2. LAS RANAS PIDIENDO REY
Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación
a Zeus para que les enviara un rey.
Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.
Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor
pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada
la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que
brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde
Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.
Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró
a todas sin compasión.
3. Moraleja: A la hora de elegir los
gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo
y honesto, en vez de a uno muy
emprendedor pero malvado o corrupto.
4. LA LIEBRE Y LA TORTUGA
Cierto día una liebre se burlaba de las cortas patas y lentitud al caminar de una tortuga. Pero
ésta, riéndose, le replicó:
-Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia.
Y la liebre, totalmente segura de que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la
zorra que señalara el camino y la meta.
Llegado el día de la carrera, arrancaron ambas al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de
caminar y a su lento paso pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la
liebre, que a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó,
y moviéndose lo más veloz que pudo, vio como la tortuga había llegado de primera al final y
obtenido la victoria.
5. Moraleja: Con seguridad, constancia y
paciencia, aunque a veces parezcamos lentos,
obtendremos siempre el éxito.
6. EL LEÓN Y EL DELFÍN
Una vez un león que paseaba por una playa tranquila vio asomar
fuera del agua la cabeza de un delfín.
Acordándose de que era el rey de los anímales acuáticos lo llamó
y le propuso una alianza:
–Nos conviene –le dijo. Tú eres el rey de los animales marinos y yo de los terrestres.
El delfín aceptó encantado y el pacto quedó sellado.
Cierto día el león, que desde hacía bastante tiempo estaba en
guerra con un toro salvaje, pidió ayuda al delfín. El pez
trató de salir del agua pero no pudo. El león se puso furioso
y lo acusó de traición.
–Te equivocas. No es a mí a quien debes culpar sino a la
naturaleza. Ella
fue quien me hizo animal de agua y no de tierra.
8. LA BRUJA
Érase una vez una bruja que se ganaba la vida vendiendo encantamientos y fórmulas para
calmar la cólera de los dioses.
Con esta promesa a la bruja no le faltaban clientes y conseguía grandes cantidades de
dinero de este modo de vida. Pero un día fue acusada de ir contra las leyes y la llevaron
ante los jueces supremos del país.
Así, tras un juicio muy corto, la culparon y la hicieron condenar a muerte.
Viéndola salir de la sala del juicio, una de las personas presentes le dijo:
- Bruja, tú que decías poder desviar la cólera de los dioses, ¿Cómo no has podido persuadir
a los hombres?
9. Moraleja: hay que ser precavido con quienes
prometen solucionar todo problema que
tengas a cambio de dinero pero son
incapaces de arreglar los suyos.
10. EL LOBO CON PIEL DE OVEJA
Pensó un día un lobo cambiar su apariencia para así facilitar la obtención de
su comida. Se metió entonces en una piel de oveja y se fue a pastar con el
rebaño, despistando totalmente al pastor.
Al atardecer, para su protección, fue llevado junto con todo el rebaño a un
encierro, quedando la puerta asegurada.Pero en la noche, buscando el pastor
su provisión de carne para el día siguiente, tomó al lobo creyendo que era
un cordero y lo sacrificó al instante.
12. EL DINOSAURIO TORPÓN
Cuenta una antigua historia que una vez un hombre iba cargado con un gran saco de lentejas. Caminaba a paso ligero
porque necesitaba estar antes del mediodía en el pueblo vecino. Tenía que vender la legumbre al mejor postor, y si
se daba prisa y cerraba un buen trato, estaría de vuelta antes del anochecer. Atravesó calles y plazas, dejó atrás la
muralla de la ciudad y se adentró en el bosque. Anduvo durante un par de horas y llegó un momento en que se sintió agotado.
Como hacía calor y todavía le quedaba un buen trecho por recorrer, decidió pararse a descansar. Se quitó el abrigo,
dejó el saco de lentejas en el suelo y se tumbó bajo la sombra de los árboles. Pronto le venció el sueño y sus ronquidos
llamaron la atención de un monito que andaba por allí, saltando de rama en rama.
El animal, fisgón por naturaleza, sintió curiosidad por ver qué llevaba el hombre en el saco. Dio unos cuantos brincos y
se plantó a su lado, procurando no hacer ruido. Con mucho sigilo, tiró de la cuerda que lo ataba y metió la mano.
¡Qué suerte! ¡El saco estaba llenito de lentejas! A ese mono en particular le encantaban. Cogió un buen puñado y sin ni
siquiera detenerse a cerrar la gran bolsa de cuero, subió al árbol para poder comérselas una a una.
13. Estaba a punto de dar cuenta del rico manjar cuando de repente, una lentejita se le cayó de las
manos y rebotando fue a parar al suelo.
¡Qué rabia le dio! ¡Con lo que le gustaban, no podía permitir que una se desperdiciara tontamente!
Gruñendo, descendió
a toda velocidad del árbol para recuperarla.
Por las prisas, el atolondrado macaco se enredó las patas en una rama enroscada en espiral e inició
una caída que le pareció eterna.
Intentó agarrarse como pudo, pero el tortazo fue inevitable. No sólo se dio un buen golpe, sino que
todas las lentejas que
llevaba en el puño se desparramaron por la hierba y desaparecieron de su vista.
Miró a su alrededor, pero el dueño del saco había retomado su camino y ya no estaba.
¿Sabéis lo que pensó el monito? Pues que no había merecido la pena arriesgarse por una lenteja. Se
dio cuenta de que,
por culpa de esa torpeza, ahora tenía más hambre y encima, se había ganado un buen chichón.
14. Moraleja: A veces tenemos cosas seguras pero, por
querer tener más, lo arriesgamos todo y nos
quedamos sin nada. Ten siempre en cuenta, como
dice el famoso refrán, que la avaricia rompe el saco.
15. LA ZORRA Y LAS UVAS
Había una vez una zorra que llevaba casi una semana sin comer, había tenido muy mala suerte, le
robaban las presas y el gallinero que encontró tenía un perro guardián muy atento y un amo rápido
en acudir con la escopeta.
Ciertamente estaba muertecita de hambre cuando encontró unas parras silvestres de las que colgaban
unos suculentos racimos de doradas uvas, debajo de la parra había unas piedras, como protegiéndolas.
—Al fin va a cambiar mi suerte, —pensó relamiéndose—, parecen muy dulces.
Se puso a brincar, intentando alcanzarlos, pero se sentía muy débil, sus saltos se quedaban cortos los
racimos estaban muy altos y no llegaba.
Así que se dijo:
—Para que perder el tiempo y esforzarme, no las quiero, no están maduras.
Pero resulta que si la zorra hubiese trepado por las piedras parándose en dos patas hubiese alcanzándolos
racimos, esta vez le faltó algo de astucia a doña zorra, parece ser que el hambre no la deja pensar.
16. MORALEJA:
Hay que esforzarse para conseguir lo que se desea pero
pensando primero que es lo que queremos y como conseguirlo,
no sea que nos pongamos a dar brincos cuando lo que
necesitamos es estirarnos, y perdamos el tiempo y el esfuerzo.
17. LAS RANITAS Y EL TRONCO TALLADO
Una familia de ranitas que vivía en un lago, sentía mucho temor por un tronco tallado que se veía desde la orilla.
Estas ranitas amaban las fiestas y la diversión, pero sentían gran respeto por el tronco, así que en muchas
oportunidades trataban de no hacer tanto ruido para no molestar al tronco.
Seguramente este personaje al que tanto le temían, era un monumento de alguna tribu que ya no habitaba en el
lugar, pero como no se animaban a acercarse para ver bien de que se trataba, solo podían divisar un rostro serio
y que inspiraba mucha autoridad. Un cierto día, en que se desató una terrible tormenta, el tronco cayo al lago y
en ese momento las ranitas pudieron ver con claridad, que era solo un tronco
tallado que ningún daño podía hacerles. Se rieron
mucho de los temores por los que habían pasado y
comenzaron a jugar con él y usarlo de trampolín
para sus zambullidas en el lago.
18. MORALEJA: Lo que por ignorancia
atemoriza, a veces es sólo digno de risa.
19. LA TORTUGA Y EL ÁGUILA
Había una vez una tortuga muy inconforme con la vida que le había tocado, y que en consecuencia no hacía otra cosa que lamentarse.
Estaba realmente harta de andar lentamente por todo el mundo, con su caparazón a cuesta.
Su más profundo deseo era poder volar a gran velocidad y disfrutar de la tierra desde las alturas, tal y como hacían otras criaturas.
Un día un águila la sobrevoló a muy baja altura y sin pensárselo dos veces la tortuga le pidió que la elevara por los aires y la enseñase a volar.
Extrañada el águila accedió al pedido de lo que le pareció una extraña tortuga y la atrapó con sus poderosas garras, para elevarla a la altura de las nubes.
La tortuga estaba maravillada con aquello. Era como si estuviese volando por sí misma y pensó que debía estar maravillando y siendo la envidia del resto de los animales terrestres, que
siempre la miraban con cierta compasión por la lentitud de sus desplazamientos.
-Si pudiera hacerlo por mí misma –pensó. –Águila, vi cómo vuelas, ahora déjame hacerlo por mí misma –le pidió al ave.
Más extrañada que al inicio el águila le explicó que una tortuga no estaba hecha para
volar. No obstante, tanta fue la insistencia de la tortuga, que el águila decidió soltarla,
solo para ver cómo el animal terrestre caía a gran velocidad y se hacía trizas contra una roca.
Mientras descendía, la tortuga había comprendido su error, pero ya era tarde. Desear
y atreverse a hacer algo que estaba más allá de sus capacidades le había costado la vida, una
vida que vista desde esa perspectiva ya no le parecía tan mala.
Ese mismo razonamiento fue hecho por el águila, que contrario a la tortuga se sentía muy
satisfecha y conforme con lo que la naturaleza le había dado.
20. MORALEJA:A veces en la vida estamos inconformes con uno mismo, queremos superar
nuestras limitaciones realizando cosas imposibles y riesgosas que quiebran todo
razonamiento lógico. Por nuestra naturaleza debemos alcanzar nuestros sueños con cosas
concretas y propias no tratando de imitar lo que otras personas hacen. Cada uno tenemos
un don muy diferente a otras personas donde debemos sacar provecho de las cosas buenas
que tenemos demostrando nuestras habilidades por muy limitados ó imposibilitados que
nos encontremos físicamente. Vive la vida sin complejos si tienes alguna limitación física,
recuerda que mientras tienes vida puedes seguir siendo feliz, enfocándote en lo que puedes
hacer!.
21. EL NIÑO Y LOS DULCES
Pedro no sabía de la avaricia o la ambición, ni de todo el daño que esto podía hacer a las personas.
Era un niño sano y juguetón como otro cualquiera, pero su glotonería y su afición por los dulces eran los atributos por los que más se le conocía.
Un día descubrió un recipiente repleto de dulces y sin pensarlo ni averiguar de quién eran, introdujo su mano y agarró tantas golosinas como
pudo. Cuando trató de retirar su mano se dio cuenta que no podía y como no quería dejar escapar ningún dulce de los que había cogido, lo cual
le permitiría sacar la mano, empezó a llorar desconsoladamente.
Su amigo Juan lo vio y le dijo:
-Pedro, si te conformas con la mitad o un poco menos de lo que
has tomado podrás sacar tu mano de ahí y disfrutar algunos
dulces. La avaricia no te permitirá hacer ni lo uno ni lo otro.
Así, Pedro siguió el consejo y disfrutó de sabrosos dulces. Desde
ese día comprendió que la ambición y la avaricia pueden ser
verdaderamente dañinas y prohibitivas para el desarrollo y
crecimiento de un ser humano.