Protocolo de intervención de un paciente en consulta por crisis agresiva
Trabajo con psicóticos en el programa de trastornos mentales severos
1. TRABAJO CON PSICOTICOS EN EL PROGRAMA DE
TRASTORNOS MENTALES SEVEROS.
INTRODUCCIÓN.
Planteamientos Previos.
En la actualidad y debido a la extensión del modelo bio-medico, el
tratamiento del paciente psicótico queda reducido casi
exclusivamente a la vertiente farmacológica. Sin embargo este
modelo, al considerar las psicosis como el resultado de una
alteración en los neurotrasmisores, reduce y simplifica una
patología compleja, tiende a minimizar la situación de alteración
vital en la que se desenvuelve el paciente con respecto a la
realidad, y no toma en serio su drama subjetivo al negarle una
escucha para que su palabra despliegue, relate, historifique un
sufrimiento psíquico que la medicación solo palia en sus
manifestaciones más aparentes.
Una alteración en los neurotrasmisores no nos dice nada de cual es
el mecanismo que los altera y menos aún de la etiología de esta
grave enfermedad. El tratamiento farmacológico, necesario en las
psicosis sobre todo en los momentos agudos, si es el único recurso
con el que el psicótico se encuentra, antes o después llegará a
considerarlo, tanto al medicamento como a aquel que lo dispensa,
no un aliado sino un directo enemigo, produciendo un efecto rebote
contrario al que se quiere conseguir.
No es por tanto que sea erróneo ese modelo sino más bien
manifiestamente insuficiente. Además en un reciente estudio
aparecido en el nº 79 de la Revista de la AEN ( Asociación
Española de Neuropsiquiatría) “Sesgos y dificultades en la
investigación de los nuevos antipsicoticos” se muestra cómo los
intereses económicos de la industria farmacéutica influyen en la
investigación biomédica al determinar interesadamente las líneas de
investigación, la categorización de las enfermedades e incluso los
modelos sociosanitarios. Aconsejando en sus conclusiones que ya
que los antipsicóticos no curan la esquizofrenia sería interesante
reivindicar y prestar más atención a investigaciones sobre
aproximaciones psicoterapéuticas que mejoren a los pacientes.
2. Es muy importante la forma en la que se considere el padecimiento
psicótico, ya que según el modelo de aplicación de tratamientos el
personal sanitario y auxiliar será considerado como un mero
dispensador de fármacos o, por el contrario, un agente habilitador y
psicoterapéutico.
Hoy por hoy los tratamientos de que se dispone no son
necesariamente excluyentes; los fármacos, al ser de efectos
selectivos, permiten al psicótico la posibilidad de un trabajo
psicoterapéutico individual o grupal y éste, a su vez, contribuye al
posible aprendizaje de algunas habilidades psicosociales a partir de
un entrenamiento cognitivo.
Que la psicosis como enfermedad incurable aliene en una posición
de objeto a aquel que la padece, no quiere decir que los recursos
sanitarios de los que pueda disponer no le ofrezcan la posible
entrada simbólica a su posición como sujeto.
II
Los estudios sobre integración comunitaria y salud han mostrado el
efecto positivo que la primera ejerce sobre la segunda. En
consecuencia, toda intervención que facilite dicha integración
contribuirá al bienestar del paciente ya que, estar inserto en el
contexto de la propia comunidad, proporciona sentimientos de
pertenencia, vinculación y compromiso que contribuyen a equilibrar
las identificaciones del yo y a calmar los conflictos intrapsíquicos.
En ese sentido la intervención biopsicosocial produce un proceso
de potenciación a través del cual un paciente adquiere recursos que
le capacitan para implicarse en actividades que, en principio y por
las limitaciones a las que está sujetado, trascienden el marco de
sus habilidades. En esencia la intervención biopsicosocial sigue los
postulados de lo que pretende la Psicología Comunitaria, a saber:
un sujeto responsable de sus propios actos (conductas), participe
activo y creador de ambientes que mejoren su calidad de vida y de
relación con el entorno.
Cuando la intervención biopsicosocial se dirige a un colectivo como
es el de enfermos mentales graves y crónicos el trabajador
comunitario está expuesto, el mismo, a una serie de efectos -lo que
clásicamente se llama las transferencias, -aquello que se pone en
juego en toda relación asistencial- que actuan en él. De estos
3. efectos es necesario saber cómo se producen, a qué lógica
responden y cuales son los sintomás que pueden causar en el
trabajador ya que el desconocer su funcionamiento no evita que se
produzca. Es sobre estos aspectos, el conocimiento de qué es la
transferencia, cómo funciona y a qué responde, que el clínico puede
ayudar al trabajador comunitario en su hacer diario. Así, y para
profundizar en esa línea, proponemos un trabajo continuado donde
la experiencia se convierte en operativa al introducir cierto sentido
de lo que ocurre en las relaciones con los pacientes.
El cambio que se propone, de lo bio-médico a lo bio-psico-social es
ante todo un cambio de actitud y de ampliación conceptual en
práctica asistencial ya que, identificación, diagnóstico y
tratamiento, difícilmente tendrán éxito sino es: observando la
enfermedad, pero también, sin olvidar a) lo que el paciente dice de
ella b) las circunstancias que la rodean y c) la relación transferencial
que el paciente establece con aquellos que lo tratan.
METODOLOGIA.
La metodología es semejante a la habitual en los “análisis de
casos”. A partir de un caso que, por diversas razones, resulta
molesto, difícil, inquietante se propone su análisis para que las
dificultades sean objeto de discusión en el grupo. Las razones de la
demanda de análisis pueden ser múltiples, desde negativismo en
los hábitos diarios de cualquier paciente, hasta la incógnita que el
despertar de afectos intensos produce en el personal asistente.
En este dispositivo se pretende que los aspectos puramente
biológicos se amplíen con la descripción de lo que dice el paciente
de su enfermedad y también de lo que ocurre en el encuentro con el
personal a su cuidado, o sea, de los indicadores más significativos
de la relación. Una vez presentado el caso hay una discusión entre
los participantes y se intenta analizar qué ocurre, dónde se
presentan las dificultades y cuales son las pautas que se pueden
acordar para resolver la situación.
En definitiva lo que busca este dispositivo es un lugar de formación
y de palabra para mejorar la relación asistente-asistido a partir de la
ampliación del marco conceptual y de la comprensión de lo que
sucede en las relaciones con los paciente.