La realidad está chocando con las verdades imperfectas del kirchnerismo. La gestión deficiente del gobierno se ha traducido en problemas como la pérdida del estatus de exportador energético, el estancamiento de la pobreza, la falta de inversión en infraestructura e educación, y la corrupción. Estas grietas entre la realidad y la narrativa kirchnerista son cada vez más notorias. Si el gobierno se aferra a su concepto de verdad cuestionado en lugar de cambiarlo, es probable que pierda el apoyo de
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Las grietas de la verdad kirchnerista
1. La realidad penetra por las grietas de las verdades imperfectas
Hoy el saber del kirchnerísmo está en crisis. La realidad no se mira en el espejo de
este proceso de gobierno. Los sectores sociales que ven fallas en el concepto de verdad
kirchnerísta, son cada vez más. Porque el discurso no contrasta con la experiencia. Los
hechos, devenidos de las consecuencias de una gestión deficiente, empiezan a ser notorios.
Ya el discurso no logra disimularlos. La crisis en la energía (Argentina pasó de ser
exportadora de energía a importar por cifras enormes); el estancamiento primero y luego
retroceso en la eliminación de la pobreza (cifras iguales a la del deterioro del menemismo);
Luego de nueve años de crecimiento inaudito, no hubo desarrollo en infraestructura; no se
invirtió en salud; las provincias reciben poco y nada respecto de la coparticipación,
llevándolas a crisis económicas complejas; La educación sufre un retroceso respecto de
países como Paraguay, Colombia y Bolivia, entre otros; Los subsidios a la pobreza en vez
de un ascenso social; la corrupción; la falta de seguridad jurídica; la inflación que deteriora
el poder adquisitivo de las clases medias, llevándolas cerca de la pobreza; la falta de
seguridad; el colapso del transporte (a pesar de los cuantiosos subsidios); entre otras cosas,
son grietas, a esta altura, irreparables entre la realidad y la aproximación a la verdad que
trajo el Kirchnerísmo, hace diez años. Ante esta crisis de verdad, el gobierno está eligiendo
aferrarse al concepto de verdad puesto en crisis. No parece intentar repararlo, o cambiarlo
(si el caso fuera así de grabe). La balanza por el momento está pesando más del lado del
gobierno, pero día a día se suman sectores al otro lado. Hay nuevas contrastaciones de
fallas, en la verdad kirchnerísta, cada vez más asiduas. Y sin verdad no hay saber. Y sin
saber no hay poder. Si el gobierno persiste en no cambiar su concepto de verdad y la
realidad va sumando sectores sociales al otro lado de la balanza, indefectiblemente va a
perder el patrimonio del saber. Por tanto se le dificultará el sostenimiento del poder. El
gobierno de La Alianza, perdió el saber. Eso hizo que no pudiera sostener el poder, y tubo
que abandonarlo subrepticiamente. El Kirchnerísmo puede intentar aferrarse al concepto
de verdad cuestionada; ya sea porque no ve las fallas, o porque las ve y no encuentra como
subsanarlas o cómo arribar a otro concepto que se acerque más a la realidad. También
puede arrogarse el saber. Pero no puede arrogarse el poder. Para que haya poder, tiene que
haber un otro que otorgue el saber. Si el otro no otorga el saber, la única manera de
sostener el poder, es bajo la imposición, bajo la fuerza. ¿Cuándo el estado actúa por la
fuerza? Cuando excede su límite de poder o cuando lo trasgrede. En los tiempos que
2. siguen, la argentina se verá en la disyuntiva de la disputa del poder, entre dos sectores. El
que quiere conservarlo, sin modificación alguna y el sector que ve fallas en el concepto de
verdad imperante y desea cambiarlo. Quien intente imponer un nuevo concepto de verdad,
primero deberá tener un discurso (hoy el sector renovista no lo tiene). Pero esto no
garantiza que el Kirchnerísmo conserve el poder. El concepto de verdad tiene vigencia, en
tanto aparezca un nuevo concepto que tenga mayor aceptación, o mientras no sea
demostrado como fallido. Sin embargo, no es necesario remplazar un concepto por otro,
puede haber un hueco sin un acercamiento a la verdad. El intento de sostener el saber, a
pesar de que la realidad se evidencia contraria, se convierte en un sostenimiento ridículo. El
proceso imperante, pierde el saber a modo de goteo, y esto erosiona el poder. La actitud del
gobierno, lleva a pensar que su accionar será el de sostenerse a como de lugar. En
principio, desde la fuerza (caminando por la cornisa del exceso de poder); por otro lado, a
través de la afirmación del saber imperante y la negación de todo lo que lo contradiga. Este
puede ser un período largo, en el que el pueblo prefiere sostener algo que sabe que no es
verdadero; en lugar de sentirse perdido, sin ninguna verdad (aunque esta fuera fallida, por
tanto falsa). Como también puede ser un período corto o relativamente corto. La aparición
de sectores negadores del saber imperante, puede generar tendencia en su favor. ¿El
Kirchnerísmo está viendo cuestionado su saber? Si así fuera, ¿podrá conservar su poder a
pesar de haber erosionado su saber? ¿Cruzará el grado de fuerza permitido, para imponerse
(ya sea legal o represiva)? ¿Buscará acallar a quienes cuestionan el saber?
Juan Manuel Ortíz
25 Noviembre 2012