Manejo del Dengue, generalidades, actualización marzo 2024 minsa
Eunucos
1.
2. eunucos,
entreel
divismoy
elcomplot
Cercanos al poder o alejados de él por la misma
característica, la castración, los eunucos han
disfrutadodelprivilegioosufridolamarginación
en distintos períodos de la historia.
Pedro García Luaces, periodista
3. 44 historia y vida
u
na noche de 1776, en el teatro
de la ciudad italiana de Forlì,
se representaba la ópera Arta-
jerjes. En una de las arias prin-
cipales, cuando Arbacio se di-
rige hacia la muerte sacrificándose por su
padre,GasparePacchierottiinterpretócon
tanto sentimiento que la orquesta se de-
tuvo progresivamente, dejando su voz a
capela. Pacchierotti se asomó al foso sor-
prendido y, al interrogar al director, este
soloacertóadecir:“Estoyllorando,señor”.
El caso no es excepcional. Cuentan que
Farinelli y Senesino coincidieron en Lon-
dres en 1734 y que un astuto productor
quiso unirlos en el escenario. Farinelli
representaba a un príncipe encarcelado y
Senesino a su malvado carcelero, pero
cuando el primero terminó de entonar
un aria conmovedora y desesperada,
Senesino, saltándose el libreto y la credi-
bilidad de su personaje, se abrazó al “di-
vino Farinelli” y no le soltó hasta que el
público terminó su ovación.
Pacchierotti, Senesino y Farinelli eran
capones,hombrescastradosensuinfancia
que conservaban el timbre aniñado y una
extraordinariacapacidadparalosagudos.
Un virtuoso como Farinelli podía llegar a
abarcar tres octavas, alcanzando a un
tiempo los registros de tenor y soprano.
Educados desde niños en severos conser-
vatorios, los castrati dominaban además
toda clase de refinamientos y acrobacias
vocales:saltos,trinos,pasajes,mordientes,
apoyaturas... Al parecer, el castrato Bala-
tri era capaz de imitar el canto de un rui-
señor, mientras que Domenico Annibali
llegaba sin afectación al fa sobreagudo.
Farinelli, que solo alcanzaba el re sobrea-
gudo, podía prolongar una nota durante
más de un minuto sin respirar.
Sin embargo, todos aquellos dones no es-
taban exentos de contrapartidas. La mu-
tilación de sus genitales orillaba de pron-
to al niño en una suerte de tercer género,
sin la menor certeza de que aquello se
vierarecompensadoconunavozangélica,
lo que ocurría, como mucho, en un 10%
deloscasos.“¿Hayquemutilaraloshom-
bres para darles una perfección que no
teníanalnacer?”,sepreguntabahacia1770
la irlandesa Sara Goudar, implacable de-
tractora de los eunucos, a quienes no du-
daba en calificar de monstruos. Y es que
la misma operación que podía afinar la
4. historia y vida 45
eunucos
voz del castrado traía una serie de secue-
lasfísicas,comolatendenciaalaobesidad
de la zona abdominal y las caderas, el au-
mento del pecho, el alargamiento de las
piernas y los pies, el estrechamiento de la
pelvis y la fragilidad de los huesos.
Aunque hubo eunucos realmente bellos,
como Luigi Marchesi o Farinelli, en oca-
siones aparecían como hombretones mal
ensamblados, de rasgos pueriles, cuerpos
orondosyvozafeminada,quedespertaban
la burla o el desprecio. Para el intelectual
iraquí Al-Jahiz (ss. viii-ix), el eunuco ad-
quiría por la castración “un hedor más
intenso y repugnante”. El viajero francés
Maximilien Misson (ss. xvii-xviii) les lla-
maba“mutiladosconvozdeniñaymentón
marchito”, mientras que el escritor galo
Pierre-Jean Grosley (s. xviii) aseguraba
con sorna que habría preferido “una voz
comúnenuncuerpoordinario”.Enlíneas
generales,ladeloseunucos–inclusolade
losdivosypoderosos–hasidounahistoria
de soledad, víctimas del recelo de una so-
ciedad que ha querido verlos como seres
imperfectos, codiciosos, deshonestos, dé-
biles, lascivos y traidores.
Lamismaanomalíaquelesprivabadeuna
vida normal les abrió las puertas del tem-
plo, el teatro, el palacio y el harén. Todos
los círculos de poder estuvieron a su al-
cance, y reaccionaron a veces como leales
servidoresyotrascomointrigantesycons-
piradores. La falta de atributos viriles no
mermabasuscualidadeshumanas,aunque
podíahundirlesenunaespeciede“melan-
colía senil” –como la describió en 1983 el
musicólogo Rodolfo Celletti en su Storia
del belcanto– debido a la falta de testoste-
rona, que les hacía parecer resignados y
serviles. Al fin y al cabo, fue esa docilidad
lo que buscaba el hombre primitivo cuan-
do decidió aplicar a los prisioneros de
guerralamismaoperaciónconquedomi-
naba la agresividad de las bestias. Así na-
cieron los primeros eunucos.
castraciónycivilización
Los casos más antiguos de castración hu-
mana que se han registrado se remontan
a la época de los sumerios, y se ubican en
la ciudad textil de Lagash durante la III
dinastía de Ur (2120-2003 a. C.). Las fá-
bricas de lana y fieltro se nutrían de mu-
jeres esclavas que trabajaban junto a sus
La peligrosa práctica de emascular en distintos pueblos
demasiadoCerCadeLamuerte
métodos brutales
La castración no solo ha sido una opera
ción aberrante para el paciente, sino,
además, una de una extraordinaria letali
dad. Los antiguos sumerios emascula
ban con hojas de pedernal u obsidiana,
anestesiaban con vino y empleaban una
mezcla de agua y cerveza caliente para
curar la herida. Los romanos dominaban
distintas técnicas, como el arrugado, o
aplastamiento de los testículos, que se
hacía con niños de corta edad tras un
baño caliente para reblandecerlos, o la
torsión, que consistía en retorcer los tes
tículos y atarlos con una cuerda para
atrofiarlos. Los musulmanes, que emas
culaban por compresión o amputación,
fueron los primeros en cauterizar las he
ridas. Antes de ello, empleaban aloe y re
sina para detener la hemorragia.
altísima mortalidad
En tiempos de los castrati, las operacio
nes no eran más seguras. Dependiendo
de la pericia del cirujano, la letalidad po
día llegar al 80%, y nunca bajaba del
20%. En el mejor de los casos, uno de
cada cinco niños perdía la vida. En la Ita
lia del siglo xviii se castraba por aplas
tamiento, tras un baño de leche para
ablandar los testículos, o por amputa
ción, en cuyo caso se sumergía al niño
en agua helada para cerrar la herida. Co
mo rudimentaria anestesia se empleaba
vino u opio, o se comprimía la carótida
del paciente para desmayarle.
La misma anomaLía
queLesPrivabadeuna
vida normaL Les
abrió Las Puertas deL
PaLacio y eL harén
el guardia delharén,r.vonambros,s.xix.enla
pág.anterior,eunucoenunrelieveasirio,s.viii a.C.
5. 46 historia y vida
hijas, mientras que los hijos, al llegar a
cierta edad, eran castrados y enviados a
ocupaciones que requerían más fuerza
física. Aquellos primeros eunucos tenían
una baja consideración social, aunque al-
gunoslograronocuparposicionesdecon-
fianza. Los sumerios observaron que la
castración privaba al eunuco de toda as-
piración a perpetuarse y hacía de él un
individuo sin ligazones, lo cual facilitaba
su gobierno. Preocupados solo de su pro-
pio beneficio, bastaba con colmarlos de
atenciones para ganarse su lealtad.
Escribió el griego Jenofonte que Ciro el
Grande disponía de una guardia personal
de300eunucosenlosqueconfiabaciega-
mente.Elpersaentendíaqueningúnhom-
brequeamasemásaalguienquealpropio
reyleseríacompletamentefiel.ParaCiro,
sololoseunucos,privadosdemujerehijos,
podíanentregarseporenteroasupersona.
Sirvieron a Ciro eunucos leales, pero su
teoría estaba lejos de ser infalible, como
comprobaría su nieto Jerjes. Murió mien-
tras dormía a manos del capitán de su
guardia, a quien el eunuco Mitrídates in-
filtró en su cámara privada.
Peor aún fue el caso del eunuco Bagoas,
quellegóasergeneraldelosejércitosper-
sas en tiempos de Artajerjes III. Acaparó
tal poder que se dedicó a poner y quitar
reyes, envenenando al Monarca y luego a
suhijoArses.Bagoasera,segúnelromano
PlinioelViejo,elnombregenéricoquelos
persas daban a sus eunucos, por lo que no
debemos confundir a aquel traidor con el
jovenBagoasdecuyagallardíaquedópren-
dado Alejandro Magno, que le convirtió
en su amante. Una de las cualidades más
apreciadasdeleunucopersaeralabelleza,
y por eso no eran extrañas las relaciones
eróticas con sus señores.
Sin embargo, precisamente para evitar
estasrelaciones–frecuentesentremaestros
yefebos–,losgriegosemplearonaeunucos
como tutores de sus hijos, confiados en
que no tratarían de seducir a sus retoños.
Del griego eunouchos (guardianes del le-
cho) procede el término eunuco, aunque
estos no participaron en las instituciones
helenas, ni los griegos contaban con ha-
renes que custodiar. Su presencia había
llegado en buena medida a través de los
sacerdotes eunucos del templo de Arte-
misa –situado en la vecina ciudad de Éfe-
so, en Turquía– y de los cultos frigios a la
Diosa Madre, muy extendidos en las ciu-
dades griegas de Asia Menor.
sangreeneltemplo
Cuandoelreinofrigiodominabalapenín-
sula de Anatolia, surgió un culto ligado a
la idea de fecundidad que vio su mayor
esplendorenlaciudaddePesino(hoyBa-
llihisar).Allíseelevóuncélebresantuario
en honor a la diosa Kubila, que griegos y
romanos conocerían como Cibeles. Los
sacerdotes consagrados al culto a Kubila
realizaban rituales de autocastración y
enterrabanlosgenitalesamputadoscomo
símbolo de fertilidad. La veneración a la
Diosa Madre se convertía a menudo en
una liturgia sangrienta, donde los sacer-
dotes,conocidoscomogalli,sepracticaban
incisionesenbrazosylabiosmientrasbai-
laban ritualmente como si estuvieran en
trance, hasta llegar a un clímax en el que
algunos se mutilaban el sexo.
Según los cronistas romanos, el culto a la
diosa Cibeles entró en la ciudad del Tíber
en tiempos de la segunda guerra púnica,
enelsigloiiia.C.Enfrentarseaunenemi-
go colosal como el cartaginés Aníbal me-
recía toda la ayuda divina que pudiera
reclamarse, y un oráculo sibilino habría
aconsejado convertir Roma en la encruci-
jadadetodoslosdioses.Aquellossacerdo-
tes no fueron, sin embargo, los primeros
emasculados que pisaron la península
itálica. Por aquel entonces, la vieja y liber-
tinaRomayaconocíaelusolascivoquelos
persasdabanasuseunucos.Lospreferidos
para aquel placer doméstico eran los spa-
dones, eunucos a los que solo se había ex-
tirpado los testículos y que agradaban
tanto a hombres como a mujeres.
Elderechoromanoprohibíalacastración,
aunque se mostraba permisivo con el trá-
fico de esclavos eunucos, lo que en cierto
modo incentivaba las emasculaciones
clandestinas. Los eunucos nunca estuvie-
ronbienconsideradosenRoma,peromu-
chos de ellos alcanzaron puestos notables
como intermediaros, consejeros o confi-
sin asPiración a PerPetuarse, coLmarLos de
atenciones bastaba Para Ganarse su LeaLtad
cibeles consucompañeroatis,relievedels.ii a.C.aladcha.,bautismodeuneunuco.Catedraldeamberes.
6. historia y vida 47
eunucos
dentesdelosemperadores.Enlahistorio-
grafía pasada, incluso se los incluyó entre
los responsables de la decadencia del Im-
perio, como hizo el historiador británico
Edward Gibbon en el siglo xviii. No obs-
tante,elpodereinfluenciadeloseunucos
en Roma no pueden compararse con los
quealcanzarían,porejemplo,enConstan-
tinopla, donde vivieron una etapa que
podría calificarse de cierto esplendor.
ascensoenoriente
En el Imperio romano de Oriente podían
accederatodoslosaltoscargosreligiosos,
militaresopolíticos;soloeltronolesesta-
bavetado.Conocemoselcasodeeunucos
bizantinos enormemente ricos, como An-
tíoco y Calopodo, que donaron su gigan-
tescafortunaalaIglesiaortodoxa.Conun
fenomenal desempeño en los asuntos de
la corte, los eunucos bizantinos formaron
unaespeciedelobbypalaciego.Amenudo
obraron en su propio provecho, lo que les
dio fama de ambiciosos e intrigantes. Su
proximidad al poder hizo que muchos bi-
zantinos castrasen a sus hijos con la espe-
ranzadeotorgarlesunfuturomejor.Según
estimó el cronista francés Foucher de
Chartres, que visitó Constantinopla en
tiemposdelaprimeracruzada(1096-99),
habría por entonces no menos de veinte
mil eunucos en la ciudad.
Contodo,aquellamodabizantinanollegó
al extremo de lo ocurrido durante la di-
nastíachinadelosMing(1368-1644),que
llegó a registrar cien mil eunucos, de los
que setenta mil se agrupaban en Pekín.
Esta abundancia llevó a muchos a situa-
ciones de marginación, cuando el empe-
radordeturnodecidíaaligerarsunómina
de consejeros emasculados. Al final del
período Ming surgiría la figura de Wei
Zhongxian, el eunuco más influyente de
la historia de China. El emperador Tianqi
le puso al frente de su gobierno, delegan-
do en él todas sus funciones. Su poder fue
enLacortebizantina
formaronunaesPecie
deLobbyPaLacieGo,y
aLGunosseLabraron
famadeintriGantes
7. 48 historia y vida
Los Castrati, personajes tan geniaLes Como, a menudo, CapriChosos
unabiennutridanóminadedivos
Comparados con ángeles cantores, requeridos en las más distinguidas cortes europeas, amados y perseguidos por las damas, los
castrati no pudieron –ni generalmente quisieron– evitar caer en la vanidad y el divismo, que les llevaban a mantener rivalidades y ca-
prichos difícilmente soportables. Estos fueron los grandes castrati y sus personalidades.
Farinelli,
el divino
Además de ser, qui-
zá, el más virtuoso
de todos, Farinelli (en
el centro) tiene el ho-
nor de haber sido el
más querido y admira-
do tanto por humildes
como por poderosos,
pues además de su
voz inigualable tenía
una excepcional cali-
dad humana. Fue,
eso sí, un auténtico
divo, que recibía
atenciones más allá
de lo estipulado.
CaFFarelli,
el terrible
Por talento pudo ser el
segundo de los grandes
castrati, aunque por
carácter ocuparía, sin
duda, el último lugar. Va
nidoso, arrogante y vio
lento, despreciaba a sus
admiradores, a sus com
pañeros e incluso a los
mecenas y empresarios
que lo contrataban.
salimbeni, el Cotizado
Pese a morir a los 39 años, el más joven en desaparecer, forma
parte del panteón de oro de los castrati. Acogido en la corte de
Berlín, llegó a cobrar uno de los salarios más altos de su época. Su
salud siempre fue deficiente. Falleció cuando regresaba a Italia.
niCColino, el preCoz
Debutó a los 12 años, lo que le convirtió en el más joven de los
grandes castrati conocidos. Su gran virtud, aparte de su voz,
era su expresividad en la interpretación, lo que lograba tanto
con el rostro y la sutil mirada como con sus delicados gestos.
Se vio colmado de distinciones a lo largo de su carrera.
marChesi,
el bello
Encantador y bien
proporcionado, las
mujeres solían llevar
colgantes y adornos
con su efigie. Sin lle-
gar al extremo de
Caffarelli, tenía un
carácter antojadizo,
y en una ocasión se
negó a cantar delan-
te del mismísimo
Napoleón.
velluti, el
vanidoso
El último gran castra-
to, ya en el s. xix. Aún
dotado del divismo de
los antiguos, se negó
a cantar ante la prin-
cesa de Gales por la
humareda de las lám-
paras de aceite y las
velas del escenario,
asegurando: “¡Mi gar-
ganta vale más que
una reina!”.
matteuCCio, el longevo
Fue uno de los castrati
que mejor cuidó su voz,
y por eso prolongó su ca-
rrera hasta bien entrados
los 70 años, cuando aún
cantaba cada sábado en
una iglesia de Nápoles.
Dicen que, con el ego por
las nubes tras una gira
triunfal por Alemania, ale-
gó una falsa indisposición
para no acudir a la llama-
da del virrey de Nápoles.
8. historia y vida 49
eunucos
tangrandequeWeiquisoperpetuarlocon
un hijo, acaso la única ambición que le
habíasidovetada.Obsesionadoconlaidea
de un heredero, llegó a probar, por pres-
cripción de su médico, un brebaje con el
cerebro de siete hombres ejecutados. En
1627, la prematura muerte de Tianqi le
apartó del poder. Fue denunciado por sus
crímenes y desterrado, y antes de que pu-
dieran juzgarle, optó por quitarse la vida
ahorcándose con su propio cinturón.
Durante el califato abasí, la ciudad de
Bagdad alojó a más de once mil eunucos,
empleados en el servicio en palacio, el
cuidado del harén y no pocas veces tam-
bién el desahogo sexual. Los más apre-
ciadoseranloseslavosylosafricanos.Los
musulmanes no solían emascularse por-
queteníanunaltoconceptodelavirilidad
ultraterrena, dada la perspectiva de un
paraíso repleto de huríes, pero sí fueron
activos comerciantes de eunucos. Sin te-
ner un especial apego por ellos, les enco-
mendaron el más alto de los servicios: la
custodia de los santos lugares del islam
en las ciudades de Medina y La Meca.
Según testimonios, aún quedan unos po-
cos representantes de aquella casta de
eunucos guardianes de lo sagrado que
inició su misión en el siglo xii.
Los reinos cristianos también acogieron a
eunucos en sus cortes, aunque su estatus
no alcanzó el de otras civilizaciones, al
menos durante el Medievo. Con el inicio
de la Edad Moderna, el descubrimiento
en algunos de ellos de excepcionales cua-
lidades para el canto –ya conocidas y tra-
bajadas en los coros bizantinos hasta la
caída de Constantinopla en 1204– les
permitiría ascender a los más exclusivos
espacios sociales y artísticos de Europa,
que ocuparon durante casi dos siglos.
lasvocesangelicales
El fenómeno de los capones –lo que en
Italia se llamaría castrati– aparece regis-
trado en España al menos medio siglo
antes que en el resto de Europa. La cate-
draldeBurgosanotóensusactasde1506
la admisión en el coro de un mozo “capo-
nado”quetenía“buenavoz”.Lairrupción
de la música polifónica y la prohibición
dequelasmujerescantasenenlostemplos
–“Que las mujeres callen en la congrega-
ción”, había dicho el apóstol san Pablo–
llevó a las iglesias a cubrir con niños el
puesto de tiples. El problema de los pe-
queños era que a los 15 o 16 años les mu-
daba la voz y no ya servían para el me-
nester.Estoseevitabaconlaemasculación
a una edad temprana, generalmente
entre los ocho y los nueve años.
sinteneresPeciaLaPeGoPoreLLos,baGdadLes
encomendó La custodia de LuGares santos
el sultán ysufavoritaentreeunucos.miniatura,
s.xviii.BibliotecadelmuseoCorrer,venecia.
9. 50 historia y vida
La Iglesia se mostró ambigua ante la cas-
tración. La condenaba, pero no dejó de
aprovecharse de ella para proveerse de
cantores para sus coros. El papa Clemen-
te VIII se mostró a favor de contar con
niños emasculados, e Inocencio XI, cono-
cido como el papa Minga por su carácter
brusco y ofuscado –minga significa no en
lombardo–, dejó clara su posición al re-
cibir una petición para casarse del castra-
to Cortona. Perdidamente enamorado,
Cortona alegaba que su operación había
sido defectuosa y no había perdido su
capacidad de procrear, a lo que el Pontí-
fice repuso en el margen de la misiva:
“¡Que le castren mejor!”.
El fin de la era de los castrati llegó con el
inicio de la Ilustración y el florecimiento
de la música romántica, que no dejaba
lugar a los artificios de los sopranistas.
Sin embargo, estos siguieron existiendo
hasta el siglo xix. La Iglesia empezó a
condenar tajantemente esta práctica a
finales de la centuria anterior, aunque
todavía en el xx habría un reducto para
los castrati: el Vaticano. La voz de Ales-
sandro Moreschi, el último castrato del
coro vaticano –se retiró en 1913– y el
primero y único en ser grabado, quedará
para la posteridad como una reliquia un
tanto descolorida, que insinúa o sugiere
lo que voces más dotadas e instruidas que
la suya podían llegar a hacer.
losúltimoseunucos
ElúltimoemperadordeChina,Puyi(1906-
67), indicó en sus memorias, publicadas
en 1964, que los eunucos fueron sus prin-
cipalescompañerosdejuegos,susesclavos
y sus primeros maestros. A los diez años
les azotaba por pura diversión, y con solo
siete, para probar su obediencia, ordenó
a uno de sus eunucos que ingiriese una
inmundiciadelsuelo.“Desdepequeñome
habían educado para que viera en toda la
gente súbditos y esclavos, a los que no de-
bía guardar ninguna consideración”, es-
cribía.UnodesusúltimoseunucosfueSun
Yaoting,quemurióen1996,alos94años.
En la recta final de su vida, el historiador
JiaYinghuaescribiósubiografía,enlaque
narra su servicio en la corte y el periplo
que vivió con la caída de la monarquía y
la proclamación de la República Popular.
CuentaJiaque,peseatodo,Sunsololloró
dos veces en su vida. La primera cuando
fuecastradodeniño,ylasegundacuando
sufamiliasedeshizodesutesoro,esdecir,
los restos extirpados, por temor a repre-
salias durante la Revolución Cultural.
Para el eunuco, unirse incompleto a sus
ancestros era un acto deshonroso que ha-
bría de traerle de nuevo a la tierra conver-
tido en “un gato o un perro”.
Con Sun Yaoting no murió el último de
loseunucos.Sabemosquealgunospueblos
africanos vinculados a la brujería “muti”
practican la mutilación ritual de los albi-
nos, cuyos miembros se venden por altos
precios por sus supuestas propiedades
mágicas. En India, miles de integrantes
de la comunidad de los hijras aún deam-
bulanporlascallesdeBombayofreciendo
resuCitadoporordenador
apuesta intrépida
En 1994 se estrenaba la película Farinelli
(Il castrato), una coproducción de tres
países que tenía el enorme reto de re-
producir con fidelidad la voz tantas ve-
ces descrita, pero nunca oída, del que
pasa por ser el mejor castrato de todos
LamejoraproximaciónalavozdeFarinellies¡unasumadedos!
los tiempos. Para lograrlo, el director tu-
vo que unir la voz del contratenor Derek
Lee Ragin y de la soprano Ewa Mallas-
Godlewska, y recurrir a los efectos digi-
tales para ensamblarlas y pulirlas. No en
vano, Farinelli era capaz de abarcar tres
octavas, cuando el registro habitual de
un cantante profesional se mueve entre
una octava y media y dos.
un prodigio téCniCo
La fusión digital de las dos voces fue
compleja. Tuvieron que reducirse los so-
nidos a tablas numéricas para encajarlas,
lo que supuso miles de cortes de monta-
je. El resultado es asombroso, aunque,
como apunta el catedrático de Musicolo-
gía Ángel Medina, “la banda sonora no
recupera lo irrecuperable”, porque el arte
vocal de los castrati, más allá de la am-
plitud de sus agudos, es imposible de re-
cobrar. Farinelli ganó el Globo de Oro a la
mejor película extranjera y fue nominada
al Oscar en la misma categoría.
La originalidad física de los capones pro-
cedía de la posición de su laringe, que no
descendía con la llegada de la adolescen-
cia, de modo que sus cuerdas vocales per-
manecían muy cerca de la cavidad de
resonancia, y el timbre no variaba. Las
cuerdas vocales de un castrato eran más
cortas que las de un hombre, pero más
largas que las de la mujer y, generalmen-
te, más musculosas –por lo mucho que
las trabajaban–, lo que producía un soni-
do claro, nítido y potente.
Se tiene noticia de los castrati en Italia
desde el ecuador del siglo xvi, y vivieron
su edad de oro una centuria después, con
el apogeo de la ópera barroca. En aquella
tierra nacerán los grandes virtuosos del
género –Farinelli, Caffarelli, Salimbeni,
Marchesi,Velluti...–,educadosenloscon-
servatorios de Nápoles y, en menor medi-
da, en los de Roma y Bolonia. Los castrati
italianos fueron estrellas a la altura de los
más grandes artistas de nuestro tiempo:
llenaban teatros, hacían giras triunfales
porEuropayvivíanlujosamente.Además,
susfigurasaniñadasyandróginasfascina-
ban a las mujeres del Barroco.
La iGLesia condenaba La castración, Pero no
dejódeProveersedecantoresParasuscoros
10. historia y vida 51
eunucos
suscantosybailesparabendecirlasbodas
y a los recién nacidos, mendigando una
limosna, maldiciendo o prostituyéndose
en relaciones homosexuales. Compuesta
por eunucos, transexuales, andróginos
y travestidos, la secta de los hijras es una
de las más desdeñadas del país. La con-
dición de eunuco no es indispensable
para alcanzar el estatus de hijra, basta
con la impotencia sexual.
Enlaactualidad,seestimaquesoloel10%
de los hijras son eunucos; algunos, fruto
de una ceremonia ritual de castración en
honor a su diosa, Bahuchara Mata, y el
resto, emasculados por bandas clandesti-
nasquepretendencontrolarelnegociode
prostitución que generan. En 2010, el mi-
nistrodelInteriordelestadodeArunachal,
Tako Dabi, propuso para integrarlos la
estrafalaria idea de crear un ejército de
eunucos para defender la frontera con
China, señalando que, en el pasado, estos
habían destacado por su lealtad.
Esclavos, sirvientes, heraldos, visires,
generales o artistas, la historia del eunu-
co ha sido siempre el resultado de un
desequilibrio de poder: el prisionero an-
te el vencedor, el niño ante el padre, el
hombreantelasecta.Enelsigloxviii,con
los castrati en la cumbre, corría por Italia
la observación jocosa de una dama ante
una actuación del gran Cusanino en Flo-
rencia:“Cantabien,tienevida,expresión,
pero se siente que le falta algo...”. Incluso
en la plenitud de su triunfo, los eunucos
aparecen en la historia como seres tragi-
cómicos, inferiores a los ojos de una so-
ciedad que nunca dejó de mirarles como
a hombres inacabados.
ensaYo
barbier, patrick. Historia de los castrati.
Buenos Aires: Vergara, 1990.
díaz sáez, José antonio. Eunucos. Histo-
ria universal de los castrados y su in-
fluencia en las civilizaciones de todos los
tiempos. Córdoba: Almuzara, 2014.
medina, ángel. Los atributos del capón.
Imagen histórica de los cantores castra-
dos en España. Madrid: Instituto Complu
tense de Ciencias Musicales, 2001.
Cine
Farinelli (Il castrato). (Francia, Italia, Bélgica,
1994). Dir.: Gérard Corbiau. Ints.: Stefano Dio
nisi, Enrico Lo Verso, Elsa Zylberstein.
para saber más
li lianying, eleunucojefedelaemperatrizchinaCixi,antecesoradepuyi,enunretratodefinalesdelsigloxix.