ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
Selectividad junio 2012
1. Selectividad Junio 2012-2013 Reserva a) Opción B
PAU COMENTARIO DE TEXTO Y
LENGUA CASTELLANA Y
LITERATURA
Junio 2013. Examen de Selectividad
Reserva a). Opción B
La prueba
OPCIÓN B
Texto
LA CARBONERILLA QUEMADA
En la siesta de julio, ascua violenta y ciega,
prendió el horno las ropas de la niña. La arena
quemaba cual con fiebre; dolían las cigarras;
el cielo era igual que de plata calcinada.
...Con la tarde, volvió –¡anda, potro!– la madre.
2. El pinar se reía. El cielo era de esmalte
violeta. La brisa renovaba la vida...
La niña, rosa y negra, moría en carne viva.
Todo le lastimaba. El roce de los besos,
el roce de los ojos, el aire alegre y bello:
— «Mare, me jeché arena zobre la quemaúra.
Te yamé, te yamé dejde er camino... ¡Nunca
ejtubo ejto tan zolo! Laj yama me comían,
mare, y yo te yamaba, y tú nunca benía!»
Por el camino –¡largo! –, sobre el potrillo rojo,
murió la niña. Abiertos, espantados, sus ojos
eran como raíces secas de las estrellas.
La brisa jugueteaba, ensombrecida y fresca.
Corría el agua por el lado del camino.
Ondulaba la yerba. Trotaban los pollinos,
oyendo ya los gritos de los niños del pueblo...
Dios estaba bañándose en su azul de luceros.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Historias [para niños sin corazón]
Cuestiones
1. Señale y explique la organización de las ideas
contenidas en el texto. (Puntuación máxima: 1.5 puntos).
2.
2. a. Indique el tema del texto. (Puntuación máxima: 0.5
puntos).
2. b. Resuma el texto. (Puntuación máxima: 1 punto).
3. Realice un comentario crítico del contenido del texto.
(Puntuación máxima: 3 puntos).
4. Analice sintácticamente la siguiente oración:
Trotaban los pollinos, oyendo ya los gritos de los niños
del pueblo.(Puntuación máxima: 2 puntos).
5. Exponga las características de las distintas tendencias
de la poesía lírica española del siglo XX hasta 1939. Cite
los autores y obras más representativos. (Puntuación
máxima: 2 puntos).
3. Cuestión 1: Estructura y organización
de ideas
El texto es un poema completo de Juan Ramón Jiménez,
de gran intensidad lírica basada en una breve y trágica
historia, de ahí que podamos decir que presenta una
estructura lineal o cronológica propia de los textos
narrativos. Así, pues, el texto se divide en tres partes:
Presentación, Nudo y Desenlace.
PRIMERA PARTE: PRESENTACIÓN. Primera Estrofa
(versos 1-4)
- Personaje principal: una niña.
- Localización espacio-temporal: verano muy caluroso en
el campo (espacio abierto).
- Inicio del problema o suceso que da pie al nudo: la niña
se ha quemado al prender sus ropas.
- Causa: La chica trabaja de carbonera (lo sabemos por el
título).
SEGUNDA PARTE: NUDO. Segunda y tercera estrofas
(versos 5-14).
4. - La madre de la carbonerilla aparece montada en un
potro, y se la lleva moribunda al pueblo, en un camino que
se hace largo.
- La niña se dirige a ella en acento andaluz occidental,
expresándole la angustia que había pasado esperándola
mientras trataba de sobreponerse a las graves quemaduras
que ha sufrido.
TERCERA PARTE: DESENLACE. Cuarta y quinta
estrofas (versos 15-22).
- La niña muere antes de llegar al pueblo.
- La vida sigue, bella y bulliciosa, pero la niña ha muerto:
ya está con Dios.
Cuestión 2: Tema y resumen
TEMA:
a) Aséptico: Muerte de un niña carbonera tras quemarse en
un accidente.
b) Lírico: Manifestación lírica del dolor y la soledad de
una niña carbonera tras accidente trágico.
RESUMEN:
Una niña que ejerce de carbonera sufre un accidente al
prender sus ropas y se quema. En soledad, sufre el dolor
físico producido por las quemaduras, en pleno verano
andaluz, y el emocional, mientras el alrededor continúa
bello y bullicioso, espléndidamente alegre y vivo. La
madre, montada en un potro, no llega a tiempo para
salvarla: muere antes de llegar al pueblo. Todo siempre
desde dos puntos de vista: el de una voz poética, que
parece portavoz de la naturaleza y de los sentimientos que
5. suscitan esta dramática situación, y el de la propia niña,
sufriente y moribunda.
Cuestión 3: Comentario crítico
La carbonerilla
quemadaes un poema de Juan Ramón Jiménez, uno de
los mayores exponentes de la poesía española de todos los
tiempos. Máximo representante del Modernismo poético
en España, su producción lírica fue tanto extensa como
intensa, de modo que no solo escribió mucho, sino
asimismo con un grado de perfección formal y estética sin
parangón, tanto que consigue una evolución personalísima
que le lleva del Modernismo elegante y preciosista al
endiosamiento creador y con un grado mayor de
abstracción, y siempre con un poderoso y personalísimo
estilo.
Juan Ramón Jiménez es, además de por su poesía,
conocido internacionalmente por su obra lírica en
prosa Platero y yo, de la que se cumple este año de 2014
su centenario, libro para niños que llega a todos los
públicos, transido de ternura y vida, trasunto de vivencias
y experiencias del propio autor. El moguereño, además,
redescubre y promociona a Bécquer, traduce obras del
6. inglés al español (especialmente a Tagore) e influye
notablemente en la vida cultural e intelectual de la España
de principios de siglo XX. Su sensibilidad hacia los niños
se manifiesta no solo en la obra de Platero y yo, sino
asimismo en el recuerdo idílico de su infancia, cuyo
mundo rehace en su poesía, y en su labor para amparar
huérfanos y niños desvalidos durante el tiempo que estuvo
en Madrid en plena Guerra Civil; lo que contrasta con que
no pudieran tener hijos su esposa Zenobia Camprubí y él.
En el poema La carbonerilla quemada vamos a encontrar
estos elementos, modernismo, naturaleza andaluza e
infancia, juntos, en un poema de un lado reconocible como
juanramoniano, pero de otro un tanto atípico.
El poema es atípico en Juan Ramón Jiménez por
diversos motivos. Desde luego, La carbonerilla
quemada no sería un poema-tipo que escoger para
ejemplificar, si es que eso se puede, la poesía del andaluz.
Para empezar, siendo un texto intensamente lírico, adopta
la forma de una narración en verso. En realidad, existen
versos eminentemente líricos, sobre todo en la personal
descripción del paisaje (por ejemplo, los versos 6 y 7: El
pinar se reía. El cielo era de esmalte / violeta. La brisa
renovaba la vida...), pero lo cierto es que, en general, la
voz poética nos está contando una historia (narración) con
una postura lírica, desde una visión poética.
Nos está contando una historia, porque desde el
principio nos sitúa en un espacio y un tiempo donde
suceden unos hechos: el primer enunciado del texto,
compuesto de menos de dos versos, nos sitúa en un verano
tórrido, junto a un horno, y nos da brevemente cuenta de
que las ropas de la carbonera, que es una niña, se han
quemado. Es una auténtica presentación de una narración.
El resto de la estrofa se recrea en la naturaleza que, por
7. otra parte, como ya hicieran los románticos, es reflejo del
sentir y el dolor de la propia niña. Toda la primera estrofa
es una distorsión o mezcla unísona entre la naturaleza y el
alrededor y el suceso acaecido a la chiquilla: la arena
quemaba, el verano era tórrido, en plena hora de la siesta,
hasta el dolor, y esto no es otra cosa, a la vez, que el dolor
y el calor extremo que sufre la niña al quemarse. El sonido
de las chicharras, insecto asociado al calor y el verano,
pero asimismo al de una brevísima vida (es un tanto un
presagio), duelen, porque es el sonido que escucha la niña
mientras se duele de sus gravísimas y dolorosísimas
heridas.
Por esta visión, por cómo se cuentan los hechos y por
lo que se omite, no podemos dejar de decir que el poema
es lírico sin paliativos, por más que aparezca una historia,
y que el elemento central sea un "personaje" (la niña) y su
sufrimiento. No hay narrador, hay voz poética que nos da
la visión lírica de unos hechos. Belleza y sentimiento
trágico y dolido son los elementos centrales del texto, y
además en consonancia.
El carácter narrativo del poema se manifiesta en que
podemos contar narrativamente lo que ha sucedido. En
pleno verano andaluz, a la hora de la siesta, una niña
trabaja de carbonera en un horno, una infancia, por cierto,
que contrasta notablemente con la propia infancia de Juan
Ramón, sin necesidades, llena de luz y experiencias
reposadas y positivas que él transforma en dulcemente
melancólicas. Aquí, el personaje principal es una niña que
debe estar trabajando, una infancia negra como el propio
carbón que maneja. Y la fatalidad aparece: las ropas de la
niña se prenden y sufre quemaduras a la postre mortales.
Sucede, entonces, una de las mayores paradojas, no de la
literatura, sino de la vida misma, pues encontramos juntos
8. trabajo, dolor inmenso, sufrimiento en soledad y muerte
junto a infancia, inocencia, niña que clama por su madre.
La madre acude tarde, probablemente porque tardan en
avisarla, porque los caminos son difíciles, porque el
caballo va lento o, quién sabe, y esto es lo más seguro,
porque la madre es ignorante de todo y es cuando va a
recogerla cuando la encuentra tratando de sobreponerse a
quemaduras intensas. Lo cierto es que estas son de tal
calibre que hasta los propios besos de su madre, que
imaginamos rota de dolor, besos tardíos, le hacen daño,
cualquier roce produce dolor en la chiquilla. Su madre
trata de llevarla al pueblo, pero no consigue alcanzarlo a
tiempo. Antes de llegar, la niña expone, con característico
acento andaluz occidental, y con la inocencia de un niño
que explica lo que los adultos ya saben como si no lo
supieran, toda su experiencia de dolor: que trató de apagar
sus quemaduras con arena sin éxito, casi excusándose; que
la llamaba y no aparecía por ninguna parte; que las llamas
la envolvían; y sin apenas usos de adjetivos y sintagmas
valorativos, y solo a través de estas sencillas palabras,
podemos comprender racional y emotivamente lo que le
pasó y sufrió esta niña y lo que en realidad oía e
interpretaba esa madre. Una circunstancia absolutamente
intolerable e insoportable para cualquier ser humano con
una pizca de sensibilidad: el dolor y el sufrimiento mortal
de un niño, y cuánto más difícil si es tu propio hijo.
La niña muere antes de llegar al pueblo.
Y si ya es terrible este hecho, a poco de pensarlo, Juan
Ramón nos lo hace vivir con mayor emoción a través de
elementos de contraste: el alrededor parece insolentemente
indiferente (brisa agradable, crepúsculo bello, niños
jugando, ...) y la chica muere un poco antes de llegar al
pueblo, lo que acrecienta, seguro, el dolor de la madre, que
9. por poco consigue llegar a tiempo.
Por la extensión, su cierto carácter narrativo que
acabamos de comentar, el tono y otros elementos, cabría
decir que este poema nos recuerda un tanto a los
romances, que desde la Edad Media hasta nuestros días se
cultivan en español y que tan presentes están en nuestra
tradición poética. Sin embargo, el poema no es un
romance. Se trata de un poema compuesto a base de
pareados, de modo que todos los versos riman; coincide,
eso sí, con el romance en el número par de versos totales y
la extensión del poema. Los versos son alejandrinos, lo
cual separa el poema de la tradición popular y del romance
(del verso octosílabo), tratándose de un verso largo más
propio de los poemas cultos. El alejandrino es muy
cultivado por Juan Ramón Jiménez, mostrando una gran
maestría en su uso. No son los versos alejandrinos,
estrictamente, de 14 sílabas, sino de 7+7, con una cesura
justo en la séptima sílaba, y aplicándose en el primer
hemistiquio las mismas normas métricas que para un verso
independiente. Precisamente es así el quinto de este
poema: ...Con la tarde, volvió –¡anda, potro!– la
madre. Si contásemos las sílabas sin tener en cuenta la
cesura, no nos sale de catorce
sílabas: ...Con/la/tar/de,/vol/vió__-
¡an/da,/po/tro!-/la/ma/dre harían un total de 12 con
sinalefa, 13 sin ella; en ningún caso 14. Pero al
encontrarse la cesura justo tras volvió, el
hemistiquio ...Con la tarde, volvió es de 6+1=7 sílabas:
sumamos una más por ser volvió palabra aguda. En todo
caso, habría que fijarse especialmente en el ritmo versal
para escuchar la cadencia triste y contundente del poema,
acorde con la tragedia de su contenido; no es este el lugar
ni disponemos de tiempo suficiente para ello, por lo que lo
10. dejamos apuntado.
Por otro lado, la preponderancia de lo lírico sobre lo
narrativo se acentúa al quedar difusos los detalles. No
conocemos el nombre de la niña, su profesión la sabemos
por el título, no sabemos el nombre del pueblo y el texto
está centrado en los momentos más sentidos de la historia.
En definitiva, hay de trasfondo una historia que no se
desarrolla en un argumento, que, en el fondo, es lo que
diferencia al género lírico del narrativo y el dramático.
Este poema es un poema de contrastes. Están por todas
partes. Ya hemos hecho alusión a la aparición de cierta
narrativa difusa en la preponderancia lírica, y a la paradoja
de asociar muerte y sufrimiento con infancia. Pero hay
muchas más. Por ejemplo, encontramos preciosismo y
belleza propia del Modernismo, con un crepúsculo de
atardecer violeta incluido, en los que tan bien se manejaba
Juan Ramón Jiménez, pero asimismo hay intensidad
emocional y tragedia física y sentimental al presentarnos
el horror contenido de una niña que agoniza y muere.
Pero, en lugar de mostrarnos a la madre llorando mientras
intenta salvarla (solo se sugiere que la besa al encontrarla,
y esos besos le duelen, pues la chiquilla se encuentra en
carne viva), el mayor contraste es la insolente indolencia
de la naturaleza y la vida, que se nos hace insoportable al
saber del sufrimiento de la chiquilla: brisa suave, pinos
que ríen (personificación), niños a los que se les escucha
jugar alegres. Estos momentos dulces y agradables de la
vida circundante son expresados con recursos propios del
Modernismo poético, predominando las sensaciones,
especialmente visuales y sonoras, pero también el tacto. El
contraste se da en que esta exquisitez de la naturaleza y
también de sentimientos puros (los besos de la madre)
agreden a la niña herida, tales son sus quemaduras. Juan
11. Ramón, además, se vale de ellos, como cuando califica a
la niña derosa y negra, con adjetivación de color que
transmite algo tan poco Modernista como la carne infantil
tiznada del carbón, en primera instancia, y la carne viva,
todo su cuerpo hecho herida, y las quemaduras negras en
su cuerpecito, en segunda. Esto está escrito con toda la
intención por parte del poeta, quien aprovecha incluso los
recursos poéticos (Modernismo y exquisitez junto con
llaneza de la expresión oral y viveza radical propia del
Romanticismo y tradiciones anteriores; verso culto y rima
asonante; etc.).
Además del contraste, de lo que se
expresa sin decir, de aquello que está junto a eso otro que
parece tan distinto, el poema está lleno de comparaciones
(el cielo era igual que de plata calcinada), metáforas
(Dios está bañándose en su azul de luceros), complejas
sinestesias (el roce de los ojos) y otros tropos y figuras de
contenido. Pero también, y muy significativamente, el
símbolo, o expresiones susceptibles de ser interpretadas
como tales.
De otra parte, es de reseñar (y esto vuelve a ser un
contraste con los elementos preciosistas del Modernismo)
el hecho de que no solo reproduce en estilo directo las
palabras de la niña, sino que intenta plasmar el acento
andaluz, acudiendo a la j implosiva (a final de sílaba) para
representar la aspiración de la s y a la z para marcar el
ceceo propio de las zonas rurales de provincias andaluzas
occidentales como Huelva, Sevilla o Cádiz, e incluso a
12. grafías innecesarias, como la y por la ll o la bpor la v,
irrelevantes en lo que hace a la pronunciación. Las
palabras que terminan en s, como verbos en 2ª persona o
plurales, aparecen en algunos casos con ausencia de
sonido (yama por llamas o benía por venías, por
ejemplo). Se presentan desapariciones de consonantes
intervocálicas con tildes bien puestas (quemaúras) y la
reiteración anafórica de mare en lugar de madre, propio
del habla coloquial andaluz en su variedad occidental. La
lengua oral aparece antes, casi como un documento sonoro
en el ¡anda, potro!, que es lo que la mujer va diciéndole al
animal para que vaya más deprisa, y que se entremete al
vivo dentro del verso como un pequeño inciso.
El uso ambiguo y de varia interpretación, a la vez, del
léxico es reseñable. Cuando dice Por el camino –¡largo!
–, sobre el potrillo rojo, tal vez el camino al pueblo sea
largo, no lo sabemos: al ir el adjetivo en paréntesis se
señala la percepción de la extensión del camino desde la
angustia (se hace largo; la niña no llegará viva a su destino
de salvación), se le hace a la madre, y al ir entre
exclamaciones se trata de plasmar dicha angustia, tal vez
callada. Y el potrillo es rojo porque debe de ser de un
marrón rojizo, pero se dice rojo para recordar el fuego, el
ardor de muerte en la niña, el ardor emocional de la madre
angustiada. Hablaremos de esto al final del comentario.
No es posible un rastreo exhaustivo de la gran cantidad
13. de figuras retóricas, tanto de forma como de contenido,
usadas aquí, así que terminamos este comentario
comentando dos muy llamativas. En primer lugar, desde
un punto de vista formal, el poema no se divide en estrofas
aunque lo parece, sino en párrafos. El poema es un
conjunto de once pareados de rima asonante que se
distribuyen en bloques con apariencia de estrofas, pero no
lo son (no siguen normas de rima o tipo de verso). El
último verso, como conclusión, queda solo: la niña está
con Dios. Juan Ramón usa magistralmente en toda su
producción poética la distribución versal (encontramos
sonetos a la inglesa, o con medios versos de los tercetos
junto con los cuartetos en sus Sonetos espirituales, por
ejemplo) y de los encabalgamientos de todo tipo, así como
el uso de los puntos suspensivos para marcar silencios o
lapsos de tiempo (la segunda "estrofa" comienza por ellos
para indicar que la madre tarda en llegar, desde el
accidente -la hora de la siesta- hasta el final de la tarde).
14. El otro recurso es el doble o triple plano interpretativo.
Ya aparece en el primer verso, que ponemos de ejemplo y
fácilmente se encontrará en el resto del poema: En la
siesta de julio, ascua violenta y ciega, se describe
mediante esta metáfora la hora más calurosa del verano
andaluz como un ascua(ardiente) violenta (calor
insoportable y dañino) yciega, como la justicia (es así
para todos). Pero en un segundo plano interpretativo nos
anticipa y también se refiere al fuego del horno sobre la
niña: un calor inmenso, virulento y tan ciego que agrede a
una inocente niña. Se aplica a ambas realidades. O, en esa
misma "estrofa", cuando se dice, ahora con un símil,
que la arena quemaba cual con fuego, se dice porque es
así (la arena está muy caliente) pero al tiempo nos ilustra y
apunta a aquello a lo que se referirá la niña: que trata de
apagar los fuegos que la agreden revolcándose en la arena,
doliéndole toda su piel y carne viva por ello, y siendo
ahora la fiebre una clara imagen del sufrimiento de la niña
y una sensación muy ilustrativa pero a un tiempo tan
contraria a la sensibilidad modernista. Pero sensación clara
y puesta al vivo. Y esto son solo dos sencillos ejemplos de
un poema complejo y con muchas opciones interpretativas
por desvelar.
Cuestión 4: Análisis de oración
15. La oración es:
Trotaban los pollinos, oyendo ya los gritos de los niños
del pueblo.
Se trata de una Oración Compuesta por Subordinación.
El verbo principal, y núcleo de toda la Oración
es Trotaban, pues está en forma personal. Su sujeto es los
pollinos y oyendo ya los gritos de los niños del pueblo lo
consideramos un CCM/Prop. Sub. Adv. Modal. No
obstante, podría considerarse Temporal,pues oyendo ya
los gritos de los niños del pueblo puede interpretarse
como ...mientras oían ya los gritos de los niños del
pueblo.