La colitis ulcerosa es la enfermedad inflamatoria intestinal más frecuente. Se diagnostica mediante una serie de criterios clínicos, analíticos, endoscópicos e histológicos. El tratamiento incluye aminosalicilatos, corticoides, inmunomoduladores e incluso cirugía en casos graves o refractarios. Se requiere un seguimiento periódico para controlar la enfermedad y posibles complicaciones.
2. La colitis ulcerosa es, de las enfermedades
inflamatorias intestinales, la más frecuente.
Antes de la introducción del tratamiento en los
años 50, fallecían en torno al 25% de los
pacientes.
3. El diagnóstico inicial surge, al estudiar a un
paciente con diarrea, con o sin rectorragia y
pérdida de peso. La enfermedad, además del
recto, puede afectar en continuidad a un
segmento variable del colon.
Por ello, para establecer el diagnóstico, se
deben reunir una serie de criterios
clínicos, analíticos, endoscópicos e histológicos.
4. La rectorragia es el síntoma principal; la diarrea suele ser
diurna. En muchas ocasiones, el paciente refiere que al
notar la necesidad de deponer sólo consigue expulsar
moco y sangre, los llamados esputos rectales. Son
bastante característicos el tenesmo rectal (sensación de
defecación incompleta) y la urgencia deposicional. Se
pueden dar manifestaciones como fiebre o pérdida de
peso, y dolor hemiabdominal izquierdo.
5.
6. Megacolon tóxico
Aparición de un cuadro tóxico asociado a una dilatación aguda del
colon, total o segmentaria, no obstructiva de todas las capas del colon
asociada con necrosis.Cáncer colorrectal
Los pacientes con CU de larga evolución tienen mayor riesgo
de cáncer colorrectal que la población general, habiéndose
descrito una prevalencia del 3,7%
Hemorragia masiva, perforación y estenosis
La hemorragia masiva es muy poco frecuente y ocurre en menos del 1% de los
pacientes con CU; aparece en pacientes con afectación extensa y puede requerir
cirugía.
7. Análisis de sangre y otros. En la valoración del paciente con sospecha
de CU solicitaremos una serie de determinaciones.
Hemograma : Puede ser normal en casos leve, pero también podremos
observar anemia (más frecuente ferropénica), la leucocitosis y la
trombocitosis en el estado inflamatorio, siendo a veces la primera un
marcador de gravedad.
Bioquímica hemática: El hallazgo de unos niveles bajos de potasio tiene
valor de mal pronóstico.
Hormonas tiroideas En casos sin rectorragia, un estudio de hormonas
tiroideas permite descartar diarrea por hipertiroidismo.
Análisis de heces : Encaminado a descartar que los síntomas se deban
a una infección, una parasitosis o una colitis pseudomembranosa (por
Clostridium difficile)
8. Radiografía simple: En todos ellos una radiografía de abdomen
simple, y a veces en bipedestación, que se repetirá durante la evolución
en casos graves.
Tomografía computarizada, ecografía y gammagrafía con leucocitos
marcados. Definen a veces la extensión de la enfermedad, de manera
no invasiva. Las dos primeras pueden ayudar en la detección de
complicaciones como la perforación.
Colonoscopia
En cualquier fase, la prueba básica es la colonoscopia. Se indica
generalmente en cuatro situaciones
9. En cuanto al diagnóstico diferencial, se debe hacer con las
enfermedades que cursen, al menos con dolor abdominal, diarrea o
rectorragias. Algunas de las más importantes son:
Síndrome de intestino irritable No presenta signos de alarma y las
exploraciones complementarias serán normales.
Colitis infecciosas
El problema más común se presenta con las colitis infecciosas entre los
principales patógenos destacan Shigella y Campylobacter.
Colitis pseudomembranosa producida por la toxina de Clostridium
difficile.
1. En pacientes inmunodeprimidos ( VIH, quimioterapia, trasplante) se
pueden producir infecciones intestinales por gérmenes oportunistas.
2. Algunos gérmenes responsables de enfermedades de transmisión
sexual (herpes simple, clamidias)
10. Antes de decidir el tratamiento a instaurar, realizar una valoración
general del paciente que incluya una revisión clínica con una adecuada
anamnesis acerca de la sintomatología y una exploración completa.
Aporte nutricional
En los brotes de la enfermedad, existe un aumento del catabolismo y de
los requerimientos energéticos del paciente, por lo que se debe valorar la
instauración de un soporte nutricional. Según la situación clínica, y de
forma individualizada, podemos optar por una dieta oral
convencional, nutricional enteral o nutrición parenteral. La decisión del
tipo de nutrición estará en relación con la gravedad del brote, la
tolerancia digestiva y las características del paciente.
11. Así, es frecuente la hipopotasemia en los brotes graves, es necesaria la
administración de folatos en caso de tratamientos a largo plazo con
salazopirina y debe administrarse calcio y vitamina D en todo paciente
que requiera corticoides. De igual forma, es importante prestar atención
a la posible ferropenia que requerirá tratamiento oral o intravenoso según
las circunstancias.
Prevención antitrombótica
Está indicada en los brotes graves y en los brotes leves moderados
asociados a otros factores de riesgo tales como inmovilización, patología
venosa profunda, obesidad, etc.
Antibióticos
Los antibióticos no han demostrado tener eficacia en la enfermedad.
16. Se entiende como enfermedad refractaria aquélla que se
mantiene en actividad pese al tratamiento con dosis plenas de
corticoides.
Tratamiento de mantenimiento
Una vez inducida la remisión clínica mediante aminosalicilatos o
esteroides, es aconsejable seguir con el tratamiento para
mantener la remisión, de primera i.nstancia con 5-ASA o
sulfasalazina oral.
17. Indicaciones quirúrgicas
Se estima que la cuarta parte o más de los pacientes afectos de
colitis ulcerosa requerirán cirugía durante su evolución.
La técnica de elección es la proctocolectomía restauradora
mediante reservorio íleo-anal, utilizando la vía laparoscópica,
18. Los pacientes en situación estable deben acudir a los controles
periódicos, la frecuencia de estos y las exploraciones a realizar
en cada control dependerán de cada caso.
Los pacientes bajo tratamiento con salicilatos y estables sólo
requerirán controles anuales analíticos de valoración de función
renal.
Los pacientes bajo tratamiento inmunomodulador requerirán un
seguimiento más exhaustivo con valoración de posibles efectos
adversos, adecuación de dosis y prevención de toxicidad.