1. La sociedad ideal de Alfarabi
Este gran pensador islámico murió en el año 950 y es conocido por el
sobrenombre de «el Segundo Maestro», ya que después de Aristóteles
aportó con sus obras médicas, filosóficas y matemáticas un caudal de
conocimientos y comentarios extraordinariamente valiosos.
Ciertamente, en su libro La Ciudad Ideal este sabio musulmán ya
reflexiona acerca del modelo de sociedad que, a su juicio, debe
fundamentarse en la ciencia política y en la inteligencia práctica. Parte
de un reconocimiento de que es legítima la pretensión de realizar
plenamente la perfección humana en la realidad social. Los principios
racionales son para Alfarabi los que deben regir las decisiones de los
gobernantes, precisamente, para que sea posible la felicidad común de
los ciudadanos. Reitera la necesidad de una rigurosa solidaridad social,
porque todos los individuos logran su concreta realización personal, si
toda la sociedad goza. Escribe Alfarabi: «La sociedad en que todos se
ayudan para obtener la felicidad es la Sociedad Modelo». Critica este
filósofo varios tipos de sociedades reales imperfectas que él clasificó
acertadamente de acuerdo con las categorías filosóficas del siglo X. El
primer tipo se puede denominar sociedad tecnocrática usando el
lenguaje actual, o régimen social de la pura necesidad. En esta clase de
sociedad parece que lo esencial es la adquisición de la mayor cantidad
de bienes materiales, pero sin una redistribución igualitaria. Si bien
este estado social puede degenerar, y convertirse según Alfarabi en la
sociedad de la riqueza o de la opulencia en la que los medios utilizados
para atesorar bienes dejan de importar. Aunque la degradación social
y política puede alcanzar mayores niveles, en un desarrollo negativo
del orden comunitario. De este modo, se llega a la sociedad innnoble o
depravada que es equivalente al consumismo y hedonismo actual. Las
preferencias de Alfarabi son, claramente, las de la existencia de una
sociedad del honor, porque para él es indudable, lógicamente, que el
poder tiránico es el mayor de los males para la sociedad. También
plantea el riesgo del surgimiento de una sociedad demagógica que se
fundamenta en el gobierno de la masa, pero perjudicando los intereses
de los ciudadanos, porque se basa en la satisfacción de los caprichos de
cada uno, sin contemplar y respetar los derechos de todos.
El interés de este pensador es, precisamente, establecer lo deseable de
un modelo de estado social ideal aunque pueda ser calificado de
utópico. Alfarabi escribe que: «El Estado Modelo se opone desde luego
al Estado ignorante, al Estado corrompido o inmoral, al Estado
versátil o alterado, al Estado extraviado». En todo caso, el
procedimiento mejor para reconducir la situación social y ciudadana
es la perseverancia en las buenas conductas, algo que se deriva
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2. directamente de lo escrito por Alfarabi, y que es extrapolable a la
sociedad actual. Aunque no conviene olvidar que la influencia del
neoplatonismo y el misticismo oriental están presentes en este sabio,
puesto que afirma, entre otras cosas, que el hombre se esfuerza por
asemejarse a Dios. Considero que el bienestar general es algo lograble,
pero depende de la eliminación de las prácticas políticas corruptas, y
de la elaboración de sistemas normativos que impidan de un modo
efectivo que la corrupción económica y política siga existiendo.
También se echan de menos, en mi opinión, discusiones
pormenorizadas de expertos en cuestiones económicas de distintas
tendencias, ya que la diversidad y el pluralismo de ideas puede
clarificar muchos aspectos que son matizables y debatibles. Además,
los dirigentes políticos deben huir de la ignorancia y no deben
conformarse con una política de mínimos sino con una de máximos.
Porque arriesgar con medidas económicas más innovadoras y radicales
dentro de unos límites, no es algo contradictorio ni opuesto al sentido
común.
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