El mayordomo es acusado. En ningún sitio se nos dice que sea culpable. De hecho, lo que es verdad es exactamente lo contrario, en vez de ser declarado como culpable, recibe una alabanza, el Dr. Pillai nos brinda una explicación a la luz de las costumbres orientales.
1. Parábola Del Mayordomo Astuto
Luc. 16:1-15
Decía también a los discípulos: Había cierto hombre rico que tenía un mayordomo, el cual fue acusado ante él de
dilapidar sus bienes. Y llamándolo, le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Rinde la cuenta de tu mayordomía,
porque ya no puedes administrar. Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré?, porque mi amo me quita la
mayordomía. Para cavar, no tengo fuerzas, y mendigar, me da vergüenza. ¡Ya sé lo que haré para que cuando se
me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas! Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, decía
al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate y
escribe rápido cincuenta. Luego dijo a otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Le dice: Toma
tu cuenta y escribe ochenta. Y elogió el Señor al mayordomo de la injusticia, porque había actuado sagazmente:
Los hijos de este siglo son más sagaces respecto a su generación que los hijos de la luz. (Luc 16:1-8 BTX3)
El Señor Jesús pasa ahora de los fariseos y escribas a sus discípulos, para darles una lección de
administración. Está generalmente admitido que esta sección es una de las más difíciles de Lucas. La
razón de la dificultad es que la historia del mayordomo injusto parece encomiar la falta de honradez.
Pero veremos que no es así, según seguimos la parábola.
El Dr. Pillai nos da una amplia explicación a la luz de las costumbres orientales:
«En el versículo uno, el mayordomo es acusado. En ningún sitio se nos dice que sea culpable. De
hecho, lo que es verdad es exactamente lo contrario, en vez de ser declarado como culpable, recibe una
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2. alabanza. Es por lo que le llamo "el supuesto mayordomo injusto."
El reconocimiento dado por nuestro Señor acerca de este mayordomo es apropiado desde el punto de
vista Oriental. Este hombre era un mayordomo oriental empleado en una casa oriental. Así, pues,
tenemos que conocer los hábitos orientales con respecto a la mayordomía.
Se tiene por costumbre que, el cabeza de familia, junte en su casa a uno de sus parientes más pobres
para ser su mayordomo. Además del hecho de ser un familiar, él tiene la doble certeza en su elección,
porque sabe que el pariente fue "envuelto en pañales" y "salado" cuando nació - salado para ser honesto
y leal, y envuelto en bandas de tela (Gr. Sparganóog4683
Luc. 2:7, 12) para ser libre de los desvíos
deshonestos. Casi todos los orientales fueron salados y envueltos en bandas de tela (no pañales, ver
dicc. Strong ref. G4683). Igual creemos que sucedió con Jesucristo.
Si fuese necesario emplear a un extraño se le pedirá que haga con él un pacto de sal, que significa
que el mayordomo nunca hará nada dañino mientras ocupe la profesión, y que no le permitirá a nadie
que dañe el interés de quien le emplea.
Al día siguiente de ser empleado el mayordomo, todas las pertenencias de la casa de la familia se le
ponen en sus manos. Se le entregan todas las llaves de todas las propiedades, los registros y los libros
de contabilidad. Todas las cosas se le ponen en sus manos. En realidad, él pasa a ser el cabeza de la
familia con toda la autoridad que lleva consigo. Él tiene el sello de los negocios. Puede vender y
comprar propiedades. Puede sellar acuerdos. Él puede prestar dinero y perdonar deudas. Puede reducir
créditos. Puede hacer todo lo que el cabeza de familia puede hacer.
Un mayordomo en el Oriente no es asalariado. Él vive en el hogar de su señor como un miembro de
la familia. No tiene horario fijo, sino que siempre está disponible para lo que se le demande. No es un
contratado por dinero, y no se le paga como a un siervo.
Como es natural, de vez en cuando los sirvientes bajo su mando llegan a enfadarse y se ponen a
acusar al mayordomo delante del señor de la casa. Y algunas veces un siervo se encuentra tan enfadado
con el mayordomo, que lo acusa de deshonestidad ante el amo.
Si la acusación envuelve su honestidad, el amo entonces querrá hacer una auditoría de sus libros de
contabilidad, de la misma manera que un hombre de negocios occidental lo hace periódicamente. Este
es el mismo caso que estamos considerando, y el mayordomo fue instruido a que diera cuenta de su
mayordomía y si fuese hallado culpable de daño, ya no podrás ser más mayordomo.
Obviamente, existe siempre la posibilidad de ser encontrado culpable aún con falsos cargos. Varias
opciones le pasan en un momento por su mente: cavar, mendigar, o hacer algunas razonables
provisiones para sí mismo. Escoge esta última opción.
La cantidad debida por el primer deudor contactado por el mayordomo quedó reducida por la mitad.
La deuda del segundo se redujo en un 20 por ciento. Y si había otros deudores, podemos imaginar que
debió hacer los mismos ajustes. Sin embargo, tenemos que entender y tener bien claro que tenía toda la
autoridad de actuar así. Él no tenía salario, ni provisión alguna para el futuro, ni tampoco bienes. Si
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3. perdiera su empleo por las falsas acusaciones, podría entonces acercarse a uno de estos hombres y
pedirle ayuda hasta que encontrase otro trabajo. Si hubiese sido un mayordomo injusto, bien podía
haber robado a su "ciego" empleador. Podría haber estado vendiendo casas y tierras y guardándose el
dinero para sí mismo. Él poseía la autoridad de hacer transacciones como esas, sin embargo él no había
estado robando a su señor.
Si llegase el caso de no poder ser más mayordomo, podría entonces dirigirse a cualquiera de las
granjas y obtener lo que precisase si fuese destituido. Cualquier persona en el Oriente puede hacer eso.
Cuando el propietario sabe el motivo por el cual tal persona se encuentra a la puerta de su casa, le
proveerá de lo que sea necesario. De hecho, cuando se acaba alguna cosecha, algunas uvas se dejan en
las viñas, algunos frutos en los árboles, o algunos granos en las espigas de los campos para los
extranjeros, las viudas y los huérfanos. Esto todavía se hace así hoy en el Oriente. Así que considerando
la cantidad de cosas que hay envueltas, al mayordomo de Lucas 16 se le debería permitir acumular
aquella cantidad aunque no tuviese el derecho oficial de hacerlo.
Cuando su señor se dio cuenta de lo que había hecho, supo que su mayordomo había actuado en
todo su derecho. Supo que estaba sencillamente haciendo provisiones para su futuro. De hecho, la
escritura dice con toda claridad,....y el señor alabó al mayordomo malo, por haber hecho
sagazmente. El señor no estaba alabando un engaño. ¡Claro que no! La acusación no se mantuvo
firme.
Luc 16:9 Y yo les digo a ustedes: Hagan amigos mediante esta riqueza injusta, para que cuando esta
se acabe los reciban en sus moradas eternas.
Cristo Jesús nos salvó y nos hizo mayordomos de la multiforme gracia de Dios. Pero somos también
sólo mayordomos de las cosas materiales. Todas las cosas le pertenecen a Dios. Él simplemente nos ha
permitido ejercitar la autoridad sobre ellas durante un corto espacio de tiempo.
Si fuésemos llamados a prestar declaración acerca de nuestra mayordomía, a la mayoría de nosotros
nos resultaría difícil justificar nuestro comportamiento. Dios ha prometido que si ponemos primero Su
Reino en nuestras vidas, Él nos garantiza el sustento, el vestido y el refugio.
En vez de satisfacer nuestras necesidades, y destinarnos sólo para la gloria de Dios como fieles
mayordomos, nosotros hemos malgastado muy a menudo todo en pos de nuestros propios deseos.
El hombre del texto se hizo de provisiones contra las necesidades del futuro. Eso es sabiduría. Y sin
embargo, la mayor parte de la gente no hace planes para la eternidad. Después de habernos olvidado de
Dios durante toda nuestra vida, desperdiciando nuestras vidas y Sus bendiciones, ¿cuál crees que podrá
ser el veredicto cuando nuestros libros sean inspeccionados?
Seamos fieles a nuestro Señor, para que nos conduzcamos como mayordomos que no nos volvemos
al mammón (dios de la riqueza) de las injusticias, para que nos reciban en las moradas eternas.
(Orientalismos de la Biblia vol. I)
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4. Lucas nos sugiere no menos de cuatro aplicaciones diferentes:
1. En el versículo 8, la lección es que, por lo que se refiere al trato con sus semejantes, los
«mundanos» son más inteligentes que los «espirituales» o «los hijos de luz». Lo que quiere decir que
los cristianos serían más efectivos si vivieran su fe hasta las últimas consecuencias, tal como los
inconversos lo están en conseguir dinero y sus beneficios. Nuestra vida cristiana empezará a ser real y
efectiva cuando le dediquemos tanto tiempo e interés al Evangelio como algunos le dedican al placer, a
un hobby, o al deporte.
2. En el versículo 9, la lección es que las posesiones materiales deben usarse para cultivar las
relaciones en las que se hallan los valores reales y permanentes de la vida. Eso se puede hacer de dos
maneras:
1. Para que surta efecto en la eternidad. Los rabinos decían: «Los ricos ayudan a los pobres en
este mundo, y los pobres ayudan a los ricos en el mundo venidero.» Ambrosio, el gran teólogo del siglo
IV, comentando la parábola del Rico Insensato que se construyó graneros más grandes para almacenar
sus cosechas, dijo: «Los regazos de los pobres, las casas de las viudas, las bocas de los niños son los
graneros que permanecen para siempre.» Los judíos creían que lo que se da a los pobres queda
reflejado en la cuenta del dador en el mundo venidero. La verdadera riqueza de una persona consiste,
no en lo que ha guardado para sí, sino en lo que ha dado a los necesitados.
2. Para que surta efecto en este mundo. Los bienes se puede usar de una manera egoísta, o para
hacer la vida más fácil para otros. Muchos agradecemos a un hermano o a un amigo algo más
acomodado el que nos ayude a salir de una necesidad. Las posesiones no son en sí mismas un pecado,
pero sí una gran responsabilidad; y la persona que las usa para ayudar a otros, camina cumpliendo con
esa responsabilidad.
3. En los versículos 10 y 11, la lección es que la manera en que uno realiza una tarea pequeña es la
mejor demostración de si está capacitado o no para encargarse de algo mayor. Así es en las cosas de
este mundo: nadie ascenderá hasta que haya dado pruebas de su honradez y capacidad de trabajo en su
nivel anterior. Pero Jesús aplica este principio a la eternidad cuando dice: «En la Tierra te tienes que
hacer cargo de cosas que no son realmente tuyas, porque no te las puedes llevar contigo cuando salgas
de este mundo. Sólo las tienes prestadas, y no eres más que un administrador; no pueden llegar a ser
tuyas permanentemente. Por otra parte, en el Cielo recibirás lo que será tuyo realmente y para siempre.
Y lo que recibas en el Cielo dependerá de cómo hayas usado los bienes terrenales. Lo que se te dé
como tuyo dependerá de cómo hayas usado las cosas cuando no eras más que administrador de bienes
ajenos.»
4. En el versículo 13, la lección es que un esclavo no puede servir a dos amos distintos, porque un
esclavo no tiene más que un amo. En nuestra sociedad un trabajador puede tener varios trabajos y estar
al servicio de varias empresas al mismo tiempo; pero eso era absolutamente imposible para un esclavo,
porque todo su tiempo y todas sus energías pertenecían a un solo amo. Así sucede con el servicio de
Dios: no puede ser algo a tiempo parcial o fuera de horas. Cuando aceptamos servir a Dios, todos los
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5. momentos de nuestro tiempo y todas las energías de nuestro ser le pertenecen a Él. O somos suyos por
entero, o no lo somos.
5. En el versículo 14, vemos que los fariseos no eran sólo orgullosos e hipócritas, sino que eran
además avaros. Creían que la piedad era una forma de conseguir ganancia. Habían escogido la religión
como alguien escogería una profesión lucrativa. El servicio de ellos no estaba dirigido a glorificar a
Dios y ayudar a sus semejantes, sino a enriquecerse ellos mismos. Al oír al Señor Jesús enseñar que
debían abandonar las riquezas en este mundo y atesorar sus riquezas en el cielo, se burlaban de él. Para
ellos, el dinero era más real que las promesas de Dios. Nada iba a detenerlos de acumular riquezas.
6. Exteriormente, los fariseos parecían piadosos y espirituales. Se contaban como rectos a la vista
de los hombres. Pero por debajo de su engañoso exterior, Dios veía la avaricia de sus corazones. A Él
no le engañaban con sus falsas pretensiones. El tipo de vida que ellos exhibían y que otros aprobaban
(Salmo 49:18) era abominación para Dios. Ellos se consideraban personas de éxito porque combinaban
una profesión religiosa con riqueza financiera; pero para Dios, eran adúlteros espirituales. Profesaban
amar a Jehová, pero en realidad su dios era Mammón (las riquezas).
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