que se produjera. Ahora
sí llegaría la recompensa a tanto valor, firmeza y determinación.
En el 2011 recibieron la distinción del pro-grama Destapa Futuro de la Fundación Ba-varia,
que les mereció cerca de cien millo-nes de pesos, con los que abrieron su planta en Palmira,
Valle, y fortalecieron su negocio. Agroprocesos hoy en día cuenta con más
4. • Nombre comercial: Procesos Agroindustriales del
Pacífico
• Fecha de creación: 17 de noviembre del 2007
• Sector al que pertenece: agroindustria
• Productos que ofrece: coco deshidratado natural,
• coco deshidratado azucarado, coco rallado tostado,
• hojuelas de coco caramelizado y leche de coco
• Países de operación: Colombia
• Sedes: Palmira y Tumaco
• Empleados: 17 directos y más de 280 familias
• productoras de coco
• Mercado actual: Pasto, Cali, Guayaquil y Bogotá
• Países donde venden productos: Ecuador y Colombia
• Patentes o derechos de autor: N/A
• Número total de productos desarrollados: 5
• Ventas: 2008: $ 180.000.000 2009: $ 180.000.000
2010: $ 234.000.000 2011: $ 400.000.000 瑴
2012: $ 600.000.000
• Proyección a cinco años: fortalecer las plantas de Palmira
• y Tumaco, consolidar los productos en Estados Unidos y
• fortalecer el empleo, pasando de 17 a 85 puestos directos
• y de 210 indirectos a 1.650
productos de valor agregado: coco deshidra-tado natural, coco deshidratado
azucarado, coco rallado tostado, hojuelas de coco cara-melizado y leche de coco.
Además de ser un emprendimiento que in-volucra laboralmente a 280 familias, ha apren-dido una
gran lección: innovar para crecer. Aunque Cristian y sus hermanas no revelan los secretos de
laboratorio que están gestando en el momento, nos adelantaron que han buscado ayuda en Proexport
para, de la mano de esta en-tidad, llegar al mercado estadounidense. Y todo esto gracias a que tienen
claro que emprender significa mucho más que dinero e inversión; también se trata de apoyo y
capacitación.
“En el emprendimiento todo es una cadena, en la que muchos actores se ven involucrados y
beneficiados. Voy a resumir mi historia: al Sena le debemos la planta de Tumaco; a Bavaria, la
de Palmira; a empresas como Wok, nuestro crecimiento, y a mis hermanas, lo que hemos
logrado”, concluye este tumaqueño.